Como dominar la mente



Como dominar la mente
Como dominar la mente no es tarea sencilla, radica básicamente en un excelente control emocional y mental. Primero que todo quiero que te dejes estar de fantasías y entiendas que puedes y que no puedes controlar de la mente.
Todo lo que puedas controlar de la mente lo haces a través de la mente consciente, mediante esta accedes directamente a la mente o a través de la mente subconsciente, esto significa que hay procesos internos de la mente que no puedes controlar pero si paliar. Aunque tienes que tener muy claro que si la mente quiere vencerte te vencerá. Me explico con más detalle.
Imagina que te han atropellado y sientes mucho dolor, aquí para como dominar la mente tienes que provocarte emociones positivas, de autosuperación, intentar dejar la mente en blanco y en definitiva, utilizar todos los recursos emocionales que tienes a tu alcance para superar el dolor. No obstante, el dolor en esta ocasión es muy, pero que muy intenso y normalmente derrota todos los intentos que tú intentes hacer por controlar tu mente. A ver quién es el poderoso que si le amputan un brazo de cuajo consigue paliar el dolor e irse al bar a tomar unas cañas. En este caso lo único capaz de conseguir eso sería un calmante muy potente que además, muy probablemente, te dejaría dormido.
Debemos dejar claros desde un principio los límites porque la gente cuando practica una metodología tiende a fantasearla y no quiero que esto pase. Obviamente aprender a como dominar la mente va a ayudarte enormemente a tu vida, a estar mejor de salud, sacar mayor rendimiento y mejorar toda tu vida al completo, pero no esperes milagros porque no existen.
Para como dominar la mente tanto propia como ajena tenemos que tener muy claro que todo se consigue mediante las emociones. Si yo quiero ponerme a salir a correr 4 días por semana no basta con salir y comenzar a correr porque el esfuerzo me producirá malas sensaciones y esas sensaciones hay que combatirlas con emociones positivas. Si no hago eso a los 2 días me cansaré y dejaré de correr. Es por eso que la mayoría de personas practica un deporte y lo deja a los pocos días, porque no encuentran motivos emocionales positivos de peso para continuar. Casi todo el mundo sube a la báscula y dice: “huy, cuanto peso”, se apunta al gimnasio, va una semana y luego no vuelve a pisarlo en la vida.
Como dominar la mente en este caso se trata de anticiparte a ella y conseguir dominarla. Lo primero que tienes que tener claro es que no vas a hacerlo todo en un día, el ejercicio físico es algo que quieres prolongarlo durante el tiempo, por lo tanto diversificaremos el ejercicio sin matarnos los primeros días para que luego no nos agobiemos. Lo segundo que hay que hacer es encontrar motivaciones para hacer dichos ejercicios. ¿Qué motivos tengo para correr? Tienes que buscarlos y encontrarlos, y para eso tendrás que automotivarte y ser positivo hasta que por un poco de inercia ese positivismo siga solo y seas capaz de practicar ejercicio con regularidad.
Si quieres como dominar la mente ajena dependerá de la situación y tendrás que trabajar esa mente para que haga lo que tú quieras. En la película “Todo sobre mi desmadre” lo llamaban follar mentes y es un concepto vulgar pero gracioso porque refleja muy bien que es lo que se tiene que hacer. Debes hacer sentir a gusto y seguro la mente contraria. Imagina que quieres un inversor para tu proyecto pero ese inversor no cede. Mediante las emociones y técnicas emocionales debes hacerle sentir seguro con respecto a tu negocio, debes motivarle y provocarle emociones positivas para que decida hacer negocios contigo.
¿Pero sabes qué es lo más gracioso de todo esto? Es que debes utilizar las mismas técnicas para convencerte a ti y para cambiar, solo que en vez de hablar tendrás que hacerlo todo mentalmente, que es bastante más fácil. Para convencer a Paco de que tenga una sana autoestima primero tendrás tú que haberte convencido a ti mismo para tener una sana autoestima y tendrá que haber sido eficaz.
Como dominar la mente propia se trata más bien de tratarse muy bien a uno mismo, de quererse porque imagina que te acaba de dejar tu pareja, si no te quieres ni te tratas bien a ti mismo, ¿Qué motivos vas a tener para superar el dolor? Prácticamente ninguno, te maldecirás, te dejarás guiar tus emociones, te cogerás una depresión de caballo y te arrastrarás todo lo que haga falta para que tu ex vuelva contigo por muy mal que te tratara.
¿Qué ocurre cuando te quieres? Es como cuando quieres a alguien ya sea tu pareja, padres, una mascota… ¿Qué haces cuando están tristes? Les animas, les apoyas y les motivas a que superen su problema porque les quieres y porque crees que valen mucho la pena y porque lo son todo para ti. Esta es la clave de que logres sacarles adelante. Para como dominar la mente propia deberás quererte mucho y apoyarte al 100%. Parece una tontería obvia pero la mayoría de la gente no se quiere y se autodesprecia.
El típico veinteañero no fuma por gusto ni se gasta el 100% de su sueldo en un coche caro a costa de vivir con sus padres porque le guste, lo hace porque no se quiere, no se valora y utiliza estos recursos para alardear. Los adolescentes por ejemplo se lanzan a las drogas, el tabaco y el alcohol porque es su forma de relacionarse socialmente, no creen que por ellos mismos valgan la pena y que puedan conseguir amigos, o al menos creen que les sería muchísimo más difícil. El no quererse es uno de los principales problemas de todo.
Si quieres aprender como dominar la mente tienes que quererte si o si, porque si no te quieres apenas encontrarás motivos y recursos emocionales para motivarte y lograr conseguir tus objetivos propuestos. Realmente todo lo que respecta a tu vida se basa en como dominar la mente.
Como emprender no solo se basa en iniciar un proyecto porque todo comienza con una idea, el responsable de que esa idea sea una más de muchas otras o se convierta en un proyecto real es como seas capaz tú de dominar tu mente para que todo tu yo quiera levantar ese proyecto con muchas ganas. El miedo y otras emociones negativas te echarán para atrás pero si tú sabes como dominar la mente lograrás persuadirla y convencerte para montar tu propio proyecto.
Todo se basa en crear el cóctel emocional correcto y preciso para cambiar tu estado emocional, opiniones, juicios y lograr siempre el mejor propósito para ti.

http://revista-digital.verdadera-seduccion.com/como-funciona-tu-mente-y-como-trucarla-pnl-seduccion-ligar-y-sargear/

Causas TOC y terapias alternativas y tratamiento alternativo

Causas TOC y terapias alternativas
Causas TOC y tratamiento alternativo

El TOC se construye fundamentalmente en torno a tres componentes:
un componente de impulsividad(o impulso vital) ,un componente de excesivo autocontrol,y un componente de duda y compulsión
Impulsividad o vitalidad+excesivo autocontrol=duda y compulsión.

Es decir,una gran vitalidad frenada por un gran autocontrol(culpa) provocan que haya una especie de dicotomía mental:por un lado se necesita expresar la vitalidad reprimida pero por otro lado,inconscientemente, se tiene miedo a ello,de ahí los pensamientos constantes de pérdida de control y violencia(es decir vitalidad en sentido negativo) de algunos pacientes con TOC.En realidad estas crisis no son realmente una enfermedad per sé,sino una señal de alarma de nuestro organismo para que hagamos fluir de nuevo ese flujo vital
Todo ser vivo que está descompensado desplegará mecanismos naturales innatos para volever a reequlibrarse,a toda descompenación ha de seguir un intento de compensación,este es el cometido de las crisis de pánico

En otros pacientes con TOC la temática de sus pensamientos es el sentimiento de contaminación o de suciedad,es la misma culpa expresada como "sentimirnto íntimo de impureza",que simbólicamente eliminan a través de los rituales de limpieza.
En otros pacientes de TOC lo que funciona es la comprobación repetitiva de las cerraduras,el apagado de luces..etc,es como si un continuo ¿lo he he echo bien? les persiguiese,necesitan comprobar todo porque en su fuero interno sinten que han echo algo íntimamente mal,otra vez aparece la culpa y es "no poders dejarse ir".

El miedo a perder el control,característico de muchas crisis de pánico asociadas a este "trastorno",no es otra cosa que un aviso de nuestro organismo de que estamos reprimiendo excesivamente nuestra vitalidad,de que vivimos con excesiva alineación y autocontrol.La vitalidad,los impulsos empujan hacia afuera y si no les damos salida de una manera natural y espontánea crean tal presión interna que provocan un conflicto entre el impulso y la razón moralizante.
Aquí está el trauma:tememos profundamente a nuestros impulsos porque cuando los hemos expresado espontáneamente hemos sido castigados,criticados o culpabilizados por eso les tenemos miedo("miedo a perder el control")y los reprimimos inconscientemente,es demasiado el dolor psíquico que nos causaron en su momento,auque conscientemente no lo recordemos así..

Hay que dar salida a toda esa energía reprimida y "aperender a dejarse ir",cuanto menos actividad y más estancamiento más se agravarán las crisis de pánico,obsesividad etc.Es muy importante para estos pacientes la independencia y vivir realmente a su manera,sin coacciones externas o ataduras (en la medida de lo posible).Todo lo que signifique liberar energía y expresar la vitalidad será muy positivo.El deporte puede ser una buena manera.


En general,el TOC se produce por una represión de la vitalidad causada por excesivo autocontrol,ya sea por una causa emocional (sentimiento íntimo de culpa,traumas...),o una característica más temperamental,como ser una persona excesivamente analítica,racional,perfeccionista,demasiado autocontrolada o represiva de sus propias emociones "huyendo de si misma".Pueden confluir tanto variables ambientales como temperamentales.

A las personas con TOC les cuesta "dejarse ir",vivir sus sentimientos de manera espontánea porque han sido educados en un entorno excesivamente moralizante y restrictivo.En su niñez posiblemente hayan tenido una madre, padre,o hermano mayor excesivamente crítico o controlador cada vez que el niño actuaba de manera espontánea.Ahí estaría la causa primigenia del TOC(y de muchos otros trastornos..) que aderezada con determinados rasgos de personalidad dan lugar al trastorno.

Abordemos ahora su tratamiento complementario a la medicación psiquiátrica a través de la terapia floral:

Las flores de Bach son inocuas y no son peligrosas,por lo que se pueden tomar sin ningún peligro a la vez que la medicación psiquiátrica,sin peligro de interacciones negativas o efectos secundarios.
Están compuestas de agua y alcohol de uva y no tienen componentes psicoactivos como los fármacos,lo que realmente cura es la vibración energética de la flor,que "impregna" agua pura de manantial.Es un medicamento sumamente sencillo y barato,uno mismo lo puede hacer si va al campo y recoge las flores.No caduca ya que se basa en energía.

Veamos pues las esencias relacionadas con las causas del TOC que son la impulsividad,el autocontrol y la duda.

IMPULSIVIDAD:

IMPATIENS:es una esencia fuertemete tipológica (temperamental),y se da en personas impacientes,inquietas,irritables,incluso agresivas,que explotan y se enfadan con facilidad.

VERVAIN:fuertemente tipológica,rígidas de ideas,vervorreicas para convencer,se enfadan cuando se les lleva la contraria,perfeccionista,altos ideales,temperamento mesiánico que se inflama cuando se le lleva la contraria.
Es muy común que rasgos impatiens y vervain se den a la vez en la misma personalidad.Vevain es más mental e impatiens más fisiológico.
Estas dos esencias están caracterizadas por una fuerte impulsividad lo que no quiere decir que otras tipologias menos impulsivas se les pueda cortar también su vitalidad y provocar trastornos..

