Relajación Jacobson

Relajación Jacobson

EL LUGAR

Debe tratarse de una habitación tranquila, con las cortinas echadas y las luces semiapagadas. Debe disponer de una cama, un sofá o cómodo sillón que proporcione apoyo suficiente para la espalda y la nuca, así como espacio bastante para extender las piernas en línea recta. La temperatura de la habitación debe ser confortable y debe usted desprenderse de todo tipo de ropa que le apriete demasiado.

EL PROCEDIMIENTO

El primer paso consiste en leerse todo el ejercicio y familiarizarse con los métodos y con los grupos de músculos que se disponga usted a relajar. Al principio, esto puede parecer un poco complicado pero al final de la sesión debe haber dominado todo el procedimiento con bastante facilidad. Para ayudarse, hemos dividido los grupos en seis zonas principales del cuerpo, que son:
  • Grupo M - Manos y brazos.
  • Grupo N - Nuca y hombros.
  • Grupo O - Ojos, cejas y frente.
  • Grupo C - Cuello y labios.
  • Grupo T - Tronco y pecho.
  • Grupo P - Piernas y caderas.
El procedimiento es muy simple. Se concentra usted en cada uno de los grupos de músculos de las seis partes de cuerpo, alternativamente. Tensándolos y relajándolos, también alternativamente, no tardará en aprender por si mismo la diferencia que existe entre tensión y relajamiento. Pero debe usted concentrarse realmente en el acto de desplegar los músculos. Aún cuando piense que ya están relajados, trate de nuevo e intente relajarlos todavía un poco más. Sienta cómo los músculos se le hacen cada vez más y más pesados. Debe concentrarse en cada uno de los grupos de músculos durante un tiempo aproximado de un minuto. Durante este tiempo, puede que los músculos comiencen a hormiguearle y los sienta usted ligeramente fríos. No se preocupe entonces, porque esto forma parte perfectamente natural y normal del proceso de relajamiento.
Cuando lleve a cabo los ejercicios de respiración para tensar y relajar los músculos del pecho, comprobará que la aspiración produce tensión y la expiración relajamiento. Cuando relaje estos grupos de músculos estará respirando más sencilla y ligeramente, pero en cada ocasión que exhale, déjese relajar un poco más profunda­mente que la vez anterior. Aprenda a asociar la exhalación con el relajamiento.
Una vez que se hayan relajado todos los grupos de músculos, permanezca sereno y quieto y trate de formarse una imagen mental de alguna escena tranquila y suave. Quizá sea un sosegado paisaje campestre, o una playa cálida y desierta, o la imagen de las olas rolando lentamente en una bahía tropical. O puede tratarse simplemente de un conjunto de colores suaves. Al principio puede resultarle difícil mantener esta escena mental durante más de algunos segundos, pero con la práctica le resultará cada vez más fácil la utilización de esta clase de imágenes para aumentar su sensación de bienestar y de relajamiento.

LOS EJERCICIOS

GRUPO M (manos y brazos)

Puños: Cierre los puntos todo lo fuerte que pueda durante cinco segundos y sienta la tensión que esto produce. Después, relájelos por completo y note la diferencia entre la tensión y el relajamiento. Concéntrese en desplegar los músculos durante aproximadamente un minuto.
Parte anterior de los brazos: Ahora doble los brazos por los codos para tensar los músculos de la parte anterior de los brazos. Mantenga esta posición durante unos cinco segundos y después relájese y deje colgar los brazos a lo largo de su cuerpo. Continúe desplegando los músculos y concéntrese en la sensación de dejarse ir durante un minuto más o menos.
Parte posterior de los brazos: En esta ocasión debe extender los brazos todo lo rígidamente que pueda. Sienta la tensión en la parte posterior de sus brazos durante los cinco segundos y después relájese. Extienda los brazos a lo largo de su cuerpo y siga dejando que los músculos se desplieguen durante aproximadamente un minuto.
Ahora utilice un minuto extra y concéntrese en todos los músculos de las manos y de los brazos, dejando que los sienta cada vez más y más profundamente relajados.

GRUPO N (hombros y nuca)

Hombros: Encoja los hombros, elevándolos hacia la nuca todo lo que pueda y sintiendo la tensión en ellos. Mantenga esa misma posición durante cinco segundos y después relájese. Deje que sus hombros caigan y se desplieguen. Mantenga esa sensación de dejarse llevar durante un minuto.
Nuca: Puede tensar estos músculos apretando la parte posterior de la cabeza contra el respaldo del sillón o del sofá, todo lo fuerte que pueda, durante unos cinco segundos. Sienta la tensión y después relaje la nuca y sienta cómo su cabeza descansa suavemente. Concéntrese en la sensación de dejarse llevar durante el siguiente minuto.
Después, deje que se relajen por completo durante otro minuto los músculos de la nuca, hombros y brazos.

