OBSESIONES Y COMPULSIONES



OBSESIONES Y COMPULSIONES

Criterios para el diagnóstico del trastorno obsesivo-compulsivo(DSM-IV).

Las obsesiones se definen por:


1) Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan, alguna vez durante la perturbación, como intrusivos e inapropiados, y causan ansiedad o malestar.

2) Los pensamientos, impulsos o imágenes no son simplemente preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida cotidiana.

3) La persona intenta ignorar o suprimir tales pensamientos o impulsos o neutralizarlos con algún otro pensamiento o acción.

4) La persona reconoce que los pensamientos, impulsos o imágenes obsesivas son un producto de su propia mente (no impuestos como ocurre en la inserción del pensamiento).
Las compulsiones se definen por:


1) Conductas repetitivas (por ejemplo, lavado de las manos, orden, comprobación) o acciones mentales (por ejemplo, rezar, contar, repetir palabras en silencio) que la persona se siente impulsada a realizar en respuesta a una obsesión, o de acuerdo con reglas que deben aplicarse rígidamente.

2) Las conductas o acciones mentales están dirigidas a neutralizar o reducir el malestar o algún acontecimiento o situación temida; sin embargo, estas conductas o acciones mentales no están conectadas de forma realista con lo que están destinadas a neutralizar o prevenir, o son claramente excesivas.
En algún momento durante el curso del trastorno, la persona reconoce que las obsesiones o compulsiones son excesivas e irracionales. Nota: esto no se aplica a niños.


A. Las obsesiones o compulsiones producen marcado malestar; pérdida de tiempo (en general, el individuo emplea más de una hora diaria a ellas); o interfiere significativamente con la rutina habitual del individuo, con su actividad profesional, con sus actividades sociales o sus relaciones con los demás.

B. Si está presente otro trastorno del eje I, el contenido de las obsesiones o compulsiones no está restringido a él (por ejemplo, preocupación por la comida en presencia de un trastorno alimentario; arrancarse el pelo si existe tricotilomanía; preocupación por la apariencia física en un trastorno dismórfico; preocupación por tener una enfermedad grave en presencia de hipocondría; o rumiaciones de culpa en presencia de una depresión mayor).

C. No es debido a los efectos directos de una sustancia (por ejemplo, drogas de abuso, medicación) o de una condición médica.


Especificar si es del Tipo Pobre Insight: si la mayor parte del tiempo el individuo no reconoce que las obsesiones o compulsiones son excesivas o irrazonables.

El obsesivo se muestra ambivalente sobre sus problemas, con frecuencia le preocupa que puedan considerarle “loco” y, en muchos casos, cree que ninguna intervención podrá ayudarle.

Las obsesiones se viven como una experiencia pasiva, algo que me está pasando. A la vez se viven como propias, de carácter invasivo. Con pensamientos recurrentes que producen mucha angustia e intentan constantemente quitárselos de la cabeza (se vive como una lucha agotadora).

Las compulsiones o no guardan una conexión lógica con la obsesión o son exageradas. Las viven como irracionales, pero no pueden resistirse a ellas. Al principio, generalmente, intentan resistirse a ellas. En un cuadro crónico, ya no aparece resistencia.

Los rituales pueden ser o motores (implican acción) o encubiertos (mental). Suelen tener un número mágico. Es una acción voluntaria, aunque lo vivan como inevitable, ya que realizándolo evitan la ansiedad. Pero cuando intentan resistirse a ellas fracasan.

El problema es cuando se da importancia a las pequeñas obsesiones que todos tenemos, o por el grado de angustia que produce o por cómo interfiere. Todos tenemos obsesiones y compulsiones normales como cerrar el gas, colocar cosas de determinada manera o empezarlas siempre igual o decir algo mentalmente, etc.

Es el miedo a hacer lo que siente o imagina lo que le lleva al obsesivo a pensar que está trastornado e intente neutralizar los pensamientos; lo cual le lleva a sentir cada vez más ansiedad.

“Si pienso que va a pasar algo, pasará”. Pensamiento = Acción.


RASGOS DE LA PERSONALIDAD OBSESIVA




Hasta que desaparezcan las Respuestas de comprobación y de evitación no va a disminuir la ansiedad y si no mantiene la duda sobre estas cuestiones no mejorará. Si da las respuestas de evitación, aunque se exponga, no es efectivo.

No se insistirá en que haga la terapia, ya que necesitan una gran motivación y tienen que ser ELLOS MISMOS los que quieran trabajar para recuperar su bienestar hace años perdido.

TRATAMIENTO:

Es el trastorno de más difícil tratamiento; existiendo un éxito entre un 70 y un 95% de los casos. Además en el TOC hay que exponerle a todo, los tratamientos parciales no sirven. Si se trabaja hay que exponer a todo porque no generalizan.

Previo al tratamiento del TOC son necesarias unas consideraciones especiales:



* Son pacientes que cada día vienen con una obsesión distinta; NUNCA entramos a discutir sus obsesiones. Sólo hay que asegurarles una vez que las consecuencias temidas no van a aparecer al igual que la ejecución del ritual. Luego que sean ellos los que resuelvan sus dudas. Nosotros no resolvemos sus dudas; además tienden a responsabilizar al psicólogo de todo en la terapia.

* Cuando insisten en preguntar si es seguro que curarán o que si es eficaz el tratamiento, etc., no entramos (sino, van a tender a manipularnos. Hasta que desaparezcan las RR de comprobación no va a disminuir la ansiedad y si no mantienen la duda sobre estas cuestiones no mejorarán).

* No empezar si hay depresión.

* No insistir en que hagan la terapia, ya que necesitan una gran motivación y tienen que ser ellos los que quieran trabajar.
No hacer expectativas optimistas de remisión completa.





Se les establece un tiempo par las tareas y si no las terminan quedan inacabadas durante el día. Hacemos un proceso de Moldeamiento de conductas aproximativas. Cuando tardan mucho en vestirse porque tienen que realizar muchos rituales, se hacen secuencias de cada paso. Si tardan más del tiempo establecido, dejan la prenda como está, si se quedan los zapatos sin abrochar, se queda así.


- Desarrollo del contacto social.

- Reestructuración cognitiva: Tras las exposiciones es cuando funcionan las pruebas de realidad, no antes.

- Intención paradójica: Se trata de pedirle que piense en la obsesión continuamente, así pierde valor el pensamiento obsesivo al pensarlo muchas veces o exagerarlo.

- Que comentan fallos a propósito.

- Que se rían de sus fallos y que hablen bien de ellos.
NORMAS PARA LA FAMILIA


- Dejar de participar en los rituales, el familiar puede ayudar no ayudando.

- Procurar que el obsesivo no sienta que sus pensamientos o acciones son alocados o peligrosos, es decir, es mejor no prestar atención a sus compulsiones o rituales para no castigar o reforzar inadecuadamente este tipo de conductas.

- El reconocimiento de lo que parecen pequeños logros es una acto valioso; alentar al obsesivo a seguir intentándolo y se le demuestra que se reconoce su trabajo. Por eso el elogio por parte de sus familiares de conductas adaptadas es un fuerte refuerzo positivo que debemos incrementar.

- Evitar la critica personal tanto como se pueda. Es el TOC el que pone nervioso, no el paciente de TOC.
A partir de ahora no reforzar las RR de comprobación del obsesivo, para que le digáis que las compulsiones son síntomas del TOC y que no vais a ayudarle en los rituales y obsesiones porque lo importante es ayudarle a resistirlos y ha disminuir su ansiedad.

Trataremos de evitar las explicaciones extensas ya que cuanto más tratamos de demostrarle que no necesita preocuparse, más lo desaprueba. Por eso mismo, dejar de convencerle de que sus obsesiones son erróneas, no se entran a debatir, hay que mantener la duda.

FARMACOLOGÍA


- Útil para la Depresión y poder hacer las exposiciones. Ya que a veces no se quieren exponer y si no están medicados no les exponemos.

- Suprime los síntomas, pero no los elimina.

- 70% de recaídas al retirarlo.

- Existen efectos secundarios.
Mejor: Anafranil Cloripramina
Útil: Tofranil Inipramina
Mejor: Prozac Fluoxetina

Importante: No se autorecete, siempre consulte a un especialista.

Manía por el orden

Cuando la obsesión por el orden adquiere dimensiones patológicas altera la vida cotidiana del afectado y de su entorno familiar y genera actitudes improductivas

La manía por el orden y el afán de perfección y pulcritud que sienten algunas personas puede ser un rasgo muy ventajoso en algunas situaciones, pero también puede ser indicativo de una patología y revelar la existencia de un trastorno de la personalidad que requiere atención médica. Aproximadamente una de cada cincuenta personas en España padece un tipo de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), entre los que se encuentra la manía patológica por el orden. Los expertos aseguran que en la población general es el cuarto trastorno mental más frecuente, sólo superado por las fobias, el abuso de alcohol y la depresión.



Causas y tratamiento

La manía por el orden que sufren algunas personas puede parecer una afección pintoresca y hasta cómica para quienes no la sufren o no han tenido que convivir con alguien que la padezca. Pero cuando ésta alcanza niveles patológicos puede transformar la existencia en un verdadero infierno. Una cosa es ser extremadamente pulcro, preciso, metódico y ordenado. Y otra muy distinta es convertirse en esclavo de rituales y conductas que, además de causar ansiedad y sufrimiento a quien las practica, llevan a ejecutar compulsivamente cierto tipo de acciones siempre en el mismo orden, y según un patrón de comportamiento obsesivo que las demás personas tomarán por excéntrico y absurdo.

