En el lenguaje cotidiano se denomina a las ‘obsesiones’ como ideas fijas que cada uno posee sobre un tema, una persona o hasta una situación.


http://www.sanamente.com.ar/t_obsesion.html
En el lenguaje cotidiano se denomina a las ‘obsesiones’ como ideas fijas que cada uno posee sobre un tema, una persona o hasta una situación. Las ideas fijas se entienden como pensamientos recurrentes que irrumpen de improviso en la mente, las cuáles pueden ser neutralizadas con un esfuerzo consciente. Los pensamientos recurrentes más comunes, según una encuesta realizada por psicólogos en Madrid, el trabajo, la vida en pareja, el miedo a ser abandonado, a envejecer y el dinero. También aparecieron preocupaciones por el éxito, el sexo, los celos, la imagen, la competencia, la seguridad propia y de los seres queridos y la preocupación por estar enfermo. El problema de estas ideas fijas reside en los posibles efectos que aparejan como son ansiedad, dolores de cabeza, insomnio, depresión, dolores en el pecho y hasta impotencia o frigidez. Las ideas fijas no suelen ser fuentes de conflictos graves, debido a que las personas logran desenvolverse habitualmente y convivir con ellas.

En cambio, la obsesión, como síntoma psicopatológico, se considera un pensamiento o sentimiento irresistible e insistente que no puede ser eliminado de la conciencia por medio de un esfuerzo, y que domina a la persona de manera intermitente, causando ansiedad.

Como las obsesiones provocan malestar, se recurre a las compulsiones para neutralizarlas, como un mecanismo de compensación.

Las compulsiones son, por lo tanto, una serie de conductas rituales (manifiestas o encubiertas) o acciones mentales que la persona se siente compelida a realizar como respuesta a una obsesión o a reglas que deben cumplirse ordenadamente. Estas disminuyen el malestar y/o la ansiedad de la persona, pero es llevada a cabo bajo la sensación de presión. Entre las compulsiones más comunes encontramos los rituales de limpieza, las comprobaciones, las repeticiones, la evitación, la meticulosidad y la precisión.

Es muy frecuente que las personas que sufren de obsesiones y compulsiones presenten una duda patológica, por la cuál, se encuentran compelidos a comprobar todo varias veces. La contaminación es otro tema sobre el cuál versan las preocupaciones excesivas. Debido a la misma pueden llegar a pasar horas lavando, eliminado posibles gérmenes.

Todos estos rituales traen aparejados un enlentecimiento del funcionamiento global de los individuos, invirtiendo varias horas de su rutina diaria en estos rituales o en la rumiación de los pensamientos, cuando las compulsiones son mentales.
Trastorno obsesivo-compulsivo
Anteriormente, se creía que el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) era un trastorno relativamente raro.

Hoy en día, gracias a las investigaciones, se estima que presenta este trastorno de un 2 a un 3% en la población general.

Si se llevara un ranking de enfermedades psiquiátricas, el TOC se encontraría en un cuarto puesto, luego de las fobias, los trastornos relacionados con sustancias y la depresión mayor.

El pensamiento actual sobre la causa de este trastorno es el funcionamiento anormal de áreas específicas del cerebro relacionadas con el malfuncionamiento de la serotonina, (neurotrasmisor, producto químico cerebral). A su vez, se cree que existen componentes genéticos hereditarios que influyen en el desarrollo de esta patología.

El trastorno obsesivo compulsivo es un trastorno crónico, cuyos síntomas pueden fluctuar mejorando y agravándose periódicamente.

Por el contrario, a través de un tratamiento adecuado, muchas individuos llegan a poseer un funcionamiento normal, en donde las obsesiones y compulsiones no tienen casi relevancia.

Las obsesiones son pensamientos, ideas, sensaciones o sentimientos recurrentes, ansiógenas (que provocan ansiedad) e intrusivos, y las personas las califican ajenas a su control, pero a su vez, propias. Los temas más frecuentes sobre los que versan las obsesiones son la contaminación, las dudas reiterativas, la necesidad de orden, impulsos agresivos y las fantasías sexuales.

En cambio, las compulsiones son conductas o actos mentales de carácter recurrente, conscientes y estereotipadas, que se llevan a cabo con el fin de calmar o prevenir la ansiedad, y no por placer o gratificación. La persona se siente compelida a realizar tales actos para, ya sea evitar algún acontecimiento negativo o para reducir el malestar que conlleva la obsesión. Inversamente, cuando un individuo se resiste a realizar la compulsión, la ansiedad se intensifica. Las compulsiones comunes se relacionan con tareas de lavado o limpieza, comprobaciones, exigencias de certeza, el orden de los objetos y actos repetitivos.

Las personas que padecen de trastorno obsesivo compulsivo, suelen reconocer la excesividad e irracionalidad de sus obsesiones y compulsiones.

Este trastorno puede llegar a ser muy perturbador, debido a la gran cantidad de tiempo que las obsesiones pueden insumir y a la interferencia que las compulsiones pueden provocar en sus rutinas normales, su trabajo o sus relaciones sociales. También, por su carácter perturbador, suelen ocasionar un detrimento de sus actividades cognoscitivas en donde necesiten del empleo de la concentración, como son la lectura o el cálculo.

A su vez, algunos sujetos acaban evitando o alejándose de objetos o situaciones que les provocan obsesiones y compulsiones, pudiéndose generalizar este comportamiento evitativo, limitando seriamente la actividad global del individuo. Las preocupaciones hipocondríacas son frecuentes, revelándose en las repetidas visitas médicas.

El tratamiento más adecuado para los síntomas obsesivos de este trastorno, son la farmacoterapia y la psicoterapia cognitiva-conductual.

Muchos individuos con este trastorno suelen resistirse al tratamiento, tanto como a rechazar los medicamentos, como las tareas que se les pide en la terapia. Por esta razón, un análisis dinámico de las resistencias del tratamiento es de gran utilidad para lograr que el cumplimiento del tratamiento se logre.

Las técnicas de la terapia cognitiva-conductual ayuda a las personas reducir la ansiedad asociada con la obsesión y reducir o eliminar las compulsiones. Generalmente las técnicas utilizadas incluyen el enfrentarse con mismas situaciones más temidas (la exposición), sin recurrir a los rituales compulsivos (prevención de respuestas). A veces se emplean otras técnicas de cognitiva-conductual para tratar obsesiones o compulsiones específicas.

Las últimas investigaciones develaron que esta patología posee un importante componente biológico, por lo tanto, la farmacoterapia ayuda a disminuir los síntomas. Los medicamentos que han sido sumamente útiles son los antidepresivos serotonérgicos. Menos comúnmente, las personas son ayudadas por otros antidepresivos o por medicamentos antipsicóticos o de anti-ansiedad.

Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad
A diferencia del trastorno obsesivo-compulsivo, las personas que padecen de un trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo, presentan una exagerada preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control, lo que les provoca una merma en su flexibilidad, espontaneidad y eficiencia. Estas características se hacen patentes en el inicio de la edad adulta y tiñen su conducta en los diferentes contextos.

Son individuos con limitaciones para expresase emocionalmente, perseverantes, obstinados e indecisos. Suelen ser rígidos, escrupulosos, con conciencia y critica exagerada de sí mismos y de los demás. Tienen agudeza de juicios de tendencia a la exploración. Se ocupan de los detalles triviales, de las normas y las formas con gran ansiedad, tal que interfiere en su capacidad de tener una visión amplia de las cosas.

Tienen pocos amigos pero logran una estabilidad matrimonial y éxito personal. Sus relaciones interpersonales tienen una cualidad formal, seria y convencional.

Debido al exceso de minuciosidad con el que desenvuelven sus tareas, les resulta difícil tomarse vacaciones o momentos de placer y hasta a veces, por el tiempo que les implementa, pierden de vista la eficiencia o la finalización de las tareas.

Son personas que se sienten a gusto trabajando en posiciones en las que se requiere de un trabajo metódico, detallado pero sin grandes cambios.

A veces, en el transcurso de este trastorno, se pueden desarrollar obsesiones y compulsiones.

Adolescentes que padecen este trastorno de la personalidad pueden desarrollar una esquizofrenia, como crecer para convertirse en adultos abierto y amorosos.

Estas personas son las únicas, entre todos los otros trastornos de la personalidad, que reconocen estar sufriendo y buscan ayuda.

Se recomienda la terapia de grupo y la terapia conductual, por sus ventajas para este trastorno. El reconocimiento en grupo de sus cambios, es una recompensa que los lleva a seguir adelante, mientras que en el caso de la terapia conductual les proporciona estrategias de afrontamiento para disminuir la anticipación y la ansiedad elevada de estas personas.
Bibliografía
Kaplan, H.; Sadock, B.; Grebb, J. (1997): "Sinopsis de Psiquiatría". Baltimore, Maryland, William Wilkins; Argentina, Editorial Panamericana.
Suárez Richards, M. (1995): "Introducción a la psiquiatría". Argentina, Editorial Salerno.
Belloch, A.; Sandín, B.; Ramos, F. (1995): "Manual de Psicopatología" España. Mcgraw-Hill.
DSM- IV (1995): "Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales". Madrid, Editorial Masson.

El fin del dolor psicológico.


http://www.proyectopv.org/1-verdad/1marcoshigieneespirirual.htm

El fin del dolor psicológico.

El problema no es cómo acabar con el sufrimiento, con el dolor psicológico. Sabemos que no debemos ser codiciosos, ambiciosos, tener creencias, que tenemos que liberar a la mente de todo deseo de seguridad, vivir en una completa incertidumbre, etc. Pero éstas son sólo simples palabras. El problema es vivenciar directamente el estado de completa incertidumbre, estar libre de todo sentimiento de seguridad, y eso es únicamente posible si comprendemos el proceso total de nuestro propio pensar, si podemos escuchar y ver con todo el ser, estar atentos por completo sin resistencia alguna.

Para poner fin al sufrimiento, al dolor, debemos comprender las modalidades de la mente, del deseo, de la voluntad, de la opción, de la ambición, investigar eso por completo, escuchar y ver para dar con esa verdad.

Mientras haya un punto en la mente que se mueva hacia otro punto, o sea, en tanto que la mente esté buscando seguridad en cualquier forma, jamás estará libre del sufrimiento.

La seguridad es dependencia, y una mente que depende no conoce el amor. Ver, observar, escuchar con todo nuestro ser, mirar simplemente simplemente el hecho, sin examinar ni juzgar, sin interpretar, sin distorsión alguna, tal como nos miramos en un espejo, dejando que la verdad del hecho opere, esto es el fin del sufrimiento, sólo así se puede ver a la mente cómo se libera del dolor. Esto es conocimiento propio, que trae consigo el fin del dolor.

Todo cuanto queremos saber es cómo terminar con el dolor, queremos una fórmula preconcebida mediante la cual acabar con él. Pero esto sólo implica que somos perezosos, que no existe esa energía extraordinaria que se requiere para buscar con todo el ser la comprensión del “yo”. Pero sólo cuando comprendemos el “yo”, como es de hecho en cada uno de nosotros y en relación con las personas, las ideas y las cosas, sólo entonces hay una terminación para el dolor.

Trastorno obsesivo compulsivo


http://www.elmanana.com.mx/notas.asp?id=141544
Todos tenemos conductas repetitivas como parte de nuestra personalidad, cuando nos causan ansiedad se vuelven obsesiones compulsivas
Orden. El individuo se obsesiona con la simetría, necesita que todo esté en su lugar, vacía y ordena su bolso, maleta o habitación todos los días, dedica tanto tiempo a ordenar los objetos en su escritorio, que casi no hace ninguna otra actividad ni cumple con sus obligaciones.

- Indecisión. El afectado puede pasar días enteros antes de tomar una decisión insignificante, como comprarse una prenda de vestir, duda una y otra vez y comprueba infinidad de veces si ha cerrado la puerta, el grifo o el gas antes de salir de casa o de dormir.

- Culpa. Son personas que se sienten culpables por cualquier cosa y no dejan de hacer autoexamen de conciencia como una forma de arrepentimiento o de rezar como pago por sus acciones, se obsesionan con el miedo a dañar a los demás.

- Cuestionamientos. Son seres que se obsesionan con pensamientos como “¿qué habrá después de la muerte?”.

- Rituales. El sujeto lleva a cabo una serie de actos encadenados o repetitivos, por ejemplo atraviesa tres veces la puerta antes de entrar a su casa o se sienta en el sillón siempre de determinada manera.

En muchas personas normales se encuentran rasgos obsesivos como el perfeccionismo, la puntualidad, el orden, los escrúpulos o la repetición.

Se diagnostica trastorno obsesivo compulsivo cuando la persona rechaza sus ideas obsesivas y quiere librarse de ellas.

Compulsiones rituales

Vanessa imagina que su hijo se asoma por la ventana, pierde el equilibrio y cae al vacío. La idea se repite y no logra controlarla. Para aliviar el malestar que le ocasiona, intenta eliminarla con otros pensamientos o acciones y así protegerse de lo que piensa, por ejemplo reza cada vez que tiene ese horrible pensamiento.

Éste es un comportamiento característico del trastorno obsesivo compulsivo.

