LA PERSONALIDAD


LA PERSONALIDAD
D. Fernando Azor Lafarga, Co-director, coordinador de la sección
fuente:http://www.saludmental.info
Estamos acostumbrados a oír frases como “no tiene personalidad” o “tiene doble personalidad” para definir a las personas. Otras veces decimos de alguien que es “un psicópata” o “una histérica” cuando juzgamos la conducta de los demás. Generalmente en estos casos uno se refiere a la forma de ser de esas personas, que es como vulgarmente se define la personalidad. Pero este concepto es más complicado de lo que parece.

La personalidad podría decirse que es esa forma de ser en la que incluiríamos los sentimientos, los pensamientos y como no, la conducta, que se mantiene más o menos estable en el tiempo y que llega a definir a la persona. El desarrollo de la personalidad se inicia desde la temprana infancia e intervienen diferentes factores como pueden ser la biología, los modelos que tenemos más cercanos, los límites educativos, las situaciones más o menos traumáticas, etc.

Es frecuente observar en niños muy pequeños ciertos rasgos muy definidos que nos pueden dar pistas de cómo puede ser en su futuro su personalidad, pero en estas edades todavía es muy temprano para hablar de que existe una personalidad marcada, sería más correcto decir que se observan “rasgos” de personalidad. Estos rasgos característicos pueden ir desarrollándose hasta llegar a la etapa de la adolescencia en donde decimos que se “cristaliza” la personalidad, es decir, adquiere forma y consistencia. A partir de entonces es difícil observar cambios llamativos en la forma de ser salvo que éstos sean provocados por alguna situación traumática. Sin embargo, aunque es difícil que una persona pueda cambiar su personalidad, sí es posible que pueda modificar ciertos comportamientos o aprender nuevas formas de actuar.

Dentro de los tipos más característicos de personalidad podemos encontrar los obsesivos, los fóbico-evitativos, los narcisistas, los histriónicos, los paranoicos o los psicópatas. Es importante tener en cuenta que todos podemos ser un poco obsesivos, un poco fóbicos…, es decir, podemos presentar diferentes características que definan nuestra formas de ser, sin llegar a presentar un trastorno o patología. Sí es verdad que en ocasiones ciertas características pueden hacer a la persona más vulnerable ante diferentes situaciones y favorecer la aparición de trastornos de ansiedad, estados depresivos, etc.

Cuando estos rasgos de personalidad se hacen extremos y condicionan toda la conducta de la persona provocando dificultades en la adaptación social solemos hablar de la existencia de un trastorno de personalidad. La persona que sufre este tipo de trastorno generalmente no es conciente del mismo, es decir, no considera que el problema esté en su forma de ser, le gusta cómo es y tiende a buscar otras explicaciones para sus problemas de adaptación social como por ejemplo la mala suerte, un jefe insoportable, etc.

En los próximos números, abordaremos los más conocidos tipos de personalidad e intentaremos profundizar en sus características.

¿SE PUEDEN REGULAR LAS EMOCIONES?


¿SE PUEDEN REGULAR LAS EMOCIONES? (2ª parte)
Alfonso Alonso Parga Beatriz y Becerro de Bengoa. Editores y Coordinadores de la sección: Salud Mental en el Trabajo
fuente:http://www.saludmental.info. Hace pocos días, a uno de nosotros, durante una de las sesiones de trabajo con un gran profesional de la sanidad por el que existe una profunda admiración tanto personal como profesional, ocurrió algo que se repite día a día en todos los ámbitos laborales, ¡seguro que les sonará familiar!.

El día comenzó con buen humor, como siempre, y las pautas de trabajo fueron marcadas de forma habitual, cada uno se dirigió de forma independiente a desempeñar su trabajo. Pero al cabo de 3 horas, en el momento de poner en común el resultado del esfuerzo realizado, comenzó a surgir una pequeña barrera por parte de esta gran persona, y resalto gran persona porque el hecho de tener días o momentos malos no disminuye su grandeza. El buen humor había desaparecido, el trabajo era más frío, su semblante era hierático y hasta la sala parecía menos acogedora.

En este tipo de casos, la emoción suscitada por esta escena, sería de rabia, tristeza, sorpresa e incluso culpa en algunos casos dónde la persona que recibe este trato tiene la autoestima mermada. Este tipo de emoción generada no quedaría ahí, puesto que derivaría en la posterior respuesta de ataque traducida en reacción defensiva, y desmotivación, generándose un conflicto innecesario.

