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El trastorno de la obsesión, un mal que algunos padecen sin saber

BBCMUNDO.COM
La preocupación desmedida por la limpieza, la inseguridad o la contaminación pueden ser la pauta de que se padece esta afección.
La preocupación desmedida por la limpieza, la inseguridad o la contaminación pueden ser la pauta de que se padece esta afección.
Todos, sin duda, hemos pasado por momentos en los que una idea o imagen surge de pronto en nuestra mente sin alguna advertencia.

Puede tratarse de ideas o imágenes totalmente inconsistentes, o asuntos o situaciones que –pensamos– no deberíamos haber hecho o deberíamos haber hecho de distinta forma.

Este tipo de pensamientos forma parte de nuestra vida y la mayoría de la gente no se preocupa por ellos y puede olvidarlos fácilmente. Para otros, sin embargo, son impertinentes, no deseados y pueden convertirse en lo que los psicólogos llaman “obsesiones”.

Y muchas de estas personas no pueden deshacerse tan fácilmente de estas obsesiones. Ese es el llamado Trastorno Obsesivo Compulsivo o TOC, que sufren aproximadamente una de cada 50 personas en algún momento de su vida.

Esta cifra, dicen los expertos, podría ser mayor debido a que mucha gente con TOC prefiere esconder su padecimiento. A menudo la enfermedad se inicia en la adolescencia o principios de la adultez y afecta a hombres y mujeres por igual.

Hasta ahora no se conocen las causas de este trastorno, pero hay varios factores que podrían explicar su aparición. Por ejemplo, como en ocasiones suele ocurrir en varios miembros de una familia, se piensa que podría ser genética.

También se ha visto que ciertos eventos estresantes pueden desencadenar en el TOC, y estudios han mostrado que un desequilibrio en los niveles de serotonina, un compuesto químico cerebral vinculado al estado de ánimo y las emociones, puede provocar el trastorno.

Según el Royal College of Psychiatrists (Colegio Real de Psiquiatrias) del Reino Unido, el TOC también puede desarrollarse cuando una persona es muy meticulosa, metódica y ordenada, y estas características comienzan a dominar su vida.

Quienes sufren del TOC se ven torturados diariamente por pensamientos que describen como “profundamente desagradables y angustiantes”. Las obsesiones que experimentan estas personas pueden agruparse en “temas comunes”.

“Muchos de nosotros llevamos a cabo rituales diarios que consisten en una serie de tareas que forman parte de la vida común”, explica el doctor Robert Wilson, psicólogo especializado en TOC y autor del libro Overcoming obsessive-compulsive disorder (Superando el trastorno obsesivo compulsivo).

“Por ejemplo, revisar que todas las puertas y ventanas estén cerradas antes de irnos a la cama es una rutina que nos garantiza que no nos robarán. Pero con el TOC, estos rituales se salen de control”, afirma.

Quienes sufren el trastorno obsesivo compulsivo están dominados por la necesidad de llevar a cabo estos rituales, que se conocen como “compulsiones”, y que son provocados por sus obsesiones. “Una persona con TOC, por ejemplo, puede llegar a revisar sus puertas y ventanas entre 50 y 100 veces cuando la obsesión por la seguridad se ‘instala’ en su mente”, dice el doctor Wilson.

En ocasiones los individuos con TOC pueden ayudarse a sí mismos a superar el trastorno. Según el doctor Wilson, llevar un diario o un registro de los pensamientos que son problemáticos y revisarlos continuamente puede ayudar a algunas personas.

“Pero es necesario hacerlo de forma regular, durante una media hora cada día, y al mismo tiempo se debe tratar de resistir cualquier comportamiento compulsivo”, dice.

También hay otras psicoterapias, agrega el especialista, como las técnicas de exposición y prevención de respuestas (que pueden usarse junto con la terapia cognitivo conductual) que pueden ayudar a combatir las compulsiones y ansiedades evitando que se refuercen unas a otras.

Obsesiones comunes

Contaminación: Miedo de contaminarse con gérmenes, suciedad o sustancias químicas.

Asalto: Miedo de ser víctimas de un robo o de alguna agresión.

Agresión: Pensamientos agresivos sobre lesionar o lastimar físicamente a un ser querido.

Perfección: Preocupación por la simetría o exactitud de objetos.

Sexo: Pensamientos o urgencias sexuales impertinentes.

“El trastorno obsesivo compulsivo puede desarrollarse cuando una persona es muy meticulosa y ordenada, y esto comienza a dominar su vida”.
Colegio Real de Psiquiatras
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Salud
http://www.eluniverso.com/2011/05/31/1/1384/trastorno-obsesion-un-mal-algunos-padecen-sin-saber.html

Algunos de los ejemplos de obsesiones, compulsiones y conductas de evitación más co-munes se presentan a continuación clasificadas por temas (Cruzado,


