Analice que clase de pensamientos se permite tener en mente



Analice que clase de pensamientos se permite tener en mente, si son los adecuados o si ha llegado la hora de modificarlos. Antes de pretender controlar nada ahí afuera debe aprender a controlar sus pensamientos, deténgase a mirarlos para reemplazarlos cuando no sean los adecuados, llene su mente con los pensamientos, imágenes y sentimientos correctos. Creará lo que mantenga en mente de forma continua, los pensamientos que alberga en su mente están dibujando su futuro en este mismo momento. Descarte y elimine de su mente aquello que no desee o que le produzca daño, deje de alimentar con su energía y pensamientos aquello que no desea, aleje su mente y su atención de aquello que quiere evitar.

Repita los pensamientos de aquello que desea y de forma continua, visualice lo que anhela, al pensar en ello lo alimenta y aumenta en tamaño, cada pensamiento tiene el poder para construir lo que es compatible con ellos. Aquel que se alimenta de elevados pensamientos alcanzará la madurez y el equilibrio, la sabiduría y nobleza, el éxito y la fortuna, debe darle a sus pensamientos el valor y la dimensión real que tienen, solo así los controlará inundando su mente con los pensamientos correctos, los que serán artífices de la creación que desea obtener.

Anote que tipo de pensamientos recurrentes cree que son un obstáculo en su vida, para así tomar conciencia de ellos y cambiarlos cada vez que se presenten. Deténgase de tanto en tanto a ver que es lo que ocupa su mente, deje que su atención se pose sobre aquello que es positivo para su vida, sobre lo que se pose su atención y sus pensamientos está alimentando y haciendo crecer en usted y su vida. Decídase a tomar el mando de sus pensamientos y notará los cambios, los pensamientos que llenan nuestra mente hacen lo que somos. Debemos pensar de una manera más ordenada y eficaz, saber que nuestra mente es una herramienta que nos debe servir, preparémosla entonces para que lo haga de la mejor manera posible.

Todo lo que encuentra lugar en su mente crece y se refleja en su vida, sobre aquello que se posa nuestra mirada crece y se alimenta, aquello que olvidamos o ignoramos desaparece poco a poco. Cada pensamiento suyo tiene su manifestación, sea este bueno o malo, todo lo que hacemos es fruto directo de nuestros pensamientos, lo que hacemos, sentimos y decimos es el resultado de ellos, es como tirar una pequeña piedra en un estanque, el movimiento de ondas que produce tiene un alcance mucho mas allá de donde ella fue arrojada.

Está exactamente donde sus pensamientos eligieron, como resultado de una ley de la que no se puede escapar de manera alguna, la calidad de nuestros pensamientos determina las condiciones de nuestras vidas. Para cambiar su vida y lo que manifiesta en ella debe empezar por cambiar sus pensamientos, para atraer y manifestar lo que realmente desea. A los cambios en la manera de pensar le siguen los cambios en la vida, tan cierto como lo ha sido siempre, no es fácil, pero con práctica continua se puede lograr poco a poco ir modificando nuestras estructuras de pensamiento, algo que nadie nos puede impedir cambiar.

Primero es el pensamiento, piensa en algo y si ese algo atrae su atención y lo desea realmente, inevitablemente influirá de alguna manera en sus actos, la suma de los cuales lo llevan hacia un lugar o hacia otro, lo posicionan de determinada manera y dan forma a su realidad. Todo nace entonces de sus pensamientos, siendo los más poderosos aquellos que están acompañados de sus sentimientos y deseos, estos dan forma a lo que es su vida.

La energía y vigor, salud y equilibrio físico o su opuesto de enfermedad y desequilibrio son el resultado de sus procesos de pensamientos continuos. La salud de un cuerpo debilitado está en el cambio de sus hábitos alimenticios y de pensamiento, modificar y fortalecer ambos renueva la estructura corporal como resultado directo. El cuerpo esbelto y saludable tiene relación con la clase de pensamientos que alberga con mayor frecuencia en su mente.

Mire su rostro y su cuerpo con detenimiento y verá dibujadas señales de sus pensamientos, su vida grita en todas direcciones como es su forma de pensar. El desorden y la debilidad, los vicios y la desorientación son el producto de pensamientos que alberga quien sufre de estas circunstancias, la duda y el temor sólo traerán debilidad y resultados incorrectos o la falta directa de ellos.

Hay quienes al proponerse revisar sus hábitos de pensamientos encuentran en su mente la similitud con una casa abandonada, a lo que sigue trabajar para establecer el orden y la limpieza para dejar lugar en ella sólo a lo que es compatible con sus intereses y deseos más elevados. Culpabilidad; temor; duda y vergüenza son la clase de sentimientos que operan en nuestra contra para la consecución de nuestros objetivos, sólo alimentando sus virtudes eliminará y dejará cada vez menos lugar para todo y cuanto negativo pudiera haber en su vida.

Con los mismos pensamientos obtendrá los mismos resultados, si piensa como antes logrará lo mismos resultados que hasta ahora, para cambiar los resultados debe cambiar su forma de pensar, ese es el punto de partida para lograr sus objetivos. Es importante producir un gran cambio en nuestra mentalidad y comenzar a creer que lo que deseamos es posible, como lo creímos alguna vez, dejar lugar en forma continua en nuestra mente para los pensamientos positivos y las imágenes de éxito. Cambiar su forma de pensar le llevará un tiempo al tener que replantear la forma en que lo hizo durante años, no es una tarea sencilla y quizás al principio parezca que nada sucede, pero una serie de mecanismos internos estarán en funcionamiento.

Cuando se sorprenda dudando o con pensamientos negativos o contradictorios, simplemente cambie pensamientos negativos por positivos, repita palabras positivas, recuerde el poder de las palabras. Trabaje la autosugestión y alimente su subconsciente con los pensamientos adecuados, actúe con fe y tranquilidad. El conflicto y el temor bloquean nuestros canales de la realización, debemos evitar los pensamientos débiles y negativos, las intenciones contradictorias y la confusión. Miedo, envidia, crítica y violencia son como tapones en nuestros conductos de energía creadora.

