"COSA DE NERVIOS".-


"COSA DE NERVIOS"

ARTÍCULO PUBLICADO POR JULIO BECERRA VICENTE EN EL DIARIO SAN FERNANDO INFORMACION


Los trastornos por ansiedad vistos, desde un punto de vista psicosocial, son percibidos por una gran parte de la población como una categoría de problemas a ocultar o enmascarar. Esto ocurre tanto a las personas que los sufren como a aquellas que las rodean.

Todos tenemos posibilidades de enfermar o de padecer cualquier trastorno. Dependerá de nuestras capacidades de afrontar situaciones difíciles el que las sobrellevemos de mejor o peor manera. Lo cierto es que independientemente de que, a nivel personal, tengamos suficientes recursos personales para poder enfrentarnos con lo que nos toca vivir, la sociedad percibe de distinta forma las distintas patologías.

Pongamos el ejemplo del cáncer, esta enfermedad tiene lo que podemos denominar "mala prensa". ¿Quién no ha oído llamarle, en vez de por su nombre, una "cosa mala"?, de esta forma ni siquiera se la nombra, se convierte, por tanto, en tabú para muchas personas. Afortunadamente debido a las campañas de información y formación llevadas a cabo por instituciones y asociaciones esta tendencia va cambiando.

¿Pero qué ocurre cuando de lo que estamos hablando son de problemas de salud mental? En concreto de los Trastornos por Ansiedad.

Existe mucha información, dirigida al gran público, que se ofrece en todos los medios de comunicación; se nos habla del estrés, de la ansiedad, de la depresión y de recetas de cómo combatirlas. Menudean los testimonios de personas que dicen haber superado problemas con tal o cual método.

Lo cierto es que muchas personas que sufren problemas o trastornos mentales recorren, a menudo, un largo camino lleno de obstáculos. En ocasiones la falta formación e información de algunos profesionales hacen que el paciente sea tratado como alguien que "debe dejarse de tonterías y tirar hacia delante" (frase esta frecuentemente utilizada). A ello se une la frustración continuada que la persona padece como consecuencia de la incapacidad de solucionar sus problemas. La familia intenta animar al familiar para que se supere, pero al no saber de qué problema se trata, puesto que nadie aún ha hecho un diagnóstico preciso, más allá de ese tópico de "cosa de nervios", acaba por generar una actitud de incomprensión, más o menos velada, que genera aún mayores cantidades de sufrimiento al paciente. Esta situación puede durar años. Durante este período de tiempo el afectado suele ser tratado de sus síntomas sin que las causas que originan y que mantienen su problema sean ni detectadas ni modificadas

Sólo cuando el paciente es informado de qué es lo que le ocurre, su diagnóstico preciso, y lo que es más, qué pronostico y cuáles son las vías de recuperación, es cuando empieza realmente a liberarse de esa carga adicional con la que la sociedad lastra esos otros problemas de salud: los mentales.

Es un largo camino el que queda por recorrer hasta que, en nuestra sociedad, los trastornos mentales, en general y los de ansiedad en particular, dejen de estar estigmatizados. Administraciones públicas y asociaciones de afectados por un lado y profesionales de la salud mental por otro debemos hacer un esfuerzo continuado por formar e informar, para que así de esta forma, la situación vaya cambiando y dejemos de oir esa etiqueta: "cosa de nervios" que a menudo esconde miedos, tabúes y prejuicios tanto personales como sociales.

FUENTE:http://www.cop.es/colegiados/S-02633/COSADENERVIOS.htm

UNA PESADA CARGA


ARTÍCULO PUBLICADO POR JULIO BECERRA VICENTE EN EL DIARIO SAN FERNANDO INFORMACIÓN

UNA PESADA CARGA
Un día su mente le jugó una mala pasada. Su vida, que hasta ese momento transcurría sin complicaciones, empezó a tomar un rumbo incierto. Acababa de tener a su esperado bebé, su primer y ansiado hijo. Nueve meses de alegría e incertidumbre; por fin podía disfrutar de su preciado tesoro. Pero ocurrió; a las pocas semanas del nacimiento se encontraba bañando a su hijo cuando un pensamiento impactó en su mente como un proyectil: “ ¿y si le hiciera daño?”, éste pensamiento le sorprendió con su hijo en los brazos cuando lo enjuagaba, una gran inquietud e inseguridad le asaltó; otro pensamiento, éste en forma de imagen nítida de su hijo ahogado en la bañera acabó de sobresaltarla. Fue tal el impacto que sólo se le ocurrió abrazar a lo que más quería en el mundo. El bebé tranquilo y arropado en su regazo sonreía ajeno al drama personal de su madre. Lágrimas amargas rodaban por sus mejillas.

