Trastorno Obsesivo Compulsivo: Los Actos Obsesivos


Los actos obsesivos, que el sujeto se ve impelido a realizar sirvieron originariamente de alivio o de procedimientos protectores frente a las ideas obsesivas.
Actos en dos tiempos, cuya primera parte es anulada por la segunda, son típicos de la neurosis obsesiva. Naturalmente, son mal interpretados por el pensamiento consciente que tiende a racionalizarlos. Pero su verdadero significado está en la representación del conflicto entre dos impulsos antitéticos de aproximadamente igual magnitud, el amor y el odio hacia la misma persona.
Sabemos que un principio de enamoramiento es percibido muchas veces como odio, y que el amor que encuentra negada la satisfacción se torna fácilmente en odio, y los poetas nos aseguran que en estadios tempestuosos del enamoramiento pueden subsistir yuxtapuestos, como en una competición, ambos sentimientos contradictorios. Pero nos asombra encontrar una yuxtaposición crónica de amor y odio, muy intensos ambos y orientados hacia la misma persona.
Habríamos esperado que el amor hubiera dominado al odio o hubiese sido devorado por él. Pero el amor no ha podido extinguir el odio, sino tan sólo rechazarlo a lo inconsciente, instancia psíquica en la cual se encuentra a salvo de la acción de la consciencia y puede subsistir sin mengua alguna e incluso crecer. En tales circunstancias, el amor consciente suele alcanzar, a su vez, por reacción, especial intensidad para poder llevar a cabo constantemente y sin descanso la tarea de mantener en la represión a su contrario.
Si contra un amor intenso se alza un odio casi tan intenso como él, la consecuencia inmediata tiene que ser una parálisis parcial de la voluntad, una incapacidad de adoptar resolución alguna en cuanto a todos aquellos actos cuyo móvil haya de ser el amor. Pero, además, tal indecisión no permanece limitada por mucho tiempo a un solo grupo de actos. La indecisión se extiende paulatinamente a toda la actividad del sujeto. Con ello queda instaurado el régimen de la obsesión y de la duda, tal y como se nos muestra en la vida anímica de los neuróticos obsesivos.
La duda corresponde a la percepción interna de la indecisión que se apodera del sujeto, a consecuencia de la inhibición del amor por el odio, en cuanto el mismo se propone realizar algún acto. Duda, en realidad, de su propio amor, que debía ser para él subjetivamente, lo más seguro, y esta duda se difunde sobre todo lo demás, desplazándose preferentemente sobre lo más nimio e indiferente. Aquel que duda de su amor tiene que dudar de todo lo demás, menos importante.
El psicoanálisis es de gran utilidad para estos pacientes.

Si usted presenta uno de estos síntomas, es el momento de consultar a un psicoanalista.

"Comienzo a psicoanalizarme, no para curar ninguna  herida pasada, sino para vivir mejor los años futuros." Miguel Oscar Menassa http://www.articuloz.com/psicoanalisis-articulos/trastorno-obsesivo-compulsivo-los-actos-obsesivos-3489859.html

¿A dónde van los recuerdos?