GRUPO O (frente, ojos y entrecejo)

Frente y cuero cabelludo: Ponga en tensión estos músculos elevando las cejas como en un signo de interrogación. Trate de elevar las cejas todo lo que pueda y mantenga esa misma posición durante unos cinco segundos. Sienta la tensión y después relájese. Note la diferencia existente entre la tensión y el relajamiento y mantenga la sensación de dejarse llevar. Mantenga los ojos quietos y mirando directamente hacia delante.
Ojos y entrecejo: Póngalos en tensión frunciéndolos todo lo fuertemente que pueda al mismo tiempo que cierra con fuerza los ojos. Mantenga esa misma posición de tensión durante cinco segundos y después relájese. Sienta el alivio de dejarse llevar y siga suavizando la caída de las cejas. Durante el minuto siguiente concéntrese únicamente en estos músculos.
Después, durante otro minuto, deje que se relajen por completo los músculos existentes alrededor de los ojos, en la frente, nuca, hombros y brazos.

GRUPO C (labios y cuello)

Labios: Los músculos de los labios y del rostro pueden ser tensados presionando ligeramente los labios. Mantenga esa posición durante cinco segundos y después relájese. Deje que sus labios descansenjuntos y siga notando la sensación de dejarse llevar durante aproximadamente un minuto.
Mandíbula: Puede ser tensada apretando los dientes durante cinco segundos. Sienta la tensión en la mandíbula y después relaje los músculos. Finalmente, separe ligeramente los dientes, de modo que no se produzca ninguna tensión en la mandíbula y se sienta el alivio de dejarse llevar durante el minuto siguiente.
Cuello: estos músculos pueden ser tensados colocando la punta de la lengua sobre el paladar y presionando hacia arriba todo lo fuerte que pueda durante unos cinco segundos. Sienta la sensación de dejarse llevar y deje que su lengua se hunda en el fondo de su boca. Mantenga la sensación de relajamiento durante aproximadamente un minuto.

GRUPO T (tronco y pecho)

Pecho:
  • Respiración profunda: Haga una aspiración profunda y contenga la respiración durante unos cinco segundos. Sienta la tensión en el pecho y después exhale el aire, concentrándose en la sensación de dejarse llevar. A continuación, vuelva a respirar profundamente. Sienta la tensión. Contenga la respiración durante unos cinco segundos, exhale y relájese. Mantenga la respiración superficial y relájese como antes. Cada vez que exhale debe sentir el alivio de dejarse llevar. Continúe practicando este ejercicio durante el minuto siguiente.
  • Respiración diafragmática: Esta respiración tiene tres fases:
    1. Inspire aire por la nariz de tal manera que la zona del vientre se eleve.
    2. Acabe de llenar los pulmones de aire.
    3. Expire el aire lentamente por la boca.
Estómago: Encoja los músculos situados alrededor de la zona del estómago como si se estuviera preparando para recibir un golpe. Sienta la tensión mientras los músculos están encogido y rígidos. Mantenga esta posición durante unos cinco segundos. Después relájese y deje caer los músculos del estómago, relajados. Siga notando la sensación de dejarse llevar durante el minuto siguiente.
Y ahora, durante otro minuto, concéntrese en relajar todos los músculos del tronco, el cuello, el rostro y los brazos.

GRUPO P (piernas y caderas)

Piernas: Ténselas apretando los muslos y las nalgas, extendiendo las piernas hacia delante y dirigiendo los dedos de los pies hacia abajo. Mantenga esa misma posición durante cinco segundos. Sienta la tensión en sus piernas y caderas y después relájese por completo. Sienta cómo la tensión va desapareciendo de sus piernas y caderas y siga dejándose llevar, desplegando los músculos durante el minuto siguiente.
Todo el cuerpo: Durante los dos o tres minutos siguientes concéntrese en relajar todos los grandes músculos. Sienta cómo se va hundiendo cada vez más y más profundamente en la cama, sofá o sillón mientras su cuerpo se hace más y más pesado y se relaja cada vez más profundamente. Mantenga esa sensación en la mente todo lo vívidamente que pueda, sintiendo cómo se va relajando más y más. Durante este período mantenga los ojos cerrados y trate de ver en su mente la imagen agradable. Al cabo de unos pocos minutos abra los ojos y vuelva a mover el cuerpo lentamente. Después levántese y reanude su rutina diaria.
Con esto se terminan los ejercicios durante el día uno. Lea el primer ejercicio para el día dos a primeras horas de la mañana.

TENSION MUSCULAR Y RELAJAMIENTO

  1. Los puños cerrados tensan las manos.
  2. Puño relajado.
  3. Biceps tensado, con el brazo doblado por el codo.
  4. Biceps relajado.
  5. Triceps tensado con el brazo extendido.
  6. Triceps relajado, dejando caer el brazo muerto.
  7. Apretar los dientes pone en tensión la mandíbula.
  8. Separar los dientes relaja la mandíbula.
  9. Apretar los labios pone en tensión los labios y los músculos faciales.
  10. Dejar los labios ligeramente unidos relaja los labios y los músculos faciales.
  11. Apretar la punta de lengua contra el paladar pone en tensión la lengua y el cuello.
  12. Dejar la lengua suelta relaja la lengua y el cuello.
  13. Apretar la cabeza hacia atrás tensa la nuca.
  14. Dejar que la cabeza descanse suavemente hacia atrás, relaja la nuca.
  15. Encoger los hombros.
  16. Relajar los hombros.
  17. Extender las piernas y dirigir los dedos de los pies hacia abajo tensa las piernas y los dedos de los pies.
  18. Dejar caer las piernas y sentir el relajamiento de las piernas y de los dedos de los pies.
  19. Inhalar profundamente pone en tensión el pecho.
  20. Exhalar relaja el pecho.
  21. Contraer los músculos del estómago pone en tensión el estómago.
  22. Extender hacia fuera, dejándolos caer, los músculos del estómago.
  23. Poner en tensión las nalgas apretándolas.
  24. Dejar que se relajen las nalgas.
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Que la risa te acompañe