Intentó no pensar en aquello, intentaba mantenerse ocupada, pero los pensamientos volvieron a visitarla. Al principio con una frecuencia escasa pero pronto se hicieron más numerosos. No podía decir a nadie aquello tan espantoso. ¿Qué le estaba sucediendo? ¿Se estaría volviendo loca?. Poco a poco empezó a desconfiar de sí misma. Comenzó por no bañar a su hijo sola, siempre pedía que alguien le acompañara en esos momentos lo cual le hacía estar tranquila. Pero los pensamientos de daño se sucedían en otras situaciones y entornos. Pronto comenzó a evitar tocar cuchillos u objetos punzantes en presencia de su hijo; poco a poco fue evitando todo lo que tuviera punta. Las imágenes se sucedían causándole un daño emocional enorme. Las personas que le rodeaban fueron percatándose del cambio sin saber con claridad lo que acontecía; episodios de llanto, desesperanza, fatiga y un buen número de síntomas eran la punta de un iceberg sumergido: su secreto. La única solución era no acercarse a su hijo. Los familiares al verla en el estado de postración al que había llegado se hicieron cargo de los cuidados del bebé lo cual era, a la vez, un alivio y una carga para ella.

Quizás usted esté pensando al igual que nuestra madre atribulada que, en realidad, se trataba de algo relacionado con algún tipo de locura.

Los pensamientos obsesivos de daño se consideraban como relativamente raros en la población general , los recientes estudios en éste sentido apuntan a que pueden ser relativamente frecuentes en formas leves del trastorno.

Las personas que lo padecen pueden tener pensamientos, ideas o imágenes persistentes que suelen ser experimentados como algo no deseado y sin sentido. “si es lo que más quiero...¿cómo podría hacerle daño? y entonces.... ¿cómo es que pienso esto?”.

Padres para los que sus hijos son lo más querido que piensan en matar a sus hijos, personas muy religiosas que tiene pensamientos continuos blasfemos, sujetos que temen a la muerte y a la enfermedad que sufren con pensamientos de suicidio, padres que sufren por tener pensamientos de tipo incestuoso con sus hijo/as etc.

Éstas personas siempre intentan contrarrestar, neutralizar o suprimir estos pensamientos o impulsos a través de algún tipo de acción (abrazar al niño, pedir mentalmente perdón a Dios, rezar o hacer penitencia, evitar pasar por determinados sitios...). Todos reconocen que esas ideas son fruto de su propia mente y no vienen impuestas desde el exterior. Todas los pensamientos y acciones que se hacen para contrarrestarlos producen una gran cantidad de malestar y/o pérdida de tiempo y, normalmente, interfieren la vida normal del individuo. Son como una mancha de aceite que, cuando se encuentra sin control, lo va contaminando todo poco a poco.

Todas éstas personas sufren un trastorno por ansiedad; todas ellas llevan una pesada carga sobre sus espaldas a menudo en forma de secreto inconfesable; es fundamental para ellas llegar a comprender la naturaleza de lo que le ocurre, es el primer paso de un tratamiento que les permitirá aprender cómo enfrentarse a esos pensamientos no deseados y a sus conductas asociadas de forma que afecten lo menos posible el curso de su vida.

En la medida de que éstos pensamientos dejan de ser un secreto inconfesable para convertirse en objeto de intervención psicológica se estará consiguiendo aminorar el peso de una carga que, a medida que pasa el tiempo sin tratamiento, crece hasta límites angustiosos. Frecuentemente éstas personas son tratadas de forma inadecuada ya que, en muchos casos, al no comunicar el sujeto lo que realmente le preocupa se les diagnostica de forma incorrecta.

