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Implantar recuerdos falsos en el cerebro es posible en
Animales de laboratorio a los que los científicos modificaron sus neuronas recordaron situaciones que nunca vivieron o combinaron hechos diferentes para construir su memoria


Aunque mucha gente lo ignore, desde hace décadas se sabe que buena parte de los recuerdos que atesoramos son falsos y que es posible implantar falsos recuerdos por medio de sugerencias deliberadas o intencionales. Ahora, un grupo de investigadores del Scripps Research Institute (Estados Unidos) ha conseguido que ratas de laboratorio “recuerden” situaciones que nunca vivieron, o que combinen hechos diferentes para construir un solo recuerdo.
Implantar recuerdos falsos en el cerebro es posible
«El vengador del futuro»

Parece que el comercio de falsos recuerdos, al mejor estilo de “El vengador del futuro” (la genial película basada en un cuento corto de P. K. Dick), está a la vuelta de la esquina. Desde hace casi un siglo los psicólogos saben que es posible inducir falsos recuerdos en una persona. De hecho, no poca gente ha jurado recordar eventos traumáticos -incluyendo abuso infantil y abducciones extraterrestres- que nunca ocurrieron (sobre todo, obviamente, los segundos). Ahora, un grupo de científicos del Scripps Research Institute (Estados Unidos) ha logrado modificar las neuronas de ratones para controlar sus recuerdos. Se trata de un importante avance en el sentido de comprender mejor la manera en que se forma la memoria y, posiblemente, conseguir eliminar recuerdos dolorosos o los relacionados con el trastorno de estrés postraumático. Los resultados de este estudio se ha publicado en la última edición de la revista especializada Science.

Buscando comprender como el estímulo aplicado en algunas regiones cerebrales puede activar conductas y recuerdos, Mark Mayford, el líder del equipo que llevó adelante este proyecto, insertó dos genes en sus ratones de laboratorio. Uno de ellos producía unos receptores que los investigadores pueden activar químicamente cuando necesitan activar una neurona. Este gen estaba vinculado a un gen natural que se enciende sólo en las neuronas activas durante la formación de un recuerdo. Esta técnica les permitió disponer de una suerte de “interruptores” con los que activar o desactivar las neuronas implicadas en la formación de recuerdos específicos.
Recuerdos de la «caja A»

En el transcurso de los experimento, los científicos activaron las neuronas modificadas en los ratones que estaban aprendiendo cosas sobre un nuevo entorno, al que llamaremos “caja A”. En ese entorno, los roedores se encontraron con colores, sabores y texturas determinados. Luego, pusieron los ratones en otro ambiente, al que llamaremos “caja B”, y les inyectaron los químicos necesarios para que se activen las neuronas asociadas con los recuerdos formados cuando estaban en la caja A. A partir de ese momento, los ratones actuaban como si tuviesen recuerdos combinados de ambas cajas.

Según el especialista del Scripps Research Institute, "comprender exactamente cómo la actividad del cerebro representa el mundo real sería de ayuda para que consigamos entender qué funciona mal en las personas que tienen percepciones inadecuadas. También podría ayudarnos a determinar en qué partes del cerebro se producen cambios cuando aprendemos cosas nuevas.” El objetivo final del equipo de Mayford es desarrollar fármacos capaces de manejar enfermedades mentales como la esquizofrenia o el desorden de estrés postraumático. Es posible que cuando este proceso sea comprendido completamente aparezcan aplicaciones “recreativas” del mismo, implantando o borrando recuerdos a gusto del consumidor.
http://www.abc.es/20120326/ciencia/abci-implantar-recuerdos-falsos-cerebro-201203261013.html

Trastorno obseso-compulsivo. Un informe actualizado


El trastorno obseso-compulsivo (TOC) se caracteriza por la presencia de pensamientos forzados, intrusos e inútiles en una mente dubitativa, pensamientos que no pueden ser rechazados, juntamente con el deseo fuerte e imperioso de llevar a cabo acciones mentales o motoras hasta que satisfagan el componente emocional e intelectual implicado.

Sintomatología
El TOC, al afectar el pensamiento, el humor, la volición, la percepción y la actividad motora, produce modificaciones de la conducta, y con el tiempo, deterioro en la interacción social y en las relaciones familiares, y pérdida de la capacidad para funcionar, lo que a su vez produce pérdidas económicas.
El TOC abarca una amplia gama de síntomas secundarios que si son intensos y frecuentes pueden enmascararlo. Los síntomas más importantes son la ansiedad, la depresión, las fobias, la conducta agresiva, los trastornos sexuales y las alteraciones en la percepción. La presencia de la duda obsesiva es una clave diagnóstica que se manifiesta como la incapacidad de tomar decisiones y la tendencia a sobreanalizar situaciones.
El examen clínico del TOC debe ser exhaustivo, ya que ello permitirá encontrar señales que pueden permanecer ocultas por la intensidad de los signos primarios del TOC. Estos síntomas son delirios, excitación maníaca, deformación de la imagen corporal, disorexia, automutilaciones, hiperquinesia, hipocondriasis, cólera, excitabilidad, convulsiones, distonias y trastornos del sistema nervioso autónomo. La presencia de estos síntomas puede indicar formas subclínicas, variantes o comorbilidad dentro del espectro clínico del TOC.

Epidemiología
Las estadísticas más recientes han indicado que alrededor de seis millones de norteamericanos sufren de TOC. Esta prevalencia es dos veces mayor que la de la esquizofrenia.(1)
El trastorno comienza durante la niñez y la adolescencia en el 50% de los casos, afectando en una relación 1:1 a ambos sexos y siendo significativamente más frecuente en hombres solteros.
Entre el comienzo de la enfermedad y la primera consulta con un profesional suele transcurrir un lapso de entre cinco y siete años. Este lapso es indicativo del comienzo gradual y progresivo de la enfermedad. Por lo general el paciente consulta cuando la gravedad de los síntomas interfiere con la realización de las actividades diarias, el estudio o el trabajo. El 8% de los padres de los pacientes padecen de TOC.

Clasificación
La clasificación clínica del TOC y su espectro es muy importante, ya que un buen diagnóstico conducirá a un tratamiento más eficaz. Nosotros también hemos elaborado una clasificación etiopatogénica alternativa que tiene por objeto mejorar las proposiciones teóricas de los investigadores.(1)
En resumen, hemos clasificado los trastornos obseso-compulsivos en:
1) primarios,
b) formas complejas y
3) trastornos asociados,
de acuerdo con los rasgos fenomenológicos que constituyen el perfil semiológico de cada entidad clínica.
Consideramos que la clasificación del DSM III R sobresimplifica la clínica de estos trastornos, lo que conlleva el riesgo de un diagnóstico erróneo, con el subsecuente error en la selección de la terapéutica.
Diagnóstico diferencial
Habrá que repetirlo una y otra vez: la sintomatología proteiforme del TOC puede ocasionar errores diagnósticos. El diagnóstico diferencial se hará con las siguientes enfermedades:
1) esquizofrenia,
2) psicosis maníaco-depresiva,
3) trastornos esquizoafectivos,
4) depresión mayor,
5) trastornos de ansiedad,
6) trastornos fóbicos,
7) síndromes cerebrales orgánicos, y
8) personalidad obseso-compulsiva.
En el enfermo que padece de TOC el criterio de realidad siempre permanece intacto.

Aspectos dinámicos
El enfermo que padece de TOC se caracteriza por tener que controlar todo. A diferencia del enfermo esquizofrénico, vive su realidad en el mundo exterior. Como consecuencia es hipervigilante. El contenido del pensamiento del paciente obseso-compulsivo se caracteriza no sólo por la abundancia de ideas obsesivas, sino además de ideas fijas, sobrevaloradas y paranoides que se entretejen en un curso del pensamiento que es, por definición, rígido y minucioso. Este perfil dinámico se adhiere a una gran necesidad de dependencia, debida principalmente a la dificultad de tomar decisiones. Estos aspectos del trastorno deben tenerse en cuenta al diseñar el modelo terapéutico a seguir.

Aspectos biológicos
En este trabajo nos limitaremos al enfoque biológico de esta condición. Por supuesto que hay una amplia literatura accesible que ocupa un lugar de importancia en la fisiopatología del TOC.
Las bases neuroquímicas para un postulado teórico se han hallado en el estudio de los mecanismos indolaminérgicos, sobre todo la serotonina (5-HT). Estas investigaciones se realizaron midiendo neurotransmisores o sus metabolitos en sangre total, trombocitos, orina, y líquido cefalorraquídeo de enfermos con TOC.
Se encontraron niveles significativamente bajos de 5-HT en enfermos con TOC al compararlos con un grupo control de personas normales,(2) mientras que el triptofano (TRI) total y libre plasmático (precursor de la 5-HT) y su catabolito, el ácido 5-hidroxiindolacético (5-AHIA), medido en orina de 24 horas de recolección, permanecieron normales.(3)
Se ha demostrado que los enfermos de TOC que respondieron favorablemente al tratamiento con clorimipramina presentaron niveles altos de 5-AHIA en el líquido cefalorraquídeo al ser comparados con enfermos de respuesta terapéutica débil.(4)
Según otro estudio, el 5-AHIA en el líquido cefalorraquídeo fue levemente alto en un grupo pequeño de pacientes con TOC (n= 7) comparados con un grupo control.(5)
La eficacia de bloqueadores potentes (5-A) y específicos de la retoma de la 5-HT(6, 7, 8, 9) es un factor adicional para fundamentar la hipótesis serotoninérgica.(10)
Históricamente la encefalitis pandémica de 1915-1926 introdujo los conceptos necesarios para proponer un modelo neuropsiquiátrico de las enfermedades mentales. En el caso del TOC, los síntomas psiquiátricos de la encefalitis se caracterizaron por la presencia de obsesiones y compulsiones.
Los síntomas que fueron observados en enfermos postencefalíticos incluyeron:
1) dudas,
2) compulsiones,
3) conducta repetitiva, y
4) arritmonamía.
En la encefalitis las obsesiones y las compulsiones son de tipo primitivo y no intelectuales.(11)
Lesiones cerebrales que abarcan desde tumores hasta accidentes cerebrovasculares han sido asociadas al TOC.(12, 13, 14, 15, 16) La tomografía computada ha demostrado una disminución del volumen del núcleo caudado en TOC(17) y un aumento del índice ventrículo-cerebral(18) en un grupo de adolescentes que padecían TOC.

