DUDAS, MANIAS, RITUALES Y OBSESIONES



"Siento miedo de decir cosas horribles, de poder robar un banco, de haber hecho algo malo y no saberlo."

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad, caracterizado por la aparición de obsesiones (ideas intrusas) y compulsiones (comportamientos o actos) recurrentes.

Causa

De los estudios en familias se recogen cada vez mayores evidencias de que los factores etiológicos (causantes) responsables del TOC y del síndrome de La Tourette (tics vocales y motores) y de los tics crónicos múltiples (tics motores o vocales, pero no ambos) son los mismos. Los pacientes con antecedentes familiares de TOC inician el padecimiento a menos edad que aquellos sin antecedentes familiares.

De los estudios en gemelos se concluye que el TOC es un trastorno que se hereda, ya que la concordancia entre los gemelos monocigotos es mayor que los dicigotos.

Las últimas investigaciones avalan la hipótesis de que el TOC se produce por un funcionamiento anormal en ciertas áreas específicas del cerebro.

Curso

El TOC es un trastorno crónico, cuyos síntomas pueden fluctuar mejorando y empeorando periódicamente.

Cuando la persona que padece TOC recibe el tratamiento adecuado, es muy probable que llegue a una vida normal, en donde las obsesiones y compulsiones no tienen casi relevancia, o desaparecen por completo.

Tratamiento

En el momento actual, son dos las estrategias terapéuticas de eficacia demostrada en el abordaje del TOC:

-Farmacológica: fármacos inhibidores de la recaptación de serotonina.
-Psicológica: terapia cognitivo-conductual

Tratamiento farmacológico

El fármaco de elección en el tratamiento del TOC es la clomipramina, le siguen la fluvoxamina, fluoxetina, sertralina, paroxetina y citalopram.

Tratamiento psicológico

La terapia psicológica de eficacia demostrada científicamente en el tratamiento del TOC, es la cognitivo-conductual. El primer paso en esta terapia es una evaluación diagnóstica, a través de test, cuestionarios y entrevistas. Luego se arriba a un diagnóstico que significa decirle al paciente cuál es el nombre de lo que siente. La etapa diagnóstica es de suma importancia, ya que a partir de ella se traza el plan de tratamiento. Este último consiste en una jerarquía de temas a tratar con técnicas específicas, que al haber sido investigada su efectividad científicamente, se puede establecer un tiempo aproximado de tratamiento. Se utilizan los mismos test y cuestionarios del principio para evaluar la mejoría, y cuando ésta se consolida se le da de alta al paciente.

En cuanto a la terapia farmacológica, en el momento del diagnóstico, se evalua la gravedad, la incapacidad,y el grado de sufrimiento de la persona. De ser necesario se realiza una interconsulta con un psiquiatra para que la persona reciba medicación. El tratamiento farmacológico tiene dos ventajas: brinda alivio rápido a los síntomas y mejora la recepción del tratamiento psicológico. Las dosis y el tiempo de medicación están regulados por el avance en el tratamiento psicológico.

En los casos leves y moderados sólo es necesario un tratamiento psicológico: cognitivo-conducual; y en los casos graves ambos tratamientos los primeros meses y luego continuar con el tratamiento psicológico hasta el momento del alta.

Lo indispensable es que la persona que padece TOC reciba psicoeducación, que es información sobre el trastorno y aprenda a manejar su ansiedad con técnicas de respiración y de relajación y a controlar sus pensamientos con técnicas cognitivas.

En los últimos años la psicofarmacología nos ha abierto un campo nuevo en el abordaje de los cuadros fóbicos,


En los últimos años la psicofarmacología nos ha abierto un campo nuevo en el abordaje de los cuadros fóbicos, los trastornos obsesivos compulsivos y las crisis de pánico. Pero no siempre será posible, necesario o conveniente la articulación de su uso en el curso de una psicoterapia sexológica. Creo que sería necesario desarrollar ampliamente este punto en otro artículo, pero en forma sucinta señalaré que en ciertos cuadros de eyaculación precoz, fobias a la penetración, vaginismo y matrimonios no consumados, debemos medicarlos. En general, lo hacemos en el lapso de la duración de la terapia y los más utilizados son algunos tricíclicos (imipramina, clorimipramina), inhibidores de la recaptación de la serotonina (fluoxetina, paroxetina) y, en menor grado, el alprazolán o clonazepán. Sin embargo, en la mayoría de los casos no es necesario el uso de psicofármacos, mientras que sí lo es en los cuadros psicóticos o depresivos mayores que consultan por problemáticas sexuales.