Algunos de los ejemplos de obsesiones, compulsiones y conductas de evitación más co-munes se presentan a continuación clasificadas por temas (Cruzado, 1998; Salkovskis y Kirk, 1989; Steketee, 1999).
- Contaminación. Obsesiones sobre sufrir daño o contagiar a otros por contacto con sus-tancias que se piensa son peligrosas, por ejemplo, suciedad, gérmenes, orina, heces, san-gre, semen, secreciones vaginales, animales, productos de limpieza para el hogar, radia-ción, etc. Compulsiones típicas son lavarse o ducharse concienzudamente, desinfectarse, limpiar cosas, buscar tranquilización. Además, se tiende a evitar el contacto con los obje-tos contaminados (p.ej., bolsas de basura, personas con ciertas enfermedades, hospitales, lavabos públicos, pomos de puertas) y aparecen conductas defensivas o de búsqueda de seguridad tales como coger las cosas con guantes, abrir las puertas con los codos o pedir a otros que manipulen los objetos considerados contaminados. Un ejemplo concreto es que si una persona tiene la obsesión “el peine del peluquero tiene el virus del SIDA”, puede llamar al doctor, comprobar el cuerpo para los síntomas del SIDA, lavarse las ma-nos y el cabello y esterilizar todas las cosas que los demás puedan tocar.
- Daño accidental no debido a contaminación o violencia física; por ejemplo, accidente, enfermedad. Obsesiones sobre dejarse la llave del gas o la puerta de casa abierta, un fue-go encendido o aparatos eléctricos conectados; haber atropellado a alguien; hacerse daño con un objeto afilado; escribir cosas comprometedoras; pensar que a un familiar le ocurri-rá algo grave; pensar que se pondrá veneno o cristales en la comida. Compulsiones: com-probar repetidamente la llave del gas, puerta, quemadores o aparatos (en ocasiones la comprobación puede ser mental); telefonear a hospitales o policía, rehacer la ruta, com-probar golpes o marcas en el coche, leer los periódicos al día siguiente; observarse dete-nidamente para comprobar si se está herido; comprobar repetidamente lo escrito; telefo-near, repetir ciertas jaculatorias, caminar de determinada manera o tocar ciertos objetos; revisar la comida. Los pacientes creen que si no realizan las comprobaciones, se produci-rá una catástrofe de la que serán responsables.
- Violencia física hacia sí mismo u otros por parte de uno mismo u otros. Obsesiones sobre tirarse al tren, matar a un hijo con un cuchillo, ahogarlo con una bolsa de plástico, apalizar a un amigo, tirar a alguien por una ventana o al tren, imágenes de asesinatos o cuerpos desmembrados. Compulsiones: pensar repetidamente que no se quiere morir, buscar tranquilización, comprobar que no se ha causado ningún daño, formar una contra-imagen. Conductas de evitación: no acercarse a las vías hasta que el tren esté parado, no quedarse solo con la persona a la que se puede dañar, ocultar cuchillos y bolsas de plásti-co, tener sólo cuchillos de plástico.
- Conducta socialmente inaceptable. Obsesiones sobre proferir o escribir obscenidades o insultos, decir algo poco respetuoso sobre una persona fallecida, robar, engañar, mentir. Compulsiones: intentar mantener el control de la conducta, preguntar a otros si uno se comportó adecuadamente en una situación dada, confesar conductas inaceptables que no se han hecho. Conducta de evitación: no acudir a situaciones sociales.
- Sexo. Obsesiones sobre órganos sexuales, actos sexuales indeseados (cometer una viola-
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ción, exhibirse, abusar de niños), dudas sobre la propia orientación sexual. Compulsio-nes: intentar sacar de la mente los pensamientos sexuales, pensar en otras cosas, recordar-se experiencias heterosexuales cuando asalta la obsesión de homosexualidad, realizar un ritual mental (p.ej., contar de 1 a 10 y de 10 a 1 cien veces). Conductas de evitación: no quedarse solo con personas del sexo preferido.
- Religión. Obsesiones: pensamientos o imágenes blasfemos (p.ej., “voy a ofrecer mi co-mida al diablo”, verse haciendo el amor con Jesucristo), pensamientos de ser castigado, dudas religiosas. Compulsiones: rezar, buscar ayuda religiosa o confesarse, hacer peni-tencia, pensar una frase que contrarreste la obsesión (p.ej., ofrecer otras cosas a Dios), formar una contraimagen de adoración a Jesucristo.
- Acumulación. Obsesiones sobre tirar cualquier cosa valiosa o cosas aparentemente poco importantes que puedan necesitarse en el futuro, sobre provocar un daño o cometer un error si se tiran ciertas cosas o sobre escrúpulos morales por malgastar. Compulsiones: acumular gran cantidad de objetos tales como revistas, facturas, apuntes, ropa, etc. que pueden llegar a llenar la casa e incluso otros lugares. La persona evita deshacerse de los objetos acumulados, que son de poco uso o valor, y puede tardar varias horas antes de decidirse a tirar algo. De un 20% a un 33% de los pacientes con TOC presentan conduc-tas de acumulación. Frost et al. (2004) citan varias investigaciones según las cuales la acumulación puede no ser sólo un síntoma del TOC, sino un trastorno aparte en el que las personas no presentan otros síntomas del TOC.
Hay que distinguir entre el trastorno compulsivo de acumulación y el denominado Síndrome de Diógenes. Este, a diferencia del anterior, se da principalmente en personas de edad avanzada, y en las que generalmente existe un importante deterioro cognitivo o alguna demencia. Además, algunos de los síntomas principales y definitorios del Síndro-me de Diógenes son el abandono extremo del autocuidado (higiene, alimentación, salud, etc.) y la ausencia de conciencia de enfermedad. Las personas con Síndrome de Diógenes suelen acumular basura (por ejemplo, restos de comida) o incluso animales que han sido abandonados en la calle, mientras que los acumuladores compulsivos almacenan objetos sin valor.
- Orden, simetría, exactitud. Obsesiones sobre que las cosas deben estar en el sitio ade-cuado y/o simétricamente colocadas, la lectura perfectamente comprendida, la escritura perfectamente hecha, las palabras empleadas con precisión y las acciones realizadas del modo correcto de acuerdo con una secuencia o número particular; por ejemplo, “si no limpio mis dientes del modo correcto, tendré que hacerlo otra vez hasta que lo consiga”. Compulsiones: ordenar los objetos de una manera determinada, comprobar mirándose o midiendo que las partes del cuerpo son simétricas, leer con lentitud o volver a leer lo ya leído, repasar y reescribir lo escrito, preguntar sobre lo que se ha dicho, seguir una se-cuencia estricta a la hora de hacer algo como cocinar o limpiar, repetir la acción un “buen” número de veces, repetirla hasta que parezca bien.
Esto último puede conducir a la lentitud compulsiva, que es especialmente difícil de tratar. Actividades cotidianas como levantarse de la cama, asearse y vestirse pueden lle-var horas debido a la necesidad de seguir un orden programado, llevar a cabo comproba-ciones mentales y repetir las acciones que no se han realizado “bien”. La lentitud es se-lectiva, afecta a ciertas acciones, pero no a otras. Cuando hay órdenes directas o grabadas para realizar las acciones, no se produce el enlentecimiento, pero los efectos no se man-tienen.
- Muerte. Obsesión: Imágenes de seres queridos muertos. Compulsión: Imágenes de las
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mismas personas vivas. Conductas de evitación: No hablar de temas de muerte, leer al respecto o visitar sitios relacionados.
- Tema somático. Obsesiones sobre tener una enfermedad (cáncer, SIDA, problemas car-díacos) o algún defecto imaginado en alguna parte del cuerpo a pesar de opiniones con-trarias. Hay que establecer aquí el diagnóstico diferencial con hipocondría y trastorno dismórfico corporal. Compulsiones: Pedir a médicos y amigos que aseguren que no se tiene la enfermedad, autoobservarse (p.ej., tomarse el pulso o la temperatura), comprobar la apariencia en el espejo.
- Sin sentido (frases, imágenes, melodías, palabras, series de números carentes de senti-do). Por ejemplo, una persona que oye internamente la melodía de un programa deportivo de TV mientras lee puede repetir la acción hasta conseguir leer el mismo trozo sin escu-char la melodía.
- Temas diversos: a) Necesidad de recordar cosas poco importantes (matrículas, números antiguos de teléfonos, eslóganes), b) pensamientos de perder cosas, c) obsesiones sobre sonidos o ruidos (relojes, voces, etc.).
Otras compulsiones a mencionar son las de: a) contar: el paciente se ve impelido a contar numéricamente cosas como los libros de una biblioteca o las baldosas que va pisando por la calle, o el número de veces que realiza una actividad como lavarse las manos; y b) tocar: impulso de tocar superficies rugosas o calientes o de rozar a otras personas o tocarlas suavemente.
El riesgo de desarrollar TOC en una persona que presente obsesiones/compulsiones es más alto cuando el contenido de las mismas tiene que ver con daño, sexo, religión, moral y con-taminación. Además el riesgo de TOC es más alto conforme aumenta el número de obsesio-nes/compulsiones (2,)5 para una, 7,4% para 4, 36,4% para 4 y 44% para 5) (Rucio et al., 2008).
El TOC puede no ser un trastorno único, sino un espectro de síndromes potencialmente coincidentes. Estudios que han realizado análisis factoriales y de agrupamiento de las diferentes obsesiones y compulsiones indican cinco subtipos de TOC (Starcevic y Brakoulias, 2008): a) Obsesiones de contaminación y compulsiones de limpieza. b) Obsesiones de duda y compulsiones de comprobación (aunque algunos estudios han asociado las obsesiones agresivas con compulsio-nes de comprobación). c) Obsesiones, frecuentemente de carácter sexual, religioso, agresivo o somático, sin compulsiones manifiestas. d) Obsesiones de simetría con compulsiones de orden y organización (a veces acompañadas de de obsesiones de exactitud/perfeccionismo, repetición, contar y lentitud obsesiva). e) Obsesiones y compulsiones de acumular y coleccionar. Los límites entre estos subtipos no siempre están claros y muchos pacientes presentan obsesiones y compul-siones de diferentes subtipos. A pesar de esto, algún subtipo predomina y los pacientes tienden a mantener a lo largo del tiempo los síntomas del mismo subtipo.