Estudios metabólicos
Un trastorno del metabolismo periférico de la glucosa fue observado en enfermos de TOC al realizarse la prueba oral de sobrecarga de glucosa.(19) Debido a que la glucosa participa activamente en los mecanismos reguladores de la absorción del triptofano en el cerebro,(28) debe ser considerada la relación glucosa-5-HT.
La tomografía por emisión de positrones en una muestra de paciente afectados de TOC con comienzo infantil ha demostrado un aumento del metabolismo de la glucosa en las áreas frontal izquierda, sensorio-motora derecha, prefrontal bilateral y cingular anterior,(21) mientras que en adultos las regiones afectadas fueron la circunvolución frontal izquierda y el núcleo caudado bilateral.(22) Estos estudios pueden asociarse a las observaciones de los enfermos postencefalíticos.

Aspectos neurofisiológicos
Se ha demostrado actividad eléctrica anormal y una disfunción del lóbulo frontal izquierdo con conexiones cíngulo-orbitales.(25, 26, 27)
Pruebas neuropsicológicas han mostrado deficiencias consistentes con un compromiso fronto-parietal.(28, 29)

Modalidades terapéuticas
El tratamiento del TOC debería hacerse con un criterio global incluyendo el uso de medicación, terapias de comportamiento y cognitiva, y participación del grupo familiar. La intervención psicoquirúrgica será contemplada una vez que todas las otras vías terapéuticas han fracasado y el paciente es decididamente refractario a todas las terapias utilizadas. La necesidad de un plan terapéutico comprensivo es indispensable en los casos graves y crónicos, que ocasionan una destrucción del equilibrio bío-psicosocial del enfermo. Los agentes con actividad anti obseso-compulsiva pueden facilitar la tarea de mejoría del enfermo. Ha sido comprobada la eficacia terapéutica de la clomipramina,(30, 31) fluoxetina,(32) fluvoxamina(33) y sertralina.(34) El promedio de eficacia de estas drogas para el TOC es del 50 %.
El L-triptofano, aminoácido precursor de la serotonina, en combinación con piridoxina y ácido nicotínico,(35) con litio y tranilcipromina(36) fue utilizado, obteniéndose resultados moderados. En enfermos de TOC refractarios a los tratamientos standard, el agregado de clonazepan,(37) fenfluramina(38) o clonidina(39) ha demostrado eficacia para coadyuvar en el proceso de recuperación. Debemos añadir que la potenciación de estas drogas para aumentar la eficacia terapéutica requiere estudios adicionales.
Ocasionalmente, con resultados prometedores, se ha llevado a cabo el uso concomitante de varias drogas (polifarmacia), por las siguientes razones:
1) tratar subgrupos de TOC,
2) por razones terapéuticas ante el fracaso al utilizar una sola droga,
3) para aumentar la acción terapéutica de la droga primaria, y
4) para controlar síntomas secundarios tales como la ansiedad grave.
Las recaídas como consecuencia de la suspensión del tratamiento abarcan un promedio del 10 al 90%.(40) Nosotros preferimos una combinación de tratamiento farmacológico-conductista.(41, 42) De ese modo se logran dos propósitos:
1) usar menos medicación, lo que disminuye la presencia de efectos secundarios, y
2) menos posibilidad de recaídas.
Las intervenciones quirúrgicas cerebrales para el tratamiento del TOC están limitadas a los casos refractarios a los tratamientos no invasivos. Los pacientes con compulsiones graves parecen responder mejor a los procedimientos psicoquirúrgicos. Los beneficios son sintomáticos y no producen cura completa; se precisan alrededor de seis meses para observar una mejoría aceptable. La eficacia del tratamiento alcanza a un promedio que oscila entre el 50 y el 80%, con una posibilidad importante de sufrir una recaída. La cirugía órbito-frontal y la del cíngulo han contribuido a validar la hipótesis orgánica del TOC. Podemos agregar que la cirugía de coagulación estereotáctica de la zona intralaminar y la del núcleo medial del tálamo se ha utilizado para tratar compulsiones, fobias, tics y el síndrome de Gilles de la Tourette.(43)
Dado que el TOC presenta como síntoma principal la duda, los enfermos confían en sus parientes para tomar decisiones, por lo tanto se establece un fuerte lazo de dependencia. Los pacientes necesitan ayuda para poder funcionar y enfrentar la vida. Con el paso del tiempo este lazo de dependencia se transforma en una relación simbiótica que causa beneficios secundarios individuales o mutuos. Como resultado, una mejoría amenaza la simbiosis, por lo que se obliga a “sabotear” el tratamiento a los efectos de mantener el status quo. De allí la necesidad impostergable de integrar el núcleo familiar al modelo terapéutico. Una vez que se ha obtenido una mejoría notable con recuperación de la funcionalidad, el enfermo deberá participar en un programa de rehabilitación con la idea de ubicarse nuevamente dentro del marco social y laboral.

Curso y pronóstico
La evolución del TOC se caracteriza por una fase aguda, una subaguda y una crónica. Por lo general el inicio es insidioso, con un aumento gradual en la intensidad y frecuencia de los síntomas. La enfermedad hace picos alrededor de los 18, 25 y 40 años. Estos picos pueden ser debidos a cambios psicosociales, tales como ingreso a la universidad, servicio militar, casamiento, menopausia, y “crisis de la edad media”. El TOC puede empeorar como consecuencia del estrés, embarazo, puerperio, divorcio, pérdida económica, virosis y enfermedades graves. El TOC no sigue un ciclo estacional ni un ritmo circadiano.
Los pacientes podrían reportar un aumento en obsesiones durante la noche, cuando están solos o sin hacer nada. El TOC parece ser crónico, aunque se pueden presenciar recuperaciones espontáneas o remisiones de larga duración. La duración de una recaída puede acortarse en los pacientes que hayan sido previamente tratados.
Existe una forma maligna de TOC que sigue un proceso de deterioro. En estos casos podría ser necesaria la psicocirugía.

Perspectiva filosófica
Se ha asociado el TOC con las siguientes enfermedades: trastornos alimentarios, epilepsia, trastornos de ansiedad generalizados, síndrome de Gilles de la Tourette, Corea, enfermedad maníaco-depresiva, retardo mental, trastornos de pánico, Parkinson, fobias, esquizofrenia, automutilación y trastornos de dismorfia corporal.
Este trastorno multifacético representa tantas conexiones clínicas que, en fin, se podría explicar en términos de un continuo patológico. El continuo comienza en un punto determinado en el cerebro como resultado del impacto de una noxa. El impacto produce un efecto ondulante que involucra en su trayectoria varios subsistemas histoelectroquímicos que causan el mosaico sintomatológico observado. Como ejemplo se podría utilizar el concepto de un abanico cuyos pliegues representan distintos síntomas. Por lo tanto la fuerza del impacto determina el tamaño de la apertura y un panorama mayor de síntomas presentes.(44)
Por último, el TOC puede considerarse como un modelo del sistema general de proceso.

Bibliografía
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trastorno Obsesivo Compulsivo: cuando la lucha es contra uno mismo

trastorno Obsesivo Compulsivo: cuando la lucha es contra uno mismo

El Trastorno Obsesivo Compulsivo figura en la lista de las 10 enfermedades más invalidantes elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en términos de pérdida de ingresos y de disminución de la calidad de vida. Y es que, sólo en nuestro país, las obsesiones y compulsiones interfieren en la vida diaria de decenas de miles de personas, provocando en ellas importantes consecuencias.



La conducta obsesiva es frecuente. Muchas personas tienen comportamientos obsesivos como ordenar repetidamente la mesa de trabajo, comprobar constantemente cerraduras y grifos o lavarse las manos con frecuencia. No obstante, según los expertos estos actos no son en sí mismos suficientes para diagnosticar un Trastorno Obsesivo Compulsivo. El TOC es algo más extenso, con síntomas muy variados que llegan a coartar la vida de personas de todas las edades.

Hasta hace unas décadas se pensaba que el Trastorno Obsesivo Compulsivo era algo “muy poco común”, pero en los últimos años se ha producido la detección en muestras de población general de un número mayor de casos. Así, en la actualidad se estima que la incidencia del TOC está en torno al 1 o 2 por ciento, afectando por igual a hombres y mujeres, aunque los psiquiatras aseguran que la cifra puede ser mayor.

A este incremento en el diagnóstico de pacientes se ha unido también un mayor conocimiento de las bases neurobiológicas de la enfermedad, y todos estos factores han hecho que el TOC se haya convertido en uno de los trastornos mentales de mayor interés para la comunidad científica.

Así, hace unos años se estableció el primer consenso científico sobre TOC conocido como “Consenso de Ciudad del Cabo” que expone las bases para una nueva conceptualización de la entidad, basada en los aportes de la investigación y que supone novedades en el abordaje y tratamiento de esta patología gravemente incapacitante.

¿Qué es el trastorno Obsesivo-Compulsivo?
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno crónico muy invalidante. Quienes lo padecen experimentan pensamientos e impulsos angustiosos y recurrentes (obsesiones) y/o conductas repetitivas (compulsiones). Los pacientes con TOC saben que sus obsesiones y compulsiones son irracionales o excesivas, sin embargo tienen poco o ningún control sobre ellas.

Además, estas obsesiones son pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes, molestos y no deseados que la persona siente que son inapropiados, grotescos o prohibidos, pero no pueden hacer nada por evitarlos. Por ejemplo, una obsesión frecuente está relacionada con la suciedad y los gérmenes.

En cuanto a las compulsiones, dado que son actos realizados de forma repetitiva con la finalidad de aliviar las obsesiones, los pacientes con un TOC relacionado con la suciedad y los gérmenes por ejemplo, pueden lavarse de forma ritual y compulsiva hasta el punto de que sus manos queden inflamadas y en carne viva.

Además de tener obsesiones y compulsiones, las personas que padecen un Trastorno Obsesivo Compulsivo pueden desmoralizarse o deprimirse. Sentimientos de ansiedad intensa, malestar o asco son también frecuentes en estos pacientes.

A este respecto, los expertos destacan que es importante distinguir entre los rasgos obsesivo-compulsivos y los síntomas obsesivo-compulsivos. Todos tenemos rituales, la diferencia reside en el grado de ansiedad que estos conllevan. Un ejemplo una mujer que se lava las manos 100 veces al día frente a una mujer que se lava siempre las manos antes de hacer la comida.

