Obsesión, ordenalidad y perfeccionismo1
Hugo Marietán 2 www.marietan.com



Introducción

Este trabajo intenta diferenciar la génesis de tres tipos de conductas donde el afán de orden, de detalle, de meticulosidad pueden ser compartidos, pero devienen de cuadros patológicos y rasgos de personalidad disímiles, según la opinión del autor. El poder distinguirlos facilita el encuadre terapéutico específico.

El estilo de pensamiento obsesivo

En el estilo de pensamiento obsesivo se caracteriza por la presencia de ideas que, reconocidas por la persona como propias de su capital ideativo, pertenecientes a su yo, son vivenciadas como que se imponen en el campo de la conciencia. Suele considerarlas como absurdas, irracionales, pero fracasa en su intento de reemplazar este tipo de pensamiento por otro y no encuentra explicación al por qué de esa imposición.

Las tres claves a tener en cuenta para tipificar una idea obsesiva son: primero el peso impositivo de la idea; segundo el rechazo por considerarla absurda, no deseada; y tercero el reconocimiento como propia. Genera angustia, tensión, y el paciente utiliza el rito, un mecanismo conductual repetitivo, para neutralizarla o aliviarla.

La idea obsesiva, como toda idea, tiene capacidad ideopráxica, es decir puede traducirse en conducta, ese es el sentido de la expresión clásica "condiciona la conducta" ¿Por qué condiciona? Porque el individuo trata de neutralizar la idea obsesiva ejerciendo su voluntad pero no puede y debe llevar a cabo el rito, que es una conducta igualmente considerada absurda, tonta, que se realiza con displacer, pero que alivia la angustia. La obsesión "quiebra" la voluntad y la autonomía del paciente que se ve sometido a sí mismo y por sí mismo a realizar el rito. Alivia la angustia, pero a su vez desagrada. Bajar así la tensión tiene un precio también displacentero, pero a otro nivel, a nivel del autoreproche. Mas si no lo hace no puede seguir, porque la ideación obsesiva paraliza.

Cuadro 11

Contenido obsesivo: la duda y el presagio

Dice Ferrater Mora que "el término «duda» significa primariamente «vacilación», «irresolución», «perplejidad». Estas significaciones se encuentran ya en el vocablo latino dubitatio. En la dubitatio hay siempre (por lo menos) dos proposiciones o tesis entre las cuales la mente se siente fluctuante; va, en efecto, de una a otra sin detenerse. Por este motivo la duda no significa falta de creencia, sino indecisión respecto de las creencias. En la duda hay un estado de suspensión del juicio."

El estado de duda llevaría a la persona a la paralización, al no poder optar. Sin embargo, este elemento, muy importante por cierto, no es suficiente para explicar la conducta obsesiva. Es preciso otro partícipe necesario que impulse hacia una decisión por el estado de tensión que genera, y éste es el presagio. El diccionario define "presagio" como "señal que indica, previene y anuncia un suceso favorable o contrario. Especie de adivinación o conocimiento de las cosas futuras por las señales que se han visto o por movimiento interior del ánimo que las previene".

El presagio, producto del pensamiento mágico, y la duda, lo más excelso del pensamiento lógico, coactúan para dar esta resultante que llamamos "obsesión".

Preferimos utilizar el término "presagio" por su connotación mágica en vez de los términos "anticipación" o "planificación", que designan pensamientos que se orientan a las posibilidades futuras pero analizando lógicamente las variables presentes.

Lo que deviene de la magia se neutraliza mágicamente. Por eso la tensión displacentera que genera el presagio se neutraliza con el rito. En el rito no se pronuncia cualquier palabra ni se realizan movimientos al azar, sino que estos últimos responden a una ceremonia establecida.

"Antes de salir debo besar a todas las estampitas y crucifijos. No por mí, sino para proteger a los que no están en ese momento en casa. Si no lo hago les puede pasar algo a mis parientes. Beso a un ángel, que está vestido de celeste, para los varones, al vestido de rosa para las mujeres y a la virgen grande para las personas mayores. Me molesta hacer eso, es algo absurdo. A todo esto lo veo como un ritual, pero no puedo dejar de hacerlo. Es como si tuviera el cerebro divido en dos: uno razona y el otro no. El que no razona lo domina. Me digo, «no lo voy a hacer», pero al final lo hago".

Absurdo y parásito

El pensamiento obsesivo tiene la particularidad de que el contenido le resulta absurdo al propio generador de este pensamiento. Es la característica básica que lo distingue de la idea delirante. Otra característica es que la persona no cree que le sea impuesto ese pensamiento absurdo. O sea que deviene de su propio Yo, lo reconoce como parte de sí misma, para diferenciarlo del pensamiento delirante de los esquizofrénicos que muchas veces lo ven como un pensamiento impuesto desde afuera.

El obsesivo hace la autocrítica, dice: "Es una tontería, yo lucho pero no puedo dejar de hacer tal rito".

Para Jaspers en la obsesión "el Yo se sitúa frente a un contenido que quiere expulsar, pero no puede expulsar en pie de lucha. Los límites de la obsesión posible están allí donde están los límites de mi voluntad. El individuo está convencido de lo infundado de la angustia, de lo absurdo del impulso, de la imposibilidad de la idea".

Para J. Vallejo "la obsesión es un tipo de cognición intrusa, parásita, repetitiva, pasiva y egodistónica que genera rechazo por parte del sujeto que la padece, mientras que la compulsión es un fenómeno activo, ya que supone una pugna entre la tendencia a la acción (motora o verbal), y la resistencia a ésta (hacer-no hacer, decir-no decir, etcétera), de forma que no siempre el acto llega a realizarse." La resistencia es la lucha interna del paciente contra el impulso o el pensamiento intruso.

"Las ideas obsesivas constituyen el núcleo de la patología obsesiva. Su carácter intruso y repetitivo, la vivencia angustiosa que el paciente experimenta y que emana de sí mismo (a diferencia de lo que ocurre con el delirante) y la imposibilidad de controlarlas eficazmente, si no es de forma transitoria a través de rituales, constituyen las características básicas de estas ideas".

Para Pujol y Savy (1983), las características esenciales de las obsesiones son:

1) Carácter insólito y parásito. El sujeto las reconoce como patológicas procedentes de sí mismo, aunque se oponga a ellas. El origen endógeno de las obsesiones configura su carácter fatalista, que el paciente experimenta con profunda desazón, ya que escapan al control voluntario e invaden progresivamente su actividad cognitiva de forma agobiante.

2) Carácter repetitivo y punzante.

3) Lucha ansiosa del psiquismo. El agobio psíquico que crean las obsesiones origina una intensa ansiedad, que el paciente intenta conjurar a través de defensas de diversa índole (rituales), que configuran y complican la sintomatología inicial.

4) Atmósfera de duda.


Cuadro 23

El DSM IV

Criterios para el diagnóstico de F42.8 Trastorno obsesivo-compulsivo [300.3]

A. Se cumple para las obsesiones y las compulsiones:

Las obsesiones se definen por (1), (2), (3) y (4): (1) pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan en algún momento del trastorno como intrusos e inapropiados, y causan ansiedad o malestar significativos (2) los pensamientos, impulsos o imágenes no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real (3) la persona intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o bien intenta neutralizarlos mediante otros pensamientos o actos (4) la persona reconoce que estos pensamientos, impulsos o imágenes obsesivos son el producto de su mente (y no vienen impuestos como en la inserción del pensamiento)

Las compulsiones se definen por (1) y (2): (1) comportamientos (p. ej., lavado de manos, puesta en orden de objetos, comprobaciones) o actos mentales (p. ej., rezar, contar o repetir palabras en silencio) de carácter repetitivo, que el individuo se ve obligado a realizar en respuesta a una obsesión o con arreglo a ciertas reglas que debe seguir estrictamente

(2) el objetivo de estos comportamientos u operaciones mentales es la prevención o reducción del malestar o la prevención de algún acontecimiento o situación negativos; sin embargo, estos comportamientos u operaciones mentales o bien no están conectados de forma realista con aquello que pretenden neutralizar o prevenir o bien resultan claramente excesivos

B. En algún momento del curso del trastorno la persona ha reconocido que estas obsesiones o compulsiones resultan excesivas o irracionales. Nota: Este punto no es aplicable en los niños.

C. Las obsesiones o compulsiones provocan un malestar clínico significativo, representan una pérdida de tiempo (suponen más de 1 hora al día) o interfieren marcadamente con la rutina diaria del individuo, sus relaciones laborales (o académicas) o su vida social.

D. Si hay otro trastorno del Eje I, el contenido de las obsesiones o compulsiones no se limita a él (p. ej., preocupaciones por la comida en un trastorno alimentario, arranque de cabellos en la tricotilomanía, inquietud por la propia apariencia en el trastorno dismórfico corporal, preocupación por las drogas en un trastorno por consumo de sustancias, preocupación por estar padeciendo una grave enfermedad en la hipocondría, preocupación por las necesidades o fantasías sexuales en una parafilia o sentimientos repetitivos de culpabilidad en el trastorno depresivo mayor).

E. El trastorno no se debe a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o de una enfermedad médica.

Especificar si: Con poca conciencia de enfermedad: si, durante la mayor parte del tiempo del episodio actual, el individuo no reconoce que las obsesiones o compulsiones son excesivas o irracionales respecto de una enfermedad del sistema nervioso central. También se debe distinguir de los síntomas que se pueden presentar en asociación con el consumo crónico de sustancias (p. ej., el trastorno relacionado con la cocaína no especificado). Los rasgos obsesivo-compulsivos de la personalidad en un grado moderado pueden ser especialmente adaptativos, en particular en las situaciones que recompensan el rendimiento elevado. Estos rasgos sólo constituyen un trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad cuando son inflexibles, desadaptativos y persistentes, y ocasionan deterioro funcional significativo o malestar subjetivo.

Relación con los Criterios Diagnósticos de Investigación de la CIE-10Los Criterios Diagnósticos de Investigación de la CIE-10 y los criterios del DSM-IV son diferentes, pero definen en líneas generales el mismo trastorno. En la CIE-10, esta entidad está recogida con el nombre de trastorno anancástico de la personalidad.


Cuadro 33

Criterios para el diagnóstico de F60.5 Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad [301.4]

Un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia, que empieza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos, como lo indican cuatro (o más) de los siguientes ítems:

(1) preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios, hasta el punto de perder de vista el objeto principal de la actividad (2) perfeccionismo que interfiere con la finalización de las tareas (p. ej., es incapaz de acabar un proyecto porque no cumple sus propias exigencias, que son demasiado estrictas) (3) dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y las amistades (no atribuible a necesidades económicas evidentes) (4) excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas de moral, ética o valores (no atribuible a la identificación con la cultura o la religión) (5) incapacidad para tirar los objetos gastados o inútiles, incluso cuando no tienen un valor sentimental (6) es reacio a delegar tareas o trabajo en otros, a no ser que éstos se sometan exactamente a su manera de hacer las cosas (7) adopta un estilo avaro en los gastos para él y para los demás; el dinero se considera algo que hay que acumular con vistas a catástrofes futuras (8) muestra rigidez y obstinación

La duda

En la base de la duda está la inseguridad. El mecanismo obsesivo deviene de dos elementos: la duda y el presagio. La duda que es lo más excelso del pensamiento analítico. Y el presagio, el pre sentir que algo va a ocurrir, que es uno de los elementos del pensamiento mágico. Hay una amalgama de estos dos elementos.

Elegir implica perder algo: lo opción no elegida. La duda es la oscilación entre las posibilidades de pérdida. Es una inacción reflexiva en el intento de cuantificar la opción menos "perdidosa". Nadie quiere perder nada, pero la capacidad de adaptarse a las pérdidas es lo que diferencia a un ejecutivo de un dubitativo.

La duda, como toda incertidumbre, siempre va acompañada de un grado de tensión, vivenciado como displacer. Eso se observa en la conducta que va desde la simple visualización muscular de la tensión, pasa por lo gestual (tocarse la barbilla, rascarse la cabeza, mover lo pies, refregarse las manos, etcétera), por los movimientos simples de vaivén (caminar sin finalidad de un lado al otro, etcétera), por los movimientos más complejos de la repetición, de la verificación incesante, hasta llegar a conjuntos de conductas fijadas que determinan rasgos pusilánimes

El rígido, mantiene lo ganado, su patrimonio, tanto de ideas como material. Porque sabe que dar entrada a una opción (la posibilidad de cambio) genera la duda y su cortejo de malestares. Cuando se adaptó, trabajosamente, a una pérdida, se mantiene férreamente en lo optado y es muy difícil sacarlo de ese esquema

Siempre acompaña a la duda, en el obsesivo, el presentir, el pensamiento mágico de que algo malo o dañoso para sí mismo o para otros puede ocurrir si no realiza tal acto, tal acción.

