Obsesiones y compulsiones


Obsesiones y compulsiones

¿Nota Vd. que se preocupa por cosas que escapan a su control?
¿Piensa constantemente en algo que le ha sucedido o que podría sucederle? ¿le resulta difícil detener estos pensamientos por mucho que lo intente?
¿Se siente molesto cuando las cosas que le rodean no son perfectas?
¿Advierte que repite tareas una y otra vez sin motivo?
¿Reiteradamente busca en familiares y amigos reafirmación para estos pensamientos o acciones?
Si es así, probablemente esté Vd. sufriendo lo que en psicología se conoce como obsesiones o compulsiones.
Aunque casi todo el mundo sabe lo desagradables que pueden ser las preocupaciones incesantes (por ejemplo, irse de vacaciones sin estar seguro de haber cerrado un grifo, o la llave del gas...), estas preocupaciones desaparecen al poco tiempo (por ejemplo, diciéndose a sí mismo que lo ha hecho o pidiendo a un amigo que lo compruebe) o pueden durar incluso un día, pero luego desaparecen y no vuelven a aparecer. Esas preocupaciones causan tristeza o ansiedad pero el contenido en sí varía de un día a otro. Sin embargo, las obsesiones son preocupaciones relativamente estables. Esos pensamientos, imágenes o impulsos de hacer algo aparecen repetitivamente y provocan gran ansiedad, alarma, miedo e incluso vergüenza.
Lo que suele ocurrir es que la persona que sufre alguno de estas las sufre de modo repetitivo y sufre por ello una fuerte angustia. Cuando estos sentimientos surgen, la persona intenta conseguir alivio a esas sensaciones, aunque sea por poco tiempo, por lo que realiza determinados comportamientos o pensamientos para obtener alivio. Estos se llaman compulsiones o rituales y pueden ser algo pequeño, y en principio poco molesto como comprobar la llave del gas, o tan agobiantes como lavarse las manos 50 veces al día, colocar los objetos en un orden exacto, etc. Estas compulsiones hacen que la angustia disminuya temporalmente, pero cuando vuelve a aparecer el pensamiento, la persona "ya sabe lo que tiene que hacer" para disminuir la angustia, es decir, realizar el ritual, lo que genera a su vez angustia y autocrítica... así que, como puede verse, el círculo vicioso está ya instaurado.
Por lo tanto, las obsesiones son los pensamientos, imágenes o impulsos que la persona siente y qué ella misma considera absurdas, repugnantes o inaceptables e intenta rechazarlas. Hacen que la persona que las siente tenga gran ansiedad o malestar y quiera neutralizar esa obsesión o sus consecuencias.
Las compulsiones son las conductas que el sujeto hace para neutralizar las obsesiones en sí o dichas consecuencias. Las compulsiones a veces reducen la ansiedad y otras veces la persona aún se siente nerviosa pero cree que lo estaría aún más si no realizase dicha conducta.
Otro tipo de "compulsión" son las conductas de evitación, en las que la persona evita estar cerca de la situación que le genera ansiedad o el pensamiento obsesivo con el fin de no tener que sufrir dicha angustia o de no tener que realizar el ritual que lo neutralice. Sin embargo, la evitación también genera ansiedad e incluso culpabilidad si la persona no puede realizar dicha conducta. Por ejemplo, una madre que teme hacer daño a su hijo pequeño puede evitar estar a solas con él, por lo que probablemente se sentirá una "mala madre", con la consiguiente subida de ansiedad y el empeoramiento de la obsesión.
Las obsesiones y compulsiones más comunes son:
Ideas de contaminación: pensamientos de contagiarse o contagiar a otros por contacto con sustancias que pueden ser peligrosas (suciedad, gérmenes, sangre, personas enfermas, venenos, radiación...). Las compulsiones más normales son las de lavado de manos, lavado de ropa, limpieza obsesiva de la casa, etc. Las conductas de evitación pueden ser no salir de casa, evitar el contacto con personas que puedan haber tenido contacto con esas cosas, etc.
Ideas de violencia física: pensamientos de hacer daño a una persona (generalmente a una persona por la que se siente mucho afecto), que se lo hagan a ella o hacérselo ella misma. Las compulsiones más comunes son comprobar que no ha producido ningún daño, preguntar, etc. Y las conductas de evitación suelen ser: evitar estar solo con las personas que puede herir, no tener cuchillos de metal, etc.
Obsesiones sobre daños accidentales: miedo a una explosión de gas, a un accidente de tráfico, a un robo... Las compulsiones pueden ser de comprobación, es decir, examinar puertas, llaves de gas, llamar a la policía, etc.
Obsesiones en cuanto al orden: pueden ser colocar las cosas en un determinado orden, hacer una tarea de una forma determinada...
Otras obsesiones también pueden ser: Contar cosas, repetir algo un número determinado de veces, tonadillas musicales, acumular cosas (por si en un futuro necesitasen usarlas), hacer las cosas con una lentitud extrema, pensamientos acerca de la muerte, preocupaciones sexuales, preocupaciones o pensamiento religiosos, etc.
