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Trastorno Obsesivo Compulsivo (T.O.C)


Trastorno Obsesivo Compulsivo (T.O.C)


Dentro de los llamados “Trastornos de ansiedad” se destaca el Trastorno Obsesivo Compulsivo (T.O.C).
Su nombre se debe a que la persona se siente invadida de pronto por una idea que viene a su mente de manera intrusiva y la cual no puede ser evitada (Idea Obsesiva).
Como esta idea obsesiva provoca en el individuo una gran incomodidad, que se refleja en un importante grado de ansiedad, va a tratar de disminuir este estado angustioso mediante acciones repetitivas, “Compulsivas”, que se conocen con el nombre de “Rituales”.
Típicamente, el enfermo de T.O.C tiene pensamientos intrusivos que le aparecen generando ansiedad, dudas, incomodidad o la urgencia de realizar un ritual.
El realizar las acciones que comprenden el ritual le va a producir un alivio de la ansiedad, siempre transitorio, reduciendo los pensamientos negativos.
A la persona se le presentan dudas, e indecisiones que lo llevan a sobreestimar, a “exagerar” la probabilidad de un daño o peligro. Por lo cual su pensamiento se va a caracterizar por tener creencias irracionales asociadas a este daño.
Por ejemplo, un hombre que vive obsesionado porque su casa puede llegar a incendiarse, va a revisar varias veces las estufas, la cocina y las llaves de gas antes de salir y se va a sentir de algún modo aliviado después de haber repetido sus compulsiones varias veces para asegurarse de que todo está en orden.
O sea, que la obsesión que produce ansiedad resulta temporariamente aliviada por la compulsión y el hombre de nuestra historia siente que es “bueno” ser tan precavido y verificar.
Con el agravamiento de este circuito: Obsesión-Compulsión-Reaparición de la Compulsión, el individuo se ve obligado a realizar rituales cada vez más complejos, más complicados, que le llevan cada vez más tiempo, a fin de disminuir temporariamente la ansiedad.
Por lo cual se ve amenazada seriamente su calidad de vida, teniendo que dedicarle cada vez más momentos del día a sus rituales o evitando exponerse a situaciones que sabe que le van a provocar ansiedad.
Un claro ejemplo de T.O.C es el personaje que interpreta Jack Nickolson en la película “Mejor, imposible”, quien progresivamente va reduciendo el contacto con otras personas a raíz de su desmedido temor a la suciedad y las enfermedades.
El ritual compulsivo es definido como una secuencia de comportamiento, que la persona se ve obligado a realizar a pesar de que reconozca que no tiene ningún sentido.
De la misma manera, la idea obsesiva se presenta en el pensamiento “a la fuerza”, generando malestar, aunque quien lo padece reconoce que la misma es totalmente absurda.

En este cuadro llamado T.O.C puede realizarse una clasificación de acuerdo al tipo de Idea Obsesiva y del Ritual implicado:

Lavadores y Limpiadores

Pensamiento Obsesivo: “Estoy contaminado” “Si toco esto me va a contagiar” “Todavía no me lavé lo suficiente”

Compulsiones Comunes: Lavarse las manos repetidamente, bañarse, limpiar y desinfectar superficies u objetos del hogar.



Verificadores

Pensamiento Obsesivo: “¿Habré cerrado bien las puertas, las ventanas, las llaves de gas?”
“¿Habré atropellado a alguien con el auto sin darme cuenta?”
“¿Le di demasiado medicamento a mi hijo enfermo?”
“¿Habré dejado vidrios rotos en el piso?”

Compulsiones Comunes: Verificación repetida de llaves eléctricas, de gas, canillas, cerraduras, frenos del auto, etc.
Control repetido de correspondencia, u documentos a enviar.
Desandar el camino con un vehículo a fin de cerciorarse de no haber dañado a alguien.



Repetidores

Pensamientos Obsesivos: “Un familiar puede tener un accidente” “Soy un pecador o mala persona”

Compulsiones Comunes: Repetir una acción hasta que desaparezcan los miedos, por ej. Vestirse y desvestirse, entrar o salir de una habitación, etc.
Cumplir secuencias de acciones en un orden específico.



Ordenadores

Pensamientos Obsesivos: “Las cosas están desordenadas o fuera de lugar” “La ropa o las sábanas están arruinadas o mal planchadas”

Compulsiones Comunes: Ordenar las cosas de una manera “correcta”
Ordenar los objetos de manera simétrica o siguiendo ciertas reglas.



Coleccionistas

Pensamientos Obsesivos: “¿Qué pasa si un día necesito y no lo encuentro?” “¿Y si lo tiro y después lo necesito?”.

Compulsiones Comunes: Coleccionar objetos inútiles.
Ordenar las cosas de un modo particular.

Ritualistas Mentales

Pensamientos Obsesivos: Autocríticas excesivas o críticas a los demás.
Culpas, rigidez o remordimientos por el pasado.

Compulsiones Mentales: Repetir mentalmente frases o rezar.
Contar o hacer listas mentales.



Como ya dijimos, el T.O.C no es sólo sumamente molesto para quien lo padece, sino que se ve seriamente disminuida su calidad de vida en forma progresiva al ir aumentando la cantidad de objetos o situaciones evitadas.
Actualmente este Trastorno es totalmente tratable, y con muy buen pronóstico, mediante psicoterapia, conjuntamente con la consulta a un médico psiquiatra.
Mediante la utilización de diferentes técnicas se va logrando que el paciente disminuya en forma paulatina la secuencia: Idea Obsesiva-Ritual, recuperando la calidad de vida perdida y sobre todo, recuperando el control sobre su propia vida. De manera que sea la persona la que guía sus pensamientos y no los pensamientos los que dominen a la persona.



Roberto César González.
Licenciado en Psicología
“artesanos”

Manía por el orden

Cuando la obsesión por el orden adquiere dimensiones patológicas altera la vida cotidiana del afectado y de su entorno familiar y genera actitudes improductivas

La manía por el orden y el afán de perfección y pulcritud que sienten algunas personas puede ser un rasgo muy ventajoso en algunas situaciones, pero también puede ser indicativo de una patología y revelar la existencia de un trastorno de la personalidad que requiere atención médica. Aproximadamente una de cada cincuenta personas en España padece un tipo de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), entre los que se encuentra la manía patológica por el orden. Los expertos aseguran que en la población general es el cuarto trastorno mental más frecuente, sólo superado por las fobias, el abuso de alcohol y la depresión.



Causas y tratamiento

La manía por el orden que sufren algunas personas puede parecer una afección pintoresca y hasta cómica para quienes no la sufren o no han tenido que convivir con alguien que la padezca. Pero cuando ésta alcanza niveles patológicos puede transformar la existencia en un verdadero infierno. Una cosa es ser extremadamente pulcro, preciso, metódico y ordenado. Y otra muy distinta es convertirse en esclavo de rituales y conductas que, además de causar ansiedad y sufrimiento a quien las practica, llevan a ejecutar compulsivamente cierto tipo de acciones siempre en el mismo orden, y según un patrón de comportamiento obsesivo que las demás personas tomarán por excéntrico y absurdo.

El primer tipo de comportamiento evidencia a la persona que comúnmente responde al calificativo de maniática por el orden. Este comportamiento puede deberse «a un rasgo de la personalidad sin más, en individuos perfeccionistas, autoexigentes y meticulosos», explica Eduardo García-Camba, responsable del Servicio de Psiquiatría del Hospital de la Princesa, en Madrid, y Presidente de la Asociación Española de Medicina Psicosomática. Cuando ese rasgo de la personalidad adquiere una dimensión patológica puede convertirse en lo que se denomina Trastorno Obsesivo de la Personalidad y, en los casos más graves, Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), añade García-Camba.

Aunque no está claro el origen de este trastorno, generalmente se considera que existen causas tanto biológicas como psicológicas, por lo que el tratamiento suele ser mixto, de tipo psicofarmacológico y psicoterapéutico.

Generalmente este trastorno se inicia en la adolescencia o a comienzos de la edad adulta, pero sobre todo en los varones puede aparecer en la infancia. Según García-Camba, un entorno familiar o social muy rígido y exigente puede favorecer la aparición de estos rasgos de personalidad. Ante la detección de síntomas afines en los menores, debe buscarse cuanto antes atención especializada. A veces la familia, con la intención de ayudar, colabora con las conductas de orden e inicialmente disminuye así la ansiedad del paciente, pero a mediano plazo le perjudica.

Los fármacos empleados son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina que disminuyen los pensamientos obsesivos y la ansiedad asociada

En niños en edad preescolar son frecuentes y normales los rituales, las supersticiones, las costumbres rutinarias y la tendencia al orden. Estas conductas desaparecen espontáneamente en la etapa escolar, no producen en el niño angustia y no interfieren con el juego o el aprendizaje. Se ha teorizado que quienes sufren trastornos obsesivo- compulsivos generalmente tienen una inteligencia por encima de la media, ya que la naturaleza de este desorden está asociada a complejos patrones de pensamiento, pero esto nunca ha sido sustentado por datos clínicos. «No es fácil saber si el determinante mayor es la genética o lo aprendido. En muchos casos este trastorno lo sufren niños a los que se ha insistido mucho sobre la importancia de la organización y del orden», comenta Javier Barbero, psicólogo adjunto del Servicio de Hematología del Hospital Universitario La Paz.

Los fármacos empleados en el tratamiento psicofarmacológico son los llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, que aumentan esta sustancia a nivel cerebral y disminuyen considerablemente los pensamientos obsesivos y la ansiedad asociada a los mismos. En todo caso, el tratamiento especializado es totalmente obligatorio, ya que son trastornos resistentes y de difícil manejo. Los libros de autoayuda pueden ser una herramienta complementaria, que proporcionan información para los pacientes en un lenguaje asequible y consejos sobre como identificar y abordar su trastorno, además de sugerencias dirigidas a cambios de actitud o conductas, pero nunca deben suplantar la figura del especialista.


Una perfección inalcanzable

Cuando se trata de una simple manía por el orden, este rasgo particular de la personalidad puede llegar a ser ventajoso cuando el afán por el método, la perfección, la pulcritud, la proporción y la simetría se aplica a campos como la ciencia y la matemática, o a cualquier otra actividad que requiera un alto grado de rigurosidad, precisión y exactitud. Sin embargo, cuando estos rasgos son patológicos se convierten en un claro inconveniente, ya que en exceso entorpecen el rendimiento normal. «El paciente quiere un grado de perfección tal que nunca completa la tarea a realizar», advierte María Luisa Catalina Zamora, médica adjunta del Servicio de Psiquiatría del Hospital de Móstoles.

Este segundo tipo de comportamiento revela la existencia de un trastorno de la personalidad que requiere de atención médica especializada, a pesar de que en la actualidad el sistema de salud pública en España aún no cubre el tratamiento profesional que necesitan estos pacientes, como sí lo hace con los que sufren otros desórdenes tales como la anorexia y la bulimia (a pesar de que la Organización Mundial de la Salud también clasifica a los primeros como enfermedades). En casos extremos, el cumplimiento de rígidas y excéntricas rutinas puede hacer perder tanto tiempo a estas personas y afecta de tal manera a quienes les rodean que se convierten en seres «totalmente improductivos y socialmente disfuncionales».