Por otra parte, el metaanálisis de Bloch et al. (2008) ha distinguido sólo cuatro subtipos: a) Obsesiones de simetría y compulsiones de repetir, ordenar y contar. b) Obsesiones de contenido agresivo, sexual, religioso y somático con compulsiones de comprobación. c) Obsesiones de con-taminación y compulsiones de limpieza. d) Obsesiones y compulsiones de acumulación. En niños también se encontraron cuatro subtipos, pero con las diferencias de que la comprobación cargó en el factor de simetría y las obsesiones somáticas en el factor de limpieza.
Algunas actividades como comer, jugar, consumir sustancias o practicar sexo son etiqueta-das de compulsivas cuando se llevan a cabo en exceso. Sin embargo, no son auténticas compul-siones porque la persona obtiene placer de las actividades y puede desear resistirse a las mis-mas sólo a causa de sus consecuencias nocivas.
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La mayoría de los pacientes con TOC presentan más de un tipo de obsesión y compulsión (el 60% de los casos clínicos; el porcentaje es del 54% entre la población general que presenta obse-siones/compulsiones). Además, la inmensa mayoría presentan tanto obsesiones como compulsio-nes (internas o externas) y al menos la mitad presentan compulsiones manifiestas. Sólo el 2% tienen obsesiones puras, sin rituales externos o internos. El 90% de las compulsiones se llevan a cabo en respuesta a las obsesiones, mientras que el 10% restante no se perciben relacionadas con una obsesión. La existencia de compulsiones sin obsesión precedente ha recibido dos explicacio-nes: a) La compulsión (p.ej., comprobar si se ha cerrado bien el coche) previene la aparición de la obsesión (Cruzado, 1998). b) Este tipo de compulsiones suelen ser de larga evolución y estereoti-padas y además muy eficaces, por lo que han llevado a la desaparición de las obsesiones y ansie-dad subsecuente, que sí existían al principio del trastorno (Salkovskis, 1985). Es de esperar que los pacientes con este tipo de compulsiones presenten poca resistencia a las mismas y experimen-ten poco malestar al realizarlas, aunque sí cuando se previene su ocurrencia.
Lee y Kwon (2003) han agrupado las distintas categorías de obsesiones en dos subtipos –autógenas y reactivas– que difieren en una serie de características, en la valoración o significado que se otorga a las mismas y en las estrategias de control subsecuentes. Los autores presentan datos obtenidos de población universitaria para apoyar su propuesta, aunque se requerirán datos con poblaciones clínicas. A continuación se describen los dos subtipos:
- Las obsesiones autógenas tienden a aparecer súbitamente y es relativamente difícil iden-tificar los estímulos que las disparan, son percibidas como egodistónicas, irracionales y aversivas, e incluyen pensamientos/impulsos/imágenes sexuales, agresivos, blasfemos e inmorales. Cuando se pueden identificar los estímulos disparadores, estos están conecta-dos con las obsesiones de modo asociativo o simbólico en vez de realista y lógico, tal como ocurre en el otro tipo de obsesiones. Ante las obsesiones autógenas, las personas exageran la importancia de las mismas (consideran que pensar eso es tan malo como hacerlo y/o que indica que se es una persona terrible) y consideran fundamental contro-larlas. Como estrategias de control predominan la detención del pensamiento, distracción, contraimágenes, otras compulsiones internas (rezos, contar números) y autocastigo.
- Las obsesiones reactivas son disparadas por estímulos externos identificables, son perci-bidas como relativamente realistas y racionales como para hacer algo respecto al estímulo disparador, e incluyen pensamientos sobre contaminación, suciedad, errores, accidentes, asimetría, desorden y pérdida de cosas consideradas importantes. Ante este tipo de obse-siones, las personas exageran su responsabilidad en la producción y prevención de conse-cuencias negativas. Las estrategias de control predominantes suelen ser compulsiones manifiestas de lavado, comprobación, orden, acumulación, etc.
Para que pueda diagnosticarse el TOC, la persona ha tenido que reconocer en algún momen-to que sus obsesiones o compulsiones son excesivas o irrazonables. Esto no se aplica a los ni-ños porque puede que no posean suficiente capacidad cognitiva para hacer tal reconocimiento. Sin embargo, incluso entre los adultos existe una gran variabilidad al respecto. Algunas personas tie-nen poca conciencia de que sus obsesiones y compulsiones son excesivas e irrazonables, mientras que en otros esta conciencia puede depender del momento y situación; así, un paciente puede re-conocer como irrazonables sus comprobaciones de si ha atropellado a alguien cuando está en la consulta, pero no cuando está conduciendo. En aquellas ocasiones en las que un paciente intenta resistirse a una compulsión que ve como irrazonable, la ansiedad puede incrementarse de tal ma-nera que se ve impulsado a llevar a cabo la compulsión con el consiguiente alivio temporal de la ansiedad. Tras sucesivos fracasos en resistirse a las obsesiones o compulsiones, la persona puede claudicar ante ellas, no volver a experimentar el deseo de resistirse e incorporar las compulsiones en sus rutinas cotidianas.
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Por otra parte, cuando un paciente tiene poca conciencia de que sus obsesiones son excesivas o irrazonables (lo cual se ha constatado hasta en el 25-30% de los casos; Foa, 2004; Kozak y Foa, 1997b), puede decirse que está en el límite entre las obsesiones y los delirios. Las obsesiones serí-an entonces ideas sobrevaloradas, esto es, ideas persistentes e irrazonables que son mantenidas con menos intensidad que las ideas delirantes (se acepta la posibilidad de que puedan no ser cier-tas). La presencia de ideas sobrevaloradas está asociada a un mal pronóstico cuando se encuentran cerca del extremo delirante (5% de los casos), pero en los demás casos hay que tener en cuenta que la conciencia sobre la irracionalidad de las obsesiones es menor cuando se está muy ansioso y mejora cuando la ansiedad se reduce.
Conviene tener en cuenta que fenómenos similares a las obsesiones y compulsiones son relativamente frecuentes en la población general (Freeston et al., 1991; Muris, Merckelback y Clavan, 1997; Rachman y de Silva, 1978, citado en Steketee, 1999). Piénsese, por ejemplo, en los pensamientos desagradables que a veces nos asaltan, en las supersticiones (tocar madera, cruzar los dedos, llevar un amuleto en situaciones difíciles como los exámenes, repetirse cierta frase), en los pensamientos utilizados para neutralizar otros pensamientos, en las conductas repetitivas de comprobación, lavado y orden y en los rituales deportivos (vestirse en un determinado orden, to-mar bebidas que dan suerte antes del partido, saltar al campo pisando con determinado pie, santi-guarse, etc.); véanse también las tablas 3 (parte B) y 4. Muchas de las cogniciones intrusas en población general tienen que ver con los siguientes temas: salud personal, experiencias embarazo-sas o dolorosas, conducta sexual personalmente inaceptable, agresión y daño, amigos o familiares sufriendo un accidente y amigo y familiares sufriendo una enfermedad.
Las manifestaciones obsesivas y compulsivas en la población normal son similares en forma y contenido a las obsesiones y compulsiones observadas en población clínica; las diferencias estriban en que son menos frecuentes, intensas, duraderas, vívidas y molestas, son más manejables y fáciles de rechazar, generan menos resistencia e interfieren menos en la vida. Para poder hablar de TOC, las obsesiones o compulsiones deben causar fuerte malestar, consumir tiempo (más de una hora diaria) o interferir significativamente con la rutina normal de la persona, con su funcio-namiento laboral (o académico) o con sus actividades o relaciones sociales acostumbradas. Según los datos del estudio epidemiológico de Rucio et al. (2008), los pacientes informan gastar una media de 5,9 horas diarias en sus obsesiones y 4,6 en sus compulsiones.
Según explica Bragado (1994), los rituales son bastante habituales en distintas etapas evolutivas. Entre los 2,5 y 3 años tienen que ver con la comida, el baño y el momento de irse a la cama. Estos últimos (pedir otro beso, otro vaso de agua, otra narración del mismo cuento) aumen-tan entre los 4-6 años (edades en las que son frecuentes los miedos a la oscuridad, fantasmas y monstruos) y suelen desaparecer a los 8-9 años. Rituales típicos a los 5-6 años son caminar a la pata coja, andar sin pisar las hendiduras entre losetas o baldosas, contar números que dan suerte y cruzar los dedos para anular un pensamiento o protegerse por haber dicho una mentira. Entre los 6 y 11 años los niños coleccionan ciertos objetos y se implican en juegos muy formalizados con reglas muy específicas y prohibiciones de ciertas acciones. De todos modos, estos rituales evolu-tivos no guardan una relación de continuidad con los síntomas obsesivo-compulsivos.
De acuerdo con Foa (2004), las principales diferencias entre el TOC en adultos y niños es que estos son menos capaces de identificar las obsesiones, pueden tener más dificultades para esta-blecer el vínculo funcional entre obsesiones y compulsiones, pueden tener creencias más inamo-vibles y tienden a presentar más pensamiento mágico y menos comorbilidad significativa (p.ej., depresión).

