El maltrato emocional se origina en el comportamiento de los padres y afecta sicológicamente al niño


Humillación, predisposición e inseguridad son los sentimientos que se pueden ver refejados en el futuro cuando un pequeño padece este tipo de situación en la niñez.
Siempre que se oye hablar de maltrato infantil, se asocia con el hecho de que los adultos golpeen físicamente a los niños; sin embargo, existe otra clase, mucho más sutil, pero no por ello menos dañina: se trata de un maltrato silencioso, que abarca el ámbito emocional y sicológico.

“Este lo padecen los niños que constantemente son ignorados, ridiculizados, insultados, rechazados, confinados, despreciados, regañados o subvalorados ante los demás por sus propios padres”, explica la sicóloga infantil María Isabel Guerrero.

El maltrato emocional proviene principalmente de los padres, pues ellos son la fuente de autoestima del niño. Así que si ellos no les brindan la aprobación y el reconocimiento que requieren para consolidar y fortalecer su personalidad, su estabilidad emocional puede tambalear.

Los padres no deben olvidar que la capacidad para crear ideales y obtener logros está relacionada con el reconocimiento permanente que los adultos le dan al niño.

Por eso, “las figuras paternales deben funcionar como ‘un espejo de aumento’, en el cual el niño vea reflejada su importancia, su certeza de ser capaz de vivir y sortear todas las vicisitudes de la vida”, asegura Clara Maya Gallego, sicóloga sicoanalista.

Este tipo de maltrato puede originarse desde la gestación por una madre que no quiere a su hijo. De la misma manera, sucede con padres que no aceptan al niño porque no pueden tolerar algunas de sus características personales, como su llanto, su ansiedad, su dificultad para aprender, entre otras.

En este sentido, no hay que olvidar que el niño se hace sujeto en la relación que establece con los otros, inicial y especialmente con los padres; es decir, que sobre ellos recae una gran responsabilidad, pues al “aceptar la existencia del hijo, su género y sus características personales, el niño internaliza –es decir, hacer propia– esta aceptación, lo cual hará que se sienta contento con su existencia”, comenta Maya.

Ahora bien, si, por el contrario, los padres rechazan al hijo, él lo percibirá e internalizará una imagen del mundo y de personas ‘malas’, hostiles y amenazantes, frente a las cuales tendrá que defenderse, contraatacar, retraerse del medio o refugiarse en sí mismo.

Autoestima lesionada
“Cuando las personas significativas para el niño –como sus padres, hermanos y maestros– lo humillan, lo comparan con otro para recalcar sus falencias, se burlan de él y lo ridiculizan, el niño se siente vulnerado y atacado, y como consecuencia va a tener sentimientos de inseguridad, dificultad para valorar a los otros y establecer vínculos; también, resentimiento con otras personas, que impulsan deseos de venganza y retaliación”, dice Maya.

Igualmente, el niño se asustará frente a los retos, perderá o no adquirirá la capacidad para superar obstáculos y manejar las frustraciones e incertidumbres propias de la vida.

Además, esto crea las condiciones para el desarrollo de trastornos síquicos serios.

Efectos del maltrato
Por su parte, el médico sicoanalista Juan Rafael Padilla afirma que cuando un niño es maltratado de esta manera, le queda imposible establecer un vínculo confiable –también llamado apego seguro– con sus padres. En su lugar, crea una serie de apegos inseguros; es decir, formas particulares de relacionamiento con que se protege de vivencias de angustia y dolor emocional que no encontraron un receptor adecuado en los padres.

“El niño puede crear tres tipos de apego inseguro: el apego rechazante, en que crea una barrera frente a los demás, mostrándose indiferente a las necesidades emocionales, tanto propias como de los otros. El apego preocupado, en que el infante extrema la necesidad de cercanía para protegerse del temor. Finalmente se encuentra el apego desorganizado, en que pierde momentáneamente contacto con la realidad para no percatarse de que la fuente de su temor es justamente la o las personas que deberían proporcionarse tranquilidad y sosiego”, concluye el especialista.

Secuelas del maltrato
El médico sicoanalista Juan Rafael Padilla señala que cuando un niño es maltratado emocionalmente, esto lo predispone a presentar ciertas actitudes, reflejadas, por ejemplo, en el matoneo o intimidación escolar. “Esto sucede porque el infante ha creado una barrera frente a los demás; eso lo hace incapaz de identificarse con las necesidades emocionales de los demás, tal como sus padres fueron incapaces de hacerlo con él. De esa manera, fácilmente se convertirá en el ‘matón’ del curso. Otro niño maltratado, que suele necesitar de protección, mostrará abierta e inconscientemente su indefensión e inseguridad y será el ‘matoneado’ ”.

http://www.abcdelbebe.com/node/154231

Por Melissa Serrato Ramírez

Redactora ABC del bebé