Las manías: ¿tiene usted muchas?

Por Fco. Javier Sánchez Martínez
Probablemente si preguntamos a la población “normal” ¿cuántas manías tiene usted?, un número importante de ellas nos diría que alguna. Pero una cosa es “tener manías” y otra cosa muy diferente padecer un trastorno obsesivo-compulsivo.
Cuando hablamos de “obsesiones” nos  referimos a pensamientos rumiantes e intrusivos, impulsos o imágenes que el paciente no puede quitarse de la cabeza y que le vienen constantemente a su mente (¿Y si me muero esta noche?, ¿Habré dejado el coche abierto?, ¿cerré bien la puerta de casa?).
Cuando hablamos de “compulsiones” nos referimos a rituales conductuales que el paciente ha de realizar para sentirse bien (aún sabiendo que muchas veces no tiene sentido lo que hace, pero que disparan sus niveles de ansiedad si no lo  hace). Comprobar puertas, ventanas, coches, lavarse las manos después de determinadas conductas (tocar un teléfono público, estrechar la mano a otra persona; beber en un vaso) son manías típicas de una persona con este trastorno.
Las manías más típicas suelen estar relacionadas con temas de orden (cuarto perfectamente ordenado, camisas, Cds por orden alfabético) de limpieza (vasos, cubiertos, ventanas), el miedo a contaminarse o la duda continua (“el día que mi marido se acaba comprándose una camisa, todos los celebramos en casa”, me comentaba irónicamente y angustiada la pareja de un paciente), aunque puedes encontrarte con otras menos peculiares.
Ciertamente los pacientes sufren mucho y se lo pasan realmente mal (malestar clínico significativo), pues tanto los rituales de comprobación como las obsesiones repetitivas les conllevan mucha pérdida de energía emocional, tiempo y desgaste psicológico, además de no ser comprendidos por las personas cercanas a ellos, que por cierto, también terminan en más de una ocasión, afectadas o “desgastadas” por el trastorno del “familiar, pareja  conocido”.
El obsesivo es plenamente consciente de lo que le ocurre, pero no puede evitar tener/realizar dichas obsesiones/compulsiones porque su ansiedad se dispara de manera significativa.
Algunos rasgos de carácter de la personalidad obsesiva son: la autocrítica constante, la indecisión (ya citada), la dificultad para expresar afectos, la dependencia, preocupación excesiva por los detalles mínimos y el perfeccionismo (Pilar Varela. Ansiosa-mente).
Los últimos estudios indican una prevalencia global del 2,5 % en la población general, dato éste ni mucho menos desdeñable, sino a tener muy  en cuenta, sin duda.
La serotonina tiene mucho que ver en este trastorno a nivel químico. Los antidepresivos que se suelen indicar para su tratamiento (anafranil, prozac, ciprexa, entre muchos otros) inhiben la recaptación de serotonina, produciendo un alivio significativo de los síntomas.
 Los pacientes que finalmente acaban siendo diagnosticados de este trastorno de ansiedad (DSM IV) se ponen en manos de un profesional a los 10 años de haber iniciado este largo proceso (como media), con lo cual las resistencias al cambio  suelen ser bastantes elevadas.
A nivel psicológico trabajamos con técnicas de exposición (al pensamiento o al ritual)  y prevención de respuesta, siendo en muchas ocasiones un tratamiento no fácil y duradero.
Lo ideal (aunque depende de cada caso) es combinar ambos tipos de tratamiento el farmacológico y el psicológico, aunque a los pacientes ”obsesivos” les suele costar bastante iniciar el tratamiento farmacológico, ya que “otra de sus manías” suele ser el depender de medicación, lo cual les frena bastante en su avance terapéutico.
Si usted es de los que dedica mucho tiempo a “sus dichosas manías”, si se lo pasa mal “sin hacer esas comprobaciones” o si no puede “quitarse algo de la cabeza porque continuamente se ve bombardeado por ello”, pregunte a un profesional, intentaremos, modestamente ayudarle.