Tratamiento para las obsesiones


Tratamiento para las obsesiones
El primer paso es saber detectar un pensamiento obsesivo. Es aquel que da vueltas una y otra vez en la cabeza aunque no se quiera pensar más en ello. Aunque se haya detectado, nuestro propio pensamiento intentará engañarnos y hacernos ver que tenemos que pensar en ese problema y volver sobre ese mismo tema.
Si un pensamiento le hace sentir mal deságase de él cuanto antes. Pensar más no es pensar mejor. Los pensamientos obsesivos reducen nuestra visión de la realidad y nos hacen filtrar sólo lo negativo, por ello es muy importante aprender a no hacerles caso.
Hay que desconectar. Para ello es muy importante respirar profundamente y dedicarnos a alguna actividad que nos mantenga concentrados. Puede ser salir de compras, llamar por teléfono a una familiar o amigo, jugar con niños y niñas pequeños, leer un libro, ver una película. trabajar como voluntario puede ser una buena alternativa porque pensar en otras personas, ayudarles y escucharles aumenta nuestra autoestima.
Hay que parar el pensamiento de forma contundente. Decir "basta ya", tengo autoridad suficiente sobre mi pensamiento para controlarlo y que no me haga daño. No puede dejar que su propio pensamiento le venza. Debe llevar las riendas de su propia vida.
Nada más notar que una idea se vuelve repetitiva e intrusiva apúntela, siga con lo que esté haciendo y cuando pueda dedicarle tiempo analícela a ver si se trata de un pensamiento obsesivo.
Es recomendable aprender y practicar a menudo algún tipo de relajación mental o meditación y compatibilizarlo con ejercicio físico.
En resumen, hay una serie de cosas que pueden ayudarle y otras que le perjudicarán:
Le ayudará pasear y hacer ejercicio. Aprender a meditar, relajarse, leer, escuchar música. También sería buena para encontrar paz encontrar alguna aficción a la que dedicar parte de nuestro tiempo (pintura, manualidades, voluntariado.) Dedicarnos a otras personas nos saca de nuestro mundo y de la espiral de pensamientos obsesivos.
Empeorará las cosas el dar por buenos esos pensamientos y dejar que le arrastren a lo negativo (si no dejo de pensar que mi pareja no me quiere debe ser porque es así). La sensación de pérdida de control aumentará si se bebe alcohol, se abusa del café (porque sobreactiva nuestro pensamiento) o si se intenta solucionar comiendo (lo que además aumentará el sentimiento de culpa)
Damián Ruiz
www.eoriocc.com

duda+ansiedad=mala combinacion


La cabeza vive plagada de preguntas, y las que no se encuentra respuesta generan dudas y temor, cuando se trata de uno, es mas fácil porque puede sublimar y olvidarse, pero cuando se trata de dos es mas difícil.
La duda cuando se convierte en obsesión hace que se pierda el estado de la realidad por completo. Uno se marea, come menos y se generan muchos síntomas corporales que no se pueden evitar. Obviamente las obsesiones tienen solución y con el tiempo uno baja a la realidad, pero lleva tiempo y elaboración personal hasta que viene otra y se convierte en un círculo vicioso donde cualquier duda genera ansiedad por tener la respuesta y esa duda se transforma en angustia.
Cuando la cabeza gana la batalla, se genera un ataque de pánico y depresión pensando, repitiendo y creyendo la obsesión, lo podré contar mil veces, lo podré explicar, pero el que no lo sufre no puede ayudarte ni entenderte, eso es algo que me duele porque la gente cree que todos somos iguales y que las cosas a todos nos afectan igual, pero no es así. Una duda común en una persona mentalmente sana no le resulta tan grave como en un obsesivo, porque la persona sana puede sentarse a pensar sin que el cerebro lo corra hasta que logra relajarse. Pero por otro lado, el obsesivo no tiene el control de su pensamiento y escucha una voz de su interior diciéndole lo contrario a lo que realmente quiere pensar.
No es para asustarse, porque la cabeza nunca te gana, porque sabemos como somos y los que ya nos conocemos, sabemos como reaccionar y distinguimos las obsesiones de la realidad.
La ansiedad es un papel muy importante en todo esto, porque al tenerla en un nivel elevado genera comprobaciones de la duda que es el error mas grave de todo esto, intentar comprobar la pregunta irreal del mundo que se fabrico en la cabeza. Por eso es necesario tener confianza para no ahogarse en un vaso de agua.Eliminar los metodos de comprobacion es dejar de alimentar la obsesion

a = ansiedad
b = duda
c = comprobacion
d= depresion
e = sano

a + b + c = d
a + b = e

Así que:
A no comprobar nunca más.

http://estutoc.blogspot.com/2009/02/duda-ansiedad-mala-combinacion.html

¿Por qué perdemos la cabeza?




¿Por qué perdemos la cabeza?

Entre el 20 y el 30 por 100 de la población mundial presenta algún tipo de trastorno mental a lo largo de la vida. Estos datos incluyen desde trastornos que no son crónicos y cuya gravedad es muy variable, como la ansiedad, hasta males incurables. El abanico de factores que pueden acabar produciendo algún tipo de perturbación en el comportamiento de nuestra mente es tal que incluso parece milagroso que la mayoría de los cerebros humanos funcionen de manera correcta.



Eso convierte la neuropsiquiatría en una disciplina terriblemente fronteriza, que ha de conocer sobre fenómenos que están entre lo fisiológico y lo psicológico y que trata con reacciones tan distintas como una modificación del estado de ánimo, una pérdida de memoria, un brote psicótico o una malformación congénita inhabilitante.



Hace apenas un siglo –en algunas zonas del mundo, ni siquiera tanto– a ese elevado porcentaje de personas aquejadas de enfermedades de la mente se les consideraba víctimas de un mal más espiritual que físico. Poco a poco, la medicina ha ido sentando las bases de una compresión física del mal. Primero fue mediante la búsqueda de peculiaridades anatómicas de los cerebros enfermos; luego rastreando la presencia o ausencia de humores, productos bioquímicos o sustancias del organismo que provocaran el mal. Por último, con el advenimiento de la genética, el empeño escrutador de la medicina se centró en el hallazgo de trazos hereditarios y de genes implicados en la producción o inhibición de síntomas.