En la Universidad de Boston se viene realizando una serie de investigaciones a través de las cuales se supo que los recuerdos que tenemos son consecuencia de una fórmula matemática y mediante ella se comunican las células nerviosas, dejando de ver la capacidad de recordar como una mera secuencia lineal de actos.
Recuerdos
El fin de estos estudios es saber la forma en quedan fijados los recuerdos en el cerebro humano. El encargado de dirigir este proyecto es Joez Tsien, quien por el año 1999 tuvo sus primeros indicios cuando descubrió que un ratón de laboratorio que fue mejorado genéticamente contaba con la capacidad de recordar por más tiempo que un ratón común.
Este hecho fue el disparador para continuar investigando acerca de la forma en que trabaja el ‘proceso mnemotécnico’. Para poder continuar con el proyecto era necesario mejorar los equipos ya que si bien podían ser investigados los cerebros de los monos, en el caso de los ratones se complicaba. Pero como era de esperar siguieron trabajando duro.
Luego de varias pruebas y con la valiosa colaboración de Longnian Lin se colocaron electrodos muy chiquitos en el cerebro de los ratones y se empezaron a grabar la actividad de mayor número de neuronas. Estos ratoncitos eran puestos en diferentes situaciones de estrés para ver que efecto tenían estos hechos en su cerebro y se comprobó que las malas experiencias dejan huellas en la memoria que eran difíciles de borrar. Para poder retener los malos recuerdos el cerebro necesita el trabajo de muchas células.
Para llevar adelante la experiencia de los ratones fueron puestos a prueba a siete episodios separados por dos recreos. Se supo que las neuronas se activaban en lo que denominaron ‘pandillas neuronales’ o ‘neural cliques’ que se iban activando de a grupos. Cada una de estas ‘pandillas’ cuenta con la capacidad de guardar diferentes aspectos vinculados a un recuerdo y conservando una serie de detalles concretos.
“Las observaciones apoyan la idea de que la organización jerárquica y por categorías constituye un principio universal dentro del nuestro cerebro” anunció Tsien. En lo que se refiere a la memoria se pueden crear tantos patrones como experiencias tengamos en nuestra vida.
El siguiente paso es poder diseñar un nuevo tipo de ordenador y redes que cuenten con sensores y una estructura parecida al hipocampo del cerebro humano. “Si se pudiera registrar en forma simultanea a la actividad de muchas neuronas, se podría leer los pensamientos de la gente”. Esto, entre otros benéficos permitirían generar adelantos en el campo de la medicina ayudado a ver si un enfermo de Alzheimer, por ejemplo, cuenta aun con la capacidad de comprender un dialogo habiendo perdido ya la capacidad de hablar.
Fuente: Revista Muy Interesante Número 275
Después de una experiencia traumática, el cerebro es capaz de recuperar viejos recuerdos y relacionarlos con dicha situación de estrés, incluso aunque ambos no tengan nada que ver. Varios experimentos realizados con ratas estresadas podrían ayudar a arrojar nuevas claves para atender a las personas que sufren el llamado síndrome de estrés postraumático.
Un equipo de investigadores de la Academia checa de Ciencias, junto con la Universidad de Nueva York (EEUU) acaba de publicar sus resultados en las páginas de la revista 'PLoS Biology'.
Según se desprende de sus experimentos con ratas de laboratorio, ante una situación estresante, el cerebro es capaz de reactivar ciertos recuerdos sin ninguna relación con la situación causante de su ansiedad y vincularlos entre sí. "El estrés traumático", explican, "es capaz de reactivar memorias previas al trauma y ligarlas a éste, facilitando una situación patológica".
En los laboratorios de Ciencias Neurales de la universidad neoyorquina, los animales de laboratorio fueron sometidos primero a una sencilla tarea de aprendizaje, que les obligaba a distinguir entre izquierda y derecha para poder tener acceso a su alimento. A continuación, les indujeron fuertes niveles de estrés obligándolas a nadar en un recipiente con agua (mientras que a la otra mitad de los animales les pusieron en un envase donde sólo cubría 1 centímetro).
Después de haber estado nadando durante 20 minutos, André Fenton y su equipo descubrieron con sorpresa que el grupo de animales más estresados eran precisamente los que mejor recordaban el camino hacia la comida. En experimentos adicionales descartaron que la tarea de aprendizaje fuese estresante en sí para los roedores, y reafirmaron cómo el estrés en el agua reafirmaba en los animales el recuerdo de su camino hacia el alimento.
Aunque con las cautelas propias de trasladar estos resultados a la mente humana, los investigadores subrayan que es más que probable que una situación traumática también sea capaz de reactivar en pacientes con estrés postraumático ciertos recuerdos sin ningún relación con dicha situación, alterando las asociaciones normales entre recuerdos de uno y otro signo. De manera que incluso memorias aparentemente inocuas, o situaciones del día a día, pueden ayudar a rememorar el trauma.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2010/12/21/neurociencia/1292959791.html