Detenernos de tanto en tanto y escuchar esa voz interna que no calla y habla constantemente, es la voz de alguien que nos anima para avanzar por más, o simplemente nos dice en forma constante cuales son las razones por las que debemos permanecer como estamos sin efectuar cambios ya que no somos capaces de obtener algo más. Esa voz nos alienta y anima para avanzar o nos pide que nos ocultemos para no arriesgarnos.

La mente debe ser utilizada como una herramienta para servirnos, no debemos permitirle que nos domine o perjudique. Unos minutos de pensamientos negativos bastan para que su rostro se apague y aparezca un ceño fruncido, con ellos llegan las ganas de dejar de hacer cosas, menos energía y algo que dejamos de lado para otro día, si hubiéramos analizado ese pensamiento podríamos haber cambiado un poco las cosas y evitado tales resultados.

Cuide y vigile sus pensamientos, recuerde que ellos determinan su forma de actuar y su destino. Espíritu y mentes elevadas, éxito financiero y logros materiales son resultados de quien trabaja con grandeza y esfuerzo utilizando a su favor todo el poder de sus pensamientos.

Guía del TOC (Trastorno Obsesivo-Compulsivo) de ansede.com


http://www.infogerontologia.com/documents/patologias/ansiedad/guiatoc.pdf
Guía del TOC
(Trastorno Obsesivo-Compulsivo)
de ansede.com
por
Dr. Pedro Moreno
Psicólogo especialista en Psicología Clínica
basado en extractos del libro:
―Dominar las obsesiones. Una guía para pacientes.‖
de Pedro Moreno, Julio C. Martín, Juan García y Rosa Viñas
Publicado en 2008 por la editorial Desclée de Brouwer
Versión 1.0
de la Guía del TOC
Visita la web www.ansede.com
para descargar la última versión
disponible de esta guía.
Gracias.

La información y/o los ejercicios propuestos deben entenderse
como material educativo que puede ayudar al lector a comprender
la ansiedad y el miedo patológico. Sin embargo, esta
guía no debe emplearse para reemplazar el diagnóstico y el
tratamiento de un profesional experto en salud mental.
Para conseguir más información sobre la superación de la
ansiedad y el miedo se puede visitar la página web del Instituto
Ansede: http://www.ansede.com.
Esta guía es una versión modificada de algunos extractos
de libro “Dominar las obsesiones. Una guía para pacientes”,
escrito por los especialistas Pedro Moreno, Julio C. Martin,
Juan García y Rosa Viñas, y que ha sido publicado por la
Editorial Desclée de Brouwer, 2008. Dicho libro puede conseguirse
en librerías de España, América Latina y sur de Estados
Unidos. También puede solicitarse directamente a la editorial.
Sobre cesiones del copyright
Usted tiene permiso para reenviar este documento a familiares
y amigos. De hecho, le animamos a facilitar una copia de
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independencia del medio empleado.
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Contenido
Introducción: ¿Soy obsesivo? ........................................ 4
Inventario para evaluar el TOC ................................. 6
Algunos casos de personas que sufren TOC ............. 8
¿Cómo puedo resolver mi problema?...................... 16
Tratamiento psicológico ....................................... 16
Tratamiento farmacológico .................................. 17
Lee esto antes de continuar: plan de la obra ........... 18
Pistas para entender el TOC ......................................... 20
Tipos de obsesiones y compulsiones ....................... 22
Obsesiones más frecuentes .................................. 22
Compulsiones más frecuentes ............................. 25
TOC parece, pero no es ............................................ 28
Preocupaciones de la vida cotidiana ................... 28
Volverse loco ........................................................ 29
Comienzo, desarrollo y frecuencia del TOC .......... 31
Por qué surge y cómo se mantiene el TOC ................. 32
Genes ―obsesivógenos‖ ............................................ 32
Experiencias psicológicas ―obsesivógenas‖ ........... 34
Desencadenantes del TOC ....................................... 38
Acontecimientos vitales estresantes .................... 38
La importancia del estado de ánimo .................... 39
El TOC surge y se mantiene .................................... 41
Para ampliar la información aquí contenida ....... 42
4
INTRODUCCIÓN: ¿SOY OBSESIVO?