El primer tipo de comportamiento evidencia a la persona que comúnmente responde al calificativo de maniática por el orden. Este comportamiento puede deberse «a un rasgo de la personalidad sin más, en individuos perfeccionistas, autoexigentes y meticulosos», explica Eduardo García-Camba, responsable del Servicio de Psiquiatría del Hospital de la Princesa, en Madrid, y Presidente de la Asociación Española de Medicina Psicosomática. Cuando ese rasgo de la personalidad adquiere una dimensión patológica puede convertirse en lo que se denomina Trastorno Obsesivo de la Personalidad y, en los casos más graves, Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), añade García-Camba.

Aunque no está claro el origen de este trastorno, generalmente se considera que existen causas tanto biológicas como psicológicas, por lo que el tratamiento suele ser mixto, de tipo psicofarmacológico y psicoterapéutico.

Generalmente este trastorno se inicia en la adolescencia o a comienzos de la edad adulta, pero sobre todo en los varones puede aparecer en la infancia. Según García-Camba, un entorno familiar o social muy rígido y exigente puede favorecer la aparición de estos rasgos de personalidad. Ante la detección de síntomas afines en los menores, debe buscarse cuanto antes atención especializada. A veces la familia, con la intención de ayudar, colabora con las conductas de orden e inicialmente disminuye así la ansiedad del paciente, pero a mediano plazo le perjudica.

Los fármacos empleados son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina que disminuyen los pensamientos obsesivos y la ansiedad asociada

En niños en edad preescolar son frecuentes y normales los rituales, las supersticiones, las costumbres rutinarias y la tendencia al orden. Estas conductas desaparecen espontáneamente en la etapa escolar, no producen en el niño angustia y no interfieren con el juego o el aprendizaje. Se ha teorizado que quienes sufren trastornos obsesivo- compulsivos generalmente tienen una inteligencia por encima de la media, ya que la naturaleza de este desorden está asociada a complejos patrones de pensamiento, pero esto nunca ha sido sustentado por datos clínicos. «No es fácil saber si el determinante mayor es la genética o lo aprendido. En muchos casos este trastorno lo sufren niños a los que se ha insistido mucho sobre la importancia de la organización y del orden», comenta Javier Barbero, psicólogo adjunto del Servicio de Hematología del Hospital Universitario La Paz.

Los fármacos empleados en el tratamiento psicofarmacológico son los llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, que aumentan esta sustancia a nivel cerebral y disminuyen considerablemente los pensamientos obsesivos y la ansiedad asociada a los mismos. En todo caso, el tratamiento especializado es totalmente obligatorio, ya que son trastornos resistentes y de difícil manejo. Los libros de autoayuda pueden ser una herramienta complementaria, que proporcionan información para los pacientes en un lenguaje asequible y consejos sobre como identificar y abordar su trastorno, además de sugerencias dirigidas a cambios de actitud o conductas, pero nunca deben suplantar la figura del especialista.


Una perfección inalcanzable

Cuando se trata de una simple manía por el orden, este rasgo particular de la personalidad puede llegar a ser ventajoso cuando el afán por el método, la perfección, la pulcritud, la proporción y la simetría se aplica a campos como la ciencia y la matemática, o a cualquier otra actividad que requiera un alto grado de rigurosidad, precisión y exactitud. Sin embargo, cuando estos rasgos son patológicos se convierten en un claro inconveniente, ya que en exceso entorpecen el rendimiento normal. «El paciente quiere un grado de perfección tal que nunca completa la tarea a realizar», advierte María Luisa Catalina Zamora, médica adjunta del Servicio de Psiquiatría del Hospital de Móstoles.

Este segundo tipo de comportamiento revela la existencia de un trastorno de la personalidad que requiere de atención médica especializada, a pesar de que en la actualidad el sistema de salud pública en España aún no cubre el tratamiento profesional que necesitan estos pacientes, como sí lo hace con los que sufren otros desórdenes tales como la anorexia y la bulimia (a pesar de que la Organización Mundial de la Salud también clasifica a los primeros como enfermedades). En casos extremos, el cumplimiento de rígidas y excéntricas rutinas puede hacer perder tanto tiempo a estas personas y afecta de tal manera a quienes les rodean que se convierten en seres «totalmente improductivos y socialmente disfuncionales».

Los especialistas deben saber diferenciar entre las personas que son 'simplemente ordenadas' de las que sufren la compulsión obsesiva por el orden

El paciente con un TOC se diferencia mucho del sujeto normal muy amante del orden por el gran malestar y sufrimiento con que el primero vive su obsesión, la pérdida de tiempo que le producen sus síntomas y la interferencia con sus actividades, que llegan a ser totalmente improductivas en los casos graves. García-Camba afirma que estas circunstancias les convierten en individuos «poco rentables».

Cuando se habla de obsesión por el orden los especialistas se refieren a los pacientes que pueden sentir una angustiosa necesidad de ordenar los objetos de su lugar de trabajo, de su vivienda de acuerdo con una rígida disposición milimétrica, por colores y tamaño, o según un patrón totalmente arbitrario. Y el simple hecho de que les cambien de sitio una lámpara, una silla, o cualquier otro objeto, puede provocar que se angustien en extremo; incluso pueden adquirir el hábito de vestirse o asearse siempre en un determinado orden, volviendo a empezar desde el principio si se salta algún paso. Estas conductas se denominan compulsiones. Generalmente, están precedidas por pensamientos obsesivos de tipo mágico. Por ejemplo, «si no me visto en este orden ocurrirá una desgracia». Estos pensamientos generan una gran ansiedad, que se reduce con la conducta compulsiva de orden.
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Entorno familiar

Quienes padecen este particular desorden compulsivo, que obliga a disponer los objetos por pares, tamaños y colores para poder sentirse a gusto en un entorno privado, confiesan vivir una faceta muy desagradable y que afecta a la convivencia del resto de la familia. Este es un aspecto que resaltan muchos especialistas. Un paciente obsesivo puede contaminar excesivamente su ambiente por la necesidad de aplicar a su entorno sus propias exigencias compulsivas con la consiguiente afectación de las personas que le rodean, las cuales se convierten en víctimas de una situación en la que todo necesita hacerse de acuerdo con las normas del paciente.

«Estos comportamientos pueden asociarse con obsesiones que son ideas o pensamientos no deseados, de carácter persistente, de los que el individuo es incapaz de liberarse y que le producen gran malestar y sufrimiento. También pueden aparecer compulsiones en forma de comportamientos que el paciente reconoce que no tienen sentido, pero que se siente obligado a repetir, ya que si se resiste a ello aumenta de manera importante su ansiedad. Estos comportamientos compulsivos giran en torno al orden, la limpieza, lavarse repetidamente las manos, confirmar repetidas veces que se ha cerrado la puerta con llave o incluso «contar 20 veces una misma cosa», especifica García- Camba.

El desorden obsesivo-compulsivo es el cuarto trastorno mental más frecuente, sólo superado por las fobias, el abuso de alcohol y la depresión

Tal como sucede en el resto del mundo, aproximadamente una de cada 50 personas en España es afectada por un tipo de Trastorno Obsesivo Compulsivo, entre las que se clasifica la manía patológica por el orden. El trastorno obsesivo compulsivo es mucho más frecuente de lo que se creía en la década de los 50. Los estudios actuales observan que el 2,5% de la población general lo sufrirá en algún momento de su vida. Es el cuarto trastorno mental más frecuente, sólo superado por las fobias, el abuso de alcohol y la depresión. Sin embargo «muchos pacientes jamás consultan al psiquiatra y otros tardan años en hacerlo», indica Catalina Zamora.

Los pacientes con este tipo de trastorno no suelen ser violentos, aunque el mal humor pueda ser frecuente en ellos. Existen investigaciones realizadas por médicos norteamericanos que revelan un vínculo entre la drogadicción y el Trastorno Obsesivo Compulsivo. No hay datos sobre qué porcentaje de personas afectadas consulta con el médico. «Indudablemente, en la medida en que se van superando los prejuicios sociales frente a los trastornos mentales, los individuos consultan con mayor frecuencia y las estadísticas se van acercando más a las cifras reales de afectados entre la población general», señala García-Camba, responsable del Servicio de Psiquiatría del Hospital de la Princesa.

* Autor: Por TATIANA ESCÁRRAGA


Howard Hughes y su desorden obsesivo compulsivo
artículo [ Cultura ]

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por Edilberto González Trejos [Songo]

2006-04-09


I. ORIGEN, ADOLESCENCIA Y JUVENTUD:

Howard Robard Hughes, Jr., “Sonny”, nació el 24 de diciembre de 1905 en Houston, Texas, Estados Unidos de Norteamérica. Era el único hijo de “Big” Howard Robard Hughes, Sr., y Allene Gano Hughes.

No se trata de alguien que haya nacido en cuna de oro, sino en cuna de oro, diamantes y esmeraldas, ya que su padre era un exitoso empresario, quien hizo una fortuna al patentar un novedoso taladro rotativo que se convirtió rápidamente en estándar de la industria de los pozos de petróleo, surgiendo el éxito de HUGHES TOOL.

Ya de joven dio señas de un talento precoz y encerrado en un taller que le regaló su padre, a los 11 años inventó el primer aparato de radio de onda corta de Houston. Luego a los 13 años cuando su padre se negó a regalarle una motocicleta, Howard construyó una él mismo, tomando las partes del auto de vapor de su padre.

A los 14 años Howard “Sonny” Hughes tomó lecciones de vuelo contra el deseo tanto de su padre cuanto de su madre. De aquí en adelante desarrollaría un amor cada vez más creciente hacia la aviación.