Los especialistas deben saber diferenciar entre las personas que son 'simplemente ordenadas' de las que sufren la compulsión obsesiva por el orden

El paciente con un TOC se diferencia mucho del sujeto normal muy amante del orden por el gran malestar y sufrimiento con que el primero vive su obsesión, la pérdida de tiempo que le producen sus síntomas y la interferencia con sus actividades, que llegan a ser totalmente improductivas en los casos graves. García-Camba afirma que estas circunstancias les convierten en individuos «poco rentables».

Cuando se habla de obsesión por el orden los especialistas se refieren a los pacientes que pueden sentir una angustiosa necesidad de ordenar los objetos de su lugar de trabajo, de su vivienda de acuerdo con una rígida disposición milimétrica, por colores y tamaño, o según un patrón totalmente arbitrario. Y el simple hecho de que les cambien de sitio una lámpara, una silla, o cualquier otro objeto, puede provocar que se angustien en extremo; incluso pueden adquirir el hábito de vestirse o asearse siempre en un determinado orden, volviendo a empezar desde el principio si se salta algún paso. Estas conductas se denominan compulsiones. Generalmente, están precedidas por pensamientos obsesivos de tipo mágico. Por ejemplo, «si no me visto en este orden ocurrirá una desgracia». Estos pensamientos generan una gran ansiedad, que se reduce con la conducta compulsiva de orden.
Paginación dentro de este contenido

Entorno familiar

Quienes padecen este particular desorden compulsivo, que obliga a disponer los objetos por pares, tamaños y colores para poder sentirse a gusto en un entorno privado, confiesan vivir una faceta muy desagradable y que afecta a la convivencia del resto de la familia. Este es un aspecto que resaltan muchos especialistas. Un paciente obsesivo puede contaminar excesivamente su ambiente por la necesidad de aplicar a su entorno sus propias exigencias compulsivas con la consiguiente afectación de las personas que le rodean, las cuales se convierten en víctimas de una situación en la que todo necesita hacerse de acuerdo con las normas del paciente.

«Estos comportamientos pueden asociarse con obsesiones que son ideas o pensamientos no deseados, de carácter persistente, de los que el individuo es incapaz de liberarse y que le producen gran malestar y sufrimiento. También pueden aparecer compulsiones en forma de comportamientos que el paciente reconoce que no tienen sentido, pero que se siente obligado a repetir, ya que si se resiste a ello aumenta de manera importante su ansiedad. Estos comportamientos compulsivos giran en torno al orden, la limpieza, lavarse repetidamente las manos, confirmar repetidas veces que se ha cerrado la puerta con llave o incluso «contar 20 veces una misma cosa», especifica García- Camba.

El desorden obsesivo-compulsivo es el cuarto trastorno mental más frecuente, sólo superado por las fobias, el abuso de alcohol y la depresión

Tal como sucede en el resto del mundo, aproximadamente una de cada 50 personas en España es afectada por un tipo de Trastorno Obsesivo Compulsivo, entre las que se clasifica la manía patológica por el orden. El trastorno obsesivo compulsivo es mucho más frecuente de lo que se creía en la década de los 50. Los estudios actuales observan que el 2,5% de la población general lo sufrirá en algún momento de su vida. Es el cuarto trastorno mental más frecuente, sólo superado por las fobias, el abuso de alcohol y la depresión. Sin embargo «muchos pacientes jamás consultan al psiquiatra y otros tardan años en hacerlo», indica Catalina Zamora.

Los pacientes con este tipo de trastorno no suelen ser violentos, aunque el mal humor pueda ser frecuente en ellos. Existen investigaciones realizadas por médicos norteamericanos que revelan un vínculo entre la drogadicción y el Trastorno Obsesivo Compulsivo. No hay datos sobre qué porcentaje de personas afectadas consulta con el médico. «Indudablemente, en la medida en que se van superando los prejuicios sociales frente a los trastornos mentales, los individuos consultan con mayor frecuencia y las estadísticas se van acercando más a las cifras reales de afectados entre la población general», señala García-Camba, responsable del Servicio de Psiquiatría del Hospital de la Princesa.

* Autor: Por TATIANA ESCÁRRAGA

Mi obsesión por enumerar las cosas




La escritora argentina y varios miembros de su familia comparten una condición mental: no pueden pasar un segundo sin contar sus pasos, los objetos a su alrededor o las letras de las palabras. Así explica en qué consiste la Aritmomanía, una compulsión por buscar múltiplos de cinco en todas partes.

La noche de Navidad de 2002 fue una de esas raras ocasiones en que mis padres, mis tres hermanos y yo coincidimos en un mismo lugar. Ocurrió en Carlos Paz, un balneario de lago en Córdoba, en la casa de veraneo de la novia de mi hermano menor. A la hora del café, no sé por qué, me invadió un ánimo confesional.

—Desde hace años, creo que desde que era una nena —anuncié—, cuento los pasos, los escalones, las letras de las palabras que escribo con mi dedo pulgar sobre el índice, siempre buscando que el total sea cinco o múltiplo de cinco.

Mi madre puso cara de sorpresa, pero mi padre y mis hermanos me miraron con naturalidad. Dijo papá:

—Cuando voy por ruta, cuento las vacas que pastan en los campos y al llegar multiplico por cuatro: así obtengo el total de patas de vacas que vi. Cuando subo a un avión, cuento cuántos pelados hay a bordo; o cuántos tipos con bigote, depende.

Habló Mario, mi hermano mayor:

—Yo cuento los números de las patentes de los autos y los sumo, buscando que den múltiplo de 7. Si no da, paso a la siguiente patente.

Agregó Sergio, mi hermano del medio:

—Yo cuento los marcos de los cuadros, de las puertas, de las ventanas y, en general, todas las líneas rectas en las habitaciones.

Víctor, mi hermano menor, no contaba; solo escribía, como yo, palabras con su dedo pulgar sobre su índice y les mejoraba la caligrafía.

Le pregunté a mi papá qué número buscaba él, segura de que diría "cinco": yo creía haberlo elegido de niña porque era su número de la suerte. Para mi eterno estupor, dijo que buscaba el 19, que había sido siempre su número de la suerte.

Que 1 más 9 es 10 y 10 dividido 2 da 5 me pareció un pobre consuelo.

Quedé obsesionada: ¿qué era esa manía de contar? ¿Y cómo que la teníamos todos? A mi padre y mis hermanos no les pareció que hubiera nada que resolver. Pero yo me aboqué a la incógnita como un detective a un crimen.

Descubrí que la llaman aritmomanía, y que pocos diccionarios de salud mental le dan el lugar que se merece. Por ejemplo, en el prestigioso Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders ni figura. Aparece, sí en Wikipedia, aunque solo en la versión inglesa y muy brevemente: "La aritmomanía —traduzco— es un desorden mental que puede ser visto como una expresión de un desorden obsesivo-compulsivo. Quienes sufren este desorden sienten una fuerte necesidad de contar sus acciones o los objetos que los rodean (…) La aritmomanía a veces se desarrolla en un sistema complejo en el que el que la sufre asigna números o valores a la gente, a los objetos y a los hechos, para deducir su significado".

El número de "sufrientes" de este "desorden" —que no figura, hasta donde pude averiguar, en estadísticas— no parece, sin embargo, pequeño. En el sitio de consultas médicas online ByeDr.com, un hombre que se sentía impelido a contar la gente a su alrededor, las letras de las palabras, los escalones "y muchas otras cosas", preguntó si podían darle un medicamento que lo hiciera parar.

En un foro, un hombre llamado Joel explicó que contaba objetos geométricos desde que tenía uso de memoria y que nunca le pareció inusual hasta que se lo comentó a su atónita esposa. "No cuento realmente el número de objetos —se justificó—. Cuento los ángulos, los lados, las esquinas. No la suma". Contaba los ángulos de los carteles en la autopista: tenían cuatro lados y cuatro esquinas y cada lado tenía dos "terminales", los extremos de la línea. Así, contaba las terminales en cada ángulo (siempre 2). Recorría con la mente los cuatro lados del cartel contando de a dos terminales: 2, 4, 6, 8. "No es nada difícil, ¿verdad? Ahora imagínense hacer lo mismo con cada cartel de la autopista mientras manejan a 65 millas por hora. Y ahora imaginen aplicar este sistema de conteo a objetos tridimensionales. ¿Cuántas terminales se pueden contar? Y ahora imagínense que están en una habitación llena de azulejos de diferentes tamaños y formas".

Otra respuesta, del montón: "Desde hace años, cuento la suma de números en las patentes de los autos que pasan frente a mí, o los números de letras en los carteles, o la suma de los números de bancos de la iglesia. Esto no distrae mi mente de los pensamientos importantes".

Desde los Países Bajos, Antón contó su experiencia (¡y se robó mi número!): "Siempre conté los lados de los cuadrados. Tiene que dar 5, así que siempre hago un lado extra para que tenga 5 lados. Entiendan que siempre veo cuadrados por todas partes y tengo que hacer que los lados sean 5. También tengo la obsesión de NO contar cosas cuya suma da 6. Si algo da 6, tengo que hacer que dé 7 o más."

Con tono de alarma, Richard apuntó: "Mi necesidad de contar ha empeorado con la edad. TENGO que contar de a dos y no puedo parar hasta que llego a 100. Es extremadamente distractivo y perturba mi sentido de realidad. Creo que me estoy volviendo loco".

Y otro y otro y otro y otro…

Porque soy argentina y de clase media, fui al sitio en el que suelen terminar nuestras búsquedas: el diván del psicoanalista. En el capítulo sobre Obsesiones y Fobias de las Obras Completas de Sigmund Freud, encontré esta mención: "Una mujer había contraído la obsesión de contar las losas de la acera, los escalones, etc., y lo realizaba de continuo, presa de un ridículo estado de angustia (…) Había comenzado a contar para distraerse de sus ideas obsesivas (tentaciones), y lo había conseguido, pero quedado sustituida la obsesión primitiva por el impulso a contar."

¿Qué tipo de ideas obsesivas son reemplazadas por el impulso a contar? Llamé a algunos analistas que suelen consultar los medios pero ninguno supo decirme mucho más —los analistas serios, parece, no contestan en el vacío, sin conocer al del sujeto en cuestión—. ¿Tal vez quería hacer una cita y comenzar a tratarme? En otra época lo hubiera pensado, pero, al igual que un tercio de los porteños, soy una ex psicoanalizada (otro tercio todavía se psicoanaliza; el resto es psicoanalista), y mi experiencia lo desaconsejaba.

Mi primer analista era igualito a Freud: barba blanca, traje oscuro, pipa. Freudiano, por supuesto. Yo sentía que su interés por mí era genuino. Una noche, a las cuatro de la madrugada, me despertó el teléfono. Corrí a atender, esperando lo peor: una muerte, un accidente, un hospital de madrugada. Reconocí la voz entrecortada de mi analista. Acababa de encontrar un mensaje desesperado que mi (entonces) novio había dejado en su casa, y quería hablar con él. Le dije que se había ido dos horas antes, y que no sabía dónde estaba. Mi analista dijo que temía que cometiera una locura. Me pasé el resto de la noche llorando, imaginándolo hecho puré contra el pavimento. Al día siguiente, me enteré de que había pasado la noche recorriendo los bares de la ciudad. Había llamado a mi analista durante un intervalo de aburrimiento. Este me anunció que comenzaría a analizarlo a él también y pasé las siguientes dos sesiones tratando de sacarle a información sobre lo que él le contaba. Nunca fui a la tercera; me causaba demasiada ansiedad.