En el lenguaje cotidiano empleamos a menudo
expresiones como ―obsesivo‖, ―perfeccionista‖ o ―maniático‖
para referirnos a formas de comportarnos que
pueden ser problemáticas y causarnos gran malestar.
La idea transmitida por esas expresiones es que el
comportamiento, que sería normal en otras circunstancias,
ha llegado a un extremo que parece anormal. Por
ejemplo, es deseable mantener ciertas precauciones
para no contaminarse o no contraer enfermedades, sin
embargo, a primera vista, parece excesivo tener que
lavarse las manos 50 ó 100 veces al día. Otro ejemplo:
es normal que, hasta cierto punto, nos puedan asaltar
dudas sobre si hemos cerrado bien o no la puerta de
casa o la llave del gas, sin embargo podría ser anormal
comprobar 25 veces si hemos cerrado bien la puerta de
casa y que persista la duda en nosotros. Estos son
algunos ejemplos, entre los muchos que existen, de los
síntomas de un trastorno de ansiedad que denominamos
trastorno obsesivo compulsivo (TOC, en adelante).
Los psicólogos ponemos la etiqueta de ―obsesiones”
a aquellas ideas, impulsos o imágenes que
ocurren de forma espontánea y repetitiva en nuestra
mente. Típicamente, el paciente sabe que ese pensamiento,
esa imagen o ese impulso es suyo pero siente
5
que es absurdo o inapropiado y aún así le cuesta mucho
evitar que acudan a su mente estas ideas o impulsos.
Las obsesiones causan gran malestar y pueden ocupar
mucho tiempo, deteriorando nuestra calidad de vida.
Para neutralizar las obsesiones o, de algún modo
compensarlas, es habitual realizar compulsiones,
que son comportamientos o acciones mentales repetitivas
que se ejecutan para prevenir o aliviar el malestar
que causan las obsesiones que nos invaden. Por ejemplo,
si me siento sucio, es típico que acuda a lavarme
las manos para reducir esa sensación. Si me asalta la
duda sobre si he cerrado bien la puerta, es típico que
vuelva a comprobar si la cerré bien. Si me asalta el
impulso de asesinar a mi hijo, además de sentir una
angustia profunda, es típico que haga ―algo‖ para evitar
que eso ocurra (por ejemplo, llamar a mi pareja para
que lo tenga en brazos y me detenga, por si cediese al
impulso de asesinarlo ―en un arrebato de locura‖). Si
cometo un error, puedo necesitar repetir mentalmente
33 veces la expresión ―tres, trinidad, perfección‖, como
una forma de subsanar la sensación de ser imperfecto,
cuando objetivamente creo tener muy buenas cualidades.
Las personas que sufren trastorno obsesivocompulsivo
necesitan dedicar cada vez más tiempo a
neutralizar o contrarrestar sus obsesiones absurdas. Y
esto lo hacen mediante cada vez más y más acciones o
pensamientos que al principio tranquilizaban, pero que
cada vez tranquilizan menos. Estas personas se sienten
típicamente atrapadas en una vida que es una repetición
continua y desesperante de pensamientos, actos, y
profundos sentimientos de angustia. Generalmente, las
personas que sufren TOC acaban desarrollado episodios
depresivos y pueden tener graves dificultades en
su trabajo y en su vida cotidiana.
6
Inventario para evaluar el trastorno
obsesivo-compulsivo
En Tabla 0.1 se presenta un inventario con algunas
de las obsesiones y compulsiones más frecuentes.
Rellénalo para explorar tu ―obsesividad‖. Marca
(V) si consideras que la frase es ―verdadera‖ en tu
caso; marca (F) si la consideras falsa.
Tabla 0.1. Inventario de experiencias obsesivocompulsivas
1. Al tocar a otros siento que puedo contraer
una enfermedad
V – F
2. A menudo me siento sucio o contaminado V – F
3. Me lavo las manos más de 15 veces cada día V – F
4. Cuando cierro una puerta tengo muchas
dudas sobre si he cerrado bien
V – F
5. Compruebo varias veces las cosas que hago,
a veces hasta el agotamiento
V – F
6. Paso mucho tiempo dudando sobre cosas
que para otros son sencillas
V – F
7. Me siento muy mal cuando no veo mis cosas
ordenadas de forma simétrica o equilibrada
V – F
8. Necesito ordenar las cosas de un modo especial
para sentirme bien
V – F
9. El desorden me pone muy nervioso V – F
10. Me horrorizo por sentir a veces impulsos de
agredir a otras personas
V – F
11. Me da miedo coger cuchillos afilados si
estoy con otras personas
V – F
12. A veces me asusto mucho por pensamientos
muy agresivos que tengo
V – F
13. Si me acerco a un balcón tengo miedo de V – F
7
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que me dé por saltar al vacío
14. En lugares sagrados temo que me dé por
gritar obscenidades o blasfemias
V – F
15. Me imagino escenas sexuales pornográficas
con imágenes de personajes sagrados
V – F
16. Tengo pensamientos que me atormentan
porque van en contra de mis convicciones
morales
V – F
17. Tengo pensamientos pornográficos muy
desagradables
V – F
18. A veces siento impulsos sexuales que me
parecen horribles
V – F
19. Necesito hacer las cosas tan bien que me
pierdo en los detalles
V – F
20. Tengo pensamientos absurdos y repetitivos
que no puedo detener fácilmente
V – F
21. Me cuesta mucho tirar objetos que otros
consideran inútiles o gastados
V – F
22. A menudo me cuesta eliminar de mi cabeza
palabras o música que acabo de escuchar
V – F
23. A veces me siento culpable de sucesos que
otros me dicen que están fuera de mi alcance
V – F
24. A menudo me cuesta terminar las cosas porque
no encuentro la forma correcta de finalizarlas
V – F
25. Necesito hacer las cosas de una forma tan
concreta que me paralizo y no puedo hacerlas
V – F
26. Muchas veces doy tantas vueltas a un mismo
tema que paso horas sin llegar a ninguna
conclusión
V – F
Corrección e interpretación de resultados: Si
has marcado alguna de las 26 frases como verdadera y
esas ideas, pensamientos, sentimientos o impulsos te
parecen absurdos o irracionales, podrías estar sufriendo
un TOC. Para realizar el diagnóstico de TOC además
debería darse al menos una de las siguientes condicio8
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nes:
1. Sientes demasiado malestar como consecuencia
de esas ideas, sentimientos o impulsos.
2. Dedicas mucho tiempo a las acciones que
realizas para reducir o prevenir el malestar
que te producirían esas ideas, sentimientos o
impulsos en caso de no hacerlas.
3. Tus relaciones familiares, sociales, académicas
o laborales se están deteriorando como
consecuencia de tus ideas, sentimientos
o impulsos, o de las acciones que te sientes
obligado a realizar para reducir tu malestar.
Algunos casos de personas que sufren
trastorno obsesivo-compulsivo
A continuación presentamos, brevemente, los casos
de algunos de nuestros pacientes que han sufrido TOC.
Hemos seleccionado estos casos porque cubren una
amplia gama de obsesiones y compulsiones que solemos
encontrar en la consulta, sin embargo, las variaciones
que presentan los pacientes que sufren TOC va
mucho más allá de lo mostrado en estos ejemplos. El
TOC no se diagnostica por las obsesiones o compulsiones
concretas que presente el paciente, sino, más
9
bien, por el hecho de que la persona sufre a consecuencia
de ideas, pensamientos o impulsos repetitivos y
considerados absurdos, que a veces le llevan a realizar
actos para neutralizarlos. En capítulos posteriores
volveremos sobre estos casos, para analizarlos con más
detalle.