Niveles de intervención

Siguiendo los trabajos de Mom, Fiorini nos hace ver cómo estos pacientes tienden a establecer un equilibrio en base a una tendencia a anular y recrear distancias, límites y espacios, tanto temporales como geográficos.(2) Estas regulaciones van creando una distancia óptima que nunca será estable. El paciente la va gestando a través de evitaciones y acercamientos, ambigüedades, olvidos, ausencias, bloqueos y distintos grados de compromisos.

Fiorini habla de tres ecuaciones que nos permitirían entender este mundo fóbico de manera esquemática, pero con bastante utilidad práctica:

La primera nos dice que: El monto del contacto y de la comunicación del paciente consigo mismo y con nosotros es inversamente proporcional al tiempo de ese contacto. Es decir, que si está en un momento de intenso contacto con una problemática que reconoce como propia, es posible que ese tiempo tenga que ser breve, y si está lejos de la problemática que lo angustia o del contacto con nosotros, podrá ser más prolongado. Luego de una semana donde se comprometió mucho en la sesión o en las tareas, veremos, y no nos asustemos por ello, un cierto bloqueo en su producción.

La segunda ecuación podría enunciarse que: La intensidad del contacto y de la comunicación con sus relaciones y con nosotros es inversamente proporcional a la distancia física o geográfica. Así se explica que el paciente está mejor con nosotros o está más enamorado de su novia o mejor con su madre cuando está entre las sesiones o los encuentros. Un paciente se ruborizaba y quedaba en silencio cada vez que su novia le preguntaba "¿Me querés?", pero si el mismo diálogo se daba por teléfono eso mismo no le ocurría. Es el que viene a la sesión diciendo que en la semana estuvo pensando en lo que habló en la sesión pero ahora, delante de mí, no tiene qué decir.

La tercera ecuación sostiene que: La intensidad del contacto y de la comunicación por el reconocimiento de ese contacto que se ha establecido mantienen una constante. Si ha trabajado intensamente en una sesión o vino movilizado por alguna tarea que realizó o si hubo un material onírico muy rico, el paciente desconoce haber trabajado intensamente o se olvida del sueño o le resta utilidad a la tarea. Es uno de los momentos más frustrantes para nosotros y puede despertar nuestra ira: esto nos puede llevar a vernos impelidos a apresurar cada vez más las intervenciones: más interpretaciones, más taras, más sesiones. Es el conocido "mucho más de lo mismo" de que nos habla Weatzlawicz. Repito que sería pertinente marcarle esos dos términos de polaridad: que el paciente participa, pero después viene y dice que no fue así, que algo lo emocionó, pero después tiende a negarlo.

Estas regulaciones que maneja el paciente para lograr su distancia óptima nos muestra a alguien que "está siempre viajando", en movilidad constante. Nosotros, como terapeutas, debemos tolerar esas distancias —después de todo los fóbicos suelen ser buenos pacientes—, y reconocer que este tipo de personas que están con nosotros, que trabajan pero luego dicen no reconocer ese esfuerzo, nos exponen a frustraciones y a consecuentes sentimientos agresivos hacia ellos. No debemos perder de vista que un tratamiento se va dando como algo procesual y no puntual, teniendo en cuenta el conjunto de esos movimientos que van avanzando en un encadenamiento de progresiones y regresiones.