| Medicina complementaria


La risa también ayuda a los niños. | Fundación TheodoraLa risa también ayuda a los niños. | Fundación Theodora
  • A nivel psicológico incrementa la autoestima y alivia el insomnio
  • En el apartado físico, refuerza el sistema inmunológico y fortalece el corazón
Los antropólogos han registrado varias tribus en las que los chamanes pasaban a convertirse en una suerte de 'payasos' para curar a personas enfermas. Por su parte, en el budismo Zen se recomienda la risa como una práctica para la meditación y en la Biblia se aconseja "mantener el corazón alegre para tener una vida más larga". Y es que ya lo decía Aristóteles: "la risa es un ejercicio corporal valioso para la salud".
Parece que el filósofo griego tenía razón. Desde que en el siglo XVI el médico francés Rabelais 'utilizara' esta cualidad innata del ser humano en su consulta, se han venido estudiando los beneficios de sacar una sonrisa al paciente. Sin embargo, no sería hasta la pasada década de los 70 cuando este tratamiento se introdujo en la medicina moderna. Su responsable tiene un nombre y una película: Hunter 'Patch' Adams, al que muchos le recordarán con la cara del actor Robin Williams. En 1971 este médico fundó el Instituto Gesundheit, donde se practicaba un concepto de la medicina basado en la generosidad y la risa.

Mantente en forma... ríe todo lo que puedas

Desde aquella fecha, esta técnica -conocida comunmente como risoterapia- ha buscado su hueco en la medicina complementaria. No es noticia que afrontar cualquier problema, incluso médico, con buen humor evita derrumbarse psicológicamente ante ese problema; pero resulta que este remedio natural aporta, según los psicólogos, muchos más beneficios: "A la risa no se le puede llamar terapia, puesto que ella sola no puede curar las enfermedades, pero lo que es indudable es que ayuda a mantener el bienestar físico y mental", explica a ELMUNDO.es el psicólogo clínico José Elias.
¿Cuáles son estos beneficios? Según José Elias, director del centro que lleva su nombre, "gracias a la risa se liberan ciertas sustancias bioquímicas, como la dopamina, que eleva el estado de ánimo; la serotonina, que tiene efectos analgésicos; y la adrenalina, que nos mantiene más despiertos y aumenta la creatividad. Todo ello se ve reflejado física y psíquicamente".
"En el apartado psíquico es conocido que la risa ayuda a evitar depresiones y caer en la tristeza, pero también incrementa la autoestima, alivia el insomnio, potencia la creatividad y, en el caso de los autistas, les ayuda a tomar contacto con los que les rodean", asegura José Elias. "En cuanto al los beneficios físicos, la risa refuerza el sistema inmunológico, fortalece el corazón y mejora la respiración", asegura este psicólogo.
Unos beneficios con los que concuerdan desde la Organización Mundial de la Risa, fundada en España. Ramón Mora Ripoll, doctor en Medicina por la Universidad de Barcelona y miembro de este organismo, asegura en 'Revista Clínica' que "al reír, gran cantidad de músculos trabajan, por lo que ayuda físicamente, mientras que los aspectos positivos mentales y emocionales son también notables, puesto que estimula los sentidos, ayuda a establecer, mantener y fortalecer relaciones y, en definitiva, facilita respuestas fisiológicas, psicológicas y espirituales".
Como tratamiento complementario, los expertos indican que también la risa afecta a uno de los campos en que más incide la medicina: la prevención. "Mientras que en los últimos años las intervenciones preventivas han ido en aumento en la mayoría de los ámbitos de la medicina, todavía hay algunas áreas donde la función curativa prevalece. La salud mental es un buen ejemplo de ello", explica Ripoll, que prosigue: "La medicina de la risa pretende cubrir estos vacíos y ampliar los focos de interés".

El alivio de la risa

Mientras que el tratamiento de la risa sigue evolucionando hasta conseguir un hueco en la medicina, la técnica que demuestra sus efectos positivos ya está dando resultados. Muchas son las organizaciones que utilizan este método para aliviar a los pacientes de sus problemas por unos minutos, sobre todo, niños y adolescentes.
La Fundación Theodora es una de ellas, una organización que tras 20 años dedicados a visitar a menores en los hospitales decidió realizar un estudio en Reino Unido sobre el efecto de sus Doctores Sonrisa en la salud de los pacientes. "A través de textos y dibujos los niños describen su estado de ánimo antes y después de animarles a través de la risa y los resultados son excelentes. Al principio, como a todos, les deprimía y les daba miedo estar hospitalizados, pero después de ir a visitarles en el 90% de los casos los críos aparecen más animados", explican desde esta fundación.
Llegados a este punto, sólo cabe preguntarse cuánta dosis de risa se recomienda al día: "Un proverbio chino dice que para estar sano hay que reírse al menos 30 veces al día", recuerda Elias. "Pero con que ríamos aunque sea tres veces al día, durante un minuto cada una estaría bien, ya que un minuto de risa equivale a 45 de relajación", asegura este psicólogo que termina dándonos un dato sorprendente: "Tendríamos que volver un poco a ser niños. A los seis años reímos unas 300 veces al día de media y de adulto, de 15 a 20... Así nos va".
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/04/01/noticias/1301671343.html

