Técnicas De Exposición: Variantes Y Aplicaciones



Técnicas De Exposición: Variantes Y Aplicaciones

EL PARADIGMA DE EXPOSICIÓN

INSUFICIENCIAS DE LOS MODELOS DE CONDICIONAMIENTO

Una premisa subyacente a los modelos de condicionamiento es que, los trastornos de ansiedad, están provocados por algún tipo de condicionamiento, y que la terapia de conducta desarrolla un programa de intervención coherente con el conocimiento de esas causas.

Pero, no es cierto que la eficacia de una terapéutica concreta deba iluminar sobre la génesis de un problema específico:


El comienzo de las fobias está asociado a un suceso traumático sólo en una minoría de los casos.
En algunos casos, las fobias comienzan tras un sucesos vitales doloroso, poco relacionados con el tipo de fobias experimentadas.

Lo que sí aparece inicialmente en muchos casos, es una sensación de malestar inexplicable como suceso inicial, que puede asociarse posteriormente a estímulos o sentimientos que inducen a la evitación (sólo esto último responde a un proceso de condicionamiento, pero no la situación inicial).

DE LOS MODELOS DE CONDICIONAMIENTO AL PARADIGMA DE EXPOSICIÓN

La teoría del condicionamiento clásico se muestra parcialmente útil para explicar la extinción de las fobias y rituales compulsivos (exposición repetida a los estímulos condicionados sin la presencia de los estímulos incondicionados aversivos Þ desaparición de la respuesta condicionada), pero no su adquisición.

El condicionamiento de orden superior, e incluso el interoceptivo, tiene un papel en la adquisición de éstos cuadros clínicos, aunque no hay pruebas concluyentes al respecto.

La teoría del condicionamiento operante da cuenta, parcialmente, del mantenimiento de las fobias, reforzados negativamente, pero no de su adquisición, y sólo parcialmente de su extinción.

Los modelos de condicionamiento son muy precisos para describir los acontecimientos experimentales del laboratorio animal, pero resultan inadecuados para explicar los fenómenos clínicos o para simular en el laboratorio el comienzo o la extinción de las fobias y obsesiones:

Gran variedad de situaciones provocan malestar clínico en el paciente sin referencia a una situación traumática originaria: es más adecuado hablar de fobias adquiridas más que de fobias condicionadas.
No está claro si los cuadros clínicos fóbicos u obsesivos suponen un aumento de la adquisición o un fallo de la extinción.

MODELO DE ESTÍMULOS EVOCADORES-RESPUESTAS EVOCADAS:

Parece más adecuado precisar el conjunto de ESTÍMULOS EVOCADORES, externos e internos (se asemeja al concepto operante de estímulo discriminativo o al pavloviano de EC, pero no plantea suposiciones sobre las condiciones antecedentes relacionadas con los trastornos de conducta), y de RESPUESTAS EVOCADAS, en lugar de los conceptos habituales del os modelos de condicionamiento (EC, RC, EI, RI).

Este modelo, no solo es válido en el caso de las obsesiones y de las fobias, sino que también se puede aplicar al trastornos de ansiedad generalizada y de pánico (aunque en éstos últimos no se dan conductas fácilmente perceptibles de evitación).

El modelo:

Posibilita una descripción más precisa y observable de los acontecimientos.
Facilita el diseño de una estrategia terapéutica, la exposición, sin apelar a las dudosas condiciones etiológicas de los modelos de condicionamiento.

EL TRATAMIENTO DE EXPOSICIÓN

INTRODUCCIÓN

El tratamiento conductual más eficaz para hacer frente a las conductas de evitación en los trastornos fóbicos, es la exposición en vivo de los estímulos fóbicos sin la conducta de escape hasta que la ansiedad remita.

La clave del tratamiento: Impedir que la evitación o escape se convierta en una "señal de seguridad", más que impedir el escape por sí mismo.

Los mecanismos explicativos de la reducción del miedo, durante la práctica de la exposición, están relacionados con:

La habituación, desde una perspectiva psicofisiológica.
El cambio de expectativas, desde una perspectiva cognitiva.

Los tratamientos de exposición requieren, como condiciones previas:

El establecimiento de una alianza terapéutica sólida.
La toma de conciencia por parte del paciente de su responsabilidad en el resultado final del tratamiento, y, en algunos casos,

La implicación de la pareja del paciente en las tareas terapéuticas.


MODALIDADES DE EXPOSICIÓN

1. EXPOSICIÓN EN IMAGINACIÓN Y EXPOSICIÓN EN VIVO:

Los estímulos utilizados para la exposición pueden ser en vivo, imaginados, filmados o grabados en cinta o presentados mediante role-playing.

Se ha considerado que la exposición en vivo es el método de elección para el tratamiento de las fobias, y que, la relajación por sí sola no tiene efectos terapéuticos en los trastornos fóbicos, y que la DS es un tratamiento muy débil para la agorafobia.

La exposición en imaginación:

Plantea un problema: los estímulos ansiógenos en vivo siguen suscitando miedo al paciente, a pesar de la habituación a ellos en imaginación Þ Es más eficaz comenzar con la exposición en vivo desde el principio.
Es de interés en los casos en los que:
La exposición en vivo sea de difícil aplicación (fobia a volar en avión).
Motivación adicional para pacientes que no se atreven a iniciar el tratamiento con una exposición en vivo (útil en la medida en que induce a los pacientes a exponerse realmente a las situaciones fóbicas).
No está claro su valor:
Para ciertos estímulos internos suscitadores de ansiedad (temor a un infarto, a desmayarse), ni si es mas eficaz que la provocación directa de esos síntomas a base de hacerle exponer al paciente en vivo a la situación temida.
Se desconoce también si esos síntomas autonómicos inducidos (palpitaciones, sudor), se asemejan a los que experimentan los pacientes en las situaciones de pánico real.
Es aun una incógnita si es necesario llevar a cabo la exposición a éste tipo de estímulos internos, como complemento a la exposición a los estímulos externos.

2. EXPOSICIÓN EN GRUPO:

Con la exposición individual y con la exposición grupal, se obtienen resultados comparables.

Papel de la cohesión del grupo: Los mejores resultados parecen obtenerse en aquellos grupos cohesionados en los que los miembros del grupo permanecen espontáneamente en contacto unos con otros tras la terminación de la terapia.

Aunque las tareas de exposición pueden ser planificadas y evaluadas grupalmente, la ejecución tiene que ser individual (la presencia inicial de otra persona tiene que ir desapareciendo gradualmente).

La exposición en grupo está especialmente indicada cuando:

El paciente vive solo.
El paciente carece de habilidades sociales.
El paciente mantiene una relación de pareja conflictiva.

El alcance terapéutico de la exposición en grupo se debe al efecto motivacional que supone a cada paciente para la realización de las tareas y de los beneficios sociales obtenidos.

En algunos casos, la exposición en grupo puede resultar amenazante, especialmente en el tto de la fobia social, y producir una mayor tasa de abandonos y rechazos del tratamiento.

3. AUTOEXPOSICIÓN:

Los fóbicos tienden a ser muy dependientes. Si la figura del terapeuta es un factor motivador en la exposición a las situaciones fóbicas, su retirada, puede detener el progreso anterior.

La preocupación por el mantenimiento de los resultados a largo plazo, ha conducido al desarrollo de los programas de autoexposición, como un complemento del tratamiento y como una medida de los resultados.

Objetivos:

Reducir la dependencia del paciente.
Acortar el tiempo de dedicación profesional por parte del terapeuta.
Facilitar el mantenimiento de los resultados (control de recaídas).

Requisitos:

Establecimiento de metas realistas.
Identificación de cada una de las conductas problemáticas.
Práctica regular de la autoexposición con cada una de ellas.
Evaluación de la reducción del nivel de ansiedad.
Planificación del manejo de contratiempos.

La autoexposición es un procedimiento mucho más potente que la exposición dirigida por el terapeuta, siempre que algún coterapeuta (familiar), acompañe al paciente en las fases iniciales (estimula la independencia del paciente y ayuda a motivar y estructurar las sesiones de exposición Þ el estímulo a practicar la exposición fuera de la terapia produce más exposición, lo que conlleva mayor tasa de recuperación), y que el paciente cuente con un manual de autoayuda.

El paciente debe registrar en un diario estructurado las tareas de exposición y someterlas a la exposición del terapeuta. El registro de las tareas realizadas:

Proporciona un feedback inmediato.
Refuerza la motivación del paciente.
Permite identificar rápidamente los nuevos problemas planteados.

Los programas de autoexposición con una promedio de colaboración del terapeuta de 3-5 horas, han obtenido unos resultados excelentes.

El éxito de la autoexposición radica en el protagonismo del paciente y en la atribución del éxito a sus propios esfuerzos.

El papel del manual de autoayuda parece más significativo que el de la pareja como coterapeuta, aunque no se sabe su peso en el resultado final del tto, ni se ha controlado cuantos pacientes lo adquieren, lo leen y siguen las instrucciones.

Tanto el manual como los registros diarios son de interés por paliar las dificultades para recordar las instrucciones terapéuticas de los fóbicos, cuando se bloquean debido a la ansiedad.

Jerarquización de las tareas y ejecución graduada de las mismas: Los resultados sobre su eficacia no son concluyentes aunque mantienen la motivación del paciente.

Las tareas de autoexposición iniciales deben estar relacionadas con actividades que van a ayudar al paciente a reanudar su trabajo habitual y su vida social.

Problema de al autoexposición: La persistencia en su práctica. Lo más frecuente es la reducción gradual del tiempo dedicado a la autoexposición cuando los objetivos inmediatos ya han sido alcanzados Þ es importante estimular al sujeto a establecer objetivos más ambiciosos y que estén fuera de su rutina diaria.

Esta persistencia depende de:

La selección de objetivos terapéuticos por parte del paciente.
Del apoyo familiar y/o ambiental.
Del control de progreso por parte del propio paciente.

A partir del valor comprobado de la autoexposición, se puede reinterpretar la eficacia terapéutica de otras estrategias conductuales: La DS, la inundación en imaginación, la intención paradójica, la exposición con ayuda del terapeuta e incluso los psicofármacos, son de utilidad sólo en la medida en que sean capaces de persuadir al paciente a que se exponga él solo frente a los estímulos fóbicos.

DURACIÓN DE LA EXPOSICIÓN E INTERVALOS ENTRE SESIONES

Las sesiones de exposición largas son más eficaces que las cortas (2 horas frente a 30'), porque facilitan la habituación, en lugar de la sensibilización.

Sin embargo, la sobreexposición cuando el miedo ya ha desaparecido no mejora los resultados.

La exposición tiende a potenciarse con un intervalo corto entre sesiones.

Factores diferenciadores de una exposición sensibilizadora frente a una exposición habituadora, dependen de la duración de la exposición, el intervalo de tiempo entre ensayos y quizás del cambio de significado del estímulo ansiógeno (reconsideración por parte del paciente de una situación nociva como terapéutica). Desde ésta última perspectiva, la distancia terapéutica, el prestigio del terapeuta y las expectativas sobre la terapia, explican que el paciente comience a llevar a cabo tareas de exposición antes que las sugeridas.

GRADIENTE DE EXPOSICIÓN, GRADO DE ACTIVACIÓN Y NIVEL ATENCIONAL

El RITMO DE EXPOSICIÓN depende de:

La disposición del paciente.
El tiempo disponible.
La tasa de habituación.

La exposición gradual y la exposición brusca son igual de eficaces, aunque los resultados son más rápidos con la exposición brusca.

No diferencias en la eficacia si se inicia el tto por el principio o el final de la jerarquía (en todo caso son favorables a la exposición brusca).

Resumiendo: El gradiente de exposición no es una variable significativa en el resultado final del tto, pero un ritmo demasiado rápido puede facilitar la inobservancia de las prescripciones terapéuticas y/o el abandono del tto.