EL CASO DE MARÍA
1: ―¿Soy una madre psicópata?”
María tiene 25 años. Recientemente se ha casado
y ha tenido un niño. Cuando nació su hijo dejó de
trabajar en los almacenes de fruta de su pueblo. Ahora
se dedica a cuidar a su hijo y a ayudar a su marido con
el papeleo de un pequeño negocio. Al principio, como
todas las madres, se estresó mucho con los cuidados
que requiere un bebé. Terminaba tan cansada que lo
acostaba con ella en la cama para que se quedara dormido.
Un día, preparando la comida en la cocina, tenía
al niño sentado en la trona. Cogió un cuchillo para
pelar unas patatas y cuando lo miró, le pasó por la
cabeza un pensamiento que retumbó como un trueno:
―¿y si se lo clavara al niño...?‖. Sintió tal terror que se
quedó paralizada. Tras notar un escalofrío que le recorrió
el cuerpo, el cuchillo se le cayó de las manos.
Inmediatamente fue a abrazar a su hijo llorando, como
si tuviera que protegerle de algo. A partir de ese momento,
empezó a no meterlo en la cama, por si se
quedaba dormida y lo asfixiaba con su cuerpo. En la
cocina, si su hijo estaba cerca, no cogía los cuchillos.
Los tenía metidos en un cajón al fondo, para que no le
fuera fácil sacarlos. Cuando no había más remedio que
coger un cuchillo para pelar algo a su hijo, si podía, lo
hacía fuera de su vista o intentaba que alguien estuvie-
1 Los nombres y otros datos que podrían identificar a nuestros
pacientes han sido modificados para preservar su anonimato.
10

EL CASO DE ADELA: “Comprobar bien es complicado”.
Adela estaba casada. Había intentado tener
hijos, pero no se quedaba embarazada. Tenía 37 años.
Su marido decía que era una ―maniática‖. Antes de ir a
acostarse, comprobaba la llave del gas. Esto no tenía
nada de particular, lo hace mucha gente. Pero ella
tardaba quince minutos. Primero la cerraba. Luego,
para estar más segura, volvía a abrirla y la cerraba de
nuevo. Cuando se retiraba de la tubería, le asaltaba la
duda: ―¿La habré cerrado bien?‖. Entonces volvía y la
comprobaba de nuevo. Solía apretar hacia la izquierda,
hasta que se convencía de que la llave estaba cerrada.
Pero al retirarse a su habitación, volvía a asaltarle la
dichosa pregunta: ―¿La habré cerrado bien?‖ y empezaba
a sentir un sudor frío y una inquietud, que sólo
desaparecía cuando se levantaba y volvía a comprobar
la llave. A veces era tan angustiosa la pregunta, que le
pedía a su marido que la comprobara él, porque ella ya
no podía más. Cuando su marido volvía a la habitación,
le preguntaba: ―¿Estás seguro de haberla cerrado
bien?‖. Él siempre decía que sí, pero ella insistía:
―¿Estás seguro?‖. Incluso le pedía que volviera a comprobarlo,
hasta que él se enfadaba. Algunos días ella se
dormía llorando.
Cuando salía de casa, tenía que cerrar con llave
y darle tres vueltas. Esto parece simple, muchas cerraduras
tienen tres vueltas. Pero ella tenía que hacerlo en
absoluto silencio. Si había dado la primera vuelta y de
repente aparecía un vecino, hacía como que se le había
olvidado algo y entraba en casa otra vez. Volvía a salir
después y comenzaba de nuevo la operación. Si mientras
lo hacía se oía el ascensor u oía cualquier otro
ruido, tenía que empezar de nuevo, hasta que oyese

perfectamente el sonido de cada vuelta. Cuando, por
fin pudo salir a la calle, había tardado 20 minutos en
cerrar la puerta.
Antes de salir de casa, tenía que comprobar que
todas las ventanas estuvieran cerradas. Esto suponía ir
habitación por habitación y comprobar el picaporte.
Normalmente lo agarraba con la mano y lo giraba tres
veces, hasta convencerse de que el picaporte estaba
perfectamente cerrado. Cuando ya había hecho el
recorrido por toda la casa, frecuentemente le asaltaba la
duda del picaporte de una determinada habitación. No
recordaba si lo había comprobado tres veces y volvía
para asegurarse. Como ya estaba un poco insegura,
volvía a recorrer otra vez todas las habitaciones por si
acaso... Salir de casa podía llevarle entre 20 minutos y
dos horas.
EL CASO DE SUSANA: “La contaminación se multiplica
como por arte de magia”
Susana es una mujer de 36 años que trabaja como
jefa de laboratorio en una empresa química. Desde
hace un tiempo nota que se ha vuelto ―más escrupulosa‖.
Siente a menudo que se puede contaminar y que
puede contaminar a otros. Esto le obliga a lavarse las
manos cada vez con más frecuencia, llegando a los 30
lavados diarios. En su trabajo manipula sustancias
químicas peligrosas que justifican adoptar ciertas medidas
de precaución. No obstante, reconoce que su
cautela va más allá de lo razonable y acude a consulta
psicológica precisamente porque teme que los demás
puedan ―notar algo‖ y considerarla ―rara‖, lo que podría
impedir su promoción en su empresa. Cuando indagamos
en su vida privada encontramos que esa ―cautela‖
también se presentaba en casa: necesitaba lavarse
las manos casi tantas veces como en el trabajo, la
12
ducha duraba unos 30-40 minutos y debía seguir un
orden concreto de modo estricto, cada lavado debía
realizarse de un modo determinado para prevenir el
contagio de gérmenes que podían quedar en el lavabo.
En ocasiones los lavados debían repetirse más de lo
habitual, hasta lograr una sensación de descontaminación
completa. Lo que más le angustiaba era verse
encerrada en una situación absurda: sabía que no se
estaba contaminando con nada, pero le producía tanta
ansiedad no lavarse que se veía obligada a ello, una y
otra vez.
EL CASO DE ROBERTO: “Un mundo ordenado, un mundo
perfecto”
Roberto trabajaba de cajero en un banco. Nunca
se le habían dado bien los estudios. Empezó de auxiliar
en el banco y, gracias a su esfuerzo, le ascendieron a
cajero. Se había casado y su mujer no trabajaba. Pronto
tuvieron dos hijos. El banco le mandó a una ciudad
costera. Era la primera vez que salía de su ciudad.
Volvía extremadamente cansado del trabajo y tuvo una
depresión. Durante el tiempo que duró la enfermedad le
dieron la baja y estuvo tomado medicación. Volver al
trabajo le costó un mundo, pero finalmente se reincorporó.
Se había comprado un coche de segunda mano
que llevaba impecable. Era su primer coche. Solía
lavarlo con esmero. También lo miraba por si alguien
le hubiera hecho algún rozón. Era meticuloso y solía
revisarlo siempre en el mismo orden, empezando por
los bajos, luego las puertas, las aletas delanteras y
traseras, el capó y finalmente el maletero. No dejaba de
comprobarlo hasta que se convenciera de que estaba en
perfecto orden. Como era aficionado a los coches, solía
comprarse revistas de esta temática. Tras varias discusiones
con su mujer por el espacio que ocupan en casa,

