TEOREMA DEL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO



TEOREMA DEL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO
José A. Yaryura-Tobías, Fugen Neziroglu*
El concepto general del trastorno obsesivo-compulsivo
(TOC), sintetiza una serie de factores de patología
orgánica, clínica y psicológica, que constituyen un paradigma
de difícil comprobación. El concepto semiol
ógico incluye una heterogeneidad que va más allá de
la clásica tríada de obsesiones, compulsiones y dudas
(Yaryura-Tobías, 1986) para admitir trastornos motores
y perceptuales (Yaryura-Tobías y col.,1995; Yaryura-
Tobías y cols.,1977; Yaryura-Tobías y cols., 1997a,b)
(Cuadro 1).
Esta generosidad y diversidad sintomática sugiere
un territorio anatómico amplio. En el estudio de la
patología estructural hay que decidirse por el abordaje
que permita hallar una localización determinada para
ubicar el sitio anatomohistológico de la enfermedad,
sin dejar de investigar su etiología. Este enfoque es
aplicable al TOC que se presenta como un complejo
nosográfico difícil de agrupar. De allí las innumerables
CUADRO 1
Heterogeneidad sintomática
• Obsesiones
• Compulsiones
• Dudas
• Ansiedad
• Depresión
• Dismorfia corporal
• Disorexia
• Automutilación
• Tics
• Estereotipia
• Somatización
• Parkinson
• Convulsiones
• Psicosis
• Hiperactividad
• Lentificación
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clasificaciones del TOC en etiológicas, sintomáticas,
orgánicas, neurológicas, psicológicas y mixtas (Luys,
1883; Rüdin, 1953; Ingram, 1961; Cabaleiro Goas,
1966; Costa Molinari y cols., 1971; Yaryura-Tobías y
Neziroglu, 1991; DSM-IV, 1994). Todo esto ha servido
para exponer un panorama que más que aclarar,
oscurece el problema.
Para poder explicar la magnitud sintomática se propone
el teorema de a mayor sintomatología clínica
menor localización anatómica. Para demostrar dicho
teorema se precisa de evidencias corroborativas que
deben buscarse en la operabilidad fisiológica, la localizaci
ón anatomoquímica y la ubicación en el tiempo y
el espacio cerebral.
La operabilidad fisiológica indica que el TOC es una
experiencia del pensamiento y la conducta, que precisa
del movimiento, el afecto, la volición y la acción somatosensorial
para expresarse. Esta operabilidad se lleva
a cabo a través del mundo interior y circundante del
paciente. Para que esto ocurra se activan perceptos internos
y externos que movilizan recepciones y descargas
intelectuales y somatosensoriales. La idea es controlar
la acciones y los objetos que rodean al paciente.
El objeto que provoca el acto, y el acto que provoca el
objeto obliga al paciente a prevenir o evitar el daño
que el mundo exterior pueda provocarle. Al comienzo
del proceso, el TOC es reversible, sin embargo, la
experiencia clínica indica que en la progresión del TOC
se instala el estado de forma maligna progresiva. Es
decir, que el TOC avanzado no difiere de otros tipos
de enfermedades clínicas que conducen, en algunas
formas (por ejemplo en la maligna), a una fase terminal.
La anatomía y la histoquímica serían entonces las
herramientas precisas para modificar el funcionamiento
del TOC, y para manifestarse anatómicamente utilizar
án millones de células y fibras nerviosas que se
interconectan (Creasey y Rapoport, 1985) formando
circuitos cerebrales o loops regionales o generalizados
(Alexander y cols., 1990). El cerebro sería entonces la
suma de un subsistema emergente que no aceptaría la
dicotomía, en contradicción con aquellos que sólo aceptan
la propiedad emergente de un sistema, pero no el
de sus partes o subsistemas (Bunge, 1977). En este
subsistema, las neuronas representan la unidad básica
computacional cerebral (Aekerlund y Hemmingsen,
1998). Es decir que la neurona adquiere, codifica e
intercambia información, transmitiendo impulsos para
excitar o para inhibir. Este intercambio de mensajes
interneuronales se establece a través de circuitos producidos
por una combinación de estructuras anatómicas
y neuroquímicas.
Las estructuras anatómicas comprenden: l) los lóbulos
frontales con funciones intelectuales superiores;
