Cuando la vida estable no mata la pasión


Cuando la vida estable no mata la pasión
Texto de Sonsiles Fuentes

La pasión parece activarse en la medida que falta seguridad. La estabilidad, la confianza, roba erotismo a las relaciones de pareja. Por eso, recuperar las ganas y volver a entenderse requiere empeño y un poco de riesgo

Bastan unas cuantas conversaciones con personas que han pasado por una separación tras una larga y aburrida trayectoria matrimonial para descubrir un hecho recurrente: un alto porcentaje de ellos mantiene relaciones sexuales durante la ruptura, y estas vuelven a ser tan apasionadas o más como en el inicio del romance. ¿Qué han recuperado? Posiblemente, la incertidumbre. La vulnerabilidad, eso que tanto miedo suele dar y de lo que se huye buscando refugio en la estabilidad de la pareja, es el espacio en el que habita el erotismo.
¿Es inevitable la pérdida del erotismo para que el vínculo tenga fiabilidad? La antropóloga Helen Fisher, que ha centrado sus investigaciones en el proceso amoroso, asegura que el cóctel de hormonas que se desata en la primera fase del enamoramiento, la más lujuriosa, apenas dura unos años. En cambio la oxitocina, la que nos conduce al apego, es la más permanente. ¿Y no es posible añadir unas gotas de complicidad, juego y picardía cuando, además de la cama, se comparte el techo?

Un poco de riesgo
“El erotismo doméstico está cubierto por un velo de corrección”, escribe la terapeuta Esther Perel en su obra Inteligencia erótica (Temas de Hoy), que se ha convertido en un best seller en Estados Unidos. Y añade: “El rechazo sexual por parte de la persona que amamos es especialmente doloroso. Por lo tanto, nos sentimos menos inclinados a arriesgarnos eróticamente con la persona de la cual dependemos tanto, y cuya opinión es tan importante para nosotros. Preferimos censurarnos a nosotros mismos y mantener un guión erótico estrictamente negociado, aceptable y hasta aburrido, antes que arriesgarnos a salir lastimados”.
Esta profesora de la Universidad de Columbia no se corta en proponerle a una mujer que siente que ha dejado de resultar sexualmente atractiva para su marido que flirtee con otros hombres. “Nunca he sido infiel a mi marido, pero si coqueteo con mis compañeros de trabajo, descubro que todavía estoy en el mercado, y eso hace que me sienta segura de que conservo el magnetismo que atrajo a mi pareja”, comenta una enfermera de 42 años.
De hecho, hay parejas que utilizan los celos, en una versión alejada de la patología, como ingredientes para aliñar sus relaciones sexuales, que se tornan fogosas cada vez que se exponen a perder al otro. Lo que para algunos supone una humillación y daña su autoestima, a otros les erotiza desde el momento en que la relación deja de ser segura y se vuelve tan imprevisible como lo era al principio.
También hay personas que necesitan provocar los celos de la pareja porque sólo así se sienten valoradas y queridas, cuando comprueban que luchan por mantenerlas a su lado.

Familiaridad
Sin necesidad de tirar los tejos al compañero de trabajo o a la vecina, se puede agregar un nuevo ingrediente a la relación demostrando que uno no es tan previsible como el otro imaginaba.
Es un error frecuente en la pareja que después de unos años se dé por sentado que ya lo saben todo el uno del otro, que son capaces de descifrarse. Esta familiaridad ofrece confianza y seguridad, pero funciona como jarros de agua fría sobre la pasión. Con la pareja puede suceder lo que al niño al que le encanta un plato y, después de que su madre lo prepare casi a diario, deja de apetecerle. De ahí que tengamos que aliñarlo con nuevos ingredientes y que busquemos nuevas formas de degustarlo.
La satisfacción sexual en el ámbito doméstico requiere lo que se deja de lado: esfuerzo y perfeccionamiento, igual que hace el aficionado a la jardinería para disfrutar de ella, el que disfruta con el oficio con el que se gana la vida, o en la práctica de un deporte. Por el contrario, cuando se cree que, al emparejarse, el sexo se tiene asegurado, el individuo lo descuida, abandona la seducción y llega la apatía y la mediocridad en la cama.
Da igual que se pruebe con el sexo tántrico o que se apunten a un cursillo de striptease, todo vale para escapar de la rutina y aplicarse en las artes amatorias. Siempre, condición indispensable, que no se obligue al otro ni se le coaccione para hacer lo que no desea.
Salvo en aquellos casos en que la persona sufre un acoso moral dentro del matrimonio y termina por anularse, en el refugio hogareño uno se muestra tal como es, con libertad para expresarse sin miedo a ser juzgado. Es una confianza necesaria para el equilibrio personal y el de la relación. Pero no hay que perder de vista que existe un territorio inexplorado y que, incluso con quien se cree conocer al dedillo, surge alguna sorpresa.
Los asuntos del hogar, los problemas con los niños, los conflictos en el trabajo o con los parientes, las complicaciones económicas, todo ello ha de quedar aparte cuando se trata de crear un espacio y tiempo para el sexo, ya sea rápido o lento. Que nos descuidemos y sigan queriéndonos no significa que nos encuentren seductores, sobre todo, cuando ni nosotros estamos a gusto con nuestra imagen.
En el pasado, la incertidumbre de si lograremos o no seducir al otro era un excelente acicate del deseo. Tras unos años de convivencia, muchos se limitan a preguntar al consorte, o a depositar una mano sobre la nalga para averiguar si le dan permiso. Cuando toda la ceremonia queda reducida a estos gestos, puede ser tan frustrante para el que es buscado como para el que recibe la negativa.
Una mayor frecuencia no es petición exclusiva de los varones, y dedicar más tiempo e imaginación a cada momento erótico tampoco es demanda sólo de las mujeres.
Planificar un encuentro erótico con la misma pareja suscita lo que se llama una fantasía anticipatoria. Con ella, la mente, el principal órgano sexual, se pone en marcha para elaborar un afrodisiaco mucho más potente que cualquier fármaco. Genera una tensión sexual que se acumula hasta estallar al regresar a la alcoba.
Entonces, ¿por qué no hay más programación? En el imaginario colectivo se comparte el mito de que el buen sexo es espontáneo y el falso recuerdo de que las primeras experiencias con la persona amada eran fruto del deseo urgente, sin planificación. Sin embargo, casi todos los novios fijaban lugar, día, hora y urdían los preparativos. Se acicalaban mientras dejaban volar la imaginación con el juego, disfrutando de la espera, ideando conversaciones, gestos con los que hechizar, proyectando cómo aprovechar al máximo el poco tiempo del que disponían.
Al compartir techo, dan por sentado que contarán con el día al completo, y pronto descubren que esos momentos quedan reducidos a lo que el trabajo y las obligaciones cotidianas permiten.