En 1921 la industria de los pozos petroleros y otros prospectos económicos empezaron a tomar auge en California, lo que llevó a “Big” Howard (su padre) a mudarse hacia Hollywood en aquel Estado occidental norteamericano, llevando a “Sonny “ con él. Aquí nuestro personaje en cuestión entra en contacto con el mundo del espectáculo. En el otoño de 1923, la mamá de Howard murió y en 1924 (en poco más de un año) su padre también fallecería.

“Sonny” era el heredero, entonces, del 75% de HUGHES TOOL, porcentaje accionario que le sería entregado cuando cumpliera los 21 años. Eso sería el 24 de diciembre de 1926. Howard no podía esperar y ansioso de tomar la responsabilidad de sus propios asuntos compareció ante un Juez de Texas para apelar las cláusulas contenidas en el testamento otorgado por su padre. De esta manera y contra el consejo de la familia que le quedaba, el Juez otorgó a Hughes su deseo y un montón de RIQUEZA Y PODER se puso en las manos de un ovencito de 18 años. Entonces, Hughes contrató a otras personas para que se encargaran de HUGHES TOOL, de forma tal que él pudiese dedicarse a su sueño de producir películas.

II. EL MUNDO DEL ESPECTÁCULO:

Con todo el dinero del mundo a su disposición, un Hughes de 20 años comenzó a financiar sus propias películas. A pesar del escepticismo de las personas del medio, Hughes produjo aproximadamente 40 películas entre 1926 y 1957.

Entre sus películas más famosas tenemos HELL´S ANGELS (1925) con Jean Harlow, THE FRONT PAGE (1931) con Pat O`Brien y Adolphe Menjou, así como SCARFACE (1932) con Paul Muni. De igual forma él estuvo al frente del estudio de filmación RKO PICTURES CORPORATION de 1948 a 1957. Así introdujo a la pantalla a Harlow, Muni y Jane Russell, convirtiéndolo en un EXITOSO PRODUCTOR.

En 1929 Hughes se divorció de Ella Rice, quien había sido su esposa por 4 años. Se le conoce por haber sostenido romances con las actrices más famosas de Hollywood, incluyendo a Katherine Hepburn, Ginger Rogers y Jean Peters. Se casó con Peters en 1957, pero su matrimonio terminó en 1971 debido a la ENFERMEDAD MENTAL que le sobrevino en las últimas décadas de su vida.

III. HÉROE DE LA AVIACIÓN:

Ya vimos que además del cine, el otro amor de Hughes fue diseñar y volar aeroplanos. En 1935 impuso un récord de velocidad de 566 kilómetros por hora (352 millas por hora) mientras volaba el SILVER BULLET, un aeroplano que él diseñó. Al año siguiente voló de Los Ángeles, California a Newark, New Jersey, en 9 horas 27 minutos, un récord para su época para vuelos transcontinentales en los Estados Unidos de Norteamérica. En 1937 él rompió su propio récord, volando la misma distancia en 7 horas 28 minutos. Sin embargo, fue su vuelo alrededor del mundo, efectuado entre el 10 y el 14 de julio de 1938, que lo convirtió en un HÉROE NACIONAL. Hughes implantó un nuevo récord de 3 días 19 horas 17 minutos.

IV. SU PAPEL EN LA INDUSTRIA Y NEGOCIOS:

Así como el éxito financiero de HUGHES TOOL le permitió financiar famosas películas por más de 20 años, de igual forma le permitió apoyar sus experimentos y lanzar otros proyectos. De allí que muchos lo recuerdan como un PIONERO TECNOLÓGICO (1). Incluso una organización denominada la FECHA (First Electric Church of America : Primera Iglesia Eléctrica de América) lo tiene entre sus “Santos”.

Diseñó varios aviones, el H-1, el D-2,el XF-11 en el que sufrió su peor accidente, así como el famoso SPRUCE GOOSE, que sólo Hughes pudo volar.

El imperio de Howard creció hasta el punto en que HUGHES AIRCRAFT COMPANY controló y abarcó en su totalidad a TWA (TRANS WORLD AIRLINES). Cuando él liberó sus acciones en 1960, recibió un cheque de US$546,549,771.00; además fue uno de los pioneros del desarrollo inmobiliario de Las Vegas, Nevada.

Pero además, Hughes tuvo la visión de desarrollar satélites geo – sincronizados. Al mando de HUGHES ELECTRONICS, sus ingenieros desarrollaron los satélites como los conocemos hoy. Sin embargo, el Pentágono quería el nombre de Howard Hughes fuera del proyecto, puesto que en 1960 ya tenía fama de loco. Asimismo sus ingenieros trabajaron en el rayo láser, base de nuestros CEDÉS (CD`s) y DEVEDÉS (DVD`S) de hoy (2).

V. SU SALUD MENTAL EN DECLIVE:

Además de sus muchos logros, Hughes era reconocido entre sus amigos y conocidos por ser un tipo de HÁBITOS BIZARROS y TICS PECULIARES. Pero, ¿QUÉ FUE LO QUE CAUSÓ QUE UNA PERSONA DE SEMEJANTE GENIO, TAL VOLUNTAD Y EMPUJE, INTERÉS EN EL AVANCE DE LA HUMANIDAD, SEGÚN LOS EXPERTOS DEGENERARA EN UN ENFERMO MENTAL?

Después de estudiar su vida y obra como lo he hecho, considero que hubo varias CAUSAS para el comportamiento cada vez más extraño de Howard, a saber:

1. Desde niño fue bastante SORDO y no podía escuchar las conversaciones alrededor de él. No le dijo a mucha gente de esa disfuncionalidad auditiva. Es por ello que llevaba a cabo la mayoría de sus negocios por teléfono ya que así escuchaba mucho mejor.
2. Cuando tenía alrededor de 28 años contrajo SÍFILIS y en sus últimos años estuvo plagado por neurosífilis, cuya marca es la degeneración de las células cerebrales, que trae como consecuencia la paranoia y otros síntomas.
3. Sufrió varios ACCIDENTES mientras piloteaba y esas heridas y traumas sufridos pudieron traer como resultado daño cerebral. El accidente más serio ocurrió en 1946 cuando un avión de reconocimiento XF-11 que él estaba probando para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de Norteamérica se estrelló, dejándolo con graves heridas que le causaron dolor por el resto de su vida.
4. Como Hughes rehuía del tabaco y el alcohol, se veía forzado a tomar medicamentos para mitigar el dolor. Eso lo convirtió en ADICTO a la codeína, una droga “mata-dolor” hecha a base de opio.
5. Finalmente llegamos al punto de este artículo y que es lo más importante para comprender la imposibilidad de que Hughes llevase una vida normal. Él quedó progresivamente atrapado en lo que hoy conocemos como DESORDEN OBSESIVO COMPULSIVO. Tomando en consideración que su madre lo había criado inculcándole una limpieza y aseo casi obsesivos, podríamos deducir que ella pudo haber sufrido del mismo desorden y que acaso podría ser hereditario. Sin embargo, NUNCA se le diagnosticó ese mal mientras estuvo vivo.

VI. DESORDEN OBSESIVO COMPULSIVO EN HOWARD HUGHES Y SUS ÚLTIMOS AÑOS:

EL DESORDEN OBSESIVO COMPULSIVO, es una enfermedad mental en la cual una persona experimenta pensamientos recurrentes e importunos (OBSESIONES) y se siente obligada, compelida a llevar a cabo cierto comportamiento (COMPULSIONES) una y otra vez. Éste se desarrolla normalmente en la adolescencia o adultez temprana (3).

EL DESORDEN OBSESIVO COMPULSIVO – en adelante DOC - no es un desorden de ansiedad sino del pensamiento, de acuerdo a Dr. Steven Phillipson (4). Agrega él que el DOC consiste de 3 ramas primarias y dentro de las mismas aproximadamente el 80% de los casos, las personas que llevan a cabo los rituales del mismo están penosamente conscientes de que su comportamiento es irracional y anormal. Sin embargo, tal conciencia no los alivia en lo absoluto.

La forma más común de DOC tiene que ver con la contaminación. Aquí, sólo con la idea de que te rodean los gérmenes, enfermedad o la mera presencia de suciedad, te hace sentir tan amenazado y a la vez incentivado a liquidar todos estos contaminantes. Asimismo el efectuar rituales de cómo hacer una cosa sin fallar ni un solo paso, ordenar las cosas de una manera particular, son señas claras de DOC.

Y si bien a lo largo de su vida, Howard exhibió un comportamiento tímido unas veces, excéntrico otras, eso sí, nunca normal, nunca estándar, fue un radical, no fue sino hasta sus ÚLTIMOS AÑOS, en especial a partir de 1957, que empezó a dar muestras claras de todos los SÍNTOMAS del Síndrome de DOC, a saber (5):

1. Desarrolló su obsesión por los gérmenes. Se rehusaba a cortarse el cabello, las uñas, y a veces, aguantaba todo el día ingiriendo una sola comida.
2. Se encerró en una suite alejada del mundo, una habitación con cortinas negras.
3. El abuso de la codeína y su mala dieta lo fueron drenando.
4. Para mantener su privacidad, se obsesionó con que nadie supiera dónde estaba. En sus últimos años se movía abruptamente de un lugar a otro (Canadá, Inglaterra, Bahamas, Nicaragua, México, Las Vegas en Nevada), llegando a cada destino de manera anónima, asegurándose de mantener una absoluta privacidad y hospedándose siempre en los sitios más lujosos.
5. Se la pasaba horas, horas y horas haciendo pequeñas pilas de cajas de “Kleenex”, de manera nítida, para luego separar dichas pilas.
6. Ordenaba a través de memoranda que excedían las 5 páginas cómo se le debía entregar su comida, en bolsas plásticas, encerradas en una vasija hasta por 2 años. Sus chóferes debían ponerse guantes blancos de hospital cuando le traían las bolsas. Hughes extraía entonces la comida, casi siempre barras de chocolate “Hershey” y leche, con su mano envuelta en “Kleenex”.
7. También mandaba memoranda para estipular cómo se le entregaban las revistas: siempre se le daban 3 copias de la misma revista. Hughes las agarraba con sus manos y brazos envueltas en papel como una momia egipcia y delicadamente, con una lentitud infinita, quitaba la revista del medio de sus compañeras. Repetía, repetía y repetía instrucciones en el sentido de que los otros ejemplares se tenían que quemar.