decidió guardarlas en el garaje y el trastero. Tenía ya
tantas cajas de revistas que apenas quedaba espacio
para otros utensilios.
En su mesa del banco, todo tenía que estar perfecto.
Los papeles clasificados por su tamaño y perfectamente
alineados. Sus compañeros se daban cuenta de
que tardaba mucho tiempo en ponerse a trabajar, que lo
que ellos hacían en menos de un minuto, a Roberto le
costaba diez. Tenía la sensación de que hablaban de él
a su espalda. Esto aumentaba su mal humor, su desánimo
y le obligaba a esforzarse aún más en su trabajo.
Cuando veía algún papel desalineado en la mesa de un
compañero, su atención se centraba tanto en eso, que
era incapaz de escuchar lo que le decían, a no ser que
los pusiera en orden. Algún compañero incluso le había
llamado la atención por tocar papeles de su mesa.
Roberto empezaba a vivir un infierno. Cada día
le costaba más trabajo levantarse. Cuando llegaba a
casa, pasaba horas en el garaje comprobando que el
coche estaba en orden y que no tenía ningún rozón. En
casa habían salido unas pequeñas grietas en la pared
junto a la puerta. También comprobaba las grietas,
lentamente, de arriba abajo y de abajo a arriba. Quería
comprobar que no aumentasen. También dedicaba un
largo tiempo a comprobar las gafas. Las examinaba
escrupulosamente por ver si tenían algún arañazo.
Siempre seguía el mismo plan: primero las patillas,
luego, el puente y por último los cristales. Finalmente
las dejaba siempre en el mismo sitio antes de acostarse.
Por la mañana se levantaba y seguía siempre el mismo
orden: ponerse los calcetines, ponerse los pantalones
sin abrochar, la camisa, abotonársela de abajo a arriba,
meterla dentro del pantalón, abrocharse el pantalón,
ponerse la corbata y por último las gafas. Sólo entonces
podía coger la cartera y meterla en el bolsillo iz14
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quierdo del pantalón. Luego las llaves de casa en el
derecho. Cualquier cambio en este orden, suponía
volver a empezar desde el principio, es decir, volver a
quitarse toda la ropa y empezar de nuevo. Si no lo
hacía así, pensaba que iba a pasar algo malo ese día, a
él, a su mujer o a alguno de sus hijos.
EL CASO DE ENRIQUE: “¿Seré yo homosexual?”
Enrique es un varón de 45 años que ha mantenido
relaciones estables con varias mujeres. No ha llegado a
casarse ni se ha decidido a convivir con ninguna de
ellas. Convive con sus padres, ya mayores, y no tiene
quejas sobre su estilo de vida. Le gusta salir con sus
amigos, tomar cervezas y cortejar mujeres atractivas
que se cruzan en sus salidas nocturnas. Acude a consulta
porque desde hace unos meses ha comenzado a
preocuparse por tener ciertos pensamientos e impulsos.
Enrique cuenta que a veces se pone muy nervioso
porque de pronto le acude a la mente la idea de que es
homosexual y se queda desconcertado pensando:
―¿Homosexual yo, que nunca me han gustado los
hombres? Respeto que a otros hombres les puedan
gustar los hombres, pero a mí siempre me han gustado
las mujeres.‖ En otros momentos, cuando está con su
madre, tiene miedo de que le dé un ―impulso‖ y acabe
tocando los pechos o las nalgas de su madre. Esto le
angustia mucho. Le parece horrible esa idea y se siente
profundamente preocupado por la posibilidad de que
no pudiera contener ese impulso. Actualmente está
evitando todas aquellas situaciones en las que parece
que se disparan sus pensamientos e impulsos obsesivos.
Sobre todo evita acercarse a su madre y ha disminuido
la frecuencia con la que salía con los amigos por
los bares nocturnos.