Idea obsesiva vs. idea impuesta

¿Cuándo decir que una idea es obsesiva y cuándo diferenciarla de otro tipo de ideas, por ejemplo de las ideas impuestas de la esquizofrenia?

En las ideas vivenciadas como impuestas de la esquizofrenia el paciente no considera que esa idea proviene de su propio yo y a veces no la considera absurda, porque no es de él, es de otro y sí condiciona la conducta, como en la idea obsesiva.

Obsesión vs. perfeccionismo

Se debe denominar ideación obsesiva cuando se reunen los criterios anteriores y evitar el concepto vulgar del término que designa obsesivo a aquella persona que sólo es excesivamente meticulosa y pulcra. Tenemos que diferenciar lo que es una ideación obsesiva de lo que es el perfeccionismo. ¿Cuál es el concepto diferencial?

El perfeccionista no considera absurdo lo que está realizando, inclusive no le produce angustia, al contrario, en ocasiones le es placentero, lo considera absolutamente propio de su yo, integrado a su personalidad.

Por ejemplo un pintor, que en unos centímetros cuadrados de tela, con un pincel está buscando el detalle, la luz, que el color sea exacto. Pero lo hace con placer, con ganas, es esforzado, es detallista, es constante, pero no lo considera absurdo el accionar, al contrario, cree que está haciendo una cosa de perfección, algo bueno, siente placer al hacerlo y corresponde a su personalidad. Su accionar va tras un resultado, una finalidad que él considera provechosa.

El deportista, que pasa ocho horas ejercitándose, es un perfeccionista. O la mujer ama de casa que limpia muy pulcramente porque le da placer tener una casa limpia. Es cierto que también hay mujeres que utilizan la sobretarea en el hogar para no pensar alguna problemática emocionalmente costosa, esta forma de negación o de bloqueo por la acción, ya es otra cosa. Y hay personas que consideran realmente absurdo y tonto volver a limpiar una y otra vez lo mismo, y aquí sí vemos el rasgo obsesivo.

Si lo diferenciamos así, en la práctica del consultorio nos vamos a encontrar con algo interesante: los obsesivos que consultan son pocos. Son complejos de tratar; carga al terapeuta de angustia porque se encuentran con un paciente que le resulta muy difícil sacarlo de su ideación obsesiva.

En realidad encontramos con más frecuencia al perfeccionista descompensado. Cuando el perfeccionista se descompensa, se deprime, porque se frustra si no le salen bien las cosas, entonces si rápidamente lo consideramos como obsesivo y le damos medicación, instrumentamos una técnica, armonizamos un poco el esquema de vida del paciente, es posible que tengamos éxito y mejore. Y nos ponemos contentos pensando que tratamos acertadamente a un obsesivo y no, simplemente volvimos a equilibrar a un perfeccionista.

Un caso de obsesión

Me contaba una paciente que el marido llegaba a la casa, y que todo debía estar cronometrado. Él venía a las seis de la tarde y ella a las seis menos tres ya estaba mirando la ventana para abrir la puerta porque él venía contaminado de la calle, entonces, toda la casa se predisponía para el rito. Todos los hijos tenían que permanecer a un costado y no saludar al padre, había un camino prefijado; cuando llegaba la mujer abría la puerta para que no tocase el picaporte, pasaba siempre exactamente por el mismo lugar e iba al baño, que estaba abierto, la ducha abierta y una bolsa grande de residuos, donde colocaba toda su ropa "contaminada", y se duchaba. En otro lugar estaba la ropa limpia, mientras la mujer limpiaba las pisadas del hombre hasta el baño. Una vez que estaba "descontaminado" recién ahí los chicos podían saludarlo. Condicionaba así, no sólo la conducta de él, sino también la de toda la familia.

Un caso de perfeccionismo

Juan estaba preparado, como todos los días a las seis de la mañana para correr 10 kilómetros por el camino anexo a las vías. La noche anterior había preparado su atuendo deportivo perfectamente ordenado cerca de su cama: las medias de algodón, las zapatillas especialmente diseñadas para el tipo de carrera en que él se ejercitaba, los pantalones, el buzo, la camiseta, el reloj cronómetro, etcétera. Seguía una dieta estricta y tres veces por semana se sometía a los rigores de su entrenador. Su meta inmediata: estar rankeado entre los diez más veloces en los 100 metros llanos de Argentina. Sus posibilidades de lograrlo eran factibles, por su estado físico, su velocidad, y la evaluación de se entrenador. El esfuerzo, el rescindir ciertos placeres, eran soportados por la ilusión del triunfo. Había días de alegría, cuando se conseguían las metas, y de revisión de errores y sobre exigencia, cuando no. Una distensión ligamentosa le impidió presentarse en una prueba decisiva. Eso lo derrumbó. Cuando lo trajeron a consulta presentaba todos los criterios de un síndrome depresivo. Tres meses después, tratamiento y psicoterapia de apoyo mediante, volvía a entrenar.

La consulta del perfeccionista y del obsesivo

¿Cómo se diferencia la forma del discurso de consulta del perfeccionista y del obsesivo? El perfeccionista suele consultar por un síndrome depresivo derivado de frustraciones o vicisitudes de la vida. Su estructura rígida le impide la plasticidad necesaria para adaptarse a estas modificaciones, Pero su discurso versa sobre el problema circunstancial y no sobre su rasgo de personalidad, el cual es egosintónico. El obsesivo consulta por la angustia que le genera su estado obsesivo y su discurso se centra en lo obsesivo, y con cierto displacer, vergüenza, suele narrar sus ritos y compulsiones. Este epifenómeno le resulta egodistónico. En ambos es muy útil la consulta complementaria de los familiares quienes aportan detalles esclarecedores, que es omitido por el perfeccionista por no considerarlos de importancia para su caso, y por el obsesivo por valorarlos como vergonzosos. Así pueden narrar que el desorden puede provocar en el perfeccionista un estado de reproche y protestas de variado grado de agresividad, pero es una tormenta de verano, ya conocida por los familiares. En el obsesivo, centrado en el orden, esto provoca un crisis de angustia y la descompensación es tal que el familiar aprende que eso "no se puede" hacer y colabora para que no se repita.

La diferencia entre la ordenalidad de Tellenbach y el perfeccionista

H. Tellenbach2 describió que en las interfaces de los depresivos podía existir una forma de comportamiento donde se priorizaba el afán de orden. Pero Tellenbach se apresura a declarar que dicho afán de orden no debe ser considerado anormal. Reconoce que en esta ordenalidad subyace lo angustioso, lo culpable, el sentido del deber y la formalidad, la voluntad de servicio y la disposición a ayudar. Hay respeto por la jerarquía, la autoridad, la fidelidad y lo moral. Es decir hay mucho esfuerzo del individuo hacia los otros. El perfeccionista se caracteriza por trabajar, esforzarse, por sí mismo, para sí mismo y por su obra. Y muchas veces trabaja en contra marea de las opiniones de los demás, incluso con una actitud de rebeldía. Priorizando sus concepciones por sobre sus pares como la historia del arte lo ejemplifica en muchos casos. El perfeccionista quiere ser ordenado, meticuloso, detallista. El melancólico, en la ordenalidad, "debe" ser ordenado, puntilloso, rendidor.

Un caso de ordenalidad

Cristina había pasado por dos fases, con un intervalo de 3 años, de depresión mayor a pesar de sus 36 años, cada una de ellas había durado 7 penosos meses. Tenía como antecedente que su padre se había suicidado a los 45 años. Reconocía que el único tratamiento efectivo, luego de probar toda la gama de antidepresivos, había sido el electroshock. Venía a consulta por la provisión y control del antidepresivo de mantenimiento que se le administraba en el período interfases. Vestía con elegante sobriedad, era de trato respetuoso pero mantenía con firmeza sus ideas cuando las consideraba correctas. Odiaba los imprevistos y verse obligada a cambiar de planes: me cuesta mucho, tengo que planificar todo de nuevo, se quejaba. Mantenía un orden impecable en su casa y en su trabajo, donde era muy querida y respetada como profesional. Pero todos sabían que era muy tolerante y comprensiva en muchos aspectos, menos en el desorden, la impuntualidad y la desidia. En esas ocasiones se mostraba inflexible y francamente desagradable. Verificaba los mínimos detalles en su afán de que su trabajo, y el de los que estaban bajo su responsabilidad, sea eficiente. Para lograrlo solía quedarse horas extras, no remunerables. En su casa, la lucha era con su hija adolescente, con un criterio muy distinto respecto al orden y en cuyo dormitorio "era imposible entrar". Vivía ocupada, cansada y planificando tareas. Era difícil hacerla reír con ganas. Pero ese era el tipo de vida que ella consideraba normal. El entrecejo a veces denunciaba la omega melancólica. La mirada, ciertos gestos y algunas frases, hacían entrever el temor de que la depresión se repitiera, a pesar de su esfuerzo por disimularlo.

El tratamiento

El tratamiento del obsesivo es complejo, azaroso, de resultado incierto. Se instrumentan variadas técnicas psicoterapéuticas, farmacológicas, incluso quirúrgicas, como recurso extremo, cuando falló todo: los fármacos, el psicoanálisis. Y a veces se consiguen remisiones parciales, alivios temporarios. Otras, el cuadro permanece inmodificable.

El perfeccionista no se trata, ya que no es patológico, sino una forma de ser, un rasgo de personalidad. Puede sufrir descompensaciones como cualquier otro humano por fracasos, frustraciones o aconteceres negativos de la vida, que lo llevan a manifestar un síndrome depresivo. Éste puede ser compensado por psicoterapia y/ o antidepresivos. Entonces el terapeuta, desprevenido, puede ilusionar que alivió a un "obsesivo".

El melancólico, en ocasiones, suele oscilar entre la fase depresiva y la ordenalidad. La ordenalidad para él es "estar sano", displacenteramente sano, ya que es el estado interfase entre una crisis y otra. No suele consultar en este periodo, de algún modo paradisíaco comparado con el infierno melancólico.

Bibliografía:

1. Marietán, Hugo, Semiología psiquiátrica. Editorial Ananké, Buenos Aires, 1998

2. Tellenbach, H. La melancolía, Ediciones Morata, Madrid, 1976

3. DSM IV, APA, Masson, Barcelona, 1995.



Nota al pie:

1 Este trabajo está basado en una clase dictada por el autor para el Curso de Semiología Psiquiátrica (1999) en el Hospital Borda. Por lo que se pide tolerancia para el lenguaje coloquial y ciertas imperfecciones propias del dinamismo de estas exposiciones.

2 Médico Psiquiatra. Hospital Borda. Docente Adscripto de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. (hugo@marietan.com) (www.marietan.com)

¿Qué es el Trastorno Obsesivo-Compulsivo?



¿Qué es el Trastorno Obsesivo-Compulsivo?

El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) es una verdadera enfermedad neuropsiquiátrica y como tal puede ser tratada con medicamentos y psicoterapia.

El TOC se caracteriza por la irrupción de pensamientos, impulsos o imágenes incontrolables que se repiten en la mente y se vivencian como intrusivos e inapropiados. Estas preocupaciones (obsesiones) son capaces de provocar ansiedad, duda y sufrimiento significativos. La mayoría de las veces la persona reconoce que estas ideas son producto de su propia mente e intenta ignorarlas, suprimirlas o neutralizarlas a través de la realización de actos mentales o comportamientos repetitivos ( compulsiones) que el individuo se ve obligado a realizar para prevenir los peligros que anuncian las obsesiones o calmar la angustia que estas le provocan, cumpliéndolos de manera ritualística o excesiva.

Ejemplos de obsesiones típicas son las preocupaciones excesivas por la suciedad, los gérmenes, la contaminación, el miedo a actuar con impulsos agresivos o violentos (ejemplo: miedo a empujar a alguien al vacío), sentirse responsable de provocar daño a otros o de ser responsable de accidentes, pensamientos religiosos o sexuales prohibidos o espantosos, preocuparse demasiado por el orden y la simetría de las cosas, no poder desprenderse de objetos inservibles y dudar.

Ejemplos de compulsiones típicas son el lavado excesivo de manos, limpieza, chequeo de medidas de seguridad (cierre de hornallas, cerraduras), conductas repetitivas como necesidad de tocar ciertos objetos, arreglar o “emparejar” las cosas de forma simétrica, de ordenar o clasificar los objetos en forma excesiva, necesidad de hacer cálculos mentales o contar objetos ( compulsiones mentales), o la reiteración de actos cotidianos, sin poder controlarlos.