Howard Hughes falleció finalmente en 1976 de una falla renal, durante un vuelo de Acapulco, México a Houston, Texas, mientras buscaba tratamiento médico.

Como no dejó un heredero oficial, le llevó 2 décadas a los Tribunales clasificar sus archivos y empresas, así como distribuirlos a sus herederos. Su patrimonio, estimado por muchos en 2 billones de dólares de los EUA, se tasó en 360 millones de la moneda antes mencionada, por el Departamento de Rentas Internas así como por los Estados de California y Texas de los Estados Unidos de Norteamérica.

Finalizo con una reflexión musical, ya que los músicos Kerry Livgren y Steve Walsh del grupo KANSAS, escribieron una canción que retrata vivamente la dualidad de Howard Hughes, entre un luchador por la causa humana con coraje y mando y un loco ermitaño que se pierde en monólogos mentales. Esa canción se llama “Closet Chronicles” - Crónicas del Placard – (6)

Gracias a HALIT KHOSHEN
Cuya ayuda fue esencial
Para escribir este Artículo
Entre los meses de Septiembre
Y Noviembre del año 2000
En la ciudad de Panamá

REFERENCIAS:

(1) HEPPENHEIMER, T.A. – “Howard Hughes The Innovator”
(2) KNISER, ROBERT BLAIR – “St. Howard”
(3) ENCICLOPEDIA ENCARTA
(4) PHILLIPSON, STEVEN Ph. D. – “What is O.C.D.?”
(5) HIGHAM, CHARLES – “Howard Hughes The Secret Life”
(6) KANSAS – “Point of Know Return – Don Kirshner Records, 1977”

fuente:http://espanol.agonia.net/index.php

fuente:por Edilberto González Trejos [Songo]


Trastorno obsesivo-compulsivo
Junio 4th, 2008 Posted in Psiquiatria

La característica esencial de este trastorno es la presencia de pensamientos obsesivos o actos compulsivos recurrentes.

Los pensamientos obsesivos son ideas, imágenes o impulsos mentales que irrumpen una y otra vez en la actividad mental del individuo, de una forma estereotipada. Suelen ser siempre desagradables (por su contenido violento u obsceno, o simplemente porque son percibidos como carentes de sentido) y el que los padece suele intentar, por lo general sin éxito, resistirse a ellos.

Son, sin embargo, percibidos como pensamientos propios, a pesar de que son involuntarios y a menudo repulsivos. Los actos o rituales compulsivos son formas de conducta estereotipadas que se repiten una y otra vez. No son por sí mismos placenteros, ni dan lugar a actividades útiles por sí mismas. Para el enfermo tienen la función de prevenir que tenga lugar algún hecho objetivamente improbable. Suele tratarse de rituales para conjurar el que uno mismo reciba daño de alguien o se lo pueda producir a otros. A menudo, aunque no siempre, este comportamiento es reconocido por el enfermo como carente de sentido o de eficacia, y hace reiterados intentos para resistirse a él.

En casos de larga evolución, la resistencia puede haber quedado reducida a un nivel mínimo. Casi siempre está presente un cierto grado de ansiedad. Existe una íntima relación entre los síntomas obsesivos, en especial pensamientos obsesivos, y la depresión.

Los enfermos con trastornos obsesivo-compulsivos tienen a menudo síntomas depresivos y en enfermos que sufren un trastorno depresivo recurrente (F33.-) a menudo se presentan pensamientos obsesivos durante sus episodios de depresión. En ambas situaciones el incremento o la disminución en la gravedad de los síntomas depresivos se acompaña por lo general por cambios paralelos en la gravedad de los síntomas obsesivos.

El trastorno obsesivo-compulsivo es tan frecuente en varones como en mujeres y la personalidad básica suele tener rasgos anancásticos destacados. El comienzo se sitúa habitualmente en la infancia o al principio de la vida adulta. El curso es variable y, en ausencia de síntomas depresivos significativos, tiende más a la evolución crónica.

Pautas para el diagnóstico

Para un diagnóstico definitivo deben estar presentes y ser una fuente importante de angustia o de incapacidad durante la mayoría de los días al menos durante dos semanas sucesivas, síntomas obsesivos, actos compulsivos o ambos. Los síntomas obsesivos deben tener las características siguientes:

a) Son reconocidos como pensamientos o impulsos propios.
b) Se presenta una resistencia ineficaz a por lo menos uno de los pensamientos o actos, aunque estén presentes otros a los que el enfermo ya no se resista.
c) La idea o la realización del acto no deben ser en sí mismas placenteras (el simple alivio de la tensión o ansiedad no debe considerarse placentero en este sentido).
d) Los pensamientos, imágenes o impulsos deben ser reiterados y molestos.

Con predominio de pensamientos o rumiaciones obsesivos

Pueden tomar la forma de ideas, imágenes mentales o impulsos a actuar. Su contenido es muy variable, pero se acompañan casi siempre de malestar subjetivo. Por ejemplo, a una mujer le puede atormentar el temor de no poder resistir en algún momento el impulso de matar al hijo querido, o por la cualidad obscena o blasfema y ajena a sí mismo de una imagen mental recurrente. A veces las ideas son simplemente banales en torno a una interminable y casi filosófica consideración de alternativas imponderables. Esta consideración indecisa de alternativas es un elemento importante en muchas otras rumiaciones obsesivas y a menudo se acompaña de una incapacidad para tomar las decisiones, aún las más triviales, pero necesarias en la vida cotidiana.

La relación entre rumiaciones obsesivas y depresión es particularmente íntima y se elegirá el diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo sólo cuando las rumiaciones aparecen o persisten en ausencia de un trastorno depresivo.

Con predominio de actos compulsivos (rituales obsesivos)

La mayoría de los actos compulsivos se relacionan con la limpieza (en particular el lavado de las manos), con comprobaciones repetidas para asegurarse de que se ha evitado una situación potencialmente peligrosa, o con la pulcritud y el orden. En la conducta manifiesta subyace por lo general un miedo a ser objeto o motivo de un peligro y el ritual es un intento ineficaz o simbólico de conjurar ese peligro. Los rituales compulsivos pueden ocupar muchas horas de cada día y suelen acompañarse a veces de una marcada incapacidad de decisión y de un enlentecimiento. En conjunto, son tan frecuentes en un sexo como en el otro, pero el lavado de manos ritual es más frecuente en las mujeres y el enlentecimiento sin repeticiones es más común en los varones.

Los rituales están menos íntimamente relacionados con la depresión que los pensamientos obsesivos y responden con mayor facilidad a las terapéuticas de modificación del comportamiento.

Con mezcla de pensamientos y actos obsesivos

La mayoría de los enfermos con un trastorno obsesivo-compulsivo presentan tanto pensamientos obsesivos como compulsiones. Esta subcategoría debe ser usada cuando ambos son igualmente intensos, como es frecuente, aunque es útil especificar sólo uno cuando destaca con claridad ya que pensamientos y actos pueden responder a tratamientos diferentes.

Tomado de CIE-10 Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones estresantes y somatomorfos
fuente: apuntes medicos

TITULO: Alteración del Reconocimiento de las Emociones en el Trastorno Obsesivo Compulsivo


TITULO: Alteración del Reconocimiento de las Emociones en el Trastorno Obsesivo Compulsivo

AUTOR: Aigner M, Sachs G, Bruckmüller E y colaboradores

TITULO ORIGINAL: Cognitive and Emotion Recognition Deficits in Obsessive-Compulsive Disorder

MICRO: Los pacientes con trastorno obsesivo compulsivo presentan alteración del reconocimiento de las emociones faciales, que formaría parte del deterioro cognitivo general y puede tener consecuencias sobre su funcionamiento social.


Introducción y objetivos

El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se relaciona con la disfunción de los circuitos talamocorticales y de los ganglios basales y con la presencia de déficit cognitivos. El reconocimiento de las emociones básicas se asociaría con vías neurales que proyectan a la corteza frontal inferior. Además de los ganglios basales, la corteza orbitofrontal es una de las regiones más afectadas en los pacientes con TOC, que presentan déficit mnésicos en comparación con los individuos sanos.

No existen datos suficientes acerca del reconocimiento de las emociones en los pacientes con TOC. De acuerdo con los datos disponibles hasta el momento, el disgusto es la única emoción afectada, es decir, los sujetos con TOC presentarían dificultades relacionadas con la memoria verbal y no verbal y para el reconocimiento del disgusto. No existen datos concluyentes acerca del resto de las emociones básicas.

El propósito del presente estudio fue identificar los déficit de las emociones que presentan los pacientes con TOC mediante la evaluación del proceso de reconocimiento facial con la Computerized Neuropsychological Test Battery (CNP); además, se aplicó el Penn Emotion Acuity Test (PEAT) para evaluar la discriminación de las emociones y el Penn Facial Memory Test. También se validó la asociación entre el déficit de procesamiento de las emociones y el desempeño neurocognitivo. Los autores propusieron que los pacientes con TOC presentarían dificultades de reconocimiento de rostros de alegría y tristeza, de flexibilidad de abstracción y de vigilancia atencional.