AUTOCONTROL:

PINE:es transitoria no tipológica,aunque el estado se puede cronificar en el tiempo.La esencia para el auto-reproche,la culpa y el sentimiento de "lo podría haber hecho mejor"
CRABB APPLE:transitoria.Suele ser una extensión de Pine,la culpa se extiende a sentimiento íntimo de impureza,suciedad,miedo a infecciones reales o imaginadas,asco hacia uno mismo, a las manchas,lo imperfecto o la propia imagen.También sentimiento de sentirse como alguien malignoTambien sentimiento de suciedad referido a pensamientos,a veces provoca le impulso a decir palabras malsonantes,o de temática sexual para intentar aliviar la vitalidad reprimida.
ROCK WATER:es transitoria y no tipológica,suele ser una extensión de personalidades rígidas como vervain o water violet.Se caracteriza por personas rígidas en cuanto autodisciplina,ya sea en lo referente a dietas,deportes,hábitos.Quieren dar ejemplo y se vuelven demasiado serias y poco espontáneas.No se permiten disfrutar ni se "dejan ir".
SCLERANTHUS:tipológica.Es una flor muy común en TOC,se da en personas que no se deciden entre dos opcione,racionales, intelectuales(aunque no sean conscientes de ese rasgo por estar "tapado" por otros estados ),analíticos que ven las dos caras de las cosas y se obsesionan con ello.Es la flor de la duda.
WATER VIOLET:tipológica.La flor para las personas muy independientes,solitarias,no se mezclan con "la masa",tambien pueden ser intelectuales,con gran inteligencia y creativos.Su problema es la dificultad para establecer contacto con las personas "reales de la calle".Desprenden cierto orgullo y frialdad emocional que se traduce en rigidez.Son sujetos callados en las conversaciones.
AGRIMONY:tipológica.No expresa las emociones y esconde los problemas,es una huida de uno mismo continua,Tormento interno.Risa compulsiva y trivialización continua de los propios problemas,alegria fingida.Puede utilizar drogas para escapar del tormento interno.
STAR OF BETLEHEM:Transitoria.Es la flor de los traumas tanto físicos(golpes) como psíquicos (shock emocional).Se da en los casos en que se puede producir un trauma a largo lazo,por ej.la muerte de un hijo.Se combina con pine para desbloquear viejos traumas causados por excesiva represión.

DUDA

CHERRY PLUM:Transitoria.Es la flor para el miedo a perder el control que se da en las crisis de pánico asociadas a TOC,tiene un efecto sedante.
WHITE CHESTNUT:Transitoria.Se da en prácticamente todos los casos de TOC.Siempre que existan pensamientos obsesivos molestos (y no molestos),rumiaciones de todo tipo,imágenes mentales desagradables etc se administrará W. chestnut.
Suele ser una extensión de impatiens o vervain,la hiperactividad corporal de impatiens o la inflamación ideológica de vervain son sus correlatos temperamentales,extendiédose esta hiperactividad al plano mental .

A estos bloques de flores que suelen ser generales al TOC habría que añadir las flores caracteriológicas o tipológicas particulares que conforman la esencia de cada personalidad particular,como puedan ser esencias como achicoria,centaury etc etc...


Antes de tomar las flores de arriba se han de tratar los estados mas superficiales y camaleónicos(falta de esperanza,apatia,resignación) si no las flores de arriba no harán efecto,y esto es muy importante.Si tu estás en un estado de apatía total,no podrás comenzar ningún proceso de curación,antes debes llevar tu estado mental y anímico a un nivel más receptivo,positivo.Es decir,hay que quitar primero las capas más superficiales de "la cebolla emocional" y luego podremos tratar las más profundas,no al revés.

Se puede dar la combinación de Wild rose,clematis,gentian,hornbeam,gorse y olive,para empezar la terapia Y 2 ó tres flores de arriba,no existe numero limitado de flores,lo que si es fundamental es el orden,y eso es en lo que mucha gente(y algunos terapeutas) se equivocan,se han de tratar siempre primero los estados emocionales superficiales ,que siempre suelen acompañar a problemas psicológicos más o menos crónicos.

Yo lo que hago es combinar cinco flores(7 gotas de cada esencia original)en un bote de una esencia vacío y llenarlo de brandy.A este preparado(con el que se ahorra muchísima cantidad de esencia)le pongo un nombre,por ej,apatía,echo 4 gotas en una botella de agua mineral de 500ml y la tomo alo largo del dia.No utilizo el método tradicional del gotero.

BLOQUES DE FLORES:
APATHY-----Wild rose,gorse,olive,hornbeam,gentian,clematis------ para comenzar proceso de curación o terapia

OVERNTHUSIASM & LONELYNESS---Impatiens,water violet,vervain(tipológicas),rock water,beech,chestnut bud,star of betelehem,white chestnut(transitorias)----para equilibrar temperamentos impatiens,water violet y vervain se han de tomar antes las flores transitorias.

SELFCONFIDENCE-----cerato,centaury(tipológicas),heather,crabb apple,larch,pine(transitorias)--para la seguridad en uno mismo,independencia.

INNER PRESSURE-----scleranthus,agrimony,rock rose(tipológicas)oak,cherry plum,rock water(tarnsitorias)---para la peresión interna/crisis de pánico

RESCUE REMEDY-----crisis de pánico,aunque se puede y debe tomar de manera continuada.

Etos bloques los he creado yo y son los que yo utilizo para mi personalidad particular,(son a modo orientativo)echo cuatro gotas de cada uno de ellos en una botella de agua y la bebo a lo largo del día(tomo unas 20 flores a la vez).

Es ESENCIAL la constancia en la toma(yo bebo un mínimo de una botella de 500ml al dia).
La mejoría se notará a los primeros dias o incluso horas,pero también puede suceder que empeore ligeramente(o mucho) el estado negativo en cuyo caso se deberán seguir dos caminos:
Aumentar la frecuencia de toma del remedio a dosis muy altas (5 ó 6 botellas) y alcanzar el pico de síntomas agudos y "soportarlos"(puedes ayudarte de la medicacion alopática convencional)o muy bajas al estilo de una vacuna,por ej.4 gotas una o dos veces al dia y que la crisis curativa sea más "llevable".
Si no se abandona la toma y se es constante,cada día los sítomas negativos e insoportables que al empezar teníamos se siguen produciendo,pero cada vez mucho menos intensos y aislados,hasta desaparecer.Mucha gente abandona la terapia y dicen que no hace nada porque están acostumbrados al efecto inmediato de los fármacos,(que no curan sino que tapan),y no toman las esencias de la manera correcta ni con la constancia que se debe.

Es un proceso de reequilibración,de maduración que puede llevar uno o dos años,pero en el que se nota una mejoría desde el primer momento y continua,con sus altos y bajos,idas hacia adelante y hacia atrás(como sucede en los procesos biológicos)pero cada vez más cortos.Es un proceso de curación gradual.

fuente:http://www.psicologia-online.com/foros/viewtopic.php?f=4&t=38386











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prevenir el suicidio

Se imagina que en los luminosos de las carreteras, igual que la DGT recuerda la cifra de fallecidos en puentes, el Ministerio de Sanidad alertara del número de suicidios? "Extreme la precaución y esté atento, hoy se quitarán la vida 10 personas en España". "Cada 40 segundos se suicida una persona en el mundo". "El suicidio es la primera causa de muerte de mujeres entre 30 y 34 años en nuestro país". "3.429 personas se quitaron la vida voluntariamente en 2009".
¿Inimaginable, cierto? Porque cuando alguien se quita la vida, el silencio lo llena todo. Eso a pesar de que son pocos los que se libran de haber sufrido un caso cercano. Un amigo, un familiar, un vecino, el padre de un amigo... Y también a pesar de que el suicidio es la principal causa de muerte violenta en el mundo, por encima de homicidios, guerras y accidentes de tráfico.
Su frecuencia ha aumentado un 60% en el último medio siglo, y ya son varios los estudiosos que señalan un incremento propiciado por la crisis económica, si bien la mayoría de los expertos coincide en que aún no existe la suficiente perspectiva para corroborarlo.
GtresGtres
Según las últimas cifras del INE, en 2009 cerca de 3.500 personas se quitaron la vida en España. Unas cuentas que no salen para el vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Legal, Alfredo Calcedo, que calcula una tasa de suicidios de 10,5 por cada 100.000 habitantes, es decir, 4.500 muertes anuales.

Un problema de salud pública

Por eso, la OMS, la ONU y la Unión Europea han lanzado la voz de alerta y señalado la muerte voluntaria como un problema de salud pública de primera magnitud. La OMS demanda que autoridades y gobiernos adopten medidas de prevención, dado que las cifras demuestran que las actuales son insuficientes. Ya en 2006, Kofi Annan, entonces secretario general de la ONU, reclamaba "prestar más atención a esta tragedia humana para prevenir muertes innecesarias".
La UE, por su parte, señala el suicidio como "área de especial interés". Según explica el doctor Fernando Cañas, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Rodríguez Lafora: "Al señalarlo como área de especial interés, se busca poder detectar personas en riesgo alto y técnicas de intervención eficaces". Por este motivo, "el Ministerio de Sanidad está desarrollando estrategias de prevención", afirma el doctor, experto en Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), el colectivo de enfermos mentales que más intentos de suicidio registra.

¿Por qué se suicidan?

Si algo se ceba con los suicidas es la enfermedad mental. O más bien viceversa. En el 90-95% de los casos existe algún tipo de trastorno psiquiátrico, la mayor parte de las veces, una depresión. De ahí la importancia de la atención y detección temprana.
"El 5% restante obedece a un factor existencial que hace que la persona en cuestión vea en el suicidio la única manera de poner fin a sus problemas", según el sociólogo y periodista Juan Carlos Pérez. Los antecedentes familiares, padecer una enfermedad crónica que cursa con dolor, conductas adictivas (como el alcoholismo), acontecimientos vitales que suponen pérdidas afectivas, el aislamiento y el hecho de haber tenido alguna vez pensamientos suicidas son otros factores de riesgo.
"Tal vez la pregunta que deba hacerse es: '¿Y usted, por qué no se suicida?' Cuando conteste, entenderá por qué el suicida sí lo hace"
Hay tantos casos como personas, si bien una característica común a todos es la soledad. Soledad a la que se suman situaciones traumáticas (una ruptura amorosa, la muerte de un familiar...). Y, según la psiquiatra Carmen Tejedor, experta en Suicidología, detrás de un suicidio "siempre está el dolor".
"Nadie que es feliz se suicida. Quien se suicida siempre es una persona con dolor físico o moral, que no ve salida y se le hace insoportable", explica Tejedor, que descarta además que el suicidio pueda ser una decisión racional: "Para ser libre hay que tener un equilibrio emocional, pero el que se suicida es que no tiene otra salida, luego no hay libertad. Si no hay libertad no hay culpa. Pero como pensamos que es un acto de libertad, esto da lugar a juicios paralelos y atribuimos la culpa a la familia. Y aumentamos el sufrimiento".
Y sugiere el siguiente ejercicio: "Tal vez la pregunta que deba hacerse es: '¿Y usted, por qué no se suicida?' Cuando conteste, entenderá por qué el suicida sí lo hace".
Carmen Tejedor es precisamente una de las responsables del primer programa de prevención del suicidio desarrollado en España. Un proyecto de atención integral que se llevó a cabo de forma experimental hasta 2008.

Quiénes son

Las mujeres lo intentan más. Los hombres son más efectivos. "Usan métodos más contundentes", explica el sociólogo Juan Carlos Pérez, autor de 'La mirada del suicida. El enigma y el estigma' (Plaza y Valdés). De hecho, los varones triplican a las féminas en número de suicidios.
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La mitad de los suicidados lo consigue tras una o varias tentativas. "Ése es el primer factor de riesgo: el haber intentado suicidarse. Sobre todo en el primer y segundo año tras la primera tentativa", explica Tejedor. "El que habla de suicidio es el que lo comete", continúa la doctora. "Siempre que esto suceda, debemos preguntarle el porqué, no dejarle solo y ganar tiempo".
Los estudios detectan dos picos en las cifras: la adolescencia y la vejez. "Los ancianos son el principal grupo de riesgo, por varios factores, como la pérdida de poder adquisitivo que va aparejada a la jubilación", explica el doctor Calcedo. "Además", añade, "está la inversión de la pirámide poblacional: cada vez hay más ancianos, una esperanza de vida mayor, y por tanto más enfermedades crónicas, problemas familiares, la pérdida de la pareja...".
Para los adolescentes, por su parte, el fracaso escolar, un desengaño amoroso, el divorcio de los padres o conductas de imitación pueden convertirse en desencadenantes de la muerte voluntaria.