a ausencia de sexo, cuando es mutua, no es necesariamente insatisfacción, pero cuando ese es el patrón de conducta, se ha entrado en una espiral de amargura y vacío

Pequeños intrusos
El espacio que se deja en la agenda para el erotismo se torna insignificante cuando llega la prole. Y en el peor de los casos desaparece. Se suele pensar que un hijo es un elemento de cohesión, pero si no ha existido un compromiso previo para mantener viva la pasión, la aparición de un bebé, tremendo consumidor de energías, actúa como una bomba de relojería que puede distanciar a la pareja.
De nada sirve instalarse en la queja del aburrimiento cuando no se buscan estrategias para alimentar el deseo. ¿Qué hace el hombre para rebajar el nivel de estrés de la mujer desganada? El equilibrio en el reparto de tareas entre padre y madre es una piedra angular en el bienestar de la relación. No sólo por el ahorro de energías que luego se invertirán en la experiencia sexual, sino también porque la mujer que se siente utilizada reprocha al compañero su falta de colaboración. Puede vivir como un abuso que después de dedicar 24 horas a las obligaciones familiares, aún se le exija algo más, y acaba por sentir rechazo.
A esto hay que añadir los cambios físicos que ocasiona el embarazo. La mujer se siente extraña y, a menudo, descontenta con su cuerpo, y algunos hombres no se atreven a acercarse a ella ni durante el embarazo ni después del parto.
Por supuesto, las necesidades del ser que acaba de llegar al mundo y del que los padres se hacen cargo son prioritarias. Pero ¿es necesario anular el vínculo erótico que dio pie a ese nacimiento? Es curioso que la mayoría de los padres haga un esfuerzo para afianzar esa seguridad creada con la llegada del bebé, y que se despreocupen de uno de los pilares que sostienen la buena salud de la relación: la sexualidad. A medida que esta deja de ser una necesidad por parte de uno de los cónyuges, crece la frustración de quien echa de menos el sexo. Con frecuencia se busca en otra parte: engaños, pornografía, internet…

La reconquista
Son muchos los que se quedan de brazos cruzados a la espera de que el deseo del otro salga de su estado de coma por arte de magia. Para conducir a la pareja hacia el jardín de las delicias hay que sugerir, invitar, provocar, seducir, jugar, tentarle y hasta reenamorarse. Y no unos minutos antes de tener sexo, porque entonces parecería que se busca un simple desahogo y de nuevo surge la sensación de ser utilizado. Las muestras de afecto no deberían significar siempre el inicio de una sesión de sexo. Se trata de crear un ambiente en el que la pareja sienta que su hogar es algo más que una guardería en la que el sexo ha sido sacrificado en pos de una entrega absoluta al cuidado de los hijos según la cultura imperante, que, por cierto, se distancia mucho de las anteriores generaciones, cuya concentración en la prole no era tan desproporcionada como ahora.
Atreverse a regalarse un fin de semana para sí misma, alejada de hijos y pareja, es algo que ayudaría a la madre a recordar que, por encima de todo, es mujer; recuperaría los placeres personales y descubriría, además, que su familia se las apaña mejor de lo que ella imaginaba sin que tenga que estar pendiente de todo. Una propuesta aparentemente sencilla como esta, aunque sea sólo una vez en la vida, conduce a muchas madres a un estado de ansiedad inimaginable.
Sin embargo, en casos así, la queja femenina de que no puedan valerse por sí mismos continúa. Y ellos, con la inercia, avalan la hipótesis. La postura que parece más cómoda
–aparentar que se es un inútil en los quehaceres domésticos– es en realidad una amenaza a la continuidad de la unidad familiar. Ellas se afianzan en su papel de imprescindibles, prefieren tener el último cachivache recogido antes de meterse en la cama con algo de predisposición para el sexo, y ellos, en el de seres tan dependientes como los menores. Algunos compiten con los pequeños en busca de las mismas atenciones que reciben de la madre.
En la mujer, la conexión con su parte más sexy pasa por una descarga de tareas: desde degustar unos alimentos que no ha tenido que cocinar y sin que implique recoger luego los platos, hasta invitarse a un tratamiento de belleza que le recuerde que tiene un cuerpo preparado para recibir algo más que las molestias posteriores al parto.
Una mujer que fantasea con hacer el amor con su marido en el cuarto de baño, cuando la casa está atestada de gente, con los niños y la visita de su familia política en la salita, puede que albergue la necesidad de construir un rincón secreto para su sexualidad. ¿Qué pasaría si en la larga lista de quehaceres se incluyera un ratito de lectura erótica, contemplar juntos un cómic porno o un vídeo casero colgado en internet?
A veces, para dar ese paso, la pareja tiene que enfrentarse al sentimiento de culpa interiorizado por la educación recibida.