Un ritmo muy lento lleva a un progreso lento que puede resultar desmotivador.

El gradiente de exposición debe ser tan rápido como el paciente pueda tolerarlo.

El GRADO DE ACTIVACIÓN durante la exposición es una variable poco importante en el resultado final del tratamiento:

El entrenamiento en relajación no facilita la exposición, ni tampoco lo hace el alto grado de ansiedad.

Los agentes reductores de la ansiedad tienen interés antes de la exposión no durante ella, pare que el paciente no emita respuestas evitativas.

Es imprescindible cierto NIVEL DE ATENCIÓN a los estímulos. Se requiere una exposición funcional (física y emocional), ya que la mera exposición física no es suficiente.

El fracaso en la atención no es siempre un reflejo de la desmotivación, sino que puede ser consecuencia de un nivel muy alto de ansiedad y/o del consumo de ansiolíticos y de alcohol, por tanto, podrían ser estrategias adecuadas la retirada de amuletos y/o el consumo excesivo de alcohol o ansiolíticos.

SIGNIFICACIÓN DE LAS CONDUCTAS DE ESCAPE DURANTE Y DESPUÉS DE LA EXPOSICIÓN

Las conductas de escape de breve duración, seguidas de una reexposición inmediata a los estímulos temidos, no afectan básicamente a la eficacia de la exposición.

Una conducta de escape más prolongada tras una exposición en vivo con ayuda del terapeuta, tampoco impide la mejoría de los pacientes (De Silva y Rachman), pero, en éste estudio no hay autoexposición, ni tampoco se controla la duración de la exposición.

Las conclusiones de 3 estudios recientes coinciden en que la evitación prolongada de la situación temida, da lugar a unos resultados claramente inferiores a la exposición sin escape.

En resumen: La eficacia del tto de exposición se potencia con el bloqueo duradero de las conductas de escape/evitación, tanto a nivel conductual como cognitivo. Sólo una reexposición inmediata, tras un escape temporal, es comparable a una exposición sin escape.

POTENCIACIÓN DE LA EXPOSICIÓN

El tto de exposición sólo consigue eliminar por completo todos los síntomas en contadas ocasiones, por lo que se hace necesario el empleo de TÉCNICAS ADICIONALES, para potenciar sus resultados.

Modelado por parte del terapeuta: Puede ser interesante cuando el paciente no sabe exactamente lo que tiene que hacer, pero, su uso sistemático no está justificado.
El reforzamiento contingente al progreso del tto: El papel del refuerzo sistemático del terapeuta en la técnica de exposición es pequeño, excepto en lo que supone de motivación para seguir adelante con la terapia.

Por el contrario, la información específica sobre los progresos del tto (en forma de autoregistros o de retroalimentación externa), contribuye a aumentar la eficacia de la exposición.

Técnicas de biofeedback: No potencian el valor específico de la exposición. Pero, aplicadas a la agorafobia, resultan sugerentes por 2 motivos:
Porque la mejoría de los sentimientos subjetivos tiende a ir por detrás de la mejoría de evitación y del ritmo cardiaco.
Porque la recaída es más probable si el paciente ya no evita las situaciones fóbicas, pero manifiesta todavía un nivel alto de activación autonómica.
Entrenamiento en respiración para hacer frente a la hiperventilación: Es todavía prematuro recomendarlo sistemáticamente.
Técnicas cognitivas y/o extensión de la exposición a los estímulos externos: Se han utilizado la reestructuración cognitiva, la terapia racional emotiva y el entrenamiento autoinstruccional, sin aparecer una superioridad clara de unas sobre otras. Pero, la exposición por sí sola actúa sobre todas las conductas implicadas en el miedo (evitación, pánico, cambios psicofisiológicos, alteraciones cognitivas, etc).

En el caos de las fobias, la mejoría de las distorsiones cognitivas, va por detrás de la mejoría de la evitación y de las alteraciones psicofisiológicas.

Revisión de Marks: Las técnicas cognitivas son inferiores a la exposición y no han aportado ningún componente aditivo a la exposición por sí sola. No se puede sin embargo menospreciar el valor necesario, pero no suficiente, de las técnicas cognitivas en todas las fases de la terapia:

Al principio: Actúan en forma de estrategias de motivación para el tto.
Durante la terapia: Como medio para conseguir la observancia de las prescripciones terapéuticas, y como ensayos cognitivos preparatorios.
Al final: Como forma de prevenir las recaídas.

Por otra parte, hay una interacción bidireccional entre las expectativas de autoeficacia y la práctica de la autoexposición: Las expectativas de autoeficacia positivas motivan y facilitan la ejecución de las tareas, y la autoexposición con éxito, potencia el cambio de expectativas.

Los efectos de la reestructuración cognitiva no siempre son visibles de forma inmediata.

¿ESPECIFICIDAD DE LA HABITUACIÓN?

Según el modelo clásico de habituación de Solokov, la habituación de un estímulo está en función de la activación repetida de sus representaciones neurales, potenciada, a su vez, por la semejanza de los estímulos con dichas representaciones.

Este modelo se confirma en la clínica, pues la exposición responde más a un proceso de habituación específica (reduce solo las conductas de evitación tratadas), que a la adquisición de habilidades globales de coping (generalización), a diferencia de la sensibilización.

Sin embargo, técnicas como la inoculación de estrés, lo han puesto en cuestión, aunque los resultados no son concluyentes.

Todos los estudios presentan la limitación de que las técnicas de exposición utilizadas se han llevado a cabo en imaginación. Las conclusiones obtenidas son por tanto provisionales.

PREDICTORES DE ÉXITO TERAPÉUTICO EN LA TERAPIA DE EXPOSICIÓN

AL COMIENZO DEL TRATAMIENTO:

Mostrar conductas evitativas claramente definidas.
Tener un estado de ánimo normal.
Seguir las prescripciones terapéuticas.
No someterse a exposición bajo el efecto de alcohol o ansiolíticos.

La antigüedad y la intensidad del problema, no son un predictor fiable del resultado terapéutico.

Las expectativas del paciente desempeñan un papel poco importante, excepto en lo referido a la motivación para la observancia de las prescripciones terapéuticas.

DURANTE EL TRATAMIENTO:

Cumplimiento continuado de las instrucciones del terapeuta.
Implicación atencional en las tareas de exposición.
El progreso en las primeras sesiones (se mantiene a largo plazo y disminuye la probabilidad de episodios depresivos).

Se debe reconsiderar el pan de tto si los fóbicos no mejoran después de unas pocas semanas de exposición sistemática, pues aumenta la posibilidad de que el paciente no mejore al continuar el tto.

DESPUÉS DEL TRATAMIENTO:
El abandono de la práctica regular de las tareas de exposición y el aislamiento social, pueden ser indicadoras de recaídas.

PROCEDIMIENTO BÁSICO Y VARIANTES CLÍNICAS

APLICACIÓN GENERAL EN LOS TRASTORNOS FÓBICOS

La evaluación cuidadosa de los objetivos (algo que el paciente teme y evita y que le crea dificultades en su vida cotidiana) y de las tareas (pasos concretos para conseguir los objetivos), es un proceso fundamental en la aplicación terapéutica de las técnicas de exposición, en los trastornos fóbicos.

El terapeuta actúa fundamentalmente como un tutor que entrena al coterapeuta (un familiar), y que enseña a los pacientes que la evitación mantiene el pánico, que es la fuente principal del trastorno, y que puede superarse con la ayuda de una exposición regular.

El terapeuta explica al paciente la forma de llevar a cabo la exposición, le marca conductas objetivo, le proporciona un manual de autoayuda, y le ayuda a poner tareas gradualmente establecidas y a evaluar su propio progreso.

El régimen de sesiones tiene una periodicidad semanal inicialmente, que tiende a espaciarse la avanzar la terapia.

Se alienta la paciente a que lleve a cabo la exposición durante 1 hora o más/día (suficien6te para facilitar la habituación), y a que rellenen los registros entregados.

Deben continuar con cada tarea al menos hasta que se haya producido una disminución del 25% de la ansiedad (medida de la habituación).

Las estrategias de afrontamiento adecuadas para superar el malestar de la exposición son variadas: respiraciones lentas y profundas, relajación, autoinstrucciones positivas, distracción temporal breve, intención paradójica.

Se revisan los diarios de las tareas de exposición al comienzo de cada sesión, y se establecen nuevas tareas de exposición.

Los antidepresivos son compatibles y, pueden ser útiles si los pacientes están muy deprimidos.

FOBIA SOCIAL

La aplicación de la exposición a la fobia social es muy reciente.

Las sesiones son más difíciles de programar que en el caso de la agorafobia o de otros trastornos fóbicos, porque:

La ansiedad social viene acompañada a menudo de un déficit de habilidades sociales, que no se resuelve sólo con tto de exposición.
Porque las situaciones sociales son de carácter variables e impredictible: No siempre se puede graduar la exposición.
La naturaleza de las situaciones de las situaciones evitadas en la fobia social tienden a ser de corta duración, lo que impide llevar a cabo sesiones de exposición largas, que son más efectivas.

La programación de una sesiones de exposición cortas, pero repetidas, junto con un manual específico de autoayuda, contribuye a superar éstas dificultades.

La utilización de estrategias adicionales, enseñan al paciente normas mínimas de interacción social y le ayudan a hacer frente a la evitación cognitiva.

Se utilizan por término medio de 6-12 sesiones, de entre 2-2:30 horas de duración, con una periodicidad semanal, con 2 terapeutas de sexo distinto, y con un formato grupal de 4-7 pacientes.

RITUALES COMPULSIVOS

La exposición en vivo, con prevención de respuesta, es el tratamiento más efectivo y con menor tasa de recaídas, para el TOC.

La reducción de los rituales viene acompañada de una disminución de la ansiedad y depresión, y de una mejor adaptación a la vida familiar, al trabajo y al tiempo libre.

Se trata de exponer al paciente a los estímulos temidos (ensuciarse) y de impedir, a continuación, las conductas rituales. De éste modo, el malestar y la urgencia por llevar a cabo el ritual desaparecen gradualmente: Los estímulos que desencadenan los rituales llegan a disociarse de éstos, y por tanto, los rituales disminuyen.

El cambio de expectativas respecto a la no ejecución de los rituales tras la exposición a los estímulos temidos, lleva a su extinción.

Conviene desarrollar una jerarquía cuidadosa de exposición en una terapia que tiende a ser larga (los obsesivo-compulsivos presentan muchas más evitaciones de objetos que los fóbicos, por lo que necesitan la exposición a un mayor número de estímulos).

Controversia acerca de si la prevención de respuesta, resulta terapéutica en sí misma, o si su eficacia se debe al componente de exposición asociado:

La prevención de respuesta prolonga la exposición a los estímulos contaminantes, que, a su vez, reduce la ansiedad y permite al paciente establecer unas estrategias de afrontamiento distintas de los rituales ante los acontecimientos estresantes diarios (Farré y Tejero).
Mientras la exposición actúa principalmente sobre la ansiedad, la prevención de respuesta lo hace sobre la desaparición de la conducta ritualista (Steketee).

OBSESIONES SIN RITUALES

Las obsesiones sin rituales son mucho menos frecuentes, y existe mayor pobreza de recursos para hacerles frente.

Se han utilizado 2 procedimientos:

1. La exposición o saciación:

El paciente debe reservar un tiempo al día para rumiar sus pensamientos obsesivos, durante tanto tiempo como sea posible.

Variante: Grabar las obsesiones en cinta y ponerla en funcionamiento siempre que aparezcan las obsesiones, hasta que se produzca la habituación.

2. Parada de pensamiento:

Variante de la prevención de respuesta.

Consiste en la exposición al pensamiento intrusivo, solo unos segundos. La diferencia es que se dan instrucciones al paciente de interrumpir rápidamente los pensamientos obsesivos con técnicas distractivas.

