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La ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo



http://www.parasaber.com/salud/psicologia/trastornos-psicologicos/ansiedad/articulo/psicologia-practica-ansiedad-trastorno-obsesivo-compulsivo/516/

La ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo

La ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo son problemas muy frecuentes y relacionados entre sí.

fuente:carolina garcia


"Fina, de 34 años, sale de su casa al trabajo. Previamente, como hace todos los días, deja todo totalmente cerrado: ventanas, puertas? Revisa el orden de los muebles y la comida de los gatos. Es su ritual. Sale y, cuando llega al coche, no se acuerda si ha cerrado la puerta o no. Sube al coche y piensa que es una tontería: siempre cierra la puerta. En un momento empiezan las sensaciones molestas: palpitaciones, sofocos? Los pensamientos de si ha cerrado o no son cada vez más recurrentes. Al final tiene que salir del coche y verificar si ha cerrado o no la puerta."

¿Qué es el TOC?

Antiguamente el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se relacionaba con problemas de control de impulsos, pero en la actualidad se cree que la ansiedad es la causa principal de su aparición. Los estudios indican que el 90% de las personas padece ideas de tipo intrusivo, o, lo que es lo mismo, pensamientos que aparecen en nuestra mente sin que lo deseemos. Pero ¿por qué algunos podemos superarlos y otros no nos dejan vivir? La respuesta tiene relación con la interpretación que hacemos cada una de esas ideas.

Factores de riesgo

Algunos estudios señalan que el padecer trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o no depende de dos variables: la vulnerabilidad biológica o la predisposición genética; y la vulnerabilidad psicológica. Padecer ciertos trastornos como depresión o ansiedad puede facilitar la aparición del TOC.El trastorno obsesivo-compulsivo, como cualquier otro problema emocional, es extremadamente tortuoso. Para las personas que lo sufren, se trata de un mal misterioso, y son incapaces de encontrar su origen.

Síntomas y tratamiento

Al contrario de lo que se pueda pensar, el TOC tiene cierta "racionalidad" y podríamos decir hasta un protocolo de actuación:

- En primer lugar aparece una situación estresante. Este es el botón que va a despertar los síntomas. En el ejemplo tratado, Fina tiene la necesidad de comprobar si ha cerrado o no la puerta; es algo vital para ella.

- En segundo lugar, ese botón o situación estresante provoca la aparición de la obsesión. Es un pensamiento que la persona no elige, es automático e involuntario. Muchas veces en consulta el paciente indica que esos pensamientos vienen del inconsciente, no de su yo real. En el caso de Fina, esa obsesión es el pensamiento recurrente de si ha cerrado o no la puerta.

- Esta obsesión, pensamiento automático y recurrente, nos provoca un malestar. La reacción emocional que libera el TOC es la ansiedad. Experimentamos síntomas como palpitaciones, taquicardias.

- A continuación encontraríamos la compulsión, reacción que neutraliza nuestro malestar y cuyo fin es ponerse a salvo del temor inducido por la obsesión.

- Por último, estaría el alivio, lo que llamamos "la trampa de la ansiedad" que es una solución a corto plazo, pero es en realidad una conducta dañina para el individuo a largo plazo.

Los síntomas y su recurrencia nos indicarán el nivel de afección que sufre el individuo. Puede tratarse de algo que el individuo domina y controla en su día a día, o por el contrario puede ser que la persona necesite atención psicológica.

La ansiedad y su tratamiento



La ansiedad y su tratamiento
Autor: Dra. Yinet Iturralde Muñoz

http://www.mailxmail.com/curso-ansiedad-tratamiento/ejercicios-relajacion

Una vez que hemos determinado en qué circunstancias específicas desarrollamos ansiedad, el primer paso para la aplicación de la solución efectiva es relajarnos completamente. Créalo o no, usted puede aprender a relajarse con bastante facilidad. Para ello debe buscar un asiento cómodo, o acostarse boca arriba en su cama. Debe ser un lugar y un momento donde exista el menor número de distracciones posible. Cada vez que haga esto cierre los ojos, tome una respiración profunda exhalando lentamente.

Buscar un lugar tranquilo y asumir una posición cómoda. Una vez que lo haya logrado, cierra sus ojos y comienza a tomar respiraciones profundas exhalando lentamente. Entonces se comienza a repetir a sí mismo la frase: `Me estoy relajando completamente´ y comienza a concentrar su atención en cada uno de los puntos de tensión de su cuerpo.

Comenzando por el cuero cabelludo, los párpados, la mandíbula, el cuello, la nuca, los hombros y así sucesivamente va recorriendo su cuerpo hasta llegar a los dedos de los pies. Al recorrer cada área piense: `En este momento voy a relajar los músculos de la cara´, espera un instante hasta experimentar la relajación de los músculos de la cara, luego hará esto mismo con cada parte del cuerpo.

De esta forma y de manera gradual, usted se sentirá más y más profundamente relajado. Recuerde, se va a concentrar en cada grupo de músculos de su cuerpo, en los diferentes órganos, en cada área donde la tensión se acumula comenzando desde la piel que cubre su cabeza. Si le cuesta trabajo lograrlo la primera vez, puede crear tensión sobre esa parte específica y después quitar la tensión para experimentar la relajación que se siente.

Por ejemplo, usted puede contraer su cuero cabelludo, los músculos de la cara, apretar el puño, contraer la espalda, el abdomen y después soltar la contracción y experimentar la relajación que se siente. En el mismo orden, comenzando por la piel que cubre su cabeza y de forma gradual hasta llegar a los pies. Posiblemente si le cuesta trabajo lograrlo la primera vez, la práctica de la contracción de las diferentes áreas del cuerpo le ayudará a lograr la relajación. Ya para la tercera o la cuarta vez que lo haga, simplemente con mencionar gradualmente cada parte del cuerpo se sentirá relajado. Se volverá más experimentado en la práctica de la relajación física y una vez que haya alcanzado el estado ideal de relajación, se habrá preparado para sostener una sesión privada de autoterapia.

Será en este punto donde comenzaremos a tratar el problema de la ansiedad. Utilizaremos la relajación para el tratamiento de la ansiedad, aunque más adelante mencionaremos otras ideas de cómo utilizar esta práctica de la relajación física y mental. Ya conocemos el primer paso, asumir una posición cómoda en un lugar donde tengamos el menor número de distracciones posibles, cerrar los ojos, tomar varias respiraciones profundas y comenzar a relajar cada parte del cuerpo desde la piel que cubre la cabeza hasta la punta de los dedos de los pies.

La desintetización gradual


http://www.mailxmail.com/curso-ansiedad-tratamiento/desintetizacion-gradual


En el capítulo anterior explicábamos cómo las reacciones precondicionadas tienen su origen en el pasado, casi siempre durante la infancia y son producto de una programación que inevitablemente nos hace reaccionar de manera ansiosa cuando se repiten las circunstancias. Afortunadamente, podemos sobreponernos a estas situaciones y superar los acondicionamientos que nos causan la ansiedad.

De hecho, no es tan difícil el proceso si lo realizamos de la manera correcta. Un procedimiento clínico para eliminar el acondicionamiento que provoca la ansiedad fue concebido por el profesor Joseph Walter, siquiatra que hace uso de los principios básicos aprendidos después de años de investigación.

Este proceso se conoce por el nombre de desintetización gradual y se lleva a cabo de forma efectiva en muchas consultas de siquiatras y sicólogos y en muchas instituciones para el tratamiento mental. Si se practica como es debido, en un 90% de los casos ha probado su efectividad.

Vamos a tomar el caso que señalábamos anteriormente, o sea, alguien que le teme a figuras de autoridad. En este caso la persona va a practicar el proceso de desintetización exponiéndose de nuevo a situaciones semejantes a aquellas que le acondicionaron el estado de ansiedad. Quiere esto decir que gradualmente la persona será expuesta a una situación similar hasta que logre vencer la ansiedad que lo domina. No es el razonamiento lógico parte de la terapia, es el proceso gradual de erradicar la programación original que estaba provocando la ansiedad.

Lo más práctico sería sentarnos con papel y lápiz a analizar bajo qué circunstancias específicas desarrollamos ansiedad en cada área de interés. Es decir, necesitamos ser prácticos y analizar en qué áreas específicas existe una programación anterior que nos está haciendo dañ o. Una vez hecho esto, tomaremos de las diferentes situaciones aquella o aquellas con las cuales nos vemos más frecuentemente confrontados y que deseamos eliminar lo más rápido posible. Entre dichos temores se encuentran tal vez el hablar con personas desconocidas, profesionales, con personas de mayor preparación académica que nosotros, o tal vez el nerviosismo ante la presencia del jefe en el centro de trabajo, o cuando este nos llama para decirnos algo, o tal vez el tener que leer o decir algo en público. Cualquier situación de ansiedad, algo con lo cual nos vemos confrontados a menudo y que en realidad nos afecte.

ansiedad : Las reacciones preconcebidas

fuente:http://www.mailxmail.com/curso-ansiedad-tratamiento/reacciones-preconcebidas


En análisis psicológico se necesita primero que todo comprensión y luego diseñar un plan de trabajo, nos trazamos metas para llevarlas a cabo y alcanzar nuestra meta.

La mayor parte de la ansiedad que la gente experimenta se debe a lo que los sicólogos llaman reacciones preconcebidas o precondicionadas. Dicho en términos más simples, esto quiere decir que aquellas cosas que nos suceden de forma simultánea las asociamos mutuamente de manera tal que reaccionamos siempre de la misma manera ante circunstancias similares.

Asociamos dos acontecimientos: si el acontecimiento X nos produjo temor, pánico, nerviosismo, inquietud, ansiedad; entonces cada vez que el acontecimiento X sucede volvemos a reaccionar de la misma manera. Por lo tanto si reaccionamos con miedo o con ansiedad ante la presencia de cierto estímulo externo, cada vez que esta situación se presente reaccionaremos de la misma forma. Lo interesante de esto es que aunque en realidad no exista ningún peligro, si vuelve a acontecer el mismo estímulo X, volveremos a reaccionar de la misma manera, porque ya esto se ha acondicionado en nosotros.

Por ejemplo una persona que durante la infancia haya tenido algún tipo de experiencia negativa con figuras de autoridad tales como un policía, el director de un colegio o alguien al que consideraba digno de respeto, tal vez ahora de adulto se sienta ansioso si va conduciendo y ve que se acerca algún policía. De hecho ante cualquier figura de autoridad que le confronte directamente va a experimentar ansiedad. Entre los síntomas inmediatos que la persona experimentará están la tensión muscular, sudores fríos, dolor de estómago, ganas de ir al baño, tartamudeo, el corazón latiendo con rapidez, etc.

Todo es debido a reacciones precondicionadas que tienen su origen en el pasado, casi siempre durante la infancia. Muchas de nuestras emociones son producto de preacondicionamientos. Es por eso que el razonamiento lógico no puede formar parte del tratamiento, pues la persona tal vez se da cuenta de que no es para tanto lo sucedido, pero a pesar de todo no logra controlarse. Si usted le explica a esta persona desde el punto de vista lógico lo que está sucediendo, ella va a estar plenamente de acuerdo con usted. Si ha experimentado un estado de ansiedad ante cualquier situación específica, sabrá que tengo razón en este punto.

A pesar de que la lógica le dice que no hay de qué temer, que es una sobre-reacción, sin embargo usted no tiene la capacidad de controlar la situación. Necesitamos comprender que el individuo bajo un estado de ansiedad no está reaccionando ante la situación específica, sino que su conducta es producto de una programación anterior. Esta es la razón por la cual la persona que se dice a sí misma: voy a poner de mi parte, la próxima vez que esto suceda me voy a controlar, se da cuenta de que muy a pesar de sus buenas intenciones, no puede hacerle frente a las cosas como planeó. Una vez más la ansiedad le ganó.

¿Si esto es así, qué podemos hacer? ¿Estaremos atrapados en nuestra programación pasada siendo víctimas de la ansiedad? Afortunadamente, podemos sobreponernos a estas situaciones y superar los acondicionamientos que son los causantes de la ansiedad.

Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)


Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
http://www.psiquiatria24x7.com/bgdisplay.jhtml?itemname=anxiety_ocd

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad. Se trata de una enfermedad que puede durar toda la vida de una persona. Las personas con TOC pueden verse atrapadas en un modelo de pensamientos y comportamientos repetitivos que carecen de sentido y resultan angustiantes, pero extraordinariamente difíciles de superar. Sus síntomas pueden variar de benignos a graves, y si no se trataran, un TOC grave puede destruir la capacidad de una persona para rendir en el trabajo, el colegio, e incluso en el hogar.

El trastorno obsesivo-compulsivo implica pensamientos de ansiedad (obsesiones) o rituales (compulsiones) que la persona tiene la sensación de no poder controlar. Las personas con TOC suelen estar acosadas por pensamientos o imágenes desagradables y persistentes, o por la necesidad urgente de participar en ciertos rituales. Por ejemplo, una persona con TOC podría estar obsesionada con los gérmenes o la suciedad, y lavarse las manos una y otra vez. Otras personas pueden hacer comprobaciones reiteradas o estar preocupadas por pensamientos violentos. En personas con TOC se observa con frecuencia la manía de calcular obsesivamente.

Durante muchos años, los médicos creyeron que el TOC era una enfermedad rara, porque veían pocos pacientes que la padecieran. Sin embargo, muchos de los que la padecían no eran identificados, pues la gente con TOC tratará de mantener en secreto sus pensamientos y su comportamiento repetitivo, y no tratan de buscar tratamiento.

Ahora se piensa que aproximadamente dos de cada cien personas están afectadas, lo que significa que el TOC es más corriente que las enfermedades mentales tales como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, o el trastorno de pánico. El TOC afecta a personas de todos los grupos étnicos, y a hombres y mujeres por igual.

Los síntomas del TOC suelen comenzar en la adolescencia o una edad adulta temprana, pero algunos niños pueden desarrollar la enfermedad a edades más jóvenes, incluso en los años pre-escolares. Al menos un tercio de los adultos con TOC sufren por primera vez la enfermedad durante la niñez. El TOC tiene tendencia a persistir durante años, incluso décadas. Los síntomas pueden hacerse menos graves de vez en cuando, y pueden existir intervalos prolongados en que los síntomas son leves, pero para la mayor parte de los individuos, los síntomas son crónicos.