Cambiando el patrón
“La ausencia de sexo, cuando es mutua, no es necesariamente un indicador de insatisfacción”, advierte Esther Perel, pero cuando el patrón de conducta refleja eso, cuando uno quiere y el otro tiene ganas de tener ganas, los miembros de la pareja han entrado en una espiral de frustración, desilusión, amargura, resentimiento y vacío.
La postura de la mayoría se limita a esperar a que el deseo regrese como las golondrinas.
La pareja, y no sólo los niños, puede hacer que uno se sienta especial, lo que además ayudará a afrontar más adelante el síndrome del nido vacío cuando los hijos crezcan.
Cuando no disponían de hogar y tenían que alejarse de los respectivos padres para tener sexo, la pareja aprovechaba media hora en el coche, en un recóndito lugar de la montaña o de la ciudad. ¿Y si hicieran lo mismo ahora, cuando los pequeños están al cuidado de otra persona? Puede que resulte menos cómodo que la cama, pero aportaría un poco de ese morbo que se echa de menos. Un morbo que, contra lo que casi todo le mundo piensa, llega de la mano de la intencionalidad y el sexo programado


Proposición nada indecente
Reavivar el deseo del otro implica escucharle y tomar nota de lo que le estimula. La terapeuta Flavia Limone propone un ejemplo: vemos en una película que la protagonista desgarra la camisa del amante, y él comenta que eso le gusta. Se guarda en la memoria o en una libreta para sorprenderle con la escena. Para no destrozar una buena prenda, puede pedírsele que se ponga una camisa vieja a la que previamente se han cosido los botones con muy poco hilo, de modo que facilite la tarea. Además de generar una situación erótica, le estamos comunicando al otro que tenemos en cuenta esas pequeñas locuras que le hacen feliz.
Un par de cajitas en las que guardar mensajes con nuestros deseos evitarán que nos pasemos la vida esperando a que el otro los adivine. Cada cual va llenando su caja de papelitos en los que ha escrito el regalo que quiere recibir alguna vez: un masaje con aceite de almendras, ser sorprendido en la ducha, despertarse con su canción favorita, untar de chocolate las zonas erógenas para que las deguste… La pareja puede acordar la frecuencia con la que abrirá la cajita del otro y hará realidad una de esas fantasías: cada semana, una vez al mes… Si se trata de un deseo que no puede ponerse en práctica en esa ocasión, se guarda de nuevo y se extrae otro.
Una llamada de teléfono, un mensaje al móvil o un correo electrónico son vías rápidas para sorprender al otro y contarle qué nos apetece hacer esa noche. El tono del lenguaje que se utiliza también es importante. No hablamos del mismo modo cuando estamos solos que delante de los niños. A veces puede ser romántico, otras picante, y no falta quien se excita cuando oye alguna obscenidad.
Retomar algunas conductas de la primera etapa de la relación permitirá recordar su lado más erótico: sentarse en la fila con menos público del cine para acariciarse, tocarse bajo la mesa del restaurante o en el descansillo de la escalera antes de entrar en casa…
Se trata, en definitiva, de poner energías para que el otro se sienta deseado, amado, y que uno mismo recuerde que le gusta su pareja.

OBSESIVO COMPULSIVOS 20 DE CADA MIL MENORES DE 15 AÑOS


OBSESIVO COMPULSIVOS 20 DE CADA MIL MENORES DE 15 AÑOS

*Sufren por fijación de ideas o conductas recurrentes, que realizan involuntariamente


*Ansiedad, pesimismo y reacciones emocionales exageradas, las consecuencias


El Trastorno Obsesivo Compulsivo afecta aproximadamente a 20 de cada mil menores de quince años, de acuerdo a apreciaciones derivadas de estudios realizados en distintos países y años, que aun cuando se han practicado de manera aislada coinciden en el promedio detectado en las muestras, lo que sumado a la experiencia en la consulta de los psiquiatras indica que este promedio se incrementa sensiblemente en los adultos.

Así lo expresó el doctor Enrique González Duelas, paidopsiquiatra y expresidente de la Asociación Psiquiátrica Mexicana, durante una conferencia impartida al personal de la Clínica de Especialidades Neurológicas y Psiquiátricas Tlatelolco del ISSSTE.

Si se analizan las características de este padecimiento se determina que quizá muchas personas lo padecen sin atenderse, lo cual afecta su calidad de vida. González Duelas definió a la persona obsesivo-compulsiva como un individuo pesimista, ansioso y con respuestas emocionales exageradas.

La causa de estas reacciones es que los pacientes refieren ser "asaltados de manera intrusiva e involuntaria por ideas, imágenes o conductas que se fijan en la mente como obsesiones recurrentes y repetitivas que desvían su concentración presente en el trabajo y afectan sus relaciones interpersonales con una alterada percepción de la realidad".

El carácter de las personas afectadas por esta enfermedad se caracteriza por ser perfeccionista e hiperresponsable; no obstante, ellos mismos se complican la realización de sus actividades cotidianas, usan mucho tiempo en tareas simples y frecuentemente llegan tarde, lo que los mantiene en un estado de ansiedad y pesimismo.

Aunque los enfermos son conscientes de su alteración y reconocen los pensamientos como productos de su mente, refieren incapacidad para suprimir, ignorar o neutralizar sus impulsos.

En el ISSSTE se ofrece un tratamiento con base en antidepresivos y terapia correctivo-conductual, que en primer término abate la ansiedad y en segundo entrena a la mente para identificar y comprender las obsesiones y posteriormente a modificar su respuesta ante ellas.