Las personas pueden tener algunos o varios de estos síntomas con un grado variable de severidad y de eso dependerá que consideremos que alguien presenta sólo comportamiento o rasgos obsesivo-compulsivos (COC) o un verdadero trastorno que repercute desfavorablemente en uno o varios aspectos de su vida (TOC).

El TOC puede presentarse en niños, adolescentes y adultos.

Las obsesiones y las compulsiones suelen ir cambiando a lo largo del tiempo según cambian el tipo de preocupaciones humanas a lo largo de la vida. Por eso clásicamente los niños presentan más preocupaciones relativas a la seguridad y hacia sus figuras de apego (padres, hermanos) mientras los adolescentes suelen preocuparse más por sus características corporales (delgadez, granos, apariencia) y por su desempeño. Los adultos más clásicamente sufren de excesiva preocupación por las medidas de seguridad, limpieza y salud (deben cuidar su cría). Sin embargo hay obsesiones y compulsiones que pueden presentarse en todas las edades y algunas permanecen inalteradas a lo largo de la vida.

¿Qué otros síntomas suelen acompañar al TOC?

Es raro que las personas presenten TOC aislado. En general suelen asociar otros trastornos de ansiedad (fobias, ansiedad de separación, ansiedad generalizada), depresión y otros trastornos llamados del espectro TOC como por ejemplo el hábito de arrancarse los pelos (pestañas, cejas, bellos) o cabellos (tricotilomanía), la preocupación desmedida por un defecto corporal existente pero magnificado (dismorfofobia), la realización de actos dañinos autodirigidos de magnitud variada (autoinjuria), los trastornos de la conducta alimentaria del tipo de la anorexia nerviosa y la preocupación excesiva por las enfermedades (hipocondría).

Un grupo más reducido de personas que presentan síntomas obsesivo-compulsivos presentan en algún momento de su vida tics motores (movimientos involuntarios) y/o fónicos ( emisión involuntaria de sonidos, ruidos, o palabras) que suelen aparecer entre los 7 y los 18 años. La asociación de tics motores y fónicos que persisten por más de un año constituye el Síndrome de Gilles de la Tourette (ST) que también es considerado un trastorno del espectro TOC. Estos pacientes suelen presentar junto a sus tics un subtipo de TOC donde predominan obsesiones agresivas, sexuales , somáticas, de orden y simetría, así como compulsiones que consisten en una marcada tendencia a los actos repetitivos ( golpear, morder, patear) que realizan hasta sentir que “ya está bien” (en inglés: fenómeno “just right”), destacándose la necesidad de tocar objetos y de realizar actos en forma simétrica (ej: rozar la silla con un brazo y luego con el otro). Dichos actos revisten en ocasiones características autoinjuriantes (ej: morderse los labios hasta sangrar, hurgarse una herida hasta que duela, golpearse el pecho en respuesta a una obsesión). Estos síntomas pueden acompañarse de la necesidad de repetir palabras (ecolalia) o de decir lo inapropiado y aún de proferir palabras obscenas (coprolalia) en forma involuntaria (tics fónicos complejos).

De especial importancia es la asociación de depresión en los pacientes con TOC la cual es muy frecuente y parece relacionarse con el hecho de tener que soportar a lo largo del tiempo y a veces en forma oculta el TOC, una afección potencialmente invalidante que va socavando la autoestima de los pacientes a partir de las limitaciones que implica para su normal desenvolvimiento personal, familiar y social a lo largo de la vida.

¿Cuántos individuos sufren de TOC?

Se estima que entre el 2 al 3% de la población sufre de esta enfermedad que en general afecta igual a hombres que a mujeres, excepto las formas de TOC infantiles que suelen predominar en varones (ver edad de comienzo).

¿A qué edad suele comenzar y cuánto dura el TOC?

Lo más habitual es que comience en la adolescencia o en la adultez temprana. Sin embargo hay algunas formas de TOC de comienzo más temprano como el TOC de aparición prepuberal (11-12 años) que suele ser severo y que predomina en varones. Algunas formas de TOC como el TOC asociado a tics (ST) predomina en varones y corre en familias. Los familiares de estos pacientes pueden presentar indistintamente TOC y/o tics. Por eso es importante investigar la presencia de TOC en las personas que tienen o han tenido tics en su infancia y en sus familiares cercanos.

¿Cómo evolucionan los síntomas Obsesivo Compulsivos en el tiempo?

Librado a su evolución natural el TOC tiene tendencia a persistir en el tiempo y a esta tendencia hacia la cronicidad se debe su condición invalidante. Aunque en algunos casos los síntomas OC desaparecen sin tratamiento, lo más frecuente es la tendencia a empeorar y a persistir durante toda la vida de no mediar un diagnóstico temprano y un tratamiento específico.

¿Porqué el TOC es incapacitante?

El grado de impedimento puede ser leve, moderado o severo según el tipo de obsesiones y compulsiones, el tiempo que les obliga a consumir, el grado de vergüenza o aflicción o la vivencia de descontrol. Algunas veces el grado de deterioro es tal que los pacientes requieren ser hospitalizados. Algunas personas con TOC piensan que algo anda mal en su cabeza o que están locos. Por eso tienden a ocultar sus síntomas durante mucho tiempo y a postergar la consulta médica. Los niños con TOC expresan con más facilidad sus fantasías de locura y descontrol diciendo por ejemplo que tienen “un tipito” adentro que les hace hacer cosas que no quieren.

El TOC no sólo afecta a la persona sino también a su familia entera, la que con frecuencia tiene dificultad en comprender la naturaleza de los síntomas malinterpretándolos como intencionales. Las personas con TOC llegan a agotar a sus familiares quienes con frecuencia quedan involucrados en sus síntomas, consumiendo su tiempo y energía y por sus rasgos de rigidez comportamental que los hace personas con las que es difícil convivir. Tanto niños como adultos con TOC suelen presentar un temperamento obstinado, irascible y depresivo manifestándose en los niños con rabietas frecuentes, conducta oposicionista y aún problemas de aprendizaje mientras que los adultos con TOC refieren problemas en sus vínculos de pareja e interpersonales así como subempleo y menor rendimiento laboral y académico, constatándose en ellos frecuentes trastornos de la personalidad y depresión.

¿Cuáles son las causas del TOC?

Si bien este tema está aún bajo estudio los recientes avances en investigación ponen en evidencia que el factor biológico tiene un papel central en este trastorno. El hecho de que pacientes con TOC respondan bien a medicamentos específicos que afectan el neurotransmisor serotonina sugiere que el trastorno tiene una base neurológica. Por esa razón, el TOC ya no es atribuido sólo a actitudes que un paciente puede haber aprendido durante la niñez ( por ejemplo, aprendizaje de hábitos exagerados de limpieza o seguridad). Como en otras enfermedades neuropsiquiátricas se piensa que el TOC resulta de la interacción de factores neurobiológicos (falla en la neurotransmisión de las neuronas encargadas de regular patrones de conducta repetitivos) ambientales (factores perinatales, infecciosos, hormonales) y psicosociales (estrés y ansiedad) que determinan modos especiales de conocer la realidad (estilo cognitivo).

¿Qué puedo hacer si creo que tengo TOC?

Busca a un profesional (psiquiatra, psicólogo) especializado en TOC y cuéntale acerca de tus miedos, pensamientos y actos repetitivos no deseados, así como el tiempo que te insumen estos síntomas y el grado de interferencia que ocasionan en tu vida cotidiana.

Puedes pedirle también que descarte otras posibles causas de tus síntomas ya que algunas afecciones orgánicas e infecciosas son capaces de producir también síntomas obsesivo compulsivos.

¿De qué manera puede ayudarme un médico o un especialista en TOC?

Un médico especializado en TOC puede darte medicamentos específicos que reducen la intensidad de tus síntomas OC y así calmar tu ansiedad y temor excesivo. Los medicamentos tardan varias semanas en actuar por lo cual hay que esperar ese tiempo sin abandonarlos. En caso de no operarse una mejoría tu doctor tiene otros varios medicamentos como recurso.

Además de medicamentos te indicará seguir una psicoterapia, que está especialmente diseñada para personas con TOC y se conoce con el nombre de Terapia Cognitiva Conductual (TCC). Por medio de ella los profesionales especializados en esta forma de psicoterapia (psicólogos o psiquiatras especializados en TCC del TOC) te enseñarán técnicas para aprender a detener tus actos repetitivos y tus ideas obsesivas así como maneras de reducir y afrontar la ansiedad excesiva que éstas te provocan.

El avance de las técnicas de diagnóstico por imágenes cerebrales permite hoy visualizar alteraciones en el tamaño y función de las estructuras cerebrales que están implicadas en esta afección (ganglios de la base, corteza orbitofrontal y cingulada cerebral) Los progresos terapéuticos pueden ser también comprobados a partir de la corrección de las alteraciones en dichas neuroimágenes (PET, SPECT, RNM cerebrales).

Trastorno Obsesivo Compulsivo sobre la orientación sexual



Trastorno Obsesivo Compulsivo sobre la orientación sexual

Características de personalidad que predisponen a este tipo de cuadro, cualquiera sea el contenido, estamos tomando sobre la orientación sexual dada la abundante recurrencia del mismo.

Esta crisis en general comienza con dudas, ideas fijas y compulsiones acerca de ser homosexual a partir de hechos nimios y aislados -fantasías, excitaciones, sueños, etc. con personas del mismo sexo- muy a menudo con imágenes de travestis, cuando se encuentra nuevamente la atracción hacia el sexo opuesto no determina salir de esta obsesión, ya que están las dos posibilidades no la van a desaprovechar ninguna y la creencia de ser homosexual se transforma en la creencia de ser bisexual.

Tomando este aporte de Angustia:“les quiero decir que la cosa es tan sencilla... por que si no lo quiero ser, no lo voy a ser, pero no por que me obsesiono tanto...”
En caso que desde el nacimiento se vaya definiendo la orientación homosexual y la persona se identifique claramente desde la pubertad con la elección afectivo-erótica hacia el mismo sexo la homosexualidad está determinada por la educación, pueda o no cambiarse está definida, en cambio si pasando la pubertad hay una clara elección afectivo-erótica hacia el otro sexo y sobrevienen ganas de una elección distinta cada uno tiene el derecho de ser dueño de su historia, puede darse a partir de la adolescencia que la persona tenga una clara elección heterosexual y quiera cambiar hacia la homo o bisexualidad y esto lo puede hacer desde una determinación consciente de su propia vida.
En estas obsesiones se pierde de vista la facultad de elegir y se cree que la orientación sexual puede ser adquirida como una enfermedad o especie de rayo mágico que penetra en la mente.
Cuando de trastorno obsesivo se trata los pensamientos y excitaciones no están determinadas por las ganas o deseos, se llega a ellos mediante dudas e ideas que se le imponen a la persona a partir de hechos que nos son justamente elecciones personales.
El tipo de personalidades que tienden a producir estos trastornos tienen por lo menos las siguientes características:

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Guiar la vida propia por la opinión ajena, por más irracionales y/o sufrientes que ellas fuesen.
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Dudar de lo indudable, aún sobre si mismo.
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Necesidades de control y perfección, cuando aparecen ideas o reacciones que no pueden controlar y caen en lo adjudicado como malo o imperfecto la persona queda descolocada. En estos casos al desubicarse al con ideas y/o sensaciones sexuales con el mismo sexo comienzan las dudas y búsquedas de certezas para controlar nuevamente y tranquilizarse. La persona se pierde en un continuo y doloroso zigzag entre encontrar la tranquilidad en la certeza de lo que no es y la penosa duda.
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Las necesidades de perfección conlleva consigo la inseguridad, cuando se desencadenan estas crisis se ponen en marcha ambas. Un cóctel especial para que las dos afirmaciones de la duda persistan, se impone la obstinación por no perder ninguna de las dos opciones lo que imposibilita la elección de alguna de ellas.
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Este trastorno aparece primeramente con el contenido de ser homosexual, al descartarse esta opción por el propio peso de ser heterosexual sobreviene la posibilidad de la bisexualidad, más de lo mismo: la misma bola de nieve obsesiva con el aditamento de la creencia que existe lo perfecto y completo teniendo ambas orientaciones, no se quiere elegir para no perder algo, en este caso abandonar o perder la supuesta parte homosexual.