Síntomas del TOC

Obsesiones



Las obsesiones son ideas o impulsos no deseados que aparecen repetidamente en la mente de la persona que padece TOC. Los pacientes suelen tener miedo a sufrir daño ellos mismos, o alguien al que quieren, se preocupan irracionalmente por no contaminarse, o tienen una necesidad excesiva de hacer las cosas correctamente o con perfección. Una y otra vez, la persona piensa algo que le inquieta, como por ejemplo, "Mis manos pueden estar contaminadas--debo lavarlas" o "Puedo haber dejado el gas abierto" o "Estoy haciéndole daño a mi hijo." Estos pensamientos angustiosos se inmiscuyen con los otros pensamientos del paciente, y causan ansiedad. A veces, las obsesiones son de carácter violento o sexual, o tienen que ver con enfermedades.


Compulsiones

En respuesta a sus obsesiones, la mayoría de las personas con TOC recurren a comportamientos repetitivos llamados compulsiones. Los más frecuentes son los rituales de limpieza y las comprobaciones. Otros comportamientos compulsivos incluyen recuentos (a menudo al mismo tiempo que se realizan otras acciones compulsivas, tales como lavarse las manos), hacer repeticiones, acaparamiento, y recolocaciones sin fin de objetos en un esfuerzo para mantenerlos perfectamente alineados. También son corrientes los problemas mentales, tales como repetir frases mentalmente y hacer listas. Estos comportamientos, en general, tienen por objeto proteger de peligros a la persona que padece TOC, o a los otros.

Algunas personas con TOC tienen rituales establecidos; otros tienen rituales que son complejos y cambiantes.

El ejecutar estos rituales sólo proporciona alivio temporal de la ansiedad, pero no hacerlos incrementa la ansiedad de la persona.

Resistencia

La mayoría de las personas con TOC luchan por desterrar sus pensamientos obsesivos, y por evitar caer en la trama de comportamientos compulsivos. Muchos son capaces de mantener sus síntomas obsesivos-compulsivos bajo control cuando están en el trabajo o en el colegio, pero con el paso de los meses o los años, su resistencia puede debilitarse. Cuando esto ocurre, los síntomas pueden agravarse tanto que los tediosos rituales llegan a dominar su vida, haciendo imposible que continúen con sus actividades fuera del hogar.


Vergüenza y secreto

Los pacientes que sufren TOC intentan con frecuencia ocultar sus trastornos en vez de solicitar ayuda y, muchas veces, consiguen ocultar sus síntomas obsesivos-compulsivos a sus amigos y colaboradores. Desafortunadamente, esto significa que las personas con TOC de ordinario no reciben ayuda psiquiátrica profesional hasta años después de la aparición de su enfermedad. Para entonces, es posible que ya hayan aprendido a manejar sus vidas, y sus relaciones con los familiares y amigos, en lo referente a sus rituales.

Las personas con TOC no deben confundirse con las personas a las que se puede llamar 'obsesivas' porque ellas mismas se sitúan a muy alto nivel y son perfeccionistas y muy organizadas y meticulosas en su trabajo y actividades recreativas. Este tipo de obsesividad con frecuencia tiene un fin útil, contribuyendo a la autoestima personal y al éxito en el trabajo. A ese respecto, difiere de las obsesiones que pueden arruinar la vida y los rituales de las personas con TOC.


Enfermedades que coexisten con el TOC

Algunas personas con TOC también pueden sufrir depresión, trastornos alimentarios, abuso de ciertas substancias, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (ADHD), u otros trastornos de ansiedad. Cuando una persona tiene otros trastornos, el TOC suele ser el más difícil de diagnosticar y de tratar. Los síntomas del TOC también suelen verse en otros trastornos cerebrales, como en el síndrome de Tourette. El diagnóstico y tratamiento correctos de estos trastornos es importante para que tenga éxito el tratamiento del TOC.


Causas

En el pasado, se pensaba que el TOC estaba causado por experiencias vitales, pero ahora hay cada vez más evidencia de que están implicados factores biológicos, y que el TOC está relacionado con una anomalía en el funcionamiento de los circuitos de las células nerviosas en zonas específicas del cerebro. El TOC no se debe a problemas familiares ni a actitudes aprendidas en la infancia, tales como la insistencia en la limpieza, o la creencia de que ciertos pensamientos son peligrosos o inaceptables.

Usando técnicas que permiten ver lo que ocurre en cerebro de personas vivas, tales como la Tomografía por Emisión de Positrones (PET), los médicos han comparado a personas con y sin TOC. Las personas con TOC tienen esquemas de actividad cerebral que difieren de los de personas con otras enfermedades mentales o de los de personas sin enfermedades mentales. Además, los escáners PET indican que en pacientes con TOC, tanto la terapia conductual como los fármacos, producen cambios en el cerebro. Estos cambios pueden ser una explicación de la mejora clínica conseguida con la psicoterapia y con la medicación.

Otros estudios de la estructura cerebral usando imágenes de resonancia magnética (MRI) indican que las personas con TOC tienen menos materia blanca que los sujetos normales, lo que sugiere una anomalía cerebral ampliamente repartida.

Otras teorías sobre las causas del TOC hacen hincapié en la importancia de la interacción entre el comportamiento y el entorno, y sobre las creencias y actitudes, así como en la forma en que se procesa la información. Tanto las teorías conductuales como cognitivas y las razones biológicas son explicaciones importantes de diferentes aspectos de la enfermedad.


Tratamiento con fármacos

Los fármacos que afectan la acción de la serotonina neurotransmisora (5-HT) en el cerebro pueden reducir significativamente los síntomas del TOC. Más de tres cuartas partes de los pacientes consiguen ayuda con estos fármacos, al menos en parte, y en más de la mitad de los pacientes, la medicación alivia los síntomas del TOC al reducir la frecuencia y gravedad de las obsesiones y compulsiones. La mejoría suele tardar al menos tres semanas o más. Si un paciente no responde bien a uno de estos medicamentos, o tiene efectos secundarios inaceptables, otro fármaco podría dar mejor resultado. La medicación ayuda a controlar los síntomas del TOC, pero, a menudo, si el paciente deja de tomarla, tendrá lugar una reaparición de los síntomas. Incluso después de que los síntomas hayan amainado, la mayoría de las personas tendrán que continuar con la medicación indefinidamente, pero quizás a una dosis más baja.


Terapia conductual

La psicoterapia tradicional, cuyo objeto es ayudar al paciente a hacerse una idea de su problema, en general no sirve de ayuda para el TOC. Sin embargo, una terapia conductual específica, llamada 'exposición y prevención de respuestas' resulta eficaz para muchas personas. Con este enfoque, el paciente se enfrenta deliberada y voluntariamente al objeto o idea de sus miedos, ya sea directamente o imaginándolo. Al mismo tiempo se alienta al paciente a que se abstenga de efectuar rituales, con los conocimientos y apoyo del terapeuta y, posiblemente, de otras personas a las que el paciente ha recurrido en busca de ayuda. Por ejemplo, se podría alentar a una persona que se lava las manos compulsivamente a que toque un objeto que cree está contaminado, y después prohibirle que se lave las manos durante varias horas, hasta que la ansiedad haya disminuido. Después, el tratamiento sigue paso a paso, guiándose por la habilidad del paciente a tolerar la ansiedad y a controlar sus rituales. A medida que progresa el tratamiento, la mayoría de los pacientes experimentan generalmente menos ansiedad causada por los pensamientos obsesivos y son capaces de resistirse a los impulsos compulsivos.

Estudios de terapia conductual en el caso del TOC han demostrado que se trata de un tratamiento que tiene éxito en la mayoría de los pacientes que lo completan. Es beneficioso para el paciente estar muy motivado y tener una actitud positiva y decidida. Los efectos positivos de la terapia conductual continúan una vez acabado el tratamiento.

La terapia cognitiva-conductual (TCC) puede ser eficaz para el TOC. Esta forma de terapia conductual hace hincapié en cambiar las creencias y la forma de pensar de los pacientes con TOC.


Las repercusiones del TOC en las familias

El TOC afecta no solo al individuo que lo padece sino también a sus familiares y amigos. Las familias con frecuencia atraviesan momentos difíciles para aceptar el hecho de que la persona con TOC no pueda poner freno a su comportamiento angustiante. Si los familiares muestran su enfado y resentimiento, podrían contribuir a que aumente el comportamiento TOC. Por otra parte, con el fin de mantener la paz, podrían asistirle en los rituales o tranquilizarle continuamente. Sin embargo, las familias pueden esforzarse en aprender formas de animar a la persona con TOC para que persevere con los programas de terapia conductual y/o medicación.

Aprende más sobre Estrés postraumático (TEPT)

Mal interpretar síntomas de ansiedad


Mal interpretar síntomas de ansiedad
http://www.vidaemocional.com

¿Qué creo de mis síntomas y que sucede realmente?
Como decíamos en otro artículo el verdadero causante de que sigamos manteniendo las crisis de ansiedad es el MIEDO AL MIEDO, y ese miedo es mantenido por explicaciones irracionales e irreales, aquí veremos lo que sentimos y lo que significa de verdad. Daremos un paso más para solucionar nuestros problemas, comprenderemos la verdadera función de nuestros síntomas, que como ya dije son solo desagradables pero INOFENSIVOS.
[...]
¿Qué creo de mis síntomas y que sucede realmente?
Como decíamos en otro artículo el verdadero causante de que sigamos manteniendo las crisis de ansiedad es el MIEDO AL MIEDO, y ese miedo es mantenido por unas creencias irracionales como son las siguientes, aquí veremos lo que sentimos y lo que significa de verdad. Daremos un paso más para solucionar nuestros problemas, comprenderemos la verdadera función de nuestros síntomas, que como ya dije son solo desagradables pero INOFENSIVOS.
• MAREO. Tensión de cervicales que disminuye el aporte de sangre a la cabeza. Efectos diversos de la hiperventilación. Hipotensión de etiología diversa (por ej., efecto secundario de la medicación).

• FALTA DE AIRE. Aumento de oxígeno en la sangre debido a la hiperventilación (lo contrario asfixia).

• TAQUICARDIA, PALPITACIONES. Cuando estamos en peligro, real o imaginario, el corazón trabaja con mayor fuerza y rapidez. Así, envía más sangre a las zonas implicadas en la reacción de alarma, para que puedan funcionar mejor, eliminar mejor las toxinas, etc.

• HORMIGUEO EN LAS EXTREMIDADES, PÉRDIDA DE SENSIBILIDAD, PALIDEZ. La afluencia de sangre es mayor en los lugares donde puede ser más necesaria, dejando al resto del cuerpo con un riego menor. De ese modo, si fueses herido serías menos propenso a desangrarte.

• OPRESIÓN, DOLOR O PINCHAZOS EN EL PECHO. DOLOR EN BRAZO IZQUIERDO. Tensión de los músculos intercostales debida a la hiperventilación o a mantener los pulmones demasiado llenos. Contracturas en cervicales o dorsales que irradian el dolor a esas zonas. Posturas corporales incorrectas habituales.

• CALOR, SOFOCO, SUDOR, ESCALOFRÍOS. Aumento de la temperatura en las zonas más vitales y puesta en marcha del sistema de enfriamiento de nuestro organismo (sudor).

• PERCIBIR LAS COSAS DE FORMA EXTRAÑA, VER "LUCECITAS", ETC.

• DISMINUCIÓN DE OXÍGENO EN CIERTAS ZONAS DEL CEREBRO. Debida a la hiperventilación. Dilatación de las pupilas que aumenta la visión periférica, facilitando así la percepción de posibles peligros.

• TEMBLOR, PINCHAZOS, PARESTESIAS. Tensión muscular excesiva.

• DIFICULTAD PARA PENSAR EN LA FORMA HABITUAL. Cuando sentimos una emoción muy intensa, como el pánico, la ira, etc.; se produce un "secuestro emocional", que nos causa una dificultad transitoria para pensar y actuar en la forma en que habitualmente lo hacemos. Esa es la forma normal en que funciona nuestra mente y es útil cuando afrontamos una situación de peligro real.

• NAUSEAS O MOLESTIAS ABDOMINALES. Efectos normales de la ansiedad en el sistema digestivo. No suponen ningún peligro y mejoran en cuanto se reduce la ansiedad.

• OPRESIÓN O SENSACIONES EXTRAÑAS EN LA CABEZA. Disminución de oxigeno en ciertas áreas del cerebro. Contractura de cervicales que dificulta la irrigación sanguínea de la cabeza y que produce diversas molestias. Mantenimiento de los músculos estirados y tensos durante mucho tiempo. Falta de sueño profundo y reparador.

• CUALQUIER SENSACIÓN INTERNA TEMIDA. La focalización de la atención en captarlas, aumenta la percepción de cualquier sensación (comprobarlo). Además, dado que las sensaciones temidas en el pánico son las propias de la ansiedad, cualquier pensamiento de que suponen un peligro, puede producirlas o incrementarlas.

POR TANTO SI EXISTE UNA EXPLICACION RACIONAL PARA NUESTROS SÍNTOMAS DE ANSIEDAD EL MIEDO DISMINUIRÁ SEGURO.

Es un trastorno de ansiedad por el cual una persona se encuentra inmersa en un sistema de ideas, pensamientos y conductas recurrentes, constituyendo una experiencia muy angustiante. Ese sistema, que carece de sentido para el resto, conforma una estructura mental poderosa, muy difícil de contrarrestar, pudiendo acompañar a la persona a través de toda la vida. En casos severos, la falta de tratamiento médico puede interferir gravemente con las actividades y relaciones personales tanto en el trabajo o la escuela, como en la familia.

Durante mucho tiempo se pensó que este trastorno era poco frecuente, ya que el número de consultas era relativamente escaso. Sin embargo, en las últimas décadas del pasado siglo pudo comprobarse que son más las personas que padecen trastorno obsesivo-compulsivo que otras enfermedades mentales como la esquizofrenia o trastorno causado por pánico. También se pensó que el trastorno obsesivo-compulsivo tenía sus causas sólo en experiencias personales traumáticas. Pero se ha demostrado que existe una incidencia del factor biológico, aceptándose hoy la interacción de factores neurobiológicos e influencias ambientales, así como procesos cognitivos.