Si al comienzo el paciente dice: "¿Quiero tratarme o no quiero?", "¿Estoy enamorado o no lo estoy?", "No sé si esta carrera me gusta", en el curso del tratamiento podrá decir: "Me doy cuenta de que ando mal", "A veces siento que la quiero", "La carrera me gusta pero me cuesta tanto..." Es importante tener en cuenta esto: reconocer los progresos del paciente, ya que estamos más preparados para interpretar, señalar o definir los aspectos regresivos o disfuncionales que los progresivos o satisfactorios. Puede ser que la tarea no la haya hecho bien —siempre deja una ventana para escaparse y no comprometerse del todo—, pero además de remarcarle lo que no pudo hacer, también puede ser necesario señalarle lo que sí logró realizar. Una mujer que no había consumado su matrimonio, no toleraba la visión ni el roce de los genitales de su marido; luego de un ejercicio de masajes con inclusión de los mismos, nos refiere que no pudo tocarlos, pero que los había mirado detenidamente, habiéndole parecido "todo negro y más bien feo". Pues bien, por lo menos pudo mirarlos por primera vez. Como en aquella parábola de Umberto Eco, cuando decía que los primeros relatores que vieron un unicornio feo y brutal (presumiblemente un rinoceronte), luego lo fueron transformando, con el tiempo y la distancia, en un animal grácil y bello.

Sepamos esperar y el paciente sabrá entenderse y comprender sus propias dificultades (alguien afirmaba que muchos pacientes se curan si nosotros no hacemos cosas para impedirlo), nos sabrá guiar a través de sus desfiladeros, de sus murallas, de los anchos ríos que, a veces, interpone entre él y nosotros. Si no lo encontramos en un lugar, no deberíamos descorazonarnos; si no está en una parte, busquemos en otra, en algún lugar el paciente nos espera y espera su curación.

de repeticiciones y dvds


se que es difícil el convivir con alguien que repite todos los días los mismos gestos en mi caso uno de ellos es monk
ni siquiera lo veo pero tengo la seguridad de que no voy a despertarme sobresaltada viendo algo que no quiero ver como esta noche en la cena haciendo zapin. no se de donde a salido una especie de canal porno. claro esta sobre esos temas. y luego en los otros canales películas de actrices que tengo vetadas. así que sigo tirando de dvd y a estas horas estoy grabando uno de otra serie por que los capitulos de monk despues de seis meses estan muy vistos pero lo cierto es que si me dan a elegir me quedo con monk se exactamente lo que voy a ver y me siento segura como ya he dicho antes es muy difícil para alguien normal comprendernos con nuestros miedos y rarezas
yo antes no tenia este miedo pero tenia otros así que esto es el mismo perro con distinto collar. y tener suerte y que te comprendan en casa. por que lo cierto es que es muy difícil el explicar tus miedos y que no te tomen por loc@ pero es posible por que como mi chico dice. siempre hay un feo para un fea.

¿que causa el toc?


¿Qué causa el TOC?

Las investigaciones han avanzado mucho durante los últimos años en este trastorno habiéndose advertido que el mismo posee una base neurobiológica que explica los síntomas. Hay claros factores genéticos implicados y hay algunos subtipos de TOC que tiene mayor base genética como lo es el TOC que se asocia a Tics. Más de la mitad de las personas afectadas por Síndrome de Tourette tienen TOC. Una persona con TOC tiene 4 veces más posibilidades de tener un familiar afectado con TOC que otra que no lo padece. Sin embargo, hay formas de TOC que no son hereditarias.

Recientemente un grupo de investigadores encontró que un pequeño subgrupo de niños prepúberes que habían sufrido infecciones por estreptococos en sus fauces desarrollaron TOC, tics y otros síntomas conductuales en forma abrupta luego de dichas infecciones (Swedo et al, 1998). A este subtipo de TOC postinfeccioso se lo llamó en inglés P.A.N.D.A.S (Pediatric Autoinmune Neuropsychiatric Disorder Associated with Streptococcus) implicando factores infecciosos Esta afección está aún bajo revisión.

En ocasiones un factor estresante puede funcionar como desencadenante de un TOC latente. Por último la forma en que la persona interpreta sus pensamientos puede ser un factor importante para el mantenimiento de los síntomas (factores cognitivos).

Todos estos factores combinados actúan de modo tal que ocurre en los sujetos con TOC como problema central una disfunción en algunos de los circuitos que unen diversas regiones de la corteza frontal con el cuerpo estriado, ubicado en los ganglios de la base. A estos circuitos se los denomina frontoestriatales habiendo demostrado las últimas investigaciones el compromiso de algunas de sus subdivisiones como los circuitos orbitofrontal, cingulado anterior y límbico en el TOC. Estudios de imágenes cerebrales demuestran el compromiso de estas regiones en el TOC y su normalización luego de aplicarse tratamientos efectivos.

¿Cómo se trata el TOC?