Aunque la exposición "imaginada" y prolongada ante las obsesiones, produce mejores resultados, ambas técnicas se complementan, pero con usos distintos.

Los pensamientos obsesivos pueden ser ansiogénicos (inductores de ansiedad que propician la aparición de los rituales) o ansiolíticos (reductores de ansiedad y que funcionan como rituales cognitivos).

La parada de pensamiento es adecuada para interrumpir los pensamientos ansiolíticos, mientras que la exposición para los ansiogénicos.

CONCLUSIONES

La DS, la relajación por sí sola o la inundación en imaginación, tienen un interés terapéutico muy limitado. La exposición en vivo es una estrategia terapéutica muy potente, con énfasis en la autoexposición, donde el paciente asume la responsabilidad.
La terapia de exposición actúa específicamente sobre las conductas de evitación, y, de rebote, sobre la activación autonómica, el pánico, las limitaciones laborales y sociales.
La mejoría se percibe a partir de las primeras sesiones, pero la ejecución del programa puede llevar varios meses.
La terapia de exposición puede funcionar también como una estrategia preventiva de coping ante los posibles miedos que se le puedan plantear al sujeto.
Las tasas de éxito obtenidas oscilan entre 75-85% en fóbicos específicos, y entre el 65-75% en agorafóbicos y fóbicos sociales (éstas cifras pueden reducirse al 50% si se tienen en cuenta los abandonos del tto y los seguimientos a largo plazo).
Los logros terapéuticos tienden a mantenerse estables una vez terminado el tto (tras 4-8 años de seguimiento). La mejoría tiende a aumentar en los primeros meses de seguimiento para después mantenerse estable.
Los fracasos terapéuticos se relacionan con:
Incumplimiento de las prescripciones terapéuticas.
Dificultad del paciente para habituarse a los estímulos temidos, relacionada a veces con el consumo de alcohol o de ansiolíticos.
Nivel alto de depresión. La depresión parece secundaria a la gravedad de la agorafobia; En éstos casos, los pacientes pueden responder mejor a los antidepresivos que a la exposición.
La tasa media de pérdida de pacientes está en torno al 12-16% (menor que en las terapias farmacológicas). Puede subir hasta el 25% cuando se añaden psicofármacos al tto o cuando las tareas de exposición son intensivas en lugar de graduadas y autoejecutadas.
La tasa de recaídas es escasa y tienen lugar cuando se asocian a episodios depresivos o sucesos similares a los que desencadenaron la crisis. Se puede recurrir a sesiones de recondicionamiento.
Una variable importante: La motivación de paciente para hacer frente a los estímulos evitados.

El tto de exposición es en suma, una terapia potente en el manejo de los trastornos fóbicos, pero presenta algunos problemas no resueltos:

El rechazo o abandono de la terapia (25%).
La eliminación de las conductas de evitación supone una mejora sustancial pero no una mejoría clínica total.
Tendencia de los pacientes fóbicos con historial de depresión anterior al tto a experimentar episodios depresivos (las recaídas en las conductas fóbicas tienen lugar generalmente en el contexto de estrés/depresión).

Aunque la mayoría de las instancias de la vida generan en el ser humano un sentimiento de ansiedad, muchas veces ésta suele ser obsesiva, y por tal causa corre peligro la vida normal.



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HAY situaciones en la vida del ser humano que inevitablemente despiertan ansiedad, como ser comenzar un nuevo trabajo, proyectar las vacaciones, rendir un examen, hacer una apuesta, tener una cita inesperada, entre miles de ejemplos más. Producto de esta emoción indominable es la vida actual que propone cambios permanentes y exigencias cada vez más inalcanzables. Sin embargo, el mayor peligro aparece cuando la ansiedad e impaciencia se instalan de manera permanente y excesiva e impide a las personas el desarrollo de una vida normal.

Vivir a mil

Hoy por hoy se vive en la era del hipermodernismo, donde ni siquiera el hombre tiene tiempo para sentarse a pensar, sino que sólo busca la manera de resolver situaciones lo más rápido posible.

La ansiedad se trata, según especialistas en salud, de un conjunto de emociones y manifestaciones físicas que se presentan cuando el individuo se enfrenta (o se está por enfrentar) a situaciones nuevas o viejas, o de exigencias, como ser desde la llegada de un hijo hasta cruzar un semáforo en rojo. De esa forma ayuda al ser humano a adaptarse ante esas situaciones y al mismo tiempo obtener las respuestas adecuadas.

Sin embargo, cuando los síntomas ansiosos se vuelven excesivos y difíciles de controlar hasta el punto de interferir seriamente en las actividades diarias (trabajo, vida social y de pareja) se llega a un cuadro de ansiedad patológica, la cual necesita de un tratamiento médico y psicológico para su resolución.

Diversos trastornos

Aunque parezca increíble y hasta a veces incierto, la ansiedad puede convertirse en un enemigo silencioso. Una de las diversas formas de trastorno se da a través del ataque de pánico, en el cual la persona sufre una y otra vez un ataque, y además sigue preocupada por otra situación similar. Además el pánico se caracteriza por un comienzo brusco y una duración de sólo algunos minutos, acompañado de síntomas como temblor, taquicardia, mareos, sensación de desmayo, dificultad para tragar, falta de aire, entre otras complicaciones.

Otra forma de ansiedad es el denominado trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que llega a caracterizarse por obsesiones frecuentes. Es decir, constituyen pensamientos recurrentes, que se presentan en contra de la voluntad del sujeto pero que este no logra apartar con facilidad de su mente, a pesar de enormes esfuerzos y de reconocer muchas veces lo absurdo de los contenidos de dichas obsesiones. Los casos más frecuentes son: obsesión por la limpieza, el orden, pensamientos que atenten contra los principios y la moral, temor a dañar a alguien cercano, lavarse las manos recurrentemente, entre otras variantes.

El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) se caracteriza por presentar como síntoma principal un estado de preocupación permanente, invasiva difícil de controlar, con una duración al menos de seis meses. Los focos de preocupación son los habituales del común de la población: salud, economía, seguridad, desempeño laboral, problemas hogareños, pero su intensidad llega a ser desproporcionada. También viene acompañado por un sueño no reparador, concentración dificultosa, irritabilidad, impaciencia y contracturas musculares.

Un caso llamativo forma parte de la ansiedad social. La principal característica es el miedo intenso y persistente a situaciones sociales o actuaciones en público por temor a que resulten embarazosos. Así la exposición ante tales situaciones suele produce casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad que puede tomar forma de crisis de pánico, o síntomas característicos como rubor, profusa de manos, temblor y palpitaciones.

También existe la patología estrés postraumático, que tiene lugar cuando una persona presencia una muerte o sufre la inexistencia de un ser querido, o cuando se ve en medio de un desastre natural (terremoto, maremotos). Los síntomas son tres: revivir el evento traumático, conductas evitativas y embotamiento emocional.

Por último, algunas personas presentan temor intenso por determinados objetos o situaciones circunscritas, como ser fobias específicas sobre arañas, víboras, ratas, entre otras. Además existe la aerofobia, que significa el miedo a volar de una persona.

A toda edad

La ansiedad no es una patología que represente a cierta franja etaria, sino todo lo contrario, puede afectar a niños, adolescentes, adultos y a la tercera edad, inclusive.

Los pequeños poseen trastorno de ansiedad cuando son separados del hogar o de las personas con quien se representa, ya que sienten preocupación excesiva en relación a la salud de sus padres, miedo a estar solos o a que algo terrible los separe de las figuras significativas para su vida.

Los niños que padecen ansiedad generalizada, van cambiando con el correr del tiempo los focos de preocupación y generalmente lo expresan con mal humor, llantos y berrinches. Algunos con fobia social presentan distintos grados de depresión como poca confianza en sus habilidades y una fuerte tendencia a ser obstinados. Generalmente los más chicos, le tienen miedo a los animales, a irse a dormir y a la oscuridad. En los adolescentes es frecuente la ansiedad social, por el miedo a quedar como un ridículo en frente de otros. Muchas veces la problemática se escapa de las manos y los jóvenes suelen acudir para saciar la sensación de malestar al alcohol y las drogas. En la tercera edad los cuadros de ansiedad son menos recurrentes, aunque suelen acompañarse de picos depresivos en los ancianos.

Tratamientos adecuados

LA indicación de uno u otro plan de tratamiento sólo debe efectuarse luego de una completa evaluación de cada caso en particular, realizada por un profesional competente en la materia.

Existe por un lado la terapia cognitivo-conductal, que está dirigida a identificar y cambiar las ideas erróneas o pensamientos automáticos y las conductas no deseadas, limitadas o condicionadas por la ansiedad o el temor que contribuyen a generar síntomas y circunstancias propicias para el desarrollo, y mantenimiento de los trastornos de ansiedad. El objetivo final es la recuperación de la vida y movilidad normal, libre de estados de ansiedad inapropiada o preocupación excesiva.

También la psicoeducación y ejercicios de relajación-respiración. Con ambas técnicas se trata de brindarle al paciente información detallada y sistematizada de lo que padece. Las personas ansiosas tienden a interpretar en forma distorsionada distintas señales anímicas o físicas, pero con los tratamientos podrán atenerse a la realidad. Los estados de ansiedad se acompañan, de frecuencia respiratoria en aumento con alteraciones en su dinámica normal y aumento en la tensión muscular.

Los tratamientos farmacológicos son eficaces en la atenuación de los síntomas de ansiedad, ya que utilizados en conjunto con la terapia cognitivo-conductal, permiten conseguir mejores resultados.





















Mucha gente está curiosa, intentando saber más sobre el TOC, lo que es, como ocurre y lo que hacer, desde que el cantante Roberto Carlos divulgó que está en tratamiento.

¡Entonces, vamos!

¿Usted tiene costumbre de limpiar las perillas de su casa después que alguien las toca?

¿Anda por la acera evitando las líneas formadas por las grietas?

¿Revisa constantemente el fogón para ver si está desconectado, con miedo de un incendio?

La sensación de que usted necesita realizar rituales como estos puede ser un indicador de que usted tenga TOC - Trastorno Obsesivo Compulsivo.

Si usted posee este trastorno, estos rituales repetitivos pueden tomar cuenta de su vida. Usted tiene pensamientos extraños, no-deseados, o imágenes que no tienen sentido. Pensamientos e imágenes que se repiten, por más que usted intente resistir. Usted intenta esconder ese problema de sus amigos y compañeros de trabajo, para no pasar por loco.

Antiguamente, los médicos creían que el TOC era una condición rara, pero hoy ya se sabe que este trastorno llega a ser más común que otras enfermedades mentales, como esquizofrenia o trastorno bipolar.

El TOC no afecta sólo adultos; normalmente, comienza en la adolescencia o en la infancia.

A pesar de no existir cura para el problema, algunos tratamientos ayudan a mantener la enfermedad bajo control.

Las señales y síntomas del TOC incluyen:

Obsesiones

Son ideas no deseadas, persistentes y recurrentes; pensamientos o impulsos que ocurren involuntariamente y que no tienen sentido. Ellos aparecen comúnmente cuando usted está intentando pensar o hacer otras cosas. Obsesiones comunes incluyen:
- miedo de suciedad o de contaminarse
- preocupación con orden, simetría y perfección
- pensamientos constantes de ciertos sonidos, imágenes, números o palabras
- miedo de machucar un pariente o un amigo
- miedo de tener pensamientos maldosos o pecaminosos

Compulsiones

Son comportamientos repetitivos que usted realiza regularmente para verse libre de las obsesiones, pero que para usted y para los otros, parece completamente irracional. Usted puede hasta inventar ciertas reglas, las cuales sigue a fin de controlar la ansiedad que surge con los pensamientos obsesivos. Compulsiones típicas incluyen:
- lavar las manos repetidamente
- revisar repetidamente si las puertas están cerradas y si está todo desconectado
- arreglar objetos en una orden específica
- contar hasta un mismo número repetidamente
- tocar en ciertos objetos un número correcto de veces


Cuando usted realiza estos rituales, siente alivio de la ansiedad, pero no por mucho tiempo. Luego la disconformidad retorna y usted se siente obligado a repetir todo nuevamente.