Pues bien, antes de dejar que alguna de estas emociones pasara a apoderarse del esplendido día, atacando la forma de actuar de mi interlocutor, y etiquetando su conducta de ilógica o algo peor, se optó por otra estrategia, preguntar. Y la pregunta fue: ¿ha pasado algo desde la última reunión hace 3 horas, hasta ahora?. Cuya respuesta afortunadamente fue sincera: Si, me ha pasado algo y continuó.

En ese momento, se cerró completamente la posibilidad de consecuencias inoportunas e inútiles para pasar a solucionar el verdadero problema, su problema.

Cuando hablamos de la emoción, estamos refiriéndonos a tres motores que entran en juego en las relaciones interpersonales y con uno mismo a tres niveles, cognitivo, neurofisiológico y conductual.

Es decir, existe una interacción entre lo que pensamos, los signos fisiológicos, lo que hacemos y lo que sentimos. En el momento en el que ocurre una experiencia que suponga un impacto en nuestro día a día, según nuestro estilo de pensamiento, nos dispone a un tipo de acción, podría ser por ejemplo,

Podemos pensar, ¡qué desastre!, seguido de una respuesta neurofisiológica como aumento de la tasa cardiaca y tensión arterial y dependiendo de la situación, la reacción conductual provocada será de huída, evitación, gritos o llanto,.
O pensar, ¡vamos a comprobar qué se puede hacer!, seguido de una misma respuesta neurofisiológica, e incluso puede que hasta las respuestas conductuales sean parecidas dependiendo de la situación.

¿Es posible que la emoción sea la misma tanto en una secuencia como en la otra? En este sentido en el primer caso, la emoción estaría impregnada de ira, rabia, dolor o desesperación en cambio en el segundo caso, la emoción estaría orientada más hacia la superación de un reto, interés, preocupación o incluso esperanza.

La emoción una vez ha explotado, no puede evitarse con el pensamiento, pero si, podemos prepararnos y entrenarnos para que esa emoción no tenga consecuencias negativas. ¿cómo?, actuando desde nuestra cognición. Está claro, que según la interpretación de los acontecimientos externos, se activará la emoción hacía una dirección u otra. Es decir, según se interprete lo que está sucediendo de forma positiva o negativa, la emoción será positiva o negativa.

Por tanto, el entrenamiento para regular nuestras emociones, será progresivo, es decir, hay que preparar el terreno antes de que surja cualquier oportunidad emocional.

¡Imposible!, ¿verdad?, esta expresión sería comenzar con mal pie. ¡Todo es posible! , al menos si comenzamos cualquier tarea con este pensamiento, el recorrido será mucho más placentero y la posibilidad de conseguir el éxito será mucho mayor, por supuesto sin olvidarnos del esfuerzo.

Como hemos comentado anteriormente, el pensamiento y la emoción van de la mano. Está claro que cuando un acontecimiento se presenta con la etiqueta de grave, la emoción que acompaña es de tristeza, miedo, ira o vergüenza. Pero, ¿quién pone esa etiqueta de grave?. Uno mismo. La gravedad de las situaciones es subjetiva. Lo que para unos puede ser terrible, para otros no lo es tanto, y lo que para otros parece insignificante, supone un desastre para unos. Ambos están en su derecho de etiquetar sus experiencias del color que les plazca. Eso si, cuanto más terrorífica es la etiqueta, más desagradable será la emoción, al igual que ante una etiqueta leve la experiencia emocional le será más agradable.

Hay diversas convicciones erróneas que nos hacen caer en el desánimo. A partir de estás autosugestiones es desde dónde hay que trabajar. Se trata de ir educando nuestra emoción a partir del pensamiento. ¿Qué cree que le beneficiaría más, pensar que todo en la vida es un desastre o que la vida se presenta como un regalo lleno de oportunidades? Este es el momento de su respuesta. Nosotros no interferiremos en su opción. Por supuesto que hay peros, aún así, con peros, piense detenidamente qué podría funcionar como motor para motivarle a alcanzar un objetivo en cualquier momento. Lanzada esta pregunta... De momento, el pensar que algo va a salir mal mientras estamos iniciándolo, nos aparta de experimentar emociones como ilusión, interés, bienestar o superación ante un reto. Esto le resta a aquello que hacemos, el halo de un trabajo bien hecho, y a nosotros el momento de disfrutar de una experiencia más, a la que no vamos a volver en esas mismas circunstancias.

