Los creacionistas declaran la guerra en el cerebro


fuente: Ciencia Kanija

Los creacionistas declaran la guerra en el cerebro

El Diseño Inteligente“No se puede sobreestimar”, tronaba el psiquiatra Jeffrey Schwartz, “cómo de amenazada está la clase dirigente científica por el hecho de que ahora parece que el paradigma materialista está auténticamente colapsando. Vais a oír mucho en las próximas fechas sobre… cómo la explicación de Darwin sobre cómo surge la inteligencia humana es la única forma científica de hacerlo… Yo pido que como comunidad mundial salgamos ahí fuera a decirle a los dirigentes científicos, ¡ya es suficiente! El materialismo tiene que empezar a apagarse y las causas no materialistas tienen que comprenderse como parte de la realidad natural”.

Su entusiasmo fue seguido de una gran cantidad de aplausos de la audiencia reunida en el salón de conferencias Este de Manhattan de las Naciones Unidas el 11 de septiembre en un simposio internacional llamado Beyond the Mind-Body Problem: New Paradigms in the Science of Consciousness (Más allá del problema mente-cuerpo: Nuevos paradigmas en la ciencia de la consciencia). Anteriormente Mario Beauregard, investigador de neurociencia en la Universidad de Montreal, Canadá, y coautor de The Spiritual Brain: A neuroscientist’s case for the existence of the soul (El cerebro espiritual: El argumento de un neurocientífico por la existencia del alma), dijo a la audiencia que la “batalla” entre los científicos “inconformistas” como él mismo y aquellos que “creen que mente es lo que hace el cerebro” es una “guerra cultural”.

Schwartz y Beauregard son parte de un creciente movimiento de “neurociencia no material”. Intenta resucitar el dualismo Cartesiano - la idea de que cerebro y mente son dos tipos de cosas totalmente distintas, material e inmaterial - en la esperanza de que tendrán un hueco en la ciencia para las fuerzas sobrenaturales y el alma. Los dos han firmado la petición de “Disidencia científica del Darwinismo”, encabezada por el Instituto del Descubrimiento con sede en Seattle, cuartel general del movimiento del diseño inteligente. El DI argumenta que la vida biológica es demasiado compleja para que haya surgido a través de la evolución.

En agosto, el Instituto del Descubrimiento llevó a cabo su “Reunión informativa para miembros sobre el diseño inteligente” de 2008, a la cual Schwartz y Michael Egnor, neurocirujano de la Universidad de Stony Brook en Nueva York, fueron invitados a hablar. Cuando dos de los cinco ponentes principales en la reunión de DI son neurocientíficos, algo está cambiando. ¿Podría ser que el siguiente campo de batalla de la guerra científica del movimiento del DI esté en el cerebro?

Bien, el movimiento ciertamente parece esperar que el estudio de la consciencia resulte ser la “tumba del Darwinismo”, como Denyse O’Leary, coautora junto con Beauregard de The Spiritual Brain (El cerebro espiritual), dice. De acuerdo con dos defensores del DI, el “verdadero problema” de la consciencia – cómo nuestras experiencias subjetivas surgen del mundo objetivo de las neuronas - es el talón de Aquiles no sólo del Darwinismo sino del materialismo científico. Esto encaja con la misión del Instituto del Descubrimiento como subraya en su “documento cuña”, el cual busca “nada menos que derrocar el materialismo y su legado cultural “, para reemplazar la visión del mundo científico por una cristiana.

Ahora el instituto está patrocinando la investigación en “neurociencia no material”. Uno de los receptores de dinero es Angus Menuge, profesor de filosofía en la Universidad de Concordia en Wisconsin, una facultad cristiana, que testificó a favor de enseñar el DI en institutos públicos en la “vista de la evolución” de 2005 en Kansas. Usando una beca del Instituto del Descubrimiento, Menuge escribió Agents Under Fire (Agentes bajo el fuego), en el cual argmentaba que las capacidades cognitivas humanas “requerían de alguna explicación no natural”.

En junio, James Porter Moreland, profesor de la Escuela Talbot de Teología cerca de Los Ángeles y miembro del Instituto del Descubrimiento, avivó las llamas con Consciousness and the Existence of God (Consciencia y la existencia de Dios) . “He estado pensando mucho sobre la consciencia”, escribe, “y cómo podría contribuir a las pruebas de la existencia de Dios a la luz de los fallos del naturalismo metafísico de proporcionar una explicación útil”. La neurociencia no materialista le proporciona una explicación útil: dado que Dios “es” la consciencia, “el teísta no necesita explicar cómo la consciencia surge a partir de lo material. La consciencia está allí desde el inicio”.

Para apoyar adecuadamente el dualismo, sin embargo, los neurocientíficos no materialistas deben demostrar que la mente es algo más que sólo el material cerebral. Para hacer esto, miran hacia algunos de sus experimentos favoritos, tales como la investigación de Schwartz en la década de 1990 sobre gente que sufría un desorden obsesivo-compulsivo. Schwartz usó tecnología de escáner para observar los patrones neuronales que se cree que son responsables del DOC. Entonces tuvo paciencias que usaron su “atención consciente” para cambiar los procesos de pensamiento, y esto se mostró en los escaneos cerebrales: los pacientes podrían alterar sus patrones de disparo neuronal a voluntad.

A partir de tales experimentos, Schwartz y otros argumentan que dado que la mente puede cambiar el cerebro, la mente debe ser algo aparte del cerebro, algo no material. El hecho es que estos experimentos son totalmente consistentes con la neurología establecida – el material cerebral cambia el material cerebral.

Pero William Dembski, uno de los padres fundadores del DI y miembro veterano del Instituto del Descubrimiento, elogió el trabajo de Schwartz por proporcionar “un soprote teórico para la irreductibilidad de la mente al cerebro”. El sitio web de Dembski demuestra que actualmente está coeditando The End of Materialism (El final del materialismo) junto a Schwartz y Beauregard.

Mientras tanto, Schwartz ha estado trabajando junto a Henry Stapp, físico en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley del Departamento de Energía de los Estados Unidos, que también habló en el simposio. Han estado desarrollando unas interpretaciones no estándar de la mecánica cuántica para explicar cómo la “mente no material” afecta al cerebro físico.

Claramente, aunque hay un intento genuino de apropiarse de la neurociencia, no influirá en las leyes educativas de los Estados Unidos de la forma que pueden hacerlo las campañas anti-evolutivas, dado que la neurociencia no se enseña como parte del núcleo curricular en las escuelas públicas. Pero como Andy Clark, profesor de lógica y metafísica en la Universidad de Edimburgo, en el Reino Unido, enfatiza: “Esto es realmente peligroso y viene a nuestro encuentro”.

Tanto él como otros están preocupados por el hecho de que los científicos aún tienen que descifrar el gran misterio de cómo la consciencia podría surgir a partir del disparo neuronal. “el progreso en la ciencia es lento en muchos frentes”, dice John Searle, filósofo de la Universidad de California en Berkeley. “Aún no tenemos una cura para el cáncer, pero eso no significa que el cáncer tenga una causa espiritual”.

Y para Patricia Churchland, filósofo de la neurociencia en la Universidad de California en San Diego, “es un argumento de ignorancia. El hecho de que algo no esté actualmente explicado no significa que nunca se explicará o que necesitemos un completo cambio no sólo de la neurociencia sino de nuestra física”.

El ataque al materialismo propone hacer justo eso, todo gira en torno a las definiciones. “En una época parecía que toda la causa física estaba tirando y empujando del Newtonismo”, dice Owen Flanagan, profesor de filosofía y neurobiología en la Universidad de Duke en Carolina del Norte. “Ahora tenemos una nueva comprensión de la física. Lo que cuenta como material ha cambiado. Algunos respetables filósofos creen que podríamos tener que proponer la sensibilidad como una fuerza fundamental de la naturaleza o usar la gravedad cuántica para comprender la consciencia. Esto se extiende más allá de los límites de lo que hoy llamamos “material”, y aún no hemos descubierto todo sobre la naturaleza. Pero lo que descubramos será natural, no sobrenatural”.

Y, tal como observa Clark: “Este es un virus mental especialmente serio debido a que se asienta sobre ideas y preocupaciones que de otro modo sería razonables. Los defensores de tales puntos potencialmente razonables hacen declaraciones como ‘Oh mira, podemos cambiar nuestros cerebros simplemente cambiando nuestras mentes’, pero entonces dan el salto a la afirmación de que la mente debe ser algo distinto y sin base material. Eso no se sigue en absoluto. No hay nada extraño en que nuestras mentes cambien los cerebros si los estados mentales son estados cerebrales: simplemente son cerebros modificando cerebros”.

Esta es la voz de la academia establecida. La percepción pública, no obstante, es una historia distinta. Si la gente puede verse influida por el DI, a pesar de la enorme cantidad de pruebas sólidas para la evolución, ¿cómo de difícil será cuando la ciencia parezca más difusa?

¿Qué pueden hacer los científicos? Han sido criticados por no hacer lo suficiente por enseñar al público sobre la evolución. Tal vez ahora necesiten un empujón preventivo para enganchar a la gente con la ciencia del cerebro – y ayudar al público a apreciar que el cerebro no es un lugar para invocar al “Dios de los huecos”.

APLACAR LA ANSIEDAD: ¿QUÉ ES LO QUE ME PREOCUPA?


APLACAR LA ANSIEDAD: ¿QUÉ ES LO QUE ME PREOCUPA?

¡Oh no! Parece que se ha estropeado el silenciador del tubo de escape... Tendré que llevarlo a reparar... Pero ahora no tengo dinero... Tal vez pueda coger el dinero de la matrícula de Jamie...Pero ¿qué pasará si luego no puedo pagar su matrícula?... Bueno, el último informe del instituto ha sido francamente desalentador... Es muy probable que sus notas sigan siendo malas y finalmente no pueda matricularse en la universidad. El silenciador sigue haciendo ruido...

Así es como la mente obsesionada da vueltas y más vueltas, una y otra vez, a un culebrón aparentemente interminable de preocupaciones concatenadas. El ejemplo anterior nos los proporcionan Lizabeth Roemer y Thomas Borkovec, psicólogos de la Pennsylvania University State, cuya investigación sobre la preocupación —el núcleo fundamental de la ansiedad— ha llamado la atención sobre el tema de los artistas y de los científicos neuróticos. « Según parece, una vez iniciado, no hay modo alguno de detener el ciclo de la preocupación. En el extremo opuesto, la reflexión constructiva acerca de un problema —una actividad sólo en apariencia similar a la preocupación— puede permitirnos dar con la solución adecuada».

En realidad, toda preocupación se asienta en el estado de alerta ante un peligro potencial que, sin duda alguna, ha sido esencial para la supervivencia en algún momento de nuestro proceso evolutivo. Cuando el miedo activa nuestro cerebro emocional, una parte de la ansiedad centra nuestra atención en la amenaza, obligando a la mente a buscar obsesivamente una salida y a ignorar todo lo demás. La preocupación constituye, pues, en cierto modo, una especie de ensayo en el que consideramos las distintas alternativas de respuesta posibles. En este sentido, la función de la preocupación consiste, por consiguiente, en una anticipación de los peligros que pueda presentamos la vida y en la búsqueda de soluciones positivas ante ellos.