Estas compulsiones o rituales que acompañan a las obsesiones no son fáciles de resolver, pero si éste es tu caso, los expertos proponen algunas medidas básicas para ayudar a aliviarlas:

- Diferencia obsesión de preocupación. Pregúntate: ¿me vienen a la mente ideas, pensamientos o imágenes fuera de control? ¿Se repiten a menudo? ¿Me crea un gran malestar pensar en ello? ¿Son ideas que no debería tener? ¿Hago algún ritual o evito situaciones para eliminarlas? Si la respuesta a alguna de estas interrogantes es afirmativa, quizá tengas una obsesión.

- Busca las causas del malestar. Es importante enfrentar tus miedos para descubrir que no tienes de qué preocuparte. Por ejemplo, si te obsesiona pensar que podrías quedarte atrapada en una cueva, sal de paseo a una gruta y estando ahí dentro analiza ese pensamiento, así ayudarás a disminuir la ansiedad.

- Limita tus pensamientos. No pases todo el día pensando en una idea obsesiva, proponte pensar en lo que te preocupa sólo durante un tiempo determinado, por ejemplo en la media hora que tienes libre en algún momento del día y nunca fuera de ese horario, esto te ayudará a seguir con tu vida normal.

- Pospón los rituales. Proponte cumplir más tarde tu ritual, es decir, no compruebes de inmediato si cerraste la puerta del coche o la llave del gas, así enfrentarás por más tiempo al pensamiento que te preocupa, desarrollando la habilidad para controlarlo.

- Desacelera la ansiedad. En vez de correr a ver si cerraste con llave o apagaste la luz, ve caminando despacio y podrás tener más control sobre tu preocupación.

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- Modifica el ambiente. Si te lavas las manos siempre de la misma forma, cambia algo como poner el jabón en un lugar distinto, para así descubrir que estás controlando obsesivamente tu conducta.

- Interrumpe con algo más. Busca apoyo en una tarea que te distraiga del ritual para así no practicarlo, por ejemplo si rezas cuando tienes un horrible pensamiento, mejor canta una canción que te guste o lee en voz alta un texto.

- Habla con un profesional. Si tu obsesión es frecuente, eres incapaz de controlarla y te produce malestar, consulta a un psicólogo o psiquiatra.

Una y otra vez

El trastorno obsesivo compulsivo es muy frecuente, suele iniciarse en la adolescencia y afecta igual a mujeres y hombres. Si no se trata, llega a invalidar la vida del paciente, ocupando todo su tiempo y sofocando a las personas a su alrededor.

Los pacientes ocultan su enfermedad durante años, creyendo que pueden controlarla, debido a la vergüenza o por miedo a estar enloqueciendo. Por eso evitan comentar el problema con sus seres cercanos o consultar al médico, hasta que ya no pueden disimular.

La importancia de las obsesiones depende del grado en que afecten la vida cotidiana: si alguien por miedo a enfermar deja de salir, relacionarse y trabajar, tiene un problema grave.

Origen y tratamiento

El origen de este desorden es incierto, se sabe que existe cierta predisposición hereditaria y algunos expertos creen que es neurológico. Algunos eventos que pueden hacer a la persona vulnerable a padecer ese trastorno son la muerte de un ser querido, los problemas con la pareja o el sexo, las tensiones en el trabajo, el agotamiento y el estrés, haber tenido una educación restrictiva, carecer de un buen entorno social y de habilidad para comunicarse.

El principal tratamiento del trastorno son los antidepresivos junto con la psicoterapia, efectivos en siete de cada diez casos.

El papel de la familia es fundamental para convencer al obsesivo-compulsivo de que necesita ayuda, ya que sus familiares lo conocen bien y con frecuencia padecen las consecuencias de su enfermedad.

(fuente/esmas.com)

La ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo



http://www.parasaber.com/salud/psicologia/trastornos-psicologicos/ansiedad/articulo/psicologia-practica-ansiedad-trastorno-obsesivo-compulsivo/516/

La ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo

La ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo son problemas muy frecuentes y relacionados entre sí.

fuente:carolina garcia


"Fina, de 34 años, sale de su casa al trabajo. Previamente, como hace todos los días, deja todo totalmente cerrado: ventanas, puertas? Revisa el orden de los muebles y la comida de los gatos. Es su ritual. Sale y, cuando llega al coche, no se acuerda si ha cerrado la puerta o no. Sube al coche y piensa que es una tontería: siempre cierra la puerta. En un momento empiezan las sensaciones molestas: palpitaciones, sofocos? Los pensamientos de si ha cerrado o no son cada vez más recurrentes. Al final tiene que salir del coche y verificar si ha cerrado o no la puerta."

¿Qué es el TOC?

Antiguamente el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se relacionaba con problemas de control de impulsos, pero en la actualidad se cree que la ansiedad es la causa principal de su aparición. Los estudios indican que el 90% de las personas padece ideas de tipo intrusivo, o, lo que es lo mismo, pensamientos que aparecen en nuestra mente sin que lo deseemos. Pero ¿por qué algunos podemos superarlos y otros no nos dejan vivir? La respuesta tiene relación con la interpretación que hacemos cada una de esas ideas.

Factores de riesgo

Algunos estudios señalan que el padecer trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o no depende de dos variables: la vulnerabilidad biológica o la predisposición genética; y la vulnerabilidad psicológica. Padecer ciertos trastornos como depresión o ansiedad puede facilitar la aparición del TOC.El trastorno obsesivo-compulsivo, como cualquier otro problema emocional, es extremadamente tortuoso. Para las personas que lo sufren, se trata de un mal misterioso, y son incapaces de encontrar su origen.

Síntomas y tratamiento

Al contrario de lo que se pueda pensar, el TOC tiene cierta "racionalidad" y podríamos decir hasta un protocolo de actuación:

- En primer lugar aparece una situación estresante. Este es el botón que va a despertar los síntomas. En el ejemplo tratado, Fina tiene la necesidad de comprobar si ha cerrado o no la puerta; es algo vital para ella.

- En segundo lugar, ese botón o situación estresante provoca la aparición de la obsesión. Es un pensamiento que la persona no elige, es automático e involuntario. Muchas veces en consulta el paciente indica que esos pensamientos vienen del inconsciente, no de su yo real. En el caso de Fina, esa obsesión es el pensamiento recurrente de si ha cerrado o no la puerta.

- Esta obsesión, pensamiento automático y recurrente, nos provoca un malestar. La reacción emocional que libera el TOC es la ansiedad. Experimentamos síntomas como palpitaciones, taquicardias.

- A continuación encontraríamos la compulsión, reacción que neutraliza nuestro malestar y cuyo fin es ponerse a salvo del temor inducido por la obsesión.

- Por último, estaría el alivio, lo que llamamos "la trampa de la ansiedad" que es una solución a corto plazo, pero es en realidad una conducta dañina para el individuo a largo plazo.

Los síntomas y su recurrencia nos indicarán el nivel de afección que sufre el individuo. Puede tratarse de algo que el individuo domina y controla en su día a día, o por el contrario puede ser que la persona necesite atención psicológica.

los sintomas del trastorno obsesivo compulsivo


fuente:guia practica del toc/editorial descle de brouwer.
aunque el trastorno obsesivo compulsivo pueda manifestarse de multitud de maneras,los sintomas mas comunes pueden ser las compulsiones de comprobacion y las de lavado o limpieza.otros sintomas incluyen la necesidad de simetria,los pensamientos sexualesy o agrsivos involuntarios,contar de modo compulsivo,la necesidad de preguntar costantemente para asegurarse,los rituales de ordenar y acumular.algunas personas son obsesivas puras.esto significa que sufren de obsesiones pero no compulsiones.es probable que tales individuos experimenten pensamientos repetitivos de un acto sexual agresivo que son censurables para ellos.otros presentan una lentitud obsesiva primaria, en estas personas,la parsimonia constituye el sintoma basico pueden dedicar varias horas al dia para asearse, vestirse y comer. el patron de presencia de los sintomas es variado.aunque muchas personas con trastorno obsesivo compulsivo presentan una sintomatologia alo largo de susu vidas,otros con frecuencia padecen obsesiones y compulsiones multiples.por ejemplo un comprobador,tambien puede ser alguien que se asea compulsivamente.ademas los sintomas pueden alternarse y trasformarsea lo largo del ciclo vital.por ejemplo,una persona con pensamientos intrusivos en la adolescencia puede superar dicho problema solo para convertirse en alguien que se lava compulsivamenteen la etapa inicial de la vida adulta y devenir despues en un comprobador.

odio, revolver

http://www.youtube.com/watch?v=kpcCxaO9QgI

"En la lucha contra la gripe A lo estamos haciendo peor que los demás"


fuente.imagen:http://www.elmundotoday.com/
fuente:http://www.20minutos.es/noticia/523387/0/lucha/gripe-a/peor/

Juan Martínez Hernández es doctor en Medicina, especialista en Salud pública y medicina preventiva y autor del libro Gripe A, pandemia gripal 2009 (Norma Capitel, 10 euros). Es el primer libro que se escribe en España sobre este virus y el segundo en todo el mundo si tenemos en cuenta una obra publicada en México poco tiempo después de que surgiera la enfermedad y que está dirigida especialmente a virólogos. Al contrario que su antecesor, el libro del doctor Martínez está dirigido "a un público amplio", según el propio autor. "Está dirigido al personal sanitario, pero también a cualquier persona que quiere saber más sobre el virus", asegura.

- ¿Cuál es el objetivo del libro?

A diario leemos muchas cosas sobre la gripe A, pero no hay un libro que traduzca toda esa información. Este no es un libro infantil, evidentemente, porque requiere cierta concentración, pero es para todos los públicos. En él intento explicar de una manera crítica e independiente algunas cuestiones sobre el virus.

- ¿A qué se debe la brevedad de los capítulos?

No todo es como se está diciendoEra imposible escribir un libro tan rápido de otra manera. Además, de esta forma la obra se convierte en algo asequible, porque se puede leer en cualquier sitio. El libro pretende ser de fácil lectura y abarca un mosaico bastante amplio para que el lector pueda saber que no todo es como se está diciendo.

- Como por ejemplo...

Sin ir más lejos, el tema de las embarazadas. Se ha dicho públicamente que no tienen más riesgo y no es así. Las mujeres embarazadas pueden y deben tomar Tamiflú. Deben dar su autorización porque aún no hay experiencia completa, pero no está contraindicado.

Las embarazadas tienen un alto riesgo de enfermedad grave y aborto si contraen la gripe A por lo que ellas, así como los asmáticos y los trasplantados deben tomarlo, aunque no presenten formas severas. Lo que está claro es que a una embarazada con gripe no se le puede mandar a casa sin tratamiento.

- Sin embargo, en el libro asegura que "no debemos esperar milagros del Tamiflú". ¿Por qué?

Está claro que no es la panacea, pero es lo que tenemos. Hay gente que no lo necesitará, así como otras personas que lo tomarán y aún así irán mal.

Las embarazadas pueden y deben tomar TamiflúTan malo es creer que nos va a salvar como restringirlo tanto para que nadie lo tome aunque lo necesite, como ocurre en España. Aquí sólo se da en centros sanitarios, mientras que en otros países como Portugal o Reino Unido se puede adquirir en la farmacia.

No lo estamos haciendo mejor que los demás, si me apuras lo estamos haciendo peor. La gripe es un problema de atención primaria, no de hospital, y los médicos de atención primaria deberían poder prescribirlo para que se adquiera con receta. Aquí estamos haciendo raro algo que es normal. Esto es gripe y es el médico quien debe decidir si se requiere tratamiento o si además de esto es preciso acudir al hospital.

- ¿De dónde viene este caos?

Algunos técnicos que debían haber hablado a lo mejor se han callado, porque lo que leo a nivel mundial es muy diferente a lo que estamos haciendo aquí. Desde luego, no estamos haciendo las cosas igual que en los protocolos de la OMS.

No tengo queja política, sino queja técnica. ¿Qué se leen estos señores? Al paciente que no vaya mejor en la segunda consulta hay que darle Tamiflú, porque es lo que tenemos.

Estamos haciendo las cosas de manera diferente. Se recomienda vacunar a quienes convivan con los niños menores de 6 meses (abuelos, cuidadores...), Francia ha propuesto la vacunación universal y nosotros vacunamos a enfermos, personal sanitario y de emergencias.

- ¿Qué está haciendo España de forma diferente al resto de países?

Sugerencias como decir "no se besen" no son más que ocurrenciasPara empezar, faltan medios. Muchos hospitales de España no tienen las instalaciones necesarias para analizar las muestras y se ven obligados a remitirlas a otros centros, que están saturados.

Además, algunas sugerencias como decir "no se besen" o "no se toquen" no son más que ocurrencias. La mayoría de contagios se producen con enfermos.

- ¿Deben preocuparse quienes no padecen patologías previas?

La pandemia gripal preocupa a todo el mundo, pero hay que tranquilizar porque de momento transcurre por los cauces esperados. Sin embargo, las personas sanas no pueden desentenderse, porque uno de cada cuatro muertos por gripe A en Estados Unidos no tenía ninguna patología previa y era joven. Dicho esto, es preciso subrayar que muchos pacientes pueden padecer el virus y no darse cuenta, porque en algunos casos se presenta de forma asintomática.

- ¿Por qué disiente con quienes afirman que viviremos un invierno como los anteriores?

De entrada, no es normal que en julio y agosto haya muertos por gripe. Además, todos los países esperan un pico epidémico en otoño, mientras que la gripe común suele empezar en enero.

