La ley suprema de la Obsesión es: Siembra y cosecharás. Cuida tus pensamientos. .porque se volverán palabras Cuida tus palabras... porque se volverán actos Cuida tus actos. porque se harán costumbre Cuida tus costumbres… .porque forjarán tu carácter Cuida tu carácter… .porque formará tu destino Y tu destino será tu vida. ” Nuestras dudas son traidoras y a menudo nos hacen perder las cosas buenas que pudiéramos conseguir. ”
Neurosis obsesivo-compulsiva
imagen:fonditos
En el apartado «Obsesiones-compulsiones» se detalla su concepto y forma de manifestación. El enfermo vive tanto la obsesión (pensamiento que no se puede desechar) como la compulsión (acto que el sujeto se ve obligado a realizar) como órdenes que siente surgir dentro de sí mismo y que debe obedecer pese a que las considera absurdas, patológicas, anormales y perjudiciales; si se resiste nota una angustia creciente hasta que tiene que ceder.
Las obsesiones y las compulsiones se dan combinadas en la misma persona formando la «neurosis obsesivo-compulsiva», aunque en un enfermo determinado puedan dominar claramente síntomas de uno de los dos tipos.
¿Tiene el individuo normal obsesiones y compulsiones?
Igual que los restantes síntomas neuróticos, las obsesiones y las compulsiones aparecen, dentro de cierta medida, en casi todas las personas. Son más frecuentes en la infancia. Los niños tienen compulsiones a pisar las rayas del pavimento, a dar golpes a todos los postes, a canturrear durante horas el mismo estribillo, etc. En los adultos aparecen ocasionalmente en la mente frases o ideas que resisten durante horas o días todos los intentos del individuo de arrancarlas de su pensamiento, al igual que ocurre con trozos musicales, estribillos que reaparecen de modo obsesivo.
Uno de los aspectos más frecuentes de las obsesiones y compulsiones es el carácter de duda patológica. En el siglo pasado se llamaba a la neurosis obsesivo-compulsiva «enfermedad de la duda» o «locura de la duda». En personas normales aparecen con distinta intensidad dudas obsesivas del tipo de los escrúpulos religiosos (duda de si ha pecado o no, si realizó bien la confesión, etcétera); dudas de si cerró los grifos, sí apagó la luz, si lleva los billetes de avión, si perdió la cartera, etc., y lo comprueba una o varias veces aunque sabe que no hay motivo (es el mismo mecanismo de la enfermedad, pero en miniatura). Igualmente son frecuentes las compulsiones a dejar las cosas en un orden determinado: los cajones cerrados, los zapatos de modo similar a como se llevan en los pies y no con las puntas hacia fuera, etc.
Cuadro clínico de la neurosis obsesivo-compulsiva.
Consiste simplemente en la exageración de estos fenómenos habituales. Los casos intensos suponen una verdadera tortura para el enfermo, que queda inutilizado para la vida normal. Ejemplo: un enfermo que tiene que lavarse las manos treinta veces; sin «duda», si lo ha hecho mal una sola vez, tiene que repetir el ciclo de treinta lavados. Precisa realizar un complejo ceremonial antes de ponerse cada prenda de ropa, que se quita y coloca siete veces antes de pasar a la prenda siguiente, y si se le interrumpe o se distrae ha de comenzar de nuevo, con lo que el acto de vestirse dura varias horas. Como consecuencia, acaba perdiendo su empleo al que llega tarde a diario, tiene una lesión de la piel de las manos por tanto lavado, etc. Acentúa su sufrimiento la clara conciencia de que todo es injustificado, absurdo, ridículo y enfermizo y sin embargo no puede sustraerse a la tiranía de la enfermedad.
Psicodinamia.
Las neurosis obsesivo-compulsivas se elaboran sobre una forma especial del carácter: el carácter obsesivo. Este carácter es fruto de influencias ejercidas en la infancia por los padres del enfermo, de los que uno suele ser también obsesivo, pues la enfermedad no es hereditaria pero se transmite por «contagio emocional». Los padres del obsesivo-compulsivo suelen ser inseguros, rígidos, con severidad excesiva, despegados o, al menos, poco expresivos con el niño. En este ambiente el futuro enfermo se forma un «superego» (personalidad con niveles muy altos de autoexigencia) poderoso, una hostilidad hacia sus padres que le provoca grandes sentimientos de culpa y con ellos intensa carga de ansiedad y los mecanismos de rechazo, represión y luego desplazamiento y sustitución hacía los síntomas obsesivos, que en realidad sólo son símbolos de estos conflictos internos.
El obsesivo es perfeccionista, para defenderse de los sentimientos de culpa que lo acosan. Suele ser también minucioso, detallista y con un agudo sentido de crítica, que para su desgracia suele ejercer también sobre sí mismo y sus actos. Muestra una notable indiferencia afectiva, que no es real sino una máscara que se ha impuesto, al temer las consecuencias de sus emociones.