El problema surge cuando la preocupación se hace crónica y reiterativa, cuando se repite continuamente sin procuramos nunca una solución positiva. Un análisis más detenido de la preocupación crónica evidencia que ésta presenta todos los rasgos característicos propios de un secuestro emocional moderado: parece no proceder de ninguna parte, es incontrolable, genera un ruido constante de ansiedad, se muestra impermeable a todo razonamiento y encierra a la persona preocupada en una actitud unilateral y rígida sobre el asunto que la preocupa. Cuando el ciclo de la preocupación se intensifica y persiste, ensombrece el hilo argumental hasta desembocar en arrebatos nerviosos, fobias, obsesiones, compulsiones y auténticos ataques de pánico. En cada uno de estos desórdenes la preocupación se centra en un contenido diferente: en el caso de la fobia, la ansiedad se fija en la situación temida; en las obsesiones, se ocupa en impedir algún posible desastre; por último, en los ataques de pánico suele gravitar en torno a la muerte o a la misma posibilidad de sufrir un ataque de pánico.

El denominador común de todas estas condiciones es una falta de control sobre el ciclo de la preocupación. Por ejemplo, una mujer aquejada de un trastorno obsesivo-compulsivo se veía obligada a ejecutar una serie de ceremonias rituales que le ocupaban la mayor parte del tiempo que pasaba despierta, como ducharse durante cuarenta y cinco minutos varias veces o lavarse las manos cinco minutos seguidos veinte o más veces al día. No se sentaba a menos que antes hubiera limpiado el asiento con alcohol para esterilizarlo. Tampoco podía tocar a niño o a animal alguno porque, según decía, estaban «demasiado sucios». En realidad, todos estos comportamientos compulsivos estaban motivados por un miedo mórbido a los gérmenes, puesto que albergaba el temor constante de que, si no se lavaba y esterilizaba, terminaría enfermando y moriría.”

Otra mujer que estaba siendo tratada de un «trastorno de ansiedad generalizada» —la etiqueta psicológica utilizada para referirse a una persona excesivamente aprensiva— respondió del siguiente modo a la petición de que durante un minuto expresara en voz alta sus preocupaciones:

«—Podría no hacerlo bien. Sonaría tan artificial que no nos permitiría hacernos una idea correcta de la realidad de mi problema y lo que necesitamos es comprender esa realidad... Porque si no vemos la realidad jamás me pondré bien y, si no me pongo bien, jamás podré llegar a ser feliz.»

En este despliegue de preocupación sobre preocupación, el mismo hecho de pedirle al sujeto que expresara en voz alta sus preocupaciones durante un minuto provocó una escalada que terminó desembocando, poco después, en una conclusión auténticamente catastrófica: «jamás llegaré a ser feliz». El ciclo de la preocupación suele comenzar con un relato interno que salta de un tema a otro y que no suele incluir la representación imaginaria del infortunio en cuestión. En efecto, las preocupaciones son de carácter más auditivo que visual -es decir, se expresan en palabras y no en imágenes—, un hecho muy importante a la hora de intentar controlarlas.

Borkovec y sus colegas comenzaron a estudiar la preocupación en si misma cuando estaban tratando de encontrar un tratamiento para el insomnio. La ansiedad, como han observado otros investigadores, tiene una manifestación cognitiva —los pensamientos preocupantes— y otra somática, evidenciada por los síntomas fisiológicos típicos de la ansiedad (como el sudor, la aceleración del ritmo cardíaco o la tensión muscular). Sin embargo, lío como descubrió Borkovec, el problema principal de la gente que padece insomnio no es la excitación somática sino los pensamientos intrusivos. Se trata de aprensivos crónicos que no pueden dejar de estar preocupados, por más cansados que se encuentren. Lo único que parece ayudarles a conciliar el sueño es el hecho de alejar su mente de las preocupaciones, focalizándola, en su lugar, en las sensaciones producidas por el ejercicio de algún tipo de relajación. Resumiendo: se puede cortar el círculo vicioso de la preocupación cambiando el foco de la atención.

Sin embargo, la mayoría de las personas aprensivas no parecen responder a este método, y según Borkovec, esto se debe a que el ciclo de la preocupación proporciona una recompensa parcial que refuerza el hábito. El aspecto positivo, por así decirlo, de la preocupación, es que constituye una forma de afrontar las amenazas potenciales y los peligros que puedan cruzarse en nuestro camino. Como ya hemos dicho, la verdadera función de la preocupación es la de constituir una especie de ensayo frente a esas amenazas que nos ayuda a encontrar posibles soluciones.

Pero el hecho es que este aspecto de la preocupación no siempre resulta adecuado. Las soluciones originales y las formas creativas de encarar un problema no suelen estar ligadas a la preocupación, especialmente en el caso de la preocupación crónica. En lugar de buscar una posible solución a los problemas potenciales, los aprensivos se limitan simplemente a dar vueltas y más vueltas en torno al peligro, profundizando así el surco del pensamiento que les atemoriza. Los aprensivos crónicos pueden albergar miedos frente a un amplio abanico de situaciones —la mayoría de ellas con escasas probabilidades de ocurrir— y advierten peligros en el viaje de la vida que los demás no llegamos siquiera a barruntar.

Sin embargo, según confirmaron a Borkovec algunas de estas personas, aunque la preocupación pueda ayudarles, lo cierto es que tiende a autoperpetuarse y a girar incesantemente en tomo a un mismo y angustioso pensamiento. Pero ¿por qué la preocupación puede terminar convirtiéndose en una especie de adicción mental? Posiblemente porque, como señala Borkovec, el hábito de la preocupación tiene una función similar al de la superstición.

La gente suele preocuparse por cosas que tienen muy pocas probabilidades de ocurrir —como la muerte de un ser querido en un accidente de aviación, la bancarrota y similares—, y todo este proceso, al menos en lo que se refiere al cerebro límbico, tiene algo de mágico. Así, del mismo modo que un amuleto nos protege de algún daño anticipado, la preocupación proporciona la confianza psicológica necesaria para hacer frente a los peligros que nos obsesionan.
Una forma de trabajo con la preocupación

Ella se había trasladado desde el Medio Oeste hasta Los Angeles porque un editor le había ofrecido trabajo pero, una vez ahí, se enteró de que la editorial había sido comprada por otra empresa y se quedó sin él. Entonces empezó a trabajar como escritora independiente, una profesión muy inestable que lo mismo la sobrecargaba de trabajo que la colocaba en una precaria situación económica. No era infrecuente que tuviera que racionar las llamadas telefónicas y por vez primera carecía de seguro de enfermedad. Aquella inestabilidad la hacía sentirse tan angustiada que no tardó en descubrirse teniendo pensamientos sombríos sobre su salud, convencida de que su dolor de cabeza era el síntoma de un tumor cerebral e imaginando que iba a sufrir un accidente cada vez que tomaba el coche. Muchas veces se descubría completamente perdida en una interminable secuencia de preocupaciones que la envolvían como una especie de neblina. Como ella misma decía, sus obsesiones habían acabado convirtiéndose en una especie de adicción.

Borkovec también menciona otra ventaja adicional de la preocupación, ya que, mientras la persona se halla inmersa en sus pensamientos obsesivos, no parece reparar en las sensaciones subjetivas de ansiedad (el aumento del ritmo cardíaco, la sudoración, los temblores, etcétera) suscitadas por esos mismos pensamientos. Así pues, la persistencia de la preocupación parece silenciar esa ansiedad, al menos en lo que respecta al ritmo cardíaco. Al parecer, la secuencia de la preocupación es la siguiente: la persona comienza adviniendo algo que suscita la idea de alguna amenaza o un peligro potencial, una catástrofe imaginaria que, a su vez, desencadena un ataque moderado de ansiedad: luego el aprensivo se sumerge en una serie de pensamientos de angustia, cada uno de los cuales desata nuevas preocupaciones. Mientras la atención permanezca circunscrita a este ámbito obsesivo y se mantenga focalizada en este tipo de pensamientos, conseguirá apartar de su mente la imagen original catastrófica que disparó la ansiedad. Como descubrió Borkovec, las imágenes son más poderosas que los pensamientos a la hora de activar la ansiedad fisiológica. Es por esto por lo que la inmersión en los pensamientos y la exclusión de las imágenes catastróficas es capaz de aliviar parcialmente la angustia. Y. en ese sentido, la preocupación se ve reforzada porque constituye una suerte de antídoto parcial de la angustia.

Pero la preocupación crónica también resulta frustrante porque se constituye una secuencia de ideas obsesivas y estereotipadas que no aportan ninguna solución creativa que contribuya realmente a resolver el problema. Esta rigidez no sólo se manifiesta en el contenido mismo del pensamiento obsesivo —que simplemente se limita a repetir la misma idea una y otra vez— sino también a nivel neurológico, en donde parece presentarse una cierta inflexibilidad cortical y una incapacidad del cerebro emocional para adaptarse a las circunstancias cambiantes. En resumen, pues, aunque la preocupación crónica funcione en ciertos sentidos, no lo hace en otros aspectos mucho más importantes. Tal vez pueda disipar parcialmente la ansiedad, pero jamás contribuirá a aportar la solución a un determinado problema.

En cualquier caso, no hay nada más difícil para un aprensivo crónico que seguir el consejo que más frecuentemente se le brinda: «deja de preocuparte» (o peor todavía: «no te preocupes; se feliz»). No olvidemos el papel que desempeña la amígdala en el desarrollo de las preocupaciones crónicas, un papel que justifica su irrupción inesperada y su persistencia una vez que han hecho su aparición en escena. Sin embargo, la investigación realizada por Borkovec le ha permitido elaborar un método sencillo que puede ayudar a los aprensivos crónicos a controlar su hábito.

El primer paso consiste en tomar conciencia de uno mismo y registrar el primer acceso de preocupación tan pronto como sea posible. En circunstancias ideales, este registro debería tener lugar inmediatamente, en el mismo instante en que una fugaz imagen catastrófica pone en marcha el ciclo de la preocupación y la ansiedad. En este sentido, el adiestramiento propuesto por Borkovec consiste en comenzar enseñándoles a darse cuenta de los signos de la ansiedad y, en especial, adiestrándoles a identificar las situaciones, las imágenes y los pensamientos ocasionales que desencadenan el ciclo de la preocupación y las sensaciones corporales de ansiedad que las acompañan. Con el debido entrenamiento, la persona puede llegar a captar el surgimiento de la preocupación en un momento cada vez más cercano al inicio de la espiral de la ansiedad. También es posible recurrir al aprendizaje de alguna técnica de relajación que la persona pueda aplicar apenas advierta el inicio del ciclo y ejercitarse en ella hasta ser capaz de utilizarla adecuadamente en el momento preciso.