Actualmente existe consenso en la comunidad científica acerca de que las dos herramientas terapéuticas que han demostrado mayor eficacia en el TOC son la Terapia Cognitivo Conductual (en especial las estrategias de Exposición y Prevención de Respuesta) combinada con la administración de fármacos con efecto antiobsesivo como los ISRS y la clorimipramina. Por lo tanto los pacientes con TOC requerirán de la atención de un psicólogo y de un psiquiatra que trabajen en equipo.

Es necesario también incorporar a la familia en el tratamiento para que comprendan la naturaleza de los síntomas y colaboren con la mejoría del paciente. Los medicamentos con efecto antiobsesivo empleados en el tratamiento de TOC son esencialmente fármacos que facilitan la acción de la serotonina, un neurotransmisor considerado clave en la regulación de los síntomas TOC.

Los más clásicamente utilizados actualmente (por consenso de expertos) actualmente son los antidepresivos Inhibidores de la Recaptacion de Serotonina (IRS) tanto los selectivos (fluoxetina, sertralina, paroxetina, fluvoxamina, citalopram, escitalopram) como los no selectivos como la clorimipramina. En los casos refractarios al tratamiento o cuando el paciente con TOC asocia tics o esquizofrenia, se suele asociar los ISRS con fármacos bloqueantes de la Dopamina como los neurolépticos (haloperidol, pimozida, risperidona). La combinación de los fármacos referidos con las referidas técnicas de terapia cognitivo conductual (TCC) aumentan en forma significativa la mejoría y el bienestar de estos pacientes. En los casos leves la TCC puede intentarse como primera alternativa en forma aislada. Estas normativas de tratamiento derivada del consenso de profesionales expertos en TOC abarcan también a niños y adolescentes afectados por TOC.

La TCC incluye básicamente el trabajo sobre los temores asociados a las obsesiones acompañado de técnicas de exposición y prevención de respuesta. Estas últimas, que se aplican una vez disminuidos los temores, implican que el paciente se enfrente voluntariamente al objeto, la idea o situación temida, ya sea con la imaginación o directamente. Al mismo tiempo, se lo alienta a abstener de realizar sus rituales compulsivos con recursos y apoyo provistos por el terapeuta, y posiblemente por alguno de sus familiares que puede funcionar como auxiliar. La idea es que los rituales alivian transitoriamente la ansiedad pero retroalimentan el circuito de TOC reforzando sus síntomas e impidiendo que el paciente pueda poner a prueba sus temores obsesivos.

La exposición es gradual y consensuada con el paciente y está guiado por la habilidad del paciente para tolerar la ansiedad y controlar sus rituales. La ventaja de la TCC es que los cambios logrados permanecen en el tiempo. El éxito de tratamiento depende de que los psicoterapeutas apliquen las técnicas que han demostrado ser más eficaces en el TOC y que hayan adquirido un entrenamiento para ello. El psiquiatra decide si es necesario indicar fármacos asociados a la psicoterapia los cuales deben ser administrados en las dosis y durante el tiempo necesario.

¿Qué importancia tiene realizar una evaluación neuropsicológica para los pacientes con TOC?

Recientemente se ha demostrado que algunas personas con TOC presentan dificultades neuropsicológicas específicas que consisten en dificultades en la organización, planificación, y secuenciación de la tarea, problemas atencionales y dificultades en el control inhibitorio de la conducta. Este conjunto de problemáticas implica una alteración en la función ejecutiva cerebral que tiene repercusión en la conducta y en el desempeño laboral y académico de los pacientes. Estas alteraciones pueden ser detectadas a través de varios tests neuropsicológicos que la miden.