Si usted posee un Trastorno Obsesivo Compulsivo, probablemente sabe que sus pensamientos y actitudes repetitivas son irracionales y sin sentido, pero no consigue librarse de ellas. Usted puede hasta controlar este comportamiento por un tiempo, pero sus esfuerzos enflaquecen después de meses o años de lucha. Eventualmente, sus rituales consumen su día cada vez más y más, haciendo con que sea imposible llevar una vida normal.

Pero, cuidado: hay diferencia entre ser perfeccionista y tener TOC. Tal vez usted esté siempre adelantado en los quehaceres del trabajo, es tan bueno en los deportes como un profesional y mantiene el suelo de su casa tan limpio que podría comer en él. Pero eso no significa TOC. Tal vez sea sólo más un integrante de un gran grupo: los compulsivos. Eso quiere decir que usted siempre espera lo mejor de sí, aún en todo lo que hace. Este comportamiento contribuye para su auto-estima y éxito y no es observado en personas con TOC. El comportamiento asociado al TOC interfiere en los quehaceres del día-a-día.


LAS CAUSAS DE TOC

Los médicos no saben exactamente la causa del Trastorno Obsesivo Compulsivo. Algunos investigadores creen que la causa sea biológica, mientras otros creen que el desorden tenga origen en comportamiento adquirido. Otros creen que la causa sea tanto biológica cuanto por influencia del medio-ambiente. Un nivel insuficiente de serotonina - un mensajero químico del cerebro - puede contribuir para el TOC.


FACTORES DE RIESGO

El riesgo de desarrollar TOC es un poco mayor, si usted tiene alguien en la familia con el problema. Sin embargo, los estudios aún no identificaron genes responsables por el Trastorno. Usted puede tener, aún, una predisposición biológica a reaccionar más intensamente al estrés. Esa reacción más fuerte puede, por alguna reacción desconocida, dar inicio a los pensamientos no-deseados, comportamientos y temblores emocionales característicos del TOC.



* Elisabete Fernandes Almeida es escritora y editora médica con especialización en Proyectos de Educación Médica Continuada. Es presidente de la Latin-Med Editora Médica, editora médica de la Conexión Médica, directora del departamento de Educación Médica para Legos de la Asociación Paulista de Medicina y actúa en varias webs médicas.

La paroxetina














Es un antidepresivo, análogo a la fluoxetina, cuyo mecanismo de acción se basa en la inhibición de la recaptación de la serotonina, lo que potencia la neurotransmisión serotoninérgica. Esa forma de actuar es característica de varios principios activos englobados, por ello, en el grupo de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Sus metabolitos no son activos farmacológicamente. Se metaboliza en el hígado y se excreta por el riñón.

Está indicada en el tratamiento de la depresión y la profilaxis en sus recaídas, tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo y su profilaxis, ansiedad, fobia social, crisis de angustia, etc. Ha comenzado a usarse para tratar adicciones, trastornos sexuales, anorexia, etc.

La vía de administración es oral, normalmente mediante tabletas de liberación controlada.

La posología la indicará siempre el especialista, pues depende de la patología a tratar y de la respuesta clínica del enfermo. Suele comenzarse con una dosis baja, aumentándola en función de las necesidades; se revisa al cabo de unas semanas y se mantiene varios meses, haciendo una retirada gradual para evitar efectos indeseables. Debe ser ajustada con precisión en enfermos hepáticos y renales (no superar 20 mg. diarios). Se recomienda tomarla por la mañana, sin masticar y con alimento. No se puede duplicar la dosis: si se olvida una toma se hará inmediatamente si ha pasado poco tiempo; en otro caso, se esperará a la siguiente. Su actividad se nota al cabo de 7 a 14 días desde el inicio, pudiendo incrementarse inicialmente los problemas de angustia.

Aunque generalmente la tolerancia es buena, algunos pacientes deben suspender el tratamiento por sus efectos secundarios. Las reacciones adversas más frecuentes son de tipo digestivo (náuseas, sequedad de boca, estreñimiento, etc.); también aparecen cefaleas, mareos, temblores, retención urinaria, taquicardia, falta de concentración y memoria, astenia, insomnio o somnolencia, agitación, sarpullido, excitación, visión borrosa, alteraciones en el apetito, sudoración, etc. Es rara la aparición de convulsiones, alucinaciones o impotencia. Si se producen vómitos, cefaleas fuertes, convulsiones y/o problemas en el sueño, debe suspenderse el tratamiento y acudir al médico.

Está contraindicada en personas que hayan desarrollado alergia previa al fármaco. Se recomienda precaución en pacientes con epilepsia, glaucoma, cardiopatías, trastorno bipolar, manía, insuficiencia hepática o renal, hiponatremia, etc.

Debe evitarse durante el embarazo y la lactancia -aunque no hay datos concretos- administrando alternativas más seguras. No se recomienda el uso en niños.

Es rara la aparición de sobredosis debido a su amplio margen de seguridad, pero de producirse cursa con vómitos, náuseas, midriasis, temblor, sequedad de las mucosas, irritabilidad y somnolencia. Se debe acudir al centro médico para tratarla.

Las interacciones con otros fármacos se centran en: otros antidepresivos (imipramina, IMAO, etc.), fenitoína, cimetidina, ritonavir, clozapina, warfarina, dextrometorfano, zolpidem, perfenazina, etc. Es incompatible con el consumo de drogas (éxtasis, LSD, etc.) y compuestos "naturales" como el Hipérico.

Se prescribe bajo diferentes nombres comerciales: Paroxetina Aphar EFG, Seroxat, Motivan, Frosinor, etc.

Cabe destacar que presenta menos efectos secundarios que otros antidepresivos del grupo, no produce alteración psicomotora ni potencia el efecto depresor del etanol, aunque no se debe tomar alcohol. Se ha descrito un síndrome serotoninérgico por reacción con triptófano en animales (mioclonias, taquicardia, temblor, agitación, alucinaciones, confusión, etc.), no demostrado en humanos.

No se debe conducir ni realizar actividades peligrosas durante los primeros días del tratamiento, pues altera la capacidad de concentración y los reflejos. Asimismo, debe tenerse en cuenta que puede alterar los resultados analíticos (hemoglobina, leucocitos, etc.).

Se produce una reacción de retirada por interrupción brusca del fármaco similar a un síndrome de abstinencia que cursa con: mareos, alteraciones sensoriales, cefalea, alteraciones del sueño, agitación, ansiedad, náuseas, sudoración, etc., que hace imprescindible controlar su deshabituación.

Carmen Reija López

Licenciada en Farmacia y diplomada en Óptica.

el testimonio de angela


























¿La obsesión te encadena?

al principio de mi camino, después haber dejado de improviso mi trabajo, sufría, porque no hallaba la "punta del ovillo" a causa de la obsesión (estaba en un trampa). La mente se había oscurecido porque mis razonamientos no estaban bien iluminados: en mí anidaba el miedo y con él, el deseo de escapar buscando consecuentemente refugio, anestesia. ¡Cuando decía que no quería, en realidad era porque no podía!

"No puedo, en absoluto, dar explicaciones lo que no tengo claro; sin embargo, puedo dar explicaciones con simplicidad de lo que sí me está claro, utilizando también solo TRES palabras".
En efecto, durante ese tiempo, muchos amigos buscaban mi compañía y al no encontrar razones que explicaran mi "ausencia" me confrontaban; pero yo no podía responderles con claridad porque no sabía qué era lo que me estaba sucediendo y ya no era más la de antes. Su perplejidad, de hecho, no era extraña, y poniéndome en su lugar eran comprensibles sus preguntas ("¿Por qué no me llama más? ¿Por qué no sales más conmigo? ¿Tienes por casualidad algo en mi contra? ¿Qué tengo que ver yo con tu camino personal?, etc.").

"Esta incapacidad para dar una explicación, una y otra vez pone en práctica los mecanismos de la obsesión que al final podría devenir en LOCURA. Esa obsesión deriva de la ira. El hombre, pierde la esperanza en el futuro y está impedido para saborear el presente; ¡Incluso la belleza de un día de sol! ésto lo volverá extremadamente infeliz porque no está de acuerdo con su naturaleza y, como tal, le resulta imposible darse explicaciones.
Todo está enlazado al pensamiento: los pensamientos que se fijan en la mente y la atormentan derivan de nuestro deseo (vinculado claramente a nuestro egoísmo); en tal modo la mente resulta entenebrecida, la voluntad encadenada ya no es más libre de seguir Dios y el hombre pierde por consiguiente la orientación que realmente lo realiza, deviene en el delirio y locura de la omnipotencia. Sin Dios, obviamente, decaen la certeza y la esperanza".
La fuerza para actuar, entonces, es también espiritual y hace parte de lo que los psicólogos llaman fuerza psíquica.

En efecto existen dos manifestaciones:


Hacer reaflorar el inconsciente a través de metáforas y de la expresión corporal (danza, abrazos, caricias, etc.):
Tratar de resolver el problema partiendo de ciertos "SUPUESTOS" (si los supuestos están equivocados, la fe torna en crisis) encarnados y manifestados a través de las llamadas "CADENAS" a las que habrá que "ROMPER" para iniciar un camino de reconstrucción.
CADENAS COMPORTAMENTALES cuando sigo un modelo impuesto por otros por ejemplo: delgado es bonito - Sin sentido que se tornó contra mi misma, una vez alcanzado el fin tan deseado, adelgazar, me di cuenta que quien me esfuerzo por complacer no me mira más: ¿cómo? He aquí que entonces entra en crisis-. ésto es, teniendo escasa autoestima colocaba en los demás, en sus confirmaciones mi seguridad y...

CADENAS MORALES que se construyen a partir de los vicios por ejemplo "puedo y podré probar cada día que estoy en condiciones de decidir yo solo si haré o no determinada cosa" y sin embargo en la realidad no es así porque soy esclavo de una idea fija.
Para alguno este método parece "brutal" y hay controversias al respecto. Pero, en suconjunto, para la mayoría de los casos ha sido eficaz y dio resultados. Yo lo puedo testimoniar: ¡Me ha liberado de las obsesiones!!

UN EJEMPLO ASOMBROSO Y PROPIO DE "CADENA ROTA":
- Entraba en crisis porque era incapaz de soportar ver alterado el orden de los cables de mi computadora, y en general de todo. Cuando limpiaba mi habitación y por alguna razón se alteraba el orden, recurría a la restauración de ese orden y la repetición obsesiva de un gesto. Habiendo decidido "YO QUIERO" romperla ahora, pude lograrlo y ya no busco mantener el orden de las cosas ni me dejo gobernar por ellas.

RECUERDA: "la certeza está solamente en mí mismo y no escondida en la sonrisa, en el gesto, o la aprobación de quién conmigo en determinado momento!!!".

- Colocaba mis certezas y la autoestima en mi trabajo porque durante cierto período en aquel ambiente había sido alabada y confirmada en mi capacidad. Esta es la clara demostración que yo dependía fuertemente de los otros, de su juicio. En efecto me había entregado por entero al trabajo: ¿lo consideraba como mi casa, era fuertemente seducida (cuando nunca nos seduce del propio trabajo ¿no?). Todo giraba en torno a él. Era también, frecuentemente y de buena gana, tema de conversación en casa, con parientes y amigos. También era muy cuidadosa con mi imagen, pero no para mí misma, sino siempre en función de los demás o para gustar al sexo opuesto que me rodeaba. Pero cuando estamos habituados a una costumbre, y se nos presentan nuevos obstáculos, todo es sacudido.