En el transcurso de esta crisis las ilusiones de control y perfección son tan determinantes como resistentes. Hablamos de ilusión en tanto el control total y la perfección no son posibles. Estos rasgos se alimentan especialmente:

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Magnificando y obedeciendo a reglas o teorías de cualquier tipo, antojadizas o irracionales no importa, son reglas que aparecen como tranquilizadoras ante descontroles y dudas e ideas que atormentan.
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Guiándose por detalles nimios, cualquier actitud o fantasías intrascendentes dan la certeza de la orientación sexual, tranquilizando por un rato..., hasta que aparece nuevamente el otro polo de la duda y nuevamente el tormento.
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Las atracciones por los protocolos, formalidades, etiquetas y posiciones sociales llevan a ser crédulos en todo lo que tenga apariencias de importante, lo grandilocuente subyuga y atrae, la fama hace pensar en cierto todo lo que se dice desde esos pedestales. Es así como se compran teorías acerca de lo “evolucionado” de la bisexualidad y remedios que “curan”.
Estas características constituyen un imán hacia las personas que toman una posición de certeza autoritaria y mandona sobre el otro, es así como se llega a creer que en uno hay algo oculto que determina las elecciones propias a pesar de uno mismo, se llega al sometimiento y resignación a ser lo que no se es. Personas rígidas, invasivas y descalificantes influyen mortificando a la vez que hacen más de lo mismo instaurando dudas acerca de la valía o características personales, en tanto estas personas tengan atributos de un supuesto saber tienen más influencia (ver más).


El testimonio de Octaviano nos lleva a adentrarnos en otras características: el miedo que suele basar estas obsesiones es el miedo a perder a la persona amada, cercano a eso otro miedo, del que ya hemos hablado, el de no poder hacer nunca pareja.

El miedo suele tomar carácter premonitorio, muchas veces basado en comparaciones arbitrarias como ser “si pasó una vez va a pasar otra” o “por que lo sueño”, otras veces lo temido está signado por una especie de camino que se ha trazado desde la infancia, “nunca voy a poder hacer una pareja”.
En el pensamiento lógico, la inteligencia usa tanto la certeza como la duda y la anticipación de la realidad como instrumentos para el conocimiento. En tanto haya excesivas y predominantes características obsesivas estas cualidades mutan hacia rigidez, inseguridad, duda ilógica y pensamiento mágico. En mayor o menor medida estos ingredientes están presentes en los relatos de este trastorno. En el mismo instante en que una idea se impone a uno comienza a funcionar ese andamiaje que lleva a estas crisis.
Otra cualidad inteligente es la comprobación en la realidad, en este trastorno esta cualidad se torna en un arma fatal, al usarla pasan cosas tales como: se confunde el nerviosismo y malestar que causa el miedo al ver alguien del mismo sexo con excitación o interés sexual o bien al forzar la comprobación se produce esa excitación buscada, esto a su vez suele llevar a la compulsión masturbatoria con esa imagen; estos impulsos y compulsiones también tienen su explicación en la necesidad de reducir la angustia asociada con los esos hechos, esta reducción se produce momentáneamente con dichas “comprobaciones” y compulsiones.

Estas características llevan periódicamente a trastornos con distintos contenidos, al ponerse en marcha esta rueda de dudas, ideas fijas y compulsiones con contenido de orientación sexual hace muy prolongada la rectificación, no es fácil salir de ella y tiene su tiempo. Esto tiene su explicación en:

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La orientación homosexual es posible, en general otros contenidos son absurdos, ilógicos o fácilmente comprables como ser que la visión de determinados números indiquen tragedia personal, que hay que reordenar decenas de veces una habitación para que no muera tal persona o la existencia de múltiples enfermedades terminales
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En tanto tras las fantasías, sensaciones, etc. la compulsión haya causado satisfacción no se quiere abandonar esta alternativa.
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Suele haber una atracción hacia lo transgresor, no estamos afirmando que lo sea la homosexualidad, si la imagen que se tiene de ella.
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En los primeros momentos, por las características invasivas de estos trastornos, la figura del sexo opuesto queda despojada de erotismo.
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La fortaleza de la sexualidad es un factor importantísimo, en estos cuadros toma más envergadura, es habitual encontrarnos con una hipersexualización signada por la historia personal y agravada por los medios de comunicación masiva, al respecto de esto también cabe destacar que prolifera una gran estimulación a la vida homo y bisexual, en caso que esta sea una determinación o una elección personal no hay problemas, estamos hablando sobre cuando es un factor que agrava estos cuadros. Tema para tratar en otro artículo.

Apuntando a adquirir fortalezas de las crisis es adecuado seguir en psicoterapia hasta hasta revertir las características que llevan a ellas; en este sentido en el caso que una terapia ya esté agotada es adecuado la búsqueda de otra.

Agravando las obsesiones compulsivas con contenido de homosexualidad



Agravando las obsesiones compulsivas con contenido de homosexualidad

Ejemplificando con opiniones populares nos nos vamos a referir a las
malas praxis y éticas opuestas a la salud cometidas por profesionales de la salud mental.

Vamos a tomar las opiniones de premito y aldo09 como ejemplos, nos son muy útiles para analizar mejor las intervenciones que se alejan de la salud resultando ser altamente nocivas y perniciosas, agravando el padecimiento de quienes buscan alivio para sus sufrimientos.

Son intervenciones ligeras, livianas, superficiales, cerradas, embarullantes y apartadas totalmente de la realidad y la situación de las personas a quienes pretenden ayudar, opinan e indican lo contrario a lo que necesitan quienes están pasando momentos de grandes angustias, desorientación con respecto a sí mismo, como así también resultan ser desautorizantes de la persona y de su estado de sufrimiento.

Este accionar inhumano toma otra envergadura cuando de una intervención profesional se trata, siendo entonces altamente destructivo, por lo cual se constituye en mala praxis o iatrogenia.

Atraen con verdades superadoras de mitos y rematan con falsedades acercas del problema personal, convenciendo con salidas falsas. Confunden, justamente en este trastorno, a personas con pensamientos rígidos como ser “si alguien demuestra que dice la verdad todo le será creíble”, también atraen por una supuesta liberación de trabas a personas que quieren trasgredir el orden fijado arbitrariamente.

A partir de realidades como realidades como:

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La homosexualidad no es ni enfermedad mentali ni perversión.
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Las fantasías u otras expresiones con el mismo sexo no significan homosexualidad.
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Es nocivo reprimir tendencias, necesidades y orientaciones personales.

Desde estas afirmaciones sin más ni más se determina que las fantasías u otras manifestaciones con el mismo sexo indican homosexualidadii, dentro de esta compleja situación de dudas sobre algo tan básico como la propia orientación sexual, angustias, depresiones, desesperación... etc. estas opiniones son altamente perjudiciales. Cuando, ¡además!, se incita a probar relaciones con el mismo sexo para saber si gusta y si gusta se es homosexual ya pasamos a un desborde que más que perjudicial es asesino, desde ya la gravedad de indicar estas relaciones a nivel presencial e muchísimo mayor que a nivel virtual. Estoy llamando a reflexionar a las personas que así lo hacen, todos tenemos responsabilidad cuando emitimos opiniones, sepan que en estos estados no hay que meterse con la orientación del otro, que estas opiniones van a confundir más, piensen esto y si no se quiere ser dañino no se metan en donde no es terreno propio, es terreno de psicoterapeutas.

Otro argumento fatal para quienes quieren controlarlo todo y no resisten que algo quede al margen del conocimiento propio es que si se sacan esas ideas o no prueban van a reprimir la homosexualidad.

Cuando la homosexualidad es ajena a si mismo es un engaño pensar que se reprime, no se puede reprimir un aspecto personal que no se tiene. Para superar estas crisis lo indicado es desechar las creencias de aspectos irreales o que no son de uno. Por ejemplo en la obsesión de tener cáncer de estómago, cuando se comprueba que no se tiene cáncer de estómago hay que desechar la idea por ser falsa, está claro que es una ridiculez pensar que el cáncer se reprime, en caso de un fuerte episodio obsesivo esta idea no puede ser desechada por más que se compruebe y se sigue buscando la comprobación de ello. Es tan ridículo pensar que la superación de estos episodios es reprimir un cáncer como pensar que si se desecha la homosexualidad por ser falsa es reprimirla.

Como para echar más leña al fuego, pintan la bisexualidad como un estado completo, pleno y mucho más rico a quienes por características de personalidad quedan en dudas eternas por no poder elegir un camino para no perder el otro.

En una crisis donde la persona se ve invadida por una orientación ajena a sí misma, donde la angustia tiene que ver especialmente por no poder dirigir su vida indicar que se deje llevar por los impulsos es enajenante. Lo compulsivo está definido por no poder manejar voluntariamente y por si mismo los actos, en estos caso recomendar que se deje llevar por el ímpetu de los deseos es alienante, se está empujando a ser menos dueño de sí mismo. En las compulsiones está debilitada la capacidad de no hacer lo que uno no quiere hacer, por lo cual hay que reforzar que la persona consiga poder realizar según su propia identidad, pareceres y proyectos.


En tanto estas indicaciones enfermantes tengan un grado elevado de certidumbre y descalificación penetran en forma persistente en la mente de personas sugestionables y debilitadas, ambas características propias de este trastorno. Como venimos diciendo el efecto es terminante cuando de una intervención profesional se trata.

Las intervenciones inadecuadas provenientes de profesionales de la salud mental producen un importante agravamiento de este cuadro, son hechos que nos dejan azorados y sin palabras, que quienes tienen la función de curar enfermen, que quienes tienen la responsabilidad de manejar diagnósticos y herramientas terapéuticas hagan lo contrario a lo adecuado nos deja sin capacidad de respuestas explicativasiii.
Para terminar damos otros ejemplos de mala praxis:

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Ante el planteamiento del paciente que hasta hace unos meses se consideraba y sentía enteramente heterosexual la respuesta es: “pero ahora es distinto, me contás que te excitan imágenes homosexuales, ¿entonces, ves? ¡cuenta ahora!”, mientras que al trasmitir que se siente heterosexual por sus deseos y proyectos descalifica ese presente y hace surgir algún recuerdo de disfraz o fantasías púberes con el mismo sexo, “si eso hubo antes algo hay, te das cuenta”.
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Transportar, en las sesiones, a que imagine alguien del mismo sexo, que le haría y que siente.
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Indicar que entre a sitios virtuales porno homosexuales y en la sesión siguiente cuente que pasó.
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Un pronóstico: “si luego de dos meses de terapia y la medicación tenés las mismas excitaciones, fantasías y deseos ahí tendrías que aceptarte”.
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No diferenciar la atracción a nivel ético del erótico, no diferenciar un grado de incomodidad y nerviosismo de la excitación sexual. En tanto la persona hable que algo le produce alguien del mismo sexo se traduce como excitación sexual sin indagar si de eso se trata.
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Preguntas inducidas a producir la respuesta afirmativa, “¿te acostarías con él no?”.
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Diagnosticar homosexualidad como si fuese enfermedad a la vez que decir que es normal.
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Diagnosticar homosexualidad por ser que las primeras veces la excitación hacia alguien del mismo sexo fue espontánea.

No sabemos de que se tratan las actuaciones profesionales que hacen atormentar más con la duda, la compulsión e incentivan las ideas fijas irracionales, ¿desconocimiento, medicar por mayores ganancias económicas, perversión, psicopatía, ignorancia. . .?.
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i Ha sido así considerada desde 1973 por el DSM (Diagnóstico y Manual de Desórdenes Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría) y desde 1990 por la Organización Mundial de la Salud. Reconociéndose así que la homosexualidad es una forma más de vivir la sexualidad, la vida de pareja, el erotismo y la afectividad. Estoy destacando estas ideas para afirmar una vez más que la homosexualidad es un conjunto complejo de atributos personales.

iiCuando hablamos de homosexualidad en estos estudios de TOC también incluimos la bisexualidad ya que aquella está incorporada.

iiiEs similar a la respuesta que se puede dar ante “Jorge Corsi es un reconocido psicólogo, docente en la UBA y pionero en el tema violencia de género. Ayer fue apresado bajo la acusación de liderar una banda dedicada a reclutar adolescentes para llevarlos a fiestas sexuales y filmarlos. . . acusado de abuso de menores

fuente:
Psicología Integradora

Obsesivos compulsivos avergonzados




Obsesivos compulsivos avergonzados
La condición conocida como Desorden Obsesivo Compulsivo (OCD por sus siglas en inglés) es la enfermedad mental más frecuente después de la depresión.

El desorden obsesivo compulsivo es la enfermedad mental más frecuente después de la depresión.
Sin embargo, las personas afectadas por el síndrome -caracterizado por el desarrollo de una serie de comportamientos obsesivos, como lavarse las manos con frecuencia- se sienten avergonzadas de hablar al respecto, incluso con sus familiares.