Sin embargo, la relajación no basta por sí sola. Las personas aprensivas también deben afrontar más activamente los pensamientos perturbadores porque, de lo contrario, la espiral de la preocupación volverá a iniciarse una y otra vez. El siguiente paso consiste en adoptar una postura crítica ante las creencias que sustentan la preocupación. ¿Cabe ciertamente la posibilidad de que ocurra el acontecimiento temido? ¿Es algo absolutamente necesario y no existe más alternativa que aceptarlo? ¿Hay algo positivo que pueda hacerse al respecto? ¿Realmente me sirve de algo dar vueltas y más vueltas a los mismos pensamientos?

Esta combinación de atención y sano escepticismo puede servir para frenar la activación neurológica que subyace a la ansiedad moderada. La inducción activa de este tipo de pensamientos puede terminar inhibiendo el impulso límbico que alimenta la preocupación. Paralelamente, la inducción activa de un estado de relajación contrarresta las señales de ansiedad que el cerebro emocional envía a todo el cuerpo.
extraido de inteligencia emocional
daniel goleman

De hecho, como señala Borkovec, estas estrategias determinan un curso de actividad mental que es incompatible con la preocupación. La reiterada persistencia de un determinado pensamiento obsesivo aumenta su poder persuasivo pero, en el caso de que logremos desviar la atención hacia un abanico de alternativas igualmente plausibles, evitaremos tomar ingenuamente como verdaderos los pensamientos que nos obsesionan. Este método se ha mostrado eficaz para aliviar este contumaz hábito hasta con aquellas personas cuyas preocupaciones son tan serias como para merecer un diagnóstico psiquiátrico.

Por otra parte, sería también recomendable —e incluso diríamos que sería una señal de autoconciencia— que las personas cuyas preocupaciones son tan graves como para desembocar en fobias, trastornos obsesivo—compulsivos o ataques de pánico, recurrieran a la medicación para tratar de interrumpir este círculo vicioso. No obstante, una reeducación emocional a través de la terapia sigue siendo imprescindible para disminuir la probabilidad de que los trastornos de ansiedad vuelvan a presentarse una vez que se haya dejado la medicación.
EL CONTROL DE LA TRISTEZA

La tristeza es el estado de ánimo del que la gente más quiere despojarse y Diane Tice descubrió que las estrategias para conseguirlo son muy variadas. Sin embargo, no debería evitarse toda tristeza porque, al igual que ocurre con cualquier otro estado de ánimo, tiene sus facetas positivas. La tristeza que provoca una pérdida irreparable, por ejemplo, suele ir acompañada de ciertas consecuencias: disminuye el interés por los placeres y diversiones, fija la atención en aquello que se ha perdido e impone una pausa momentánea que renueva nuestra energía para permitirnos acometer nuevas empresas. La tristeza, en suma, proporciona una especie de refugio reflexivo frente a los afanes y ocupaciones de la vida cotidiana, que nos sume en un periodo de retiro y de duelo necesario para asimilar nuestra pérdida, un período en el que podemos ponderar su significado, llevar a cabo los ajustes psicológicos pertinentes y, por último, establecer nuevos planes que permitan que nuestra vida siga adelante.

Pero, si bien la tristeza es útil, la depresión, en cambio, no lo es. William Styron nos brinda una elocuente descripción de «las múltiples manifestaciones de la postración», entre las que se cuentan el «odio hacia uno mismo», «la falta de autoestima», «la pesadumbre enfermiza» que va acompañada de una «sombría constricción, cierta sensación de sobrecogimiento y alienación y, por encima de todo, de una ansiedad abrumadora». También podemos enumerar las secuelas intelectuales que acompañan a ese estado: «confusión, imposibilidad de concentrarse y pérdida de memoria» y, en un nivel más intenso, la mente se ve «caóticamente distorsionada» y «los procesos mentales se ven arrastrados por una marea tóxica y abyecta que impide cualquier posible respuesta satisfactoria al mundo en que uno vive». Además, este estado también tiene sus correlatos físicos: el insomnio, la apatía, «una sensación de embotamiento, nerviosismo y, más concretamente, una extraña fragilidad» que van acompañados de «un inquietante desasosiego». A todo ello debemos añadir también la disminución de la capacidad de gozar de las situaciones: «todas las facetas de la sensibilidad se vuelven difusas y hasta la comida parece completamente insípida». Señalemos, por último, que toda esperanza se disipa dejando el residuo de una «gris llovizna de congoja» que genera una desesperación tan palpable como el dolor físico, un dolor tan insoportable que la única solución posible parece ser el suicidio.

En el caso de una depresión mayor como la descrita, la vida se paraliza y parece que no exista la menor alternativa para salir de la situación. Los mismos síntomas de la depresión indican que el flujo de la vida ha quedado estancado. En el caso de Styron, la medicación y la terapia no sirvieron de gran cosa sino que fue el paso del tiempo y el internamiento en un hospital lo que finalmente despejó su abatimiento. Pero, en lo que se refiere a la mayoría de las personas, especialmente a aquéllas aquejadas de depresiones más benignas, la psicoterapia y la medicación pueden ser de gran ayuda. El Prozac es el tratamiento de moda, pero existe más de una docena de fármacos que pueden ser útiles para tratar la depresión.

Sin embargo, mi principal centro de interés es la tristeza común, o la simple melancolía que, en sus manifestaciones más extremas, puede llegar a convertirse, técnicamente hablando, en una «depresión subclínica». Las personas con suficientes recursos internos pueden manejar por sí solas este tipo de melancolía pero, por desgracia, algunas de las estrategias más frecuentemente empleadas resultan francamente perjudiciales y no hacen más que empeorar la situación. Una de estas estrategias consiste en aislarse, lo cual, si bien puede resultar atractivo cuando nos sentimos abatidos, también contribuye a aumentar nuestra sensación de soledad y desamparo. Esto puede explicar, en parte, por qué Tice constató que la táctica más extendida para combatir la depresión son las actividades sociales, es decir, salir a comer, ir a ver un acontecimiento deportivo o al cine; en resumen, compartir algún tipo de actividad con los amigos o con la familia. Este tipo de actividades puede ser muy eficaz siempre que quede claro que el objetivo que se pretende lograr es que la mente se olvide de su tristeza porque, en caso contrario, sólo conseguirá perpetuar su estado de ánimo.

En realidad, uno de los principales determinantes de la duración y la intensidad de un estado depresivo es el grado de obsesión de la persona. Preocuparse por aquello que nos deprime sólo contribuye a que la depresión se agudice y se prolongue más todavía. En la depresión, la preocupación puede adoptar diferentes formas, aunque, sin embargo, todas ellas se focalizan en algún aspecto de la depresión misma como, por ejemplo, el agotamiento, la escasa motivación, la faltade energía o el poco rendimiento.

Pero, por regla general, ninguno de estos pensamientos va acompañado de una acción decidida a subsanar el problema. Según la psicóloga de Stanford Susan Nolen—Hoeksma, que se ha ocupado de estudiar a fondo el pensamiento obsesivo en las personas deprimidas, otras estrategias habituales son las de «aislarse, dar vueltas a lo mal que nos sentimos, temer que nuestra pareja se aburra de nosotros y pueda llegar a abandonarnos o no dejar de preguntarnos si vamos a padecer otra noche de insomnio». La persona deprimida puede tratar de justificar este tipo de comportamiento aduciendo que «sólo intenta conocerse mejor a sí misma». Pero el hecho es que, en la mayoría de los casos, el deprimido sólo se dedica a alimentar el sentimiento de tristeza sin ocuparse de hacer nada que pueda sacarle realmente de su estado de ánimo. La terapia puede resultar muy útil a la hora de reflexionar sobre las causas profundas de la depresión, siempre que no se trate de una mera inmersión pasiva —que sólo contribuye a empeorar la situación y nos permita acceder a visiones o a acciones tendentes a cambiar las condiciones que la motivaron—.

Asimismo, el pensamiento obsesivo puede agudizar la depresión en cuanto que establece condiciones más depresivas, si cabe. Nolen—Hoeksma nos habla, por ejemplo, del caso de una vendedora aquejada de depresión que estaba tan preocupada que no realizaba las llamadas telefónicas tan necesarias para su trabajo. Entonces las ventas disminuyeron, lo cual reforzó su sensación de fracaso y consolidó su depresión. La distracción, por el contrario, le habría permitido acopiar la energía necesaria para hacer aquellas llamadas y también le habría servido para escapar de las atenazadoras garras de la tristeza. Con ello, las ventas se habrían incrementado y habría fortalecido la confianza en si misma, contribuyendo así, en consecuencia, a reducir su depresión.

Según Nolen—Hoeksma, las mujeres son más proclives que los hombres a obsesionarse cuando están deprimidas, lo cual podría explicar el hecho de que la cifra de mujeres diagnosticadas de depresión duplique a la de hombres. Obviamente, éste no es el único factor que tener en cuenta, porque las mujeres también son más proclives a expresar abiertamente su angustia y tienen más motivos para deprimirse. Los hombres, por su parte, como muestran las estadísticas, doblan a las mujeres en su predisposición a ahogar sus penas en alcohol.

Ciertas investigaciones han puesto de manifiesto que la terapia cognitiva orientada a modificar estas pautas de pensamiento resulta tan eficaz como la medicación a la hora de tratar la depresión leve, y es superior a ella en cuanto a prevenir su retorno. Dos estrategias, en concreto, se han mostrado especialmente eficaces en esta lucha: una de ellas consiste en aprender a afrontar los pensamientos que se esconden en el mismo núcleo de la obsesión, cuestionar su validez y considerar alternativas más positivas. La otra consiste en establecer deliberadamente un programa de actividades agradables que procure alguna clase de distracción.

Una de las razones por las cuales la distracción puede ser un remedio eficaz es que los pensamientos depresivos tienen un carácter automático y se introducen de manera inesperada en la mente. Aun en el caso de que la persona deprimida trate de eliminar los pensamientos obsesivos, no resulta fácil conseguirlo.

Una vez que el tren de los pensamientos depresivos se ha puesto en marcha resulta muy difícil detener el continuo proceso de asociaciones mentales que desencadena. Un estudio realizado con personas deprimidas a quienes se pidió que ordenaran frases con palabras desordenadas al azar, tuvieron mucho más éxito con los mensajes negativos («el futuro me parece sombrío») que con los más optimistas («el futuro me parece espléndido»). La depresión es un estado de ánimo que tiende a perpetuarse y a eclipsar incluso las distracciones elegidas por el sujeto. Cuando Richard Wenzlaff, psicólogo de la Universidad de Texas, llevó a cabo una investigación en la que proporcionó a varias personas deprimidas una lista de actividades para apartar de sus mentes un hecho triste como, por ejemplo, la muerte de un amigo, casi todos ellos eligieron las alternativas menos risueñas. En su opinión, las personas deprimidas deben hacer el sobreesfuerzo de prestar atención a algo que pueda animarles y poner un cuidado especial en no elegir inconscientemente todo aquello que les hunda nuevamente (como, por ejemplo, una película o una novela muy triste).
Los elevadores del estado de ánimo

Imagine que está conduciendo en medio de la niebla por una carretera desconocida, empinada y tortuosa, y que, de pronto, un coche sale bruscamente de una vía lateral pocos metros delante de usted sin darle tiempo siquiera a detenerse. Lo único que puede hacer es pisar a fondo el pedal del freno, con lo cual su vehículo derrapa de un lado a otro de la calzada. Un instante antes de oír el ruido del impacto metálico y de los cristales rotos, se da cuenta de que el otro coche está lleno de niños y de que es un transporte escolar que va camino de la escuela. Luego, tras el breve silencio que sucede a la colisión, oye un coro de llantos y se las arregla como puede para correr hasta el otro coche. Entonces descubre consternado que uno de los niños está tendido en el suelo completamente inerte y se siente invadido por el sentimiento de culpa de haber sido el causante de una tragedia...