2) el sistema límbico que resume las conexiones del
sistema autónomo y endocrino ligados a la
emocionalidad; 3) los ganglios basales que son el
contralor de la motri-cidad e, indirectamente, de los
aspectos emocionales, y 4) la amígdala relacionada con
la agresión, el apetito y el miedo.
El aspecto orbitofrontal está relacionado con el TOC
y es crucial para la integración de los conceptos
valorativos; el anillo límbico, principalmente el giro
cingulado, es el asiento del cerebro práxico, mientras
que la base cortical del cerebro modula los aspectos
ventrales o pragmáticos. Estas zonas son fundamentales
para el funcionamiento del TOC, cuyos trayectos
nerviosos son afectados por el tratamiento neuroquir
úrgico (Goldar y cols.,1998).
Los ganglios basales, como reguladores del aspecto
motor cerebral, se conectan al tálamo y a la corteza
cerebral estableciendo un loop que incluye funciones
oculomotoras, límbicas y prefrontales (Alexander y
cols., 1990). Se han propuesto algunos aspectos emocionales
al considerar la presencia de numerosísimas
conexiones, por ejemplo, con la depresión mayor (Lafer
y cols., 1997).
Se han propuesto varios modelos anatómicos del
TOC. Uno es el modelo de la patología de los ganglios
basales (Rapoport y Wise, 1998), que se manifiesta
clínicamente por medio de la lentitud motriz observada
en el TOC, los tics, los movimientos estereotipados,
las disquinesias, los temblores, la rigidez, etc., que aparecen
también en otros trastornos, como en el síndrome
de Gilles de la Tourette, la corea de Huntington, el
parkinsonismo y la enfermedad de Parkinson.
En el cerebro posterior también se localizan síntomas
compartidos con la sintomatología animal, que
puede presentar estados compulsivos (Insel, 1988).
Cuando estos síntomas son iterativos, se consideran
como compulsiones. Entre ellos tenemos: acopiar, acicalarse,
fijar la mirada en objetos brillantes (en el sol,
en el foco de luz, en la luminosidad de las computadoras),
olfatear, tocar, golpetear, mostrar agresividad,
emitir sonidos guturales, masturbarse, copular,
hacer movimientos masticatorios, labiales y linguales;
automutilarse, hacer movimientos rotatorios con la
cabeza, mostrar lentitud e hiperactividad.
La anatomía del TOC ha sido establecida por medio
de los electroencefalogramas, las imágenes de resonancia
magnética (RMN), la tomografía cerebral
computarizada (TAC), la tomografía de emisión de
positrones (TEP), los trastornos vasculares y tumorales
del cerebro y, finalmente, por el estudio del flujo sangu
íneo cerebral.
Haciendo una revisión de los hallazgos de laboratorio,
éstos indican anormalidades eléctricas frontales y
temporales tanto en los adultos como en los niños
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(Okasha y Rasfat, 1990; Perros y cols., 1992). Con la
utilización de la TEP también se estableció una correlaci
ón entre la corteza orbitofrontal y la severidad
sintomática (Garber y cols., 1989). Mientras que la TAC
indica constantes cambios morfológicos (Aylward y
cols., 1991; Knolker, 1988), utilizando la TEP se ha
medido un incremento del metabolismo glúcido en el
giro orbital izquierdo y en el núcleo caudado bilateral
(Baxter y cols., 1987; Baxter y cols., 1996; Brody y
Saxena, 1996). El estudio del flujo sanguíneo no revela
nada en especial, excepto un leve aumento del mismo
en las regiones temporales, y una disminución general
en otras regiones (Rubin y cols., 1992; Trivedi, 1996).
Recientemente se ha establecido una relación entre
la dismorfia estriatal en los niños con TOC (Swedo y
cols., 1998). Finalmente, las lesiones cerebrales correlacionadas
con síntomas del TOC (Yaryura-Tobías y
cols., 2000) indicaron que no tienen localizaciones espec
íficas.
Las intervenciones neuroquirúrgicas han corroborado
modestamente las trayectorias anatómicas del
TOC (Irle y cols., 1998).Todas estas investigaciones son
preliminares, y debido el pequeño número de estudios
y de muestras, las conclusiones deben ser consideradas
como probables y no como definitorias. En
resumen, el circuito constituido por los ganglios basales,
