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Lo característico del trastorno obsesivo-compulsivo es, precisamente, la presencia de obsesiones y compulsiones . Las obsesiones son pensamientos o imágenes que se entrometen en nuestra cabeza de forma involuntaria y que no los sentimos como propios. Es frecuente que quien sufre las obsesiones las considere absurdas, cuando no descabelladas. Alguno de mis pacientes ha tenido obsesiones realmente angustiosas. Una madre amorosa de sus niños temía hacer daño a sus hijos cuando le venían imágenes en las que se veía a sí misma apuñalándolos. Tenía miedo de ser realmente una persona con instintos homicidas y estaba profundamente deprimida por tantos pensamientos de ese tipo. Cuanto más luchaba por quitarse esas ideas de la cabeza, más le venían; y se veía impotente para controlar sus pensamientos.
Otro de mis pacientes definió muy bien la esencia de las obsesiones. Para él, las obsesiones son como abejas que te aguijonean sin cesar, una tras otra o varias al mismo tiempo. “Cuanto más luchas por espantar a las abejas, más te atacan” —concluía—.
Los tipos de obsesiones que se pueden padecer son muy variados:
Obsesiones de tipo agresivo: Miedo a dañar a otras personas, a uno mismo, a proferir insultos, blasfemias u obscenidades, miedo a cometer crímenes o aparecer como responsable de errores, fracasos o catástrofes, imágenes horribles o violentas, etc.
Obsesiones de contaminación: Preocupación por los gérmenes, la suciedad o los productos químicos, preocupación por las secreciones corporales (orina, heces, saliva), preocupación por contraer enfermedades, etc.
Obsesiones de contenido sexual: Miedo a ser homosexual, pedófilo o a cometer incesto, tener pensamientos sexuales considerados perversos o prohibidos y vivirlos con angustia.
Otros tipos: Miedo a no hablar, recordar o pensar correctamente, necesidad de orden, exactitud o simetría, necesidad de coleccionar cosas inútiles, etc.
Es frecuente que además de las obsesiones, el paciente presente compulsiones. Las compulsiones son acciones o pensamientos que realizamos para neutralizar o anular las obsesiones, con el objeto de sentirnos menos angustiados. Al no tener las compulsiones una lógica razonable para erradicar las obsesiones, los actos compulsivos sólo alivian la ansiedad de forma transitoria.
Los tipos de compulsiones suelen estar relacionados con las obsesiones que se padecen. Así, cuando tenemos miedo a la contaminación, evitamos tocar objetos o personas que creemos pueden estar contaminadas y, si eso no es posible, necesitamos lavarnos de forma compulsiva. Algunas compulsiones frecuentes son: lavado de manos, comprobar puertas (ventanas, llave del gas, aparatos eléctricos, etc.), acumular objetos inservibles y rezar de forma compulsiva.
En algunos casos las compulsiones son múltiples y se deben realizar en un orden determinado para producir un mínimo de alivio. Esto es lo que llamamos un ritual. En este caso, la ducha diaria, por ejemplo, puede durar 40 ó 60 minutos, o más incluso, porque debe hacerse en una secuencia estricta y si se produce algún error, por pequeño que sea, se debe comenzar toda la secuencia desde el principio.
La clave del trastorno
Todas las personas podemos experimentar, en un momento u otro de nuestra vida, imágenes o pensamientos absurdos y que nos vienen de forma involuntaria. Ése no es el problema. La clave está en cómo nos sentimos y qué hacemos cuando nos vienen esos pensamientos y esas imágenes. En la medida en la que me creo esos pensamientos, me siento de un modo distinto que si los descarto como absurdos y transitorios. Me explico: si me viene a la mente la imagen violenta de apuñalar a mi hijo, yo puedo pensar que eso es absurdo, porque yo quiero a mi hijo y no soy ningún homicida. Puedo pensar, tras leer este libro, que ese tipo de imágenes vienen de forma involuntaria, generalmente en situaciones de cierta tensión, pero que no revelan nada sobre mi forma de ser o mis instintos reales. En ese caso, no llegará a convertirse ese pensamiento en obsesión, ni se hará repetitivo, ni generará malestar.
Pero si yo cuestiono mi forma de ser y dudo sobre si sería capaz de cometer dicho crimen, si doy crédito a esos pensamientos, si me involucro, entonces comienza a tomar forma toda la alteración obsesiva. Dedico más atención a esos pensamientos y esos pensamientos se refuerzan, como cuando te quieres quitar una canción pegadiza de la cabeza; cuanto más tratas de echarla u olvidarla, más te viene.
Las compulsiones comienzan como una forma inicial de aliviar el malestar que genera la obsesión (“Si tengo miedo a contaminarme, pues me lavo y ya está”). Y al principio funciona. Realmente me siento mejor tras hacer la compulsión. Pero eso sólo es el principio del problema. Posteriormente, gracias a que he dado crédito a mis obsesiones, éstas me pasan factura llegando a extorsionar mi mente cada vez con más frecuencia. Porque cuanto más piensas en algo, más inevitable se hace seguir pensando en eso y tenerlo más presente. Conforme se consolida el trastorno obsesivo-compulsivo, el alivio de las compulsiones es cada vez menor y la necesidad de hacer más compulsiones aumenta sin producir alivio, llegando a ocupar cada vez más tiempo.