Neurosis obsesiva-compulsiva


Neurosis obsesiva-compulsiva
Psic. Ana María Pérez Hernández
Sociedad Psicoanalítica de México
Es muy frecuente escuchar a las personas decir entre sus pláticas cotidianas ”está neurótica no le hagan caso” o “ya sabes que es un neurótico”; como si al hacer esta referencia fuera algo normal o no tuviera ninguna importancia.
Lo cierto es que la neurosis es una enfermedad emocional, que quien la padece, y si es de tipo obsesiva no la pasa tan bien como tan simple puede parecer, ya que es una patología en la que se vive en constante tensión y ansiedad.
Freud en su escrito Obsesiones y Fobias señala que en toda obsesión hay dos cosas: 1) una idea que se impone al enfermo; 2) un estado emotivo asociado.
Mientras que en las fobias, ese estado emotivo es siempre la angustia; en las obsesiones puede ser, con la misma intensidad que la ansiedad, otro estado emotivo, como la duda, el remordimiento, la cólera.
Es bastante evidente que en las obsesiones el estado emotivo constituye el elemento principal porque es el que permanece sin alteración, mientras que la idea asociada es la que varía. Esto puede comprobarse siempre dentro de los antecedentes del enfermo, y en el origen de la obsesión, la idea original sustituida; es este enlace falso, entre el estado emotivo y la idea asociada, la que explica el carácter absurdo propio de las obsesiones.
Después de Freud, otros autores refieren que la neurosis obsesiva compulsiva se caracteriza por la presencia de ideas, sentimientos e impulsos no deseados por el sujeto, quien a pesar de sus esfuerzos, se imponen de manera intrusiva en su mente, acompañándose de desagrado y ansiedad.
La sintomatología clínica esta definida por la presencia de obsesiones y compulsiones. Las obsesiones son descritas como la presencia de pensamiento, idea, recuerdo, etc. no deseado por el individuo y que se introduce imperativamente en la conciencia de éste. Los pensamientos obsesivos pueden consistir en dudas temores, cavilaciones, prohibiciones etc.
Por otro lado, las compulsiones son impulsos intrusivos repetitivos e indeseables que mueven al sujeto a realizar un acto cuya finalidad es la de conjurar la ansiedad producida por las obsesiones: ideativas (duda obsesiva), fóbicas (generan mucha ansiedad porque lo temido no es una situación real, sino el pensamiento de esta situación), e impulsivas (consisten en el temor a realizar un acto agresivo ya sea contra sí mismo o contra los demás; también expresan las pulsiones sádicas infantiles contra las que se ha empleado el mecanismo de aislamiento afectivo).
Se manifiestan como exageraciones, o caricaturas de un comportamiento habitual, tales como: lavados repetitivos de manos, ropa, etc. Por el temor constante a infectarse o ensuciarse. Al mismo tiempo, el individuo experimenta un sentimiento de incompletud y esto hace que repita una y otra vez la misma conducta. En casos graves cuando ya el enfermo no se puede dedicar a otra cosa se le llama psicosis obsesiva.
Personalidad obsesiva: El individuo obsesivo se encuentra envuelto en un conflicto entre obediencia y desafío; como si constantemente se estuviera preguntando, si debe ser bueno, o puede ser malo, llevando esto a alternar sus emociones entre miedo e ira: miedo de ser atacado por su mala conducta y sea castigado por ella, e ira por el hecho de abandonar sus deseos y someterse a la autoridad.
Este conflicto tiene su origen en la experiencia de la niñez (etapa anal del desarrollo), y por lo mismo es expresada en términos infantiles; como la obediencia y el desafío.
Este tipo de paciente es el más fácil de reconocer y la obsesión es el más estereotipado de los síndromes clínicos principales.
En este padecimiento se hace uso de los siguientes mecanismos de defensa.
a) Aislamiento afectivo, que consiste en separar la representación, ya sea en forma de impulso o de idea de su afecto, debido a que aquella puede permanecer en la consciencia, puesto que se halla privada de toda conexión asociativa. Cuando este mecanismo tiene éxito el enfermo experimenta el impulso como algo que le es ajeno, extraño.
b) Intelectualización: está al servicio de aplacar el sentimiento de culpa consciente mediante explicaciones inconscientes de todo lo que le ocurre al individuo.
c) Anulación: es un proceso activo que consiste en deshacer psíquicamente lo que acaba de realizarse, tratando de conseguir que las representaciones conflictivas en los pensamientos, los actos y el comportamiento sean considerados como inexistentes.
d) Formación reactiva: implica el desarrollo de pautas de comportamiento, deseos y sentimientos que son exactamente opuestos a los impulsos reprimidos. Continuamente en la lucha contra sus impulsos sádicos, el obsesivo desarrolla actitudes conscientes totalmente contrarias a ellos.
La ambivalencia es propia de la segunda fase del desarrollo infantil, se refiere a la existencia de amor y odio al mismo tiempo; los neuróticos obsesivos experimentan en ocasiones conscientemente estos sentimientos hacia la misma persona. También se hace uso del desplazamiento hacia lo insignificante y rituales compulsivos. La preocupación por la puntualidad, la escrupulosidad, la pulcritud, el orden y el cumplimiento estricto, de las obligaciones se derivan del temor de la autoridad.
El individuo con esta patología presenta sentimiento de culpa inconsciente y fracaso ante el éxito, por no haber cumplido a su juicio consciente con lo que para él habían forjado sus figuras paternas; este sentimiento lo deja convencido de haberlas frustrado, de ahí que, una de las sensaciones predominantes en el sujeto obsesivo sea la certeza consciente de estar cometiendo fraude ante las demás personas, que al parecer del sujeto, lo valoran en más de lo que realmente vale. Por lo mismo, se considera permanentemente obligado a estar ”limpio”, a ser “perfecto”, a ser capaz de resolver tanto los problemas propios como los ajenos, a ser paladín de lo que debe ser justo.
En realidad, como le es imposible alcanzar semejante cumbre de perfección, se siente “sucio”, “imperfecto”, duda de su capacidad de mantenerse justiciero y considera que no se avocó con suficiente ahínco a la tarea de resolver absolutamente todos los problemas ajenos o propios. Ante tanta carga de responsabilidades no es de extrañar que el obsesivo compulsivo quien no se puede permitir el lujo de olvidar ningún dato, es decir, de reprimir una idea, busque inconscientemente alivio a su patología, reprimiendo el afecto o más bien reprimiendo la capacidad de sentir el afecto, ya que es frase repetitiva que los obsesivos digan “sé que estoy intensamente enojado o enamorado o desilusionado, etc. pero…no lo siento”.
En este tipo de neuróticos existe el sentimiento de grandeza, que tiene como función capacitar ilusoriamente al sujeto para realizar la gran tarea que se siente obligado a cumplir. Por eso, la parte psíquica que representa la conciencia moral del obsesivo es sentida como perseguidora, ya que siempre demanda del individuo más de lo que él puede dar, sin importar cuanto haya dado ya.
Los obsesivos consideran que el mundo no puede girar sin ellos. Suelen vivir su sexualidad como sucia, equiparando a nivel inconsciente las secreciones corporales con las heces y contabilizando el número de parejas y coitos. Se desorganizan cuando el mundo los obliga a realizar actos que repudia su conciencia moral, y cuando tienen que enfrentar un nuevo rol en su vida.
Es importante comentar que estos individuos al dejar de hacer uso de las defensas obsesivas, pueden llegar a desorganizarse emocionalmente, pero por otro lado les dan cierta estructura psíquica, siéndoles de gran utilidad, tanto en el área intelectual como en la laboral.
En el aspecto social, estos enfermos manifiestan una gran dificultad para mantener buenas relaciones interpersonales, ya que por la perfección que pretenden lograr de quienes les rodean, llegan a provocar mucho enojo, siendo difíciles de tolerar.
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¿Qué es el trastorno obsesivo-compulsivo?