EL CASO DE VERIDIANO: “¿Y si no es real la realidad?”
Veridiano es un chico inteligente que acaba de
cumplir 18 años de edad. Siempre ha sido muy responsable
y estudioso. La madre lo califica como un
―chico excelente‖, tanto por su comportamiento
como por su responsabilidad, aunque a veces echa de
menos que no salga a divertirse algo más con sus
amigos. Tras estudiar a los filósofos clásicos, sobre
todo a Platón y a Descartes, se ha acentuado su miedo
a que la realidad no sea lo que parece. Cuenta que
se angustia mucho por la posibilidad de que el mundo
no sea real. Teme que su vida sea algo parecido a
la del protagonista de la película ―El show de Truman‖
o que el mundo pueda ser ―virtual‖ como se
presenta en la película ―Matrix‖. En el ―Show de
Truman‖ su protagonista había nacido dentro de un
mundo construido por una productora de televisión
que retransmite su vida en directo, las 24 horas del
día y sin que en ningún momento Truman tome
conciencia de la artificialidad del mundo en que
vive. Todos sus amigos, compañeros de trabajo y
conocidos en general, son actores que siguen sus
respectivos guiones. En ―Matrix‖ se presenta el
argumento de que todo el mundo, tal y como lo
vivimos los humanos, es generado por una supercomputadora
que ―inyecta‖ esa realidad virtual en
nuestros cerebros mientras nosotros creemos vivir
una vida real. Veridiano se dedica a veces horas
enteras a ―filosofar‖ sobre cómo es el mundo, lo que
no le conduce a ninguna respuesta definitiva y sí a
una cantidad de angustia tan profunda como innecesaria.



¿Cómo puedo resolver mi problema?
Si tienes un TOC o conoces a alguien que lo tenga,
te habrá resultado familiar mucho de lo leído hasta
ahora. Quizá te estés preguntando si se puede solucionar
este problema y qué puedes hacer para resolverlo.
Hasta hoy, dos tratamientos han resultado ser eficaces
para tratar el TOC: Uno es psicológico y el otro farmacológico.
En ocasiones, se combinan los dos, sobre
todo cuando predominan las obsesiones y prácticamente
no hay compulsiones. En otras ocasiones, desafortunadamente,
cuando no es posible acceder a un tratamiento
psicológico especializado para este trastorno, el
médico sólo ofrece el tratamiento farmacológico.
Tratamiento psicológico
Dentro de la psicología y de la psiquiatría hay
diferentes formas de entender los problemas psicológicos.
Por tanto, también hay diferentes formas de tratarlos.
Hay tratamientos de tipo cognitivo-conductual,
psicoanalítico, psicodinámico, sistémico, humanista,
etc. Cada uno de estos tratamientos puede ser más o
menos beneficioso según el tipo de problema psicológico.
Según los estudios científicos realizados hasta el
presente, el único tratamiento psicológico que ha demostrado
ser eficaz para el TOC y para reducir las
recaídas es el tratamiento psicológico cognitivoconductual.
Este tratamiento es, precisamente, el que
exponemos en este libro. En principio, es igual de
efectivo si se realiza de forma individual o en grupo.
17
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Cuando el TOC tiene lugar en conjunción con otras
problemas puede ser preferible un tratamiento psicológico
individualizado y adaptado al caso. El objetivo del
tratamiento psicológico para el TOC es reducir las
obsesiones, las compulsiones y el malestar que causan,
mejorando la calidad de vida del paciente y, en una
parte de los casos, permitiendo una vida completamente
normal.
Tratamiento farmacológico
Hasta hoy, pese a que se han probado distintos
fármacos para controlar las obsesiones y las compulsiones,
los únicos que han demostrado ser efectivos son
los antidepresivos. En concreto, la clomipramina y los
inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina
(ISRS). Estos últimos son los que más se utilizan, ya
que provocan menos efectos secundarios.
Estos antidepresivos son efectivos en el TOC,
aunque no haya depresión concomitante. El problema
de los fármacos es que, tras dejar de tomarlos, es más
probable la recaída que si se ha realizado un tratamiento
psicológico especializado de forma conjunta.
Dada la importancia de este tema, hemos incluido
al final del libro un capítulo sobre la farmacología
del TOC. En cualquier caso, recuerda que nunca
es inteligente la automedicación y que siempre debemos
consultar con un especialista antes de comenzar o
interrumpir cualquier tratamiento farmacológico.
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Lee esto antes de continuar: plan de la
obra
Este libro está diseñado y escrito para que pueda
ayudarte de varias maneras a vencer tu TOC. Si estás
muy angustiado por los síntomas que tienes o si dudas
sobre tu estado de salud mental, debes consultar con un
psicólogo clínico antes de intentar diagnosticar y tratar
tu estado por ti mismo. Difícilmente un libro puede
ayudarte a descartar otros problemas que podrías estar
sufriendo actualmente y que tal vez sean prioritarios.
Hecha la advertencia del párrafo anterior, entramos
en el detalle de cómo está diseñada esta obra, su contenido
y cómo puede emplearse.
El objetivo principal que nos proponemos es
presentar algunas de las ideas más novedosas y contrastadas
sobre el tratamiento del TOC, al tiempo que
proponemos un método, paso a paso y con abundantes
ejemplos, para que un lector interesado pueda aplicar
estos consejos en su vida cotidiana.
En el capítulo segundo desarrollamos los principales
tipos de obsesiones y compulsiones que se dan,
las diferencias con otros problemas cercanos en apariencia
y los datos que poseemos sobre el comienzo,
desarrollo y frecuencia con la que se da el TOC.
En el capítulo tercero nos adentramos en las
causas del TOC, tanto desde la predisposición biológica
y psicológica como desde los desencadenantes
actuales del trastorno. También desarrollamos los
factores que contribuyen al mantenimiento del TOC
una vez desencadenado.
A continuación encontramos una serie de capítulos
de carácter más práctico. En ellos analizaremos
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nuestro caso particular, los pensamientos erróneos y las
creencias disfuncionales que fluyen por nuestra mente
en estado obsesivo. Seguidamente pasaremos al ―laboratorio
de prácticas‖ para poner a prueba nuestras
creencias obsesivas y, tras modificar lo modificable,
pasaremos, con base firme, a plantar cara a los síntomas
obsesivos y compulsivos en el mundo real.
En la parte final del libro encontramos dos capítulos
que nos sirven para reflexionar y obtener información
adicional. El capítulo nueve aporta información
sobre los aspectos biológicos del TOC y los tratamientos
farmacológicos disponibles. El capítulo final, titulado
―Los peligros de una mejoría‖, pone de manifiesto
ciertas cuestiones que a veces cabe plantearse antes de
lograr una solución definitiva de este grave trastorno de
ansiedad.
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PISTAS PARA ENTENDER EL TRASTORNO
OBSESIVO-COMPULSIVO