el tálamo, el cíngulo y los lóbulos frontales, parece
constituir la mayor vía anatómica del TOC. Esta diversidad
anatómica sugiere, por lo tanto, la falta de un
punto localizado para el TOC. Este fundamento ha
sido parcialmente corroborado por las lesiones anat
ómicas con diferente localización en los pacientes con
TOC, quienes presentaron un pensamiento concreto,
obsesionalidad, compulsividad, ausencia de ansiedad,
y falta de interés en recibir tratamiento (Yaryura-Tobías
y cols., 2000).
La hipótesis neuroquímica del TOC propone un
déficit serotoninérgico (Yaryura- Tobías y cols., 1977)
con la participación de otros neurotransmisores. Esta
hipótesis ha sido parcialmente convalidada con la aplicaci
ón de moléculas bloqueadoras de la serotonina (5-
HT), que mejoran los síntomas del TOC en los adultos
(Orozco y cols., 1995; Brocher y Hantouche, 1989)
y en los niños (Leonard y cols., 1989). Los neurotransmisores
reconocidos como participantes activos en la
patogenia del TOC son la serotonina y la norepinefrina
(NE). Ambos se originan en el núcleo del rafe y en el
locus coeruleus, respectivamente, y se proyectan hacia los
lóbulos frontales siguiendo el camino del circuito putativo
del TOC.
Finalmente, se llevó a cabo un correlato neuronal
con tres dimensiones sintomáticas entre la anatomía
regional y los síntomas, mediante el uso de la TEP
(Rauch y cols., 1998). Los tres factores obtenidos fueron:
1) obsesiones religiosas, agresivas, sexuales y de
verificación; 2) simetría, orden, arreglo, rituales de repetici
ón y compulsión, y 3) contaminación, limpieza y
lavado. El factor uno se correlaciona con el estriado
bilateral y, de manera negativa, con la corteza parietal
derecha. El factor dos muestra tendencia hacia una
correlación negativa con el estriado derecho, con el
giro temporal mediano izquierdo y con la ínsula temporal
izquierda. El factor tres tiende a correlacionarse
positivamente con la corteza bilateral cingulada y con
la corteza orbitofrontal, la corteza derecha dorsolateral,
el giro cingular mediano y el temporal superior izquierdo.
Este trabajo inicia la etapa de identificar la geograf
ía anatomico-cerebral con la sintomatología emergente
del TOC. Sería interesante estudiar el correlato bioquímico
y su mapeo superpuesto a la trayectoria anatómica.
Considerando que la actividad consciente no tiene
una localización específica, que tampoco el envío de la
información tiene un nivel específico determinado
(MacKay, 1978), y que la actividad neuronal puede efectuarse
a larga distancia, es difícil aislar el locus anatómico
del TOC. Estas observaciones nos obligan a ser
cautos al diseñar un modelo definitivo del trastorno.
Engel (1980) prefirió ir de lo complejo a lo simple,
a lo cual uno se suscribe al considerar al cerebro como
la suma de los subsistemas que emergen previniendo
la dicotomía. Este pensamiento comparte conceptos
con von Bertalanffy (1969). De esta manera el subsistema
neural y los biológicos en general adquieren, codifican
e intercambian información. Este tránsito informativo
se demuestra cuando el TOC se expresa
disipativamente al imbricarse con los síntomas anexos
de otras entidades clínicas.
La sintomatología básica del TOC requiere de un
significado dimensional, de un referente, de una evidencia
confirmatoria y de un lugar y una relación con
las estructuras vecinales.
La dimensión geométrica estaría representada por
los tres lados de un triángulo imaginario, ubicados en
el tiempo y en el espacio (Figura 1), con una bisectriz
que indicara el curso evolucionante del síndrome.
El referente es el cerebro con sus ramificaciones
endógenas y exógenas. Los vecinos son la secuencia, la
contigüidad y la continuidad a la manera aristotélica en
la que un objeto móvil nunca alcanza el final de una
serie de infinitos. En nuestro caso, el objeto móvil es el
pensamiento representado por una línea bisectriz.
En su manifestación interna el lenguaje es anatómico
y químico, y en su exterioridad es cognitivo y conductual.
Si el lenguaje verbal es reducido, lo expresivo del
componente verbal se transforma en el lenguaje motor