El tratamiento es fundamentalmente psicoterápico, para buscar y neutralizar el impulso o temor reprimidos que se esconden bajo el disfraz de los síntomas obsesivo-compulsivos. Algunos obsesivo-compulsivos se alivian con tratamientos farmacológicos con timolépticos (medicaciones antidepresivas); hay casos en que los síntomas desaparecen por completo.
En general, es una enfermedad muy resistente a todos los tratamientos. El enfermo suele preguntarse si no es el principio de una forma de «locura», ya que unos síntomas tan irrazonables le hacen temer perder la razón. Nunca evoluciona hacia una psicosis, el obsesivo conservará la razón, aunque no puede portarse «razonablemente».
http://www.proyectopv.org/2-verdad/neurosisobpsic.htm
La Mentira es faltar a la verdad a sabiendas
todo el que me conoce bien sabe de mis defectos los tengo variados para mi el principal es no ser rencorosa
eso es muy malo me pone a merced de mis enemigos,y me hace muy vulnerable. el segundo es la intolerancia a la mentira no la soporto y no la perdono. es bien cierto que hay mentiras y mentiras pero cuando pierdo la confianza no hay vuelta atrás y por regla general no perdono y no me arrepiento. hay un proverbio que dice si me mientes una vez es culpa tuya si me mientes dos veces es culpa mía....
amatista.
eso es muy malo me pone a merced de mis enemigos,y me hace muy vulnerable. el segundo es la intolerancia a la mentira no la soporto y no la perdono. es bien cierto que hay mentiras y mentiras pero cuando pierdo la confianza no hay vuelta atrás y por regla general no perdono y no me arrepiento. hay un proverbio que dice si me mientes una vez es culpa tuya si me mientes dos veces es culpa mía....
amatista.
La Mentira es faltar a la verdad a sabiendas. Es una afirmación falsa que crea una idea o una imagen también falsa.
Pero la mentira “tiene patas cortas”, es decir, que no llega muy lejos; porque los mentirosos tienen que tener ante todo muy buena memoria, si no quieren ser descubiertos.
El que miente necesita falsear la verdad para dar una imagen diferente de la que realmente tiene. No está conforme consigo mismo y en lugar de mejorarse auténticamente se oculta tras una máscara o disfraz inconsistente.
Una mentira es el comienzo de una cadena de mentiras infinitas que hace que el mentiroso produzca en los demás una imagen de personalidad caótica.
La personalidad paranoide es fabuladora porque se siente perseguida y criticada y necesita continuamente reivindicarse.
El miedo a perder la imagen falsa crea mucha tensión y angustia y se pierde mucha energía mintiendo.
La mentira tiene la función de fabricar personas y mundos falsos que hasta el que los inventa se los cree.
Una vez que se ha instalado el hábito de mentir es muy difícil salir de él; porque la confianza de los otros se pierde diciendo una sola mentira y para recuperarla pueden pasar muchos años.
Además, el que miente se está mintiendo a si mismo convirtiéndose en alguien irreal que no existe.
Hay muchas formas de mentir. Están las mentiras piadosas que son para no herir susceptibilidades, aunque siempre es mejor pecar por omisión antes de caer en una mentira.
También hay mentiras colectivas, como las noticias de los diarios, las revistas, la radio o la televisión que la mayoría de las veces responden a intereses espurios.
Hay mentiras familiares, que son las que sostienen a algunas familias, que aunque mientan todos por lo general igualmente se desmoronan.
Leemos mentiras históricas en muchos libros porque lamentablemente nadie puede ser objetivo contando un hecho del pasado con absoluta fidelidad, porque no puede evitar agregarle datos de su propia experiencia o ideología.
Y por supuesto hay muchas mentiras políticas que todos hemos podido comprobar después de las elecciones.
En realidad, vivimos en una sociedad mentirosa donde todos nos manejamos con tacto, que en última instancia significa mentir.
Siempre se puede cambiar este modo de ser, comenzando por emprender la maravillosa aventura de ser sincero y aprender a valorarse.
El mentiroso cree muy en el fondo que es despreciable y desde esa baja autoestima surgen las mentiras; que en definitiva son inútiles porque la verdad siempre se filtra por algún lado.
El que miente es como un barco que hace agua hasta que se hunde irremediablemente en lo más profundo, a veces perdiendo lo que más quiere.
El que quiere cambiar puede hacerlo sea quien sea, lo importante es querer hacerlo, porque querer cambiar es ya haber cambiado.
Porque somos los dueños de nosotros mismos y estamos condenados a elegir todo en esta vida y es probable que también en la muerte, en que como algunos suponen, tendremos que elegir el destino del alma.
http://psicologia.laguia2000.com/general/la-mentira
Pero la mentira “tiene patas cortas”, es decir, que no llega muy lejos; porque los mentirosos tienen que tener ante todo muy buena memoria, si no quieren ser descubiertos.
El que miente necesita falsear la verdad para dar una imagen diferente de la que realmente tiene. No está conforme consigo mismo y en lugar de mejorarse auténticamente se oculta tras una máscara o disfraz inconsistente.