Volví a analizarme otras dos veces. Primero, durante ataques de pánico, con una mujer lacaniana. Era lo contrario de un freudiano traidor y me caía bien, pero con el tiempo noté que comprábamos en la misma casa de ropa; a veces, me parecía que se había puesto lo que había llevado yo en la sesión anterior. Escapé a Estados Unidos, donde los psicoanalistas existen solo en las películas y los chistes. Cinco años más tarde, en una crisis de angustia, elegí otra vez a un hombre, para no correr el riesgo de que me copiara la ropa, pero más joven que el freudiano. Se pasó las primeras sesiones hablando —casi no pude meter bocado— sobre las fantasías que los hombres que entrevistaba como periodista debían tener sobre mí. En la siguiente sesión, siguió con el tema: había decidido que el objeto de mi análisis (¿o el suyo

) debía ser ese. Sorprendí una mirada lasciva. Salí corriendo. Todavía le debo la sesión.

Alcancé a preguntarle sobre mi aritmomanía —antes de él, no la había descubierto—. Me respondió con una pregunta que desde entonces gira en mi cabeza como la clave del enigma: ¿por qué, de entre todos los números, el cinco?

En marzo de 2005, en Jerusalén, alguien me señaló que la Cábala y la interpretación mística de la Biblia judía se centran en los números. Consulté al rabino Guillermo Bronstein, de Lima, que sabe mucho sobre Biblia. Me preguntó cuáles eran los números de mi familia. Le dije: 19, 7, 5. "Son números muy emparentados en la tradición judía. El 5 y el 7 son los números de la plenitud. Los números impares resultan muy atractivos porque tienen un centro", sentenció. Cinco eran los libros de la Torá, explicó. El siete está por todos lados: los siete días de la creación del mundo, las siete plagas de Egipto... Diecinueve años es el ciclo astronómico del calendario hebreo; cada 19 años, los calendarios hebreo y gregoriano coinciden.

"Uno de los principios de la interpretación bíblica mística consiste en cambiar las letras por números, buscando un significado oculto -siguió—. La Cábala utiliza esos métodos para hacer decir al texto lo que éste no dice. La simplificación de que todo está en un libro da sensación de seguridad, de que todo encuentra sentido en una sola clave".

¿Y si la aritmomanía era eso: una forma de pensamiento mágico al que recurrimos algunos para darle un sentido a un mundo que no lo tiene? Volví, neuróticamente, a Freud y encontré una confirmación: "La idea que constituye la fobia y a la cual se encuentra asociado el miedo puede ser sustituida por otra idea o más bien por el procedimiento protector que parece aliviar al miedo".

Pero, ¿cómo era posible que tantos en mi familia hubiéramos sustituido el tan humano miedo existencial por una misma manía? En eso pensaba cuando, a bordo de un bus en el centro de Buenos Aires, vi a un niño de ocho años señalar excitado por la ventanilla: "¡Otro! ¡Van siete!" Su papá, sentado a su lado, lo felicitó: era el séptimo perro gris que contaban desde que el inicio del viaje. En un flashback inesperado, me volvió a la memoria un juego de mi infancia, que papá practicaba con nosotros cada vez que salíamos del pueblo perdido de la Patagonia en que vivíamos, por las rutas desiertas del Sur: debíamos detectar determinados números en las patentes de los automóviles a los que pasábamos. El que los encontraba era el ganador.

Feliz con mi descubrimiento, llegué enseguida a la conclusión de que cinco éramos los miembros de mi familia durante mi infancia (Víctor, el chiquito, nació cuando yo tenía 10 años). O cinco eran los dedos de la mano, lo mismo daba. (¿O tal vez no era cinco el número secreto? ¿Y si era otro, dudé. Pero sigo contando de a cinco).

A los pocos días llevé a mi sobrino José, de cuatro años, primogénito de mi hermano mayor, a una sala de juegos de un centro comercial. Cuando bajamos al estacionamiento, vi que musitaba algo y me agaché a escucharlo. "Uno, dos, tres, cuatro, cinco…". Pregunté qué contaba. "Eso", señaló. Levanté la mirada y descubrí las letras de un cartel luminoso.


fuente: GRACIELA MOCHKOFSKY
revista soho

yo tuve esta obsesion por mas de 10 años. amatista


Durante quince años,todos los aspectos de la vida de libby estuvieron dominados por sus miedos. todo comenzó en la primavera de 1973.una mañana cuando se aprestaba a alimentar a sus cuatro hamsters, descubrió que uno habia muerto durante la noche. naturalmente se pregunto por que había muerto el animalito.
quizás murió enfermo de rabia pensó.si murió de rabia eso significa que todos los que jugaron con el pueden tener rabia muy pronto liby comenzó a creer que el cuarto de costura donde vivían los hamster estaba contaminado con los germenes de la rabia.debido a su temor,decidió que no debía tocarse nada de lo que había en el cuarto.para protegerse a si misma y a los demás trabo la puerta de esa habitación y no permitió que entrase nadie. al trabar la puerta,libby creyó que evitaba que la contaminación de la rabia se difundiese al resto de la casa y durante varios meses se olvido del problema.un día de comienzos de invierno mientras se hallaba preparando fuego en el salón,advirtió que la chimenea estaba obturada.luego descubrió que una ardilla muerta obstruía el conducto.rápidamente libby llego a la conclusión de que la ardilla murió de rabia. en consecuencia pensó que el salón estaba contaminado por la rabia a pesar de que la asistenta limpio y froto toda la estancia y los muebles a fondo no volvió a sentarse junto a la chimenea ni permitió que lo hiciera su marido.
pronto su temor a la rabia se extendió a todo animal ajeno a la casa.al principio,se negó a caminar por zonas boscosas por miedo a que algún mapache sentado en un árbol
encima de ella pudiese babear directamente encima de su boca entonces la saliva entraría en el torrente sanguíneo y ella contraería la rabia.
a continuación, sus temores se extendieron a parques,jardines e incluso a su propio gato.temía que el gato contrajese la rabia jugando fuera de casa al ser arañado por una ardilla, entonces el animal contraería la rabia que luego contagiaría a libby y a
su familia.por este motivo y con el corazón destrozado,tuvo que regalar a su gato.
el temor de libby llego a ser tan intenso, que hasta los días calurosos de verano llevaba medias y zapatos cuando salia a caminar.de ese modo sentía que se protegía
d los germenes de la rabia,impidiéndoles entrar en su cuerpo a través de eventuales arañazos en sus piernas.
este temor fue su preocupación básica durante diez años en 1983 a la madre de libby se le diagnostico un cáncer y entonces ella comenzó a obsesionarse con desarrollar esa enfermedad través del contacto con su progenitora...

fuente:venza sus obsesiones.
edna b.foa y reid wilson.
editorial robin book.

Preocupaciones y obsesiones: cómo librarse de ellas


Preocupaciones y obsesiones: cómo librarse de ellas


La personalidad del preocupado.

Se trata de personas concienzudas, dedicadas al trabajo, al cual dedican mucha energía, y tienen un gran sentido de la ética y la moral. Se esfuerzan siempre en hacer lo correcto de la manera correcta, lo que la mayoría de las veces quiere decir "a su manera", ya que suelen tener bastante claro cómo hay que hacer las cosas. Son perfeccionistas y detallistas. Les gusta el orden y la limpieza, la planificación y la rutina, catalogar, hacer listas. Nunca cometen imprudencias ni excesos y no les gusta tirar las cosas, ya que en un momento dado pueden llegar a necesitarlas. Les gusta trabajar y esforzarse y no les atraen las cosas fáciles de hacer. Debido a que se rigen por el intelecto y no por sus emociones o deseos, les cuesta perdonarse los pequeños errores que toda persona puede cometer y es entonces cuando aparece la culpa y la preocupación.

La duda

La toma de decisiones les resulta difícil. Quieren tomar la decisión correcta, la mejor alternativa posible y cuando se encuentran con opciones similares, donde no hay ninguna opción mejor ni peor, aparecen las indecisiones y las dudas. Como jamás se permiten guiarse por impulsos, pueden quedarse estancados analizando la misma cuestión una y otra vez.

El estrés

Su excesiva preocupación les lleva a estar bastante más estresados que la mayoría de las personas. Se llevan el trabajo a casa, se toman pocas vacaciones y siempre tienen que estar ocupados en algo. Quedarse sin trabajo es un golpe tremendo para ellos, aunque en seguida se ponen en marcha y no paran hasta encontrar uno nuevo.


Los atormentados: el trastorno obsesivo de la personalidad

Cuando todos estos rasgos se exageran, nos encontramos con el llamado trastorno obsesivo de la personalidad. Se trata de personas tan preocupadas por los pequeños detalles que es posible que hasta llegue a perderse el sentido inicial de la tarea que se traen entre manos o que no sean capaces de terminarla nunca, porque leen una y otra vez lo que han escrito para asegurarse de que no han cometido ningún error, se ahogan en posibilidades interminables e incluso pueden dedicar más tiempo a hacer listas u horarios que a realizar la tarea en sí. Están tan dedicados al trabajo que no tienen tiempo para las amistades o el placer. Son rígidos e inflexibles en cuanto a la ética y la moral, pudiendo llegar hasta el fanatismo. Son incapaces de desprenderse de objetos sin valor y jamás delegan tareas a nadie. Nunca reconocen que están equivocados. En muchas ocasiones, pueden resultar insoportables para los demás, a quienes no perdonan ni el más mínimo fallo. Viven continuamente atormentados por las preocupaciones, el miedo al trabajo y por estar dándole vueltas siempre a lo mismo. No pueden tomar decisiones ni terminar el trabajo porque nunca está perfecto del todo.

De la preocupación a la obsesión: el trastorno obsesivo compulsivo

Quienes tienen una personalidad obsesiva son los más propensos a desarrollar este tipo de trastorno. Cuando esto sucede, ya no estamos hablando de preocupaciones molestas e insistentes, sino de obsesiones. La principal diferencia es que las obsesiones se centran en un mismo tema o idea que se repite continuamente, incluso durante años, causando una gran ansiedad o hasta vergüenza, mientras que las preocupaciones insistentes cambian de un día para otro y causan un menor malestar que las obsesiones.

Las obsesiones pueden consistir en ideas, imágenes o impulsos a hacer algo que no queremos y nos resulta aterrador (como matar a alguien). Aparecen como intrusos en la mente y producen una gran angustia, miedo o vergüenza. Intentas sacarla de tu mente pero es imposible. Entonces te ves impulsado hacer algo para combatirla y sentirte mejor (la compulsión).

El resultado catastrófico: "algo terrible sucederá".

La gran preocupación o angustia que acompaña a una idea obsesiva refleja la posibilidad de que suceda una catástrofe: "si no me aseguro bien de que todas las puertas están cerradas puede que entre alguien, haga daño a mis hijos y se lleve todo lo que poseo". "Si toco algo contaminado con gérmenes y no me lavo podré enfermar y morir o contagiar a otra persona". Para evitar que sucedan esos resultados temidos, se lavan sin descanso o verifican una y otra vez que todo es correcto.

