Mostrando entradas con la etiqueta tratamiento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta tratamiento. Mostrar todas las entradas

Trastorno obsesivo compulsivo: buscan nuevas opciones de tratamiento


Trastorno obsesivo compulsivo: buscan nuevas opciones de tratamiento

http://es.globedia.com/tag/www-tosomarcelainfosalud-sofia-over-blog

Pensamientos perturbadores, compulsiones, ansiedad, obsesión contaminación, trastornos alimentarios, tratamiento farmacológico

TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO :BUSCAN NUEVAS OPCIONES PARA QUIENES

NO RESPONDEN AL TRATAMIENTO

Los pacientes que sufren trastorno obsesivo compulsivo (TOC) tienen pensamientos perturbadores y persistentes (obsesiones) y utilizan rituales (compulsiones) para controlar la ansiedad relacionada con éstos, que en la mayoría de los casos resultan efectivos. Pero los rituales no son placenteros y sólo mejoran la ansiedad transitoriamente.

Por ejemplo, la obsesión de contaminación se asocia con la compulsión de limpieza; asimismo, entre las compulsiones más frecuentes se encuentra el chequeo o conteo de determinadas cosas. También se incluyen los pensamientos vinculados con la violencia, la sexualidad, la religión, la simetría y el orden.

La gente que padece este trastorno lleva a cabo sus hábitos acostumbrados a pesar de la interferencia con la vida diaria. La mayor parte reconoce su falta de sentido, en tanto que otros, principalmente los niños, no son conscientes de la anormalidad que los caracteriza.

El TOC además puede acompañarse por trastornos en la alimentación, ansiedad y depresión, y afecta tanto a hombres como mujeres.

En general, aparece durante la infancia, la adolescencia o la adultez temprana. Los síntomas pueden mejorar fácilmente o empeorar. Esta última situación puede ocasionar dificultades laborales o de incumplimiento de las responsabilidades del hogar.

Para evitar circunstancias que desencadenan las obsesiones, los pacientes tratan de mejorar o calmarse, consumiendo alcohol o drogas.

La respuesta al tratamiento farmacológico (clomipramina) y psicológico suele ser buena. La psicoterapia consiste en la desensibilización ante los hechos que ocasionan miedo o ansiedad.

Actualmente se investigan nuevas opciones para los pacientes que no tienen respuesta satisfactoria al tratamiento.

Fuente: USA Department of Health and Human Services

Salud mental: ¿drogas o terapia?


Salud mental: ¿drogas o terapia?


Fuente: latercera.com

Con la aparición de la fluoxetina o Prozac a mediados de los años 80, se pensó que las enfermedades mentales llegaban por fin a buen puerto. Depresión, trastorno obsesivo compulsivo, ataques de pánico y otros problemas mentales se creían destinados a desaparecer. El mundo parecía al borde de una felicidad permanente y algunos proponían añadir Prozac al agua potable, como una forma de elevar la calidad de vida.

Pocos años más tarde se vio que se estaba lejos de una solución biológica y radical de las enfermedades mentales. Debido a los fracasos e insuficiencias de la fluoxetina, la industria farmacéutica comenzó a producir nuevas drogas de la misma familia: inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina. Gracias a éstas, este neurotransmisor (la serotonina) mantiene altos sus niveles en el cerebro, con lo cual disminuye la agresividad, se mejoran el humor y el sueño. Pero las nuevas promesas de felicidad tampoco se cumplieron del todo.

Por eso, el sicólogo clínico británico Richard Bentall plantea que a pesar de los aparentes progresos en entender la enfermedad siquiátrica, los tratamientos han hecho poco para mejorar el bienestar humano. En su libro Doctoring the mind (Medicalizando la mente) advierte que las pruebas clínicas para estas drogas son, por desgracia, defectuosas. En su obra cita la sorprendente evidencia de la Organización Mundial de la Salud, que sugiere que los pacientes que sufren episodios sicóticos en los países en desarrollo se recuperan mejor que los del mundo industrializado, con mejores sistemas de salud, algo que su libro busca explicar.

Algunas críticas
Bentall asegura que en lugar de hablar de síntomas siquiátricos, es más exacto referirse simplemente a las “quejas” de los pacientes. Tampoco considera adecuado poner énfasis en que estos trastornos tienen una base genética, porque eso sólo sirve para crear el estigma del enfermo mental y alimentar su discriminación. Saber que tal o cual gen tiene alguna participación en determinado trastorno no se ha traducido en la cura del problema, dice.

A esto hay que agregar que el peligro de usar medicamentos siquiátricos a largo plazo supera con creces los beneficios. De hecho, recientemente, la gran mayoría de los antidepresivos han estado sujetos a revisión, debido a los riesgos de suicidio que tiene su consumo.

Bentall advierte que el gran debate sigue pendiente. Mientras algunos plantean que son los desequilibrios de la química cerebral los que causan la enfermedad, otros defienden que son los traumas, el estrés mantenido o los estados de abandono y miseria los que enferman y trastornan el delicado balance que debe existir entre los neurotransmisores.

Para este especialista, la siquiatría es una disciplina que más que descubrir enfermedades las inventa. No se hace un test de laboratorio para concluir que alguien padece una esquizofrenia o bipolaridad, tal como se hace con la diabetes.

Lo anterior explica que sea más frecuente el diagnóstico de esquizofrenia en Estados Unidos y Rusia, mientras que sea escaso en Europa. Este grado de especulación de la siquiatría facilitó también que en la ex Unión Soviética se etiquetara a los disidentes como esquizofrénicos.

Y aunque Bentall reconoce que en algunos casos los fármacos pueden ser útiles, no es menos cierto que hoy se busca extender el uso de medicamentos antisicóticos a los niños por tener conductas “disruptivas”, lo que antes era simplemente un niño desordenado o inquieto.

Este sicólogo llama a fijarse más en solucionar las circunstancias adversas que puedan enfermar a una persona y confiar en el poder curativo de la conversación y, sobre todo, de escuchar.

——————————————–

OBSESIONES Y OTROS RITUALES


http://ichokozak.blogspot.com/2009/02/obsesiones-y-otros-rituales.html
OBSESIONES Y OTROS RITUALES
Hay una tendencia en los trabajadores de la salud, a medicar o quitar importancia o a negar, los síntomas de las neurosis, en cuyo caso se está prescindiendo de lo que se denomina: "forma aparente", es decir, el modo de presentación, el texto manifiesto de los síntomas.
Quiero señalar, que el psicoanálisis, nos dice de los síntomas: su apariencia no es su realidad, pero dedica especial atención al relato manifiesto de sueños y síntomas y es más, es la primera vez que se establece que toda manifestación neurótica, una vez procesada psicoanalíticamente, tiene un sentido y se halla estrechamente enlazada ,a la vida psíquica del sujeto en el que se manifiesta.
La neurosis obsesiva y la histeria han sido, entre las formas de neurosis, aquellas en que más se ha trabajado. Especialmente, la primera de dichas formas, que no conlleva en general, aquella misteriosa extensión de lo psíquico a lo somático, característica de la histeria; ha sido, como digo, minuciosamente investigada, demostrando que presenta con gran precisión, determinados rasgos propios de la neurosis.
A veces, los actos más elementales o necesarios, tales como ir a dormir, lavarse, leer, escribir, vestirse o salir a pasear, se convierten en problemas complicados, apenas solucionables.
Las representaciones, impulsos y actos que pueden ser considerados patológicos, o como formas de vida o de justificación, no aparecen combinados en idéntica proporción, como es lógico, en cada caso y forma, pues en general, es uno solo de estos factores, el que domina la escena, pero todos los ejemplos, tienen innegables rasgos comunes.
Se pueden encontrar manifestaciones, impulsos que resultan extraños, ajenos a lo que quien las padece pueda considerar como parte de su personalidad; alguien puede sentirse obligado a realizar actos cuya ejecución no le proporciona placer alguno, pero no puede evitarlos y su pensamiento se halla invariablemente fijado a ideas alejadas de sus intereses normales. Tales ideas(representaciones obsesivas),pueden carecer por sí mismas de todo sentido, o ser indiferentes a quien se le imponen; lo más frecuente, es que aparentemente, sean totalmente absurdas. De todas maneras y cualquiera que sea el carácter que presenten, constituyen el punto de partida de una intensa actividad intelectual, a veces, agotadora, que suele conducir a cavilar incesantemente, alrededor de tales ideas, como si se tratase de los asuntos personales más importantes.
Los impulsos que el neurótico experimenta, pueden presentar, un carácter infantil y desatinado, pero la mayoría de ejemplos, poseen un contenido temeroso, muchas veces, como incitación a cometer graves crímenes, de los que huye con horror, instalando defensas contra la tentación, por medio de toda clase de prohibiciones, renuncias y límites. Por ejemplo, contar una serie de objetos para evitar que algo muy malo le ocurra a un ser querido.
Quiero destacar, que tales "crímenes" y "malas acciones", no llegan ni siquiera a iniciarse, son desconocidos para el sujeto; generan un sentimiento de culpa inconsciente y en la generalidad de casos, la fuga y la prudencia acaban por imponerse, no sin sufrimiento.
Los actos obsesivos, consisten en repeticiones, ornamentaciones ceremoniosas de los actos corrientes de la vida. Se trata ciertamente, de una singular dolencia y no debemos subestimar la cuestión, suponiendo que se puede contribuir al alivio, aconsejando distracciones o que se desechen tales ideas por absurdas y se piense en su lugar, en cosas agradables, como comerse un helado u oler perfumes que recuerden a la infancia para, supuestamente, aumentar la autoestima o curar el insomnio.
El propio interesado, ya quisiera hacer aquello que se le aconseja, porque suele presentar una perfecta lucidez, comparte la opinión sobre sus síntomas obsesivos e incluso los comunica espontáneamente; pero nada le es posible hacer por sí mismo para cambiar el estado de cosas.
Los actos, que la neurosis obsesiva, impone al sujeto, se hallan sostenidos por una fuerza, para la cual no se encuentra comparación alguna en la vida normal.
Estas personas tienen una tendencia a repetir determinados actos, aislándolos de los restantes de su vida cotidiana y con un ritmo diferente. Anulan o niegan conexiones y son un buen ejemplo de aquel refrán que dice: borran con el codo lo que escriben con la mano.
La mayoría muestra un excesivo afan de limpieza, orden y control en sus dominios.
En otros casos, como pueden ser los que padecen agarofobia(miedo a espacios abiertos), dolencia que no entra en el cuadro de la neurosis obsesiva sino en el de la histeria de angustia, se reproducen en sus manifestaciones con una monotonía llamativa: muestran idénticos rasgos y sus opuestos: miedo a lugares cerrados, a grandes espacios descubiertos y a calles y avenidas que se extienden hasta perderse de vista, creyéndose en cambio protegidos, al ser acompañados de alguien conocido u oyen el ruido de un automóvil.
Lo interesante, es que cada caso es único. Si en un caso de histeria, se enlaza un síntoma con un suceso personal o una serie( como puede ser vincular vómitos con impresiones que generan repugnancia) en otro caso la interpretación puede conducir a otra serie de representaciones. Los síntomas tienen causas que no están a la vista y los datos históricos aportados, son encubridores, utilizados por la retórica en cuestión.
Unos temen a las calles estrechas y otros a la anchas; unos no pueden andar por la calle sino cuando hay poca gente, y otros sólo se sienten seguros en la multitud.
El sujeto, padece un proceso con el que no puede hacer otra cosa que desplazar o sustituir su obsesión, reemplazando una idea absurda por otra que no presente esa impresión, cambiando de prohibiciones o variando su ceremonial.
Esta capacidad de desplazamiento de los síntomas, desde su forma primitiva a otra muy alejada, constituye uno de los rasgos de la neurosis obsesiva, afección en la cual se encuentra, la singular circunstancia de que las contradicciones afectivas que llenan su vida psíquica, se muestran particularmente acentuadas.
Junto a la obsesión de contenido positivo o negativo, vemos aparecer en el terreno intelectual, un estado de "duda" que se extiende como una perpetua indecisión, lo cual acarrea no pocas contrariedades. Esta situación resulta muy engorrosa, y suele tratarse de personas de carácter energico, de gran tenacidad y alto nivel intelectual. Presentan además, disciplina moral llevada hasta el escrúpulo y extrema correción en sus supuestas relaciones.

Queremos tener un hijo, pero mi marido tiene depresión y TOC


http://www.elmundo.es/elmundosalud/2007/01/12/neurocienciadudasypreguntas/1168602259.html
Queremos tener un hijo, pero mi marido tiene depresión y TOC

PREGUNTA.- Mi marido está en tratamiento psiquiátrico desde hace un año por depresión crónica/aguda y trastorno obsesivo compulsivo (TOC) fundamentalmente. Desde hace meses tiene el tratamiento que mejor le ha venido con Topamax (en la actualidad con la dosis definitiva de 200 mg al día) y fluoxetina con 40 mg al día, aparte de Rivotril y Noctamid (1 mg) para dormir.

Estamos intentando tener hijos. ¿Puede afectar esta medicación a la fertilidad? Y sobre todo, ¿puede tener algún tipo de influencia en el feto? ¿es una dolencia hereditaria?

RESPUESTA.- En principio no hay datos sobre problemas de fertilidad con ese tratamiento. Sin embargo, sí que pueden haber existido problemas de disminución de ganas de relaciones sexuales, o de dificultades para el orgasmo, especialmente con la fluoxetina, aunque todos influyen.