La mente es como un jardín en el que, por cuidado que esté, siempre pueden nacer malas hierbas; éstas cuando se extienden sin control, pueden llegar a invadirlo hasta convertirlo en una sombra de lo que llegó a ser en su día. Las obsesiones, como las malas hierbas, se eliminan mejor cuando son pequeñas y débiles. Enfrentarse en solitario a ellas puede ser complicado y a menudo inútil. Si alguna vez en su mente nacen pensamientos perturbadores y ha leído este artículo, no lo dude, no consienta que crezcan sin control solicite ayuda profesional que le ayude a detectarlos, explicarlos, controlarlos y por último erradicarlos.

Fisiología del estrés


fuente:http://saberynoquerer.blogspot.com
Fisiología del estrés

Como lo prometido es deuda, voy a explicar a grosso modo que cambios fisiológicos produce en nuestro organismo el famoso estrés. Quiero dejar claro que no soy ningún experto en la materia y no voy a dar conocimientos "profundos" de ningún tipo o que no entienda o necesiten más dedicación para explicarlos de una manera más entendible. Mi pretensión es que tras leer este post a uno le quede la idea de que el Cerebro repercute más de lo que habitualmente se cree sobre todo el organismo, incluido el propio cerebro. Por supuesto toda la información está fundamentada y no es una “idea divina”; la mayoría está extraída del libro "¿Por qué las cebras no tienen úlcera?" de Robert Sapolsky, neurobiólogo de la Universidad de Stanford. Libro bastante divulgativo, muy recomendable para el que le interese el tema y quiera introducirse en él de un modo ameno. Sin más rollo empieza la acción.

El estrés
Expresiones como "Tanto estrés me va a producir una úlcera", "¡No te estreses tanto que un día te da un infarto!", "Los exámenes le provocan un estrés desmesurado", etc..., son habituales hoy en día. Todo el mundo habla del estrés pero ¿Realmente saben lo que dicen? ¿Se utiliza bien el término? ¿Que leches es eso del estrés?.

Según la OMS es "el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara al organismo frente a la acción"; y que yo completaría como "el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara al organismo para la acción frente a agentes estresantes". Ahora hay que definir que son agentes estresantes.

Un agente estresante es un hecho de la vida que causa estrés (¿era previsible no?). Pero para dar una definición un poco más científica, hay que hacer uso del término homeostasis, que es el nivel óptimo de todas las medidas fisiológicas del organismo que permiten el equilibrio de su medio interno y estabilidad de sus propiedades bioquímicas para mantener la vida. Por lo que un agente estresante puede definirse como aquello que rompe la homeostasis de un ser vivo. Pueden ser de origen físico o psicosocial.

Agentes estresantes físicos los podemos ver todos los días en los documentales de la 2: Una cebra es gravemente herida por una leona y ha logrado escapar por el momento, pero durante la próxima hora está obligada a despistar a la leona si quiere sobrevivir. La respuesta de estrés conlleva unos cambios fisiológicos en este caso que a la cebra le permitirán durante la próxima hora centrarse única y exclusivamente en tratar de huir, ignorando, entre otras cosas, el dolor que le produce la herida. Otros ejemplos pueden ser: cortarse con algo afilado, un cambio brusco de temperatura, una enfermedad, etc..., se consideran también agentes estresantes físicos.

Agentes estresantes psicosociales son aquellos que tienen origen en nuestro cerebro, principalmente a través del pensamiento, ya sea por la interpretación de determinados hechos, por la capacidad de imaginar situaciones de peligro, determinados sentimientos, problemas emocionales derivados de la ansiedad, la ira, etc.. Algunos ejemplos serían: Preocuparnos excesivamente por un hecho, como la llegada de un examen, miedo a contraer una enfermedad, a la muerte, o una actividad que requiera un esfuerzo intelectual por encima de lo habitual como por ejemplo una partida de ajedrez.

