cultivar las obsesiones


Aunque no lo parezca la obsesión, las obsesiones sean sobre la salud propia o ajena o sobre cualquier tópico se pueden cultivar como se cultivan las lechugas. Basta saber cual es el medio ambiente necesario para ello y las condiciones que este debe reunir. Ponerse manos a la obra y ¡bingo! tenemos conseguida una obsesión perfecta. No hay mucha diferencia en la forma del cultivo. Lo distinto es la semilla y el fruto que se obtiene. En un caso lechugas y en el otro obsesiones.

Preguntará el lector, con toda lógica, qué condiciones estupendas son esas para saber si sigue cultivando la obsesión o abandona el trabajo. La mejor condición o ambiente es vivir en tensión emocional, nerviosa y muscular, es vivir en ansiedad o estrés el mayor tiempo posible y aún mejor si la persona no duerme de forma suficiente ya que de esa manera el cerebro no descansa y dispara la tendencia obsesiva, cuando surge un motivo. No hace falta añadir nuevas artes de regadío mental porque aquel que vive en tensión y no descansa o duerme se encargará de regar sus obsesiones más de lo necesario.


No le digan al obsesivo que se esfuerce en alejar de su mente el contenido que le angustia, porque en tal situación y estado le resultará, por supuesto, imposible. ¿Entonces? La respuesta está clara. Si en cuanto a las lechugas en lugar de ponerles buena tierra y abono las plantamos poniendo mala tierra y poco abono crecerán de tal forma que quizás no lleguen a cuajar. Lo mismo la obsesión. No has notado, querido obsesivo, que cuando más nervioso estás o estás más estresado más crece tu tendencia a obsesionarte? Por tanto lo que hay que procurar es llevar una vida relajada dentro de lo posible. Es decir, procurar no abusar de nuestra resistencia corporal y mental. Es bueno no cargarse de trabajo y de ocupaciones diariamente, no vivir acelerado sino hacer más despacio las cosas que hacemos al galope. Viene bien hacer ejercicio frecuente, dos veces en semanas o tres mejor. Viene bien hacer relajación de vez en cuando o yoga. No abarcar demasiado ni estar en varios frentes complicándonos la vida. Viene bien descansar y no hacer nada de provecho algunos momentos y en general tomarse la vida con un poco más de calma y de sosiego.


