Obsesiones


Obsesiones

Casi todo el mundo tiene algún pensamiento obsesivo, y también es frecuente que se realicen determinados rituales de forma repetitiva sin mucho sentido, por eso hablamos de trastorno obsesivo-compulsivo sólo cuando las obsesiones o las compulsiones (los actos repetitivos) son tan recurrentes o intensos que: (1) llevan a alterar de forma importante la vida de la persona (por ejemplo, cuando suponen pérdidas de tiempo superiores a una hora cada día); (2) implican un deterioro de la actividad laboral (por ejemplo, el sujeto tiene que abandonar varias veces su puesto de trabajo para comprobar algo); o (3) cuando llegan a afectar a la vida personal y familiar de forma significativa (por ejemplo, el sujeto tiene que levantarse ocho veces por la noche para comprobar si la llave del gas está cerrada).

Las personas con un trastorno obsesivo-compulsivo suelen reconocer, sobre todo al inicio de su problema, que estas obsesiones o compulsiones son exageradas o irracionales, lo que no significa que sean capaces de pararlas o evitarlas.

Técnicamente, las obsesiones se definen como ideas, pensamientos, impulsos o imágenes de carácter persistente que el individuo considera intrusas e inapropiadas y que provocan una ansiedad o malestar intensos. Aunque la persona es consciente de que estas obsesiones son el producto de su mente, a veces se siente incapaz de controlarlas y considera que no encajan en el tipo de pensamientos que él esperaría tener.

En el inmenso catálogo de obsesiones destacan como más frecuentes las que se mencionan a continuación: (1) contaminación (por ejemplo, contraer una enfermedad al estrechar la mano de los demás, al tocar la barra para agarrarse del autobús o al manejar dinero); (2) dudas repetitivas (por ejemplo, preguntarse a uno mismo si se ha realizado un acto en concreto, como haber olvidado cerrar la puerta del coche con llave); (3) disponer las cosas según un orden determinado y ser incapaz de tolerar el que no estén así colocadas (por ejemplo, se sienten muy mal si alguien les cambia de posición unos libros o unos objetos que estaban colocados simétricamente; no obstante, no les importa tanto cuando no están en su casa o su despacho); (4) miedo a tener un impulso de carácter agresivo u horroroso (por ejemplo, miedo a hacer daño a alguien con un cuchillo o a gritar obscenidades en una iglesia); y (5) fantasías sexuales (por ejemplo, una imagen pornográfica recurrente que no se desea tener).

Estos pensamientos, impulsos o imágenes no deben obedecer a problemas reales de la vida real: alguien que esté preocupado todo el día por la posibilidad de que le despidan no debería ser diagnosticado de obsesivo si trabaja en una empresa que pasa por una mala situación económica. En realidad, la mayoría de las obsesiones tienen poco que ver con dificultades o problemas reales de la propia vida.

La persona que sufre estas obsesiones trata con frecuencia de ignorar o suprimir estos pensamientos o impulsos, o bien neutralizarlos mediante otras ideas o actividades (es decir, con lo que denominamos "compulsiones"). Por ejemplo, alguien preocupado por si se ha infectado al coger el cambio de un billete puede tratar de "purificarse" lavándose las manos muchas veces o de una manera determinada (muy intensa, con productos muy abrasivos, siguiendo un orden determinado...); o alguien que teme que a sus hijos les sobrevenga una enfermedad por haber pisado unas baldosas en la parte en que forman una cruz puede rezar diez padresnuestros para evitar esa desgracia.

Por tanto, técnicamente las compulsiones se definen como comportamientos (por ejemplo, lavados) o actos mentales (por ejemplo, rezar o repetir una palabra cien veces) de carácter recurrente, cuyo propósito es prevenir o aliviar la ansiedad o el malestar, pero no proporcionar placer o gratificación. En la mayoría de los casos los obsesivos se sienten impulsados a realizar la compulsión para reducir el malestar que lleva consigo un pensamiento determinado o bien para prevenir algún acontecimiento o situación negativos.

Es frecuente que las personas con trastorno obsesivo-compulsivo lleven a cabo actos fijos o estereotipados acordes con reglas elaboradas de manera personal y que se sientan incapaces de explicar por qué hacen las cosas así. Por definición, las compulsiones resultan claramente excesivas (por ejemplo, en el caso del lavado o comprobar una y otra vez si se ha cerrado la puerta) o no están conectadas de forma racional con las ideas que deben neutralizar o prevenir (por ejemplo, en el caso de pisar la cruz de las baldosas). Como hemos visto en los ejemplos, las compulsiones más habituales son las de lavado o limpieza, las comprobaciones, las demandas o exigencias de certeza (preguntar una y otra vez si se ha hecho tal cosa), los actos de carácter repetitivo y la puesta en orden de objetos.

La mayoría de los adultos que presentan un trastorno obsesivo-compulsivo reconocen en algún momento que sus obsesiones o las compulsiones son excesivas o irracionales, pero esto no se cumple necesariamente en el caso de los niños debido a que, por su edad, puede que no dispongan todavía de la suficiente capacidad para distinguir lo racional de lo irracional. No obstante, existen adultos que no ven del todo insensatas ciertas obsesiones o compulsiones, aunque sean muy raras. Por supuesto, si el individuo aquejado de este problema no las juzga como irracionales es muy improbable que trate de resistirse a ellas.

También es muy frecuente que, con el paso del tiempo y después de repetidos fracasos al intentar luchar contra las obsesiones o compulsiones, la persona "se rinda" y ya no trate más de combatirlas.

Dado todo lo que se ha descrito sobre este cuadro se comprenderá por qué puede llegar a ser uno de los trastornos más incapacitantes y frustrantes de toda la psicopatología.http://www.jorgebarraca.com/obsesiones.shtml

'Diez recetas contra el estigma'

'Diez recetas contra el estigma'
fuente:elmundo

10 de octubre de 2008.- He recibido en mi consulta del hospital público a una persona famosa en nuestro país, afectada por depresión. Ha compartido sala de espera con otros pacientes y familiares, y todos la han reconocido. Algunos han llegado a pedirle un autógrafo y alguien ha querido hacerse una foto. Le he sugerido que la próxima vez no espere para evitar incomodidades, pero se ha negado: ¡No pasa nada, no tengo nada de qué avergonzarme, yo sé que tengo una depresión y que necesito ayuda!