Esta perspectiva ha abierto el campo potencial del tratamiento del TOC hacia la posibilidad de incluir una rehabilitación neuropsicológica. Esto equivale a decir que los pacientes con TOC podrían verse beneficiados con la práctica de cierta "gimnasia cerebral" que ponga en juego sus mecanismos deficitarios ya sea estimulándolos o compensándolos a partir del desarrollo de otras áreas cognitivas complementarias de mayor fortaleza. Al mismo tiempo esta estrategia mejora el aprovechamiento de la terapia cognitivo-conductual y el desempeño en la vida diaria, en los ámbitos académicos y laborales. Una característica de lo pacientes obsesivos es su rigidez cognitiva y comportamental.

ineco ofrece a los pacientes con TOC una evaluación moderna y completa que incluye la detección de los trastornos asociados y su subtipificación con la idea de ofrecer las alternativas terapéuticas que han demostrado ser más eficaces en cada caso particular. Asimismo incluye a la familia en el proceso terapéutico por considerarlo esencial para el éxito del tratamiento. La evaluación puede incluir una evaluación cognitiva neuropsicológica para determinar el perfil cognitivo del paciente.
Asimismo Ineco ofrece Grupos Terapéuticos para pacientes con TOC con la idea de agrupar a pacientes con síntomas obsesivo compulsivos semejantes (subtipos) que incluyen psicoeducación para el paciente y sus familiares y un acompañamiento al paciente en todos los pasos del proceso terapéutico.

fuente:ineco

obsesivos puros


Obsesivos puros. Los obsesivos puros sufren su aflicción exclusivamente en el plano de las ideas. Sus contenidos suelen ser altamente angustiantes como pensar que tienen una enfermedad grave, atraparse en eventos traumáticos del pasado, imágenes de conducta sexual incorrecta, impulsos de matar y hacer daño a ellos mismos, a personas queridas o indefensas. No practican rituales de conducta. Creen que por el hecho de pensar esas cosas, todo se puede hacer realidad. Sus rituales suelen ser del ámbito mental o cognitivo. Es decir, otros pensamientos que neutralizan los anteriores. Entre estas estrategias se encontrarían:
Elaborar el pensamiento.
Buscar elementos tranquilizadores.
Sustituir el pensamiento por otro.
Realizar una acción mental específica para ahuyentar el pensamiento.
Emplear actividades distractoras
Enfocar a atención al entorno y detener el pensamiento.

Despiece.
“Son las cuatro de la tarde de un sábado. He recogido la cocina y la ropa. Todo está ordenado. Necesito tenerlo así para poder disfrutar de una película que me interesa ver por televisión. Mi hija pequeña me avisa que dará comienzo en unos instantes. Me siento tranquilamente en un sofá que está situado al lado de la ventana. De repente aparece el pensamiento: ¿Y si te tiraras por la ventana? ¿Por qué no te tiras? Este pensamiento me paraliza; me pongo rígida; comienzo a sudar; el corazón me late muy aprisa; me cuesta respirar; tengo frío, un frío muy intenso; tengo náuseas...

Pienso que no podré resistir y acabaré tirándome por la ventana y como vivo en un cuarto piso me mataré. Sin embargo, sé que no quiero hacerlo, que solo es un pensamiento. Dudo. No puedo asegurar que no lo haré. Vuelvo a dudar. Intento mirar la película, pero el pensamiento me machaca el cerebro y no me deja en paz. Bajo la persiana; quizá así no lo haga, pienso. La persiana me lo impedirá.

Observo a mis hijos y me digo que tengo mucha suerte con estos hijos, por lo tanto, ¿ por qué voy a querer tirarme por una ventana?. No quiero hacerlo, sin embargo este razonamiento no me sirve para nada. Sigo encontrándome mal y necesito ir una y otra vez al cuarto de baño. Me coloco de espaldas a la ventana intentando parar este pensamiento que me tortura. Finalmente no puedo aguantarlo más y me marcho de la habitación. Pero en los días siguientes el pensamiento sigue torturándome hasta el punto de tenerlo presente incluso en mis sueños. El miedo a hacer aquello que no quiero invade cada instante de mis días." (Testimonio ofrecido por una paciente).

Despiece
Temática más habitual de las ideas intrusas.

Agresión y violencia: Temor a matar a un ser querido; a atacar físicamente a una persona; a atropellar a alguien mientras se conduce sin darse cuenta; a haber escrito o dicho algo inadecuado inadvertidamente, a insultar a un jefe; a enviar una carta ofensiva a un amigo.
Sexuales: Temor a poder abusar de un niño. Actuar como homosexual cuando se es, en realidad, heterosexual.
Blasfemias y sacrilegios Tener relaciones sexuales con Cristo o Satán o con la Virgen María. Hacer gestos o conductas inapropiadas en una iglesia.