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de la ansiedad en el que las obsesiones y compulsiones interfieren considerablemente en la rutina de la persona, dificultando el trabajo o la vida social normal. El TOC por lo general aparece durante la niñez, adolescencia o juventud. Afecta a más de cuatro millones de estadounidenses, es común en hombres y mujeres de igual modo, y no tiene límites geográficos, étnicos ni económicos.


Obsesiones
Las obsesiones son pensamientos recurrentes y persistentes, impulsos o imágenes que causan emociones angustiantes tales como ansiedad o disgusto. Las personas con TOC reconocen que los pensamientos, impulsos o imágenes son producto de su imaginación y que son exagerados o irracionales. Sin embargo, estos pensamientos molestos no pueden ser resueltos con lógica o razonamiento. La mayoría de las personas trata de ignorarlos o borrarlos, o neutralizarlos con otro pensamiento o acción. Algunas de las obsesiones típicas son inquietudes excesivas sobre la contaminación o el daño, la necesidad de simetría o exactitud, o pensamientos religiosos o sexuales prohibidos.


Compulsiones
Las compulsiones son comportamientos repetidos o actos mentales que una persona se siente impulsada a realizar en respuesta a una obsesión. Los comportamientos tienen el propósito de prevenir o reducir la angustia o una situación a la que se teme. En los casos más graves, la repetición constante de los rituales puede ocupar todo el día e imposibilitar la rutina normal. Además de la angustia que causan estos rituales, se suma el conocimiento de que estas compulsiones son irracionales. Algunos ejemplos son:
Limpieza. Algunas personas pasan muchas horas lavándose o limpiando su entorno para reducir el miedo a que los “contaminen” los gérmenes, suciedad o químicos reales o imaginarios.
Repetición. Para disipar la ansiedad, algunas personas con TOC pronuncian un nombre o frase, o repiten un comportamiento muchas veces. Saben que estas repeticiones en realidad no los van a proteger del daño pero temen sufrir si no las hacen.
Verificación. Algunas personas desarrollan rituales de verificación para reducir el temor de dañarse a sí mismo o a otras personas, por ejemplo, olvidar cerrar la puerta o apagar la cocina. Algunas personas también vuelven sobre su trayecto en la ruta para asegurarse de no haber atropellado a nadie.
Orden y organización. Para reducir la inquietud, algunas personas se sienten obligadas a poner objetos, tales como libros, en un cierto orden o a organizar los elementos de la casa de determinada manera o de forma simétrica, o tener todo perfecto.
Colección excesiva. Algunas personas acumulan pilas de diarios, revistas, ropa, papeles y desperdicios para reducir el malestar.


Compulsiones mentales. Como respuesta a los pensamientos obsesivos molestos, algunas personas rezan o repiten frases en silencio para reducir la ansiedad o evitar situaciones temidas en el futuro.


Tratamientos
Terapia cognitiva conductual
Un tratamiento efectivo es un tipo de terapia conductual cognitiva conocida como exposición y prevención de respuesta. Durante las sesiones de tratamiento, los pacientes se exponen a las situaciones que les crean ansiedady provocan el comportamiento compulsivo o los rituales mentales. A través de la exposición, los pacientes aprenden a disminuir y luego a abandonar los rituales que afectan sus vidas. Descubren que la ansiedad que provoca sus obsesiones disminuye aunque no cumplan con los rituales. Esta técnica funciona bien en pacientes cuyas compulsiones se concentran en situaciones que pueden ser fácilmente recreadas. Para los pacientes que tienen rituales compulsivos por temor a catástrofes que no pueden recrearse, la terapia se basa en imaginar las situaciones que producen ansiedad.
En el transcurso de la terapia, el paciente sigue las pautas de exposición y prevención de respuesta acordada entre el terapeuta y él/ella. La terapia conductual cognitiva puede ayudar a muchos pacientes con TOC a reducir sus síntomas en gran medida. Sin embargo, solo funciona si los pacientes cumplen con los procedimientos.
Algunos pacientes no estarán de acuerdo en participar de la terapia conductual cognitiva debido a la ansiedad que ésta implica, y otros deberán tratar la depresión en forma simultánea.


Medicina

Existe una clase de medicinas efectivas para el tratamiento del TOC conocidos como inhibidores de recaptación de serotonina (IRS). Los IRS ayudan a la mitad de las personas que los usan, y los pacientes que no responden a uno, a veces responden a otro. Los mayores beneficios, por lo general, se registran entre las semanas seis y doce.
Algunos de los IRS de eficacia demostrada para el TOC son la clomipramina, fluoxetina, fluvoxamina, paroxetina y sertralina. Otros antidepresivos que pueden ser efectivos son citalopram, escitalopram y venlafaxina. Aunque son muy útiles, estos medicamentos con frecuencia dejan síntomas residuales que se tratan mediante el aumento de las dosis de IRS con otros medicamentos o con terapia conductual cognitiva.
Los pacientes con TOC que han recibido el tratamiento adecuado demostraron mejoras en la calidad de vida y en el funcionamiento. El tratamiento no sólo afecta los síntomas. Si tiene éxito, además puede mejorar la capacidad del individuo para continuar con sus estudios, trabajar, desarrollar y disfrutar las relaciones, y buscar actividades recreativas.

Afecciones relacionadas
Es posible que los familiares de los pacientes con TOC presenten otras afecciones que comparten algunas características del TOC, y en algunos casos responden a tratamientos similares. Algunos ejemplos son trastornos somatofórmicos tal como el trastorno dismórfico corporal (preocupación por fealdad imaginaria) e hipocondría (preocupación por enfermedades físicas), trastornos del control de impulsos tal como la tricotilomanía (arrancarse el cabello), algunos trastornos alimentarios la bulimia y trastornos de base neurológica tal como el síndrome de Tourette.

Fuente de Información: American Psychiatric Association (APA)

La eficacia del diván


Científicos estadounidenses del Instituto de Neuropsiquiatría de UCLA
acaban de demostrar que las terapias cognitivas del comportamiento producen
cambios en la función cerebral similares a los que se obtienen cuando los
pacientes con trastornos obsesivo compulsivos reciben medicación.
.