fuente: Dr. Pedro Moreno

Raros e incomprendidos


Son esclavos de rarezas, manías, conductas repetitivas e ideas fijas. Mantienen unas relaciones de convivencia difíciles y sufren la incomprensión de su entorno. Son esos tipos raros, a menudo no diagnosticados, que padecen un trastorno mental conocido como obsesivo-compulsivo.

Les aterra contaminarse por gérmenes al tocar cualquier cosa. Dudan constantemente de si han apagado el gas o la luz y si han cerrado los grifos y la puerta de casa. Les asaltan pensamientos que ellos consideran prohibidos, sobre todo relacionados con la sexualidad y lo religioso. Temen de modo exagerado la pérdida súbita del autocontrol o el impulso irrefrenable de agresiones injustificadas, sobre todo verbales, hacia los demás.

Éstas son algunas de las obsesiones que más frecuentemente torturan a las personas que padecen el trastorno obsesivo-compulsivo. Tienen su correspondencia con ciertos rituales que esclavizan sus vidas. Se trata de una enfermedad mental (interpretada magistralmente por Jack Nickolson en Mejor, imposible) que ha registrado un notable aumento en los últimos años, entre otras razones porque se dispone de más conocimientos y medios diagnósticos.

“Pero es justo considerar que vivimos en una sociedad que sirve de caldo de cultivo a este trastorno al sobrevalorar los ideales de la ética protestante, como alcanzar el éxito y el triunfo en esta vida. Ahora se ensalzan la escrupulosidad, el perfeccionismo y la entrega al trabajo duro”, aclara el doctor Francisco Alonso-Fernández, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de honor de la Sociedad Europea de Psiquiatría Social. Si hasta hace poco más de dos décadas el trastorno obsesivo-compulsivo tan sólo afectaba a una de cada 10.000 personas, los estudios desarrollados en los años ochenta por Myers y Robins demuestran que actualmente tiene una prevalencia de hasta el 3% de la población general.

La enfermedad suele estar infradiagnosticada, excepto en sus formas más graves. Los expertos aclaran que los pacientes son tildados de raros, extravagantes e insoportables. Además de sus manías continuas e incomprensibles para los demás, a menudo se comportan de un modo desabrido, maleducado y desagradable. Construyen así un escudo para proteger la vulnerabilidad de sus sentimientos, miedos e inseguridades, con el que únicamente consiguen el rechazo de su entorno.