Por tanto, se trata de personas que se centran excesivamente en todo lo malo que puede suceder, no soportan la incertidumbre ni el hecho de no poder controlar todos los acontecimientos y tienen gran propensión a sentir culpa o vergüenza, lo que significa que cometer un error les hará sentirse sumamente ridículos, asustados o avergonzados; algo demasiado terrible para ellos que hay que evitar a toda costa.


Seis tipos de obsesivos.

Los lavadores

Una de las ideas obsesivas más frecuentes es la de contaminación, que empuja a estas personas a lavarse una y otra vez o a limpiar la casa compulsivamente para librarse de una suciedad o gérmenes que no parecen irse nunca. Algunos se lavan las manos durante horas, hasta que hasta llegan a sangrarles.

Los verificadores

Para Nacho, conducir se convertía en un calvario. Pensaba que podría haber atropellado a alguien, tal vez le dio un pequeño golpe que apenas notó pero que habría dejado a esa persona tirada en el asfalto. Esa posibilidad le resultaba tan aterradora y era tan persistente que al final tenía que volver sobre sus pasos para comprobarlo. Cuando seguía su camino, después de haber hecho la comprobación, pensaba que tal vez no miró bien, que podría estar inconsciente tras unos matorrales, y seguía dándole vueltas y más vueltas angustiado y llegando tarde a donde quiera que fuese, sobre todo si, cuando regresaba a hacer esa verificación, encontraba algún bulto en la calzada y pensaba en otro posible atropello.

El orden perfecto

Otros están obsesionados con el orden. Las cosas tienen que estar justo en su sitio y no un centímetro más allá. Puede que incluso ordenen sus pastillas colocándolas formando un diseño determinado que nunca puede variar o de lo contrario se sentirán terriblemente mal. La mayoría de las veces no pueden explicar porqué las cosas tienen que estar ordenadas de ese modo, simplemente sienten que ese es el orden correcto, que tienen que estar así y no de otra forma. La ropa de los armarios, los zapatos, los libros, los adornos sobre la mesa..., todo tiene que estar en su debido orden, lo cual requiere una gran cantidad de energía y tiempo.

El coleccionista

Un tercer grupo acumula cosas. Nuria tenía tantas revistas , papeles y periódicos en su casa que ella y su familia tuvieron que abandonarla y comprarse otra donde poder vivir. Ya apenas quedaba nada más que estrechos pasillos laberínticos entre montones de papeles que llegaban hasta el techo. Pero no podía dejar de hacerlo, obsesionado con la idea de que en algún momento podría hacerle falta alguno de los artículos.

El diálogo obsesivo

Otros se limitan a un diálogo obsesivo, una charla consigo mismos en la que tratan de combatir el pensamiento obsesivo diciéndose cosas tranquilizadoras. "Murió por tu culpa", dice una voz en su mente. "Eso no es cierto", responde otra voz, hice todo lo que pude". "Pero tendrías que haber hecho más, tendrías que haber actuado más rápido, que haber estado allí". "Sin embargo, yo no podía saber lo que estaba sucediendo... ¿O tal vez sí?"... De esta forma, el diálogo interno puede durar años, yendo y viniendo continuamente varias veces al día, sin detenerse nunca, sin poder evitarlo...

El obsesivo puro

Estas personas no hacen nada para tratar de eliminar la angustia provocada por su pensamiento obsesivo (como las comprobaciones de los verificadores, el lavado de manos, ordenamiento de objetos, etc). A veces puede tratarse de ideas o imágenes violentas, como matar a su hijo. Te preguntas si podrías llegar a volverte loco y apuñalarlo y le das vueltas y vueltas aterrorizado ante esta posibilidad, incluso aunque la veas muy lejana y adores a ese hijo. Otros se obsesionan con la idea de cometer algo vergonzoso de manera incontrolable, o por preocupaciones cotidianas, como la posibilidad de ser despedido y todas sus consecuencias catastróficas ("si me despiden no tendré bastante dinero para pagar la hipoteca, perderé el piso, me vendré abajo, no podré encontrar otro trabajo...")

¿Cómo librarse de obsesiones y preocupaciones insistentes?

En primer lugar, cada vez que aparezca ponle una etiqueta: preocupación absurda u obsesión irracional. El siguiente paso será aceptar esos pensamientos, después controlarlos voluntariamente y, por último, librarse de ellos. Veamos estos pasos con más detalle.

A. Acepta tu obsesión

Cuando estas ideas, imágenes o impulsos aparecen en tu mente te resultan sumamente desagradables y quieres librarte de ellas, resistirte, luchar y sacarlas de tu cabeza para siempre. Pero no puedes; es algo que escapa a tu control y si no puedes controlarlo tampoco puedes eliminarlo. Pero, ¿cómo controlar lo que parece incontrolable? Lo primero que tienes que hacer, aunque resulte paradójico, es aceptarlo y no tratar de combatirlo. Deja que esos pensamientos prosigan libremente. No los juzgues ni los analices. De este modo los estás transformando en voluntarios, (ya que has decidido libremente que está bien tener ese pensamiento y está bien que sea obsesivo), aumentando así tu dominio sobre ellos.

B. Controla tu obsesión

Una vez que estos pensamientos son voluntarios puedes empezar a controlarlos. Para ello puedes hacer dos cosas:

1. Déjalo para más tarde.

Si estás trabajando y empiezas a preocuparte con algo, posterga tu preocupación para dentro de un rato, eligiendo una hora determinada para obsesionarte. Pueden ser 5 minutos después, o una hora o incluso por la noche, dependiendo de la severidad de tu problema y lo insistentes y frecuentes que sean tus pensamientos obsesivos. Si has decidido dejarlo para cinco minutos después, por ejemplo, trata de posponerlo de nuevo cuando hayan pasado esos cinco minutos y así sucesivamente.

2. Cambia tu forma de preocuparte.

Otra manera de adquirir mayor control sobre tu pensamiento es cambiando la forma que tienes de responder a la obsesión. Para ello puedes hacer varias cosas:

Anota tus pensamientos exactos en una libreta cada vez que aparezcan, incluso si aparecen unos minutos después de haberlos anotado y tienes que volver a escribir lo mismo una y otra vez. Esto te ayudará a darte cuenta de lo absurdos que son y el esfuerzo de escribirlos continuamente disminuirá su aparición por puro aburrimiento.

Cambia la situación. Si tu obsesión o preocupación consiste en una imagen mental, trata de modificar esa imagen. Por ejemplo, si consiste en ver tu casa ardiendo, ponle un marco a esa imagen y luego imagina que dicho marco se encoge poco a poco hasta ser demasiado pequeño como para distinguir lo que hay en su interior. Si tu pensamiento obsesivo consiste en imaginar que golpeas a alguien con un martillo, transfórmalo en un enorme martillo de goma espuma incapaz de hacer daño a nadie.

Canta tu obsesión: elige una música alegre y canta: "me van a despedir", "no llegaré a fin de mes", o cualquier frase que resuma tu preocupación. Esto hará que disminuya tu ansiedad, ya que el hecho de cantar es incompatible con ella y te ayudará a distanciarte de esas emociones desagradables. Cuando te sientas mejor deja de cantar y centra tu atención en otra cosa.

C. Librarse de la obsesión

Hasta aquí has conseguido aceptar esos pensamientos y controlarlos. Ahora llega el momento de librarse de ellos.

Un tiempo para preocuparse.

Dedica cada día un periodo de 15 ó 30 minutos para preocuparte y durante ese tiempo céntrate sólo en tus preocupaciones y en todo lo malo que podría suceder, intentando sentirte lo más angustiado posible. La mayoría de las veces no resulta fácil llenar un periodo de 10 ó 30 minutos con preocupaciones cuando no tratamos de combatirlas, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría consisten en una idea específica, lo que significaría pasar esos 15 minutos repitiendo lo mismo una y otra vez de forma voluntaria. Esta técnica te ayudará también a posponer tus preocupaciones cuando aparecen en un momento inadecuado.

Graba tus preocupaciones.

Selecciona una frase que resuma tu preocupación, grábala en una cinta de corta duración de las que repiten una y otra vez su contenido y escúchala cada día durante un periodo de 30 minutos. Si cuando aparece ese pensamiento espontáneamente te produce cierto grado de ansiedad, al escucharla tienes que sentir exactamente lo mismo, o no servirá de nada. Escúchala sin desviar tu pensamiento hacia otros temas. Descubrirás que al cabo de un tiempo tu ansiedad ha disminuido debido a que te has habituado a esa situación y ha dejado de producirte angustia. Si al cabo de 30 minutos tu ansiedad no ha disminuido al menos a la mitad sigue escuchando la grabación o no surtirá efecto.

No huyas.

Afronta las situaciones que pueden provocar tus obsesiones o preocupaciones y que tiendes a evitar para no sentirte mal. Por ejemplo, si te preocupa demasiado el hecho de cometer un error es posible que eludas hacer determinadas tareas. Deja de huir, métete de lleno en la situación y cuando en tu mente empiecen a dar vueltas y vueltas las ideas desagradables, utiliza las técnicas antes expuestas.

Aprende técnicas de relajación.

La más sencilla consiste en la respiración profunda. Aspira por la nariz llenando los pulmones de aire por completo. Después expulsa el aire lentamente mientras imaginas cómo tu cuerpo se va relajando cada vez más. Cuenta cada espiración empezando por el número diez hasta llegar a uno. Repite esto varias veces al día para practicar y para que te sea más fácil utilizar la relajación en los momentos de tensión que suelen acompañar a tus preocupaciones.

Utiliza frases tranquilizadoras

Se trata de frases que te ayuden a relajarte o a posponer tus obsesiones, como "cálmate"; "no voy a preocuparme ahora por esto; lo haré más tarde"; "sé que mis pensamientos son exagerados"; "tiendo a centrarme demasiado en el lado malo de las cosas y en todas las catástrofes que podrían suceder"; "está bien cometer errores"; "está bien que haya tenido este pensamiento; no tengo por qué darle mucha importancia"; "esto no es una emergencia, aunque yo esté pensando en ello como si lo fuera".

Trastorno Obsesivo Compulsivo sobre la orientación sexual


Trastorno Obsesivo Compulsivo sobre la orientación sexual

Características de personalidad que predisponen a este tipo de cuadro, cualquiera sea el contenido, estamos tomando sobre la orientación sexual dada la abundante recurrencia del mismo.

Esta crisis en general comienza con dudas, ideas fijas y compulsiones acerca de ser homosexual a partir de hechos nimios y aislados -fantasías, excitaciones, sueños, etc. con personas del mismo sexo- muy a menudo con imágenes de travestis, cuando se encuentra nuevamente la atracción hacia el sexo opuesto no determina salir de esta obsesión, ya que están las dos posibilidades no la van a desaprovechar ninguna y la creencia de ser homosexual se transforma en la creencia de ser bisexual.