Woody Allen, no sólo estaría de acuerdo con el doctor Jeffrey Schwartz, sino
que se mostraría encantado de que la ciencia le proporcione más argumentos para
seguir defendiendo la psicoterapia. Un estudio liderado por este especialista,
del Instituto de Neuropsi-
quiatría de UCLA, Los Angeles, sugiere que este tipo de tratamiento puede
producir cambios en el cerebro similares a los que provoca la medicación en
pacientes obsesivo compulsivos. «Lo que quiere decir esta investigación es que
las terapias cognitivas del comportamiento eficaces pueden tener efectos
biológicos y no sólo psicológicos», declara el doctor Eric Hollander, de la
Escuela de Medicina del Mount Sinai, en Manhattan.
El trabajo del equipo de Los Angeles, publicado el pasado miércoles en The
Archives of General Psychiatry, irrumpe en el mundo de la psiquiatría en un
momento en el que los avances en neuroquímica estaban poniendo en entredicho la
eficacia de tumbarse en el diván del psicoterapéuta. Sin embargo, estos
expertos pudieron comprobar los efectos de la psicoterapia en nueve pacientes
obsesivo compulsivos utilizando una prueba que permite obtener imágenes del
cerebro, la Tomografía por Emisión de Positrones (PET).
Durante nueve semanas, los pacientes se sometieron a terapias cognitivas de
comportamiento. Posteriormente, los expertos comprobaron que seis de los nueve
enfermos mejoraron sustancialmente con la psicoterapia, mientras que los tres
restantes sólo mostraron un avance discreto. Las imágenes del PET revelaron dos
cambios significativos en la función cerebral. Uno de ellos se refiere al
«estrechamiento» ligado a la actividad de ciertas estructuras cerebrales.
«Nosotros sabemos que en los trastornos obsesivo compulsivos la clave está en
las estructuras que están "encerradas" de forma conjunta. Pero en los pacientes
que responden a la terapia estas estructuras pueden actuar de forma más
independiente, como sucede en el caso de las personas que no sufren este
trastorno», afirma Jeffrey Schwartz.
El segundo descubrimiento se refiere a una zona del cerebro conocida como
núcleo caudado. Dicha zona, normalmente inactiva, está activa en los pacientes
obsesivo compulsivos. «Nuestro segundo hallazgo, que confirma los resultados
obtenidos en otro trabajo realizado por nuestro equipo y que fue publicado el
año pasado, es que la actividad del núcleo caudal se reduce en los pacientes
que responden a la psicoterapia». Pero para los científicos de UCLA la
verdadera trascendencia de este trabajo reside en que se ha comprobado la
efectividad de la psicoterapia en este tipo de trastorno psiquiátrico. «Lo más
importante es que las terapias cognitivas del comportamiento pueden por sí
solas, y sin medicación, invertir los problemas que sufren estos pacientes».
No obstante, algunos expertos opinan que no todos los pacientes responden igual
a la psicoterapia. El doctor Don Black, director de la clínica de trastornos
obsesivo compulsivos de la Universidad de Medicina de Iowa, es uno de ellos.
«Para llevar a cabo este tipo de terapia se necesita que el paciente sea capaz
de enfrentarse a sus propios miedos y para algunos pacientes esto es demasiado,
y no pueden o no quieren hacerlo». Michael Jenike, director de una clínica para
el tratamiento de este trastorno en el Hospital General de Massachusetts
insiste en que, aunque está demostrado que el mejor tratamiento es el que
combina los medicamentos con la terapia, este estudio puede favorecer el que
los especialistas que sólo recurren a los fármacos incluyan la psicoterapia
como parte terapéutica de sus pacientes.

fuente: PATRICIA MATEY, el mundo suplementos

El trastorno obsesivo compulsivo (T.O.C.) se caracteriza, como de su nombre se desprende, por la presencia tanto de obsesiones como de compulsiones. Las obsesiones consisten en pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes, experimentados como intrusos e inapropiados, causantes de ansiedad o malestar. Las compulsiones son comportamientos o actos mentales repetitivos que la persona se ve obligada a efectuar como respuesta a las obsesiones. Si bien las compulsiones tienen por objetivo aliviar el malestar o prevenir acontecimientos negativos, ellas no se hallan conectadas de manera lógica y racional con los peligros que intentan ahuyentar. Esto otorga frecuentemente a las compulsiones un carácter mágico, que raya con lo delirante. Veamos un ejemplo de lo que acabamos de mencionar. Estando en un restaurante, a Juliana se le presenta involuntariamente la idea de que podría tomar uno de los cuchillos que hay sobre la mesa y agredir a alguna de las personas presentes. Aunque ella reconoce esta imagen como ajena, no deja de provocarle un malestar importante, el cual sólo alivia a través de la repetición subvocal sistemática, durante cuatro minutos exactos, de las palabras “Dios mío, protégeme por favor”.

Naturalmente, existe una relación funcional entre obsesiones y compulsiones: las obsesiones conducen al aumento del malestar emocional, las compulsiones constituyen un intento de aliviarlo. En otras palabras, las compulsiones operan para reducir o neutralizar la incomodidad subjetiva ocasionada por las obsesiones. Es por eso que en el ejemplo de Juliana, ella efectúa la compulsión de repetirse “Dios mío, protégeme por favor” luego de que se le imponga la obsesión de que podría agredir a alguien. No obstante, las compulsiones sólo conforman intentos fallidos de limitar la ansiedad derivada de las obsesiones. En efecto, el alivio experimentado resulta generalmente efímero pues las mismas compulsiones suelen conducir a otras obsesiones que requerirán de nuevas conductas compulsivas que las neutralicen; dando lugar así a un círculo vicioso del cual el paciente se ve imposibilitado de escapar; todo esto, por supuesto, acompañado de un gran padecimiento. Y en este punto, no está de más remarcar que las compulsiones no se restringen a meros actos mentales verbales repetitivos sino que muchas veces adoptan formas conductuales dramáticamente sufrientes. En este sentido, son bien conocidos los casos de excesivos lavados conducentes a daños en la piel o aquéllos otros en los que predominan los rituales de comprobación y que transforman un acto sencillo como el salir de la casa en un complejo y largo proceso de verificaciones de llaves de gas, cerraduras o enchufes. En pocas palabras, aparte de que las compulsiones consiguen únicamente un escape inmediato de la ansiedad, que no otorga ninguna solución de largo plazo al problema de fondo; ellas mismas llevan de suyo una fuente importantísima de sufrimiento.

El tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo

Tradicionalmente, el T.O.C. se ha mostrado resistente a las terapéuticas. Y si bien en la actualidad tanto los desarrollos psicológicos como farmacológicos han redundado en una mejora sustancial del pronóstico del cuadro; a decir verdad, el tratamiento de este desorden continúa presentando importantes dificultades. Por ello, los abordajes actuales consisten en programas multicomponentes integrados por varios procedimientos técnicos que se han probado efectivos.

Tal como sucede en la mayoría de las aplicaciones cognitivo conductuales, la psicoeducación se revela como una herramienta imprescindible en las fases iniciales de la intervención. Una explicación lógica y razonable, al correr de la investigación científica y del sentido común, da al paciente un primer marco de contención afectiva y de motivación para el cambio. Adoptando desde el mismo inicio un enfoque pragmático de solución de problemas, el terapeuta brinda en términos sencillos información acerca de la psicología general del desorden. Esto incluye una descripción y conceptualización de la sintomatología, una explicación racional acerca de cómo ella se produce y mantiene. Particularmente importante resulta el entendimiento de la relación entre las obsesiones y compulsiones, pues ello redundará en un mayor compromiso y aceptación por parte del paciente de uno de los medios técnicos más utilizados, la exposición y prevención de la respuesta.

La exposición y prevención de la respuesta se ha transformado en la principal y primera línea de intervención en el tratamiento del T.O.C. Este hecho obedece, naturalmente, a lo que las investigaciones sobre la efectividad de las terapias psicológicas señalan ya sin lugar a dudas: aproximadamente el 80 % de los pacientes con T.O.C. tratados con la mencionada técnica remiten totalmente el cuadro o mejoran en más de un 80 % su sintomatología. Este dato nos orienta hacia dos colusiones importantes. Primero, la exposición y prevención de la respuesta es un método efectivo, por lo tanto siempre habrá de constituir un ingrediente esencial en los programas terapéuticos del T.O.C. Segundo, un 20 % de los paciente no responden bien a él, lo cual significa que debemos diseñar operatorias más amplias con el objetivo de cubrir el espectro de efectividad dejado vacante. En esta línea, se han propuesto diversos recursos cuya efectividad se ha establecido más parcialmente.

La discusión cognitiva se aplica con éxito aceptable al T.O.C. Aunque el formato general de la técnica ha sido respetado, se introdujeron cambios a fines de adecuarla a los procesos psicopatológicos propios de este trastorno. En esta línea, sobresale el planteo de Salkovskis, quien ha enfatizado un modelo que contempla la diferencia entre las obsesiones y los pensamientos automáticos. Más puntualmente, él destaca la importancia de no discutir las obsesiones, sino los pensamientos automáticos derivados de ellas.