“A veces les asaltan ideas mágicas y de tipo supersticioso, como no pisar determinadas baldosas o ir siempre por la calle por el lado interior o exterior de la acera. Los más religiosos se ven invadidos por terribles sentimientos de culpa si han tenido algún pensamiento que consideran prohibido en relación con el sexo y lo sagrado. Todo ello les genera una gran carga de ansiedad y algunos incluso se sumergen en una depresión, que también debe ser tratada. Generalmente no son violentos ni peligrosos”, comenta el doctor Eduardo García Camba, jefe del servicio de Psiquiatría del hospital de la Princesa de Madrid.

La prevalencia de dicho trastorno, según este especialista, es levemente superior en las mujeres y tiende a exacerbarse en este grupo de población cuando descienden los niveles de estrógenos (en el periodo premenstrual y durante el embarazo). En el sexo femenino suele debutar a partir de los 20 años, precedido generalmente por acontecimientos vitales desfavorables, y se manifiesta en crisis episódicas de variable intensidad. En los hombres suele aparecer más precozmente, de forma menos acusada y manteniendo un curso continuo.

Entre las posibles causas, se observa un déficit de serotonina y una hiperactividad de dopamina, dos neurotransmisores directamente implicados en este tipo de trastorno. También se pueden hallar, mediante técnicas de diagnóstico por imagen, alteraciones en la comunicación entre la corteza orbitaria –situada en la parte frontal del cerebro– y los ganglios basales, que son estructuras más profundas.

Tratamientos para una vida normal. El hospital público Ramón y Cajal de Madrid cuenta con un programa monográfico de acceso libre a pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo (número de teléfono para solicitar cita: 913 36 83 92). El doctor Jerónimo Saiz, jefe del servicio de Psiquiatría del centro, insiste en que este mal “está bastante infradiagnosticado, es incomprendido y genera mucho sufrimiento, tanto en el propio paciente como en sus familiares, amigos y cualquier tipo de relación social”. Este experto, en colaboración con un grupo de psiquiatras, ha fundado la asociación TOC (Trastorno Obsesivo-Compulsivo; www.asociaciontoc.org). En palabras de Saiz, los actuales tratamientos farmacológicos y de psicoterapia están dando resultados muy satisfactorios.

El doctor Rafael García de Sola, jefe del servicio de Neurocirugía de La Princesa, ha sido pionero en España en tratar desde hace dos años varios casos con un tipo de psicocirugía menos cruenta, publicados en Revista de Neurología. “Demuestran una clara evidencia científica de mejora en los pacientes”. En todo el mundo se han practicado, por el momento, pocas operaciones de este tipo. En breve empezarán a acometerse en otros centros españoles, como el Ramón y Cajal, de Madrid, y el hospital de Bellvitge, de Barcelona.

Síntomas y consecuencias

Según el doctor Francisco Alonso-Fernández, pueden establecerse tres tipos de conductas en el trastorno obsesivo-compulsivo: el lavado constante de manos y el miedo a ser contaminados o a contraer una enfermedad infecto-contagiosa, la comprobación y verificación continua de ciertos actos, y la precisión, lentitud y parsimonia en multitud de rituales.

Suelen ser muy reservados con relación a su problema y esperan una media de siete años y medio antes de solicitar ayuda médica. Sufren en silencio la enfermedad, implicando en sus rarezas y conductas incomprendidas a los más próximos a su entorno. “A veces les asaltan ideas mágicas y de tipo supersticioso, como no pisar determinadas baldosas o ir siempre por la calle por el lado interior o exterior de la acera. Los más religiosos se ven invadidos por terribles sentimientos de culpa si han tenido algún pensamiento que consideran prohibido en relación con el sexo y lo sagrado. Todo ello les genera una gran carga de ansiedad, y algunos incluso se sumergen en una depresión, que también debe ser tratada. Generalmente no son violentos ni peligrosos”, concluye el doctor Eduardo García Camba, jefe del servicio de psiquiatría del hospital de la Princesa, de Madrid.