Tomando este aporte de Angustia:“les quiero decir que la cosa es tan sencilla... por que si no lo quiero ser, no lo voy a ser, pero no por que me obsesiono tanto...”
En caso que desde el nacimiento se vaya definiendo la orientación homosexual y la persona se identifique claramente desde la pubertad con la elección afectivo-erótica hacia el mismo sexo la homosexualidad está determinada por la educación, pueda o no cambiarse está definida, en cambio si pasando la pubertad hay una clara elección afectivo-erótica hacia el otro sexo y sobrevienen ganas de una elección distinta cada uno tiene el derecho de ser dueño de su historia, puede darse a partir de la adolescencia que la persona tenga una clara elección heterosexual y quiera cambiar hacia la homo o bisexualidad y esto lo puede hacer desde una determinación consciente de su propia vida.
En estas obsesiones se pierde de vista la facultad de elegir y se cree que la orientación sexual puede ser adquirida como una enfermedad o especie de rayo mágico que penetra en la mente.
Cuando de trastorno obsesivo se trata los pensamientos y excitaciones no están determinadas por las ganas o deseos, se llega a ellos mediante dudas e ideas que se le imponen a la persona a partir de hechos que nos son justamente elecciones personales.
El tipo de personalidades que tienden a producir estos trastornos tienen por lo menos las siguientes características:

Guiar la vida propia por la opinión ajena, por más irracionales y/o sufrientes que ellas fuesen.

Dudar de lo indudable, aún sobre si mismo.

Necesidades de control y perfección, cuando aparecen ideas o reacciones que no pueden controlar y caen en lo adjudicado como malo o imperfecto la persona queda descolocada. En estos casos al desubicarse al con ideas y/o sensaciones sexuales con el mismo sexo comienzan las dudas y búsquedas de certezas para controlar nuevamente y tranquilizarse. La persona se pierde en un continuo y doloroso zigzag entre encontrar la tranquilidad en la certeza de lo que no es y la penosa duda.

Las necesidades de perfección conlleva consigo la inseguridad, cuando se desencadenan estas crisis se ponen en marcha ambas. Un cóctel especial para que las dos afirmaciones de la duda persistan, se impone la obstinación por no perder ninguna de las dos opciones lo que imposibilita la elección de alguna de ellas.

Este trastorno aparece primeramente con el contenido de ser homosexual, al descartarse esta opción por el propio peso de ser heterosexual sobreviene la posibilidad de la bisexualidad, más de lo mismo: la misma bola de nieve obsesiva con el aditamento de la creencia que existe lo perfecto y completo teniendo ambas orientaciones, no se quiere elegir para no perder algo, en este caso abandonar o perder la supuesta parte homosexual.

En el transcurso de esta crisis las ilusiones de control y perfección son tan determinantes como resistentes. Hablamos de ilusión en tanto el control total y la perfección no son posibles. Estos rasgos se alimentan especialmente:

Magnificando y obedeciendo a reglas o teorías de cualquier tipo, antojadizas o irracionales no importa, son reglas que aparecen como tranquilizadoras ante descontroles y dudas e ideas que atormentan.

Guiándose por detalles nimios, cualquier actitud o fantasías intrascendentes dan la certeza de la orientación sexual, tranquilizando por un rato..., hasta que aparece nuevamente el otro polo de la duda y nuevamente el tormento.

Las atracciones por los protocolos, formalidades, etiquetas y posiciones sociales llevan a ser crédulos en todo lo que tenga apariencias de importante, lo grandilocuente subyuga y atrae, la fama hace pensar en cierto todo lo que se dice desde esos pedestales. Es así como se compran teorías acerca de lo “evolucionado” de la bisexualidad y remedios que “curan”.
Estas características constituyen un imán hacia las personas que toman una posición de certeza autoritaria y mandona sobre el otro, es así como se llega a creer que en uno hay algo oculto que determina las elecciones propias a pesar de uno mismo, se llega al sometimiento y resignación a ser lo que no se es. Personas rígidas, invasivas y descalificantes influyen mortificando a la vez que hacen más de lo mismo instaurando dudas acerca de la valía o características personales, en tanto estas personas tengan atributos de un supuesto saber tienen más influencia (ver más).


El testimonio de Octaviano nos lleva a adentrarnos en otras características: el miedo que suele basar estas obsesiones es el miedo a perder a la persona amada, cercano a eso otro miedo, del que ya hemos hablado, el de no poder hacer nunca pareja.

El miedo suele tomar carácter premonitorio, muchas veces basado en comparaciones arbitrarias como ser “si pasó una vez va a pasar otra” o “por que lo sueño”, otras veces lo temido está signado por una especie de camino que se ha trazado desde la infancia, “nunca voy a poder hacer una pareja”.
En el pensamiento lógico, la inteligencia usa tanto la certeza como la duda y la anticipación de la realidad como instrumentos para el conocimiento. En tanto haya excesivas y predominantes características obsesivas estas cualidades mutan hacia rigidez, inseguridad, duda ilógica y pensamiento mágico. En mayor o menor medida estos ingredientes están presentes en los relatos de este trastorno. En el mismo instante en que una idea se impone a uno comienza a funcionar ese andamiaje que lleva a estas crisis.
Otra cualidad inteligente es la comprobación en la realidad, en este trastorno esta cualidad se torna en un arma fatal, al usarla pasan cosas tales como: se confunde el nerviosismo y malestar que causa el miedo al ver alguien del mismo sexo con excitación o interés sexual o bien al forzar la comprobación se produce esa excitación buscada, esto a su vez suele llevar a la compulsión masturbatoria con esa imagen; estos impulsos y compulsiones también tienen su explicación en la necesidad de reducir la angustia asociada con los esos hechos, esta reducción se produce momentáneamente con dichas “comprobaciones” y compulsiones.

Estas características llevan periódicamente a trastornos con distintos contenidos, al ponerse en marcha esta rueda de dudas, ideas fijas y compulsiones con contenido de orientación sexual hace muy prolongada la rectificación, no es fácil salir de ella y tiene su tiempo. Esto tiene su explicación en:

La orientación homosexual es posible, en general otros contenidos son absurdos, ilógicos o fácilmente comprables como ser que la visión de determinados números indiquen tragedia personal, que hay que reordenar decenas de veces una habitación para que no muera tal persona o la existencia de múltiples enfermedades terminales

En tanto tras las fantasías, sensaciones, etc. la compulsión haya causado satisfacción no se quiere abandonar esta alternativa.

Suele haber una atracción hacia lo transgresor, no estamos afirmando que lo sea la homosexualidad, si la imagen que se tiene de ella.

En los primeros momentos, por las características invasivas de estos trastornos, la figura del sexo opuesto queda despojada de erotismo.

La fortaleza de la sexualidad es un factor importantísimo, en estos cuadros toma más envergadura, es habitual encontrarnos con una hipersexualización signada por la historia personal y agravada por los medios de comunicación masiva, al respecto de esto también cabe destacar que prolifera una gran estimulación a la vida homo y bisexual, en caso que esta sea una determinación o una elección personal no hay problemas, estamos hablando sobre cuando es un factor que agrava estos cuadros. Tema para tratar en otro artículo.

Apuntando a adquirir fortalezas de las crisis es adecuado seguir en psicoterapia hasta hasta revertir las características que llevan a ellas; en este sentido en el caso que una terapia ya esté agotada es adecuado la búsqueda de otra.

Tres de cada 100 mujeres sufren el síndrome del ama de casa, una obsesión que puede llegar a destrozar la pareja.
Lola instaló un infiernillo en el garaje y obligó a su marido y a sus hijos a hacer vida allí para que no ensuciaran la casa, sólo les dejaba entrar para dormir. El nombre es ficticio, pero el caso es real y sirve para ilustrar el síndrome del ama de casa, un trastorno psicológico.

La afectada limpia y ordena una y otra vez para sentirse en paz, pero cualquier atisbo de suciedad o desorden la desequilibra. Sin percatarse, va dedicando más y más tiempo a la casa y termina asociando las tareas domésticas a una fuerte angustia.

El síndrome del ama de casa es frecuente en mujeres maduras, pero nadie está a salvo, ni los hombres, que se obsesionan con ordenar las corbatas, las camisas...

Son más vulnerables las féminas que sufren ansiedad y las hijas 0,5% de las afectadas con este trastorno pide ayuda al psicólogo. La mayoría no se considera enferma de afectadas porque reproducen el comportamiento materno, según Ferrán Martínez, del Instituto Superior de Estudios Psicológicos de Castellón. Los familiares, añade, acaban haciéndoles el vacío y, en casos extremos, la pareja se rompe.

La mujer no suele saberse enferma, de hecho sólo el 0,5% acude al psicólogo y lo hace de la mano de su esposo o hijos. La terapia es larga y la paciente debe anotar sus pensamientos negativos en un diario. Con las sesiones, la mujer aprende a espaciar las tareas y alternarlas con ejercicios relajantes.