Estos agentes estresantes pueden llegar a provocar las mismas respuestas fisiológicas que uno físico, con la diferencia de que los pensamientos que perturban a una persona en general tienen una mayor duración que el ataque de una leona a una cebra, y en consecuencia la respuesta de estrés es más duradera, lo que puede repercutir seriamente sobre la salud de una persona. ¿Alguien se imagina una cebra pensando continuamente en un ataque ficticio de una leona?. Está muy bien que los humanos podamos imaginar, pero uno de los inconvenientes es que a través del pensamiento podemos recrear situaciones que a nuestro cerebro pueden parecerle tan reales como si las estuviéramos experimentando, lo que conlleva a la respuesta de estrés. ¿Qué piensa un claustrofóbico en un ascensor de 1,5 metros cuadrados?, pues lo peor de lo peor: se va a parar, va a quedarse encerrado, se va a acabar el oxígeno, se va a morir..., etc; y en cambio nada de eso le ha sucedido aún, pero en su cuerpo ya se han desencadenado una serie de reacciones fisiológicas (el estrés) que le preparan para la acción, que lo más seguro es que no sea necesaria en este caso.

¿Y el estrés es siempre malo?, pues no, esto es como el colesterol, lo hay bueno y malo. Al malo se le llama distrés y es aquel en el que las demandas fisiológicas para nuestro organismo son muy grandes o prolongadas, pudiendo superar la capacidad de resistencia y adaptación del organismo; y al bueno se le llama eustrés que es cuando la respuesta fisiológica es acorde al agente estresante y no desproporcionada, sin desbordar en ningún momento la resistencia del organismo (la cebra puede que escape gracias al estrés). Un poco de tensión ante un examen genera una respuesta de estrés que nos permite estar más concentrados y rendir más, pero si la tensión es desproporcionada la respuesta de estrés también lo es y nuestras facultades se van a pique.

A continuación hago un esbozo de esos cambios fisiológicos que nos preparan para la acción, pero previamente explico un poco los fundamentos para por lo menos hacerse una idea de como funciona todo este berenjenal.


Estrés y sistema nervioso autónomo
La forma principal en que el cerebro se comunica con el resto del cuerpo es a través de los nervios que descienden por la columna vertebral hasta la periferia del cuerpo. Parte de este conjunto nervioso constituye el sistema nervioso autónomo (SNA), que se proyecta sobre los órganos y músculos esqueléticos.

La función del SNA es mantener la homeostasis del organismo ante cualquier estímulo exterior o alteración interna. Su actividad es independiente de la voluntad. Se encarga entre otras cosas, de la regulación de la frecuencia cardíaca, temperatura corporal, motilidad intestinal, secreción de glándulas endocrinas, regular la digestión, circulación sanguínea, respiración y metabolismo.

Funcionalmente se divide en :

Sistema nervioso simpático (SNS): Interconecta el cerebro con casi todos los órganos, vasos sanguíneos y glándulas sudoríparas del organismo. Su estimulación produce un aumento de la frecuencia cardíaca, inhibición de las secreciones gastrointestinales y estimulación del metabolismo en general. Juega un papel crucial en la conservación del organismo, ocasionando rápida y eficazmente respuestas a estímulos exteriores que puedan poner la vida en peligro. Está implicado en acciones que requieren gasto de energía. Sus terminaciones nerviosas segregan adrenalina (también llamada epinefrina) en las glándulas suprarrenales, en el resto del cuerpo noradrenalina (también llamada norepinefrina), que son los mensajeros químicos que activan los órganos en cuestión de segundos.

Sistema nervioso parasimpático (SNP): Inhibe la acción del SNS. Su activación produce una inhibición de las acciones del simpático. Entre otras cosas está encargado del almacenamiento y conservación de la energía. Cuando el SNS se activa en respuesta al estrés, el SNP se inhibe.

Las proyecciones simpáticas y parasimpáticas del cerebro están conectadas con los órganos donde los resultados de ambos son opuestos al activarse. En general, no se pueden activar estas dos funciones del SNA, ya que, el cuerpo posee “mecanismos de seguridad” que lo evitan: Por lo que en los primeros instantes de la respuesta de estrés se inhibe el SNP y se activa el SNS.


Cerebro y sistema endocrino (el meollo de la cuestión)
El sistema endocrino es uno de los principales del cuerpo, compuesto por varias glándulas que segregan una serie de hormonas que son determinantes en la respuesta de estrés; esto es lo que explico ahora.

El eje hipofisosuprarrenal (HSP) es la estructura principal en el desencadenamiento de la reacción fisiológica de la respuesta de estrés. Esta compuesto por el hipotálamo, situado en la base del cerebro, actuando de enlace entre el sistema nervioso y endocrino; la hipófisis o glándula pituitaria que conecta con el hipotálamo a través del tallo pituitario; y las glándulas suprarrenales situadas encima de los riñones.