Al tiempo que el “loco” pasa a ser considerado un enfermo, las bases del mal se tornan más físicas y menos espirituales.

Pero, ¿en qué fase del proceso nos encontramos? En la actualidad, aunque existen fuertes evidencias a favor de la susceptibilidad genética al trastorno mental, no se ha podido identificar ningún gen causante, por sí sólo, de algún mal concreto. Esto es debido, probablemente, a que los factores ambientales juegan también un importante papel en el desarrollo de la enfermedad.



En cualquier caso, eso no hace desestimar la posibilidad de indagar en las causas genéticas. Recientemente, los investigadores han identificado un gen relacionado con la enfermedad de Huntington, un mal que produce graves alteraciones físicas y mentales. El mal se transmite por lo que se conoce como modelos mendelianos simples; es decir, un hijo puede recibir el gen dominante o recesor que causa el mal transmitido por uno de sus padres.



El problema es que la mayor parte de las enfermedades mentales no responden a este modelo de transmisión. Más bien, en ellas intervienen varios genes que aumentan o disminuyen la susceptibilidad. Cuantos más genes intervienen en el proceso, más difícil es abordar el problema de las bases biológicas de un trastorno y, por ende, de su posible tratamiento farmacogenómico.



Para colmo, en el caso de los males del comportamiento, el ambiente, la educación, la exposición a umbrales de emotividad muy elevados... pueden complicar el asunto al convertirse en detonadores o inhibidores del brote del mal.



Uno de los retos de la reciente neuropsiquiatría es el de afinar las herramientas que se utilizan para desentrañan los factores biológicos que intervienen en las “enfermedades del alma”. En este sentido, el rastreo genético está jugando hoy en día un papel tan crucial como el que desempeñaron los avances en las tecnologías de neuroimagen durante los años 80 y 90. Gracias a los nuevos escáneres, tomógrafos y TACs se pudieron desvelar, no sólo las modificaciones estructurales del cerebro de muchos enfermos, sino cómo afectaban éstas a la función neuronal. Así, fue posible establecer patrones fisiológicos propios de algunas manías, de algunas formas de esquizofrenia, de ciertos modos de síndrome obsesivo-compulsivo o del autismo. La neurobiología fue durante años un terreno fértil para la pura neurofisiología.



Pero los tiempos han cambiado y, sobre todo con el avance en el conocimiento del Genoma Humano, el estudio anatómico ha dejado paso al estudio molecular. Hoy las herramientas más utilizadas para desentrañar el origen de los trastornos de la mente son los diseños de mapas genómicos cada vez más ajustados. Se sabe que, aunque el genoma de todos los seres humanos es en un 99,99 por 100 idéntico, las pequeñas variaciones en esa centésima de punto porcentual son responsables de la gran diversidad individual, de la pluralidad de rasgos físicos y temperamentales y, por supuesto, de la susceptibilidad a padecer síndromes. La predisposición genética a un mal ocurre cuando un gen en partícula “comete un error” al transferir la información para la realización de una instrucción en concreto. Comparando los mapas genéticos de personas mentalmente sanas con aquellos que corresponden a enfermos de esquizofrenia, depresión clínica, trastorno afectivo bipolar o síndrome obsesivo-compulsivo, por ejemplo, los investigadores esperan poder encontrar en un gen pequeñas variaciones que se repitan, sólo, en la población afectada.



El siguiente paso sería diseñar estrategias para reparar ese gen o, más sencillamente, fármacos que inhiban su actuación o que potencien la de otros genes supresores.

Uno de los trucos que se utiliza para este fin es la identificación de familias de individuos en las que hay mayores tasas de enfermedad de las normales. Después se aíslan secciones concretas de su ADN conocidas como marcadores y se estudia de qué manera están éstas presentes en los individuos aquejados de un determinado mal.



El descubrimiento de genes específicamente relacionados con un trastorno mental abre grandes posibilidades para el diagnóstico y la curación de dicho desorden. Por ejemplo, el enfoque genético permite descubrir subcategorías de una misma enfermedad que el médico es incapaz de detectar con la simple práctica clínica y que requieren tratamientos distintos. Incluso es posible realizar rastreos preventivos que permitan al enfermo y a sus familias prepararse médica, emocional y económicamente a los estragos de, por ejemplo, un brote psicótico, antes incluso de que aparezcan los primeros síntomas irreparables.



Pero, mientras el futuro genómico se abre camino, la medicina sigue confiando en los grandes descubrimientos que los neuro-psiquiatras han realizado sobre la anatomía de la mente trastornada. Conociendo como hoy conocemos el funcionamiento normal de las conexiones neuronales y la influencia de la relación sináptica en la aparición de ciertos trastornos, ha sido posible el desarrollo de una farmacopea variada que permite actuar en diferentes fases de la sinapsis y mejora la eficacia terapéutica.



Un ejemplo muy evidente es el de los nuevos antidepresivos. Hay moléculas que intervienen en fase presináptica, como los llamados antidepresivos tricíclicos. Otros intervienen en la célula postsináptica, como los bloqueantes del receptor de dopamina que tienen efectos antipsicóticos. Tanto unos como otros son fruto del empeño científico por conocer las fuentes biológicas de la enfermedad mental. Ambos, igual que todos los tratamientos actuales y venideros, arrojan esperanza para los afectados y habrían sido imposibles de imaginar en un mundo que hubiera seguido considerando a la locura como una mera disfunción del alma.


Seis enfermedades acorraladas por la nueva psiquiatría


De entre el gran abanico de trastornos mentales, algunos se han convertido en caballos de batalla de la psiquiatría moderna. Los recursos científicos de los que disponen los expertos permiten albergar esperanza sobre su futuro control.