Compulsiones y obsesiones más frecuentes
Las obsesiones son pensamientos intrusivos no deseados e irracionales que generalmente
producen ansiedad al sujeto. Las compulsiones son conductas rituales y estereotipadas en las
que entra el sujeto, normalmente como respuesta al pensamiento obsesivo, si bien, en algunos
casos, basta para ello con que el sujeto tenga esa sensación de retortijones en el estómago
que simplemente le lleva a “tiene” que hacerlos.
Obsesiones habituales
La investigación intercultural realizada sugiere que ciertos temas tienden a producirse en
todas las razas, culturas y sociedades. Los temas que a continuación se relacionan figuran
entre los más recurrentes:
- Contaminación (gérmenes, suciedad, productos químicos). Este es uno de los síntomas
más habituales en materia de prevalencia a lo largo de la vida. Los sujetos pueden
tener un miedo morboso a contraer SIDA u otro tipo de infecciones, pueden tener
miedo a tocar los grifos del baño, y pueden manifestar una horrible ansiedad si alguna
persona toca su comida.
- Duda. Un sujeto con TOC puede conducir en sentido descendente por una calle y, de
repente, sentir miedo a atropellar a alguien.
- Orden o simetría específica. Los objetos han de estar alineados o colocados de una
forma determinada. La simetría se conoce también como “nivelar” .
- Sentir la necesidad de tener las cosas “justo así” o “ bien”.
- Imágenes agresivas u horrorosas (miedo a hacer daño a la familia o a la propia muerte
o la de otras personas).
- Imágenes sexuales (temas especialmente inapropiados).
- Temas morales o religiosos o “escrupulosidad”.
- Necesidad de experimentar una determinada sensación (como quemar o cortar).
- Tener que ser perfecto en algo.
- Obsesiones numéricas: los números como propiedades mágicas o inductoras del
miedo.
Conviene destacar que los niños o niñas suelen carecer de elementos de autoanálisis
para detectar la irracionalidad de las obsesiones y compulsiones, y que pueden creer que todo
el mundo piensa y siente como ellos. Cuando un niño o un adulto tiene esa capacidad de
introspección, a menudo sienten el miedo a hablar de sus obsesiones a otras personas por
temor a que se les tome por “locos”. De hecho, muchos pacientes con TOC cuentan que “se
consideraban locos” hasta que se les diagnosticó y se les explicó el trastorno que padecían.
Compulsiones habituales.
- Rituales de lavado e higiene.
- Contar cosas: puede combinarse con otras compulsiones. Contar es frecuentemente
un “ritual silencioso”. Los profesores y los empleadores pueden no darse cuenta de
que la persona en cuestión tiene que contar mentalmente las cosas al tiempo que
intenta procesar o completar el trabajo. Ya que la duda acompaña al TOC, es
probable que dicho sujeto comience, de repente, a tener dudas sobre si ha contado
correctamente y, en consecuencia, tener que empezar a hacerlo desde el principio.
- Comprobar y recomprobar. Las personas con TOC comprobarán y
verificarán
© 2000 Leslie E. Packer, PhD. Todos los derechos reservados. Versión española de M.D. Cebriánde-
Miguel
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excesivamente todo, ya se trate de ver si han cerrado la puerta, han apagado el horno o
cerrado el grifo en la cocina, o de comprobar que no han atropellado a ninguna
persona. No es infrecuente que los pacientes con este trastorno lleguen tarde al colegio
o al trabajo, debido a que invierten un tiempo excesivo en revisar y recomprobar todo
en la casa. Es posible que, tanto en el colegio como en el trabajo, no entreguen a
tiempo los ejercicios y tareas demandadas porque se encuentren verificando y
volviendo a revisar de forma compulsiva su trabajo.
- Ahorrar o atesorar.
- Buscar palabras tranquilizadoras /conformidad en otras personas.
- Ordenar o arreglar cosas o hacer cosas una y otra vez, hasta que se alcanza la
sensación de “justo así”. Es como arrascarse una picazón hasta conseguir exactamente
la sensación necesaria que nos dice que ya podemos parar. Un niño con
TOC puede estar jugueteando con su ropa o pellizcarse o chupar o tocar hasta
obtener la sensación de “justo así”. De igual forma, una niña puede pedir a su
madre o su padre que le cuente una y otra vez el cuento con el que se duerme,
hasta que las veces que éste o ésta lo cuenta sean tantas como las que el niño
necesita oirlo. Si el padre intentara recortar la historia o no le proporcionara el
“igual” a lo que el niño tuviera que escuchar, éste repetiría “cuéntamelo otra vez”.
- Perfeccionismo. Los niños que tienen compulsiones de perfeccionismo en el
colegio, pueden sentir la necesidad de borrar y volver a hacer el ejercicio de clase
hasta llegar incluso a hacer agujeros en la hoja de tanto rehacerlos. El perfeccionismo
puede llevarles a quedarse levantados hasta altas horas de la noche hasta
que consiguen la perfección en sus deberes. Un signo de perfeccionismo en la
escritura puede observarse en la repetición continuada del movimiento circular de
hacer el punto de la letra i, hasta que sea perfectamente redondo y negro, y hasta
que un formulario electrónico para cumplimentar tenga los círculos en negro
perfectamente rellenos (y en el que, por lo general, se dejarán restos de haber
efectuado muchas rectificaciones y haber borrado varias veces).
- Rezar, parlotear. Algunos sujetos se ponen a rezar sistemáticamente como forma
de hacer penitencia o de blindarse contra pensamientos amedrentadores. Los niños
que tienen obsesiones de escrúpulos pueden sentirse obligados a hablar en voz alta
cuando alguna persona ha sido errónea o falsamente acusada.
- Compulsiones de repetición. Un ejemplo de este tipo es el del niño o niña que tiene
que leer hacia atrás una línea que acaba de leer hacia delante para evitar que
suceda algo terrible, o el de la persona que tiene que andar hacia delante y luego
hacia atrás por su pasillo un determinado número de veces, o salir por una puerta,
de una determinada forma, un número de veces específico.
- Evitación compulsiva. Cuando un lugar o situación determinada ha quedad
asociada a una conducta compulsiva, es posible que la persona empiece a evitar la
situación o el lugar, por miedo a perder el control y quedarse “paralizados”
realizando el ritual. En otros casos, un suceso o estímulo concreto puede ir
asociado a pensamientos terroríficos y, entonces, el sujeto intentará evitar ese estimulo

Los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo




Los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo


Aunque el trastorno obsesivo compulsivo puede manifestarse de multitud de maneras, los síntomas más comunes pueden ser las compulsiones de comprobación y las de lavado o limpieza. Otros síntomas incluyen la necesidad de simetría, los pensamientos sxuales y/o agresivos involuntarios, contar de modo compulsivo, la necesidad de preguntar constantemente para asegurarse, los rituales de ordenar y acumular.

Algunas personas son ¨obsesivas puras¨. Esto significa que sufren obsesiones pero no compulsiones. Es probable que tales individuos experimenten pensamientos repetitivos de un acto sexual agresivo que son censurables para ellos. Otros presentan una ¨lentitud obsesiva primaria¨. En estas personas, la parsimonia constituye el síntoma básico.

Pueden dedicar varias horas al día para asearse, vestirse y comer.

El patrón de presencia de los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo es extremadamente variado. Aunque muchas personas con trastorno obsesivo compulsivo presentan un síntoma a lo largo de sus vidas, otros con frecuencia padecen obsesiones y compulsiones múltiples. Por ejemplo, un ¨comprobador¨ también puede ser alguien que ¨se asea compulsivamente¨. Además, los síntomas pueden alternarse y transformarse a lo largo del ciclo vital. Por ejemplo, una persona con pensamientos intrusos en la adolescencia puede superar dicho problema sólo para convertirse en alguien que se lava compulsivamente en la etapa inicial de la vida adulta y devenir después en un comprobador.

En las siguientes páginas aparece una lista de los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo. Reconocerlos puede ayudar al enfermo a ¨salir del armario¨ autoimpuesto y buscar tratamiento.

Un síntoma o más no basta para diagnosticar un trastorno obsesivo compulsivo. Recuerde que tal disfunción sólo se diagnostica cuando tales conductas provocan un daño importante, distress o ansiedad, o consumen un tiempo excesivo.

Obsesiones

Obsesiones de contaminación

Temor o disgusto excesivo, y preocupación por evitar:

· Desechos o secreciones corporales: orina , heces, saliva, sangre

· Suciedad o gérmenes

· Substancias o residuos viscosos

· Agentes limpiadores domésticos o medicinas

· Contaminaciones ambientales

· Tocar animales

· Insectos

· Llegar a enfermarse por contaminación

· Hacer enfermar a otros al contaminarles

· enfermedades: sida, hepatitis, enfermedades venéreas.

Obsesiones de acumular, guardar y coleccionar

· preocupación por tirar las cosas, incluso objetos aparentemente más inservibles

· necesidad de amontonar objetos inservibles

· necesidad de recoger cosas del suelo

· sentirse incómodo en un espacio vacío, sentir la necesidad de llenarlo.

Obsesiones de orden

· Preocupación por la simetría, exactitud o el orden

· Preocupación excesiva porque la escritura a mano sea perfecta o ¨como debe ser¨

· Preocupación por alinear los papeles, libros y otros objetos de un cierto modo ¨perfecto¨.

Obsesiones religiosas, escrupulosidad

Temor excesivo, preocupación e inquietud por:

· Albergar pensamientos blasfemos o decir cosas negativas

· Ser castigado debido a pensamientos blasfemos

· Preocupación por las creencias religiosas

· Cuestiones de rectitud y equivocación, moralidad

· Insistir en imágenes o pensamientos religiosos

Obsesiones somáticas

Temor, preocupación e inquietud excesivos con respecto a:

· Padecer una enfermedad o a la reacción negativa de los demás a la propia apariencia

Obsesiones agresivas

Preocupación y temor excesivo a:

· Dañarse a si mismo

· Dañar a los demás

· Actuar en base a impulsos involuntarios, esto es : atropellar o apuñalar a alguien.

· Dañar a los demás por su falta de cuidado

· Responsabilidad de algún terrible accidente. Incendio, robo

· Dejar escapar insultos u obscenidades

· Hacer algo embarazoso o parecer un loco

· Imágenes violentas u horrendas en su mente que puedan dañar a los demás

Obsesiones sexuales

Pensamientos involuntarios, inquietantes e intrusos:

· De naturaleza sexual (o también imágenes o impulsos)

· En los que molesta a sus propios hijos o a otros niños

· Sobre la posibilidad de ser o convertirse en homosexual

· Imágenes de conducta sexual violenta hacia los demás.

Miscelánea de obsesiones

· Necesidad imperiosa de recordad ciertas cosas: eslóganes, matrículas de coches, nombres, palabras, eventos del pasado

· Temor a decir algo erróneo, afirmar algo que no sea correcto o a olvidar detalles

· Preocupación por perder cosas

· Preocupación por cometer errores

· Molestarse fácilmente por ciertos sonidos y ruidos: tic tac de un reloj, ruidos fuertes, timbres

· Molestarse fácilmente por la textura de la ropa, el tacto de la piel

· sonidos intrusos y sin sentido, música, palabras

· temores a decir ciertas cosas debido a creencias supersticiosas sobre palabras particulares

· Miedo a vestir con ciertos colores por razones supersticiosas

· Temores supersticiosos exagerados y adhesión rígida a ellos

· Preocupación excesiva por números que traen o no suerte y apegarse rígidamente a ellos

Compulsiones

Compulsiones de limpieza y lavado

Un excesivo/ a, ilógico / e incontrolable:

· Lavado de manos, desempeñado con frecuencia de un modo ritual

· Baño o ducha, desempeñado con frecuencia de modo ritual

· Ritual de cepillado de dientes, afeitado, acicalado

· Limpieza de la casa, ciertas habitaciones, patio

· Limpieza de objetos o elementos domésticos

· Empleo de limpiadores o técnicas de limpieza especiales

· evitación de objetos considerados ¨contaminados¨

· evitación de lugares específicos –ciudades, pueblos, edificios- considerados ¨contaminados´

· preocupación por llevar guantes u otra protección para evitar la ¨contaminación¨

Compulsiones de comprobación

Comprobar una y otra vez (a pesar de una confirmación reiterada)

· que no daño a otros sin percatarse

· que no se hizo daño

· que otros no le dañaron

· que no se cometió algún error

· que no ocurrió nada terrible

· que no hizo nada que pudiera causar un daño futuro

· algún aspecto de su estado físico o salud: pulso, presión sanguínea, apariencia.

· El entorno físico: cerraduras, ventanas, cocina, aparatos.

· Que los frascos se encuentren cerrados apretándolos con fuerza excesiva.

· Que las puertas estén cerradas mediante la acción de cerrar repetidamente.

Compulsiones de acumular, amontonar y coleccionar

· Guardar, coleccionar objetos inservibles

· Recoger objetos inservibles del suelo

· Dificultad para tirar objetos aparentemente inservibles ¨algún día necesitaré esto…¨

Repetir, contar, ordenar

· Leer y releer las cosas, a veces durante horas

· Preocupación excesiva por no entender algo que lea

· Escribir y reescribir en exceso las cosas

· Repetir actividades rutinarias: entrar y salir por las puertas, cruzar repetidamente , levantarse y sentarse en una silla, peinarse o atarse los zapatos o vestirse y desvestirse una y otra vez

· Realizar ciertas actividades una cierta cantidad de veces

· Contar objetos: libros de una estantería, baldosas, coches

· Colocar los objetos en un cierto orden: libros lapiceros, interior de un armario

Miscelánea compulsiones

· Rituales mentales, oraciones, repetir ¨buenos pensamientos¨ para contrarrestar a los ¨pensamientos negativos¨

Nota: al contrario que en las obsesiones, estos rituales mentales se llevan a cabo con una intención de reducir o neutralizar la ansiedad

· Necesidad excesiva de preguntar reiteradamente para asegurarse cuando, para los demás, ya existe una garantía evidente y ésta ya ha sido suministrada por quienes le rodean

· Necesidad de confesar una conducta errónea, incluyendo las infracciones conductuales insignificantes más leves con respecto a los demás

· Conducta supersticiosa que implica cantidades excesivas de tiempo

· necesidad de tocar, tapar o frotar ciertos objetos o personas

· tomar medidas, además de la comprobación, para impedir el daño a uno mismo o a los demás, por ejemplo, evitar ciertos objetos o adoptar precauciones extremas para impedir un daño o peligro altamente improbable

· comer de modo ritual, de acuerdo a ¨reglas¨ específicas: disponer la comida o los utensilios, comer en ciertos momentos, ingerir la comida según un orden particular.