Pensamiento repetitivo


Pensamiento repetitivo
El pensamiento repetitivo u obsesivo es el que, como un hamster en una jaula, se va sucediendo en su cerebro como si fuese en círculos. Significa obsesión sobre problemas, pérdidas, cualquier clase de obstáculos o ambigüedades sin poder ejercer control sobre el mismo.
Como ha demostrado la Dra. Susan Nolen-Hoeksema, la tendencia a ocuparse en el pensamiento repetitivo revela una gran diferencia de género en el control de las experiencias emocionales. El problema con el pensamiento repetitivo es doble. Mientras se piensa, éste se va haciendo más profundo, intensificando los niveles de ansiedad y depresión. Los problemas quedan sin resolver e incluso se magnifican al no poder ponerle remedio.
Las mujeres tienen más tendencia a este tipo de pensamiento, porque valoran mucho más las relaciones a las que suelen dedicar más tiempo y energía mental para procesar sus contenidos, a menudo ambiguos. Allí se pierden, obsesionándose sobre temas en los que no se actúa. Los hombres, en general, proceden de forma distinta. Prefieren lanzarse a la acción sin quizá tomarse el tiempo suficiente para pensar sobre el problema, redundando en soluciones poco eficientes o directamente enfocadas al mismo.
Cuando se trata de estilos de pensamiento, los hombres y las mujeres necesitan aprender unos de otros.
He aquí algunas estrategias que pueden ayudarle a mejorar la forma de controlar sus pensamientos en situaciones difíciles:
• Evalúe su propia tendencia a obsesionarse sobre los problemas. Piense en ello como si fuese una prueba para su cerebro. Pregunte a sus amigos y quizá a los que no lo son tanto sobre como ven en usted su grado de obsesión, en una escala que vaya desde moderada a elevada.

• Contrólese usted mismo sobre el tiempo que emplea en pensar sobre un problema, ya sea sobre una cuestión que involucre a sus hijos, o si comprar o no un electrodoméstico. Al finalizar los cinco minutos debería ya tener alguna pista sobre el siguiente paso a seguir para realizar la acción requerida y solucionar el problema.

• Si piensa sobre el problema durante más de cinco minutos, quizá tenga un pensamiento repetitivo.

• Los hombres pueden beneficiarse en especial al observar si reprimen sus pensamientos. ¿Cuánto tiempo aguanta antes de relatar sus emociones? ¿Pasan días o semanas antes dar a un pensamiento el valor de problema? De nuevo, pregunte a los demás—familia, amigos, o conocidos—para saber cuánto suele controlarse.
• Si en realidad es un controlador, asigne unos cinco minutos en pensar sobre un problema en particular. En realidad es todavía mejor si puede hablar sobre el problema con otra persona. Eso le dará otro concepto que le ayudará a abrir su mente y conducirle a la acción para conseguir un objetivo—con mayor probabilidad de ser más efectivo.

• Procure entender que la solución de un problema requiere siempre procesar sus pensamientos de una forma constructiva y tomar la acción sobre el mismo; ambos son necesarios. En situaciones difíciles es necesario saber cuándo procesar sea cual sea el tema conflictivo y cuándo no, así como cómo, lo que dependerá de la energía de que disponga.

• Un elemento clave para ganar control sobre el pensamiento que peca de obsesivo empieza a dar vueltas sobre sí mismo, es preciso cortar por lo sano aplicando maniobras de distracción. Vaya a dar un paseo. Entre en la cocina y prepárese algo. Abra un libro y lea, etc.

Puede intercambiar entre proceso y actividad tan a menudo como le tome hacer progresos sobre el tema que tiene atascado en el pensamiento repetitivo. Si avanza, va en la dirección correcta.

Publicado por infoansiedad

¿Qué es el trastorno obsesivo compulsivo?


¿Qué es el trastorno obsesivocompulsivo?