Gillian Knight, londinense de 43 años de edad, quien después de muchos años y un tratamiento adecuado controló la enfermedad, compartió su experiencia con la BBC.

Con tan solo 13 años de edad descubrí que había algo extraño en mi comportamiento.

Empecé a preocuparme porque las cosas que hacía -o que dejaba de hacer- podían ocasionar algún accidente o causar algún daño a mis seres queridos.

¿Había apagado las hornillas de la cocina?, ¿había desenchufado la plancha?, ¿había dejado todas las cosas organizadas adecuadamente en la casa?

Yo no quería hacerle daño a nadie, pero los pensamientos de que accidentalmente pudiera hacerlo, aparecían en mi mente todo el tiempo, así que para deshacerme de ellos, tenía que revisar que todo se encontrara en perfecto orden.

No hubo ningún detonante, sencillamente fue algo que ocurrió.


Gillian Knight, diagnosticada con OCD.
Yo no quería hacerle daño a nadie, pero los pensamientos de que accidentalmente pudiera hacerlo, aparecían en mi mente todo el tiempo, así que para deshacerme de ellos, tenía que revisar que todo se encontrara en perfecto orden
Gillian Knight
Una vez pasé una hora en el baño tratando de que la alfombra quedara totalmente lisa, para que nadie la pisara y se resbalara. Pero mientras más trataba de que quedara lisa, menos lograba que así fuera.

Al principio revisar las cosas genera un sentimiento de tranquilidad en la persona, sin embargo, esas revisiones se vuelven más frecuentes en la medida en que los pensamientos obsesivos aumentan.

El tiempo pasa y se desarrollan rituales que pueden ser muy embarazosos, por eso es muy difícil abrirse y hablar de ellos. Me sentía ansiosa y en los peores momentos, suicida.

Pasaba tardes enteras llorando en mi cuarto, me aislé totalmente.

Adicionalmente se encontraba el problema del diagnóstico y el tratamiento adecuado. Yo lo recibí a los 26 años, después de años de infructuosas visitas a médicos que me aseguraron que sufría de depresión.

El efecto de tomar los medicamentos adecuados para mi condición fue impresionante. Todavía tengo mis días malos, los pensamientos que solía tener no desaparecen totalmente, pero al menos ya no me molestan más.

pensar en algo no significa que eso que se piensa sea cierto


Las obsesiones

¿Quién no ha tenido alguna vez ideas o preocupaciones que de forma repetitiva le asaltan sin que sepa alejarlas para vivir sin su pernicioso influjo?
No son pocos quienes dudan sistemáticamente si han cerrado bien la puerta, desconectado el gas, apagado la luz... y vuelven una y otra vez a confirmar que, efectivamente, sí lo habían hecho. Otras personas ritualizan su vida cotidiana con manías como contar las baldosas de las cocinas o los peldaños de las escaleras, no pisar las rayas del suelo, retener las matrículas de los coches, ocupar siempre el mismo asiento en las reuniones o comidas, portar un objeto inútil en el bolsillo... Pero esto no son sino manifestaciones casi anecdóticas de unas costumbres que pueden convertirse en un verdadero problema psicológico. Todos tenemos hábitos que, a pesar de que merezcan el calificactivo de manías, consideramos normales. Pero cuando estos pensamientos o manías hacen sufrir nos encontramos con los trastornos obsesivo compulsivos. Las obsesiones son pensamientos que se repiten de forma insistente a pesar de la voluntad del individuo, y que escapan a su control.
Si los pensamientos obsesivos se convierten en gestos de conducta casi automática, devienen en compulsiones, acciones o manías que la persona se ve forzada a ejecutar para sentirse bien o, al menos, tranquila. Es consciente de lo absurdas e irracionales que son, pero se siente incapaz de eludirlas. Cuando las compulsiones se asocian entre sí, formando una cadena, se convierten en rituales patológicos.
Catálogo de rituales obsesivos
Casi siempre están relacionados con:
La limpieza. Quienes los padecen tiene pavor a quedar contaminados con lo que tocan o rozan y se lavan repetidamente las manos. Incluso llegan a evitar dar la mano o cualquier contacto físico en los saludos. Una motita de polvo en un mueble les parece algo horrible.
El orden. No soportan que alguna cosa se halle, siquiera temporalmente, fuera de su sitio. Incluso si ocupan su lugar debe ser en simetría o en conformidad con los ángulos de la mesa. Tampoco soportan que los demás no cumplan con esos cánones del orden compulsivo y las personas que conviven en la casa, sean adultos o no, habrán de cumplir estrictamente con las normas de orden y limpieza impuestas por el afectado por esta manía.
Comportamientos indecisos. Por ejemplo, comprueban una y otra vez cómo está la casa antes de cerrar la puerta. Y aun así, vuelven a entrar después de haber cerrado. Ante cualquier decisión, por nimia que sea, lo pensarán durante meses. Y, una vez adoptada, dudarán si fue acertada. Y reflexionarán incasablemente sobre si han hecho bien, o consultarán con otras fuentes.
Distinguir los pensamientos obsesivos
Todos tenemos manías, preocupaciones o pensamientos repetidos. Pero si la obsesión llega a dificultar o impedir las relaciones sociales, si la persona pierde libertad... nos hallamos ante un trastorno obsesivo compulsivo que puede requerir de la intervención de un especialista. Resultaría interminable enumerar las consecuencias que pueden acarrear los pensamientos irracionales en quienes los padecen y en quienes conviven con estas personas. El catálogo es muy amplio, desde los inconvenientes más triviales hasta los desenlaces más dramáticos. Y todo ello sólo por haber interpretado distorsionadamente la realidad. Ya en el siglo I, Epicteto, un filósofo estoico, afirmaba que «los hombres no se perturban por causa de las cosas, sino por la interpretación que hacen de ellas». En cualquier caso, lo interesante es saber cómo librarse de las obsesiones y hacer frente a estos pensamientos irracionales y distorsionados. Y, consecuentemente, cómo conseguir vencer a las conductas compulsivas.
La psicología científica, de la mano de autores como Ellis, Beck, Mahoney o Golfried, ha alumbrado la Reestructuración Cognitiva, una técnica psicológica cuyo objetivo es identificar, analizar y modificar las interpretaciones o pensamientos erróneos que las personas experimentan en determinadas situaciones o tienen acerca de otras personas.
Los pensamientos negativos
El pensamiento, en general, es un diálogo con nosotros mismos en el que terminamos haciendo afirmaciones sobre determinadas situaciones. Pueden ser positivos si nos hacen sentir bien y nos ayudan; o negativos, si nos originan emociones negativas o nos hacen sufrir. Serán racionales si se corresponden con lo que sucede objetivamente en la realidad, e irracionales si se alejan de lo que sucede.
Los pensamientos que causan más sufrimiento son los irracionales negativos. Describamos algunos:
Pensamiento filtrante. Se toman los detalles negativos y se magnifican, sin filtrar los aspectos positivos de la situación.
Pensamiento polarizado. El maniqueismo: las cosas son blancas o negras. La persona ha de ser perfecta; si no, es un fracasado. No hay término medio.
Sobregeneralización del pensamiento. Se extrae una conclusión general de un simple incidente. Si ocurre algo malo en una ocasión, se esperará que ocurra una y otra vez.
Interpretación del pensamiento. Creemos saber qué sienten los demás y por qué se comportan como lo hacen. Nos vemos capaces de adivinar lo que sienten los demás acerca de nosotros.
Visión catastrofista. Se vaticina, se espera y se teme irracionalmente, el desastre. El individuo se entera de un problema y empieza a decirse «¿y si ocurre que...?», «¿y si me sucede a mí?»
Personalización. Creemos que todo lo que la gente hace o dice es una forma de reacción hacia nosotros. Y nos comparamos con los demás, intentando determinar quién es más elegante, quién es más brillante, quién tiene aspecto más saludable.
Culpabilidad. Mantiene que los demás son responsables de su sufrimiento o adopta el punto de vista opuesto y se culpa a sí mismo de los problemas ajenos.
Cómo actuar ante los pensamientos irracionales negativos
Seamos conscientes de la influencia que tienen sobre nuestra conducta y emociones. Los pensamientos son esos monólogos que mantenemos con nosotros mismos interpretando la realidad que nos rodea y a nosotros mismos. Pero son sólo hipótesis a demostrar.
Identificar los pensamientos, determinar en qué medida son objetivas esas interpretaciones de la realidad, hasta qué punto son racionales. Y hasta qué punto son polizones que se han colado sin nuestro permiso y nos hacen sufrir sin razón. La alarma salta cuando nos producen emociones negativas como miedo, angustia o tristeza. Desenmascaremos entonces al polizón y examinémoslo sobre la racionalidad y la adecuación con la realidad.
Analizarlos, partiendo de que son sólo hipótesis a demostrar y que pensar algo no significa que sea cierto.
Cómo analizar si los pensamientos se ajustan a la realidad.
Qué datos objetivos de la realidad apoyan e invalidan ese pensamiento.
Con qué argumentos se defendería ese pensamiento ante otra persona.
Qué probabilidad existe de que suceda lo que se piensa.
Si lo tuviera otra persona, qué le diría yo para demostrarle que está en un error.
Es esa la única forma de interpretar la situación o existen otras.
Cómo analizar si influyen en los estados emocionales y en las conductas.
¿Me ayuda a conseguir mis objetivos?
¿Me hace bien o me hace daño?
¿Cómo influye en mi estado de ánimo?
¿Cómo influye en mi conducta?
Cómo analizar qué ocurriría si lo que se piensa fuera cierto.
Incluso si lo que pienso es correcto, ¿es realmente una catástrofe?
¿Qué consecuencias reales tendría para mí si ocurriera?
Si es así, ¿está justificado que me descomponga tanto?
Si lo malo ocurre, ¿será para siempre? ¿O algo temporal?

Publicado por infoansiedad

¿Qué debo saber si padezco T.O.C.?


¿Qué debo saber si padezco T.O.C.?

No existe un diagnóstico fiable para este trastorno. El diagnóstico está basado en la entrevista con el paciente por parte de un experimentado profesional de la salud mental. Quizá algún día cuando sepamos más acerca de las características biológicas del T.O.C. se podrá disponer de marcadores genéticos o patrones en escáneres cerebrales que confirmen el diagnóstico. Pero no por ahora.
Por ejemplo, veamos una persona que muestra síntomas de T.O.C. después de haber padecido un traumatismo en la cabeza a la edad de 45 años. Sería razonable suponer la posibilidad de que una herida aguda en la cabeza pueda haber ocasionado los síntomas del mencionado trastorno.
Otro ejemplo podría ser el de una niña de 10 años que de repente desarrolle una fobia hacia los gérmenes y empiece a lavarse las manos constantemente y de una forma innecesaria y que también muestre espasmos en sus brazos. Supongamos que estos síntomas aparecen después de haber tenido un problema agudo de infección en el cuello.
Aunque tales desencadenantes no son típicos de T.O.C. existen razones para creer que algunos casos pueden precipitarse por una reacción anormal del sistema de inmunidad a una infección respiratoria superior. La Dra. Sue Swedo, del National Institute of Mental Health ha definido el término PANDAS para referirse a esta variedad del T.O.C. La mayoría de los casos empiezan de modo poco llamativo y gradualmente se convierten en más aparentes después de meses o años. Es sólo practicando una retrospectiva del hecho que uno se da cuenta de alguna de las señales incipientes de la enfermedad.
Sin embargo, hay algunas pistas que pueden determinar si se padece T.O.C. En efecto, la mayoría de personas con el trastorno se diagnostican ellas mismas. El proceso de descubrir el T.O.C. a menudo empieza viendo algún programa dedicado a ello en TV o leyendo el periódico, una revista o un artículo en Internet como lo está haciendo ahora.
Muchas personas con T.O.C. se sienten únicas en el mundo hasta que oyen la historia de alguien que, como ellos, tienen el trastorno. Piensan que están perdiendo la razón hasta que se dan cuenta de que están padeciendo una enfermedad con bases bien definidas y que tiene un nombre. Finalmente tienen un punto de esperanza al saber que los científicos están haciendo progresos en este campo.
A menudo, transcurre algún tiempo hasta que encuentran ayuda para su enfermedad y saber que existe tratamiento para ésta. Cuando se les pregunta, las razones dadas pueden ser diversas y embarazosas, los síntomas del T.O.C. suelen ser tan desagradables y de índole privada que resulta difícil compartirlas, incluso con personas queridas y profesionales especializados. Un dispositivo utilizado para reducir la vergüenza de compartir material tan sensible puede ser el hacer una relación de características del comportamiento obsesivo-compulsivo. Aunque es mejor hacerlo en persona, algunas individuos prefieren rellenar un cuestionario.
En ocasiones, los ejemplos resultan absurdos y uno no puede imaginarse cómo alguien en su sano juicio podría experimentar tales pensamientos o involucrarse en esos comportamientos. En otras, las preguntas van directas al objetivo y parece que la relación fuese hecha para cada uno en particular.
Para los psicoterapeutas clínicos experimentados ninguno de los pensamientos o comportamientos parecen extraños o fuera de contexto. Son producto de la enfermedad “hipos en el cerebro” como la Dra. Judith Rapoport, los denominó una vez.
Los síntomas del T.O.C. no influencian la percepción que el clínico tiene sobre la persona y su aflicción, al igual que en el médico el pus de una herida infectada no lo hace sobre la moral de un paciente.
Por: Dr. Michael DEMITRI

PSYCHCENTRAL

fuente:infoansiedad

Aprende a controlar tus pensamientos obsesivos


Aprende a controlar tus pensamientos obsesivos

Cuando tienes una discusión, ¿te quedas repitiendo una y mil veces la escena? ¿No puedes dormirte, pensando que quizás no te despiertes a horario? ¿Sientes que tu cabeza es tomada por tus propios pensamientos y pierdes el control de su flujo?
Considera estos tips y podrás recuperar el control sobre los pensamientos que te inquietan.

