Niños obsesivos: signos que delatan

Junio 8, 2010
Durante el crecimiento y el desarrollo normal de los niños y los adolescentes, los rituales y los pensamientos obsesivos con frecuencia se producen con un propósito y un enfoque basados en la edad. Los niños en edad preescolar utilizan rituales y rutinas relacionadas con las comidas, el baño y la hora de dormir, que los ayudan a estabilizar sus expectativas y la comprensión de su mundo. Los niños en edad escolar suelen desarrollar rituales grupales cuando aprenden a jugar, a practicar deportes en equipo y a recitar rimas. Los niños mayores y los adolescentes comienzan a coleccionar objetos y a desarrollar pasatiempos. Estos rituales ayudan a los niños a socializar y a aprender a dominar la ansiedad.
Un niño o un adolescente con TOC tiene pensamientos obsesivos que no son deseados y que se relacionan con los miedos (como por ejemplo, el miedo a tocar objetos sucios) y, por lo tanto, utiliza rituales compulsivos para controlar esos miedos (como por ejemplo, lavarse las manos excesivamente). Los pensamientos obsesivos de las personas que padecen TOC originan preocupación y los rituales compulsivos pueden volverse tan frecuentes o intensos, que interfieren con las actividades de la vida diaria y las actividades normales de desarrollo.
Los síntomas más comunes del trastorno obsesivo compulsivo se pueden manifestar a través de conductas como las siguientes:
•preocupación exagerada por la suciedad, los gérmenes o la contaminación
•dudas reiteradas (por ejemplo, si la puerta está cerrada o no)
•pensamientos persistentes acerca de la violencia, las heridas, matar a alguien o herirse a sí mismo
•períodos excesivos de tiempo tocando cosas, contando, pensando en números y secuencias
•preocupación por el orden, la simetría o la exactitud
•pensamientos persistentes acerca de actos sexuales repugnantes o la demostración de conductas prohibidas o consideradas tabú
•pensamientos preocupantes que están en contra de las propias convicciones religiosas
•necesidad extrema por saber o recordar cosas que pueden ser muy triviales
•atención excesiva en los detalles
•preocupación excesiva de que algo terrible suceda
•pensamientos, impulsos o conductas agresivas
Por otra parte, las conductas compulsivas (los rituales repetitivos que se utilizan para reducir la ansiedad causada por las obsesiones) pueden volverse excesivas, molestas y pueden demandar mucho tiempo e incluso interferir con las actividades diarias y las relaciones interpersonales. Algunos ejemplos de conducta compulsiva son los siguientes:
•lavarse repetidamente las manos (a menudo 100 veces al día o más)
•controlar y volver a controlar en repetidas oportunidades (por ejemplo, asegurarse de que la puerta esté cerrada con llave)
•establecer reglas de orden rígidas (por ejemplo, ponerse la ropa en el mismo orden todos los días, guardar las pertenencias en la habitación en un orden muy especial y molestarse si este orden se altera)
•acumular objetos
•contar y volver a contar excesivamente
•agrupar o secuenciar objetos
•repetir palabras dichas por uno mismo (palilalia) o por otros (ecolalia); formular las mismas preguntas una y otra vez
•repetir sonidos, palabras, números o música para uno mismo
Buscando la salida
Para que pueda realizarse un diagnóstico, las obsesiones y compulsiones deben ser suficientemente dominantes, graves y molestas como para que las actividades diarias del niño se vean afectadas de manera negativa. En la mayoría de los casos, las actividades involucradas en el trastorno (por ejemplo, lavarse las manos o controlar las cerraduras de las puertas) consumen más de una hora diaria y provocan angustia psicológica y un desempeño mental reducido. Muy frecuentemente, los adultos notan que estas conductas no son normales, sin embargo, los niños no cuentan con la capacidad crítica para juzgar este tipo de conducta como irracional o anormal.
Es importante saber que este trastorno puede tratarse con efectividad, generalmente mediante la combinación de terapia individual y medicamentos. El tratamiento siempre debe basarse en una evaluación integral del niño y de la familia. Generalmente, la terapia individual incluye técnicas cognitivas conductuales que se concentran en ayudar al niño a identificar y comprender sus miedos y a aprender nuevas formas de resolverlos o disminuirlos con mayor efectividad. Las técnicas conductuales ayudan al niño y a sus familias a establecer acuerdos o pautas para limitar o cambiar las conductas (por ejemplo, establecer una cantidad máxima de veces que un niño con el trastorno tiene permitido lavarse las manos). En ocasiones se recomienda la terapia familiar y apoyo conductual en colegio como parte del tratamiento. Es muy importante que la familia forme parte activa del plan de tratamiento pautado por los profesionales y que se establezcan pautas claras a llevar a cabo ante síntomas de alarma. Asimismo, es importante que a la familia se le entreguen estrategias para un mejor manejo de la conducta del niño, tanto en casa como fuera del domicilio familiar. Es clave que los cuidadores sean también considerados y apoyados, dado los factores de estrés a los que pueden verse sometidos a lo largo del tratamiento.
La terapia familiar es indispensable, ya que las discordias, los problemas con hermanos y padres, con algún familiar en particular y los roles y límites inadecuados, interfieren tanto en el buen funcionamiento de la familia y de cada uno de sus miembros, como con el resultado a largo plazo de la evolución del trastorno en el niño. Los objetivos de la terapia familiar se centran en implicar a toda la familia, identificar todos los comportamientos, comprender en profundidad y con detalle la participación de cada uno de ellos en el comportamiento obsesivo-compulsivo y, finalmente, delimitar los comportamientos positivos. Cuando se tratan los aspectos dinámicos específicos de la familia, ésta puede participar de una forma constructiva y positiva en el plan terapéutico.
Amigas, hay que estar siempre alerta a los comportamientos de los niños. Cómo ha sido tu experiencia? cuéntanos?
Un abrazo!, Mane.
Fuente: Paula Ramírez, sicóloga. – http://www.sonriemama.com/

Autocontrol en pensamientos obsesivos


Soy una mujer de 26 años,con una lluvia de pensamientos constantes. Es algo que me ocurre desde hace algunos años, y podría decir que son asociaciones que hace mi mente con las cosas que veo o pienso. Me hago millones de preguntas, formulo muchos pensamientos sin parar.
Mi mente es como un motor que no descansa, ni siquiera cuando veo la tele o leo, tengo que hacer algo que realmente me interese mucho para no perderme conmigo misma. Yo me llamo mente inquieta, pero más bien esto es desesperante, me cuesta relaja la mente, siempre tengo que estar tejiendo algo y eso me agota.
Responde: Sandra Borro.

Los pensamientos obsesivos o rumiaciones son pensamientos estereotipados que se entrometen en la mente de la persona de forma insistente en contra de su voluntad y se repiten a pesar de todos los intentos para hacerlos desaparecer.
Debes intentar parar las rumiaciones con órdenes mentales y realizando actividades que te distraigan o te entretengan. En algunos casos es necesaria una terapia farmacológica, si bien existen técnicas psicológicas específicas para conseguir el autocontrol de los pensamientos: relajación, reestructuración cognitiva, refuerzo, detención del pensamiento, entrenamiento asertivo, técnicas de afrontamiento y visualización, que puedes aprender con ayuda de un terapeuta. Varias de estas técnicas tienen sus raíces en el yoga y la meditación, que practicadas con regularidad son muy beneficiosas para la salud física y mental.
Entrada relacionada:
Psicoterapia psicoanalítica y pensamientos obsesivos
http://www.eduardpunset.es/8054/apoyo-psicologico/autocontrol-en-pensamientos-obsesivos