imagen:http://www.fonditos.com

Podemos pensar que todo lo que la vida nos ofrece mañana es repetir lo que hicimos ayer y hoy. Pero si ponemos atención, nos daremos cuenta de que ningún día es igual a otro.
Cada mañana nos trae una bendición escondida, una bendición que solo sirve para este día, y que no puede ser ni guardada ni desaprovechada. Si no usamos ese milagro hoy, se perderá.
Este milagro está en los detalles de lo cotidiano; es necesario vivir sabiendo que a cada instante tenemos la salida para el problema, la manera de encontrar lo que está faltando, la pista adecuada para la decisión que precisamos tomar para modificar todo nuestro futuro.
Pero ¿cómo tener el coraje para eso? A mi entender, Dios habla con nosotros a través de señales. Es un lenguaje individual, que requiere fe y disciplina para ser totalmente absorbido.
San Agustín, por ejemplo, fue convertido de esa manera. Durante años buscó en varias corrientes filosóficas una respuesta para el sentido de la vida hasta que cierta tarde, cuando se encontraba en el jardín de su casa en Milán reflexionando sobre el fracaso de su búsqueda, escuchó una voz infantil en la calle que cantaba: “¡Ábrelo y lee! ¡Ábrelo y lee!”
A pesar de haber sido siempre gobernado por la lógica, decidió en un impulso abrir el primer libro a su alcance. Era la Biblia, y en ella leyó un fragmento de San Pablo con las respuestas que buscaba. A partir de allí la lógica de San Agustín abrió sitio para que la fe pudiese también participar, y él se transformó en uno de los mayores teólogos de la Iglesia.
Los monjes del desierto afirmaban que es necesario dejar actuar la mano de los ángeles. Para eso, de vez en cuando hacían cosas absurdas, como hablar con las flores o reír sin razón. Los alquimistas siguen las “señales de Dios”, pistas que muchas veces no tienen sentido, pero terminan llevando a algún lugar.
“El hombre moderno ha querido eliminar las inseguridades y dudas de su vida; y ha terminado por dejar a su alma muriendo de hambre; el alma se alimenta de misterios” dice el deán de la Catedral de San Francisco.
Existe un ejercicio de meditación que consiste en añadir – generalmente durante diez minutos diarios – un motivo para cada una de nuestras acciones. Un ejemplo: “yo ahora leo el diario porque quiero informarme. Yo pensé ahora en tal persona porque tal asunto que leí me llevó a esto. Yo caminé hasta la puerta porque voy a salir de casa” Y así sucesivamente.
Buda llama a esto “atención consciente”. Cuando nos vemos repitiendo la más común de las rutinas, nos damos cuenta de la riqueza que ronda nuestra vida. Comprendemos cada paso, cada actitud. Descubrimos cosas importantes y también pensamientos inútiles.
Al finalizar la semana – la disciplina es siempre fundamental – estamos más conscientes de nuestras faltas y distracciones, pero también entendemos que en ciertos momentos no había ningún motivo para actuar como actuamos y seguimos nuestro impulso, nuestra intuición; es ahí que empezamos a comprender este lenguaje silencioso que Dios usa para mostrarnos el camino acertado. Lo pueden llamar intuición, señal, instinto, coincidencia, no importa el nombre. Lo que importa es que a través de la “atención consciente” nos damos cuenta de que estamos siendo guiados muchas veces hacia la decisión adecuada. Y esto nos deja más confiantes y más fuertes.
Paulo Coelho
Paulo Coelho

enterrar el pasado



¿Por qué te preocupas de tantas cosas? ¿Por qué llevas el peso de un ayer que lamentas, si ya no está en tus manos? ¿Por qué te angustia el temor de un mañana?
Dale a cada día su afán. El ayer... pasó. El mañana.... no llegó.
No te aferres al pasado, ni a los recuerdos tristes. No reabras la herida que ya cicatrizó.
No revivas los dolores y sufrimientos antiguos. Lo que pasó, pasó... De ahora en adelante, pon tus fuerzas en construir una vida nueva, orientada hacia lo alto y camina de frente, sin mirar hacia atrás. Haz como el sol que nace cada día, sin pensar en la noche que pasó.