Tan erróneo es el pensar que todo lo que hace uno está mal, como que todo lo que hacen los demás es un desastre. Esto no solo perjudica la tarea a realizar o el ambiente de trabajo, sino que afecta a las emociones de quién lo piensa. Estas palabras son la base de un malestar futuro.
Todos cometemos errores. Pero quién nos cae mal comete más errores que nadie. ¿no es casualidad?, ¿no parece curioso? ¿O quizás aquello que hace el que nos cae mal, siempre lo consideraremos un error?

No es casualidad, somos humanos y como humanos nos guiamos según nuestras relaciones y preferencias. A veces un mismo error, dependiendo de la persona que lo comenta, será considerado más o menos grave. Por tanto, ni todo el que comete un error es un inútil, ni nadie es un desastre categóricamente hablando. Podemos permitirnos cometer un error. Suena extraña esta frase, ¿verdad?, pues es uno de los problemas que desembocan, a partir de una emoción negativa, en problemas mayores como son la ansiedad, el estrés o la depresión. La no tolerancia a la frustración, junto a la necesidad de hacer todo perfecto, supone más que una barrera, una muralla impenetrable para el bienestar emocional.

Otra de las autosugestiones que nos alejan del bienestar es pensar que nuestro interlocutor va a hacer o decir lo que nosotros queremos ver u oír. En el momento que eso no ocurre, la persona en concreto nos parece digna de ser castigada, ya que no se ha ceñido al imaginario guión del cual ni siquiera sabía el protagonista de su existencia. Tan importante es comprender y respetar nuestras propias emociones, como aprender a respetar las de los demás. Por ende, las relaciones interpersonales son mucho más satisfactorias teniendo conocimiento del estado emocional de nuestro interlocutor. Como hemos comentado anteriormente, una lectura errónea de la expresión y por tanto de la emoción de nuestro interlocutor, dificultará la comunicación y el resultado de la misma.

El Uso del Humor


fuente:http://www.saludmental.info
Dña Lidia Carmena León, Psicóloga
¿Qué es lo que mantiene sana a una persona a pesar de estar sometida a condiciones ambientales adversas? ¿Por qué algunos pueden superar eficazmente situaciones conflictivas y otros no? ¿Qué recursos privilegian estos individuos a la hora de afrontar tales circunstancias? ¿Son la creatividad, el humor, la autoestima, las habilidades sociales, la capacidad de amar y perdonar, entre otros, ingredientes esenciales para afrontar adecuadamente determinadas situaciones? ¿Cómo se pueden desarrollar y potenciar? ¿Qué papel específicamente cumple el humor como estrategia de afrontamiento? ¿Qué valor cumple el humor como herramienta de intervención en el proceso terapéutico?

La Psicología como ciencia durante mucho tiempo se ha dedicado casi exclusivamente, al estudio de las patologías. A partir de la segunda mitad del siglo XX, algunos investigadores, se replantearon esa visión, produciendo un giro en la mirada del comportamiento humano dando lugar a un nuevo paradigma que considera y acentúa los aspectos más saludables de las personas, a este movimiento se lo denominó Psicología Positiva.

Los efectos del humor se producen a en dos niveles:

- Fisiológicos:
Cuando el buen humor desencadena la risa “hay un decrecimiento del tono muscular, quedando los músculos fláccidos y la risa implica una liberación de tensión o de energía excesiva.”
Durante la risa hay una reducción y normalización de aquellas funciones orgánicas que se alteran durante el estrés. Es así mismo como se ha determinado que la risa disminuye la presión arterial, la frecuencia cardiaca, la tensión muscular y decrece la activación del estrés.

Las emociones positivas, como alegría, buen humor, optimismo, paz, entusiasmo, son denominados estados de ánimo. Se manifiestan en el cuerpo como realidades bioquímicas que generan distintas respuestas que ayudan a combatir y hasta revertir algunas enfermedades.

Durante la risa hay una reducción y normalización de aquellas funciones orgánicas que se alteran durante el estrés. Es así mismo como se ha determinado que la risa disminuye la presión arterial, la frecuencia cardiaca, la tensión muscular y decrece la activación del estrés.
El humor tiene efectos muy positivos tanto a nivel psicológico como fisiológicos.