- He aquí porqué en este período de reconstrucción es necesario el desarrollo de nuevos intereses, poner atención también a los acontecimientos externos, fuera del propio mundo. "Es necesario desarrollar gradualmente intereses, que no roten necesariamente en torno al mundo de mi trabajo = lecturas espirituales, libros, internet, materias humanísticas, atención a los deseos de la familia, etc."

- ¡No debo privarme, entonces, del gusto de hacer cosas que me gustan o que deseo por sentirme culpable de no estar trabajando y no pensar en el qué dirán si hago ésto, o si hago esto otro!. "Estoy saliendo lentamente de una cierta condición y no tengo por qué dar cuenta a los demás de mis acciones, sólo debo rendir cuentas a mí mismo. Más, sería como pedir a una persona en rehabilitación por un accidente en las piernas que comenzara a correr".
Por consiguiente no me tengo que avergonzar ni cuando me llaman "doctora" si de momento no trabajo, porque el título de todos modos lo tengo y no lo he robado. ¿Si no fuera así que tendrían que sentir los barones o los príncipes?

- Cultivando otros intereses puedo, en este período, hablar con mis amigos de lo que estoy descubriendo en mis nuevas actividades e intereses
"¡LOS OTROS NO SIEMPRE ESTÁ ALLí PARA JUZGARME POR LO QUE DIGO O HAGO, O PARA PEDIRME CUENTAS: ES MI MENTE LA QUE PONE EN PRÁCTICA ESTOS MECANISMOS DE RAZONAMIENTO PORQUE ESCLAVA DE SUS IDEAS FIJAS!!".

"Tan solo hay que aprender unas COSAS, éstas son: la fuerza de tocar con la propia mano (PROBAR PARA CREER), de hacer experiencia con lo que llega de ti mismo (también a nivel espiritual), de lo que yo deseo y entonces podrás discernir lo que proviene de los demás y ejerce influencia sobre ti".
He aquí porqué mi maestro me había aconsejado hacer lo que me gusta: porque es allí cuando me pongo en escucha de lo que realmente procede de mí misma. En todas las cosas es igual, haciendo lo que me gusta yo escucho verdaderamente aquello que es mi necesidad

"...tengo que considerar ESTE TIEMPO que me es concedido, como unTIEMPO DE GRACIA, para mi RECONSTRUCCIÓN". No tengo que sentirme culpable porque no voy a trabajar. ¡TOMAR este tiempo PARA ESCUCHAR lo que ME GUSTA HACER!! Así me daré cuenta que no es difícil hacer lo que me gusta. "Cada cual halla gusto en hacer lo que desea; no cuesta nada y siempre estimula a mejorar la propia capacidad de conocerse en detalle y de avanzar".

Para quien el estudio - o el trabajo - es aburrido o se siente como un peso, no interesa y por consiguiente se torna fatigoso; no está apasionado por él. Lo hace porque debe hacerlo pero sin entusiasmo.
He aquí porque después de mi "despertar" inmediatamente me ha sido aconsejado con cariño hacer lo que me gustara; sólo así pueden apasionar lo que se está haciendo. Por ejemplo los apuntes que se construyen al computador se pueden publicar sobre internet: un trabajo útil a alguien es mucho excitante se torna todavía más excitante si el trabajo sirve a muchos, a varias personas. Por ejemplo, describir una situación interior.
"Haciendo así, tarde o temprano saldrán a la luz los deseos desconocidos y la creatividad: escribir, comparar ideas... haciéndolo experimentaré algo nuevo".
"El hacer abrió una puerta a mi propia realización"; entonces mi di cuenta que no soy una "tonta", y se despertó mi AUTOESTIMA.
"Aunque abordara un tema o actividad -cualquiera sea- que no conozco, el aprendizaje y la experiencia empleados para llegar a manejarlo es UN ENCANTO".

Además, si una cosa me gusta pero de cualquier modo la tengo que hacer, puedo interrumpirla en cualquier momento. Si así fuera, siento fuerte la exigencia de rezar.
* NB: "¡Cuando desarollo un trabajo, éste no tiene que absorberlo todo!". ..."Tengo que utilizar solo el esfuerzo y medios que sirven a las fines de aquel trabajo". Yo en cambio cualquier cosa hacía, la quería en los mínimos detalles, como si las pasara por los rayos X.
..."Descubrir que soy capaz de desarollarme, autónomamente y a mi voluntad, mientras hago lo que deseo y que me gusta, aumentó progresivamente mi autoestima y, sobre todo, la certeza que se pueden hacer las cosas simplemente, sin problemas, sin dramas.
Las cosas comunes se pueden afrontar con extremo tranquilidad, sin crear una historia cada vez.. Si algo surgiera para mí como novedad, acepto y por consiguiente me adecúo a la nueva situación. Luego, con el tiempo, esta forma de actuar se tornará en un ejercicio automático, un reflejo condicionado y esto vale para todas las personas normales ".
..."Si esto no ocurriera quiere decir que, como en mi caso, se está condicionado por el MIEDO A FALLAR, A NO ADMITIR UN EVENTUAL ERROR, O A QUEBRARSE. Esto hacía que se creara una tensión tal que no me permitía enfocarme y así todo mi trabajo era malgastado, desaprovechado y no he adquirido nunca nada. ¡MI MENTE, HABÍA ASUMIDO ESTA FORMA DE ACTUAR COMO NORMAL Y LO PONÍA EN PRÁCTICA SISTEMÁTICAMENTE, CON GRAN DERROCHE DE ENERGÍA!".

* Buscar la perfección en todo por gusto, para satisfacción propia, no es correcto; hay que..."saber dar el exacto y ponderado valor"... a cada cosa, empleando en cada caso las energías adecuadas, ¡y no de más!

En este período puedo esforzarme por:
Continuar haciendo lo que deseo y probando alternativas con normalidad y sin exigir la perfección. Conformándome con haberme empeñado en lograrlo.
No desesperarme por el mañana sino concentrarme en el HOY y en hacer/lograr una cosa por vez.
Continuar cultivando mis intereses (lo que me gusta hacer), los descubiertos en este lapso de tiempo: lecturas espirituales y de otro género, computadora, cocina, casa, etc...
TENER SIEMPRE EN CUENTA que la esperanza se alimenta de la fe. …"EL ALMA puede hacerte volar"...
"DAR EL JUSTO VALOR A LAS COSAS"... "No comportarse igual con todos; esto es, con habilidad y astucia adaptar el tipo de discurso acorde a la persona que se tiene en frente. En tal modo se orientarán positiva y progresivamente los propios esfuerzos y conocimientos ".
..."ALGUNAS SITUACIONES SE TIENEN QUE ACEPTAR TAL COMO SON, NO PODEMOS DESESPERARNOS POR ELLO (variabilidad del tiempo, colega o persona fastidiosa, terremotos, la muerte misma...). AQUÍ ENTRAMOS EN EL CAMPO DE LA FE. EL HOMBRE NO PUEDE PRETENDER CONTROLARLO TODO, SERÍA IGUALARSE O COLOCARSE SOBRE DIOS. ¡ESTAMOS ATADOS A NUESTRA NATURALEZA HUMANA!".
"He aquí que una nueva ángela está naciendo, desea algo nuevo, ya ha realizado cosas que nunca antes (leer un libro espiritual, cocinar, pasear, etc.)".

"EL RETOÑO ESTÁ FLORECENDO".
- ¡LUEGO VENDRÁ EL TIEMPO DE PONER ORDEN EN LO QUE HAGO!
..."¡Ahora es importante acoger, escuchar lo que viene de mi interior!!! Luego lo organizaré, no ya como antes, sino en función de algo de más alto; no ya a la merced de los acontecimientos, sino que únicamente en función de lo que deseo más profundamente".
..."Antes vivía de EMOCIONES (todavía ahora), pero no de emociones verdaderas; de sentimientos, pero superficiales y en base a ellos me conducía. Era una caña abatida por el viento: pero, nosotros, seres humanos, no estamos destinados al caos.
¡Otra cosa es escuchar lo que verdaderamente te dice el corazón, aquello que es tu esencia! El sentimiento falso, en cambio, te hace creer que eso es lo que procede de tu corazón...
- ¡Sólo se trata de distinguir aquellas pocas cosas que pueden dar la VERDADERA DIRECCIÓN!
- LA VERDADERA MAESTRA es nuestra conciencia, pero es necesario tener la verdadera capacidad de sentirla, es necesario aprender a escucharla: "una cosa es poseer la capacidad, otra es no saber usarla".

fuente:angela

¿Estamos todos locos?


















Necesitamos hablar. Más que nunca. Psicólogos y psiquiatras están desbordados. Cada vez más gente pide ayuda para soportar el estrés, la incomunicación y el dolor de vivir.

Ángel lo tiene todo. Un matrimonio feliz, dos niños de anuncio, un piso con la hipoteca pagada y un sueldo de funcionario de por vida. Aún es joven, tiene 40 años y dos meses contados, y, aparte de unos triglicéridos rebeldes, está razonablemente sano. Pero el día de su último cumpleaños se sintió morir. El corazón se le salía. Le faltaba el aire. Le dolía el pecho. Sudaba. Tiritaba. Le iba a dar un infarto. Su mujer le llevó a urgencias. Dos horas después, Ángel salía cabizbajo con el alta en la mano. No la firmaba ningún cardiólogo, sino la psiquiatra de guardia. El diagnóstico es concreto: crisis aguda de ansiedad compatible con trastorno ansioso depresivo.

La doctora prescribe ansiolíticos y antidepresivos, y recomienda asistencia psicológica complementaria. Deriva al médico de familia para que siga al paciente y valore la pertinencia de una baja laboral. “Nada más verme llamaron a la psiquiatra, que me dio un tranquilizante y me metió en un cuarto a que me calmara. Fue después cuando me preguntó qué me pasaba. Le dije que me daba miedo morirme, que me sentía incapaz de cuidar de mis hijos, que no podía con mi vida. Estuvo correcta, profesional, rutinaria. Me pareció que veía casos así todos los días”, dice Ángel. En efecto, es uno de tantos.

Los saturados servicios de urgencias de los hospitales llevan tiempo prestando cada día los primeros auxilios a personas con otro tipo de sufrimiento. Un dolor no exactamente o no del todo carnal. Un sinvivir que no da la cara en los análisis, ni en las radiografías, ni en el más sofisticado escáner. Los esquivos, inasibles padecimientos del alma.

La psiquiatra que atendió a Ángel, sus colegas de los centros de salud mental públicos y privados y los psicólogos de los centenares de gabinetes que han proliferado hasta en el barrio más humilde de la ciudad no dan abasto. Están a rebosar. Todo el mundo tiene un pariente, un amigo o un conocido que está de baja por depresión o estrés, alguien cercano que se “ha quebrado” o está “mal de los nervios”. No es un asunto para pregonar, pero tampoco un secreto de Estado.

El goteo de noticias es constante. Un vistazo a algunos titulares de las últimas semanas resulta demoledor. La Encuesta Nacional de Salud certificaba en marzo que el 20% de los españoles tiene propensión a sufrir trastornos relacionados con la salud mental. En plata: uno de cada cinco encuestados confiesa que se siente habitualmente triste, nervioso, atemorizado, en vilo. Fatal. El Ministerio de Sanidad alerta sobre el desaforado consumo de psicofármacos, que se ha multiplicado por tres en la última década. La Organización Mundial de la Salud pronostica que la depresión será en 2020 la segunda causa de discapacidad en el mundo desarrollado.

Pero es que a día de hoy el 15% de los trabajadores –tres millones en España– consume alcohol, hachís y/o cocaína hasta la adicción para soportar el estrés y la ansiedad que les provoca su jornada laboral, según la Organización Internacional del Trabajo. Y hasta el mismísimo Consejo General del Poder Judicial se ha planteado la posibilidad de evaluar la aptitud psicológica de los jueces al constatar que algunos sufren padecimientos psíquicos –ansiedad, depresión o patologías mayores– que pueden interferir en su trabajo. ¿Nos hemos vuelto locos?

