Tres de cada 100 mujeres sufren el síndrome del ama de casa, una obsesión que puede llegar a destrozar la pareja.
Lola instaló un infiernillo en el garaje y obligó a su marido y a sus hijos a hacer vida allí para que no ensuciaran la casa, sólo les dejaba entrar para dormir. El nombre es ficticio, pero el caso es real y sirve para ilustrar el síndrome del ama de casa, un trastorno psicológico.

La afectada limpia y ordena una y otra vez para sentirse en paz, pero cualquier atisbo de suciedad o desorden la desequilibra. Sin percatarse, va dedicando más y más tiempo a la casa y termina asociando las tareas domésticas a una fuerte angustia.

El síndrome del ama de casa es frecuente en mujeres maduras, pero nadie está a salvo, ni los hombres, que se obsesionan con ordenar las corbatas, las camisas...

Son más vulnerables las féminas que sufren ansiedad y las hijas 0,5% de las afectadas con este trastorno pide ayuda al psicólogo. La mayoría no se considera enferma de afectadas porque reproducen el comportamiento materno, según Ferrán Martínez, del Instituto Superior de Estudios Psicológicos de Castellón. Los familiares, añade, acaban haciéndoles el vacío y, en casos extremos, la pareja se rompe.

La mujer no suele saberse enferma, de hecho sólo el 0,5% acude al psicólogo y lo hace de la mano de su esposo o hijos. La terapia es larga y la paciente debe anotar sus pensamientos negativos en un diario. Con las sesiones, la mujer aprende a espaciar las tareas y alternarlas con ejercicios relajantes.