Origen en la infancia
La causa exacta del Trastorno Obsesivo Compulsivo no está clara, pero los científicos están estudiando anomalías en el cerebro, influencias genéticas (familiares) y factores ambientales. Así, se ha observado que las personas con TOC tienen unos patrones de actividad cerebral diferentes a los de aquéllos que no padecen TOC, lo que indica que un funcionamiento anómalo en una determinada parte del cerebro podría causar este trastorno. Anomalías en otras partes del cerebro y un desequilibrio de los neurotransmisores cerebrales, especialmente de la serotonina, también pueden contribuir a este trastorno.

A este respecto los especialistas destacan que hay una cierta influencia genética, aunque también hay factores ambientales. Actualmente es más discutida la influencia del entorno. Por ejemplo, los cambios de estilo educativo ocurridos en España desde el 50-60 a los 80-90 no se han modificado las tasas de TOC. También se sabe que hay una mayor frecuencia de la enfermedad en primogénitos y únicos, aunque esto también pasa en otras enfermedades psiquiátricas.

En cuanto a los síntomas en esta patología, éstos tienen un inicio temprano, en la infancia o la adolescencia, y afectan a la mayoría de los pacientes durante toda su vida, requiriendo atención y tratamiento a largo plazo. Sin embargo estudios recientes han detectado que más del 50 por ciento de los adultos con TOC identifican sus síntomas antes de los 18 años. Además, también hay que tener en cuenta que para la mayoría de personas con esta patología, el empeoramiento de los síntomas está relacionado con el estrés.

Debido a la actitud reservada de las personas que padecen el trastorno con relación a sus síntomas, los expertos estiman que hay un importante número de pacientes sin diagnosticar. A ello se une que pasan años antes de que la persona acuda a consulta y como promedio más de 10 años desde el inicio hasta que se obtiene el tratamiento adecuado. Las personas con TOC suelen visitar hasta a cuatro médicos antes de tener un diagnostico correcto de la enfermedad.

Consecuencias físicas, económicas y sociales
En cuanto a su abordaje, existen dos tratamientos que han demostrado ser efectivos en el TOC. La terapia cognitivo-conductual (TCC) y el tratamiento farmacológico, principalmente con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). En la TCC, se expone deliberadamente al paciente a ideas u objetos temidos y luego se le disuade o se le impide que lleve a cabo la respuesta compulsiva habitual. Los ISRS han demostrado ser beneficiosos ya que parece que es necesario un efecto potente sobre la serotonina cerebral para producir una mejoría de este trastorno.

La combinación ambas terapias, fármacos y terapia cognitivo-conductual, es a menudo el tratamiento más efectivo para el TOC. Sin embargo, los expertos también señalan que mientras que el 50-60 por ciento de los pacientes responden al tratamiento, sólo una minoría se recupera de este trastorno.

Es por ello que el Trastorno Obsesivo Compulsivo figura en la lista de las 10 enfermedades más invalidantes elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en términos de pérdida de ingresos y de disminución de la calidad de vida. De este modo, el TOC se asocia a una discapacidad funcional y a unos costes económicos significativos.

A ello se une que hasta dos tercios de los individuos que padecen esta patología también sufren depresión en algún momento a lo largo de su enfermedad, lo que agrava más aún su ya de por sí deteriorada calidad de vida. Así, algunos experimentarán síntomas agobiantes, requiriendo hospitalizaciones regulares y haciendo imposible mantener un trabajo, mientras que otros pueden hacer su vida a pesar de los síntomas. En cualquier caso, el TOC pasa una importante factura al enfermo y a su familia y amigos, incluso si sólo experimenta los síntomas durante un breve periodo cada día.

http://www.saludalia.com/Saludalia/servlets/contenido/jsp/parser.jsp?nombre=doc_trastorno_compulsivo

Salud mental: trastorno obsesivo compulsivo

 Viernes, 20 de mayo de 2011

Todos, sin duda, hemos pasado por momentos en los que una idea o imagen surge de pronto en nuestra mente sin ninguna advertencia.
Lavado de manos (SPL)
La gente con TOC tiene un miedo intenso a la contaminación de gérmenes.
Puede tratarse de ideas o imágenes totalmente inconsistentes, o asuntos o situaciones que -pensamos- no deberíamos haber hecho o deberíamos haber hecho de distinta forma.
Este tipo de pensamientos forman parte de nuestra vida y la mayoría de la gente no se preocupa por ellos y puede olvidarlos fácilmente.
Para otros, sin embargo, estos pensamientos impertinentes y no deseados pueden convertirse en lo que los psicólogos llaman "obsesiones".
Y muchas de estas personas no pueden deshacerse tan fácilmente de estas obsesiones. Ése es el llamado trastorno obsesivo compulsivo o TOC.

¿Qué causa el TOC?

Aproximadamente una de cada 50 personas se ven afectadas por este trastorno en algún momento de su vida.
Pero la cifra, dicen los expertos, podría ser mayor debido a que mucha gente con TOC prefiere esconder su padecimiento.
"El trastorno obsesivo compulsivo también puede desarrollarse cuando una persona es muy meticulosa, metódica y ordenada y estas características comienzan a dominar su vida"
Colegio Real de Psiquiatras
A menudo la enfermedad se inicia en la adolescencia o principios de la adultez y afecta a hombres y mujeres por igual.
Hasta ahora no se conocen las causas de este trastorno pero hay varios factores que podrían explicar su aparición.
Por ejemplo, como en ocasiones suele ocurrir en varios miembros de una familia, se piensa que podría haber alguna causa genética.
También se ha visto que ciertos eventos estresantes pueden desencadenar el TOC.
Algunos estudios han mostrado que un desequilibrio en los niveles de serotonina, un compuesto químico cerebral vinculado al estado de ánimo y las emociones, puede provocar el trastorno.
Según el Royal College of Psychiatrists (Colegio Real de Psiquiatrias) del Reino Unido, el trastorno obsesivo compulsivo también puede desarrollarse cuando una persona es muy meticulosa, metódica y ordenada y estas características comienzan a dominar su vida.

Síntomas de TOC

OBSESIONES COMUNES

  • Miedo de contaminarse con gérmenes, suciedad o sustancias químicas.
  • Miedo de provocar una inundación en su casa, causar un incendio o temor de ser víctimas de un robo.
  • Pensamientos agresivos sobre lesionar o lastimar físicamente a un ser querido.
  • Preocupación por la simetría o exactitud de objetos.
  • Pensamientos o urgencias sexuales impertinentes.
  • Dudas excesivas sobre la propia moral o las convicciones religiosa.
  • Necesidad de hablar, preguntar o confesar algo.
Quienes sufren TOC se ven torturados diariamente por pensamientos que describen como "profundamente desagradables y angustiantes".
Las obsesiones que experimentan estas personas pueden agruparse en "temas" comunes.
"Muchos de nosotros llevamos a cabo rituales diarios que consisten en una serie de tareas que forman parte de la vida común" explica el doctor Robert Wilson, psicólogo especializado en TOC y autor del libro Overcoming Obsessive-Compulsive Disorder (Superando el Trastorno Obsesivo Compulsivo).
"Por ejemplo, revisar que todas las puertas y ventajas estén cerradas antes de irnos a la cama es una rutina que nos garantiza que no nos robarán".
"Pero con el TOC, estos rituales se salen de control", afirma el experto.
Quienes sufren el trastorno obsesivo compulsivo están dominados por la necesidad de llevar a cabo estos rituales, que se conocen como "compulsiones", y que son provocados por sus obsesiones.
Limpieza
La limpieza es una compulsión común de las personas con TOC.
"Una persona con TOC, por ejemplo, puede llegar a revisar sus puertas y ventanas entre 50 y 100 veces cuando la obsesión por la seguridad se ‘instala’ en su mente" dice el doctor Wilson.
"Las personas obsesivo compulsivas no tienen absolutamente ningún control sobre sus compulsiones", agrega.

Tratamiento

En ocasiones los individuos con TOC pueden ayudarse a sí mismos a superar el trastorno.
Según el doctor Wilson, llevar un diario o un registro de los pensamientos que son problemáticos y revisarlos continuamente puede ayudar a algunas personas.
"Pero es necesario hacerlo de forma regular, durante una media hora cada día, y al mismo tiempo se debe tratar de resistir cualquier comportamiento compulsivo" dice el experto.

COMPULSIONES COMUNES

  • Limpieza: lavarse repetidamente las manos o limpiar las superficies de la casa durante horas y sin parar
  • Revisiones: preguntarse repetidamente si las luces están apagadas, si los aparatos eléctricos están desenchufados o si las puertas están cerradas, etc.
  • Contar secuencias de números durante horas
  • Arreglo y orden: la necesidad de ordenar objetos de determinada forma
  • Repetición de palabras u oraciones
  • Necesidad de completar o realizar areas en un orden exacto una y otra vez hasta lograr la perfección
  • Acumulación: coleccionar objetos inútiles
Pero si esto no funciona, hay terapias habladas -como la cognitivo conductual- que pueden ayudar a las personas con TOC a cambiar sus conductas, deshaciéndose en primer lugar de los pensamientos de autocrítica que no son reales.
También hay otras psicoterapias, como las técnicas de exposición y prevención de respuestas (que pueden usarse junto con la terapia cognitivo conductual) que pueden ayudar a combatir las compulsiones y ansiedades evitando que se refuercen unas a otras.
"Esto permite a la persona enfrentar gradualmente la situación que teme y al mismo tiempo evita que lleve a cabo o complete sus rituales usuales de compulsión mientras la ansiedad desaparece" explica el doctor Wilson.
Junto con las terapias habladas o sin ellas, el médico puede también recomendar un tratamiento farmacológico, por ejemplo de antidepresivos, que pueden ayudar a la persona con TOC aunque no esté deprimida.
Tal como señala el Colegio Real de Psiquiatras, aproximadamente seis de cada 10 personas mejora con la medicación y los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo logran reducirse gradualmente.
Y se ha demostrado que mientras se toman los fármacos se puede prevenir una recurrencia de la enfermedad, incluso después de varios años.
    