Qué pasa cuando acuden a urgencias

El psiquiatra Alfredo Calcedo calcula 4.500 suicidios al año en España
Las Urgencias de Madrid reciben cada día a entre cinco y ocho personas que han intentado suicidarse. Los profesionales que las atienden evalúan el nivel de riesgo, ordenando su hospitalización en los casos más graves, para después continuar con tratamiento ambulatorio. Sin embargo, resulta imprescindible una "mejora de la calidad asistencial de la red de salud mental", a juicio de Calcedo y de los profesionales consultados.
Los psiquiatras coinciden en que la falta de recursos impide el seguimiento de buena parte de los casos. Reclaman más residencias, asistencia domiciliaria y atención psicológica. Muchas familias se ven desbordadas al tener que hacerse cargo de personas que habitualmente aprovechan el mínimo descuido para intentar quitarse la vida. La danesa Lone Scherfig lo retrató muy bien en 2002 en la película 'Wilbur se quiere suicidar'.
El Hospital Rodríguez Lafora plantea un cambio de modelo en el tratamiento de pacientes de TLP, los más proclives a intentar suicidarse, y por tanto "grandes consumidores de recursos sanitarios", según explica el doctor Cañas. "El TLP es una situación de inestabilidad emocional, una anomalía en el desarrollo de la manera de ser de una persona. Hay factores, como las crisis emocionales, que propician que una personalidad ya anómala se descompense y dé lugar a conductas impulsivas y autodestructivas", añade
Las mujeres lo intentan más. Los hombres son más efectivos porque usan métodos "más contundentes"
El programa hace al paciente copartícipe del tratamiento, de modo que firma un contrato en el que se compromete con el proceso, que incluye seis meses de internamiento, y seis de seguimiento ambulatorio intensivo, que harían la función de "puente" hacia la vida normal. Durante este periodo, los pacientes reciben un tratamiento multidisciplinar orientado a cambiar "su modo de funcionar", quedando claro que "el tratamiento es el inicio del camino, no la solución", añade Cañas.
El sociólogo Juan Carlos Pérez, por su parte, considera que existe un abuso de la terapia farmacológica. "Es como tratar una fractura con analgésicos: no se está yendo a la causa, sólo aplicando anestesia". Para Pérez, es imprescindible un abordaje multidisciplinar del suicidio, un tratamiento "que incluya educación, sanidad, política, medios de comunicación, el ámbito profesional, afectivo, familiar, las relaciones sociales... Es un problema que afecta a todos", concluye.

¿Qué hay de los que quedan?

"Del suicidio no se habla", dice rotundo Juan Carlos Pérez. Y sabe de lo que habla. Su padre se quitó la vida, dejándole doblemente huérfano: por serlo y por no poder hablar de ello. Cuando su padre murió, el silencio llenó todos los rincones y, con ello, se agrandó el sentimiento de culpa e incomprensión. Por eso, decidió estudiar el tema, y plasmó su reflexión en 'La mirada del suicida. El enigma y el estigma'.
En él repasa, entre otros aspectos, la evolución de la consideración del suicidio a través de la historia: un pecado, un delito, una deshonra para la familia, algo romántico con una áura mística, hasta su consideración como asunto de salud pública. Sin embargo, dice, "esa áura permanece. Sigue siendo un tabú, algo maldito e innombrable".
El suicidio sigue siendo un tabú, algo maldito e innombrable, lo que convierte a las familias en víctimas dobles
Además de sociólogo, Juan Carlos Pérez es periodista. Recuerda que en las facultades de Comunicación se enseña que el suicidio no es noticia. "Es en cierto modo correcto, no es noticia cada caso individual, no se debe informar de métodos o detalles. Pero es también un error: sí se debe hablar del fenómeno social que supone el suicidio. En España muere más gente por suicidio que por accidentes de tráfico".
Por eso, continúa con su cruzada. Quiere que se hable del tema. Y que el 10 de septiembre, Día Mundial de la Prevención del Suicidio, no pase sin pena ni gloria en los medios. Este año, gracias a su empeño, el asunto se 'coló' en la prensa. El principio de un largo camino.

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/10/27/espana/1319712105.html

Ser positivo es una inversión rentable

Ser positivo es una inversión rentable


«Aprender a sentir y pensar en positivo es una inversión rentable»
El prestigioso psiquiatra sevillano Luis Rojas Marcos destacó la importancia del «optimismo» en su discurso de ingreso como académico de honor en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla. «Aprender a sentir y pensar en positivo es, con seguridad, una inversión rentable», defendió ayer Luis Rojas Marcos en su discurso sobre «La ciencia del optimismo».
Rojas Marcos, a quien presentó quien fuera su profesor de Psicología Médica en la Universidad de Sevilla, Jaime Rodríguez Sacristán, manifestó que «trabajando en el mundo de la enfermedad aprendí muy pronto dos lecciones. La primera es que el pensamiento positivo tiene un inmenso poder reparador. La segunda, que éste abunda entre las personas mucho más de lo que nos imaginamos». En declaraciones a ABC, recordó que «el estudio científico del optimismo es nuevo porque hasta hace poco nos dedicábamos a curar enfermedades. Pero eso no basta. Hay que curar las cualidades del ser humano que nos ayudan a superar la adversidad, lo que se conoce como el sistema inmunológico emocional. En los últimos veinte años se ha empezado a estudiar el optimismo, la capacidad de adaptación…».
A su juicio, «la persona optimista tiene esperanza, se acuerda de las veces que superó adversidades. Cuando se enfrenta a un momento difícil no piensa que durará siempre y cree que puede hacer algo para superarlo o disminuir su impacto. La persona optimista localiza el control dentro de ella misma, en lugar de decir “Que sea lo que Dios quiera”». Para este psiquiatra, en el optimismo influyen los genes y los factores ambientales, aunque también «te lo tienes que trabajar y no es fácil porque requiere tiempo y esfuerzo».
Asimismo, Rojas Marcos, hasta 2002 responsable de los hospitales públicos de Nueva York, mencionó a Freud para decir que «una dosis razonable de amnesia selectiva nos ayuda a sobrevivir». «La verdad es que el olvido cura muchas heridas de la vida», dijo ayer en su discurso, refiriéndose a la pérdida de seres queridos, agravios o calamidades. «Distanciarse de un ayer penoso facilita el restablecimiento de la paz interior y anima a “pasar página” y abrirse de nuevo al mundo», dijo Rojas Marcos, quien, por el contrario recordó que «quienes permanecen estancados en el ayer doloroso de su autobiografía es que viven prisioneros del miedo o del rencor, obsesionados con los malvados que quebrantaron su vida, lo que les impide cerrar la herida». «Quienes hacen las paces con el pasado, por fatal que éste sea, se liberan, se reponen», concluyó.
M.J. Pereira
Fuente: ABC Sevilla

Orientaciones para vivir con el TOC



Las respuestas de los familiares a las personas afectadas por un TOC varían. Existen cinco respuestas típicas:
1) familias que cooperan en los rituales para mantener la paz familiar,
2) familias que no participan en ellos pero permiten la compulsión,
3) familias que se niegan a reconocer o a permitir las compulsiones en su presencia,
4) familias que se dividen en su respuesta: algunos miembros ceden continuamente y otros se niegan a ello, y 5) familias cuyos miembros oscilan entre uno y otro extremo, intentando encontrar la solución “correcta”. En cualquier caso, las respuestas extremas o incoherentes crean más sentimientos de frustración y desesperación, pues los síntomas del TOC parecen aumentar.
La tendencia natural a ignorar las señales de advertencia del TOC parece que demora la búsqueda de ayuda profesional. Cuanto más se sabe sobre el TOC, más optimista se puede ser sobre el tratamiento y la recuperación.
En un esfuerzo por ayudar a otras familias, algunas personas afectadas por el TOC y sus familiares, buenos conocedores de la dificultad de abordar este problema de primera mano, han elaborado la siguiente lista.

Orientaciones generales
1. Aprender a reconocer las señales indicativas de que una persona tiene problemas.
2. Modificar las expectativas durante los períodos de tensión.
3. Evaluar el progreso teniendo en cuenta el nivel funcional de cada persona.
4. No hacer comparaciones entre un día y otro.
5. Reconocer las “pequeñas” mejorías.
6. Crear un ambiente de apoyo en casa.
7. Mantener una comunicación clara y sencilla.
8. Atenerse a un contrato de conducta.
9. Fijar límites, pero siendo sensibles al estado de ánimo de la persona.
10. Seguir con la rutina familiar “normal”. 11. Recurrir al humor. 12. Apoyar el régimen terapéutico.
13. Dedicar tiempo a otros miembros de la familia.
14. Los familiares tienen que ser flexibles!

El modelo de Orientaciones Familiares se ha adaptado de Schizophrenia and The Family: Carol Anderson, M.D.: Douglas Reiss, M.D.; Gerard Hogarty, MSW, The Guilford Press, NY. 1986.
Reconocer las señales La primera orientación dirigida a los familiares insiste en la necesidad de que éstos reconozcan las “señales de advertencia” del TOC. A veces, las personas afectadas por este trastorno tienen pensamientos que usted desconoce y que forman parte del TOC, por lo que hay que vigilar los cambios de conducta.
La lista de 12 señales que se muestra más adelante no es, en modo alguno, exhaustiva.
No ignore algunos cambios significativos atribuyéndolos a “rasgos de su personalidad”. Recuerde que los cambios pueden ser graduales, pero en general diferentes del modo en que la persona se ha comportado en el pasado.
Cuando se pide a las familias que hagan una lista de las nuevas conductas observadas o peculiaridades que empiezan a interferir con las relaciones sociales o laborales de la persona afectada, suelen referirse a misteriosos períodos de tiempo que la persona pasa a solas (en el baño, vistiéndose, haciendo los deberes), rechazo, irritabilidad, indecisión.
Estas conductas pueden confundirse fácilmente con la pereza o la manipulación.
Es esencial que usted aprenda a identificar esas tendencias como señales del TOC y no como rasgos de personalidad.
Sólo así podrá colaborar con la persona para combatir los síntomas, en lugar de alejarse de él. Las personas afectadas por el TOC suelen decir que cuanto más se les critica o culpa, más empeoran sus síntomas.

Entre las señales que hay que observar, se encuentran las siguientes:
1. Pasar a solas largos períodos de tiempo sin una razón que lo justifique.
2. Hacer las mismas cosas una y otra vez: conductas repetitivas.
3. Hacer preguntas constantes para calmar la propia necesidad de reafirmación.
4. Dedicar más tiempo de lo normal a tareas sencillas.
5. Retraso permanente. 6. Excesiva preocupación por nimiedades y detalles.
7. Reacciones emocionales extremas ante cosas sin importancia.
8. Incapacidad de dormir bien.
9. Quedarse levantado hasta tarde acabando de hacer cosas
10.Cambio importante en los hábitos alimentarios.
11.Considerar la vida diaria una lucha.
12.Conductas de evitación.

Modificar las expectativas
Casi todas las personas con TOC explican que cualquier tipo de cambio (incluso los positivos) les produce tensión. Y es entonces cuando afloran los síntomas. Además de reconocer los síntomas obsesivo- compulsivos, puede usted ayudar a moderar esa tensión modificando sus expectativas en momentos de transición. En lugar de transmitir un mensaje frustrante como “£deja eso!”, una frase del tipo “No te extrañe que tus síntomas empeoren; fíjate en los cambios que estás experimentando” puede tranquilizarle, servirle de apoyo y crear una alianza positiva. Además, los conflictos familiares sólo avivan el fuego y favorecen la intensificación de los síntomas. La flexibilidad con el programa de conducta durante los períodos de tensión sirve de ayuda.

Saber que las personas mejoran a ritmos diferentes
La gravedad de los síntomas obsesivo-compulsivos depende de cada persona y suele medirse por el grado de angustia emocional y el grado de deterioro funcional. El progreso de cada persona debe evaluarse con 29 2 3referencia al propio nivel funcional, no al de otros.
Es conveniente animar a la persona para que se “fuerce” a sí misma todo lo posible y consiga el nivel funcional más alto posible. No obstante, si la presión para funcionar “a la perfección” supera la capacidad de la persona afectada, se crea otra tensión que genera más síntomas.
Por ejemplo, quizá haya observado diferencias entre personas con síntomas obsesivo-compulsivos y haya comentado (o pensado): “Si esta persona puede asumir responsabilidades familiares y trabajar, ¿por qué no puedes tú?”.
Éste puede ser un ejemplo de una expectativa difícil de justificar si se considera el modelo o la evolución de la enfermedad en cada persona.
Igual que existe una diversidad según la persona en la gravedad de los síntomas obsesivo-compulsivos, también la rapidez de la respuesta al tratamiento varía mucho.
Hay que tener paciencia.
Una mejoría lenta y gradual puede resultar más positiva al final si se quieren evitar recaídas.
   No hacer comparaciones entre un día y otro

    En los períodos sintomáticos, las personas con TOC suelen sentirse como si “empezaran de nuevo”.
    Quizá haya usted cometido el error de comparar los avances de su familiar con su nivel funcional antes de que se manifestara el TOC.
    Debido a los altibajos del TOC, es importante analizar el conjunto de cambios desde el inicio del tratamiento. Las comparaciones entre un día y otro son engañosas porque no reflejan con precisión las mejorías.
    Ayude a la persona a establecer un “criterio interno” que le permita evaluar el progreso realizado. Los días en que sufra una “recaída”, recuérdele que “mañana podrá intentarlo de nuevo”, para que no interprete la intensificación de los rituales como un fracaso. Sentir que uno mismo es un fracaso es algo autodestructivo: provoca un sentimiento de culpabilidad, de “imperfección”.
    Estas distorsiones crean estrés, que puede exacerbar los síntomas y originar sentimientos de “pérdida de control”. Usted puede ayudar a la persona recordándole el progreso que ha realizado desde el peor episodio y desde que inició el tratamiento.