Te quiero… pero no estoy enamorado de ti

 Asegura el psiquiatra y escritor Andrew Marshall. que si hace pocos años el matrimonio era, la piedra de toque de una sociedad, dispuesta a que sus individuos mantuviesen el tejido social a cualquier precio, ahora rige el convencimiento de que los adultos, tienen derecho a tener vidas afectivas plenas, a lo largo de toda su vida.

El problema que ve Marshall es que el indicador,
que utilizamos para medir la vigencia de nuestras parejas. ya no es el afecto o el amor, sino el enamoramiento. Y que el grito de guerra que más escucha en su consulta es
“Te quiero… pero no estoy enamorado de ti.” ¿Y qué diantres puede contestar el otro ante semejante reproche?



A mí, de entrada, la simple idea de estar enamorada como el primer día me agota, literalmente. Me dan la razón los estudios más rigurosos, que afirman que el enamoramiento se parece como una gota de agua, químicamente y por sintomatología, a un desorden obsesivo-compulsivo. Sospecho que la única razón por la cual no han catalogado el enamoramiento como enfermedad común es que no pueden encerrarnos a todos.

El enamoramiento es un proceso puñetero pero que puede resultar útil de cara a la transformación y al aprendizaje personal. Es el momento, tal vez uno de los pocos, en el que logras hacerte vulnerable y por tanto abierto al cambio. El precio a pagar puede ser alto, porque a la naturaleza le importa un bledo que sufras o no: solo quiere asegurarse de que, desafiando el sentido común, dos personas formen un nido en el que criar a un par de ejemplares de la especie humana. Y casi todos picamos, sin tener en cuenta que el amor tiene etapas, y que, aunque cueste creerlo, todas podrían ser interesantes.


La naturaleza solo quiere asegurarse de que, desafiando el sentido común, dos personas formen un nido para la perpetuación de la especie.


La piel de plátano en la que resbalamos para iniciar el proceso del enamoramiento se llama Limerencia. Aquí nos sentimos de repente libres como el aire (qué paradoja, porque es justo entonces cuando nos ponemos la soga al cuello). En esos meses iniciales te acicalas, te obsesionas, fantaseas y sientes un deseo compulsivo de fundirte con el otro. Sospecho que es un proceso universal que resulta muy popular porque parece la respuesta a la plegaria con la que nacimos: “Tengo miedo, no quiero estar solo, quiero que me quieran.”

¿Qué es la Limerencia? dijo:
Limerencia (anglicismo proveniente de limerence) es el nombre propuesto por la psicóloga Dorothy Tennov para un fenómeno emocional cognitivo involuntario producido en ciertas personas y vinculado al enamoramiento. Fue descubierto por Tennov en un intento de estudiar científicamente la naturaleza del amor romántico a mediados de la decada de 1960.

La limerencia puede en algunos casos ser exactamente lo que uno trata de expresar cuando dice que está "locamente enamorado" (en inglés "having a crush" ) aunque este estado a diferencia de un enamoramiento a primera vista puede durar meses, años e incluso toda la vida. Se caracteriza por una gran cantidad de pensamiento intrusivo y pronunciada sensibilidad a eventos externos que pudieran reflejar la disposición del objeto limerente hacia el individuo. Puede ser experimentada como intensa alegría o como extrema desesperación, pudiendo esto variar dependiendo de la situación respecto de la otra persona.


Bien, pues superado ese trance patológico, viene la sensatez (lo que Marshall denomina el establecimiento del “vínculo amoroso”). La diferencia entre la limerencia y el vínculo amoroso es sencilla: la primera, al ser una estrategia interesada de la naturaleza, funciona sola: no hay que hacer nada, solo dejarse llevar por las promesas del amor eterno. En cambio, el vínculo amoroso necesita cuidados y esfuerzos continuados. Y a veces, atosigados por las preocupaciones y el cansancio diarios, nos descuidamos… hasta que el vínculo amoroso se transforma en simple afecto. Allí empiezan los problemas, porque el afecto es perfecto para los hijos y para los amigos, pero que no vale para la pareja. La pareja necesita que mantengamos vivo el vínculo amoroso. ¿Cómo lo hacemos?

Básicamente, se trata de recuperar dos elementos: la conexión emocional y el contacto físico. ¿Recordáis cuando flotábamos, eufóricos, en la etapa de la limerencia? Podíamos pasar horas mirando, tocando y sintiendo al otro, sin más. Ese es el alimento del amor duradero. ¿Existen trucos para recuperar esa conexión? Si, ahí van algunos: de entrada, volver a escuchar a la pareja de forma que se sienta escuchada, no solo “oída” (esto implica parar el tiempo e interesarse de corazón por el otro). Ser generosos en lo grande y en lo pequeño, como cuando todo lo queríamos compartir con el otro. Reavivar el placer sencillo del contacto físico: caricias, miradas, abrazos… Y también derrochar a conciencia sentido del humor, porque la risa y la sonrisa son una fuente de alegría cómplice, fantástica y gratuita.