del TOC, como se observa en el equilibrio entre la
obsesionalidad y la compulsividad.
Una vez aceptada la propuesta de que el TOC con14
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siste en síntomas primarios, secundarios, preformados
y asociados a diferentes áreas cerebrales interconectadas,
la pregunta es si, dentro de una teoría unificada, hay un
común denominador para el TOC (Yaryura-Tobías,
1998; Yaryura-Tobías y cols., 1999).
La teoría unificada considera tres elementos fundamentales:
1) la inserción en el tiempo y en el espacio de
nuevas entidades que se acoplan al TOC primario, 2)
nuevas entidades que emergen concomitantemente, y
3) los complejos sintomáticos durmientes de Hoche
(1912).
Una investigación recientemente publicada corrobora
la inserción y la comorbidez en el TOC (Yaryura-Tobías
y col., 2000). El mosaico sintomático se puede explicar
imaginando un tren virtual que partiera desde el
lóbulo occipital rumbo al lóbulo frontal haciendo “paradas
” para recoger o dejar pasajeros. Las estaciones
del tren serían las zonas cerebrales asociadas al TOC, y
los pasajeros, los síntomas que emergen de diferentes
regiones cerebrales (Cuadro 2).
Si se considera al TOC como una enfermedad, es
aceptable la explicación de que ésta es un estado de
desequilibrio. Ello conlleva a un estado estocástico que
incidirá en los senderos neurohistoquímicos accesibles
a la trayectoria del TOC. Así se produce una verdadera
bifurcación como resultado del caos originado por
la enfermedad. Este caos produce incoordinación del
movimiento o pensamiento obsesivo, que resulta en la
incapacidad para tomar decisiones y en la incertidumbre
sobre lo que debe elegirse (como en el TOC) y,
finalmente, en asimetría (como en el TOC). La idea es
restablecer el equilibrio perdido como consecuencia
del trastorno. Esta pérdida de equilibrio, igual que en
la termodinámica, trae como consecuencia el orden
producido por el caos. Este “nuevo orden” cerebral
hablará con un nuevo lenguaje, como expliqué anteriormente.
Así se establece una nueva coherencia patol
ógica que deberá ser traducida, dentro de lo posible,
al lenguaje que se acepta como normal. De este
modo se puede establecer un diálogo entre el paciente
y el terapeuta, con las limitaciones del caso.
Una pregunta que aún no se ha contestado es si el
TOC no será un mecanismo corrector automático del
nuevo proceso que se instala en el cerebro y se manifiesta
como lo que nosotros denominamos patología
TOC, y no el resultado de un desequilibrio cerebral.
Es decir, un sistema de autoservicio que permite la
continuidad de la operabilidad cerebral, al compensar
el déficit funcional mediante el uso de un nuevo lenguaje.
Otra pregunta que surge durante la terapia es si se
producirá otro estadio humano que introduce una
nueva fenomenología explicativa.
Y aun hay una tercera pregunta: ¿Hay que tomar en
cuenta el criterio del paciente que tiene sus propias
opiniones sobre sí mismo frente al TOC y su mundo
vital y privado? ¿Entonces quién es el propietario del
TOC? ¿El cerebro, independientemente del cráneo en
el que reside? ¿El individuo que padece ese cambio
drástico de su vivencia vital? ¿Y cuál es, entonces, el
papel del terapeuta?
En el ínterin, la propuesta del teorema del TOC sirve
para aumentar, antes que para reducir, el territorio
anatomopatológico que reclama nuestra atención
como investigadores.
REFERENCIAS
1. AAKERLUND L, HEMMINGSEN R: Neural networks as
models of psychopathology. Biol Psychiatry, 43:471-482, 1998.
2. ALEXANDER CE, CRUTCHER MD, DELONG MR: Basal
ganglia-thalamocortical circuits: Parallel substrates for motor,
oculomotor, “prefrontal” and “limbic” functions. Prog Brain
Res, 85:119-146, 1990.
Figure 1. Curso estructural del TOC.
Espacio
Compulsión-obsesión
Tiempo
CUADRO 2
Circuito obsesivo-compulsivo
GANGLIOS BASALES
Acopiar
Acicalarse
Automutilación
Tricotilomanía
Arrancarse piel o pelos
Rituales
Agresión
Miedo
Dispercepción
Simetría
Orden
Obsesiones
Hipertrofia moral
Bien o mal hecho
Dudas
Verificación
Substitución
LOBULOS FRONTALES
Progresión temporal