Ese mismo día me llamó un personaje muy conocido en mi ciudad, por su actividad pública. Me pidió que quedásemos en una cafetería: ¡Ya sabes, es que eso de que te vean en el psiquiatra! Yo le dije: ¿Tú a quien quieres ver, a Jesús de la Gándara, o al Dr. de la Gándara? Si es al primero nos tomamos un café, si es al segundo te vienes a la consulta. Finalmente vino, pero me pidió máxima discreción, lo que incluía no tener que esperar en la sala de espera.

Son dos casos reales y relativamente frecuentes. Ambos denotan dos actitudes bien distintas, pero en el fondo ambas nos remiten al eterno problema del 'estigma' asociado a la enfermedad mental, que siguen padeciendo los enfermos, sus familiares y el personal sanitario que los cuida.

Desgraciadamente sigue siendo tan frecuente que casi resulta fatigoso. Tenemos miles de argumentos para confrontar esa irracionalidad, esa injusticia, esa ignorancia. Baste un simple ejemplo. El último informe de la OMS dice que entre un 28% y un 44% de las personas del mundo padecerán a lo largo de su vida una enfermedad mental. Muchos comenzarán en la infancia y durarán toda la vida.

El retraso en pedir ayuda y la falta de tratamiento son dos de los problemas que más dificultan su prevención y tratamiento eficaces. Y todo eso se debe en gran parte al 'estigma', tanto o más que a la carencia de recursos o a la ineficacia de la asistencia psiquiátrica.

Si hurgas detrás de la máscara siempre encontrarás miedo. En el fondo a todos nos da miedo la locura. Todos nos sentimos concernidos, afectados o vulnerables. Y es que, parafraseando a Ortega, todos lo hemos sido, o lo somos, o podremos llegar a serlo. Por eso creo que dedicar el 10 de Octubre al 'Día Mundial de la Salud Mental' no sólo es pertinente sino que desgraciadamente sigue siendo muy necesario.

Pero, ¿servirá para algo celebrar un 'Día Mundial de la Salud Mental'? Hay tantos que el modelo está desvirtuado, pero si al menos contribuye a disminuir algo el 'estigma' será suficiente. Por eso mismo, porque ellos, y usted, y yo, también estamos en situación de riesgo, le sugiero que comparta conmigo estas 10 humildes recetas contra el estigma:

1. Tod@s podemos ser, estar o padecer enfermedades mentales.
2. Enfermedad mental es sinónimo sufrimiento, pero no de maldad, pereza o peligrosidad.
3. L@s personas con enfermedades mentales merecen respeto y un trato digno y humano.
4. Tienen derecho a ser diagnosticados y tratados en igualdad de condiciones que el resto de las personas enfermas.
5. Es necesario invertir más recursos en la detección, tratamiento y rehabilitación de las enfermedades mentales.
6. Los tratamientos psiquiátricos son en general sencillos, seguros y eficaces.
7. No sólo mejoran los síntomas, sino las capacidades afectivas, cognitivas y volitivas, y secundariamente la adaptación laboral y social.
8. Los familiares soportan la mayor carga de las enfermedades mentales, por lo que necesitan ayuda sanitaria y social.
9. Muchas personas con enfermedades mentales están trabajando, e incluso las mas graves pueden trabajar al menos igual o mejor que otras personas discapacitadas.
10. Los agentes sociales deben cuidar la imagen pública de la enfermedad mental, fomentando la participación cultural, creativa y recreativa de l@s afectad@s.

Jesús J. de la Gándara es psiquiatra y jefe del Servicio de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Burgos.

Brotes, rebrotes y enfermedad mental


Brotes, rebrotes y enfermedad mental
fuente:elmundosalud
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2009/06/23/saludmental/1245738937.html
Llegan malas noticias para la salud mental de los enfermos mentales: la locura no está de moda, no se lleva, no está bien vista por la sociedad postmoderna. Un estudio recientemente publicado en el BJP asegura que las actitudes de intolerancia y rechazo hacia los enfermos mentales en Inglaterra y Escocia han aumentado en los últimos años. Parece que, en contra de lo esperable, las actitudes estigmatizantes no sólo no disminuyen, sino que aumentan.

Parece como si esta impoluta sociedad postmoderna llevase mal la quiebra personal y social que supone la enfermedad mental. Es más, otro artículo publicado por la revista JAMA asegura que las relaciones entre esquizofrenia, abuso de sustancias y violencia aumentan, lo cual genera más riesgos de mala evolución y más rechazo social. Lo dicho, la locura no se lleva bien con la postmodernidad.

Pero no sólo eso. También hay malas noticias para la salud física de los enfermos mentales. Según parece los avances ostensibles en el tratamiento de las enfermedades mentales más graves, como las psicosis, no se asocian siempre con mejorías en los patrones de salud física. Es más, parece que tienden a aumentar los riesgos derivados del síndrome metabólico, la inactividad y el sedentarismo, el consumo de tabaco y otras sustancias, etc. Por otra parte, la obesidad tiende a asociarse a pereza, vaguería, incapacidad, fealdad, etc.

Tampoco son buenos tiempos para la salud social de los enfermos mentales. Pongamos un ejemplo sensible: la crisis afecta a la salud mental de todos, pero aún más a la de los más desfavorecidos, aislados, con menos apoyos sociales, etc., como ocurre – tan injusta como desgraciadamente – con los enfermos mentales. Lo cual nos lleva de nuevo al círculo vicioso de la pobreza, la dependencia, o la peligrosidad social. La telebasura nuestra de cada día se encarga de airearlo sobradamente, asociando enfermedad mental con marginalidad, inmigración, escándalo, o para-ciencias.

Luego todo converge en una curiosa y paradójica injusticia: 'Si estás afectado por una enfermedad mental, corres el riesgo de tener peor salud mental, física y social que si no lo estás'. Ya digo, curiosa pero mostrenca paradoja, contra la que a veces resulta difícil pelearse. Pero no hay que cejar en el intento, contra tanto pesimismo, pues también tenemos buenas noticias.