Y por supuesto concentrarse en lo que estamos haciendo, en el aquí y ahora, cuando viene la obsesión en lugar de dejarse abducir por ella y perder el contacto con el momento y escenario presentes. Lo que sea con tal de no abonar el terreno a la obsesión. Es decir, vivir un poco más tranquilos.
¿Se lava continuamente las manos? ¿Tiene una preocupación excesiva por la suciedad? Cuando una persona comienza a repetir acciones rutinarias de una manera obsesiva es prisionera de una manía.
¿Quién no tiene una manía, una pequeña obsesión que va y viene, un temor oculto a que pase algo?
Lavarse las manos cuarenta veces al día. Ordenar el escritorio milimétricamente. Tardar cinco horas en vestirse. Caminar sólo pisando una hilera de baldosas. Memorizar las matrículas de los coches. Contar filas de butacas. Volver una y otra vez a comprobar si los caños no gotean, si la luz está apagada o la puerta bien cerrada. Si no se reconocen en ninguna de estas facetas, al menos no se podrán negar que sí tienen una forma preferida para realizar las acciones más habituales.
Aunque la lista es casi interminable, las manías más habituales están relacionadas con la limpieza, el orden y la propia seguridad.
La existencia de ciertas manías es algo normal. El problema surge cuando comienzan a coartar el tiempo y la estabilidad de la persona y convierten en problemática la convivencia con ella.
Francisco Alonso-Fernández, catedrático de Psiquiatría en la Universidad Complutense de Madrid remarca que un individuo con personalidad obsesiva no es lo mismo que un enfermo que padece trastornos obsesivos compulsivos. “Este último tiene muchos síntomas que empiezan a aparecer en la adolescencia, mientras que una obsesión es algo inocuo que tenemos todos, desde una música que se viene a la mente inevitablemente hasta pequeños tics sin los cuáles es difícil hacer algunas cosas”, explicó el psiquiatra español. “Incluso las supersticiones tienen un carácter ritual de obsesión. Eso es lo que explica que alguien piense que por pasar debajo de una escalera le va a pasar algo terrible”, agregó al respecto.
En realidad el vocablo manía tiene un significado diferente en el argot psiquiátrico: es la fase de euforia de un paciente depresivo bipolar. Pero en la acepción popular, el uso de la palabra manía indica conductas obsesivas de las personas.
"Cualquier comportamiento que sea infrecuente y hasta cierto punto extravagante puede ser considerado raro, sin que deba hablarse de enfermedad", asegura el director del Centro de Salud Mental de Linares, Fabricio Menéndez, mientras se refiere a la originalidad como elemento sustancial de la creatividad.
“Mientras leer el periódico de atrás hacia delante, hacer zapping continuamente, no poder ver la televisión sin tener el mando a distancia pegado a los dedos, cambiar el itinerario para ir a los sitios o, por el contrario repetir cada paso que da, mirar debajo de la cama antes de acostarse sean una forma preferida para realizar las acciones más habituales, sólo serán manías populares y no patológicas. No nos olvidemos que los perros y los gatos tienen rutinas de vida; pues igual nos sucede a los humanos. Al fin y al cabo también somos animales de hábitos", opina Marta Díaz García, doctora en Psicología y ex profesora titular de Terapia de Conducta de la UBA (Universidad de Buenos Aires).
“Un ejemplo muy definido de manía patológica es el personaje que Jack Nicholson interpreta en la película ‘Mejor imposible’. El rol de enfermo con trastornos obsesivos compulsivos era fiel a la realidad. Por ejemplo la comprobación del gas no es una manía enfermiza si se la hace una vez. Pero si la persona necesita hacerlo tres, cuatro veces o más, aún después de ver que no estaba abierto, empieza a ser para ella un problema cada vez más angustiante. Esas manías suelen ir acompañadas de otras similares, por lo que la vida cotidiana acaba plagándose de comportamientos ritualizados. Siente que no puede vivir sin someterse a esos rituales y se sabe esclava de ellos”, indica Jerónimo Saiz, un psiquiatra de ascendencia española, que dirige una clínica que trata a enfermos agudos con trastornos obsesivos compulsivos (TOC).
http://www.lagaceta.com.ar/nota/218825/Actualidad/manias_esclavizan.html

Las manías: ¿tiene usted muchas?