- ¿Se dispararán las bajas médicas?

Cuando llegue el momento de pico pandémico no será recomendable ir a los centros comerciales en hora puntaNadie sabe cómo va a ser el pico pandémico en España, pero deberíamos evitar que se saturen los centros médicos. Para llevar un papel al centro de trabajo no se debe ir al médico, debe existir una especie de voto de confianza entre el jefe y el empleado de modo que para dar una baja de tres días baste con una llamada telefónica. Lo otro es un proceso burocrático que satura las consultas y desde luego, si se padece gripe, es mejor no ir al trabajo.

- ¿Se verá afectada nuestra vida diaria?

Todo lo que signifique aglomeraciones humanas aumenta el riesgo y cuando llegue el momento de pico pandémico no será recomendable ir a los centros comerciales en hora punta.

A la hora de viajar, el avión no es especialmente peligroso. Se filtra el aire y la gente no se suele mover de su asiento. A no ser que el compañero de asiento la tenga, es difícil contraer la gripe A. En el barco es más fácil porque se convive directamente con otros pasajeros. De todos modos, en todos los países hay gripe, con lo que la puedes coger en cualquier sitio así como no sufrirla en cualquier caso

La empatía


http://www.articulo.org/idx/11/7564/article/La-empata.html
En muchas ocasiones la fuente de nuestro malestar proviene de nuestra relación con los otros. Es algo paradójico porque igualmente cuando alguien tiene depresión se le recomienda apoyarse en los demás para salir de la misma.

Las relaciones personales pueden ser fuente de nuestro malestar o la solución al mismo. Pero, ¿qué nos pasa cuando alguien nos molesta con su comportamiento?, ¿qué podríamos hacer para que no nos afectasen negativamente las actitudes de los demás?

Desde mi humilde punto de vista, la mayoría de los seres humanos somos seres egocéntricos, todo gira entorno nuestro. Nosotros somos el centro del universo. Cualquier cosa que no encaja con nuestra manera de entender la vida suele ser recibida como una amenaza. Nos falta empatía.

He aquí la clave de la cuestión, la empatía. Todos sabemos muy bien la teoría pero llevarla a la práctica es otro cantar.

La empatía no significa aprobar comportamientos extraños sino simplemente entenderlos y buscar una justificación de por qué la persona actúa así. Siempre existe una causa para los comportamientos. El averiguar y descubrir por qué una persona se comporta de tal o cual manera es una habilidad que debiéramos practicar todos.

Para practicar la empatía se necesita calma. Es muy difícil saber morderse los labios cuando nuestro esposo o esposa nos recrimina algo o actúa de una manera que no compartimos. Párate cinco minutos a reflexionar por qué actúa de ese modo. Quizá puedas llegar a entenderle y apoyarle pues toda causa de mal comportamiento tiene como base un malestar.

Si prácticamos diariamente esta habilidad habremos recorrido un largo camino en nuestra carrera hacia la plenitud personal.

Existe un viejo proverbio que dice así: Antes de juzgar a tu hermano, camina por dos semanas en sus mocasines.

Trastorno obsesivo-compulsivo Jefa de la Sección de Psiquiatría Infantil, Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Madrid.



A lo largo de los últimos años se ha despertado un interés cada vez
mayor de los pediatras y médicos de Atención Primaria por los trastornos
psiquiátricos de los niños y adolescentes. Este interés está plenamente
justificado ya que las consultas que reciben por problemas
psiquiátricos son cada vez más frecuentes, y el número de pacientes
que presenta síntomas emocionales asociados a las enfermedades pediátricas
es cada vez mayor. Los pediatras y los médicos de Atención
Primaria se sienten ante el reto de detectar estas patologías y su responsabilidad
es enorme, ya que el diagnóstico precoz y el tratamiento
apropiado son la clave de la buena evolución cuando ésta es posible.
Se calcula que un 10% de los niños y un 20% de los adolescentes
padece en algún momento un trastorno psiquiátrico(1). El trastorno obsesivo-
compulsivo (TOC) afecta al 0,5-1%, una cifra que puede parecer
a primera vista insignificante desde el punto de vista cuantitativo, pero
que adquiere un inmenso significado cuando se conocen las características
del trastorno y el grado de sufrimiento y limitación que supone
para los pacientes. Hay que tener además en cuenta que el 50% de
todos los casos de TOC comienza en la infancia y adolescencia(2) y, si
no se trata, la sintomatología clínica puede permanecer prácticamente
inmodificada hasta la vida adulta. El período que va de los 5 a los 11
años es un momento típico para el inicio del cuadro clínico, que sin embargo
rara vez se sospecha, y que también puede empezar antes de
esa edad. Otro período clave será la adolescencia. Por tanto, el inicio
del TOC es en líneas generales muy precoz con algunas diferencias
en función del sexo, de tal forma que en los varones es más común el
comienzo en la infancia, y en las niñas el comienzo en la adolescencia(3).
Una de las características más destacadas del TOC en los niños es
que rara vez se diagnostica en la práctica clínica, lo que se debe a que
es un cuadro difícil de detectar ya que los niños –y también los adultos–
no saben expresar lo que les sucede, o sienten vergüenza de hacerlo,
dado el carácter irracional de los síntomas. Otro factor añadido es el desconocimiento
por parte del médico del cuadro clínico, lo que se traduce
en que no investiga y pregunta de forma adecuada al hacer la historia
clínica para descubrir si existe. Desde siempre se sabe que no se
diagnostica lo que se desconoce. Una última razón de los fallos en el
diagnóstico es la confusión de los síntomas obsesivos y compulsivos con
los rituales normales de la infancia(4). Todo esto explica que el período
que transcurre desde el comienzo de los síntomas hasta que se acude a
la consulta del médico sea por término medio muy largo, en torno a los
2-3 años, ya que los padres tardan en darse cuenta del carácter patológico
de los rituales del hijo(5,6). No parece, por tanto, descabellado deducir
que el comienzo del TOC tiene lugar en edades más precoces que
las reseñadas en la literatura. En un estudio realizado por nosotros de 29
niños y adolescentes con TOC la edad de comienzo de los síntomas es
de los 4 a los 14 años con una media de 10 años, y el tiempo que se
tarda en consultar oscila de 0 a 5 años, con una media de 1,8 años(7). Es,
por tanto, fundamental que todos los médicos y educadores relacionados
con la infancia conozcan mejor este cuadro psiquiátrico.
SINTOMATOLOGÍA CLÍNICA
El trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza porque el paciente
sufre obsesiones y compulsiones que le producen intenso malestar
y que no puede evitar. Las ideas obsesivas invaden una y otra
vez la conciencia del sujeto, de forma persistente y repetitiva, prolongándose
durante horas a lo largo del día y limitando la vida personal,
lo que genera intensa angustia. La necesidad de dar vueltas una y otra
vez a la misma idea tiene un carácter imperioso, irreprimible, que resulta
agotador, ya que no se puede eludir, a pesar de entender su irracionalidad.
Las compulsiones, por su parte, son acciones que se repiten
según determinadas reglas, y que tienen aparentemente una finalidad.
Por ejemplo, comprobar numerosas veces que se ha cerrado
la puerta de la casa, o la llave del gas, o lavarse las manos para evitar
contaminarse, tantas veces, que terminan por aparecer lesiones en la
piel. Tanto las obsesiones como las compulsiones surgen y se fundamentan
en el fenómeno de la duda y en el temor a que algo malo suceda.
La duda lleva a dar vueltas una y otra vez a la idea obsesiva, y el
temor a que algo malo pase conduce a la realización de múltiples rituales
y compulsiones para evitarlo. Ambos mecanismos, la obsesión
y la compulsión, son inútiles para el fin que se propone, pero se imponen
a la conciencia del sujeto, que no los puede evitar.
El paciente considera la idea obsesiva como ajena a la propia personalidad
y aunque se siente incapaz de librarse de ella, reconoce que
se origina en sus propios procesos mentales y no en el exterior. Las obsesiones
pueden versar sobre los temas más variados: palabras, recuerdos,
números, experiencias, pensamientos, miedos, imágenes, música
u otros.
Las compulsiones son actos irreprimibles de carácter repetitivo, cuya
ejecución no se puede impedir, que tienen aparentemente una finalidad
y que se llevan a cabo según determinadas reglas. La conducta
sin embargo no tiene un fin en sí misma sino que pretende producir o
evitar un determinado acontecimiento y se traduce en un descenso, aunque
sea transitorio, de la tensión del sujeto. Tanto las obsesiones como
las compulsiones producen un intenso malestar e interfieren de un
modo significativo las relaciones personales y sociales. El intento de resistir
la compulsión suele acompañarse de un aumento de la tensión que
a su vez se alivia tras el acto compulsivo. La actividad compulsiva se lleva
a cabo de acuerdo con reglas bien establecidas respecto al momento,
orden, duración y número de actos, de tal forma que el no hacerlo con
esta exactitud significa que hay que volver a empezar.
Desde el punto de vista clínico el TOC puede comenzar por un único
síntoma que persiste a lo largo de meses, o incluso de años, y al que
se irán añadiendo nuevas obsesiones y compulsiones de forma progresiva.
Los síntomas cambian además a lo largo del tiempo y se sustituyen
unos por otros, aunque el contenido de alguno de ellos pueda
permanecer. Lo más típico es que se den obsesiones y compulsiones
conjuntamente, pero también puede presentarse un cuadro obsesivo
sin compulsiones(1).
Las obsesiones más frecuentes en los niños son las que se relacionan
con el temor a males potenciales como contaminarse, contagiarse
con gérmenes o con suciedad, temor a que acontezcan determinados
males a personas queridas, obsesión por la simetría y la exactitud, y escrúpulos
de tipo religioso. Otras obsesiones se relacionan con las funciones
corporales, preocupaciones de índoles sexual, e ideas agresivas,
como temor o necesidad de hacerse daño a sí mismo o a los demás.
En un estudio realizado por nosotros, y mencionado previamente(7)
de niños y adolescentes con TOC se constata que el temor a que algo
malo puede pasar lo refiere la totalidad de los pacientes, seguido de las
Trastorno obsesivo-compulsivo
M.J. Mardomingo Sanz
Jefa de la Sección de Psiquiatría Infantil, Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Madrid.
Profesora Asociada de la Universidad Complutense de Madrid
dudas, 45%; el temor a contaminarse o contagiarse, 34%; y las obsesiones
de contenido religioso, 28% y sexual, 24%. Vienen a continuación
las obsesiones de orden y simetría, la preocupación por temas domésticos
y las imágenes intrusivas y de tipo agresivo (Tabla I).
En cuanto a las compulsiones predominan las de comprobación y
de orden que afectan a casi la mitad de los pacientes, seguidas de la
necesidad de tocar o repetir acciones y movimientos, que afecta a la
tercera parte. Otras compulsiones frecuentes son: lavado e higiene personal,
contar, y limpiar la casa (Tabla I).
El temor a contagiarse obliga al niño, por ejemplo, a caminar por la
calle alejándose de las papeleras, usar guantes incluso en verano, abrir
las puertas empujando el pomo con los codos, y lavarse las manos cientos
de veces para eliminar cualquier mota o atisbo de suciedad. La obsesión
por la simetría y el orden se traduce en rituales que implican, por
ejemplo, tener que colocar la ropa personal y las zapatillas en un lugar
y forma exactos antes de acostarse, disponer los objetos y muebles de
la habitación de una manera determinada, o no tolerar el menor cambio
en la mesa de estudio o en el armario, lo que origina grandes trifulcas
con la madre o los hermanos. Otras veces se trata de ubicar
los libros y cuadernos y el material escolar con un orden y simetría previamente
establecidos y que adquieren un carácter inmutable.
Las obsesiones de tipo religioso pueden generar un especial malestar
y sentimientos de culpa, como refería un niño de seis años que
tenía la obsesión de insultar a Dios lo que le producía una angustia insoportable.
Las obsesiones de contenido sexual son más frecuentes en
la adolescencia. Una adolescente de 16 años tenía un temor terrible a
violar a su hermano o a otros niños, y a que la ropa fuera transparente
y la vieran desnuda por la calle. La chica comprendía el carácter irracional
de estas ideas pero no las podía evitar.
El miedo a que acontezcan males potenciales es muy típico de los
contenidos obsesivos de los niños. Miedo a enfermar, miedo a contaminarse,
miedo a peligros indefinidos, miedo a morir, miedo a equivocarse
o a haberse equivocado(8). Los niños pequeños tienen con frecuencia
obsesiones con los números, teniendo la necesidad de contar
o de repetir cosas un número determinado de veces, distinguiendo entre
“buenos números” y “malos números” con claras repercusiones en
la actividad y rendimiento escolar. Otras obsesiones consisten en recordar
oraciones, necesidad de rememorar punto por punto las palabras
de una conversación, o en una enorme dificultad para tomar decisiones.
Los rituales de lavado y aseo suponen tardar horas en lavarse lo
dientes, afeitarse o ducharse, como en el caso de un muchacho que
pasaba tres o cuatro horas en la ducha pues, además de conseguir una
higiene perfecta, tenía que llevarse a cabo según un ritual estricto cuya
menor transgresión implicaba volver a comenzar.
La repetición de rituales y la comprobación de los más variados objetos
o situaciones del medio ambiente es otra de las compulsiones más
frecuentes. El niño puede dar un número determinado de pasos para
recorrer el pasillo de la casa, abre y cierra varias veces la puerta de entrada,
cuenta todos los apliques de la luz de una habitación, comprueba
si las ventanas están cerradas, el gas apagado, el horno encendido
o mira lo que hay debajo de la cama. Siente además una necesidad
irreprimible de tener todas sus cosas en un orden determinado, comprobándolo
una y otra vez, invirtiendo horas en colocar la ropa que se
pondrá al día siguiente, ordenar su escritorio, revisar la ropa del cajón,
ordenar los objetos de aseo, comprobar que nadie ha robado en
su ausencia, abrir múltiples veces el bolso para constatar que no se
le ha caído nada o que no le falta nada. Los rituales antes de acostarse
son típicos de los niños pequeños(8).
El temor a contaminarse puede llevar al niño a evitar el contacto
físico con otras personas, eludiendo tener que saludar, y por tanto con
serias repercusiones para su vida personal y social. Otras veces se dedica
con verdadera intensidad a la limpieza y orden de la casa, señalando
las madres que pasa horas enteras lavando, planchando o limpiando
el polvo. Los rituales pueden referirse también a la forma de moverse,
andar, o sentarse, así como al modo de hablar o escribir. Puede
decirse, en resumen, que la compulsión surge a partir de cualquier acción
o actividad de la vida cotidiana(8,9). En los adultos se ha descrito
como compulsiones predominantes las de comprobar, limpiar, contar,
lavarse las manos, lentitud de decisión y hacer cosas a base de números(
9-11).
En líneas generales el cuadro clínico comienza con una obsesión
o con una compulsión que dura meses o años y luego puede cambiar
a otra o a varias. La evolución del trastorno suele ser de tipo crónico(12,13),
siguiendo un curso fluctuante con períodos de mejoría y otros de empeoramiento.
La sintomatología puede ser extremadamente grave incapacitando
al niño y al adolescente para una vida normal. El paso
de un cuadro clínico grave a otro menos grave suele darse de forma
gradual, mientras que los empeoramientos se presentan indistintamente
de modo súbito o bien progresivamente(5,7).
Lo más habitual es que la consulta al médico, como se decía previamente,
se haga después de varios meses o incluso después de
años de haber comenzado el cuadro, dado el carácter secreto y la dimensión
absorbente de los síntomas(7,14). Es evidente que el momento de
la consulta depende de la percepción que tienen los padres de la situación
del niño y de la interferencia, mayor o menor, que el cuadro patológico
supone en la vida diaria tanto del propio niño como de la familia.
Otra característica clínica del TOC, que indica la complejidad del
trastorno, es la elevada frecuencia con que se acompaña de otros trastornos
psiquiátricos. En la Tabla II se observa cómo el 55% de los pacientes
tiene algún trastorno comórbido y de estos el 31% sufre uno; el
4 21% sufre dos, y el 3% tiene tres(7). Los trastornos psiquiátricos más co-
Síntomas N %
Obsesiones
Temor a peligros potenciales 29 100%
Dudas 13 45%
Contaminación por gérmenes o venenos 10 34%
Religiosas 8 28%
De contenido sexual 7 24%
De orden y simetría 4 14%
Otras 4 14%
Preocupación por temas domésticos 2 7%
Imágenes intrusivas 2 7%
Contenido agresivo 2 7%
Ideas de muerte 1 3%
Estéticas, de apariencia externa 1 3%
De números 1 3%
Compulsiones
De comprobación 14 48%
Ordenar 14 48%
Tocar 9 31%
Repetir acciones o movimientos 9 31%
Repetir palabras 6 21%
Lavado e higiene personal 6 21%
Contar 5 17%
Limpieza de la casa 4 14%
Evitar males 2 7%
Repetir preguntas 2 7%
Acumular 2 7%
Lentitud en las acciones 1 3%
Pedir perdón 1 3%
Rituales varios 1 3%
TABLA I. Sintomatología del TOC
munes son, en primer lugar, la depresión, seguida de la ansiedad generalizada,
el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, y el trastorno
de tics o síndrome de Gilles de la Tourette (Tabla III).
De todo lo expuesto se deduce que el cuadro clínico del TOC es
amplio y complejo, el tipo de síntomas es semejante en el niño que en
el adulto, tiende a evolucionar de forma crónica y es esencial el diagnóstico
precoz para mejorar o prevenir ese tipo de evolución.
TRASTORNO OBSESIVO Y MEDIO FAMILIAR
El trastorno obsesivo es uno de los que genera una mayor angustia
y ansiedad en la familia. Los padres se preguntan cómo es posible
que su hijo, tan normal en otras esferas de su comportamiento, tenga
unos síntomas tan extraños y absurdos que no le dejan vivir ni a él, ni
al resto de los familiares(4). No es infrecuente que los padres oculten los
síntomas, nieguen que a su hijo le suceda algo patológico, y se opongan
a que el niño o el adolescente tome una medicación. El tratamiento
farmacológico y la terapia cognitivo-conductual son la forma más
eficaz de tratamiento y un factor de buen pronóstico, mientras que la
ausencia de tratamiento, las dosis farmacológicas bajas sin acción terapéutica,
o la adopción de otras medidas terapéuticas cuya eficacia
no ha sido probada, son un factor de mal pronóstico(6,15).
La oposición, prácticamente generalizada, por parte de los padres
y de muchos pediatras a que no se dé medicación a los niños con problemas
psiquiátricos, es una de las mayores dificultades para el correcto
tratamiento, una dificultad en ocasiones insuperable.
Todavía existe el mito y el prejuicio de que los problemas psiquiátricos
pertenecen al ámbito de la magia y se curan con voluntad, y
nada tienen que ver con el ámbito de la ciencia y la investigación biomédica.
Según esta creencia el médico, como el psicólogo, lo que
tiene que hacer es “hablar con el paciente” y la medicación lo único
que hace es “cambiar la personalidad y crear dependencia”.
Es obvio que “hablar con el paciente” es la base de la buena medicina
y es responsable en gran medida de la acción terapéutica no sólo
de la psicoterapia, sino de cualquier tipo de intervención. El diálogo
es el corazón de la relación médico-paciente, pero eso es complementario
y no incompatible con la aplicación, en cada caso, del tipo de
tratamiento que los estudios de investigación han demostrado que es
más eficaz, bien sea la administración de fármacos, la terapia cognitivo-
conductual, la terapia de conducta o de apoyo. Pero cada una tiene
sus aplicaciones concretas. No dar un fármaco cuando está indicado
es tan erróneo como darlo cuando no lo está. Y lo mismo sucede
con la psicoterapia(16).
El diagnóstico precoz y el enfoque adecuado del tratamiento son
esenciales no sólo para aliviar el sufrimiento del paciente, sino para preservar
la buena interacción de toda la familia.
BIBLIOGRAFÍA
1. Mardomingo MJ. Trastorno obsesivo-compulsivo en la infancia y adolescencia.
En: Mardomingo MJ. Psiquiatría del niño y del adolescente: Método,
fundamentos y síndromes. Madrid: Díaz de Santos 1994;315-47.
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Psychiatrica Scandinavica 1988;77(Sup. 338):43-9.
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5. Swedo SE, Rapoport JL. Phenomenology and differential diagnosis of obsessive-
compulsive disorder in children and adolescents. En: Rapoport JL
(ed.). Obsessive-compulsive disorder in children and adolescent. Washington:
American Psychiatric Press 1989.
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Sociedad Española de Neuropsiquiatría Infanto-Juvenil. Algeciras 1989.
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DSM-III OCD. Am J Psychiatry 1986;143:317-22.
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11. Welner A, Reich T, Robins E et al. Obsessive-compulsive neurosis: record
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12. Flament M. Epidemiology for obsessive-compulsive disorder in children and
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15. Mardomingo MJ. Tratamiento con psicofármacos. Lo visible y lo invisible.
En: Mardomingo MJ. Psiquiatría para padres y educadores. Ciencia y arte.
Madrid: Narcea 2002;195-212.
16. Mardomingo MJ, Rodríguez-Ramos P, Velasco A. Psicofarmacología del niño
y del adolescente. Madrid: Díaz de Santos 1997.
5
N %
Total 29 100%
Sin trastorno comórbido 13 45%
Con trastorno comórbido 16 55%
1 trastorno 9 31%
2 trastornos 6 21%
3 trastornos 1 3%
TABLA II. Comorbilidad del TOC
N %
Total 29 100%
Depresión mayor 5 17%
Ansiedad generalizada 4 14%
Trastorno por déficit de atención 4 14%
Tics 3 10%
Crisis de angustia 2 7%
Trastorno de la conducta 2 7%
Ansiedad de separación 1 3%
Bulimia 1 3%
Síntomas psicóticos 1 3%
Trastorno de identidad sexual 1 3%
Trastorno oposicionista 1 3%
TABLA III. Comorbilidad del TOC