Muchas de las personas afectadas por obsesiones y compulsiones no consultan a profesionales por temor o vergüenza de mostrar sus ideas obsesivas. Pero, gracias a la paulatina desmitificación de las terapias mentales, cada día son más las personas que pueden beneficiarse con tratamientos por lo general eficaces.

El trastorno obsesivo-compulsivo afecta por igual a hombres y mujeres. Sus síntomas comienzan por lo general en la adolescencia o en la edad adulta temprana, pero existen algunos niños que desarrollan la enfermedad a edad temprana.


Obsesiones y compulsiones

Las obsesiones son pensamientos o ideas angustiantes, que aparecen recurrentemente en la conciencia de una persona que sufre un trastorno obsesivo, causándole un gran temor y ansiedad. Son comunes las obsesiones cuyo tema es la limpieza. Muchas personas necesitan lavarse las manos a cada momento, y siempre pensarán que están sucias. Y es que las ideas obsesivas no se ajustan a la realidad fáctica, sin que por ello pierdan fuerza de verdad para quien las padece. Otras personas estarán siempre desconformes con el modo en que han hecho alguna cosa. Esa obsesión por la perfección, sea en el trabajo, las tareas del hogar o la escuela puede acarrear problemas de relación.

Otros temas frecuentes de obsesión son los relacionados a la sexualidad o el temor a padecer diversas enfermedades (hipocondriasis).

Las compulsiones, por su parte, son conductas recurrentes causadas por las obsesiones. Una obsesión por la higiene puede originar la conducta compulsiva de lavarse las manos aunque no estén sucias, sin que sea casi posible al individuo abstenerse de hacerlo. El ordenar diversos objetos, repetir ciertas palabras o frases o chequear el estado de algo, como por ejemplo la cerradura de una puerta, pueden ser conductas compulsivas que respondan a obsesiones.

Existen muchos individuos que parecen tener una actitud compulsiva por tener un nivel alto de actividad, ser perfeccionistas o muy organizados en su trabajo. Pero difieren de una persona con TO-C porque ésta tiene conductas lo suficientemente extremas como para interferir negativamente en su cotidianeidad.

El desarrollo de estas conductas suele estar regido por complicados rituales. Una característica constante es que estas acciones son desarrolladas para aliviar la ansiedad que provocan las ideas obsesivas, sin que logren ese alivio por mucho tiempo. En esos lapsos, la persona muchas veces reconoce que sus ideas y conductas no tienen demasiado sentido lógico, a lo cual se llama "percepción". Sin embargo, la idea recurrente volverá, y el individuo desarrollará nuevamente esa conducta en forma compulsiva.

Es habitual que las personas que padecen este trastorno puedan mantener sus impulsos bajo control durante buena parte del tiempo, en especial las horas que comparten socialmente. La percepción antes mencionada los impulsa a esconder esas ideas y conductas, y desarrollarlas en el ámbito de lo privado. Aprenderán a manejar las situaciones y adquirirán habilidades que les permitan manejar no sólo sus vidas, sino muy frecuentemente también a quienes los rodean. Es probable que una persona viva de esa manera muchos años, o aún toda su vida.

Vivirá su obsesión en secreto, lo cual le impedirá, lamentablemente, solicitar una ayuda que podría aliviar los síntomas hasta curar el trastorno.


Tratamientos

Muchas veces el TO-C está acompañado por depresión, problemas alimentarios, abuso de drogas, trastorno de personalidad, déficit de atención, u otros de los trastornos de ansiedad. Esta coexistencia de diversas alteraciones puede hacer más difícil un diagnóstico y posterior tratamiento.

Algunos estudios han propuesto que los pacientes con este trastorno tienen esquemas de actividad cerebral diferentes a los de otras personas.

Las experiencias de tratamientos con medicación podrían producir cambios en la actividad cerebral. Por otra parte, se sabe que la psicoterapia logra una mejoría clínica.

La medicación puede ayudar a ganar control sobre los síntomas al disminuir la frecuencia e intensidad de las obsesiones y compulsiones, aunque los efectos cesarían al abandonar la administración.

Es necesario, por lo tanto, iniciar una terapia bajo la guía de un profesional de la salud mental. En la mayoría de los casos las personas responden al tratamiento, el cual las ayuda a controlar la ansiedad causada por los pensamientos obsesivos y aprendiendo a resistir los impulsos compulsivos.

A diferencia del tratamiento farmacológico, los efectos positivos de la psicoterapia perduran una vez que se ha dado el alta.

Por último, dado que el TO-C afecta no sólo a la persona sino a su núcleo familiar, es probable que el terapeuta aconseje algún tipo de terapia conjunta.

Las obsesiones son recurrentes y persistentes ideas, pensamientos, imágenes o impulsos que pueden causar una gran cantidad de ansiedad o angustia


http://www.taringa.net/posts/salud-bienestar/1924603/Trastorno-obsesivo-compulsivo.html
Las obsesiones son recurrentes y persistentes ideas, pensamientos, imágenes o impulsos que pueden causar una gran cantidad de ansiedad o angustia



El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) esta relacionado con la ansiedad, que afecta alrededor del 1 a 2% de la población. Los síntomas del TOC implican obsesiones que llevan a la compulsión. En respuesta a las obsesiones, las personas con TOC tratan de deshacerse de ellas por medio de compulsiones o actos que realizan una y otra vez y, a menudo, de acuerdo a determinadas normas personales. También llamadas rituales, las compulsiones son generalmente destinadas a prevenir o reducir la angustia y la ansiedad, o para prevenir algunas situaciones de temor.

Las obsesiones y compulsiones pueden tomar muchas formas. Algunos ejemplos incluyen: Las personas que temen o están obsesionados con los gérmenes, los cuales suelen lavarse las manos repetidamente durante todo el día después de tocar los posibles "gérmenes", como manijas de puerta, el dinero, o los periódicos. A menudo, sus manos están adoloridas debido al jabón o detergente que utilizan en el lavado, pero no pueden dejar de hacerlo. Otros podrían estar obsesionados con el orden y la limpieza, compulsivamente organizan los elementos en un orden particular, o limpian su casa muchas veces al día. Quienes temen robos, incendios o inundaciones pueden comprobar en repetidas ocasiones las cerraduras de las puertas, los quemadores de la estufa, y los grifos para asegurarse de que sus hogares están seguros. Con el paso del tiempo, tales acciones repetitivas suelen verlas cada vez menos eficaces, y las personas pueden experimentar la ansiedad y la depresión a menudo en respuesta a las crecientes obsesiones y compulsiones.

Además de causar una gran cantidad de estrés, los síntomas pueden durar mucho tiempo, y puede interferir significativamente con el trabajo, la vida social, o las relaciones. Este trastorno puede ser un problema difícil, pero afortunadamente, hay tratamientos muy eficaces para ayudar a las personas y las familias a llevar una vida más satisfactoria.

Causas del TOC

No hay una sola causa. Sin embargo, hay crecientes evidencias de que los factores biológicos son un principal contribuyente en la enfermedad. Las investigaciones sugieren que el TOC implica problemas en la comunicación entre la parte delantera del cerebro (la corteza orbital) y las estructuras más profundas (los ganglios basales). Estas estructuras cerebrales se comunican entre sí mediante el uso de la serotonina, un mensajero químico. Es posible que la serotonina juega un papel importante en el desarrollo o mantenimiento de la OCD. Otros factores que influyen en el trastorno pueden ser psicológica, familiar, social y cultural, pero no está claro si causa la enfermedad.

¿Cómo afecta el TOC a los miembros de la familia?

Los miembros de la familia a menudo se sienten confundidos y frustrados por los síntomas de TOC. Ellos pueden tener dificultad para comprender el comportamiento exagerado visto en una persona con TOC, y se puede pensar que la persona se está comportando extrañamente a propósito o que él simplemente ha "perdido su mente ". Es comprensible que a la familia se le haga difícil hacer frente a los comportamientos observados en el miembro con TOC y pueden no saber cómo manejar la situación. La familia puede reaccionar negativamente hacia la persona, posiblemente causando el estrés marital. Con el fin de evitar y/o tratar adecuadamente las reacciones de la familia, es muy importante para los miembros de la familia aprender acerca de este trastorno, incluidos sus síntomas, causas y tratamiento. Las familias deben educarse a sí mismos acerca de la enfermedad, y así pueden contribuir al éxito de tratamiento de la persona con TOC.

Tratamientos están disponibles para el TOC

Existen varios tipos de tratamientos eficaces para las personas con TOC y sus familias. Los tipos más comunes de los tratamientos son los siguientes:

Terapia cognitivo conductual:

Este tratamiento consta de dos partes: la terapia de comportamiento cognitivo y la terapia. La terapia conductual incluye la exposición y prevención de respuesta. La exposición está diseñada para reducir las emociones negativas (ansiedad y la culpa) provocado por las obsesiones. Se basa en la idea de que la ansiedad por lo general disminuye después de un largo contacto con lo que se teme. Por ejemplo, las personas con obsesiones acerca de los gérmenes se recomienda permanecer en contacto con "gérmenes" u objetos que los contengan, tales como dinero. Esta exposición repetida sin rituales ayuda a las personas a comprender que entrar en contacto con determinados objetos o situaciones no conducirá al temor en este caso.

La segunda parte es la terapia cognitiva:

A menudo es combinado con terapia conductual para ayudar a reducir el pensamiento catastrófico y exagerado sentido de la responsabilidad a menudo visto en el TOC. En la terapia cognitiva, el terapeuta le hace a la persona una serie de preguntas para ayudarle a identificar y evaluar las creencias que conducen al trastorno, y al comportamiento típico. Una vez que estas creencias son identificadas, el terapeuta utilizará una variedad de estrategias para ayudar al cliente en impugnar las hipótesis erróneas que se ven en el TOC.

Tratamiento del comportamiento familiar:

Siempre que sea posible, es útil para los miembros de la familia participar en el tratamiento. Los miembros de la familia y las personas con TOC ambos tienden a beneficiarse cuando los miembros de la familia participar en grupos psicoeducativos. Estos grupos educan a los miembros de la familia y proporcionan estrategias que la familia puede utilizar para ayudar y apoyar a miembros con este trastorno.

Medicamentos:

La investigación muestra que el uso de la medicación, en concreto inhibidores de la recaptación de serotonina (SRIs), es beneficiosa para el tratamiento del TOC. La mayor parte de la investigación pone de manifiesto que la medicación por sí sola no es suficiente, pero reduce la fuerza de las obsesiones e insta a participar en rituales (por ejemplo, el exceso de lavado de manos), lo que permite a la persona con TOC a tener más control sobre sus pensamientos y comportamientos.

¿Cómo puede un terapeuta familiar ayudar?

Los terapeutas están entrenados para ayudar a las personas, parejas y familias con una variedad de temas clínicos, incluido el TOC. Un terapeuta evalúa cuidadosamente las condiciones de la persona para saber cual tratamiento, de los antes citados, será el más adecuado y beneficioso. Un terapeuta familiar también fomentará a la familia a participar activamente en el tratamiento en una variedad de formas, incluida la participación en un grupo psicoeducativo. Si la medicación es necesaria, el terapeuta lo referirá a un médico que puede guiarlo para determinar qué medicación es la más adecuada a tomar. A menudo, el terapeuta familiar y el médico trabajan juntos para coordinar y llevar a cabo el tratamiento de la persona con TOC. De este modo se garantizará que la persona recibe el mejor trato posible.

El problema obsesivo-compulsivo se incluye en los trastornos denominados de ansiedad


fuente:todoexpertos
El problema obsesivo-compulsivo se incluye en los trastornos denominados de ansiedad, porque precisamente esa ansiedad está en el origen y el mantenimiento o causa del problema. Todos necesitamos un cierto nivel de estrés, de ansiedad para poder estar activados y funcionar en la vida diaria; pero a veces esos niveles se disparan, suben enormemente y entonces si no sabemos eliminarla o no podemos, la ansiedad buscará formas de salir y una de ellas son las compulsiones debidas a las obsesiones previas en forma de pensamientos que parece que irrumpen sin control en nuestra cabeza, elevan nuestra ansiedad o miedo a alguna cosnecuencia desagradable y entonces al comprobar como haciendo algún movimiento o conducta (un "ritual" repetitivo) esa ansiedad decae, se forma un círculo vicioso que hace que cada vez que vuelva a ocurrir volvamos o repitamos ese ritual para que esa ansiedad descienda.
Es importante observar esos primeros pensamientos, intentar averiguarlos porque a veces están demasiado automatizados y no sabemos encontrarlos.
Ten en cuenta que esa ansiedad o miedo que experimentas no dura siempre, es decir, si cuando ocurre en lugar de hacer esos rituales o conductas, permaneces sin realizarlas, intentando aguantar veras como esa ansiedad sube y sube pero luego se estabiliza y finalmente desaparece. Esto es así siempre y solo hace falta aguantar el empujón primero para darnos cuenta de que ocurre de esta forma. Ahroa bien, no siemrpe uno puede afrontar solo esa "exposicion" ya que se necesita primero analizar en profundidad el problema, evaluarlo correctamente, dotar de herramientas para afrontarlo (como la relajación, que es incompatible con al ansiedad, es decir, no se puede estar tenso y relajado al mismo tiempo)
Observa como en cuanto realizas esos rituales esa ansiedad decae, por eso vuelves a repetirlos cada vez más.
Sería interesante que una vez dicho lo anterior, si ves que te está afectando demasiado, que interfiere en tu vida de forma intensa acudieses o intentases acudir aun profesional de forma presencial y directa para que pueda orientarte y ayudarte a encontrar la cusas y los diferentes factores que influyen en el problema, cosa dificl de hacer por este medio, y que te servirá para poder eliminar el problema antes de que aumente en intensidad. Así, estadísticamente, es cierto que la terapia cognitivo-conductual suele dar buenso resultados si se realiza correctametne en este tipo de problemas, siendo predominante la técncia de "exposición con prevención de respuesta", es decir, se presentan al sujeto en consulta situaciones que disparan esa ansiedad y se l eimpide realizar el ritual que habitualmnetne ocurre, pudiend oasí comprobar como esa ansiedad, como ya dijimos anteriormente, sube hasta un punto en el cual decae poco a poco. Ello servirá para romper ese círculo vicioso, además de intervenir, por supeusto, a nivel cognitivo en las creencias que disparan la ansiedad, etc. Asi, "trucos" no hay pero sí un trabajo que bien llevado y realizado dará los resultados que esperas y mereces.
Un saludo cordial.