Una mentira es el comienzo de una cadena de mentiras infinitas que hace que el mentiroso produzca en los demás una imagen de personalidad caótica.
La personalidad paranoide es fabuladora porque se siente perseguida y criticada y necesita continuamente reivindicarse.
El miedo a perder la imagen falsa crea mucha tensión y angustia y se pierde mucha energía mintiendo.
La mentira tiene la función de fabricar personas y mundos falsos que hasta el que los inventa se los cree.
Una vez que se ha instalado el hábito de mentir es muy difícil salir de él; porque la confianza de los otros se pierde diciendo una sola mentira y para recuperarla pueden pasar muchos años.
Además, el que miente se está mintiendo a si mismo convirtiéndose en alguien irreal que no existe.
Hay muchas formas de mentir. Están las mentiras piadosas que son para no herir susceptibilidades, aunque siempre es mejor pecar por omisión antes de caer en una mentira.
También hay mentiras colectivas, como las noticias de los diarios, las revistas, la radio o la televisión que la mayoría de las veces responden a intereses espurios.
Hay mentiras familiares, que son las que sostienen a algunas familias, que aunque mientan todos por lo general igualmente se desmoronan.
Leemos mentiras históricas en muchos libros porque lamentablemente nadie puede ser objetivo contando un hecho del pasado con absoluta fidelidad, porque no puede evitar agregarle datos de su propia experiencia o ideología.
Y por supuesto hay muchas mentiras políticas que todos hemos podido comprobar después de las elecciones.
En realidad, vivimos en una sociedad mentirosa donde todos nos manejamos con tacto, que en última instancia significa mentir.
Siempre se puede cambiar este modo de ser, comenzando por emprender la maravillosa aventura de ser sincero y aprender a valorarse.
El mentiroso cree muy en el fondo que es despreciable y desde esa baja autoestima surgen las mentiras; que en definitiva son inútiles porque la verdad siempre se filtra por algún lado.
El que miente es como un barco que hace agua hasta que se hunde irremediablemente en lo más profundo, a veces perdiendo lo que más quiere.
El que quiere cambiar puede hacerlo sea quien sea, lo importante es querer hacerlo, porque querer cambiar es ya haber cambiado.
Porque somos los dueños de nosotros mismos y estamos condenados a elegir todo en esta vida y es probable que también en la muerte, en que como algunos suponen, tendremos que elegir el destino del alma.
http://psicologia.laguia2000.com/general/la-mentira
VIVIR SIN MIEDO
Hay cientos de definiciones que te podría dar acerca del miedo, pero lo que yo he aprendido es que el miedo, ese ese pensamiento que somos incapaces de controlar, pero cuando damos el paso por vencer el miedo, fruto de nuestros pensamientos, damos el paso necesario para conocernos a nosotros mismos, nuestros límites, nuestras posibilidades.
El miedo, fruto de los pensamientos, pensamientos protectores….que nos anticipan el futuro como si se tratara de una bola de cristal, y como lo evitamos, raramente ocurre como lo visualizamos, pero la emoción provocada por ese pensamiento queda en nosostros como una huella, bien con ansiedad, bien creando una fobia específica, o en el cuerpo creando problemas musculares, de estomago, dolencias crónicas…todo lo que nuestra mente no se atreve a decir lo dice el cuerpo, a veces cuando superamos el reto el dolor cesa pero regresa ante un nuevo miedo como una huella en la memoria del cuerpo.
A veces el miedo es lo que no nos atrevemos a decir por miedo a los que los demás piensen y entonces ….caemos en la red…de querer controlar nuestros pensamientos y los pensamientos de los demás, por miedo a la no aceptación, a la critica, al desamor…
Pero observa tus pensamientos….solo son eso pensamientos, tu esencia es mucho más. Preguntate quien te enseño a pensar de esa manera o que circunstancias en tu vida te llevaron a ello, y preguntate si ese o esa eres tu. Pero tu eres mucho más.
Desde pequeños, vencemos miedos, retos que nos parecieron imposibles, controlar todo tu cuerpo, andar, escribir, leer…recuerdalos, por que eso eres tu.
Imagina como sería tu vida sin ese miedo, sin ese pensamiento, crea esa realidad en tu mente, escríbela, dibujalá y no temas la opinión de los demás, a todos nos gusta que nos acepten, que nos valoren,
Ahora mira en tu interior y siente que para que los demás lo vean en ti has de valorarte y aceparte tal y como eres, único en el universo. Se que estas últimas palabras no son fáciles, aceptarnos y amarnos a nosostros mismos…lo posponemos aveces hasta los 40..hasta los 50..hasta los 60..cuando la vida y la libertad adquieren un nuevo sentido, demasiado valiosos, cuando hemos dado demasiado a los demás sin obtener lo mismo, entoces miras hacia dentro y decides vivir como quieres. Si lees este artículo y tienes menos de 40…atrevete a dar el paso de ser tu mismo, de vencer el miedo…puedes comenzar por llevar algo puesto en alguna ocasión que te guste solo a ti, por hace la compra para ti, por ver esa pelicula que a todo el mundo le aprece hortera y no te atreves a decir que te gusta…pequeñas cosas, por las que empieces a vencer el MIEDO DE SER TU MISMO.