Por Fco. Javier Sánchez Martínez
Probablemente si preguntamos a la población “normal” ¿cuántas manías tiene usted?, un número importante de ellas nos diría que alguna. Pero una cosa es “tener manías” y otra cosa muy diferente padecer un trastorno obsesivo-compulsivo.
Cuando hablamos de “obsesiones” nos  referimos a pensamientos rumiantes e intrusivos, impulsos o imágenes que el paciente no puede quitarse de la cabeza y que le vienen constantemente a su mente (¿Y si me muero esta noche?, ¿Habré dejado el coche abierto?, ¿cerré bien la puerta de casa?).
Cuando hablamos de “compulsiones” nos referimos a rituales conductuales que el paciente ha de realizar para sentirse bien (aún sabiendo que muchas veces no tiene sentido lo que hace, pero que disparan sus niveles de ansiedad si no lo  hace). Comprobar puertas, ventanas, coches, lavarse las manos después de determinadas conductas (tocar un teléfono público, estrechar la mano a otra persona; beber en un vaso) son manías típicas de una persona con este trastorno.
Las manías más típicas suelen estar relacionadas con temas de orden (cuarto perfectamente ordenado, camisas, Cds por orden alfabético) de limpieza (vasos, cubiertos, ventanas), el miedo a contaminarse o la duda continua (“el día que mi marido se acaba comprándose una camisa, todos los celebramos en casa”, me comentaba irónicamente y angustiada la pareja de un paciente), aunque puedes encontrarte con otras menos peculiares.
Ciertamente los pacientes sufren mucho y se lo pasan realmente mal (malestar clínico significativo), pues tanto los rituales de comprobación como las obsesiones repetitivas les conllevan mucha pérdida de energía emocional, tiempo y desgaste psicológico, además de no ser comprendidos por las personas cercanas a ellos, que por cierto, también terminan en más de una ocasión, afectadas o “desgastadas” por el trastorno del “familiar, pareja  conocido”.
El obsesivo es plenamente consciente de lo que le ocurre, pero no puede evitar tener/realizar dichas obsesiones/compulsiones porque su ansiedad se dispara de manera significativa.
Algunos rasgos de carácter de la personalidad obsesiva son: la autocrítica constante, la indecisión (ya citada), la dificultad para expresar afectos, la dependencia, preocupación excesiva por los detalles mínimos y el perfeccionismo (Pilar Varela. Ansiosa-mente).
Los últimos estudios indican una prevalencia global del 2,5 % en la población general, dato éste ni mucho menos desdeñable, sino a tener muy  en cuenta, sin duda.
La serotonina tiene mucho que ver en este trastorno a nivel químico. Los antidepresivos que se suelen indicar para su tratamiento (anafranil, prozac, ciprexa, entre muchos otros) inhiben la recaptación de serotonina, produciendo un alivio significativo de los síntomas.
 Los pacientes que finalmente acaban siendo diagnosticados de este trastorno de ansiedad (DSM IV) se ponen en manos de un profesional a los 10 años de haber iniciado este largo proceso (como media), con lo cual las resistencias al cambio  suelen ser bastantes elevadas.
A nivel psicológico trabajamos con técnicas de exposición (al pensamiento o al ritual)  y prevención de respuesta, siendo en muchas ocasiones un tratamiento no fácil y duradero.
Lo ideal (aunque depende de cada caso) es combinar ambos tipos de tratamiento el farmacológico y el psicológico, aunque a los pacientes ”obsesivos” les suele costar bastante iniciar el tratamiento farmacológico, ya que “otra de sus manías” suele ser el depender de medicación, lo cual les frena bastante en su avance terapéutico.
Si usted es de los que dedica mucho tiempo a “sus dichosas manías”, si se lo pasa mal “sin hacer esas comprobaciones” o si no puede “quitarse algo de la cabeza porque continuamente se ve bombardeado por ello”, pregunte a un profesional, intentaremos, modestamente ayudarle.

quien nos entienda que nos compre


quien no esta en crisis hoy en dia?quien no tiene estres,quien no padece de ansiedad, conoceis a alguien asi?
yo como soy muy avariciosa, me quedo con todo,con el agravante de una familia politica narcicista y castrante.si a eso le sumamos el toc, el coctel sera una deliciosa obsesion con todas sus variantes posibles.
con todo su cansancio y su agotamiento.y encima es muy dificil de explicar, a la persona que esta a tu lado, cuando te dice yo tambien tengo pensamientos de todo tipo, pero no hago caso y me distraigo con cualquier cosa,que yo se que esos pensamientos no son ciertos pero no puedo evitar perder el tiempo con ellos  y no puedo evitar sentir angustia,que es un tratorno de ansiedad, cuando te ven tan entera y tan segura...y cuando dices no puedo seguir, asi tengo que remediarlo, y te miran como si  fueses una persona incapaz de decir stop. y pensar en otra cosa por que no quisieses remediarlo y te gustase sufrir.....
yo siempre le explicarselo que es como si fuesemos ciegos y estuviesemos en una habitacion y alguien nos hostigase, con palabras que nos asustan o nos repugnan, y no tuviesemos la forma de evitarlo por que no vemos a nuestro enemigo...y aunque nos tapemos los oidos siempre estara hay esperando su ocasion para hacernos daño.
y con esa explicacion y todo es muy dificil de entendernos.
firmado. sufridora por gusto:amatista