La sobreestimación del riesgo y sus consecuencias se manifiesta como un rasgo tan sobresaliente del T.O.C. que algunos autores como Van Oppen y Arntz han llegado a postular que éste debe constituir el foco principal de los procedimientos cognitivos. En esta línea, la revalorización del riesgo y sus consecuencias se ha evidenciado como una técnica efectiva en lo que concierne a la modificación de percepciones exageradas sobre la probabilidad de sucesos negativos futuros. La versión planteada por Hoekstra combina el análisis de las secuencias de hechos temidos con el diseño de experimentos conductuales a los fines de alcanzar estimaciones más realistas sobre las catástrofes imaginadas.

Existen, tal como se dijo anteriormente, un amplio conjunto de herramientas terapéuticas aplicables al T.O.C. Baste aquí sólo mencionar algunas otras importantes como la discusión cognitiva aplicada a la revalorización de la responsabilidad o los enfoques metacognitivos dirigidos a la modificación de los procesos atencionales. Dada la complejidad del cuadro en cuestión y en vistas de que ningún procedimiento aislado ha logrado una tasa de eficacia satisfactoria, la operación conjunta de las técnicas, diagramadas en un programa terapéutico coherentemente planificado, es hoy la elección más aconsejada de tratamiento para el T.O.C.

el amargo pan de cada dia


las obsesiones
El amargo pan de cada día

¿Quién no ha tenido alguna vez ideas o preocupaciones que de forma repetitiva le asaltan sin que sepa alejarlas para vivir sin su pernicioso influjo?

No son pocos quienes dudan sistemáticamente si han cerrado bien la puerta, desconectado el gas, apagado la luz... y vuelven una y otra vez a confirmar que, efectivamente, sí lo habían hecho. Otras personas ritualizan su vida cotidiana con manías como contar las baldosas de las cocinas o los peldaños de las escaleras, no pisar las rayas del suelo, retener las matrículas de los coches, ocupar siempre el mismo asiento en las reuniones o comidas, portar un objeto inútil en el bolsillo... Pero esto no son sino manifestaciones casi anecdóticas de unas costumbres que pueden convertirse en un verdadero problema psicológico. Todos tenemos hábitos que, a pesar de que merezcan el calificactivo de manías, consideramos normales. Pero cuando estos pensamientos o manías hacen sufrir nos encontramos con los trastornos obsesivo compulsivos. Las obsesiones son pensamientos que se repiten de forma insistente a pesar de la voluntad del individuo, y que escapan a su control.

Si los pensamientos obsesivos se convierten en gestos de conducta casi automática, devienen en compulsiones, acciones o manías que la persona se ve forzada a ejecutar para sentirse bien o, al menos, tranquila. Es consciente de lo absurdas e irracionales que son, pero se siente incapaz de eludirlas. Cuando las compulsiones se asocian entre sí, formando una cadena, se convierten en rituales patológicos.

Catálogo de rituales obsesivos


Casi siempre están relacionados con:

La limpieza. Quienes los padecen tiene pavor a quedar contaminados con lo que tocan o rozan y se lavan repetidamente las manos. Incluso llegan a evitar dar la mano o cualquier contacto físico en los saludos. Una motita de polvo en un mueble les parece algo horrible.
El orden No soportan que alguna cosa se halle, siquiera temporalmente, fuera de su sitio. Incluso si ocupan su lugar debe ser en simetría o en conformidad con los ángulos de la mesa. Tampoco soportan que los demás no cumplan con esos cánones del orden compulsivo y las personas que conviven en la casa, sean adultos o no, habrán de cumplir estrictamente con las normas de orden y limpieza impuestas por el afectado por esta manía.
Comportamientos indecisos. Por ejemplo, comprueban una y otra vez cómo está la casa antes de cerrar la puerta. Y aun así, vuelven a entrar después de haber cerrado. Ante cualquier decisión, por nimia que sea, lo pensarán durante meses. Y, una vez adoptada, dudarán si fue acertada. Y reflexionarán incasablemente sobre si han hecho bien, o consultarán con otras fuentes.

Distinguir los pensamientos obsesivos

Todos tenemos manías, preocupaciones o pensamientos repetidos. Pero si la obsesión llega a dificultar o impedir las relaciones sociales, si la persona pierde libertad... nos hallamos ante un trastorno obsesivo compulsivo que puede requerir de la intervención de un especialista. Resultaría interminable enumerar las consecuencias que pueden acarrear los pensamientos irracionales en quienes los padecen y en quienes conviven con estas personas. El catálogo es muy amplio, desde los inconvenientes más triviales hasta los desenlaces más dramáticos. Y todo ello sólo por haber interpretado distorsionadamente la realidad. Ya en el siglo I, Epicteto, un filósofo estoico, afirmaba que «los hombres no se perturban por causa de las cosas, sino por la interpretación que hacen de ellas». En cualquier caso, lo interesante es saber cómo librarse de las obsesiones y hacer frente a estos pensamientos irracionales y distorsionados. Y, consecuentemente, cómo conseguir vencer a las conductas compulsivas.

La psicología científica, de la mano de autores como Ellis, Beck, Mahoney o Golfried, ha alumbrado la Reestructuración Cognitiva, una técnica psicológica cuyo objetivo es identificar, analizar y modificar las interpretaciones o pensamientos erróneos que las personas experimentan en determinadas situaciones o tienen acerca de otras personas.

Los pensamientos negativos

El pensamiento, en general, es un diálogo con nosotros mismos en el que terminamos haciendo afirmaciones sobre determinadas situaciones. Pueden ser positivos si nos hacen sentir bien y nos ayudan; o negativos, si nos originan emociones negativas o nos hacen sufrir. Serán racionales si se corresponden con lo que sucede objetivamente en la realidad, e irracionales si se alejan de lo que sucede.

Los pensamientos que causan más sufrimiento son los irracionales negativos. Describamos algunos :

Pensamiento filtrante. Se toman los detalles negativos y se magnifican, sin filtrar los aspectos positivos de la situación.
Pensamiento polarizado. El maniqueismo: las cosas son blancas o negras. La persona ha de ser perfecta; si no, es un fracasado. No hay término medio.
Sobregeneralización del pensamiento. Se extrae una conclusión general de un simple incidente. Si ocurre algo malo en una ocasión, se esperará que ocurra una y otra vez.
Interpretación del pensamiento. Creemos saber qué sienten los demás y por qué se comportan como lo hacen. Nos vemos capaces de adivinar lo que sienten los demás acerca de nosotros.
Visión catastrofista. Se vaticina, se espera y se teme irracionalmente, el desastre. El individuo se entera de un problema y empieza a decirse «¿y si ocurre que...?», «¿y si me sucede a mí?»
Personalización. Creemos que todo lo que la gente hace o dice es una forma de reacción hacia nosotros. Y nos comparamos con los demás, intentando determinar quién es más elegante, quién es más brillante, quién tiene aspecto más saludable¿
Culpabilidad. Mantiene que los demás son responsables de su sufrimiento o adopta el punto de vista opuesto y se culpa a sí mismo de los problemas ajenos.

Cómo actuar ante los pensamientos irracionales negativos


Seamos conscientes de la influencia que tienen sobre nuestra conducta y emociones. Los pensamientos son esos monólogos que mantenemos con nosotros mismos interpretando la realidad que nos rodea y a nosotros mismos. Pero son sólo hipótesis a demostrar.
Identificar los pensamientos, determinar en qué medida son objetivas esas interpretaciones de la realidad, hasta qué punto son racionales. Y hasta qué punto son polizones que se han colado sin nuestro permiso y nos hacen sufrir sin razón. La alarma salta cuando nos producen emociones negativas como miedo, angustia o tristeza. Desenmascaremos entonces al polizón y examinémoslo sobre la racionalidad y la adecuación con la realidad.
Analizarlos, partiendo de que son sólo hipótesis a demostrar y que pensar algo no significa que sea cierto.