Pasos
1

Activa tu cuerpo sin forzarte a dejar de pensar. Aplica tu energía hacia la realización de alguna actividad física, y tus pensamientos tenderán a reorientarse por sí solos.
2

Cambia de ambiente cuando tus pensamientos se vuelvan reiterativos: toma aire fresco en el balcón, camina por el parque, vete a realizar una compra. Al modificar el entorno, tus pensamientos tenderán a adaptarse a la nueva situación y se despejará tu mente.
3

Desacredita las ideas u opiniones resultantes de pensamientos obsesivos. La obsesión logra que percibas las cosas de manera desproporcionada y tengas una visión deformada de la realidad. No tomes decisiones a partir de ese tipo de pensamientos.
4

Respira profundamente varias veces, hasta sentir con nitidez la entrada y salida de aire de tus pulmones. Podrás "correrte" de los pensamientos obsesivos. Tú no eres tus pensamientos, ellos son sólo un subproducto de tu actividad mental.
5

Aléjate de los pensamientos obsesivos. Afirma que tú eres su creador y que ellos nada pueden hacer sin tu consentimiento. Imagina que eres un ajedrecista y ellos son piezas que deben obedecer tus indicaciones.
6

Si los pensamientos obsesivos son generados a partir de un problema real, reserva en tu agenda el tiempo necesario para resolverlo. La obsesión puede ser generada por la ansiedad que te causa tal problema, y no por una debilidad de tu pensamiento.
7

Morigera tu autoexigencia. No asumas que eres el único responsable de solucionar todos los problemas de tu entorno. Es frecuente que este modelo de pensamiento, sumado a las exigencias reales del medio, genere patrones de pensamientos repetitivos.
8

En lo posible, evita las situaciones que suelen traerte pensamientos obsesivos. Y nunca participes de ellas cuando te sientas cansado, débil o mal preparado para enfrentarlas.
Importante

* Identifica con claridad la fuente real de tus problemas, es decir, las condiciones que generan en ti emociones, pensamientos y acciones obsesivas. No es dejando de pensar como recuperarás el control, sino desarticulando esas situaciones y reencauzando tu pensamiento hacia la construcción de la realidad a que aspiras.
* No dudes en buscar ayuda. Consulta con tu médico quien te indicará como proceder, y si es necesario podrá derivarte al especialista adecuado.

fuente: cubellun,

la educacion emocional

cosas que nunca debimos aprender

Cuando un error en el diagnóstico diferencial puede ser "peligroso"


Cuando un error en el diagnóstico diferencial puede ser "peligroso": tratamiento por exposición en imaginación a las obsesiones de suicidio e inundación en vivo a los estímulos desencadenantes de las obsesiones de suicidio.
*Maldonado, A.L.; *Jiménez Pérez, M.A.; *Fernández Coello, S. y Rodríguez Pérez, E.
(*Centro de Psicología ALBORAN)


El diagnóstico diferencial entre el trastorno obsesivo compulsivo y la depresión presenta, en ocasiones, bastante dificultad para el psicólogo clínico. Cuando ese diagnóstico diferencial debe hacerse entre obsesiones de suicidio que podrían ser también ideación suicida en el marco de la depresión un error en el diagnóstico puede tener consecuencias muy negativas.

Presentamos un caso de obsesiones puras con temática de suicidio que tratamos con técnicas exposicionales.

La importancia del caso no está en las técnicas utilizadas sino en la dificultad del diagnóstico y en las dudas que puede plantear al clínico el tipo de tratamiento indicado en la literatura: exposición a las propias ideas de suicidio.

En el alta y el seguimiento de los tres meses los resultados del tratamiento son satisfactorios.

El trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por la presencia de ideación obsesiva que suele aparecer acompañada de acciones y comportamientos que se realizan en forma de ritual. Este trastorno suele aparecer junto a una considerable angustia y malestar.

Las obsesiones no son experimentadas como producidas voluntariamente sino que se definen como pensamientos, imágenes, ideas o impulsos que invaden de manera persistente la conciencia. La persona no las desea ni se alegra de tenerlas sino que normalmente se resiste a tenerlas y trata de librarse de ellas. Por otro lado, las obsesiones en forma de pensamientos son más frecuentes que las obsesiones en forma de impulsos o imágenes. Cuando aparece la obsesión, la persona suele resistirse y trata de suprimirla. Si logra suprimirla, lo más probable es que vuelva al poco tiempo. En ocasiones, estas cogniciones se presentan de forma continua mientras que otras veces pueden aparecer por episodios y en relación a diversos estímulos ambientales o internos. Cuando se presentan estos fenómenos cognitivos el sujeto se siente incapaz de controlarlos o eliminarlos. El sujeto suele ser incapaz de explicarse estos fenómenos cognitivos por lo que los puede considerar repugnantes, sin sentido, amenazadores y contrarios a sus verdaderos sentimientos. Aunque en ocasiones puede existir cierta racionalidad en los miedos, el alcance de esos miedos suele ser reconocido como irracional por el mismo individuo. Algunos sujetos informan de pensamientos muy específicos (Ej. voy a matar a mi mujer) mientras que otros experimentan una vaga sensación de terror sobre algo que está ocurriendo o va a ocurrir. También puede existir una aprensión de que algún hecho terrible va a ocurrir (Ej. incendio del hogar, contraer una enfermedad mortal o causar la muerte de otra persona por contaminación o por negligencia). El sujeto no percibe que el pensamiento está originado en el exterior sino que reconoce y sabe que es su propio pensamiento.

Respecto a los contenidos de las obsesiones, (Akhtar, Wig, Verna, Pershod y Verna, 1975), encontraron que la suciedad y la contaminación eran el contenido más usual de las obsesiones. Estos temas iban seguidos, en orden decreciente, por la agresión y violencia, religión y sexo.

En las imágenes, el sujeto puede verse a sí mismo realizando un acto despreciable o ver cómo le está ocurriendo algo terrible a alguna persona cercana.

Hay que tener en cuenta que el factor crítico de las obsesiones no es su contenido sino la naturaleza intrusiva de los fenómenos cognitivos, el reconocimiento de que no tiene ningún sentido, la generación de angustia y malestar en el individuo y el nivel de creencia atribuido a ese fenómeno.

Las compulsiones son actos que pueden hacerse en público o en secreto y que en la mayoría de las ocasiones se asocian con la presencia de las obsesiones. Estos actos se suelen realizar de forma ritual o estereotipada y se les conoce como rituales compulsivos. Aunque la resistencia activa por parte del sujeto se considera esencial para el diagnóstico, en ocasiones (p. ej. en casos muy cronificados) es difícil encontrar dicha resistencia. Esto podría deberse a los nulos o escasos resultados que hayan dado los esfuerzos por controlar el comportamiento durante años.

Los rituales más comunes son: excesivo aseo y lavado de manos, limpieza, comprobación y recomprobación de elementos domésticos, puertas y ventanas, material relativo al trabajo y cuestiones relacionadas con la consecución de seguridad. Los rituales de aseo y limpieza suelen estar relacionados con miedos referidos a la contaminación. Las comprobaciones reflejan dudas sobre las ejecuciones personales o miedo de ser considerado responsable de acontecimientos catastróficos temidos.

Las comprobaciones y las conductas de aseo y lavado suelen ser graves pudiendo ocupar la totalidad del período de vigilia. En casos extremos el individuo puede permanecer todo el tiempo que puede despierto para continuar con sus rituales.

Los rituales pueden ser también cognitivos, en cuyo caso consistiría en un acto mental realizado de una forma específica y consistente en una serie de pasos concretos (Ej. recitar una oración, visualizar una imagen concreta, recitar una serie de frases o números, etc.). Los rituales cognitivos se diferencian de las obsesiones porque tienen un punto final determinado (Sturgis y Meyer, 1981). Los rituales son comportamientos finalistas. Desde el punto de vista del sujeto sirven para prevenir la contaminación, asegurarse la perfección o librarle de efectos catastróficos.



La mayoría de los rituales son vistos como una forma de evitación activa o pasiva. Por ej. el limpiado o lavado compulsivo es un tipo de evitación pasiva y la actividad puede interpretarse como una función reconstituyente (la limpieza elimina el contaminante). Los rituales de comprobación son una forma de evitación activa en que que la conducta se usa para prevenir la ocurrencia de un hecho catastrófico. Por otro lado, un sujeto puede mantener uno o varios tipos de rituales.

En la actualidad se acepta que los rituales están asociados a obsesiones concretas. Cuando aparece la obsesión, ésta provoca una urgencia incontrolable para realizar ciertos comportamientos. Desde la perspectiva conductual los rituales tienen la función de reducir la ansiedad. No obstante, Walter y Beech (1969) demostraron que en ocasiones se da un incremento de la ansiedad y el malestar tras el comportamiento ritualista. Este hecho se podría interpretar si se admite la posibilidad de que en algunos sujetos, el hecho de la falta de control sobre la conducta compulsiva sea el generador de la ansiedad. Así, inmediatamente después de realizar el ritual el individuo tiene un autoconcepto negativo. Rachamn y cols. (1985) demostraron que para la mayoría de los comprobadores y sujetos que practicaban rituales de lavado, estos se asociaban a una reducción de la ansiedad.

En ocasiones, los rituales no aparecen asociados a una obsesión sino que suelen ser autónomos. Turner y Beidel, (1988) afirman que en su práctica clínica este tipo de casos suelen aparecer aunque con poca frecuencia. Walton y Mather (1963) afirman que esos casos se pueden dar con mayor probabilidad en sujetos especialmente crónicos o en los que se da un trastorno muy grave y con cierta ambivalencia, lo que le impide establecer de qué forma están relacionadas las obsesiones con los rituales.

Rachman (1974) describió una forma de trasorno obsesivo-compulsivo llamado enlentecimiento obsesivo primario. El trastorno se caracteriza por una lentitud extrema para realizar diversas actividades como lavarse, vestirse o finalizar alguna tarea. Al parecer, estas conductas no se asocian a ningún ritual y no van seguidas de reducción de ansiedad. No está claro si este trastorno es una variante del TOC o si se encuentra entre el TOC y el trastorno compulsivo de la personalidad. Las personas que padecen este trastorno suelen tener también otras obsesiones o compulsiones.

Las personas con TOC suelen padecer ansiedad crónica desadaptativa y ciertos niveles de depresión. La ansiedad pueden manifestarla como nerviosismo, aprensión, irritabilidad, quejas somáticas o dudas que pueden manifestarse como ambivalencia o indecisión. También es frecuente que las personas con TOC tengan ataques de pánico. Como en el trastorno de angustia, esos ataques pueden ser espontáneos o precipitados por estímulos específicos. Casi todas las personas con TOC suelen tener una preocupación persistente. Comparados con los demás sujetos con trastornos de ansiedad, los obsesivos presentan mayor ansiedad y un patrón de miedo más persistente (Turner, McCann, Beidel y Mezzich, 1986).