Escenas tan estremecedoras como la que acabamos de describir se utilizaron en uno de los experimentos realizados por Wenzlaff para impresionar a los sujetos que participaban en él. La tarea que debían llevar a cabo era la de apartar la escena de sus mentes y registrar, durante un periodo de nueve minutos, el número de pensamientos ligados a la escena. Este experimento puso de relieve que, a medida que iba pasando el tiempo, la mayoría de los participantes tendían a pensar cada vez menos en las escenas perturbadoras, pero los deprimidos, por el contrario, mostraban un marcado incremento en el número de pensamientos intrusivos, llegando incluso a pensar tangencialmente en la escena mientras se hallaban inmersos en actividades distractivas.

Y, lo que es todavía más significativo, los voluntarios deprimidos solían distraerse recurriendo a otro tipo de pensamientos aflictivos para tratar de apartar de su mente la escena en cuestión.

Como me dijo Wenzlaff: «las asociaciones de pensamientos no sólo se basan en su contenido sino también según el propio estado de ánimo. Las personas contamos con un repertorio de pensamientos negativos que acuden a nuestra mente con mayor facilidad cuando estamos alicaídos. Quienes son más proclives a la depresión tienden a establecer fuertes lazos asociativos entre estos pensamientos, de modo que, una vez que se ha evocado un determinado estado de ánimo negativo, resulta mucho más difícil suprimirlo. Por más irónico que pueda parecer, las personas deprimidas tienden a distraerse recurriendo a otros pensamientos depresivos, con lo cual lo único que consiguen es profundizar todavía más su depresión».

Según afirma una teoría, el llanto puede constituir un método natural para reducir los niveles de neurotransmisores cerebrales que alimentan la angustia. Pero, aunque el hecho de llorar puede romper a veces el maleficio de la tristeza, también puede obsesionar a la persona con la causa de su aflicción. La idea de que «el llanto es bueno» resulta un tanto equívoca porque, cuando refuerza el ciclo de pensamientos obsesivos, sólo sirve para prolongar el sufrimiento. La distracción, en cambio, es capaz de romper la cadena de pensamientos sombríos que sostiene a la depresión. Una de las teorías imperantes que explica el éxito de la terapia electroconvulsiva en el tratamiento de la mayor parte de las depresiones graves se basa en el hecho de que provoca una pérdida de memoria a corto plazo y, en consecuencia, los pacientes mejoran simplemente porque no pueden recordar el motivo de su tristeza. Como descubrió Diane Tice, muchas personas se sacuden las flores mustias de la tristeza con entretenimientos tales como la lectura, la televisión, el cine, los videojuegos, los rompecabezas, el sueño y las ensoñaciones diurnas como, por ejemplo, divagar acerca de unas fantásticas vacaciones. Wenzlaff añade que las distracciones más eficaces son aquéllas que pueden cambiar nuestro estado de ánimo como, por ejemplo, un apasionante acontecimiento deportivo, una película divertida o un libro interesante. (Advirtamos también, en este punto, que algunas distracciones pueden contribuir a perpetuar la depresión, como lo demuestran los estudios llevados a cabo con telespectadores empedernidos. que han puesto de relieve que, después de una sesión de televisión, suelen hallarse todavía más deprimidos que antes de ella.)

Según Tice, el aerobic es una de las tácticas más eficaces para sacudirse de encima tanto la depresión leve como otros estados de ánimo negativos. Pero el caso es que los beneficios derivados de este elevador del estado de ánimo resultan más palpables en las personas perezosas, es decir, en aquéllas que no suelen practicar este tipo de ejercicios. Quienes se atienen a una rutina diaria de ejercicio físico obtienen, por el contrario, más beneficios de este tipo antes de llegar a consolidar el hábito. De hecho, quienes practican habitualmente un deporte obtienen el efecto inverso sobre el estado de ánimo y se sienten peor en aquellos días en los que se saltan su rutina. La eficacia del ejercicio parece radicar en su poder para cambiar la condición fisiológica provocada por el estado de ánimo: la depresión constituye un estado de baja activación mientras que el aerobic, en cambio, eleva el tono corporal. Por el mismo motivo, las técnicas de relajación -que reducen el nivel general de activación física— funcionan adecuadamente para tratar la ansiedad (que es un estado de alta activación fisiológica) pero resultan inadecuadas para el tratamiento de la depresión. En todo caso, cada uno de estos enfoques parece romper el ciclo de la depresión y de la ansiedad, porque pone al cerebro en un nivel de actividad incompatible con el estado emocional que lo embarga.

Tratar de infundirse ánimo a si mismo mediante regalos y placeres sensoriales constituye otro antídoto muy difundido para combatir la tristeza. Entre los métodos más utilizados por las personas para aliviar su depresión podemos enumerar el tomar un baño caliente, disfrutar de las comidas favoritas, escuchar música o hacer el amor. Hacerse un regalo o invitarse a uno mismo para tratar de desprenderse de un estado de ánimo negativo es una estrategia muy común entre las mujeres, como también lo es, en general, ir de compras. Tice descubrió asimismo que el hecho de comer es una estrategia bastante generalizada entre las estudiantes universitarias —una media tres veces superior a los hombres— para calmar la depresión. Los hombres, por su parte, parecen mostrar una inclinación cinco veces superior a las mujeres hacia el consumo de drogas y alcohol. Pero el hecho de recurrir al alcohol o a la comida como antídotos para la depresión constituye una estrategia que tiene sus obvias contraindicaciones. La sobrealimentación suele provocar remordimientos mientras que el alcohol, por su parte, es un depresor del sistema nervioso central cuyas secuelas se suman a las de la misma depresión.

Según Tice, una aproximación más constructiva para elevar el estado de ánimo consiste en proyectar una actividad que pueda proporcionarnos un pequeño triunfo o un éxito fácil como, por ejemplo, acometer alguna tarea doméstica que hayamos pospuesto (como cercar el jardín, por ejemplo) o concluir alguna actividad pendiente que hayamos estado evitando. Por el mismo motivo, los cambios de imagen, aunque sólo sea en la forma de vestirnos o de arreglarnos, también pueden resultar beneficiosos.

Uno de los antídotos más eficaces contra la depresión —muy poco utilizado, por cierto, fuera del contexto de la terapia— es la llamada reestructuración cognitiva o, dicho de otro modo, tratar de ver las cosas desde una óptica diferente. Es natural lamentarse por el fin de una relación o sumergirse en pensamientos autocompasivos como, por ejemplo, «esto significa que siempre estaré solo», pensamientos que no hacen más que fortalecer la sensación de desesperación. Sin embargo, el hecho de recapacitar y reconsiderar los aspectos negativos de la relación o de ver que esa relación de pareja no era la adecuada —en otras palabras, reconsiderar la pérdida desde una perspectiva diferente, bajo una luz más positiva— puede servir de adecuado antídoto a la tristeza.

Por esta misma razón, los pacientes aquejados de cáncer, sea cual sea la gravedad de su estado, se encuentran de mejor humor cuando pueden pensar en otro paciente cuyo estado es todavía peor («a fin de cuentas yo no estoy tan mal.; por lo menos puedo andar»), mientras que, por el contrario, quienes se comparan con personas sanas solo consiguen deprimirse más. Este tipo de comparaciones resulta sorprendentemente estimulante porque lo que parecía desesperanzador pierde súbitamente sus connotaciones negativas.

Otro eficaz elevador del estado de ánimo consiste en ayudar a quienes lo necesitan. Puesto que la depresión se alimenta de obsesiones y preocupaciones que giran en torno a uno mismo, el hecho de ayudar a quien se halla afligido puede contribuir a que nos desembaracemos de este tipo de preocupaciones. De este modo, entregarse a una actividad de voluntariado —hacerse entrenador de la liga infantil, convertirse en una especie de hermano mayor o ayudar a los indigentes— constituye, según Tice, uno de las estrategias más adecuadas, pero también menos frecuentes, para elevar el estado de ánimo.

Debemos señalar, por último, que existen también personas que pueden encontrar cierto alivio a su tristeza orientándose hacia un poder trascendente. Según me dijo Tice: «la oración constituye una actividad especialmente indicada para elevar el estado de ánimo de las personas con una orientación religiosa».

Pensamientos negativos


fuente:Autor: Lilisú
Pensamientos negativos
Pensamientos negativos
¿Cómo deshacerme de ellos?

Algunas veces, cuando sentimos que hemos sufrido mucho y no queremos mas dolor nos acostumbramos a construir un mecanismo de defensa que al final resulta más doloroso y angustiante que la circunstancia misma que estamos viviendo.

Puede suceder que, sin darnos cuenta, generamos pensamientos negativos porque sentimos que nos protegen del dolor: si pienso que todo va a salir mal y sale mal, entonces no me dolerá tanto porque yo ya estaba preparado.


Por ejemplo, si tengo que presentarme a una entrevista de trabajo dentro de una semana y quiero protegerme del dolor que me va a causar el no quedar seleccionado, comienzo a planificar un montón de estrategias y alternativas para “solucionar la situación”.

Paso una semana anticipándome al dolor en todas sus formas:

Si me rechazan entonces:

-Es que no valoran lo que yo valgo, entonces de todos modos no perderé gran cosa porque no valdría la pena trabajar en un sitio donde no me aprecien.

-Llamaré por teléfono a fulano y zutano para que me contacten con el amigo que tienen en tal empresa; no se acaba el mundo si no me aceptan.

-Debí terminar de graduarme y no dejar la tesis de grado a la mitad. Seguro que es por eso que no quedo.

-Ya me han rechazado en tres entrevistas, seguro tampoco me aceptan en esta, pero he sobrevivido antes y sobreviviré en esta situación.

Es incontable la cantidad de previsiones que la mente genera cada minuto para proveernos de un mecanismo de “aguantar el golpe que viene”.

¿Cómo acabar con esto?

En primer lugar hay que reconocer el verdadero problema.

En realidad, ¿el problema es que me rechacen para el puesto?


El verdadero problema acá es una creencia profundamente arraigada.
Vamos a trabajar con una clásica: YO NO SIRVO.

Si eres rechazado para el empleo y tu mente lo toma como una certificación de que NO SIRVES, estas dejando en manos de los demás la medida de tu propia valía.

Cuando tenemos que relacionarnos con figuras de autoridad que deben emitir una opinión en una situación donde nosotros somos los evaluados, les otorgamos un poder sobre nosotros, permitiendo que ellos nos digan quienes somos.

La opinión de ellos es eso: una opinión.

Si me gusta más el helado de chocolate que el de fresa. ¿Significa que la fresa es mala y no debe comerse? Por supuesto que no. Significa que para mí el chocolate es mejor y para otros es mejor la fresa. La fresa y el chocolate no tienen nada bueno o malo en si mismos es mi sistema de percepción que hace que me guste mas uno que otro.