“En absoluto”, ataja Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco. Echeburúa estima que “más allá de algunas patologías emergentes, relacionadas con el envejecimiento de la población y la eclosión de ciertas adicciones”, los trastornos mentales siguen siendo los mismos. “Lo que sí ha habido”, matiza, “es un incremento en la demanda de servicios de salud mental. Antes sólo acudían a los profesionales los casos más serios, pero hoy mucha más gente que sufre pide ayuda y la pide antes. Tenemos mayor nivel económico y cultural, hay un mayor grado de exigencia y expectativa respecto al bienestar emocional, y ha bajado el umbral de tolerancia al sufrimiento. No sabemos manejarlo. La vida conlleva dolor, pero ha calado la idea, propagada por los medios, de que tenemos derecho a la felicidad, y hay quien acaba de pasar por la pérdida de un ser querido, una ruptura amorosa o un revés laboral y pide un remedio rápido, una pastilla para superar ese malestar. Se está psicopatologizando la vida cotidiana”, dice el catedrático Echeburúa desde la Facultad.

Los psiquiatras Antonio Espino y María Luisa Zamarro llevan décadas a pie de calle. Ambos soportan mucha angustia y dolor durante su jornada laboral. Las cajas de pañuelos de papel que presiden sus consultas se reponen a diario. Espino y Zamarro son jefes de los servicios públicos de salud mental de las localidades madrileñas de Majadahonda y Alcobendas-San Sebastián de los Reyes, respectivamente. Dirigen sendos equipos de psicólogos y psiquiatras a cuyas abarrotadas consultas acuden –derivados por sus médicos de cabecera– millonarios de La Moraleja, amas de casa de barrio, operarios de cadena de montaje, ejecutivos internacionales y aldeanos de la sierra pobre de Madrid. Dejando aparte a los enfermos mentales graves o crónicos –pacientes tradicionales de la llamada “psiquiatría pesada”–, más de la mitad de ellos sufren lo que los expertos denominan “patología menor del sufrimiento” o “malestares de la vida diaria”.

“No hay que restarle importancia, nadie va al psiquiatra por deporte”, opina Luisa Zamarro. “Todos vienen con un sufrimiento físico y mental importante, pero atendemos cada vez a más gente con dificultades para encajar y gestionar crisis vitales comunes. Contrariedades que antes se afrontaban y superaban con los propios recursos y el apoyo familiar y social. Parece que esa red está fallando. Aquí vienen chicos de 19 años hundidos porque les ha dejado la novia”.

Su colega de Majadahonda apunta otra concurridísima vía de acceso a su consulta. “La organización del trabajo está apretando las tuercas a la gente de forma brutal, y esa presión se traduce en problemas de ansiedad y trastornos depresivos”. Antonio Espino, un histórico involucrado desde hace 30 años en la reforma y gestión de los servicios de salud mental, realiza un programa de investigación del estrés para el Ministerio de Sanidad.

Según sus conclusiones, las patologías psicológicas más emergentes están relacionadas con el trabajo. “El porcentaje de pacientes de este centro con trastornos derivados del estrés laboral es igual a la suma de los que sufren trastornos alimentarios y alcoholismo juntos”, atestigua. “Es un problema serio que afecta a la sociedad mundial, pero son los políticos, empresarios y sindicatos los que tendrían que involucrarse y previnirlos. No deberían psiquiatrizarse y medicalizarse asuntos que son puramente sociales”.

Ángel lleva ya dos semanas de baja. Su médico de familia firmó el parte sin más y le derivó a los servicios públicos de salud mental. A pesar del sello de “preferente” que luce su historial, le han dado cita para dentro de dos meses, así que Ángel ha optado por acudir a un gabinete psicológico privado. Una consulta de 45 minutos a la semana, a 65 euros la sesión. Por ahora, lo que le dice la psicóloga le entra por un oído y le sale por el otro. “No sé de qué habla”, confiesa. Sigue con la medicación prescrita por la psiquiatra, pero no mejora. Se encuentra casi siempre “ansioso”, y soporta alguna crisis puntual con las pautas de respiración que le dio la doctora. “Un día, después de un ataque horrible, me pasé la tarde en la cama, llorando. Estallas, te rompes, te desprecias por lo que te pasa. Todos te dicen que te animes, que eres tú quien tiene que salir de esto. Mi hermana me dijo que le daban ganas de darme un guantazo a ver si me espabilaba, y la verdad es que yo también quería que me lo dieran”.

Hoy hace un año que murió su padre. Han sido tiempos duros para Ángel. Primero fue una operación por un problema de esófago cuya posible evolución no se le quita de la cabeza. Luego, el embarazo y nacimiento de su segundo hijo con el terremoto del primogénito todavía en pañales. Las oposiciones para hacerse con la plaza sin dejar de trabajar. La angustiosa enfermedad de su adorado padre, condenado a muerte al poco de jubilarse. Ley de vida. Vale. Pero la vida, a veces, puede hacerse muy cuesta arriba.

Los médicos de familia suelen ser los primeros en ver de frente el dolor del alma. Uno de cada tres pacientes que entran a su consulta sufre padecimientos relacionados con la esfera psíquica, según Luis Aguilera, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia. “Muchos dolores de cabeza, de estómago o malestar general enmascaran problemas psicológicos. Es importante que los profesionales estemos alerta y tengamos las gafas puestas para poder detectarlo de forma precoz, diagnosticar y poner en marcha la cadena del tratamiento. Por muchas causas, no siempre ocurre así”. La reciente huelga de los médicos de familia de Madrid, reivindicando diez minutos para atender a cada paciente, da alguna pista sobre los motivos a los que alude el doctor Aguilera.

Falta tiempo, apoyos, palabras. Los españoles, con una media de nueve amigos por cabeza, ocupamos los primeros puestos en empatía y habilidades sociales en una encuesta europea. Salimos mucho, tomamos muchos cafés y copas, charlamos por los codos, pero ¿hablamos de lo que nos duele?

El psiquiatra Antonio Espino no lo cree. “A la mitad de los que vienen a consulta les doy el alta en dos entrevistas”, afirma. “Están mal porque no aguantan a su pareja, o su jefe les putea, o se ha muerto su madre. Les escucho y les digo que tienen un problema, claro que lo tienen, pero yo no soy la persona que les puede ayudar a superarlo. Su familia, su entorno, sí, pero yo soy su psiquiatra, no su amigo. ‘Esto es como la DGT’, les digo, ‘yo no puedo afrontar sus problemas por usted”.

María Luisa Zamarro siempre se sorprende cuando les pregunta a sus pacientes a quién les cuentan sus penas. “Muchos dicen que a nadie, que no quieren preocupar a la familia o dar la lata a los amigos, que bastantes problemas tienen todos para irle uno con los suyos. Será por el estilo de vida, las prisas, el trabajo, pero falta ese apoyo básico”.

La mejor película española de 2007 según los miembros de la Academia de Cine que le otorgaron el Goya se titula La soledad. Habla de gente de aquí y de ahora. Personas integradas, con familia, amigos y compañeros de trabajo, que sufren en silencio los reveses de la vida. Adela, la protagonista, pierde a un hijo, y a las pocas semanas sus amigos pretenden que se vaya de vacaciones para animarse. “Estar con alguien triste es incómodo, y el que sufre lo sabe, por eso se traga su dolor”, dice el director del filme, Jaime Rosales.

Su colega Daniel Sánchez Arévalo ganó el Goya al mejor director novel en 2006. La cinta galardonada, Azuloscurocasinegro, tiene una dedicatoria expresa: “A Mario, mi psicólogo”. Sánchez ha pasado 18 años de su vida –desde los 16– acudiendo dos y hasta tres veces por semana a la consulta del psicoanalista Mario Sobreviela. “Gracias a él me convertí en narrador”, sostiene el cineasta. “Ya que no era capaz de solucionar mis traumas y mis miserias, ya que me mantenían preso y no me dejaban vivir, decidí usarlas como material de ficción”. Daniel se rebela cuando escucha decir de alguien aquello de “bah, ya se le pasará, está depre” o “bueno, tiene sus cosas, pero está bien, le han hecho pruebas y no tiene nada”. Sabe lo que es estar mal, fatal, en las últimas, y que nadie acabe de creérselo. “Vivimos en una sociedad donde no se tratan igual las enfermedades mentales que las físicas, y lo que no se ve en un TAC, no existe”.

El artilugio más sofisticado en el despacho de José Carrión es el reloj con el que controla el tiempo de consulta. Carrión, psicólogo clínico especializado en adolescentes, forma parte del equipo del Centro de Investigación en Terapias de Conducta (Cinteco), un gabinete que lleva 20 años abierto en un elegante barrio de Madrid. Sus salas están llenas de chavales con el uniforme del colegio o la ropa interior asomando por el vaquero. También hay tipos trajeados, cuarentonas de mechas perfectas, y damas y caballeros de edad. “Tenemos trabajo”, admite Carrión, que atribuye al “boca a boca y a una sólida trayectoria” sus mil pacientes al año.

Cada caso es un mundo, pero una intervención media viene a durar “de tres a seis meses”, con una consulta semanal a razón de 85 euros la sesión con los psicólogos y 125 euros si se trata con el psiquiatra.

El abordaje multidisciplinar psiquiátrico y psicológico de los trastornos mentales es, según los profesionales consultados, el más eficaz. Los psiquiatras, médicos, pueden recetar psicofármacos. “El psicólogo”, explica Carrión, “es un profesional sanitario que comprende qué te ocurre y te dice qué has de hacer. Tú no tienes por qué comprender qué te pasa, y por eso, entre otras cosas, no sabes ni qué hacer ni cómo. El psicólogo identifica el problema, propone estrategias de intervención e insta a conseguir objetivos”. Pero para eso hay que conectar con el paciente.

¡Zas! Ángel se acaba de soltar un gomazo con la banda elástica que lleva de pulsera. La autoagresión forma parte de los deberes que le ha puesto su psicóloga. “Cada vez que me asalta un pensamiento negativo, me tengo que dar un latigazo y reflexionar sobre ello”.

–¿Cuál ha sido ese pensamiento?

–Hoy me duele el estómago, y se me ha pasado por la cabeza que el reflujo gástrico me está provocando un cáncer, y voy a morir, y no voy a poder criar a mis hijos.

–¿Y su reflexión?

–Que si un problema tiene solución, hay que ponerse a solucionarlo. Y que si algo es inevitable, no merece la pena obsesionarse.

Parece que Ángel empieza a conectar.

No hace tanto, ir al psicólogo, y no digamos al psiquiatra, era lo último. A uno le llevaban atado. A no ser que se tratara de un niño: por los críos, lo que haga falta. “En los noventa, la gente empezó a llevar a sus hijos rebeldes, tímidos o con problemas de aprendizaje al psicólogo. Eso naturalizó la relación y fue la puerta de entrada de muchos adultos. Si al niño le funcionaba, ¿por qué no a los padres?”, dice Fernando Chacón, decano del Colegio de Psicólogos de Madrid.

Chacón es miembro de la primera promoción de la carrera de psicología en España. Una profesión que, como tal, tiene sólo unos treinta años de historia y que cuenta hoy con casi 50.000 ejercientes en todo el país. Sobre todo mujeres, en una proporción de un 70%-30% en las consultas y un abrumador 80%-20% en las atestadas facultades de la especialidad. Ya se ha visto que trabajo no les falta.

Pero el antes y el después de la profesión tienen una fecha concreta: el 11 de marzo de 2004. Ese día, 900 mujeres y hombres se pusieron una bata blanca y un letrero de “psicólogo” sobre el pecho, y se presentaron voluntarios en el Instituto Ferial de Madrid, donde miles de personas desquiciadas esperaban noticias de sus seres queridos masacrados en el peor atentado terrorista de España.