No obstante, no se han descrito ni problemas importantes en términos de fertilidad ni de malformaciones por el consumo por el padre. En cualquier caso, hay que pensar que hay una escasez de estudios sobre la influencia en la toma de fármacos por el padre sobre la evolución del feto y el niño.

En conclusión, respecto a la medicación no habría que preocuparse ni por la afectación de la fertilidad (sí que podría influir sobre el desempeño de la función sexual) ni por las consecuencias sobre el feto.

En cuanto a su componente hereditario, y aunque los datos son ambiguos dado que se habla de depresión aguda/crónica (no sé si se trata de una distimia) y de TOC (no sé la importancia de este). Pero en general de todos ellos lo que mayor componente hereditario tiene es el TOC aunque este no es muy alto.

Hay que pensar que lo que se hereda en la enfermedad mental no es tanto la enfermedad en sí misma (como sucede en otros trastornos como la hemofilia) sino la vulnerabilidad a padecer la enfermedad si las circustancias lo propiciasen.

En conclusión, y desde mi perspectiva, el problema que plantea no debería ser un obstáculo en sí mismo para tener hijos, y quizá lo más importante es la posibilidad que con la enfermedad pueda contribuir a su educación o en que modo puede afectarle los cambios en casa y de responsabilidades.

Manuel Franco
Jefe del Servicio de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Zamora

"A pesar de la medicación sus manías no desaparecen"




http://www.elmundo.es/elmundosalud/2006/09/07/neurocienciadudasypreguntas/1157647039.html
TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO
"A pesar de la medicación sus manías no desaparecen"



Mi marido tiene 36 años padece de un trastorno obsesivo compulsivo y se toma ludiomil 75mg, media pastilla por la mañana y media por la tarde. Lleva meses tomándolas hasta llegar a esa dosis y ha encontrado alguna mejoría, pero las manías no desaparecen.

Él es taxista y supongo que el trabajo le provocara bastante ansiedad. He notado de hace tiempo que se siente depresivo, no tiene ilusión y me cuenta que no sabe explicarlo, que es como si no aguantara la rutina de trabajar o algo así.

Me preocupa porque viene a casa siempre como amargado, luego lo voy animando algo pero a mi me está afectando y se me pega la amargura no sé que hacer entre las manías y la depresión.

- La verdad es que los datos que das no permiten dar un consejo o propuesta muy ajustada, pero algo puedo comentar. La dosis que toma no es muy alta, más bien relativamente baja con lo que hay bastante margen de mejoría con el ajuste de medicación.

Por otra parte, los trastornos obsesivo-compulsivos evolucionan de forma prolongada con periodos en los que la ansiedad e inclusó desesperanza se hacen más notables y en los que las obsesiones dominan más la conducta de quien lo padecen. En este sentido, el trastorno obsesivo-compulsivo (aunque depende de la intensidad del mismo y su evolución) con frecuencia requieren un tratamiento muy prolongado.

El tratamiento habitualmente combina psicoterapia con tratamiento psicofarmacológico, llegando en ocasiones éste a requerir dosis bastante altas. No sé quien le hizo el diagnóstico a tu marido y quién le controla la medicación, pero si no lo hizo un psiquiatra mi primer consejo es que acuda al mismo.

Si sí está bajo control de un psiquiatra es bueno que acuda cuanto antes a la revisión para ajustar la dosis porque efectivamente puede estar teniendo un periodo de mayor número de obsesiones en el que convendría un ajuste de medicación que como digo para un trastorno de este tipo está en niveles bajos.

DOCTOR MANUEL A. FRANCO
Jefe del Servicio de Psiquiatría
Complejo Asistencial de Zamora

El mejor centro para tratar el TOC


http://www.elmundo.es/elmundosalud/2006/04/12/neurocienciadudasypreguntas/1144835339.html

El mejor centro para tratar el TOC


Quisiera saber cuál es el centro de España mejor cualificado para hacer una valoración de una persona diagnosticada de trastorno obsesivo compulsivo y cómo acceder a este centeo.

-No hay ningún ránking de centros cualificados por enfermedades o demás. En general, hay centros de prestigio en salud mental por recursos, profesionales y demás, pero como digo no hay ningún ránking que permita responder a esta cuestión, sobre todo respecto a un problema bien conocido en el marco de la salud mental.

DOCTOR MANUEL A. FRANCO
Jefe del Servicio de Psiquiatría
Complejo Asistencial de Zamora

conferencia


Conferencia



41-CI-E



TRATAMIENTOS BIOLÓGICOS DEL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO.

Autores:
J Pifarréa

J Vallejob.

aServicio de Psiquiatría. Hospital de Santa María. Lleida
bServicio de Psiquiatría. Ciudad Sanitaria y Universitaria de Bellvitge, L'Hospitalet de Llobregat, Barcelona

E-mail: pifarre@gss.scs.es

--------------------------------------------------------------------------------

RESUMEN

El clásico pronóstico del trastorno obsesivo-compulsivo como una enfermedad crónica e intratable se ha ido modificando durante los últimos años con la aparición de nuevas estrategias terapéuticas, tanto farmacológicas como psicológicas.

En este artículo se revisa la evidencia de la eficacia de la clomipramina y de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, a partir de los distintos estudios controlados y de metaanálisis. Se comentan además distintas estrategias de combinación y potenciación, así como otros tratamientos biológicos, especialmente la psicocirugía. También se incluyen nuevos tratamientos experimentales los cuales pueden ser útiles en algunos subgrupos de pacientes.

Si bien el artículo repasa sólo los tratamientos biológicos, no hay que olvidar que el tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo es mitxo, es decir, farmacológico y psicológico.



Palabras clave: Trastorno obsesivo-compulsivo, clomipramina, ISRS, psicofarmacología, psicocirugía


--------------------------------------------------------------------------------



1.INTRODUCCIÓN

A lo largo de la historia de la psiquiatría, y antes de la utilización de la clomipramina, los tratamientos biológicos que se han utilizado en pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo han sido numerosos y muy variados, lo cual probablemente sólo indica una respuesta terapéutica de éstos muy leve o incluso ineficiente.



La variedad de tratamientos utilizados en la terapéutica de los TOC queda justificada por una serie de razones (Vallejo, 1987, 1990, 1995):

La gravedad de muchos casos que obliga a buscar soluciones radicales y a veces antagónicas.
La relativa infrecuencia de los TOC (cada vez más discutida), y la resistencia general a acudir a las consultas médicas, excepto en el caso de los pacientes más graves.
El debate sobre la ubicación nosológica de los TOC, que conlleva diferentes actuaciones terapéuticas según se les ubique dentro de las neurosis, de las psicosis, de los trastornos afectivos, o como una entidad independiente.
La deficiente delimitación de los fenómenos obsesivos propios de la patología obsesiva genuina y aquellos que son secundarios (obsesivoides) a otros trastornos psiquiátricos (depresión, esquizofrenia, trastornos de la alimentación) o neurológicos (encefalitis, epilepsia, síndrome de Gilles de la Tourette), lo cual induce a extraer conclusiones erróneas de algunos estudios farmacológicos.


Sin embargo, el clásico pronóstico del trastorno obsesivo-compulsivo como una enfermedad crónica resistente a cualquier estrategia terapéutica es cada vez más discutible, especialmente desde la aparición de nuevos tratamientos verdaderamente útiles en este trastorno. Recientemente se ha publicado un estudio (Skoog y Skoog, 1999) en el cual se realiza un seguimiento de unos 40 años en una muestra de 144 pacientes diagnosticados de TOC durante un ingreso hospitalario. Este estudio encuentra hasta un 48% de remisión (20% completa y 28% con síntomas subclínicos), y una mejoría general en un 83% de los pacientes. La mayoría de las remisiones se dieron en los primeros años de la evolución del trastorno. Un 58% de los pacientes habían cambiado los síntomas a lo largo de los años. Los síntomas residuales en general interferían menos con el funcionamiento social. Este estudio también enfatiza la necesidad de tratamiento y la posibilidad de mejoría de pacientes cronificados. Así, de 17 pacientes crónicos de su muestra que iniciaron tratamiento con clomipramina, 10 de ellos presentaron una buena evolución, a pesar de la cronicidad previa.



Revisaremos aquí los tratamientos biológicos del TOC, entendidos éstos como una parte del tratamiento integral de estos pacientes, ya que no debe olvidarse que el tratamiento de elección del TOC es combinado, es decir, farmacológico y psicológico, debiendo considerar en todos los pacientes la realización de terapia de conducta, especialmente en pacientes ritualistas y sin síntomas afectivos añadidos (March y cols, 1997).





2.CONSIDERACIONES GENERALES DE LOS TRATRAMIENTOS FARMACOLÓGICOS DEL TOC

Se puede afirmar que todos o la mayoría de los agentes antiobsesivos poseen también algún efecto antidepresivo. Sin embargo, parece que el efecto antiobsesivo es independiente del efecto antidepresivo. Además, no todos los antidepresivos poseen efecto antiobsesivo. Ninguno de los heteroclíclicos de acción más noradrenérgica, como la desipramina o la nortriptilina han demostrado tener un efecto antiobsesivo primario (Thoren y cols., 1980; Insel y cols., 1985).



Por otro lado, la respuesta farmacológica es más tardía que en los trastornos depresivos, apareciendo en general diferencias respecto a placebo en el TOC a partir de la 5ª semana, pero en muchas ocasiones no se obtiene una respuesta plena hasta las 10 o 12 semanas (Montgomery, 1994).



Además, la respuesta a placebo en el trastorno obsesivo compulsivo es extremadamente baja, con cifras de sólo un 5% o inferiores (Tabla 2), aunque en los estudios más recientes estos porcentajes hayan aumentado significativamente, probablemente al incluir sujetos de menor gravedad y con una duración menor del trastorno (Greist y cols., 1995). Este hecho contrasta con las cifras de un 30 y hasta un 50% habituales en los estudios con pacientes con depresión mayor (Montgomery, 1994).



Tabla 1

Respuesta a placebo en el TOC
(%)

Montgomery, 1980
5

Thoren y cols. (1980)
7

Mavissakalian y cols. (1985)
0

De Veaugh y cols. (1989)
4

Chouinard y cols. (1990)
6.5

Mavissakalian y cols. (1990)
0

Clom. Coll. Study Group (1991)
3-5

Greist y cols. (1992)
7.5






3.FÁRMACOS DE PRIMERA ELECCIÓN EN EL TOC

3.1.CLOMIPRAMINA



El primer estudio sobre la eficacia de la clomipramina en el TOC data de 1967, año en que Fernández de Córdoba y López-Ibor describen la eficacia de este fármaco en 16 pacientes. Sin embargo, el primer estudio a doble ciego que conocemos se realizó en 1980 (Montgomery, 1980), y su uso como tratamiento antiobsesivo no se generaliza hasta finales de los 80, probablemente debido a que con anterioridad la clomipramina no estaba autorizada en los Estados Unidos de América.



En la tabla 2 se muestran algunos estudios a doble ciego clomipramina-placebo.



Tabla 2.

Estudios a doble ciego de clomipramina-placebo en pacientes con TOC

Sujetos (CLM-PLC)
Dosis media
Semanas
Resultado

Montgomery, 1980
14
75
4
CLM>PLC

Thoren y cols, 1980
8-8
150
5
CLM>PLC

Marks y cols, 1980
20-20
183
10
CLM>PLC

Insel y cols, 1983
12
100-300
4
CLM>PLC

Mavissakalian y cols, 1985
7-5
229
12
CLM>PLC

Flament y cols, 1985
19 (niños)
141
5
CLM>PLC

Marks y cols, 1988
25-12
157
8
CLM>PLC

Jenike y cols, 1989
13-14
300
10
CLM>PLC

Greist y cols, 1990
16-16
300
10
CLM>PLC

CCSG, 1991
118-120
234
10
CLM>PLC

CCSG, 1991
134-129
218
10
CLM>PLC

DeVeaugh-Geiss y cols, 1992
31-29
200
8
CLM>PLC




La respuesta a clomipramina parece ser independiente de la presencia o no de depresión basal. En consecuencia, su acción antiobsesiva es independiente de su acción antidepresiva (Anath y cols, 1979; Montgomery, 1980, Thoren y cols, 1980; Volavka y cols, 1985; Mavissakalian y cols, 1985; Zohar e Insel, 1987; Vallejo y cols, 1992; Jenike y cols, 1989; De Veaugh-Geiss y cols, 1991; Hewlett y cols, 1992). Este supuesto parece confirmarse al observar que clomipramina se ha mostrado más eficaz que cualquier otro antidepresivo heterocíclico en la mayoría de los estudios controlados. Destacan los estudios a doble ciego comparando clomipramina con desipramina (Zohar e Insel, 1987; Leonard y cols, 1988), nortriptilina (Thoren y cols, 1980), amitriptilina (Anath y cols, 1981) e imipramina (Volavka y cols, 1985). Los pocos estudios que muestran una eficacia similar de la clomipramina respecto otros heterocíclicos en general se basan en muestras de sujetos pequeñas Mavissakalian y Michelson, 1983; Rapoport y cols, 1980), las dosis utilizadas no son altas (Jaskari, 1980), la duración del estudio muy corta (jaskari, 1980) o la población muy joven (Rapoport y cols, 1980). Los únicos estudios discordantes que encontramos proceden del grupo de Marks (Marks y cols, 1980; Mawson y col, 1982; Marks, 1983; Marks y cols, 1988).