Obsesiones. Son pensamientos perturbadores e irracionales -- ideas o impulsos no deseados que se generan repetidamente en la mente de la persona. Una y otra vez aparecen pensamientos molestos, por ejemplo "Mis manos están contaminadas; me las tengo que lavar"; "Creo que dejé la estufa encendida"; "Voy a lastimar a mi hijo." En cierto nivel, la persona sabe que estos pensamientos obsesivos son irracionales, pero en otro nivel teme que los pensamientos sean verdaderos y tratar de evitar esas ideas crea muchísima ansiedad.

Compulsiones. Son rituales repetitivos como lavarse las manos, contar, revisar, acumular o arreglar cosas. La persona repite estas acciones, quizá porque siente un alivio pasajero, pero no se siente satisfecha ni tiene la convicción de que ha concluido la acción. Las personas que sufren del trastorno obsesivocompulsivo sienten que deben realizar estos rituales o algo malo va a pasar.

En algún momento dado, la mayoría de las personas tienen pensamientos o comportamientos obsesivos. El trastorno obsesivocompulsivo ocurre cuando alguien siente obsesiones y compulsiones durante más de una hora todos los días, de una manera que interfiere con su vida.

El trastorno obsesivocompulsivo con frecuencia se describe como "la enfermedad de la duda." Los que lo sufren tienen "dudas patológicas" porque no pueden distinguir entre lo que es posible, lo que es probable y lo que no es probable que pase.

¿Quién sufren el trastorno obsesivocompulsivo?

Todo tipo de personas puede sufrir de este trastorno sin importar su grupo social o étnico, o si es hombre o mujer. Por lo general, los síntomas comienzan durante la adolescencia o en los primeros años de la edad adulta.

¿Cuáles son las causas del trastorno obsesivocompulsivo?

Se ha acumulado gran cantidad de evidencia científica que sugiere que el trastorno obsesivocompulsivo es el resultado de un desequilibrio químico en el cerebro. Durante muchos años, los profesionales del campo de la salud mental supusieron erróneamente que el trastorno obsesivocompulsivo era el resultado de una "mala crianza" o de defectos de la personalidad, pero en los últimos 20 años se ha comprobado que esto no es cierto. Los síntomas del trastorno obsesivocompulsivo no se alivian con psicoanálisis ni otras formas de "terapia de conversación," pero sí existe evidencia de que la terapia del comportamiento puede ser eficaz, ya sea por sí sola, o combinada con medicamentos. Las personas obsesivocompulsivas con frecuencia dicen "por qué" tienen esas ideas obsesivas o por qué se comportan compulsivamente, sin embargo, las ideas y los comportamientos persisten.

A veces, el trastorno obsesivocompulsivo aparece en aquellos que han sufrido una lesión cerebral, lo que sugiere que es un padecimiento físico. Si se le da un placebo a las personas deprimidas o que sufren ataques de pánico, 40 por ciento de ellas dicen sentirse mejor. En cambio, si se les da un placebo a las personas con trastorno obsesivocompulsivo, solamente el 2 por ciento dice sentirse mejor. Esta es una indicación de que es un trastorno físico.

Los investigadores clínicos han vinculado ciertas regiones del cerebro con esta enfermedad. Han descubierto una fuerte relación entre la sustancia química cerebral llamada serotonina y la obsesocompulsión. La serotonina es un neurotransmisor que ayuda a que las neuronas se comuniquen entre sí.

Asimismo, en personas que sufren de este trastorno, los científicos han observado un aumento en el metabolismo de los ganglios basales y el lóbulo frontal del cerebro. Los científicos creen que esto causa movimientos repetitivos, pensamiento rígido y falta de espontaneidad. Las personas que sufren el trastorno obsesivocompulsivo con frecuencia también tienen altos niveles de la hormona vasopresina.