DEPRESIÓN

La depresión es la enfermedad del alma por excelencia. Se manifiesta por un sentimiento extremadamente negativo ante el yo y un cúmulo de pensamientos de autocensura. En España, este mal afecta a entre un 2 y un 3 por 100 de la población, lo que supone una tasa bastante más baja que la de otros países de nuestro entorno. Aunque las manifestaciones de trastorno son fundamentalmente psicológicas, la esperanza de la neuropsiquiatría es encontrar de manera definitiva las raíces biológicas de su origen o, al menos, del grado en el que se expresa en cada paciente.



La búsqueda de marcadores biológicos favorecería el hallazgo de tratamientos más eficaces y el diseño de estrategias preventivas. En el caso de las depresiones clínicas, esta búsqueda se centra en el hallazgo de las bases neuroquímicas del mal y en la detección de “desregulaciones” en la función neurotransmisora o neuro-rreceptora de ciertas sustancias.



Una segunda línea de trabajo se dedica a la identificación de bases genéticas del estado de ánimo. En este sentido es de gran valor el hallazgo de la implicación de un gen, el DEP1, en el desarrollo de la enfermedad en más de 400 familias de Utah con historiales de alta incidencia de depresión.



TRASTORNO AFECTIVO BIPOLAR

B ajo el nombre de trastorno afectivo bipolar se agrupa hoy en día al conjunto de síntomas patológicos que antes se conocían como psicosis maníaco-depresiva. Se trata de una enfermedad de origen principalmente endógeno caracterizada por la sucesión de periodos de manía (euforia, irritabilidad, comportamiento temerario) y de depresión en el paciente. En los últimos años, no sólo se ha creado un flujo de atención psiquiátrica a este mal, sino que se ha avanzado considerablemente en el conocimiento de su etiología. La mayoría de los estudios coincide en que ésta es una enfermedad poligenética en la que están implicadas alteraciones en varios cromosomas. También se sabe que existe cierta relación entre algunas lesiones estructurales en la región basotemporal, las estructuras paratalámicas y el lóbulo temporal, y la aparición de síntomas maníacos. Por último es conocida la presencia de alteraciones bioquímicas en los niveles de ciertos neurotransmisores colinérgicos y de aumentos de noradrenalina sináptica entre las personas que padecen este mal.

Todo esto convierte al trastorno bipolar en una enfermedad ideal para ser atacada desde el punto de vista de la neurobiología, al contrario de lo que ocurre con otros desórdenes con componentes ambientales mayores. Sin embargo, se conoce la presencia de factores ambientales que colaboran como detonantes del brote del mal o como moduladores de su sintomatología. En algunos momentos de cambio estacional, los bipolares presentan más riesgo de recaída. Así mismo, un alto grado de tensión emocional o un cambio psicológico repentino (pérdida de trabajo, mudanza...) puede favorecer el surgimiento del mal. La base biológica del trastorno favorece que pueda ser tratado con una batería de fármacos muy variada que va desde los eutimizantes a los antipsicóticos y tienen diferentes grados de eficacia terapéutica.

AUTISMO

Desde hace no mucho tiempo, los neurólogos y los psiquiatras saben que las raíces del autismo son biológicas e incurables. Sin embargo, la ciencia está avanzando a pasos agigantados para lograr que las personas que padezcan este mal puedan llevar una vida adaptada a la conducta social de quienes les rodean. En realidad el autismo no puede considerarse una enfermedad como tal sino más bien una alteración en el desarrollo de las funciones del cerebro.



El hecho de que el autismo sea un trastorno de base biológica no significa que sus causas sean fáciles de identificar. Los investigadores han ido descubriendo algunas peculiaridades genéticas así como la presencia de ciertos virus o características fisiológicas concretas en la estructura neurológica que están directamente relacionadas con el fenómeno.



También se han podido descartar algunas falsedades del pasado como la idea equivocada de que algunas vacunas infantiles propiciaban la aparición del autismo.

Una de las líneas de actuación que más han avanzado en los últimos años es el rastreo de variabilidades genéticas ligadas al trastorno. En concreto se han detectado genes relacionados en los cromosomas 2, 3, 7, 15 y en el cromosoma sexual X. En realidad, los datos apuntan a la existencia de genes que aumentan la susceptibilidad a padecer el mal. En la actualidad no hay cura para el autismo. Las terapias que se utilizan van encaminadas a mejorar la calidad de vida del paciente y a remediar síntomas específicos. Incluyen intervenciones médicas y terapias de modificación de la conducta.



OBSESIVO COMPULSIVO

El trastorno obsesivo-compulsivo es una enfermedad que se manifiesta con la presencia recurrente de ideas intrusivas indeseadas de manera obsesiva y acompañada de comportamientos repetitivos. La edad de comienzo suele estar entre los 13 y los 15 años en varones y los 20 y 24 años en mujeres y se expresa en actitudes fóbicas extremas como deseo de lavarse las manos constantemente, miedo a tocar puertas... El principal problema para el diagnóstico de la enfermedad es que, en sus primeras fases, el paciente no suele ser consciente de que está enfermo. De hecho, como término medio, pasan 17 años desde la aparición del primer síntoma hasta que se toman las primeras medidas terapéuticas con el individuo en cuestión.

Aunque el factor desencadenante suele ser ambiental y no se han detectado genes implicados, sí es posible establecer algunas variables biológicas como ciertas alteraciones en la estructura cerebral y la presencia de marcadores inmunológicos de la infección por estreptococos. Los tratamientos modernos usan inhibidores de la recaptación de serotonina como sustancia farmacológica de elección.



ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

A veces, cuando un individuo padece una experiencia traumática como un accidente, una violación, un secuestro, una guerra... corre el riesgo de quedar afectado por un trastorno mental del que se empieza a conocer cada vez más datos: el síndrome de estrés postraumático. El paciente está sometido a una constante repetición del episodio padecido, con una memoria tan vívida y realista que le hace imposible llevar una vida normal. A menudo, va acompañado de la presencia de síntomas somáticos desagradables cuando se pasa por el lugar de los hechos o se percibe una sensación que remeda los acontecimientos o de un fenómeno de evitación de todo aquello que se pueda relacionar con el origen del trauma.

Es evidente que se trata de una enfermedad de origen exógeno y, como tal, la búsqueda de las raíces biológicas de la misma carece de sentido más allá de la mera indagación sobre la vulnerabilidad mayor de unos individuos que de otros. Los tratamientos son muy variados y suelen combinar las estrategias psicoterapéuticas con la farmacología. Entre las primeras, desde 1989 cobró interés la terapia de desensibilización por movimiento ocular, aún muy controvertida. Entre los segundos, destacan los inhibidores de la monoaminoxidasa, los antidepresivos tricíclicos, los inhibidores de la recaptación de serotonina y las benzodiacepinas, aunque éstas han de utilizarse con precaución.



TRASTORNOS ALIMENTICIOS

Del desconcierto y la dramática falta de información con la que hace unas décadas se afrontaban los trastornos de la conducta alimentaria, hemos pasado a un estado científico de conocimiento que permite conocer las bases etiológicas, las consecuencias y las mejores herramientas terapéuticas frente a enfermedades tan devastadoras como la anorexia o la bulimia. Este tipo de trastornos presenta, en parte, un origen biológico dado que el temperamento tiene cierta relación con los genes, aunque sea remota. Algunos tipos de personalidad son más propensos que otros a padecer anorexia, por ejemplo. También se ha descubierto que, una vez el individuo deja de comer, las alteraciones neuroquímicas que se producen en su organismo aceleran el progreso del mal. Pero no cabe duda de que la base fundamental de este grupo de trastornos no es genética ni fisiológica, sino psicológica y, en cierto modo, sociofamiliar. Los últimos avances terapéuticos han mejorado las estrategias de hospitalización, recuperación del peso, medicación antidepresiva, apoyo social y familiar y reinserción en el hábito de comer habitualmente.

FRAGMENTO DEL LIBRO "EL PODER DEL AHORA"


Cuando una persona va al médico y dice: "oigo una voz dentro de mi cabeza", es probable que le envíen al psiquiatra. Lo cierto es que de un modo muy similar, prácticamente todo el mundo oye continuamente una voz; o varias, en su cabeza: son los procesos de pensamiento involnutario que no sabes que puedes deterner. Monólogos o diálogos continuos.

Es probable que yendo por la calle te hayas encontrado con personas "locas" que hablan sin parar o se susurran cosas a sí mismas. Eso es muy diferente a lo que tú y todas las demás personas "normales" hacéis, excepto que no lo decís en voz alta. La voz comenta, especula, juzga, compara, se queja; hay cosas que le gustan, que le disgustan, y así sucesivamente. Lo que dice la voz no tiene por qué ser relevante en la situación en que te encuentras en ese momento; puede estar reviviendo el pasado reciente o lejano, ensayando algo o imaginándose posibles situaciones futuras. En ese caso a menudo se imagina que las cosas van a acabar mal, se imagina resultados negativos; a esto se le llama preocupación. A veces, a esta banda sonora le acompañan imágenes visuales o "películas mentales". Y aunque la voz diga cosas relevantes para la situación actual, las interpreta en función del pasado. Esto se debe a que la voz es parte de tu mente condicionada, que es el resultado de tu pasado personal y del contexto mental colectivo que has heredado. De este modo, ves y juzgas el presente con los ojos del pasado, por lo que tu punto de vista está totalmente distorsionado. Es bastante habitual que su propia voz interna sea el peor enemigo de la persona. Muchos viven con un torturador en su cabeza que les ataca y les castiga, agotando su energia vital. Ese parloteo constante causa una enorme cantidad de dolor e infelicidad, y también enfermedades.
Pero hay buenas nuevas: puedes liberarte de tu mente, que es la única y verdadera liberaación. Y puedes dar el primer paso ahora mismo. Empieza por escuchar tan frecuentemente como puedas la voz que habla dentro de tu cabeza. Presta una atención especial a cualquier patrón de pensamiento repetitivo, a esos viejos discos de gramófono que pueden haber estado dando veltas en tu cabeza durante años. Esto es lo que llamo "observar al pensador", que es otra manera de decir: escucha la voz dentro de tu cabeza, manténte allí como presencia que la atestigua.
Cuando escuches la voz, escúchala imparcialmente. Es decir, no juzgues. No juzgues ni condendes lo que oyes porque eso significaría que la misma voz ha vuelto a entrar por la puerta de atrás. Pronto te darás cuenta de esto: LA VOZ ESTA ALLÃ y YO ESTOY ACA, observándola. Esta comprensión YO SOY; esta sensación de tu propia presencia, no es un pensamiento. Surge más allá de la mente.

Así cuando escuchas un pensamineto, no sólo eres consciente del pensamiento, sino tambien de ti mismo como testigo de ese pensamiento. Ha hecho su aparición una nueva dimension de conciencia.
Cuando escuchas el pensamiento, sientes como si hubiera una presencia consciente -tu yo profundo- por debajo o detrás de él. De este modo el pensamiento pierde su poder sobre ti y se disuelve rápidamente, porque ya no energetizas tu mente mediante la identificaciñon con ella. Es el principio del fin del pensamiento compulsivo e involuntario.


Saludos

“La enfermedad de los rostros ocultos"


“La enfermedad de los rostros ocultos"
La persona que lo padece se oculta, así como la verdadera imagen de su propio cuerpo que se esconde detrás de una visión fantasmal. Una revisión de artículos y libros pretende sacar a la luz este desorden mental de importancia médica que pocos conocen.

Ximena Abrevaya para IntraMed


“Lo esencial es invisible a los ojos”,
“El Principito” Antoine de Saint Exupéry.