Lo característico del trastorno obsesivocompulsivo
(en adelante, TOC) es, precisamente, la
presencia de obsesiones y compulsiones, que provocan
un intenso malestar y que repercuten en la vida personal,
social y laboral de quien las padece. Las obsesiones
son pensamientos, imágenes o impulsos que aparecen
en nuestra cabeza de forma involuntaria. Normalmente
estos pensamientos, imágenes e impulsos chocan
con nuestra moral o nuestra forma de ser, por lo que
solemos sentir que son ideas o impulsos absurdos,
cuando no descabellados. A veces pueden llegar a ser
realmente angustiosos, como en el caso de María, que
presentamos en el capítulo anterior (ver p. 8 y siguientes).
Esta chica sufría muchísimo cuando le asaltaban
pensamientos de dañar a su hijo. Tenía miedo de ser
realmente una persona con instintos homicidas y estaba
profundamente deprimida por tener pensamientos de
ese tipo. Cuanto más luchaba por quitarse esas ideas de
la cabeza, más le venían, sintiéndose cada vez más
incapaz de controlar sus propios pensamientos. Existen
muchos tipos de obsesiones, como veremos más adelante;
casi tantos como la imaginación nos pueda fabricar.
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Las compulsiones son comportamientos o acciones
mentales (pensamientos voluntarios) que realizamos
para sentirnos menos angustiados. Pretenden
neutralizar o anular las obsesiones para que no se
hagan realidad. Por ejemplo, en el capítulo anterior
vimos cómo Susana se angustiaba continuamente con
pensamientos de estar contaminada. Sólo cuando se
lavaba exhaustivamente conseguía sentir alivio, aunque
éste duraba poco porque en seguida volvían a aparecer
las obsesiones de contaminación. También vimos cómo
las compulsiones pueden llevarse a cabo con el propósito
de aumentar la sensación de seguridad o aliviar el
malestar. Así, Roberto, para sentirse seguro y relajado,
necesitaba que todo estuviera en orden y por eso repasaba
el coche, ordenaba los papeles y comprobaba las
gafas repetidamente. Sabía que todas estas compulsiones
le estaban creando problemas en casa y en el trabajo,
pero sentía una fuerte necesidad de realizarlas.
Cuando se resistía a ellas, aumentaba su ansiedad,
hasta que terminaba cediendo y las llevaba a cabo una
y otra vez.
Pese a que en algún caso las compulsiones parecen
tener una lógica razonable para erradicar las
obsesiones o los sentimientos de inseguridad —por
ejemplo, cuando nos lavamos porque nos sentimos
sucios—, los actos compulsivos sólo alivian la ansiedad
de forma transitoria y generalmente agravan la
sensación de inseguridad o duda que acompaña a las
obsesiones.
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Tipos de obsesiones y compulsiones
Normalmente, las obsesiones y las compulsiones
tratan sobre un tema, que suele ser importante para
quien las padece. Por ejemplo, una persona con la
obsesión de haberse contaminado, como Susana, es
fácil que tenga la compulsión de lavarse las manos
repetidamente. En este caso habría un tema común:
contaminación/desinfección.
No obstante, podría darse casi cualquier combinación
entre obsesiones y compulsiones. Por ejemplo,
recuerdo un paciente que, ante la obsesión de estar
contaminado, revisaba y comprobaba continuamente su
cuerpo para garantizar que no hubiese marcas o síntomas
de contaminación. También repetía mentalmente
una oración cada vez que tenía la sensación de estar
contaminado.
Veamos las obsesiones y compulsiones más
frecuentes. Repásalas y observa cuáles son las que te
molestan actualmente. Es posible que en tu caso haya
un determinado tema o una combinación particular de
obsesiones y compulsiones.
Obsesiones más frecuentes
Las obsesiones más frecuentes están relacionadas
con temas tan diversos como la suciedad, la enfermedad
y la contaminación, los impulsos agresivos, las
situaciones peligrosas, la sexualidad y los ―asuntos
abstractos‖. Veamos con más detalle cada una de estas
temáticas obsesivas:
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1. Suciedad, enfermedad y contaminación. En esta
clase de obsesiones, podemos pensar o imaginar
que nosotros mismos, nuestros seres queridos u
otras personas pueden ensuciarse, contagiarse o
contaminarse, lo que podría provocar la enfermedad
o la muerte. Distinguimos tres tipos. En
las obsesiones de suciedad se experimenta un
intenso malestar al entrar en contacto con productos
corporales (heces, orina, sudor, saliva,
eructos, semen, flujo vaginal), basura o materia
podrida, animales, ropa u objetos sucios. En las
obsesiones de enfermedad, se teme estar en
contacto con gérmenes que causen enfermedades
(SIDA, cáncer o enfermedades venéreas).
Por último, en las obsesiones de contaminación,
uno teme contaminarse con productos químicos
o sustancias perjudiciales para la salud. Como
hemos visto en el caso de Susana, lo más frecuente
es que este tipo de obsesiones conduzcan
a compulsiones de lavado, limpieza y desinfección.
2. Agresión. En esta clase de obsesiones uno teme
poder agredir física o verbalmente a otras personas,
como le sucedía a María, que se angustiaba
al pensar que podía apuñalar a su hijo.
Hay personas que pueden obsesionarse también
con la idea de agredirse a sí mismos. Recuerdo
un paciente que lo pasaba francamente mal.
Evitaba quedarse solo o estar cerca de cualquier
objeto que pudiera servir para hacerse daño,
pues creía que podía perder el control y terminar
hiriéndose o suicidándose, a pesar de sus