- Efectos Fisiológicos: Cuando el buen humor desencadena la risa “hay un decrecimiento del tono muscular, quedando los músculos fláccidos y la risa implica una liberación de tensión o de energía excesiva.” Durante la risa hay una reducción y/o normalización de aquellas funciones orgánicas que se alteran durante el estrés. Es así mismo como se ha determinado que la risa disminuye la presión arterial, la frecuencia cardiaca, la tensión muscular y decrece la activación del estrés.”

Las emociones positivas, como alegría, buen humor, optimismo, paz, entusiasmo, son denominados estados de ánimo. Se manifiestan en el cuerpo como realidades bioquímicas que generan distintas respuestas que ayudan a combatir y hasta revertir algunas enfermedades.
Algunos beneficios del buen humor y la risa son:

Libera las hormonas endorfinas: cuando la glándula pituitaria recibe un estímulo generado por nuestra sonrisa voluntaria y consciente, reacciona liberando endorfinas, las que además de ser el analgésico natural del cuerpo, producen, al ser liberadas, una sensación de bienestar.
Disminuye la hormona suprarrenal cortisol: el estrés crónico provoca cambios fisiológicos adversos, mientras que la risa es su antídoto. Esta hace descender el nivel de cortisol que se produce en la sangre ante una situación de estrés. La risa y el humor son escapes al sufrimiento que resulta de la diferencia entre las aspiraciones humanas y la realidad que a uno le toca vivir.
- Efectos psicológicos: el verdadero humor consiste en reírse de sí mismo, de lo que uno hace, dice o piensa. Este proceso se lleva a cabo a través del “autodistanciamiento”. Por otra parte, el humor representa una actividad creativa del ser humano, puesto que lo risible no nace de las cosas, sino de la persona misma.

Cuando la persona se ríe de sí misma aumenta su autoestima y desarrolla una actitud de reto o desafío que consiste en hacer frente a las tensiones. El verse a sí mismo desde una perspectiva cómica brinda afecto, entendimiento, apoyo, diálogo, juego y favorece una relación más cercana con los otros.

- Sociales: el humor tiene beneficios en el ámbito terapéutico, laboral, escolar y/o en reuniones sociales, ya que descomprime y puede ser útil para solucionar desacuerdos, porque relaja y refuerza las relaciones con los otros.

Respecto del área laboral, han incorporado el humor en su filosofía corporativa, su estrategia de recursos humanos o sus programas de formación. El humor favorece la innovación, la motivación, potencia la salud actúa en los recursos humanos posibilitando el incremento de su productividad.

¿Se puede Conseguir el Equilibrio Mental?



fuente:http://www.saludmental.info

¿Se puede Conseguir el Equilibrio Mental?
D. Fernando Azor Lafarga, Co-director, coordinador de la sección clínica
Los psicólogos frecuentemente centramos nuestros esfuerzos profesionales en identificar patologías, problemas, conflictos, inseguridades… El objetivo principal suele ser el de buscar maneras de transformarlos en tranquilidad y equilibrio, y a ser posible consiguiendo que la persona aprenda y ponga en práctica soluciones por sí misma. Cada problema individual nos da diferentes caminos para alcanzar el bienestar, pero todos confluyen en puntos comunes:

Es necesario tener actividades que nos ilusionen, que nos representen un reto. Pueden ser tan variadas como se nos ocurra, lo importante es que gusten: montar en bici, pasear por campo, jugar al tenis, grupos de teatro, juegos de ordenador, voluntariado…
Como en el punto uno, contrastar nuestra forma de proceder con la de otros nos da muchas veces una motivación y/o tranquilidad. Tener grupos de personas con los que relacionarnos, donde poder ayudar y ser ayudado, donde podemos compararnos y ver si somos raros y nuestras preocupaciones son las que otros también tienen ayudará a ser más feliz.
No hay que aspirar a no sentir malestar por las cosas que nos rodean. Seguro que alguna nos afectará más que otras. Lo importante es afrontarlas, buscar soluciones si las hay pero siempre desde el realismo. Asumir cómo son las cosas y no centrarse en cómo debieran haber sido hará que las soluciones lleguen antes y seguro que se minimizarán los daños sobre uno mismo.
De alguna forma el punto anterior introduce éste: Si nos centramos en el pasado y el futuro en exceso y dejamos el presente de lado, nos llenaremos de reproches y de miedos. Las opciones futuras son infinitas cuando queremos averiguar qué nos va a pasar al tomar determinada decisión. Ser capaz de no eternizarnos en la búsqueda de soluciones perfectas nos ahorrará malestar y facilitará nuestro equilibrio.
Horarios, rutinas y disciplina. Programar objetivos y tareas cotidianas tiende a producir sensación de control, ser constante es gratificante por ser más probable conseguir metas y además hace que disfrutemos más de aquellas actividades que se salen de lo programado.
El concepto de equilibrio mental lleva implícita una idea: no existe una forma perfecta de sentirse bien, existen muchas. Lo importante es que en una teórica balanza pesen igual sus dos lados. Lo que se ponga en ellos depende de nuestra educación, de las experiencias, de las habilidades acumuladas a lo largo de la vida, de nuestras tendencias heredadas a ser empático, a ser irritable… El equilibrio no depende de lo socialmente reconocido como más adecuado, sino del “arte” que tengamos para ponderar nuestras diferentes facetas. De este modo ser uno mismo sin que se nos vuelva en contra es posiblemente el mejor objetivo. Tener miedo no es malo, a no ser que nos llegue a impedir salir a la calle. Entonces el equilibrio se habría roto.
Después de todo ser feliz no es fácil, es una tarea que suele llevar toda la vida resolver, y a nadie le garantizan que lo vaya a conseguir. Hay que ser paciente y constante en la aplicación de estos cinco puntos, aplicarlos en nuestra vida facilitará el equilibrio mental.

APRENDA A CONTROLAR EL ESTRÉS


APRENDA A CONTROLAR EL ESTRÉS
fuente:http://www.revistalaguia.com

¿Alguna vez ha perdido el control sin saber la causa aparente? Es probable que esto sea provocado por estrés y se repita con frecuencia o incluso ya forma parte de su estilo de vida; sin embargo, un mal manejo de este constante enemigo puede ocasionarle problemas de salud a corto y largo plazo.

Para evitar que el estrés lo controle, necesita aplicar en su vida cotidiana diferentes estrategias de relajación, desde escuchar música hasta practicar yoga, sólo así podrá dejar a un lado la tensión, problemas estomacales o enfermedades del corazón.
Conozca a continuación los tipos de estrés que existen y las herramientas y técnicas que lo ayudarán a manejarlo:



TIPOS DE ESTRÉS
Existen diferentes categorías del estrés, detecte con cuál de ellas se identifica para controlarlo con los métodos adecuados.

ANGUSTIA. Se conoce como la reacción que se produce al encontrarse bajo una situación de peligro. El cuerpo reacciona de forma rápida ante la experiencia de un robo, susto o choque de auto.

EMOCIÓN. Es una forma positiva de presentar el estrés, pero también debe controlarse para evitar daños al cuerpo; se experimenta al recibir un ascenso en el trabajo, casarse o comprar una casa nueva.

ESTRÉS CRÓNICO. Ocurre cuando no se ha tratado la ansiedad, emoción o angustia; se caracteriza por causar problemas físicos en un periodo corto y, a largo plazo, puede provocar graves daños como un ataque al corazón.

TÉCNICAS ANTI-ESTRÉS
Adopte desde hoy técnicas para manejar sus niveles de estrés en su vida diaria, esto le ayudará a evitar graves problemas a corto y largo plazo:

EJERCICIO
Es la mejor manera de aliviar la tensión provocada por el estrés ya que se liberan endorfinas, sustancias químicas del cerebro que dan la sensación de alivio, alegría y tranquilidad.
Esta técnica ayuda a mantener un balance a nivel físico y mental.
Practique, al menos tres veces a la semana, ejercicios cardiovasculares como correr, andar en bicicleta o caminar rápido.
Para una mejor respiración, practique pilates, yoga o técnicas especiales de respiración.

RELAJACIÓN Y MEDITACIÓN
Destine media hora al día para estar solo, aclarar su mente, haga respiraciones profundas y piense en algo positivo.
La meditación es considerada una de las mejores formas para manejar el estrés, ya que se relaja mente y cuerpo.
El estado de meditación se logra cuando alguien tiene un profundo enfoque hacia la tranquilidad y calma que desea alcanzar.
Aprender técnicas de relajación y meditación ayuda a bajar los niveles de presión en la sangre, lo que favorece a eliminar la tensión o ansiedad.