Específicamente, para los más decididos, Marshall sugiere un ejercicio que puede dejar atónitas a nuestras parejas pero que al parecer resulta muy eficaz: hay que mirar a la pareja a los ojos, sin decir nada, durante unos minutos, todos los días. Así conseguiremos empezar a reconectar, que es la esencia imprescindible del vínculo amoroso. Suerte, paciencia y al toro.






fuente:http://www.taringa.net/posts/salud-bienestar/8138252/Te-quiero_-pero-no-estoy-enamorado-de-ti.html

Limerencia: la enfermedad del amor





19-nov-2010 Ainara Manrique
El Espejo del Amor - Dominio Público
El Espejo del Amor - Dominio Público

En los años 60, la psicóloga Dorothy Tennov hizo un estudio con 500 participantes sobre el amor, publicando en 1979 un libro en donde aparecía el término: “Love and Limerence: The Experience of Being in Love” (“Amor y Limerencia: La Experiencia de Estar Enamorado”). La limerencia se presenta como una forma de amor con intensos sentimientos de admiración y necesidad de ser correspondido por la persona objeto de limerencia (en ocasiones llamado limeranza).

Características de la limerencia

Probablemente, el aspecto más reconocible de la limerencia es lo que se puede conocer como “pensamiento intrusivo”. Los que padecen la limerencia se encuentran pensando a menudo, y de forma involuntaria, en su “objeto de limerencia”; situaciones, objetos, palabras, cosas que no tenían relación alguna con la persona objeto de limerencia súbitamente les hace pensar en él/ella.
La limerencia es un estado obsesivo-compulsivo.

También es frecuente que estos pensamientos adopten la forma de fantasías, basadas en acontecimientos mundanos, pero que suelen crecer hasta que la persona consigue al objeto de su limerencia.
Suelen ser habituales grandes cambios de humor, desde una gran euforia y esperanza si encuentran razones (que pueden ser muy tenues) para creer que sus sentimientos son correspondidos, a terror al rechazo e infelicidad cuando sospechan que no hay correspondencia.
Las personas pasando por limerencia tienen una percepción alterada de la realidad en lo referente al objeto de su limerencia, sus mínimos actos son estudiados y evaluados, gestos inocuos pueden ser interpretados como interés hacia ellos, determinadas situaciones pueden ser recreadas mentalmente con gran viveza, etc.
La limerencia, además, tiene efectos físicos en las personas: desde temblores, aceleración del ritmo carcíaco, sudores, confusión, “visión de tubo”, dolores de cabeza, debilidad general, etc. La persona se encuentra en un estado de ansiedad, tensión y timidez, especialmente cerca del objeto de su limerencia.

Quién puede ser una persona con limerencia

Cualquiera, en cualquier momento, puede empezar a tener limerencia. Normalmente, la persona objeto de limerencia es alguien que coincide con una posible pareja sexual (o no), acorde con la orientación del limerente. Sin embargo, aunque el sexo puede mejorar o empeorar mucho la situación, no es el principal factor ni el principal interés de la gente con limerencia, especialmente hoy en día, en el que el sexo no implica correspondencia.
Paradójicamente, a diferencia de otras formas de amor, en la limerencia el sujeto no tiene que sentir necesariamente preocupación por el bienestar del objeto de sus emociones. También sienten una gran necesidad de exclusividad, lo que lleva a celos y dudas.
La limerencia, además, empieza sin importar el tiempo que se conozca a la otra persona, puede ser una amistad de años o puede ser un recién conocido, el inicio a menudo es brusco e involuntario y no ser provocado por nada en especial.

Cómo hacer desaparecer la limerencia

La limerencia normalmente desaparece casi de forma tan brusca como apareció. Suele durar una media de tres años (puede ser de semanas a muchos años). A lo largo de este tiempo, existen varias fases en la que el afectado siente la limerencia con menor o mayor fuerza, normalmente, tras un pico de máxima intensidad en los sentimientos, suele ir descendiendo.
La limerencia también puede reactivarse incluso una vez se consideraba terminada, ya sea por volver a ver o recordar a la persona o, incluso, por un simple sueño.
Los sentimientos de limerencia son alimentados con la duda y los obstáculos, no estar seguro si se es correspondido o no agrava la situación y perpetúa el estado.
Incluso aunque el limerente se atreva a confesar sus emociones y reciba un rechazo, su visión alterada de la realidad le puede llevar a creer que aún sigue teniendo oportunidades, de todas formas, y explicar el rechazo por otras razones.
Ser correspondido, en ocasiones, tampoco supone la terminación inmediata de la limerencia si el limerente sigue teniendo dudas respecto a su pareja; aunque tras un pico de euforia tras ser correspondido (la “cristalización”), la limerencia tiende a desaparecer.
La limerencia puede acabar si el limerente encuentra algo realmente “indeseable” en el objeto de su limerencia. Un largo tiempo sin ser correspondidos (igual llevados por el propio miedo al rechazo), también hace que los sentimientos vayan desapareciendo.
En general, las principales fromas de deshacerse de la limerencia son:
  • Consumación.
  • Inanición: no correspondencia durante un largo período de tiempo (o romper el contacto).
  • Transformación: los sentimientos hacia una persona se vuelven hacia otra.
Formas más directas de acabar con la limerencia han sido probadas por algunas personas que la sufrían, en ocasiones con algún éxito, como sencillamente mantenerse muy ocupado mental y físicamente para evitar pensamientos intrusivos y meditación.
La limerencia se diferencia de otras formas de amor principalmente por la intensidad de las emociones, y el deseo a ser correspondido es más importante que la propia persona objeto de interés. La limerencia además es temporal, una relación iniciada con una (o ambas) partes limerentes, siempre termina derivando en un “amor afectuoso” durable o en algo más desagradable. La limerencia se puede decir que es el conocido “amor romántico” pero destacando todas las cualidades negativas e indeseables del mismo.
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:nuKGAtLw8dsJ:www.suite101.net/content/limerencia-la-enfermedad-del-amor-a30624+limerencia&cd=2&hl=es&ct=clnk&gl=es&source=www.google.es