Terapia cognitiva conductual para el manejo del TOC en niños y adolescentes con TDAH


Terapia cognitiva conductual para el manejo del TOC en niños y adolescentes con TDAH
http://www.deficitdeatencionperu.org/psicol-gicos-/terapia-cognitiva-conductual-para-el-manejo-del-toc-en-ni-os-y-adolescentes-con-tdah.html
Lic. Patricia Flores Figueroa

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad con base fisiológica que se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones que interfieren de forma significativa en la vida diaria de la persona que lo padece. Las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes que generan niveles altos de ansiedad y que son experimentados por la persona como intrusivos, inapropiados y carentes de sentido. Las compulsiones son comportamientos repetitivos (ejemplo: lavarse las manos, ordenar, chequear, repetir una acción, repetir en voz alta preguntas o frases, etc.) o actos mentales (ejemplo: rezar silenciosamente, contar mentalmente, repetir palabras o frases en silencio, reemplazar un pensamiento o imagen por otra silenciosamente, etc.) que la persona considera que debe realizar, siguiendo ciertas reglas auto impuestas, para reducir la ansiedad generada por las obsesiones y/o para prevenir o revertir algún daño o catástrofe que pudiera producirse como consecuencia de los pensamientos obsesivos.

Las obsesiones y compulsiones en niños y adolescentes, al igual que en el caso de los adultos, giran en torno a temas como: la contaminación, la duda y el daño (agredir o matar a los padres o a algún miembro de la familia), y algunas veces se presentan obsesiones de contenido sexual. Los niños, a diferencia de los adultos, no suelen ser muy conscientes de lo irrazonables y excesivas que son sus obsesiones y/o compulsiones dado que su nivel madurativo y escaso desarrollo cognitivo muchas veces no se lo permiten. De ahí que el problema generalmente es identificado por los padres, quienes son los que buscan ayuda psicológica y llevan al niño a tratamiento. De no existir un diagnóstico y un tratamiento adecuado a través del tiempo, las obsesiones y las compulsiones adquieren mayor complejidad y disfuncionalidad.

Diversos estudios han validado la comorbilidad que existe entre el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en niños y adolescentes. La presencia de un TOC en un paciente con TDAH suele complicar el curso del TDAH y demandar un tratamiento bastante complejo. Dicho tratamiento en la mayoría de casos combina el uso de fármacos (principalmente inhibidores de la recaptación de la serotonina) y el uso de la Terapia Cognitiva Conductual.

La Terapia Cognitiva Conductual es una terapia centrada en el presente (en el “Aquí y Ahora”) y que tiene como objetivo principal ayudar a la persona a desarrollar un conjunto de herramientas que le sean útiles para manejar y/o superar sus problemas emocionales y de comportamiento. Se utilizan técnicas cognitivas, emotivas y conductuales con la finalidad de generar un cambio profundo a nivel de las cogniciones (pensamientos, creencias y esquemas mentales) que conlleve a la disminución y/o desaparición de emociones perturbadoras (ejemplo: ansiedad) y de comportamientos desadaptativos (ejemplo: compulsiones, conductas de escape y evitación, etc.).

El terapeuta cognitivo conductual antes de empezar el tratamiento del TOC debe realizar una evaluación minuciosa del estado psicológico del paciente, y especialmente explorar de manera detallada todo lo relativo a sus obsesiones, a sus compulsiones y a su ansiedad. Asimismo es importante identificar las cogniciones que tiene el paciente con respecto a su problema y al tratamiento, evaluar la presencia de comorbilidad (identificar la presencia de otros desórdenes típicamente asociados al TOC: desórdenes de ansiedad, desórdenes del ánimo/depresión, desorden del apetito, o de algún desorden de personalidad) y explorar otras áreas importantes como la autoestima y las habilidades sociales del paciente.

Una premisa importante del trabajo terapéutico con niños y adolescentes es incorporar en el tratamiento a los padres y a las personas claves del colegio (ejemplo: tutor, profesores, psicólogo del colegio, etc.). Tanto los padres como las personas claves del colegio recibirán apoyo u orientación psicológica y serán capacitados para actuar como colaboradores del tratamiento.

Desde el primer contacto con el niño o adolescente con TOC y con sus padres hay que ir construyendo un vínculo basado en la confianza. Asimismo, es importante señalar que la mayor responsabilidad del cambio está en ellos y no en el terapeuta y que el éxito del tratamiento en gran parte va a depender del nivel de compromiso que ellos demuestren tener durante todo el proceso terapéutico.