el lunes pasado despues de seis meses sin dar señales, de vida llamo la unica

amiga que conservo, a raiz de esta ultima obsesion y la unica que conocia de primera mano, que mi obsesion murcielaguil rabia etc. habia cambiado hacia otros derroteros en cuestion de horas.lo cierto es que nunca me habia confiado con nadie tan solo mi chico lo sabe . y lo acepta como parte de mi personalidad. y me facilita la vida en la medida de lo posible. pero surgio el tema y me confie a ella le explique. a grandes rasgos que es el toc,
obsesiones,evitaciones,compulsiones,
creo que la he perdido como amiga. se que es muy dificil de comprender, si no se padece de toc. como le dices a algien mira yo para tranquilizarme necesito tocar todo con el dedo, hasta que siento que baja la ansiedad. pero fue bueno el tener a algien en ese momento, para explicarlo en voz alta,me desahogue y me hacia falta.quizas fui demasiado sincera. y debiera haberselo explicado mas lait.
creo que la asuste debio pensar que estoy loca, quedo en llamarme el lunes y no ha dado señales de vida no debi, ser tan sincera, no lo volvere a hacer.

pero es que yo nuca esperaba oir, lo que me dijo de una compañera comun, de trabajo
resulta que yo nunca e ocultado lo que me pasa, y cuando entre en mi anterior trabajo. mi mayor preocupacion era saber si cuando llegase el verano habrian murcielagos, revoloteando por zona de la puerta farolas, etc ya que era en el campo, igual que les hice saber de mi temor, cuando desaparecio les explique , que despues de 10 años, habia desaparecido o mutado como se quiera entender, y les. explique las razones a groso modo bueno. pues una compañera estudiante de psicologia de segundo año, a raiz de esa conversacion de 10 minutos y de observarme con mis evitaciones, y conpulsiones me hizo un diagnostico, y me pidio el telefono para hablar conmigo, y convencerme de que no tenia que luchar contra la obsesion que lo que me pasaba. era normal gracias a dios. nunca me llamo a . por que en ese momento me habria hundido mas todavia.su novio con mucho conocimiento la hizo desisitir. a pesar de no haber hablado conmigo. se cree en posesion de la verdad, y va contando su diagnostico, a todo el que nos conoce.

yo tan solo puedo decir dos cosas, que vivan las estudiantes de psicologia que con verte a la cara y escucharte, 10 minutos te diagnostican, por que de ell@s sera nuestro futuro, y la segunda m..n..s me sigue gustando, el sevilla por lo femenina que es. AMEM

LA ANSIEDAD, EL MIEDO Y LA AMIGDALA.

Evolutivamente hablando, el miedo ha supuesto la capacidad de reaccionar frente a entornos peligrosos.

El miedo según algunas investigaciones, se genera en circuitos creados por la comunicación entre distintas áreas de la amígdala, órgano que gestiona las emociones, situada en el cerebro más primitivo, en la zona conocida como "sistema límbico". Cuando estes circuitos se han formado, la reacción de miedo se convierte en crónica. Por ello, es fácil, ser sensible a condicionamientos inconscientes y a que miedos situados en la infancia perduren para siempre.

Comenta Punset, basándose en las investigaciones de Joseph Ledoux, que es muy difícil, desprogramarnos de estes circuitos, entre otras razones, porque existen más circuitos de la amígdala, hacia el córtex prefrontal (responsable de la capacidad de razonar y planificar) que en dirección opuesta.