El Pensamiento

En su mayor parte, nuestro proceso de pensamiento es involun­tario, automático y repetitivo. No es más que una especie de estática mental que no cumple ningún propósito real. Estrictamente hablando, no pensamos: el pensamiento es algo que nos sucede. Cuando decimos “yo pienso” está implícita la voluntad. Implica que tenemos voz en el asunto, que podemos escoger. Sin embargo, en la mayoría de los casos no sucede así. La afirmación “yo pienso” es tan falsa como la de “yo digiero” o “yo circulo mi sangre”. La digestión sucede, la circulación sucede, el pensamien­to sucede.

La voz de la mente tiene vida propia. La mayoría de las per­sonas están a merced de esa voz, lo cual quiere decir que están poseídas por el pensamiento, por la mente. Y puesto que la mente está condicionada por el pasado, empuja a la persona a revivir el pasado una y otra vez.

Durante miles de años, la humanidad se ha dejado poseer cada vez más de la mente, sin poder reconocer que esa entidad poseedora no es nuestro Ser. Fue a través de la identificación completa con la mente que surgió un falso sentido del ser: el ego. La densidad del ego depende de nuestro grado (el de nuestra conciencia) de identificación con la mente y el pensamiento. El pen­samiento es apenas un aspecto minúsculo de la totalidad de la conciencia, la totalidad de lo que somos.

La mayoría de las personas viven ajenas a su esencia,.. permanecen atrapadas en el estado egotista. Viven separadas de sí mismas, de los demás, y del mundo que las rodea. El pensamiento absorbe la mayor parte de su atención, de tal manera que no ven ni oyen realmente a los demás. No están presentes en ninguna situación porque su atención está en el pasado o en el futuro. Usualmente se relacionan con los demás a través de algún tipo de personaje al cual representan, de manera que no son ellas mismas.

Algunos de Ios más grandes escritores del siglo veinte como Franz Kafka, Albert Camus, T.S. Eliot, y James Joyce, reconocieron en la enajenación (causada por el pensamiento egótico) el dilema universal de la existencia humana, el cual probablemente sintieron profundamente, de tal manera que pudieron expresarlo magistralmente a través de sus obras. No ofre­cen una solución, pero nos muestran un reflejo del predicamento del ser humano para que podamos verlo más claramente. Recono­cer ese predicamento es el primer paso para trascender.

Las Emociones

La diferencia fundamental entre una reacción instintiva y una emo­ción está en que la primera es una reacción directa del cuerpo frente a una situación externa, mientras que la emoción es la respuesta del cuerpo a un pensamiento.

Indirectamente, una emoción también puede ser una reacción a una situación o a un hecho real, pero vista a través del filtro de la interpretación mental, el filtro del pensamiento, es decir, a través de los conceptos mentales de bueno y malo, gusto y dis­gusto, yo y lo mío. Por ejemplo, es probable que no sintamos emoción alguna cuando nos enteramos de que le han robado el automóvil a alguien, mientras que si es nuestro automóvil, nos sentiremos muy alterados. Es sorprendente cuánta emoción pue­de generar un concepto mental tan nimio como es el de “mío”.