Lo mismo sucede con la opinión de otros sobre nosotros. Una opinión no es una realidad, es simplemente la conclusión que saca una persona sobre otra de acuerdo con su mentalidad, sus sentimientos, su formación, su cultura, sus creencias y sus gustos en ese momento.

Aún tu mente racional puede oponerse a lo que estoy diciendo y decir: Pero ellos son expertos si dicen eso de mí es porque tienen razón. Ellos pueden ser expertos EN ESA ACTIVIDAD, pero no son expertos SOBRE TI.

El ÚNICO EXPERTO SOBRE TI ERES TÚ.

¿Qué sucedió con el medallista Olímpico Mark Spitz cuando su entrenador lo abandonó porque pensó que no tenía futuro?
Mark Spitz persistió y con fe en si mismo, buscó otro entrenador y ganó siete medallas olímpicas.


Si consideras que sí tienes talento pero no te valoraron, ejerce tu autoridad sobre ti mismo y sigue en lo que tú sabes que eres talentoso. La máxima autoridad sobre ti mismo eres tú. Nadie más.

Si en esa actividad consideras que no tienes talento, entonces lo tienes en otra actividad: busca esa otra actividad y realízala.

Nada falta y nada sobra en el universo. Tal como lo dijo Einstein: La energía no se crea ni se destruye sino que se transforma.

No te falta ni te sobra nada. Tienes un lugar en la vida que tú y solo tú puedes ocupar.
Existe un lugar donde tus meritos, tu unicidad y tu talento son totalmente reconocidos y valorados.

Si estuvieras totalmente seguro de que eres una persona valiosa, tendrías la absoluta convicción de que vendrá el verdadero empleo que te conviene.
Tu seguridad en tu propia valía, por Ley de Atracción te pondrá en el camino adecuado para contactarte con ese sitio donde puedas expresar maravillosamente tus talentos.

Ahora veamos qué sucede si vas a la entrevista de trabajo y obtienes el empleo: viene una alegría que, luego de un tiempo, es seguida de otras preocupaciones: ¿me darán el ascenso?, ¿me darán el aumento? y la historia de repite una y otra vez.

Así transcurre el resto de tu vida en un estrés incesante producido por una creencia profundamente arraigada que no te deja vivir en paz. Entonces el cuerpo sometido a este estrés constante comienza a enfermarse: gastritis, falta de sueño, dolores de espalda y la historia se hace infinitamente agobiante.

Puede ser que mientras leas estas líneas tu estés pensando: okey reconocí el problema. ¿Cómo hago para lidiar con esto durante una semana, un mes, un año, el resto de mi vida?

Lo primero es construirse hábitos diferentes en forma progresiva.

Tenemos años alimentando pensamientos negativos pero queremos que se solucione de la noche a la mañana. Por más increíble que parezca nos hemos acostumbrado a estos pensamientos y hay una parte de nosotros que se resiste ferozmente a soltarlos. Esos pensamientos negativos fueron construidos por nosotros para ser nuestros guardianes protectores contra el dolor.

Cada vez que llega un pensamiento negativo en lugar de oponerte a éste. Escúchalo atentamente y date las gracias a ti mismo por tu deseo de protegerte.

Luego te despides del pensamiento negativo: Gracias, pero no te necesito mas, te doy permiso para que te vayas. Imagina que estas “despidiendo” a un empleado que te sirvió durante muchos años y que ya debe marcharse. Para ser alguien de autoridad en el mundo, ejerce primero en ti mismo tu propia autoridad y GERENCIA TU MENTE.

Seguidamente haces una afirmación positiva. Es decir, contratas a otro empleado que ocupe el puesto y puedes decirte algo como: “Soy una persona valiosa y digna de ser amada y reconocida” o cualquier afirmación que se conecte contigo.

Ante la infinita cantidad de pensamientos negativos a diario, es importante construirse un sistema de afirmaciones para cada día.

Puedes decir: Tengo muchos pensamientos negativos pero hoy voy a pensar aunque sea una vez al día en esta afirmación y seguidamente lees o mentalmente dices tu afirmación. Puedes programar la alarma de tu celular (móvil) para que te recuerde hacer tu afirmación. Así como algunas personas programan una alarma para tomarse una pastilla, programa una alarma para tomarte una pastilla de pensamiento positivo. Tu mente también la puede necesitar.

Progresivamente aumenta a dos veces al día decir tu afirmación. No importa si son solo son dos afirmaciones positivas y el resto del día fueron pensamientos negativos. Trátate con gentileza, es posible que los pensamientos negativos se presenten una y otra vez. No te critiques por eso. La mente se va acostumbrando progresivamente, date tiempo.

Hay gente que acostumbra a guardar un peso, 50 céntimos, 100 bolívares, o lo que sea, cada vez que se descubren un pensamiento negativo. Luego al finalizar la semana, se compran con ese dinero algo bonito para premiar su esfuerzo.
Algunos, a manera de chiste, me han comentado que si hacen eso que yo digo, se les va el sueldo del mes pero lo más importante acá es ser constante.

diferencia preocupaciones,obsesiones


fuente:http://www.psicoadan.com
Todos tenemos o hemos tenido en algún momento de nuestra vida preocupaciones, ideas desagradables, inquietudes, problemas que nos resultan difíciles de retirar de nuestra mente, es decir, ideas incómodas, pero... ¿qué diferencia las preocupaciones normales de la vida diaria de las obsesiones?.

Una obsesión es una idea intrusa en nuestro pensamiento, que no sólo nos preocupa enormemente produciéndonos una gran ansiedad, sino que además nos resulta prácticamente imposible expulsar de nuestra cabeza a pesar de todos los esfuerzos que realicemos para lograrlo. Además, en algunas ocasiones las ideas obsesivas se refieren a temas relativamente poco importantes, aunque para la persona que se ve afectada por ellas en ese momento lo ve como algo grave.

Para verlo más claramente vamos a recurrir a un ejemplo:


Trastorno Obsesivo Compulsivo Una preocupación es cuando una madre le dice a su hijo que llegue a una hora a casa y, cuando éste se retrasa media hora, empieza a impacientarse por su tardanza.

Una obsesión es cuando en esa misma situación, antes de que el hijo se marche de casa, la madre no para de darle indicaciones de qué debe hacer en cada situación, y una vez que ha cerrado la puerta empieza a pensar en todo lo terrible que le puede pasar a su hijo fuera de su protección y de su control. Además, en este último caso la madre, a pesar de que intente distraerse o pensar en otra cosa, no para de darle vueltas a la posibilidad de que le ocurra algo malo a su hijo. Esto es lo que anteriormente hemos llamado idea intrusa.



Las obsesiones suelen venir seguidas de lo que se ha llamado compulsión. ¿Qué es una compulsión? Se trata de una acción que realizamos, ya sea a nivel de conducta o de pensamiento, para intentar aliviar la sensación de ansiedad de un pensamiento obsesivo. Volviendo al ejemplo anterior, la madre está obsesionada por si le puede pasar algo a su hijo, una compulsión sería llamarle cada cinco minutos al móvil para cerciorarse de que está bien, o si es religiosa, rezar hasta que vuelve. Es decir, una compulsión es cualquier tipo de actuación para compensar la obsesión y aliviarla momentáneamente.

Círculo del
Trastorno Obsesivo-Compulsivo

Ansiedad

Pensamiento obsesivo

Compulsión o Compensación

Disminución de la ansiedad


Es importante destacar que, ese alivio, es momentáneo y además contraproducente, puesto que en realidad poco tiempo después volverá a surgir el mismo pensamiento obsesivo con más fuerza que antes, por lo que se creará un círculo vicioso bastante peligroso y sin ninguna duda muy agobiante para la persona que está atrapada en él.

A continuación podemos ver un cuadro donde aparecen algunas de las obsesiones más frecuentes en este tipo de trastornos, junto con algunas compulsiones:
Obsesiones Compulsiones
Todo está sucio (obsesión de limpieza).


Lavarse las manos cada vez que se toca cualquier objeto o se tiene contacto con alguien.
Limpiar la casa de un modo reiterado donde otras personas no ven suciedad.
No tocar nada o hacerlo con guantes.


Todo está desordenado (obsesión de orden).


Ordenar las cosas (libros, comida, CDs...) alfabéticamente o guardando siempre el mismo orden.
Vigilar constantemente que todo esté en el mismo orden.
Dedicar exceso de tiempo a ordenar cada una de mis cosas y a comprobar que todo sigue igual.
No permitir que nadie irrumpa en mi orden.


Mi pareja me engaña (obsesión de celos).


Registrar el móvil, la cartera, el correo electrónico... de mi pareja, es decir, invadir la intimidad de la otra persona.
Interrogar a mi pareja cada vez que tengo el pensamiento obsesivo o me siento inseguro.
Provocar discusiones deliberadamente para comprobar la reacción del otro.


Puedo llegar a herir o matar a alguien o incluso a mi mismo (obsesión de muerte).


Huir de la gente que temo poder llegar a herir o, si el temor es hacerme daño a mi mismo, rodearme de personas que en un momento determinado me lo pudieran impedir.
Evitar o eliminar de mi vida el uso de objetos cortantes o dañinos.


Puedo contraer una enfermedad mortal en cualquier momento (obsesión de enfermedad).


Evitar animales que creo que pueden contagiarme alguna enfermedad...
Utilizar exceso de desinfectantes en la limpieza e higiene.
No tocar nada o hacerlo con guantes.
Visitar con frecuencia a médicos o especialistas que puedan confirmarme mi estado de salud.


Algo malo puede suceder si no tengo el control de todo (obsesión de control).


Revisar reiteradas veces antes de salir casa que, el gas, la luz, el agua... están cerrados.
Comprobar que he cerrado la puerta de casa o del coche reiteradas veces antes de continuar.
No salir de casa por temor a que suceda algo en ella en mi ausencia.

""La armonía llega a tu interior a través de tu mente. El predecesor de toda acción es el pensamiento".



obsesiones, ¿pánico?

""La armonía llega a tu interior a través de tu mente. El predecesor de toda acción es el pensamiento".

Wayne W. Dyer

Los trastornos de ansiedad son los más concurridos dentro de la patología neurótica del ser humano. En las salas de urgencias de Psiquiatría de cualquier hospital general suele observarse a diario cuando surge la crisis.
El episodio de crisis de pánico es quizás el más paralizante para la persona que lo vive porque el poder de los pensamientos en esos momentos es tan grande que la sensación de la persona es "ser atrapada por sí misma". La reacción: la huida del propio yo; algo realmente imposible.

Pero vamos a intentar ordenar el tema para vuestra comprensión, empezando por la definición de trastornos de ansiedad. La ansiedad es aquella emoción que sentimos cuando creemos vernos amenazados por algo o alguien. Es una respuesta innata en el ser humano que de niño le preserva de muchos peligros y es normal que se experimente en determinadas situaciones.
Cuando la ansiedad surge sin que haya ningún estímulo temerario que justifique su presencia, entonces es una respuesta innecesaria que debe tratarse como trastorno psicológico.