Para Jane, inevitablemente, nada era invisible a lo que creían ver sus ojos. Lo esencial tal vez era esa incontenible obsesión por su “inmensa nariz”, su “gran mandíbula” o quizás su “labio torcido”. Probablemente lo fueran sus “pechos diminutos”, o de algún modo, sus “abultadas nalgas”. En un momento de su vida Jane dejó de ver a sus amigos y perdió contacto con ellos. Se encerró en su casa por 5 años hasta que su angustia se tornó insostenible. Intentó suicidarse varias veces...

Algunas de estas historias se encuentran reflejadas en “The Broken Mirror”, un libro donde se relata la problemática de aquellas personas que padecen Síndrome Dismórfico Corporal, también conocido como “dismorfofobia” o, más comúnmente denominado: Trastorno Dismórfico Corporal (TDC). “Es un desorden mental poco reconocido y común que ocurre a lo largo de todo el mundo”, comenta la doctora Katharine Phillips en uno de sus trabajos sobre el tema, quien además es psiquiatra y autora del libro.

Es decir, no hablamos de “quasimodos”, ni de la cara oculta del “Fantasma de la ópera”, ni de la prosa de Francisco Quevedo que evocaba a un “naricísimo infinito”. El problema (y la dicotomía que plantea) es que Jane era una mujer atractiva. “El TDC implica una creencia falsa o distorsionada como así también una dispercepción corporal”...“Está caracterizado por una excesiva preocupación por un defecto en el cuerpo completamente imaginario o muy trivial como para ser detectado por otra persona, causándole a los que lo padecen deterioro físico, psíquico y/o social” señala el libro “Obsesiones Corporales”, del psiquiatra argentino Jose Aníbal Yaryura Tobías, en co-autoría con otros profesionales del área, y quien es además director del Bio-Behavioral Institute, en Estados Unidos.

La Dra Phillips, especialista en el tema, sostiene que los pacientes con TDC creen que lucen feos o deformados, incluso hasta “horrorosos” o “monstruosos” cuando en realidad “se ven bien” y su aspecto es normal.

“No sólo están disconformes con su aspecto sino que están preocupados por el. Están muy preocupados. Quisieran estarlo menos, pero no pueden. Muchos dicen que están obsesionados. También sufren. La preocupación acerca de su aspecto les ocasiona un significativo sufrimiento emocional y puede interferir con sus vidas” relata el libro de Phillips.

Por eso suelen estar desempleados o presentar desventajas en el trabajo, además de permanecer socialmente aislados, remarca en uno de sus trabajos el doctor David Veale del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Londres y psiquiatra consultor en el Priory Hospital North London.

Phillips documentó que el 97 por ciento de los pacientes con TDC evitan las actividades sociales normales y ocupacionales. La mayoría son solteros o divorciados. Muchos presentan ideas suicidas o autodestructivas, y suelen invertir varias horas del día en mirarse al espejo, un acto compulsivo que corresponde a lo que se conoce como una práctica “ritual” desde el punto de vista psiquiátrico. Entre estas compulsiones se encuentran además el arreglo excesivo, la comparación con otros, el cambio frecuente de ropa, o las dietas restringidas en calorías.

Si bien, la preocupación, en general, puede involucrar a cualquier parte del cuerpo, frecuemente suele estar focalizada en la cara o la cabeza, siendo la piel, el pelo y la nariz los que encabezan la lista. Según señalan algunos autores los pacientes con TDC pueden hacer foco en aquel aspecto considerado como “defecto” y permanecer obsesionados con éste de manera puntual a lo largo del tiempo, o bien la visión del aspecto defectuoso puede extenderse hacia otras partes del cuerpo, siendo común que se vean involucradas varias zonas corporales a la vez.

En el área dermatológica el trastorno tiene la más alta incidencia, por lo que ha recibido también el nombre de “hipocondría dermatológica”.
Por lo general la edad de inicio es la adolescencia aunque se ve frecuentemente en adultos jóvenes.
A pesar de lo que muchos creerían, la patología no hace distinción de condición social (el trabajo de Al-Adawi comenta el caso de un hombre omaní de 24 años). Tampoco de sexo. Se ha visto que la incidencia es similar entre hombres y mujeres, aunque se cree que en el segundo caso podría llegar a estar subvalorada.

“Blade Runners”: cuando el bisturí amenaza

Muchas de las personas que presentan esta patología suelen recurrir a la cirugía estética con el fin de aliviar la acuciante sensación de fealdad que sienten frente a su “fantasmal” defecto. Según se ha señalado, naturalmente, muchos enfermos de TDC creen que un cambio en su imagen mejoraría su estado anímico.

El Dr Veale comenta, en un trabajo publicado en la revista “Psychiatric Bulletin”, que el TDC no es poco común en las clínicas de cirugía cosmética. La rinoplastía encabeza la lista de cirugías asociadas al TDC. Según Veale, quien condujo un estudio prospectivo, el 20,7 por ciento de los pacientes que se ha realizado una rinoplastía tiene un posible diagnóstico de esta patología. Por otra parte, comparativamente, hay una clara diferencia entre las personas normales que desean una rinoplastía cosmética respecto de que aquellos que padecen TDC quienes “son significativamente más jóvenes, están más deprimidos, más ansiosos, más preocupados por su nariz y tienen comportamientos compulsivos”, señala Veale. Entre estas compulsiones relata que las personas con TDC también presentan otras asociaciones más graves como la “DIY surgery” (“D.I.Y” representando las siglas de Do It Yourself, “hazlo tu mismo”), es decir, una intervención de tipo quirúrgico realizada de forma “casera” y por la misma persona con el fin de cambiar su aspecto.