El resultado es la recuperación de la confianza, la tranquilidad y la capacidad funcional del individuo en sus ámbitos afectivo, social, emocional y productivo.

Respecto al diagnóstico y tratamiento en los niños, González Ruelas dijo que es más difícil, pues como no es una alteración que produzca dolor, muchas veces pasa desapercibida, aunque provoca bajo aprovechamiento escolar y puede complicarse en la edad adulta, por lo cual recomendó a los padres mayor sensibilidad y observación de la conducta de sus hijos, con el fin de que enfermedades como ésta se corrijan oportunamente.

LOS NIÑOS HASTA DE 4 AÑOS PUEDEN DESARROLLAR TRASTORNOS OBSESIVO COMPULSIVOS


LOS NIÑOS HASTA DE 4 AÑOS PUEDEN DESARROLLAR TRASTORNOS OBSESIVO COMPULSIVOS

Incluso niños desde los cuatro años pueden desarrollar el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), señala un estudio reciente.

El estudio, publicado en línea en la revista Journal of Psychopathology and Behavioral Assessment, encontró muchos paralelos entre los niños pequeños que tienen TOC y sus compañeros de más edad con el trastorno de ansiedad. Por ejemplo, ambos grupos tenían obsesiones y compulsiones similares, diagnósticos psiquiátricos múltiples, y altos índices de trastorno obsesivo compulsivo en su historia familiar. Sin embargo, los niños más pequeños eran menos propensos a sufrir de depresión que los de más edad.

"Nuestros hallazgos ofrecen el primer vistazo a las características y variables que emergen durante el TOC de inicio en la niñez temprana, y esperamos que lleve a más estudios que se enfoquen en la evaluación y tratamiento de este grupo de edad", dijo en un comunicado de la Clínica de investigación de la ansiedad pediátrica del Centro de investigación infantil Bradley Hasbro el autor del estudio Abbe Garcia, director de la clínica.

El trastorno obsesivo compulsivo provoca que una persona tenga pensamientos recurrentes no deseados (obsesiones) y/o conductas repetitivas (compulsiones). Estas compulsiones, como lavarse las manos, contar, revisar o limpiar, con frecuencia se llevan a cabo con la esperanza de prevenir los pensamientos obsesivos, o de hacerlos desaparecer. Realizarlas conlleva un alivio solamente temporal y no realizarlas aumenta la ansiedad marcadamente.

Hasta uno de cada 200 niños y adolescentes podrían tener trastorno obsesivo compulsivo, según la American Academy of Child & Adolescent Psychiatry.

En su estudio de 58 niños con TOC entre 4 y 8 años de edad, una quinta parte tenía un miembro inmediato de la familia con antecedentes del trastorno. Aproximadamente a un quinto de los niños también se les diagnosticó trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o trastorno de ansiedad generalizada (TAG).

El 75 por ciento de los estudiados informaron tener obsesiones múltiples, siendo la más común un temor de contaminación y miedos catastróficos sobre la muerte o hacerse daño a sí mismo o a sus seres queridos. Casi todos tenían conductas compulsivas múltiples, con un promedio de cuatro por niño. Las más comunes eran lavarse, revisar y repetir.

Garcia señaló la importancia del estudio y afirmó que "el diagnóstico y la intervención precoces son críticos para reducir la gravedad de los síntomas y mejorar la calidad de vida".

Publicado en el Journal of Psicopathology

http://www.mipediatra.com/blog/2008_10_01_archivo.htm

Víctor Ingrassia (La Nación). Faltar a la verdad en forma repetitiva es un problema patológico que suele comenzar durante la niñez

Para el poeta inglés Alexander Pope, "el que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera".

Quizá no sean veinte, pero sin duda ése es el comportamiento de quien no puede dejar de mentir en forma compulsiva y hace de esto un hábito de vida.

Si bien la mentira forma parte del ser humano desde su niñez, la conducta repetitiva de faltar a la verdad desde que uno tiene uso de razón deja de ser normal y se convierte en un problema patológico que hoy puede resolverse con la terapia adecuada.

"La compulsión es la base de todo tipo de trastorno obsesivo y la mentira repetitiva está relacionada con problemas en personalidades inflexibles y de conducta rígida", afirmó el doctor Eduardo Grande, jefe de la División Salud Mental del Hospital General de Agudos Teodoro Alvarez. Según el psiquiatra, la mentira compulsiva es difícil de manejar terapéuticamente porque se oculta tras otras conductas, como la compulsión por el juego o las adicciones.

[Mas:]

Según estadísticas de 2005 del Servicio de Salud Mental del hospital, el 92% de los pacientes miente sobre el consumo de sustancias; el 25%, sobre el consumo de alcohol, y el 58%, sobre el juego patológico (ludopatía).

Una marca de la niñez

Aunque la personalidad del mentiroso compulsivo se manifiesta en la juventud o la adultez, los especialistas señalan que es durante la niñez cuando comienza a construirse.

Para el doctor Daniel Alberto Vidal, de la Asociación Argentina de Psiquiatría, mentir de chico "es una creación imaginativa espontánea común en los primeros años de vida, que forma parte del desarrollo psicoevolutivo normal". Como ejemplos señaló el mentir en los primeros diálogos con juguetes o mascotas y en los relatos de la vida cotidiana, que suelen adornar con situaciones y personajes imaginados.

"La conducta del mentiroso compulsivo tiene su raíz en los vínculos más primarios; es decir, aquellos que lo han formado como sujeto. En la niñez se forma su personalidad según la educación y el contexto en el que se vive. Está en constante asimetría con los adultos, por lo que se vale de mentiras inocentes para intentar igualarse", explicó la psicóloga Miriam Mazover, directora del Centro Dos.