Por ejemplo, nuevos avances farmacológicos en antipsicóticos que preservan los patrones cardiovasculares y metabólicos; o renovados esfuerzos 'anti-estigma' asociados a las artes, como el concurso 'Puro arte' de pintura para enfermos mentales, o el SNCFILM de cortometrajes sobre enfermedad mental, o que nos dejen usar la ventanita de este blog para quejarnos en nombre de l@s afectad@s y sus allegad@s.

No sé si en la economía en crisis ya crecen los brotes verdes de la esperanza, pero lo que sí sé seguro, es que en la crisis permanente que amenaza a la 'salud global' de los enfermos mentales siguen creciendo los 'rebrotes' oscuros del rechazo, la marginación y la injusticia, y contra eso no vale desanimarse, sino mantener el compromiso y dar buenas noticias.
Jesús J. de la Gándara es psiquiatra y jefe del Servicio de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Burgos.

Miedos normales y trastornos de ansiedad en niños


Miedos normales y trastornos de ansiedad en niños


Dr. César Soutullo Esperón
Especialista en Psiquiatría
Consultor Clínico. Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica
CLINICA UNIVERSIDAD DE NAVARRA
¿Cuales son los miedos y ansiedad normales en niños?

En los niños normalmente abundan los miedos, tanto a los extraños o personas ajenas al círculo familiar, como a los ruidos fuertes, animales, tormentas, la oscuridad... La mayoría de éstos miedos se resuelven espontáneamente al ir creciendo el niño. Pero si el niño tiene un miedo exagerado o desproporcionado que interfiere con su vida diaria, esto puede indicar que existe un problema.

Cuando el niño nos diga que tiene miedo a algo, los padres pueden ayudarle a superarlo:

1. Reconocer que el niño lo está pasando mal, preguntarle sobre lo que tiene miedo y tratar de entenderle (un niño no quería sacarse sangre en la consulta, pero se calmó cuando su madre le explicó que no le iban a sacar TODA la sangre, sólo un tubito);
2. No ignorar ni minimizar el miedo, no decirle “no seas tonto, ya eres mayor, los niños no lloran, como vas a tener miedo a…(las arañas, el colegio, los truenos, la noche…)”
3. No forzarle a enfrentarse al miedo. Si tiene miedo a la oscuridad, mejor dejar la luz del pasillo encendida hasta que se duerma;
4. No enseñarle a temer las cosas. Si somos sobreprotectores, el niño piensa que algo malo puede pasar cuando mis padres me protegen tanto;
5. Preparar al niño para experiencias nuevas. Antes de entrar en una situación nueva contarle cómo va a ser con el mayor detalle posible. También se puede leer un libro con el niño sobre la situación que origina el miedo (insectos, aviones…)

¿Qué es la ansiedad por separación?

Cualquier padre que lleve a sus niños de educación infantil o principio de primaria al colegio ha visto las diferentes reacciones de cada niño al dejarlos. Muchos se despiden tranquilamente de los padres; otros van de la mano y no se sueltan hasta el último momento; a algunos se les ve tristes, preocupados y casi lloran al despedirse de los padres, y unos pocos se agarran al cuello de la madre llorando y hay que entrar con ellos a la clase para allí separarlos casi a la fuerza. Todas éstas son reacciones normales en los niños entre 3 y 8 años. Los síntomas de ansiedad son más frecuentes si es la primera vez que el niño va al colegio, si se trata de un colegio nuevo, o al pasar de educación infantil a primaria. Según pasan las semanas de Septiembre y Octubre, hay que esperar que los niños poco a poco se vayan acostumbrando y cada vez menos niños presentarán síntomas de ansiedad al dejarlos en el colegio. Sin embargo, algunos niños seguirán teniendo éste miedo intenso y gran dificultad para quedarse en el colegio. Estos niños pueden tener un problema llamado ansiedad por separación y deberían ser evaluados por su médico. Algunos niños lo pasan mal cada año al principio de colegio, o en los cambios de ciclo, pero lo superan sin mayor problema.

El trastorno de ansiedad por separación tiene una prevalencia de vida de un 4%. Es decir, el 4% de los niños lo sufrirán durante su infancia. Generalmente empieza entre los 7 y 9 años y es una de las principales razones por las que los niños acuden a la consulta de un psiquiatra infantil o psicólogo. El niño muestra un miedo intenso y desproporcionado cuando se separa de sus padres, cree que puede pasarle algo malo a él o a sus padres. Lo manifiesta no queriendo ir al colegio, ni a otros lugares en los que va a estar sin sus padres (excursiones, casa de amigos etc). El niño también lo pasa muy mal si los padres salen, por eso los padres suelen renunciar a salir ellos solos ante la imposibilidad de dejar al niño con otra persona. Además, tienen ansiedad, rabietas, incluso quejas físicas, como molestias abdominales, vómitos y mareos, que mejoran rápidamente al volver con los padres. A veces éstos síntomas físicos de la ansiedad hacen que los padres lleven al niño al pediatra, pero no se encuentra una causa física al dolor de estómago, vómitos, mareos, etc. Los síntomas aparecen más frecuentemente por la mañana antes de ir al colegio o los domingos por la noche, y no están presentes en fines de semana o durante vacaciones, puentes, etc.

Si el niño no pierde el miedo al colegio y sigue teniendo síntomas, debe ser evaluado para descartar un problema de ansiedad por separación. El tratamiento es sencillo y eficaz. Consiste en una exposición repetida y gradual al estímulo que crea su ansiedad (ir al colegio). Al principio se puede quedar la madre o el padre un ratito en el colegio, luego éste tiempo se hace gradualmente más corto y sólo ayudarle a quitarse el abrigo. Al despedirse hay que hacerlo rápido, pues prolongar la despedida no va a hacer que mejore la ansiedad y puede que le preocupe más si nota que nos cuesta trabajo dejarle solo. Se le debe asegurar que todo va a ir bien, y que le estaremos esperando después de clase (es importante hacerlo, y no llegar tarde a recogerle y tenerle esperando). Como el niño tiene poco concepto del tiempo, se le puede decir que el profesor le va a contar unos cuentos y después de unos juegos vendremos a recogerle. A veces se necesita que los primeros días, el niño vea o llame a la madre en el recreo, pero es importante que el niño sepa que tiene que ir al colegio. Está contraindicado buscarle un profesor particular en casa para evitar la ansiedad, pues eso sólo cronifica el problema. En algunos casos, si la exposición gradual no es suficiente, es necesario emplear medicación durante unas semanas. El pronóstico es bueno, pero si no se trata supone un riesgo al quedar el problema “enquistado” y los niños pueden presentar en el futuro otros trastornos de ansiedad o incluso depresión.
¿Que es el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)?

