extracto de el mundo de los miedos


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EL MUNDO DE LOS MIEDOS

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síntomas. Por otra parte, el síndrome obsesivo-compulsivo se caracteriza por las
obsesiones. Las obsesiones son ideas, imágenes recurrentes e impulsos que al comienzo
se viven como carentes de sentido. En la medida que persisten, la persona puede llegar a
darse cuenta que estas ideas son producto de su propia mente e intenta suprimirlas
negándolas, ignorándolas o neutralizándolas con otro pensamiento que las interfiera.
Otra de las particularidades de este síndrome son los actos compulsivos. Se trata
de conductas repetitivas que se hallan relacionadas con las ideas obsesivas y tienden a
ser estereotipadas y rígidas. Las compulsiones tienen por objetivo evitar la angustia que
originan las rumias obsesivas, si bien la persona puede razonar y admitir que sus
comportamientos son exagerados e irracionales. En estos actos, el paciente se encuentra
entrampado en un juego que no logra dominar. El trastorno se caracteriza por un florido
repertorio de rituales. Este ritualismo, forma parte de los actos compulsivos que se
sistematizan en pos de anular las ideas obsesivas que torturan al protagonista. Mientras
tanto, la duda y las inseguridades avanzan lapidando la identidad de la persona y
coartando cualquier posibilidad de salida.
El uso de la libreta consiste, nada más y nada menos, que en la compra de una
libreta del tamaño del bolsillo trasero del pantalón. Preferiblemente con espiral, lugar
donde se colocará un bolígrafo enganchado. A partir de la prescripción, la libreta se
convierte en una especie de apéndice de la persona. Donde vaya irá con su libreta.
La finalidad remite en transcribir, ideas, sensaciones, emociones, reflexiones, etc.,
en determinadas oportunidades consignadas por el terapeuta. Probablemente, en el
preludio de un ataque de pánico o frente a la proximidad del objeto fobígeno, o de cara a
la compulsión de un determinado ritual, el terapeuta indicará que la persona en ese
momento deberá redactar una serie de elementos pautados por él. Fecha y hora,
descripción del contexto, por ejemplo, el lugar donde se encuentra (casa, trabajo, estudio,
etc.), lugar del lugar (una habitación, patio, baño, etc.), cómo estaba vestido, quiénes eran
las personas que lo acompañaban, etc. Además, colocará qué es lo que sintió (en
términos de las emociones), hasta donde de la cadena sintomática llegó (por ejemplo, que
discrimine cuáles fueron los síntomas que se enlazaron), reflexiones acerca del momento,
etc.
Este ejercicio provoca que la persona -pendiente en activar, por ejemplo, el miedo
al miedo que escata la llave hacia un dominó sintomático- registre por escrito ese
momento crucial. En la mayoría de las oportunidades, este corrimiento de foco anula tal
llave de acceso a la sintomatología. Razón, por la que el paciente disminuirá
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indefectiblemente sus conductas anómalas; de esta manera y para su sorpresa, tiene
poco que escribir de sus síntomas.
La libreta y lo que se deberá redactar en ella, genera esa distracción momentánea
tan buscada por el terapeuta con relación a desestructurar la cadena sintomatológica. El
hecho de que la persona -cuando detecta el prolegómeno de sus comportamientos- deba
buscar en su bolsillo la libreta, en principio, la conecta con un primer estímulo ideacional y
una acción inesperados para la secuencia de síntomas. En un segundo momento,
después de semejante alteración, deberá observar su reloj y escribir hora y día, mirar el
lugar donde se encuentra, cómo está la postura de su cuerpo, la gente de su entorno, etc.
En síntesis, una serie de estímulos en donde fijará su atención y generarán la desviación
suficiente para alterar la recursión de las conductas. De allí, la posibilidad de socavar la
dependencia creada y sistematizada de sus síntomas, dependencia que lo anulan como
persona disminuyendo -cada vez en mayor proporción- su autoestima, abriendo y
reforzando nuevos accesos sintomáticos.
Por otra parte, más allá del trabajo de inducción ericksoniana que hace falta para
instruir acerca de los pasos de la prescripción, no resulta (como en las prescripciones de
síntomas) una confrontación a la lógica racional, por ende, en principio no se hallan
resistencias en aceptar las acciones a realizar. Después, se corroborará si en las
acciones concretas se compra la libreta y se desarrolla la tarea.
La prescripción aparenta remitirse al simple registro de las sensaciones y
reflexiones sobre los síntomas, bajo el pretexto que el terapeuta necesita de un registro
más exhaustivo. Sobre esta premisa, no se altera el sentido común como en el resto de
prescripciones paradojales, pero sí se ocultan los verdaderos fines que refieren a la
desviación del foco habitual.