aprender a decir no


necesito aprender a decir no sin remordimientos  o eso o me muero de hambre  esta semana he regalado mi tiempo,  trabajo y no cobro jajajajajajajaja.  es que son recomendaciones de amigos etc etc etc nueva ong  informaticos sin fronteras. lo reconozco soy imbecil y me caliento la cabeza. se que tengo que cortarlo y encima me siento mal  me despiden en la puerta  sin preguntarme siquiera  que te debo?por lo menos que sea yo la que diga no a la proxima hablamos. menudo negocio que tengo montado.
este texto tiene que ser mi biblia a partir de ahora. mejor perder un par de amigos y dos posibles clientes caraduras ahora. que seguir ejerciendo de ong  en el futuro. nunca pense que hubiese gente tan desconsiderada.
un saludo:amatista




Muchas personas se caracterizan por ser serviciales y estar siempre a disposición de los demás, y esto sin duda puede ser una cualidad sin embargo en más de una ocasión estas personas suelen meterse en problemas por no saber decir que no.

A la gran mayoría de las personas nos resulta difícil responder a una pregunta o petición con una respuesta negativa, muchas veces por temor a que no nos valoren, por respeto o simplemente por compromiso, es decir por considerar que el otro no se merece un “no” por respuesta. Preferimos la satisfacción de la otra persona, antes que la nuestra y esto es un grave error pues debemos aprender a respetar nuestro tiempo antes que el de los demás. Aprender a decir “no” es algo que se puede hacer posible, simplemente hay que invertir mucha voluntad, decisión y sobretodo mucho respeto y valoración por nosotras mismas. Existen una serie de reglas que te ayudarán a hacer más fácil este proceso de aprendizaje, algunas de ellas son las siguientes:
  • Evita todo lo que te perjudica.
  • No te dejes chantajear por nadie, ni tu familia ni tus hijos pueden extorsionarte para conseguir que hagas algo.
  • En lugar de decir no tajantemente y ponerte nerviosa, elige decir: “prefiero pensarlo”, en caso de que te presionen di “no” y no dejes lugar a dudas. Sé diplomática pero siempre firme en tu respuesta.
  • Respeta tus propios deseos.
  • Jamás toleres que te griten o maltraten por negarte a hacer algo.
  • Aprende a guardar silencio para evitar polémicas y no des explicaciones por tu negativa.
  • No llegues a la violencia, si una situación se sale de control salte del lugar inmediatamente.
  • Ensaya tu “nos” frente al espejo.
  • No justifiques tus decisiones.
  • Perfecciona el arte de decir “no”.
Recuerda que si después de decir que no pierdes una amistad estás aún a tiempo de replantearte si esa amistad era sincera y valía la pena. Nadie que te respete y quiera reaccionará con indignación ante una negativa tuya, finalmente lo único que quieres es ser honesta contigo misma y con tus amistades.

http://www.iellas.com/10-tips-para-aprender-decir-no/

Analfabetos emocionales

Analfabetos emocionales

La alexitimia, o incapacidad para expresar sentimientos, es más común en los hombres

MAYKA SÁNCHEZ 
Marta, profesora universitaria de 38 años, comparte casa, gastos, lecho e incluso unos hijos con Mario, economista de 40 años. Sin embargo, según sus palabras, en esta convivencia ella no tiene "ni marido, ni amante, ni compañero ni amigo". Mario es un hombre inexpresivo, hermético, incapaz de expresar sus sentimientos. Ella piensa que su marido es "una buena persona", pero también resulta "un tipo raro, que se aísla y se encierra en sí mismo y que no comparte con nadie sus miedos, sus alegrías, sus inquietudes, sus sueños, sus preocupaciones...".
Analfabetos emocionales- CASINO