El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad en el que el niño o adolescente presenta generalmente obsesiones y también compulsiones, aunque a veces sólo tiene obsesiones o sólo compulsiones. Al menos alguna vez, el niño reconoce que las obsesiones o las compulsiones son excesivas o absurdas. No se trata solamente de obsesiones en el contexto de otros trastornos psiquiátricos (como una obsesión por el peso en la anorexia, o por la apariencia corporal en el trastorno dismórfico corporal)
¿Qué es el trastorno de ansiedad generalizada?

En el trastorno de ansiedad generalizada el niño tiene una preocupación constante y desproporcionada y una sensación continua y muy molesta de que algo malo va a suceder. Además, una vez que empieza una preocupación esta no se puede parar. Afecta del 2,7 al 4,6% de los niños y adolescentes. Los niños se suelen preocupar demasiado sobre si hacen bien las cosas, son muy inseguros, excesivamente rígidos, preocupados con la puntualidad, etc.
¿Qué es el trastorno por ataques de pánico o de angustia?

A diferencia del trastorno de ansiedad generalizada, en éste trastorno el niño o adolescente tiene ataques recurrentes de crisis de pánico o de angustia. Estos ataques de pánico se caracterizan por aparición brusca e inesperada de síntomas físicos como taquicardia, sudoración intensa, temblor, respiración rápida, sensación de falta de aire, de ahogo, o de que no puede tragar, sensación de frío o calor y además síntomas psicológicos como temor a morirse, a perder la razón o a perder el control. La aparición de estos síntomas se suele confundir con ataques de asma o episodios de taquicardia de origen cardiacos, pero la exploración física es normal. El adolescente que tiene estos ataques puede no querer salir de casa para que no le sorprendan en sitios donde no puede pedir ayuda.
¿Qué es el Trastorno de Stress Post traumático (TSPT)?

Otro trastorno de ansiedad es el TSPT. Cuando un niño se expone o es víctima de una situación catastrófica en la que corre peligro su vida como un accidente de tráfico o doméstico (incendio…), un desastre natural (terremoto, inundación, huracán), una muerte violenta en la familia, un atentado terrorista, una guerra, o a una situación crónica como un maltrato físico, violencia doméstica, abusos sexuales, o abuso psicológico, puede responder con síntomas depresivos y con síntomas de ansiedad característicos de TSPT. Este tipo de situaciones agudas o crónicas pueden afectar a cualquier familia de forma cercana o a distancia, y afectan también a los niños. Son cada vez más cercanas y variadas y además gracias a la televisión, contamos cada vez con imágenes más gráficas de catástrofes lejanas.

Varios factores pueden afectar la respuesta de un niño ante éste tipo de catástrofe:

* La forma en que los niños perciben la respuesta de sus padres ante la catástrofe es muy importante. Los padres deben admitir sus preocupaciones a los niños, pero también deben esforzarse en explicar su capacidad de resolver la situación y seguir adelante.
* La “cantidad” de destrucción y muerte que hayan presenciado, y la cercanía de la catástrofe a su familia es muy importante. Si un amigo o familiar ha muerto o ha sido herido seriamente o si su colegio o su casa han sido afectados es más probable que el niño tenga síntomas.
* La edad del niño afecta a cómo responderá a la catástrofe. Los niños de 6 años pueden expresar su preocupación o ansiedad rechazando ir al colegio. Los adolescentes pueden negar sus preocupaciones pero discutir más con los padres sobre cosas de la vida diaria o empezar a tener peores notas.

Los niños con éste trastorno a veces creen que el suceso traumático está sucediendo de nuevo (los llamados “flash-backs” o reexperiencias del suceso) y repiten la catástrofe en sus juegos. También tienen pesadillas intensas sobre la catástrofe, sueñan con monstruos o con otras situaciones en las que ellos o sus familias sufren daños y deben ser rescatados.

Aunque los síntomas pueden ocurrir poco tiempo después del trauma, a veces afloran varios meses después.

Los padres de niños que hayan sufrido una catástrofe o hayan presenciado algún acto muy violento deben estar alerta ante éstos posibles cambios en el comportamiento del niño: Rechazo a volver al colegio o no querer separarse de los padres en casa; miedos persistentes relacionados con la catástrofe; alteraciones del sueño (pesadillas, gritos durante la noche, y orinarse en la cama de forma repetida); pérdida de concentración o irritabilidad; asustarse o sobresaltarse fácilmente o estar inquieto; problemas de conducta en el colegio o en casa que no son típicos del niño; quejas físicas (dolores de estómago, dolores de cabeza, mareos) sin una causa física; aislamiento de la familia y amigos, desinterés, tristeza, disminución de la actividad, y preocupación con el suceso catastrófico.

Los profesionales recomiendan que aquellos niños que hayan sufrido una catástrofe sean atendidos para prevenir y reducir en lo posible el riesgo de ansiedad o TSPT. Cuando hay una catástrofe en un colegio, o si la misma ha afectado a alguno de los alumnos, se recomienda que los profesores organicen clases donde cada niño hable de lo que vio, lo que oyó y lo que pensó durante la catástrofe, o cómo se enteró de que algo malo había pasado a sus compañeros. También deben hablar de los miedos que tienen sobre lo que va a pasar como consecuencia de la catástrofe. Los niños más mayores pueden escribir sus experiencias en redacciones o trabajos y luego discutirlas con el grupo. Para niños más pequeños, se recomienda que dibujen lo que vieron, y luego lo expliquen. Esta labor debe hacerse en un ambiente lo más cercano a ambiente habitual del niño, y lo menos clínico posible, por ello, la labor de los profesores, tutores y padres es fundamental.
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Última revisión viernes 14 noviembre de 2008
Dr. César Soutullo Esperón
Especialista en Psiquiatría
Consultor Clínico. Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica
CLINICA UNIVERSIDAD DE NAVARRA
¿Cuales son los miedos y ansiedad normales en niños?