Para decirlo de manera más sencilla, hay algo en el cerebro que se ha quedado "estancado", como si fuera disco rayado. La doctora Judith Rapoport lo describe en su libro, The Boy Who Couldn't Stop Washing, como "comportamientos de higiene fuera de control."

Típicamente, ¿cómo reaccionan las personas con trastorno obsesivocompulsivo ante su enfermedad?

Por lo general, las personas con trastorno obsesivocompulsivo tratan de esconder su problema en lugar de buscar ayuda y con frecuencia, logran ocultar los síntomas obsesivocompulsivos de sus amigos y colegas. Una consecuencia desafortunada de este secreto es que las personas con este trastorno no reciben ayuda profesional sino hasta años después del comienzo de la enfermedad. Para ese entonces, los rituales obsesivocompulsivos pueden estar muy arraigados y ser muy difíciles de cambiar.

¿Cuánto tiempo dura el trastorno obsesivocompulsivo?

Este trastorno no desaparece por sí solo, así que es importante obtener tratamiento. Aunque de vez en cuando los síntomas se podrían volver menos severos, el trastorno obsesivocompulsivo es una enfermedad crónica. Afortunadamente, existen tratamientos eficaces que pueden controlar la enfermedad más fácilmente.

¿La edad es un factor en el trastorno obsesivocompulsivo?

Por lo general, el trastorno obsesivocompulsivo comienza a una edad temprana, con frecuencia antes de la adolescencia. Al principio se podría confundir con el autismo, el trastorno penetrante del desarrollo o el síndrome de Tourette, una enfermedad cuyos síntomas pueden incluir dudas obsesivas y ganas compulsivas de tocar.

Al igual que la depresión, el trastorno obsesivocompulsivo tiende a empeorar a medida que pasan los años, si la persona no recibe tratamiento. Sin embargo, los científicos creen que si se da tratamiento a la persona cuando está joven los síntomas no empeorarán con el tiempo.

¿Cuáles son otros ejemplos de comportamientos típicos de las personas que sufren de trastorno obsesivocompulsivo?

Si una persona hace lo siguiente podría tener este trastorno:
revisa cosa repetidamente, quizá decenas de veces, antes de sentirse lo suficiente segura como para irse a dormir o salir de la casa. ¿Está apagada la estufa? ¿Está cerrada la puerta con llave? ¿Puse la alarma?
tiene miedo de hacerle daño a otros. Ejemplo: Un vehículo cae en un bache en una calle de la ciudad y el conductor teme haber atropellado a una persona.
se siente sucia y contaminada. Ejemplo: A una mujer le da miedo tocar a su bebé porque cree que lo va a contaminar.
arregla y ordena cosas constantemente. Ejemplo: Un niño no se puede dormir hasta haber acomodado todos sus zapatos en fila correctamente.
se preocupa excesivamente con las imperfecciones de su cuerpo -- insiste en someterse a varias cirugías plásticas o pasa muchas, muchas horas al día levantando pesas para esculpir su cuerpo.
se rige por números y cree que ciertos números representan el bien y otros el mal.
se preocupa excesivamente por el pecado o la blasfemia.

Por lo general, ¿los profesionales reconocen el trastorno obsesivocompulsivo?

Generalmente, no se reconoce lo suficiente y con frecuencia este trastorno no se diagnostica correctamente. Muchas personas tienen dos trastornos, como el obsesivocompulsivo y la esquizofrenia, o el obsesivocompulsivo y el bipolar, pero el componente obsesivocompulsivo no se diagnostica ni recibe tratamiento. Los investigadores creen que el trastorno obsesivocompulsivo, los trastornos de ansiedad, de Tourette y de la alimentación como la anorexia y la bulimia pueden suscitarse debido al mismo mal funcionamiento químico en el cerebro.

¿La herencia genética es un factor en el trastorno obsesivocompulsivo ?

Sí. La herencia genética parece ser un factor muy fuerte. Si usted padece del trastorno obsesivocompulsivo, hay un 25 por ciento de probabilidad de que uno de sus parientes cercanos también lo padecerá. Definitivamente parece que se presenta en familias.

