contaminacion


MI VIDA CON...
Trastorno obsesivo compulsivo
José Ángel sabe que lo que siente es ilógico, pero no puede evitarlo.

Su obsesión es la contaminación. Personas y objetos 'sucios' le producen ansiedad.

Si toca algo 'contaminado' tiene que realizar un exhaustivo ritual de limpieza.


MARÍA SÁNCHEZ-MONGE


/ ANTONIO MORENO
José Ángel Rico padece una de esas enfermedades difíciles de explicar. Es perfectamente consciente de que lo que siente es ilógico, pero no lo puede evitar. Quienes sufren un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) tienen pensamientos recurrentes y desagradables (obsesiones) y se ven obligados a llevar a cabo ciertos actos una y otra vez (compulsiones). La obsesión de este barcelonés de 33 años es la contaminación.

Desde hace más de año y medio está de baja porque considera que el principal foco está en su lugar de trabajo; una empresa de componentes eléctricos. Una vez que concluye que una persona está contaminada, lo siguiente que piensa es que todo lo que hay a su alrededor también lo está. La única solución parece ser evitar todo contacto con aquello que está 'sucio' y, si no es posible, llevar a cabo un exhaustivo ritual de limpieza.

«Cuando echo la vista atrás caigo en la cuenta de que la enfermedad debió empezar cuando tenía 13 años. Entonces tuve los primeros síntomas», explica José Ángel. Sin embargo, en ese momento pensó que eran «manías sin importancia». Ahora se arrepiente de haber tirado a la basura cosas que estaban supuestamente contaminadas, como libros o cintas de música. En otra época tuvo miedo al sida. «Miraba siempre al suelo por si encontraba alguna jeringuilla o un condón usado», recuerda.

También sufrió lo que ahora interpreta como un episodio de TOC por aprensión a una chica de su colegio pero, exceptuando estos breves signos que pasaron inadvertidos tanto para él como para su familia, su vida transcurría normalmente.

El detonante que hizo que sonasen las alarmas ocurrió hace alrededor de dos años y le produjo tal grado de ansiedad que decidió pedir ayuda profesional.

«El brote apareció porque una persona de mi trabajo no se aseaba, olía mal, salía del lavabo y no se lavaba las manos al hacer sus necesidades...», recuerda el paciente.

Ese compañero le produjo un rechazo que al principio no consideró importante, pero su malestar iba en aumento y llegó a afectarle seriamente. «Al salir de trabajar no me dirigía a casa. Iba al gimnasio, me duchaba y me cambiaba totalmente de ropa, y así todos los días», relata. Cuando finalmente acudió a un psicólogo, éste le diagnosticó TOC. Buscó su patología en internet y descubrió que en el sistema público hay centros que disponen de programas especiales para este trastorno. Uno de ellos es el Hospital de Bellvitge, en Barcelona, en el que ya ha realizado 20 sesiones con un psicólogo y al que sigue acudiendo cada 15 días para reunirse con su grupo de autoayuda.

Se encuentra mejor, pero reconoce que le queda mucho camino por recorrer. De hecho, sigue con la baja médica porque es incapaz de acercarse a nada que tenga que ver con los objetos que se manejan en su trabajo. Por ejemplo, no puede aproximarse a las ferreterías, en las que se venden componentes eléctricos.

«Eso es lo que ahora estoy intentando hacer sin tener que realizar después el ritual de lavarme las manos ni cambiarme de ropa». Y este es, en definitiva, el principal objetivo de la terapia que sigue, que combina los fármacos para controlar la ansiedad con la psicoterapia: intentar exponerse a aquello que genera las obsesiones y los comportamientos rituales. «Según nos dicen los psiquiatras, el problema siempre va a estar ahí, pero tienes que enfrentarte a ello y que no te afecte».

José Ángel tiene la desdicha de vivir junto a uno de los establecimientos 'contaminados'. «Está justo al lado; delante hay una farola por la que el ferretero siempre pasa. Procuro no caminar por donde él lo hace». Hace este ritual durante el día, pero no al oscurecer. «Es como si la noche y la humedad limpiaran el ambiente». Poco antes de realizar esta entrevista ha bajado a hacer la compra y al entrar y salir ha efectuado el ritual de lavarse las manos y los brazos.