Y si además de esos miedos hay muchos más, poco a poco, escribe como seria tu vida sin ellos, en tiempo presente…hazlo cada noche y deja que tus sueños y que el poder de tu mente hagan su trabajo y confía por que ya lo hiciste de los 0 a los 5 años.
Anabel Fernandez
Psicologa.Psicoterapeuta.
http://www.psicoterapiaehipnosis.com/2010/08/vivir-sin-miedo/
El miedo, fruto de los pensamientos, pensamientos protectores….que nos anticipan el futuro como si se tratara de una bola de cristal, y como lo evitamos, raramente ocurre como lo visualizamos, pero la emoción provocada por ese pensamiento queda en nosostros como una huella, bien con ansiedad, bien creando una fobia específica, o en el cuerpo creando problemas musculares, de estomago, dolencias crónicas…todo lo que nuestra mente no se atreve a decir lo dice el cuerpo, a veces cuando superamos el reto el dolor cesa pero regresa ante un nuevo miedo como una huella en la memoria del cuerpo.
A veces el miedo es lo que no nos atrevemos a decir por miedo a los que los demás piensen y entonces ….caemos en la red…de querer controlar nuestros pensamientos y los pensamientos de los demás, por miedo a la no aceptación, a la critica, al desamor…
Pero observa tus pensamientos….solo son eso pensamientos, tu esencia es mucho más. Preguntate quien te enseño a pensar de esa manera o que circunstancias en tu vida te llevaron a ello, y preguntate si ese o esa eres tu. Pero tu eres mucho más.
Desde pequeños, vencemos miedos, retos que nos parecieron imposibles, controlar todo tu cuerpo, andar, escribir, leer…recuerdalos, por que eso eres tu.
Imagina como sería tu vida sin ese miedo, sin ese pensamiento, crea esa realidad en tu mente, escríbela, dibujalá y no temas la opinión de los demás, a todos nos gusta que nos acepten, que nos valoren,
Ahora mira en tu interior y siente que para que los demás lo vean en ti has de valorarte y aceparte tal y como eres, único en el universo. Se que estas últimas palabras no son fáciles, aceptarnos y amarnos a nosostros mismos…lo posponemos aveces hasta los 40..hasta los 50..hasta los 60..cuando la vida y la libertad adquieren un nuevo sentido, demasiado valiosos, cuando hemos dado demasiado a los demás sin obtener lo mismo, entoces miras hacia dentro y decides vivir como quieres. Si lees este artículo y tienes menos de 40…atrevete a dar el paso de ser tu mismo, de vencer el miedo…puedes comenzar por llevar algo puesto en alguna ocasión que te guste solo a ti, por hace la compra para ti, por ver esa pelicula que a todo el mundo le aprece hortera y no te atreves a decir que te gusta…pequeñas cosas, por las que empieces a vencer el MIEDO DE SER TU MISMO.
Y si además de esos miedos hay muchos más, poco a poco, escribe como seria tu vida sin ellos, en tiempo presente…hazlo cada noche y deja que tus sueños y que el poder de tu mente hagan su trabajo y confía por que ya lo hiciste de los 0 a los 5 años.
Anabel Fernandez
Psicologa.Psicoterapeuta.
http://www.psicoterapiaehipnosis.com/2010/08/vivir-sin-miedo/
cuando la vida se convierte en un ritual
Esclavos de sus propias manías
Un 2% de la población cordobesa padece un trastorno obsesivo compulsivo (TOC), una enfermedad que, si no es tratada, puede generar un enorme sufrimiento y llevar a quienes la padecen al aislamiento social, e incluso al suicidio
Sara Arguijo Escalante
s.arguijo@lacalledecordoba.com
Quién no se ha visto alguna vez levantándose de la cama para cerrar un cajón que ha quedado abierto. O quién no se ha tenido que levantar del sofá al notar que uno de los cuadros colgados está ladeado. Quién no ha puesto mala cara cuando alguien ha trastocado a su modo los botes de la cocina, o los objetos del escritorio. Quién no ha tenido nunca la sensación de que un pensamiento le persigue y no es capaz de quitárselo de la cabeza. Estas manías, como muchas otras, forman parte de todos los seres humanos en mayor o en menor medida. Responden, de hecho, a una necesidad de control. Esa organización de lo espacial conlleva una calma de la angustia. Se busca el orden en las cosas para encontrar sosiego.
Rarezas incontroladas
Pero, ¿qué ocurre cuando estas rarezas ocupan tanto espacio y tanta energía que empiezan a interferir en la vida de las personas que lo sufren? Pues esto es lo que les pasa a las personas que padecen un trastorno obsesivo compulsivo (TOC), una enfermedad, considerada por la Organización Mundial de la Salud como uno de los cinco trastornos psiquiátricos más discapacitantes y que convierte a los enfermos en esclavos de sus propias manías. Precisamente, en la Semana de la Salud Mental, el TOC, que afecta a un dos por ciento de la población cordobesa, es uno de los trastornos más desconocidos.