Las obsesiones y las compulsiones, por tanto, son preocupaciones incesantes y estables que provocan gran ansiedad a la persona que las sufre y puede por ello tener la necesidad de realizar una o varias acciones para contrarrestar esa ansiedad o para evitar esa obsesión.
Además de obsesiones con rituales compulsivos, se pueden dar también obsesiones sin que haya rituales e incluso una lentitud excesiva sin rituales visibles.
La lentitud excesiva sin rituales visibles se da sobre todo en hombres, aunque generalmente lo que hay detrás son rituales obsesivos, es decir, la persona realiza complejos pensamientos o controles mentales para "realizar mejor" dicha tarea, por ejemplo, puede repetir mentalmente la secuencia que acaba de realizar hasta que considere que no ha cometido ningún error. Algunas personas no pueden dar razón alguna que explique la lentitud. De todos modos, esa lentitud es selectiva, es decir, la persona puede tardar horas en realizar una determinada actividad y conducir o cocinar a un ritmo normal, por ejemplo.
Hay mucha gente que tiene hábitos de comprobación, de contar determinadas cosas o de lavar algo un número determinado de veces (se estima que alrededor del 80% de la población normal), aunque los casos que pueden considerarse con necesidad de tratamiento pueden ir desde el 1´8 al 2´5% de la población. Por lo tanto, la diferencia es meramente cuantitativa, al igual que cualquier problema de ansiedad. Es decir, si sufre de síntomas que considera excesivamente molestos o desagradables, si cree firmemente que alguno de sus temores más angustiantes se harán realidad y/o pasa dos o más horas al día (si sumase todos los pequeños momentos que dedica a su obsesión o a su compulsión al cabo del día), debería acudir a un profesional especializado.
No todas las personas que sufren este trastorno se dan cuenta de la irracionalidad de los pensamientos que sufren, pero la mayoría de ellas sí lo hacen, aunque a pesar de considerarlo irracional no pueden evitar que les provoque ansiedad.
La edad de inicio generalmente se sitúa en la adolescencia o al inicio de la vida adulta, pero también se han identificado casos en niños de 5 y 6 años (aunque repito que no es lo más común). Y se da algo más frecuentemente en mujeres que en hombres.
Hay personas que realizan conductas repetitivas pero no sufren este trastorno, por ejemplo, comer en exceso, el juego patológico, la urgente y firme necesidad de perder peso... La diferencia entre ellos está en que mientras estas conductas producen placer cuando las realiza o las consigue (aunque intente evitarlas por sus efectos secundarios), las compulsiones son realizadas para eliminar la ansiedad, no porque produzcan placer en sí mismas.
Este trastorno suele ir acompañado de depresión. Unas veces la depresión provoca tal estado de angustia que ayuda a la aparición de pensamientos obsesivos, y estos a su vez hacen que aparezcan las compulsiones. En otras ocasiones, la persona que sufre un trastorno obsesivo-compulsivo ocupa varias horas al cabo del día en ejecutar sus "rituales" y está en un estado permanente de ansiedad ya que el pensamiento no deja de aparecer de modo repetitivo y con él la angustia, la necesidad de "hacer algo" que reduzca dicha ansiedad (aunque sólo la reduce o la impide que aumente de forma momentánea). Esta sensación de indefensión hace que vean su futuro cada vez peor y sin ninguna posibilidad de mejoría y comienzan a sentirse cada vez más deprimidos.
Para finalizar quiero hacer hincapié en que los pensamientos intrusivos ocurren con mayor frecuencia cuando la persona está bajo estrés, con altos niveles de ansiedad y/o humor depresivo.
TRATAMIENTO:
De todas maneras hay que saber que cerca del 23% de los casos remiten con el tiempo sin necesidad de tratamiento, estos suelen ser los casos menos severos. El 77% restante no mejora sin ayuda, por lo que, por su propio curso, suele empeorar.
En general, es un trastorno con solución, aunque los casos muy severos pueden no remitir del todo, por ello es conveniente acudir a un especialista lo antes posible para evitar la cronicidad del problema.
El tratamiento más efectivo es el cognitivo-conductual, y se basa en:
Que la persona esté decidida a terminar con el problema ya que: merece la pena cambiar, debe aceptar ayuda (ya que sola lo ha intentado y no ha sido capaz), además de que en pocas semanas puede ver el resultado, por lo que puede intentarlo y si no le es efectivo, dejarlo.
Pensar que los contenidos de las obsesiones son irracionales.
Saber que ritualizar y hacer respuestas de evitación no es la única manera de eliminar o disminuir la ansiedad y que hay otras medidas que puede aprender.
Aceptar que se están teniendo las obsesiones y no intentar rechazarlas. Soy consciente de que esto es, con mucho, la parte más difícil, y por ello debe ser realizado con ayuda de un profesional especializado.
CenPsiSa