La mayoría de los trastornos obsesivos compulsivos acaban en depresión



El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), relativamente desconocido y minimizado por la sociedad, afecta sin embargo a un 2 por ciento de la población mundial y puede revestir gravedad, ya que entre un 60 y un 80 por cien de los casos derivan en depresión.

Estas son algunas de las apreciaciones de Joseph Zorah, psiquiatra especializado en TOC del centro médico Chaim Sheba de Israel, que participa en el XV Congreso de Psiquiatría Europeo que se celebra entre el 17 y el 21 de marzo en Madrid. "Los que padecen esta enfermedad saben que es excesivo y estúpido lo que hacen, pero no pueden evitarlo", hasta el punto de que sus obsesiones interfieren en sus vidas y provocan un sufrimiento insoportable, afirma el psiquiatra.

Una persona con TOC puede estar obsesionada con la limpieza y lavarse compulsivamente las manos; ser incapaz de permanecer en una habitación en la que no esté todo simétricamente ordenado u obsesionarse porque una mancha de la alfombra pueda ser sangre con sida y pueda contagiarse. Uno de los ejemplos más gráficos para describir la sintomatología es el personaje al que dio vida Jack Nicholson en la película "Mejor imposible", reconoce Zohar, aunque menciona otras víctimas de este trastorno que no tuvieron un final feliz como Howard Hugues, el multimillonario estadounidense que murió con malnutrición por su obsesión por los gérmenes.

Otras personas traducen sus obsesiones en el miedo al envenenamiento, como una de las pacientes de Zohar que estaba convencida de que podía envenenar a su bebé con detergente.

"Primero sacó de su casa todos los detergentes que tenía, posteriormente dejó de pasar por el pasillo del supermercado que los vendía y finalmente evitó la calle donde estaba el supermercado", recuerda el psiquiatra.

En estos casos, "si se trata de una TOC bien diagnosticada, no hay peligro de que la paciente haga daño al bebé. Jamás le hará nada, porque es sólo una obsesión", asegura.