Como explica Carmen Prada, psiquiatra especialista en este trastorno en Córdoba, al TOC lo definen, por un lado, las obsesiones, es decir, “pensamientos, temores, inseguridades, preocupaciones, etcétera, que se imponen y se repiten” y, por otro, las compulsiones, o lo que es lo mismo, “la expresión en la repetición de conductas mentales y motoras”. Estas obsesiones se materializan en tres grandes conductas: la suciedad o el orden, los malos pensamientos -de violencia y miedo a herir a personas cercanas, realización de actos sexuales repugnantes o comportamientos que van en contra de ideas religiosas- y las dudas constantes. De ahí que los pacientes sean capaces desde lavarse las manos cien veces en un día, pensar que pueden provocar un accidente de tráfico o comprobar y repasar cada media hora mentalmente cómo ha dejado las cosas en casa (si ha cerrado el grifo, la puerta, apagado el gas)
Angustia extrema
Todas estas obsesiones tienen siempre en común que son de carácter negativo y tienen más que ver con lo que les pueda ocurrir a los seres queridos que a los enfermos mismos. Además, en todos los casos son incontrolados. A diferencia de lo que puede ocurrir con otras enfermedades mentales, como la esquizofrenia o la psicosis, en las que se altera la capacidad de distinguir la percepción de la realidad, los obsesivos compulsivos son totalmente conscientes de la realidad, no tienen ninguna distorsión de la misma.
De hecho, saben que es algo interno, que forma parte de sus sentimientos y de sus pensamientos, aunque parezcan absurdos o irracionales. Esto, según matiza la doctora Prada, “martiriza aún más a quienes lo padecen porque se sienten responsables de sus actos y, al mismo tiempo, incapaces de controlarlos”, lo que aún les genera más sufrimiento. Esto es lo que le ocurre a J. A. M., un joven cordobés de 27 años y natural de Castro del Río, al que le diagnosticaron TOC en 2002. Aunque ahora mismo tiene la enfermedad “controlada”, asegura que su obsesión nunca se le quita del todo de la cabeza y que, cuando está peor, le persigue “todo el día y a todas horas”. Él vive constantemente atrapado por la idea de la reencarnación. Ha acudido a médicos, expertos en la materia, religiosos, etcétera buscando una respuesta a su obsesión, pero nada le satisface. “Pienso que voy a vivir otras vidas y me va a tocar padecer guerras, hambre, asesinatos, que no voy a tener escapatoria”, relata este joven.
J. A. M. dice con frialdad que padecer este trastorno es “como tener una vida de mentira” y el no poder evitarlo le ha hecho incluso intentar quitarse la vida. “No fue algo premeditado, me levanté y me tomé las pastillas. Menos mal que estaban mis padres porque muchas veces pienso qué hubiera ocurrido si hubiese estado solo”, dice. De hecho, la doctora comenta que la “situación de angustia puede ser tan bestial que se dan bastantes casos de enfermos que intentan suicidarse”.
Pero, al margen de este extremo, lo que ocurre en la mayoría de obsesivos compulsivos es que el trastorno les distorsiona tanto sus vidas que ven mermada la capacidad de interacción con los demás. Existen datos que revelan que la mayor parte de estos pacientes están solteros por la incapacidad que tienen de relacionarse a causa de sus manías. Incluso entre los familiares más cercanos la situación se hace a veces insostenible. Prada cuenta que una de sus pacientes, obsesionada por la limpieza, acudió a consulta porque la relación con sus hijos adolescentes se hizo insostenible. “Mientras eran pequeños ella controlaba todo, pero cuando crecen se revelan y se crea un conflicto”, expone.
Miedo al rechazo
Es más, los TOC son muy reacios a contar lo que les pasa, aunque reconozcan su anormalidad. Esto es precisamente lo que trató de hacer Dolores Arjona. Esta cordobesa, de Montalbán, comenzó su obsesión por la limpieza a raíz de la enfermedad de su hijo. El pequeño padecía fibrosis quística y el tratamiento que requería olía mal. “Tenía miedo a que la gente lo rechazara, a que lo aborrecieran y perdiera sus amigos”, dice. Y, por eso, comenzó a desinfectar con lejía a diario su habitación y su vivienda, a limpiar compulsivamente hasta llegar a consumir cinco garrafas de lejía a la semana.
Sin embargo, el problema se agravó a raíz de la muerte del pequeño, lo que, según relata la propia Dolores, le llevó a pensar que su otra hija -que entonces era pequeña- o su marido podrían morir por contaminarse con algún germen. Cuenta que intentaba hacer otras cosas pero luego volvía y se ponía a limpiar. “Tiraba los cubos, la escoba, la fregona, todo me daba asco”, narra. Su obsesión llegó a tal punto que “llegué a bañar a mi hija con lejía, algo que le podía haber costado la vida”, dice.