    Reconocer las “pequeñas” mejorías
    Las personas con TOC suelen quejarse de que la familia no entiende lo que supone realizar algo como acortar cinco minutos la ducha o resistirse a pedir confirmación una vez más. Aunque todo eso le parezca insignificante a la familia, es un gran paso para ellos.
    Reconocer estos logros aparentemente “pequeños” es un instrumento poderoso para animar a la persona afectada a que siga intentándolo y que ésta sepa que usted es consciente de los esfuerzos que hace por mejorar. Las palabras de elogio constituyen un sólido refuerzo positivo. No dude en utilizarlo.

    Crear un ambiente de apoyo
    Cuanto más pueda evitar las críticas personales mejor.
    Es el TOC lo que pone nervioso a todo el mundo. Intente aprender cuanto sea posible sobre el TOC. Su familiar sigue necesitando su aliento y aceptación como persona.
    Recuerde que la aceptación y el apoyo no significan ignorar la conducta compulsiva.
    Haga lo posible por no participar en la compulsión.
    Sin ser hostil, explique que las compulsiones son síntomas del TOC a los que no va a contribuir porque quiere que la persona se resista. De esta forma, transmitirá una actitud que no juzga y refleja la aceptación de la persona.

    Mantener una comunicación clara y sencilla
    Evite dar largas explicaciones. En general, esto es más fácil de decir que de hacer, porque la mayoría de las personas con TOC piden constantemente confirmación a quienes les rodean: “¿Estás seguro de que he cerrado la puerta?” “¿Puedo estar seguro de que la cerré bien?”.
    Es probable que usted haya descubierto que cuanto más intenta demostrar que no hay necesidad de preocuparse, tanto más le refutan sus pruebas. Incluso la explicación más sofisticada no funcionará. Siembre hay un “¿y si?”

    Atenerse a un contrato de conducta
    En sus esfuerzos por tratar de ayudar a controlar las compulsiones, es posible que le tachen de “egoísta o negativo”, pese a su actitud “colaboradora”. Puede parecer obvio que todos ustedes intentan alcanzar un objetivo común de reducción de los síntomas, pero cada persona puede hacerlo de forma diferente.
    En primer lugar, es preciso llegar a un acuerdo entre los familiares y la persona afectada en beneficio de ésta última sobre la no participación de la familia en los rituales (lo que incluye también resistirse a las incesantes peticiones de confirmación). Lo ideal es que todos alcancen este acuerdo. La participación en un grupo de apoyo educacional familiar de TOC o la consulta con un terapeuta familiar experto en TOC suele facilitar la comunicación familiar.
    En general, las respuestas cortas y sencillas son las mejores.

    Fijar límites, pero siendo sensibles al estado de ánimo de la persona
    Teniendo en mente el objetivo de colaborar entre todos para reducir las compulsiones, los familiares pueden darse cuenta de que tienen que mostrarse firmes en cuanto a
    1) los acuerdos alcanzados previamente sobre su participación en las compulsiones,
    2) el tiempo dedicado a hablar sobre el TOC,
    3) el grado de confirmación que se le dará, o
    4) el perjuicio que causan las compulsiones en la vida de otros.
    El estado de ánimo suele determinar la medida en que la persona es capaz de rechazar las obsesiones y resistirse a las compulsiones. Además, muchos familiares comentan que saben cuándo la persona “tiene un mal día”. Es entonces cuando la familia posiblemente tenga que “retirarse”, a menos que peligre la vida de la persona con TOC o exista la posibilidad de que se produzcan situaciones violentas.
    En los “días buenos”, convendría que los familiares les animaran a resistirse lo más posible a las compulsiones.

    Seguir con la rutina familiar normal
    Las familias suelen preguntar cómo pueden “deshacer” todos los efectos de meses o años tolerando los síntomas obsesivo-compulsivos. Por ejemplo, para “mantener la paz”, un marido permitió que, por el miedo que tenía su esposa a la contaminación, prohibiera a sus cinco hijos traer amigos a casa. El intento inicial de evitar el conflicto cediendo, no hace sino aumentarlo. Es preciso poner límite a las obsesiones y las compulsiones. Es importante que los hijos lleven amigos a casa o que los miembros de la familia puedan utilizar cualquier lavabo, sentarse en cualquier silla, etc. La negociación y la fijación de límites permiten conservar la vida y las “rutinas” familiares. Recuerde que tolerar la exposición a sus miedos y recordarle las necesidades de otras personas beneficia a la persona con TOC.
    A medida que recupere su funcionalidad, aumentará su deseo de seguir avanzando.

    Recurrir al humor
    La capacidad para distanciarse uno mismo de los miedos irracionales y reírse es saludable, especialmente cuando se hace en compañía. Eso puede ser un gran alivio, aunque sin olvidar la necesidad de tener en cuenta el estado de ánimo de la persona antes de burlarse del TOC.
    Si bien las propiedades curativas del humor se conocen desde hace mucho tiempo, quizás no sea buena idea hacer bromas cuando los síntomas del TOC son agudos.

    Apoyar el régimen terapéutico
    Verifique siempre con el médico todo lo relacionado con las preguntas, efectos secundarios y cambios que perciba. No cuestione las instrucciones sobre la medicación dadas por el médico o especialista. Todos los medicamentos tienen efectos secundarios que varían en intensidad. Algunos son muy molestos (sequedad de boca, estreñimiento).
    Coméntelos con el médico y evalúe los riesgos y los beneficios.

    Es importante pasar un tiempo separados
    Los familiares tienden por naturaleza a creer que deben proteger a la persona con TOC estando todo el tiempo con ella, lo que puede ser destructivo porque todas las personas necesitan estar un tiempo a solas. Transmita el mensaje de que la persona puede quedarse sola y cuidar de sí misma. Además, el TOC no puede gobernar la vida de todos: usted tiene otras responsabilidades además de hacer de “niñera”.

    Ser flexibles
    Sobre todo, tenga en cuenta que éstas son simples orientaciones!
    Analice siempre la gravedad de los síntomas obsesivo-compulsivos y el estado de ánimo de la persona afectada, así como el nivel de estrés cuando decide imponer ciertos límites.
    Sea razonable e intente transmitir comprensión en sus acciones.



    Orientaciones para educadores y empresarios

    Los capítulos anteriores van dirigidos a los familiares, pero muchas de las propuestas son válidas para educadores, asesores y empresarios. No obstante, estos últimos se encuentran en una posición única para ayudar y remitir a esas personas a tratamiento sin verse implicados emocionalmente.
    Como las familias, los educadores y los asesores pueden interpretar los síntomas obsesivo- compulsivos como defectos de carácter o rarezas de conducta que podrían evitarse fácilmente.

    En general, los síntomas no se reconocen y se malinterpretan.
    Las personas con TOC están preocupadas por su rendimiento educativo o laboral y por la posibilidad de que otros “descubran” su TOC. Esa preocupación les generan más ansiedad, exacerbando así los síntomas y perjudicándoles más. Aunque quizá no todos los educadores o empresarios estén interesados en aprender cosas sobre el TOC, los que sí lo están pueden ayudar a las personas con este trastorno a conservar su funcionalidad y autoestima mientras luchan contra los síntomas.
    Un entorno educativo/laboral de apoyo que trate a la persona con dignidad es óptimo. Intente colaborar con la persona para permitir cierta flexibilidad, cuando sea posible, y maximizar los éxitos, lo que no significa necesariamente reducir los niveles o los requisitos.
    Por ejemplo, un estudiante universitario con TOC me pidió que hablara con uno de sus profesores, que en su opinión le ponía notas más bajas de lo que merecía porque detallaba sus trabajos más de los necesario, le preguntaba si podía repetir las tareas que les mandaba para “cerciorarse” de que había oído bien y le pedía que le confirmase sus respuestas para “asegurarse” de que decía lo correcto. Una vez obtenido su consentimiento por escrito, llamé a su profesora y está me comentó que había empezado a reconocer algunas conductas del estudiante como propias del TOC, confesándome también que uno de sus familiares tenía este trastorno. Reconoció que algunas de sus reacciones habían sido bruscas y constituían un intento de poner fin a las aparentemente interminables preguntas.
    En una conversación a tres bandas comentamos algunos principios de la terapia de conducta y decidimos que la profesora ofrecería al estudiante la posibilidad de reunirse con ella una vez a la semana durante 15 minutos para examinar sus preocupaciones y preguntas.
    Fuera de ese espacio, el estudiante debía resistirse a pedir confirmación.
    Si formulase alguna pregunta, la profesora le recordaría su acuerdo. Envié un paquete con documentación adicional sobre el TOC a la profesora.
    El estudiante incluso la invitó, si estaba interesada en saber más sobre el tema, a asistir a nuestro grupo de apoyo mensual. Se trata de un ejemplo fantástico de cómo utilizar los contratos de conducta fuera del entorno familiar.
    Hay ejemplos parecidos en el entorno laboral y educativo.
    Es importante ser flexible. Las personas con TOC son concienzudas, trabajadoras y se preocupan por hacer las cosas bien. Aunque posiblemente a veces eso sea un problema, los empresarios solidarios pueden sacar provecho de estas características y mantener trabajando a un empleado de confianza y responsable incluso cuando los síntomas están más exacerbados.











Orientaciones especiales para niños y adolescentes

“Cuando mis padres me llaman estúpido, todo empeora. Yo sé que no soy estúpido, pero no puedo evitar hacer estas tonterías”.
Al tratar de recordar cuándo comenzó el TOC, muchos adultos se remontan a su infancia.
Acordándose de sus sentimientos de vergüenza, aislamiento y miedo, desearían que alguien se hubiera molestado en sentarse y hablar con ellos sobre su extraña conducta, en lugar de criticarlos.
Los niños saben que hacen cosas que otros niños no hacen.
De hecho, están muy acomplejados por ello. Tienen miedo de contarle a su padre o su madre (u otra figura con autoridad) sus rutinas al vestirse, la necesidad que tienen de cepillarse los dientes un número determinado de veces, su temor a los “gérmenes” presentes en su pupitre de la escuela, sus esfuerzos por escribir perfectamente el palito de la “t”, su incapacidad de lanzar la pelota de baloncesto hasta que un “buen” pensamiento no sustituye a otro “malo”, etc. Los niños (como los adolescentes y los adultos) intentan con todas sus fuerzas ocultar esas conductas compulsivas por miedo a que alguien lo descubra, ya que “me encerrarían”, “sabrían que estoy verdaderamente loco”, “me echarían de su lado”.

Desconocedores del tratamiento psiquiátrico, los niños suponen que hay algo intrínseco en ellos que funciona mal y que no pueden corregir.
Como los adultos, también creen que quizá sean los únicos en tener ese problema.
El primer paso consiste en reconocer una conducta excesivamente ritual.
Tenga en cuenta, sin embargo, que la mayoría de los niños pasan por una fase del desarrollo rica en rituales. Los rituales a la hora de ir a la cama y las oraciones proporcionan seguridad y comodidad; lo mismo ocurre con los amuletos “de la suerte”, los juguetes ordenados o las colecciones de objetos “especiales”. Pero si los rituales y las “rutinas” empiezan a interferir en el funcionamiento social y escolar del niño –si se queda en casa para “acabar” tareas incompletas o abandona sus actividades habituales-, debe encenderse una luz de alarma. Además, si las interrupciones de una “rutina” crean excesiva ansiedad, frustración u hostilidad, probablemente sea hora de pedir consejo psiquiátrico.

Los problemas que los niños con TOC suelen afrontar se ilustran bien en una anécdota relatada por una mujer con TOC, que ahora tiene 34 años. Esa mujer recuerda que, como cualquier otra niña afectada por obsesiones agresivas (preocupación por la posibilidad de hacer daño a alguien), sufría un intenso dolor emocional. Lo peor era guardarse todos sus miedos, porque sus padres esperaban que “se olvidara de todo eso” y “se tranquilizara”.
Insiste, como hacen otros, que los padres deben facilitar la comunicación. El intento de conectarse con el niño en un plano emocional les brinda la oportunidad de responder; es como tender la mano. Los niños precisan que se les dé una especie de marco para entender lo que les pasa. A veces no pueden explicarlo a menos que un adulto les ofrezca varias posibilidades.
Un niño puede decir con alivio “£Sí! Eso es justo lo que me pasa.., ¿cómo lo sabes?”. Este fenómeno no es exclusivo de los niños. Ocurre a cualquier edad cuando alguien se siente desesperadamente solo en sus experiencias y encuentra a otra persona que siente lo mismo o le comprende.

