Aunque la mayoría de las instancias de la vida generan en el ser humano un sentimiento de ansiedad, muchas veces ésta suele ser obsesiva, y por tal causa corre peligro la vida normal.



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HAY situaciones en la vida del ser humano que inevitablemente despiertan ansiedad, como ser comenzar un nuevo trabajo, proyectar las vacaciones, rendir un examen, hacer una apuesta, tener una cita inesperada, entre miles de ejemplos más. Producto de esta emoción indominable es la vida actual que propone cambios permanentes y exigencias cada vez más inalcanzables. Sin embargo, el mayor peligro aparece cuando la ansiedad e impaciencia se instalan de manera permanente y excesiva e impide a las personas el desarrollo de una vida normal.

Vivir a mil

Hoy por hoy se vive en la era del hipermodernismo, donde ni siquiera el hombre tiene tiempo para sentarse a pensar, sino que sólo busca la manera de resolver situaciones lo más rápido posible.

La ansiedad se trata, según especialistas en salud, de un conjunto de emociones y manifestaciones físicas que se presentan cuando el individuo se enfrenta (o se está por enfrentar) a situaciones nuevas o viejas, o de exigencias, como ser desde la llegada de un hijo hasta cruzar un semáforo en rojo. De esa forma ayuda al ser humano a adaptarse ante esas situaciones y al mismo tiempo obtener las respuestas adecuadas.

Sin embargo, cuando los síntomas ansiosos se vuelven excesivos y difíciles de controlar hasta el punto de interferir seriamente en las actividades diarias (trabajo, vida social y de pareja) se llega a un cuadro de ansiedad patológica, la cual necesita de un tratamiento médico y psicológico para su resolución.

Diversos trastornos

Aunque parezca increíble y hasta a veces incierto, la ansiedad puede convertirse en un enemigo silencioso. Una de las diversas formas de trastorno se da a través del ataque de pánico, en el cual la persona sufre una y otra vez un ataque, y además sigue preocupada por otra situación similar. Además el pánico se caracteriza por un comienzo brusco y una duración de sólo algunos minutos, acompañado de síntomas como temblor, taquicardia, mareos, sensación de desmayo, dificultad para tragar, falta de aire, entre otras complicaciones.

Otra forma de ansiedad es el denominado trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que llega a caracterizarse por obsesiones frecuentes. Es decir, constituyen pensamientos recurrentes, que se presentan en contra de la voluntad del sujeto pero que este no logra apartar con facilidad de su mente, a pesar de enormes esfuerzos y de reconocer muchas veces lo absurdo de los contenidos de dichas obsesiones. Los casos más frecuentes son: obsesión por la limpieza, el orden, pensamientos que atenten contra los principios y la moral, temor a dañar a alguien cercano, lavarse las manos recurrentemente, entre otras variantes.

El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) se caracteriza por presentar como síntoma principal un estado de preocupación permanente, invasiva difícil de controlar, con una duración al menos de seis meses. Los focos de preocupación son los habituales del común de la población: salud, economía, seguridad, desempeño laboral, problemas hogareños, pero su intensidad llega a ser desproporcionada. También viene acompañado por un sueño no reparador, concentración dificultosa, irritabilidad, impaciencia y contracturas musculares.

Un caso llamativo forma parte de la ansiedad social. La principal característica es el miedo intenso y persistente a situaciones sociales o actuaciones en público por temor a que resulten embarazosos. Así la exposición ante tales situaciones suele produce casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad que puede tomar forma de crisis de pánico, o síntomas característicos como rubor, profusa de manos, temblor y palpitaciones.

También existe la patología estrés postraumático, que tiene lugar cuando una persona presencia una muerte o sufre la inexistencia de un ser querido, o cuando se ve en medio de un desastre natural (terremoto, maremotos). Los síntomas son tres: revivir el evento traumático, conductas evitativas y embotamiento emocional.

Por último, algunas personas presentan temor intenso por determinados objetos o situaciones circunscritas, como ser fobias específicas sobre arañas, víboras, ratas, entre otras. Además existe la aerofobia, que significa el miedo a volar de una persona.

A toda edad

La ansiedad no es una patología que represente a cierta franja etaria, sino todo lo contrario, puede afectar a niños, adolescentes, adultos y a la tercera edad, inclusive.

Los pequeños poseen trastorno de ansiedad cuando son separados del hogar o de las personas con quien se representa, ya que sienten preocupación excesiva en relación a la salud de sus padres, miedo a estar solos o a que algo terrible los separe de las figuras significativas para su vida.

Los niños que padecen ansiedad generalizada, van cambiando con el correr del tiempo los focos de preocupación y generalmente lo expresan con mal humor, llantos y berrinches. Algunos con fobia social presentan distintos grados de depresión como poca confianza en sus habilidades y una fuerte tendencia a ser obstinados. Generalmente los más chicos, le tienen miedo a los animales, a irse a dormir y a la oscuridad. En los adolescentes es frecuente la ansiedad social, por el miedo a quedar como un ridículo en frente de otros. Muchas veces la problemática se escapa de las manos y los jóvenes suelen acudir para saciar la sensación de malestar al alcohol y las drogas. En la tercera edad los cuadros de ansiedad son menos recurrentes, aunque suelen acompañarse de picos depresivos en los ancianos.

Tratamientos adecuados

LA indicación de uno u otro plan de tratamiento sólo debe efectuarse luego de una completa evaluación de cada caso en particular, realizada por un profesional competente en la materia.

Existe por un lado la terapia cognitivo-conductal, que está dirigida a identificar y cambiar las ideas erróneas o pensamientos automáticos y las conductas no deseadas, limitadas o condicionadas por la ansiedad o el temor que contribuyen a generar síntomas y circunstancias propicias para el desarrollo, y mantenimiento de los trastornos de ansiedad. El objetivo final es la recuperación de la vida y movilidad normal, libre de estados de ansiedad inapropiada o preocupación excesiva.

También la psicoeducación y ejercicios de relajación-respiración. Con ambas técnicas se trata de brindarle al paciente información detallada y sistematizada de lo que padece. Las personas ansiosas tienden a interpretar en forma distorsionada distintas señales anímicas o físicas, pero con los tratamientos podrán atenerse a la realidad. Los estados de ansiedad se acompañan, de frecuencia respiratoria en aumento con alteraciones en su dinámica normal y aumento en la tensión muscular.

Los tratamientos farmacológicos son eficaces en la atenuación de los síntomas de ansiedad, ya que utilizados en conjunto con la terapia cognitivo-conductal, permiten conseguir mejores resultados.