Las manos ajadas de Javier
Javier no quiere, pero es más fuerte que él. Todos los días se levanta a las 7 hs.
para ir a su trabajo y desde ese momento cada 20 o 30 min. acude al baño solamente a
lavarse las manos. Pero no solamente en la vigilia, también de noche de acuerdo al
cansancio se levanta un mínimo de 5 veces a repetir su ritual.
Sus manos se hallan cuarteadas y lastimadas, ajadas y resecas, tiene manos de
viejo a pesar de sus 25 años, ya que lleva 13 meses en estas compulsiones. En este
tiempo, ha mejorado sus métodos de limpieza y esterilización: utilizó diversos tipos de
jabones, detergentes, lavandinas, detergentes industriales, alcohol, etc.
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He intentado de todo para no lavarme de esta manera, dice. Entre las
posibilidades de solución, Javier ha consultado a médicos clínicos, psiquiatras,
neurólogos, curanderos. Ha apelado a consejos de amigos y familiares y él mismo
mediante las conocidas frases de No voy a hacerlo / Voy a poder / No lo tengo que hacer
y otras de igual calibre. Cuanto más de estas estratagemas, más del efecto contrario al
que se pretende, o sea, más de lo mismo.
Después de realizar una minuciosa exploración de los síntomas, el terapeuta le
indica:
T: Javier, veo que usas jeans...
P: Sí, (con cara de desconcierto)
T: Vas a comprar una pequeña libreta del tamaño del bolsillo trasero de tu pantalón... que
es más o menos del tamaño de tu billetera. Principalmente trata de comprarla con espiral,
así puede prender allí tu bolígrafo. ¿Comprendido?, una libreta con las tapas del color que
deseas, con las hojas a rayas, cuadriculada, sin nada, con páginas blancas o de colores,
en síntesis la que tu deseas..., ¿está claro?...
P: ¡Ajá!.
T: Escucha bien, cada vez que sientas ganas de lavarte las manos, cada vez, cogerás la
libreta y tomando el boli con la mano derecha, ¿eres diestro no?
P: Sí...
T: En ella va a escribir día, hora, con qué camisa o jersey te encuentras vestido, y en qué
lugar te Hallas..., pero específicamente, si es tu casa en qué lugar, living, dormitorio, baño
y en qué sector de cada lugar estás... Cada vez, entonces que te sobrevengan lo
síntomas que discriminamos, cada vez, tomarás la libreta y redactarás en orden cada
cosa que te he pedido.
El terapeuta, precisará con detallismos e implementando el lenguaje inductivo
hipnótico cada uno de los pasos del proceso, dibujando y anclando las imágenes
anticipatorias. También puede aplicarse el término ritual de la libreta. Hablar de ritual es,
en este caso, utilizar el mismo lenguaje del paciente, es permutar el ritual obsesivo por el
ritual de ruptura del ritual.
Es frecuente que el paciente (sorprendido) obtenga como resultado que, de cara al
intento de registro de sus accesos a lavarse, no pudo continuar con la tarea puesto que
disminuyeron en forma progresiva sus compulsiones.
La libreta y el acto de registro, entonces, implica desviar el foco de atención (sus
compulsiones) en el cual se centra la persona. Puede llegarse a la anulación del síntoma,
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ya sea porque han disminuido los accesos por desviación sintomática o porque se logró
desarrollar el acto compulsivo y pudo registrarse lo indicado por el terapeuta. En pasos
posteriores, se intentará controlar las conductas mediante el reducir su frecuencia.
La misma libreta, puede utilizarse para registrar porcentajes de aparición del
síntoma en cada experiencia. Por ejemplo, luego de cada prueba se otorgará un
porcentaje o puntaje de 0 a 100% acerca de cuánto aparecieron las sensaciones que
componen la cadena sintomática. De esta manera, se logra llevar un control de los
adelantos y retrocesos de la persona en el proceso de tratamiento. Pero este registro
tiene una doble función: le sirve al profesional para ver cuán efectivas son las estrategias
aplicadas y para el paciente (si mejora), el puntaje es una connotación positiva en sí
misma que lo alienta a continuar progresando.
Todas las combinaciones de prescripciones e intervenciones, se establecerán con
la mayor de las libertades. Dependen de la tipología del paciente y de terapeuta, modelo
de trabajo, contexto, historia, interacción, etc. Además, cualquiera de las asociaciones de
técnicas y estrategias muestran la creatividad del terapeuta, en contra las rigideces.
Todos los ejemplos que mostramos, pueden traducirse a la acción terapéutica pero con el
suficiente criterio del profesional. Reiteramos, son solamente un camino, una orientación o
guía, pero de ninguna manera constituyen fórmulas matemáticas.