La clomipramina parece ser eficaz tanto en pacientes con pensamientos obsesivos aislados como en aquellos que presentan obsesiones y rituales asociados (Jenike, 1992; Brawman-Mintzer y Lydiard, 1994).



Se debe iniciar con dosis bajas (25-50 mg/d) e ir aumentando progresivamente hasta un máximo de 300 mg/d (Fineberg, 1996). La dosis mínima eficaz descrita es de 75 mg/d (Montgomery, 1980), y las dosis habituales en adultos son de 225 a 300 mg/d. La presencia de efectos secundarios, dependientes de la dosis, al inicio del tratamiento con clomipramina parece ser un índice predictor de buena respuesta a este fármaco (Ackerman y cols, 1996), probablemente porque indica la adquisición de correctos niveles plasmáticos.



En general, se constata respuesta en dos tercios del total de pacientes con TOC (Insel, 1984; Zohar e Insel, 1987). El efecto terapéutico se inicia progresivamente a partir de la 5ª-6ª semana (Thoren y cols, 1980; Vallejo y cols, 1992) no consolidándose totalmente hasta la 10-12 semanas. Este hecho se ha de remarcar para evitar un abandono temprano de la medicación.



La magnitud de la respuesta, en cambio, no supera el 50% en ningún estudio (Insel y cols, 1983; Thoren y cols, 1980; Anath y cols, 1979; Rapoport y cols, 1980; De Veaugh-Geiss y cols, 1991; Vallejo y cols, 1992). Además, las recaídas son frecuentes tras la supresión del tratamiento farmacológico (Marks y cols, 1980; Mawson y cols, 1982; Thoren y cols, 1980; Anath y cols, 1981; Flament y cols, 1985; Leonard y cols, 1988; Insel, 1990; Greist y cols, 1990; Leonard y cols, 1991; Vallejo y cols, 1992), llegando incluso al 90% (Pato y cols, 1988). En el tratamiento de mantenimiento podrían ser útiles dosis menos altas que en la fase inicial, si bien este hecho está todavía por confirmar (Mundo y cols, 1997). En general, parece prudente el mantener la dosis que ha sido eficaz por un mínimo de un año (Montgomery, 1996), e incluso más (Ravizza y cols, 1996).





3.2.INHIBIDORES SELECTIVOS DE LA RECAPTACIÓN DE SEROTONINA

La aparición de este grupo farmacológico ha revolucionado el tratamiento tanto de los trastornos depresivos como de otros de menos prevalencia, como los trastornos obsesivos, especialmente desde el punto de vista de la seguridad en sobresosis y de la tolerancia (Pigott y cols, 1990; Grimsley y cols, 1992).



En general las dosis suelen ser más altas que las utilizadas para los trastornos depresivos (tabla 4), e incluso existe un estudio donde se admistró con éxito 160 mg/d de citalopram en un paciente con TOC resistente (Bejerot y Boldlund, 1998).



Tabla 3

Dosis medias de los ISRS en el tratamiento del TOC (Brawman Mintzer, 1994; Koponen, 1997)

Fluoxetina
20-80

Fluvoxamina
100-300

Paroxetina
20-60

Sertralina
50-200

Citalopram
20-60




A continuación se muestran los estudios a doble ciego que conocemos con los diferentes ISRS presentes en el mercado español.



Tabla 4

Estudios a doble ciego de eficacia de fluoxetina en el TOC

Pacientes
Fármaco
Dosis
Semanas
Resultado

Montgomery
214
FLX

PLC
40/60
8
FLX>PLC

Pigott i cols, 1990
5

6
CLM

FLX
250

80
10
CLM=FLX

Saiz i cols, 19921
55
CLM

FLX
150

40
8
FLX>PLC

Domínguez, 1994
51
FLX

PLC
20/40/60
13
FLX>PLC

20mg eficaz

Tollefson y cols, 1994
274
FLX

PLC
20/40/60
13
FLX>PLC

Lopez-Ibor y cols, 1996
55
CLM

FLX
CLM=FLX


1 (Citado en Saiz y Prieto, 1998)



Tabla 5

Estudios a doble ciego de eficacia de fluvoxamina en el TOC

Pacientes
Fármaco
Dosis
Duración
Resultado

Perse y cols, 1987
16
FV

PLC
150
20
FV>PLC

Goodman y cols, 1989
42
FV

PLC
300
8
FV>PLC

Jenike y cols, 1990
38
FV

PLC
300
10
FV>PLV

Goodman y cols, 1990
21

19
FV

DESIM
300

300
8
FV>DESIM

McDougle y cols, 1991
30
FV + Li

PLC
300
10
FV+Li>PLC

Smeraldi y cols, 1992
10
FV

CLM
200

200
10
FV>CLM

McDougle y cols, 1994
17
FV + Hal

FV + PLC
4
Hal>PLC

Tics

Freeman y cols, 1994
34

30
FV

CLM
250

250
10
FV=CLM

Goodman y cols, 1996
78

78
FV

PLC
100-300
10
FV>PLC

Koran y cols, 1996
37

42
FV

CLM
100-300

100-250
10
FV=CLM

Milafranchi y cols, 1997
26
FV

CLM
100-350

100-250
10
FV=CLM






Tabla 6

Estudios a doble ciego de eficacia de la sertralina en el TOC

Pacientes
Fármaco
Dosis
Semanas
Resultado

Jenike y cols, 1990
10
SERT

PLC
200
10
SERT=PLC

Chouinard y cols, 1990
43

44
SERT

PLC
200
8
SERT>PLC

Kronig, 1994
167
SERT

PLC
50-200
12
SERT>PLC

Greist y cols

Liebowitz y cols,1995
325
SERT

PLC
50-200
12
SERT>PLC

Bisserbe, 1995
167
SERT

CLM
50-250
16
SERT>PLC

March y cols, 1998 (infantojuvenil)
92

91
SERT

PLC
200
12
SERT>PLC




Tabla 7

Estudios a doble ciego de eficacia de la paroxetina en el TOC

Pacientes
Fármaco
Dosis
Semanas
Resultado

Zohar y Judge, 1996
406
PXT

CLM

PLC
12
PXT=CLM

PXT>PLC

CLM>PLC




La efectividad de los ISRS parece ser similar a la de la clomipramina en los estudios a doble ciego (Pigott y cols, 1991; Lopez Ibor JJ y cols, 1996; Bisserbe y cols, 1995; Zohar y Judge, 1996). En cambio, los estudios de metaanálisis señalan una mayor eficacia de la clomipramina (Piccinelli y cols, 1995; Greist y cols, 1995). Destaca, sin embargo, una mejor tolerancia de los ISRS respecto a la clomipramina en el tratamiento del TOC (Pigott y cols, 1990; Zohar y Judge, 1996 Bisserbe y cols, 1995) aunque el inicio de la acción terapéutica puede ser más rápido en el caso de la clomipramina (Milanfranchi y cols, 1997).



Las recaídas tras supresión de los ISRS también parecen ser frecuentes (Pato y cols, 1991), al igual que lo encontrado con la clomipramina. En la misma línea, la eficacia antiobsesiva también parece ser independiente de la presencia o no de depresión basal (Boer, 1997).



La tasa de abandonos parece ser superior en los pacientes tratados con clomipramina respecto a los tratados con ISRS (Piccinelli y cols, 1995; Montgomery, 1996).



La falta de respuesta a un ISRS no tiene porqué significar una falta de respuesta a otros fármacos del mismo grupo, pudiendo existir respuestas a un ISRS aunque otros hayan sido ineficaces en un mismo paciente (Brawman-Mintzer y Lydiard, 1994).



No conocemos estudios a doble ciego acerca de la eficacia del citalopram en el TOC. Sin embargo, distintos estudios abiertos parecen indicar una efectividad en el TOC (Bejerot y Boldlund, 1998; Koponen y cols, 1997, Thomsen, 1999), similar a la de los otros ISRS (Mundo y cols, 1997).





3.3.TRATAMIENTO CON CLOMIPRAMINA + ISRS

La potenciación de clomipramina con ISRS se ha mostrado eficaz en estudios abiertos con pacientes resistentes previamente a clomipramina sola (Siemon y cols, 1990; Pallanti y cols, 1999). Además, clínicamente se ha observado una mayor tolerancia clínica a iguales niveles plasmáticos de los ISRS en tratamiento combinado que en tratamiento único.

Probablemente, la potenciación probablemente sea mixta: farmacocinética y farmacodinámica, ya que se ha observado que algunos ISRS, como la fluoxetina (Aranow y cols, 1989), o la fluvoxamina (Szegedi y cols, 1996), aumentan los niveles plasmáticos de clomipramina.





4.OTROS FÁRMACOS Y TOC

Se describen resumidamente otras estrategias farmacólogicas utilizadas como segunda elección en casos resistentes.



4.1.Inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO).

Los IMAOs se han mostrado útiles en diversos estudios de casos únicos o pocos casos (ver revisión de Vallejo, 1995). Sin embargo, existe una ausencia relativa de estudios controlados estos fármacos. Creemos que esta ausencia se debe más al olvido general de este grupo farmacológico que a una hipotética falta de eficacia de estos fármacos. Al olvidarlos, estaríamos desechando una estrategia terapéutica excelente tanto en el TOC como en otros trastornos, y estaríamos negando una terapia eficaz para pacientes resistentes a los tratamientos clásicos (IRS + terapia de conducta), y en otros pacientes en los que incluso este tratamiento podría ser de primera elección (Jenicke y cols, 1997). Esta situación de olvido parece ir en aumento, al menos en nuestro país, donde como es bien sabido se ha retirado del mercado una molécula tan efectiva como insustituible para tantas indicaciones como es la fenelzina.



En un estudio controlado (Vallejo y cols, 1992) comparando clomipramina 225 mg/d y fenelzina 75 mg/d se encuentra una eficacia similar de ambos fármacos tras 12 semanas de tratamiento. La eficacia de ambos tratamientos fue independiente del grado de depresión basal. Por otro lado, Joffe y Swinson (1990) describen una mejoría con tranilcipromina de hasta un 41% en pacientes que no habían respondido previamente a clomipramina. En la línea contraria, un estudio más reciente a doble ciego con 64 pacientes con TOC sin depresión (Jenike y cols, 1997) encuentra una eficacia superior de la fluoxetina (80 mg/d) respecto a la fenelzina (60 mg/d) y a placebo. Al igual que Golwin y cols (1999), creemos (Pifarré y cols, 1999) que hubiera sido interesante el utilizar dosis más altas de fenelzina (hasta 90 mg/d) y observar los resultados obtenidos.



Los estudios sobre IMAOs selectivos no parecen ser tan optimistas. Así, Insel y cols. (1983) encuentran una menor efectividad de la clorgilina respecto a la clomipramina, si bien cabe decir que la muestra era pequeña (sólo acabaron el estudio 10 pacientes). Tampoco conocemos estudios controlados con moclobemide, exisitiendo algún caso aislado donde ha presentado buena respuesta (Al Jeshi, 1999).



El hábito leptosomático, el componente psicasténico predominante, la hegemonía de pensamientos obsesivos, el enlentecimiento (Vallejo, 1987, Vallejo, 1995), la presencia de obsesiones atípicas y de simetría (Jenike y cols, 1997) y la coexistencia de síntomas sugestivos de fobia social (Carrasco y cols, 1992) pueden ser índices predictores de respuesta favorable a estos compuestos, si bien harían falta estudios controlados para confirmar estos datos.



4.2.Antipsicóticos

Se han utilizado antispicóticos en el TOC desde el descubrimiento de estos fármacos, especialmente entre quienes ubicaban el TOC dentro de las psicosis y en casos dudosos de comorbilidad TOC-esquizofrenia. Sin embargo, no encontramos en la literatura ningún estudio controlado que demuestre su eficacia como tratamiento principal. Es más, se han descrito empeoramientos de la sintomatología obsesiva y aparición de síntomas obsesivos en pacientes tratados con diversos antipsicóticos (Remington y Adams, 1994; Dryen-Edwards y Reiss, 1996; Patil, 1992; Baker y cols, 1992; Poyurovsky y cols, 1996). Así, consideramos que los antipsicóticos no son un tratamiento válido en monoterapia para los verdaderos trastornos obsesivos.



En cambio, diversos antipsicóticos sí parecen ser útiles como estrategia de potenciación de IRS en casos resistentes. Entre ellos destacan:

-Pimozide: se ha propuesto la utilización de pimozide + clomipramina en el tratamiento de pacientes obsesivos con personalidad esquizotípica (McDougle y cols, 1990).



-Haloperidol: se ha propuesto el uso de haloperidol + clomipramina en pacientes con TOC + tics crónicos refractarios al tratamiento con clomipramina (McDougle y cols, 1994).



-Risperidona: el uso de la risperidona a dosis bajas como potenciador de un ISRS parece ser útil en algunos pacientes resistentes en estudios abiertos en adultos (McDougle y cols, 1995; Ravizza y cols, 1996; Saxena y cols, 1996; Stein y Hollander, 1992; Salmeron y cols, 1998) y población infantil (Fitzgerald y cols, 1999). En cambio, su uso en monoterapia puede incluso ser contraproducente, habiéndose descrito un empeoramiento o aparición de sintomatología obsesiva con la risperidona en algún paciente aislado (Remington y Adams, 1994; Dryden-Edwards y Reiss, 1996). El bloqueo 5-HT2 podría ser relevante, ya que Bach y cols (1997) encuentran mejoría en un paciente con la potenciación de fluoxetina con ritanserina. Las obsesiones en forma de imágenes terroríficas parecen responder bien a la asociación IRS + risperidona, mientras que, curiosamente, la presencia de tics se asocia en un estudio a una mala respuesta y a un número mayor de efectos secundarios (Saxena y cols, 1996).