El hipotálamo posee un grupo de hormonas liberadoras e inhibidoras que estimulan o suprimen la liberación de hormonas en la glándula pituitaria, para que a su vez ésta regule las secreciones de las glándulas periféricas. Algunas de las conexiones entre el hipotálamo, la pituitaria, y las glándulas suprarrenales se activan durante la respuesta de estrés mientras otras se inhiben.

Además de las dos hormonas citadas anteriormente, adrenalina y noradrenalina, existe otro tipo de hormonas de gran importancia durante el estrés, los glucocorticoides, segregadas por las glándulas suprarrenales. En ocasiones actúan de forma similar a la adrenalina, con la diferencia de que ésta actúa en cuestión de segundos mientras que los glucocorticoides pueden prolongar su actividad durante minutos u horas. Su secreción está controlada por hormonas cerebrales.

Cuando un individuo se expone a un agente estresante el hipotálamo segrega una hormona de activación conocida como CRF (factor liberador de corticotropina) en el sistema circulatorio del hipotálamo y la pituitaria. El CRF activa la pituitaria para que segregue la hormona ACTH (corticotropina). Una vez que la ACTH está en el torrente sanguíneo llega a las glándulas suprarrenales que poseen receptores de esta hormona, lo que activa la liberación de glucorticoides. Éstos, unidos a la adrenalina y la noradrenalina son la base para desencadenar la respuesta de estrés.


Además, durante el estrés, el páncreas se estimula para que segregue glucagón, hormona esencial para la movilización de las reservas de energía presentes en el hígado en forma de glucógeno, elevando con ello el nivel de glucosa en la sangre. El hígado no es el único lugar donde existen reservas de glucógeno, sino también en los músculos, donde es la adrenalina y no el glucagón quien tiene la capacidad de movilización de tales reservas (la cebra tiene que correr todo lo más que pueda para escapar de la leona lo que requiere un gasto energético inmediato).

Junto con el cerebro, la pituitaria segrega sustancias endógenas como las endorfinas y encefalinas, cuya función principal es inhibir la transmisión del dolor durante este proceso (la cebra tiene que poder ignorar el dolor de cualquier herida para seguir corriendo y escapar).

Es importante que se tenga presente que este proceso no ocurre siempre en la misma medida, ya que la velocidad y cambio en la secreción de una hormona varía en función del agente estresante y del contexto psicológico en el que éste se produzca.


En resumen, se denomina estrés a toda esta respuesta fisiológica que se produce ante un agente estresante que no tiene porqué tener un origen unicamente psicológico. Lo hay bueno (eustrés) y malo (distrés). Habitualmente no trae repercusiones graves sobre nuestro organismo, pero si el estrés es crónico, supone un gasto para el cuerpo que si las puede traer.

Ya no sigo más con el rollo, hay muchisimo más que contar sobre el tema, pero por lo menos que sirva a quien le interese como un texto por el que empezar. Acabo con este cuadro informativo del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene sobre las consecuencias biológicas del estrés que me pareció interesante:


Por cierto, la cebra escapó y ahora la que está sometida a un agente estresante es la leona, el hambre.

fuente:http://saberynoquerer.blogspot.com/2007/04/fisiologa-del-estrs.html

Reacción a estrés agudo



Reacción a estrés agudo

Criterios Diagnósticos de los Trastornos Mentales DSM IV

Estres Agudo
Criterios para el diagnóstico de F43.0 Trastorno por estrés agudo (308.3)

A. La persona ha estado expuesta a un acontecimiento traumático en el que han existido 1 y 2:

1. la persona ha experimentado, presenciado o le han explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás
2. la persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos

B. Durante o después del acontecimiento traumático, el individuo presenta tres (o más) de los siguientes síntomas disociativos:

1. sensación subjetiva de embotamiento, desapego o ausencia de reactividad emocional
2. reducción del conocimiento de su entorno (p. ej., estar aturdido)
3. desrealización
4. despersonalización
5. amnesia disociativa (p. ej., incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma)

C. El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente en al menos una de estas formas: imágenes, pensamientos, sueños, ilusiones, episodios de flashback recurrentes o sensación de estar reviviendo la experiencia, y malestar al exponerse a objetos o situaciones que recuerdan el acontecimiento traumático.