¿Se puede tratar eficazmente el trastorno obsesivocompulsivo?

Sí, con la ayuda de medicamentos y terapia del comportamiento porque ambos afectan la química del cerebro, lo que a su vez afecta el comportamiento. Los medicamentos pueden regular la serotonina, reducir los pensamientos obsesivos y los comportamientos compulsivos.

Anafranil (clomipramina): Un antidepresivo tricíclico que ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de las obsesiones y compulsiones. Los efectos secundarios que se reportan con más frecuencia son sequedad de la boca, estreñimiento, náuseas, aumento del apetito, aumento de peso, somnolencia, fatiga, temblores, mareos, nerviosismo, sudores, cambios de la vista y disfunción sexual. También existe el riesgo de que se presenten convulsiones, lo que se piensa está relacionado con la dosis administrada. Las personas con antecedentes de convulsiones no deben tomar este medicamento. El Anafranil no se debe tomar junto con un inhibidor de la monoaminooxidasa (IMAO).

Muchos de los medicamentos antidepresivos conocidos como inhibidores selectivos de la reabsorción de serotonina (SSRIs) también han demostrado ser eficaces en el tratamiento de los síntomas asociados con el trastorno obsesivocompulsivo. Los SSRIs que se recetan con más frecuencia para este trastorno son Luvox (fluvoxamina), Paxil (paroxetina), Prozac (fluoxetina) y Zoloft (sertralina).

Luvox (fluvoxamina): Los efectos secundarios de este medicamento incluyen sequedad de la boca, estreñimiento, náuseas, somnolencia, insomnio, nerviosismo, mareos, dolor de cabeza, agitación, debilidad y eyaculación tardía.

Paxil (paroxetina): Los efectos secundarios que más se asocian con este medicamento incluyen sequedad de la boca, estreñimiento, náuseas, disminución del apetito, somnolencia, insomnio, temblores, mareos, nerviosismo, sudores y disfunción sexual.

Prozac (fluoxetina): Los efectos secundarios asociados más frecuentemente con este medicamento son sequedad de la boca, náuseas, diarrea, somnolencia, insomnio, temblores, nerviosismo, dolor de cabeza, debilidad, sudores, erupción cutánea y disfunción sexual.

Zoloft (sertralina): Entre los efectos secundarios que se reportan con más frecuencia mientras se toma el Zoloft son sequedad de la boca, náuseas, diarrea, estreñimiento, somnolencia, insomnio, temblores, mareos, agitación, sudores y disfunción sexual.

Nunca se deben tomar los SSRIs junto con los IMAOs.

¿Por cuánto tiempo debe una persona tomar el medicamento antes de evaluar su eficacia?

Algunos médicos comenten el error de recetar un medicamento solamente por tres o cuatro semanas. Esto no es tiempo suficiente. Se debe probar el medicamento sistemáticamente durante 10 a 12 semanas antes de que se pueda evaluar su eficacia.

¿Qué es la terapia del comportamiento? ¿Puede aliviar eficazmente los síntomas del trastorno obsesivocompulsivo?

La terapia del comportamiento es psicoterapia fuera de lo tradicional. Es "exposición y prevención de la respuesta," y es eficaz para muchas personas con el trastorno obsesivocompulsivo. Se expone deliberadamente a la persona al objeto o la idea que produce miedo, ya sea directa o mentalmente, y después se le disuade o se evita que lleve a cabo la respuesta compulsiva usual. Por ejemplo, a una persona que se lava las manos compulsivamente se le puede pedir que toque el objeto que cree está contaminado y se le niega la oportunidad de lavarse las manos por varias horas. Cuando el tratamiento funciona bien, paulatinamente la persona siente menos ansiedad derivada de los pensamientos obsesivos y se puede contener de hacer las acciones compulsivas durante períodos prolongados de tiempo.