Son poco habladores, serios y aburridos, y su diagnóstico exige descartar una depresión
No saben expresar sus emociones con palabras o gestos, ni reconocer las de otros
Según cuenta, duermen en la misma cama "como dos hermanos desde hace años" y ven juntos la televisión en el salón en el más riguroso silencio. "¿Qué tal el día?", le pregunta ella a veces "intentando romper el hielo y emprender una sencilla conversación de marido y mujer". Pero lo más que logra arrancarle es: "Normal. Lo de siempre", o "Espera; déjame oír las noticias", o "Estoy hecho polvo. Me voy a ir a la cama".
Marta sabe que Mario arrastra desde hace años graves problemas en el trabajo, se siente quemado y acosado y también abrumado por cuestiones económicas. Ignoraba si esta prolongada situación era responsable de ese cambio en él y también temía haberse casado con alguien a quien no conocía. Leyendo un artículo se sorprendió a sí misma al descubrir que su marido podía tener alexitimia.
¿Qué es la alexitimia? En palabras de Francisco Alonso-Fernández, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, quienes la sufren son "analfabetos emocionales", porque no saben expresar su afectividad ni con palabras ni con gestos. La convivencia con ellos es difícil y están más expuestos al divorcio y a la desestructuración familiar.
"La alexitimia puede considerarse un trastorno afectivo-cognitivo y de la comunicación", explica, "y también un tipo de personalidad callada, introvertida, tendente al aislamiento y sin sensación de soledad, que generalmente ha sufrido carencias afectivas en la infancia. Hay que distinguir entre la alexitimia primaria, con predisposición genética y causas neuroorgánicas, y la secundaria, que aparecería como secuela de un traumatismo emocional previo muy grave o de una prolongada situación de intenso estrés. Así se ha observado, por ejemplo, entre los supervivientes de los campos de concentración nazis y entre los de la guerra de Vietnam. En realidad, es un mecanismo de defensa y de negación ante traumas y conflictos, que reprime ferozmente los sentimientos".
Es mucho más prevalente en los hombres. De hecho, por cada 10 varones con este problema sólo hay dos mujeres, hecho que, como matiza el catedrático de Psiquiatría, está en consonancia con la mejor verbalización de los sentimientos por parte de las féminas.
La explicación que agrega es que los dos hemisferios cerebrales femeninos, con mayor plasticidad neuronal, están más integrados gracias a que el cuerpo calloso que los une es más voluminoso. El cerebro masculino tiene menos conexionados ambos hemisferios, y el derecho (que controla las emociones) está subordinado al izquierdo (que controla el lenguaje y el pensamiento abstracto).
"Una escisión funcional entre ambos hemisferios, unida al predominio del izquierdo, constituyen los dos rasgos preformados, con carácter atenuado, de la persona alexitímica", afirma Alonso-Fernández, miembro de la Real Academia de Medicina.
Juan, un joven de 21 años y estudiante de Arquitectura, se pasa el día en casa encerrado en su cuarto. Su madre, que se está recuperando de una grave operación, se lamenta de que no le pregunta cómo se siente ni le hace compañía en sus largas horas de soledad. "Pero ¿qué le pasa?", se cuestiona. "Parece un ser insensible, que ni siente ni padece y que jamás expresa sus emociones ni se preocupa por las de los demás", explica.
Según Alonso-Fernández, aunque la alexitimia puede aparecer a cualquier edad, incluso desde la infancia, va aumentando con la edad, de modo que por cada 10 jóvenes afectados hay 14 adultos. "Encontramos", advierte, "dos grandes tipos: los que ni sienten ni expresan y los que sienten pero no expresan. Y comparten algunos de los siguientes rasgos: incapacidad para reconocer los estados emocionales ajenos; pobreza de sueños y de vida imaginativa; trastornos sexuales, como impotencia o ausencia de libido; poco habladores, serios, aburridos y secos; simplistas y con una visión chata de la realidad; psicomotricidad rígida y áspera, y dificultades para establecer vínculos afectivos".
Para este experto, es fundamental llegar a distinguir este proceso de una depresión. Alonso-Fernández elaboró hace unos años en la Complutense un cuestionario estructurado. Según este modelo tetradimensional, en la depresión existen cuatro vertientes alteradas: ritmopatías (trastornos en los horarios de comida y sueño); humor depresivo, anergia (falta de energía) y discomunicación. En el alexitímico destacan con notoriedad estos dos últimos trastornos.
Según recuerda Alonso-Fernández, una pregunta muy definitoria para descubrir la alexitimia es: ¿cómo se sentiría si viera venir hacia usted un camión a más de 100 kilómetros por hora? "Mientras que la respuesta más habitual es: me sentiría aterrado o paralizado o echaría a correr, el alexitímico contestaría sin dilación: no sé. Y se quedaría tan tranquilo sin preocuparse más por la cuestión", explica.