Ante la desesperación de transformar su apariencia se ha visto que los pacientes con TDC se someten a todo tipo de procedimientos “caseros”. Veale relata algunos casos: Una mujer preocupada por su piel y la forma de su cara limó sus dientes para alterar la apariencia de la línea de su mandíbula. Un hombre preocupado por su piel usó un papel de lija como forma de dermoabrasión para remover cicatrices e “iluminar” su piel. Una mujer preocupada por la fealdad de múltiples áreas de su cuerpo decidió hacerse una liposucción pero, como no pudo costearla, utilizó un cuchillo para cortar sus muslos intentando sacar hacia afuera sus adiposidades. Un hombre preocupado por tener la tez enrojecida, repetidamente se extrajo sangre de motu propio con una jeringa y una aguja, o, cuando fue aceptado, se sometió a donar sangre en una clínica de transfusión. El objetivo era lucir “más pálido”.

El panorama se torna asimismo grave cuando la gran mayoría de los pacientes con TDC que se someten a cirugías cosméticas empeoran o permanecen sin mejora, hecho que es esperable y tal vez poco sorpresivo debido a las características que presenta esta patología. Según Phillips la cifra de insatisfacción alcanza el 82,6 por ciento de los intervenidos que padecen TDC. Tal vez este sea el motivo por el cual muchos se someten a cirugías de manera recurrente.

“Lo que importa es lo de adentro”

El Trastorno Dismórfico Corporal es una enfermedad psiquiátrica, por ende, debemos buscar sus bases en el interior de la mente. En un trabajo escrito por Wanda Paterson y colaboradores denominado “Trastorno Dismórfico Corporal” se señala que puede considerarse que los pacientes con TDC sufren de “alucinaciones”. No obstante Phillips menciona que sólo aproximadamente la mitad de los pacientes presentan características “alucinatorias”.

Al parecer, es difícil establecer dónde se encuentra dentro de la clasificación de las enfermedades psiquiátricas. “Se lo considera un síntoma, un síndrome, o un agregado sintomático en otro proceso mayor”, es decir, “puede considerarse como un síntoma más de otra enfermedad o un síndrome como entidad única, o a un espectro de enfermedades”. También pueden encontrarse una serie de trastornos neuropsiquiátricos asociados como el trastorno obsesivo compulsivo, trastorno de personalidad, trastorno depresivo mayor, psicosis, hipocondría monosíntomática, patología anatómica cerebral. Se han establecido múltiples similitudes entre el Trastorno Dismórfico Corporal y el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) así como también una serie de diferencias, según afirma el libro “Obsesiones corporales”. Aún parece no haber consenso respecto a considerar si el TDC es un desorden relativo al TOC, aunque muchos investigadores consideran que si, tal como comenta el Dr. Georg Driesch, quien además afirma que por su carácter ha sido asociado a la cenestesia, a los desórdenes alimentarios y al transexualismo.

Al parecer tampoco está clara su identidad. Algunos investigadores asocian al TDC con un problema neurofisiopatológico, y otros con un problema biopsicosocial. Esto se relaciona con los tratamientos a los que son sometidos los pacientes, algunos de ellos apuntan a paliar la patología con un abordaje farmacológico desde el punto de vista psiquiátrico. Algunas de las drogas utilizadas son el Levetiracetam comúnmente utilizada para prevenir ataques de epilepsia y el Escitalopram un inhibidor de la recaptación de serotonina. No obstante hay tratamientos que apuntan a un abordaje psicoterapéutico, siendo uno de los más exitosos la Terapia Cognitiva-Comportamental. Este modelo contempla que existen similares características entre el TDC con el TOC y la fobia social. El mismo abarca distintas características “el yo como un objeto estético”, “la evaluación negativa de la imagen corporal”, “la meditación y la comparación con el ideal”, “la emoción”, “los comportamientos que involucran la necesidad de sentirse a salvo”, “factores de riesgo” (genéticos como en muchos desórdenes psiquiátricos, el temperamento como factor indirecto, adversidad durante la niñez como el abuso físico, historia de estigmas físicos como los dermatológicos, identidad sexual relacionada por ejemplo a la homosexualidad, y un tipo de “sensibilidad estética” tal como podría describirse para otros tipos de sensibilidades particulares como por ejemplo la sensibilidad musical).

Dismorfofobia: Made in Italy

Aunque parezca llamativo el TDC se conoce desde hace más de cien años, o al menos eso es lo que parece, ya que la incorporación del término original “dismorfofobia” generó algunas controversias. Fue un psiquiatra italiano el primero en denominarlo, Enrico Morselli (1852-1929), quien acuñó el término en 1886.


En un trabajo publicado por dos psiquiatras, los Dres Berrrios y Kan, “A conceptual and quantitative análisis of 178 historical cases of dysmorphophobia”, se pueden explorar algunos aspectos relativos a los orígenes en la identificación de la patología de la obsesión por la apariencia corporal y a la introducción del término “dismorfofobia”. Morselli lo definió durante 1880 como “la conciencia de la idea de la propia deformidad; el individuo teme `ser` o `convertirse` en deforme”. Berrios y Kan sostienen que hay dos actos históricos que deben ser explorados por separado, la incorporación del término y la construcción del concepto. Morselli tomó el término acuñado inicialmente por el historiador griego Heródoto de Halicarnaso (485-452 a.de C.) para denominar al mito de la niña más fea de Esparta: “Dismorfia” (“dis”que significa “sin” y “morfia” que significa “forma”) quien era conducida diariamente a un templo para ser librada de su falta de belleza.
Berrios denota que Morselli usó el concepto de fobia en el sentido más amplio (que el actual) ya que el italiano creía que esta patología era una combinación de “insanía” con “ideas fijas”, lo que llevaría a pensar que el clasificó a la dismorfofobia como una forma rudimentaria de paranoia.

Sin embargo esta patología no fue tomada como trastorno mental sino hasta 1987, cuando fue incluido en el DSM III (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) como “Trastorno Somatoforme Atípico”. En el mismo año el DSM III-R la subdividió en “Trastorno Dismórfico Corporal” y Trastorno Alucinatorio de Subtipo somático”. Las modificaciones consideraron que el término “dismorfofobia” sólo implicaba miedo a la fealdad y no una preocupación por la apariencia física propia tal como lo evidenciaría la sintomatología de este mal. A pesar de ello el término dismorfofobia continúa utilizándose en especial en Europa.