Pacientes y métodos

Participaron 24 hombres y 16 mujeres con diagnóstico de TOC de acuerdo con los resultados de la Structured Clinical Interview for DSM-IV. Todos recibieron tratamiento ambulatorio con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. La edad media fue de 34.8 ± 10.4 años. Excepto 1 paciente, todos presentaban obsesiones y compulsiones. De acuerdo con los resultados de la Yale Brown Obsessive Compulsive Scale, la gravedad media del TOC fue moderada. La edad de inicio del trastorno varió entre los 8 y 49 años, con una media para los hombres 4 años menor en comparación con las mujeres. La duración promedio de la enfermedad fue 13.9 ± 8.8 años. El grupo control estuvo integrado por 40 sujetos sin antecedentes psiquiátricos, de edad similar a la de los pacientes. En promedio, la duración de la educación fue 16.0 ± 5.1 y 12.8 ± 3.0 años, respectivamente.

Los déficit del reconocimiento de las emociones en las expresiones faciales se evaluaron mediante el CNP. La estimación se efectuó mediante la presentación de fotografías de validez ya demostrada. En primer lugar se llevó a cabo el Computerized Penn Facial Memory Test (CPF) y el CPF Delayed (CPFD). La primera fase fue de aprendizaje y consistió en la presentación de 20 fotografías; luego, estas fotografías fueron presentadas de nuevo, mezcladas con 20 imágenes nuevas que funcionaron como factor de distracción. Los participantes debían informar con qué probabilidad reconocían los rostros. El Facial Emotion Intensity Differentiation Test (EMODIFF) consistió en la presentación de 40 rostros en 2 bloques: el primero incluyó expresiones tristes o neutras y el segundo, las alegres y neutras. Los participantes debían definir el valor emocional de cada expresión. La evaluación neuropsicológica consistió en la aplicación del Wisconsin Card Sorting Test (WCST) para medir la flexibilidad de abstracción y del Continuous Performance Test (CPT) para determinar el nivel de atención y vigilancia.

Resultados

De acuerdo con el resultado de los análisis efectuados, los pacientes presentaron una disfunción general del procesamiento facial. Los sujetos sanos obtuvieron más respuestas positivas verdaderas en el CPF y CPFD, en tanto que los pacientes alcanzaron más respuestas falsas negativas en estas evaluaciones. Asimismo, los sujetos presentaron un nivel menor de sensibilidad para el CPF y CPFD en comparación con los individuos sanos; en cambio, no se observaron diferencias significativas entre ambos grupos relacionadas con la especificidad.

En cuanto a los resultados del PEAT, relacionados con el reconocimiento de las emociones faciales, la única diferencia significativa entre ambos grupos correspondió al reconocimiento de las caras femeninas tristes. Asimismo, los pacientes con TOC presentaron una tendencia hacia el reconocimiento de los rostros neutros como tristes y los alegres, como neutros o tristes. No se observaron diferencias significativas entre los grupos en el porcentaje de respuestas correctas del EMODIFF sobre la distinción de los rostros alegres o tristes.

En cuanto a la evaluación cognitiva, los pacientes presentaron más errores, más respuestas y errores perseverativos y menos categorías completas en el WCST. Asimismo, este grupo tuvo peor desempeño en el CPT. Si bien no se observó un impacto significativo de los resultados del CPT sobre el reconocimiento de las emociones, las respuestas perseverativas se asociaron significativamente con la dificultad para el reconocimiento de rostros femeninos tristes.

Discusión

De acuerdo con los resultados del presente estudio, los pacientes con TOC tuvieron peor desempeño en comparación con los sujetos sanos para el reconocimiento de las emociones faciales de tristeza o alegría. Además, el déficit sería más pronunciado para el reconocimiento de las emociones negativas. También se advirtió que los pacientes con TOC tienen una sensibilidad normal ante las expresiones de alegría y tristeza y pueden detectar diferencias de intensidad de la expresión de cada emoción. No obstante, tienden a percibir las emociones faciales como tristes, en especial si se trata de rostros femeninos. De acuerdo con lo informado en estudios recientes, los pacientes con TOC presentan hiperactividad en la corteza orbitofrontal; además, la variabilidad de la actividad de la corteza prefrontal ventromedial basal se relacionaría con diferencias en la experiencia emocional subjetiva. Esta población también tiene deterioros de la memoria facial, quizá relacionados con un déficit mnésico más amplio. Previamente se sugirió la presencia de déficit generales de la memoria verbal y no verbal; este deterioro mnésico se debería a un déficit ejecutivo subyacente en la capacidad para organizar las estrategias necesarias para codificar la información presentada. Asimismo, se observaron dificultades en el funcionamiento ejecutivo y en la capacidad de cambio atencional y conductual de los pacientes con TOC.

Debido al déficit del desempeño cognitivo observado en los pacientes en comparación con los sujetos sanos, es posible que la dificultad de reconocimiento de las emociones faciales se relacione con un déficit general subyacente. No obstante, señalan los autores, el déficit de procesamiento emocional observado se limitó a la especificidad, con una tendencia a la respuesta de valor negativo. En cambio, los pacientes no presentaron dificultades de sensibilidad o de diferenciación de la intensidad de la expresión.

En conclusión, los pacientes con TOC presentan un déficit para el reconocimiento de las emociones faciales de alegría y tristeza que formaría parte del deterioro cognitivo general. Esta alteración se limita a la especificidad e involucra un sesgo negativo, patrón que puede tener consecuencias sobre el funcionamiento social de los pacientes. Según los investigadores, son necesarios estudios adicionales en los que se compare la duración de la enfermedad y se tenga en cuenta la administración de medicación y la influencia de los síntomas depresivos y de la ansiedad.

Enfoques de orientación psicoanalítica para el tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo


Enfoques de orientación psicoanalítica para el tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo
Publicado en la revista nº009
Autor: Gabbard, Glenn O.

Psychoanalytically Informed Approaches to the Treatment of Obsessive-Compulsive Disorder. Publicado originariamente en Psychoanalytic Inquiry: A Topical Journal for Mental Health Professionals, vol. 21, no. 2, p. 208-221 (2001). Copyright © 1999 de Melvin Bornstein, Joseph Lichtenberg & Donald Silver. Traducido y publicado con autorización de The Analytic Press, Inc.

Traducción: Mª Rosa Salanova García-Mauriño

A medida que la investigación en neurociencia ha descubierto las bases genéticas / biológicas del trastorno obsesivo compulsivo (TOC), se ha llegado a un amplio consenso de que los tratamientos de elección para esta enfermedad son la terapia conductual y un inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina. No obstante, los enfoques de orientación psicoanalítica tienen todavía mucho que ofrecer en un plan de tratamiento general. Los síntomas determinados biológicamente tienen significados inconscientes para el paciente que pueden llevarle a dedicar mucho esfuerzo en mantener los síntomas. También los factores psicodinámicos pueden estar involucrados en provocar que los síntomas se desencadenen y exacerben. Además, las compulsiones y los pensamientos obsesivos tienen casi siempre significados interpersonales que hay que abordar. Los miembros de la familia y otras personas, lo que incluye a los terapeutas, pueden sentirse forzados a acomodarse a la enfermedad respondiendo a comportamientos coercitivos del paciente. Finalmente, en muchos casos, los rasgos caracteriales de los individuos con TOC tienden a debilitar los esfuerzos terapéuticos y puede ser necesaria una terapia de orientación psicoanalítica para tratarlos.

Históricamente se ha considerado a dos entidades clínicas, la neurosis histérica y la neurosis obsesivo - compulsiva, las condiciones modelo para el tratamiento psicoanalítico. Mientras que el psicoanálisis nació de las experiencias con la histeria, el escrito clásico de Freud de 1909 sobre “El hombre de las ratas” introdujo la neurosis obsesivo-compulsiva en la literatura psicoanalítica con una formulación psicodinámica rica y convincente de los síntomas. Desde ese momento, la formulación clásica, comúnmente aceptada en los círculos analíticos, fue que la ansiedad provocada por la situación edípica producía en el neurótico obsesivo-compulsivo la regresión a una constelación de defensas de la fase anal que incluían la formación reactiva, hacer y anulación y el aislamiento del afecto. Con frecuencia se consideraba que esta regresión era más probable por la presencia de las fijaciones anales de larga data resultantes de las alteraciones durante la fase de entrenamiento de control de esfínteres (Nemiah, 1988).

A pesar de la tradición de larga data de tratar la neurosis obsesivo-compulsiva con psicoanálisis, los informes sobre curas sintomáticas con tratamiento psicoanalítico son virtualmente inexistentes (Zetzel, 1970; Malan, 1979; Jenike, Baer y Minichiello, 1986; Nemiah, 1988; Perse, 1988).

De forma paralela a la toma de conciencia de que el psicoanálisis no altera los síntomas obsesivo - compulsivos, se ha dado una creciente tendencia dentro de la psiquiatría a considerar que el trastorno tiene una etiología con mucha base biológica. De hecho, el cambio de la nomenclatura en el DSM-III de neurosis obsesivo-compulsiva a trastorno obsesivo compulsivo (TOC) refleja un punto de vista ampliamente mantenido de que los mecanismos neuróticos, tal como los definía tradicionalmente la teoría psicoanalítica, no guardan una relación específica con la etiología del TOC.