Esto implica que las emociones tienen una influencia superior sobre el órgano que gestiona la razón, que viceversa. En una frase muy divertida de Punset, que lo resume muy bien "Las admoniciones de "no fumes", "no te drogues", "no bebas demasiado" recorren un camino vecinal y tortuoso, mientras que los impulsos en busca de tabaco, bebida u otras drogas, circulan por autopistas muy bien señalizadas".


¿Cómo nace un miedo crónico?

Parece ser que aquí interviene lo que en neurología, se conoce como "marcadores somáticos". Por ejemplo, en algún momento asociamos un determinado estímulo (un acto violento, un animal como la serpiente), con la emoción del miedo. Si la asociación se repite con frecuencia, por tener varias experiencias de miedo con estes estímulos, creamos un marcador somático.

Estes nos sirven de referentes automáticos para vivir el día a día, alejándonos de los peligros de manera instintiva. Nuestro sistema emocional, nos permite tomar diariamente decisiones de manera automatizada, sin necesidad de estar meditando con cada una de ellas.

Pero este atajo, aplicado a los marcadores somáticos, supone que estes pueden haber sido programados con un exceso de asociaciones negativas. Y este exceso, por la naturaleza automática de la respuesta, puede fácilmente perjudicar la capacidad consciente de respuesta al estímulo, generando una respuesta que no deseamos.

SOLO CON IMAGINARLO, YA PRODUCIMOS ANSIEDAD.

Un apunte interesantísimo es que la existe algo que nos distingue de los animales (donde ellos nos ganan). Y es que es suficiente con imaginarnos una situación estresora, para que se desencadene nuestra ansiedad y las hormonas correspondientes. Para los seres humanos es suficiente con IMAGINAR un peligro para sufrir ansiedad.



EL MIEDO Y LA CORTEZA CEREBRAL (eliminando los receptores de serotonina de la ecuación)

A su vez, y esto lo sabemos bien, quienes hemos tenido que tomar, medicación para ello, la ansiedad, está especialmente relacionada con la existencia de los receptores de la serotonina en la corteza cerebral, área especializada en la actividad compleja del cerebro (que cubre el sistema límbico, donde se encuentra la amígdala ya mencionada). Como demuestra el último experimento en la pobres raticas que lo han sufrido, los ratones SIN RECEPTORES DE SEROTONINA SON MENOS ANSIOSOS Y MENOS INHIBIDOS EN SU CONDUCTA, lo que se puede ver en este artículo de Jano

Fuentes: "El viaje a la felicidad". Eduardo Punset. Editorial Destino
Artículo de Jano.