VISUALIZACIÓN
Esta técnica ofrece calma a la mente y al alma a través de imaginar escenarios que evoquen paz y felicidad.
Respire profundo con los ojos cerrados e imagínese en un bello jardín, una playa o en un bosque lleno de árboles y flores.
Si se le dificulta imaginar ambientes, piense en cosas felices que desea hacer realidad en su vida.

MÚSICA
A través de la música puede bajar los niveles de ansiedad, tensión, angustia o estrés que siente. Elija aquella con la que más se identifique, puede ser música clásica, jazz o especial para relajación.
Escuche su música favorita cuando esté en medio del tráfico o en la oficina. Es excelente tranquilizante, siempre y cuando, no sea estridente.

ESCRIBIR
Escribir en un diario sus sentimientos es una buena forma para aliviar el estrés que vive cada día.
Expresar de forma escrita sus pensamientos le ayudará a desahogar cualquier preocupación o enojo.
Una forma eficiente de librarse del estrés, es quemar todos los sentimientos negativos que escribió.

BAILAR
Combina las mejores técnicas anti-estrés que son ejercicio, respiración y música; juntas equilibran la mente y el cuerpo.
Ayuda a distraerse de los problemas cotidianos del trabajo o la casa, ya que implica una mayor concentración al aprender nuevos pasos.

APRENDA A CONTROLARLO
1. Reconozca cuando el estrés es bueno. La energía que siente al ver a un viejo amigo o a su pareja, suele llenarlo de emoción o alegría; sin embargo, debe usarse de manera moderada.

2. Evite contagiarse de estrés. Otras personas pueden estar llenas de tensión y esto llega a contagiarse, por eso evite en lo posible a aquellos que sólo se quejan, critican o dicen comentarios negativos; protéjase y limite el contacto con este tipo de actitudes.

3. Aprenda de la gente tranquila. Copiar la forma de comportamiento de otras personas que saben controlar el estrés, es un buen recurso para aprender a sobrellevar cualquier problema.

4. Respire profundo. Una manera de mantenerse calmado es controlar su respiración. Cuando enfrente un momento de tensión, respire profundo desde el centro de su estómago y exhale por completo, repita esto cinco veces por un minuto.

5. Piense positivo. Olvide sus problemas por un momento, piense en algo que lo haga sentir feliz como algún proyecto importante a largo plazo o imagínese en un lugar al que quisiera ir de vacaciones.

6. Detecte qué le estresa más. Cada quien tiene diferentes situaciones fuertes de estrés, presentaciones, entrevistas, citas, entrega de trabajo o el tráfico, son algunas de ellas. Una vez que conozca la causa de su tensión, entonces podrá actuar para aplicar algunas técnicas antiestrés como meditación, yoga, taichi o pilates.

7. Cuide su salud. La falta de sueño, una mala dieta o actividad sedentaria, repercuten de forma negativa en su cuerpo y mente, por eso lleva un estilo de vida saludable con una nutrición adecuada o ejercicio regular, es básico para controlar el estrés.

Más fácil
Tips para reducir el estrés
Luchar contra el estrés diario es sencillo, basta con aplicar a su vida estas recomendaciones:

• LLEVE UNA DIETA BALANCEADA, incluya abundante agua, frutas y verduras.

• LEA REVISTAS O LIBROS de superación personal o aquellos que lo mantengan distraído.

• EVITE IRRITANTES como el alcohol y el cigarro.

• ESCRIBA UNA LISTA de pendientes diarios para estar organizado.

• COMPARTA SUS SENTIMIENTOS con amigos y familiares.

• OLVIDE LOS ENOJOS O RENCORES que le provocó algún conflicto con alguien.

• SEA HONESTO, exprese en el momento sus ideas y evite guardarse cualquier sentimiento.

• CONCÉNTRESE EN ALGÚN PASATIEMPO, puede ser leer un libro o tomar clases de música, dibujo o baile.

• TOME UN TIEMPO de descanso durante el trabajo.

• DESCANSE LO SUFICIENTE y duerma, al menos, 7 horas al día.

• ACUDA A UN SPA para que le den un masaje.

• RÍA Y DESARROLLE un sentido del humor.

• EJERCÍTESE DE FORMA REGULAR, al menos media hora tres veces por semana.
• PIENSE DE FORMA POSITIVA, rodéese de gente optimista.

• SIÉNTASE BIEN con usted mismo, vista la ropa que más le gusta.