En los niños normalmente abundan los miedos, tanto a los extraños o personas ajenas al círculo familiar, como a los ruidos fuertes, animales, tormentas, la oscuridad... La mayoría de éstos miedos se resuelven espontáneamente al ir creciendo el niño. Pero si el niño tiene un miedo exagerado o desproporcionado que interfiere con su vida diaria, esto puede indicar que existe un problema.

Cuando el niño nos diga que tiene miedo a algo, los padres pueden ayudarle a superarlo:

1. Reconocer que el niño lo está pasando mal, preguntarle sobre lo que tiene miedo y tratar de entenderle (un niño no quería sacarse sangre en la consulta, pero se calmó cuando su madre le explicó que no le iban a sacar TODA la sangre, sólo un tubito);
2. No ignorar ni minimizar el miedo, no decirle “no seas tonto, ya eres mayor, los niños no lloran, como vas a tener miedo a…(las arañas, el colegio, los truenos, la noche…)”
3. No forzarle a enfrentarse al miedo. Si tiene miedo a la oscuridad, mejor dejar la luz del pasillo encendida hasta que se duerma;
4. No enseñarle a temer las cosas. Si somos sobreprotectores, el niño piensa que algo malo puede pasar cuando mis padres me protegen tanto;
5. Preparar al niño para experiencias nuevas. Antes de entrar en una situación nueva contarle cómo va a ser con el mayor detalle posible. También se puede leer un libro con el niño sobre la situación que origina el miedo (insectos, aviones…)

¿Qué es la ansiedad por separación?

Cualquier padre que lleve a sus niños de educación infantil o principio de primaria al colegio ha visto las diferentes reacciones de cada niño al dejarlos. Muchos se despiden tranquilamente de los padres; otros van de la mano y no se sueltan hasta el último momento; a algunos se les ve tristes, preocupados y casi lloran al despedirse de los padres, y unos pocos se agarran al cuello de la madre llorando y hay que entrar con ellos a la clase para allí separarlos casi a la fuerza. Todas éstas son reacciones normales en los niños entre 3 y 8 años. Los síntomas de ansiedad son más frecuentes si es la primera vez que el niño va al colegio, si se trata de un colegio nuevo, o al pasar de educación infantil a primaria. Según pasan las semanas de Septiembre y Octubre, hay que esperar que los niños poco a poco se vayan acostumbrando y cada vez menos niños presentarán síntomas de ansiedad al dejarlos en el colegio. Sin embargo, algunos niños seguirán teniendo éste miedo intenso y gran dificultad para quedarse en el colegio. Estos niños pueden tener un problema llamado ansiedad por separación y deberían ser evaluados por su médico. Algunos niños lo pasan mal cada año al principio de colegio, o en los cambios de ciclo, pero lo superan sin mayor problema.

El trastorno de ansiedad por separación tiene una prevalencia de vida de un 4%. Es decir, el 4% de los niños lo sufrirán durante su infancia. Generalmente empieza entre los 7 y 9 años y es una de las principales razones por las que los niños acuden a la consulta de un psiquiatra infantil o psicólogo. El niño muestra un miedo intenso y desproporcionado cuando se separa de sus padres, cree que puede pasarle algo malo a él o a sus padres. Lo manifiesta no queriendo ir al colegio, ni a otros lugares en los que va a estar sin sus padres (excursiones, casa de amigos etc). El niño también lo pasa muy mal si los padres salen, por eso los padres suelen renunciar a salir ellos solos ante la imposibilidad de dejar al niño con otra persona. Además, tienen ansiedad, rabietas, incluso quejas físicas, como molestias abdominales, vómitos y mareos, que mejoran rápidamente al volver con los padres. A veces éstos síntomas físicos de la ansiedad hacen que los padres lleven al niño al pediatra, pero no se encuentra una causa física al dolor de estómago, vómitos, mareos, etc. Los síntomas aparecen más frecuentemente por la mañana antes de ir al colegio o los domingos por la noche, y no están presentes en fines de semana o durante vacaciones, puentes, etc.

Si el niño no pierde el miedo al colegio y sigue teniendo síntomas, debe ser evaluado para descartar un problema de ansiedad por separación. El tratamiento es sencillo y eficaz. Consiste en una exposición repetida y gradual al estímulo que crea su ansiedad (ir al colegio). Al principio se puede quedar la madre o el padre un ratito en el colegio, luego éste tiempo se hace gradualmente más corto y sólo ayudarle a quitarse el abrigo. Al despedirse hay que hacerlo rápido, pues prolongar la despedida no va a hacer que mejore la ansiedad y puede que le preocupe más si nota que nos cuesta trabajo dejarle solo. Se le debe asegurar que todo va a ir bien, y que le estaremos esperando después de clase (es importante hacerlo, y no llegar tarde a recogerle y tenerle esperando). Como el niño tiene poco concepto del tiempo, se le puede decir que el profesor le va a contar unos cuentos y después de unos juegos vendremos a recogerle. A veces se necesita que los primeros días, el niño vea o llame a la madre en el recreo, pero es importante que el niño sepa que tiene que ir al colegio. Está contraindicado buscarle un profesor particular en casa para evitar la ansiedad, pues eso sólo cronifica el problema. En algunos casos, si la exposición gradual no es suficiente, es necesario emplear medicación durante unas semanas. El pronóstico es bueno, pero si no se trata supone un riesgo al quedar el problema “enquistado” y los niños pueden presentar en el futuro otros trastornos de ansiedad o incluso depresión.
¿Que es el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)?

El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad en el que el niño o adolescente presenta generalmente obsesiones y también compulsiones, aunque a veces sólo tiene obsesiones o sólo compulsiones. Al menos alguna vez, el niño reconoce que las obsesiones o las compulsiones son excesivas o absurdas. No se trata solamente de obsesiones en el contexto de otros trastornos psiquiátricos (como una obsesión por el peso en la anorexia, o por la apariencia corporal en el trastorno dismórfico corporal)
¿Qué es el trastorno de ansiedad generalizada?

En el trastorno de ansiedad generalizada el niño tiene una preocupación constante y desproporcionada y una sensación continua y muy molesta de que algo malo va a suceder. Además, una vez que empieza una preocupación esta no se puede parar. Afecta del 2,7 al 4,6% de los niños y adolescentes. Los niños se suelen preocupar demasiado sobre si hacen bien las cosas, son muy inseguros, excesivamente rígidos, preocupados con la puntualidad, etc.
¿Qué es el trastorno por ataques de pánico o de angustia?