Síntomas relacionados

· tirarse del pelo, de la cabeza, pestañas, cejas, áreas púbicas

· actos de autoagresión o automutilación, rascarse la piel

· compras compulsivas

nota: la compra compulsiva se relaciona con frecuencia con la acumulación: por ejemplo comprar una serie de objetos por miedo a que se agoten.

¿COMO SE DIAGNOSTICA EL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO?

El diagnóstico del trastorno obsesivo compulsivo se efectúa en base al examen psiquiátrico, a la historia de los síntomas y quejas del paciente y al grado en que los síntomas interfieren con el funcionamiento diario. Con base a la naturaleza, duración y frecuencia de los síntomas que se presenten, el clínico diferenciará si se trata de un trastorno obsesivo compulsivo o de alguna otra enfermedad con síntomas similares. Entre ellas se incluyen la esquizofrenia, las fobias, el ataque de pánico y el trastorno por ansiedad generalizada. Puede encomendarse un examen físico con el fin de descartar otras causas de los síntomas que se presentan. Hasta el momento no se encuentra disponible un análisis de sangre que diagnostique de un modo confiable el trastorno obsesivo compulsivo. Por tanto, ¿cómo distinguen los profesionales de la salud entre alguien que padece un trastorno obsesivo compulsivo y un individuo que sólo se preocupa en exceso?

Los estudios han demostrado que entre un 89 y un 90 % de las personas experimentan pensamientos involuntarios. Pero la mayoría de la gente puede albergar pensamientos desagradables sin un malestar excesivo o pueden apartar éstos fácilmente y por completo. Sus pensamientos son más breves en duración, así como menos intensos y más esporádicos. Por otro lado, las obsesiones del trastorno obsesivo compulsivo presentan, por lo general, un inicio específico, producen un malestar significativo y dan lugar a una poderosa y apremiante necesidad de neutralizarlas o reducirlas. Las obsesiones y compulsiones del trastorno obsesivo compulsivo interfieren de un modo importante en su vida. Los pacientes reconocen que aquellas son exageradas o ilógicas la mayor parte del tiempo. Existen varias herramientas que emplean los profesionales de la salud mental para ayudar al diagnóstico del trastorno obsesivo compulsivo.

La escala obsesiva compulsiva Yale-Brown (YBOCS) es un cuestionario empleado para ayudar a discriminar los síntomas obsesivos compulsivos y evaluar su gravedad. También se emplea para observar y evaluar la respuesta clínica al tratamiento. También existe una versión infantil de dicha escala. Otras herramientas de evaluación incluyen el listado de actividad compulsiva (CAC), el inventario de Obsesiones de Leyton (LOI), el inventario obsesivo compulsivo de Maudsley (MOCI), el inventario de Papua (PI) y la escala obsesiva compulsiva global NIMH (NIMH global OC)

TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO Y VERGÜENZA

Los individuos con trastorno obsesivo compulsivo son, por lo general, reservados y sienten vergüenza por sus pensamientos obsesivos y sus conductas compulsivas. Muchos logran ocultar su trastorno durante años. Al contrario que muchas enfermedades mentales, las personas con trastorno obsesivo compulsivo son conscientes, al menos en ciertas ocasiones, de lo inapropiado de sus conductas y pensamientos. Sin embargo, con frecuencia ignoran que sus síntomas forman parte de una condición clínica identificable que puede ser tratada. O pueden tener el desprecio ajeno, quizás ni siquiera ¨encerrados¨ revelarían sus obsesiones y compulsiones.

Debido a su reserva, muchas personas esperan años, incluso décadas, para buscar ayuda. Mientras tanto, los pensamientos obsesivos y las conductas compulsivas se arraigan con más fuerza en su estilo de vida. La media de tiempo transcurrido entre el inicio de los síntomas y la búsqueda del tratamiento es de siete años y medio (Yaryura- Tobias y Neziroglu, 1997). Ojalá que una mayor educación sobre el trastorno obsesivo compulsivo acorte este período de tiempo.

Debido a la vergüenza que padecen las personas con trastorno obsesivo compulsivo, pude que no consulten a un profesional de la salud mental. En vez de ello, pueden preferir buscar ayuda para sus síntomas con otros profesionales sanitarios. Los médicos (no especializados en psiquiatría) que estén alerta pueden detectar síntomas del trastorno obsesivo compulsivo en pacientes que acuden a verles debido a problemas aparentemente poco relacionados. El médico de familia puede ser el primero que se percate de los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo en los pacientes. Los padres y familiares pueden mencionar su preocupación por los frecuentes lavados, conteos o comprobaciones del paciente. Una preocupación excesiva por haberse enfermado del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y otras enfermedades, que dan lugar a reiteradas e innecesarias consultas médicas, deberían alertar al médico.

Otros clínicos que probablemente detecten signos de un trastorno obsesivo compulsivo son los dermatólogos, oncólogos, internistas de enfermedades infecciosas, neurólogos, neurocirujanos, médicos obstétricos, pediatras, cirujanos plásticos y dentistas. Los síntomas de manos agrietadas y eczemas derivados de un excesivo lavado pueden ser percibidos por los dermatólogos. La gente puede acudir a un cirujano plástico para consultar repetidamente por lo que considera unas malformaciones obvias. Las lesiones en las encías derivadas de una excesiva limpieza de dientes pueden alertar al dentista. Pueden detectarse síntomas del trastorno obsesivo compulsivo tras el parto y durante el embarazo. Los neurólogos y neurocirujanos pueden percibir señales del trastorno obsesivo compulsivo asociados con el síndrome de Tourette, una herida en la cabeza, epilepsia, coreas y lesiones o trastornos en el ganglio basal. El clínico informado con perspicacia detectará el trastorno obsesivo compulsivo y efectuará una remisión adecuada al psiquiatra u otro profesional de la salud mental, en vez de etiquetar negativamente a la persona como ¨rara¨ o ¨loca¨.

Los sujetos con trastorno obsesivo compulsivo sufren frecuentemente depresión. Alrededor de un tercio la padecen en el momento en el que buscan tratamiento. Aproximadamente dos tercios de los individuos que sufren un trastorno obsesivo compulsivo han experimentado al menos un episodio de depresión mayor (Jenike, 1996) Muchos otros padecen formas más leves de depresión. Es importante que los médicos y familiares atiendan a los signos preocupantes de dicha patología.

Señales de depresión clínica

· Pérdida de peso

· Cambios en el sueño

· Pérdida del apetito

· Falta de energía

· Sentimientos de tristeza

· Llorar o ganas de llorar frecuentes

· Pensamientos suicidas, con o sin plan de ejecutarlo

· Sentimientos de desesperanza o indefensión.

· Falta de interés en cosas que antes sí interesaban o ausencia de disfrute de la vida, especialmente si se desconoce el motivo.

Marque los síntomas pertinentes en su caso y muéstrele esta lista a su médico. Si usted experimenta pensamientos suicidas, aunque sea de modo ocasional, le instamos a que busque, ya mismo, la ayuda de un profesional cualificado de la salud mental. La mayoría de las ciudades y poblaciones disponen de un teléfono de ayuda que puede servirle para encontrar y obtener la asistencia necesaria. Si usted es amigo o familiar de alguien que hable de suicidarse, no lo dude: consiga ayuda inmediatamente.

¿EL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO SE HEREDA?

Los estudios realizados desde 1930 han demostrado la presencia del trastorno obsesivo compulsivo en parientes consanguíneos en un 20-40% de los casos (Yaryura- Tobías y Neziroglu, 1997). Podría existir una tasa mayor del trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno obsesivo compulsivo subclínico, tics y el síndrome de la Taurette entre familiares de personas de personas con trastorno obsesivo compulsivo (Alsobrook y Pauls, 1998). Aquellos que sufran un trastorno obsesivo compulsivo con inicio en la infancia es más probable que posean familiares consanguíneos con trastorno obsesivo compulsivo (Séller, 1998).

¿CUÁL ES LA CAUSA DEL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO?

Nadie conoce con exactitud las causas del trastorno obsesivo compulsivo pero los investigadores están colaborando para completar juntos el puzzle. Cada vez existe una mayor evidencia de que la etiología son sutiles variaciones en las estructuras y circuitos cerebrales. La teoría defendida más ampliamente es que la causa se relaciona con niveles anormales en alguno de los elementos químicos vitales del cerebro: la serotonina. Ésta juega algún papel en muchos procesos biológicos, incluyendo el estado anímico, la agresión, el control de impulsos, el sueño, el apetito, la temperatura corporal y el dolor. Una regulación anómala de la serotonina también se encuentra implicada en la depresión, los trastornos alimenticios, la automutilación y la esquizofrenia (Yaryura-Tobías y Neziroglu, 1997).

La serotonina es uno de los elementos químicos denominados neurotransmisores que las células neuronales emplean para transmitir los impulsos nerviosos y comunicarse entre sí. Los neurotransmisores realizan su trabajo en el minúsculo espacio existente entre dós células nerviosas, denominado hendidura sináptica. La transmisión termina cuando los neurotransmisores son absorbidos de nuevo por la célula neuronal transmisora, un proceso que se denomina recaptación. El incremento, mediante la medicación, de la serotonina disponible parece generar cambios en los receptores de algunas de las membranas nerviosas. Se cree que estos receptores pueden encontrarse alterados en las personas que padecen un trastorno obsesivo compulsivo.

Los estudios en imágenes del cerebro de los individuos con trastorno obsesivo compulsivo han demostrado ciertas anormalidades en varias áreas. Entre ellas el tálamo, el núcleo caudado, el cortex orbital y el giro cingulado. Un estudio realizado por Jenike y cols. Comparó los cerebros de personas que padecían un trastorno obsesivo compulsivo con los sujetos del grupo control (individuos sin dicha alteración).

Las imágenes de resonancia magnética mostraron un córtex más amplio.

El tálamo procesa los mensajes sensoriales que llegan al cerebro procedentes del resto del cuerpo. El núcleo caudado forma parte del ganglio basal, en la parte interna y central del cerebro. El núcleo caudado controla el filtrado de pensamientos. La información sensorial se clasifica. Normalmente, la información innecesaria se omite. Las personas con trastorno obsesivo compulsivo llegan a abrumarse con los pensamientos e impulsos intrusos que el núcleo caudado no ha filtrado. El núcleo caudado de una persona con trastorno obsesivo compulsivo se comporta como el portero de un edificio de departamentos con un mal desempeño a la hora de mantener alejados a los indeseables.

El córtex orbital se encuentra en la parte frontal del cerebro, encima de los ojos. Este es el lugar donde se combinan los pensamientos y las emociones. Un núcleo caudado que permite ¨pasar¨ los impulsos y pensamientos innecesarios complica en gran medida el trabajo del córtex. El córtex orbital nos informa de cuándo algo es erróneo y cuándo debiéramos evitarlo. Es como un sistema primario de alarma cerebral.

En las personas que padecen un trastorno obsesivo compulsivo parece realizar horas extraordinarias.

