amaxofobia


El 33% de los conductores españoles tiene miedo al coche y 2 de cada 10 lo abandonan. Las causas principales de angustia al volante son la baja autoestima, el temor a cómo circulan los demás, presenciar algún accidente y las condiciones de la vía. Según un estudio, la amaxofobia afecta casi al doble de mujeres que de hombres.

SAN SEBASTIÁN. DV. Se sienta tras el volante e introduce la llave en el contacto. Sabe que al encender el motor del coche también pondrá en marcha su miedo pero, aun así, arranca. «No me queda alternativa», confiesa. Con 33 años, dos hijos, residencia en Irún y trabajo en San Sebastián, la autopista es para Maite G. el «duro pan de cada día». O, mejor dicho, la agobiante rutina que le mortifica de lunes a viernes. «Los fines de semana no trabajo». Conduce su marido. «Menos mal», apostilla.

Maite G. tiene miedo a conducir, al igual que el 33% de los automovilistas españoles. Y como la mayoría de ellos, también teme que su círculo de amistades conozca esta manía. De ahí que pida el uso de un nombre ficticio. La existencia de esta fobia, desvelada en un estudio del Instituto Mapfre de Seguridad Vial, ha encendido las alertas de distintas entidades por los elevados riesgos que comporta conducir presa del miedo y pone en evidencia un problema que tiene peso y, también, nombre. Se le llama amaxofobia y afecta casi al doble de mujeres que de hombres.

Las fobias son miedos que se disparan ante situaciones u objetos que, en sí mismos, no son peligrosos y que la mayoría de la gente tampoco considera problemáticos. Por ejemplo, los coches. En este caso, el temor se traduce en «una inquietud permanente y desproporcionada que surge antes y, sobre todo, durante la acción de conducir», señala la psicóloga Estela Pérez Peláez, autora de la investigación. Las consecuencias no pueden tomarse a la ligera. Con unos síntomas que pasan por la ansiedad, la angustia y los temblores, la amaxofobia supone «un desgaste extra» para los afectados, así como «una limitación importante en el desarrollo de su día a día». Varias asociaciones y clubes relacionados con el automóvil reclaman también a la Administración que aborde con rigor este síndrome, al entender que «pone en peligro» a «todos» los usuarios de la carretera.

Por si fuera insuficiente, a la lista de malestares descritos hay que agregar las pesadillas anteriores y posteriores al viaje, el sudor en las manos, las ideas negativas e irracionales y la visualización mental de posibles accidentes. Estos síntomas hacen que la persona «tenga un cúmulo de sensaciones negativas y conduzca con tensión y con miedo», cuya intensidad varía en función del grado de la fobia.

De hecho, esta situación se vuelve intolerable en ocasiones y el amaxofóbico deja directamente de conducir. En concreto, eso sucede a un 18% de afectados. Traducido en palabras, uno de cada tres españoles capacitados para manejar un vehículo siente miedo al hacerlo y, por cada diez de ellos, hay dos que ya no pisan el acelerador. Los ocho restantes, como Maite G., conviven diariamente con sus temores.

Las situaciones que alimentan el temor son diversas. Para los hombres, el miedo surge principalmente cuando perciben una disminución de sus capacidades físicas o bien se hallan bajo los efectos del alcohol. En el caso de las mujeres, sentirse mal psíquicamente es el factor que más influye en su inseguridad tras el volante.

En cuanto a las condiciones externas, las causas de amaxofobia son compartidas por ambos sexos. Para muchos hombres, las vías con tráfico intenso constituyen un suplicio y, si les toca conducir de noche, «lo pasan realmente fatal». «También cuando llueve -apunta Maite G.-. La sensación es horrible cuando hay mal tiempo». Tanto que, aunque circular por vías desconocidas pueda provocar angustia y estrés, «lo que más ansiedad genera es conducir bajo circunstancias meteorológicas adversas», cita el informe. Más del 50% de los amaxofóbicos respalda esta afirmación.

¿Existen otras situaciones de agobio? Sí. La responsabilidad de viajar con niños y la manera de conducir de los demás. Esta última es, de hecho, «la principal causa del miedo a ponerse detrás de un volante» y representa un factor determinante entre quienes han renunciado a conducir presas de un \'miedo paralizante\'. Pese a esto, la disminución de capacidades -entre los hombres- y la baja autoestima -mujeres- son los motivos fundamentales para arrojar el carné al fondo de un cajón.

Laura Caorsi