Cómo analizar si los pensamientos se ajustan a la realidad

Qué datos objetivos de la realidad apoyan e invalidan ese pensamiento.
Con qué argumentos se defendería ese pensamiento ante otra persona
Qué probabilidad existe de que suceda lo que se piensa.
Si lo tuviera otra persona, qué le diría yo para demostrarle que está en un error.
Es esa la única forma de interpretar la situación o existen otras .

Cómo analizar si influyen en los estados emocionales y en las conductas

¿Me ayuda a conseguir mis objetivos?
¿Me hace bien o me hace daño?
¿Cómo influye en mi estado de ánimo?
¿Cómo influye en mi conducta?

Cómo analizar qué ocurriría si lo que se piensa fuera cierto.

Incluso si lo que pienso es correcto ¿es realmente una catástrofe?
¿Qué consecuencias reales tendría para mí si ocurriera?
Si es así, ¿está justificado que me descomponga tanto?
Si lo malo ocurre, ¿será para siempre? ¿O algo temporal ?


fuente consumer.

El origen del TOC


El origen del TOC

El psiquiatra Marcos Jerez sostiene que hace 30 ó 40 años se creía que el Trastorno Obsesivo Compulsivo estaba relacionado con procesos inconscientes y traumas no resueltos durante la infancia. Pero las investigaciones más recientes respaldan la teoría de que el TOC tendría una base biológica que podría potenciarse con situaciones ambientales. “Una persona nace con una vulnerabilidad genética a presentar la enfermedad y esto podría potenciarse con situaciones ambientales. Se sabe que muchos pacientes obsesivos sufrieron problemas perinatales, como asfixias o infecciones. Hay muchos casos de estudio que describen que sujetos que sufrieron un TEC presentaron al cabo de un par de años conductas obsesivas, aunque nunca antes las habían manifestado”.

Afirma que algunos estudios de imágenes han demostrado que existirían alteraciones a nivel de la circunvolución órbito frontal y en los ganglios basales (estructuras que tienen que ver con los movimientos repetitivos) que influyen en los sintomas del TOC.

Otros investigaciones indican que anormalidades en ciertos neurotransmisores, como la serotonina (que regula el ánimo, la agresión y la impulsividad) podría estar entre las causas de esta patología.

La mayoría de los trastornos obsesivos compulsivos acaban en depresión



El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), relativamente desconocido y minimizado por la sociedad, afecta sin embargo a un 2 por ciento de la población mundial y puede revestir gravedad, ya que entre un 60 y un 80 por cien de los casos derivan en depresión.

Estas son algunas de las apreciaciones de Joseph Zorah, psiquiatra especializado en TOC del centro médico Chaim Sheba de Israel, que participa en el XV Congreso de Psiquiatría Europeo que se celebra entre el 17 y el 21 de marzo en Madrid. "Los que padecen esta enfermedad saben que es excesivo y estúpido lo que hacen, pero no pueden evitarlo", hasta el punto de que sus obsesiones interfieren en sus vidas y provocan un sufrimiento insoportable, afirma el psiquiatra.

Una persona con TOC puede estar obsesionada con la limpieza y lavarse compulsivamente las manos; ser incapaz de permanecer en una habitación en la que no esté todo simétricamente ordenado u obsesionarse porque una mancha de la alfombra pueda ser sangre con sida y pueda contagiarse. Uno de los ejemplos más gráficos para describir la sintomatología es el personaje al que dio vida Jack Nicholson en la película "Mejor imposible", reconoce Zohar, aunque menciona otras víctimas de este trastorno que no tuvieron un final feliz como Howard Hugues, el multimillonario estadounidense que murió con malnutrición por su obsesión por los gérmenes.

Otras personas traducen sus obsesiones en el miedo al envenenamiento, como una de las pacientes de Zohar que estaba convencida de que podía envenenar a su bebé con detergente.

"Primero sacó de su casa todos los detergentes que tenía, posteriormente dejó de pasar por el pasillo del supermercado que los vendía y finalmente evitó la calle donde estaba el supermercado", recuerda el psiquiatra.

En estos casos, "si se trata de una TOC bien diagnosticada, no hay peligro de que la paciente haga daño al bebé. Jamás le hará nada, porque es sólo una obsesión", asegura.

toc toc


Pensamiento repetitivo
El pensamiento repetitivo u obsesivo es el que, como un hamster en una jaula, se va sucediendo en su cerebro como si fuese en círculos. Significa obsesión sobre problemas, pérdidas, cualquier clase de obstáculos o ambigüedades sin poder ejercer control sobre el mismo.
Como ha demostrado la Dra. Susan Nolen-Hoeksema, la tendencia a ocuparse en el pensamiento repetitivo revela una gran diferencia de género en el control de las experiencias emocionales. El problema con el pensamiento repetitivo es doble. Mientras se piensa, éste se va haciendo más profundo, intensificando los niveles de ansiedad y depresión. Los problemas quedan sin resolver e incluso se magnifican al no poder ponerle remedio.
Las mujeres tienen más tendencia a este tipo de pensamiento, porque valoran mucho más las relaciones a las que suelen dedicar más tiempo y energía mental para procesar sus contenidos, a menudo ambiguos. Allí se pierden, obsesionándose sobre temas en los que no se actúa. Los hombres, en general, proceden de forma distinta. Prefieren lanzarse a la acción sin quizá tomarse el tiempo suficiente para pensar sobre el problema, redundando en soluciones poco eficientes o directamente enfocadas al mismo.
Cuando se trata de estilos de pensamiento, los hombres y las mujeres necesitan aprender unos de otros.
He aquí algunas estrategias que pueden ayudarle a mejorar la forma de controlar sus pensamientos en situaciones difíciles:
• Evalúe su propia tendencia a obsesionarse sobre los problemas. Piense en ello como si fuese una prueba para su cerebro. Pregunte a sus amigos y quizá a los que no lo son tanto sobre como ven en usted su grado de obsesión, en una escala que vaya desde moderada a elevada.

• Contrólese usted mismo sobre el tiempo que emplea en pensar sobre un problema, ya sea sobre una cuestión que involucre a sus hijos, o si comprar o no un electrodoméstico. Al finalizar los cinco minutos debería ya tener alguna pista sobre el siguiente paso a seguir para realizar la acción requerida y solucionar el problema.

• Si piensa sobre el problema durante más de cinco minutos, quizá tenga un pensamiento repetitivo.

• Los hombres pueden beneficiarse en especial al observar si reprimen sus pensamientos. ¿Cuánto tiempo aguanta antes de relatar sus emociones? ¿Pasan días o semanas antes dar a un pensamiento el valor de problema? De nuevo, pregunte a los demás—familia, amigos, o conocidos—para saber cuánto suele controlarse.
• Si en realidad es un controlador, asigne unos cinco minutos en pensar sobre un problema en particular. En realidad es todavía mejor si puede hablar sobre el problema con otra persona. Eso le dará otro concepto que le ayudará a abrir su mente y conducirle a la acción para conseguir un objetivo—con mayor probabilidad de ser más efectivo.

• Procure entender que la solución de un problema requiere siempre procesar sus pensamientos de una forma constructiva y tomar la acción sobre el mismo; ambos son necesarios. En situaciones difíciles es necesario saber cuándo procesar sea cual sea el tema conflictivo y cuándo no, así como cómo, lo que dependerá de la energía de que disponga.

• Un elemento clave para ganar control sobre el pensamiento que peca de obsesivo empieza a dar vueltas sobre sí mismo, es preciso cortar por lo sano aplicando maniobras de distracción. Vaya a dar un paseo. Entre en la cocina y prepárese algo. Abra un libro y lea, etc.

Puede intercambiar entre proceso y actividad tan a menudo como le tome hacer progresos sobre el tema que tiene atascado en el pensamiento repetitivo. Si avanza, va en la dirección correcta.