En todo este proceso de sufrimiento, en el que “me preocupaba más limpiar que la propia pérdida de mi hijo”, afirma Arjona, no contó a nadie lo que le ocurría. Tampoco J. A. lo ha contado. Este joven admite que “se avergonzaba” y por eso prefiere decir simplemente “que tengo ansiedad”.
Tratamiento lento
Es más, los obsesivos compulsivos tardan una media de entre seis y siete años en acudir al médico. Unos médicos que en ocasiones se dan cuenta del trastorno porque acuden al hospital por otro motivo. Por ejemplo, hay casos de los obsesionados por la limpieza -el trastorno más común- que se detectan en dermatología porque acuden con las manos quemadas de los productos químicos. “Hasta cuando empecé a mejorar me las lavaba en agua con lejía para tranquilizarme”, reconoce Arjona. Y es que el sentimiento de culpa, de autoreproche, sumado al aislamiento social, arrastra al silencio. Muchos de los pacientes con este trastorno, como con otras enfermedades mentales, son incomprendidos y tachados de locos. Prada asegura que normalmente creemos que es algo que sólo responde a la fuerza de voluntad del individuo, es decir, “que no ponen de su parte” y por eso se tiende a reprochar.
Pero lo cierto es que no es tan fácil. Tanto J.A.M. como Dolores Arjona llevan años con tratamiento médico, acudiendo a psicólogos y a terapias cognitivo-conductuales. Ambos han tardado mucho tiempo en controlar la situación. “Con el tratamiento te vas viendo bien poco a poco, pero es un proceso muy lento”, opina J.A. M. La dificultad radica, expone Carmen Prada, en que momentáneamente la realización de los rituales les alivia. “Se plantean por qué no voy a hacerlo si así me siento mejor”, aclara la doctora. Claro que esto es un círculo sin salida porque luego se sienten aún más frustrados. Aún así, tanto los especialistas como los propios enfermos saben que siguiendo el tratamiento se puede salir, aunque “tengas que hacer lo contrario de lo que te dicta tu mente”, sentencian.
Muchos más ‘TOC’ de lo que se creía
Como asegura la especialista en el trastorno obsesivo compulsivo, Carmen Prada, éste afecta de igual modo a hombres y mujeres, “y en todas las culturas”, especifica. Si bien, está demostrado que su aparición está muy ligada a la etapa de la adolescencia o primera juventud, aunque se desarrolle más. En este sentido, los datos apuntan a que al 70 por ciento de los pacientes se les diagnostica antes de los 25 años.
En cuanto a la incidencia en la población, a pesar de que las cifras son muy variables, sí es cierto que el TOC era hasta hace dos décadas una enfermedad casi desconocida y que, sin embargo, hoy día, ha experimentado un notable aumento, “hay más de lo que es creía”, explica Prada. Según los estudios epidemológicos, entre el 15 y el 20
http://www.lacalledecordoba.com/noticia.asp?id=17240
SI A LA VIDA CONYUGAL, A PESAR DE LOS PESARES
Escrito por Enrique Rojas |
El amor debe ser el primer argumento de la vida. Casi todo lo bueno y lo malo de la existencia humana, se vertebra en torno a los aciertos y a los errores en el amor comprometido. Equivocarse en las expectativas de la relación conyugal es grave y produce unos efectos que se alargan en el tiempo. Las expectativas son ideas previas, esperanzas, ilusiones, sobre lo que se entiende a nivel general que debe ser este tema. Aquí cuenta desde la información que hemos ido recibiendo desde jóvenes, la educación sentimental, los referentes familiares, las circunstancias personales, nuestro estilo de vida, las ideas y creencias que se han ido hospedando en nosotros. Todo ello forma el subsuelo en donde nos apoyamos. Lo que es evidente es que amor y trabajo, afectividad y profesión constituyen los dos ejes decisivos sobre los que se consolida el ser humano. Leemos estos días en la prensa el aumento del número de rupturas de pareja y divorcios. Quiero llamar la atención sobre 5 errores frecuentes que se producen en los que se embarcan en la vida en pareja. Quiero poner sobre el tapete cinco avisos para navegantes: Pues bien, ¿cuáles serían esos errores mas frecuentes hoy en el manejo indiscriminado de la palabra amor? Hacer del amor algo divino Esto conduce a hacer del amor tal elogio, alzaprimarlo tanto que nos deslumbre y pensemos que las cosas han de ser siempre así. En el amor inteligente hay una visión inmediata y otra mediata, una próxima y otra lejana; en el primero la mirada se concentra en el aquí y ahora , y en el segundo en el allíalláallende. En la divinización del amor entramos en un mundo mágico y excepcional que es la poesía. Que nos ofrece solo una parcela de la realidad sentimental, la mejor. Aquella menos difícil y más desproblematizada. Lope de Vega en su célebre soneto Varios efectos del amor lo termina resumiendo así: "beber veneno por licor/olvidar el provecho, amar el daño/creer que un cielo en un infierno cabe/dar la vida y el alma a un desengaño:/esto es amor. Quien lo probó lo sabe". Y un siglo antes, en el XV, Juan de la Encina