Cuando el niño es perfecto… ¿es perfecto?



Cuando los niños presentan un buen rendimiento escolar, son obedientes, no se comportan mal,
lucen como si fueran adultos, son serios y les dan consejos sobre las buenas costumbres a los
niños de su edad, se acercan mucho al ideal de algunos padres sobre cómo deben ser los niños.
Pero no siempre es verdad tanta belleza. Pueden pasar inadvertidos muchos síntomas ansiosos
que los niños sufren en silencio y sin aparente interferencia hasta que terminan siendo irritables,
con insomnio, tristes y sin amigos.
Trastorno obsesivo compulsivo
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se caracteriza por la presencia de obsesiones y/o
compulsiones recurrentes que generan marcado estrés o interferencia en todas las áreas de
funcionamiento. En los niños tiene un amplio rango de síntomas que pueden iniciarse abrupta o
insidiosamente. Así mismo, en los niños se puede presentar un factor que aumente o que perpetúe
el TOC; además, es posible que se presenten fluctuaciones o exacerbaciones y remisiones, que se
inicie antes o durante la pubertad y que haya comorbilidad, incluyendo los trastornos neurológicos
del tipo de los tics (1,2)
Síntomas de ansiedad
El síntoma obsesivo más común durante la infancia es los miedos a la contaminación, generalmente
acompañado de comportamientos rituales, como el lavado repetitivo de las manos y la evitación
de los objetos sucios; este temor, por supuesto, limita gravemente muchas actividades. Le siguen,
en orden de frecuencia, los temores sobre la seguridad de sus padres o la propia, la verificación,
el conteo, el tocar objetos, el orden y la simetría. Estos temores crecientes, que no disminuyen,
son una vivencia muy dolorosa. Interfieren con la vida escolar porque los niños se exigen escribir
y reescribir en múltiples ocasiones un examen o una tarea. Un número menor de niños presenta
pensamientos o imágenes mentales que pueden ser de tipo sexual, agresivo o autolesivo (2).
La perfecta obsesión
El estudio cuidadoso revela que muchos de los pensamientos surgen por agentes externos; es así
como el miedo a la contaminación se desencadena cuando el niño está cerca a ciertas personas
u objetos y aunque él puede saber que la persona u objeto no están contaminados, una vez
activado el pensamiento genera gran estrés y urgencia por lavarse y evitar el contacto, lo cual
disminuye pasajeramente la preocupación (1,3)
Orientación Clínica
1 Psiquiatra de niños, Medellín. Correo electrónico: dbf9@hotmail.com.
2 Psiquiatra de niños. Hospital Pediátrico La Misericordia, Bogotá. Profesor titular de psiquiatría en Universidad Nacional.
Correo electrónico: ravasquezr@unal.edu.co.
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El perfecto diagnóstico
El diagnóstico de los niños con TOC debe incluir una evaluación cuidadosa de los síntomas, de
las condiciones comórbidas, del desarrollo y del funcionamiento psicosocial, al igual que de los
antecedentes familiares. La evaluación puede tomar más de una sesión y necesitar cuestionarios
de evaluación para calificar la presencia, gravedad y seguimiento de los síntomas (4).
Cómo es un niño perfecto
Para ilustrar la presentación de síntomas describiremos la historia de Álvaro Uriel, un niño de
ocho años de edad que fue llevado a la consulta de Psiquiatría Infantil del Hospital de La
Misericordia, en Bogotá.
Este niño pertenece a una familia formada por su padre, la abuela paterna y un hermano de
once años de edad; la madre falleció de cáncer hace tres años. No sufre de enfermedades y su
desarrollo psicomotor fue normal. Siempre fue un niño con un excelente desempeño escolar,
cumplidor de sus deberes religiosos, llegó a ser uno de los mejores del curso, era obediente y
acataba las sugerencias, pero desde hace seis meses aparecen quejas sobre su comportamiento
en la casa y en el colegio, se muestra muy irritable —en palabras de la abuela, “no se le puede ni
hablar”—, inquieto, con dificultades para conciliar el sueño, aislado, con fallas en el colegio y
muy rebelde.
El temor perfecto…en secreto
Durante la consulta se encuentra que es un niño muy inhibido, con escaso contacto visual, manos
sudorosas y onicofagia. Dice que algunos síntomas que lo inquietan no los comenta con nadie,
son su secreto. Reconoce gastar mucho tiempo pensando en cómo será su desempeño, revisa
una y otra vez las tareas antes de empacar los cuadernos e incluso carga todos los cuadernos
pensando que de pronto pueda llegar a necesitarlos. Acumula en su habitación objetos que no
necesita, como papeles viejos; necesita repasar mentalmente algunas cifras. Teme poder llegar a
hacerse daño con los cuchillos y utensilios de la casa y antes de dormir debe lavarse varias veces
las manos para poder conciliar el sueño. Es irritable, especialmente con su abuela, porque le
repite muchas veces lo que debe realizar. Pero en este momento la historia cambia de rumbo.
Para su padre es un niño perfecto y sin dificultades, rinde académicamente y no hay motivo para
llevarlo al médico.
La perfección se mejoró
Al inicio, en octubre de 2004, a Álvaro Uriel se le diagnostica ansiedad generalizada, se le formula
hidroxicina y control, pero sólo regresa a la consulta en mayo de 2005. Cuenta que aumentaron
los síntomas, los rituales empeoraron, especialmente para acostarse. Se siente muy ansioso si no
revisa exhaustivamente las tareas y cuadernos que debe llevar al colegio. Para contestar los
exámenes emplea muchísimo tiempo.
Se le diagnostica TOC. Recibe tratamiento con fluoxetina suspensión (5) en dosis de 1 cm3 al día
y, debido a la gran ansiedad y a las dificultades emocionales, se añade risperidona en dosis de 1
miligramo en la noche. Así mismo, el niño comienza a asistir al grupo educativo de pacientes con
trastorno obsesivo que ofrece el Servicio de Psiquiatría Infantil del Hospital de La Misericordia.
Reduce la obsesividad y los rituales, su funcionamiento en general mejora, actualmente concilia
más fácilmente el sueño, se lava las manos sólo en una ocasión, ya no revisa tantas veces las
tareas y muestra menos temor a los cuchillos y utensilios cortopunzantes.

fuente:Diana Botero Franco Rafael Vásquez2