En la misma línea, se propone el uso de antipsicóticos como estrategia de potenciación de clomipramina o de un ISRS en los casos de trastorno dismórfico corporal y tricotilomanía asociados a síntomas de TOC (Stein y Hollander, 1992; Raugh y Jenike, 1994).



-Clozapina: eficaz en algún caso aislado (Young y cols, 1994; Ghaemi y cols, 1995; Basterreche y cols, 1999). Por contra, se ha descrito que puede provocar síntomas obsesivos en pacientes con esquizofrenia (Patil, 1992; Baker y cols, 1992; Poyurovsky y cols, 1996) y otros trastornos psicóticos (Alcantara y cols, 1998). Este hecho, asociado al complejo manejo de este fármaco, hace que quizás sea más prudente utilizar otros antipsicóticos en el TOC resistente.



-Olanzapina: también se ha mostrado eficaz en casos aislados como estrategia de potenciación de distintos ISRS (Potenza y cols, 1998; Marazziti y Pallanti, 1999; Weiss y cols, 1999). Al igual que el resto de antipsicóticos atípicos, su uso en monoterapia también puede producir síntomas obsesivos en pacientes con esquizofrenia (Mottard y Sablonniere, 1999) o empeorar la clínica obsesiva en pacientes con TOC (Morrison y cols, 1998).



4.3.Benzodiacepinas

En general, se puede afirmar que las benzodiacepinas sólo son útiles en el TOC para aliviar la ansiedad qua padecen estos pacientes sin incidir sobre el núcleo obsesivo del trastorno.



Existen varios estudios sobre casos aislados de una posible utilidad del alprazolam en el tratamiento del TOC (Hardy, 1986; Ketter y cols, 1986 Tollefson, 1985; Tesar y Jenile, 1984), si bien no se encuentran en la literatura más reciente estudios controlados que constaten esta posible utilidad. Este hecho puede deberse a que una fracción importante de los pacientes de estas muestras no eran auténticos obsesivos, sino trastornos de ansiedad con sintomatología obsesivoide (Vallejo, 1990).



Existen varios estudios de pocos casos (Bacher, 1990; Bodkin y White, 1989; Hewlett y cols, 1990), e incluso un estudio controlado a doble ciego (Hewlett y cols, 1992) en el que se describe una efectividad terapéutica del clonacepam similar a la de la clomipramina (250 mg/d) en las primeras tres semanas de tratamiento. Creemos que se hubiera tenido que esperar más semanas para evidenciar diferencias entre ambos tratamientos. Existe otro estudio controlado a doble ciego en el cual se observa su eficacia como agente potenciador de clomipramina o fluoxetina (citado en Rauch y Jenike, 1994). Hay que tener en cuenta que el clonacepam presenta (a diferencia de otras benzodiacepinas) acción específica a nivel serotoninérgico.



4.4.Buspirona

La buspirona es un agonista parcial 5-HT1A con supuestas acciones ansiolíticas y un perfil de efectos secundarios muy discreto.



La eficacia que se intuía en monoterapia a partir de un estudio controlado (Pato y cols, 1991) con este fármaco no ha sido constatada en otros (Jenike y Baer, 1988). Además, la eficacia similar de la clomipramina respecto a la buspirona en el estudio de Pato y cols (1991) puede deberse a la valoración demasiado temprana de las respuesta terapéutica (sólo seis semanas).



Su utilidad como estrategia de potenciación está también en discusión. Varios estudios no controlados y de casos aislados intuían una posible utilidad en asociación con fluoxetina (Markovitz y cols, 1990; Alessi y Bos, 1991; Jenike y cols, 1991) y sertralina (Menkes, 1995). Sin embargo, en estudios controlados, la potenciación de buspirona al tratamiento con clomipramina (Pigott y cols, 1992), fluoxetina Grady y cols, 1993) y fluvoxamina (McDougle y cols, 1995) no ha demostrado ser eficaz, al menos en el primer mes de tratamiento conjunto. Es posible que el tratamiento combinado clomipramina + buspirona pueda emperorar la sintomatología (Pigott y cols, 1992). Harían falta estudios de más duración para ver si existe una respuesta tardía a esta estrategia terapéutica, sobre todo teniendo en cuenta un estudio abierto de Jenike y cols (1991), quienes no encuentran diferencias entre clomipramina sóla o asociada a buspirona a las seis semanas de tratamiento pero sí las obtienen a las ocho desde el inicio de la potenciación con buspirona.



4.5.Litio

Diversos estudios no controlados y descripiciones de casos han encontrado resultados positivos al utilizar el litio básicamente como estrategia de potenciación de IRS (Geisler y Schou, 1969; Hesso y Torell, 1969; Rasmussen, 1984; Gandara y cols, 1987; Feder, 1988; Golden y cols, 1988; Howland, 1991). En cambio, los pocos estudios controlados que conocemos no encuentran utilidad a la potenciación de clomipramina con litio (Pigott y cols, 1991) ni a la de un ISRS (concretamente fluvoxamina) + litio (McDougle y cols, 1991), a diferencia de lo encontrado en los pacientes con depresión. Sin embargo, nuestra impresión clínica (Vallejo, 1990; Vallejo y Pifarré, 1998) y la de otros grupos en nuestro país (Crespo y cols, 1997) es que algunos pacientes con TOC sí se benefician de esta estrategia.



4.6.Triptófano

Desde finales de los años 70 (Yayura Tobias y Bhagavan, 1977; Yayura-Tobias, 1981) se ha utilizado el triptófano (aminoácido precursor de la serotonina), especialmente como potenciador de fármacos antiobsesivos. En este contexto, Rasmussen en 1984 describe un caso en el que la potenciación de clomipramina con triptófano no sólo fue eficaz, sino que su discontinuación condujo a la recidiva clínica. Blier y Bergeron (1996) obtienen mejorías en pacientes resistentes a un ISRS solo y asociado a pindolol.



Su uso como monoterapia es más que dudoso, ya que aunque existe un estudio cruzado que halla mayor eficacia de 3 gr/d de triptófano respecto a placebo (Fineberg y Montgomery, 1992), no conocemos estudios comparativos con clomipramina o ISRS donde demuestre una eficacia similar a éstos.



4.7.Nuevos antidepresivos

a)Venlafaxina

Existen estudios abiertos y trabajos sobre casos aislados donde se ha utilizado este fármaco en pacientes con TOC (Zajecka y cols, 1990; Anath y cols, 1995; Raugh y cols, 1996; Grossman y Hollander, 1996), pareciendo ser también su efecto antiobsesivo independiente de la acción antidepresiva de este fármaco (Zajecka y cols, 1990). También parecer ser útil en algún paciente con sintomatología obsesivoide postraumática (Khouzam y Donnelly, 1998). Existe un estudio controlado con 30 pacientes con TOC sin depresión (Yaryura-Tobias y Neziroglu, 1996) en el cual venlafaxina a 225 mg/d muestra una tendencia no significativa de mayor efectividad versus placebo a las 8 semanas de tratamiento. Harían falta más estudios, muestras mayores, duración del estudio más amplia (hasta 12 semanas) y distintos rangos de dosis antes de poder emitir un juicio sobre su eficacia en el tratamiento del TOC. Sin embargo, teniendo en cuenta que la razón de inhibición de 5-HT/NA es de 5/1 aproximadamente (Cuenca y cols, 1998), es posible que este fármaco se confirme como realmente útil en el TOC.



b)Nefazodona

Existe un estudio abierto (Nelson, 1994) donde se trata con nefazodona a 9 pacientes con TOC + depresión, observando una mejoría de los síntomas depresivos y una tendencia a disminuir la sintomatología obsesiva. Son necesarios más estudios controlados para demostrar una posible eficacia de este fármaco en el TOC, ya que la mejoría de los síntomas obsesivos también puede explicarse simplemente por una mejoría afectiva.



En la línea contraria, Sofuoglu y Debattista (1996) objetivan la aparición de sintomatología obsesiva en una paciente con depresión y tratamiento con nefazodona.



c)Mirtazapina y reboxetina

No conocemos estudios sobre su posible eficacia en el TOC. Probablemente sólo sean eficaces en cuanto a su efecto antidepresivo, sin poseer efecto antiobsesivo primario.



4.8.OTROS

-Fenfluramina: Existen estudios sobre casos aislados en los que se muestra eficaz en dosis de 30 a 45 mg/d como potenciador de fluvoxamina (Hollander y Liebowitz, 1988; Judd y cols., 1991; Hollander y cols., 1990), de fluoxetina (Hollander y cols., 1990) y de clomipramina (Hollander y cols., 1990). Son precisos más estudios con mayor número de pacientes y estudios controlados para constatar este hecho. De todas formas, su retirada actual del mercado por el riesgo de producir alteraciones valvulares cardíacas e hipertensión pulmonar (Abenhaim y cols., 1996) hace que ésta ya no sea una estrategia terapéutica a considerar en el momento actual.



-Inositol: Un estudio controlado a doble ciego con 13 pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo describe mejoría clínica tras tratamiento con inositol 12 gr/d (Fux y cols., 1996) respecto a placebo, en un estudio de 6 semanas de duración. Otro estudio abierto (Steedat y Stein, 1999) consigue mejorar tres de 10 pacientes resistentes a ISRS potenciando éstos con 18 mg/d de inositol. El mecanismo de acción de este compuesto es desconocido, si bien podría ser a partir de una acción serotoninérgica mediada por fosfatidilinositol, ya que sólo parece tener alguna utilidad en aquellas patologías en las que los inhibidores de la recaptación de serotonina son útiles (Levine, 1997).



-Antiandrógenos: Casas y cols (1986) describieron una mejoría en dos pacientes obsesivos resistentes al recibir tratamiento con antiandrógenos por otros motivos, realizando con posterioridad un estudio abierto con acetato de ciproterona en seis mujeres, hallando una mejoría significativa de la clínica obsesiva. También existen notas de casos negativos (Feldman y cols, 1988), y otros con índices de mejoría muy variables (Ruiz y cols, 1998). Recientemente (Altemus y cols, 1999) se ha publicado un estudio negativo con flutamida (un antagonista competitivo del receptor androgénico) en 10 enfermos, si bien el tiempo de seguimiento fue de sólo 8 semanas. También se ha descrito la potenciación de fluoxetina con aminoglutetimida (un antagonista de los esteroides adrenales) en un caso de TOC resistente a ISRS (Chouinard, 1996). El mecanismo de acción de estos fármacos en el TOC (si es que realmente son útiles) es ciertamente desconocido.



-Tramadol: Se han descrito mejorías (incluso en las primeras 24 horas de tratamiento), tanto en pacientes con TOC (Shapira y cols, 1997; Goldsmith y cols, 1999) como en pacientes con síndrome de Gilles de la Tourette (Shapira y cols, 1997b). Todavía es temprano para llegar a alguna conclusión, haciendo falta estudios controlados, si bien estos estudios abren un nuevo campo farmacológico realmente interesante.



-Alucinógenos: se han mostrado útiles en algún caso aislado después de su uso "recreacional" (Henrietta y Rapoport, 1987; Moreno y Delgado, 1997). Hay que recordar que estos compuestos tienen acciones serotoninérgicas (agonistas 5-HT2A) (Perrine, 1999). De todas formas, con la evidencia y los conocimientos farmacológicos actuales no creemos que estén en la actualidad realmente indicados en el TOC.



-Gabapentina: Un estudio abierto con 5 pacientes parcialmente resistentes a fluoxetina (Cor-Locatelli y cols) mostró mejoría en todos ellos al asociar gabapentina a dosis de 900-1800 mg/d, si bien este estudio presenta numerosas limitaciones de diseño lo cual hace difícil extraer conclusiones fiables.



-Otras: En el tratamiento del trastorno obsesivo resistente se han intentado múltiples estrategias terapéuticas probablemente más en relación a una desesperanza terapéutica que a una efectividad real. Así, existen casos aislados de eficacia de distintos fármacos, si bien se han de aceptar con reservas, ya que en general se tratan de muy pocos casos y de estudios no controlados.



Tabla 8

Otros fármacos de posible eficacia en el TOC

Carbamacepina
(Khanna, 1988; Jenike y Brotman, 1984; Joffe y Swinson, 1987; Vallejo, 1990)

d-anfetamina
(Insel y cols, 1983)

Clonidina
(Knesevich, 1982, Lipsedge y Prothero, 1987, Hollander y cols., 1988)

Oxitocina
(Ansseau y cols., 1987)

Beta-bloqueantes
(Rabavilas, 1979)

Naloxona
(Insel y cols., 1983)

Clomipramina intravenosa
(Capstick, 1971; Warneke, 1984, 1989, Fallon y cols., 1992, Thakur y cols., 1991; Koran y cols., 1997)






5.ESTUDIOS DE METAANÁLISIS SOBRE EL TRATAMIENTO DEL TOC

El tratamiento integrado (farmacológico y psicológico) del TOC es todavía, por desgracia, una quimera para la mayoría de los pacientes, y también parece serlo en el campo de la investigación. Existen pocas exepciones a este marco general, como lo demuestran la relativa ausencia de estudios comparativos y de metaanálisis sobre esta cuestión.