Ahora, según la experta, el hecho de que los padres repriman las mentiras de su hijo le impide a éste generar una marca que lo caracterice y le suele dejar un trauma que se dará a conocer en la adultez. "Comienza a operar un mecanismo en la mente que quedó enquistado en la infancia, sin elaborar. Así, la mentira repetitiva toma el lugar del recuerdo fallido y surge en forma inconsciente", agregó Mazover.

Trastornos de la conducta

Según Vidal, existen cuatro tipos de manifestación de la mentira: la hecha en forma esporádica (todos alguna vez mentimos), la evolutiva (de niño), la que se dice como producto de un padecimiento sintomático (para obtener atención gracias a la creación de un falso personaje) y la efectuada como conducta repetitiva. Esta es la mitomanía, en la que se vive para y por la mentira.

"El mitómano utiliza la mentira como conducta de vida, falseando la verdad respecto de hechos, cosas y personas con el objeto de hacer un daño", destacó Vidal, psiquiatra del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UBA.

Para Mazover, existen tres tipos de personalidad donde se asienta esa conducta obsesiva: la psicótica (producto de un delirio), la perversa (la mentira es un instrumento para falsear hechos y dichos) y la neurótica (el otro aparece como alguien que lo tiene todo y se necesita de la mentira para llamar su atención).

Según Mazover, la mentira compulsiva no es un motivo de consulta, pero sí subyace como un problema en el 35% de los pacientes tratados en el Centro Dos.

Cómo prevenir

Una forma de evitar que la mentira se transforme en una obsesión en la adultez es "no castigar a los chicos cuando dicen una mentira menor, ya que es propio de la imaginación infantil y forma parte de su maduración", explicó Vidal, para quien los padres deben explicar las diferencias entre fantasía y realidad.

Destacó, además, que el adulto que padece este trastorno en forma histriónica debe recurrir a terapia.

Pero para poder prevenir, es necesario detectar la conducta a tiempo. En este sentido, dos universidades estadounidenses difundieron en 2005 trabajos experimentales que sugieren que las mentiras podrían detectarse con un estudio de rutina. En uno, científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pennsylvania compararon imágenes obtenidas con resonancia magnética funcional del cerebro de sujetos cuando mentían y cuando decían la verdad. Según los resultados publicados en Nature, determinaron que las mentiras se pueden detectar con un 99% de precisión.

En el segundo estudio, expertos de la Universidad de California del Sur hallaron que el cerebro de los mentirosos compulsivos posee diferencias estructurales respecto de quienes dicen la verdad: en el lóbulo frontal tienen más sustancia blanca que materia gris.

Pero a pesar de que hay quienes aseguran que "todos los hombres nacen sinceros y mueren mentirosos", lo que acaba de leer es cierto... De verdad.

Fuente blogs.periodistadigital.

http://blogs.sawebsos.com/index.php/psicologosmadrid/2008/08/15/obsesion_a_mentir

Obsesiones, ¿pánico?



Obsesiones, ¿pánico?

""La armonía llega a tu interior a través de tu mente. El predecesor de toda acción es el pensamiento".

Wayne W. Dyer

Los trastornos de ansiedad son los más concurridos dentro de la patología neurótica del ser humano. En las salas de urgencias de Psiquiatría de cualquier hospital general suele observarse a diario cuando surge la crisis.
El episodio de crisis de pánico es quizás el más paralizante para la persona que lo vive porque el poder de los pensamientos en esos momentos es tan grande que la sensación de la persona es "ser atrapada por sí misma". La reacción: la huida del propio yo; algo realmente imposible.

Pero vamos a intentar ordenar el tema para vuestra comprensión, empezando por la definición de trastornos de ansiedad. La ansiedad es aquella emoción que sentimos cuando creemos vernos amenazados por algo o alguien. Es una respuesta innata en el ser humano que de niño le preserva de muchos peligros y es normal que se experimente en determinadas situaciones.
Cuando la ansiedad surge sin que haya ningún estímulo temerario que justifique su presencia, entonces es una respuesta innecesaria que debe tratarse como trastorno psicológico.

Según la clasificación psiquiátrica de las diferentes enfermedades mentales, DSM IV, los trastornos de ansiedad se clasifican en:

1.

Trastorno de angustia sin agorafobia
2.

Trastorno de angustia con agorafobia
3.

Agorafobia sin historia de trastorno de angustia
4.

Fobia específica
5.

Fobia social
6.

Trastorno obsesivo-compulsivo
7.

Trastorno por estrés post-traumático
8.

Trastorno por estrés agudo
9.

Trastorno de ansiedad generalizada
10.

Trastorno de ansiedad debido a…
11.

Trastorno de ansiedad no especificado.

Pero como el objetivo de este artículo no es académico, hablaremos puramente de las crisis de pánico y las obsesiones.

Las denominadas crisis de pánico son episodios desbordantes de ansiedad en los que la persona deja de actuar paralizada por el miedo. No hay estímulo aparente que lo justifique, al menos en la realidad, porque ella cree que puede desvanecerse, sufrir un infarto o cualquier otra situación de pérdida de control. Los pensamientos se suceden rápidamente invadiendo todo criterio lógico y racional. A partir de aquel momento ya nada es lo que parece y la duda inunda todo raciocinio.

El sujeto sufridor de pánico teme cualquier acción y ningún lugar es seguro porque es su pensamiento el que le desborda, le descontrola. Los pensamientos que se suceden para desequilibrarlo siguen unos mismos esquemas:

*

Parecen taquigrafiados
*

Son repetitivos
*

Son específicos
*

Contienen palabras clave
*

Son irracionales, a pesar de lo cual casi siempre son creídos
*

Suelen ser difíciles de detener o desviar.
*

Dramatizan utilizando términos del tipo: "debería de", "y sí…"
*

Se viven como espontáneos.