Teresa Pacheco, que entonces tenía 28 años, era una de ellas. Acudió como miembro del recién creado equipo de atención psicológica de emergencia del Samur de Madrid. “Creo que aquella intervención, asistiendo a las víctimas, fue positiva. Se hizo bien, se evitó el contagio emocional a la población y se cambió la percepción social de la profesión. Se vio gráficamente la utilidad del psicólogo”, comenta hoy Pacheco.

Estamos en la base del Samur, donde Teresa cumple 24 horas de guardia. En cualquier momento puede salir pitando requerida por una “urgencia psicológica”. Las crisis de ansiedad como la de Ángel ya no merecen esa consideración en Madrid. “Hay muchas. En bares, en tiendas, en la calle. Las atienden técnicos sanitarios; si fuéramos los psicólogos, no haríamos otra cosa”, dice Pacheco. Sus pacientes son víctimas de accidentes, violencia o agresiones sexuales, familiares de fallecidos. Su misión, sostenerlos en su peor momento. “No se trata de aliviar su dolor, eso es imposible, sino de hacerles comprender que, aunque lo que les ha pasado no es normal, su reacción sí lo es. Claro que gritan y lloran. Tienen que permitirse estar mal. Me preocupo más si se reprimen”.

“No sé qué guardas ahí dentro. Seguro que nada bueno. Y si no te escucho, ¡grita!”. En enero de 2005, Pau Donés cantaba estos versos en aquel anuncio de Sanitas que preguntaba a los telespectadores: “¿Qué haces cuando te duele el alma?”. Por primera vez, una mutua sanitaria privada incluía la atención psicológica en su catálogo básico. “Ese año, la psicología se convirtió en la tercera especialidad más demandada, después de medicina familiar y pediatría”, constata Rosa Berlanas, directora de marketing de Sanitas.

La psicología vende. También libros, revistas y programas de televisión. Los manuales de autoayuda arrasan. Una publicación mensual como Psychologies despacha 180.000 ejemplares en plena crisis del papel. Y Supernanny, un programa en el que la psicóloga Rocío Ramos-Paúl orienta a los padres para bregar con sus criaturas, es una de las joyas de la corona de Cuatro. “Eso está muy bien”, opina el catedrático Echeburúa. “El peligro está en frivolizar la profesión, en psicopatologizar todo lo que nos ocurre –cuando oigo lo del síndrome posvacacional me entra vergënza ajena–, y vender que todo tiene remedio con una píldora”.

Ni Echeburúa, ni Espino, ni Zamarro se sorprenden demasiado por el reciente estudio que pone en tela de juicio la eficacia del Prozac –que toman 40 millones de personas en el mundo– y otros antidepresivos en el tratamiento de las depresiones leves y moderadas. La doctora Zamarro estima que sus herramientas fundamentales de trabajo no se venden en la farmacia. “Los psicofármacos son buenos aliados si son necesarios, pero no lo son siempre. Tenemos que hacerle ver al paciente que el remedio a sus problemas no es una pastilla, sino que se requiere un esfuerzo por su parte. Las personas con trastornos mentales son enfermos, se han resentido o perdido alguno de sus recursos emocionales, y necesitan rehabilitación. Cuando te rompes una pierna precisas muletas un tiempo, pero tienes que hacer ejercicios, trabajar para volver a andar bien. Esto es lo mismo”.

Echeburúa y Espino son más radicales. “La industria farmacéutica quiere vender, y presiona a los facultativos para que prescriban. Los nuevos psicofármacos tienen menos efectos secundarios, son menos peligrosos, y cada vez más médicos se atreven a recetarlos. Además, el paciente ve la tele, curiosea en Internet y pide algo que le ayude. Así, todos contentos, pero se está sobrerrecetando”.

“El incremento del consumo de psicofármacos es escandaloso y no vemos una mejoría en la salud mental general de la gente”, opina Espino. El psiquiatra entona además un mea culpa profesional. “Tengo una guerra con algunos colegas jóvenes. Si dedicamos diez minutos de consulta a un paciente sólo para recetarle pastillas, ¿por qué no ponemos una máquina expendedora en la puerta? Éste es un oficio como otro, como el de barbero; pero hay que ejercerlo bien, y eso requiere tiempo, atención y dedicación”.

Ángel ha vuelto a trabajar. Ha estado casi dos meses de baja. Ya no tiene crisis. Sigue medicándose. “Me da más miedo dejarlo que engancharme, tengo muchas responsabilidades y me aterra no ser capaz de afrontarlas”. Su vida es exactamente la misma que cuando empezó el sinvivir. “Pero ahora soy yo. Ni más contento, ni más triste. Yo”.

fuente:el pais semanal

Síndrome de Atesoramiento
Hubo una vez una mujer que tenía en su armario 400 pares de zapatos; la mayoría no se los había puesto ni una vez. No, no se trata de un cuento, sino de un caso clínico del llamado Síndrome de Atesoramiento, que se suma a la estructura de la personalidad obsesiva compulsiva.
El sicólogo Hans Oleg Olvera Trejo, subdirector académico de la Dirección de Educación Continua de la Universidad Iberoamericana, explica que este comportamiento se caracteriza, precisamente, por hacer colecciones y guardar objetos en grandes cantidades independientemente del uso que se les pueda dar.
El también sicoanalista y sicofisiólogo egresado de la UNAM señala que, generalmente, las cosas que se atesoran tienen un significado, el cual tiene que ver con el origen del padecimiento, aunque en algunos casos sólo es por el hecho de poseer algo.
"Tesoros" con significado
Durante el tratamiento de la mujer con centenares de zapatos -quien por cierto, era una ejecutiva de alto nivel-, se encontró que su vida sentimental era muy compleja, que había ocasiones en que faltaba a juntas de trabajo importantes para irse de compras. También se supo que cada vez que tenía una decepción o una inadecuación emocional se disparaba su impulso por adquirir calzado. Asimismo reveló que durante su infancia había perdido a su madre, quien pertenecía a una familia de productores de piel de León, Guanajuato (México). De modo que ella encontraba en sus "tesoros" la manera de sentirse segura y cerca de su madre. "Este conflicto de personalidad tiene que ver con la necesidad de control, de juntar una serie de objetos en el exterior y saber que de nosotros depende lo que va a ocurrir con ellos." "Cuando las personas no pueden controlar adecuadamente los vínculos afectivos que tienen con las personas a su alrededor, tienen la compulsión de coleccionar cosas, las cuales adquieren cierto simbolismo. Es decir, estos tesoros sustituyen la necesidad de un vínculo sentimental", comenta el doctor Olvera Trejo. Si, por ejemplo, se guardan estampillas, en el tratamiento médico se analiza si éstas tienen un sentido o antecedentes con la familia o con una pareja y qué significado tiene para la persona lo que está guardando.
Colecciones y obsesiones
Ahora, "no todas las personas que tienen alguna colección padecen el Síndrome del Atesoramiento. El hecho de recolectar cosas resulta un hábito normal tanto en adultos como en niños, cuando se trata de un hábito personal que refuerza los lazos con el exterior, por ejemplo, en los casos en los que las amistades contribuyen a acrecentar las colecciones", advierte el catedrático de la Universidad Iberoamericana.
De hecho, Sigmund Freud, conocido como el padre del sicoanálisis, era un apasionado de las piezas arqueológicas egipcias. Sin embargo, "cuando la persona busca a toda costa estos objetos, los roba, gasta cantidades excesivas de dinero y llega a romper lazos personales en su afán de conseguirlas, estamos hablando de que el síntoma obsesivo ya está disparado y se está integrando un cuadro patológico", señala.
El estrés y las presiones familiares o profesionales, así como las condiciones socioeconómicas del paciente siempre precipitan un cuadro obsesivo. "En todos los casos, la persona actúa así porque trata de compensar un vacío emocional. Esta condición también aplica a los compradores compulsivos".
Diagnóstico y tratamiento
Los primero es tener un diagnóstico claro y, luego, adherirse a un tratamiento sicoterapéutico normal, con el cual no se dejará el hábito, pero sí se podrá controlar.
Cuando el paciente tiene condiciones de cleptomanía o sociopatía, cuesta más trabajo que acepten un tratamiento y se requiere, entonces, la colaboración del sicoterapeuta y del siquiatra, quienes pueden prescribir fármacos para controlarlo.

diogenes


Síndrome de Diógenes
La base de este trastorno se halla en un desorden psiquiátrico

A pesar de que parece relativamente nuevo, el Síndrome de Diógenes es un viejo conocido de los psiquiatras. La observación de casos sucesivos en personas mayores con comportamientos huraños que vivían recluidos en sus propios hogares y rehuían cualquier contacto con otras personas fue lo que motivó, en la década de los 60, la aparición de artículos e investigaciones en las que se detallaba un extraño patrón de conducta. Un perfil caracterizado por personas mayores de 65 años que acumulan gran cantidad de objetos inservibles y basura en sus casas y que se transforman en seres huraños y aislados de la sociedad. Este trastorno, que esconde importantes alteraciones psiquiátricas, afecta a 1,7 pacientes por cada 1.000 ingresos hospitalarios. No obstante, los especialistas creen que su aumento es previsible no sólo por el envejecimiento de la población, sino por sus condiciones socio-sanitarias.


En julio de 2005 una mujer de más de 60 años y su hijo, de 40, fallecieron tras el incendio de la casa en la que vivían en Málaga. Allí acumulaban una gran cantidad de objetos inservibles y de basura. En septiembre del mismo año una anciana apareció muerta en su domicilio de Madrid entre kilos y kilos de desperdicios. Llevaba años recogiendo residuos. También en Madrid el pasado enero un hombre de 73 años prendió fuego a su vivienda y estuvo a punto de acabar con la vida de sus vecinos. Los bomberos descubrieron en el interior de su piso una gran cantidad de objetos inútiles. Estos son ejemplos de lo que se conoce como Síndrome de Diógenes, un término que se aplica a las personas mayores que además de tener una actitud huraña, acumulan basura y objetos inservibles en sus viviendas, según explica Jerónimo Sáiz, Jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal.


La base del Síndrome de Diógenes se halla en un desorden psiquiátrico. "En estos pacientes subyacen una serie de enfermedades como demencia, cuadros psicóticos, trastornos obsesivos o personalidad con rasgos paranoides que les lleva a vivir en esas condiciones", señala Javier Gómez Pavón, Secretario General de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.

A pesar de que parece relativamente nuevo, el Síndrome de Diógenes es un viejo conocido de los psiquiatras. "Estamos acostumbrados", asegura Jerónimo Sáiz. Lo que ocurre es que las características de esta patología psicogeriátrica han llamado la atención de los medios de comunicación, que se han hecho eco de algunos casos ocurridos en España en los últimos años. Pero la incidencia del síndrome es baja. No se trata de un desorden frecuente, pues las estadísticas indican que sólo se da en 1,7 de cada mil ingresos hospitalarios. "De cada 1.000 personas ingresadas en psiquiatría y geriatría lo padecen como mucho dos personas", afirma Javier Gómez Pavón.

De momento, y según el Informe 2004 Las personas Mayores en España, del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, las enfermedades más frecuentes de los mayores de 65 años son los problemas circulatorios (que además son la primera causa de muerte), los digestivos, los respiratorios y el cáncer (la segunda causa de fallecimientos).

La observación de casos sucesivos de mayores con comportamientos huraños que vivían recluidos en sus propios hogares y rehuían cualquier contacto con otras personas fue lo que motivó, en la década de los 60, la aparición de artículos e investigaciones en las que se detallaba este extraño patrón de conducta, según explica Javier Gómez Pavón. Fue en 1975 cuando oficialmente se bautizó como Síndrome de Diógenes. Su nombre hace referencia a Diógenes de Sínope, un filósofo de la época de Aristóteles que preconizaba la vida austera y la renuncia a todo tipo de comodidades.