Los escasos estudios que comparan los tratamientos psicológicos y farmacológicos en el TOC sugieren que ambos tratamientos tienen una eficacia general similar (Van Balkom y cols, 1994; Abanowitz, 1996). Sin embargo, la eficacia de las distintas estrategias terapéuticas, tanto farmacológicas como psicológicas, puede ser (y de hecho lo es) diferente según las características particulares de cada paciente. De hecho, los métodos de evaluación del resultado de tratamientos farmacológicos y psicológicos suelen ser diferentes y, por tanto, una comparación directa de los resultados es problemática. Además, es probable que el tipo y la gravedad de los pacientes de los distintos estudios no sea igual, ya que en general los estudios controlados de terapia de conducta han incluido predominantemente pacientes ritualistas (Ball y cols, 1996), y sin síntomas afectivos añadidos.



Respecto a la comparación entre distintos tratamientos farmacológicos, un metaanálisis de Piccinelli (1995) y otro de Greist y cols. (1995) objetivan una mejoría superior con clomipramina que con los ISRS, a pesar de que los estudios comparativos clomipramina versus ISRS no demuestren diferencias entre ellos. Este hecho se podría explicar también por un cambio en las características de las cohortes estudiadas (Fineberg, 1996), de manera que los estudios más modernos realizados con ISRS incluyan casos más leves y/o menos puros. Esta hipótesis explicaría también el peligroso aumento en las tasas de respuesta a placebo de los estudios más recientes, en comparación a las tasas menores al 5% de los estudios clásicos con clomipramina. La eficacia de los distintos ISRS parece ser similar entre ellos (Mundo y cols, 1997).



6.PSICOCIRUGÍA DEL TOC

La psicocirugía todavía se considera un tratamiento útil y eficaz en pacientes con TOC resistentes a los tratamientos habituales (Jenike, 1998). Actualmente los criterios de inclusión son estrictos, producto probablemente más de la notoriedad de esta técnica por su uso (y abuso) en tiempos pasados que por su yatrogenia real, prácticamente mínima con las técnicas actuales.



En la tabla se muestran los criterios de inclusión y exclusión utilizados en nuestro medio (Gascón, 1999)



Tabla 9

Criterios de inclusión para la psicocirugía

Diagnóstico cierto de trastorno obsesivo-compulsivo, con criterios diagnósticos operativos (CIE-10 o DSM-IV).

Duración de la enfermedad superior a 5 años.

El trastorno causa un subjetivo sufrimiento al paciente, que valora como invalidante.

El trastorno causa una objetivable reducción en la vida familiar, social o laboral, que se valora como invalidante.

Fracaso de los intentos terapéuticos previos, o bien, grave intolerancia de los efectos secundarios de los tratamientos, valorados según crierios de suficiencia terapéutica (ver tabla 11).

Presencia de un mal pronóstico, si no se realiza la intervención.

El paciente acepta y da el consentimiento informado.

El paciente acepta participar en el programa preoperatorio de evaluación.

El paciente acepta participar en el programa postoperatorio de rehabilitación

El psiquiatra que remite al paciente acepta su responsabilidad en el manejo postoperatorio y a largo plazo de seguimiento del paciente.




Tabla 10

Criterios de exclusión para la psicocirugía

Edad inferior a 20 años o superior a 65 años.

Presencia de patología medico-quirúrgica cerebral (p.e. atrofia cerebral).

Presencia de una patología médica que pueda complicar substancialmente el tratamiento o la capacidad de cumplimiento y seguimiento del mismo, o desencadenar graves efectos adversos.

Presencia de una patología psiquiátrica mayor (p.e.: del Eje I del DSM-IV) que pueda complicar substancialmente el tratamiento, o desencadenar graves efectos adversos, tal como: un C.I. bajo; psicosíndrome orgánico cerebral; alcoholismo; abuso de sustancias, etc.

Presencia de trastornos de la personalidad asociados y que pueden valorarse como contraindicaciones relativas según criterio del comité. En especial:

Trastorno paranoide de la personalidad

Trastorno antisocial de la personalidad

Trastorno límite de la personalidad

Trastorno histriónico de la personalidad




Tabla 11

Criterios de suficiencia terapéutica para la realización de psicocirugía

Se considerará resistente el paciente que haya seguido de forma adecuadamente documentada los siguientes intentos terapéuticos, tanto psicofarmacológicos como de terapia conductual:

Psicofármacos

Uso de al menos 2 inhibidores de la recaptación de serotonina distintos, uno de los cuales debe ser clomipramina

Además, uso de al menos dos fármacos potenciadores añadidos a un inhibidor de la recaptación de serotonina. Se incuyen: Litio, L-triptófano, clonacepam, buspirona, fenfluramina i carbamacepina. También se incluye el uso asociado de antipsicóticos: haloperidol o pimozide.

Uso de al menos un inhibidor de la MAO

La duración será de un mínimo de 10-12 semanas

La dosis será hasta la máxima tolerada, o bien, en mg/d

Clomipramina 300 mg

Fluoxetina 80 mg

Fluvoxamina 300 mg

Sertralina 200 mg

Paroxetina 80 mg

Fenelzina 90 mg (ó 1,2 mg por kg de peso)

Tranilcipromina 60 mg

Terapia conductual

Uso de terapia de exposición y/o de prevención de respuesta.

Uso de cualquiera de las anteriores asociadas a técnicas de modelado, intención paradójica, inundación, implosión o parada del pensamiento.

La duración será de un año (o un mínimo de 30 sesiones), o bien, hasta que se demuestre fehacientemente la incapacidad para tolerar la ansiedad asociada a la terapia por parte del paciente.






7.OTRAS TERAPIAS BIOLÓGICAS

7.1.Terapia electroconvulsiva

En general se considera que la terapia electroconvulsiva (TEC) no es eficaz en el TOC (Yaryura-Tobias y Neziroglu, 1983, Vallejo, 1995), pudiendo incluso empeorar algunos casos, especialmente los pacientes dubitativos (Prat y cols, 1971, Salzman, 1978). Por otro lado, existen casos aislados de buena respuesta a TEC (Mellman y Gorman, 1984, Khanna y cols, 1988), quizás en aquellos con mayor componente afectivo (depresiones anacásticas) o por un posible efecto de aumento de sensibilidad secundario a los antiobsesivos (Montserrat-Esteve, citado en Vallejo, 1995).

En resumen, creemos que la TEC no es una técnica de elección para el TOC y que sólo debería utilizarse en casos graves muy seleccionados.



7.2.Plasmaféresis - gammaglobulina intravenosa

Recientemente se ha publicado un estudio controlado en el que ambos métodos se muestran superiores a placebo en el tratamiento del TOC infantil y síndrome de Gilles de la Tourette (Perlmutter y cols, 1999). Este dato iría a favor de quienes defienden que ciertos pacientes con TOC infantil se incluirían dentro del acrónimo PANDAS (paedriatic autoimmune neuropsychiatric disorders associated with streptococals infections - trastornos neuropsiquiátricos autoinmunes relacionados con infecciones estreptocócicas) (Sweedo y cols, 1998), y abre un nuevo campo de investigación y de terapia en este subgrupo de pacientes.





8.CONCLUSIONES

El TOC es un trastorno heterogéneo en su naturaleza y es posible que distintos subgrupos de pacientes respondan diferencialmente a distintos abordajes terapéuticos. En el momento actual, el tratamiento de elección es combinado, es decir, farmacológico y psicológico. Respecto al orden de tratamiento, quizás la mejor opción sea iniciar tratamiento con fármacos para, una vez iniciada la mejoría, introducir la terapia cognitivo-conductual (O’Connor y cols, 1999).



El tratamiento farmacológico de elección creemos que todavía es la clomipramina, dada su aparente mayor eficacia en los estudios de metaanálisis revisados. Sin embargo, existirían bastantes casos en los que deban utilizarse inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, debido a la mala tolerancia de dosis altas de clomipramina y a la necesidad de asegurar un buen cumplimiento en tratamientos prolongados. El resto de tratamientos farmacológicos en general serían de segunda elección y casi siempre (excepto en el caso de los IMAOs), como estrategia de potenciación del tratamiento principal. Antes de desechar un tratamiento hay que haberlo utilizado a dosis altas (300 mg/d de clomipramina o equivalente), tiempos largos (12 semanas a dosis correctas), y haber descartado otros diagnósticos.



El tratamiento psicológico de elección creemos que todavía es la terapia de conducta en sus diferentes modalidades (exposición in vivo e imaginada, prevención de respuesta, paro del pensamiento…), sin olvidar los nuevos estudios con técnicas cognitivas, las cuales pueden convertirse en un futuro en estrategias de primera elección en algunos pacientes.



Por último, en pacientes resistentes a los tratamientos básicos y a distintas estrategias de potenciación, hay que considerar la psicocirugía como técnica realmente útil y eficaz, y con unos efectos secundarios realmente mínimos en la actualidad.

INFORMACIÓN GENERAL:


INFORMACIÓN GENERAL:

¿Qué es? El trastorno obsesivo compulsivo es una irregularidad de la ansiedad. La obsesión en una especie de pensamiento no deseado que permanece en su mente la mayor parte del tiempo. Usted no puede detener ni controlar este pensamiento. Una compulsión es algo que usted hace y no puede dejar de hacer, debido al pensamiento obsesivo. Si trata de parar la compulsión usted puede experimentar mucha ansiedad. El trastorno obsesivo compulsivo puede afectar la forma como usted se siente respecto a sí mismo y la vida. Este trastorno, puede ser tratado.

Causas: El trastorno obsesivo compulsivo puede ser causado por un problema en la forma como funciona su cerebro. También puede ser causado por cambios químicos en el cuerpo. Los siguientes factores pueden aumentar sus posibilidades de presentar el trastorno obsesivo compulsivo.

* Estrés.

* Cambios importantes y significativos en su vida, como un matrimonio, una muerte o cambio en el trabajo.

* El uso de drogas callejeras (ilegales) o el abuso del alcohol.

* Aunque es raro, usted puede contraer el trastorno obsesivo compulsivo después de una enfermedad, como haber tenido estreptococos en la garganta.

* Tener mucha ansiedad ahora o haberla tenido en el pasado.

* Un miembro de su familia afectado por el trastorno obsesivo compulsivo u otro trastorno del humor.

Signos y síntomas:

* Los signos del trastorno obsesivo compulsivo pueden comenzar en la infancia o en cualquier momento antes de los 30 años de edad. Estos signos puede ser mejores o peores en ciertos momentos y puede durar muchos años. Cuando usted padece este trastorno, trata de ocultar sus pensamientos o comportamientos, en lugar de pedir ayuda. Es posible que no quiera ver ni hablar con ninguna persona. Cuando trata de detener un pensamiento o de realizar alguna acción, usted se pone muy nervioso. Es posible que no pueda hacer sus actividades normales. Usted siente que lo que está pensando o haciendo es un error y, aún así, usted necesita hacerlo.

* Debido al trastorno obsesivo compulsivo usted puede tener un pensamiento que no puede sacarse de la mente, como querer ejercitarse. Puede tener un comportamiento que usted es incapaz de detener, como lavarse las manos una y otra vez. Usted puede tener una obsesión o compulsión de mantener limpio su cuerpo y todo a su alrededor. Puede tener el hábito de contar todo y ser incapaz de deshacerse de algo. Usted puede arrancarse las canas y tener dificultad para detenerse. También puede revisar muchas veces si algo está bien cerrado.

Cuidados: El tratamiento incluye reuniones con su médico y puede ser necesario el uso de medicamentos. Los siguientes son los tratamientos que posiblemente usted reciba.

* Medicamentos:

o Medicamentos para la ansiedad: Estos medicamentos pueden ser administrados para que usted sienta menos nerviosismo. Pueden ser administrados por vía intravenosa, en forma de inyección o por vía oral (boca).

o Antidepresivos: El trastorno obsesivo compulsivo puede causarle depresión, por tanto, es posible que usted necesite medicamentos antidepresivos. Dichos medicamentos son usualmente administrados para disminuir o prevenir los síntomas de una depresión. Estos medicamentos son administrados por vía oral.

o Antisicóticos: Estos medicamentos son administrados usualmente para disminuir los síntomas de psicosis o de agitación severa. Los antisicóticos son administrados en forma de inyección, por vía oral o en forma de supositorio que se inserta a través del ano.

* Disposición de sus cuidados:

o Programa de cuidados parciales: Es cuando usted viene a la unidad durante el día o la noche para recibir su tratamiento. Después de cada tratamiento, usted puede regresar a casa. Usted puede necesitar un programa de cuidados parciales inmediatamente después de haber recibido tratamiento en el hospital. También es posible que los médicos le sugieran este tipo de programa para evitar que usted tenga que internarse en el hospital.

o Programa ambulatorio intensivo: Este programa consiste en acudir al hospital o clínica a recibir tratamiento durante 1 a 3 horas. Este programa usualmente se realiza 2 a 5 veces a la semana y durante un corto periodo de tiempo.

o Programa ambulatorio: Es cuando usted se reúne con su terapeuta una o menos veces a la semana. Las citas duran una hora o menos. Usted puede reunirse a solas con su terapeuta. También puede reunirse con su terapeuta en un grupo. Usted puede tener pocas o muchas citas extraordinarias programadas.