La persona escucha atentamente esos mensajes que se envía a sí misma, se los cree y asume el descontrol y el miedo que la paralizan queriendo escapar a toda costa de sí misma, es decir de sus pensamientos. Los pensamientos automáticos al ser creídos se asientan con más fuerza en la persona formando parte de su cotidianeidad. Este hecho reduce la socialización en la persona que los sufre, quien limita salidas y contactos por el temor de que se vuelva a producir la crisis. Empieza por evitar aquellos lugares en los que sintió que le invadían esos pensamientos automáticos y poco a poco, con la generalización de sus ataques, se convierte en alguien incapaz de salir de su propia casa.

La solución a esta conducta tan limitativa está en trabajar los pensamientos que provocan esa desagradable emoción. Para ello contamos con diferentes técnicas dentro de la psicología cognitivo-conductual como la detención del pensamiento, la detección previa de esos pensamientos, la confrontación de esos con la realidad, etc.… La consecuencia que se pretende con ese intento de confrontar los pensamientos distorsionados con lo racional es para que uno mismo se crea lo absurdo del pensamiento paralizante y así eliminarlos del lenguaje interior.

Vamos a analizar un pensamiento distorsionante y su confrontación con la realidad para comprender mejor el proceso:

"Soy una persona que por motivos de mi trabajo suelo tener reuniones en los que dirijo a un grupo de subordinados cómo hacer su trabajo. Suelen ser rutinas que por mi propia y amplia experiencia no me suponen ningún temor. El problema surge el día en que como otros tantos días voy a una reunión más general de la firma y estando tranquilamente conversando con unos y otros, siento que se pronuncia mi nombre en alto y la sala queda en silencio en espera de que yo acuda a la "invitación" para contestar la pregunta en cuestión que se me hace y de la que no puedo acordarme. El miedo paraliza mis piernas y siento desfallecer, no soy capaz de moverme y mucho menos de mediar palabra, ¿qué me sucede? No puedo explicarlo pero aquel día hice totalmente el ridículo" -
Estas son las palabras introductoras del problema de pánico frente a situaciones sociales que padece un paciente de 38 años -. Y prosigue así:
"A partir de aquel día no he podido seguir desarrollando mi trabajo con la comodidad que me caracterizaba. Ahora temo cualquier reunión por más simple que sea y ha llegado un punto mi temor que no soy capaz de ir al trabajo por miedo a que soliciten mi presencia y mis palabras en una improvisada reunión."

Le pregunto cómo se siente y describe: "Me siento un fracasado, alguien poco cualificado y ridículo, sé que la gente se ríe de mí por incompetencia."
¿Qué crees te pasó aquel día? - solicito - "Vi demasiados ojos pendientes de mí y creí que no sabría que decir"
¿Acaso no eres alguien competente en tu trabajo? - cuestiono - "Antes sí, ahora ya no."
¿Qué te lleva a pensar así? - pregunto - "No haber podido abrir la boca aquel día".
¿Crees que la competencia en un trabajo se valora por un día y no por un cúmulo de situaciones? - insisto - "Vi sus caras y supe lo que pensaban".
Si tú hubieras pertenecido al grupo que estaba a la escucha, te hubieras preocupado en pensar que alguien que no respondía a una demanda era clasificado de incompetente - increpé yo - "Eso es algo diferente, yo era quién no pronunció respuesta".

Lo único cierto es que no diste respuesta a la solicitud de opinión, lo demás son conjeturas que tú mismo te haces sin ningún apoyo racional. Si en vez de ello no le hubieras dado importancia porque en definitiva todos podemos tener un mal día, no dejarías que un episodio sin más importancia que la que tu pretendas darle te estropee la vida. Si te hubieras reído de tu "pánico" en el instante en que sucedió considerando como normal el acontecimiento, ahora no estarías aquí. Te sentiste incómodo interpretando los pensamientos de los demás asistentes para ridiculizarte. Son tus pensamientos de aquel instante los que han mantenido tu conducta de pánico actual. - manifesté -.

* * *

En la vida, a diario, nos encontramos con situaciones que nos provocan el pánico. Si los pensamientos automáticos que nos invaden en aquel momento son irracionales y dramáticos tendemos con ello a prolongar la emoción desagradable, generalizándola en otras situaciones posteriores. El pensamiento genera una emoción que se mantiene si la situación que provocó el pensamiento fue vivida como amenazante.

Imagínate resbalando en plena sala de juntas cuando estás sirviendo un café. Ante el gran resbalón, los jefes se ríen y tú piensas: "Menudo ridículo acabo de hacer, seguro que han pensado que soy una inútil y tonta." La emoción sentida es de vergüenza y en un futuro evitarás servir el café en la sala de juntas. Si además, cada vez que te cruzas con uno de los que presenciaron el "desastre" piensas seguro que aún se ríe de mí, el pánico invadirá diferentes áreas de tu vida, evitando situaciones de tu entorno cotidiano. Cuanta más negatividad e irracionalidad le dieras a tus pensamientos, más agudo sería el pánico. "Lo que piensas" se traduce en tus acciones, por ello es importante que se intente mantener un buen contacto con la realidad a la hora de expresar el lenguaje interior.

Las obsesiones son pensamientos deformantes que se mantienen constantemente en tu mente creando una obsesión continua. La obsesión es un fenómeno que aparece en tu conciencia contra la voluntad del sujeto. Se vive como absurdo, ilógico, ajeno al yo. El fenómeno obsesivo puede ser: una idea, un recuerdo, un temor, un impulso, un acto, …puede tener un contenido indiferente para el sujeto pero lo normal es que sea algo vivido como intolerable y desagradable. Debido a ello, el sujeto tiende a desarrollar unas conductas defensivas y rituales para vencer la obsesión, es lo que denominamos "compulsión". Los obsesivos con personas con tendencia a la pulcritud y al orden, son perfeccionistas que exigen mucho de los que forman su entorno.