Ansiedad...¿El miedo puede arruinar una vida?


Ansiedad...¿El miedo puede arruinar una vida?
Dra Ana Belen Jimenez Gonzalez. Hospital Dr R. Lafora
http://www.saludmental.info/Secciones/psiquiatria/2006/elmiedoyansiedadjulio06.htm
imagen:http://wallpapers.free-review.net/
La vida no consiste en recordar el pasado con nostalgia, ni esperar el futuro con ansiedad... ¡sino en vivir el presente con pasión! ...

¿Es la angustia lo mismo que el miedo? ¿Es una respuesta normal o patológica? ¿Puede convertirse en una forma de vida?

Darwin nos describe como reacciona un ser humano ante algo que le resulta estresante o amenazador:” ...A medida que el miedo aumenta de intensidad acercándose al terror, podemos apreciar diferentes consecuencias en función de las violentas emociones a las que estamos sometidos. El corazón late de forma salvaje o fallar y producir un desmayo; la palidez es semejante a la de la muerte; se respira trabajosamente; las aletas de la nariz se abren de forma marcada; aparece un movimiento tembloroso y convulsivo de los labios, un temblor en las mejillas, ... la garganta necesita aclararse continuamente, ... las pupilas están muy dilatadas. Los músculos del cuerpo se ponen rígidos o pueden empezar a moverse de forma convulsiva...". Esto que Darwin nos describe como algo normal ante algo que puede resultar peligroso no son más que los síntomas que se presentan en lo que los médicos llamamos ataque de pánico o crisis de angustia.
De esto podríamos sacar la conclusión de que miedo y angustia es lo mismo pero no es así. Podemos decir que el miedo es una respuesta fisiológica ante un estímulo externo, mientras que la ansiedad es un estado emocional desagradable con una causa menos clara y que a veces tiene las mismas consecuencias fisiológicas que el miedo.

¿Cómo podemos saber si lo que nos pasa es una forma normal de reaccionar ante estímulos externos o si estamos ante un trastorno por angustia?

Debemos puntualizar que un cierto grado de ansiedad es una respuesta normal a las exigencias de la vida cotidiana y permite mejorar el rendimiento personal y laboral pero que cuando sobrepasa un cierto límite deteriora el rendimiento y si se mantiene en el tiempo puede llegar a interferir en todos los aspectos de la vida.² Hay que saber diferenciar lo que es la ansiedad normal de lo que es claramente desadaptativo puesto que tiene consecuencias muy diferentes en nuestra vida cotidiana:

ANSIEDAD NORMAL (Miedo) ANSIEDAD PATOLÓGICA
Existe un estímulo desencadenante
Puede no existir estímulo desencadenante. Puede llevar a revivir situaciones pasadas o preocupaciones futuras

Proporcional al estímulo
Desproporcionada al estimulo

Desaparece tras el estímulo
Persiste cuando desaparece el estímulo

Mejora el rendimiento
Disminuye el rendimiento



¿Qué puede provocar un trastorno de angustia?

Existen numerosas patologías orgánicas que pueden producir o asemejarse a un trastorno de angustia, pero las más importantes y las que no podemos olvidarnos de descartar son: hipertensión arterial, crisis hipoglucémicas, arritmias cardiacas y alteraciones tiroideas.

Mención aparte merece el consumo de diferentes sustancias tóxicas, tanto drogas de abuso en fase de consumo o de abstinencia como fármacos que se usan en el tratamiento de otras patologías. Las más importantes a descartar son alcohol, exceso de cafeína, anfetaminas, alucinógenos, cocaína e incluso ansiolíticos e hipnóticos en fase de abstinencia. Existen fármacos muy usados tanto en Atención Primaria como en Atención Especializada que merecen especial atención. Estos pueden ser antihistamínicos usados en el tratamiento de las alergias tan comunes en nuestro medio, algunos antidepresivos sobre todo al inicio del tratamiento lo que tiene importantes implicaciones si son usados en el tratamiento de los trastornos de ansiedad, simpaticomiméticos alfa y beta adrenérgicos muy usados sobre todo en patología respiratoria, corticoides etc...

Existen ciertas formas de ser, o personas con ciertos rasgos en su carácter que están más predispuestos a sufrir trastornos de angustia. Estas son las que los psiquiatras encuadramos en el Cluster C, definidos como sujetos temerosos, ansiosos.
Uno de ellos es la personalidad evitativa (fóbica) que se caracteriza por una hipersensibilidad a la crítica y al rechazo pero deseosos de contacto social que, a veces evitan por vergüenza y su baja autoestima, suelen tener miedo a las relaciones íntimas. Pueden evitar actividades sociales e implicarse en proyectos personales, así como actividades donde se tengan contacto con otras personas por miedo a las críticas. Se ven inferiores a los demás.
El segundo tipo de personalidad de este grupo es la personalidad dependiente que es muy frecuente, sobre todo en mujeres y se caracteriza por una excesiva dependencia de los demás, un comportamiento sumiso y necesidad de apoyo y soporte emocional. Se muestran incapaces de tomar decisiones sencillas y permiten a otras personas tomar responsabilidades que les corresponden a ellos. Temen ser abandonados
El último tipo de personalidad que se encuadra en este grupo es la personalidad obsesiva que, a diferencia de la anterior es más frecuente en los varones. Son perfeccionistas, meticulosos, ordenados y rígidos, tienen dificultad para expresar sus emociones.

También en otras patologías psiquiátricas pueden relacionarse con trastornos de angustia. La que más se frecuentemente se relaciona es la depresión, tanto es así que muchas veces se confunden los síntomas no pudiendo precisar con claridad si el trastorno de angustia es secundario a la depresión o viceversa. Pero además de en esta, pueden aparecer en casi todo el espectro de patología psiquiátrica

¿Qué se siente realmente cuando se tiene ansiedad?

En la clínica de la ansiedad pueden aparecer diferentes manifestaciones:

SÍNTOMAS FÍSICOS
SÍNTOMAS PSÍQUICOS

Dependientes del sistema nervioso autónomo:
Palpitaciones, sacudidas del corazón o taquicardia
Sudoración
Safocos o escalofríos
Sequedad de boca


Síntomas cardiorrespiratoriosDificultad para respirar
Sensación de ahogo
Dolor o malestar precordial


Síntomas digestivos
Sensación de nudo en la garganta o dificultad para tragar.
Diarrea.
Senasación nauseosa y malestar abdominal.

Síntomas del sistema neuromuscular
Temblores
Tensión muscular o dolorParestesias
Inquietud y dificultad para relajarse
Sensación de mareo, inestabilidad o desvanecimiento.
Desrealización: sensación subjetiva de que el entorno es extraño o irreal; sensación de cambio de la realidad.
Despersonalización: sensación subjetiva de irrealidad, entrañeza o falta de familiaridad con uno mismo, estar separado de uno mismo
Sensación de perder el control, volverse loco o miedo a morir.
Respuesta de alarma exagerada a pequeñas sorpresas o sobresaltos
Dificultad para concentrarse o sensación de tener la mente en blanco
Irritabilidad persintente
Dificultad para conciliar el sueño debido a preocupaciones
Ánimo expectante, como a la espera de malas noticias
Sensación de amenaza o indefensión
Sentimiento de incapacidad por las dificultades mnésicas y de concentración


Juan de Dios Molina Martín, Cristina Andrade de la Rosa. Psiquiatría de Cabecera, 2002. Editorial Aula Médica

Según el DSM-IV la clínica ansiosa puede presentarse de diferentes formas:



Trastorno de angustia: Es la aparición de crisis de angustia recidivantes que producen preocupación y cambios en la conducta del paciente. Puede ser:

Trastorno de angustia con agorafobia
Trastorno de angustia sin agorafobia
Las crisis de angustia son episodios súbitos que, a veces no se relacionan con un estímulo concreto. Los síntomas que aparecen son sobre todo somáticos con sensación de muerte inminente. Hay que tener en cuenta que son las urgencias psiquiátricas más frecuentes en la práctica habitual.
Al pasar el tiempo y repetirse las crisis se ponen en marcha mecanismos como son la ansiedad anticipatoria que no es mas que aparición de síntomas antes de exponerse a una situación angustiosa y conductas de evitación que son maniobras para no exponerse a la situación como puede ser no salir de casa, no coger el coche etc...

Fobia específica: Ansiedad clínicamente significativa ante un objeto concreto que produce conductas de evitación del mismo

Fobia social: Ansiedad clínicamente significativa como respuesta a exponerse al público y produce conductas de evitación de ciertas relaciones y eventos sociales.
Trastorno obsesivo-compulsivo: Existen obsesiones que causan ansiedad y para disminuirla se realizan actos para disminuirla, son las denominadas compulsiones.
Trastorno por estrés postraumático: Reexperimentar una situación traumática, como en todos los trastornos anteriores existen conductas de evitación
Trastorno por estrés agudo: Como el anterior pero existe en el momento del acontecimiento traumático
Trastorno de ansiedad generalizada: Según el DSM-IV se necesitan para el diagnóstico la existencia de preocupaciones por cosas cotidianas durante al menos 6 meses que el paciente no puede controlar. Aparecen con más frecuencia los síntomas psíquicos de ansiedad aunque tambien pueden aparecer somáticos como temblor y parestesias.
Trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica o inducido por sustancias
Trastorno de ansiedad no especificad
¿Existe solución a tantas cosas encadenadas?

Para frenar esta cascada nos tenemos que plantear el tratamiento desde varias perspectivas. Debemos tener claro que es tan importante el abordaje farmacológico como el psicológico y que sólo trabajando desde varios campos podremos llegar al éxito definitivo. El tratamiento básico se centra en tres campos:

Biológico: Descartar patología que nos pueda producir esta sintomatología puesto que una vez controlada la enfermedad se controlarán los síntomas. Descartar tambien el consumo de tóxicos que puedan provocar la sintomatología y si existiera abuso plantear un tratamiento adecuado a esta situación. Más difícil es el abordaje cuando el problema es un fármaco que el paciente necesita para el tratamiento de otra patología.
Farmacológico: Tenemos dos armas terapéuticas: Las Benzodiacepinas que son el tratamiento básico y los Antidepresivos, sobre todo los ISRS aunque tambien se pueden utilizar otros como los triciclicos aunque son menos usados o los que actúan a nivel serotoninérgico y noradrenérgico

Psicológico: Tenemos que usar técnicas de afrontamiento, de relajación etc...para que el paciente pueda usarlas cuando se encuentre de frente al problema. Para ello se pueden utilizar técnicas psicoanalíticas, conductuales o cognitivas.

Manías, control y Ansiedad



http://www.saludmental.info/Secciones/clinica/2007/manias-control-ansiedad-mayo07.htm
Manías, control y Ansiedad
D. Fernando Azor Lafarga, Co-director, coordinador de la sección clínica
Con la edad, dicen, las personas nos volvemos más maniáticas y algo gruñonas. Las manías pueden aparecer cuando queremos hacer las cosas de una manera rutinaria o cuando los estados de ansiedad son muy elevados. Es muy normal que ante un examen, por ejemplo, en el que tenemos muchas dudas de si se va a aprobar o no, se recurra a elementos externos para conseguir la seguridad no existente. Podemos llevar estampitas, la camisa de los exámenes y otras supersticiones. De esta forma adquirimos manías para ganar confianza en nosotros mismos y control sobre lo que nos rodea.

A mayor sensación de incertidumbre, es más probable que aparezcan las manías. Generalmente, y especialmente en psicología, todo está bien hasta que se convierte en un exceso; así, tener ciertas manías es completamente normal. El problema surge cuando empiezan a coartar el tiempo y la estabilidad de la persona. Las manías son la consecuencia de los pensamientos obsesivos que previamente circulan por la mente. Esto hace que la ansiedad aumente y se generen una serie de comportamientos contra los pensamientos obsesivos y así disminuir la ansiedad. Entonces, pensamientos como “me he dejado el gas abierto”, harán aparecer comportamientos de comprobación para descartar o aceptar la idea. Como decía, comprobar el gas ante una duda no es negativo o problemático, pero hacerlo tres, cuatro veces o más, aún habiendo demostrado anteriormente que no estaba abierto, comienza a ser para la persona un problema cada vez más angustiante y esclavizante. De hecho, este tipo de manías suele ir acompañado de otras igualmente exigentes, por lo que la vida cotidiana va a acabar plagándose de comportamientos esclavizantes.

En la película protagonizada por Jack Nicholson: “Mejor Imposible”, se refleja de forma exagerada y un tanto cómica la vida de una persona con manías que acaban desbordándole. En este caso el protagonista necesita realizar cientos de “rituales” para controlar diariamente su ansiedad y malestar. Éste sería un ejemplo límite de hasta dónde se puede llegar por la necesidad de realizar estos actos.

Las manías suelen tener algunos temas predilectos. La limpieza, se lleva la palma, así, lavarse acaba convirtiéndose en algo extremadamente necesario para evitar la suciedad y posibles contagios. La comprobación, la duda y la repetición de lo ya hecho para asegurarse de que algo está bien, son otros de los posibles temas.

Son también bastante frecuentes en las personas que necesitan rutinas de control que aparezcan pensamientos relacionados con dañar a alguien, o a sí mismo. De hecho cuanto más tema uno este tipo de pensamiento con más probabilidad dará vueltas le dará. La razón es sencilla: si no debe pensar en hacerlo, el mero hecho de que se pase por la cabeza hace que sea amenazante y que aumente la probabilidad de seguir pensando para garantizarse que no va a ocurrir. Además los comportamientos que se realizan para alejar el temor: alejar cuchillos, alejarse de las ventanas, no acercarse al andén del metro o del tren… calman a corto plazo la angustia pero mantienen la idea de que quizás en un mal momento uno pueda descontrolarse. Este tipo de pensamientos pueden llegar a ser muy bloqueantes ya que la persona siente que son absurdos, pero el hecho de poder planteárselos le hace temer la locura, el descontrol y el rechazo social si alguien conociese sus pensamientos más internos.

No siempre es necesario un tratamiento, normalmente hasta que el malestar no es muy intenso no se da el paso de pedir ayuda. Como siempre, la detección precoz facilita el tratamiento y lo hace más rápido y efectivo.