Según la clasificación psiquiátrica de las diferentes enfermedades mentales, DSM IV, los trastornos de ansiedad se clasifican en:

1.

Trastorno de angustia sin agorafobia
2.

Trastorno de angustia con agorafobia
3.

Agorafobia sin historia de trastorno de angustia
4.

Fobia específica
5.

Fobia social
6.

Trastorno obsesivo-compulsivo
7.

Trastorno por estrés post-traumático
8.

Trastorno por estrés agudo
9.

Trastorno de ansiedad generalizada
10.

Trastorno de ansiedad debido a…
11.

Trastorno de ansiedad no especificado.

Pero como el objetivo de este artículo no es académico, hablaremos puramente de las crisis de pánico y las obsesiones.

Las denominadas crisis de pánico son episodios desbordantes de ansiedad en los que la persona deja de actuar paralizada por el miedo. No hay estímulo aparente que lo justifique, al menos en la realidad, porque ella cree que puede desvanecerse, sufrir un infarto o cualquier otra situación de pérdida de control. Los pensamientos se suceden rápidamente invadiendo todo criterio lógico y racional. A partir de aquel momento ya nada es lo que parece y la duda inunda todo raciocinio.

El sujeto sufridor de pánico teme cualquier acción y ningún lugar es seguro porque es su pensamiento el que le desborda, le descontrola. Los pensamientos que se suceden para desequilibrarlo siguen unos mismos esquemas:

*

Parecen taquigrafiados
*

Son repetitivos
*

Son específicos
*

Contienen palabras clave
*

Son irracionales, a pesar de lo cual casi siempre son creídos
*

Suelen ser difíciles de detener o desviar.
*

Dramatizan utilizando términos del tipo: "debería de", "y sí…"
*

Se viven como espontáneos.

La persona escucha atentamente esos mensajes que se envía a sí misma, se los cree y asume el descontrol y el miedo que la paralizan queriendo escapar a toda costa de sí misma, es decir de sus pensamientos. Los pensamientos automáticos al ser creídos se asientan con más fuerza en la persona formando parte de su cotidianeidad. Este hecho reduce la socialización en la persona que los sufre, quien limita salidas y contactos por el temor de que se vuelva a producir la crisis. Empieza por evitar aquellos lugares en los que sintió que le invadían esos pensamientos automáticos y poco a poco, con la generalización de sus ataques, se convierte en alguien incapaz de salir de su propia casa.

La solución a esta conducta tan limitativa está en trabajar los pensamientos que provocan esa desagradable emoción. Para ello contamos con diferentes técnicas dentro de la psicología cognitivo-conductual como la detención del pensamiento, la detección previa de esos pensamientos, la confrontación de esos con la realidad, etc.… La consecuencia que se pretende con ese intento de confrontar los pensamientos distorsionados con lo racional es para que uno mismo se crea lo absurdo del pensamiento paralizante y así eliminarlos del lenguaje interior.

Vamos a analizar un pensamiento distorsionante y su confrontación con la realidad para comprender mejor el proceso:

"Soy una persona que por motivos de mi trabajo suelo tener reuniones en los que dirijo a un grupo de subordinados cómo hacer su trabajo. Suelen ser rutinas que por mi propia y amplia experiencia no me suponen ningún temor. El problema surge el día en que como otros tantos días voy a una reunión más general de la firma y estando tranquilamente conversando con unos y otros, siento que se pronuncia mi nombre en alto y la sala queda en silencio en espera de que yo acuda a la "invitación" para contestar la pregunta en cuestión que se me hace y de la que no puedo acordarme. El miedo paraliza mis piernas y siento desfallecer, no soy capaz de moverme y mucho menos de mediar palabra, ¿qué me sucede? No puedo explicarlo pero aquel día hice totalmente el ridículo" -
Estas son las palabras introductoras del problema de pánico frente a situaciones sociales que padece un paciente de 38 años -. Y prosigue así:
"A partir de aquel día no he podido seguir desarrollando mi trabajo con la comodidad que me caracterizaba. Ahora temo cualquier reunión por más simple que sea y ha llegado un punto mi temor que no soy capaz de ir al trabajo por miedo a que soliciten mi presencia y mis palabras en una improvisada reunión."

Le pregunto cómo se siente y describe: "Me siento un fracasado, alguien poco cualificado y ridículo, sé que la gente se ríe de mí por incompetencia."
¿Qué crees te pasó aquel día? - solicito - "Vi demasiados ojos pendientes de mí y creí que no sabría que decir"
¿Acaso no eres alguien competente en tu trabajo? - cuestiono - "Antes sí, ahora ya no."
¿Qué te lleva a pensar así? - pregunto - "No haber podido abrir la boca aquel día".
¿Crees que la competencia en un trabajo se valora por un día y no por un cúmulo de situaciones? - insisto - "Vi sus caras y supe lo que pensaban".
Si tú hubieras pertenecido al grupo que estaba a la escucha, te hubieras preocupado en pensar que alguien que no respondía a una demanda era clasificado de incompetente - increpé yo - "Eso es algo diferente, yo era quién no pronunció respuesta".

Lo único cierto es que no diste respuesta a la solicitud de opinión, lo demás son conjeturas que tú mismo te haces sin ningún apoyo racional. Si en vez de ello no le hubieras dado importancia porque en definitiva todos podemos tener un mal día, no dejarías que un episodio sin más importancia que la que tu pretendas darle te estropee la vida. Si te hubieras reído de tu "pánico" en el instante en que sucedió considerando como normal el acontecimiento, ahora no estarías aquí. Te sentiste incómodo interpretando los pensamientos de los demás asistentes para ridiculizarte. Son tus pensamientos de aquel instante los que han mantenido tu conducta de pánico actual. - manifesté -.

* * *

En la vida, a diario, nos encontramos con situaciones que nos provocan el pánico. Si los pensamientos automáticos que nos invaden en aquel momento son irracionales y dramáticos tendemos con ello a prolongar la emoción desagradable, generalizándola en otras situaciones posteriores. El pensamiento genera una emoción que se mantiene si la situación que provocó el pensamiento fue vivida como amenazante.

Imagínate resbalando en plena sala de juntas cuando estás sirviendo un café. Ante el gran resbalón, los jefes se ríen y tú piensas: "Menudo ridículo acabo de hacer, seguro que han pensado que soy una inútil y tonta." La emoción sentida es de vergüenza y en un futuro evitarás servir el café en la sala de juntas. Si además, cada vez que te cruzas con uno de los que presenciaron el "desastre" piensas seguro que aún se ríe de mí, el pánico invadirá diferentes áreas de tu vida, evitando situaciones de tu entorno cotidiano. Cuanta más negatividad e irracionalidad le dieras a tus pensamientos, más agudo sería el pánico. "Lo que piensas" se traduce en tus acciones, por ello es importante que se intente mantener un buen contacto con la realidad a la hora de expresar el lenguaje interior.

Las obsesiones son pensamientos deformantes que se mantienen constantemente en tu mente creando una obsesión continua. La obsesión es un fenómeno que aparece en tu conciencia contra la voluntad del sujeto. Se vive como absurdo, ilógico, ajeno al yo. El fenómeno obsesivo puede ser: una idea, un recuerdo, un temor, un impulso, un acto, …puede tener un contenido indiferente para el sujeto pero lo normal es que sea algo vivido como intolerable y desagradable. Debido a ello, el sujeto tiende a desarrollar unas conductas defensivas y rituales para vencer la obsesión, es lo que denominamos "compulsión". Los obsesivos con personas con tendencia a la pulcritud y al orden, son perfeccionistas que exigen mucho de los que forman su entorno.

Pánico y obsesión corresponden a luchas internas de la persona que se siente continuamente amenazada por sí misma y sus pensamientos. La primera acumula una gran dosis de ansiedad paralizando toda reacción. La segunda, más rígida y controladora, manifiesta rituales para eliminar la obsesión que no puede evitar. Los dos sufren pero la clave para vencer ambos está en la detección de los pensamientos distorsionantes.

Trabaja tus pensamientos, confrontándolos con la realidad para vencer estos trastornos.

Gloria Marsellach Umbert - Psicólogo

¿Tiene el raro hábito de arrancarse el pelo y comérselo? ¿Se siente parasitado por insectos o cualquier otro animal?


El XV Curso de Actualización en Psiquiatría celebrado en Vitoria-Gasteiz estudia las relaciones entre ciertos problemas dermatol
fuente:http://www.sevillapress.com

¿Tiene el raro hábito de arrancarse el pelo y comérselo? ¿Se siente parasitado por insectos o cualquier otro animal? ¿Ha llegado a lavarse las manos con lejía? ¿Se autolesiona con frecuencia? El mundo de la dermatología y la psiquiatría encuentran nexos de unión. Tal y como apunta la psiquiatra del Hospital Valle de Hebrón de Barcelona, Gemma Parramon, “existen dos vínculos entre la dermatología y la psiquiatría: las manifestaciones cutáneas de enfermedades psiquiátricas y las enfermedades dermatológicas que se acompañan de afectación psiquiátrica”.

La dermatitis artefacta, las excoriaciones neuróticas que conllevan riesgos de infección y de cicatrices, la tricotilomanía y otros trastornos del control de impulso, la dismorfofobia, los delirios de parasitación o los efectos adversos dermatológicos de fármacos utilizados en psiquiatría son problemas dermatológicos asociados a la enfermedad psiquiátrica.

La especialista subraya que “en numerosas ocasiones son los dermatólogos quienes observan, con mayor frecuencia que los psiquiatras, esta relación existente entre determinados problemas dermatológicos y psiquiátricos. Hay un grupo de manifestaciones cutáneas que tiene su origen en una enfermedad psiquiátrica cuyo diagnóstico resulta complejo para la psiquiatría. Muchas veces los pacientes tienen la enfermedad psiquiátrica pero sólo verbalizan manifestaciones cutáneas y es preciso estudiar el origen de determinadas patologías dermatológicas para atinar en el diagnóstico.”

Describe Gemma Parramon cómo “cada día es mayor el número de estudios que vinculan determinadas enfermedades dermatológicas con un trastorno mental previo. Está comprobado, por ejemplo, que un número elevado de pacientes que padecen un TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) consulta al dermatólogo. Y son los propios profesionales de la Dermatología quienes calculan un mínimo de entre un 20 y un 30 por ciento de pacientes dermatológicos que padecen un trastorno psiquiátrico primario. Son pacientes que no tienen, en su inmensa mayoría, ninguna otra disfunción, lo que les permite hacer una vida normal y corriente y pasar desapercibidos para la Psiquiatría”.

Desde este punto de vista, precisa la experta que “la dermatología es, en muchas ocasiones, la puerta de entrada del enfermo psiquiátrico al sistema de salud. Lo idóneo sería fomentar más unidades de dermatología psiquiátrica, algo que aún no es una práctica demasiado extendida. Pese a que este tipo de problemas tiene una tendencia alcista en los gabinetes dermatológicos, los pacientes son reticentes a acudir al psiquiatra”.

