obsesiones y trastronos alimenticios




Pacientes que padecen trastornos alimenticios que no han tenido buenos resultados con tratamientos tradicionales y están en riesgo de morir, cuentan con una esperanza. En el Centro Médico Nacional “20 de noviembre”, del ISSSTE, un grupo de médicos relacionados con la conducta y el cerebro ha desarrollado una neurocirugía de invasión mínima y de alta precisión para tratar la bulimia y la anorexia.

En entrevista con Francisco Zea, para grupo Imagen, el doctor Manuel Hernández Salazar, jefe de la división de neurociencias de ese hospital, explicó en qué consiste.

Se realiza una miniincisión cerebral y, con un aparato de alta precisión, se guía un electrodo muy delgado hasta llegar a la zona a tratar. Ahí se produce una termoablación, es decir, una lesión provocada por calor, de un milímetro y medio. Con esa quemadura se modifican síntomas (como la impulsividad y la agresividad) que intervienen en diversas enfermedades neurológicas.

“En el Centro Médico Nacional teníamos experiencia con pacientes siquiátricos, principalmente con trastorno obsesivo-compulsivo, después comenzaron a llegar pacientes con bulimia, más que con anorexia. Descubrimos que hay una relación entre el trastorno obsesivo-compulsivo y los trastornos alimenticios, entonces, hicimos modificaciones y adaptamos el programa.”

El doctor explicó que la operación es resultado del trabajo de un grupo multidisciplinario, en el que intervienen neurólogos, siquiatras, neurocirujanos, sicólogos y neurosicólogos. Entre todos analizan los casos y realizan la cirugía. Hasta la fecha la han aplicado a cinco pacientes que han tenido muy buena respuesta.

Una de esas pacientes es Paulina, a quien operaron hace cuatro años, cuando tenía 19 y estaba cerca de la muerte. Ella mide 1.70 metros y llegó a pesar 38 kilos, perdió 30 en un mes y a los 16 años tuvo un infarto.

“Comencé con anorexia a los 14 años, iba a cumplir 15, empecé a buscar el vestido para la fiesta y fue cuando comenzaron las comparaciones y decidí bajar de peso. Ahora sé que esos comentarios fueron sin querer, que una persona no se da cuenta de que está hiriendo a otra, pero pueden llegar a afectar mucho.”
Paulina relata que la cantidad de alimento que ingería fue disminuyendo gradualmente hasta llegar a comer sólo una salchicha al día. “Después dejé de comer, sólo tomaba agua y chicles. Masticaba hasta 500 al día. De la anorexia salté a la bulimia, tenía como episodios. Me provocaba el vómito del dulce de los chicles, porque creía que el azúcar me iba a engordar.”

Recuerda que al principio sentía mucha energía y hacía mucho ejercicio; sin embargo, asegura que nunca se vio flaca. “Sabía que había bajado de peso, pero no sabía cuanto. Veía las fotos y decía: esa no soy yo, seguía pensando que mis brazos y piernas estaban gordos. Ahora me veo y me doy cuenta de que estaba esquelética”.

A los 16 años Paulina sufrió un infarto. “Pensé que ya iba a entrar en razón, sabía que debía poner de mi parte, pero era algo más fuerte que yo, no podía sola. Tuve depresiones muy fuertes, intentos de suicidio, hospitalizaciones en siquiátricos. Había perdido la esperanza, pensé que iba a morir con esa enfermedad”.

En esa época el papá de Paulina escuchó sobre la operación en el ISSSTE y se puso en contacto con los médicos. “Hicimos un pacto, porque yo no quería ir, pero mi familia ya estaba cansada, los veía desesperados.

“Estuve un año en tratamiento siquiátrico antes de que decidieran operarme. Le agradezco al doctor y a su equipo por salvarme la vida. Creo que la mitad de la recuperación es la cirugía y la otra mitad es el esfuerzo que uno hace y el esfuerzo de la familia.”

Paulina asegura que después de que le realizaran el procedimiento se encuentra muy bien de salud y ha vuelto a comer. También habla, con la voz entrecortada, sobre el coraje que le causa saber de muchas niñas que están pasando por lo mismo: se juzgan por cómo se ven, pero pueden llegar a perder la vida.

El jefe de la división de neurociencias del Centro Médico Nacional “20 de noviembre” del ISSSTE comenta que están seleccionando nuevos pacientes para la intervención.

“Ha sido importante ver la evolución, incluso tuvimos una paciente que después de la operación se embarazó y tuvo los característicos vómitos, lo cual quiere decir que el área cerebral vinculada con esa reacción es controlada por regiones que no son afectadas por la termoablación.”