              
       
cuando la vida se convierte en un ritual
Esclavos de sus propias manías

Un 2% de la población cordobesa padece un trastorno obsesivo compulsivo (TOC), una enfermedad que, si no es tratada, puede generar un enorme sufrimiento y llevar a quienes la padecen al aislamiento social, e incluso al suicidio

Sara Arguijo Escalante
s.arguijo@lacalledecordoba.com

Quién no se ha visto alguna vez levantándose de la cama para cerrar un cajón que ha quedado abierto. O quién no se ha tenido que levantar del sofá al notar que uno de los cuadros colgados está ladeado. Quién no ha puesto mala cara cuando alguien ha trastocado a su modo los botes de la cocina, o los objetos del escritorio. Quién no ha tenido nunca la sensación de que un pensamiento le persigue y no es capaz de quitárselo de la cabeza. Estas manías, como muchas otras, forman parte de todos los seres humanos en mayor o en menor medida. Responden, de hecho, a una necesidad de control. Esa organización de lo espacial conlleva una calma de la angustia. Se busca el orden en las cosas para encontrar sosiego.



Rarezas incontroladas

Pero, ¿qué ocurre cuando estas rarezas ocupan tanto espacio y tanta energía que empiezan a interferir en la vida de las personas que lo sufren? Pues esto es lo que les pasa a las personas que padecen un trastorno obsesivo compulsivo (TOC), una enfermedad, considerada por la Organización Mundial de la Salud como uno de los cinco trastornos psiquiátricos más discapacitantes y que convierte a los enfermos en esclavos de sus propias manías. Precisamente, en la Semana de la Salud Mental, el TOC, que afecta a un dos por ciento de la población cordobesa, es uno de los trastornos más desconocidos.

Como explica Carmen Prada, psiquiatra especialista en este trastorno en Córdoba, al TOC lo definen, por un lado, las obsesiones, es decir, “pensamientos, temores, inseguridades, preocupaciones, etcétera, que se imponen y se repiten” y, por otro, las compulsiones, o lo que es lo mismo, “la expresión en la repetición de conductas mentales y motoras”. Estas obsesiones se materializan en tres grandes conductas: la suciedad o el orden, los malos pensamientos -de violencia y miedo a herir a personas cercanas, realización de actos sexuales repugnantes o comportamientos que van en contra de ideas religiosas- y las dudas constantes. De ahí que los pacientes sean capaces desde lavarse las manos cien veces en un día, pensar que pueden provocar un accidente de tráfico o comprobar y repasar cada media hora mentalmente cómo ha dejado las cosas en casa (si ha cerrado el grifo, la puerta, apagado el gas)



Angustia extrema

Todas estas obsesiones tienen siempre en común que son de carácter negativo y tienen más que ver con lo que les pueda ocurrir a los seres queridos que a los enfermos mismos. Además, en todos los casos son incontrolados. A diferencia de lo que puede ocurrir con otras enfermedades mentales, como la esquizofrenia o la psicosis, en las que se altera la capacidad de distinguir la percepción de la realidad, los obsesivos compulsivos son totalmente conscientes de la realidad, no tienen ninguna distorsión de la misma.

De hecho, saben que es algo interno, que forma parte de sus sentimientos y de sus pensamientos, aunque parezcan absurdos o irracionales. Esto, según matiza la doctora Prada, “martiriza aún más a quienes lo padecen porque se sienten responsables de sus actos y, al mismo tiempo, incapaces de controlarlos”, lo que aún les genera más sufrimiento. Esto es lo que le ocurre a J. A. M., un joven cordobés de 27 años y natural de Castro del Río, al que le diagnosticaron TOC en 2002. Aunque ahora mismo tiene la enfermedad “controlada”, asegura que su obsesión nunca se le quita del todo de la cabeza y que, cuando está peor, le persigue “todo el día y a todas horas”. Él vive constantemente atrapado por la idea de la reencarnación. Ha acudido a médicos, expertos en la materia, religiosos, etcétera buscando una respuesta a su obsesión, pero nada le satisface. “Pienso que voy a vivir otras vidas y me va a tocar padecer guerras, hambre, asesinatos, que no voy a tener escapatoria”, relata este joven.

J. A. M. dice con frialdad que padecer este trastorno es “como tener una vida de mentira” y el no poder evitarlo le ha hecho incluso intentar quitarse la vida. “No fue algo premeditado, me levanté y me tomé las pastillas. Menos mal que estaban mis padres porque muchas veces pienso qué hubiera ocurrido si hubiese estado solo”, dice. De hecho, la doctora comenta que la “situación de angustia puede ser tan bestial que se dan bastantes casos de enfermos que intentan suicidarse”.

Pero, al margen de este extremo, lo que ocurre en la mayoría de obsesivos compulsivos es que el trastorno les distorsiona tanto sus vidas que ven mermada la capacidad de interacción con los demás. Existen datos que revelan que la mayor parte de estos pacientes están solteros por la incapacidad que tienen de relacionarse a causa de sus manías. Incluso entre los familiares más cercanos la situación se hace a veces insostenible. Prada cuenta que una de sus pacientes, obsesionada por la limpieza, acudió a consulta porque la relación con sus hijos adolescentes se hizo insostenible. “Mientras eran pequeños ella controlaba todo, pero cuando crecen se revelan y se crea un conflicto”, expone.



Miedo al rechazo

Es más, los TOC son muy reacios a contar lo que les pasa, aunque reconozcan su anormalidad. Esto es precisamente lo que trató de hacer Dolores Arjona. Esta cordobesa, de Montalbán, comenzó su obsesión por la limpieza a raíz de la enfermedad de su hijo. El pequeño padecía fibrosis quística y el tratamiento que requería olía mal. “Tenía miedo a que la gente lo rechazara, a que lo aborrecieran y perdiera sus amigos”, dice. Y, por eso, comenzó a desinfectar con lejía a diario su habitación y su vivienda, a limpiar compulsivamente hasta llegar a consumir cinco garrafas de lejía a la semana.

Sin embargo, el problema se agravó a raíz de la muerte del pequeño, lo que, según relata la propia Dolores, le llevó a pensar que su otra hija -que entonces era pequeña- o su marido podrían morir por contaminarse con algún germen. Cuenta que intentaba hacer otras cosas pero luego volvía y se ponía a limpiar. “Tiraba los cubos, la escoba, la fregona, todo me daba asco”, narra. Su obsesión llegó a tal punto que “llegué a bañar a mi hija con lejía, algo que le podía haber costado la vida”, dice.

En todo este proceso de sufrimiento, en el que “me preocupaba más limpiar que la propia pérdida de mi hijo”, afirma Arjona, no contó a nadie lo que le ocurría. Tampoco J. A. lo ha contado. Este joven admite que “se avergonzaba” y por eso prefiere decir simplemente “que tengo ansiedad”.



Tratamiento lento

Es más, los obsesivos compulsivos tardan una media de entre seis y siete años en acudir al médico. Unos médicos que en ocasiones se dan cuenta del trastorno porque acuden al hospital por otro motivo. Por ejemplo, hay casos de los obsesionados por la limpieza -el trastorno más común- que se detectan en dermatología porque acuden con las manos quemadas de los productos químicos. “Hasta cuando empecé a mejorar me las lavaba en agua con lejía para tranquilizarme”, reconoce Arjona. Y es que el sentimiento de culpa, de autoreproche, sumado al aislamiento social, arrastra al silencio. Muchos de los pacientes con este trastorno, como con otras enfermedades mentales, son incomprendidos y tachados de locos. Prada asegura que normalmente creemos que es algo que sólo responde a la fuerza de voluntad del individuo, es decir, “que no ponen de su parte” y por eso se tiende a reprochar.

Pero lo cierto es que no es tan fácil. Tanto J.A.M. como Dolores Arjona llevan años con tratamiento médico, acudiendo a psicólogos y a terapias cognitivo-conductuales. Ambos han tardado mucho tiempo en controlar la situación. “Con el tratamiento te vas viendo bien poco a poco, pero es un proceso muy lento”, opina J.A. M. La dificultad radica, expone Carmen Prada, en que momentáneamente la realización de los rituales les alivia. “Se plantean por qué no voy a hacerlo si así me siento mejor”, aclara la doctora. Claro que esto es un círculo sin salida porque luego se sienten aún más frustrados. Aún así, tanto los especialistas como los propios enfermos saben que siguiendo el tratamiento se puede salir, aunque “tengas que hacer lo contrario de lo que te dicta tu mente”, sentencian.

   
   
Muchos más ‘TOC’ de lo que se creía
Como asegura la especialista en el trastorno obsesivo compulsivo, Carmen Prada, éste afecta de igual modo a hombres y mujeres, “y en todas las culturas”, especifica. Si bien, está demostrado que su aparición está muy ligada a la etapa de la adolescencia o primera juventud, aunque se desarrolle más. En este sentido, los datos apuntan a que al 70 por ciento de los pacientes se les diagnostica antes de los 25 años.

En cuanto a la incidencia en la población, a pesar de que las cifras son muy variables, sí es cierto que el TOC era hasta hace dos décadas una enfermedad casi desconocida y que, sin embargo, hoy día, ha experimentado un notable aumento, “hay más de lo que es creía”, explica Prada. Según los estudios epidemológicos, entre el 15 y el 20
por ciento de los pacientes que van a una consulta ambulatoria pueden estar diagnosticados de TOC.
http://www.lacalledecordoba.com/noticia.asp?id=17240
Actitudes obsesivas que descontrolan nuestra vida

OBSESIONES


Hay personas que sienten la necesidad de chequear una y otra vez las cosas o realizan rutinas y rituales una y otra vez, si no realizan estos actos desarrollan una gran ansiedad.

Dr. Javier Martínez Dearreaza. | Variedades

OBSESIONES
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Muchas veces, todos chequeamos las cosas dos veces antes de salir, por ejemplo: verificamos si todos los quemadores de la cocina están debidamente cerrados, si todos los grifos están cerrados o comprobamos si las puertas quedan debidamente cerradas; este es un comportamiento normal pues no queremos que suceda algún incidente o robo mientras estamos fuera de casa.

Pero hay personas que sienten la necesidad de chequear una y otra vez las cosas, o tienen pensamientos y realizan rutinas y rituales una y otra vez, y si no lo hacen desarrollan una gran ansiedad, estas personas sufren de una enfermedad que se llama Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).

El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) es una enfermedad que hace que las personas tengan pensamientos no deseados (obsesiones) y repiten ciertos comportamientos (compulsiones) una y otra vez, estos comportamientos interfieren en su vida diaria.

