Una historia estimulante


Una historia estimulante
“Hace algunos años una revista americana publicó la historia de una profesora de instituto de matemáticas. Una tarde pidió a sus alumnos que escribiesen los nombres de todos sus compañeros de clase, dejando un espacio entre cada nombre. Después les pidió que pensasen y apuntasen en la hoja una cualidad, algo especial, que quisiesen destacar acerca de cada uno de sus compañeros. Al final de la clase recogió las hojas y durante el fin de semana preparó un folio con el nombre de cada alumno, y allí reunió todos los cumplidos que había merecido por parte de sus compañeros. Entregó su hoja a cada alumno. El contenido de los folios no se discutió nunca en clase —cada alumno leyó su folio en privado— pero quedó claro por los comentarios que se escucharon aquella tarde —«no sabía que les caía tan bien», «pensaba que no le importaba de verdad a nadie»— que los alumnos vivieron el ejercicio de forma muy positiva.

Varios años más tarde uno de estos alumnos, un joven llamado Mark Eklund, murió en Vietnam. Cuando el cuerpo fue repatriado a Minnesota casi todos sus antiguos compañeros, y la profesora de matemáticas, asistieron al funeral. Después del funeral el padre del joven soldado dijo a la profesora: «Quiero enseñarle algo», y sacó una billetera de su bolsillo. «La tenía Mark cuando lo mataron. Creo que era importante para él y que tiene que ver con usted». Abrió la billetera y sacó dos folios de papel gastados por el uso. Era la lista de cualidades que los compañeros de Mark habían elaborado hacía años. A raíz de aquello muchos compañeros de Mark reconocieron que para ellos también aquella lista había sido importante: casi todos la guardaban en un lugar valioso para ellos. Uno dijo: «Creo que todos hemos conservado nuestra lista».”

Elsa Punset, Brújula para navegantes emocionales, Aguilar, 2008, pág. 129-130.

Una vez más, queda demostrado el poder de los pequeños gestos para lograr grandes cambios. Con la calderilla de unos pocos ricos, no tardaríamos en mejorar la situación de la mayoría de los pobres (de50en50.blogspot.com). Con un poco de generosidad emocional, podríamos contribuir a alegrar la vida de quienes nos rodean, y, de paso, la nuestra. El egoísmo inteligente beneficia a tod@s. ¿Os imagináis la satisfacción de aquella maestra de matemáticas? ¿Puede haber un regalo mayor que el que recibieron sus alumnos? Tal vez en tu entorno alguien no acaba de creer en sí mismo o en el mundo que le rodea... ¿No tendrás por ahí una palabra de apoyo?
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