Despiece
Forma de pensar del obsesivo-compulsivo
Creer que sus pensamientos están unidos de forma automática a las acciones. A esto se le llama pensamiento mágico. Pensar que solo el hecho de pensar algo, este algo puede hacerse realidad. Al sobreestimar la importancia de los pensamientos se da la fusión pensamiento/ acción en la imaginación del afectado.
Pensar que se es responsable de que todo salga bien o mal. Exagerar su responsabilidad propia sobre los hechos.
Exagerar su control sobre el entorno y necesidad de estar seguro de todo. Gran intolerancia a la incertidumbre.
Interpretar exageradamente las probabilidades de consecuencias negativas derivadas de sus pensamientos y acciones. Establecer relaciones supersticiosas (atribuir arbitrariamente unas causas a unas consecuencias.)

fuente:isabel larraburu

Investigadores de EE.UU. y Japón hallan una mutación genética que causa el trastorno obsesivo-compulsivo

Investigadores de Estados Unidos y Japón aseguran haber descubierto una mutación genética que causa el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), una enfermedad mental ubicada entre las 10 causas principales de discapacidad en el mundo. Esta mutación también causa otras enfermedades mentales y los científicos dijeron que algunos pacientes tenían una segunda mutación que empeoraba su condición.

Este hallazgo podría facilitar el descubrimiento de tratamientos adecuados para el trastorno obsesivo-compulsivo, según Norio Ozaki, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Salud Fujita, en Toyoake, y sus colegas de varias instituciones estadounidenses -entre ellas la Universidad de Pittsburgh y la de Yale- que trabajaron en el estudio publicado en la revista "Molecular Psychiatry".

Los científicos explican que el llamado gen transportador de serotonina humana (hSERT) ayuda a controlar la manera en que el cuerpo utiliza el neurotransmisor serotonina, una sustancia química vinculada con el estado anímico. Algunos fármacos para combatir la ansiedad, así como los antidepresivos actúan sobre la serotonina, pero los investigadores dijeron que a los pacientes con las mutaciones en el gen hSERT no les ayudaban estos medicamentos.

Los investigadores analizaron el ADN de 170 personas, entre ellas 30 pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo, 30 con trastornos de la alimentación como anorexia y otros 30 con trastorno emotivo estacional, que puede causar depresión y otros síntomas en los meses de invierno. Asimismo, observaron el ADN de 80 personas sanas, para comparar.

El equipo de expertos descubrió una mutación específica en el gen hSERT en dos pacientes con TOC y sus familias, pero no en otros pacientes. Ante tan rara mutación, los investigadores barajaron la posibilidad de que también se hallara en otras familias con TOC y padecimientos relacionados.

Así, entrevistaron a parientes de pacientes y hallaron que seis de siete personas con la mutación tenían el trastorno obsesivo-compulsivo, y algunos tenían anorexia, síndrome de Asperger -que es una forma de autismo-, fobia social o abusaban del consumo de alcohol.

Hasta hace poco, los que sufrían de obsesiones compulsivas se consumían en sus ansiedades




Hasta hace poco, los que sufrían de obsesiones compulsivas se consumían en sus ansiedades casi sin esperanzas. Pero ahora pueden tener remedio en sus síntomas. El hallazgo de un substrato específico en el cerebro de estos enfermos, permite ahora catalogarla como enfermedad cerebral y no culpar de ello al maltrato de la madre, como pensaban los psicoanalistas.

Quien padece de una obsesión compulsiva, no puede liberarse de ella, y vuelve una y otra vez a repetir el mismo hábito compulsivo, que obviamente es irracional. Elena va a comprar al supermercado y comienza su pesadilla. No está segura si pagó, a pesar de tener el comprobante en sus manos. Se ve obligada a volver y pregunta a la cajera si le pagó o no, repitiendo este comportamiento muchas veces. Llega a su casa y trata de hablar por teléfono para volver a ratificar el pago. Pero no le basta, y se ve obligada a escribir una carta al gerente porque teme haber quedado debiendo.