• ESTABLEZCA sus propias metas u objetivos de manera razonable.

• CONTRIBUYA a una buena causa, ayude a los demás para ver la vida desde otra perspectiva.

• ÁMESE, respétese a sí mismo y a los demás.

• TRATE DE VISUALIZARSE en situaciones donde resulte triunfador, puede ser obtener un mejor empleo, ganarse un premio o ver crecer a sus hijos.

BUSQUE LUGARES TRANQUILOS para vivir o trabajar, evite distracciones o cosas que lo alteren como el radio, televisión, música fuerte, ruidos violentos, gente malhumorada.

APRENDA TÉCNICAS de respiración o meditación para encontrar la calma que necesita.

Alergias, Fobias y Traumas, con PNL ¿Cómo quitar las psicológicas?

Salud mental: ¿drogas o terapia?


Salud mental: ¿drogas o terapia?


Fuente: latercera.com

Con la aparición de la fluoxetina o Prozac a mediados de los años 80, se pensó que las enfermedades mentales llegaban por fin a buen puerto. Depresión, trastorno obsesivo compulsivo, ataques de pánico y otros problemas mentales se creían destinados a desaparecer. El mundo parecía al borde de una felicidad permanente y algunos proponían añadir Prozac al agua potable, como una forma de elevar la calidad de vida.

Pocos años más tarde se vio que se estaba lejos de una solución biológica y radical de las enfermedades mentales. Debido a los fracasos e insuficiencias de la fluoxetina, la industria farmacéutica comenzó a producir nuevas drogas de la misma familia: inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina. Gracias a éstas, este neurotransmisor (la serotonina) mantiene altos sus niveles en el cerebro, con lo cual disminuye la agresividad, se mejoran el humor y el sueño. Pero las nuevas promesas de felicidad tampoco se cumplieron del todo.

Por eso, el sicólogo clínico británico Richard Bentall plantea que a pesar de los aparentes progresos en entender la enfermedad siquiátrica, los tratamientos han hecho poco para mejorar el bienestar humano. En su libro Doctoring the mind (Medicalizando la mente) advierte que las pruebas clínicas para estas drogas son, por desgracia, defectuosas. En su obra cita la sorprendente evidencia de la Organización Mundial de la Salud, que sugiere que los pacientes que sufren episodios sicóticos en los países en desarrollo se recuperan mejor que los del mundo industrializado, con mejores sistemas de salud, algo que su libro busca explicar.

Algunas críticas
Bentall asegura que en lugar de hablar de síntomas siquiátricos, es más exacto referirse simplemente a las “quejas” de los pacientes. Tampoco considera adecuado poner énfasis en que estos trastornos tienen una base genética, porque eso sólo sirve para crear el estigma del enfermo mental y alimentar su discriminación. Saber que tal o cual gen tiene alguna participación en determinado trastorno no se ha traducido en la cura del problema, dice.

A esto hay que agregar que el peligro de usar medicamentos siquiátricos a largo plazo supera con creces los beneficios. De hecho, recientemente, la gran mayoría de los antidepresivos han estado sujetos a revisión, debido a los riesgos de suicidio que tiene su consumo.

Bentall advierte que el gran debate sigue pendiente. Mientras algunos plantean que son los desequilibrios de la química cerebral los que causan la enfermedad, otros defienden que son los traumas, el estrés mantenido o los estados de abandono y miseria los que enferman y trastornan el delicado balance que debe existir entre los neurotransmisores.

Para este especialista, la siquiatría es una disciplina que más que descubrir enfermedades las inventa. No se hace un test de laboratorio para concluir que alguien padece una esquizofrenia o bipolaridad, tal como se hace con la diabetes.

Lo anterior explica que sea más frecuente el diagnóstico de esquizofrenia en Estados Unidos y Rusia, mientras que sea escaso en Europa. Este grado de especulación de la siquiatría facilitó también que en la ex Unión Soviética se etiquetara a los disidentes como esquizofrénicos.

Y aunque Bentall reconoce que en algunos casos los fármacos pueden ser útiles, no es menos cierto que hoy se busca extender el uso de medicamentos antisicóticos a los niños por tener conductas “disruptivas”, lo que antes era simplemente un niño desordenado o inquieto.

Este sicólogo llama a fijarse más en solucionar las circunstancias adversas que puedan enfermar a una persona y confiar en el poder curativo de la conversación y, sobre todo, de escuchar.

——————————————–