Esa pequeña gran manía

Escrito por UP! Psicología & Coaching, 13 marzo, 2012, 2 Comentarios
Recordarán a Jack Nicholson en una interpretación magnífica en “Mejor Imposible”. Todos reímos con las obsesiones del excéntrico personaje. Pero si hacemos un esfuerzo podremos recordar el intenso malestar y las tremendas dificultades que suponían el día a día para Melvin.
Recuerden comotras unos días con el sujeto en cuestión ambos, el extraño señor estirado y su recientemente acogida mascota, salen del edificio poniendo sus respectivos pies y patitas exclusivamente en las losas rojas, dando estúpidos saltitos como un respingo y haciendo equilibrios para no caer en una losa de otro color. Porque eso sería una gran catástrofe, sería terrible pisar una losa marrón, o ¿era blanca? ¿O pisaban las losas de dos en dos? ¿O eran las juntas lo que no podían tocar?…
Cuando se padece un TOC: Trastorno Obsesivo Compulsivo, las situaciones cotidianas pueden suponer un obstáculo insalvable.
Las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes, generalmente absurdos, de carácter intrusivo, es decir, por más que la persona intenta ignorarlas o eliminarlos no desaparecen. Por otro lado están las compulsiones, conductas de carácter repetitivo y cuya finalidad es eliminar la consecuencia catastrofista de la obsesión, o neutralizar esta, no es posible eliminarlas cuando se produce la situación o el pensamiento obsesivo, la persona siente una necesidad imperiosa de realizarlas para eliminar su alto grado de ansiedad.
La persona es consciente de lo absurdo de su pensamiento o compulsión, y esto le lleva a un grado de malestar aún mayor. Generalmente las obsesiones tienen que ver con pensamientos repetidos de violencia hacia los demás, por ejemplo el caso de una madre que piensa que va a tirar a su hijo por la ventana, o hacia sí mismo, una joven que con pensamientos autolesivos, piensa constantemente que se suicidará utilizando cualquier objeto. Ninguna de ellas desea hacerlo y la sola aparición del pensamiento le produce un grado de angustia tremendo. Otro tipo de obsesiones muy comunes son la contaminación: la persona cree que se va a infectar con algún virus microbio, todo les parece una fuente de contagio. La duda sobre sí mismo por ejemplo sobre la identidad sexual, o sobre la posibilidad de haber cometido un acto o no. Y por último el orden y la perfección, son también muy frecuentes, la persona cree que debe hacerlo y tenerlo todo en perfectísimas condiciones, en un grado al que es difícilmente llegar y cualquier error, indicio de desorganización (esto puede ser un libro mal colocado en la estantería o una camisa sobre una silla) desencadenan un desastre que en estos casos afecta también y rápidamente a las personas que conviven con estos pacientes.
Esto da lugar a las respectivas compulsiones: no acercarse a ninguna ventana o tener siempre literalmente al niño en el carrito, llegando a impedir que nadie lo saque del mismo, en el caso de la madre. Eliminar objetos peligrosos y realizar conductas de comprobación para verificar que no son lo suficientemente dañinos (como por ejemplo introducirse en la boca todo objeto pequeño para comprobar que no es posible ahogarse con él) en el caso de la joven con miedo a suicidarse. En el caso de la contaminación la compulsión más común es el lavado de manos y la limpieza y el caso de la duda cuando se trata de identidad sexual la conducta compulsiva puede ser flirtear con el sexo opuesto para  comprobar que no se siente atraído, o no mirar a la cara y dar cuatro saltitos. Hay que entender que todas estas conductas son desproporcionadas siempre respecto de la situación, que resultan irrefrenables para la persona y que el grado de displacer que provocan es altísimo. Cuando se trata de orden y perfeccionismo, la limpieza es la compulsión más notable, estas son las personas que limpian sobre limpio, y son capaces de ordenar o limpiar una casa ajena siendo invitados.
La alteración llega a ser tremendamente incapacitante, se deja el trabajo de cartero porque “soy incapaz de ver una puerta abierta: pienso que me quedaré atrapado, para comprobar que eso no pasa tengo que cruzarla cinco veces seguidas rápidamente”. Imaginen la cantidad de tiempo y estrés para una persona que es cartero y se dedica a estar todo el día entrando y saliendo de los edificios. Se deja de ir al médico, a la revisión rutinaria, o a acompañar al hijo enfermo, porque son la fuente de contaminación mayor para estos pacientes, la gente enferma les produce muchísima ansiedad, o dejan de salir de casa porque no son capaces si quiera de tocar el pomo de una puerta por la que hayan pasado otras muchas manos.
Ncholson, cogiendo al perro con guantes.
Son innumerables y variopintas las obsesiones y compulsiones que se pueden dar, pero siempre coinciden en el grado de malestar que generan. En muchos casos es preciso la ayuda farmacológica para reducir las obsesiones y compulsiones y el grado de ansiedad que generan. También suele desembocar en una depresión dada la pérdida de la vida cotidiana que el paciente va experimentando, y la sensación de impotencia.
La importancia de un diagnóstico temprano y la intervención son básicas para mitigar la sintomatología y evitar la cronificación, pero las características absurdas de pensamientos y compulsiones y la vergüenza a manifestarlas, suele hacer que la persona retrase años la búsqueda de ayuda.
Es importante la divulgación de este trastorno y sus características para que aquellos que lo padecen puedan reconocerse en ellos, y entender que no están solos, que no deben sentirse estúpidos, que no son los únicos y que pueden recibir una ayuda muy valiosa.
UP! Psicologia & Coaching

El actor de la saga de magos Harry Potter acaba de hacer una de las que probablemente sean las declaraciones más duras de su vida. Daniel Radcliffe ha admitido recientemente que sufrió un trastorno obsesivo compulsivo durante su infancia.
Tal y como publica el diario británico The Sun, Radcliffe desarolló esta enfermedad cuando tan sólo tenía cinco años. El actor tuvo que recurrir a terapia cuando su ansiedad fue tan grande que empleaba cinco minutos en apagar una luz.
"Tenía que repetir cada frase en voz baja. Quiero animar a todas las personas a que vayan a terapia. No quiere decir que estés loco o seas débil", afirma el actor, al que hemos podido ver estos días en la promoción de su última película, 'La mujer de negro', en el diario inglés.
"Este año no he acudido a terapia todavía y creo que lo echo de menos", admitía el protagonista de Harry Potter.

Radcliffe no es la primera estrella de Hollywood en padecer esta enfermedad: la también actriz Charlize Theron confesó ya hace varios años padecer un trastorno obsesivo compulsivo.