A diferencia del trastorno de ansiedad generalizada, en éste trastorno el niño o adolescente tiene ataques recurrentes de crisis de pánico o de angustia. Estos ataques de pánico se caracterizan por aparición brusca e inesperada de síntomas físicos como taquicardia, sudoración intensa, temblor, respiración rápida, sensación de falta de aire, de ahogo, o de que no puede tragar, sensación de frío o calor y además síntomas psicológicos como temor a morirse, a perder la razón o a perder el control. La aparición de estos síntomas se suele confundir con ataques de asma o episodios de taquicardia de origen cardiacos, pero la exploración física es normal. El adolescente que tiene estos ataques puede no querer salir de casa para que no le sorprendan en sitios donde no puede pedir ayuda.
¿Qué es el Trastorno de Stress Post traumático (TSPT)?

Otro trastorno de ansiedad es el TSPT. Cuando un niño se expone o es víctima de una situación catastrófica en la que corre peligro su vida como un accidente de tráfico o doméstico (incendio…), un desastre natural (terremoto, inundación, huracán), una muerte violenta en la familia, un atentado terrorista, una guerra, o a una situación crónica como un maltrato físico, violencia doméstica, abusos sexuales, o abuso psicológico, puede responder con síntomas depresivos y con síntomas de ansiedad característicos de TSPT. Este tipo de situaciones agudas o crónicas pueden afectar a cualquier familia de forma cercana o a distancia, y afectan también a los niños. Son cada vez más cercanas y variadas y además gracias a la televisión, contamos cada vez con imágenes más gráficas de catástrofes lejanas.

Varios factores pueden afectar la respuesta de un niño ante éste tipo de catástrofe:

* La forma en que los niños perciben la respuesta de sus padres ante la catástrofe es muy importante. Los padres deben admitir sus preocupaciones a los niños, pero también deben esforzarse en explicar su capacidad de resolver la situación y seguir adelante.
* La “cantidad” de destrucción y muerte que hayan presenciado, y la cercanía de la catástrofe a su familia es muy importante. Si un amigo o familiar ha muerto o ha sido herido seriamente o si su colegio o su casa han sido afectados es más probable que el niño tenga síntomas.
* La edad del niño afecta a cómo responderá a la catástrofe. Los niños de 6 años pueden expresar su preocupación o ansiedad rechazando ir al colegio. Los adolescentes pueden negar sus preocupaciones pero discutir más con los padres sobre cosas de la vida diaria o empezar a tener peores notas.

Los niños con éste trastorno a veces creen que el suceso traumático está sucediendo de nuevo (los llamados “flash-backs” o reexperiencias del suceso) y repiten la catástrofe en sus juegos. También tienen pesadillas intensas sobre la catástrofe, sueñan con monstruos o con otras situaciones en las que ellos o sus familias sufren daños y deben ser rescatados.

Aunque los síntomas pueden ocurrir poco tiempo después del trauma, a veces afloran varios meses después.

Los padres de niños que hayan sufrido una catástrofe o hayan presenciado algún acto muy violento deben estar alerta ante éstos posibles cambios en el comportamiento del niño: Rechazo a volver al colegio o no querer separarse de los padres en casa; miedos persistentes relacionados con la catástrofe; alteraciones del sueño (pesadillas, gritos durante la noche, y orinarse en la cama de forma repetida); pérdida de concentración o irritabilidad; asustarse o sobresaltarse fácilmente o estar inquieto; problemas de conducta en el colegio o en casa que no son típicos del niño; quejas físicas (dolores de estómago, dolores de cabeza, mareos) sin una causa física; aislamiento de la familia y amigos, desinterés, tristeza, disminución de la actividad, y preocupación con el suceso catastrófico.

Los profesionales recomiendan que aquellos niños que hayan sufrido una catástrofe sean atendidos para prevenir y reducir en lo posible el riesgo de ansiedad o TSPT. Cuando hay una catástrofe en un colegio, o si la misma ha afectado a alguno de los alumnos, se recomienda que los profesores organicen clases donde cada niño hable de lo que vio, lo que oyó y lo que pensó durante la catástrofe, o cómo se enteró de que algo malo había pasado a sus compañeros. También deben hablar de los miedos que tienen sobre lo que va a pasar como consecuencia de la catástrofe. Los niños más mayores pueden escribir sus experiencias en redacciones o trabajos y luego discutirlas con el grupo. Para niños más pequeños, se recomienda que dibujen lo que vieron, y luego lo expliquen. Esta labor debe hacerse en un ambiente lo más cercano a ambiente habitual del niño, y lo menos clínico posible, por ello, la labor de los profesores, tutores y padres es fundamental.
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Tratamiento psicológico del TOC


http://www.portalesmedicos.com/blogs/psicologovalencia/note/988/tratamiento-psicol%C3%B3gico-del-toc.html
Ya te he hablado de lo que es el TOC, los tipos, su origen… ahora te voy a hablar del tratamiento de este trastorno, porque lo hay.
El tratamiento más eficaz hoy en día para el TOC es el llamado Exposición con Prevención de Respuesta ¿Y eso qué es? Pues a ello vamos…

Ya hemos hablado en otros posts de lo que es el tratamiento por Exposición en imaginación y en vivo. También hemos comentado que tanto para una como para la otra es necesario realizar una jerarquía de situaciones ansiógenas, es decir, ordenar una serie de situaciones que nos creen ansiedad, desde las más “inofensivas” hasta las que puedan llevarnos al más alto nivel de ansiedad. Para así empezar la exposición con las situaciones que nos creen un menor nivel de ansiedad y conforme vayamos superando dichas situaciones, ir avanzando en terapia hasta llegar a enfrentarnos con las que nos crean un mayor nivel de estrés.
Bien, hasta aquí ya conocíamos tanto tú como yo el tratamiento. Yo porque me dedico a ello y tú… porque leíste en su momento el post correspondiente al tema (y si no, sería de gran utilidad que lo hicieras ahora para poder entender el tratamiento del que te hablo en este post)

Ahora viene aquello de “prevención de respuesta”. La prevención de respuesta se basa en que la persona con TOC, una vez se encuentre expuesta a la situación ansiógena, evite realizar sus acostumbrados rituales, que tienen como fin disminuir la ansiedad provocada por la situación. La prevención de respuesta significa, pues, evitar la realización de las conductas de neutralización en el momento de exposición a la situación estresante.