Dado que el TOC es un trastorno mental que se produce por la disminución de los niveles de serotonina en el cerebro y que suele interferir de forma significativa en la vida del paciente, el terapeuta cognitivo conductual desde el inicio debe informar a los padres sobre la necesidad de que el niño o adolescente con TOC reciba un tratamiento farmacológico paralelo a la terapia. De ahí que resulta conveniente desde la primera entrevista con los padres derivarlos a un psiquiatra infantil para que, luego de confirmar el diagnóstico de TOC, proceda a administrar el fármaco más indicado para el caso.

Otro aspecto fundamental al inicio de la terapia es brindar información completa y adecuada sobre el TOC tanto al niño o adolescente que lo padece como a sus padres (psicoeducación sobre el TOC). Hay que dar información sobre qué es el TOC y sobre el tratamiento, y también generar expectativas realistas de cambio (no se puede ofrecer que con la terapia el niño o adolescente nunca más va a presentar obsesiones y compulsiones, pero sí se puede ofrecer que va a tener más herramientas para poder manejarlas cuando se presenten).

En las sesiones de apoyo psicológico a tener con los padres, además de trabajar todo lo relativo a la psicoeducación sobre el TOC, se les da las siguientes recomendaciones:

• Tener una actitud de paciencia y comprensión con el niño o adolescente con TOC. Tener presente que el niño es el que más padece por tener el TOC y que sus síntomas escapan a su control.

• Manejar su propia ansiedad frente al TOC de su hijo y sus sentimientos desesperanzadores en lo que se refiere a sus posibilidades de llegar a manejar el problema. Es importante que los padres brinden apoyo a su hijo con TOC pero que también cuenten con recursos que los ayuden a relajarse.

• Evitar las críticas, comentarios negativos, llamadas de atención y todo tipo de castigo. Las críticas y otros tipos de castigo llevan a que al niño o adolescente se le haga más difícil resistir el TOC y por lo general empeoran el curso del trastorno.

• No presionar ni pedirle al niño o adolescente con TOC que deje de hacer la compulsión o ritual. Tener presente que si el niño o adolescente pudiera evitar hacer la compulsión ya lo hubiera hecho. Cuando un padre presiona o le pide a su hijo con TOC que deje de hacer la compulsión esto no sólo no ayuda al niño o adolescente sino que conlleva a que se sienta más angustiado y frustrado por no poder atender su pedido.

• Ignorar los rituales o compulsiones cada vez que el niño o adolescente con TOC los presente. Recordar que ignorar estas conductas maladaptativas es diferente a ignorar al niño o adolescente con TOC.

• No hacerle recordar al niño o adolescente con TOC que sus obsesiones y compulsiones son exageradas, tontas, ridículas o carentes de sentido. El niño con apoyo de su terapeuta va tomando mayor conciencia de lo poco razonables y exagerados que son sus síntomas.

• Evitar sobreproteger al niño o adolescente con TOC. No tratarlo como un enfermo o inválido. Muchas veces los niños con TOC al ver que sus padres los sobreprotegen terminan inutilizándose u obteniendo alguna ganancia secundaria de su TOC (ejemplo: evitar cumplir con responsabilidades en el hogar, faltar al colegio, no hacer las tareas escolares, etc.). El niño o adolescente con TOC necesita, al igual que todo hijo, que sus padres le pongan límites a su comportamiento y lo disciplinen.

• Hacerle recordar al niño o adolescente que cada vez que presenta compulsiones o conductas de escape y evitación lo único que logra es bajar su ansiedad en el momento (ganancia a corto plazo) pero a la larga está contribuyendo a que su TOC se mantenga o empeore.

• Identificar, junto con el niño o adolescente, actividades divertidas y relajantes que pueden hacer juntos mientras que los síntomas del TOC desaparecen. Practicar estas actividades mientras que transcurre el tratamiento y sobre todo en los momentos en que el niño o adolescente está ansioso o presentando los síntomas del TOC. No conviene que la vida del niño y de su familia gire en función al TOC, hay que darse un tiempo para hacer cosas divertidas juntos.

• Focalizar su atención en las fortalezas de su hijo e identificar aspectos positivos de su vida en los que el TOC no ha afectado.

• Dar apoyo y aliento al niño o adolescente con TOC cuando esté enfrentando una situación que dispara sus obsesiones y compulsiones. Hacerle recordar que la ansiedad pronto va a bajar y reforzar la idea de que él es capaz de enfrentar bien dicha situación sin tener que hacer la compulsión (apoyo de los padres en la aplicación de la Técnica de Exposición con Prevención de la Respuesta, técnica que se explicará más adelante).

• Reforzar o premiar al niño o adolescente por todo intento que haga por resistir el TOC. Elogiarlo, felicitarlo y entregarle premios tangibles.

• Mantener una comunicación permanente y estrecha con el terapeuta. Hacerle saber cualquier duda o inquietud que tengan con respecto al TOC y al tratamiento.

Las recomendaciones que se suele dar al colegio son prácticamente las mismas que se dan a los padres pero además se le pide a los profesores que conversen con los compañeros del niño o adolescente con TOC (de preferencia sin que él esté presente) para lograr los siguientes objetivos: (1) explicarles de forma breve y utilizando palabras simples su problema (ejemplo: “Carlos está muy nervioso, tiene miedo a que sucedan cosas muy feas y por eso está teniendo manías”), (2) pedirles que no le hagan ningún comentario feo ni se burlen de él cuando lo vean hacer los rituales o “manías”, (3) pedirles que no le pidan ni presionen a no hacer las “manías” e (4) ignorar los rituales o “manías” cada vez que el niño o adolescente los presente.

El tratamiento cognitivo conductual con el niño o adolescente con TOC abarca básicamente los siguientes aspectos:

• Ayudar al niño o adolescente a ver al TOC como un problema externo a él. Se le enseña que las obsesiones son como “hipos cerebrales” que vienen de un momento a otro sin que uno las llame, se quedan un rato y luego se van. Se busca que vea a sus obsesiones como temporales, que las acepte y no luche contra ellas. Resulta útil que el niño le ponga un apodo o sobrenombre a su TOC (ejemplo: “Muñeco de Tasmania”, “Mono Saltarín”, etc.). Los adolescentes suelen llamar al TOC por su mismo nombre (“TOC”).

• Ayudar al niño o adolescente a comprender que el TOC conforma una pequeña parte del YO o de su vida. Ayudar a identificar áreas o aspectos de su vida que el TOC no ha afectado (ejemplo: amigos, familia, estudios, deporte, etc.).

• Construir junto con el niño o adolescente una serie de auto instrucciones que pueda utilizar cada vez que aparezca el TOC con la finalidad de no prestarle atención ni darle tanta importancia, disminuir su tendencia a reaccionar de forma emocional o intensa frente a la aparición de los síntomas del TOC y entender que la ansiedad y las obsesiones vienen y se van por sí solas sin necesidad de hacer los rituales o las compulsiones. Ejemplos: “Hola TOC”, “Mi cerebro otra vez está con hipo”, ”Estos hipos no son importantes”, “Mejor me pongo a hacer algo divertido hasta que el hipo o TOC se vaya”, etc.

• Ayudar al paciente a identificar los pros y contras de sus pensamientos negativos (ejemplo: “Soy peligroso… puedo hacer daño”) y a compararlo con los pros y contras de un pensamiento adaptativo (ejemplo: “Tengo un pensamiento que se mete sin que yo lo quiera, pero no es peligroso, por pensarlo no voy a hacer daño a nadie”).

• Discutir con el paciente el costo–beneficio de hacer las compulsiones y de las conductas de evitación y de escape. Tanto las compulsiones como las conductas de evitación y de escape reducen la ansiedad del momento pero contribuyen a mantener y aumentar el TOC.

• Técnica de Exposición con Prevención de la Respuesta: Esta técnica apunta a lograr los siguientes objetivos: (1) que el paciente aprenda a tolerar su ansiedad y a darse cuenta que la ansiedad sube pero luego baja sin que él tenga que hacer nada, (2) que la ansiedad disminuya, (3) que las obsesiones aparezcan menos y (4) que la persona se dé cuenta que no necesita hacer las compulsiones para que su ansiedad baje ni para prevenir un daño o catástrofe. Primero se discute con el paciente la utilidad de las exposiciones (imaginarias y en vivo) versus las conductas de escape y evitación. Luego se establece una jerarquía de situaciones de exposición a trabajar, ordenadas de acuerdo al grado de ansiedad que le produzcan al paciente. Se empieza por aquellas situaciones que le generan menos ansiedad y se va avanzando hacia aquellas que le generan mayor ansiedad. Se le pide al paciente que se exponga a una determinada situación, que focalice su atención en la obsesión, que tolere la ansiedad que experimenta en esos momentos (no debe hacer nada para bajar la ansiedad) y que no haga la compulsión. Se pasa a trabajar la siguiente situación cuando la ansiedad haya disminuido significativamente. El paciente practica la técnica de exposición dentro de la sesión en compañía del terapeuta y en casa hace una exposición autodirigida y apoyado por sus padres (práctica diaria). Hay casos en los que el terapeuta tiene que trasladarse a otro escenario o lugar para trabajar la técnica de exposición.

• Antes de trabajar la técnica de exposición con prevención de la respuesta resulta útil identificar si el niño tiene un diálogo interno negativo que contribuye a aumentar su ansiedad en general y a disminuir su motivación hacia el tratamiento (ejemplo: “El TOC es más fuerte que yo, yo no le puedo ganar”, “No voy a ser capaz de no hacer el ritual”, etc.). Ayudar al niño a corregir este diálogo interno negativo y a reemplazarlo por un diálogo interno constructivo que enfatice su capacidad o sentido de poder para enfrentar al TOC (ejemplo: “Salte TOC, yo mando aquí, yo soy el jefe”, “Esta vez no me vas a ganar”, “Es difícil evitar hacer el ritual pero no imposible”, “Sí voy a ser capaz de tolerar mi ansiedad y de no hacer el ritual”, etc.).

• La principal técnica cognitiva que se utiliza en el manejo del TOC se llama Reestructuración Cognitiva: Tiene como objetivo ayudar al paciente a establecer una diferencia entre la realidad y sus obsesiones (su realidad). Para lograr este objetivo se utilizan preguntas y algunos experimentos que ayudan a que la persona entienda lo siguiente: (1) que no puede concluir algo de lo cual no tiene pruebas, (2) que el sólo pensar o imaginarse las cosas no lleva automáticamente a que estas sucedan y (3) que el hacer las compulsiones no tiene ningún rol en prevenir que el daño o catástrofe ocurra. Es importante sobre todo identificar pensamientos distorsionados, tales como: pensamientos de tipo catastrófico, pensamientos en los que la persona exagera el grado de negatividad de los hechos y pensamientos en los que se atribuye erróneamente la responsabilidad de la ocurrencia de hechos negativos. Luego de identificar estos pensamientos hay que ayudar a la persona a que los cambie y reemplace por pensamientos racionales (pensamientos lógicos y con base en la realidad).

• Existen otras técnicas cognitivas que pueden utilizarse para el manejo del TOC, pero son menos efectivas que la Reestructuración Cognitiva (ejemplo: bloqueo de pensamiento y técnicas de distracción).

• La autoestima de un niño o adolescente con TDAH de por sí suele verse muy afectada, la situación se torna más crítica aún cuando además tiene un TOC. Es común que los pacientes que tienen TOC acostumbren a ponerse a sí mismos una serie de calificativos negativos (ejemplo: “Soy un enfermo”, “Soy un loco”, “Soy malo”, “Soy tonto”, “Soy peligroso”, etc.). En estos casos es importante ayudar al paciente a desarrollar una visión realista de sí mismo (ejemplo: “No soy loco ni tonto… lo que tengo es un problema psicológico que puede mejorar”, “El que yo piense que puedo hacer daño a mi mamá no significa que yo sea peligroso, es sólo un pensamiento”, etc.). Esto se logra haciendo uso de la Reestructuración Cognitiva (ejemplos de preguntas: “¿Qué características hace a una persona loca, mala, tonta o peligrosa?”, ¿Si eres loco o malo por qué tienes amigos?, ¿Si eres peligroso por qué la gente te busca para conversar o jugar?, ¿Qué características tienes tú que a los otros les gusta?) y de los Role Play (“¿Pensarías lo mismo de un buen amigo que tuviera TOC?, ¿por qué sí o por qué no?”).


____________________
La psicóloga Patricia Flores Figueroa desarrolla su práctica privada en psicoterapia cognitiva conductual con niños, adolescentes y adultos.
Teléfonos: 448-9383, 9737-4504 y 405*2048 (Nextel). Correo electrónico: florespg@yahoo.comEsta dirección de correo electrónico está protegida contra los robots de spam, necesita tener Javascript activado para poder verla

Artículo aparecido en el boletín electrónico n.º 16 del APDA, del 10 de septiembre del 2007.

Cómo vivir con alguien que sufre Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC)


http://depsicologia.com/cmo-vivir-con-alguien-que-sufre-trastorno-obsesivo-compulsivo-toc/


Una persona que no puede dejar de lavarse las manos de una forma determinada, que debe controlar si está cerrada la puerta, o si la llave del gas está abierta. Una persona que teme, sufre y se angustia por la posibilidad de que le pase algo a un ser querido. Una persona que sufre este tipo de rituales que no puede controlar, ni evitar, es alguien que sufre el Trastorno Obsesivo-Compulsivo o Desorden obsesivo compulsivo (TOC).