en uno de sus villancicos nos dice:"No te tardes, que me muero, carcelero. /Sácame de esta cadena/ que recibo muy gran pena/pues tu tardar me condena/carcelero". El gran poeta romántico Bécquer nos pone delante del enamoramiento y nos deslumbra con sus certeros dardos expresivos, al ofrecernos lo mejor de si mismo. Con la esfinge de la palabra amor se acuñan muchas monedas falsas. Uno se emborracha de ella y puede perder incluso la cabeza Amar a alguien. Amar a alguien es decirle tu estarás siempre conmigo e intentaré darte lo mejor que tengo. Luchare por ello. Me esforzare. Pero sabiendo que mantener ese fuego encendido depende de que se vaya alimentando a base de cosas pequeñas, diarias, menudas, que le dan esas llamas permanentes El amor es divino y es humano, el amor es espiritual y terrenal. Tener una concepción correcta evita muchas andaduras negativas... 2 Hacer de la otra persona un absoluto Sería como una prolongación del concepto de cristalización que describió Stendhal, pero con algo más de fundamento. Decía este autor francés que enamorarse es idealizar al otro, con todo lo que ello significa. El príncipe azul no existe, existe desde fuera, desde los aledaños de la convivencia . Pero no existe desde dentro: nadie es un gran señor para su mayordomo Aquí se mantiene al otro en una posición excesivamente elevada, lo que lleva a ponerlo en un pedestal psicológico. En la convivencia diaria, la visión que se va a ir que se va a ir teniendo de él es milimétrica, codo a codo, hay mil y una ocasiones de que esta imagen superlativa caiga y se desplome. No de un día para otro, sino de forma gradual. El otro, de cerca, pasa de ser absoluto a ser relativo, de magnificar sus capacidades positivas a verlas con un cierto espíritu critico. Por eso para mantenerse enamorado hay dos cosas esenciales, seguir admirando al otro y mantener un buen nivel de comunicación Pero es una seria equivocación no ver los defectos de esa otra persona y saberlos aceptar como condición sine quanom de lo que es el ser humano. Eso es tener los pies en la tierra. Hoy tenemos mucha información respecto a las rupturas de pareja en medio mundo, lo que esta llevando a un miedo enorme al compromiso conyugal, al ver los datos de la realidad sobre la mesa. La inteligencia es capacidad de síntesis. También es tener esquemas mentales, que nos ponen en la realidad. El verdadero amor consiste en luchar por sacar lo mejor de la otra persona (por supuesto lo mejor de uno mismo). Tener el arte, la gracia y el oficio de que lo más positivo que el otro tiene salga en la vida ordinaria. En nuestra cultura el hombre se enamora por la vista y la mujer por el oído. Al principio, en el enamoramiento casi todo se mueve en el juego de las apariencias. Después de los primeros lances va apareciendo la verdad de cada uno. Conocer al otro en sus cosas positivas y negativas es tener un buen equilibrio psicológico Es un fallo bastante generalizado pensar que solo con estar enamorado es suficiente para que el amor funcione. Es ese el principio, el empujón que pone en marcha toda la maquinaria psicológica de los sentimientos y que los comienzos tienen una enorme fuerza. Pero eso tiene validez solo al principio. El amor es como un fuego que hay que alimentarlo día a día. Si no se apaga. Hay que nutrirlo de cosas pequeñas, en apariencia poco relevantes pero que están en la falda de lo diario. Cuando se descuidan, antes o después, esa relación se va enfriando y acaba por llevarse las mejores intenciones. Dicen los economistas, que en los negocios hay que estar muy pendiente de los más mínimos detalles, para que no se den sorpresas. Cuidar los detalles pequeños es amor inteligente. La afectividad se parece también a un negocio, en el que la cuenta de resultados es subjetiva y se mide por unos termómetros privados que nos dicen si el tema va bien o uno se desvía de la ruta. En el hombre light, todo esta centrado en lo material: dinero, éxito, poder, triunfo. Dicho de forma más académica: hedonismo, consumismo, permisividad y relativismo. Placer por encima de todo, acumular, darlo todo por válido si a uno le apetece y tener una visión de la realidad tan amplia que se borran los límites geográficos entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto.... Con esos presupuestos es muy difícil mantener una relación sentimental estable, salvo que la otra persona sea capaz de doblegarse, desaparecer psicológicamente y someterse a fondo. Pero eso no es matrimonio, ni relación conyugal, ni vida de pareja. Eso es otra cosa. La inteligencia afectiva nos lleva a saber plantear lo que son los sentimientos compartidos y a buscar soluciones. Anticiparse y resolver. Prever y solventar. Facultad para dominarse a si mismo e ir entendiendo la geografía sentimental en su diversidad. Mapa del viaje exploratorio hacia la arqueología afectiva, espacio donde radica lo más humano del hombre. Desde esos parajes, uno debe esmerarse en concretar planos y