Algunas propuestas para los padres sobre cómo iniciar una conversación con un hijo que podría tener un TOC, son las siguientes: “Oye, parece que andas preocupado todo el tiempo, ¿por qué no nos dices lo que te ronda por la cabeza?” “Todo el mundo tiene preocupaciones y es bueno que nos las cuentes.” “Nos hemos fijado que repites la misma acción, y tú, ¿te has dado cuenta? ¿Tienes miedo de algo? ¿Puedes tratar de hacerlo una sola vez? ¿Qué ocurre entonces? ¿Te parece que no queda bien?” Para tratar de sensibilizar y comprender mejor la lucha solitaria de un niño contra el TOC, ATOC ha producido un vídeo llamado Niños como Yo en el que se relatan experiencias personales. Ese vídeo se distribuye como instrumento educativo a especialistas y educadores. “Mis padres no entienden que quiera arreglármelas solo. Si no interrumpieran mis rituales, yo estaría bien.” De los adolescentes, al contrario que de los niños, se espera que sean más responsables y “maduros”.
De hecho, el término “adolescente” procede del verbo latino “adolescere” que significa “crecer”. No obstante, siguen teniendo una gran dependencia de los padres para todo tipo de cosas. En el caso de los niños pequeños, no es 39extraño que los padres realicen tareas que deberían hacer los niños, o que les ayuden a vestirse, bañarse y comer.
Pero a medida que la infancia va cediendo paso a la juventud, el deterioro funcional de los adolescentes con TOC afecta tanto a los padres como a los propios jóvenes. La esperanza de que el niño “deje atrás las rarezas” se vuelve menos probable. Las interferencias de los síntomas obsesivo-compulsivos con las actividades de la vida diaria se toleran peor.
En lugar de discutir constantemente y amenazar en exceso con castigos, sería preferible pedir consejo médico y psiquiátrico. Sabiendo que el proceso de desarrollo equivale a alejarse emocionalmente de los padres, el adolescente con TOC se encuentra realmente en un aprieto, porque necesita a los adultos más que otras personas de su edad, lo que, a la vez, le molesta. Los sentimientos de ira y hostilidad pueden prevalecer más de lo normal.
La excesiva preocupación por lo que piensan los demás y el intento de esconder los síntomas, puede dificultar el proceso de desarrollo de un adolescente que trata de adquirir una identidad positiva y de autoestima. El estigma social de la enfermedad mental puede agravar la presión existente de “encajar” en el entorno que el adolescente siente con intensidad.
La tendencia de los adolescentes a formar grupos muy unidos de compañeros es indispensable en el proceso de descentralización del egocentrismo. Compartiendo ideas con sus compañeros, los adolescentes ponen a prueba sus teorías y descubren sus puntos débiles.

El grupo proporciona algunas de las comodidades de la familia, pero con una mayor sensación de independencia. Además, es un período de reflexión sobre la vocación profesional y la sexualidad. Muchos de estos procesos de desarrollo normales se ven dificultados o bloqueados por el TOC. Los adolescentes con TOC suelen sentirse muy aislados e incompetentes. Se pierden esa experiencia típica de pertenencia a un grupo y de individualización. Es habitual que se sientan muy atemorizados, preguntándose “¿Cómo podré trabajar algún día?”, o avergonzados de sus conductas: “¿Quién se casará conmigo?”.
El creciente conflicto interno y la sensación de extrañeza, que se magnifican en presencia de los síntomas obsesivo-compulsivos, son especialmente dolorosos para los adolescentes presionados por el proceso “normal” de desarrollo. “Pero mamá, todo el mundo lo hace”. Ahora bien, no todos los jóvenes tienen un TOC.
Puede que sea normal hacerse un agujero en las orejas, pero no tener las manos en carne viva de tanto lavarlas o visitar a un terapeuta. A veces es difícil conseguir que el adolescente colabore; en esos casos, el contacto con un grupo de apoyo integrado por otros jóvenes podía servir de ayuda. Además, los padres de adolescentes con TOC suelen olvidarse de que siguen siendo padres y pueden fijar límites.
No conviene modificar las expectativas de que realicen ciertas tareas domésticas y participen en actividades familiares por el hecho de que presenten un TOC. Antes de que los síntomas terminen por descontrolarse, la familia puede adoptar una serie de medidas para evitar una situación desesperada:
1) Aprenda todo lo que pueda sobre el TOC.
Acuda a un grupo de apoyo. Hable con otros padres y familias.
2) Sin juzgarlo, anime al adolescente a hablar sobre sus “preocupaciones”. Comparta toda la información que tenga con él/ella e intente que acuda a un grupo de apoyo con o sin usted.
3) No altere las rutinas o las expectativas relacionadas con la casa. Si su hija saca la basura a cambio de una paga y deja de hacerlo por miedo a contaminarse, no siga dándole la paga “porque tiene un problema”. No haga las tareas domésticas que tengan asignadas sus hijos.
Si normalmente se lavan su ropa y dejan de hacerlo porque creen que “no pueden”, no lo haga por ellos. Ofrézcase a enseñarles, pero no asuma las tareas que ellos deberían hacer.
Recuerde que se encuentran en la etapa del desarrollo de adquirir independencia, no de perderla. Además, a los hermanos les molesta tener que realizar tareas adicionales que no les corresponden.
4) La familia proporciona modelos de rol y una misma forma de resolver los problemas, y es fundamental que ayude a fijar límites. Conviene recordar a la familia los problemas típicos de la adolescencia y cómo el TOC intensifica las preocupaciones normales, como puede ser la fijación de límites, hasta dónde se está dispuesto a tolerar y ceder. “Dividirse” puede también originar problemas (uno de los padres se rinde a las demandas del TOC y el otro se niega a ello). Es conveniente que ambos padres unifiquen sus reglas y expectativas, que posiblemente tendrán que revisar cada cierto tiempo dependiendo de la evolución del TOC.
5) La terapia de conducta de apoyo individual puede ayudar al adolescente en el proceso de separación y control de síntomas. 6) La medicación puede reducir los síntomas hasta un nivel controlable, de forma que toda la familia sea capaz de afrontar mejor el problema.
7) Los Grupos de Apoyo Psicoeducacionales Multifamiliares pueden prestar ayuda y orientación a la persona con TOC y a todos sus familiares.
8) Un “colega” adolescente con TOC puede ofrecer el apoyo necesario entre compañeros. Una vez que empieza la recuperación de los síntomas del TOC, es conveniente que los familiares evalúen sus expectativas de forma realista. Si la persona ha “perdido” una serie de años de la adolescencia como consecuencia del TOC, no habrá pasado por la experiencia completa de la adolescencia.
Es posible que tarde más tiempo en conseguir el permiso de conducir, un empleo, una pandilla y amigos íntimos, o decidir sobre su educación o carrera profesional. Todo eso quizá desanime a la persona con TOC, cuando mire a su alrededor y vea que sus amigos están haciendo ya todas esas cosas que tan lejos le parecen a ella, provocándole sentimientos de inutilidad o impotencia. Si reconoce usted estas señales o el adolescente puede hablar sobre ello, elogie sus esfuerzos por superar el TOC. Recuérdele con optimismo las destrezas que ha adquirido para ayudarse a sí mismo y que terminará “alcanzando” a los demás.
Con paciencia y una actitud positiva, conseguirá usted ayudar a su familiar a seguir adelante. Los consejos de apoyo pueden beneficiar a la persona afectada o a la familia. De nuevo, no se olvide de la existencia de grupos de apoyo. Si un adolescente se niega a visitar a un profesional (con o sin padres), los padres no deben olvidar que pueden insistirle en que vaya. Eso requiere un serio compromiso por parte de los padres de ayudar verdaderamente a sus hijos con TOC a aprender todo lo que puedan sobre su trastorno y a pedir consejo profesional.
Quizá tenga usted mismo que prepararse para fijar límites si la vida familiar se está deteriorando por las dificultades de controlar el TOC. Si llega a ese punto, es fundamental que se mantenga firme, coherente y persistente. Las consecuencias de no someterse a un tratamiento varían según el caso.
A veces, los síntomas pueden ser tan graves que el adolescente posiblemente se arriesgue a tener que irse a vivir a otro sitio o ingresar en un hospital contra su voluntad si los síntomas llegan a suponer una amenaza para su vida o la de alguien que vive con él, decisión que debe recaer en un psiquiatra experto en este trastorno.

Últimas observaciones

    Como familiar, es posible que nunca termine por librarse del todo de los sentimientos de aislamiento y frustración que acompañan a las luchas diarias para afrontar los desafíos planteados por el TOC.
    Compartir estos sentimientos con otras personas que sufren las consecuencias de un TOC mejora mucho el proceso de curación. Aprendiendo todo lo que pueda y utilizando las orientaciones propuestas, podrá responder a preguntas como: “¿Por qué no puede parar?” “¿Cómo puedo ayudarle?”

    Los familiares pueden ayudar, mediante la educación y los contratos de conducta, a que la persona supere el TOC. Posiblemente les sea útil a las familias recordar que, una vez tratado el TOC, la terapia de apoyo es beneficiosa para muchas de las personas afectadas.
    Son típicos los sentimientos de depresión, los conflictos conyugales motivados por los ajustes realizados y la sensación de ir atrasado con respecto a los compañeros, requiriéndose a veces una atención especial. Cuando disminuyen los síntomas del TOC, es posible que la persona empiece a darse cuenta de cómo ha desaprovechado su vida, lo que suele confundir a los familiares, porque suponen que, una vez mejorado el TOC, todo lo demás también mejorará. También aquí son frecuentes los síntomas y los sentimientos mencionados antes y forman parte del proceso de recuperación. La recuperación y la curación se producen con ayuda profesional, comprensión de los familiares y amigos y tiempo.

    Acerca de los autores
    Barbara Livingstone Van Noppen, M.S.W. trabaja como asistente social en el consultorio de TOC del Butler Hospital. Es investigadora del Departamento de Psiquiatría y Conducta Humana, de la División de Biología y Medicina de la Universidad Brown. La Sra. Van Noppen disfruta de prestigio internacional como especialista en el tratamiento de familias afectadas por un TOC. En 1986, introdujo un programa de tratamiento de conducta multifamiliar en el consultorio de TOC del Butler Hospital. Además, ha publicado varios artículos sobre el funcionamiento de familias afectadas por el TOC y su intervención familiar. Michele Tortora Pato, M.D. es psiquiatra especializada en el tratamiento del TOC y profesora asociada de la Universidad Pública de Nueva York en Búfalo. Es directora de los Servicios Ambulatorios y del programa de TOC en el Hospital General de Búfalo, y directora de Formación de Residentes del Departamento de Psiquiatría. La Dra. Pato ha escrito mucho sobre el TOC, entre otros, un libro publicado por la American Psychiatric Press, Current Treatments of OCD. La Dra. Pato tiene un interés especial por el tratamiento a largo plazo del TOC. Steven Rasmussen, M.D. es psiquiatra y director del consultorio de TOC del Butler Hospital. Tiene varios años de experiencia en el tratamiento multidisciplinar del TOC. El Dr. Rasmussen es profesor auxiliar de Psiquiatría y Conducta Humana en la Universidad de Brown, y ha publicado numerosos artículos sobre el TOC. Junto con la Sra. Van Noppen y Richard Marsland, A.T.S., han puesto en marcha un grupo de apoyo multifamiliar en el Butler Hospital que se reúne todos los meses. El Butler Hospital, abierto en 1847, es un hospital psiquiátrico privado de Providence, Rhode Island. Es el mayor hospital universitario de psiquiatría de la Universidad de Brown.

    

         
        GRUPO DE ESTUDIO DE TERAPIAS NATURALES - SALTO - URUG

Ideas para el debate

 

Ideas para el debate

Claves para la adaptación saludable a los cambios:

  • Conocimiento de uno mismo
  • Esperanza y optimismo
  • Confianza en uno mismo
  • Entusiasmo y flexibilidad
Las personas de talante optimista y confiado, que tienden a ver las cosas en su aspecto más favorable, se adaptan mejor a los cambios que aquellas personas propensas a juzgar las cosas por el lado desfavorable.
Las personas que tienen una disposición abierta y confiada experimentan más alegrías y más situaciones gratificantes que aquellas que tienen una tendencia a explicar los sucesos de la vida desde un marco negativo, cerrado y desconfiado.
Las personas poseemos una gran fortaleza y resistencia para superar los retos más duros y agotadores. Ante estos cambios más penosos, necesitamos sentir ilusión y todos requerimos promesas de alivio, de descanso y de curación.
El significado que le damos al dolor no es igual en todas las personas. El grado de sufrimiento que resulta insoportable para algunos, puede ser tolerable para otros.
El nivel de tolerancia al estrés y a la frustración depende de las siguientes características:
  • Temperamento individual
  • Apoyo social
  • Capacidad de adaptación
  • Propósito que cada uno asigna a su vida
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La mayoría de las personas superamos los traumas con el tiempo.