Por favor NO piense en elefantes rosas. Le dije que no lo haga, quítese esa imagen de la cabeza. No puede. Este es el típico ejemplo para que alguien se imagine cómo es tener TOC. La clave está en que la mayoría de las personas no podrá dejar de pensar en los elefantes rosas, no podrá quitarse esa imagen de su cabeza aunque les hayan dicho que no la imaginaran.

Esto se llama la “Paradoja de la Evitación del Pensamiento”, y en las personas que tienen TOC esto sucede a diario, sin importar el esfuerzo que pongan e intentar quitar de su mente imágenes molestas o pensamientos, los sentimientos de angustia y ansiedad predominan. Una persona normal puede tener este tipo de situaciones, pero al rato se pasan. En una persona con TOC eso no sucede.

La vida para estas personas no es sencilla, y no sólo por lo que tienen que afrontar, sino por el entorno. La gente suele creer que exagera, que actúa, que quiere llamar la atención. No le suelen prestar atención a que la persona con TOC sufre, y necesita de que la comprendan y que la ayuden.

hand wash rebel attack
¿Qué es el Trastorno Obsesivo Compulsivo?

El TOC es un desorden de ansiedad, ¿y qué es la ansiedad? Es tener angustia y miedo ante el temor de perder algo preciado, como la vida propia o de alguien querido. Aunque la angustia también es temer perder un objeto. El caso es que todo el mundo sufre angustia, es un estado que se caracteriza por un incremento en las facultades de precepción. Pero en los desórdenes de ansiedad lo que sucede es que esta se incremente hasta un grado desagradable para la persona.

El TOC no es una enfermedad mental, sino lo dicho un desorden de ansiedad, que le ocurre a más de 100 millones de personas en el mundo, se cree que afecta al 2% de la población. El OMS la incluye entre las 5 enfermedades psiquiátricas más discapacitantes.
Tratamientos

Hoy en día hay tratamientos con fármacos psiquiátricos y con terapias que pueden ayudar a una persona con TOC a vivir una vida casi normal. Casi, porque los síntomas bajan, pero no desaparecen. La persona con TOC sufre menos la angustia, pero la sigue sufriendo, y los rituales se calman pero siguen estando allí.
¿Cómo sabemos si alguien tiene Trastorno Obsesivo Compulsivo?

Los síntomas pueden aparecer a una edad temprana, a partir de los 6 años de edad. Gran parte de quienes lo sufren suelen tener una inteligencia por sobre el promedio, puesto que la propia naturaleza de la enfermedad precisa de patrones mentales complicados. Es importante que si se detecta alguno de los síntomas la persona sea tratada por un profesional, ya que el TOC sin tratar es puede ser uno de los trastornos más irritantes y frustrantes.

Para una descripción detallada de los posibles síntomas pueden ir a Webtoc. Pero aquí diremos que el enfermo típico de TOC realiza tareas (o compulsiones) para buscar un alivio de la ansiedad relacionada con las obsesiones.

Los dos términos dentro del nombre de este trastorno nos dan una pista. Obsesivo, habla de las obsesiones, que son ideas, pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes y persistentes que no son producidos de forma voluntaria, sino que invaden la conciencia del individuo y son vistos por el como repugnantes o sin sentido. La persona intenta reprimirlos o ignorarlos, pero no puede evitarlos.

Compulsivo, tiene que ver con las conductas de las personas con TOC, que son compulsivas, repetitivas con un aparente fin y según unas reglas determinadas que pueden ser estereotipadas. Suelen ser conductas que parecen tener un fin en sí mimo, pero en realidad están “diseñadas” para prevenir o evitar alguna situación futura. Por ejemplo, lavarse las manos, miedo a enfermarse; cerrar la puerta 10 veces, miedo que alguien entre, y así.

Aquí también la persona con TOC intenta resistirse pero no puede. La persona sabe que es una conducta sin sentido, y no tiene ningún placer por llevarla a cabo, más bien todo lo contrario, si bien le produce un alivio de tensión.
Cómo tratar a un familiar o amigo con TOC

Una persona con TOC es identificable de forma sencilla. Los familiares o amigos cercanos se dan cuenta de todos los rituales, es lo primero que notan. Pero suelen descuidar o ignorar la parte de la angustia y los miedos.

Lo principal es apoyar a la persona con TOC, darle nuestra comprensión y aceptación. Que no siente una carga adicional de nuestra parte, como por ejemplo un rechazo hacia su enfermedad.

La persona con TOC se da cuenta de lo que sufre, no es algo inconsciente. Ahí radica otro de los problemas, la persona se ve lavándose las manos decenas de veces pero no puede evitarlo y sufre . Y muchas veces también se sienten culpables por ello.

La familia suele reaccionar de mala manera ante los síntomas de una persona con TOC. Suelen criticarlo porque no pueden dejar de repetir un ritual, no comprenden que no es algo que ellos puedan elegir, es algo que no pueden controlar. Incluso sufre burlas o retos.

Otras veces no se enfadan, pero tratan de evitar que realicen los rituales, o hacen de cuenta que no pasa nada, o algo peor es que colaboren con esos rituales.

Todas estas actitudes son contraproducentes para las personas que sufren de TOC. Ellos suelen sentirse mal por su problema, y tratan de ocultarlo para no llamar la atención de forma negativa.

Hay veces que podemos ayudar a quienes sufren TOC. Una de las características TOC es que sobrevaloran las ideas, y a veces esa exageración que hace su mente puede ser rechazada gracias a la ayuda de otra persona. Por ejemplo pueden tener el pensamiento de que existen muchas posibilidades de que un ser querido vaya a sufrir un daño, sin embargo esas posibilidades no existen, son sólo una exageración de su mente. Así que si alguien le explica racionalmente por qué es imposible que eso que teme suceda, puede ser que se convenza que su miedo es infundado.

Esto es posible porque muchas veces quienes sufren de TOC tienen dudas y se sienten inseguros de si sus compulsiones son irracionales o no. Con la opinión de alguien extra, puede luchar contra la compulsión.

También se puede ayudar al TOC con comentarios de aliento cuando vemos que está sufriendo la desesperanza típica que suele darles cuando la ansiedad es mucha. Si esto se intensifica puede degenerar en depresión, por eso es bueno que no sólo uno ayude al TOC en casa, sino que haya un tratamiento profesional.

Entendiendo la autolesión


Entendiendo la autolesión

Si te confunde el hecho de que una persona se puede hacer daño físico de manera deliberada, o bien si ya llevas tiempo haciéndolo y no te habías dado cuenta de que ya es reconocido como un problema psicológico real en sí mismo, entonces este documento es un buen principio para empezar a aprender y entender lo que es la autolesión.

Lo que es y lo que no es la autolesión

Se le llama de muchas maneras: autoviolencia, autolesión, auto-daño, parasuicidio, cortarse delicadamente, auto-abuso, flagelación, automutilación.

Hablando de manera general, la auto-lesión es un acto que intenta alterar un estado de ánimo al infligir un daño físico lo suficientemente serio para causar daño en los tejidos de tu cuerpo.

Este daño puede ser a base de cortarse (con cuchillo, con navajas, con vidrio, u objetos filosos), quemarse, pegarle a tu cuerpo con objetos o con tus propios puños, golpearle a un objeto pesado (como a una pared), arrancarte pelo hasta sangrarte, morderte, etc. Las formas más comunes son cortarse, quemarse y golpearse en la cabeza. El “daño a tejidos” normalmente se refiere a daño que rompe, raspa o quema la piel, algo que cause el sangrado o marcas que no desaparecen en unos cuantos minutos.

El estado de ánimo que uno quiere alterar a través de auto-lesionarse puede ser positivo o negativo, o ninguno de los dos; algunos se auto-lesionan para darle fin a un estado de disociación o bien para terminar con un sentimiento que los acosa y que no pueden controlar, o incluso uno acude a dañarse cuando está en tal confusión emocional que no sabe lo que está sintiendo. La autolesión logra regresarlos a la realidad. La autolesión logra enfocarlos a un dolor que pueden describir y justificar. La auto-lesión da fin a una tormenta interna.

NO es autolesionarse si tu propósito principal es:

# Placer sexual,
# decorar tu piel,
# iluminación espiritual a través de un ritual,
# ser parte de un grupo.

Las personas que se auto-lesionan aprenden que al hacerse daño logran aliviar un estado emocional agobiante; es por esto que la auto-lesión es un mecanismo para manejar emociones.

¿Por qué el autolesionarse hace sentirse mejor a algunas personas?

Hay varias razones, y la respuesta es una mezcla de ellas. Por un lado reduce tensión y por otro es un método que tiene la gente para manejar emociones fuertes las cuáles no han aprendido a manejar de mejor manera.

El autolesionarse hace que el nivel de tensión tanto psicológico como fisiológico regrese a un estado que se puede soportar.

Cuando una persona siente una emoción negativa muy fuerte y no sabe como manejarla, aprende que al hacerse daño reduce ese sentimiento de incomodidad en el que se encuentra de manera inmediata. A lo mejor se sienten mal después de hacerlo, pero por lo menos ya no tienen esa sensación de desesperación intensa; digamos que es sentirse mal pero en calma.

Esto explica el porqué el autolesionarse puede ser adictivo: Funciona. Cuando tienes una manera rápida y fácil de hacer que las cosas malas desaparezcan por un rato, ¿por qué tratar de encontrar una manera más tardada y que requiere más esfuerzo para lograr lo mismo? Sin embargo, a la larga, las consecuencias negativas de este comportamiento se van sumando y la gente pide ayuda.

No todos tenemos la oportunidad de aprender a manejar las emociones de manera efectiva.

No nacemos sabiendo cómo expresar y manejar nuestras emociones; lo aprendemos de nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros amigos, maestros y la gente que nos rodea.

Un factor que es común para la mayor parte de la gente que se hace daño, haya o no sufrido de algún abuso, es la invalidación. Aprendieron, desde una edad muy temprana, que la interpretación de sus emociones y sus sentimientos acerca de lo que les rodea estaban equivocados e inclusive eran "malas". Aprendieron que ciertos sentimientos no estaban permitidos, dándose casos donde se les castigaba por tenerlos.

Al mismo tiempo, la gente que tenía una fuerte influencia sobre ellos, no tenía a su vez buenos mecanismos para manejar sus propias emociones. Uno no puede aprender a manejar efectivamente situaciones de tensión, a menos que crezca y se desenvuelva con personas que manejan estas emociones de manera efectiva y positiva. ¿Tú crees que podrías aprender a cocinar si nunca has visto a alguien cocinando?

Aunque es común que la gente que se autolesiona haya sufrido algún tipo de abuso, no todos los que se hacen daño han sufrido abuso. Hay veces que la invalidación de sentimientos y la falta de una buena guía para manejar las emociones es suficiente para que se de esta conducta.

Los neurotransmisores ¿podrían tener algo que ver?

Así como se ha visto que la manera en que el cerebro utiliza la serotonina juega un papel en la depresión, algunos científicos piensan que problemas con el sistema de la serotonina puede predisponer a algunas personas hacerse daño, haciéndolas ser un tanto más agresivas e impulsivas que la mayoría de la población.

La tendencia hacia el impulso de agresión, combinada con la creencia que las emociones están mal o equivocadas, puede llevar a voltear la agresión hacia uno mismo. Y una vez que la persona se hace daño, se da cuenta que esta conducta reduce su nivel de tensión y el ciclo comienza.

¿Qué tipo de gente se autolesiona?

Las personas que se autolesionan vienen de todos los diferentes medios. La gente que se hace daño pueden ser hombres o mujeres; con estudios de postgrado o que solamente cursaron la primaria; ricos o pobres; de cualquier país; heterosexuales, homosexuales o bisexuales. Algunas personas que se autolesionan logran funcionar de manera efectiva en puestos muy altos y demandantes; pueden ser maestros, terapeutas, médicos, abogados, ingenieros, trabajadores. Algunos tienen alguna discapacidad. La edad varía desde la preadolescencia hasta entrados los sesenta años; unos más jóvenes, otros más grandes.

De hecho, la incidencia de la autolesión es muy similar a la de los desórdenes alimenticios, con la diferencia que al ser una conducta altamente estigmatizada, la mayor parte de la gente esconde cuidadosamente sus marcas, sus cortadas o ampollas. También tienen muchas excusas que se pueden sacar de la manga cuando alguien les pregunta de las cicatrices (¡hay muchos gatos mañosos rondando por la ciudad!)

La gente que deliberadamente se hace daño, ¿no serán realmente psicóticos?

No más que las personas que ahogan sus penas en una botella de tequila. El hacerse daño es un mecanismo, al que se le suma el agraviante que no es entendido por la mayor parte de la gente y no es tan aceptado y conocido como lo es el alcoholismo, la drogadicción, la anorexia, bulimia, el fumar, el trabajo en exceso, y los demás tipos de mecanismos que usa la gente para evadir sus emociones.

Entonces, ¿es otra manera de describir un fracaso de intento de suicidio?

No. Las personas que se inflingen daño físico normalmente lo hacen para intentar mantener su integridad psicológica: es una manera de no suicidarse. A través de hacerse daño, logran acabar con emociones insoportables y una presión agobiante, lo cual reduce el deseo de suicidarse. Y aunque hay casos de personas que se autolesionan y que en algún momento intentan suicidarse, casi siempre utilizan un método diferente al usual para hacerse daño.