Si bien el cuerpo es muy inteligente, no está en capacidad de distinguir entre una situación real y un pensamiento. Reacciona a todos los pensamiento como si fueran la realidad. No sabe que es apenas un pensamiento. Para el cuerpo, un pensamiento preocupante o amenazador significa, “Estoy en peligro”, llevándolo a reaccionar de conformidad, aunque la persona esté descansando en su cama en la noche. El corazón se acelera, los músculos se contraen, la respiración se hace más rápida y se acumula la ener­gía. Pero como el peligro es solamente una ficción de la mente, esa energía no tiene por dónde desfogar. Parte de ella retorna a la mente y genera más pensamientos angustiosos. El resto de la energía se vuelve tóxica e interfiere con el funcionamiento armo­nioso del cuerpo.

Las emociones y el ego

El ego no es solamente la mente no observada, la voz mental que finge ser nosotros, sino también las emociones no observadas que representan la reacción del cuerpo a lo que dice la voz de la mente.

La voz de la mente relata una historia a la cual reacciona el cuerpo porque cree en ella. Esas reacciones son las emociones, las cuales alimentan nuevamente el pensamiento que las creó en primer lugar. Este es el círculo vicioso entre los pensamientos no examinados y las emociones, el cual da lugar al pensamiento emocional y a la fabricación de historias emocionales.

Los pensamien­tos que desencadenan reacciones emocionales del cuerpo pueden surgir a veces con tanta rapidez que, antes de que la mente tenga tiempo de expresarlos, el cuerpo ya ha reaccionado con una emo­ción. Esos pensamientos existen en una etapa preverbal y podrían considerarse como supuestos tácitos e inconscientes. Se originan en el condicionamiento pasado de la persona, generalmente en la primera infancia. “No se puede confiar en nadie” es un ejemplo de un supuesto inconsciente en una persona cuyas relaciones pri­mordiales con sus padres o sus hermanos no le inspiraron confian­za. Los siguientes son otros supuestos inconscientes comunes: “Debo luchar para sobrevivir. Nunca hay suficiente dinero. La vida es una permanente desilusión.”. Los supuestos inconscientes crean emociones físi­cas, las cuales a su vez generan actividad mental o reacciones instantáneas. Es así como creamos nuestra realidad personal.

La voz del ego perturba constantemente el estado natural de bienestar del cuerpo. El cuerpo lleva pegado un ego y no puede hacer otra cosa que reaccionar a todos los patrones disfuncionales de pensamiento que conforman el ego. Así, un torrente de emociones negativas acompaña al torrente de pensamientos compulsivos incesantes.

¿Qué es una emoción negativa?

Es una emoción tóxica para el cuerpo que interfiere con su equilibrio y su funcionamiento armonioso. Las emociones como el miedo, la ansiedad, la ira, el rencor, la tristeza, el odio, los celos y la envidia perturban el flujo de energía del cuerpo y afectan el corazón, el sistema inmune, la digestión, la producción de hormonas, etcétera. La emoción dañina para el cuerpo también se contagia a las personas que entran en contacto con nosotros e, indirectamente, a un sinnúmero de per­sonas a quienes ni siquiera conocemos, a través de una reacción en cadena. El término genérico para describir todas las emociones negativas es la infelicidad.

¿Entonces las emociones positivas tienen el efecto contrario sobre el cuerpo físico? ¿Fortalecen el sistema inmune, revitalizan y sanan el cuerpo?

Por supuesto que sí, pero debemos diferenciar las emociones positivas generadas por el ego de las emociones positivas emanadas del estado profundo de conexión con el Ser.

Las emociones positivas generadas por el ego traen consigo un opuesto en el cual se pueden convertir. He aquí algunos ejem­plos: lo que el ego llama amor es deseo de poseer y un apego que puede convertirse en odio en un segundo. La expectativa ante un evento, es decir, el exceso de importancia que el ego le da al futuro, se convierte fácilmente en desilusión y frustración cuando el evento no satisface las expectativas del ego. Los elogios y el reconocimiento nos hacen sentir alegres y optimistas un día, pero la crítica y la indiferencia nos dejan tristes e infelices al otro. El placer de una fiesta se convierte en fatiga y resaca al día siguiente. No hay bien sin mal, alegría sin tristeza… (bajo el control del ego).