La mayoría de las personas con TOC saben que sus obsesiones y compulsiones no tienen sentido, pero no las pueden ignorar y tampoco frenar.

¿Qué son obsesiones?

Las obsesiones son ideas, imágenes e impulsos que pasan por la mente de una persona una y otra vez. Una persona con TOC no desea tener estos pensamientos y los encuentra perturbantes, pero la persona no puede controlarlos. A veces estos pensamientos sólo aparecen de vez en cuando y son levemente molestos. Otras veces, tiene los pensamientos perturbantes todo el tiempo.

¿Qué son compulsiones?

Los pensamientos obsesivos hacen que las personas que tienen TOC se sientan nerviosas y con miedo. Ellos tratan de deshacerse de estos pensamientos teniendo ciertos comportamientos de acuerdo a “reglas” que ellos mismos elaboran. Estos comportamientos se llaman compulsiones, a éstas, también se les llama rituales.

Por ejemplo, una persona que tiene TOC puede tener pensamientos obsesivos relacionados con los gérmenes. Por causa de estos pensamientos la persona puede limpiarse en extremo como un paciente que me comentaba que después de hacer todos sus mandados cotidianos el debía bañarse y lavarse continuamente durante unas tres horas para quedar libre de todo microbio.

Realizar estos comportamientos sólo hace que las sensaciones nerviosas desaparezcan por un tiempo corto. Cuando el miedo y la ansiedad vuelven a aparecer la persona que tiene TOC repite la rutina nuevamente.

Algunas obsesiones comunes
• Miedo a la suciedad o a los gérmenes.
• Disgusto por los desechos o los líquidos corporales.
• Preocupación por el orden, balance y exactitud.
• Preocupación de que una tarea no se haya realizado bien, incluso cuando la persona sabe que no es cierto.
• Miedo de tener pensamientos malos o pecaminosos.
• Pensar en ciertos sonidos, imágenes, palabras o números todo el tiempo.
• Necesidad de asegurarse continuamente de las cosas.
• Miedo a hacerle daño a un miembro de la familia o a un amigo.

Algunas compulsiones comunes.

• Limpiar y arreglar, lavarse las manos, tomar baños, cepillarse los dientes una y otra vez.
• Revisar cajones, puertas y aparatos eléctricos para asegurarse de que están cerrados, con seguro y apagados.
• Repetir, salir y entrar por una puerta, levantarse y sentarse de un asiento o tocar ciertos objetos varias veces.
• Ordenar y disponer cosas de cierto modo.
• Contar una y otra vez hasta cierto número.• Guardar periódicos, correspondencia, revistas, empaques que ya no son necesarios.
• Buscar seguridad y aprobación continua.

¿Qué tan frecuente es el TOC?

Por muchos años se pensó que el TOC era raro. Algunos estudios recientes demuestran que puede haber aproximadamente tres millones de estadounidenses entre 18 y los 54 años de edad con TOC en cualquier momento específico. Esto es aproximadamente el 2,3% de las personas en ese grupo de edad. El TOC afecta por igual a hombres y mujeres.

¿Qué causa el TOC?

No se ha encontrado una causa específica, a veces puede ser genético, otras veces puede ser porque las sustancias químicas del cerebro (neurotransmisores) no están en cierto nivel; últimamente se piensa que existen subtipos de TOC que pueden estar asociados con las hormonas.

TOC y embarazo.

Un nuevo estudio aportó más pruebas de que el embarazo agravaría o causaría síntomas del Trastorno Obsesivo Compulsivo en algunas mujeres, lo que sugiere que en algunos casos existiría una respuesta anormal a los cambios hormonales.

Por lo general, los síntomas del TOC aparecen en la infancia y la adolescencia, pero algunos estudios han demostrado que también puede aparecer durante o inmediatamente después del embarazo.

Otros estudios revelan que la gestación puede agravar en algunas mujeres los síntomas del TOC que habían desarrollado antes del embarazo, pero en algunas se observó que los síntomas mejoraban, y las mujeres en las que el trastorno empeoraba en los días previos a la menstruación tenían más riesgos de sufrir una exacerbación de los síntomas durante el embarazo.

Esto respalda la idea de que existe un subtipo de TOC “asociado con las hormonas” que afecta a algunas mujeres. Esas mujeres tendrían otra sensibilidad a las hormonas reproductivas; en ellas, el embarazo dispararía o exacerbaría el TOC.

Enfermedades asociadas al TOC.

Las personas que tienen TOC, con frecuencia padecen otros tipos de ansiedades, tales como las fobias (por ejemplo, miedo a las arañas o a volar) o ataques de pánico.

Las personas que tienen TOC también pueden padecer depresión, trastorno de déficit de atención, trastornos alimentarios, dislexia, síndrome de Gilles de la Tourette.

Una enfermedad con tintes obsesivos.

Un trastorno psiquiátrico poco común pero debidamente conocido como Síndrome de Referencia Olfativa (SRO), es cuando las personas están convencidas de que emiten olores horribles, y debido a esto con frecuencia se aíslan o incluso intentan suicidarse.

Los pacientes sufren muchísimo como resultado de esta falsa creencia y parecen tener gran discapacidad en cuanto a su funcionamiento. También parece que tienen mayores índices de tendencia al suicidio.

En un estudio realizado a 20 pacientes que sufrían esta enfermedad, se encontró que tenían edad promedio de 33.4 años y habían estado sufriendo el SRO desde que tenían 15 ó 16 años. El 60% era del sexo femenino.

El 95% de estos pacientes tenía al menos una conducta compulsiva a diario debido a su convicción de oler mal. El 80% se olía a sí mismo de forma continua; el 68% se duchaba obsesivamente y el 50% se cambiaba de ropa continuamente.

Muchos usaban talco o perfume (a veces incluso bebían perfume), desodorante, chicle y otros productos para deshacerse del mal olor.

El síndrome también dejó a muchas personas aisladas y tres cuartas partes afirmaron evitar interacciones sociales debido al hedor.

El 40% informó haber estado encerrado en su casa al menos durante una semana. Más de dos tercios habían pensado en el suicidio.

Estimado lector si desea contactarme por favor escriba a: articulospsiquiatria@hotmail.com La clínica San Francisco ofrece consulta a precios bajos el día jueves para personas de escasos recursos. Dr. Javier Martínez Dearreaza. Universitá degli Studi di Pavia-Italia. Clínica San Francisco. De donde fue Camas Luna Montoya 90 varas arriba. Tel. 2222-24 94. Cel. 8877-1894.
fuente:nuevo diario.com.ni

Cuando la obsesión se transforma en enfermedad


Seguramente alguna vez supiste de una amiga que después de cerrar la puerta de su casa y alejarse algunos metros regresaba a ver si había cerrado la puerta en forma correcta.

Este tipo de comportamiento forma parte de lo que los psicólogos llaman trastorno obsesivo compulsivo y se puede observar en personas de ambos sexos. Surge alrededor de los 15 años, aunque entre los varones puede surgir en la primera infancia.

Generalmente las personas que sufren de este tipo de problema concurren a consulta médica alrededor de los 25 años y a partir de allí iniciar su proceso de superación. Si bien los adolescentes y adultos reconocen la exageración e irrazonabilidad de sus obsesiones o compulsiones, no pueden evitarlas. Es por

que durante años mantienen sus síntomas en secreto con el consecuente retraso del tratamiento adecuado.

Cuales son las obsesiones mas frecuentes?

Por lo general se relacionan con temores a la contaminación, a la suciedad, a las infecciones, a las enfermedades, al orden y la simetría y al temor de dañar físicamente a otros. También hay obsesiones de contenido sexual, religioso o filosófico. Los síntomas de estos trastornos provocan malestar a quien los padece y dificultan la relación de la persona con los demás.

Obsesiones y compulsiones

Cuando un pensamiento o una acción determinada se considera una obsesión? Se trata de pensamientos, impulsos, imágenes recurrentes e inapropiadas que causan malestar. Las personas que padecen este tipo de obsesiones reconocen que las mismas se producen en su mente. A diferencia de las obsesiones, las compulsiones se caracterizan por ser comportamientos o actos repetitivos, por ejemplo, rezar, contar, repetir palabras silenciosamente, destinados a calmar la obsesión. estas acciones se realizan siempre siguiendo reglas rígidas. Como vemos, las compulsiones tienen como objetivo calmar el malestar o prevenir algún mal, pero para lograrlo se valen de acciones que no son realistas.

Que sucede con la impulsividad

Aquí hallamos comportamientos que aíslan a las personas socialmente o la obligan a vivir con su cuenta bancaria en rojo, mientras que en los casos mas extremos las conducen al delito. Con frecuencia suele pasar tiempo hasta que los jugadores empedernidos o aquellos que no pueden pasar frente a un negocio sin comprar, comprenden que requieren ayuda psicológica para llegar a un diagnóstico acertado. Las manifestaciones mas extremas de la impulsividad se dan por la atracción que produce la provocación repetitiva de incendios (piromanía), la cleptomanía o la tricotilomanía, es decir, arrancarse el propio pelo con la consecuente pérdida del mismo. También se suman los impulsos agresivos y la dificultad para controlarlos. También la agresividad desproporcionada con respecto a cualquier situación estresante que la desencadene.

En el mismo renglón de la impulsividad se inscriben las compulsiones sexuales, la preocupación obsesiva por el cuerpo y la apariencia. Las causas de los trastornos compulsivos son de diversa índole. Hay factores genéticos, que ocurren en determinadas familias. Otros son de origen psiconeurológicos y otros psicosociales. En este ultimo caso se evidencian obsesiones de limpieza, de duda, cavilación y sentimientos de amor y odio hacia un mismo objeto. También los factores ambientales como ciertas toxinas e infecciones pueden contribuir a la aparición de estos trastornos.

El tratamiento adecuado

El problema debe ser atacado desde 3 flancos. Por un lado el educativo, informando al paciente y a sus failiares sobre la enfermedad para bajar el nivel de ansiedad, reducir la culpa y evitar estigmas que puedan impedir tanto el acceso al tratamiento como su continuidad.

Además, como estos pacientes suelen sufrir recaídas y estar asociados a la depresión es necesario que estén prevenidos para evitar el desaliento. A través de la asistencia psicológica el paciente tiene la oportunidad de contar las obsesiones y rituales que durante tiempo mantuvo ocultos por verguenza.Esto ya le proporciona alivio. Además sus síntomas empiezan a tener sentido a la luz de su historia personal y de las experiencias que letocó vivir.