* Profesionales de la salud:

o Siquiatra: Es el médico que trabaja en el área de la salud mental. También es el responsable de ordenar sus medicamentos. Usted trabajará de cerca con este siquiatra y con otros médicos.

o Terapeuta: Es un profesional que trabaja en colaboración con usted durante el tratamiento. Esta persona puede ser un médico, un psicólogo, una enfermera, un trabajador social o un consejero en salud mental.

Tipos de sesiones terapéuticas:

* Terapia de pareja: Usted y su persona más querida se reunirán con un médico para hablar acerca de la forma que se usará para enfrentar su enfermedad. Esa persona puede ser su cónyuge (esposo o esposa) o su novio o novia.

* Reuniones familiares: Sus médicos se reunirán con usted y su familia. Hablarán acerca de la forma como deben enfrentar su enfermedad.

* Terapia de grupo: Es una serie de reuniones en las que usted participa junto con otros pacientes y personal de la clínica. Durante estas reuniones, hablan los pacientes y los directivos acerca de las formas que se usarán para enfrentar la enfermedad.

* Terapia individual: Es el momento en que usted se reúne a solas con su terapeuta. Durante ese momento, usted y su terapeuta pueden hablar acerca de la forma que deben usar para enfrentar su enfermedad.

Tipos de terapia de acercamiento:

* Modificación del comportamiento: Esto le enseña a cambiar su comportamiento (sus actos). Usted mirará las razones de su comportamiento y los resultados de sus acciones. Con este tipo de terapia, usted aprenderá que ciertos tipos de comportamiento tienen buenos y malos resultados. Estos resultados pueden hacer que usted se sienta bien o mal respecto a sí mismo. El buen comportamiento hace que la mayoría de las personas se sientan bien respecto a sí mismas. Con frecuencia, el buen comportamiento es recompensado.

* Terapia cognitiva: Esta terapia le ayuda a darse cuenta de la forma como usted ve las cosas. Es posible que usted tenga dificultad para ver lo bueno que hay a su alrededor. Por eso, usted es más propenso a sentir depresión, tristeza o disgusto. La terapia cognitiva le enseña a reconocer la forma como usted ve las cosas y le ayuda a verlas de una manera más positiva.

* Terapia de revelación e insensibilización: La terapia de revelación (u orientación) le ayuda a enfrentar sus temores. Esto se hace en un ambiente seguro y en compañía de los médicos que lo apoyarán y ayudarán. Después de haber practicado la forma de disminuir sus temores y su ansiedad, tendrá mas capacidad para manejarlos cuando usted se encuentre a solas. La insensibilización es cuando los médicos le ayudan a enfrentar un temor durante un corto tiempo a la vez. Esto se enseña en un ambiente que brinde apoyo y seguridad.

* Relajación: La relajación es otra forma de fijar su atención en algo distinto a sus sentimientos. Por ejemplo, los olores agradables pueden cambiar su estado de ánimo y le ayudan a relajarse. También pueden ayudar a que su cerebro produzca unos químicos llamados endorfinas. Las endorfinas son químicos naturales que su cuerpo produce y pueden ayudar a aliviar el dolor y las sensaciones muy severas. Por ejemplo, escuchar música o tomar un baño con aceites de aromaterapia o, usar velas, aceites para masajes y los baños de burbujas perfumados, son algunas formas de usar los buenos olores.

* Derechos del paciente:

o Formulario para liberar información: Es un documento legal que autoriza a los médicos a compartir información con las personas que figuran en este formulario. Será necesario que usted firme este documento antes que alguna información sea comunicada a personas ajenas al hospital.

o Derecho a la privacidad: La información que usted comparta con sus médicos será mantenida en secreto por los profesionales del hospital. La información no será compartida con otras personas sin que usted lo autorice.

Apoyo emocional:

* Es difícil aceptar que usted tiene el trastorno obsesivo compulsivo. Usted y aquellos que lo rodean, pueden sentir disgusto, tristeza o temor. Estos sentimientos son normales. Hable con sus médicos, familiares o amigos acerca de sus sentimientos. Escriba las preguntas que tenga respecto al trastorno obsesivo compulsivo y sobre la forma como está siendo tratado. De esta manera, usted podrá hacer estas pregunta en su próxima visita al médico.

* Pregunte en la institución encargada de su salud si ellos saben acerca de algún libro que usted pueda leer. La lectura relacionada con su enfermedad puede ayudarle a entender mejor dicha enfermedad.

* Es posible que usted quiera unirse a un grupo de apoyo. Este grupo está compuesto por personas que tienen el trastorno obsesivo compulsivo. Pregúntele a su médico los nombres y números telefónicos de los grupos de apoyo que existen en su ciudad. Puede también llamar a escribir a una de las siguientes organizaciones nacionales para más información.

* National Alliance for the Mentally Ill
Colonial Place Three, 2107 Wilson Blvd, Suite 300
Arlington, VA 22201
Phone: 1-703-524-7600
Phone: 1-800-950-6264
Web Address: http://www.nami.org

* National Institute of Mental Health (NIMH), Public Information & Communication Branch
6001 Executive Boulevard, Room 8184, MSC 9663
Bethesda, MD 20892-9663
Phone: 1-301-443-4513
Phone: 1-866-615-6464
Web Address: http://www.nimh.nih.gov/

* Obsessive Compulsive Foundation, Inc.
676 State Street
New Haven, CT 06511
Phone: 1-203-401-2070
Web Address: http://www.ocfoundation.org

ACUERDOS SOBRE SU CUIDADO:

Usted tiene el derecho de participar en la planificación de sus cuidados. Para ayudar en esta planificación; usted debe informarse acerca de su estado de salud y sobre la forma como puede tratarse. De esta manera, usted y sus médicos pueden hablar acerca de sus opciones y decidir el cuidado que se usará durante su tratamiento. Usted siempre tiene el derecho a rechazar su tratamiento.

Copyright © 2008 Thomson Healthcare Inc. All rights reserved. Information is for End User's use only and may not be sold, redistributed or otherwise used for commercial purposes.

Esta información es sólo para uso en educación. Su intención no es darle un consejo médico sobre enfermedades o tratamientos. Colsulte con su médico, enfermera o farmacéutico antes de seguir cualquier régimen médico para saber si es seguro y efectivo para usted.

Tratamiento para las obsesiones


fuente:http://www.psicologia24h.es/category/ansiedad/
Tratamiento para las obsesiones
obsesiva, obsesiones, pensamiento intrusivo, TOC.

El primer paso es saber detectar un pensamiento obsesivo. Es aquel que da vueltas una y otra vez en la cabeza aunque no se quiera pensar más en ello. Aunque se haya detectado, nuestro propio pensamiento intentará engañarnos y hacernos ver que tenemos que pensar en ese problema y volver sobre ese mismo tema.

Si un pensamiento le hace sentir mal deságase de él cuanto antes. Pensar más no es pensar mejor. Los pensamientos obsesivos reducen nuestra visión de la realidad y nos hacen filtrar sólo lo negativo, por ello es muy importante aprender a no hacerles caso.

Hay que desconectar. Para ello es muy importante respirar profundamente y dedicarnos a alguna actividad que nos mantenga concentrados. Puede ser salir de compras, llamar por teléfono a una familiar o amigo, jugar con niños y niñas pequeños, leer un libro, ver una película… trabajar como voluntario puede ser una buena alternativa porque pensar en otras personas, ayudarles y escucharles aumenta nuestra autoestima.

Hay que parar el pensamiento de forma contundente. Decir “basta ya”, tengo autoridad suficiente sobre mi pensamiento para controlarlo y que no me haga daño. No puede dejar que su propio pensamiento le venza. Debe llevar las riendas de su propia vida.

Nada más notar que una idea se vuelve repetitiva e intrusiva apúntela, siga con lo que esté haciendo y cuando pueda dedicarle tiempo analícela a ver si se trata de un pensamiento obsesivo.

Es recomendable aprender y practicar a menudo algún tipo de relajación mental o meditación y compatibilizarlo con ejercicio físico.

En resumen, hay una serie de cosas que pueden ayudarle y otras que le perjudicarán:

Le ayudará pasear y hacer ejercicio. Aprender a meditar, relajarse, leer, escuchar música. También sería buena para encontrar paz encontrar alguna aficción a la que dedicar parte de nuestro tiempo (pintura, manualidades, voluntariado…) Dedicarnos a otras personas nos saca de nuestro mundo y de la espiral de pensamientos obsesivos.

Empeorará las cosas el dar por buenos esos pensamientos y dejar que le arrastren a lo negativo (si no dejo de pensar que mi pareja no me quiere debe ser porque es así). La sensación de pérdida de control aumentará si se bebe alcohol, se abusa del café (porque sobreactiva nuestro pensamiento) o si se intenta solucionar comiendo (lo que además aumentará el sentimiento de culpa)

Si cree que necesita ayuda profesional Psicología 24 horas está a su disposición en el teléfono 807-505-766
Tratamiento de la ansiedad
Publicado el 1 Marzo 2009 en Ansiedad. 0 Comments Tags: Ansiedad, psicoterapia, resultados, tratamiento.

Existen dos grandes grupos de tratamientos para la ansiedad: tratamiento farmacológico y tratamiento psicológico.

El farmacológico consiste en tomar pastillas tranquilizantes. El problema de los tranquilizantes es que crean dependencia (no se puede dejar de tomar la pastilla de repente) y crean tolerancia (se necesita cada vez más dosis para conseguir el mismo resultado). Los tranquilizantes no curan la ansiedad, lo que hacen es amortiguar los síntomas.

En psicología 24 horas trabajamos con un enfoque de psicoterapia cognitiva-emocional partiendo de la base de que la ansiedad se está produciendo porque el cerebro está codificando de forma errónea, a través del pensamiento, lo que ocurre en la realidad. Se está filtrando la realidad y sobretodo el futuro como algo amenazador y peligroso.
La realidad nos llega a través de los sentidos y se procesa interiormente a través del pensamiento. Si ese pensamiento es codificado de forma equivocada, la información que llega al cerebro es también errónea, produciéndose una alteración entre el pensamiento y la realidad.
Las terapias cognitivas están basadas en los últimos descubrimientos sobre el cerebro humano.
Se trabaja identificando pensamientos dañinos y cambiándolos por otros más realistas. Este sería el foco principal.
También se intenta llenar la vida de actividades que puedan distraernos, dar paseos al aire libre, hacer ejercicio, practicar algún deporte, incluso ir de compras o visitar amigos.
También se entrenará al paciente en relajación, en el reconocimiento de sus síntomas ansiosos y se practicará la visualización positiva.
A todo ello hay que añadir la disposición de la persona a mejorar para que en pocas semanas se vean resultados positivos.

CARACTERÍSTICAS Y TRATAMIENTO DEL TRASTORNO OBSESIVO RESISTENTE AL TRATAMIENTO


fuente:http://209.85.229.132/search?q=cache:8nPtJIeNLhQJ:www.psicothema.com/psicothema.asp%3Fid%3D1189+prevenci%C3%B3n+de+respuesta+para+obsesiones+puras&cd=9&hl=es&ct=clnk&gl=es
Copyright © 2008


CARACTERÍSTICAS Y TRATAMIENTO DEL TRASTORNO OBSESIVO RESISTENTE AL TRATAMIENTO



Daniel Navarro Bayón
FISLEM. Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha (Toledo)

Este artículo presenta el perfil clínico del trastorno obsesivo resistente a las intervenciones terapéuticas de primera elección (cognitivo-conductuales y farmacológicas). No existen criterios claros en la definición del concepto de resistencia al tratamiento para los pacientes obsesivos. Para considerar a un paciente como resistente se pueden considerar los siguientes criterios: el paciente ha recibido un mínimo de dos ensayos de tratamiento con fármacos de primera elección (clomipramina o fluvoxamina), haber pasado por un programa de exposición y prevención de respuesta y observar una reducción de los síntomas de menos del 65% (medido en frecuencia de obsesiones, duración, malestar asociado, interferencia y control percibido sobre las obsesiones). Se consideran las neutralizaciones como un elemento clave que determina la refractariedad al tratamiento y que están asociadas especialmente al trastorno obsesivo puro. Existen tres enfoques predominantes para el tratamiento de estos pacientes: terapia conductual, terapia cognitiva y terapia médica.

Characteristics and treatment of treatment-resistant obsessive disorder. This article describes the clinical profile referring obsessive patients without manifiest compulsions as a subtype of treatment-resistant obsessive-compulsive disorder (OCD), with poor response to effective treatment approaches (cognitive-behavioral therapy and pharmacotherapy). There are no clear criteria when defining the concept of treatment refractory patients. A number of factors such as partial response to pharmacotherapy of frist choice (clomipramine and fluvoxamine) and to observe a small reduction in the symptomps with intensive trials of exposure and response prevention therapy (of at least the 65%) are considered posible causes of treatment-resistant disorder. The neutralization of obsessive thoughts is considered as a key element associated to obsessive disorder wich determines the refractoriness to the treatment. Revising the therapies used with resistant obsessive disorder we find three prevailing approaches: behavioural therapy, cognitive therapy and medical therapy. It is suggested that future clinical research should focus on this refractory group.