Esto de confirmar y reconfirmar, es uno de los síntomas más comunes de la obsesión compulsiva. Maruja se acuesta en la noche en su departamento, pero luego tiene que levantarse para comprobar si dejó bien cerrada la puerta. Repite éste hábito una y otra vez, hasta caer exhausta. Ernesto en cambio, vive aterrorizado con la obsesión de contaminarse con una enfermedad peligrosa y cada día se lava las manos rigurosamente, hasta completar ocho horas diarias. Las obsesiones pueden ser muchas y muy variadas. Algunos pacientes se sienten en la necesidad de contar elementos que se repiten y que no tienen ninguna importancia (contar escalones de una escalera, fierros de una reja, ladrillos de un muro, etc.). Los cuentan una y otra vez, antes de sentirse satisfechos. Otras veces la enfermedad se traduce en terrores injustificados frente a animales (gatos, etc.) o circunstancias varias (muchedumbres, claustrofobia, etc.).

Hasta ahora, muchos psiquiatras buscaban las causas de estas obsesiones compulsivas en experiencias negativas en la infancia o en malas relaciones con los padres u otros factores subjetivos. Hoy en día en cambio, la mayor parte piensa que corresponde a una real enfermedad mental, que afecta al cerebro, y cuyos inicios pueden tener como factores desencadenantes ya sea un golpe en la cabeza o una reacción autoinmune después de alguna infección en la infancia.

Otros investigadores piensan también que debe existir un gen anómalo, como elemento basal de la enfermedad.

En todo caso, el trastorno es bastante frecuente. Sólo en Inglaterra los especialistas estiman que más de un millón de personas sufre de este tipo de obsesiones. En Estados Unidos se calcula que esta cifra se eleva a 5 millones de personas. Más aún, se afirma que un 3% de las personas han sufrido en algún momento hábitos compulsivos, sin alcanzar a situaciones de una enfermedad ya fuera de control. En todo caso la obsesión compulsiva verdadera presenta las mismas características, cualquiera que sea la cultura o el país (Europa, China, Indonesia, etc.).


¿Que ha hecho cambiar la concepción?

Han sido las nuevas tecnologías exploratorias del cerebro, junto con los avances de la bioquímica cerebral, los que están llevando a cambios conceptuales profundos en muchas de las llamadas enfermedades psiquiátricas. Una de estas nuevas tecnologías utilizada en la exploración cerebral, es la Tomografía de Emisión de Positrones (PET), que permite estudiar la actividad relativa de diferentes porciones del cerebro, mientras el paciente desarrolla trabajos mentales específicos que se le señalan. En este caso, el PET ha permitido ubicar áreas cerebrales activas en el momento en que el paciente presenta estas obsesiones compulsivas inducidas por el experimentador. Es así como en pacientes obsesivos se observan dos zonas cerebrales específicas que se activan. Una de ellas es la corteza prefrontal, la parte del cerebro que desempeña funciones altas, como el juicio, emociones o el planeamiento. La otra es el ganglio basal primitivo, constituido por diversas estructuras ubicadas profundamente en el cerebro. En individuos normales, esto no ocurre (New Scientist, Agosto 02, 1997, pag. 27).

Edmund Rolls, de la Universidad de Oxford, ha observado que cuando se produce un daño en la corteza prefrontal, el individuo que lo padece, es incapaz de corregir los errores cometidos al someterse a diversos tests experimentales. Pareciera que en esta región cerebral habría una zona que normalmente detecta los errores, y que de aquí partiría un mensaje que pasaría a través del ganglio basal. Según Rolls, esta última estructura selecciona la información que le llega, decidiendo que información enviar al tálamo. Luego, la misma información llegaría de vuelta a la corteza prefrontal y a otras partes de la corteza. Cuando este circuito neural se altera, como es el caso de las obsesiones compulsivas, no se pueden corregir los errores y estos se cometen una y otra vez. Así el enfermo se ve obligado a lavarse continuamente las manos, a comprobar si la puerta esta bien cerrada a no. Esta explicación parece confirmarse con lo observado por Jeffrey Schwartz, de la Universidad de Alabama, que encuentra que la actividad alterada de la corteza prefrontal y núcleo caudal, que se observa a través del PET en los pacientes con obsesiones compulsivas, desaparecen cuando los síntomas disminuyen a consecuencia del tratamiento. Esto lo comprueba en 18 enfermos que durante 10 semanas fueron tratados con una "terapia de comportamiento", por medio de la cual se induce reiteradamente al paciente a sus miedos, en una forma controlada. Doce de ellos mostraron mejorías significativas con esta sola terapia, la que se corroboró también con una disminución de la actividad del núcleo caudado y la corteza prefrontal.