La capacidad natural de adaptación hace que el placer o el dolor (que nos produce un cambio repentino, positivo o negativo), por intenso que sea, disminuya con el paso del tiempo.
Para adaptarse saludablemente a los cambios relacionados con el envejecimiento hay que:
  • Adaptarse poco a poco a una perspectiva diferente del tiempo.
  • Aceptar la inalterabilidad de la vida ya vivida.
  • Reconciliarse con los conflictos que no se resolvieron y con errores que no se rectificaron.
  • Mantener relaciones estimulantes con otros mayores y pequeños: participar en la vida de los seres queridos.
  • Adoptar un estilo de vida razonablemente independiente y activo.
Las personas mayores que conservan activos el cuerpo y la mente, que se esfuerzan por aprender cosas nuevas y que se comunican, experimentan una vejez más gratificante.
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Conferencia

Como la trayectoria tortuosa e impredecible que sigue la hoja al caer del árbol, nuestro viaje por el mundo está salpicado de acontecimientos afortunados que nos alegran y de sucesos penosos que nos conmueven.
El estudio de los efectos de los cambios en los seres humanos nos sitúa, por un lado, frente a nuestra fragilidad ante ciertos avatares de la vida. Por otro lado, sin embargo, nos muestra cómo la mayoría de los hombres y las mujeres, mayores y pequeños, se adaptan saludablemente a las vicisitudes que se cruzan en su camino. Quizá no pueda ser de otra forma. No es fácil concebir la supervivencia de una especie tan inteligente y tan habilidosa como la nuestra, sin que la mayor parte de sus miembros supere las adversidades y sienta que vivir merece la pena.
Se me ocurre que, antes de entrar de lleno en el tema de esta conferencia, quizá deberíamos brindar por nuestros antepasados que vivieron hace muchos milenios. Pues la verdad es que gracias a su entusiasmo, a su esperanza, a su tenacidad, a su ingenio y al impresionante desarrollo que impulsaron, podemos decir que nunca hemos vivido tanto ni tan saludablemente como ahora. Además, nadie mejor que ellos personifica el lema de este programa de salud "La vida es cambio. El cambio es vida."
Imagino que, en el momento en que los hombres y las mujeres de un ayer tan lejano adquirieron conciencia de sí mismos y de su entorno, se les iluminó la cara con una enorme sonrisa y saltaron de alegría. El motivo de su incontenible júbilo fue que intuyeron que les había tocado la gran suerte de vivir en un mundo fértil y hospitalario, en el que no sólo podrían alimentarse y subsistir, sino además poner en práctica sus talentos naturales y disfrutar, junto con sus seres queridos, de todo lo bueno que la tierra les ofrecía.
En muchos sentidos, la existencia de nuestros ascendientes antediluvianos no era nada fácil. Tenían que resguardarse constantemente de las fuerzas implacables de la naturaleza y de las embestidas de las fieras hambrientas que les acechaban. Pese a esas dificultades, estoy seguro de que mantenían una admirable inclinación al optimismo, a ver las cosas considerando sus aspectos más positivos y gozaban de un talante esperanzador. La razón es que estos rasgos formaban parte de su instinto de conservación, de su equipaje genético y eran transmitidos de generación a generación.
Y es que, gracias a la inexorable fuerza de selección natural, encargada de favorecer las cualidades físicas y mentales útiles para la conservación de la especie y de descartar las inservibles, nuestros ancestros disponían de unas cuerdas vocales melódicas, de un cuerpo ágil, de robustas mandíbulas dentudas y de manos habilidosas y potentes. Pero además contaban con una actitud optimista hacia sí mismos y sus circunstancias, que les protegía y les ayudaba a luchar sin desmoralizarse contra las agresiones del medio ambiente.
La disposición positiva también les motivaba a hacer realidad sus ilusiones. Por eso, en lugar de contentarse con vivir en cuevas y aguardar pasivamente los efectos del lento proceso evolutivo natural, nuestros inconformistas e ingeniosos predecesores decidieron acelerar el progreso de la humanidad. Beneficios precoces de su resolución incluyen la agricultura y la domesticación de animales, la construcción de las primeras ciudades, el descubrimiento de la escritura y el auge de las ideas, las ciencias y las artes, que componen lo que llamamos civilización.
Con el tiempo, no tardaron en surgir cientos de sabios que cultivaron las raíces de la razón y del conocimiento, y descifraron las leyes del Universo. Simultáneamente, un ejército de geniales inventores se encargó de aplicar las teorías científicas a la práctica. Entre los frutos prodigiosos de su trabajo creativo, se encuentran las vacunas, los antibióticos y demás remedios milagrosos contra epidemias y enfermedades mortíferas, y una lista interminable de aparatos asombrosos, como la imprenta, la luz eléctrica, el motor de explosión, el teléfono, la lavadora, la televisión o Internet. Todos estos avances no sólo sumaron años a la vida del género humano, sino que además añadieron bienestar a los años..
Resulta curioso, sin embargo, que la mayoría de la gente casi nunca reflexione sobre el increíble progreso que ha experimentado nuestra calidad de vida a lo largo de los siglos. De hecho, la idea del poeta de que cualquier tiempo pasado fue mejor, es muy popular. Parece que casi siempre idealizamos el ayer y reivindicamos el "honor" de vivir en los momentos más desafortunados de nuestra historia.
Es obvio que todavía hay pueblos que viven subyugados por las enfermedades, la pobreza, la violencia y las injusticias sociales. Pero no es menos evidente que, hasta hace poco, la muerte merodeaba por todos los hogares del planeta mucho más de lo que hoy rondan la depresión, el cáncer, el divorcio y el desempleo juntos. En mi opinión, no hay nada más responsable de la glorificación y la añoranza del pasado que una mala memoria. Por eso, recomiendo hacer una breve reflexión histórica de vez en cuando
Hecho este brindis de agradecimiento a nuestros antepasados, que con sus esfuerzos y creatividad nos han librado de muchas tormentas y nos han abierto el camino para buscar la felicidad, pasemos a analizar la adaptación de las personas a los cambios.
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Nuestros cambios

Los seres humanos reaccionamos constantemente a las exigencias de nuestro cuerpo y de nuestro entorno. El calor nos hace sudar y el frío tiritar, los embotellamientos de tráfico nos exasperan, los agobios de dinero nos desvelan, los rechazos sentimentales nos entristecen y las enfermedades nos intimidan. También es verdad que existen sucesos estresantes que nos hacen vulnerables a las depresiones, a las enfermedades del corazón, a las infecciones y a los trastornos digestivos. Pero la gran mayoría de los cambios de la vida nos afectan temporalmente. No pocas noches nos vamos preocupados a la cama y nos despertamos alegres al día siguiente..
Tenemos una enorme aptitud para ajustarnos a las circunstancias más inesperadas y recuperarnos de las coyunturas más extremas. Por ejemplo, numerosos estudios sobre los efectos de los diarios bombardeos en Londres por aviones alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, demuestran que los londinenses se organizaban el día a día, mantenían la calma, iban a trabajar e incluso se permitían el buen humor contando chistes durante sus noches en los refugios.
La gama de cambios que nos pueden afectar física y mentalmente es muy diversa. Unos cambios son esperados, como la boda de un hijo que desde hace años mantiene una relación estable de pareja, la mudanza que hemos planeado durante meses, o la muerte de un pariente de 90 años que lleva en coma seis meses a causa de una dolencia terminal. También hay cambios inesperados o imprevistos, como descubrir que la pareja nos engaña, un accidente de coche, o que se nos queme la casa en un incendio. Los cambios repentinos nos cogen totalmente de sorpresa, como un ataque de corazón, un terremoto o la muerte súbita de alguien cercano. Por el contrario, los cambios progresivos evolucionan lentamente, como el envejecimiento natural o el despido de un trabajo en el que llevábamos mucho tiempo teniendo enfrentamientos serios con la jefa. Unos cambios son transitorios o pasajeros, por ejemplo, una fractura de un brazo a consecuencia de una caída, el embarazo, un enfado familiar sin gran importancia, o cuando nuestro equipo favorito pierde un partido. Otros sucesos tienen consecuencias permanentes, como la jubilación, la diabetes o el divorcio. Todos experimentamos contratiempos triviales que no afectan a nuestra vida a largo plazo, como una avería en el televisor que nos impide ver nuestro programa favorito, o el día que se nos estropea una comida y tenemos invitados en casa. Pero también vivimos cambios significativos, de gran importancia, que alteran nuestro estilo de vida, como el nacimiento de un hijo o la muerte de la pareja.
Finalmente, hay experiencias traumáticas, como cuando somos víctimas de un grave desastre natural, de una guerra o sufrimos malos tratos en el hogar. Estas desdichas pueden ser tan abrumadoras que causen lo que en psiquiatría llamamos estrés postraumático. Los síntomas más típicos de este trastorno incluyen los sentimientos de indefensión y de terror, el acoso de la mente por los recuerdos más estremecedores del suceso, las pesadillas, la tensión nerviosa, la depresión y las fobias. Los afligidos por un trauma reaccionan con irritabilidad a provocaciones sin importancia, experimentan dificultad para conciliar el sueño y viven durante mucho tiempo obsesionados con lo que les ha ocurrido.
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Efectos de los cambios

Debemos tener en cuenta que las desgracias no nos afectan a todos de la misma forma. El grado de sufrimiento que resulta insoportable para unos, puede ser tolerable para otros. Además, los efectos psicológicos de una desventura también pueden ser diferentes en una misma persona dependiendo de la edad, de sus circunstancias o de su estado de ánimo.
Entre los sucesos que causan más dolor despunta el fallecimiento de la pareja o de un hijo. Los adultos que pierden a su pareja se sienten, primero, abatidos por la confusión y, después, abrumados por el duelo. Muchos intentan desesperadamente ajustarse a una realidad para la que no existe preparación. El recuerdo desconsolador se transforma en un enorme agujero en el que buscan sin descanso a la persona amada desaparecida que, precisamente por estar ausente, está siempre presente. Cuando muere un hijo el impacto es especialmente incomprensible y demoledor. Todos los padres que pierden un hijo tratan inútilmente de encontrar el significado de lo ocurrido.
Con excepción de casos extremos, la duración de los efectos de estas terribles pérdidas no pasa de dos años. Con todo, no podemos negar que existen personas que quedan marcadas permanentemente y hasta el final de sus días presentan un balance negativo de sus vidas.
Las rupturas de relaciones de pareja importantes son procesos personales duros y angustiantes que, a menudo, dañan la salud física y socavan la estabilidad emocional de los protagonistas. Precisamente, los expertos en salud pública utilizan el índice de divorcios de un país para planificar ciertos servicios sanitarios, pues las personas en trance de romper su matrimonio, comparadas con la población general, sufren más depresión, alcoholismo, hipertensión, infecciones y trastornos digestivos.
No obstante, la mayoría de las parejas que deciden romper porque sus relaciones infelices son incurables, encuentra la luz al final del túnel del divorcio. La ruptura, para esas parejas, se convierte en la única medicina que les va a permitir, algún día, disfrutar de una nueva relación dichosa. Casi todas las personas que se divorcian, pronto sueñan con encontrar una nueva pareja. Muchas -cuatro de cada cinco en Estados Unidos- contraen un nuevo matrimonio antes de que hayan transcurrido tres años. En este sentido, la separación supone un cambio, pero también continuidad, un final y un principio, el derrumbamiento de ideales frustrados y el manantial de nuevas ilusiones.
En cuanto a los cambios relacionados con la salud, resulta curioso que las enfermedades nos turban más de lo que nos alegra la buena salud. Un cuerpo y una mente saludables no son una garantía de felicidad, pero sí nos ayudan a buscarla. La verdad es que siempre han existido personas excepcionales muy sufridas, que ven en el tormento de la enfermedad el peaje de la fortaleza espiritual. Mas lo normal es que el dolor, la incapacidad, la angustia o la dependencia, tanto si somos nosotros los afectados como si se trata de seres queridos, absorban nuestra energía y agoten nuestro entusiasmo para perseguir la dicha.
Los seres humanos poseemos una increíble fortaleza para superar las dolencias más debilitantes. Es de sobra conocida la tendencia de muchos enfermos a aceptar sus limitaciones y a basar su nivel de felicidad en las posibilidades de disfrutar el presente y no en lo que podía haber sido y no es. De hecho, el bienestar subjetivo de enfermos crónicos de diabetes, hipertensión, artritis o asma es muy parecido al de personas sanas. Y no son pocos los que, después de perder facultades físicas y mentales, no sólo recobran su nivel normal de contentamiento, sino que hasta resurgen más maduros y equilibrados.
Parece increíble, pero la mayoría de las víctimas de accidentes de automóvil que sufren una lesión de la médula espinal paralizante e irreversible, dos años más tarde han recuperado el nivel de satisfacción con la vida que tenían antes del siniestro. Un estudio reciente informaba sobre el grado de dicha de un grupo de sesenta niños y niñas que, siendo menores de 14 años, sobrevivieron a quemaduras masivas del 70 por 100 de su cuerpo, y presentaban deformaciones y limitaciones físicas imposibles de corregir. El grado de felicidad que sentían esos pequeños era, dos años después de su accidente, muy similar al de otro grupo de criaturas sin problemas físicos.
Como inciso recordaré que la tendencia a volver a nuestro nivel normal de satisfacción con la vida también se manifiesta después de un cambio positivo. Por ejemplo, los estudios sobre los afortunados que ganan millones en la lotería o las quinielas demuestran que, excepto en el caso de personas muy pobres, la mayoría de los ganadores no se siente más feliz un año después del golpe de buena suerte.
En cuanto a cambios en el trabajo, está demostrado que la pérdida inesperada del empleo supone casi siempre un golpe duro para las personas. El despido suele ser interpretado, por los afectados y la sociedad, como un fracaso. Además del impacto negativo que pueda tener en la seguridad económica de la persona y su familia, el cese involuntario daña la autoestima, la confianza y el sentido de control sobre la propia vida.
La jubilación forzosa constituye una causa de ansiedad y desánimo para aquellos a quienes un empleo representó la fuente principal de gratificación personal y de reconocimiento social durante la mayor parte de sus vidas. Muchos ven la jubilación como el retiro forzoso de la vida. Por eso es tan importante que la sociedad ofrezca alternativas a las personas jubiladas, para que quienes lo deseen tengan la oportunidad de participar en proyectos, ampliar su formación, potenciar sus habilidades y contribuir a causas relevantes.
Un cambio progresivo inevitable es el envejecimiento. Es cierto que el envejecimiento del cuerpo y de los sentidos disminuye poco a poco nuestra libertad de acción, mientras que los órganos internos nos llaman la atención con sus averías, y las limitaciones económicas a menudo restringen la capacidad de tomar decisiones libremente. Pero también es verdad que las connotaciones negativas y los prejuicios sociales que hoy rodean a la vejez no ayudan a adaptarnos a este cambio esperado y progresivo natural. No obstante, cada día más personas mayores convierten el paso de los años en una experiencia de participación, de sabiduría y de dicha.
No olvidemos que lo que de verdad nos perturba no son los cambios relacionados con la edad, sino el significado que le damos al paso de los años.
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Ingredientes de la capacidad de adaptación