El Trastorno Obsesivo-compulsivo (TOC) representa en la actualidad un tema central dentro de la psicopatología. Se estima una prevalencia global del TOC del 2,5% (DSM-IV-R, 2002) y algunos autores recientemente arrojan datos del 3% (Jenike, 2001). Estos índices de prevalencia suelen ser constantes en los diferentes países donde se ha estudiado, con independencia de la cultura o la localización geográfica. Pueden considerarse terapéuticamente relevantes ya que son mayores que los estimados para otras patologías consideradas «de primera línea», como, por ejemplo, la esquizofrenia o la anorexia nerviosa.

Cuando se habla del TOC, con frecuencia se habla de obsesiones en forma de pensamientos repetitivos que generan una fuente de angustia al sujeto que las padece y que van asociadas a alguna conducta motora o acto mental que se realiza de forma compulsiva y repetitiva para reducir dicha angustia. Sin embargo, existe una variante del TOC que no va acompañado de compulsiones, tal como aparecen definidas en el DSM-IV (APA, 1994). Aunque Salkovskis (1999) y anteriormente Rachman (1976) ya afirmaron que las obsesiones sin compulsiones manifiestas pueden ser consideradas como un subtipo de TOC en el que la evitación y compulsión se manifiestan de forma encubierta, vamos a considerar esta variante de TOC como un «estatus obsesivo» diferente a la compulsión mental descrita en el DSM-IV (APA, 1994) («… actos mentales (p.e., rezar, contar o repetir palabras en silencio) de carácter repetitivo, … con arreglo a ciertas reglas que deben seguir estrictamente»), y con características diferenciales de las definiciones tradicionales. Dicho cuadro obsesivo comparte las características funcionales con el resto de pacientes con TOC que presentan compulsiones manifiestas o encubiertas, considerando las diferencias como topográficas y asociadas a la manifestación de ciertas neutralizaciones en respuesta a la obsesión. La tendencia a ocultar su problema es más fuerte que en el caso del TOC con rituales manifiestos, lo que hace que se tarde más en recurrir a ayuda profesional y facilita que, con el tiempo, aparezcan complicaciones adicionales debido a la cronificación del problema, que le va a ir incapacitando cada vez más por la instauración de repertorios de actos mentales y conductas relacionadas con sus obsesiones.

En este caso no hay rituales o compulsiones claras asociadas a la obsesión. Tampoco aparecen estímulos antecedentes desencadenantes de la obsesión. De estas diferencias se deduce que las técnicas de intervención cognitivas y/o conductuales tienen que introducir importantes variaciones a las propuestas actuales (Exposición y Prevención de Respuesta).

El presente artículo también considera que en las clasificaciones psicopatológicas tales como el DSM-IV (APA, 1994, 2002) el término Obsesivo-compulsivo se reserva para clasificar trastornos asociados a compulsiones, siendo éste un enfoque limitado para el cuadro clínico. Se pretende definir el cuadro obsesivo sobre la base de los síntomas frecuentes observados en la clínica que pueden mediatizar la respuesta al tratamiento. Se trata de comprender las variables asociadas al trastorno, así como lo que sabemos sobre la resistencia a los tratamientos.

Obsesiones resistentes al tratamiento

En las últimas décadas el desarrollo de técnicas psicológicas para el tratamiento de las obsesiones ha sido determinante en la reducción de la severidad de los síntomas obsesivos en pacientes con TOC. También los tratamientos farmacológicos han contribuido en mejorar la calidad de vida de los pacientes. Pero a pesar de todo ello son también evidentes las limitaciones. Eisen et al. (1999) realizaron un seguimiento de 77 pacientes a lo largo de 2 años que habían recibido tratamientos de primera elección (terapia cognitivo-conductual o terapia farmacológica) y encontraron que, tras los dos años del tratamiento, la probabilidad de remisión completa era sólo del 12% de los pacientes. El 47% presentaba una remisión parcial de la sintomatología. La probabilidad de recaída era del 50%. En esta línea se ha visto que las tasas de recuperación espontánea para los síntomas residuales están por debajo del 25% (Marks, 1991), con lo cual, cabe esperar que, aproximadamente, el 80% de los pacientes que quedan con síntomas activos tras el tratamiento se cronificarán, aumentando considerablemente el riesgo de recaídas. Estos síntomas resistentes en forma de obsesiones (actos mentales, dudas obsesivas, imágenes, etc.) y neutralizaciones (evitaciones, reaseguraciones, supresiones de pensamientos, etc.) que tienden a persistir en el tiempo suelen asociarse con discapacidades en la vida cotidiana que si no se abordan adecuadamente pueden conducir al paciente a un permanente estilo de vida restrictivo y discapacitante. La mayoría de los pacientes que han pasado por un tratamiento médico van a continuar con tratamiento farmacológico durante períodos que oscilan entre los 2 y 6 años como mínimo (Park, Jefferson y Greist, 2000). Además, el fármaco no tiene resultados sobre la recuperación de hábitos y funciones que han ido perdiendo debido a la automatización de patrones conductuales rígidos asociados al trastorno.

Si consideramos los factores pronósticos de la eficacia de los tratamientos psicológicos para el TOC se ha comprobado que los pacientes con obsesiones puras son los que quedan con mayor rango de síntomas residuales resistentes a las intervenciones realizadas. Este rango de síntomas no es nada desdeñable, llegando a quedar tasas del 50% de síntomas obsesivos que no han respondido al tratamiento (citado en Cruzado, 1997).

Este núcleo de pacientes que permanece con sintomatología pueden presentar dificultades de convivencia y síntomas depresivos que agravan el cuadro. También su funcionamiento cognitivo-neurobiológico puede sufrir un deterioro importante, con anomalías funcionales (entre otros: hipermetabolismo frontobasal, disminución metabólica en áreas temporoparietales, deterioro en la flexibilidad cognitiva) que van a condicionar seriamente el proceso de aprendizaje de habilidades de afrontamiento de las técnicas cognitivo-conductuales (Arnedo, Roldán y Morell, 1996; Navarro y Puigcerver, 1998).

Todo este panorama ha hecho que los clínicos reconozcan las limitaciones de los tratamientos disponibles actualmente y empiecen a reconsiderar de forma integrada el concepto y los tratamientos para el TOC y especialmente para los que presentan sintomatología resistente (Goodman, Rudorfer y Maser, 2000).

Definición de TOC resistente al tratamiento

Aunque el TOC como entidad diagnóstica ha sido reconocida, descrita y estudiada clínicamente, no ha sido así en aquellos casos que, aun encajando en esta entidad, presentan algunas diferencias en su perfil clínico y en la respuesta a los enfoques terapéuticos tradicionales. De hecho, la investigación sobre el TOC, tal como la han diagnosticado los sistemas de clasificación de la APA (1980, 1987, 1994) y de la OMS (1992), no permite juzgar qué datos se refieren a obsesivos puros y a obsesivos en general. Es más, existe una gran probabilidad de que una gran mayoría de los pacientes tratados hayan recibido el tratamiento después de recibir un diagnóstico general de TOC. Esto ha dificultado averiguar las razones por las que un mismo tratamiento funciona bien en unos casos y no en otros. De ahí la dificultad de exponer con claridad qué personas con qué tipo de TOC responderá a qué procedimientos.

Seguidamente se presenta una revisión que trata de hacer un reflejo del panorama actual sobre el tema, panorama que nos lleva a la confusión en muchos aspectos. Se hará un intento de clarificar las variables más significativas relacionadas con la resistencia al tratamiento, con el objetivo de esclarecer el perfil clínico.

Resulta difícil estimar cuántos pacientes presentan resistencia al tratamiento porque no existen criterios claros en la definición del concepto de resistencia al tratamiento. Haciendo una revisión de la literatura publicada sobre TOC y resistencia al tratamiento nos encontramos con problemas metodológicos importantes. Veamos algunos de ellos:

a) El 90% de lo publicado sobre el tema es de corte biológico, considerando el TOC resistente como una enfermedad de difícil tratamiento. No obstante, la evidencia disponible actualmente permite cuestionar la consideración de que toda la variedad y complejidad de los síntomas obsesivos responde a una misma e hipotética causa biológica.

b) La investigación se centra únicamente en la categoría diagnóstica global del TOC en base a sistemas de clasificación como el DSM-IV (APA, 1994, 2002). El resultado inevitable de esta estrategia es considerar a los pacientes con TOC resistente como un todo homogéneo, tanto los que presentan rituales manifiestos como encubiertos, como los que no presentan rituales. Esto impide saber, por ejemplo, cuántos pacientes presentan obsesiones puras dentro de estos grupos, o generar hipótesis sobre factores causales para la resistencia de determinados síntomas del TOC (obsesiones, compulsiones, etc.). Este planteamiento también hace que dentro de la definición de «refractario» o «resistente» se engloben en los estudios pacientes diagnosticados con TOC pero que presentan gran heterogeneidad: deterioros orgánicos, rango de edad, depresión asociada, tratamientos recibidos anteriormente, tipo de síntomas, etc. Es difícil que los pacientes denominados como refractarios en estos grupos tengan algo en común entre sí que se relacione con tal refractariedad o resistencia.

c) La consideración de resistencia al tratamiento depende de la adscripción teórica del autor, considerándose factores muy dispares para definir la resistencia: no respuesta al tratamiento farmacológico pautado, tener trastornos comórbidos, sintomatología activa durante dos años o más tras el tratamiento, deterioro orgánico asociado, predominancia de determinadas obsesiones («acumuladores» y «repetidores»), falta de motivación por el tratamiento, problemas para que la ansiedad se habitúe en los ejercicios de exposición, etc.

d) El instrumento mayormente utilizado en los estudios es la escala obsesivo-compulsiva Yale-Brown (Goodman et al., 1989) que sirve para fijar la severidad del trastorno en base a su topografía, pero no posibilita la identificación de qué variables están asociadas a la resistencia de qué síntomas específicos y cómo esas variables interaccionan con esos síntomas para formar la resistencia.

En función de lo anterior se podría dudar de la utilidad de distinguir al trastorno obsesivo resistente con base en los criterios diagnósticos del DSM-IV (APA, 1994). En este caso quizás el estudio de las variables y síntomas asociados al trastorno obsesivo pueden hacer más comprensible al cuadro resistente, así como conducirlo a estrategias para el tratamiento.

Haciendo un esfuerzo integrador que recoja lo que hoy sabemos para considerar a un paciente como resistente, de forma general se podrían considerar como mínimo los siguientes criterios: el paciente ha recibido un mínimo de dos ensayos de tratamiento con fármacos de primera elección (clomipramina y fluvoxamina, con dosis entre 100 y 300 mg/día, de duración mínima de 10 semanas), haber pasado por un programa de exposición y prevención de respuesta (de duración mínima de 12 semanas, con sesiones de exposición de entre 30 y 90 minutos, con sesiones frecuentes - mínimo de 2 por semana y con autoexposiciones diarias –práctica masiva–) y observar una reducción de los síntomas de menos del 65% (medido en frecuencia de obsesiones, duración, malestar asociado, interferencia y control percibido sobre las obsesiones).

Los componentes fundamentales de todos los trastornos obsesivos son la pérdida de control sobre las obsesiones y el control negativo de las mismas. El individuo que padece obsesiones aprende todo un repertorio de conductas que están controladas por reforzadores negativos, son lo que más adelante vamos a llamar «neutralizaciones». Estas neutralizaciones están orientadas a evitar o escapar del impacto emocional negativo que supone experimentar las obsesiones, así como de las consecuencias temidas que sucederían si el individuo no hace algo por evitarlo. Desde esta perspectiva cabe esperar la supeditación del estilo de vida del individuo al mantenimiento de patrones de pensamiento y comportamientos obsesivos, con interferencias significativas en áreas de funcionamiento cotidiano (relaciones, ocio, trabajo, familia, etc.).

Poder precisar cuándo un caso va a ser refractario al tratamiento nos permitiría ajustar los tratamientos de la forma más adecuada, evitar perder tiempo gastando recursos terapéuticos ineficaces, así como diseñar protocolos de tratamiento específicos para estos casos. Los casos con TOC que son resistentes presentan unas características determinadas. Rosqvist, Thomas y Egan (2002) consideran que un paciente con TOC es refractario cuando ha pasado por terapia de conducta, terapia cognitiva o tratamiento farmacológico sin reducción significativa de los síntomas obsesivos. Otros autores consideran que el hecho de haber recibido tratamiento con inhibidores serotoninérgicos durante un período mínimo de 6 meses con ausencia de mejoría es el principal criterio para considerar el cuadro obsesivo como resistente (Marazzitti et al., 2001). Yargura-Tobias, Anderson y Nerizoglu (2000) afirman que el 30% de todos los pacientes con TOC van a ser refractarios al tratamiento. Estos autores describen el perfil de pacientes refractarios: indiferencia ante su trastorno, ausencia de motivación, no experimentan ansiedad durante los ejercicios de exposición, tienen un patrón de pensamiento rígido y concreto y tienen algún tipo de deterioro orgánico. Los autores explican la falta de respuesta al tratamiento y este perfil en base a alteraciones anatómico-cerebrales. Otros aspectos que se han señalado como posibles causantes de la escasa respuesta a los tratamientos con exposición y prevención de respuesta son los niveles altos de depresión y la existencia de ideas sobrevaloradas (Cruzado, 1993). Desde un punto de vista médico, Pigott y Seay (2000) han considerado como factores asociados a la resistencia el tener un diagnóstico poco preciso, presentar trastornos psiquiátricos concurrentes y una duración y dosis farmacológica inadecuada. Abramowitz et al. (2000) establecen tres aspectos que pueden asociarse a una pobre respuesta a los tratamientos cognitivo-conductuales: presentar trastorno depresivo asociado, fallos en la habituación de la ansiedad durante la exposición y la falta de motivación para la terapia. Algo menos preciso, pero muy interesante desde el punto de vista terapéutico, establecen Newth y Rachman (2001) señalando que la ocultación o encubrimiento de los síntomas podría considerarse un factor que predijera la falta de eficacia de los tratamientos cognitivos y de exposición. Otros factores que también pueden influir son que no se haya hecho un diagnóstico correcto y la falta de cumplimiento de las prescripciones del tratamiento

Sin duda, todavía no existe una causa concluyente que dé explicación a la falta de respuesta al tratamiento de algunos pacientes. Pero, considerando los datos actuales, podemos hablar de algunas variables que pueden mediatizar los resultados clínicos y contribuir a que el paciente ofrezca mayor o menor resistencia al tratamiento (Cuadro 1).