La evidencia de los componentes biológicos en la etiología es convincente. Los pacientes con TOC exhiben (en comparación con los sujetos control normales) un incremento del metabolismo en la corteza orbitofrontal, la corteza cingulada anterior y el núcleo caudado (Baxter et al., 1987; Swedo et al., 1989). Otras líneas de evidencia incluyen una tasa mayor de concordancia de TOC en los gemelos monocigóticos y dicigóticos, un incremento de la prevalencia en pacientes con el síndrome de Tourette (y en sus familias) y una respuesta dramática en algunos pacientes a la psicocirugía (Elkins, Rapopart y Libsky, 1980; Lieberman, 1984; Turner, Bieder y Nathan, 1985). Además, Luxenberb et al. (1988) demostraron con el uso de la tomografía computarizada que el volumen del núcleo caudado es significativamente menor en los pacientes con TOC al compararlos con individuos sanos usados como control. Los pacientes con TOC también muestran de forma significativa más signos de disfunción del sistema nervioso central que los controles (Hollander et al., 1990). Uno de los últimos resultados más sorprendentes sobre los pacientes con TOC, que también sugieren un componente biológico, en la etiología es el hecho de que no existe ninguna respuesta placebo (Mavissakalian, Jones y Olson, 1990). Este resultado está en marcado contraste con condiciones como el trastorno de pánico que pueden tener de un 25 a un 40 por ciento de respuesta placebo (Gabbard, 1992).

Ahora están surgiendo modelos animales para el TOC que sugieren que las anormalidades de la serotonina tienen un peso importante en la patogénesis del TOC (Greist y Jefferson, 1995). Muchos de estos, como el lamido de las patas, una conducta de acicalamiento en perros grandes, que es muy similar a la conducta obsesivo-compulsiva de los humanos, parece responder a potentes inhibidores de la recaptación de la serotonina (Rapaport, Ryland y Kriete, 1992). Además, los inhibidores potentes de la recaptación de la serotonina son también efectivos en el tratamiento del TOC en humanos (Greist y Jefferson, 1995).

Parte de la dificultad en el campo proviene de la diferenciación entre trastorno de la personalidad obsesivo -compulsiva (TPOC), que responde muy bien al psicoanálisis, y el TOC. A pesar de la tendencia histórica a considerar las dos condiciones como parte del mismo continuo de enfermedad, hay ahora evidencia sustancial de que son dos entidades bastante distintas (Pitman y Jenike, 1989; Baer et al, 1990; Stein y Hollander, 1993). De hecho, sólo en torno a un seis por ciento de los pacientes con TOC tienen también trastorno de la personalidad obsesivo -compulsiva. En general, los pacientes con TOC ven sus síntomas de forma más egodistónica y, por tanto, tienen como resultado un mayor sufrimiento. Con frecuencia, los rasgos de los pacientes con TPOC son egosintónicos y pueden causar más sufrimiento en personas significativas para el paciente que en el propio paciente. Esta distinción tiene ciertas limitaciones y los clínicos deberían tener en mente que algunos pacientes con TOC también vivencian sus síntomas de forma algo egosintónica (Rasmussen y Eisen, 1989; McCullough y Maltsberger, 1995). En este trabajo me centraré específicamente en los enfoques de orientación para el TOC más que para el TPOC.

En una época en la que la terapia conductual y los inhibidores de la recaptación de la serotonina se han convertido en tratamientos de elección muy aceptados en los pacientes con TOC (Greist y Jefferson, 1995), corremos el riesgo de relegar a la historia los enfoques de orientación psicoanalítica y, por tanto, privar a muchos de nuestros pacientes de un componente necesario y valioso para el arsenal terapéutico utilizado con los pacientes con TOC. A pesar de la impresionante investigación en las neurociencias sobre las bases biológicas del TOC, los clínicos de orientación psicoanalítica tienen todavía mucho que aportar para un plan global de tratamiento de tales pacientes.

Las estrategias de tratamiento para el TOC que articularé se pueden clasificar de manera amplia en la categoría de psiquiatría psicodinámica (en contraposición a la psicoterapia psicodinámica). He definido con anterioridad la psiquiatría psicodinámica de la siguiente forma: “Un enfoque para el diagnóstico y el tratamiento que se caracteriza por una forma de pensar tanto sobre los pacientes como sobre los clínicos que incluye el conflicto inconsciente, los déficits y las distorsiones de las estructuras intrapsíquicas, y las relaciones objetales internas” (Gabbard, 1994b, p. 4-5). Tal como implica esta definición, el clínico psicodinámico siempre piensa en términos de significado inconsciente, transferencia, contratransferencia y resistencia, incluso cuando no se dedican a la psicoterapia psicoanalítica o psicoanálisis ortodoxos. Por ejemplo, un clínico psicodinámico puede prescribir un inhibidor de la recaptación de la serotonina a un paciente con TOC y a la vez pensar en las interacciones con el paciente desde una perspectiva psicodinámica. Este enfoque de orientación psicoanalítica implica un modelo conceptual particular para comprender la enfermedad del TOC.

El modelo de diátesis/estrés del TOC

Una evidencia creciente sugiere que muchos de los trastornos psiquiátricos principales se pueden comprender mejor en base a un modelo de diátesis/estrés (Gabbard, 1992, 1994a). Aunque es evidente que en la etiología y patogénesis del TOC actúan procesos genéticos, los estresores psicológicos también parecen ser importantes. Los clínicos han observado desde hace tiempo que el aumento del estrés o la reaparición de problemas que ya habían precipitado el TOC pueden empeorar los síntomas, mientras que la reducción de la tensión puede mejorarlos (Black, 1974). Alguna investigación que llama a la reflexión sugiere que los temas relativos al cuidado de los hijos y el embarazo pueden tener una influencia significativa sobre los síntomas del TOC. Por ejemplo, Buttolph y Holland (1889) descubrieron que el 69 por ciento de los pacientes con TOC podían relacionar la exacerbación o aparición de sus síntomas con el cuidado de sus hijos, el embarazo o el parto. En un estudio de 106 mujeres que padecían TOC, Neziroglu, Anemone y Yaryura-Tobías (1992) observaron que el embarazo estaba asociado a la aparición de los síntomas del TOC más que a cualquier otro acontecimiento de la vida. De hecho, el 39 por ciento de aquellas pacientes con niños experimentaron los síntomas por primera vez durante el embarazo. Cinco mujeres del estudio habían tenido un aborto, espontáneo o provocado, y cuatro de esas cinco observaron que los síntomas del TOC surgían o se exacerbaban cuando estuvieron embarazadas.

En mi propia experiencia clínica, con madres jóvenes o embarazadas con TOC, he observado con frecuencia un nexo entre el incremento de la intensidad de los síntomas del TOC y un aumento en la agresión inconsciente o apenas consciente hacia el niño. Por ejemplo, una madre primeriza con TOC de un bebé de seis meses decía que apagaba inmediatamente la televisión cada vez que en las noticias o un programa de entrevistas aparecía un debate sobre el abuso parental a un niño. En el transcurso de la psicoterapia reconoció hasta que punto luchaba contra abrumadores deseos asesinos hacia su hijo. Aunque la forma que adoptaban los pensamientos obsesivos a menudo sugería que un desastre del exterior mataría al niño, la exploración dinámica ayudó al paciente a comprender que la amenaza que temía realmente procedía de su interior más que de fuentes externas.

Parte de este modelo conceptual es que los síntomas, con independencia de la influencia biológica que tengan, tienen significados, conscientes o inconscientes, para el paciente. Como observé en una comunicación previa (Gabbard, 1992), con frecuencia los conflictos psicodinámicos se apropian de las fuerzas bioquímicas del cerebro y las utilizan como vehículo de expresión. En esa comunicación describí a un joven que había controlado completamente la vida de su madre hasta el punto que ella dejó su trabajo para permanecer en casa con él y satisfacer todas sus necesidades. Al mismo tiempo, el padre se vio forzado por el joven a permanecer en una habitación aparte de la casa para no contaminar a su hijo con “gérmenes” del mundo exterior. A este respecto, los síntomas del TOC sirvieron como forma de facilitar un triunfo edípico inconsciente en el cual el joven tenía a su madre toda para él, mientras su padre estaba fuera de escena.

En este caso, era de gran importancia la resistencia del paciente a cualquier tipo de tratamiento psiquiátrico. Había rechazado acudir al psiquiatra y aceptar medicación con alguna eficacia probada en el TOC. Sólo cuando se pudo encarar y comprender su resistencia el paciente fue capaz de colaborar en un programa de tratamiento global. Por consiguiente, el descubrimiento de la intensa dependencia respecto a su madre y su deseo de continuar en su conflictivo triunfo edípico, obtenido en base a la comprensión dinámica, tuvo que ser encarado antes de que finalmente accediera a toma clomipramina.

Consecuencias para el tratamiento

Al considerar las onsecuencias para el tratamiento del TOC, la viñeta del caso anterior pone de relieve puntos extraordinariamente cruciales - como por ejemplo que muchos pacientes con TOC se aferran a sus síntomas por sus significados especiales y por el control interpersonal que ejercen sobre los demás. Por tanto pueden no mostrar interés en realizar el trabajo de la terapia de conducta o no cumplir con la medicación. De hecho muchas pruebas controladas excluyen a estos problemáticos pacientes por su escasa motivación o su negativa a seguir las instrucciones y, por tanto, la investigación empírica sobre el TOC puede no encarar de forma adecuada a este subgrupo de pacientes.