TRASTORNOS DE ANSIEDAD, Fuerza de voluntad y algo más...


TRASTORNOS DE ANSIEDAD
Fuerza de voluntad y algo más...
fuente:EL MERCURIO de la Salud

Muchos confunden los trastornos de ansiedad y piensan que las personas deberían sobreponerse a los síntomas con el simple uso de la fuerza de voluntad. Pretender que los síntomas desaparezcan no da resultado, pero hay tratamientos que pueden ayudar a lograrlo.



Una investigación basada en trastornos mentales, salud mental y del cerebro llevada a cabo en Estados Unidos y apoyada por el National Institute of Mental Health (NIHN), permitió que los científicos se aproximen cada vez más a la naturaleza de los trastornos de ansiedad, a sus causas y a la forma de contrarrestarlos.

Estas patologías pueden presentarse de diferentes maneras: trastorno de ansiedad generalizada; trastorno del pánico; fobias; trastorno obsesivo-compulsivo; y trastorno postraumático por tensión.

En la mayoría de los casos el tratamiento adecuado es la terapia de conocimiento cognoscitivo aplicada a cada característica de trastorno y el uso de medicamentos como antidepresivos y benzodiazepinas.

Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG)

Es mucho más de lo que una persona normal con ansiedad experimenta en su vida diaria. Son preocupación y tensión crónica aún cuando nada parece provocarla. Padecer este trastorno significa anticipar siempre en un desencadenamiento trágico, excesivamente pendientes por la salud, el dinero, la familia o el trabajo. Sin embargo, a veces la raíz de la inquietud es difícil de localizar. El simple hecho de pensar en pasar el día provoca ansiedad.

Las personas que sufren TAG no parecen deshacerse de sus preocupaciones aún cuando comprenden que su ansiedad es más intensa de lo que la situación justifica. Suelen no lograr relajarse y a menudo se les dificulta conciliar el sueño o permanecer dormidos. Sus preocupaciones van acompañadas de síntomas físicos, en especial temblores, contracciones nerviosas, tensión muscular, dolores de cabeza, irritabilidad, transpiración o accesos de calor, sentirse mareadas, que le falta el aire, náuseas o sentir como si tuvieran un nudo en la garganta.

Muchos individuos con TAG tienden a sentirse cansados, les cuesta concentrarse y a veces sufren depresión.

Por lo general el daño asociado al TAG no restringe a la persona en el medio social o en el trabajo. Las personas con TAG no necesariamente evitan ciertas situaciones como resultado del trastorno, pero si este es severo, puede ser debilitante y ocasionar dificultades al realizar actividades diarias simples.

El TAG se presenta gradualmente, afecta con mayor frecuencia a las personas en la niñez o adolescencia pero también puede comenzar en la edad adulta. Es más común en las mujeres que en los hombres y con frecuencia ocurre en los familiares de las personas afectadas. Se valora un diagnóstico cuando alguien pasa por lo menos 6 meses preocupándose excesivamente por varios problemas diarios.

En general los síntomas de TAG disminuyen con el correr del tiempo. En cuanto a la posibilidad de algún tratamiento, se está investigando la efectividad de medicamentos como benzodiazepinas y antidepresivos. También es útil la técnica de terapia de comportamiento cognoscitivo, de relajamiento y de retroalimentación para controlar la tensión muscular.

Trastorno del Pánico

Quienes lo padecen experimentan sensaciones de terror que les llegan repentina y repetidamente sin previo aviso. No pueden anticipar cuándo les va ocurrir un ataque y entre cada uno pueden manifestar ansiedad intensa, al preocuparse de cuándo y dónde llegará el siguiente.

Existe una continua preocupación de que en cualquier momento se va a presentar un ataque. Cuando finalmente llega, lo más probable es que la persona sufra palpitaciones y se sienta sudoroso, débil, mareado, con cosquilleos en las manos, sentirlas entumecidas y posiblemente se sofoque o tenga escalofríos. También puede experimentar dolor en el pecho, sensaciones de ahogo, de irritabilidad o tener miedo de que suceda una desgracia o de perder el control. La persona puede llegar a creer que esta sufriendo un ataque al corazón o apoplegía, o perdiendo la razón y que esta al borde de la muerte. Los ataques pueden ocurrir a cualquier hora, aún durante la noche al estar dormido y no esté soñando. Duran por lo general dos minutos y en casos extremos hasta una hora. Se presentan a cualquier edad pero casi siempre comienzan en los adultos jóvenes. No todos los que sufren ataques de pánico terminan adquiriendo el trastorno, muchas personas sufren un ataque y no vuelven a tener otro. Sin embargo, es importante un tratamiento adecuado, ignorarlo supone llegar hasta la invalidez.

Frecuentemente el trastorno de pánico va acompañado de otros problemas como depresión o alcoholismo y puede engendrar fobias relacionadas a los lugares o situaciones donde los ataques de pánico han ocurrido. Por ejemplo, para quienes experimentaron un ataque en el uso del ascensor es probable que sientan miedo a subir a uno y que dejen de usarlo. Pueden llegar a confrontar una situación que les cause miedo siempre, aún cuando vayan acompañadas de su cónyuge o de otra persona que le merezca confianza. Generalmente evitan cualquier situación que temen y pueda hacerlas sentirse indefensas si ocurre un ataque de pánico.

En algunos casos llegan a evitar actividades diarias normales como manejar un vehículo o en algunos casos, salir de su casa. Así se presenta lo que sucede en casi una tercera parte de los casos: las vidas de las personas llegan a ser muy restringidas. A esa restricción se la llama agorafobia. La tendencia hacia los trastornos de pánico y agorafobia suele ser hereditaria, pero un tratamiento oportuno puede detener el progreso.

Un tipo de psicoterapia, llamada terapia de comportamiento cognoscitivo, medicamentos o una combinación de ambos, puede favorecer a quien sufre trastornos de pánico en un 70%. La mejoría puede apreciarse en forma significativa entre la sexta y octava semana de tratamiento.

En el caso de la terapia de comportamiento cognoscitivo, el paciente aprende a ver las situaciones de pánico de manera diferente y también otros modos de reducir la ansiedad por medio de ejercicios de respiración o acudiendo a técnicas que dan nuevo enfoque a la atención. Otras de las técnicas, la terapia de exposición, procura ayudar a disminuir las fobias resultantes de un trastorno de pánico; se expone poco a poco a la persona a la situación temida hasta que llega a hacerse insensible a ella.

Muchas personas encuentran alivio a los síntomas de pánico con medicamentos recetados por el médico. Entre los más seguros y efectivos se encuentran los antidepresivos y las benzodiazepinas.

Fobias

Se manifiestan de distintas maneras. Una fobia específica significa el miedo a algún objeto o situación determinada. Una fobia social es el miedo a colocarse en una situación vergonzosa en un medio social.

a) Fobias específicas

Aunque parece que son hereditarias y que son más comunes en las mujeres no se sabe bien que las ocasiona. Por lo general las fobias aparecen en la adolescencia o en edad adulta. Comienzan repentinamente y tienden a ser más persistentes que las que se inician en la niñez; las fobias de los adultos desaparecen solas en un 20%, mientras que la fobia específica de los niños (por ejemplo el miedo a los animales) pueden extenderse a la edad adulta.

Las personas con fobia si pueden superar lo que les causa miedo no precisan tratamiento alguno. Sin embargo, en ocasiones tendrán que tomar decisiones importantes en su carrera o en lo personal para evitar una situación que les produzca fobia.

El tratamiento se basa en la insensibilización o terapia de exposición. Los pacientes son expuestos gradualmente a lo que los asusta hasta que el miedo tiende a desaparecer. No existe hasta ahora un tratamiento comprobado con medicamentos.

b) Fobia social

Es el miedo a sentirse humillado en situaciones sociales, estar en presencia de personas no conocidas o hablar en público. Frecuentemente es hereditaria y puede estar acompañada por depresión o alcoholismo. Comienza al principio de la adolescencia o antes. Aunque es común confundirla con timidez, no es lo mismo. Las personas tímidas pueden sentirse muy incómodas cuando están con otros pares, pero no experimentan la extrema ansiedad al anticipar una situación social y no necesariamente evitan circunstancias que las haga sentirse cohibidas. Las personas con fobia social no necesariamente son tímidas.

El 80% de las personas que sufren de fobia social encuentran alivio cuando se les da tratamiento de terapia de comportamiento cognoscitivo . Entre los medicamentos que demostraron ser efectivos están los antidepresivos llamados inhibidores MAO.

Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)

Se caracteriza por presentar pensamientos o rituales de ansiedad que la persona siente y no puede controlar. Quien padece TOC puede estar invadido por pensamientos o imágenes persistentes o por la necesidad urgente de celebrar ritos, como estar obsesionado con los gérmenes o la mugre y lavarse las manos una y otra vez. Están llenos de dudas y sienten la necesidad de reconfirmar las cosas de repente. Tienen pensamientos de violencia y temen hacer daño a las personas cercanas. Están preocupados por el orden y la simetría o tiene pensamientos persistentes de llevar a cabo actos sexuales que le son repugnantes; o puede afligirle tener pensamientos que van en contra de su religión.

Los pensamientos o las imágenes preocupantes se llaman obsesiones y los rituales que se celebran para tratar de prevenirlas o disiparlas impulsos.

Muchas personas saludables pueden aceptar tener algunos de estos síntomas de TOC, como revisar la estufa varias veces antes de salir de la casa, pero se diagnostica el trastorno únicamente cuando dichas actividades consumen al menos una hora al día, son muy angustiosas o interfieren en la vida diaria.

Muchos adultos con este problema reconocen que lo que están haciendo no tiene sentido pero no pueden evitarlo. Los niños con TOC pueden no comprender que su comportamiento está fuera de lo normal.

El TOC afecta a hombres y mujeres casi en igual número y causa angustia a 1 de cada 50 personas. Puede aparecer en la niñez o en la adolescencia, pero por lo general se detecta en jóvenes o en adultos jóvenes.

La depresión u otros trastornos de ansiedad (por ejemplo alimenticios) pueden acompañar al TOC. La ingesta de alcohol y drogas desfavorecen al paciente.

Los científicos apoyados por el NIMH y otros investigadores llegaron a la conclusión que distintas terapias mejorarían en el resultado del TOC, como también la efectividad de los medicamentos, entre ellos la comipranina y el fluxetin. La terapia de comportamiento, prevención por exposición y respuesta, demostró también ser efectiva en el tratamiento. Consiste en exponer a la persona a lo que le causa el problema y luego ayudarla dejar a un lado el ritual acostumbrado; por ejemplo lograr que toque algo sucio y después no se lave las manos. Esta terapia frecuentemente tiene éxito en pacientes que complementan un programa de terapia de comportamiento, aunque los resultados han sido menos favorables en algunas personas con TOC y depresión.

Trastorno postraumático por tensión (TPT)

Es una condición debilitante que sigue a un evento de terror. Es frecuente que las personas que sufren de TPT tengan persistentemente memorias y pensamientos espantosos de su experiencia y se sientan emocionalmente paralizadas, en especial con las personas que antes estuvieron con ellas. El TPT antes era conocido como sobresalto por proyectil o fatiga de batalla. Las primeras experiencias de este síntoma llegaron a través de los veteranos de guerra, pero pueden ser el resultado de otros incidentes traumáticos como raptos, graves accidentes (choques de automóviles o trenes), desastres naturales (inundaciones o temblores), ataques violentos (asaltos), violaciones o tortura. La causa de este trastorno puede ser algo que amenace la vida de la persona o la vida de alguien cercano.

Los sujetos con TPT pueden traer el trauma a la mente e iniciar recuerdos retrospectivos o imágenes intrusas. Un recuerdo retrospectivo puede hacer que una persona pierda el contacto con la realidad y vuelva a vivir un evento durante un período de unos segundos, horas y raras veces días.

Este síntoma puede presentarse en imágenes y hacer creer que la situación traumática esta repitiéndose.

Se diagnostica TPT únicamente a personas que presentan por más de un mes los síntomas, que en general comienzan tres meses después del trauma. El tiempo de recuperación puede durar seis meses y en otros casos el síntoma llega a ser crónico.

Los medicamentos antidepresivos y los que se recetan para aminorar la ansiedad suelen disminuir los síntomas de la depresión y los problemas del sueño; la psicoterapia, incluyendo la terapia de comportamiento cognoscitivo, es una parte integral del tratamiento. Exponerse a lo que el trauma recuerda, por ejemplo regresar a la escena de una violación, en ocasiones ayuda a la terapia.

El TPT se presenta a cualquier edad. Puede ocasionar depresiones, que las personas se transformen sumamente irritables y es fácil que tengan ataques de ira violentos.

Cómo recibir ayuda

El médico puede ayudar a la persona afectada y determinar si los síntomas son debidos a un trastorno de ansiedad, a otra patología o a ambos. Psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales son los profesionales recomendados para el tratamiento de trastornos de ansiedad.

Es conveniente elegir a un profesional con entrenamiento especializado en terapia de comportamiento cognoscitivo o de comportamiento y que esté dispuesto a usar medicamentos en caso que sean necesarios.

Jorge Pedro Ricagni

El miedo y las Fobias


El miedo y las Fobias
fuente:http://www.pnlmexico.com

El tratamiento de los miedos y fobias es fácil, aunque ambos deben ser tratados en forma distinta. Al tratar los miedos, es necesario cambiar a la parte del proceso que los provoca. Por ejemplo, en el caso del pánico escénico, es común que quienes lo padecen generen en sus mentes imágenes de los espectadores que asustarían a cualquier persona. En ese caso, sólo es necesario cambiar esa imagen por alguna otra -un público feliz, por ejemplo. Es mucho más lógico que la persona se dedique a pensar en lo que quiere hacer en el escenario, en lugar de verse a si mismo limitada por criaturas con cabezas gigantes y miradas fijas. Si se trata de una fobia, será necesario disminuir la intensidad del sentimiento hasta un nivel en el que sea posible sustituirlo por uno más útil .