El giro cingulado constituye el centro del cerebro. Le ayuda a cambiar la atención y pasar de un pensamiento o conducta a otro. Cuando se encuentra activo en exceso, nos quedamos estancados en ciertas conductas, pensamientos o ideas. El giro cingulado también forma parte del sistema cerebral que indica el peligro de que lago horrible sucederá si usted no ejecuta sus compulsiones.

Imagine que todas estas partes de su cerebro le ¨vociferan¨ cuando los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo se encuentra en su peor momento:



· El tálamo envía mensajes de otras partes de su cuerpo, haciendo que se encuentre hiperconsciente de todo lo que sucede a su alrededor.

· El núcleo caudado abre la puerta y permite la entrada de pensamientos intrusos.

· El córtex orbital mezcla los pensamientos y las emociones, después le dice ¨¡ Algo no va bien aquí!¡ refúgiate!

· El giro cingulado le dice que ejecute las compulsiones para aliviar la ansiedad que el resto del cerebro ha cargado sobre usted.

· Mientras tanto, sus hendiduras sinápticas gritan: ¨¡Envía algo de serotonina! ¡Se nos acaba aquí!

En estos momentos debe de estar pensando, ¨No es sorprendente que tenga problemas! Ojalá que se percate de que usted no es el culpable del trastorno obsesivo compulsivo. ¡es su cerebro!. Por supuesto hemos simplificado en gran medida este proceso. Los expertos ni siquiera están seguros con exactitud de qué partes del cerebro son responsables. Como hemos dicho, el puzzle todavía se está armando colectivamente.

La investigación ha descubierto que ciertas enfermedades autoinmunes, tales como la Corea de Sydenham, la fiebre reumática, las infecciones pediátricas por estreptococos y el lupus, también pueden provocar algunos casos de trastorno obsesivo compulsivo. En algunos estudios se ha demostrado el vínculo del trastorno obsesivo compulsivo con la encefalitis de Ecónomo, las lesiones hipotalámicas, los traumatismos craneales, los tumores cerebrales y la epilepsia. Sin embargo, la mayoría de los casos de trastorno obsesivo compulsivo tienen lugar sin tales explicaciones causales (Jenike 1998; (Yaryura-Tobías y Neziroglu, 1997).

Los estudios han encontrado que la terapia de conducta pueden ocasionar cambios positivos en la función cerebral. La medicación ayuda a corregir el desequilibrio en la serotonina (Yaryura-Tobías y Neziroglu, 1997). . Juntas, ambas estrategias de tratamiento pueden ayudarle a deshacerse del dominio de esta enfermedad. ¿Qué significa todo esto para las personas que se enfrentan al trastorno obsesivo compulsivo?

Aunque muchos procesos siguen sin explicarse, cada vez es mayor la evidencia de que la causa real del trastorno obsesivo compulsivo se sitúa en problemas con circuitos, estructuras y neuroquímica cerebrales. Los padres, cónyuges y otros familiares no son los culpables de su trastorno obsesivo compulsivo. Las personas que lo sufren pueden ayudar a sus cerebros a funcionar mejor mediante la terapia cognitivo conductual y la medicación.

La esperanza es real.

Agradecemos a Desclée De Brouwer por la autorización para la publicación de este material

?MANIAS¿


Es común pensar que una manía es un acto que repetimos con frecuencia, sin motivo aparente y que por su peculiaridad llama la atención de otros.

Empero, Psicología y Psiquiatría tienen un concepto distinto, el cual no se refiere a llevar orden excesivo o caminar por la banqueta tratando de “no pisar la línea”.

Cuando leemos la definición que nos proporciona el diccionario, en lo que respecta a temas de salud mental, encontramos que la palabra manía describe dos condiciones muy distintas: aquella “especie de locura, caracterizada por delirio general, agitación y tendencia al furor”, así como una “extravagancia o preocupación caprichosa por un tema o cosa determinada”.

Está claro que, llevados al extremo, ambos problemas pueden ocasionar deterioro en la convivencia de una persona e interferir en la realización de sus actividades cotidianas; sin embargo, sólo la primera es considerada propiamente como manía, aunque la opinión popular se suele inclinar por darle tal nombre a la segunda.

Por ello, bien vale ahondar sobre este tema para evitar confusiones y, ante todo, destacar que cada padecimiento tiene origen particular y tratamiento específico.

Orden y repetición Comprobar en decenas de ocasiones que los objetos del escritorio se encuentran en orden, contar una y otra vez los automóviles estacionados en la calle, cerciorarse cada determinado lapso de que la puerta de la casa tiene puesto el seguro o verificar constantemente que la llave del gas y del agua están cerradas, son algunas de las conductas a las que llamamos manías, las cuales, en caso de ser muy frecuentes y numerosas, dejan de ser manifestaciones de extravagancia para convertirse en auténticos dictadores de la voluntad.

Los especialistas en salud mental definen a estas actitudes como rituales, y nos dicen que son característicos de personas que padecen trastorno obsesivo compulsivo, es decir, aquel en que el paciente experimenta estados de ansiedad o nerviosismo que a su vez desencadenan pensamientos, sentimientos, sensaciones e ideas recurrentes (obsesiones), así como comportamientos que “deben efectuarse” sin que exista razón aparente (compulsiones).

En estos casos es común que se experimente alto grado de rigidez en la estructura de la personalidad, misma que atormenta al paciente y dificulta sus relaciones sociales, ya que en la ruptura del orden que desea mantener le genera incertidumbre, tensión interna y enojo.

Algunas de las “manías” o rituales más frecuentes son:

* Necesidad de que todas las cosas de la casa estén en su sitio. * Tendencia a colocar los objetos de manera simétrica y alineada.

* Dedicación excesiva al trabajo y productividad (sin necesidad económica de ello), con lo que se excluyen actividades de ocio y amistades.

* Hacer recuentos, una y otra vez, por la necesidad de numerar y clasificar. * Rigidez extrema con la puntualidad propia y ajena.

* Miedo irracional a enfermar que conduce a tomar precauciones exageradas, visitar médicos por síntomas leves, usar amuletos, consultar curanderos, protegerse con temor de las corrientes de aire, los contagios y todo lo que se percibe como un peligro.

* Necesidad de lavarse continuamente las manos o la boca. * Temor a tocar cosas que hayan entrado en contacto con otras personas o a saludar de mano.

* Miedo exagerado a contaminarse con productos alimenticios y sus componentes. * Asco de las secreciones corporales propias.

* Tendencia a comprobar en varias ocasiones que puertas, ventanas, llaves y luces están debidamente cerradas y/o apagadas.

* Ahorro excesivo en gastos propios y ajenos, pues el dinero se considera como “algo que hay que acumular en previsión de catástrofes futuras”.

* Incapacidad para deshacerse de objetos gastados o inútiles, incluso cuando no tienen valor sentimental.

El diagnóstico del trastorno obsesivo compulsivo suele correr a cargo del psicólogo o psiquiatra, quien entrevista al paciente para conocer sus síntomas, además de que puede realizar un examen físico para descartar posibles causas de tipo orgánico, así como cuestionarios que permitan hacer una detección precisa y determinar el tratamiento.


Aunque las causas de esta enfermedad no se han identificado con claridad, el abordaje médico requiere, por lo general, de la administración de medicamentos antidepresivos y psicoterapia, la cual se encamina a enseñarle al paciente a reducir la ansiedad, resolver conflictos internos y encontrar métodos efectivos para controlar el estrés.

También es posible que este tratamiento se dirija a exponer al paciente en forma repetitiva a toda situación que desencadena la tensión emocional, pero con asesoría especializada, de modo que aprenda a resistir la urgencia de llevar a cabo sus “manías” o rituales.

Además, es posible enseñar a frenar pensamientos indeseados y centrar la atención en el alivio de nerviosismo e inquietud.

Algarabía y tristeza Ahora bien, cuando los especialistas en salud mental hablan de manía se refieren a aquellos episodios que se caracterizan por excesiva actividad física y sentimientos de euforia que son muy desproporcionados en relación a cualquier acontecimiento positivo que le haya ocurrido al paciente.

Asimismo, en la actualidad se considera que este problema no existe de manera aislada, sino que se alterna con lapsos de depresión y forma parte del trastorno bipolar.

Dicho padecimiento, presumiblemente de carácter hereditario y que antes era llamado enfermedad maniacodepresiva, es difícil de detectar, ya que la euforia y vitalidad que experimenta el afectado en un episodio de este tipo es muy reconfortable y difícilmente pensará que tiene un problema en su conducta.

Por ello, lo más común es que busque ayuda en la fase de depresión, pues la tristeza intensa y prolongada genera mayor malestar.

El proceso de manía dentro del trastorno bipolar se caracteriza por las siguientes características:

* La persona muestra exagerada devoción hacia su persona y sus cualidades. Es común escucharle frases como: “Soy el mejor”, “puedo vivir sin comer o dormir” y “nada puede doblegarme”.

* Tiene percepción expansiva, es decir, cree que es capaz de realizar cualquier actividad que se le ocurra.

* El sueño pasa a segundo plano, de modo que el paciente puede dormir 2 ó 3 horas y sentirse descansada.

* La comunicación es precipitada, comúnmente con lenguaje alborotado y continuo, pero también confuso para quienes escuchan.

Esto se debe a que la persona afectada “se salta” algunas partes de su conversación. * La atención se desvía fácilmente hacia cualquier acontecimiento, si aparece alguien, oye un sonido o ve algún gesto.

* Es habitual que el paciente se muestre irritable, además de que se siente incomprendido.

* Hay aumento exagerado en cualquier actividad, como trabajo, escuela, hogar o desempeño sexual.

La rapidez de movimientos es una de las características más llamativas. * En ocasiones, la persona puede realizar conductas peligrosas provocadas por el comportamiento descrito: comprar de forma irracional, efectuar viajes en coche a alta velocidad o sentir que tiene contacto con seres superiores.

Un especialista en salud mental, preferentemente psiquiatra, es quien se encarga de realizar el diagnóstico.

Además de analizar los síntomas del episodio eufórico (que deben durar al menos una semana de forma continua) y los de la depresión, es probable que requiera la ayuda de familiares y personas cercanas para elaborar historia clínica y lograr mayor precisión en cuanto a las características e intensidad del padecimiento; existe una forma leve de este problema, el trastorno ciclotímico, cuyos episodios de algarabía se denominan hipomaníacos.

La psicoterapia y pláticas grupales son de gran ayuda, debido a que brindan recursos necesarios para que las personas afectadas y sus familias sepan hacer frente a su problema.

También se prescribe el uso de fármacos, sólo que éstos variarán de acuerdo con el momento en que se encuentre el paciente y la evolución del problema: al estar decaído se le administrarán antidepresivos, en tanto que en momentos de euforia se recomiendan estabilizadores de la conducta, como el litio.

En fechas recientes se han observado que puede ser de utilidad la integración de medicamentos desarrollados para evitar sacudidas y problemas de movimiento, llamados anticonvulsivos.

Finalmente, cabe destacar que cualquiera de estos problemas requiere diagnóstico y atención tempranas, pues de esta manera se ayudará a evitar pérdida en la calidad de vida del paciente.

Recuerde que todo comportamiento que genere dificultades en la convivencia o el desarrollo de actividades es candidato a ser evaluado por un especialista en salud mental.