El TOC suele comenzar en los primeros años de la etapa adulta encontrándose la mayor frecuencia de inicio entre los 18 y 25 años. Ingram y Pollit (1975) encontraron que la edad media de inicio se situaba en los primeros años de la veintena. Black (1974) informó que aproximadamente el 50% de su muestra de pacientes con TOC inició el trastorno antes de los 25 años y el 84% antes de los 35. No obstante, se conocen casos de TOC en niños (Rapoport, 1986). Según Turner y Beidel (1988) mucho antes de manifestarse el trastorno ya existen síntomas leves del TOC. Estos síntomas ocurren de forma esporádica, son de baja intensidad y suelen ser tan insignificantes que el sujeto no les presta atención.

El TOC suele afectar de forma variable a las áreas familiar, interpersonal, social y laboral de los pacientes. Aunque todos los pacientes obsesivos no van a sufrir el trastorno en sus formas más graves, hay que tener en cuenta que el efecto sobre las áreas significativas de estas personas va a ocurrir en algún grado y que los síntomas suelen empeorar con el curso del trastorno. La evolución más frecuente de este trastorno es la progresiva cronificación y las poco frecuentes remisiones. En períodos de seguimiento de 1 a 23 años se encuentra una tasa de remisión espontánea del 23% (Marks, 1991). Una minoría de los casos se caracteriza por un curso en episodios.

Este curso discontinuo también puede interpretarse como un período de síntomas residuales seguido de una exacerbación de los síntomas, lo que constituiría un episodio. Por otro lado, una vez que el trastorno se ha implantado es improbable que los sujetos puedan liberarse por completo de todos los síntomas (Turner y Beidel, 1988).

Respecto al pronóstico, el TOC se considera uno de los trastornos de más difícil tratamiento. Además los pacientes con TOC se consideran difíciles de tratar por algunas características que suelen presentar como: rabia, hostilidad y rigidez.

Los datos iniciales sobre efectividad de los tratamientos del TOC eran francamente pesimistas. Por ejemplo, (Kringlen, 1965), con una muestra de 90 pacientes encontró que sólo el 20% habían mejorado entre 13 y 20 años después del tratamiento. Grimshaw (1940) encontró que el 40% de su muestra presentaba una gran mejoría tras 14 años de seguimiento. No obstante, la introducción de los tratamientos conductuales ha mejorado mucho la efectividad de la intervención con estos pacientes.

Steketee, Foa y Grayson (1982) afirman que los tratamientos conductuales de exposición suelen aportar tasas de éxito situadas entre el 70-80%. Kirk (1983) con una muestra de 36 pacientes encontró que con seguimientos entre 1 y 5 años el 81% de los sujetos no precisó de ninguna intervención adicional. No obstante, estos datos optimistas son matizados por Turner y Beidel (1988) quienes afirman que es muy difícil determinar qué significa una "mejora importante" para los distintos autores. Además, en los casos tratados por ellos que han obtenido una mejoría significativa tras el tratamiento observan que suelen mantener una ansiedad residual por lo que consideran probable que el trastorno pueda reaparecer en situaciones futuras de estrés.

Los pacientes con TOC suelen sufrir niveles variables de depresión. La disforia puede situarse entre un ligero malestar debido a la imposibilidad de controlar los síntomas del TOC hasta una depresión grave con ideación e intentos de suicidio. Suelen padecer de insomnio, cansancio e incapacidad para la concentración.

Los pacientes con TOC también suelen presentar diversos problemas interpersonales, conyugales y familiares además de problemas académicos y/o laborales. En muchos casos va a ser difícil determinar si estos problemas asociados son consecuencia del trastorno o si contribuyen a él. También puede ocurrir que las dos cosas son ciertas y que se refuercen mutuamente en forma de círculo vicioso. No obstante, hay que tener en cuenta que en la mayoría de las ocasiones el intervenir en estas áreas asociadas va a ser difícil antes de tratar los síntomas del TOC. Suele ser frecuente encontrar que la persona con TOC ya tenía algunas peculiaridades o características especiales antes de que se desencadenara el trastorno. Por lo general estas características no suelen interferir significativamente y no suelen producir malestar personal. Estos elementos precursores del síndrome pueden detectarse en la adolescencia o incluso en la primera infancia.

Podría suponerse, por lo explicado hasta ahora, que el TOC es un síndrome fácil de detectar y diagnosticar. Es cierto que algunos casos se pueden reconocer fácilmente pero también es cierto que otros pueden poner en duda al clínico más experimentado. Eso se debe a la similitud y el solapamiento entre el TOC y otros trastornos. Además, los pacientes obsesivos suelen ocultar información, no son capaces de exponer toda la sintomatología o restan importancia a los síntomas. Otras veces es posible que los pacientes obsesivos acudan a tratamiento pero no revelen las obsesiones y las compulsiones. Por lo general se deben examinar las obsesiones y las compulsiones en cualquier trastorno de ansiedad.

En el grupo de los trastornos de ansiedad se encuentra aquellos caracterizados por la presencia de una ansiedad desadaptativa. Entre estos trastornos suele existir cierto solapamiento. Este solapamiento ha sido descrito por Boyd y cols. (1984), quienes demostraron que la presencia de un síntoma de trastorno de ansiedad eleva la probabilidad de que se presenten síntomas de otro trastorno de ansiedad. En este sentido, Barlow (1985) informó de la existencia de ataques de pánico en casi todos los trastornos de ansiedad. Los pacientes obsesivos obtienen puntuaciones similares a otros pacientes con ansiedad en varios instrumentos psicométricos aunque con tendencia a puntuaciones más extremas (Turner y cols., 1986).

Además, los pacientes obsesivos compulsivos suelen responder de forma favorable a los tratamientos conductuales utilizados en otros trastornos de ansiedad.

El miedo al pánico en los sujetos con trastorno de angustia es muy similar al miedo a perder el control en los obsesivos.

Por todo lo anterior, para diferenciar el TOC de otros trastornos de ansiedad debemos determinar si los síntomas obsesivos y compulsivos son predominantes. En ese caso es apropiado el diagnóstico del TOC aunque estén presentes síntomas de otros trastornos de ansiedad. El sistema clasificatorio actual (DSM) también permite el diagnóstico concurrente de varios trastornos de ansiedad.

Turner y Beidel (1988) admiten que existe gran confusión en el diagnóstico de los trastornos de ansiedad. Esa confusión se debería al papel predominante otorgado al trastorno de pánico y a la insistencia en el uso de los sistemas categoriales cuando es posible diferenciar aspectos dimensionales en muchos de estos trastornos.

El miedo y la ansiedad en las fobias suelen ser menores que los que existen en los trastornos de ansiedad. Varios tipos de fobias tienen gran prevalencia en los pacientes obsesivos compulsivos y en los que padecen otros trastornos de ansiedad. Rachman y Hodgson (1980) concluyen que existe una elevada asociación entre las fobias y el TOC. Además el TOC podría interpretarse como una fobia en la que la compulsión sería la conducta de escape. Kringlen (1965) encontró que más del 50% de una muestra de 90 sujetos obsesivos padecían fobias.

Las diferencias entre las fobias y el TOC son:

1. Las obsesiones se caracterizan por una preocupación continua por los pensamientos repetitivos y perturbadores.
2. El TOC se caracteriza por elevada ansiedad general y estado de ánimo disfórico.
3. Los rituales en los pacientes con TOC son necesarios aunque no se encuentren en presencia del estímulo fóbico.

Los pacientes obsesivos tienden a padecer depresiones más graves que los pacientes con otros trastornos de ansiedad. Vaughan (1976) encontró una incidencia de depresión entre pacientes obsesivos del 17 al 35%. Turner y cols. (1986) encontraron que todos los pacientes evaluados tenían un grado significativo de depresión evaluado mediante el BDI.

En la mayoría de las ocasiones la depresión suele ser secundaria al TOC. Rachman y Hodgson (1980) informaron que un 55% de sus pacientes no presentaban un trastorno depresivo antes de comenzar a padecer el TOC mientras que muchos de esos pacientes desarrollaron la depresión más tarde. Para Welner y Horowitz (1976) hay una probabilidad tres veces mayor de que la depresión siga al TOC en lugar de precederlo.

Ambos trastornos, el TOC y la depresión suelen agravarse mutuamente por lo que se produce un círculo vicioso. Por otro lado, el DSM IV permite el diagnóstico concurrente de ambos trastornos, considerándose diagnóstico principal a aquel que haya aparecido en primer lugar.

Respecto a la relación entre depresión y ansiedad encontramos posturas encontradas entre los distintos autores. Hay quienes mantienen que la ansiedad es una manifestación de un trastorno del estado de ánimo. No obstante, existen claras evidencias de que los dos síndromes, pese a su solapamiento presentan características diferenciadoras en cuanto a los síntomas, curso y pronóstico. Roth y Mountjoy (1982) afirmaron que la depresión se caracteriza por un grupo de síntomas estadísticamente diferentes de los de la ansiedad. Kendler, Heath, Martin y Eaves (1987), utilizando procedimientos multivariados encontraron características esencialmente distintas entre la depresión y la ansiedad. El pronóstico para recuperarse de una depresión es mucho mejor que para la ansiedad. Los antecedentes familiares, el curso clínico y la mortalidad en pacientes de ansiedad se pueden distinguir con claridad de un grupo apareado de pacientes con depresión (Coryell, 1981).

Turner y Beidel (1988), basándose en su experiencia clínica consideran el TOC como principal si se dio en primer lugar, con independencia de la gravedad de la depresión. No obstante, cuando concurren ambos trastornos, el tratamiento de la depresión se realiza siempre en primer lugar.

Durante mucho tiempo se ha especulado con una posible relación entre esquizofrenia y TOC. Investigaciones actuales no apoyan esta idea. Black (1974), con una muestra de 300 pacientes con TOC examinó la incidencia del desarrollo posterior de esquizofrenia encontrando cifras situadas entre el 0 y el 3,3%. Lo (1967) encontró que el 2,2% de una muestra formada por 88 pacientes con TOC desarrollaron una esquizofrenia con posterioridad.

Aunque las cifras anteriores sitúan el riesgo de sufrir una esquizofrenia entre los sujetos con TOC en porcentajes similares a la población general, la existencia de las ideas sobrevaloradas en el trastorno obsesivo sigue alimentando las especulaciones sobre la relación entre TOC y esquizofrenia.

Las ideas sobrevaloradas son muy importantes de cara al tratamiento. Los pacientes con ideas sobrevaloradas suponen un porcentaje muy pequeño de todos los pacientes con TOC. Mientras que la mayoría de los sujetos con TOC reconocen que sus pensamientos son irracionales o desproporcionados, los sujetos con ideas sobrevaloradas no consideran sus conductas sin sentido o irracionales sino que creen que sus preocupaciones están suficientemente justificadas y que sus rituales les protegerán de consecuencias desastrosas. Por otro lado, los sujetos con ideas sobrevaloradas cumplen los criterios para el TOC y normalmente reciben ese diagnóstico. Foa (1979) advierte que esos pacientes no responden bien al tratamiento cognitivo conductual. Contrariamente, basándose en su experiencia clínica (Turner y Beidel, 1988) no están de acuerdo con la conclusión de Foa (1979). Hay que tener en cuenta que el elemento clave en la ideación sobrevalorada no se centra en las diferencias en el contenido de las obsesiones sino en la validez que el sujeto otorga a esos pensamientos. Los sujetos con ideas sobrevaloradas suelen asignar una rigidez variable a esas ideas pero nunca admiten que no tengas sentido. En la forma más severa, las ideas sobrevaloradas constituyen un delirio monosintomático. No obstante estos sujetos no presentan otros síntomas de psicosis.

Aunque los delirios esquizofrénicos pueden asemejarse a las obsesiones y los esquizofrénicos pueden manifestar también conductas ritualistas, resulta fácil diferenciar ambos trastornos. Para realizar el diagnóstico diferencia entre el TOC y la esquizofrenia hay que tener en cuenta:

1. Los sujetos con TOC no manifiestan síntomas positivos como alucinaciones y trastornos del pensamiento.
2. La mayoría de los obsesivos (excepto aquellos con ideas sobrevaloradas) reconocen la irracionalidad de su comportamiento.
3. Los rituales en la esquizofrenia no parecen tener un objetivo u obedecen a alguna instrucción externa. Por el contrario, los rituales de los sujetos con TOC sirven claramente para alguna función específica.
4. Los obsesivos no experimentan la sensación de ser controlados o dirigidos por fuerzas externas y sus dificultades no se deben a la suspicacia y desconfianza característicos de la esquizofrenia.

Como ocurre con cualquier otro trastorno, los sujetos con TOC cumplen varios atributos patológicos de la personalidad. Algunos de estos pacientes cumplirán los criterios diagnósticos del trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad o del trastorno de la personalidad por dependencia.