D. Evitación acusada de estímulos que recuerdan el trauma (p. ej., pensamientos, sentimientos, conversaciones, actividades, lugares, personas).

E. Síntomas acusados de ansiedad o aumento de la activación (arousal) (p. ej., dificultades para dormir, irritabilidad, mala concentración, hipervigilancia, respuestas exageradas de sobresalto, inquietud motora).

F. Estas alteraciones provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo, o interfieren de forma notable con su capacidad para llevar a cabo tareas indispensables, por ejemplo, obtener la ayuda o los recursos humanos necesarios explicando el acontecimiento traumático a los miembros de su familia.

G. Estas alteraciones duran un mínimo de 2 días y un máximo de 4 semanas, y aparecen en el primer mes que sigue al acontecimiento traumático.

H. Estas alteraciones no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o a una enfermedad médica, no se explican mejor por la presencia de un trastorno psicótico breve

Envidia: una competición en la que siempre se pierde


Envidia: una competición en la que siempre se pierde

Tras uno de los sentimientos más comunes y más perniciosos, se esconden complejos y frustraciones que se pueden superar valorando más lo que tenemos y a las personas que nos rodean

La envidia es un sentimiento tan universal como pernicioso. Todas las personas, en mayor o menor medida, sufren en algún momento de su vida la agobiante sensación de entrar, de forma espontánea e irrefrenable, en una competición con el otro en la que siempre se pierde. Colocamos a la persona envidiada en una posición de superioridad, abundancia y bienestar. Como consecuencia de esta exaltación de lo que un tercero tiene o es surgirá la impotencia, la frustración, el desánimo y la creencia de ser inferior. La rabia y la ira acompañarán esta vivencia y mantendrán en una insana dependencia al envidioso del envidiado. Es lo que viene a decir el prestigioso psicoanalista Harry Snack Sullivan en su definición de la envidia: "un sentimiento de aguda incomodidad, determinada por el descubrimiento de que otro posee algo que sentimos que nosotros deberíamos tener".
Sus demandas muestran sus carencias

Como consecuencia de la exaltación de lo que un tercero tiene o es, surgirá la impotencia, la frustración, el desánimo y la creencia de ser inferior

El discurso del envidioso es repetitivo, monocorde y compulsivo sobre aquello que envidia y con lo que compite. Sabemos cuáles son sus carencias a partir de lo que envidia. El objeto de la envidia no tiene por qué ser una persona concreta, también puede ser un "ideal" que se nos ofrece como modelo a imitar y que se le reviste de valía.

La vida de una persona envidiosa no gira sobre su propia realidad, sino sobre lo que desearía, sobre lo que no tiene, sobre lo que le falta. La insatisfacción y el vacío es un continuo que le impide gozar de su vida real. La tristeza y el pesimismo le privan de la espontaneidad y la alegría. No sabe reírse con otras personas ni de sí mismo. Sólo lo hace con mofa y desprecio hacia los otros.
Del victimismo a la altanería

Este comportamiento genera, entre otros síntomas, ansiedad generalizada, trastornos del apetito y sueño y diversas alteraciones dependiendo de cada persona. Incidirá también en su actitud ante la vida, moldeando unas formas de convivencia en relación con los otros que van desde figurar como la constante "víctima", hasta mostrarse continuamente a la defensiva, actitud que se traduce en maneras irónicas, altaneras, frías, distantes y en ocasiones hirientes, de menosprecio y crítica negativa.
Sentimiento no reconocido

La persona envidiosa no suele reconocer su envidia. Se resiste a hacerlo y no hay nada que más le hiera y descalifique que intentar hacerle ver que la tiene. Hay que tener en cuenta que detrás de la envidia se halla:

* Un sentimiento de inferioridad e inseguridad.
* Una incapacidad de reconocer las limitaciones personales, asociándolas a signos de debilidad.
* Una negación total de que la infelicidad no se debe a lo que no se tiene, sino a la falta de aprecio de lo que sí se posee.
* Una falta de compromiso y responsabilidad con la propia vida. Pendiente de la vida de otros, no se asume la propia.