Fobias, Miedos y Ataques de Ansiedad

Según el manual de diagnostico de los trastornos mentales (DSM-IV), las fobias son consideradas dentro de los “Trastornos de ansiedad”.Se involucra también a otras categorizaciones, pero específicamente se enmarca la mayor parte de la casuística dentro de “Crisis de angustia”, “Agorofobia”, “Trastornos de angustia”, “Fobia específica”y “Fobia Social”. Caracteriza básicamente a la fobia como la aparición de una crisis de angustia desencadenada por el objeto o situación fóbica.

El manual define a la “Fobia específica” como el “temor acusado y persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos (...) la exposición al estímulo fóbico provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que puede tomar la forma de una crisis de angustia (...) las situaciones fóbicas se evitan o se soportan a costa de una intensa ansiedad o malestar”. Dice también que los comportamientos de evitación interfieren acusadamente con la rutina normal de la persona, con las relaciones laborales, académicas o sociales o bien provocan un malestar clínicamente significativo. Además el DSM-IV especifica el tipo de fobia específica, ya sea animal, ambiental, situacional (entre otras).

Puede estar referida a situaciones bien definidas o frente a objetos que no son en sí mismos generalmente peligrosos los cuales son evitados de un modo sistemático o afrontados con gran temor. Cabe aclarar que la angustia y la ansiedad no se alivian por saber que otras personas no consideran dicha situación como peligrosa o amenazante, o que el temor resulta desproporcionado.

Cabe destacar algunas fobias restringidas a situaciones muy específicas tales como a la proximidad de animales determinados, las alturas, los truenos, la oscuridad, a viajar en avión, a los espacios cerrados, a tener que utilizar urinarios públicos, a ingerir ciertos alimentos, a acudir al dentista, a la visión de sangre o de heridas o al contagio de enfermedades concretas, etc. Estas fobias suelen presentarse por primera vez en la infancia o al comienzo de la vida adulta. El grado de incapacidad funcional que producen depende de lo posible que resulte para el enfermo evitar la situación fóbica. El temor a la situación fóbica tiende a ser estable, al contrario de lo que sucede en la agorafobia.

Desde el punto de vista fenomenológico a diferencia de lo que sucede en la agorafobia y en las fobias sociales, están ausentes otros trastornos o patologías.

La “crisis de angustia” es definida como un trastorno que puede ser provocado una fobia específica. Se caracteriza como: “...aparición temporal o aislada de miedo o malestar intensos”. Considera el DSM-IV que suele acompañarse de algunas de las siguientes manifestaciones somáticas: palpitaciones, elevación de la frecuencia cardiaca, sudoración, temblores, sensación de ahogo o de atragantarse, opresión o malestar toráxico, nauseas, inestabilidad, mareos, escalofríos, sofocaciones, hormigueo, entumecimiento, que no pueden explicarse por el consumo de sustancias o por la presencia de otros trastornos mentales.

La ansiedad es una respuesta que tenemos los seres humanos (y también los animales) cuando nuestro cerebro comprueba que existe un peligro que pone en riesgo nuestra vida.

Pero, ¿qué ocurre si nuestro cerebro interpreta como peligroso algo que es inofensivo? Inmediatamente envía síntomas de ansiedad, como si el peligro fuera real. Si existe un peligro real, la ansiedad hace que huyamos o evitemos esa situación, es decir, nos ayuda a ponernos a salvo.

Podríamos decir que hay dos tipos de ansiedad: la ansiedad positiva, que es consecuencia de peligros reales, y la ansiedad negativa, que responde a miedos que sólo están en nuestra imaginación. La primera es buena porque nos moviliza y nos lleva a buscar una solución, mientras que la segunda es negativa porque nos bloquea y nos impide sacarle gratificación a la vida.

La ansiedad se produce siempre como consecuencia de dificultades a la hora de adaptarnos a los cambios que se van produciendo en nuestra vida.

El cerebro tiene una forma concreta de funcionar. Cuando algo tiene especial importancia para él, el cerebro produce una respuesta emocional. Sea buena o mala, el cerebro repite esa misma respuesta una y otra vez ante el mismo estímulo. Por ejemplo, ¿qué pasa por tu cabeza siempre que escuchas aquella canción especial o cuando hueles un aroma familiar? La canción o el aroma hacen que te vengan a la cabeza, no sólo el recuerdo de lo que ocurrió, sino también las sensaciones que tu cerebro tiene relacionadas con aquella situación. La ansiedad funciona de la misma manera, se queda "enganchada" y se activa cada vez que algo se lo recuerda a tu cerebro. Muchas veces, la ansiedad se produce por un motivo real (un susto, por ejemplo), pero se sigue manteniendo una vez que ha pasado el peligro real, ya que queda asociado el suceso que la motivó con la respuesta de miedo.

La ansiedad provoca de forma inmediata una serie de síntomas en el sistema nervioso con la finalidad de poner a salvo la vida. Experimentas sudoración, taquicardia, palpitaciones, un nudo en el estómago, falta de aire, la cabeza que se embota... hay más de cuarenta síntomas relacionados con la ansiedad. Esto es maravilloso si el peligro es real, pero es un gran problema si no lo es.

Una vez que la ansiedad se ha "enganchado", cada vez hay más cosas cotidianas y habituales que te provocan esos síntomas, cada vez hay más estímulos que provocan la misma reacción de ansiedad. La ansiedad se generaliza hacia cosas parecidas (primero te da miedo ir a una tienda, después te da miedo pasear por la ciudad, finalmente te da miedo salir de casa, por ejemplo)

A través de mi método exclusivo es muy fácil resolver el problema. Te enseño a cortar desde el principio los estímulos que ponen en marcha la ansiedad. Lo más importante es conocerte a ti mismo, descubrir cómo funcionas interiormente y qué herramientas necesitas para eliminar la ansiedad definitivamente.

¿Cómo se manifiesta la ansiedad?


La ansiedad negativa se produce porque el cerebro piensa que hay un peligro para ti a través de tus pensamientos, cuando la realidad es que no hay nada que esté poniendo en peligro tu vida. Por muy seguro que sea el ascensor, si piensas que se va a caer y tu cerebro interpreta que tus pensamientos son ciertos, inmediatamente te enviará síntomas de ansiedad y tu conducta será de huída o de evitación.

¿Te has fijado alguna vez cómo piensas? Te comunicas con el mundo real a través de tus sentidos. También piensas a través de los sentidos: ves, oyes o sientes cosas en tu interior. No es posible sentir sin pensar. Primero piensas y después sientes.

El problema de la ansiedad está en pensamientos que tu cerebro interpreta erróneamente como reales. Tú sabes racionalmente que no son verdad, pero te los crees a nivel emocional, "sientes que son verdad". Si tu cerebro cree que algo grave va a suceder, empieza a enviar síntomas de ansiedad. Ese pensamiento puede ser una imagen mental (de ti mismo o de otra persona o situación), un sonido (tu propia voz, las palabras de alguien, un ruido o música...), o una sensación en el cuerpo (un cosquilleo, frío o calor...)

Si aprendes cómo funciona tu ansiedad, podrás acabar con ella en muy poco tiempo

La ansiedad se manifiesta de muchas maneras. Las resumo en cinco grandes grupos de síntomas:

Huida/Evitación: Evitas situaciones de la vida diaria o escapas de ellas si te las encuentras de forma imprevista.

Respuestas físicas y psicológicas: Palpitaciones, sacudidas del corazón o aceleración del pulso; Sudoración; Temblores o sacudidas; Sensación de ahogo o falta de aliento; Sensación de atragantarte; Opresión o malestar torácico; Náuseas o molestias abdominales; Inestabilidad, mareo o desmayo; Sensación de irrealidad o de estar separado de ti mismo; Sensación de embotamiento, desapego o ausencia de reactividad emocional; Falta de concentración o sensación de mente en blanco; Aturdimiento respecto al entorno; Irritabilidad sin motivo; tensión muscular sin motivo; Dificultad para conciliar el sueño al acostarte; Sensación de no haber descansado al levantarte por la mañana; Inquietud o impaciencia frecuentes. Fatiga fácil y sin motivo; Sensación de entumecimiento o de hormigueo; Escalofríos o sofocos

Sensación de pérdida de control: Miedo a perder el control o a volverte loco; a hacerte daño a ti mismo o a los demás en un arrebato incontrolable; Miedo a hacer algo sin poderte controlar.

Miedos: Miedo a tener un infarto de miocardio; a morir tu o algún ser querido, o a que ocurra alguna desgracia; Miedo a estar solo o con demasiadas personas; a atragantarte, a tener vómitos, a producir demasiada o poca saliva, a cerrar demasiado o poco los párpados, a respirar demasiado o con poca frecuencia; Miedo a estar en sitios muy grandes o muy pequeños; a estar con gente; Miedo a viajar en automóvil, en tren, en avión, en bus o a subirte en ascensores; a objetos concretos, a personas determinadas o a situaciones específicas; Miedo a animales, a la administración de inyecciones o a la visión de sangre; Temor intenso a tener crisis de ansiedad; a volverte loco o a perder la cabeza; Preocupaciones irracionales por cosas de la vida cotidiana; Horror intenso ante el recuerdo permanente a lo largo de meses o años de un acontecimiento traumático (un accidente, muerte o amenazas reales)

Pensamientos repetitivos: Pensamientos, impulsos o imágenes que aparecen en tu cabeza y no las puedes evitar; Comportamientos irracionales (lavado de manos, puesta en orden de objetos, comprobaciones, etc.); Acciones repetitivas de acuerdo con determinadas reglas (rezar de determinada manera, contar o sumar matrículas de automóviles, pisar las coladeras al andar por la calle).

La característica principal de la ansiedad es que, poco a poco, se generaliza y cada vez hay más cosas que producen ansiedad.



Para tratar la ansiedad, la mayor parte de los médicos recetan tranquilizantes o mezclan sedantes y estimulantes. Los fármacos no curan la ansiedad, sólo quitan los síntomas. No conozco a nadie que haya podido superar su ansiedad sólo tomando tranquilizantes. Pero los tranquilizantes, además de no curar la ansiedad, provocan dos nuevos problemas: crean dependencia (no puedes dejar de tomar el medicamento) y tolerancia (cada vez necesitas más dosis para conseguir calmar los síntomas) La mezcla de algunos fármacos llega a crear verdaderas cocteleras humanas.

Date la oportunidad de vivir feliz, aprende una forma de sentirte bien, de manejar tu mente y tu vida.





TU PUEDES SER LIBRE

APLACAR LA ANSIEDAD: ¿QUÉ ES LO QUE ME PREOCUPA?


APLACAR LA ANSIEDAD: ¿QUÉ ES LO QUE ME PREOCUPA?

¡Oh no! Parece que se ha estropeado el silenciador del tubo de escape... Tendré que llevarlo a reparar... Pero ahora no tengo dinero... Tal vez pueda coger el dinero de la matrícula de Jamie...Pero ¿qué pasará si luego no puedo pagar su matrícula?... Bueno, el último informe del instituto ha sido francamente desalentador... Es muy probable que sus notas sigan siendo malas y finalmente no pueda matricularse en la universidad. El silenciador sigue haciendo ruido...

Así es como la mente obsesionada da vueltas y más vueltas, una y otra vez, a un culebrón aparentemente interminable de preocupaciones concatenadas. El ejemplo anterior nos los proporcionan Lizabeth Roemer y Thomas Borkovec, psicólogos de la Pennsylvania University State, cuya investigación sobre la preocupación —el núcleo fundamental de la ansiedad— ha llamado la atención sobre el tema de los artistas y de los científicos neuróticos. « Según parece, una vez iniciado, no hay modo alguno de detener el ciclo de la preocupación. En el extremo opuesto, la reflexión constructiva acerca de un problema —una actividad sólo en apariencia similar a la preocupación— puede permitirnos dar con la solución adecuada».

En realidad, toda preocupación se asienta en el estado de alerta ante un peligro potencial que, sin duda alguna, ha sido esencial para la supervivencia en algún momento de nuestro proceso evolutivo. Cuando el miedo activa nuestro cerebro emocional, una parte de la ansiedad centra nuestra atención en la amenaza, obligando a la mente a buscar obsesivamente una salida y a ignorar todo lo demás. La preocupación constituye, pues, en cierto modo, una especie de ensayo en el que consideramos las distintas alternativas de respuesta posibles. En este sentido, la función de la preocupación consiste, por consiguiente, en una anticipación de los peligros que pueda presentamos la vida y en la búsqueda de soluciones positivas ante ellos.

El problema surge cuando la preocupación se hace crónica y reiterativa, cuando se repite continuamente sin procuramos nunca una solución positiva. Un análisis más detenido de la preocupación crónica evidencia que ésta presenta todos los rasgos característicos propios de un secuestro emocional moderado: parece no proceder de ninguna parte, es incontrolable, genera un ruido constante de ansiedad, se muestra impermeable a todo razonamiento y encierra a la persona preocupada en una actitud unilateral y rígida sobre el asunto que la preocupa. Cuando el ciclo de la preocupación se intensifica y persiste, ensombrece el hilo argumental hasta desembocar en arrebatos nerviosos, fobias, obsesiones, compulsiones y auténticos ataques de pánico. En cada uno de estos desórdenes la preocupación se centra en un contenido diferente: en el caso de la fobia, la ansiedad se fija en la situación temida; en las obsesiones, se ocupa en impedir algún posible desastre; por último, en los ataques de pánico suele gravitar en torno a la muerte o a la misma posibilidad de sufrir un ataque de pánico.

El denominador común de todas estas condiciones es una falta de control sobre el ciclo de la preocupación. Por ejemplo, una mujer aquejada de un trastorno obsesivo-compulsivo se veía obligada a ejecutar una serie de ceremonias rituales que le ocupaban la mayor parte del tiempo que pasaba despierta, como ducharse durante cuarenta y cinco minutos varias veces o lavarse las manos cinco minutos seguidos veinte o más veces al día. No se sentaba a menos que antes hubiera limpiado el asiento con alcohol para esterilizarlo. Tampoco podía tocar a niño o a animal alguno porque, según decía, estaban «demasiado sucios». En realidad, todos estos comportamientos compulsivos estaban motivados por un miedo mórbido a los gérmenes, puesto que albergaba el temor constante de que, si no se lavaba y esterilizaba, terminaría enfermando y moriría.”