Obsesiones y compulsiones


Obsesiones y compulsiones

¿Nota Vd. que se preocupa por cosas que escapan a su control?
¿Piensa constantemente en algo que le ha sucedido o que podría sucederle? ¿le resulta difícil detener estos pensamientos por mucho que lo intente?
¿Se siente molesto cuando las cosas que le rodean no son perfectas?
¿Advierte que repite tareas una y otra vez sin motivo?
¿Reiteradamente busca en familiares y amigos reafirmación para estos pensamientos o acciones?
Si es así, probablemente esté Vd. sufriendo lo que en psicología se conoce como obsesiones o compulsiones.
Aunque casi todo el mundo sabe lo desagradables que pueden ser las preocupaciones incesantes (por ejemplo, irse de vacaciones sin estar seguro de haber cerrado un grifo, o la llave del gas...), estas preocupaciones desaparecen al poco tiempo (por ejemplo, diciéndose a sí mismo que lo ha hecho o pidiendo a un amigo que lo compruebe) o pueden durar incluso un día, pero luego desaparecen y no vuelven a aparecer. Esas preocupaciones causan tristeza o ansiedad pero el contenido en sí varía de un día a otro. Sin embargo, las obsesiones son preocupaciones relativamente estables. Esos pensamientos, imágenes o impulsos de hacer algo aparecen repetitivamente y provocan gran ansiedad, alarma, miedo e incluso vergüenza.
Lo que suele ocurrir es que la persona que sufre alguno de estas las sufre de modo repetitivo y sufre por ello una fuerte angustia. Cuando estos sentimientos surgen, la persona intenta conseguir alivio a esas sensaciones, aunque sea por poco tiempo, por lo que realiza determinados comportamientos o pensamientos para obtener alivio. Estos se llaman compulsiones o rituales y pueden ser algo pequeño, y en principio poco molesto como comprobar la llave del gas, o tan agobiantes como lavarse las manos 50 veces al día, colocar los objetos en un orden exacto, etc. Estas compulsiones hacen que la angustia disminuya temporalmente, pero cuando vuelve a aparecer el pensamiento, la persona "ya sabe lo que tiene que hacer" para disminuir la angustia, es decir, realizar el ritual, lo que genera a su vez angustia y autocrítica... así que, como puede verse, el círculo vicioso está ya instaurado.
Por lo tanto, las obsesiones son los pensamientos, imágenes o impulsos que la persona siente y qué ella misma considera absurdas, repugnantes o inaceptables e intenta rechazarlas. Hacen que la persona que las siente tenga gran ansiedad o malestar y quiera neutralizar esa obsesión o sus consecuencias.
Las compulsiones son las conductas que el sujeto hace para neutralizar las obsesiones en sí o dichas consecuencias. Las compulsiones a veces reducen la ansiedad y otras veces la persona aún se siente nerviosa pero cree que lo estaría aún más si no realizase dicha conducta.
Otro tipo de "compulsión" son las conductas de evitación, en las que la persona evita estar cerca de la situación que le genera ansiedad o el pensamiento obsesivo con el fin de no tener que sufrir dicha angustia o de no tener que realizar el ritual que lo neutralice. Sin embargo, la evitación también genera ansiedad e incluso culpabilidad si la persona no puede realizar dicha conducta. Por ejemplo, una madre que teme hacer daño a su hijo pequeño puede evitar estar a solas con él, por lo que probablemente se sentirá una "mala madre", con la consiguiente subida de ansiedad y el empeoramiento de la obsesión.
Las obsesiones y compulsiones más comunes son:
Ideas de contaminación: pensamientos de contagiarse o contagiar a otros por contacto con sustancias que pueden ser peligrosas (suciedad, gérmenes, sangre, personas enfermas, venenos, radiación...). Las compulsiones más normales son las de lavado de manos, lavado de ropa, limpieza obsesiva de la casa, etc. Las conductas de evitación pueden ser no salir de casa, evitar el contacto con personas que puedan haber tenido contacto con esas cosas, etc.
Ideas de violencia física: pensamientos de hacer daño a una persona (generalmente a una persona por la que se siente mucho afecto), que se lo hagan a ella o hacérselo ella misma. Las compulsiones más comunes son comprobar que no ha producido ningún daño, preguntar, etc. Y las conductas de evitación suelen ser: evitar estar solo con las personas que puede herir, no tener cuchillos de metal, etc.
Obsesiones sobre daños accidentales: miedo a una explosión de gas, a un accidente de tráfico, a un robo... Las compulsiones pueden ser de comprobación, es decir, examinar puertas, llaves de gas, llamar a la policía, etc.
Obsesiones en cuanto al orden: pueden ser colocar las cosas en un determinado orden, hacer una tarea de una forma determinada...
Otras obsesiones también pueden ser: Contar cosas, repetir algo un número determinado de veces, tonadillas musicales, acumular cosas (por si en un futuro necesitasen usarlas), hacer las cosas con una lentitud extrema, pensamientos acerca de la muerte, preocupaciones sexuales, preocupaciones o pensamiento religiosos, etc.