“Siembra de Plástico”: la era del “antes” y el “después”

“Ella era una chica plástica de esas que veo por ahí, de esas que cuando se agitan sudan `Channel number three`...” la letra de Rubén Blades continúa, y sigue haciendo alusión a las mujeres y hombres de plástico y a los mares de superficialidad que inundan el mundo moderno. Hoy, en especial en occidente, se imponen cánones de belleza que responden a la desmesura de elaborados cócteles de cirugías, colágeno y bótox. El cuerpo se transforma en un objeto, en el instrumento de poder de un mundo relleno de valores “retocados” donde la belleza se traduce en “éxito”. En un medio donde la imagen gobierna, se impone la dictadura del implante y de la lipoescultura y una suerte de “Mundo Feliz” de Aldous Huxley donde los feos y los viejos ya no tienen cabida.

Y hablando de medios, y de dictaduras, la televisión es el gran escaparate donde se exhiben los mayores estandartes de la “cultura del cuerpo sintético”, el espejo que subliminalmente (o no tanto) marca cómo debemos vernos.
Ciertamente, es la era del “antes” y el “después”.

Berrios y Kan afirman en su trabajo que “la preocupación por la apariencia física no es hecho nuevo” aludiendo al “Complejo de Thersites”, relacionado al mito del hijo de Agrius, Tersites, quien según se cuenta era el griego más feo y el hablador más imprudente de Troya. En 1962 Stutte utilizó la terminología “Complejo de Thersites” para denominar a aquellas personas que padecían de un real aunque leve defecto físico, pero que al contextualizarse en la búsqueda de la perfección estética impuesta por la sociedad vivían su defecto de una manera traumática.

Según cita la psiquiatra colombiana Iris Luna Montaño, “la belleza es parte universal de la experiencia humana y se ha comprobado que la percepción de la misma proporciona placer a los sentidos e incrementa la probabilidad de apareamiento. La sensibilidad a la belleza es proporcionada por estructuras cerebrales filogenéticamente determinadas, así como por aspectos socioculturales”.

Berrios y Kan plantean una serie de interesantes preguntas, ¿Cuán temprano en la evolución humana el hombre desarrolló una actitud hacia la visión y sensación acerca de su propio cuerpo formando una “imagen abstracta” de sí mismo?. ¿Fue esta imagen física temprana generada por la apariencia de los otros?. ¿Cuán importante es esto respecto de la invención de las superficies reflejantes?. ¿Cuán temprano después de la aparición de los espejos se desarrolló la verdadera estética del cuerpo?, ¿es la dismorfofobia solo un cambio patológico en estas actitudes?¿Cómo se articuló la disconformidad hacia el propio cuerpo a lo largo de la historia?

Es cierto que la ocupación por “verse bien” puede remontarse a tiempos prehistóricos. Se pueden encontrar evidencias de ello aún en la Biblia, pero tal vez el mayor exponente fue la antigua civilización egipcia que puede considerarse como la “creadora de la cosmética”.

¿Podemos decir entonces que el TDC no es nada nuevo?. Aquí es necesario hacer una distinción entre el “ocuparse”, el “preocuparse”, y el “obsesionarse”, es decir, establecer el límite entre lo normal y lo patológico.

Resulta esperable que el actual contexto social actual ejerza una fuerte influencia para el desencadenamiento de enfermedades de carácter psiquiátrico como el TDC. Tal como documentó Cash, un factor predisponente para la psicopatología es la subvaloración y distorsión sobre el propio aspecto físico.

Un prolegómeno de lo que devendría en la vorágine de la cirugía cosmética actual, se refleja en un caso ocurrido en 1926 (si bien no reportado como TDC) que pone en evidencia la responsabilidad por parte del personal médico en la realización de determinadas prácticas y la influencia del contexto social en la percepción de la propia apariencia. Así el "Journal of Women's History" comenta la amputación de una pierna que sufrió una diseñadora de moda, quien visitó a un cirujano de renombre con el objetivo de hacer lucir sus caderas más delgadas. Luego de ocurrida la desgracia, la diseñadora enjuició al cirujano. El abogado defensor de la paciente lo acusó de haber realizado una intervención inapropiada en un cuerpo que en realidad era sano."Este ensayo es excelente para examinar la formación cultural del cuerpo femenino por la moda y la cirugía plástica en Francia durante los años 20´-comenta en el reporte Carolyn Comyskey, su autora-. Los cambios en la moda francesa e ideales culturales de la belleza, así como la influencia aumentada de los medios de comunicación, proporciona el contexto necesario para entender el deseo de la diseñadora de transformar su cuerpo con una cirugía estética. Este caso aceleró la profesionalización del campo naciente de la cirugía estética así como los cirujanos lucharon para establecer el valor de esta práctica médica. Esta defensa primaria del campo de la cirugía estética fue la que la proporcionó como un servicio necesario a causa de la importancia social de la belleza en la lucha brutal por la existencia, especialmente para las mujeres. Los cirujanos cosméticos prevalecieron en la apelación los dos años posteriores y fueron capaces, como un comentarista notó, de continuar su `marzo glorioso contra la enfermedad y la fealdad`".

Ejemplos de personas sometidas a múltiples cirugías se encuentran a diario, siendo conocido popularmente el caso de Miss Brasil 2001, según cita Montaño, cuyo galardón estuvo en discusión por la cantidad de intervenciones quirúrgicas cosméticas a las que había sido sometida previamente, las que en número prácticamente equiparaban a su edad: con tan sólo 22 años, se estimaron unas 23 correcciones a mano de bisturí.