La autolesión es un mecanismo inapropiado para manejar situaciones conflictivas, es una forma de mantenerse vivo, de sobrevivir. Desgraciadamente, hay gente que no comprende esto, y piensan que obligarlos y coartarlos de no hacerlo es la única forma para lidiar con una persona que se hace daño. La hospitalización, especialmente a la fuerza, puede hacer más daño que bien.

¿Se puede hacer algo por la gente que se autolesiona?

Se están realizando investigaciones con medicamentos que estabilizan el humor, alivian la depresión, y calman la ansiedad; en algunos casos se ha reportado que estos medicamentos ayudan a que el paciente ya no se haga daño.

Hay diferentes tipos de terapia psicológica que se han desarrollado y se siguen desarrollando para ayudar a los que se hacen daño a aprender nuevos mecanismos que les permitan manejar sus emociones, y así enseñarles técnicas apropiadas como alternativas a la auto-lesión. Este trabajo terapéutico se basa en que una vez que el paciente entiende sus patrones de auto-violencia y se estabiliza, entonces se puede empezar a trabajar con los problemas que subyacen a la auto-lesión.

Esto no implica que se deba de obligar a los pacientes a no hacerse daño. Cualquier intento de reducir o controlar la cantidad de auto-lesiones que una persona se hace, debe de estar basada en el deseo del paciente en emprender el difícil trabajo que es controlar o parar el auto-daño. El tratamiento no debe de estar basado en los sentimientos y creencias personales del profesional sobre la conducta de auto-lesionarse.

La autolesión evoca muchas emociones incómodas en la gente que no lo hace: repulsión, enojo, miedo, disgusto, entre otros. Si un profesional no se siente capaz de manejar sus propias emociones acerca de la autolesión, entonces tiene la obligación a sí mismo y al paciente de referirlo con otro que pueda hacer el trabajo. Además, tiene la responsabilidad de estar seguro que el paciente entiende que el referirlo es debido a su propia incapacidad de manejar la auto-lesión, y no con ninguna posible singularidad del paciente.

Las personas que se hacen daño, lo hacen generalmente debido a una dinámica interna, no lo hacen para molestar, enfurecer o irritar a otros. El autolesionarse es una respuesta conductual a un estado emocional y usualmente no se hace para frustrar al profesional. En las salas de urgencias, la gente con heridas hechas por sí mismos, se les dice directa o indirectamente que no merecen el mismo trato que alguien que se lastimó de manera accidental. Son tratados de manera grosera por el mismo doctor que trataría de manera amable a una anoréxica que llega debido a un desmayo. El médico debe de ser consciente que una herida de una persona que se auto-lesiona responde a un sufrimiento psicológico y por ende debe de tratarse como trataría una herida accidental.

La autolesión es una conducta para manejar emociones insoportables.

Cartas recibidas de familiares de afectados TLP.


http://usuarios.discapnet.es/border/tlpfamil.htm


Se han omitido nombres, párrafos y cuanCartas recibidas de familiares de afectados



Carta 1: Mi hijo TLP (del autor de esta página WEB)
Carta 2: ANONIMO
Carta 3: La vida sin Andrés (enfermo TLP)
Carta 4: Una madre TLP
Carta 5: Desde Chile
Carta 6: La alegría de una Familia
Carta 7: La última Pieza del Rompecabezas
Carta 8: Hermana de un TLP.
Carta 9: Atención a los Cuidadores.




Mi hijo TLP (del autor de esta página WEB)

Hace 15 años vinimos a vivir a esta ciudad. Mi mujer mi hijo y yo. Dejamos familia y recuerdos. Fue muy duro. Desde el comienzo mi hijo tuvo problemas de conducta. En casa, en el colegio, en la calle, en todas partes. Sus compañeros le rechazaban. Su hiperactividad era constante. Era insaciable. Nada lo llenaba. Juguetes, libros, etc. Mi mujer sufría en silencio. Quien mejor que ella sabia que su hijo tenía algo extraño. Yo estaba ciego. Simplemente no podía entender que mi hijo estuviera enfermo. Lo llevamos a varios Psiquiatras y Psicólogos. Cada uno decía algo distinto. Ninguno supo decirnos lo que realmente le pasaba. Llegó su adolescencia. Con ella se manifestó su problema con toda su virulencia. Después de una crisis lo ingresamos en un Hospital. Se le diagnosticó un Trastorno Límite de la Personalidad Border Line. El diagnóstico fue confirmado por otros Médicos. Cuando me lo explicaron me quise morir. El problema era congénito. Había nacido así. No nos pudieron explicar los motivos. Nuestro matrimonio estuvo a punto de romperse. Hoy estamos más unidos que nunca. Nos ha cambiado la vida. Hemos dado la vuelta a todos los valores morales. Lo importante es nuestro hijo. El resto no lo es tanto. En sus momentos de lucidez me pregunta porque no puede ser como los demás. No se qué responderle. He luchado mucho para conseguir un tratamiento y una educación adecuadas para mi hijo. Se que hasta el final de mi vida tendré que seguir luchando por él. No me importa. Dios me ha dado fuerza y voluntad para ello. Mi hijo no puede hacerlo. Yo lo haré por él.



ANONIMO


(Carta anónima a ACAI-TLP, para la revista SIN LIMITE)


Hace años me casé con una persona adorable, muy inteligente y simpática, que parecía dispuesta a compartir incluso mi forma de ver la vida, a pesar de que me avisaron y de que presencié algunas " rarezas", que no parecían ir mucho más allá de lo aparente.

Sin embargo, desde el primer momento de la boda, su comportamiento imprevisible, fue un continuo sufrimiento para mi, persona. Fui por consejo de una amistad a visitar a un psiquiatra, pero me dijo que el problema más bien podía tenerlo mi cónyuge.

Pero ¿como llevar al cónyuge al psiquiatra cuando se encuentra perfectamente bien, goza de buena salud, se divierte, rinde profesionalmente y no manifiesta en absoluto ningún problema exteriormente?. Prácticamente imposible.

Empecé un rosario de consultas, intenté que le hablaran otras personas....todo inútil. A fuerza de abandonos y malos tratos físicos y psicológicos acabé en comisaría varias veces, donde recibí la primera luz. El comisario me dijo: " Lo primero que tienes que averiguar es si se trata de una persona enferma mental, una borderline, o una persona egoísta", porque el cauce que debería dar a los acontecimientos sería distinto. La gente me empujaba a separarme, desde el principio, pero yo quería saber lo que pasaba exactamente, quería saber la verdad, para no actuar injustamente, aunque la convivencia era terrible por falta de diálogo entre otras cosas, ya había hijos por medio y no quería que nadie saliera malparado por una decisión errónea.

Unos dos o tres años después del matrimonio, alguien que conocía bien a mi cónyuge y entendía de medicina me dijo que era la típica persona borderline. Pero entonces no se consideraba una enfermedad, ni se comentaba como causa de una anulación de matrimonio tan clara como pudiera ser una esquizofrenia previa a la boda.

El desconcierto continuo era que esta persona tenía momentos de extraordinaria normalidad y sensatez, combinados con otros llenos de incoherencia y aparente mala educación. Yo no entendía nada, pero intuía que en su comportamiento no había " maldad", aunque tampoco se podía hablar de virtud, ni siquiera de actuar saludablemente. Me sentía atrapado/a. Ni siquiera podía sentir odio.

Por fin un abogado logró que nos pusiéramos en terapia matrimonial y le diagnosticaron un Trastorno Limite de la Personalidad. Yo busqué libros que me hablaran sobre ello pero no encontré más que el de la Sra. Foret. Me asusté mucho porque por un lado no encajaba exactamente con el patrón de esa persona, pero si daba índice de la importancia del problema y de hasta qué punto necesitan ayuda tanto ellos como los que tienen que convivir con esto.

El giro de trescientos sesenta grados se produjo cuando os encontré. Empezar a recibir información, comprender lo que te pasa y le pasa, saber que no eres el único/a, que hay ayudas a tu alcance....no sabéis el alivio que supuso para mí , que incluso pensé que era providencial y que esta asociación había nacido para mí. Doce años de tinieblas empezaban a dejar ver una forma y alguna clase de ayuda.

Gracias por todo. Por vuestro esfuerzo y por existir unidos e investigar como superar el TLP. Gracias por vuestro soporte. Sois fundamentales para los que sufrimos por ello. Poder comunicarse a través de teléfono, la red o la revista es una ayuda muy importante. Gracias por compartir vuestros problemas con los demás para que todos aprendamos y afrontemos mejor las cosas.



La vida sin Andrés (Enfermo TLP)



Hoy Paloma ha tomado la dura decisión de renunciar a vivir con su hijo. En la unidad de adolescentes del Hospital Universitario Psiquiátrico Gregorio Marañón de Madrid, le han dicho que allí su hijo no tiene espacio, no pueden tratarle y "estropea" a los demás. Paloma sabe que con ellos, con sus padres, es como su hijo Andrés no se curará jamás. Ante la imposibilidad de que le acoja ningún centro especializado, Paloma y su marido han acordado ceder la custodia del niño a la Comunidad Autónoma de Madrid. Dolorosa decisión: meditada, masticada, apoyada, después de varias noches en vela y de años de irse encogiendo el corazón y la moral poquito a poco, como el veneno inyectado gota a gota.

Yo también pasé por ese trance y sé lo que siente Paloma, sé como su corazón desgarrado, ahora late débil de tanto cansancio y amargor.

Comprendo su sensación de vacío, de fracaso, de impotencia durante estos años de perplejidad ante la "cara dura" de su hijo. Vivo en mi piel la rabia por la desidia de cuantos facultativos han visto y han tratado a Andrés como un "caso inabordable".

La angustia de Paloma es la mía también; sólo quien ha pasado por ello lo conoce. Cualquier cosa se hace banal comparado con "eso"; nada importa, todo lo invade el problema, todo lo llena.

Y tan angustioso es, que aún siendo el mayor trauma posible en la vida de una mujer (separarse de su hijo), Paloma empezará a respirar a partir de hoy. Comenzará a reponer los cacharros rotos, recuerdos de las crisis de Andrés. Se acostumbrarán a vivir sin continuas amenazas. Podrán dejar un monedero en cualquier sitio de la casa, sin temor a perderlo. La familia se irá acostumbrando a no tener pánico a hablar, previendo la reacción del niño. Desaparecerán los gritos, los insultos, las blasfemias. Se empezará a vislumbrar un hogar, en fin.

Ahora no tienen fuerza para llorar: tan agotados están.

Mañana y con frecuencia después, se les nublarán los ojos pensando en el infierno inmerecido que han vivido estos años. Y como su capacidad de amar no se ha agotado, llorarán doblemente por la triste suerte de Andrés, que tiene que cargar consigo mismo para el resto de sus días.

Mientras la próspera España vive anestesiada con la Operación Triunfo, en muchos rincones de su geografía sufren familias como la de Paloma, preguntándose que hicieron para merecer ésto.

Andrés tiene 14 años y está diagnosticado TLP con rasgos anti-sociales.



Una Madre TLP


Buscando en Internet temas sobre enfermedades mentales encontré su pagina. Trataba de encontrar que podría ser lo que le ocurre a un familiar mío, y creo que el Trastorno Limite de Personalidad encaja totalmente en su problema. Desconozco el diagnostico del psiquiatra que la trata actualmente (hace unos meses), pero anteriormente le habían diagnosticado depresión y trastorno maniaco depresivo. Le daré mas datos: es mujer, esta casada y actualmente tiene una niña pequeña. Lleva mal desde los 18 años: depresión, anorexia, abandono de estudios... De niña se crió en un ambiente de peleas, gritos... su madre es una mujer fría, dura, maltrato física y psíquicamente a sus hijos, creo que jamás quiso a su marido... Eso si, ella era la niña mimada de la casa, se caso con un hombre muy paciente y comprensivo. Las crisis siguieron a pesar de salir de la casa de sus padres. Intento suicidarse y estuvo en coma una semana por ingestión de pastillas. Iba a peor. Había que vigilarla constantemente. Entonces se quedo embarazada y todo fue peor aun. Fue por un error. Ella no quería tenerlo. Se golpeaba la barriga, no comía, no dormía, era un esqueleto sin apenas barriga, decía que quería abortar pero el marido no la dejo. La niña nació con poco mas de un kilo de peso.

Tiene unos sentimientos hacia su hija como hacia su marido o su madre: una mezcla de amor y odio, así me lo dijo ella. A veces es cariñosa con ella, pero otras amenaza con matarla, ya ha llegado a pegarle a la niña y si no la agarran no se que hubiera pasado, la mayor parte del tiempo pasa de ella, el marido tiene dinero y tiene mujeres que se la cuidan y se la sacan a pasear (ella casi nunca sale). Yo he hablado con ella y dice que se siente una mierda, que solo quiere matarse pero que no la dejan. Además siempre esta enferma, tiene muchos problemas físicos que probablemente sean secuelas de su mala alimentación (apenas come). Siempre esta culpando a su madre de todo lo que le pasa. Con su madre y con su marido llega a ser violenta, ha llegado a amenazar a su madre con matarla. Tiene unas crisis cíclicas, unos días bien (sale a dar paseos, cuida a su hija...), vuelta a la depresión (todo el día en cama), y lo peor las crisis: odia a la niña, quiere que se la lleven, rompe cosas, amenaza...