Los seres humanos nacemos y nos hacemos. Nuestra capacidad de adaptación tiene tres tipos de ingredientes. Unos son genéticos, otros forman parte de nuestra personalidad y el tercer grupo lo forman las estrategias que podemos aprender.
  1. Los genes

    El componente genético de nuestra capacidad de adaptación se refleja en la constitución que traemos al mundo. Cualquiera que haya observado el temperamento de recién nacidos, habrá podido constatar que no hay dos bebés iguales. Unos son activos, otros muy tranquilos, unos son cautelosos y otros muy expresivos. La constitución de los pequeños depende de los genes que reciben de su padre y de su madre -aunque las vicisitudes del embarazo también pueden influir-. Por eso, los gemelos idénticos o univitelinos, que portan exactamente los mismos genes, son tan parecidos. Se asemejan no sólo en el físico, sino también en sus aficiones, en la predisposición a ciertas enfermedades y en muchos aspectos de su manera de ser. Su parecido es sorprendente aunque hayan crecido desde el nacimiento separados en hogares diferentes.
    De todas formas, se calcula que los factores genéticos controlan sólo un 30 por 100 de la capacidad de adaptación de las personas. Lo que quiere decir que la mayor parte depende de lo que nos pasa después de nacer. En el fondo, nuestra verdadera herencia es la propia capacidad para hacernos a nosotros mismos, no como esclavos de un destino labrado en el ADN, sino como sus forjadores.
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  2. La personalidad

    Nuestra capacidad de adaptación está relacionada con la gran plasticidad o capacidad para transformarse que tiene el cerebro humano, que a fin de cuentas es donde se cuecen nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras actitudes y nuestro carácter o personalidad. Desde que nacemos hasta que maduramos, el tamaño del cerebro se cuadriplica. Los genes dirigen el proceso de desarrollo del cerebro hasta que venimos al mundo, pero, una vez nacidos, la influencia del medio predomina en la formación de los circuitos y entramados de neuronas que configuran nuestra materia gris.
    La formación saludable de la personalidad requiere la satisfacción de ciertas necesidades esenciales durante la infancia: alimento, seguridad, calor humano y estímulo por parte de adultos estables y afectuosos. Un entorno familiar protector, cariñoso y estimulante, nutre muchos de los ingredientes que nos van a ayudar a superar las vicisitudes de la vida, incluyendo la confianza, la autoestima, el optimismo, la sensación de control del entorno y el sentido de pertenencia a un grupo. Por el contrario, bajo condiciones perjudiciales de abandono, inseguridad, privación y carencia de afecto, las criaturas tienden a adoptar un talante desconfiado, dubitativo, pesimista y temeroso, que les va a dificultar la adaptación. No cabe duda de que, desde el momento de nacer, los estímulos saludables y nocivos del ambiente y los cambios, moldean nuestras vidas.
    A continuación describiré los ingredientes de la personalidad o manera de ser que favorecen la capacidad de adaptación a los cambios y nos protegen de los efectos perjudiciales de los infortunios.
    • Autoestima. Tener una buena opinión de uno mismo es un elemento muy importante. La autoestima más beneficiosa es la que está basada en la aceptación genuina de nuestras capacidades y limitaciones, en el goce de logros legítimos, en la ilusión enfocada hacia objetivos distantes pero alcanzables. Una plegaria antigua describe muy bien este don como "la gracia para aceptar con serenidad las cosas que no podemos cambiar, el valor para cambiar las cosas que podemos cambiar y la sabiduría para distinguir las unas de las otras".
    • Control sobre nuestra vida. Otro ingrediente esencial de nuestra manera de ser, que nos ayuda a superar las adversidades, es la sensación de que controlamos nuestra vida. Cuando pensamos que dirigimos nuestro destino, mandamos sobre nuestras decisiones y nuestro tiempo, o elegimos los derroteros que van a marcar nuestro paso por el mundo, nos sentimos más confiados y esperanzados a la hora de adaptarnos a un cambio o superar un infortunio. Las personas que se sienten más en control suelen hacer frente a la vida con ilusión y confianza, están inclinadas a decir "¡sí!" a los nuevos retos que se les presentan y viven un mayor número de situaciones gratificantes, que las personas que no sienten que controlan sus destinos.
    • Talante comunicativo. Una personalidad sociable y extrovertida también nos protege de los efectos perniciosos de algunos cambios. El motivo es que, cuando nos sentimos atemorizados ante una adversidad, nos ayuda conectarnos con otras personas y recibir apoyo emocional.
    • Disposición optimista. El optimismo modela positivamente nuestras percepciones y explicaciones. Los hombres y las mujeres de talante optimista, en general se adaptan mejor a los cambios que los propensos a juzgar las cosas por el lado desfavorable.
      El viejo proverbio dice que "nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". Las perspectivas optimista y pesimista se suelen contrastar con la prueba de la botella de agua. Esta prueba consiste en mostrar una botella llena de agua hasta la mitad a personas sedientas. Mientras que las optimistas se alegran al ver la botella medio llena, las pesimistas se inquietan porque ven la botella medio vacía. Optimistas y pesimistas ven la misma botella, pero interpretan lo que ven de formas muy diferentes.
      Los individuos que utilizan el estilo optimista para explicar las cosas, cuando son golpeados por alguna adversidad, tienden a pensar que se trata de un inconveniente pasajero, que su impacto afecta a una faceta concreta y limitada de su vida, y que no es culpa de ellos sino una consecuencia de las circunstancias o de la mala suerte. Por el contrario, ante las situaciones dichosas, los optimistas son propensos a creer que la buena fortuna perdura, que sus efectos beneficiosos se extienden a todas las facetas de su vida y que la causa de su buenaventura radica en ellos mismos.
      Los pesimistas explican las cosas de la forma opuesta. Tienden a considerar los infortunios como hechos permanentes, piensan que su impacto es general y que la culpa es primordialmente suya. Ante las buenas noticias, sin embargo, tienden a considerarlas pasajeras, excepciones o fruto de las circunstancias y piensan que ellos no han contribuido a producirlas.
      Por ejemplo, examinemos la forma como María explica una discusión que tuvo con Juan, su marido, después de que él llegara malhumorado a casa del trabajo: "algo le ha debido de ocurrir a Juan en la oficina para que esté hoy de tan mal humor". Esta explicación es optimista, porque limita el problema a una circunstancia concreta. Por el contrario, las explicaciones pesimistas tienden a generalizar: "Juan es persona de mal carácter y nunca va a cambiar".
      Cuanto más optimista es la persona, más utiliza explicaciones que limitan o encapsulan el impacto de las desgracias, de forma que no interfieran con otras parcelas de sus vidas. Por ejemplo, después de escuchar esta conferencia y no haberle gustado, el asistente optimista limita su conclusión a "esta charla del doctor Rojas Marcos ha sido aburrida", mientras que el asistente pesimista generaliza su explicación y concluye: "las conferencias no sirven para nada".
      La explicación optimista también se caracteriza por no sobrecargar de responsabilidad o de culpa a la persona. Por ejemplo, el joven universitario que se explica el suspenso en un examen pensando "verdaderamente no estudié lo suficiente en las últimas semanas", es más optimista que el que interpreta su fracaso escolar diciéndose "soy incapaz, no sirvo para nada, nunca llegaré a ningún sitio".
      Ante los hechos afortunados, la explicación optimista tiende a generalizar y la pesimista, a limitar sus causas y efectos. Por ejemplo, después de ser informado por el jefe de que va a recibir un aumento de sueldo por su buen trabajo, el empleado optimista se dice: "no me extraña la decisión, pues soy una persona muy competente y creativa". Por el contrario, la reflexión del empleado pesimista es: "no sé lo que habrá visto en mí, pero en esta ocasión he tenido buena suerte". Igualmente, es más optimista el enamorado correspondido que opina "comprendo que esté prendada de mí, soy atractivo, romántico, listo y tengo mucho que ofrecer", que quien se explica su dicha amorosa como "menudo golpe de suerte, espero que tarde lo más posible en conocerme de verdad".
    • Visión esperanzadora del futuro. Muchos hombres y mujeres que soportan enormes privaciones y sufrimientos se mantienen animados gracias a la confianza en que se hará realidad lo que desean. La perspectiva esperanzada del futuro modera nuestras ansiedades, amortigua nuestros desengaños y hace más llevaderas las cargas que nos impone la vida. De hecho, la esperanza es el remedio más eficaz para aliviar los efectos de los cambios más debilitantes y penosos. Me imagino que, por eso, según el mito, la esperanza surgió de la caja de Pandora junto con los males que Zeus había guardado en ella para castigar a los mortales por los conocimientos que Prometeo les había dado.
      Por una parte, la esperanza configura una perspectiva positiva del futuro en general, que nos ayuda a mantenernos seguros y confiados. Por otra parte, la esperanza se refleja en las ilusiones que las personas albergan cuando se plantean conseguir superar obstáculos concretos, desde dificultades económicas hasta mejorar una relación que no va bien. En este sentido, la esperanza nos motiva a concentrar nuestros esfuerzos y a hacer planes concretos para alcanzar las metas que nos fijamos.
    • Valoración positiva del pasado. La conciencia de quiénes somos, de nuestra autobiografía, se forma, en su mayor parte, de recuerdos. Las reminiscencias del ayer modelan nuestra definición de quienes somos hoy. Muchas personas tienden a guardar y a evocar preferentemente los buenos recuerdos, los éxitos del pasado, las relaciones enriquecedoras, las experiencias gratificantes. Estas memorias, a su vez, favorecen su confianza en el presente y en el futuro. Una valoración positiva de los desafíos pasados estimula la voluntad que nos empuja a conseguir objetivos que deseamos, y fomenta pensamientos alentadores como "yo puedo", "lo intentaré", "estoy preparado para hacerlo" o "tengo todo lo que necesito para lograrlo".
      La valoración positiva del pasado aporta un beneficio especial a las personas mayores, para quienes el futuro se contrae y el pasado se revaloriza. Con el transcurrir de los años, es importante poder repasar con benevolencia el ayer, aceptar la inalterabilidad de la vida ya vivida y reconciliarse con los conflictos que no se resolvieron o los errores que no se rectificaron.
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  3. Lo que podemos aprender

