María tiene 22 años y relata todo el sufrimiento que ha atravesado desde los 18 años, cuando fue diagnosticada con Trastorno obsesivo-compulsivo; confiesa que, durante la niñez y adolescencia no tuvo muchos amigos, era extremadamente independiente, desde pequeña fue perfeccionista, ansiosa y caía en depresión fácilmente, pero nunca consideró estos rasgos como una señal de padecer TOC.

A los 17 años su situación se tornó muy difícil, la adolescencia complicó mucho su situación, nos cuenta que a partir de la pérdida de uno de sus seres queridos, la idea de padecer alguna enfermedad que acabara con su vida se fijó en su mente, al principio como un pensamiento pasajero pero poco a poco la idea se volvió tan intensa, que no podía concentrarse en otra cosa, María describe estos pensamientos como aterradores, especialmente para una niña de su edad, porque en vez de estos problemas, sus preocupaciones debieron haber sido los típicos problemas de adolescente: chicos, amigos, fiestas y la escuela. Para María ésta es una gran frustración, ya que perdió gran parte de una etapa muy importante para cualquier ser humano.

Ella explica estas ideas y menciona: “Ya no era el hecho de poder enfermar, era pensar que ya estaba enferma y que iba a morir, salir a la calle era lo peor, evitaba tocar a la gente y las cosas que pudieran estar contaminadas”.

Las cosas se salieron de control cuando estos pensamientos ocupaban la mayor parte de su día y comenzaron a afectar considerablemente su desempeño diario, “La escuela se volvió un foco de contaminación, en el salón yo trataba de sentarme en un rincón alejada de mis compañeros, porque la idea de que ellos pudieran enfermarme era tan real; esa era mi única preocupación, las clases dejaron de importarme”.

Para contrarrestar la ansiedad y angustia que sus ideas compulsivas le producían, llevaba a la práctica actividades que la hacían sentirse más tranquila, como lavarse las manos más de dos veces consecutivas, llegar a casa y darse un baño para limpiar la suciedad que había contraído durante el día o lavar su ropa dos veces seguidas con más detergente del requerido.

María relata que en algunos momentos, la desesperación y la ansiedad estaban tan fuera de control, que la hacían recurrir al médico frecuentemente y realizarse estudios clínicos innecesarios, “Una parte de mi sabía que mis pensamientos eran irreales e improbables, y que debía concentrarme en otras cosas más importantes, pero el miedo que me producían hacían que no los pudiera detener y siguieran controlándome aunque yo no quisiera”.

TOC: conoce, identifica y pide ayuda.

Según el médico psicoanalista y neurocientífico Rafael Solana Figueroa, éste trastorno es un tipo de neurosis, en que las obsesiones y las compulsiones, pueden llegar a incapacitar al individuo que las padece; en el peor de los casos llevarlo al suicidio, afortunadamente es tratable pues las sensaciones producidas por la enfermedad pueden ser reducidas considerablemente.

El Trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por la aparición constante de pensamientos, impulsos o imágenes inconscientes e irracionales que interfieren con el desempeño cotidiano de la persona y le generan emociones sumamente angustiantes. Estas son las obsesiones, las cuales son reconocidas por el paciente como exageradas e irracionales, a pesar de esto no pueden ser resueltas con lógica y razonamiento.

Por otro lado las compulsiones son acciones repetitivas o “rituales” que la persona lleva a cabo para hacer más llevadera o para prevenir la angustia que genera la obsesión; como en el caso de María, la compulsión consiste en lavarse en repetidas ocasiones, con el propósito de limpiar su cuerpo de las supuestas suciedades contraídas durante el día (obsesión).

De acuerdo al grado de intensidad del TOC, se divide en tres niveles:

Rasgos de personalidad: Todos tenemos grados de ansiedad y miedo como mecanismos de supervivencia ante situaciones peligrosas de la vida cotidiana, y en respuesta tenemos comportamientos para preservarnos a salvo y que no son patológicos.

Leve: El individuo presenta una actitud rígida en su comportamiento y en su actitud ante la vida y cuando su rutina es interrumpida y modificada genera ansiedad.

Grave: La sintomatología es tan intensa que la persona puede quedar paralizada, restringiendo su vida familiar, laboral y social.

El tratamiento del TOC implica psicoanálisis combinado con medicamentos, para disminuir la ansiedad y disminuir compulsividad, en casos extremos se suministran antipsicóticos en dosis bajas, aunque los fármacos y las dosis varían de acuerdo al caso particular de cada paciente ya que puede haber variables.

El trastorno se observa principalmente al inicio de la vida adulta, aproximadamente a los 20 años, pero se han encontrado casos de niños que presentan una sintomatología semejante a la del trastorno, pero sin llegar a serlo.

En su práctica el Dr. Solana Figueroa ha tratado múltiples casos de TOC y menciona uno en particular que recuerda mucho: “El paciente era un muchacho brillante, era rígido académicamente y presentaba otros problemas psíquicos aparte del TOC como depresión, desafortunadamente nunca concluyó sus tratamientos, la obsesión que le angustiaba y lo paralizaba era el pensamiento de que podría llegar a ser un violador en potencia. A pesar de nunca haber intentado atacar a nadie y tener un historial limpio, este pensamiento se incrementaba al momento de salir a correr”

En México desafortunadamente aun se tiene la idea de que un padecimiento mental es un problema que debe quedar guardado por el miedo a ser juzgados, pero tomemos en cuenta que el estilo actual de vida y diversos factores ambientales y sociales afectan emocionalmente a todo ser humano en diversas magnitudes, nunca va a estar de más pedir ayuda profesional y oportuna para poder prevenir alguna tragedia.