Las obsesiones y las compulsiones, por tanto, son preocupaciones incesantes y estables que provocan gran ansiedad a la persona que las sufre y puede por ello tener la necesidad de realizar una o varias acciones para contrarrestar esa ansiedad o para evitar esa obsesión.
Además de obsesiones con rituales compulsivos, se pueden dar también obsesiones sin que haya rituales e incluso una lentitud excesiva sin rituales visibles.
La lentitud excesiva sin rituales visibles se da sobre todo en hombres, aunque generalmente lo que hay detrás son rituales obsesivos, es decir, la persona realiza complejos pensamientos o controles mentales para "realizar mejor" dicha tarea, por ejemplo, puede repetir mentalmente la secuencia que acaba de realizar hasta que considere que no ha cometido ningún error. Algunas personas no pueden dar razón alguna que explique la lentitud. De todos modos, esa lentitud es selectiva, es decir, la persona puede tardar horas en realizar una determinada actividad y conducir o cocinar a un ritmo normal, por ejemplo.
Hay mucha gente que tiene hábitos de comprobación, de contar determinadas cosas o de lavar algo un número determinado de veces (se estima que alrededor del 80% de la población normal), aunque los casos que pueden considerarse con necesidad de tratamiento pueden ir desde el 1´8 al 2´5% de la población. Por lo tanto, la diferencia es meramente cuantitativa, al igual que cualquier problema de ansiedad. Es decir, si sufre de síntomas que considera excesivamente molestos o desagradables, si cree firmemente que alguno de sus temores más angustiantes se harán realidad y/o pasa dos o más horas al día (si sumase todos los pequeños momentos que dedica a su obsesión o a su compulsión al cabo del día), debería acudir a un profesional especializado.
No todas las personas que sufren este trastorno se dan cuenta de la irracionalidad de los pensamientos que sufren, pero la mayoría de ellas sí lo hacen, aunque a pesar de considerarlo irracional no pueden evitar que les provoque ansiedad.
La edad de inicio generalmente se sitúa en la adolescencia o al inicio de la vida adulta, pero también se han identificado casos en niños de 5 y 6 años (aunque repito que no es lo más común). Y se da algo más frecuentemente en mujeres que en hombres.
Hay personas que realizan conductas repetitivas pero no sufren este trastorno, por ejemplo, comer en exceso, el juego patológico, la urgente y firme necesidad de perder peso... La diferencia entre ellos está en que mientras estas conductas producen placer cuando las realiza o las consigue (aunque intente evitarlas por sus efectos secundarios), las compulsiones son realizadas para eliminar la ansiedad, no porque produzcan placer en sí mismas.
Este trastorno suele ir acompañado de depresión. Unas veces la depresión provoca tal estado de angustia que ayuda a la aparición de pensamientos obsesivos, y estos a su vez hacen que aparezcan las compulsiones. En otras ocasiones, la persona que sufre un trastorno obsesivo-compulsivo ocupa varias horas al cabo del día en ejecutar sus "rituales" y está en un estado permanente de ansiedad ya que el pensamiento no deja de aparecer de modo repetitivo y con él la angustia, la necesidad de "hacer algo" que reduzca dicha ansiedad (aunque sólo la reduce o la impide que aumente de forma momentánea). Esta sensación de indefensión hace que vean su futuro cada vez peor y sin ninguna posibilidad de mejoría y comienzan a sentirse cada vez más deprimidos.
Para finalizar quiero hacer hincapié en que los pensamientos intrusivos ocurren con mayor frecuencia cuando la persona está bajo estrés, con altos niveles de ansiedad y/o humor depresivo.
TRATAMIENTO:
De todas maneras hay que saber que cerca del 23% de los casos remiten con el tiempo sin necesidad de tratamiento, estos suelen ser los casos menos severos. El 77% restante no mejora sin ayuda, por lo que, por su propio curso, suele empeorar.
En general, es un trastorno con solución, aunque los casos muy severos pueden no remitir del todo, por ello es conveniente acudir a un especialista lo antes posible para evitar la cronicidad del problema.
El tratamiento más efectivo es el cognitivo-conductual, y se basa en:
Que la persona esté decidida a terminar con el problema ya que: merece la pena cambiar, debe aceptar ayuda (ya que sola lo ha intentado y no ha sido capaz), además de que en pocas semanas puede ver el resultado, por lo que puede intentarlo y si no le es efectivo, dejarlo.
Pensar que los contenidos de las obsesiones son irracionales.
Saber que ritualizar y hacer respuestas de evitación no es la única manera de eliminar o disminuir la ansiedad y que hay otras medidas que puede aprender.
Aceptar que se están teniendo las obsesiones y no intentar rechazarlas. Soy consciente de que esto es, con mucho, la parte más difícil, y por ello debe ser realizado con ayuda de un profesional especializado.
CenPsiSa