Varios estudios también sugieren que los medicamentos y la terapia del comportamiento son igualmente eficaces para aliviar los síntomas del trastorno obsesivocompulsivo. Aproximadamente la mitad de las personas con este trastorno mejoran significativamente con esta terapia, mientras que el resto mejora moderadamente.

¿Desaparecerán completamente los síntomas del trastorno obsesivocompulsivo con los medicamentos y la terapia del comportamiento?

La respuesta al tratamiento depende de cada caso. En la mayoría de las personas que reciben tratamiento con medicamentos eficaces, los síntomas se reducen en un 40 a 50 por ciento aproximadamente. Frecuentemente esto puede ser suficiente para cambiar la vida de la persona y permitirle funcionar adecuadamente.

Para unas cuantas personas ninguno de los tratamientos produce cambios significativos y otro pequeño número tiene la fortuna de pasar a una remisión total cuando obtiene un tratamiento eficaz con medicamentos o terapia del comportamiento.

locura lucida


La enfermedad de la duda

Todas las personas tienen probablemente alguna obsesión, ritual o creencia un poco ilógica. Comprobar si la llave del gas está cortada un par de veces no es algo patológico, pero cuando la acción se repite en 8, 10 o 12 ocasiones se transforma en un problema muy angustiante. Marcos Jerez explica que un paciente que padece este trastorno puede tener más de una idea obsesiva con lo que a su vez aumenta el número de rituales a los que está sujeto.

El profesional recalca que no se debe confundir el Trastorno Obsesivo Compulsivo con los rasgos de personalidad obsesiva que hacen que un sujeto sea muy meticuloso, ordenado o perfeccionista.

En los casos de quienes padecen este TOC, el patrón común es lo intrusivo de las ideas, después la urgencia por entrar en rituales repetitivos y la duda interminable. De allí que esta patología ha sido catalogada como la “enfermedad de la duda”. Este cuestionamiento se genera en la creencia de que si no se realiza la compulsión se podría hacer realidad su idea obsesiva. En los niños que sufren esta enfermedad, generalmente el no cumplimiento de los rituales esconde trágicos pensamientos que tienen que ver con su seguridad o la de su familia: “si no rezo todos los días a la misma hora mi mamá se morirá”, “si no me aseguro que todas las ventanas estén cerradas muchas veces nos robarán” o “si no prendo y apago la luz tres veces antes de salir nuestra casa ésta se quemará” son algunos de las ideas tormentosas infantiles que relata la literatura científica.

Marcos Jerez explica que también existen ideas obsesivas de padecer alguna enfermedad. “Una vez llegó a mi consulta un estudiante universitario que creía haber contraído SIDA y aunque sus pruebas eran negativas, él siempre dudaba de los resultados. Creía que podría haber habido alguna confusión con las muestras en el laboratorio o que todavía la enfermedad estaba en período de ventana. A pesar de que se le entregaran todos los argumentos seguía dudando que podría tener SIDA”.

Afortunadamente los tratamientos para este trastorno han evolucionado bastante en las última décadas. Generalmente el uso de fármacos se combina con psicoterapia cognitiva conductual, pues juntos han demostrado mejor resultado para los pacientes que por separado. Sin embargo, hay casos que, suelen ser los menos, donde ninguna de las alternativas anteriores funciona. Para ellos el único camino sería la psicocirugía, pero esta intervención está regulada y limitada sólo para los pacientes con trastornos obsesivos gravísimos “refractarios a los tratamientos aceptados y disponibles en el país”, según lo establece una resolución del MINSAL.

A pesar de lo angustiosa, ridícula y avergonzante que pueda ser esta enfermedad para quienes la padecen y para su entorno, lo importante es buscar ayuda temprana, sobre todo para mejorar la calidad de vida de los pacientes que sin medicamentos o terapia difícilmente podrán sobrellevar esta suerte de “locura lúcida”.