Esto gradualmente reduce el nivel de angustia y, por ende, de las obsesiones y las compulsiones.Cuando un paciente se recupera retoma sus actividades normales. Por último, el profesional es quien determinará si es necesaria alguna medicación.

Todos tenemos alguna obsesión o compulsión, a veces controlada, a veces no…
http://blog.saludisima.com/cuando-la-obsesion-se-transforma-en-enfermedad/

La meditación reduce la aparición de pensamientos obsesivos


La meditación reduce la aparición de pensamientos obsesivos

Un estudio publicado en la Universidad de Emory sugiere que la práctica regular de la meditación reduce los pensamientos recurrentes y obsesivos que se dan en muchos trastornos psicológicos como el déficit de atención, hiperactividad, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y depresión.



Giuseppe Pagnoni, profesor asistente de psiquiatría y ciencias del comportamiento de la Universidad de Emory y colaboradores escogieron a dos grupos de sujetos, un grupo de meditadores experimentados con más de 3 años de práctica diaria de meditación, y otro grupo sin ninguna experiencia previa en meditación. El estudio consistió en someter a ambos grupos a pruebas de resonancia magnética funcional (fMRI) mientras meditaban con el objeto de examinar los cambios en el flujo sanguíneo del cerebro cuando los sujetos eran interrumpidos por un estímulo que imita la aparición de pensamientos espontáneos.



Mientras sus cerebros estaban siendo escaneados se les pidió a los sujetos que se concentraran en su respiración. Cada cierto tiempo se les solicitaba a los sujetos que distinguieran una palabra real de una palabra sin sentido escritas en la pantalla de una computadora y luego se les pedía que abandonaran esta tarea y se enfocaran de nuevo en su respiración. El estudio mostró que los meditadores experimentados regresaron más rápido a su estado mental anterior a la interrupción.



Los científicos encontraron que las diferencias entre la actividad cerebral de los meditadores experimentados y los novatos después de la interrupción se ven reflejadas en áreas del cerebro que se activan normalmente con la ocurrencia de pensamientos espontáneos y cuando la mente se distrae o se pone a divagar durante las horas en que uno está despierto.



Luego de la interrupción los meditadores experimentados fueron capaces de volver más rápidamente que los novatos al estado previo antes de la interrupción, lo que sugiere que la práctica regular de la meditación puede mejorar la capacidad de limitar los pensamientos recurrentes y obsesivos que acompañan a muchos trastornos psicológicos.

Electroencefalograma y potenciales relacionados con eventos en el trastorno obsesivo compulsivo



Ricardo Garcell Josefina, Rueda Medina Walfred.
Electroencefalograma y potenciales relacionados con eventos en el trastorno obsesivo compulsivo.

El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) es un trastorno psiquiátrico crónico, clínicamente heterogéneo, multidimensional, caracterizado por la presencia de obsesiones y compulsiones, en el cual la ansiedad es un componente fundamental del cuadro clínico. Los estudios de imágenes tienen una gran resolución espacial que permite la identificación de las alteraciones presentes en esta entidad pero tienen menor resolución temporal y son de mayor costo que los estudios electrofisiológicos. Entre las técnicas electrofisiológicas más utilizadas para investigar el TOC se encuentran el electroencefalograma (EEG) y los potenciales relacionados con eventos (PREs). El EEG es el registro de la actividad eléctrica cerebral, es decir, de las diferencias de voltaje entre dos electrodos situados sobre el cuero cabelludo, en función del tiempo. Los PREs son las fluctuaciones de voltaje que están asociadas temporalmente a la presencia de un evento físico o mental.

El tipo de EEG más conocido es aquél que se analiza por inspección visual (EEG tradicional: EEG-T) y que se describe mediante la presencia y distribución topográfica de cuatro tipos de actividades electroencefalográficas: delta (δ), theta (θ), alfa (α) y beta (β). Las bandas δ y θ se identifican como actividades lentas mientras que las bandas α y β se conocen como actividades rápidas. En el TOC se ha referido la actividad lenta como la anormalidad más común en el EEG-T, especialmente la actividad de tipo θ, aunque también se han descrito EEGs normales. Por otra parte, las medidas espectrales de banda ancha (MEBAs) han comprobado este exceso de actividad lenta además de anormalidades en las bandas rápidas, particularmente en la α.

Entre las MEBAs más utilizadas se encuentran la potencia absoluta y la potencia relativa. Se ha demostrado, tanto con las MEBAs como con el análisis de generadores del EEG, que aquellos pacientes que tienen un exceso de α en regiones anteriores y medias responden mejor a los inhibidores de la recaptura de serotonina, lo cual es de gran utilidad clínica.

Los PREs se dividen en dos tipos: exógenos y endógenos. En este trabajo se hará referencia a los endógenos o cognitivos. Entre los componentes de los PREs cognitivos más característicos están el N200 y el P300. En los pacientes con TOC se han descrito amplitudes mayores y latencias más cortas en los componentes P3b y N200, lo cual se ha atribuido a hiperalertamiento cortical y sobrefocalización de la atención. También se han observado correlaciones positivas entre la amplitud del componente N200 y la cronicidad del trastorno y entre la amplitud del componente P300 y la severidad de la sintomatología del TOC. Los pacientes con este trastorno tienen la sensación de que «algo no está bien» y se «enganchan» en respuestas de verificación excesiva. Esto se ha asociado con una alteración en el proceso de monitorización de la acción, que representa una de las funciones ejecutivas a cargo de las regiones frontales, particularmente del cíngulo anterior, el cual posiblemente se «hiperactive» en los pacientes con TOC cuando tienen la sensación de haber cometido un error. La «negatividad relacionada al error» (NRE) es una onda negativa, alrededor de los 50-150 ms, posterior a que el sujeto cometió un error o cuando está seguro de haberlo cometido.

Se ha encontrado que los pacientes con TOC (niños y adultos) muestran un incremento de la negatividad de este componente en comparación a sujetos controles y se ha propuesto que pudiera considerarse como un marcador biológico del TOC.

El EEG y los PREs pueden contribuir de manera importante, junto con los estudios clínicos e imagenológicos, a la identificación de las estructuras y circuitos involucrados en la fisiopatología del TOC. Además, hay evidencias que apoyan la utilidad de estas técnicas electrofisiológicas como estudios complementarios en la evaluación clínica y terapéutica de los pacientes con TOC.
http://www.imbiomed.com.mx/1/1/articulos.php?method=showDetail&id_articulo=56757&id_seccion=338&id_ejemplar=5742&id_revista=1

ASCO Y PSICOPATOLOGÍA: NUEVA FRONTERA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA


foto:lemur
extracto de el articulo:ASCO Y PSICOPATOLOGÍA: NUEVA FRONTERA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA
Un tipo de vinculación psicopatológica del asco ha sido con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Diversas investigaciones recientes han constatado que ciertos tipos de pacientes con TOC, i.e., aquellos en los que predominan las obsesiones de limpieza y/o las compulsiones de lavado (cerca de la mitad de todos los pacientes con TOC), suelen experimentar sentimientos de asco, más que sentimientos de miedo o ansiedad, asociados a los objetos "contaminantes", lo cual también podría interpretarse a partir del modelo de evitación de la enfermedad. Las fobias y el TOC son los trastornos cuya relación con el asco ha sido claramente demostrada. Otros trastornos mentales sobre los que se ha referido evidencia preliminar que los vincula con emociones de asco son los trastornos alimentarios y las disfunciones sexuales. No es de extrañar que se sospeche de un papel importante del asco en los trastornos alimentarios, toda vez que en éstos son frecuentes los síntomas de asco hacia la comida y hacia el propio cuerpo.

Finalmente, algunos datos recientes indican que la sensibilidad al asco interfiere con el placer sexual y parece estar implicada en varias disfunciones sexuales relacionadas con el deseo sexual (deseo sexual hipoactivo, etc.), la excitación sexual y la aversión al sexo y el vaginismo. El asco podría estar implicado en muchos otros trastornos mentales, aparte de los aquí indicados. Es posible también que las implicaciones del asco no se reduzcan al campo de la psicopatología y la Psicología clínica, sino también a otros ámbitos de la Psicología. Las variantes de asco interpersonal y sociomoral pueden asociarse a fenómenos de rechazo social (racismo, marginación, rechazo de personas enfermas, etc.) y a cuestiones de tipo moral (incesto, abuso infantil, homosexualidad, etc.).

Nos encontramos ante una nueva frontera que afecta a la Psicología clínica y de la salud y a otros campos de la Psicología. Es posible que muchos trastornos de ansiedad tengan más relación con reacciones de asco que con las propias reacciones de ansiedad o miedo. Algo similar podría ocurrir con otros trastornos mentales. Si esto es así, es necesario modificar muchos de los presupuestos aceptados actualmente tanto para la psicopatología como para el tratamiento de un amplio rango de trastornos mentales. Así mismo, esto implica que los tratamientos de muchos trastornos podrían beneficiarse incluyendo en los protocolos componentes dirigidos a corregir las respuestas de asco. Aunque esto ya ha comenzado a llevarse a cabo para algunos trastornos (fobias y TOC), los datos son aún preliminares y deben extenderse a otros trastornos mentales. Otro reto de esta nueva frontera consistiría en (a) delimitar conceptual y empíricamente los tipos de asco y sensibilidad al asco de otros constructos psicológicos emparentados, tales como la sensibilidad a la ansiedad, el afecto negativo, la ansiedad y el neuroticismo, y (b) clarificar qué tipos de asco o sensibilidad al asco se asocian a qué tipos de síntomas y trastornos mentales. Datos iniciales sobre esta cuestión han sido publicados recientemente por nuestro grupo
http://www.infocop.es/view_article.asp?id=2384