Incluso cuando los pacientes con TOC siguen las normas del tratamiento, los resultados están lejos de ser ideales. Por ejemplo, en el amplio proyecto multicentro para estudiar la eficacia de la clomipramina, la reducción principal de síntomas tras 10 semanas de tratamiento fue sólo de 38 al 44 por ciento ( Comipramine Collaborative Study Group, 1991). Es más, muchos pacientes tienen recaídas con clomipramina u otros inhibidores de la recaptación de la serotonina si no se ha combinado con terapia conductual (Zetin y Kramer, 1992). La modificación de conducta que incluye la exposición en vivo combinada con la prevención de respuesta parece tener los mejores resultados (Barlow y Beck, 1984), pero también se produce una alta tasa de recaídas con esta modalidad, lo que requiere una amplia cooperación del paciente (Marks, 1981).

Con frecuencia, los pacientes con TOC tienen considerables dificultades en las relaciones interpersonales, tanto con los miembros de la familia como en el trabajo o en otros entornos sociales. El diagnóstico del TOC está asociado con un alto riesgo de separación o divorcio (Zetin y Kramer, 1992). Los enfoques psicodinámicos son muy útiles para ayudar a clarificar y abordar los problemas de relación con los que se topa la enfermedad. La identificación de los estresores y sus significados particulares para los pacientes también puede ayudar, tanto al paciente como a los miembros de la familia, a ser conscientes de los acontecimientos que precipitan el trastorno y a intentar reducir su impacto o evitarlos en la medida de lo posible.

El substrato neurobiológico del TOC conduce a ciertos tipos de pautas inconscientes en las relaciones que, en última instancia, se internalizan como relaciones objetales características del paciente. A continuación éstas se reexternalizan en las relaciones familiares y extrafamiliares para crear una gran cantidad de problemas. La ventaja de la orientación psicodinámica en el tratamiento es que permite examinar la evolución de la transferencia -contratransferencia de manera sistemática como una forma de ayudar a los pacientes a comprender sus problemas relacionales en otros contextos.

El Sr. A era un hombre soltero de 26 años que fue admitido en una unidad de un hospital psiquiátrico porque sus síntomas le estaban convirtiendo prácticamente en un inválido y porque se había negado a cooperar con los enfoques de farmacoterapia y terapia de conducta. Estaba preocupado por la posibilidad de que sus padres hubieran cogido el virus del SIDA en el camino a casa desde sus respectivos trabajos y estaba convencido de que la casa necesitaba una desinfección minuciosa para impedir que él entrara en contacto con el virus. Sus padres se habían aliado con él en su insistencia de que cada mueble fuera pulverizado y limpiado a fondo. Cada tarde realizaban sistemáticamente el ritual de rociar y limpiar gran parte de la casa bajo la dirección del paciente.

Cuando el Sr. A ingresó en la unidad del hospital, pidió a su enfermero los detalles del ocupante anterior de su habitación. El enfermero le explicó que esa información era confidencial y no podía compartirla con él. No obstante, siguió haciendo preguntas, en particular las relacionadas con los hábitos de masturbación del anterior ocupante. Se obsesionó con la idea de que podía haber manchas de semen en su habitación que podían transmitirle la infección del VIH. En mis entrevistas diarias con él, gran parte de nuestras conversaciones se consumía con esa posibilidad. A pesar de lo absurdo de este temor, su insistencia de que discutiéramos la posibilidad de la contaminación del VIH era de un gran poder coercitivo, hasta tal punto que me descubría a mi mismo dedicando grandes esfuerzos para argumentar desde un punto de vista racional y lógico que sus temores eran, fundamentalmente, irracionales. La demanda del Sr. A. de que participara con él en un diálogo sobre el VIH tenía asociada una cualidad de ser obligatoria. Me sentía invadido y empujado a un tipo de folie à deux en la que ninguna otra cosa fuera importante para nosotros dos. En resumen, me había convertido en una extensión del Sr. A.

Una mañana, haciendo la ronda, entré en su habitación y encontré al enfermero del Sr. A con espray desinfectante en una mano y una toalla de papel en la otra “descontaminando” el mobiliario de la habitación del Sr. A. El enfermero parecía bastante avergonzado por haber sido descubierto coaligado con el temor de contaminación del paciente.

Cuando más tarde me reuní con el enfermero le expliqué que podía empatizar con su dilema - es decir, que la necesidad del Sr. A de hablar de su obsesión y de iniciar rituales para asegurarse que la habitación estaba descontaminada era tan sumamente obligante que cualquiera se podía ver arrastrado con facilidad a actuar en connivencia con ello. Señalé al enfermero que, a través de la identificación proyectiva, el paciente lo había tiranizado de la misma forma que había tiranizado a sus padres en casa. Compartí con el enfermero la consagrada visión del hospital psicoanalítico como un lugar donde un paciente recrea su situación familiar (más precisamente, su mundo objetal interno) en el entorno del hospital con diversos miembros de la plantilla (Gabbard, 1988).

Cuando el enfermero se negó a involucrarse en tal alianza tras ese incidente, el Sr. A se indignó mucho. El alcance de lo que él creía su derecho era sorprendente. Claramente tenía la expectativa de que la gente de su entorno debía comportarse como extensiones narcisistas de sí mismo. Negaba de forma masiva la autonomía y subjetividad de cualquier otro en su vida, existían sólo para responder a sus necesidades y su control omnipotente era enormemente deshumanizador.

Empleé buena parte del tiempo de mis reuniones con él en señalar su pauta en las relaciones objetales, tanto en sus relaciones con el enfermero, conmigo en la unidad, como con sus padres en casa. Clarifiqué con él que su sensación de urgencia sobre la naturaleza catastrófica de sus pensamientos en relación con la contaminación del VIH, provocaba que los demás sintieran que tenían que hacer lo que a él se le antojara o habrían consecuencias funestas. Aunque este enfoque no redujo directamente sus síntomas obsesivo - compulsivos, fue de un extraordinario valor para ayudarle a desarrollar una mayor empatía hacia los demás y a considerarlos sujetos en vez de objetos bajo su control omnipotente. En las sesiones del asistente social con los padres y el Sr. A, se realizó un gran progreso en ayudar a los padres a ver que, a largo plazo, aliarse con sus necesidades de “descontaminación” no era lo mejor para él. Los padres sintieron un gran alivio al recibir permiso del trabajador social y, con el tiempo, del Sr. A, para actuar según sus propias necesidades en vez de someterse a la conducta de control del Sr. A.

Otra razón convincente para incorporar nuestras estrategias psicodinámicas con los pacientes con TOC es el hecho de que muchos tienen temas caracteriales que sirven como poderosas resistencias a formas de tratamiento tales como la terapia de conducta o la farmacoterapia. De hecho Baer et al. (1990) descubrieron que la presencia de trastornos esquizotípico, borderline y evitativo de la personalidad, predecían un resultado de tratamiento pobre en pacientes con TOC tratados con clomipramina. Más aun, incluso cuando los pacientes no cumplen todos los criterios del DSM - IV para un trastorno de la personalidad, aún pueden tener rasgos caracteriales importantes que interfieren con la ejecución de un programa de tratamiento amplio.

En otro estudio (Aubuschon y Malatesta, 1994), se trató a 31 pacientes con TOC con un trastorno comórbido de la personalidad con una amplia gama de terapia conductual. Se comparó sus resultados con los de un grupo de pacientes con TOC sin trastornos de la personalidad comórbida. Se consideró que esos pacientes con trastornos de la personalidad eran más difíciles de tratar y que tenían más posibilidades de finalizar la terapia conductual de forma prematura y que requerirían más hospitalizaciones psiquiátricas que los pacientes con TOC sin trastornos de la personalidad.

El señor B. era un divorciado de 38 años que había tenido éxito en un puesto directivo hasta que se volvió incapaz de funcionar de forma efectiva en el trabajo debido a la presencia de pensamientos obsesivos y rituales compulsivos. A pesar de que tenía desde hacía tiempo un trastorno paranoide de la personalidad y algunos síntomas leves de TOC, su funcionamiento nunca se había visto afectado hasta que su padre enfermó y murió dos años antes de buscar tratamiento conmigo. Sus obsesiones y conducta ritualista empeoraron de forma dramática a la muerte de su padre, hasta tal punto que no pudo funcionar de forma efectiva en el trabajo.

El paciente se había enfadado con su padre la última vez que lo vio antes de su muerte y se sentía extraordinariamente culpable por el hecho de que su último encuentro fuera uno tan rabioso. El día anterior al funeral de su padre, el Sr. B se había hecho daño en la espalda jugando al baseball y durante el funeral sufrió un dolor lumbar tan grave que necesitó tomar narcóticos. A pesar de que dejó de tomarlos después de varios días, su dolor de espalda continuó junto con el empeoramiento de los pensamientos obsesivos. El contenido de estos pensamientos se centraba fundamentalmente en su daño potencial a otros. Por ejemplo, tenía miedo de que si iba al trabajo abriría la puerta del servicio de caballeros y dañaría gravemente a alguien que saliera, golpeándole con la puerta.

De niño, el Sr. B había intentado anular la rabia hacia sus padres con varias formas de conducta ritualista. El empeoramiento gradual de sus rituales desde la muerte de su padre reflejaba su convicción inconsciente de que había causado la muerte de su padre por la intensidad de su rabia. Una variedad de rituales, que incluía conducir ida y vuelta al trabajo hasta ocho o diez veces, estaban destinados a anular la muerte mediante el incrementar los rituales.

