Suegra hay una sola..... cuídala!


Más allá de que el rol que desempeñan no las ayuda demasiado, lo cierto es que algunas suegras parecen esforzarse por resultar desagradables.
Descubre los distintos tipos que existen.
Entre las peores que una puede tener, están las contempladas en la lista que sigue:

La sola: Porque el destino lo quiso (puede que haya enviudado o se haya separado) no tiene pareja. Y es su hijo quien hace las veces de marido, hermano y confidente. Por eso él siente que tiene que ocuparse de ella y que no puede dejarla sola. En consecuencia, en más de una oportunidad, los acompañará a cenar o al teatro. Consejo. Consíguele un novio a tu suegra. Cueste lo que cueste. Si tu pareja va a serte infiel, más vale que no sea con su madre.

La moderna: Tiene un cuerpo que más de una adolescente envidiaría; un novio más listo y buen mozo que el tuyo (que viene a ser su hijo); va al gimnasio; no limpia ni cocina; tiene una carrera profesional brillante y ya no teme quedar embarazada. Tu pareja la admira, tú lo sabes. Y no puedes evitar la sensación de que te compare todo el tiempo. Consejo. Trata de convencerla de que se vaya a vivir con su novio. Así, el tuyo se sentirá abandonado y se refugiará en ti.

La falsa: Se esmera en ser amable pero nunca recuerda tu nombre (aunque hace diez años estás con su hijo). Cada tanto, entre sonrisa y sonrisa, lanza algún comentario malicioso (de esos dardos que siempre dan en el blanco y te dejan sin capacidad de reacción). Consejo. Utiliza su misma táctica y nunca pierdas la calma. Si no resulta, múdate al otro lado de la ciudad.

La entrometida: Opina sobre todo, aun cuando nadie le pregunta. Está pendiente de cómo te vistes, de qué cocinas y de qué tan bien educas a tus hijos (¡sus nietos!). Si estudias, dirá que abandonas a tu familia. Si no lo haces, que no tienes ganas de progresar. Consejo. No trates complacerla, nada de lo que hagas le agradará. Dile a todo que sí y haz lo que te plazca, pero que ella no se entere.

La madre de hijo único: Para ella, tu marido siempre será su bebé (aunque esté cerca de los 40 y luzca algunas canas). Si te enfadas con él, te pedirá que lo perdones porque es muy sensible. Y si se muestra amable contigo no es porque de verdad te quiera: sabe que si te declara la guerra puede perder a "su nene". Consejo. O te rindes y te conviertes en la otra mamá de tu pareja o buscas otro novio, porque él jamás madurará. Acéptalo: es imposible ganar esta batalla.

Éramos pocos y llegó la suegra. La mayoría de las suegras actuales no se parecen mucho al arquetipo: tienen el espíritu joven, están muy ocupadas con su vida y, en general, más que abuelas mal criadoras están tan entretenidas con cursos (y hasta amantes) que tienen poco tiempo para ellos. Para otras, hay que reconocerlo, la única diversión es entrometerse en las vidas de sus hijos casados. Casi, casi es su razón de vivir. Pero a todas ellas las sobrevivirá el "arquetipo suegra", esa mujer insoportable que destruye parejas en nombre del amor ciego a sus hijos.

Esas suegras son personas con mala prensa. "Monjas negras" a la hora en que sus hijos toman decisiones con sus parejas, tienen un grado de influencia que va desde la indiferencia a la intromisión. Pero cuando las suegras se instalan en nuestra casa, la odisea ha comenzado. Ya no se lucha por ser feliz con alguien sino también con su madre. No siempre una casa es un sitio a salvo, a veces es el peor lugar donde se puede estar. "Después de todo -dicen-, es mi madre".

Para muchas parejas, la suegra prepotente e inquisidora es un personaje nefasto dentro de la relación. Para otras, es el triste espejo donde ven en qué se convertirá la persona que tienen al lado dentro de unos años. Con este panorama, no es difícil preveer que la llegada de una suegra al hogar de cualquier pareja traerá problemas. Suegras y nueras, unidas por lazos políticos, no se llevan bien en la gran mayoría de las ocasiones: por más avanzada que esté la civilización y por más maduras que sean esas dos personas, la suegra jamás podrá superar (aunque no lo divulgue) que alguien le ha arrebatado a su hija o hijo.
Sin embargo, todo empieza mucho antes, con una frase archiconocida: "Esa persona no es para ti".Desde esa frase, aunque a veces acertada, se disparan rebeldías y situaciones que sólo el damnificado podrá reconocer en el futuro. Supongamos que esa imaginaria relación continúa a pesar de las contraindicaciones y que la pareja llega al altar. ¿Qué postura adopta la suegra? Respuesta: una sonrisa fastidiosa, a regañadientes, síntoma del arrebato que se ha llevado a cabo en sus propias narices.

La influencia de las suegras puede complicarlo todo. Desde el orden casero hasta la educación de los hijos, su visión siempre será la acertada y muy superior a las expuestas por los principales interesados. Cuando las suegras entraron a casa para quedarse una buena temporada, las defensas de los dueños del hogar habrán claudicado en sus conquistas, madre e hija -si de ellas se tratara- dominarán la escena y los movimientos en cada situación. Aliadas en los infortunios y amigas en las dichas, el hombre de la casa llegará a ver en sueños a su suegra espiando desde la puerta. Es el comienzo.

Eduardo, de 56 años, recuerda que en su juventud cometió "el terrible error" de llevar a vivir a su suegra al hogar recién formado. "Ella había enviudado hacía poco, estaba deprimida y la llevamos con nosotros. Mi hija era pequeña, tenía cuatro años, y compartía el dormitorio con ella. Al poco tiempo, la vieja roncaba como un mamut y no dejaba dormir a la niña; para colmo, mi hija un día se asustó porque vio nadando la dentadura postiza de la señora en un vaso con agua". Su matrimonio se desactivó, entre otras razones, por culpa de su suegra que convencía a su mujer de que la fisonomía familiar se alterara a su gusto y placer. "El matrimonio se echó a perder por culpa de ella, que le llenaba la cabeza a la hija. Llegamos al punto de no tener siquiera relaciones sexuales. Me fui solito y no volví nunca más".

Es que tener a la suegra en casa quita espacios a la pareja. Ella puede ayudar, es cierto, en algunas tareas domésticas, pero el saldo final se parece a una carga que muy pocos parecen dispuestos a asumir.

Seguramente habrá casos de suegras muy generosas y respetuosas de los espacios de una relación, pero convengamos que la mejor suegra es la que está en su propia casa y no en la nuestra.


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- ¿Cómo manejar a la familia política?