El objetivo de este perfil es poder identificar a priori este tipo de casos, utilizando un conjunto coherente y fundamentado de criterios descriptivos que nos puedan poner en la pista de cuándo un paciente va a ser resistente a las intervenciones de primera elección.

Neutralizaciones: manifestaciones de la obsesión en la vida cotidiana

Autores como Newth y Rachman (2001) señalan que si el paciente desarrolla pautas para encubrir su problema obsesivo es un intento de protegerse ante posibles consecuencias catastróficas asociadas a las obsesiones. Este encubrimiento le situaría en una situación desfavorable, ya que impide la exposición a interpretaciones alternativas para sus pensamientos obsesivos. Por tanto, el paciente es capaz de reprimir a duras penas su patología, lo que le va a hacer estar en tensión en lugares, con personas y en momentos que cada vez se van a ir generalizando y ampliando, provocando importantes restricciones en su funcionamiento diario. Mediante lo que podríamos denominar un «aprendizaje obsesivo», el sujeto aprende un repertorio de neutralizaciones cada vez más amplio. La finalidad de estas neutralizaciones va a ser doble: por un lado pretenden reducir el malestar asociado a las obsesiones, por otro lado pretenden impedir o neutralizar posibles consecuencias temidas.

Con el tiempo, el patrón de neutralizaciones puede llegar a ser extraordinariamente complejo y estar tan automatizado que el sujeto pierde la capacidad de discriminar cuándo se encuentra bajo la obsesión, cuándo se encuentra neutralizándola o cuándo se encuentra afrontándola. Es fácil que los sujetos, con los años, adopten formas de vida rígidas, adaptando su forma de comportarse y relacionarse a unos cánones obsesivos. Pueden buscar estrategias de afrontamiento que les preparen para exponerse a situaciones difíciles, buscar explicaciones que justifiquen su nerviosismo aparente, intentar pasar por despistados o maniáticos o evitar determinadas situaciones deliberadamente. Cada vez se pueden ir añadiendo más neutralizaciones en función de la aparición de los estímulos considerados como peligrosos, esto hace que surjan muchas complicaciones asociadas facilitando la pérdida de gratificaciones, aislamiento social, sentimientos de inadecuación, alteraciones emocionales u otros trastornos de ansiedad, lo que va a complicar el tratamiento de estos casos.

Las neutralizaciones son el factor nuclear del trastorno por las implicaciones clínicas que arrastran: impiden acudir a tratamiento antes, aparecen complicaciones adicionales, desarrollan un patrón de interpretaciones irracionales bien instaurado, y con importantes dificultades para reconocer el sentido irracional de sus obsesiones (Newth y Rachman, 2001). En este artículo vamos a considerar que las neutralizaciones son un elemento que determina la resistencia o refractariedad al tratamiento y que están asociadas especialmente al trastorno obsesivo puro.

La neutralización de los obsesivos puros se trata de un elemento más amplio que lo que se entiende en el DSM-IV (APA, 1994) por compulsión mental del TOC. Siguiendo con la argumentación de la introducción y de acuerdo con otros autores, se puede afirmar que las compulsiones cognitivas o mentales del TOC se han definido de forma limitada. Basándonos en la definición de Freeston y Ladouceur (1996), la neutralización en los pacientes con obsesiones puras englobaría rituales cognitivos, intentos de poner en orden y estrategias de afrontamiento. La neutralización abarcaría todo el repertorio que va más allá de la compulsión entendida como algo repetitivo, ejecutado siempre de la misma manera o de acuerdo a ciertas reglas (APA, 1994). No se trata aquí de trazar límites claros entre neutralización o compulsión, sino de entender la neutralización como un concepto más amplio. No existen diferencias desde una perspectiva funcional entre ambos conceptos, aunque sí topográficas y esto último es lo que puede condicionar el diseño y resultado de las intervenciones.

El equipo de Freeston (Freeston, Ladouceur, Gagnon y Thibodeau, 1991; Freeston, Ladouceur, Provencher y Blais, 1995; Freeston y Ladouceur, 1996) lleva varios años estudiando la manera en que los sujetos tratan de neutralizar sus obsesiones. Resumiendo estos estudios, la mayoría de los individuos que experimentan obsesiones realizan alguna de las siguientes acciones: tranquilizarse, realizar acciones mentales, distraerse, detener el pensamiento y hacer evitaciones físicas.

Por tanto, el mecanismo responsable del mantenimiento a lo largo del tiempo del trastorno es la neutralización en sí misma, mediante procesos de reforzamiento negativo. Cada vez que el sujeto lleva a cabo una neutralización se hace más fuerte la asociación entre el pensamiento obsesivo y la consecuencia obsesiva asociada al mismo, lo que automatiza cada vez más la neutralización en respuesta a la obsesión. Newth y Rachman (2001) han clasificado estos actos de seguridad en supresión de pensamientos, conductas de evitación y encubrimiento de síntomas. Todos estos aspectos tendrían la misma funcionalidad sobrevalorada de seguridad, lo que mantiene el trastorno, ya que agravan el significado catastrófico de las obsesiones. Por otro lado, Janeck y Calamari (1999) han comprobado que, como cabía esperar, la supresión o neutralización de pensamientos obsesivos incrementa el «efecto de rebote» de los mismos, haciéndose más frecuentes o intensos en el caso de los sujetos con TOC. Sin embargo, este efecto se encuentra en menor medida en sujetos normales que utilizan la supresión de pensamientos intrusivos. Esto arroja la idea de que la neutralización está directamente relacionada con el grado de creencia que el sujeto tenga sobre la ocurrencia de las consecuencias temidas. En los sujetos con TOC esta creencia puede estar sobrevalorada. La causa de este exceso de valor otorgado a tales ideas puede estar en aspectos subyacentes: perfeccionismo, la exagerada estimación de riesgos en la vida diaria y una especial sensibilidad a experimentar ansiedad (Hanton, 1999).

De todo lo anterior se deduce la importancia que toman las variables cognitivas en el desarrollo y mantenimiento del trastorno, ya que mientras mayor sea la convicción en las consecuencias temidas mayor será la urgencia de neutralizarlas. La importancia otorgada a las consecuencias temidas se derivará directamente de la interpretación que se hace sobre la importancia de la obsesión. Para una revisión de cómo influyen las variables cognitivas en el desarrollo y mantenimiento del TOC se remite al trabajo de Gavino (2001), que señala las creencias erróneas que están en la base del trastorno: exceso de responsabilidad, necesidad de certeza, sobreestimación de amenazas percibidas y sus consecuencias negativas, creencia de que la ansiedad es inaceptable/peligrosa. También en esta línea de estudio, Rassin et al. (2000) encontraron que el modelo que mejor se ajusta al desarrollo de la sintomatología obsesivo-compulsiva es un modelo de fusión entre los pensamientos y la conducta.

El rango de temas y de neutralizaciones puede ser interminable y depende de cada persona. Por tanto, no interesa tanto el contenido específico de cada obsesión como las interpretaciones asociadas a la misma, que es lo que va a llevar a experimentar la urgencia de realizar la neutralización.

Tratamientos y eficacia para el toc resistente

Aplicando exposición y prevención de respuesta, el promedio de estudios encuentra que estas técnicas son altamente eficaces para el TOC tradicional, informando de mejorías en el 85% de los pacientes y con porcentajes de reducción de los síntomas obsesivos y compulsivos de hasta el 75% (Cruzado, 1997). Sin embargo, es conveniente señalar que la mayoría de los estudios sobre la eficacia de las técnicas conductuales se han realizado sobre casos que incluían rituales compulsivos manifiestos, tales como compulsiones de lavado o de comprobación. Si consideramos la aplicación de estas técnicas para los obsesivos puros nos encontramos que el porcentaje de pacientes mejorados baja al 50% y el porcentaje de reducción de síntomas es del 50% (Stekette y Lam, 1993). Por otra parte, algunos autores afirman que, a pesar de los resultados positivos obtenidos por los tratamientos conductuales y farmacológicos en la pasada década, menos del 50% de casos se benefician significativamente de los tratamientos actualmente disponibles para toda clase de TOC (Goodman et al., 2000).

Haciendo una revisión sobre los tratamientos aplicados a los pacientes resistentes nos encontramos con tres enfoques predominantes: terapia conductual, terapia cognitiva y terapia médica (farmacología y cirugía). La terapia cognitivo-conductual parece ser un enfoque acertado para estos casos, así como distintas variantes del tratamiento farmacológico. Sin embargo, las mejorías suelen ser parciales, necesitando el paciente el mantenimiento de la terapia durante períodos indefinidos. Por otro lado, y aunque con mucha controversia, la cirugía para los pacientes que no responden a los anteriores tratamientos puede ser efectiva para un tercio de los pacientes, pudiendo beneficiarse tras la intervención quirúrgica de las técnicas tradicionales (Jenike, 2000; Park et al., 2000).

El objetivo de los clínicos está actualmente en este núcleo de pacientes refractarios y la forma de mejorar los tratamientos para esta población (Goodman et al., 2000). Cabe destacar la escasez de publicaciones acerca de la eficacia de intervenciones psicológicas con el TOC resistente. Otro aspecto que cabe considerar es que no queda claro si la combinación de tratamientos conduce a un mayor éxito de estos pacientes, siendo la literatura muy escasa y contradictoria (Franklin y Foa, 2002; O’Connor et al., 1999).

En la mayoría de los estudios efectuados con pacientes obsesivos y resistentes sólo se ha tenido en cuenta como factor de resistencia la respuesta al tratamiento de los pacientes diagnosticados previamente de TOC, más que el análisis de los síntomas obsesivos asociados. Por tanto, y haciendo referencia a las consideraciones hechas para la definición del TOC resistente, a continuación se hace una revisión sobre los resultados más recientes y destacables de la investigación relativa a la resistencia del TOC. La mayoría de los estudios se centran únicamente en alguno de los factores relacionados con la resistencia indicados en el Cuadro 1.

Conclusiones

Podemos concluir que faltan aún muchos interrogantes que todavía quedan sin resolver en el caso del trastorno obsesivo resistente. Variables como perfil clínico del TOC (presencia o ausencia de estímulos externos antecedentes de obsesiones, sintomatología ansiosa o depresiva añadida, naturaleza manifiesta o encubierta de los síntomas, cronicidad del trastorno, resistencia a tratamientos convencionales), la combinación de tratamientos (conductuales, cognitivos y farmacológicos) y el orden óptimo de aplicación de tratamientos tienen que ser consideradas para la elección de la intervención terapéutica que se aplique al paciente.

Teniendo en cuenta los datos obtenidos sobre este tema, sería recomendable para la práctica clínica poner en juego el cambio de la percepción teórica sobre el trastorno, así como los resultados de la investigación relacionada con ello. Más que seguir estudiando acerca de la eficacia de las distintas intervenciones por separado o comparativamente, las investigaciones desde la biología, la neurociencia y la psicología clínica podrían entrelazarse y combinarse para avanzar en el abordaje terapéutico del trastorno.

El tratamiento de estos casos exige un conocimiento profundo de todas las técnicas que se han demostrado eficaces para el TOC. El terapeuta debe buscar la mejor combinación de tratamientos para cada paciente resistente que incremente la probabilidad de eficacia. Esta premisa parte de la limitación de los abordajes tradicionales que van orientados a una única variable (biológica, cognitiva o conductual) para aquellos casos que no parecen responder a dichas intervenciones. Hoy no existen datos consistentes que permiten aclarar cuál sería la mejor combinación de técnicas que facilitarán el resultado de la intervención. Tampoco sabemos si el efecto positivo de las técnicas sería sumativo o provendría de una interacción dinámica de las mismas. Recientes hallazgos arrojan pistas de que determinado tipo de combinaciones de los tratamientos puede potenciar los beneficios de las intervenciones para los casos resistentes. O’Connor et al. (1999) encontraron que si se introduce la terapia cognitiva conductual después de un período de administración de fármacos provoca mayores mejorías que realizar la combinación simultáneamente.

A pesar de los resultados positivos ofrecidos hasta el momento por la terapia cognitiva y la terapia conductual, los datos aún son contradictorios y se necesita clarificar qué aporta cada tratamiento. Seguramente la disparidad de resultados sea un reflejo de la heterogeneidad de los grupos de pacientes que participan en los estudios.