Sin embargo no esta loca, cuando esta bien puede llegar a ser una persona bastante agradable. Ella lo que quiere es ser el centro de atención, que la cuiden, que la mimen, que se preocupen por ella (hay que darle de comer, bañarla,... tiene una mujer que la cuida
a ella y otra que se ocupa de la niña mientras el marido no esta). Tiene unos celos terribles de la hija, no soporta que le regalen cosas, que la mimen. Esa niña esta en un ambiente muy perjudicial para ella, temo por su salud mental y física. De hecho, el psiquiatra que la esta tratando le ha dicho al marido que saque a la niña de allí, que corre peligro. El motivo de mi carta es pedirle consejo con respecto a mi familiar y respecto a la niña, si realmente lo que tiene es TLP, y consejo también sobre la niña, sobre si esta bien que me la quede yo, si esto debería ser permanente, si podría curarse, si la niña podría haber heredado lo que tiene su madre...

Agradecería su ayuda, por mi, por su madre y su marido, y por esa niña que no tiene culpa de nada y no tiene una verdadera madre y que en vez de recibir mimos ha recibido de ella un guantazo y palabras como "te voy a tirar por la ventana" o "te voy a estrellar contra la pared" o "no quiero verla, quítamela de aquí", menos mal que aun no entiende.


Desde Chile

Soy chilena, tengo una hija de 19 años a quien le diagnosticaron TLP, después de años de deambular por diferentes psicólogos y psiquiatras.

Gracias a tu página pude realmente asumir y entender a una persona TLP, entender de alguna manera la forma de ser de mi hija, ya que antes no entraban en mi cabeza sus actitudes, lo que produjo una serie de peleas, gritos, llantos, desconcierto y creer que ella lo podía manejar y que era falta de esfuerzo por parte de ella.

Bueno, como mujer, después de haber llorado hasta cansarme por la pena que me produjo asumir lo que es mi hija, como sufre ella sobretodo y el duro futuro que nos espera, aquí estoy con las pilas puestas para hacer lo que sea para salir adelante con ella nuestra familia. Estamos en mi familia como dice el titulo de un libro.. "pisando huevos o conchas", estoy buscando un psicólogo, pero aquí en Chile, no hay una Asociación, nada, y te escribo para saber si tienes un dato anexo... Mi hija no es border extrema, todavía me obedece y sus crisis fuertes no son muy seguidas, pero necesito saber como tratarla, manejarla... sin presionarla pero a la vez darle o tratarle de entregar ciertos patrones, porque supongo no porque sea border voy dejarla hacer lo que quiera sin control tampoco, debo ponerle pautas, limites... no se. Te darás cuenta que estoy hecha un rollo. Si pudieras, te agradecería unas líneas de consejo o apoyo en lo que puedas. Gracias.



La alegría de una Familia.


Carta recibida de la madre de una afectada TLP, ingresada sin aparente solución en una residencia con otros enfermos mentales.



Estimado Luis: Gracias por la información sobre la conferencia. Yo no pude ir, lo sentí mucho, sería bueno que el Dr. Rubio nos diera una conferencia. A ver si lo conseguimos. Mi hija tiene un diagnóstico de TLP está hospitalizada en una Residencia. Está cada vez peor, deteriorándose un poco cada día y ¿sabes Luis? no puedo hacer nada. En la unidad donde ella está hay muchos enfermos con múltiples diagnósticos y mi hija no está recibiendo la terapia adecuada. Estoy hundida Luis, pero sé que remontaré, seguiré luchando por mi hija tengo que conseguirlo, ella se merece una mejor calidad de vida. Gracias por escucharme y si se te ocurre algo bueno dímelo por favor Un saludo.



Nueva carta recibida de la madre de la afectada TLP anterior, tras un ingreso de varias semanas en la unidad TLP de Málaga.



Hola Luis: Hace mucho que no te doy la lata, pero acabo de llegar de Málaga y quiero contarte mis impresiones sobre el viaje. Bueno mi hija está mucho mejor, no te imaginas lo que ha sido para mi verla este fin de semana, alegre y con ganas de hacer cosas. Fuimos al cine juntas paseamos por Málaga a pesar de la lluvia, cenamos, como dos buenas amigas Luis, yo casi no me lo puedo creer.!El centro está muy bien, rodeado de jardines, y las habitaciones son amplias y con mucha luz..Tienen una cafetería, y amplios salones donde imparten las terapias. No he conocido a Soledad Santiago. Los facultativos con los que ayer tuve la entrevista, pues son los que estudian el caso de mi hija...Luis dicen que es recuperable yo no quiero tirar cohetes, pero lo que está claro es que mi hija no había estado tan bien desde hace mucho tiempo. Luis ¡esto marcha! tenemos que seguir luchando para conseguir mas centros de estas características. Gracias por todo, que Dios os bendiga.



La última Pieza del Rompecabezas



Ojalá la existencia de esta enfermedad tuviese más difusión para que la gente pueda detectarla a tiempo. Millones de gracias y que Dios bendiga al creador de la página.

GRACIAS!!!

Es la única palabra que puede describir lo que sentí al encontrar esta página...alivio.....tranquilidad...... Es como haber encontrado la última pieza del rompecabezas .....

Hace 11 años que estoy casada ......hace 11 años que me vida es un calvario....tengo 3 hijos y todo ha sido siempre muy difícil....me case muy enamorada de mi marido, quizás porque las locuras que hacía por mi me parecían maravillosas......pero eso se volvió en mi contra, desconocía que existía este trastorno de la personalidad y aunque tuve aún desde el comienzos motivos para pensar que algo no estaba bien seguía siempre adelante porque lo amo y por mis fuertes convicciones religiosas....pero confieso que he sufrido horrores

Si me pusiera a contar los desastres que he vivido y que aún padezco tendría que escribir un libro....he terminado haciendo yo años de terapia al pensar que el problema era yo y que todas las cosas hirientes que él me decía eran ciertas y que me las merecía. He sufrido muchos episodios de violencia aunque sin llegar a los golpes, pero hay palabras que golpean tan fuerte en el alma que son casi imposibles de distinguir de un gran puñetazo en el ojo.....

Ya no sé qué hacer. este hombre nos ha llevado a la ruina total, entregué mis bienes para que él los administrara, obviamente sin saber de su enfermedad y hemos perdido todo. Incluso me encuentro denunciada. Jamás me dejó saber qué hacía porque cada vez que le preguntaba se ponía desmedidamente agresivo y yo prefería dejar las cosas así. Más de una vez "huí" de vacaciones lejos de él para respirar. tengo miedo de que mi hija tenga el mismo problema.

Él tiene dos hijos anteriores al matrimonio, con distintas madres, y su hija, la mayor, sufre del mismo trastorno, también es border.....

El ya tiene 43 años ....todo el mundo dice "es un niño-grande" y aún no ha sido diagnosticado....se resiste mucho a ir al médico y en crisis emocionales muy fuertes tiene convulsiones y es por ese
motivo que ha recibido medicación. Quisiera saber si esto algún día se terminará. si debo seguir adelante.....si debo terminar con este matrimonio para salvarme y salvar a los niños.....Me casé con él a los 19 años y hoy tengo 30....no sé lo que es vivir paz.

De todos modos, desde que leí la página ya no me siento culpable de todos sus enojos, ni me duelen tanto sus ofensas. ahora sé que es una persona Borderline.

Ojalá mucho tiempo antes hubiera sabido de esto para saber enfrentarlo. Mi dilema ahora es cómo hacer para que él sepa que está enfermo y que esa enfermedad tiene un nombre, un tratamiento. Tengo miedo sugerírselo yo porque temo que no me va a creer ¿qué debo hacer?....

Ya hablé algo con su psiquiatra y me pidió que lo acompañe a él a la próxima entrevista. en fin...¿qué me aconsejan? Quisiera saber si hay alguna forma judicial de obligarlo a realizar el tratamiento y que deje de ejercer violencia familiar y administrar nuestros bienes

Nuevamente GRACIAS!!!!! HAN CAMBIADO MI VIDA.


HERMANA DE UN TLP


El autor de esta página WEB desea resaltar el gran problema que supone la convivencia del enfermo con la familia. El hecho de que los padres puedan asumir la enfermedad no quiere decir que el resto de la familia comparta también este punto de vista. La siguiente carta viene a confirmar que una enfermedad TLP afecta gravemente y sin excepción a toda la familia.


Soy hermana de un TLP. Ahora lo sé. Antes era hermana de un desalmado sin sentimientos cuyo único objetivo en la vida era
maltratarnos.

Tras muchos años sin saber qué hacer ni cómo afrontarlo, tras una huida desesperada del hogar familiar y una depresión que desestabilizó mi existencia hasta un punto que nadie ajeno a la enfermedad entenderá nunca, tras una lucha frenética por escapar de un entorno que me tragaba y anulaba, creo que ha llegado el momento de ofrecerle a mi hermano una ayuda que le permita, ¡qué menos¡, vivir todo lo dignamente que pueda. No creo necesario contar lo que ha tenido que pasar mi madre. Todos lo sabemos. Ella es la auténtica heroína de esta historia. Estoy convencida de que la única manera de abordar esta nueva etapa de la lucha es de la mano de gente que haya pasado por lo mismo. Por ello os escribo, para ver de qué forma podemos asociarnos a alguna de las asociaciones y recibir más información. No quiero extenderme mucho.

Gracias por todo, y felicidades por la página. Es un salvavidas.



ATENCIÓN A LOS CUIDADORES


Hemos recibido esta angustiosa carta de una familia que simplemente no puede más. Tras omitir cuantos detalles puedan servir para identificarles hemos decidido publicarla en nuestra WEB. De su lectura podemos deducir que una intervención a tiempo en su infancia hubiera podido evitar males mayores. Desgraciadamente hace 40 años, (que es la edad del afectado), nadie hubiera podido ayudarle, la vida del enfermo esta destrozada y lo ha perdido todo. Hoy si, y por ello nuestras Asociaciones están reivindicando hasta la saciedad la realización de pruebas diagnósticas a edades tempranas. El otro gran problema que podemos ver en esta carta y que también estamos reivindicando, es la atención al cuidador mediante programas domiciliarios de respiro y el ingreso del afectado en unidades de rehabilitación psiquiátrica de media estancia, tras el ingreso de urgencia. No es de recibo que la sanidad pública permita en pleno siglo XXI, que se produzcan casos como el expuesto en esta carta.


Soy un familiar afectado, tengo un hermano con un trastorno de la personalidad, que todavía ningún médico psiquiatra ha diagnosticado qué clase de trastorno tiene. Estamos a la espera de su diagnóstico. Mi hermano creo que se trata de un TLP, después de haber leído la página Web de ustedes, completa, lo he visto reflejado en todas y cada una de las características de esta enfermedad. No ha habido ninguna que no cumpla, que haya hecho o haya creado él a lo largo de su vida.

En estos momentos, después de haberse separado de él su familia, estamos manteniéndole tres hermanos más y yo. Le recogimos después de haber estado indigente durante una semana. Lo ha perdido todo, además de que la familia ya hacía tiempo que no quería saber nada de él por lo problemático que ha sido siempre, ha perdido un puesto fijo laboral en el cual estuvo trabajando 17 años, hasta que hace pocos años, lo despidieron .

Cuando lo recogimos sabíamos a lo que nos exponíamos, se tomaba al día 3 cajas de medicamentos, además de que en bastantes ocasiones abusaba del alcohol y llegaba completamente borracho a su casa. Inmediatamente lo pusimos en manos de una Dra. psiquiatra de la S.S. del municipio donde resido, y estamos a la espera de su diagnóstico, por supuesto que ella le pidió hacerse un análisis para ver qué grado tenía de dependencia toxicológica, además de la dependencia psíquica que ya adquirido a lo largo de su vida (empezó aproximadamente a tomar fármacos fuertes o drogas blandas y alcohol a los 16 años, a partir de los 20 ó 22 años tuvo varios intentos de suicidio con abuso de pastillas, aunque todos ellos fueron sólo para llamar la atención, ninguno fue queriendo quitarse la vida. Ya en su infancia fue un niño hiperactivo, muy rebelde y problemático).

Mientras estamos a la espera de ese diagnóstico, han transcurrido ya dos meses, y los hermanos que estamos apoyándolo y cuidándolo empezamos ya a pensar que esta situación no vamos a poder aguantarla por mucho más tiempo, ya que como muy bien explican Uds., su carácter hace que la convivencia no se desarrolle tranquila y con normalidad si se está con él, por lo que actualmente, mi marido y yo estamos también en tratamiento psiquiátrico con la misma Dra., ya que esta situación nos hace pasar verdaderos momentos de angustia y de no saber qué hacer y cómo comportarnos con él, y nos encontramos también en un estado de ansiedad al mismo tiempo que debemos acudir a nuestros trabajos cada día e intentar ayudarle a él en lo que podamos dentro de nuestros pocos conocimientos al respecto.

Con esta carta, es mi deseo expresarles mi sentimiento de confusión y de impotencia ,al ver que si dejo a mi hermano a su libre albedrío, va a volver a quedarse en la calle, y al mismo tiempo, si no dejo de cuidarle mi marido y yo podemos enfermar más de lo que ya estamos.

Por lo que les ruego, si pueden darme algún consejo para poder llevar mejor este mal trago que estamos pasando, lo hagan lo antes posible, Atentamente, y con cariño a todos Ustedes, un abrazo