Eckhart Tolle .

Fuente : Capitulo 5 – El cuerpo del dolor del libro “Una nueva Tierra”

El Pensamiento:
Las Emociones y El Ego:

4 Estilos Afectivos : Patologia de la Seduccion

 fuente: http://comunidaddeseduccionelcklon.blogspot.com/

imgen:fonditos

4 Estilos Afectivos : Patologia de la Seduccion

"Robin Norwood en su libro "Mujeres Que Aman Demasiado" ofrece un relato detallado de cómo las mujeres/hombres que a menudo provienen de hogares abusivos durante la infancia tienden involucrarse con hombres/mujeres que las ayudan a volver a crear este comportamiento abusivo en sus relaciones."



Muchos hombres se esclavizan teniendo relaciones sentimentales con mujeres destrozadas. Hace poco recibí un comentario de alguien que decía que igual estaba dispuesto a cualquier sacrificio por la persona que amaba, y pues aunque tenemos ideas sobre lo que debería ser una relación de pareja no tenemos que ser los mártires al estar con personas disfuncionales, muy heridas, muy dañadas, con mucho enojo en su vida, o quizá muy deterioradas en sus ideas del amor.

La medida de una relación está en que tú das pero también recibes. No en una proporción exacta, como si fueran matemáticas, pero simbólicamente la relación se maneja en reciprocidad.

En general existen personas que están dedicadas de forma sistemática a robar tu energía, a quitarte todo lo positivo que tienes y consumirlo sin dejarte nada, es como un profundo agujero negro que nunca está satisfecho y sigue consumiendo tu energía. Como he dicho insistentemente en este blog, y lo sigo diciendo aunque suene repetitivo, los seductores principiantes son muy propensos a tener este tipo de relaciones, una vez que han podido dominar ciertas habilidades las utilizan sin ningún criterio de selección con las mujeres, solamente fijándose en su apariencia externa, luego tienen que lidiar con mujeres problemáticas y que les complican la vida.

Muchos aspirantes a seductores desean con todas sus fuerzas tener relaciones estables y duraderas. Aunque tengan apariencia de querer solamente relaciones ocasionales y convertirse en casanovas furtivos, en el fondo de ellos existen muchos “hombres buenos y tradicionales” que buscan, a toda costa, organizar su vida al lado de una mujer. Son algo así como mansas ovejitas vestidas a la manera de Mystery. Lo mismo que muchas mujeres, son mansas ovejitas vestidas de tacones y con profundos escotes. Las apariencias engañan, ser un seductor implica convertirte en un experto en dudar e ir más allá de lo que las personas desean mostrar y acceder a lo que verdaderamente son.

Hemos hablado bastante de hombres necesitados y cómo debemos evitar mostrar actitudes que indiquen que estamos buscando compañía de manera urgente. Esto mismo sucede con las mujeres, y es justamente de ellas que quiero hablar hoy, porque mi interés con mis lectores, con mis estudiantes y con mis clientes es que atraigan y escojan la mejor pareja posible, que eviten acercarse a esas mujeres problemáticas que les roban la energía, el tiempo o la economía. La vida no se trata de buscar el sufrimiento, se trata de evitarlo, de acercarse al placer y alejarse del dolor, esas son las motivaciones básicas detrás de toda acción humana pero, lastimosamente, a veces buscamos acercarnos a un aparente placer que implica un gran dolor y que resulta en un gran malestar.

Los psicólogos hemos podido dar un paso adelante en entender las reglas y las dinámicas de las relaciones humanas, tenemos ciertas herramientas que nos permiten conocer qué es lo que puede hacer que una persona no funcione en relaciones (y la sabotee) y qué es lo que hace que una persona tenga potencial para conformar una relación saludable, estable y con proyecciones. Las relaciones que hemos tenido con nuestros padres y las relaciones afectivas pasadas nos marcan ciertos patrones con los cuales enfrentamos nuestras relaciones actúale, estos patrones se denominan “estilos de vinculación”. Si podemos entender la psicología de la necesidad y conocer el estilo de vinculación de la mujer que nos gusta podremos asegurarnos menos fallas y menos sufrimiento al saber si esta persona puede manejar una relación o incluso una simple cita.