A pesar de ello, ha cosechado algunos logros que hace meses serían impensables. Ya no tira a la basura todo lo que está sucio; lo guarda en un cajón por si algún día puede recuperarlo. Había asignado esa categoría a una mochila y, a instancias de su psicóloga, un buen día decidió exponerse a ella colgándosela a la espalda. Acto seguido, se sentó en el sofá y se dispuso a ver una película. Sólo dejó el macuto al irse a dormir y al día siguiente pudo volver a utilizarlo. «Pero tengo que ir poco a poco», advierte José Ángel. «Si fuese a visitar a mis compañeros de trabajo en estos momentos luego tendría que limpiar el coche, lavar todas la ropa, ducharme y cambiarme. Y lo paso fatal porque me produce una ansiedad increíble».

Sin embargo, considera que podría trabajar en cualquier otra cosa, ya que para él las únicas personas y objetos problemáticos son los relacionados con el material eléctrico. No ha tenido ningún problema con su familia ni con sus amigos. Además, se mantiene activo, tal y como le han recomendado los profesionales que le atienden. Lo que de verdad le gusta es interpretar. Por el momento, ha representado varias obras de teatro y ha hecho anuncios de televisión.




Ficha personal


José Ángel tiene 33 años. Le diagnosticaron TOC hace dos. Hasta entonces ni siquiera sospechaba que tenía un trastorno mental.

Tuvo que dejar sus estudios de administrativo porque empezó a trabajar en una empresa de componentes eléctricos. Compaginó su trabajo con estudios de interpretación porque realmente quiere ser actor.

Lleva más de año y medio de baja y asiste a un grupo de autoayuda en el Hospital de Bellvitge (Hospitalet de Llobregat, Barcelona).

Toma dos antidepresivos, fluoxetina y escitalopram; ambos empleados habitualmente en el tratamiento del TOC. Estos medicamentos pertenecen a la familia de los denominados inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (un neurotransmisor cerebral).


LA DEFINICIÓN. Un trastorno mental que provoca ansiedad y cuya causa exacta se desconoce.
El TOC es un síndrome psiquiátrico del grupo de los trastornos de ansiedad. Se caracteriza por obsesiones (pensamientos no deseados) y las compulsiones (acciones repetitivas a modo de rituales que llegan a generar ansiedad y tensión). Su causa exacta se desconoce, aunque se ha comprobado que puede haber un componente hereditario que altera el equilibrio de la serotonina (un neurotransmisor).
LAS CIFRAS. Afecta por igual a ambos sexos, aunque debuita antes en el varon.
En la actualidad hay más de un millón de personas afectadas, solo en España, por esta patología psiquiátrica. Su prevalencia en la población general es de, aproximadamente, el 2,5%. Afecta por igual a hombres y mujeres. Sin embargo, en la infancia se ha detectado un predominio importante en varones, de lo que se deduce que la edad de inicio del trastorno sería más precoz para los niños que para las niñas.

EL DIAGNÓSTICO. La dolencia comienza a manifestarse en la adolescencia.
La mayoría de los afectados tarda una media de nueve años en ir por primera vez al médico y, como promedio, transcurren 17 desde el inicio de los síntomas hasta lograr el tratamiento adecuado. En este periodo los pacientes consultan a entre tres y cuatro médicos. Estudios recientes han detectado que el 80% de los adultos con TOC refieren el comienzo de este trastorno antes de cumplir los 18 años de edad.

EL TRATAMIENTO. Terapia psicológica y medicación como complemento.
Generalmente se emplea una terapia cognitivo-conductual conocida como exposición y prevención de respuesta. Los pacientes se exponen a las situaciones que les generan ansiedad y aprenden a reducir y abandonar los rituales que afectan a su vida cotidiana. Además de psicoterapia, se recetan antidepresivos.

MÁS INFORMACIÓN. Internet y libros recogen las claves de esta patología.
www.asociaciontoc.org. Da apoyo y asesoramiento a pacientes y familiares.
www.nlm.nih.gov. Información en castellano de los Institutos Nacionales de la Salud (EEUU). 'Venza sus obsesiones', de Edna Foa y Reid Wilson. Ediciones Robinbook.
'Psiquiatría para padres y educadores, de María Jesús Mardomingo. Ediciones Narcea.

fuente:el mundo salud