Espectro y tratorno obsesivo-compulsivo



fuente:J.M. Menchón
Servicio de Psiquiatría. Hospital de Bellvitge. Barcelona.
El espectro de los trastornos obsesivo-compulsivos es un concepto que se ha introducido recientemente y en el que se considera que pensamientos obsesivos y rituales compulsivos también se pueden encontrar en otros trastornos además de en el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). A partir de ello, Hollander ha propuesto que estos trastornos están relacionados entre sí. Entre los trastornos propuestos Hollander destaca trastornos de tics (síndrome de Gilles de la Tourette), trastornos neurológicos(corea de Sydenham, corea de Huntington, epilepsia, autismo, enfermedad de Parkinson), trastornos del control de los impulsos (tricotilomanía, juego patológico,compulsiones sexuales, cleptomanía, conducta autolesiva, compra compulsiva), trastornos de personalidad impulsivos (trastorno antisocial de la personalidad, trastorno límite de la personalidad), trastornos somatomorfos(hipocondría, trastorno dismórfico corporal), trastornos disociativos (despersonalización), trastornos de la conducta alimentaria (anorexia nerviosa, trastorno por atracón), trastornos delirantes (trastorno delirante subtipo somático), trastornos esquizo-obsesivos (TOC delirante, TOC esquizotípico). Para obviar el problema de relacionar tan dispares categorías de trastornos, Hollander propone utilizar una aproximación dimensional que la concreta en las siguientes dimensiones: compulsividad-impulsividad (o evitación de riesgo versus búsqueda de riesgo), cognitiva-motora, incertidumbre-certidumbre (o delirante) de las ideas. Hollander fundamenta la relación entre los trastornos principalmente en la similitud de la sintomatología, relación que apoya en la superposición entre estos trastornos de otros aspectos como características asociadas (curso clínico, historia familiar), neurobiología (respuestas hormonales a estimulación, neuroimagen), respuesta a las terapias de conducta y a las farmacológicas. Finalmente, presupone que estos trastornos pueden compartir aspectos etiológicos. La cuestión de este planteamiento –considerar un espectro de los trastornos obsesivo-compulsivos– es si este abordaje nosológico es válido y útil. En primer lugar, la consideración de que comparten sintomatología similar puede ser controvertida. La impresión es que la característica principal en la que se basa la relación propuesta es la presencia de repetición, bien de protopulsiones, bien de compulsiones, bien de conductas repetidas, bien de preocupaciones exageradas (como en la hipocondría). El análisis fenomenológico de estos fenómenos excede de la intención de la presente discusión y se encuentra ampliamente detallada y descrita en otros lugares. Es importante distinguir en el análisis el nivel en el que se considera el fenómeno esencial subyacente –la obsesión– del nivel en que se consi-deran las manifestaciones aparentes –la conducta–. En este sentido, el análisis debe realizarse desde un marco conceptual único, pues el considerar conductas (sin su referente fenomenológico) y fenomenología conjuntamente va a implicar un aparente solapamiento de manifestaciones. Otro argumento en que se apoya el solapamiento sintomático de estos trastornos es la presencia de casos en los que es difícil establecer el carácter de las manifestaciones (p. ej., obsesiones o delirios) o bien que ambos fenómenos (obsesiones y delirios) aparecen en el mismo caso. Si bien es cierto que se observan estas situaciones en la clínica, no cabe considerarlas como la norma, por lo que no puede tomarse la parte por el todo o apoyarse en excepciones para substanciar la norma general. Con otro ejemplo, la presencia de depresión post-psicótica en un esquizofrénico o la presencia de delirios en una depresión delirante no se considera en general (excepto quizá para los defensores de la psicosis única) como pertenecientes a una misma esfera de trastornos. Respecto a los datos neurobiológicos, se sugiere que hay estudios en los que se muestran hallazgos a partir de los cuales se podrían relacionar los trastornos. Por ejemplo, los trastornos en los que se han hallado datos que implican al sistema serotoninérgico son tantos que pronto será más práctico listar aquéllos en los que no están implicadas alteraciones del mismo. Además, los estudios neurobiológicos no han mostrado alteraciones similares para todos los trastornos incluidos en el espectro de TOC. Similares objeciones pueden señalarse a los aspectos terapéuticos de estos trastornos. Para la muchos de estos trastornos no hay estudios bien controlados y replicados que sustenten la eficacia de determinadas terapéuticas, en muchos casos, los estudios han sido escasos y no adecuadamente controlados. No debe olvidarse que el problema que se plantea es fundamentalmente nosológico. Si el espectro del TOC debe considerarse como una categoría, no parecen haber datos suficientes que avalen esta posición. Es más, incluye trastornos tan dispares como la hipocondriasis, la personalidad antisocial, la compra compulsiva o el autismo, que se hace difícil concebirlos como pertenecientes a la misma categoría; no es sencillo pensar que puedan haber mecanismos etiopatogénicos similares subyacentes a estos tratornos. Si la posición es a considerar que no constituyen un solo espectro sino que son varios los espectros, ello nos conduce a la posición clásica de diferentes categorías de trastornos. Si se propone una organización dimensional de la psicopatología a partir de las características observadas en el TOC, aparte de ser un proyecto probablemente muy ambicioso, se está considerando la psicopatolgía desde otro enfoque. En tal caso, los datos que deberían aportarse no tienen que provenir a partir de similitudes (biológicas o clínicas) entre categorías sino que debería sustentarse en las relaciones entre dimensiones (p. ej., compulsividad-impulsividad o cognitiva-motor) y las características en estudio (antecedentes familiares, pruebas biológicas), independientemente de la categoría diagnóstica a la que pertenecieran los individuos (TOC, epilepsia o compra compulsiva). Esto daría validez a dicho enfoque; sin embargo, no hay datos sólidos que sustenten tal aproximación y las consideraciones son, hasta la fecha, especulativas. En conclusión, no parecen que hayan suficientes datos que validen en la actualidad la presencia de un espectro de TOC. Asimismo, la utilidad clínica o heurística es probablemente escasa. Por ejemplo, en una reciente revisión de uno de los trastornos que podrían considerarse más próximos al TOC como es el trastorno dismórfico corporal, Phillips concluye que si bien hay muchas similitudes,sus diferencias sugieren que no son trastornos idénticos aunque, dadas sus similitudes, puedan entrar en el concepto de espectro; sin embargo, indica que deben ser diferenciados tanto en los ámbitos clínicos como de investigación. Todo ello no impide que los hallazgos que se puedan establecer, por ejemplo, entre sistemas neurotransmisores o neuroanatomía y psicopatología, puedan ayudar a comprender mejor los mecanismos etiopatogénicos subyacentes en otros trastornos; no obstante, más dudoso es que ello representara una significativa relación entre ambos trastornos. Más que una crítica al espectro de TOC, lo que se pretende en esta discusión es poner en evidencia las carencias de esta posición y que, al menos para una parte de clínicos, no está todavía suficientemente sustentada. En cualquier caso, es de esperar que en un futuro cercano aparezcan estudios que puedan confirmar o desestimar el interés de mantener esta consideración nosológica del espectro del TOC.

http://www.psiquiatria.com/articulos/trobsesivo/etiologia/3240/

“En casos excepcionales el demonio


Pablo Beretta

Andrea Marquez Lopez Mato


“En casos excepcionales el demonio
asedia el alma desde fuera con tentaciones peculiares (obsesión)
o incluso llega a introducirse accidentalmente en el cuerpo (posesión)”.

“El manual distingue entre “posesión” y “obsesión”.
Posesión es cuando el demonio invade físicamente un cuerpo humano. Obsesión es cuando una mente está llena de pensamientos malvados.”

Manual de exorcismo del Vaticano


Introducción

El estudio del trastorno obsesivo compulsivo (TOC) tiene un atractivo especial debido a que si bien es clasificada dentro de los trastornos de ansiedad (DSM IV), se diferencia en varios aspectos de sus pares, comparte signos y síntomas con trastornos psicóticos, su tratamiento sigue siendo un desafío, y nos siguen asombrando los relatos escuchados en el consultorio.

Se diferencia de los demás trastornos de ansiedad por tener comienzo precoz, distinta evolución, peor pronóstico, requerir tratamientos más complejos y cruentos, frecuente carga familiar, y compromiso neurobiológico más complejo.

A continuación revisaremos datos epidemiológicos, de diagnóstico, neurobiológicos y de estudios complementarios, la relación con las psicosis y con la inmunidad de esta “epidemia oculta”.

Datos epidemiológicos

El trastorno obsesivo compulsivo tiene una prevalencia de vida de 2 a 3% y una prevalencia anual de 0.6%. Dentro de los trastornos psiquiátricos se encuentra cuarto en frecuencia, seguido de las fobias, del abuso de sustancias y de las depresiones.

La prevalencia en niños es mayor en varones, en adultos es similar, aunque algunos autores reportan una leve tendencia a favor de las mujeres.

La edad de comienzo más frecuente es 20 años, la mitad de los casos se manifiesta antes de los 25 años y el 85 % antes de los 35 años.

Frecuentemente se asocia a otros trastornos como afectivos, otros trastornos de ansiedad, abuso de sustancias, tricotilomanía y enfermedad de Gilles de la Tourette.

Aún con lo discapacitante de la sintomatología y con el aumento de la difusión de la enfermedad por los medios audiovisuales, sigue siendo tradicional que los pacientes suelan tardar entre 6 y 10 años en realizar la primera consulta, por la vergüenza que le despiertan sus "ridículos" comportamientos o por considerarlos parte de su forma de ser.

Clínica

La enmarañada complejidad clínica de este trastorno supone la presencia de síntomas y signos abigarrados y cambiantes que van desde algunos cercanos a los pensamientos y conductas normales hasta otros rayanos con los fenómenos psicóticos.

Es por eso que creemos que para abordar el tema es más pedagógico realizar una descripción somera de la evolución del concepto histórico.

Así, a lo largo de los años el trastorno obsesivo compulsivo recibió distintas denominaciones según diferentes autores, cada uno de los cuales hizo hincapié en parte del cortejo sintomático para denominarlo:

Manía sin Delirio Pinel
Monomanía Instintiva Esquirol
Pseudomonomanía Delasiauve
Locura Lúcida Trelat
Locura de la duda Falret
Locura de la duda con delirio de contacto Legrand du Saulle
Enfermedad ruminativa Griesinger
Paranoia Abortiva Westphal
Paranoia Rudimentaria Morselli
Neurosis Janet, Freud, Schneider, Lewis, Pollit
Trastorno de Ansiedad (TOC) DSM IV

Varios de estos autores fueron describiendo características y agregando otras para ir configurando el complejo semiológico de este trastorno.

Así, Pierre Janet en 1905 habla de obsesiones, compulsiones y de dudas. Griesinger agrega que deben ser forzadas, Kleist iterativas, Westphal egodistónicas y Luys procedentes de sí mismo.

