nvestigadores australianos investigan la curación de obsesiones masculinas con hormonas femeninas. El paciente reconoce la irracionalidad de sus acciones pero que no pueden controlarse.

Según publica el diario Sydney Morning Herald, los investigadores del Prince Henry’s Institute de Melbourne han descubierto un vínculo directo entre los bajos niveles de estrógenos y el comportamiento obsesivo-compulsivo. Sin embargo, los únicos que se pueden ver beneficiados de este descubrimiento son los hombres, porque es a ellos a quienes afecta más el descenso en el nivel de estrógenos.

En el estudio, cuando bajaba el nivel de estrógeno de los ratones macho, estos comenzaban a desarrollar síntomas compulsivos: corrían erráticamente y se acicalaban con gran fruición. Este comportamiento sólo desaparecía cuando la hormona femenina volvía a tener unos niveles normales. Uno de los jefes de la investigación, el doctor Wa Chin Boon, ha asegurado que es la primera vez que se puede demostrar el vínculo entre las hormonas y el comportamiento obsesivo-compulsivo.

Los trastornos obsesivo-compulsivos (TOC) afectan aproximadamente a un 3% de la población y el descubrimiento señala que los estrógenos –hormonas femeninas– podrían tener bastante que ver con la aparición de estos desórdenes, con lo que un simple tratamiento hormonal podría paliar, si no curar definitivamente, las afecciones del comportamiento relacionadas con la obsesión.

El TOC implica que el paciente reconoce la irracionalidad de sus acciones pero que no pueden controlarse, tienen pensamientos no deseados sobre sus miedos y para intentar superarlos recurren a rituales mentales o físicos que les devuelvan a un estado de calma.

¿Qué ocurre exactamente dentro del cerebro para que los estrógenos marquen el comportamiento? Al parecer, al disminuir los niveles de la hormona femenina disminuye también el volumen de una enzima encargada de regular las señales químicas que llegan al cerebro, al menos entre los roedores. Los ratones hembra no sufrieron tanto este problema porque necesitan mucho menos esa enzima que los ratones macho para que su cerebro funcione con normalidad.

La investigación sólo se ha desarrollado con animales de laboratorio, por lo que los científicos están esperando a poder avanzar en distintas fases de la investigación con humanos y, de este modo, comprobar si lo que ocurre con los pequeños roedores también pasa con los hombres. “Si es así, los nuevos tratamientos podrían no estar muy lejos, con medicamentos que imiten los efectos específicos de los estrógenos en el cerebro sin feminizar el cuerpo”, afirma el doctor Boom al rotativo australiano.

El proyecto de investigación será publicado en fechas próximas en el Journal of Biological Psychiatry, y abre la puerta a una nueva concepción completamente revolucionaria en el tratamiento de las enfermedades mentales. En cualquier caso, sigue siendo necesario actuar con cautela. Como señala el profesor Malcom Hopwood, perteneciente al Austin Health, hacen falta más estudios que analicen los efectos de la utilización de estrógenos a largo plazo antes de avanzar en el tratamiento con hormonas para curar la obsesión.

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