Había visto a dos clínicos antes de acudir a que le ayudara. Inicialmente había intentado una terapia cognitivo-conductual que se centraba exclusivamente en sus síntomas. Finalmente los dejó porque sentía que el terapeuta cognitivo-conductual no le ayudaba. Me dijo que le había explicado repetidamente a su terapeuta que era consciente de lo ridículas que eran las distorsiones cognitivas, pero que la conciencia de su naturaleza irracional no lo ayudaba a cambiar los pensamientos.

A continuación acudió a un psiquiatra que se ofreció a prescribirle clomipramina. Leía todo material que caía en sus manos en relación a la medicación pero rechazaba tomarla. Por su orientación paranoide básica hacia el mundo, estaba convencido de que la medicación le destruiría de alguna forma o que, como mínimo, le causaría efectos secundarios difíciles de controlar.

Cuando finalmente vino a verme pasé mucho tiempo trabajando con él su resistencia a tomar medicación. Señalé que parecía estar muy preocupado de que su ira hubiera herido a su padre. En respuesta a esa observación, afirmaba repetidamente que, de hecho, no era una persona irascible. Con frecuencia, su ira aumentaba a medida que insistía sobre la idea de que había superado cualquier problema con la ira. Finalmente, tras mucho trabajo sobre sus rasgos caracteriales paranoides, estuvo de acuerdo en tomar la clomipramina. Lo hizo durante aproximadamente un año en dosis terapéuticas máximas pero no experimentó cambio alguno.

Entonces pasó por un período de meses en el que se obsesionó acerca de si sería recomendable que probara fluoxetina. Volvió a leer mucho sobre fluoxetina y trabajó conmigo sus ideas paranoides relativas a los efectos secundarios. Tras unos meses de discutirlo, intentó tomar fluoxetina pero, después de dos meses, sintió que estaba cada vez peor y suspendió el tratamiento.

A pesar de su falta de éxito con la farmacoterapia y la terapia cognitivo-conductual, persistió en su terapia psicodinámica individual y, poco a poco mejoró en muchas áreas de su vida. Aunque sus síntomas eran manejables, no desaparecieron. Por otro lado, su personalidad paranoide mejoró de muchas formas significativas. Se hizo menos rígido y muy abierto a considerar ideas que había rechazado con anterioridad. Llegó a ser capaz de formar una confiada alianza terapéutica conmigo y, relacionada con esta confianza, se hizo mucho menos hostil. También fue capaz de tener una relación sexual significativa y mutuamente gratificante con una mujer, algo que con anterioridad había sido impensable por su paranoia. Se volvió mucho menos aislado y creó también otras relaciones. Incluso volvió a trabajar a media jornada a medida que su ansiedad por los síntomas del TOC se hizo menos molesta. En resumen, había hecho una adaptación a sus síntomas que enriquecieron mucho su calidad de vida.

Conclusiones

Estas breves ilustraciones clínicas destacan el papel vigente del tratamiento de orientación psicoanalitica para pacientes que padecen un trastorno obsesivo-compulsivo. A pesar de la presencia de los determinantes biológicos que pueden generar los síntomas del TOC, estos síntomas son ricos en significado inconsciente, lo que puede causar que los pacientes se esfuercen mucho en mantener sus síntomas. La comprensión psicodinámica del significado de esos síntomas pueden ser de gran ayuda para mejorar el cumplimiento de los programas de tratamiento con fármacos o de terapia conductual.

El TOC es una enfermedad cuya gravedad fluctúa, por lo que una comprensión dinámica de los detonantes psicosociales puede ayudar a manejar al paciente con TOC. Por ejemplo, en el caso del Sr. B, se hizo evidente que la aparición de sus síntomas estaba íntimamente ligada a las preocupaciones por la agresión hacia los demás. En otros pacientes puede contribuir la ansiedad de dañar a niños o a bebés. Sin embargo, en otros son las ansiedades sexuales las que pueden actuar como detonante.

Casi siempre los síntomas del TOC tienen significados interpersonales que se deben tratar. Los síntomas determinados biológicamente pueden servir como el vehículo ideal para expresar conflictos con base psicodinámica. Por tanto, los miembros de la familia y las personas que tienen relaciones significativas con el paciente se pueden encontrar controlados o coaccionados a realizar conductas muy disfuncionales. Las dimensiones de transferencia - contratransferencia de la relación terapéutica con pacientes con TOC pueden aportar pistas sobre estas recurrentes pautas que se pueden encarar con provecho como parte del tratamiento.

En muchos casos, los rasgos caracteriales de los individuos con TOC tienden a minar los esfuerzos terapéuticos. Confrontar e interpretar las dimensiones caracteriales del paciente puede tener un impacto significativo sobre el manejo global del paciente. Es más, los rasgos de personalidad de los individuos con TOC pueden responder de forma dramática a la psicoterapia dinámica y, por tanto, estos pacientes pueden llevar vidas mucho más gratificantes. El caso del Sr. B demuestra un ejemplo en el cual el ajuste del paciente a la vida mejoró mucho a pesar del hecho de que los síntomas del TOC persistieron.

Finalmente, debemos ser conscientes de que un cierto porcentaje de pacientes no responderán ni a la farmacoterapia ni a la terapia de conducta. Puede ser necesario un enfoque terapéutico psicodinámico para afrontar una situación en la que no hay respuesta al tratamiento, a pesar de que el clínico deba tener objetivos modestos para la mejora de los síntomas per se. El TOC sirve como una enfermedad modelo para demostrar el valor de un enfoque integrado para el tratamiento de los trastornos psiquiátricos mayores. Las estrategias psicodinámicas continuarán teniendo un papel principal en la psiquiatría tal como ilustran las muchas formas en las cuales el pensamiento psicodinámico se aplica a condiciones tales como el TOC.

Un grupo de enfermos de depresión montan un grupo de autoayuda sin recurrir a médicos



LA PADECEN 1.500.000 ESPAÑOLES
Un grupo de enfermos de depresión montan un grupo de autoayuda sin recurrir a médicos
José Ángel González. 05.06.2006 - 02:35h
Un grupo de enfermos de depresión montan un grupo de autoayuda sin recurrir a médicos
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Desde la izquierda, Asunción, José María, Josefina, Celia (de espaldas) y Pepe, enfermos de depresión.

* La depresión asusta a la sociedad más que el cáncer.
* Lo dicen los propios enfermos.
* A este mal lo sufren 1.500.000 personas en España.

"Gran parte de mi vida ha sido a media luz, con la niebla dentro". La frase, que para algunos podría pasar por un lema romántico, no tiene belleza alguna para Celia: desde los 25 años –ahora tiene 52– sufre una depresión.

Gran parte de mi vida ha sido a media luz, con la niebla dentro

Superó un cáncer de mama con metástasis y tiene claro qué prefiere: «Con el cáncer me sentí apoyada, querida. Con la depresión agobias a los demás. La gente acaba huyendo de ti».

Celia propone un nombre ficticio y no quiere dar la cara en las fotos.

Lleva la tristeza en la mirada (una hondura opaca en los ojos) y en la postura de los hombros (caídos, protegiendo el pecho).

La depresión arruinó su matrimonio y está entregada: «Te haces a ello: las recaídas, los años y años tomando medicación, las oportunidades perdidas, el sentimiento de culpa por ser una carga para los tuyos... Si me parase a pensarlo me derrumbaría».

No está sola en el camino sobre brasas de esa profunda derrota anímica y de la voluntad.

Mientras usted lee, 1.500.000 españoles están enfermos de una dolorosa patología que le puede tocar a cualquiera: el 89% de la población sufre algún episodio durante su vida.

«Los periodos malos siempre han sido más largos que los buenos»: José María lleva enfermo más de media vida, sometido por crisis en las que sólo desea «soledad, soledad y soledad».

Cayó por primera vez a los 27 años, y ahora tiene 59. En 2005 le dieron la incapacidad laboral definitiva.

Si tuviese que desearle mal a alguien, le desearía una depresión

«Si tuviese que desearle mal a alguien, le desearía una depresión», dice con un deje de melancolía.

Josefina tiene 65 años, es ama de casa y tiene tres hijos.

También insiste en la profundidad del mal: «No quieres que amanezca, pero tampoco que se haga de noche. Todo es negativo y me siento nula, nula, perdida».

Se ayudan entre sí
Cada semana se reunen para ayudarse en un local cedido por un hospital, pero sin médicos por medio.

Es una iniciativa de Alianza para la Depresión, que ha atendido a 7.000 personas en 20 años. Josefina encuentra aquí lo que no ha recibido en ningún otro lugar: «¡Es una felicidad tan grande que me pasen un brazo por el hombro! Nadie me había escuchado nunca, tampoco los médicos».

Muchos todavía nos acusan de tener mucho cuento y nos invitan a animarnos. ¡Qué más quisiera yo que estar animado!

Son combativos al criticar la banalización pública de la enfermedad que padecen. «Las cosas cambian, pero despacio. Muchos todavía nos acusan de tener mucho cuento y nos invitan a animarnos. ¡Qué más quisiera yo que estar animado! ¡Qué más quisiera!», dice Pepe, que ha tenido seis parejas, varias crisis y sólo ha experimentado «un año de estabilidad» en los 60 que ha vivido.

DEFINICIÓN: Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es un trastorno mental caracterizado por un estado de ánimo bajo y pérdida de interés.

PRINCIPALMENTE URBANA: «Las culturas urbanas son insolidarias, no intercambian afecto», dice el psiquiatra Manuel Trujillo.

NUEVAS FORMAS
‘Infoxicación’: Los chicos enganchados a Internet, «incapaces de tener relaciones reales, pero chateando desde la profunda soledad de su habitación», dice Eduardo García-Camba, jefe de psiquiatría del Hospital de La Princesa (Madrid).