Jaspers, en su “Psicopatología General”, se refiere a las obsesiones como “...aquellas ideas en las que el individuo está obligado siempre a pensar, mientras que está enteramente convencido de lo infundado de la angustia, de lo absurdo del impulso, de la imposibilidad de la idea…”. Así mismo, se refiere a la obsesión de validez cuando “…el individuo cree en un contenido significativo y sin embargo sabe que el contenido es falso. Existe una competencia entre convicción y saber lo contrario”. Y explica que “…en el juicio de la duda normal no es sentida la inexactitud ni la falsedad, …el asunto queda indeciso en ese acto unitario…”.
Hay publicadas importantes diferencias de género.

En las mujeres predominan síntomas relacionados con la limpieza y agresiones, hay mayor comorbilidad con trastorno por pánico y depresión y mayores rasgos de personalidad borderline y dependiente.

Biológicamente se corresponde con menor actividad de la enzima MAO A, como veremos luego.
En el género masculino predominan los síntomas sobre simetría y de acumulación, y rasgos de personalidad obsesivo y esquizotípico. También son frecuentes los rituales de tocar. Se asocia más con síntomas hipomaníacos, abuso de sustancias e impulsividad.

La mayor comorbilidad del trastorno obsesivo compulsivo es con depresión mayor (55%), fobia social (23%),fobia simple (21%) y ansiedad generalizada (20%), tricotilomanía, Tourette, y trastorno dismórfico corporal (50%), y psicosis (14%).

Obsesiones

Desde la psicopatología es imprescindible diferenciar la idea delirante de la idea sobrevalorada.

Las ideas sobrevaloradas tienen un desarrollo comprensible por estar ligado a la historia del sujeto.

Pueden ser sanas o patológicas por lo que están presentes en la melancolía, la hipocondría, la celotipia, la dismorfofobia y las disorexias. Y en el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) cuando se pierde el insight.

Las ideas obsesivas, en cambio, no tienen comprensibilidad, son vistas como no normales por el mismo sufriente y no se modifican con su historia.

Wernicke nos enseña que “…no son consideradas como intrusos ajenos a la conciencia: por el contrario, los enfermos ven en ellas la expresión de su ser más íntimo y al luchar por ellas emprenden una lucha por la propia personalidad…”.

La definición actual se basa en el DSM IV, donde se describen como “imágenes, pensamientos, impulsos recurrentes y persistentes; experimentados como inapropiados; generadores de ansiedad y reconocidos por quien los padece como propios”.

Sabemos que entre obsesiones más frecuentes se encuentran las obsesiones de contaminación, dudas patológicas, obsesiones somáticas, y necesidad de simetría.

Compulsiones

En la otra vertiente del síndrome, las compulsiones son descriptas clásicamente desde la teoría del impulso. Para Jaspers éste es “…una tendencia de descarga sin objetivo…”, provisto de “…de un desasosiego y de una tensión torturante…”. Las compulsiones serían impulsos patológicos.

La definición actual basada en el DSM IV las describe como “toda actividad mental o motora, de carácter repetitivo, que el individuo se ve obligado a realizar en respuesta a una obsesión o con arreglo a ciertas normas, destinada a contrarrestar la ansiedad provocada por las obsesiones o a la prevención de algún evento negativo (no conectados en forma realista).”

Pueden clasificarse en:

a) mentales: contar, rezar, recitar, repetir palabras de significado opuesto en silencio.

b) motoras: simples y complejas (rituales).

Leonhard menciona los rituales de acción y omisión.
Entre las compulsiones más frecuentes se encuentran: verificar, lavar, contar, preguntar, confesar, acumular, y simetría.

Acopio o acumulación

La compulsión de acumular llamada “acumulación” o “acopio” se presenta con más frecuencia en el género masculino con edad de comienzo temprano y con importante carga genética. Se asocia generalmente a ideas de incompletud, acompañado frecuentemente de tics. Presenta gran comorbilidad con ansiedad y depresión y conlleva importante disfunción social por las conductas de acopio en sí (diarios viejos, latas de pintura, trofeos, alimentos, etc...) y por las maniobras para ocultarlo.

Frecuentemente asienta en una personalidad obsesiva de base.
Los pacientes suelen responder sólo parcialmente a los tratamientos farmacológicos, lo cual parece deberse a que presenta mayor compromiso neurobiológico, sobre todo en ganglios basales límbicos (hiperflujo).

Tics

Un tic es un movimiento, un gesto, o repetición motora, repentino, involuntario e iterativo. Los tics pueden ser vistas como un particular tipo de compulsiones.

Los pacientes con trastorno obsesivo compulsivo presentan tics y por el otro lado, el 23% de las personas que sufren tics presentan trastorno obsesivo compulsivo clínico y el 46% subclínico.

Los tics tienen un inicio más precoz que el trastorno obsesivo, aunque la carga familiar es compartida.

Los tics pueden compartir síntomas con el trastorno obsesivo compulsivo como la preocupación por la apariencia, tocar, parpadear, mirada fija, conteos, simetría y orden.

Recordemos que el síndrome de Gilles de la Tourette, es un trastorno por tic de comienzo precoz, y que se caracteriza clinicamente por pensamientos y conductas de contenido agresivo, sexual y escatológico. Las conductas son involuntarias, intrusivas y repetitivas. Su curso es irregular, con exacerbaciones muchas veces producidas por ansiedad y con momentos de atenuación de síntomas.

Se le asocia a los trastornos pediátricos neuropsiquiátricos autoinmunes asociados con infecciones estreptocócicas (PANDAS). Como describiremos luego, en estas enfermedades de inicio temprano, se encuentra disfunción neuroanatómica en ganglios basales y estructuras relacionadas, como el tracto córtico-estriado-tálamo-cortical y los lóbulos frontales.

Personalidad obsesiva

Debemos ante todo discriminar lo patológico, el TOC como enfermedad, de la personalidad obsesiva como forma de “ser”. Es decir que los rasgos obsesivos de la personalidad normal debe diferenciarse del trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad que ubicamos en el eje II del DSM IV.

La personalidad obsesiva normal se caracteriza por cierta rigidez, obstinación, sentido del debe ser y del deber, impertinencia, avaricia y escrupulosidad.

Sabemos que cuando los rasgos de personalidad se acentúan, rigidifican y traen dificultades de relación al individuo, hablamos de trastorno de personalidad obsesiva compulsiva.

En el trastorno de personalidad encontramos hiperdetallismo, perfeccionismo, obstinación y rigidez, terquedad, escrupulosidad, dedicación exclusiva al trabajo, avaricia, imposibilidad para delegar, exigencia de sometimiento y acumulación.

La personalidad normal es un modo de percibir, pensar y relacionarse. En el trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad el medio es tomado como un fin lo que interfiere en la vida de relación. Resumiendo, el trastorno obsesivo compulsivo es una forma de ansiedad que desorganiza la vida del individuo.

Espectro del TOC

La noción de espectro fue introducida por Hollander en 1996, basado en la estimación del riesgo.

Según este autor estos trastornos se pueden considerar un continuum con sobreestimación del daño en el extremo compulsivo (TOC, trastorno dismórfico corporal, anorexia nerviosa, hipocondría, despersonalización) y subestimación del daño en el extremo impulsivo (trastornos del control de impulsos, episodios bulímicos, trastornos de personalidad de cluster B -antisocial, límite e histriónico-) con estrategias de comportamiento de evitación del riesgo en el primer extremo y de búsqueda del riesgo en el otro extremo.

Desde el punto de vista sintomático, la impulsividad y la compulsividad tienen en común la incapacidad de inhibir o retrasar comportamientos repetitivos. Sin embargo, la diferencia entre ambas radica en los centros impulsores de la acción: en la compulsividad se trata de disminuir el malestar asociado a los rituales, y en la impulsividad se trata de obtener placer. Aún así, se han descrito casos de sujetos que presentan características compulsivas e impulsivas. Por otra parte, estos mismos autores se basan en la hipótesis de que esta dimensión se encuentra delimitada en un marco biológico de hiperfrontalidad y sensibilidad serotoninérgica aumentadas asociadas a los trastornos de carácter compulsivo e hipofrontalidad y niveles serotonérgicos presinápticos elevados asociados al grupo de trastornos de control de impulsos (de este tema nos ocuparemos en el próximo apartado).

Dentro del trastorno de espectro obsesivo compulsivo, también se encuentran un conjunto de enfermedades neurológicas determinadas, ya que es significativamente estrecha la relación clínica que vincula los TOC con patologías orgánico-cerebrales subcorticales (Sme. de Guilles de la Tourette, corea de Sydenham, encefalitis de Von Economo, epilepsia temporal, necrosis bipalidal, enfermedad de Parkinson, enfermedad de Huntington, etc...) cuya lesión se sitúa en los ganglios de la base. En estos casos los fenómenos clínicos son muy similares a los auténticamente obsesivos, y aunque en el caso de las patologías neurológicas se produzcan impulsiones y en el TOC primario surjan compulsiones de intensa actividad cognitiva y resistencia al fenómeno, es de relevancia que la vinculación clínica más estrecha del TOC sea con patologías que afectan los mismos circuitos fronto-basales que se encuentran implicados en la patología obsesiva primaria. (de la cual también hablaremos más adelante)

En resumen en este espectro además de las impulsiones y las compulsiones, se incluyen la hipocondriasis, el trastorno dismórfico corporal, los trastornos de la conducta alimentaria, la despersonalización, el síndrome de Gilles de la Tourette, la tricotilomanía, el juego patológico, las compulsiones sexuales, y la automutilación.

La asociación con anorexia nerviosa, que para estos autores formaría parte del espectro, es estimada en el 28%. Los pensamientos obsesivos más comunes en la anorexia nerviosa son: temor a no actuar con corrección, la simetría, el orden y el miedo a que suceda algo terrible, vinculados a la comida (preocupación por la imagen corporal, dieta y ejercicios excesivos). La dismorfia corporal frecuente en estas pacientes también forma parte del espectro.

A nuestro criterio es Yaryura Tobías quien mejor discrimina los alcances del espectro. En el “Teorema del trastorno obsesivo compulsivo” propone que la sintomatología se instalaría paulatinamente a partir de dos ejes, de tiempo y espacio. En los niños comenzaría, en algunos casos, como algo más motriz, partiendo desde los ganglios de la base hacia el lóbulo frontal, estableciéndose con el tiempo, el circuito corteza orbito-frontal-ganglios de la base (ver figura, tomada de Perez Rivera).