Pánico y obsesión corresponden a luchas internas de la persona que se siente continuamente amenazada por sí misma y sus pensamientos. La primera acumula una gran dosis de ansiedad paralizando toda reacción. La segunda, más rígida y controladora, manifiesta rituales para eliminar la obsesión que no puede evitar. Los dos sufren pero la clave para vencer ambos está en la detección de los pensamientos distorsionantes.

Trabaja tus pensamientos, confrontándolos con la realidad para vencer estos trastornos.

Gloria Marsellach Umbert - Psicólogo

http://usuarios.lycos.es/puntodevista/Pr/tema5/tema5.html

pruebas de realidad


este es el método "general" y "preferido" por la terapia cognitiva, pues contiene la base del método de esta terapia. Las pruebas de realidad consisten en una serie de preguntas que usted puede realizar dirigidas a sí mismo con el fin de comprobar el grado de validez que tienen sus pensamientos automáticos.

La primera prueba de realidad consiste en buscar las pruebas para mantener la seguridad en la creencia de un pensamiento automático: "¿Que pruebas tengo para creer esto? ¿Hay alguna prueba en contra de este pensamiento automático?
Una persona que esperaba ser vista por el médico, llevaba esperando media hora más de la cita acordada previamente. Le vino a su mente el pensamiento automático: "Mi caso no le interesa nada, debe de tener otros más interesantes", y comenzó a sentirse triste y con deseos de abandonar la consulta. Sin embargo se preguntó: "¿Que pruebas tengo para creer que al médico no le interesa mi caso?". Se respondió que en otras visitas el médico se había mostrado con mucho interés por su evolución, y que la media hora de tardanza se podía deber a otros motivos ajenos a ella. Esto le hizo animarse de nuevo y apartó su tristeza.

La segunda prueba de realidad consiste en buscar otras interpretaciones o valoraciones distintas y posibles al pensamiento automático, a esto técnicamente se le llama reatribución. Se utiliza una pregunta del estilo: "¿Puede haber otra explicación para esto?", o "¿Puede haber otras razones o motivos para esto?". Esta pregunta puede ser de utilidad para valorar la seguridad en los pensamientos automáticos referentes a las causas que asignamos a los sucesos.
Una chica estaba en su primera cita con su pareja, ambos estaban muy callados, y ninguno se atrevía a hablar por el momento. A ella se le vino a la cabeza: "Seguro que no le gusto”, y comenzó a sentirse triste y ansiosa. Sin embargo pudo encontrar otras explicaciones más validas para lo que estaba ocurriendo: Ambos parecían más bien tímidos, era su primera cita, les resultaba difícil empezar. Pensando esto redujo su malestar, y dijo a su pareja sonriendo:" Parece que estamos un poco nerviosillos, ¿no te parece?", lo que produjo también una sonrisa en su pareja y "rompió el hielo" para comenzar a conversar.





SITUACION




ESTADO EMOCIONAL

(0-100)




PENSAMIENTO AUTOMATICO

(0-100)




CONDCTA Y RESULTADO






MODIFICACION

COGNITIVA






NUEVAS CONSECUENCIAS



Describe la situación actual que conduce a la emoción desagradable; ó imaginaciones; ó corriente de pensamientos




1.Especifica: triste/ansioso, irritado...







2.Evalua: grado de emoción 1-100




1.Escribe : pensamientos automaticos que acompañan a la emoción.



2.Evalua el grado de seguridad en el pensamiento 1-100




1.Describe tu conducta ante esa situación: lo que hiciste o dijiste





2.Valora las consecuencias de tu conducta sobre ti o la reacción de otros




1. Utiliza las pruebas de realidad y escribe los nuevos pensamientos a esas pruebas

2. Evalua el grado de seguridad en esos nuevos pensamientos (0-100)




1.Vuelve a valorar el grado de seguridad en los pensamientos automáticos previos 1-100

2.Especifica las nuevas emociones y su grado 1-100



3. Nuevas conducta y rsultados






































Explicación: Cuando experimenta una emoción desagradable anote la situación que parece disparar dicha emoción. Si la emoción ocurre mientras estaba pensando o imaginando algo, anote esa circunstancia en la casilla situación. Luego, anote el pensamiento automatico relacionado con esa emoción. Valore el grado de seguridad que tiene ese pensamiento (1%=Nada seguro...hasta..100%=Completamente seguro) y valore también el grado de la intensidad de la emoción (1%=Casi nada intensa..hasta..100%=Lo más intensa posible). Posteriormente, intente y anote los nuevos pensamientos, interpretaciones o valoraciones a los que usted llega tras aplicarse las preguntas de prueba de realidad a sus pensamientos automáticos, asi como el grado en que cree en esos nuevos pensamientos (tambien de 1-100). Y finalmente, valore el grado de crencia final en sus pensamientos automáticos previos, su nuevo estado emocional ( y su intensidad de 1-100) y las nuevas conductas que aparecen.