Subraya la especialista que “las motivaciones psiquiátricas que llevan a una persona a la autolesión en la piel son variables y van desde un cuadro esquizofrénico que quiere camuflarse al Síndrome de Munchaüssen, una patología que lleva a una persona a desear conseguir el rol de enfermo”.

Aunque la dermatitis artefacta, una tendencia a lesionarse la piel de forma voluntaria, no es muy frecuente, tampoco es excepcional. El paciente crea lesiones en la piel para satisfacer la necesidad psicológica de recibir cuidados al asumir el papel de enfermo y siempre niega su autoría.

La excoriación neuròtica esta presente en un 2% a un 4% de los pacientes que acuden al dermatólogo. El paciente con excoriaciones neuróticas se produce lesiones características como resultado de una conducta repetitiva, ritualística o impulsiva: rascar, pellizcar o frotar la piel. En general el paciente reconoce su participación en la creación de estas lesiones. A pesar de que el enfermo tiene conciencia de que estas conductas no tienen sentido, es incapaz de dejar de escarbar, rascar o frotar la piel de manera repetitiva.

La tricotilomanía se incluye en los trastornos del control de los impulsos pero, al igual que la excoriación neurótica, puede clasificarse en el continuum del espectro compulsivo- impulsivo. Este desorden consiste en arrancarse el pelo de forma recurrente lo que da lugar a una pérdida perceptible de pelo. La parte más afectada suele ser la cabeza, pero puede abarcar distintas partes del cuerpo como las cejas, las pestañas, las axilas o el pubis.

La dismorfofobia o síndrome de distorsión de la imagen, es un trastorno de la percepción y valoración corporal que consiste en una preocupación exagerada por algún defecto inexistente en la apariencia física, o bien, en una valoración desproporcionada de posibles anomalías físicas que pudiera presentar un individuo aparentemente normal.

Los delirios de parasitación provocan en quienes los padecen la firme y falsa convicción de estar infestado por organismos vivos. Algunos pacientes se producen lesiones, algunas graves, de rascado, excoriaciones e incluso excavaciones en busca del parásito. Otros pueden tratarse de diversas maneras, entre ellas con lavados, exploraciones y limpiezas reiterados produciéndose lesiones abrasivas debido al empleo de pesticidas y detergentes.

El Misterio de la Mente


El Misterio de la Mente
extraido de : http://www.pfizer.com/cerebro/etour4.html

La mente es algo que tu cerebro hace. La percepción, el aprendizaje y la memoria, la consciencia y el conocimiento de sí mismo -todo esto es parte de tu mente. Los sueños son parte de tu mente. Sin embargo, la manera en que tu mente funciona es un misterio. La exploración de la mente es una frontera en la investigación del cerebro.

¿Ver es Creer?


¿Montañas o Valles?
¿Qué áreas parecen hundirse hacia dentro, como cráteres? ¿Cuáles parecen sobresalir como montañas? Tu cerebro asume que, al igual que la luz del sol, la luz viene de arriba. Debido a este sesgo, las áreas con sombreado en la parte superior se ven cóncavas y las otras convexas. Si voltea uno las imágenes de cabeza, parecen invertirse.
Crédito por la gráfica - Al Seckel, Illusionworks


¿Es real lo que ves? ¿Tus ojos, cual ventanas, proporcionan acceso directo al mundo fuera de tu cabeza? ¡No! Tus ojos sólo envían señales eléctricas a tu cerebro, le cual después las procesa e interpreta. Las imágenes que "ves" son las versiones que tu cerebro hace del mundo.

Tu cerebro interpreta el mundo de acuerdo a prejuicios inherentes. Dependiendo de tu diseño genético modificado por las experiencias, tu cerebro asume la manera en que el mundo debe verse. Lo que ves es lo que obtienes - pero puede no ser lo que realmente está allí.

El Río de la Consciencia

¿Quién eres? La respuesta salta de tu consciencia, tu conocimiento de ti mismo. Pero esta consciencia no es fija. Es una corriente en movimiento basada en los recuerdos de lo que has sido en el pasado, tu percepción de lo que eres ahora y tus expectativas de lo que serás en el futuro. Tu cerebro está creando constantemente e interpretando quién eres tú.

El sentido de quién eres procede de una película interior que tu cerebro crea constantemente. Tú eres la estrella, el guionista, el camarógrafo, el productor y el director. Tú eres el estudio de cine y la sala de cine. Es decir: tu cerebro es todo esto.

Nosotros sabemos lo que es la consciencia desde adentro. Pero cuando los científicos tratan de entenderla desde afuera, las cosas se vuelven confusas. ¿Cómo es posible que alguien pueda llegar a entender tu mundo privado? Algunos científicos creen que las respuestas vendrán si seguimos explorando. Otros creen que jamás descubriremos los secretos de la consciencia.

¿Tú qué crees?

Sueño, Luego Existo...

¿Alguna vez te has preguntado porqué sueñas? Durante mucho tiempo, los sueños se consideraban sucesos sobrenaturales, tal vez incluso mensajes de los dioses. Ahora los científicos sospechan que los sueños proceden del talento de tu cerebro para fabricar imágenes y contar historias. Es posible que tus sueños te ayuden a escribir el guión de la película que pasa en tu mente. Es posible también que tus sueños sean una clave para saber quién eres.

A partir de aproximadamente 20 semanas de vida, el feto presenta movimientos oculares tipo REM. El sueño REM (por sus siglas en ingles, movimiento rápido del ojo) indica que se sueña. ¿Los fetos sueñan? ¿En qué puede soñar un feto? Es posible que el hecho de soñar en el seno materno dé al cerebro una vista previa de atracciones que aún no han llegado. Es posible que durante toda la vida, el sueño ajuste tus conexiones neurales, conectando y reconectando tu sistema de circuitos cerebrales.

¿Has descubierto que después de una noche de buen sueño puedes recordar con más claridad? Es posible que el sueño seleccione y afirme recuerdos en tu cerebro. En la quietud de la noche, tu cerebro puede convertir los sucesos del día en sueños. A través de los sueños tu cerebro puede examinar esos acontecimientos y hallarles un sentido. Puede borrar algunos y añadir otros a tu reserva de memoria.

Tu mente oscila constantemente entre despertar y soñar. Y tú no tienes que estar dormido para soñar. ¿Alguna vez te has sentido como "ido"? ¿Alguna vez has soñado o fantaseado de día? Estas son formas de soñar. Despertar y dormir son un acto de equilibrio electroquímico. Debido a que siempre estamos caminando en la cuerda floja, tu cerebro puede tocar el poder renovador de soñar en cualquier momento.






¡Tú Eres tu Cerebro!

Soñar puede ser tan real e importante como despertar. El despertar es resultado de la tormenta eléctrica en tu cerebro. Soñar es resultado de la tormenta eléctrica en tu cerebro. Todo lo que experimentas es resultado de la tormenta eléctrica en tu cerebro.

Todo cuanto eres, todo cuanto has sido y lo que serás, depende de tu cerebro.

¡Tú Eres tu Cerebro!

¡Explora el mundo dentro de tu cabeza!

¿Puede nuestro cerebro comprenderse a sí mismo por completo? Nadie sabe, pero continúa intentando. ¡Hay muchísimo más por descubrir!





Agradecimiento especial a...
El Instituto Nacional de Salud Mental
El Instituto Nacional de de Trastornos Neurológicos y Accidente Cerebrovascular
El Instituto Nacional sobre Drogadicción
La Sociedad de Neurociencia
La Alianza Dana para Iniciativas Cerebrales





El Cerebro Vivo:



Diferencias, Trastornos, Distinciones

Debido a que no todos los cerebros están "conectados" precisamente de igual manera, no todos los cerebros se comportan exactamente igual. Cada uno tiene sus propios dones; cada uno tiene sus propias fallas. En ocasiones, tu cerebro puede no funcionar perfectamente bien. A veces puede ser atacado por una enfermedad. Sin embargo, tu cerebro funciona mejor de lo que jamás hubieras podido suponer, logrando cosas muy importantes.

En esta exhibición aprenderás acerca de algunos trastornos y enfermedades de origen cerebral y la manera en que pueden ser tratados por profesionales del cuidado de la salud. Estos exhibidores no pretenden proporcionar información completa sobre los trastornos en sí, todos los tratamientos disponibles, cómo pueden compararse los distintos tratamientos o qué efectos secundarios pueden causar. Si tiene alguna pregunta sobre cualquiera de estos trastornos o tratamientos, debe consultar a su médico o a otro profesional de la salud.

En esta exhibición se describen discapacidades, trastornos y enfermedades con los términos preferidos por los principales grupos médicos y profesionales. El nombrar estos problemas con exactitud es un gran paso para aceptarlos, reconocerlos y manejarlos.

Vida en la Familia Humana

La mitad de toda la población de los Estados Unidos experimenta algún grado de disfunción cerebral en algún momento de su vida. Los problemas relacionados con el cerebro, tales como depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia, trastorno obsesivo compulsivo y abuso de alcohol, constituyen cinco de los diez problemas de salud más comunes en el mundo. Sin embargo, en su mayoría, los trastornos cerebrales pueden ser tratados. Hay ayuda disponible y el panorama es alentador.

En el pasado, las personas con trastornos cerebrales podían haber sido consideradas débiles o locas o poseídas por demonios. Ahora sabemos que muchos trastornos cerebrales son muy semejantes a los trastornos médicos en cualquier parte del cuerpo: son trastornos físicos. Debido a que el cerebro es un órgano electroquímico, muchos trastornos cerebrales involucran diferencias eléctricas y químicas. No se trata de demonios.

Solamente una de cada tres personas con un trastorno cerebral diagnosticable busca tratamiento. ¿Por qué? Una razón de esto es el estigma alrededor de estos trastornos -la noción errónea de que ser tratado por un problema "mental" significa un defecto de carácter. La verdad es que los trastornos cerebrales no difieren de las dolencias en cualquier otra parte del cuerpo. No hay de qué avergonzarse.

Un Acto de Equilibrio

Tu cerebro está ajustando constantemente sus circuitos de señales eléctricas y de mensajeros químicos. Demasiados mensajeros neurotransmisores que saltan los espacios sinápticos pueden sobrecargar las neuronas receptoras. Un número demasiado pequeño de mensajeros puede ser insuficiente para las neuronas. Estas clases de desequilibrios están asociadas con trastornos cerebrales.

Uno de los neurotransmisores más importantes es la dopamina. Un nivel sano de dopamina hace que te sientas bien. Además estimula el movimiento y el pensamiento. Sin embargo, un nivel demasiado alto o demasiado bajo puede causar problemas. Niveles alterados de dopamina están involucrados con una serie de disfunciones cerebrales, incluyendo esquizofrenia y mal de Parkinson.

La mayoría de las personas pueden filtrar la avalancha de información que procede de sus sentidos. Las personas con esquizofrenia a menudo no pueden. Tienen problemas para pensar con lucidez, manejar sus emociones, tomar decisiones, relacionarse con otros. Con frecuencia tienen delirios y expresan ideas que son evidentemente falsas, tales como creer que tienen poderes especiales. Y sufren alucinaciones, oyen voces o ven objetos que no existen.

Para descubrir más acerca de la esquizofrenia, haz clic aquí.