¿Se deja llevar por la obsesión ?






























¿Sabe usted manejar sus preocupaciones? ¿Cómo éstas le afectan? ¿Cuál es la razón de

ser de sus preocupaciones? ¿Es usted obsesionado?

¿Se deja llevar por la obsesión ?¿ Está consciente del alcance , las repercusiones de la obsesión?, son algunas interrogantes que lo invitan a reflexionar sobre estos temas que inciden en su conducta, comportamiento.

En este articulo se expone la importancia de saber enfrentar las preocupaciones y obsesiones a fin de evitarnos conflictos que nos afecten psíquica y físicamente.

ASPECTOS BASICOS A SER TOMADOS EN CUENTA

Es necesario estar atento sobre cómo las preocupaciones y obsesiones inciden en nuestra conducta y comportamiento. Los psicologos nos comentan que preocuparse de manera exagerada no sólo no conduce a nada bueno, sino que además produce un gran malestar, interfiere en el trabajo y no te deja dormir.

Sin embargo, se pueden utilizar algunas técnicas sencillas para combatir la obsesion.


Se nos dice además, que la persona preocupada tiene un predominio del lado intelectual sobre el emocional; vive más en su cabeza que en sus sentimientos. Analiza, piensa constantemente.

Es como si todo lo que llegara a la mente de estas personas fuera importante y digno de ser tenido en cuenta. Cada idea, cada recuerdo, cada imagen que surge en su cabeza.

Hay que aprender a separar lo que verdaderamente importa de lo secundario para no tener agotamiento mental.

Muchas personas que sufren obsesion, que no pueden desechar sus pensamientos negativos son personas concienzudas, dedicadas al trabajo, al cual dedican mucha energía, y tienen un gran sentido de la ética y la moral.

Se esfuerzan siempre en hacer lo correcto de la manera correcta, lo que la mayoría de las veces quiere decir "a su manera", ya que suelen tener bastante claro cómo hay que hacer las cosas. Son perfeccionistas y detallistas.

Les gusta el orden y la limpieza, la planificación y la rutina, catalogar, hacer listas. Nunca cometen imprudencias ni excesos y no les gusta tirar las cosas, ya que en un momento dado pueden llegar a necesitarlas.

Les gusta trabajar y esforzarse y no les atraen las cosas fáciles de hacer. Debido a que se rigen por el intelecto y no por sus emociones o deseos, les cuesta perdonarse los pequeños errores que toda persona puede cometer y es entonces cuando aparece la culpa y la preocupación.

Los estudios nos sugiere, que cuando todos estos rasgos se exageran, nos encontramos con el llamado trastorno obsesivo de la personalidad.

Se trata de personas tan preocupadas por los pequeños detalles que es posible que hasta llegue a perderse el sentido inicial de la tarea que se traen entre manos o que no sean capaces de terminarla nunca, porque leen una y otra vez lo que han escrito para asegurarse de que no han cometido ningún error, se ahogan en posibilidades interminables e incluso pueden dedicar más tiempo a hacer listas u horarios que a realizar la tarea en sí.

Están tan dedicados al trabajo que no tienen tiempo para las amistades o el placer. Son rígidos e inflexibles en cuanto a la ética y la moral, pudiendo llegar hasta el fanatismo.

Son incapaces de desprenderse de objetos sin valor y jamás delegan tareas a nadie. Nunca reconocen que están equivocados. En muchas ocasiones, pueden resultar insoportables para los demás, a quienes no perdonan ni el más mínimo fallo.

Viven continuamente atormentados por las preocupaciones, el miedo al trabajo y por estar dándole vueltas siempre a lo mismo. No pueden tomar decisiones ni terminar el trabajo porque nunca está perfecto del todo.

Por tanto se puede afirmar entonces, que las obsesiones pueden consistir en ideas, imágenes o impulsos a hacer algo que no queremos y nos resulta aterrador

Aparecen como intrusos en la mente y producen una gran angustia, miedo o vergüenza. Intentas sacarla de tu mente pero es imposible. Entonces te ves impulsado hacer algo para combatirla y sentirte mejor (la compulsión).

Desde luego,los estudios psicologicos nos aclaran como liberarse de las obsesiones. En primer lugar, cada vez que aparezca ponerle una etiqueta: preocupación absurda u obsesión irracional.

El siguiente paso será aceptar esos pensamientos, después controlarlos voluntariamente y, por último, librarse de ellos.


Se sugiere además: Aceptar tu obsesión. Es decir, cuando estas ideas, imágenes o impulsos aparecen en tu mente y le resultan sumamente desagradables y quiere librarse de ellas, resistirse, luchar y sacarlas de su cabeza para siempre. Pero no puede; es algo que escapa a tu control y si no puedes controlarlo tampoco puedes eliminarlo.

Pero, ¿cómo controlar lo que parece incontrolable? Lo primero que tiene que hacer, aunque resulte paradójico, es aceptarlo y no tratar de combatirlo. Deje que esos pensamientos prosigan libremente. No los juzgue ni los analice.

De este modo los estás transformando en voluntarios, (ya que has decidido libremente que está bien tener ese pensamiento y está bien que sea obsesivo), aumentando así su dominio sobre ellos. Se recomienda también, controlar la obsesión. Es decir, que una vez que estos pensamientos son voluntarios puedes empezar a controlarlos. Para ello se puede hacer dos cosas:

1. Dejarlos para más tarde. Si está trabajando y empieza a preocuparse con algo, postergue su preocupación para dentro de un rato, eligiendo una hora determinada para obsesionarse. Pueden ser 5 minutos después, o una hora o incluso por la noche, dependiendo de la severidad de su problema y lo insistentes y frecuentes que sean sus pensamientos obsesivos. Si ha decidido dejarlo para cinco minutos después, por ejemplo, trate de posponerlo de nuevo cuando hayan pasado esos cinco minutos y así sucesivamente.

2. Cambiar la forma de preocuparse. Otra manera de adquirir mayor control sobre su pensamiento es cambiando la forma que tiene de responder a la obsesión. Para ello puede hacer varias cosas: Anote tus pensamientos exactos en una libreta cada vez que aparezcan, incluso si aparecen unos minutos después de haberlos anotado y tienes que volver a escribir lo mismo una y otra vez. Esto le ayudará a darse cuenta de lo absurdos que son y el esfuerzo de escribirlos continuamente disminuirá su aparición por puro aburrimiento.

3.-Cambie la situación. Si su obsesión o preocupación consiste en una imagen mental, trate de modificar esa imagen. Por ejemplo, si consiste en algo que lo atormenta porque no lo puede alcanzar, visualicelo de modo contrario.

Piense que lo que anhela no es inalcanzable, que esta cerca suyo a punto de tocarlo con su mano. Si su pensamiento obsesivo consiste en imaginar que golpea a alguien con un martillo, transfórmelo en un enorme martillo de goma espuma incapaz de hacer daño a nadie

.4.- Cante su obsesión: elija una música alegre y cante: "me van a despedir", "no llegaré a fin de mes", o cualquier frase que resuma su preocupación. Esto hará que disminuya su ansiedad, ya que el hecho de cantar es incompatible con ella y le ayudará a distanciarte de esas emociones desagradables. Cuando se sienta mejor deje de cantar y centre su atención en otra cosa.

En conclusión, trate de evitar que las preocupaciones lo manejen, deterioren su comportamiento, originándole muchas veces problemas físicos, estrés, tensiones que le pueden originar serios problemas en su salud, así como en su comportamiento.

Preocúpese de manejar eficientemente sus emociones, sorprenderse como está actuando al perder su equilibrio emocional y entonces usted no podrá ser víctima de las preocupaciones. No lo descuide y verá como el legado de vida que le han dado será beneficiosa en su crecimiento.

Las tecnicas basicas y sencillas de relajacion, meditacion en base a pensamientos positivos, y tecnicas de respiracion son de mucha ayuda para controlar sus obsesiones.

Obsesión compulsiva

La obsesión compulsiva se caracteriza por la presencia de ideas, imágenes o impulsos recurrentes, no deseados, invasores, que parecen sin sentido, extraños, indecentes o aterradores (obsesiones) y a la vez una urgencia o una compulsión a hacer algo que libere de la incomodidad causada por la obsesión.

Los temas obsesivos omnipresentes son el daño, el riesgo o el peligro. Entre las obsesiones más frecuentes están las preocupaciones por la contaminación, la duda, la pérdida y la agresividad.

Característicamente, la gente con un trastorno obsesivo-compulsivo se siente impulsada a realizar rituales (actos repetitivos, con un propósito, intencionales).

Los rituales utilizados para controlar una obsesión incluyen lavarse o limpiarse para quitarse la contaminación, comprobaciones repetitivas para suprimir las dudas, guardar las cosas para que no se pierdan y evitar a las personas que pudieran ser objeto de agresión.

En general los rituales consisten en el excesivo lavado de manos o en la comprobación repetitiva para asegurarse de haber cerrado la puerta. Otros rituales son mentales, como el cálculo repetitivo o hacer afirmaciones para disminuir el peligro.

La gente puede tener una obsesión hacia cualquier cosa y sus rituales no están siempre conectados de forma lógica a la incomodidad que se trata de aliviar. Por ejemplo, una persona que está preocupada por la contaminación puede haber sentido alivio una vez al haber metido por casualidad su mano en el bolsillo. A partir de ese momento, cada vez que le surge una obsesión relacionada con la contaminación, introduce repetidamente su mano en el bolsillo.

En general, las personas con trastornos obsesivo-compulsivos son conscientes de que sus obsesiones no reflejan riesgos reales. Reconocen que su comportamiento físico y mental es excesivo hasta el punto de llegar a ser insólito. De allí la diferencia entre la obsesión compulsiva y los trastornos psicóticos, en los cuales la gente pierde contacto con la realidad.

La obsesión compulsiva afecta a cerca del 2,3 por ciento de los adultos y sucede con aproximadamente igual frecuencia en mujeres que en varones. Como las personas afectadas por este trastorno temen la vergüenza de ser descubiertas, a menudo realizan sus rituales de modo secreto, aun si éstos les llevan varias horas cada día. Cerca de un tercio de las personas con una obsesión compulsiva se encuentra en estado depresivo cuando se diagnostica el trastorno. En conjunto, dos tercios sufren depresión en algún momento.

Tratamiento

La terapia de exposición, un tipo de terapia del comportamiento, a menudo ayuda a la gente con una obsesión compulsiva. En este tipo de terapia, la persona es expuesta a las situaciones o a las personas que desencadenan las obsesiones, los rituales o la incomodidad.

La incomodidad de la persona o su ansiedad disminuirán de modo gradual si se controla para no realizar el ritual durante exposiciones repetidas al estímulo que lo provoca.

De este modo, la persona aprende que no necesita el ritual para quitarse dicha incomodidad. La mejoría generalmente persiste durante años, probablemente porque aquellos que han conseguido aprender a utilizar este protocolo de autoayuda, continúan practicándolo sin demasiado esfuerzo como una forma de vida después de haber concluido el tratamiento.

Los fármacos pueden también ayudar a muchas de estas personas. Tres fármacos (clomipramina, fluoxetina y fluvoxamina) han sido aprobados específicamente para este uso y dos más (paroxetina y sertralina) también han demostrado ser eficaces. Se usan algunos otros fármacos antidepresivos pero con menor frecuencia.

La psicoterapia, con el objetivo de conocer y comprender mejor los conflictos internos, generalmente no ha resultado de utilidad para las personas con obsesión compulsiva. Normalmente, el mejor tratamiento es una combinación de fármacos y de terapia del comportamiento.

Estos farmacos son combinaciones de antidepresivos y ansioliticos que controlan la ansiedad y la depresion. Consulte a un profesional de la salud que le dira cuales son los mas adecuados a su comportamiento.