Como siempre hacemos, vamos a ejemplificar para que te quede más claro lo que te cuento:
Bernardo necesita que todo este ordenado a la perfección. Es algo que no puede evitar. Se pone increíblemente nervioso si ve algo fuera de lugar. Bernardo limpia y ordena de forma compulsiva porque está convencido de que si no tiene todo su ambiente controlado y pulcro hasta el extremo, los demás van a pensar que es una persona sucia y desastrada. Esta idea le obsesiona y lo que hace para calmarse a sí mismo y “para evitar que los demás piense eso de él” es limpiar, ordenar sin límites.
Esto le crea ciertos problemas ya que muchas veces llega tarde al trabajo por quedarse arreglando, limpiando; tampoco recibe visitas de amigos o familiares porque los intentos anteriores han fracasado todos debido a su obsesión, ha visto restringida su vida social en general, así como actividades con las que antes disfrutaba.

Bien, Bernardo, harto de la situación decidió visitar a un profesional para recibir ayuda y solucionar su problema o… lo que el presentía que era un problema ya que sentía un alto nivel de malestar continuo.
Bernardo con el psicólogo, empezó una terapia de Exposición y Prevención de respuesta. Tras realizar la jerarquía, Bernardo empezó por la situación que le creaba menos estrés (ver la mesa del salón llena de cosas fuera de su sitio) y en su casa hizo lo que le indicó el psicólogo:

1.
Colocó sobre la mesa de su salón diferentes objetos de forma desastrada. (situación disparadora)
2.
Se sentó en una de las sillas de la mesa a contemplar la “horrible y desastrosa imagen” (exposición)
3.
Continuó observando la imagen sin realizar ninguna conducta de neutralización. No limpia, no ordena, no toca nada (prevención de respuesta)

Al principio su nivel ansiedad era muy alto, conforme pasaba el tiempo, ocurrió lo contrario de lo que Bernardo pensó que ocurriría ¡la ansiedad no aumentó sino que continuaba constante e incluso comenzaba a bajar!. Para cuando Bernardo llevaba 20 minutos observando la imagen, la ansiedad era casi de 0

Esta es la base del tratamiento: la gente que sufre problemas como el TOC u otros donde el nivel de ansiedad es muy alto (fobias, TEP, trastorno del pánico…), cree que si se enfrentan a la situación temida su ansiedad subirá y subirá sin límite alguno y entonces entrarán en shock, les dará un ataque o incluso morirán.
Error.
La ansiedad sube hasta un cierto límite y a partir de ahí vuelve a bajar. Es ley de vida, la fisiología del ser humano es esta y tú no vas a ser la excepción.
Cuanto más se practique el enfrentamiento a las situaciones temidas, más rápida será la bajada de ansiedad porque las situaciones crearán cada vez un nivel de ansiedad inicial menor en la persona ¿Por qué? Habituación. La persona se habitúa a la situación y ésta deja de ser ansiógena con el tiempo.

La terapia la ha de realizar la persona una vez al día, o al menos 3 ó 4 veces por semana. Has de buscar un momento tranquilo, donde dispongas de tiempo para elegir una situación y enfrentarte a ella, esperando el tiempo suficiente a que disminuya la ansiedad, sin realizar ninguna conducta de neutralización.

A veces, según que casos , también puede ser de utilidad el tratamiento farmacológico como coadyuvante del tratamiento psicoterapéutico. Normalmente para el TOC se suelen recetar Antidepresivos Inhnibidores de la Recaptación de Serotonina (ISRS). Existen otras opciones, como pueda ser la combinación de estos fármacos con benzodiacepinas (ansiolíticos).Pero hoy por hoy , el tratamiento farmacológico de primera elección para el TOC son los ISRS.

Psicólogos Valencia

Querido hijo… querido nieto…


http://unmensajeparati.wordpress.com/category/vejez/

Querido hijo… querido nieto…

El día que me veas mayor y ya no sea yo, ten paciencia e intenta enterderme.

Cuando, comiendo, me ensucie; cuando no pueda vestirme: ten paciencia, recuerda las horas que pasé enseñándotelo.

Si cuando hablo contigo, repito las mismas cosas mil y una veces, no me interrumpas y escúchame.

Cuando eras pequeño, a la hora de dormir, te tuve que explicar mil y una veces el mismo cuento hasta que te entraba el sueño.

No me avergüences cuando no quiera ducharme, ni me riñas; recuerda cuando tenía que perseguirte y las mil excusas que inventaba para que quisieras bañarte.

Cuando veas mi ignorancia sobre las nuevas tecnologías, te pido que me des el tiempo necesario y no me mires con tu sonrisa burlona.

Te enseñé a hacer tantas cosas… comer bien, vestirte… y como afrontar la vida; muchas cosas son producto del esfuerzo y la perseverancia de los dos.

Cuando en algún momento pierda la memoria o el hilo de nuestra conversación, dame el tiempo necesario para recordar; y si no puedo hacerlo, no te pongas nervioso, seguramente lo más importante no era mi conversación y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas.

Si alguna vez no quiero comer, no me obligues; conozco bien cuando lo necesito y cuando no.

Cuando mis piernas cansadas no me dejen caminar, dame tu mano amiga de la misma manera en que yo lo hice cuando tu diste tus primeros pasos.

Y cuando algún día te diga que ya no quiero vivir, que quiero morir, no te enfades; algún día entenderás que esto no tiene nada que ver contigo, ni con tu amor, ni con el mío.

Intenta entender que a mi edad ya no se vive, sino que se sobrevive.

Algún día descubrirás que, pese a mis errores, siempre quise lo mejor para ti y que intenté preparar el camino que tu debías hacer.

No debes sentirte triste, enfadado o impotente por verme de esta manera.

Debes estar a mi lado; intenta comprenderme y ayúdame como yo lo hice cuando tú empezaste a vivir.

Ahora te toca a ti acompañarme en mi duro caminar.

Ayúdame a acabar mi camino, con amor y paciencia.

Yo te pagaré con una sonrisa y con el inmenso amor que siempre te he tenido.