Vive bien el hoy que tienes en tus manos. Deja el ayer que te atormenta.
Deja el mañana que te inquieta. Piensa únicamente en que dispones de hoy.
¡Aprovéchalo! ¡Agradécelo! Piensa que hoy, es tu día. Con ayer no cuentas, con mañana tampoco. Para luchar.... Para vencer.... Para reparar.... Para amar.... cuentas con hoy.

Si te preocupas por cosas que ya pasaron y acerca de las cuales nada puedes hacer, mentalmente te encuentras ligado a un pasado que te lastima; los recuerdos desgastan la energía que tenemos disponible para vivir el presente. Por otra parte, las angustias ocasionadas por hechos que todavía no acontecieron, que se encuentran en un futuro, ya sea próximo o lejano, son también zonas de la mente que desgastan energéticamente.
Si piensas en el pasado o en el futuro te inmovilizas en el presente, te quedas estático, imposibilitado de actuar adecuadamente, mientras tu mente viaja a regiones inútiles de tu existencia. Programar el futuro, planear estrategias para alcanzar una meta racionalmente lógica, y emocionalmente aceptable hacia la cual dirigirse, es muy diferente a construir castillos de naipes para un futuro ilusorio. Si uno no trabaja en su presente para hacer realidad esos deseos, la energía que ha gastado construyéndolos es
energía perdida.
Del mismo modo, revisar y valorar las experiencias pasadas para extraer de ellas las lecciones
que podamos emplear en el presente, es válido y deseable. Pero es muy diferente a estar
"rumiando" experiencias dolorosas, ya que éstas alimentan una idea negativa acerca de uno mismo.
No mires al pasado mucho tiempo y al futuro cada momento.
Aprende que la vida no es pasado ni futuro, la vida es cada segundo que respiramos, cada momento
que reímos, cada momento que desperdiciamos sufriendo por el ayer y nos preocupamos por lo que quizá tenga que suceder. Si viviéramos cada segundo de hoy como debiera ser, no nos afectarían tanto viejos recuerdos y dolorosos fracasos que en el presente no tienen nada qué hacer. Por eso cuando estés aferrado al ayer o tengas miedo de lo que pueda ser, recuerda que cada segundo es aquel que no ha de volver, como cada gota de agua que cae sólo una vez, como cada flor que crece y en otro momento florece, como el día de hoy que no mira hacia atrás para seguir adelante.Pasado, presente y futuro, no son períodos en el tiempo, son períodos en la mente. Aquello que no está más frente a la mente, se vuelve pasado.
Aquello que está frente a la mente es el presente y aquello que va a estar frente a la mente es el futuro. El pasado es aquello que no está ya más frente a ti. El futuro es aquello que no está aún frente a ti. Y el presente es aquello que está frente a ti y se está escurriendo de tu vista. No te aferres al pasado...
¡Lo que se fue, se fue! El presente también se va a ir, y pronto será pasado.
Tampoco te aferres al futuro porque el mañana se volverá hoy y luego se volverá ayer.
Todo se va a volver un ayer. Todo se te va a escapar de las manos. El aferrarse simplemente te traerá sufrimiento. Tendrás que soltarte. Nuestro sufrimiento, y nuestro dolor pasa por no saber soltarnos. Vivimos preocupados por el futuro y otras veces angustiados por situaciones del pasado que traemos una y otra vez a nuestra mente y las convertimos en presente y así seguimos sufriendo y sufriendo. Tenemos que comprender que nuestro tiempo, el único que vale, es el ahora... este momento...

Observemos a los niños, no saben de pasado, ni de presente, ni de futuro.
Es de día cuando ven luz, es de noche cuando hay oscuridad, no conocen los relojes. Viven,
se entregan y en esa entrega minuto a minuto se sueltan, disfrutan el momento. No logran comprender a los adultos. A veces hasta nos miran extrañados. Nos ven correr, nos ven llorar, nos ven ansiosos y demás. Y ellos; esos "locos bajitos" nos están enseñando y a su vez recordando que la vida es maravillosa si sabemos ubicarnos en el ahora, en este instante.

Parece complicado. Algunos pensarán: qué simple es decirlo pero qué difícil aplicarlo, pero sólo toma un minuto: este. Soltarse, es saber vivir. Tu tiempo es ahora.
¡Vamos, levántate... porque la luz del sol está afuera!
http://www.elixiresparaelalma.com.