Un estudio realizado por (Mavissakalian y Hammen, 1987) encontró que las características de la personalidad son importantes predictores del resultado del tratamiento en la agorafobia.

Se llegó a asumir que el inicio del TOC siempre estaba precedido por un trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad. Estudios recientes indican que este trastorno de la personalidad no se da siempre en el TOC.

También se indica en la literatura que algunos sujetos con TOC presentan trastorno esquizoide de la personalidad. Se afirma que estos pacientes serían los más resistentes a los tratamientos cognitivo conductuales y farmacológicos disponibles en la actualidad. En estos casos el proceso terapéutico es más dificultoso y aparentemente menos eficaz. El mantenimiento de los resultados suele ser también más problemático.

Aunque la presencia de un trastorno esquizoide de la personalidad no imposibilita el diagnóstico de TOC sí constituye una señal de pronóstico desfavorable debiéndose adaptar el tratamiento a este subgrupo de sujetos.

Las conductas obsesivas y los rituales pueden verse en otros trastornos. McKeon, McGuffin y Robinson, (1984) han descrito la existencia de obsesiones y compulsiones en sujetos que se encuentran en proceso de recuperación de traumatismos craneoencefálicos. En ocasiones esos síntomas permanecen durante años e incluso después de recuperado el daño neurológico.

Jenike y Brotman (1984) encontraron anormalidades electroencefalográficas en el 33% de una muestra de 12 sujetos con TOC. Las anormalidades se situaban en el lóbulo temporal. No obstante, en la actualidad no se considera que existan evidencias a favor de la relación entre el TOC y anormalidades electroencefalográficas. También se han identificado algunos parámetros biológicos asociados al TOC (Turner, Beidel y Nathan, 1985). Po ello, se debería hacer una evaluación rutinaria cuando existan consideraciones clínicas y, sobre todo, cuando la edad de inicio del trastorno se sitúe después de los 35 años.

También se ha relacionado el TOC con el síndrome de Gilles de la Tourette. Ambos trastornos se dan simultáneamente en algunos sujetos y se ha establecido una relación patofisiológica (Pauls y cols. 1986). Con frecuencia, los pacientes con síndrome de Gilles de la Tourette suelen tener obsesiones. También los sujetos con TOC suelen presentar en ocasiones conductas similares a tics. Rasmussen y Tsuang (1986) informaron que sólo el 4,8% de una muestra de 44 sujetos tenían ambos diagnósticos de forma concurrente. Cuando el sujeto cumple criterios de ambos trastornos pueden ser diagnosticados los dos.

En el trastorno dismórfico corporal también es frecuente encontrar síntomas depresivos y de personalidad obsesivo- ocmpulsiva.

Comparando el trastorno dismórfico corporal y el TOC se encuentran pocas diferencias entre ambos. Suele ocurrir que los dismorfofóbicos tienden a estar preocupados por una parte concreta del cuerpo que suele ser el rostro o el pecho. También suele ser frecuente encontrar características dismorfofóbicas en sujetos con trastorno obsesivo-compulsivo grave. Turner y Beidel (1988) informan que las técnicas terapéuticas y los resultados del tratamiento son muy similares para ambos trastornos.

La bulimia nerviosa también se suele caracterizar por la presencia de obsesiones. También los pacientes obsesivos suelen tener a menudo episodios de ingesta voraz, están preocupados por su funcionamiento corporal y suelen realizar rituales de ejercicio físico. En los bulímicos aparece una urgencia intensa por comer y la comida suele reducir la ansiedad. Ambos trastornos se pueden diagnosticar también de forma concurrente.

Estas dificultades que pueden aparecer en el diagnóstico diferencial del TOC tienen mayor relevancia cuando se necesita realizar el diagnóstico diferencial entre dos conductas problema: ideación suicida en un caso de depresión u obsesiones de suicidio en un caso de obsesiones puras con depresión secundaria.

La necesidad de realizar el diagnóstico diferencial correcto se debe a lo siguiente: a) Si nos encontramos con obsesiones de suicidio el tratamiento de elección es la exposición y la técnica de reestructuración cognitiva, no sólo no es efectiva sino que también puede conllevar el que el sujeto convierta las "racionalizaciones" en conductas de neutralización, agravando así el problema. (observación de un caso de obsesiones puras que había sido tratado antes por otro psicólogo con racionalización). b) Si el sujeto tiene ideación suicida en el marco de una depresión y realizamos exposición disminuiríamos la ansiedad que le producen esos pensamientos incrementando el riesgo de suicidio. Además el trastorno no mejoraría sino que la exposición a los pensamientos negativos haría empeorar la sintomatología depresiva.


METODO

Sujeto

T inició tratamiento en nuestro Centro en octubre de dos mil. Es una mujer en la década de los veinte y residente en un pueblo de la costa de unos cinco mil habitantes. En la actualidad reside en Granada donde se encuentra ocupada en realizar cursos y estudiar las oposiciones a matrona.



Resultados de la Evaluación psicométrica:

+ Inventario de Ansiedad de Beck (Beck, Epstein, Braun y Steer, 1988): 33 (9-10-00); 23 (23-10-00). (Clínicamente significativo)

+ Inventario de Depresión de Beck: 21. (9-10-00) (Depresión moderada). 12 (23-10-00) (Depresión leve).

+ Inventario de Preocupación (PSWQ) (Meyer, Miller, Metzger y Borkovec, 1990): 66. Clínicamente significativo.



Resultados obtenidos mediante la técnica de entrevista

En la primera entrevista afirma "Tengo mucho miedo porque creo que me voy a morir. Mi padre se intentó suicidar. Creo que me voy a morir pero no quiero suicidarme ni creo que sea capaz. Cuando pienso que me voy a suicidar me da la diarrea y me da un ataque de ansiedad. Cuando veo árboles pienso que me voy a colgar. Empeoré porque se suicidó una chica de un pueblo."

(16-10-00): "Antes de venir he visto a una amiga con una cuerda y me he puesto peor. Me daba mucho miedo a coger la cuerda, que fuera a hacer algo con la cuerda. Miedo de coger la cuerda y apretarme."

(23-10-00): "Ansiedad he tenido siempre. Cualquier cambio me da ansiedad. No quiero escribir el contenido de los pensamientos porque me da miedo. Los pensamientos son sólo sobre suicidio. Sólo desde mediados de septiembre. Mi padre intentó suicidarse. Ganas de apretarme en el cuello. Un muchacho se suicidó en octubre y me puse muy nerviosa. Pensaba: ¿seré yo capaz de tomarme pastillas?"

(2-11-00): "Pienso en suicidarme. Esta mañana me venía el pensamiento. Siempre imágenes. Veo la cuerda. Cuando voy a tomar pastillas pienso que a lo mejor me da el impulso de tomármelas todas. Me viene el pensamiento. Pienso que me veo muerta en un ataúd. Tengo imagen de estar encerrada en un nicho o debajo de la tierra. Algunas veces me daban ganas de coger una cuerda y apretarme el cuello. Al lado de mi casa hay un sitio donde lo hizo mi padre. En la ducha me da miedo de cerrar la puerta para que no me vaya a dar el impulso ese. Algunas veces he pensado ¿y si me corto las venas? Eso tiene que doler mucho. Intento quitarme esos pensamientos."



Diagnóstico diferencial entre depresión y obsesiones

Para el diagnóstico diferencial en este caso han resultado de ayuda las siguientes cuestiones:

* La ansiedad es el síntoma principal: "siempre he tenido ansiedad".
* Según la premisa anterior, el trastorno de ansiedad es el trastorno primario ya que apareció antes que los síntomas del estado de ánimo y es el que más preocupa a la cliente al ser el motivo de consulta.
* No se detecta la presencia de "desesperanza".
* No tiene deseos de morir.
* Los pensamientos le producen ansiedad e intenta evitarlos.
* Los estímulos relacionados con el inicio del problema (intento de suicidio del padre, suicidio de dos personas de su entorno) es más probable que actúen como desencadenantes de obsesiones que de ideación suicida.
* Evita exponerse a los estímulos desencadenantes de las obsesiones.
* No presenta pensamientos depresivos.
* No presenta síntomas propios de depresión.
* Acude a consulta preocupada por esos pensamientos (lo que en un paciente suicida sería impensable).
* Los pensamientos le "asaltan".
* Tiene impulsos e imágenes.
* Considera los pensamientos como irracionales: "¡Qué tontería!



Estímulos desencadenantes de la obsesión

* Ver: cuerda, cordón de bata, árboles, cables de teléfono, barra de cortina, una funeraria, armas de fuego.
* Conversaciones sobre: muertos, suicidios, etc.
* Noticias de muertos en el telediario o en el periódico.



Tratamiento

Mientras continuamos la evaluación vamos intentando mejorar el estado de ánimo mediante el Programa de Actividades Agradables.



Exposición a los pensamientos mediante el uso de grabadora y la instrucción de mantener los pensamientos todo el tiempo que pueda cuando "le vengan".

Después de obtener todos los datos posibles sobre el contenido de la obsesión se elabora un relato que incluya todos los estímulos posibles.

Una vez elaborado el relato se le pide que lo lea en voz alta para grabarlo. Va repitiendo el relato hasta que rellena una cara de media hora.

Con la grabadora se realiza la exposición en la consulta, primero en la consulta con el psicólogo y después de tres sesiones está ella sola en uno de nuestros despachos con la puerta cerrada.

La duración de la exposición fue de una hora diaria durante unas cuatro semanas.

Mientras está realizando la técnica se le instruye para que cuando le vengan los pensamientos obsesivos intente mantenerlos durante todo el tiempo posible.

Inundación en vivo a los estímulos desencadenantes de las obsesiones

La mayoría de los estímulos reseñados en párrafos anteriores se expusieron en la consulta. Se colocaban los estímulos encima de la mesa y se le pedía que permaneciera en su presencia concentrándose en la observación de los mismos durante aproximadamente una hora. Se le instruía para que los cogiera y tocara. Los estímulos utilizados fueron: cuerda, cable eléctrico, cable de teléfono, cordón de bata, diversas cajas de medicamentos, cuchillo, cuchilla y tubo flexible de la ducha.



Autoexposición

Una vez que la ansiedad que produce la exposición a los pensamientos mediante grabadora disminuye se le manda dicha autoexposición como tarea para casa pidiéndole que varíe horas, situaciones, etc.

Se le instruye la autoexposición a. observar árboles, escuchar noticias sobre muertes, leer noticias sobre muertes y suicidios en el periódico.

Por sí misma comienza a exponerse a ducharse con la puerta cerrada y a cerrar la puerta de su dormitorio.



Técnicas de manejo de la ansiedad

Una vez terminadas las técnicas de exposición y dado que sigue experimentando niveles relativamente intensos de ansiedad se entrena en consulta la relajación progresiva de Jacobson y la respiración diafragmática lenta.



RESULTADOS

Las técnicas aplicadas disminuyeron progresivamente la ansiedad producida por los pensamientos obsesivos. Posteriormente disminuyó la frecuencia de dichos pensamientos. En el seguimiento de los 3 meses se mantienen los resultados.



CONCLUSIONES

En un caso como el descrito el diagnóstico diferencial correcto es de gran importancia para diseñar un tratamiento apropiado.

El conocimiento detallado de las características de los trastornos es fundamental para realizar un diagnóstico diferencial correcto.

El diagnóstico diferencial y derivar los tratamientos a partir de la realización de un análisis funcional es fundamental para los psicólogos.

Desde el modelo médico no habría sido necesaria la diferenciación entre ambos trastornos pues los dos se suelen tratar con antidepresivos. No obstante, las intervenciones psicológicas requieren de un análisis detallado de los trastornos al, según nuestra experiencia, puede ayudar mucho la realización de un análisis funcional, a partir del cual se deriva el tratamiento y el orden de aplicación del mismo.

DISCUSION

El interés del caso se encuentra en el contenido poco frecuente de las obsesiones. Las obsesiones puras son poco frecuentes y aún menos frecuente es que esas obsesiones tengan como temática el suicidio.

Estos casos pueden plantear al psicólogo dudas y nos enseñan la importancia de evaluar los trastornos psicopatológicos con detalle.

El caso plantea la diferencia entre los pensamientos automáticos negativos y los pensamientos obsesivos. Ambos pueden aparecer al clínico como muy parecidos pero el tratamiento de uno y otro es totalmente diferente: reestructuración cognitiva y exposición, respectivamente. El error, en cualquiera de las direcciones, en la aplicación de ese tratamiento puede ser muy negativo.

fuente:psicologia online