Según el libro “Obsesiones Corporales” en el año 2003 la cantidad de personas afectadas por TDC alcanzaba más de 5 millones en Estados Unidos.“Proporciones similares podrían darse en Argentina, un país donde la belleza física es primordial”, anuncia. Hoy se cree que el porcentaje sobre la población estadounidense supera el 2 por ciento. En general, se estima que en la comunidad, la incidencia es de entre el 0,5 y el 0,7 por ciento.

Pero está claro que la mera preocupación por la apariencia no siempre se traduce en este patología. Un ejemplo cotidiano es el que proporciona Luisa Dillner quien denuncia en el periódico “The Guardian” como muchas veces la terminología médica se utiliza de manera incorrecta, citando y poniendo en evidencia el caso de la actriz Uma Thurman quien en una revista "confesó" padecer de TDC: “Desde que tuve a mi bebé he tenido TDC. Me veo gorda”.

Hay una serie de manifestaciones clínicas que se han establecido y que definen a un paciente con TDC, citadas en el DSM-IV: “además de la preocupación por un defecto imaginado en la apariencia, la persona debe presentar un distress significativo desde el punto de vista clínico o un deterioro social, ocupacional, o en otras áreas importantes de funcionamiento. Dicha preocupación no debe encuadrar dentro de otros desórdenes mentales (tales como la disatisfacción corporal producida por la anorexia nerviosa)”.
Muchas veces el TDC es subvalorado ya que la preocupación por el aspecto tiende a tomarse como una cualidad “vanal” o “narcista”, incluso por los propios padecientes.
El tema resulta de importancia para aquellos profesionales de la salud como los dermatólogos y cirujanos quiénes pueden llegar a ponerse en contacto con este tipo de pacientes.

Si bien se cuenta con una guía para su detección, también se requiere de cierta astucia por parte del profesional.

Porque como decía Saint Exupéry en “El Principito”... “lo esencial es invisible a los ojos”.
Quién nos deja la última reflexión es Blades, menos excelso, aunque no menos suspicaz,“Recuerda que el plástico se derrite si le da de lleno el sol. Se ven las caras, se ven las caras vaya! ...pero nunca el corazón”.

¿Qué es la amistad?


" ¿Qué es la amistad? Un simple juego de dos personas, en las que creen compartir todo, cuando realmente más daño se hacen. Los sueños se pierden con las pérdida de un amigo al que amamos. Y todo eso se transforma en un supuesto odio, porque nos traicionaron. Hay cosas que te hacen creer que la amistad no existe, y es por lo que estoy pasando. Sólo hay personas que te lastiman, fingiendo que son tus amigos. Y esas personas hacen que te desvalorices y adquieras el odio hacia ellas, aunque no es realmente odio, sino tristeza, por descubrir que esa persona que tanto queríamos nos traicionó. "

Funciones de la serotonina
Entre las principales funciones de la serotonina esta la de regular el apetito mediante la saciedad, equilibrar el deseo sexual, controlar la temperatura corporal, la actividad motora y las funciones perceptivas y cognitivas.
La serotonina interviene en otros conocidos neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, que están relacionados con la angustia, ansiedad, miedo, agresividad, así como los problemas alimenticios.
La serotonina también es necesaria para elaborar la melatonina, una proteína que es fabricada en el cerebro en la glándula pineal, y es la encargada de la regulación del sueño. La serotonina aumenta al atardecer por lo que induce al sueño y permanece elevada hasta el amanecer cuando comienza a descender.
Otra función importante de este neurotransmisor, es actuar como el reloj interno de nuestro cuerpo, lo que a su vez determina nuestros ciclos de sueño y vigilia. El reloj interno es el encargado de coordinar varias funciones biológicas como la temperatura corporal, la hormona del estrés, cortisol, y los ciclos del sueño. La correcta coordinación de estos 3 elementos hace que podamos dormir profundamente y despertar descansados. Los hombres producen hasta un 50% más de serotonina que las mujeres, por lo tanto, estas son más sensibles a los cambios en los niveles de serotonina.
Cambios en los niveles de serotonina
El estrés, los niveles de azúcar en sangre y los cambios hormonales, sobre todo en los estrógenos, son algunas de las causas por las que serotonina se ve alterada. Los niveles bajos de serotonina, se asocian a desequilibrios mentales como la esquizofrenia, autismo infantil, trastorno obsesivo compulsivo, hiperactividad infantil, depresión, estados de agresividad, migrañas, estrés e insomnio.

El aumento de serotonina en los circuitos nerviosos produce una sensación de bienestar, relajación, mayor autoestima y concentración. La serotonina se puede medir a través de la sangre, aunque no se obtendrá mucha información, debido a que el cerebro y el resto del cuerpo se encuentran separados por la barrera hemato-encefálica, una especie de pantalla que no permite el paso de cualquier sustancia al cerebro. Por eso el cerebro fabrica sus propios neurotransmisores.

Como aumentar la serotonina
El triptófano es precursor de la serotonina, este aminoácido esencial que es capaz de traspasar la barrera cerebral, no lo puede producir el organismo por lo que debe ser obtenido a través de la dieta.
Las semillas de Griffonia simplicifolia, una planta que crece en la sabana y en la costa del oeste de Afrecha, son ricas en 5-hidroxitriptofano (5-HTP), una sustancia que sirve de nexo entre el triptófano y la serotonina.
Practicar determinadas técnicas de relajación, yoga, meditación ayuda a elevar los niveles de serotonina.
Hacer ejercicio con regularidad, la vida al aire libre, pasear y bailar favorece el incremento de esta sustancia.
Cambiar de actividad, hacer cosas nuevas, emprender nuevos proyectos, viajar... ayuda a que la serotonina aumente.
Son ricos en triptófano las pastas, arroz, cereales, leche, huevos, soja, pollo, pavo, queso, plátano y leguminosas.

En todos los casos le recomendamos consultar con su médico, terapeuta u otro profesional de la salud competente. La información contenida en este articulo tiene una función meramente informativa.
Almudena Reguero


Periodista especializada en salud y terapias naturales


Colaborador de enbuenasmanos.com

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