Una de cada 50 personas sufre el trastorno obsesivo compulsivo

es una enfermedad que consiste en ser avasallado por pensamientos violentos y angustiantes y en hacer rituales para evitarlos. Puede aparecer en la infancia y se trata con medicación y psicoterapia.



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Laura Haimovichi
Ramiro usa guantes aunque sea verano. Tiene miedo de contaminarse.


En una hora, María verificó 30 veces que su oficina estuviera cerrada.


Graciela acumula cajas. No sabe para qué pero no puede dejar de guardarlas.


Martín ordenó por vigésima vez los papeles de su escritorio. Quiere estudiar, pero apoya una taza y altera el orden. En vez de estudiar, comienza a ordenar de nuevo.


Julián duda de todo. Dejó de vivir solo porque no sabe qué comer ni qué ponerse. Su mamá lo hace por él. Julián no puede elegir.

Obsesión por la limpieza, por verificar todo, por acumular, por ordenar simétricamente y no poder elegir. Esas son cinco formas en que puede llegar a expresarse el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), una enfermedad psiquiátrica que altera la vida de quien lo sufre.

Aunque puede adoptar diferentes formas, el TOC tiene dos características básicas: ser avasallado por ideas o imágenes violentas y angustiantes denominadas "bizarras" (por ejemplo: creer que se va a tener cáncer por "contagio"), y realizar "rituales" para intentar neutralizar las obsesiones (como bañarse treinta veces por día). La persona con TOC cree que si no concreta el ritual, se va a desencadenar un hecho trágico.

Claro que esos rasgos deben persistir durante mucho tiempo para considerarse una enfermedad. Y en el caso de los chicos, esos rasgos no deben confundirse con la necesidad de repetición que forma parte de su proceso de aprendizaje.

El Trastorno Obsesivo Compulsivo es el problema que padece el personaje que encarna Adrián Suar en su nueva película, El día que me amen. Antes, Jack Nicholson había animado a un exitoso escritor con TOC, en la película Mejor imposible, donde usaba guantes para no "contagiarse la suciedad" y caminaba evitando tocar las unión de las baldosas.

Según la Asociación Americana de Desórdenes de la Ansiedad, al TOC —llamado antiguamente "locura razonante" porque los enfermos se dan cuenta de lo que les pasa pero no lo pueden evitar— lo padecen una de cada 50 personas adultas y uno de cada 200 chicos.

Para el doctor Oscar Carrión y el psicólogo Gustavo Bustamante, presidente y vice de la Fundación Fobia Club, puede aparecer en la infancia, aunque la persona obsesiva compulsiva —o su familiar— suelen demorar hasta siete años en recurrir a un especialista. "Para que surja son necesarios una carga genética, una lesión física como haber sufrido meningitis o tener padres con TOC", señala el doctor Carrión.

A diferencia del psicótico, que está enajenado de la realidad, el obsesivo compulsivo sabe qué le pasa, se siente ridículo y hasta humillado por lo que le sucede. A tal punto que, en muchos casos, a sus síntomas le suma la fobia social, es decir el miedo a relacionarse con los demás.

"Cuando las obsesiones y compulsiones no son pasajeras e interfieren en un normal desarrollo de la vida conviene consultar a un especialista", dice Bustamante.

La modalidad terapéutica actual es combinar psicofármacos, como la clomipramina, con psicoterapia. "Al tratamiento con medicamentos, nosotros le sumamos la terapia cognitiva comportamental. Creemos que el trabajo en grupo es muy eficaz porque genera esperanza, la idea de que no se está solo y un mecanismo de identificación que genera una competitividad sana", explica el doctor Carrión. El Fobia Club organiza todos los martes a las 18.30 charlas gratuitas en Junín 1445, (4804-3750) Capital. Se puede también consultar en Internet: www.fobiaclub.com

La terapia cognitiva trabaja sobre el modelo del procesamiento de la información. Lleva gradualmente al paciente a que enfrente la situación que teme evitando el ritual compulsivo "para que desconfirme" su idea rara. Es limitada en el tiempo y centrada en el aquí y el ahora del paciente con un programa de tareas para realizar en su entorno habitual.