Una persona realizó el siguiente autorregistro:



SITUACION






ESTADO EMOCIONAL

(1-100)




PENSAMIENTO AUTOMATICO

(1-100)




CONDUCTA Y RESULTADO




MODIFICACION

COGNITIVA

(1-100)




NUEVAS CONSECUENCIAS



-PENSAMIENTO

AUTOMATICO

PREVIO (1-100)



-ESTADO EMOCIONAL

NUEVO (1-100)





-NUEVA CONDUCTA



Mi novio me ha dejado tras 2 años de relación
















-Tristeza (100)



-Ansiedad (90)





-Culpa (80)




- “Jamas encontraré otro hombre tan cariñoso como el”

(80)



-”No puedo vivir sin el”

(90)



-”Es culpa mia que hayamos roto”

(80)








-Casi todo el dia llorando encerrada en casa



-No tengo ganas de salir con las amigas





-Noto que estoy llegando a una depresión




-”En realidad no tengo pruebas para decirme que no encontraré otro hombre que me guste. Simplemente estoy anticiopando sin base alguna”

(100)



-”Estoy exagerando al creer que no puedo vivir sin el, es logico que estñe algo triste, pero podré salir adelante aunque me cueste mas al principio”

(90)



-”Los problemas de pareja se debió a ambos, quizas a una falta de entendimiento”

(75)






-Mi valoración ahora despues de la modificación cognitiva, en mis tres pensamientos automáticos iniciales es: 20, 0 y 10. (“jamas..no puedo.. Es culpa mia..)



-Ahora me siento mas animada (70)



-Voy a quedar en salir esta tarde con amiga Marta.


http://www.fobiaclub.com/concurso/muestras_01.htm

En primer lugar, es necesario hacer una distinción fundamental. Tanto las fobias como las obsesiones son síntomas, en muchas ocasiones se presentan juntos, es decir dentro del mismo cuadro patológico y/o en la misma persona que lo sufre; sin embargo, las obsesiones pertenecen a una estructura clínica definida, la neurosis obsesiva; y en cambio las fobias, no arman una estructura clínica, esto es, que pueden existir fobias, como síntoma en otras estructuras clínicas como la histeria y la psicosis.

También es posible encontrarnos con elementos obsesivos en otras estructuras clínicas como la histeria ( ya que podriamos decir que no existen cuadros clínicos puros).

Esto nos permite argumentar que las obsesiones están plenamente integradas en el cuadro de las neurosis obsesiva.

Empecemos con las fobias. Casi todas las personas han experimentado, a lo largo de su trayectoria vital, temores,. En la infancia, éstos se plantean dentro del propio desarrollo y maduración del niño( pesadillas, animadversión a animales pequeños y grandes ,etc.).

Las fobias tratan de un temor irracional, incontrolable frente a un objeto, situación o personas determinadas, que derivan en un afecto especifico: la angustia. Ante la aparición de ésta, el sujeto plantea una distancia de seguridad, que atempere la misma, o bien la propia evitación del estímulo que suscita la angustia.

Podemos citar dos grupos que se caracterizan por el objeto de la angustia: las fobias de carácter común ( aquellas personas que sienten miedo, muchas veces en demasía, a la soledad, la muerte, la enfermedad, la noche) y las fobias ocasionales, donde la angustia emerge en circunstancias especificas: agorafobia, temor a los espacios abiertos, y la claustrofobia, espacios cerrados. Se diferencian del primer grupo, que éstas últimas no inspiran temor en las personas sanas.

En los últimos años, se añade una nueva sintomatología: fobia social; temor al contacto de relación con las personas, creándose una situación de angustia emergente ante la exposición personal en las relaciones humanas.

En las obsesiones, se trata, por un lado, de representaciones mentales, ideas, que se presentan en la mente de una persona de carácter irrefrenable y, en la mayoría de las veces insoportable. Bien emergen en una proposición de dos términos “ si hago tal cosa, sucederá otra” – ésta segunda parte de la proposición es mortal -, o bien con objetos concretos y cotidianos – sillas, mesas, pomos de puertas, telefonos, almohadas, etc –Y por otra, el estado emotivo: la angustia, la ira, la duda y el remordimiento – la culpa-. La parte importante en las obsesiones es ésta última, la afectiva. Persiste, a pesar de que el motivo asociado pueda variar o transformarse a lo largo del tiempo. Las personas que dudan, lo pueden realizar en muchos elementos o cosas, sin embargo el estado afectivo es el mismo, permanece de forma intacta.

Este estado está justificado, es algo que proviene de la propia historia de la persona con un sello patológico determinado y que se eterniza. Lo que varía en el tiempo, no es el afecto suscitado, sino las ideas asociadas a él. De tal forma que podemos encontrar representaciones mentales que suscitan un afecto de culpa muy intenso, y en cambio no está justificado que deriven en dicho afecto, esto es, podemos tener ideas inocuas asociadas a sentimientos de culpa muy intensos.

Estas ideas son sustitutivas de la original, que sí justifica el afecto concomitante señalado. Estas ideas, representaciones mentales, han sido reprimidas, que no olvidadas, por el sujeto, justamente por lo que suponen para la propia persona. Además, estas sustituciones, desplazamientos en fin, permiten atemperar el monto afectivo resultante porque pueden caer en la racionalización del sujeto y le ayudan a no vivir permanentemente angustiado. Igualmente, para ejercer la defensa contra la angustia, la persona puede desplegar un ritual determinado, que impide que “algo” suceda ( “ si coloco la ropa en este lugar y de esta forma, esto indicará que mañana todo irá bien” ).

Estas ideas o representaciones mentales se postulan a descubrir en un proceso terapéutico. Han sido reprimidas y sustituidas porque son inconciliables para el yo de un sujeto; y en cambio lo que permanece de forma invariable es el carácter insoportable del afecto derivado.

Los ejemplos de obsesiones son los pensamientos negativos, que una y otra vez se imponen al sujeto, sin que la persona pueda hacer “algo” para sustraerse a ellos. Podemos plantear la obsesión como un intento de solución a un temor particular que soporta una persona.

FUENTE: APERTURAPSICOLOGICA
http://www.aperturapsicologica.com/articulo02.html