    Aprender a mejorar nuestra aptitud para superar con éxito las adversidades, es posible gracias a la educabilidad o maleabilidad natural que poseemos los seres humanos. Esta cualidad nos permite fomentar emociones, actitudes y conductas, así como aplicar fórmulas que nos faciliten la adaptación saludable a los cambios. Como dice el refrán, "más vale la práctica que la gramática". A continuación menciono las estrategias que he encontrado de mayor utilidad.
    • Conocernos a nosotros mismos. Resulta obvio que, cuanto mejor nos conocemos, más fácil nos resulta identificar correctamente los cambios que nos impactan y que nos plantean mayor dificultad a la hora de superarlos. El conocimiento de quiénes somos, de nuestras virtudes y limitaciones, también nos ayuda a reconocer los rasgos de nuestra personalidad que nos conviene cultivar para mejorar nuestra capacidad de adaptación. Además, el conocimiento personal nos ayuda a aprender de las experiencias pasadas y a adquirir una visión razonable de nuestras posibilidades.
    • Estar informados. Tanto si se trata de una enfermedad como de un desastre natural, lo que nos imaginamos casi siempre es peor que la realidad. Enterarnos de qué es lo que nos está pasando y cuál es la mejor forma de responder a la situación, puede resultarnos doloroso, pero nos ayuda a mantener los pies sobre la tierra. Por ejemplo, en mi experiencia, el peor enemigo de muchos enfermos graves no es tanto la amenaza de muerte como sus temores imaginarios, y el silencio y disimulo de las personas que les rodean. La información equilibrada que separa los hechos de las especulaciones es la más beneficiosa. Paralelamente, la comunicación franca y esperanzadora del médico evoca seguridad, aliento y cooperación con el tratamiento en el paciente.
      En general, los peores sufrimientos se hacen más llevaderos si contamos con la perspectiva que da conocer sus causas y sus efectos, y con el consuelo que suscita compartir nuestra situación con seres queridos. También nos alivia saber que, a menudo, cuando nos sentimos abrumados por una adversidad, nuestras emociones, aunque nos parezcan aberrantes, no son más que la reacción normal ante una situación anormal.
    • Formular una explicación optimista. Estar bien informados no quiere decir enfocar los inconvenientes de los cambios, sino todo lo contrario. Como ya he descrito al hablar del optimismo, nuestro estilo de explicar las cosas que nos suceden influye sobre nuestro estado de ánimo y nuestra habilidad para adaptarnos a las nuevas circunstancias. Todos podemos aprender a interpretar los avatares de la vida sin exagerar o generalizar sus causas y efectos, y sin llegar a conclusiones globales que no nos dejen ninguna salida. Y no olvidemos que la máxima optimista más antigua es el hecho comprobado de que, ante las adversidades, casi siempre podemos concluir con aquello de "no hay mal que por bien no venga".
    • Comparar la nuestra situación a la baja. Otra estrategia que nos ayuda a superar adversidades es la comparación. Cuando nos sentimos amenazados o agredidos, es bueno compararnos con personas o situaciones que están en peores condiciones que nosotros. Después de un desastre natural, muchos damnificados se sienten afortunados si se comparan con otros que han sufrido daños mayores. Expresiones como "podía haber sido mucho peor" o "por lo menos no soy el único" nos ayudan a soportar la angustia que producen los accidentes inesperados.
    • Hablar y buscar apoyo. Gracias al lenguaje ningún ser humano es una isla. A través del habla podemos compartir ilusiones y liberarnos de los temores y angustias que perturban nuestro equilibrio emocional. Conversar sobre lo que nos ocurre y expresar lo que sentimos en un ambiente comprensivo y seguro, pese a que remueva los recuerdos desagradables y produzca ansiedad y tristeza, permite que un cambio doloroso pueda incorporarse al resto de nuestra biografía. Por estas razones, es aconsejable, cuando nos sintamos preparados, compartir la experiencia con nuestros seres queridos y personas de nuestra confianza. Narrar verbalmente o por escrito lo que nos pasa y lo que sentimos, es una forma saludable de organizar los pensamientos, de quitarles intensidad emocional y de aplacar la tensión nerviosa y el propio miedo.
    • Alimentar la esperanza. Se dice que la esperanza es el pan del alma. Ante los cambios más penosos, todos necesitamos promesas de alivio. Unas veces estas ofertas de consuelo provienen de nuestros seres queridos; otras, de compasivos expertos del dolor que nos aqueja; pero no pocas veces, la esperanza procede de la esfera espiritual de nuestro mundo interior, de nuestras voces internas.
      Las creencias religiosas ayudan a mucha gente a tolerar mejor los cambios permanentes, como la muerte de un ser querido. A menudo, la religión conecta a la persona a una comunidad comprensiva y benevolente, fomenta la aceptación de los contratiempos, ofrece un foco de luz más allá de uno mismo y presenta una perspectiva más aceptable de las tragedias de la existencia. No obstante, nuestra espiritualidad no tiene necesariamente que incluir dogmas religiosos, ni siquiera los conceptos de alma inmortal o de otra vida. La espiritualidad es un sentimiento gratificador de conexión emocional profunda y sosegada con algo que se encuentra fuera de nosotros. Este algo puede también pertenecer al mundo de lo humano, puede ser una causa, como la solidaridad, la paz o la bondad, o puede ser el resultado de una sintonización especial con la naturaleza o incluso con el mismo universo. No pocos que sufren grandes desgracias se animan al extraer esperanza de la brisa del mar, del aroma del bosque o de la inmensidad de la montaña.
    • Restaurar la rutina diaria, los pequeños placeres y el humor. Una fórmula que nos ayuda a adaptarnos a los cambios importantes es continuar con nuestros hábitos y costumbres dentro de lo posible. Los placeres sencillos también nos protegen de la ansiedad que provocan las contrariedades. Por ejemplo, reunirnos con amigos, cocinar, dar un paseo por el parque, salir de compras -aunque no compremos nada-, arreglar cosas de la casa, cuidar del jardín, leer un libro o escuchar una música grata. En palabras del poeta libanés Khalil Gibran, "en el rocío de las cosas pequeñas, el corazón encuentra su alborada y se refresca". Por otra parte, todas las experiencias placenteras, por intensas que sean, casi siempre son fugaces. Por eso, como dice el psicólogo David Myers, "si disfrutamos subiendo, la satisfacción durará más si vamos por las escaleras que si usamos el ascensor".
      Y no olvidemos el poder protector del sentido del humor. Su función primordial es aliviarnos la tensión emocional y descargar la inseguridad. Incluso el humor negro es saludable. Actúa de purgante psicológico que nos libera de obsesiones destructivas. La gran virtud del humor es que nos alegra la vida y, posiblemente, también la prolonga.
    • Salir y hacer ejercicio. Salir de casa y hacer ejercicio a poder ser con otras personas, disminuye el estrés y nos revitaliza. La evidencia de los beneficios de la actividad física cuando nos enfrentamos a los cambios es tan convincente que, en mi opinión, todos deberíamos apuntarnos al "movimiento del movimiento". Tan sólo veinte minutos de actividad moderada a lo largo del día, son suficientes.
    • Mantener activa la mente y la sociabilidad. Para mantenernos en forma es importante ejercitar diariamente las facultades del alma: la memoria, el entendimiento y la voluntad, así como nuestra capacidad para relacionarnos con los demás. Una receta que recomiendo es la de Simone de Beauvoir: "fijarnos metas que den significado a nuestra existencia, dedicarnos a personas, grupos o causas; sumergirnos en el trabajo social, político, intelectual o artístico, participar en la vida de los demás a través del amor, de la amistad o de la compasión".
    • Aprovechar los recursos de la ciencia. Finalmente, no debemos olvidar los beneficios del progreso y aprovecharnos de los recursos que nos ofrece la ciencia para facilitar nuestra adaptación a los cambios y superar momentos de dificultad. La gran mayoría de los avances tecnológicos, desde el teléfono hasta Internet, pasando por el automóvil, la televisión, el lavaplatos o el aire acondicionado, hacen nuestra existencia más llevadera, facilitan el bienestar y amplían nuestras opciones para experimentar momentos dichosos.
      Hoy también tenemos a nuestro alcance la medicina de la calidad de vida. Se trata de una medicina que ha cruzado la frontera de las enfermedades para ayudarnos a hacer más llevadera nuestra ineludible caducidad. Contamos con técnicas cosméticas y remedios eficaces que retrasan las arrugas de la cara, estimulan una visión más alegre del mundo a los melancólicos, inducen el sueño a los desvelados, alivian la timidez, devuelven a los calvos el cabello y restauran el vigor sexual a muchos hombres impotentes. Es verdad que estos frutos de la ciencia no nos dan la felicidad, pero sí pueden facilitarnos el camino para buscarla.
    • Voluntariar. Las labores voluntarias son un medio para mantenernos activos física y mentalmente, y para convivir y disfrutar de relaciones afectuosas. Y está demostrado que la buena convivencia constituye un antídoto eficaz contra los efectos nocivos de muchas calamidades. Las personas que se sienten parte de un grupo solidario -bien sea una pareja, la familia, las amistades o una organización cuyos miembros se identifican y apoyan mutuamente- expresan un nivel de satisfacción con la vida más alto y superan las adversidades mucho mejor que quienes se encuentran aislados o carecen de una red social de soporte emocional.
      Prestarnos desinteresadamente a ayudar a los demás estimula en nosotros la autoestima, induce el sentido de la propia competencia y nos recompensa con el placer de contribuir a la dicha de nuestros semejantes. Las personas que se consideran socialmente útiles o sienten que tienen un impacto positivo en la vida de otros, sufren menos de ansiedad, duermen mejor, abusan menos del alcohol o las drogas y persisten con más tesón ante los reveses cotidianos, que quienes se sienten inútiles o ineficaces.
    • Diversificar las parcelas de felicidad. Diversificar y compartimentar las parcelas de las que extraemos nuestra felicidad nos protege de los efectos de los cambios negativos. Por ejemplo, la satisfacción que sentimos con la labor que hacemos en el hogar familiar, amortigua el golpe de un fracaso en el trabajo. La ruptura de una relación importante es menos devastadora si la persona siente que tiene buenos amigos. Una ocupación gratificante puede tener una influencia muy positiva y alimentar la autoestima en una mujer que está en proceso de divorciarse. En mi opinión, lo mismo que los inversores no colocan todo su capital en un sólo negocio, no debemos esperar alcanzar toda la felicidad siguiendo un solo camino.
 

Conclusión

Desde los orígenes de la humanidad, los hombres y las mujeres hemos buscado sin descanso la felicidad. Aprender a vivir contentos y a sacarle a la vida lo mejor que ofrece es, con seguridad, una inversión rentable. Lo bueno es que todos podemos fomentar los rasgos positivos de la personalidad y aprender hábitos eficaces que nos ayuden a superar saludablemente las adversidades de la vida. No obstante, esta tarea exige esfuerzo y tenacidad. Requiere conocimiento de nosotros mismos, una dosis generosa de entusiasmo y flexibilidad, así como la aplicación de estrategias optimistas y la práctica cotidiana de nuestras facultades físicas, mentales y sociales.
Para renovarnos y mantener la vitalidad no tenemos más remedio que vivir con las alas del aprendizaje, de la laboriosidad y del movimiento, pues todo en nuestro Universo está en constante transformación. Como ya nos advirtió el filósofo griego Heráclito hace unos 2.500 años, "no podemos pisar dos veces en el mismo río, porque las aguas fluyen sin cesar".

Referencias

Beauvoir, Simone de: La vieillesse , París, Éditions Gallimard, 1970. Trad. espanyola: La vejez, Barcelona, EDHASA, 1989.
Gibran, Khalil: El profeta (1923), Madrid, Biblioteca Edaf, 1991.
Myers, David: The pursuit of happiness , Nova York, Avon Books, 1992.
Rojas Marcos, Luis: Aprendre a viure , Barcelona, Fundació "la Caixa", 1999.
Rojas Marcos, Luis: Nuestra felicidad , Madrid, Espasa Calpe, 2000.
Rojas Marcos, Luis: Nuestra incierta vida normal , Madrid, Aguilar, 2004.
Seligman, Martin: Learned optimism , Nova York, Random House, 1991