Otra mujer que estaba siendo tratada de un «trastorno de ansiedad generalizada» —la etiqueta psicológica utilizada para referirse a una persona excesivamente aprensiva— respondió del siguiente modo a la petición de que durante un minuto expresara en voz alta sus preocupaciones:

«—Podría no hacerlo bien. Sonaría tan artificial que no nos permitiría hacernos una idea correcta de la realidad de mi problema y lo que necesitamos es comprender esa realidad... Porque si no vemos la realidad jamás me pondré bien y, si no me pongo bien, jamás podré llegar a ser feliz.»

En este despliegue de preocupación sobre preocupación, el mismo hecho de pedirle al sujeto que expresara en voz alta sus preocupaciones durante un minuto provocó una escalada que terminó desembocando, poco después, en una conclusión auténticamente catastrófica: «jamás llegaré a ser feliz». El ciclo de la preocupación suele comenzar con un relato interno que salta de un tema a otro y que no suele incluir la representación imaginaria del infortunio en cuestión. En efecto, las preocupaciones son de carácter más auditivo que visual -es decir, se expresan en palabras y no en imágenes—, un hecho muy importante a la hora de intentar controlarlas.

Borkovec y sus colegas comenzaron a estudiar la preocupación en si misma cuando estaban tratando de encontrar un tratamiento para el insomnio. La ansiedad, como han observado otros investigadores, tiene una manifestación cognitiva —los pensamientos preocupantes— y otra somática, evidenciada por los síntomas fisiológicos típicos de la ansiedad (como el sudor, la aceleración del ritmo cardíaco o la tensión muscular). Sin embargo, lío como descubrió Borkovec, el problema principal de la gente que padece insomnio no es la excitación somática sino los pensamientos intrusivos. Se trata de aprensivos crónicos que no pueden dejar de estar preocupados, por más cansados que se encuentren. Lo único que parece ayudarles a conciliar el sueño es el hecho de alejar su mente de las preocupaciones, focalizándola, en su lugar, en las sensaciones producidas por el ejercicio de algún tipo de relajación. Resumiendo: se puede cortar el círculo vicioso de la preocupación cambiando el foco de la atención.

Sin embargo, la mayoría de las personas aprensivas no parecen responder a este método, y según Borkovec, esto se debe a que el ciclo de la preocupación proporciona una recompensa parcial que refuerza el hábito. El aspecto positivo, por así decirlo, de la preocupación, es que constituye una forma de afrontar las amenazas potenciales y los peligros que puedan cruzarse en nuestro camino. Como ya hemos dicho, la verdadera función de la preocupación es la de constituir una especie de ensayo frente a esas amenazas que nos ayuda a encontrar posibles soluciones.

Pero el hecho es que este aspecto de la preocupación no siempre resulta adecuado. Las soluciones originales y las formas creativas de encarar un problema no suelen estar ligadas a la preocupación, especialmente en el caso de la preocupación crónica. En lugar de buscar una posible solución a los problemas potenciales, los aprensivos se limitan simplemente a dar vueltas y más vueltas en torno al peligro, profundizando así el surco del pensamiento que les atemoriza. Los aprensivos crónicos pueden albergar miedos frente a un amplio abanico de situaciones —la mayoría de ellas con escasas probabilidades de ocurrir— y advierten peligros en el viaje de la vida que los demás no llegamos siquiera a barruntar.

Sin embargo, según confirmaron a Borkovec algunas de estas personas, aunque la preocupación pueda ayudarles, lo cierto es que tiende a autoperpetuarse y a girar incesantemente en tomo a un mismo y angustioso pensamiento. Pero ¿por qué la preocupación puede terminar convirtiéndose en una especie de adicción mental? Posiblemente porque, como señala Borkovec, el hábito de la preocupación tiene una función similar al de la superstición.

La gente suele preocuparse por cosas que tienen muy pocas probabilidades de ocurrir —como la muerte de un ser querido en un accidente de aviación, la bancarrota y similares—, y todo este proceso, al menos en lo que se refiere al cerebro límbico, tiene algo de mágico. Así, del mismo modo que un amuleto nos protege de algún daño anticipado, la preocupación proporciona la confianza psicológica necesaria para hacer frente a los peligros que nos obsesionan.
Una forma de trabajo con la preocupación

Ella se había trasladado desde el Medio Oeste hasta Los Angeles porque un editor le había ofrecido trabajo pero, una vez ahí, se enteró de que la editorial había sido comprada por otra empresa y se quedó sin él. Entonces empezó a trabajar como escritora independiente, una profesión muy inestable que lo mismo la sobrecargaba de trabajo que la colocaba en una precaria situación económica. No era infrecuente que tuviera que racionar las llamadas telefónicas y por vez primera carecía de seguro de enfermedad. Aquella inestabilidad la hacía sentirse tan angustiada que no tardó en descubrirse teniendo pensamientos sombríos sobre su salud, convencida de que su dolor de cabeza era el síntoma de un tumor cerebral e imaginando que iba a sufrir un accidente cada vez que tomaba el coche. Muchas veces se descubría completamente perdida en una interminable secuencia de preocupaciones que la envolvían como una especie de neblina. Como ella misma decía, sus obsesiones habían acabado convirtiéndose en una especie de adicción.

Borkovec también menciona otra ventaja adicional de la preocupación, ya que, mientras la persona se halla inmersa en sus pensamientos obsesivos, no parece reparar en las sensaciones subjetivas de ansiedad (el aumento del ritmo cardíaco, la sudoración, los temblores, etcétera) suscitadas por esos mismos pensamientos. Así pues, la persistencia de la preocupación parece silenciar esa ansiedad, al menos en lo que respecta al ritmo cardíaco. Al parecer, la secuencia de la preocupación es la siguiente: la persona comienza adviniendo algo que suscita la idea de alguna amenaza o un peligro potencial, una catástrofe imaginaria que, a su vez, desencadena un ataque moderado de ansiedad: luego el aprensivo se sumerge en una serie de pensamientos de angustia, cada uno de los cuales desata nuevas preocupaciones. Mientras la atención permanezca circunscrita a este ámbito obsesivo y se mantenga focalizada en este tipo de pensamientos, conseguirá apartar de su mente la imagen original catastrófica que disparó la ansiedad. Como descubrió Borkovec, las imágenes son más poderosas que los pensamientos a la hora de activar la ansiedad fisiológica. Es por esto por lo que la inmersión en los pensamientos y la exclusión de las imágenes catastróficas es capaz de aliviar parcialmente la angustia. Y. en ese sentido, la preocupación se ve reforzada porque constituye una suerte de antídoto parcial de la angustia.

Pero la preocupación crónica también resulta frustrante porque se constituye una secuencia de ideas obsesivas y estereotipadas que no aportan ninguna solución creativa que contribuya realmente a resolver el problema. Esta rigidez no sólo se manifiesta en el contenido mismo del pensamiento obsesivo —que simplemente se limita a repetir la misma idea una y otra vez— sino también a nivel neurológico, en donde parece presentarse una cierta inflexibilidad cortical y una incapacidad del cerebro emocional para adaptarse a las circunstancias cambiantes. En resumen, pues, aunque la preocupación crónica funcione en ciertos sentidos, no lo hace en otros aspectos mucho más importantes. Tal vez pueda disipar parcialmente la ansiedad, pero jamás contribuirá a aportar la solución a un determinado problema.

En cualquier caso, no hay nada más difícil para un aprensivo crónico que seguir el consejo que más frecuentemente se le brinda: «deja de preocuparte» (o peor todavía: «no te preocupes; se feliz»). No olvidemos el papel que desempeña la amígdala en el desarrollo de las preocupaciones crónicas, un papel que justifica su irrupción inesperada y su persistencia una vez que han hecho su aparición en escena. Sin embargo, la investigación realizada por Borkovec le ha permitido elaborar un método sencillo que puede ayudar a los aprensivos crónicos a controlar su hábito.

El primer paso consiste en tomar conciencia de uno mismo y registrar el primer acceso de preocupación tan pronto como sea posible. En circunstancias ideales, este registro debería tener lugar inmediatamente, en el mismo instante en que una fugaz imagen catastrófica pone en marcha el ciclo de la preocupación y la ansiedad. En este sentido, el adiestramiento propuesto por Borkovec consiste en comenzar enseñándoles a darse cuenta de los signos de la ansiedad y, en especial, adiestrándoles a identificar las situaciones, las imágenes y los pensamientos ocasionales que desencadenan el ciclo de la preocupación y las sensaciones corporales de ansiedad que las acompañan. Con el debido entrenamiento, la persona puede llegar a captar el surgimiento de la preocupación en un momento cada vez más cercano al inicio de la espiral de la ansiedad. También es posible recurrir al aprendizaje de alguna técnica de relajación que la persona pueda aplicar apenas advierta el inicio del ciclo y ejercitarse en ella hasta ser capaz de utilizarla adecuadamente en el momento preciso.

Sin embargo, la relajación no basta por sí sola. Las personas aprensivas también deben afrontar más activamente los pensamientos perturbadores porque, de lo contrario, la espiral de la preocupación volverá a iniciarse una y otra vez. El siguiente paso consiste en adoptar una postura crítica ante las creencias que sustentan la preocupación. ¿Cabe ciertamente la posibilidad de que ocurra el acontecimiento temido? ¿Es algo absolutamente necesario y no existe más alternativa que aceptarlo? ¿Hay algo positivo que pueda hacerse al respecto? ¿Realmente me sirve de algo dar vueltas y más vueltas a los mismos pensamientos?

Esta combinación de atención y sano escepticismo puede servir para frenar la activación neurológica que subyace a la ansiedad moderada. La inducción activa de este tipo de pensamientos puede terminar inhibiendo el impulso límbico que alimenta la preocupación. Paralelamente, la inducción activa de un estado de relajación contrarresta las señales de ansiedad que el cerebro emocional envía a todo el cuerpo.
extraido de inteligencia emocional
daniel goleman

De hecho, como señala Borkovec, estas estrategias determinan un curso de actividad mental que es incompatible con la preocupación. La reiterada persistencia de un determinado pensamiento obsesivo aumenta su poder persuasivo pero, en el caso de que logremos desviar la atención hacia un abanico de alternativas igualmente plausibles, evitaremos tomar ingenuamente como verdaderos los pensamientos que nos obsesionan. Este método se ha mostrado eficaz para aliviar este contumaz hábito hasta con aquellas personas cuyas preocupaciones son tan serias como para merecer un diagnóstico psiquiátrico.

Por otra parte, sería también recomendable —e incluso diríamos que sería una señal de autoconciencia— que las personas cuyas preocupaciones son tan graves como para desembocar en fobias, trastornos obsesivo—compulsivos o ataques de pánico, recurrieran a la medicación para tratar de interrumpir este círculo vicioso. No obstante, una reeducación emocional a través de la terapia sigue siendo imprescindible para disminuir la probabilidad de que los trastornos de ansiedad vuelvan a presentarse una vez que se haya dejado la medicación.
EL CONTROL DE LA TRISTEZA

La tristeza es el estado de ánimo del que la gente más quiere despojarse y Diane Tice descubrió que las estrategias para conseguirlo son muy variadas. Sin embargo, no debería evitarse toda tristeza porque, al igual que ocurre con cualquier otro estado de ánimo, tiene sus facetas positivas. La tristeza que provoca una pérdida irreparable, por ejemplo, suele ir acompañada de ciertas consecuencias: disminuye el interés por los placeres y diversiones, fija la atención en aquello que se ha perdido e impone una pausa momentánea que renueva nuestra energía para permitirnos acometer nuevas empresas. La tristeza, en suma, proporciona una especie de refugio reflexivo frente a los afanes y ocupaciones de la vida cotidiana, que nos sume en un periodo de retiro y de duelo necesario para asimilar nuestra pérdida, un período en el que podemos ponderar su significado, llevar a cabo los ajustes psicológicos pertinentes y, por último, establecer nuevos planes que permitan que nuestra vida siga adelante.

Pero, si bien la tristeza es útil, la depresión, en cambio, no lo es. William Styron nos brinda una elocuente descripción de «las múltiples manifestaciones de la postración», entre las que se cuentan el «odio hacia uno mismo», «la falta de autoestima», «la pesadumbre enfermiza» que va acompañada de una «sombría constricción, cierta sensación de sobrecogimiento y alienación y, por encima de todo, de una ansiedad abrumadora». También podemos enumerar las secuelas intelectuales que acompañan a ese estado: «confusión, imposibilidad de concentrarse y pérdida de memoria» y, en un nivel más intenso, la mente se ve «caóticamente distorsionada» y «los procesos mentales se ven arrastrados por una marea tóxica y abyecta que impide cualquier posible respuesta satisfactoria al mundo en que uno vive». Además, este estado también tiene sus correlatos físicos: el insomnio, la apatía, «una sensación de embotamiento, nerviosismo y, más concretamente, una extraña fragilidad» que van acompañados de «un inquietante desasosiego». A todo ello debemos añadir también la disminución de la capacidad de gozar de las situaciones: «todas las facetas de la sensibilidad se vuelven difusas y hasta la comida parece completamente insípida». Señalemos, por último, que toda esperanza se disipa dejando el residuo de una «gris llovizna de congoja» que genera una desesperación tan palpable como el dolor físico, un dolor tan insoportable que la única solución posible parece ser el suicidio.

En el caso de una depresión mayor como la descrita, la vida se paraliza y parece que no exista la menor alternativa para salir de la situación. Los mismos síntomas de la depresión indican que el flujo de la vida ha quedado estancado. En el caso de Styron, la medicación y la terapia no sirvieron de gran cosa sino que fue el paso del tiempo y el internamiento en un hospital lo que finalmente despejó su abatimiento. Pero, en lo que se refiere a la mayoría de las personas, especialmente a aquéllas aquejadas de depresiones más benignas, la psicoterapia y la medicación pueden ser de gran ayuda. El Prozac es el tratamiento de moda, pero existe más de una docena de fármacos que pueden ser útiles para tratar la depresión.

Sin embargo, mi principal centro de interés es la tristeza común, o la simple melancolía que, en sus manifestaciones más extremas, puede llegar a convertirse, técnicamente hablando, en una «depresión subclínica». Las personas con suficientes recursos internos pueden manejar por sí solas este tipo de melancolía pero, por desgracia, algunas de las estrategias más frecuentemente empleadas resultan francamente perjudiciales y no hacen más que empeorar la situación. Una de estas estrategias consiste en aislarse, lo cual, si bien puede resultar atractivo cuando nos sentimos abatidos, también contribuye a aumentar nuestra sensación de soledad y desamparo. Esto puede explicar, en parte, por qué Tice constató que la táctica más extendida para combatir la depresión son las actividades sociales, es decir, salir a comer, ir a ver un acontecimiento deportivo o al cine; en resumen, compartir algún tipo de actividad con los amigos o con la familia. Este tipo de actividades puede ser muy eficaz siempre que quede claro que el objetivo que se pretende lograr es que la mente se olvide de su tristeza porque, en caso contrario, sólo conseguirá perpetuar su estado de ánimo.