Al hablar de estilos de vinculación es necesario empezar diciendo que existen dos dimensiones: miedo a ser abandonado o evitación de la intimidad, de la distribución de estas dos dimensiones resultan cuatro estilos de vinculación diferentes:

* Seguridad

* Necesidad

* Distancia

* Miedo

A continuación voy a describir estos cuatro estilos:


Estilo 1: La persona segura: Bajo Miedo de ser abandonada + baja evitación de la intimidad.
Es el estilo más propicio para las relaciones a largo plazo. No está preocupada por si la vas a dejar, por lo cual no intentará dejarte primero o pegarse a ti de forma permanente y obsesiva, también permite que salgan cosas de ella para compartir y para conectarse con otras personas, es emocionalmente abierta y generosa. Se siente bien cuando tiene que depender de ti y también puede tomar las riendas, puede ser líder y seguidora al mismo tiempo y de forma igualmente eficaz. Le gusta mantener su independencia y también le gusta que tengas tus propios espacios, no te absorbe ni se enloquece cuando no estás con ella. Tiene su vida y te deja vivir. Es el prototipo ideal.

Estilo 2: La necesitada. Alto miedo a ser abandonada + baja evitación de la intimidad.
La mujer necesitada tiene un gran miedo a ser despreciada y expulsada de la vida de sus parejas. Al principio todo parecería normal, conforme la relación avanza ella comienza a quejarse de que no eres lo suficientemente cercano y de que no valoras la relación tanto como ella lo hace. Se muestra paranoica y excesivamente celosa porque en el fondo su mayor miedo está en que conozcas a alguien más y termines por reemplazarla. Tú puedes salvar tu cordura poniendo atención en las tempranas demandas por más tiempo, más dedicación y por la vigilancia que hace a tu vida. Este estilo terminará por absorber toda tu energía, por absorber tu tiempo y por reclamarte cada negativa que des como un gran abandono. Tienen a hacerse las víctimas y a manipularte con sus estamos de ánimo cambiantes.

Estilo 3: La distante. Bajo miedo a ser abandonada + alta evitación de la intimidad.

Está mujer es indiferente a la intimidad. No se preocupa porque la abandones porque igual ella no planea estar tan cerca de ti en primer lugar. Podrás salir con ella pero no planea formalizar una relación, incluso podrá proponerte relaciones abiertas pero evitará toda clase de compromisos y todos sus equivalentes, como formalidades, celebraciones de meses, detalles demasiado comprometedores, evitará hablar del futuro contigo. La mujer distante, en general, tiene una alta noción e imagen de sí misma y poco le importa lo que los demás puedan pensar de ella, así que lo más probable es que tú no estés en la lista de prioridades de ella, es una persona solitaria y sus amigos y amigas son esporádicos y sólo por épocas. Son mujeres que se te escurren de las manos como agua, se evaden, te torturan con su ambigüedad, a veces cercanas y a veces muy lejanas.

Estilo 4: Alto miedo al abandono + Alta evitación a la intimidad.
Esta mujer teme el rechazo y también se siente incómoda al compartir sus pensamientos y sentimientos. En el fondo de su ser esta mujer desea una relación cercana, una relación emocional, sin embargo se tensiona por lo que las otras personas pueden pensar de ella, y temen ser lastimadas si confían demasiado o si se entregan totalmente. Estas mujeres tienden a ser tímidas, intensamente celosas, pues temen ser traicionadas, también se alejan y evitan comprometerse por el temor a ser devastadas emocionalmente.