La "envidia sana" no existe

Este sufrimiento secreto por el bien ajeno, que todos hemos sentido en alguna ocasión y que nos ha traído más de una incomodidad, disgusto y dolor, siempre es negativo. La conocida como "envidia sana" no existe. Es un sentimiento que debe ser aceptado como uno más de los que sentimos. La preocupación llega cuando la envidia se convierte en patológica e interfiere en la vida de la persona, cuando ese sentimiento posee al individuo, merma su autoestima y le incapacita para llevar una vida saludable.
Actitudes ante la envidia
Prevención

Como sucede con todo sentimiento insano, es conveniente mantener actitudes preventivas, de forma que no lleguemos a padecer de manera obsesiva sus efectos. Una buena prevención ante la envidia iría encaminada a :

* Favorecer la confianza básica en uno mismo y en los demás.
* Conocer las limitaciones y potencialidades que tenemos, aceptándonos como somos.
* Pensar que hay cosas que podemos cambiar y otras que no.
* Aprender a valorar con precisión la propia competencia, sin infravalorarse ni sobrevalorarse.
* Acostumbrarse a centrar la atención en los aspectos más positivos de la realidad.
* Estimular la empatía, es decir, la capacidad para ponerse en el lugar del otro.
* Establecer relaciones adecuadas y satisfactorias con los iguales.
* Aprender a relativizar las diferencias sociales y adquirir habilidades para elegir adecuadamente con quién, cómo y cuándo compararse.
* Aprender a relativizar también el éxito.
* Analizar el progreso personal mediante la comparación consigo mismo, no con otros.
* Aprender a dar y pedir ayuda, a colaborar y compartir. Permite adquirir habilidades con las que resolver los conflictos que origina la envidia.

Superación

Para gestionar y superar la envidia, nada mejor que replantearnos algunos principios clave, que son los que nos ayudan a disfrutar de un mayor equilibrio y a vivir de forma más serena y gozosa:

* Pensar que no estamos perdiendo nada cuando a otras personas les va bien.
* Darnos cuenta de que si queremos ser nosotros mismos, el único punto de referencia de superación somos nosotros. No necesitamos compararnos con nadie más.
* Apreciar el valor de nuestra vida y mostrarnos agradecidos de tenerla.
* Alegrarnos de lo que tenemos. No vivir pendientes de lo que no tenemos.
* Redescubrir día a día lo que nos rodea: las personas, el paisaje, las pequeñas cosas que nos hacen más fácil la vida...
* Y lo más difícil, pero alcanzable: sentirnos felices por la buena suerte de los demás, porque, en definitiva, vengan de la mano de otros o de las nuestras propias, de lo que se trata es de vivir el mayor número de momentos de felicidad y alegría.
fuente:http://revista.consumer.es/web/es/20070401/interiormente/71405.php

Frente a las personas conflictivas


Frente a las personas conflictivas

En tu vida te encuentras o te encontrarás con toda seguridad con personas que te agreden psicológicamente. Abundan las personas negativas, manipuladoras, vengativas, celosas o prepotentes. Lo habitual es reaccionar emocionalmente contra ellas. Seguramente has vivido esta experiencia.

Frente a las personas conflictivas probablemente reaccionas de las dos maneras básicas con que estás genéticamente preparado: ataque o huida. Generalmente, cualquiera sea tu reacción, tu contrincante mantiene su idea y volverá con la agresión a la primera oportunidad. Esto quiere decir que en la mayoría de los casos tu oponente no cambia de opinión aunque tu te irrites, llores o grites.

Por otra parte, ya sabes que las emociones que te provocan estas situaciones son especialmente dañinas para ti mismo. Es decir, además de que el otro te agrede, por añadidura tú te enfermas. Más aún si tus emociones se van transformando en sentimientos de rencor, odio o desagrado. Día a día van debilitando tu salud. Tus mecanismos de defensa fallan y te encuentras más propenso a las enfermedades.

¡No permitas esta situación si realmente te amas! En el futuro, ¡no reacciones! No hagas caso, no digas nada, retírate. Si quieres dar tu opinión, hazlo cuando estés con serenidad y tranquilidad. Simplemente entrega tu punto de vista y punto. No reacciones ante las agresiones. Esto provoca un efecto mucho mayor en la otra persona y además, evitas dañar tu salud.
fuente:http://www.elalmanaque.com/amate/amate14.htm