En realidad, uno de los principales determinantes de la duración y la intensidad de un estado depresivo es el grado de obsesión de la persona. Preocuparse por aquello que nos deprime sólo contribuye a que la depresión se agudice y se prolongue más todavía. En la depresión, la preocupación puede adoptar diferentes formas, aunque, sin embargo, todas ellas se focalizan en algún aspecto de la depresión misma como, por ejemplo, el agotamiento, la escasa motivación, la faltade energía o el poco rendimiento.

Pero, por regla general, ninguno de estos pensamientos va acompañado de una acción decidida a subsanar el problema. Según la psicóloga de Stanford Susan Nolen—Hoeksma, que se ha ocupado de estudiar a fondo el pensamiento obsesivo en las personas deprimidas, otras estrategias habituales son las de «aislarse, dar vueltas a lo mal que nos sentimos, temer que nuestra pareja se aburra de nosotros y pueda llegar a abandonarnos o no dejar de preguntarnos si vamos a padecer otra noche de insomnio». La persona deprimida puede tratar de justificar este tipo de comportamiento aduciendo que «sólo intenta conocerse mejor a sí misma». Pero el hecho es que, en la mayoría de los casos, el deprimido sólo se dedica a alimentar el sentimiento de tristeza sin ocuparse de hacer nada que pueda sacarle realmente de su estado de ánimo. La terapia puede resultar muy útil a la hora de reflexionar sobre las causas profundas de la depresión, siempre que no se trate de una mera inmersión pasiva —que sólo contribuye a empeorar la situación y nos permita acceder a visiones o a acciones tendentes a cambiar las condiciones que la motivaron—.

Asimismo, el pensamiento obsesivo puede agudizar la depresión en cuanto que establece condiciones más depresivas, si cabe. Nolen—Hoeksma nos habla, por ejemplo, del caso de una vendedora aquejada de depresión que estaba tan preocupada que no realizaba las llamadas telefónicas tan necesarias para su trabajo. Entonces las ventas disminuyeron, lo cual reforzó su sensación de fracaso y consolidó su depresión. La distracción, por el contrario, le habría permitido acopiar la energía necesaria para hacer aquellas llamadas y también le habría servido para escapar de las atenazadoras garras de la tristeza. Con ello, las ventas se habrían incrementado y habría fortalecido la confianza en si misma, contribuyendo así, en consecuencia, a reducir su depresión.

Según Nolen—Hoeksma, las mujeres son más proclives que los hombres a obsesionarse cuando están deprimidas, lo cual podría explicar el hecho de que la cifra de mujeres diagnosticadas de depresión duplique a la de hombres. Obviamente, éste no es el único factor que tener en cuenta, porque las mujeres también son más proclives a expresar abiertamente su angustia y tienen más motivos para deprimirse. Los hombres, por su parte, como muestran las estadísticas, doblan a las mujeres en su predisposición a ahogar sus penas en alcohol.

Ciertas investigaciones han puesto de manifiesto que la terapia cognitiva orientada a modificar estas pautas de pensamiento resulta tan eficaz como la medicación a la hora de tratar la depresión leve, y es superior a ella en cuanto a prevenir su retorno. Dos estrategias, en concreto, se han mostrado especialmente eficaces en esta lucha: una de ellas consiste en aprender a afrontar los pensamientos que se esconden en el mismo núcleo de la obsesión, cuestionar su validez y considerar alternativas más positivas. La otra consiste en establecer deliberadamente un programa de actividades agradables que procure alguna clase de distracción.

Una de las razones por las cuales la distracción puede ser un remedio eficaz es que los pensamientos depresivos tienen un carácter automático y se introducen de manera inesperada en la mente. Aun en el caso de que la persona deprimida trate de eliminar los pensamientos obsesivos, no resulta fácil conseguirlo.

Una vez que el tren de los pensamientos depresivos se ha puesto en marcha resulta muy difícil detener el continuo proceso de asociaciones mentales que desencadena. Un estudio realizado con personas deprimidas a quienes se pidió que ordenaran frases con palabras desordenadas al azar, tuvieron mucho más éxito con los mensajes negativos («el futuro me parece sombrío») que con los más optimistas («el futuro me parece espléndido»). La depresión es un estado de ánimo que tiende a perpetuarse y a eclipsar incluso las distracciones elegidas por el sujeto. Cuando Richard Wenzlaff, psicólogo de la Universidad de Texas, llevó a cabo una investigación en la que proporcionó a varias personas deprimidas una lista de actividades para apartar de sus mentes un hecho triste como, por ejemplo, la muerte de un amigo, casi todos ellos eligieron las alternativas menos risueñas. En su opinión, las personas deprimidas deben hacer el sobreesfuerzo de prestar atención a algo que pueda animarles y poner un cuidado especial en no elegir inconscientemente todo aquello que les hunda nuevamente (como, por ejemplo, una película o una novela muy triste).
Los elevadores del estado de ánimo

Imagine que está conduciendo en medio de la niebla por una carretera desconocida, empinada y tortuosa, y que, de pronto, un coche sale bruscamente de una vía lateral pocos metros delante de usted sin darle tiempo siquiera a detenerse. Lo único que puede hacer es pisar a fondo el pedal del freno, con lo cual su vehículo derrapa de un lado a otro de la calzada. Un instante antes de oír el ruido del impacto metálico y de los cristales rotos, se da cuenta de que el otro coche está lleno de niños y de que es un transporte escolar que va camino de la escuela. Luego, tras el breve silencio que sucede a la colisión, oye un coro de llantos y se las arregla como puede para correr hasta el otro coche. Entonces descubre consternado que uno de los niños está tendido en el suelo completamente inerte y se siente invadido por el sentimiento de culpa de haber sido el causante de una tragedia...

Escenas tan estremecedoras como la que acabamos de describir se utilizaron en uno de los experimentos realizados por Wenzlaff para impresionar a los sujetos que participaban en él. La tarea que debían llevar a cabo era la de apartar la escena de sus mentes y registrar, durante un periodo de nueve minutos, el número de pensamientos ligados a la escena. Este experimento puso de relieve que, a medida que iba pasando el tiempo, la mayoría de los participantes tendían a pensar cada vez menos en las escenas perturbadoras, pero los deprimidos, por el contrario, mostraban un marcado incremento en el número de pensamientos intrusivos, llegando incluso a pensar tangencialmente en la escena mientras se hallaban inmersos en actividades distractivas.

Y, lo que es todavía más significativo, los voluntarios deprimidos solían distraerse recurriendo a otro tipo de pensamientos aflictivos para tratar de apartar de su mente la escena en cuestión.

Como me dijo Wenzlaff: «las asociaciones de pensamientos no sólo se basan en su contenido sino también según el propio estado de ánimo. Las personas contamos con un repertorio de pensamientos negativos que acuden a nuestra mente con mayor facilidad cuando estamos alicaídos. Quienes son más proclives a la depresión tienden a establecer fuertes lazos asociativos entre estos pensamientos, de modo que, una vez que se ha evocado un determinado estado de ánimo negativo, resulta mucho más difícil suprimirlo. Por más irónico que pueda parecer, las personas deprimidas tienden a distraerse recurriendo a otros pensamientos depresivos, con lo cual lo único que consiguen es profundizar todavía más su depresión».

Según afirma una teoría, el llanto puede constituir un método natural para reducir los niveles de neurotransmisores cerebrales que alimentan la angustia. Pero, aunque el hecho de llorar puede romper a veces el maleficio de la tristeza, también puede obsesionar a la persona con la causa de su aflicción. La idea de que «el llanto es bueno» resulta un tanto equívoca porque, cuando refuerza el ciclo de pensamientos obsesivos, sólo sirve para prolongar el sufrimiento. La distracción, en cambio, es capaz de romper la cadena de pensamientos sombríos que sostiene a la depresión. Una de las teorías imperantes que explica el éxito de la terapia electroconvulsiva en el tratamiento de la mayor parte de las depresiones graves se basa en el hecho de que provoca una pérdida de memoria a corto plazo y, en consecuencia, los pacientes mejoran simplemente porque no pueden recordar el motivo de su tristeza. Como descubrió Diane Tice, muchas personas se sacuden las flores mustias de la tristeza con entretenimientos tales como la lectura, la televisión, el cine, los videojuegos, los rompecabezas, el sueño y las ensoñaciones diurnas como, por ejemplo, divagar acerca de unas fantásticas vacaciones. Wenzlaff añade que las distracciones más eficaces son aquéllas que pueden cambiar nuestro estado de ánimo como, por ejemplo, un apasionante acontecimiento deportivo, una película divertida o un libro interesante. (Advirtamos también, en este punto, que algunas distracciones pueden contribuir a perpetuar la depresión, como lo demuestran los estudios llevados a cabo con telespectadores empedernidos. que han puesto de relieve que, después de una sesión de televisión, suelen hallarse todavía más deprimidos que antes de ella.)

Según Tice, el aerobic es una de las tácticas más eficaces para sacudirse de encima tanto la depresión leve como otros estados de ánimo negativos. Pero el caso es que los beneficios derivados de este elevador del estado de ánimo resultan más palpables en las personas perezosas, es decir, en aquéllas que no suelen practicar este tipo de ejercicios. Quienes se atienen a una rutina diaria de ejercicio físico obtienen, por el contrario, más beneficios de este tipo antes de llegar a consolidar el hábito. De hecho, quienes practican habitualmente un deporte obtienen el efecto inverso sobre el estado de ánimo y se sienten peor en aquellos días en los que se saltan su rutina. La eficacia del ejercicio parece radicar en su poder para cambiar la condición fisiológica provocada por el estado de ánimo: la depresión constituye un estado de baja activación mientras que el aerobic, en cambio, eleva el tono corporal. Por el mismo motivo, las técnicas de relajación -que reducen el nivel general de activación física— funcionan adecuadamente para tratar la ansiedad (que es un estado de alta activación fisiológica) pero resultan inadecuadas para el tratamiento de la depresión. En todo caso, cada uno de estos enfoques parece romper el ciclo de la depresión y de la ansiedad, porque pone al cerebro en un nivel de actividad incompatible con el estado emocional que lo embarga.

Tratar de infundirse ánimo a si mismo mediante regalos y placeres sensoriales constituye otro antídoto muy difundido para combatir la tristeza. Entre los métodos más utilizados por las personas para aliviar su depresión podemos enumerar el tomar un baño caliente, disfrutar de las comidas favoritas, escuchar música o hacer el amor. Hacerse un regalo o invitarse a uno mismo para tratar de desprenderse de un estado de ánimo negativo es una estrategia muy común entre las mujeres, como también lo es, en general, ir de compras. Tice descubrió asimismo que el hecho de comer es una estrategia bastante generalizada entre las estudiantes universitarias —una media tres veces superior a los hombres— para calmar la depresión. Los hombres, por su parte, parecen mostrar una inclinación cinco veces superior a las mujeres hacia el consumo de drogas y alcohol. Pero el hecho de recurrir al alcohol o a la comida como antídotos para la depresión constituye una estrategia que tiene sus obvias contraindicaciones. La sobrealimentación suele provocar remordimientos mientras que el alcohol, por su parte, es un depresor del sistema nervioso central cuyas secuelas se suman a las de la misma depresión.

Según Tice, una aproximación más constructiva para elevar el estado de ánimo consiste en proyectar una actividad que pueda proporcionarnos un pequeño triunfo o un éxito fácil como, por ejemplo, acometer alguna tarea doméstica que hayamos pospuesto (como cercar el jardín, por ejemplo) o concluir alguna actividad pendiente que hayamos estado evitando. Por el mismo motivo, los cambios de imagen, aunque sólo sea en la forma de vestirnos o de arreglarnos, también pueden resultar beneficiosos.

Uno de los antídotos más eficaces contra la depresión —muy poco utilizado, por cierto, fuera del contexto de la terapia— es la llamada reestructuración cognitiva o, dicho de otro modo, tratar de ver las cosas desde una óptica diferente. Es natural lamentarse por el fin de una relación o sumergirse en pensamientos autocompasivos como, por ejemplo, «esto significa que siempre estaré solo», pensamientos que no hacen más que fortalecer la sensación de desesperación. Sin embargo, el hecho de recapacitar y reconsiderar los aspectos negativos de la relación o de ver que esa relación de pareja no era la adecuada —en otras palabras, reconsiderar la pérdida desde una perspectiva diferente, bajo una luz más positiva— puede servir de adecuado antídoto a la tristeza.

Por esta misma razón, los pacientes aquejados de cáncer, sea cual sea la gravedad de su estado, se encuentran de mejor humor cuando pueden pensar en otro paciente cuyo estado es todavía peor («a fin de cuentas yo no estoy tan mal.; por lo menos puedo andar»), mientras que, por el contrario, quienes se comparan con personas sanas solo consiguen deprimirse más. Este tipo de comparaciones resulta sorprendentemente estimulante porque lo que parecía desesperanzador pierde súbitamente sus connotaciones negativas.

Otro eficaz elevador del estado de ánimo consiste en ayudar a quienes lo necesitan. Puesto que la depresión se alimenta de obsesiones y preocupaciones que giran en torno a uno mismo, el hecho de ayudar a quien se halla afligido puede contribuir a que nos desembaracemos de este tipo de preocupaciones. De este modo, entregarse a una actividad de voluntariado —hacerse entrenador de la liga infantil, convertirse en una especie de hermano mayor o ayudar a los indigentes— constituye, según Tice, uno de las estrategias más adecuadas, pero también menos frecuentes, para elevar el estado de ánimo.

Debemos señalar, por último, que existen también personas que pueden encontrar cierto alivio a su tristeza orientándose hacia un poder trascendente. Según me dijo Tice: «la oración constituye una actividad especialmente indicada para elevar el estado de ánimo de las personas con una orientación religiosa».