Propensión a las adicciones

El término alexitimia (del griego a: no; lexis: palabra; thimos: afectividad) fue acuñado en 1972 por el psiquiatra estadounidense Sifneos en su libro Psicoterapia breve y crisis emocional, editado por la Universidad de Harvard (EE UU).
La alexitimia es un tipo de anomalía que supone un terreno abonado para la aparición de conductas adictivas, terroristas y depresivas. Así lo constata el psiquiatra Francisco Alonso-Fernández en sus libros Las nuevas adicciones y Fanáticos terroristas. Estas personas canalizan sus emociones reprimidas mediante trastornos somáticos (alteraciones gastrointestinales, jaquecas, mareos, vértigos) y con escapadas de evasión hacia las drogas, químicas (alcohol y otras sustancias) y no químicas (trabajo, Internet, sexo, juego), que les pueden conducir a actitudes delictivas y a actos violentos.
También se pueden hundir en depresiones, con gran afectación de la energía vital y con expresiones somatomorfas (opresión en el pecho, taquicardias, lumbalgia, hormigueos en las manos, síndrome de la fatiga crónica, fibromialgia, trastornos del sueño).
Como advierte este especialista, lo habitual es que los alexitímicos sólo consulten cuando presentan algunos de estos síntomas. "Su manejo terapéutico es complejo. Hay que recurrir a fármacos que estimulen los sistemas de los neurotransistores noradrenégico y dopaminérgico o, por el contrario, que los inhiban. La psicoterapia se basa en que aprendan a reconocer sus sentimientos y a expresarlos. Si hay problemas externos graves, lo ideal sería poder resolverlos", explica Alonso-Fernández.
http://www.elpais.com/articulo/salud/Analfabetos/emocionales/elpsalpor/20040203elpepisal_2/Tes

escribir, una terapia sanadora Bolígrafo y papel para curar

escribir, una terapia sanadora
Bolígrafo y papel para curar



Getty Images
Expresar en papel los sentimientos y las malas experiencias ayuda a mejorar la salud mental y física
Daniel Galilea, EFE


La escritura expresiva no sólo ayuda a los pacientes de algunas dolencias graves como el cáncer, sino que beneficia a  personas con traumas psicológicos. Las palabras escritas permiten comunicarnos con los demás y también con nosotros mismos. Esta práctica alivia de alguna manera  los dolores del cuerpo y cierra la cicatrices del alma.
La escritora chilena Isabel Allende consideró que escribir  la novela "Paula", en la que relata la enfermedad terminal de su hija, le salvó la vida, ya que su escritura fue una forma de terapia y un camino para "recuperar lo que está perdido".

Su ejemplo es sólo uno de numerosos casos de conocidos escritores a quienes la escritura de su obra les ha permitido una reparación simbólica de ciertos golpes de la vida, evitando que cayeran muchas veces en la anarquía psíquica.








Aunque no hace falta ser un literato para beneficiarse de la denominada escritura terapéutica o terapia expresiva.

Desde hace años, la doctora Susan Bauer-Wu, directora del Centro Cantor de investigación en enfermería y atención al paciente del Instituto contra el cáncer Dana-Farber de Boston, en Estados Unidos, aplica una técnica también conocida como "terapia del diario", para ayudar a las personas con cáncer.

Según investigaciones de esta experta "los pacientes que dedican 30 minutos diarios al menos durante cuatro días a escribir sus pensamientos y sentimientos más íntimos, pueden mejorar significativamente su salud mental y física".

Para la especialista, este sistema realmente funciona "incluso con las personas que son renuentes a intentarlo, dicen que no son buenas escritoras, no escriben bien o no les gusta escribir. Sin embargo al hacerlo afirman haber encontrado algo que no sabían de sí mismas o de la enfermedad, que simplemente surgió en el papel".

La escritura expresiva consiste en que los pacientes expresen lo que está en sus mentes, y permitan que sus esperanzas y temores fluyan de forma natural y sin cortapisas. Algo así como llevar un diario personal, enfocado en lo que molesta a la persona o le produce estrés, sin "preocuparse por la puntuación o las palabras".


Una liberación





Para muchos pacientes, esta escritura supone una liberación y organización mental de asuntos que estaban reprimidos, además de la aceptación de algunos de esos puntos.

Para describir sus ideas y sentimientos, muchos pacientes emplean frases como "me doy cuenta", "comprendo" o "ahora lo veo claro". Según algunos estudios médicos, ese lenguaje refleja un proceso de comprensión, que parece ayudar a los enfermos de cáncer u otras enfermedades a manejarlas mejor.





Quienes participan en la terapia de Bauer-Wu, pueden escribir con un bolígrafo y papel o en un ordenador, pero la mayoría de los pacientes prefieren escribir a mano en sus diarios.

Los pacientes que recurren regularmente a la terapia expresiva suelen ir menos al médico o llamar a las enfermeras con menos frecuencia, necesitan menos sesiones de apoyo psicológico, tienen menos síntomas físicos y en general "les va mejor", según Bauer-Wu.

En los últimos años se han acumulado datos que sugieren que escribir las emociones alivia el estrés y puede tener un impacto positivo en el sistema inmunológico, aunque todavía se desconocen los mecanismos de este doble beneficio.

Según un informe de la psicóloga argentina Mónica Liliana Bruder, especialista en escritura y cuento terapéuticos, "escribir sobre los traumas vividos resulta mucho más terapéutico de lo que se piensa", generando unos procesos del pensamiento que pueden ayudar a mejorar el sistema inmunológico.

Escribir puede ayudar a las personas que han pasado por una situación traumática desde muerte de un ser querido, un divorcio o una pérdida laboral, hasta enfermedades crónicas, episodios de violencia o intervenciones quirúrgicas, pasando por inmigración, guerras, catástrofes y privación de la libertad, según la experta.



fuente:http://www.univision.com