Por otra parte, pacientes que responden a la administración de drogas que bloquean la serotonina, como el Prozac que suele prescribirse en estos casos, muestran los mismo cambios cerebrales detectados por el PET. Es decir, al mejorar la sintomatología, desaparecen las zonas activadas.


¿Qué es lo que funciona mal?

El asunto no está claro, pero algunos indicios parecen desprenderse de la observación de enfermos donde este síndrome tiene una causa específica. Así por ejemplo, enfermos que presentan la enfermedad de Huntington, que es una enfermedad genética neurodegenerativa, pueden también sufrir los síntomas clásicos de las obsesiones compulsivas, y en ellos el núcleo caudado del ganglio basal también está dañado.

En otras ocasiones, un golpe en la cabeza marca el comienzo de la enfermedad, pero allí no se ha podido identificar tan claramente una lesión específica de esta región cerebral.

Los mismos síntomas suelen también presentarse en familias con el diagnóstico del síndrome de Tourette, caracterizado porque el enfermo tiene impulsos incontrolables, como dar vueltas en círculos, tratar de aclarar continuamente la garganta o manifestar diversos tics. De nuevo en ellos se puede también constatar la misma actividad del ganglio basal por medio del PET. Como ésta es una enfermedad genética, se sospecha que algún gen alterado sea el que provoca la lesión.

Pero lo que más ha llamado la atención han sido las publicaciones recientes en que se afirma que una bacteria puede desencadenar los síntomas compulsivos. Así es como el estreptococo, que normalmente produce inflamación de la garganta, puede complicarse en algunos niños con el llamado Corea de Sydenham. El niño afectado, además de la infección de la garganta, presenta movimientos descordinados y en muchos casos también comportamientos compulsivos. En 1993, Susan Swedo describió un grupo de niños, que en lugar del Corea de Sydenham, sólo presentaban comportamientos obsesivos. Swedo denominó a esta infección PANDA, acrónimo de "Pediatric Autoinmune Neuropsiquatric Disorder Associated with Streptococo". Lo llamó así porque esos niños presentaban en la sangre una alta tasa de anticuerpos contra el estreptococo, comprobando que estos destruían específicamente las células del núcleo caudado. Tan agresivos eran estos anticuerpos, que durante la etapa aguda autoinmune de la enfermedad, el núcleo caudado aparecía inflamado en los escáner. Después de estos hallazgos, se ha formado una fundación para reunir recursos para la investigación de estas psicosis compulsivas, y a quién done 25 dólares, se le regala un oso Panda.
Más recientemente, el mismo equipo de Swedo, ha publicado un trabajo en el America Journal of Psychiatry, en el que señala que en el 85% de los niños PANDA presentan una proteína que está localizada en los linfocitos B, lo que sólo se observa en el 10% de los niños normales. Ellos creen que este test se puede utilizar para determinar la susceptibilidad a la enfermedad y adelantarse a la aparición de los síntomas.


Posibilidades de tratamiento

Lo que parece estar claro es que en esta enfermedad, en contraste con lo que sucede en la esquizofrenia, sus síntomas pueden perfectamente controlarse. Es así como la terapia de comportamiento disminuye los síntomas en el 90% de los pacientes, siempre que completen el curso de seis semanas de duración. Desgraciadamente no todos las completan, porque toma tiempo y es desagradable para el paciente, ya que durante la terapia se tienen que someter en forma repetitiva a sus miedos.

En todo caso, la droga Prozac ayuda al 60% de los pacientes, pero los síntomas retornan cuando éste se suspende. Usando ambos tratamientos en conjunto, se observan mejorías de los síntomas en el 95% de los pacientes. La terapia de psicoanálisis se ha demostrado ineficiente, ya que las causas no hay que buscarlas en las huellas subconscientes de la infancia (New Scientist, Agosto 02, 1997, pág. 31).

En la actualidad, un grupo de psiquiatras de USA, Inglaterra y Canadá, en forma muy pragmática, han desarrollado un programa por computación que puede ser una alternativa para la terapia de comportamiento convencional. En todo caso, esta enfermedad ha dejado de ser un trastorno sin solución.