JOHN PIACENTINI, EXPERTO EN PSIQUIATRÍA INFANTO-JUVENIL


JOHN PIACENTINI, EXPERTO EN PSIQUIATRÍA INFANTO-JUVENIL
«Es posible detectar síntomas obsesivos en niños muy pequeños»
Piacentini ofrece estos días un curso sobre la terapia cognitiva-conductual que permite tratar este tipo de problemas


El doctor John Piacentini, ayer en Donostia. /MICHELENA

EL PERFIL
Piacentini
(Portland, 1957), es licenciado en Psicología, Psicología Clínica y Biología. Dirige el programa de psicología médica de la infancia del Instituto Semel de Neurociencias y Conducta Humana.
Ha publicado 59 trabajos en revistas especializadas y ha participado en 27 proyectos de investigación.Trastornos obsesivo-compulsivos, depresión, tics, déficit de atención, fobias sociales, anorexia, ansiedad... Son muchos los problemas que pueden mejorar con la terapia cognitiva-conductual, un elemento clave en los tratamientos no sólo de adultos, sino también de niños y adolescentes. John Piacentini, director de las clínicas del Instituto Semel de la Universidad de California, ha viajado a San Sebastián para ofrecer, entre ayer y hoy, un curso organizado por la Fundación Carlos Elósegui, de Policlínica Gipuzkoa, sobre las aplicaciones de esta terapia y a la que asisten 80 especialistas.
- Usted es el autor de un conocido manual sobre el trastorno obsesivo-compulsivo en la infancia. ¿A qué edad pueden detectarse los síntomas de este trastorno?
- Desde muy pequeños. Hay casos de niños que, según contaban sus padres, al año ya mostraban síntomas. En consulta hemos tratado a niños de tres años con síntomas muy claros, como la obsesión por ordenar metódicamente todos sus juguetes, que tienen un comportamiento repetitivo cuando comen, siguen ciertos rituales a la hora de vestirse... Estas cuestiones son comunes en niños pequeños, pero el trastorno va mucho más allá de una simple manía.
- ¿Y cómo se distingue?
- Cuando, por ejemplo, a ese niño se le desordena la fila de juguetes que tan metódicamente ha colocado, se enfada de una forma histérica que sus padres no pueden controlar, se ven incapaces de reconducir esa situación. Si interrumpes una manía, no pasa eso.
- ¿Cómo es la terapia cognitiva-conductual para tratar este trastorno?
- Para trabajar con niños es preciso la implicación de los padres, que participan activamente para conseguir reconducir esas conductas. Se trata de aplicar la terapia mediante juegos, utilizando pegatinas, juguetes... El objetivo es que sepan resolver el problema, manejar situaciones que provoquen ansiedad o nerviosismo, a controlar los síntomas... Hay muchas condiciones que pueden ser tratadas con esta terapia, y en algunos casos más agudos o crónicos es necesario combinarlo con la medicación, pero la terapia en sí permite en muchas ocasiones minimizar los síntomas para que el chaval o la persona adulta tenga una vida normal.
- ¿Cuáles son las causas del trastorno obsesivo-compulsivo?
- En la mayoría de los casos hay causas biológicas, y eso es lo que 'enciende' el trastorno, que se puede mantener y prolongar mediante lo que llamamos refuerzo negativo, que consiste en la eliminación intencionada de un estímulo aversivo. Pongamos que pienso que hay gérmenes en este café, lo que me da miedo, así que me lavo las manos y me siento mejor. Y eso me lleva a lavarme las manos cada vez más veces para sentirme mejor, y entro en una especie de espiral... Si cada vez que me pongo nervioso pensando en los gérmenes me lavo las manos, seguiré creyendo que algo malo me puede pasar y, de esta forma, problema aumenta. Con los niños lo que hacemos es intentar que toque el vaso diciéndole que vamos a ver si se pone enfermo por culpa de los gérmenes y, cuando ve que no, entiende que no es peligroso.
- ¿Cómo puede deprimirse un niño?
- Hace 20 ó 30 años la gente pensaba que no había niños deprimidos, y si mostraban los síntomas se decía que era por otra razón. Pero hemos aprendido que sí existe la depresión en la infancia, incluso en edades muy tempranas. Como en muchos de los trastornos psicológicos y psiquiátricos hay una causa biológica y genética, así que se puede heredar una predisposición, que se acelera en el caso de pérdidas, momentos traumáticos...
- ¿Es difícil diagnosticar a un niño con depresión?
- No tanto. Se suelen observar cambios en el comportamiento normal, niños que ya no disfrutan con nada, empiezan a empeorar en su rendimiento académico, dejan de practicar actividades con sus amigos, no se ilusionan, abandonan las clases de deporte, música o pintura... Suelen estar muy irritables. No es sólo que estén tristes. Hay una serie de cuestionarios y entrevistas que nos permiten diagnosticar estos casos.
- ¿Un niño deprimido será un adulto con depresión?
- No necesariamente, pero sí tiene un riesgo alto. La depresión tiende a ser crónica, así que puede haber altibajos.
- ¿Cómo viven los padres estas situaciones?
- No es nada fácil, porque ven que algo no va bien y sufren por ello, pero la gente que tienen alrededor tiende a minimizar los problemas con frases como 'tranquilo, no pasa nada, son chiquilladas y ya cambiará...'. Luego hay otro gran problema con el estigma, porque los padres sienten que quizás es su culpa, se sienten mal porque se preocupan tanto de los niños cuando otros no lo hacen. Esta situación es muy clara sobre todo con los problemas de ansiedad. Se trata de niños que tienen miedo a la oscuridad, a dormir solos, a los monstruos... Que pasen estas cosas no es algo tan excepcional, e incluso hay pediatras que recomiendan a los padres que se tranquilicen e ignoren estos síntomas. Es verdad que los niños pueden tener miedo a algo, pero estos trastornos van más allá. Todos los niños se entristecen cuando su equipo favorito pierde, y eso es normal, lo cual no significa que haya depresión.