aristas y territorios a modificar, enmendar y rehacer lo que no va como es debido. La vida conyugal necesita ser aprendida Es de una gran inmadurez pensar que una vez que dos personas deciden compartir su vida, todo irá circulando más o menos bien, por el solo hecho de la decisión recíproca de estar el uno de acuerdo con el otro. Se necesita un consenso sobre lo básico bien hilvanado. . La convivencia es un trabajo costoso de comprensión y generosidad constantes, en donde no se puede bajar la guardia. Para mi no hay nada tan complejo como esto. Tiene muchos ángulos y vertientes. Sus lenguajes son físicos, sexuales, afectivos, intelectuales, económicos, sociales, culturales, espirituales. La integración de todos esos engranajes, su acoplamiento y el que las piezas rueden con cierta fluidez, es una operación en donde hay que poner los mejore esfuerzos. Tarda uno mucho tiempo en entenderse con otra persona. La madurez conyugal es serenidad y benevolencia. Pero esa madurez necesita tanto de la pasión como de la paciencia En la psicología del aprendizaje hay todo un conjunto de reglas que se van a ir cumpliendo para que esa información se archive en la mente y de lugar a respuestas eficaces y certeras, que solucionen conflictos y apacigüen problemas. La inteligencia y la voluntad deben estar aquí especialmente presentes. La primera como ilustración, perspicacia, percepción integradora, lucidez reflexiva, vivacidad que mueve a la experiencia y la trae a primer plano para aportar soluciones operativas. La segunda, la voluntad, no es otra cosa que la herramienta para luchar deportivamente por vencernos en pequeñas escaramuzas, en batallas afanosas donde se pone el acento en puntos de mira concretos, específicos, en donde el empeño insiste para superar el capricho y el antojo del momento. La inteligencia y la voluntad potencia la libertad y aseguran la diana de los propósitos Una muestra pequeña de ello: compartir cosas positivas juntos, evitar la incontinencia verbal negativa (decirle cosas fuertes y negativas al otro, siendo demasiado directo) , controlar el no sacar la lista de agravios del pasado (la colección de atranques y roces de atrás) Capacidad para perdonar (no hay autentico perdón sin esfuerzo para olvidar); evitar discusiones innecesarias (rara vez de la discusión sale la verdad, porque hay mas desahogo y querer ganarle al otro en la contienda); Evitar malos entendidos, que a veces están a la vuelta de la esquina. Algunas personas tienen muy pocas habilidades en la comunicación conyugal y necesitan adquirir recursos psicológicos en esa área. Las expectativas demasiado idealistas, ignoran la importancia de estos aspectos. Luego vendrá la vida con sus exámenes y esas asignaturas no preparadas no pueden ser superadas. Ahí se va a establecer una reciprocidad positiva, una especie de círculo de satisfacciones bilaterales. Intercambio de conexiones y vínculos que hacen mas fácil y agradable la vida del otro. Nadie puede dudar que esto se aprenda. No es posible que uno se embarque en una relación y todo funcione por una especie de automatismo innato. Verlo así implicaría un error de base que se pagaría muy caro a la larga. Porque no hay que perder de vista que en la gran mayoría de los casos, los motivos desencadenantes de un conflicto o de una tensión suelen ser fútiles, irrelevantes, nimios, detalles de poca importancia que se acumulan a otros cansancios o frustraciones y producen reacciones de irritabilidad y/o descontrol. . Otra equivocación muy reiterada consiste en desconocer que a lo largo de cualquier relación conyugal, por estable y positiva que sea, han de darse algunas crisis psicológicas., por estable y positiva que esta sea. Unas serán fisiológicas o normales, es decir, que son tránsitos necesarios, inevitables, por donde hay que pasar sin más remedio forman parte de lo que es la condición humana, en lo que atañe a la comunicación y convivencia. Otras, relativamente fisiológicas, suceden con etapas propias del paso de los años, el crecimiento de los hijos, el paso de las generaciones, las alternativas psicológicas, familiares y económicas.... unas y otras deben ser superadas sin dificultad, salvo que la pareja no encuentra mínimos apoyos en su cercanía o se produzca la intervención desafortunada de algunos miembros de la familia, que con escasa fortuna psicológica hacen daño y su labor tiene un efecto contraproducente. No hay felicidad sin amor y no hay amor sin renuncias. El amor entre dos personas es alquimia y complicidad y estar pendiente del otro. Para estar bien con alguien hace falta primero estar bien con uno mismo. La cultura sentimental es necesaria para alzarnos sobre la mediocridad del entorno. Por ahí nos acercamos a la vida lograda. Suma y compendio de la vida autentica. Si no puedo cambiar el pasado si puedo dirigir el futuro. Enrique Rojas Catedrático de Psiquiatría Autor de Remedios para el desamo |
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