Te quiero hijo.

Tu padre, tu madre, tus abuelos…

Convivir con un neurótico, ¿Nunca has pensado que pueden ser enfermos?


http://www.novarevista.com/psicoego/Convivir_Con_Un_Neurotico_4.html
Convivir con un neurótico


¿Nunca has pensado que pueden ser enfermos?

Según el psicólogo Albert Ellis, “el 50% de las personas se comporta neuróticamente con cierta frecuencia y el 100% en alguna ocasión”

En un mundo ideal desearíamos que nuestros allegados fueran siempre amables, cariñosos y emocionalmente estables. Pero el país de las maravillas no existe y la realidad es muy diferente. A menudo estamos rodeados de gente que nos complica la existencia.

Según el psicólogo Albert Ellis, “el 50% de las personas se comporta neuróticamente con cierta frecuencia y el 100% en alguna ocasión”. Por eso, y tras recibir en su consulta a docenas de pacientes que acudían para relatarle lo difícil que era la armonía con alguien de su entorno, el doctor decidió escribir este manual de supervivencia, para tratar con las personas problemáticas, que son muchas.

Parejas obsesivas o acaparadoras que te persiguen con sus manías y obcecación, suegras que no paran de repetirte cómo debes cuidar a tu bebé, padres que no admiten que seas dueño de tu propia vida y no dejan de inmiscuirse, compañeros de oficina obsesionados con la perfección... Todo un repertorio de gente con buenas intenciones, pero que, con su comportamiento anómalo, te sacan de quicio y hacen de la convivencia una cuesta arriba.Ellis asegura que uno de los puntos más complicados al enfrentarse a una persona de carácter difícil es conseguir identificarla, porque su comportamiento raro sólo se da en algún aspecto de su vida, no en todos. Una vez que se tiene la certeza del problema, llega el momento de actuar. Entonces, hay dos opciones: “Alejarte de esa persona o aprender a convivir con ella”, según el experto.

No es fácil cambiar a un neurótico pero, con esfuerzo, paciencia, comprensión y ganas, se puede suavizar su extraña conducta

Mucha Comprensión

De acuerdo, no es fácil cambiar a un neurótico pero, con esfuerzo, paciencia, comprensión y ganas, se puede suavizar su extraña conducta. Si quieres a esa persona, ¿por qué no intentarlo?

Para ello lo más importante es entender que su modo de proceder se debe a que, según Ellis, “tiene creencias poco realistas que le conducen a actuar ilógicamente en algunos aspectos y situaciones y que, cuando se da cuenta de ello, se condena por ese comportamiento erróneo”.

Ponte en marcha

Lo primero que se aconseja es afrontar tranquilamente la situación y hacer ver a tu pareja, familiar o amigo que tiene un problema.

Para esta tarea, ármate de paciencia. El cariño y la comprensión son claves a la hora de ayudar, pero también hay que ser fuerte. No permitas que te líe, ya que estas personas tienden a exagerar y complicar las cosas. Además, son muy dadas a utilizar el chantaje emocional para manejar a otros a su antojo.

Intenta simplificar la situación. Esa persona hará cosas inconvenientes, molestas y chocantes, sin embargo, es fundamental la importancia que tú des al asunto. Procura que su comportamiento te afecte lo menos posible. La fortaleza y la serenidad con que recibas sus ataques te ayudarán enormemente. No hagas de cada detalle un mundo o la neurosis acabará siendo también tu problema.

Habla con la persona e intenta hacerle ver que sus miedos son irracionales y su forma de actuar también. Sólo si se da cuenta, estará capacitado para poner remedio a su problema.

Y si lo crees necesario, pide ayuda. Tú no eres una profesional, así que es comprensible que lo hagas. Empieza por tu entorno. Cuantas más personas le hagan entrar en razón, más fácil será que el neurótico reaccione. Si aun así, no cambia, intenta convencerle para que acuda a un psicólogo o psiquiatra. Él le ayudará –y a ti también– a encontrar la raíz de la neurosis.

¿Qué le lleva a actuar así?


Convivir con un neurótico

Cuando los progenitores inculcan ideas extremas sobre el perfeccionismo, la competitividad, los miedos... están ‘creando’ a alguien que de adulto tendrá comportamientos extraños

“Nadie nace neurótico, –dice Albert Ellis–; sino que aprendemos a comportarnos neuróticamente”. Las circunstancias culturales y el entorno en el que crecemos influyen pero, sobre todo, nos marca la educación que recibimos. Cuando los progenitores inculcan ideas extremas sobre el perfeccionismo, la competitividad, los miedos... están ‘creando’ a alguien que de adulto tendrá comportamientos extraños. La buena noticia es que como la persona difícil no nace, sino que se hace... tiene solución.

Reconoce a un neurótico

Obsesiones, inseguridades, sentir que el mundo es ajeno a él... Estas premisas le impiden disfrutar de la vida y le llevan a actuar de una manera irracional, que le hace infeliz a él y a sus allegados. Si te suenan estas actitudes, es que hay un neurótico en tu vida.

* Se justifica. Cuando hace algo que sabe que está mal, lo justifica con un fin socialmente aceptado. “Si critico a mi hijo, es por su bien”.

* Niega las evidencias sobre sí mismo. “No admito que me digas que soy intolerante. Cuando digas algo razonable, te escucharé”.

* Culpa a los demás de lo que le sale mal para no admitir responsabilidades. “Me llevo mal con mis padres porque me provocan”.

* Se cree el mejor y se escuda en la mediocridad ajena. “Voy a dejar el trabajo porque está lleno de ineptos”.



Albet Ellis y su libro ‘Cómo vivir con un neurótico’


Convivir con un neurótico

El libro te ayudará a reconocer la neurosis

Título: Cómo vivir con un neurótico
Autor: Albert Ellis
EdItorial: Obelisco
Páginas: 192
Precio: 12 €

Sinopsis.

El autor relata, mediante sencillos ejemplos, distintos casos de personas que han pasado por su consulta angustiadas porque su pareja, un familiar, un amigo o un compañero de trabajo les hace la vida imposible.

Por qué lo recomendamos.

El libro te ayudará a reconocer la neurosis (pues, aunque no lo sepas, te enfrentas a ella cada día) y te enseñará a convivir con este problema sin que tú pierdas los nervios.