En 1817, el médico inglés James Parkinson habló por primera vez del mal que llevaría su nombre en un trabajo titulado "Ensayo sobre la Parálisis Temblorosa". El título describe los síntomas de este trastorno: temblor de brazos y piernas y "parálisis" -dificultad con movimientos normales.

Para descubrir más acerca del mal de Parkinson, haz clic aquí.

Todos sentimos ansiedad algunas veces. Esto es normal. La preocupación y los temores ocasionales son normales. Pero cuando dominan los pensamientos de una persona sin razón aparente, es posible que esa persona padezca un trastorno de ansiedad. Estos son los trastornos cerebrales más comunes en los Estados Unidos. Es posible que la causa sea un desequilibrio de substancias químicas producidas en forma natural en el cerebro y, en particular, del neurotransmisor serotonina, prima de la dopamina.

Hay mucho tipos de trastornos de ansiedad, entre ellos figuran los siguientes:

* Trastorno de ansiedad social
* Trastorno de tensión postraumática
* Trastorno de ansiedad generalizada
* Trastorno de pánico
* Trastorno obsesivo compulsivo

Altas y Bajas - Trastornos del Estado Anímico

Todo mundo conoce los estados de ánimo -felicidad o tristeza, excitación emocional o depresión. Forman parte de la vida. Pero para algunas personas, estas altas y bajas son más intensas y duran más tiempo de lo habitual. Es posible que esas personas sufran trastornos del estado anímico. Dos de los trastornos del estado anímico más comunes son: depresión (a veces denominada trastorno depresivo unipolar) y enfermedad maniaco depresiva (trastorno bipolar).

Todos nos sentimos deprimidos en ocasiones. Pero la depresión es diferente. En un trastorno depresivo mayor, el sentimiento de tristeza o el desinterés por las actividades puede durar semanas o meses. Este estado de ánimo puede no deberse a una causa evidente. La depresión puede arruinar la vida de una persona, afectando las relaciones familiares, las amistades y la capacidad para ir al trabajo o a la escuela.

La depresión maniaca (o trastorno bipolar) está marcada por cambios entre altas y bajas severas -entre manía y depresión- a menudo con largos períodos de normalidad entre ellas. Las personas que padecen este trastorno tienen una energía increíble cuando se encuentran en un polo y son presa de la desesperación en el otro. Estas personas se encuentran en un subibaja aterrador.

Para descubrir más acerca de la depresión o del trastorno bipolar, haz clic aquí.

¿Aflicción o Don?

Se cree que las personas mencionadas a continuación, tanto del pasado como del presente, han sufrido o han reconocido públicamente que han padecido trastorno bipolar o depresión mayor:

Artistas:
Vincent van Gogh
Georgia O'Keeffe
Jackson Pollock

Escritores:
Ernest Hemingway
Sylvia Plath
Patricia Cornwell

Actores:
Patty Duke
Carrie Fisher
Margot Kidder

Músicos:
Ray Davies
Charlie Parker
Charles Mingus

Políticos:
Winston Churchill




Los antiguos Griegos creían que la creatividad estaba inspirada por la locura impuesta por los dioses. ¿Pueden los trastornos mentales conducir a grandes logros? En algunos casos, la respuesta parece ser afirmativa. Estudios demuestran un vínculo entre los trastornos del estado anímico y la creatividad. Puede ser que en algunas personas, estas condiciones sean un don y un aflicción al mismo tiempo.

¿Por qué el trastorno maniaco depresivo y la depresión están asociados con la creatividad? Puede ser que la manía de la depresión maniaca - un sentido exagerado de alegría y vitalidad- intensifica el pensamiento. La manía permite a la gente trabajar largas horas sin dormir. Promueve una actitud desafiante. Estos trastornos fuerzan a la gente a experimentar una variedad de emociones extremas, en ocasiones provocando una dolorosa toma de decisiones entre vivir y morir.

La Relatividad Del Cerebro

No todos los cerebros están "conectados" exactamente igual. No todos los cerebros tienen la misma forma. No todos los cerebros funcionan precisamente igual. Cada uno de nosotros tiene dones y talentos especiales. Los científicos han aprendido mucho sobre la manera en que el cerebro funciona, pero las razones de estas diferencias en el conocimiento, la inteligencia y la creatividad aún no son claras. En estas áreas, el cerebro sigue siendo un misterio.

La creatividad es una de las cualidades más importantes del cerebro. La creatividad entreteje viejas ideas o cosas familiares en una forma nueva. La creatividad desvía las rutas conocidas y las fórmulas aceptadas. Los resultados son nuevos conocimientos y nuevas ideas.

Creando la Memoria

En cierto modo vivimos en el pasado. Siempre estamos recordando lo que hemos visto, oído, experimentado. Sin memoria no sabríamos quiénes somos. Pero nuestro cerebro no almacena los recuerdos como una videograbadora: nuestro cerebro crea una nueva versión de nuestros recuerdos cada vez que los recordamos. Nuestra memoria es frágil y cambiante.

La memoria es la interpretación que hace tu cerebro de acontecimientos pasados. Una memoria o recuerdo está hecho de diminutas porciones de información. Cada una de estas porciones es almacenada en un lugar diferente y es recuperada de manera distinta también. Cuando recordamos algo reunimos todas esas porciones y piezas y, luego, las actualizamos. No es extraño que las personas que han experimentado el mismo hecho rara vez lo recuerden igual.

Rasgos Diagnósticos de la Obsesion


TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO

Rasgos Diagnósticos de la Obsesion

Los rasgos esenciales del trastorno obsesivo-compulsivo son recurrentes obsesiones de actos compulsivos (criterio A) lo bastente severos como para producir pérdida de tiempo (ejem. más de una hora al día) o causan notable angustia o significativo perjucio (Criterio C). En algún momento durante el curso del trastorno, la persona ha reconocido que las obsesiones o compulsiones son excesivas e irracionales (Criterio B). Si otro desorden del Eje I está presente, el contenido de las obsesiones o compulsiones no se limita a él (Criterio D). El trastorno no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (ejm. abuso de drogas, una medicación) ni a una condición médica general (Criterio E).

Las obsesiones son persistentes ideas, pensamientos, impulsos o imágenes que son experimentadas como intrusivas e inapropiadas y que causan marcada ansiedad o angustia. Las características de intrusión e inapropiedad de las obsesiones han sido descriptas como "ego distónicas". Esto se refiere a la sensación del individuo de que el contenido de la obsesión le es extraño, no está dentro de su control y no es la classe de pensamiento que esperaría tener. De cualquier modo, el individuo es capaz de reconocer que las obsesiones son producto de su propia mente y que no son impuestas desde fuera (como en la inducción de pensamiento).

Las obsesiones más frecuentes son pensamientos repetidos sobre la contaminación (ejm. contaminarse al estrechar la mano) dudas repetidas (ejm. preguntarse si se ha realizado algún acto como dañar a alguien en un accidente de tráfico o haber dejado una puerta sin cerrar), la necesidad de disponer las cosas en un orden determinado (ejm. experimenta angustia intensa cuando los objetos están desordenados o asimétricos), impulsos agresivos u horrendos (ejm. herir al propio hijo o gritar una obscenidad en la iglesia) e imaginaciones sexuales (ejm. una imagen pornográfica recurrente). Los ppensamientos, impulsos o imágenes no son simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real (ejm. inquietudes normales de la vida como el dinero, trabajo o estudios) y es improbable que estén relacionados con problemas reales.

El individuo con obssesiones generalmente trata de ignorar, suprimir cada pensamiento o impulso o de neutralizarlos con otro pensamiento o acción (una compulsión). Por ejemplo, el sujeto lleno de dudas acerca de si ha cerrado el gas intenta neutralizarlas comprobando repetidamente para asegurarse de que está apagado.

Las COMPULSIONES son conductas repetitivas (lavarse las manos, ordenar, comprobar algo) o actos mentales (rezar, contar, repetir palabras en silencio) cuyo objetivo es el de evitar o reducir la ansiedad o la angustia, en vez del de dar placer o gratificación. En la mayoría de los casos, la persona se siente conducida a realizar la complusión para reducir la ansiedad que acompñaa a una obsesión o para evitar una situación desagradable. Por ejemplo, los individuos con loa obsesión de copntaminarse, pueden reducir su angustia mental lavándose las manos hasta dejarlas en carne viva; la angustia de las personas con la obsesión de habrese dejado la puerta sin cerrar, puede conducirles a comprobar el cerrojo cada pocos minutos; la angustia por pensamientos blasfémicos no deseados puede encontrar alivio contando desde 10 hacia atrás y hacia adelante 100 veces por cada pensamiento. En algunos casos, los individuos realizan actyos rígidos o estereotipados de acuerdo con unas complejas reglas de idiosincrasia sin ser capaces de indicar por qué las están haciendo. Por definición, las compulsiones son o claramente excesivas o no están conectadas de un aforma realista con aquello para lo que tendrían que prevenir o neutralizar. La compulsiones más frecuentes incluyen lavarse y limpiar, contar, comprobar, preguntar o pedir conformación, repetir actos y ordenar.

Por definción, los adultos con Trastornos Obsesivos Compulsivos, han reconocido en algún momento que las obsesiones o compulsiones son excesivas e irracionales. Este requisito no se aplica a los niños, ya que ellos pueden carecer del conocimiento suficiente para emitir este juicio. Sin embargo, incluso los adultos tienen un gran margen de perspicacia hacia la irracionalidad de las obsesiones o compulsiones. Algunos individuos están dudosos acerca de la racionalidad de sus obsesiones o compulsiones, y esa intuición del individuo puede variar según las situaciones y el tiempo. Por ejemplo, el sujeto puede reconocer como irracional una compulsión de contaminación cuando es discutida en una situación a salvo (como en la consulta del psicólogo), pero no cuando cuando debe manipular dinero. En aquellas situaciones en las que el individuo reconoce que las obsesiones y complusiones son irracionales, él o ella puede desear o intentar resistirse a ellas. cuando intenta resistirse a una compulsión, el sujeto puede experimentar una sensación de creciente ansiedad o tensión que es a menudo aliviada rindiéndose a la compulsión. Durante el trastorno, tras repetidos intentos de resistir las obsesiones o compulsiones, el individuo puede ceder a ellas, no mucho después de experimentar el deseo de resistirlas, y puede incorporarlas a sus rutinas cotidianas.

Las obsesiones y compulsiones pueden causar una gran angustia, pueden llevar mucho tiempo (costar más de una hora al día), o interferir significativamente en la rutina normal del individuo, en su labor ocupacional, actividades sociales o en sus relaciones de amistad con otros. Las obsesiones o compulsiones pueden sustituir conductas útiles y satisfactorias y pueden ser altamente desorganizadas por actos globales. Debido a que intrusiones obsesivas pueden distraer, frecuentemente resultan ineficientes para realizar tareas cognitivas que requieren concentración, como puede ser leer o realizar operaciones numéricas. Además, algunos individuos evitan aquellos objetos o situaciones que les provocan obsesiones o compulsiones. Cada evitación puede generalizarse y restringir severamnete el funcionamiento global.


Volver a: Asistencia Psicológica Ramon Llull