ganas de vivir.
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3. Estar en peligro. Pueden aparecer diversas obsesiones
en las que se piensa o se imagina que
uno mismo u otra persona puede estar en peligro.
Este peligro puede deberse a alguna imprudencia
que se teme cometer, como le sucedía a
Adela, que se angustiaba al pensar que podía
dejarse abierto el gas, la puerta o las ventanas.
A veces uno puede convencerse de que puede
evitar el peligro al hacer algo, como le sucedía a
Roberto. Éste pensaba que podía garantizar la
seguridad de sí mismo y de su familia gracias a
sus rituales de orden.
4. Sexualidad. Las obsesiones de Enrique son un
claro ejemplo, pues vivía angustiado ante sus
dudas de orientación sexual y sus impulsos incestuosos.
Otros ejemplos de estas obsesiones
son: pensamientos de violar o abusar de alguien,
imágenes pornográficas desagradables,
impulsos de desnudarse en público o de besar a
alguien en contra de su voluntad, sensación de
haber agredido sexualmente a alguien, etc.
5. Asunto abstracto. En este caso más que un pensamiento
concreto, suele haber una cadena de
pensamientos sobre un tema, que se repite una y
otra vez, hasta que resulta desagradable. Si recuerdas
a Veridiano, este chico podía pasarse
horas dudando sobre si su vida era real o ficticia.
Este tipo de obsesiones puede ser sobre filosofía
o religión (el sentido de la vida o qué
pasa después de la muerte) o sobre la forma de
ser o de comportarse (por ejemplo cómo ser el
mejor esposo, profesional, padre, etc.).
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Compulsiones más frecuentes
Las compulsiones más frecuentes entran dentro
de los siguientes temas: lavado/limpieza/desinfección,
comprobación, orden/simetría, repetición y acumulación.
Veamos con más detalle cada temática compulsiva:
1. Lavado, limpieza y desinfección. Susana podía
llegar a lavarse las manos 60 veces al día y tardar
una hora en ducharse. Este tipo de comportamientos
repetidos y excesivos es lo que conocemos
como compulsiones de lavado. El lavado
puede ser del propio cuerpo, de la ropa, de la
casa, de las mascotas, o incluso de los propios
hijos. Susana, aunque era consciente de que su
comportamiento era desproporcionado, nunca
tenía la sensación de estar realmente limpia o
desinfectada, de forma que se lavaba una y otra
vez cuando le asaltaban las dudas de contaminación
o suciedad.
2. Comprobación. Consiste en comprobar o asegurarse
de que algo negativo no ha sucedido o
de que no se ha cometido ningún error o imprudencia.
Las dudas obsesivas suelen inducir estas
compulsiones. Por ejemplo, Adela necesitaba
comprobar varias veces que no había dejado
abierta la llave del gas. Si no estaba totalmente
segura, volvía a comprobarla o pedía a su marido
que lo hiciera. Roberto podía pasarse horas
comprobando que su coche o sus gafas no tenían
ningún arañazo. A veces las comprobaciones
pueden hacerse mentalmente. Uno de mis
pacientes tenía la obsesión de haber atropellado
a alguien con el coche de camino a casa. Repa26
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saba y comprobaba mentalmente lo que había
hecho durante el trayecto. Si no se quedaba
tranquilo (lo que solía ocurrir), comprobaba el
coche por si había restos de sangre o regresaba
al trabajo para comprobar si había algún peatón
herido por el camino. Como cuatro ojos ven
más que dos, pedía a su mujer que le acompañara,
sobre todo cuando la ansiedad era muy elevada.
Así, ella podría comprobar que no había
atropellado a nadie, por si a él se le había escapado
algún detalle.
3. Orden y simetría. Para poder trabajar tranquilo,
Roberto necesitaba que los papeles estuvieran
―bien‖ archivados. A veces retrasaba su trabajo
o recibía críticas por el tiempo invertido en ordenar
todo tipo de objetos. Una paciente necesitaba
que la mesa estuviera en el centro justo del
comedor. Llegaba a levantarse dos horas antes
por las mañanas para alcanzar la anhelada simetría.
Si no era así, iba al trabajo angustiada,
pensando que algo malo podía suceder. Las
compulsiones de orden y la simetría pueden
darse con todo tipo de objetos o utensilios.
4. Repetición o contar. Se puede repetir multitud
de comportamientos o acciones mentales, a veces
siguiendo normas fijas o en un número determinado
de veces. Adela necesitaba dar tres
vueltas a la llave en absoluto silencio. Si algo la
interrumpía, tenía que comenzar de nuevo.
También es frecuente repetir mentalmente palabras,
frases, matrículas de vehículos o canciones,
a veces simplemente por el hecho de escucharlas
en la radio o la televisión. Recuerdo un
paciente que necesitaba reemplazar sus pensamientos
negativos por un pensamiento o acción
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positivos. Cada vez que le asaltaba la obsesión
de atacar a su mujer tenía que decirle ―te quiero‖
o repetir varias veces ―quiero a mi mujer‖,
para poder calmar su ansiedad.
5. Acumulación. Algunos pacientes coleccionan o
guardan objetos que realmente no son útiles y
que ocupan un espacio innecesario en casa o en
el lugar de trabajo. Roberto tenía el garaje lleno
de cajas con revistas de coches. Sabía que no
iba a volver a leerlas ni las necesitaba, pero la
idea de tirarlas le angustiaba muchísimo. El espacio
en el garaje se reducía y las discusiones
con su esposa aumentaban por este motivo. Aun
así, sentía la fuerte necesidad de seguir
comprándolas y guardándolas.
Cualquiera de los cinco grupos de compulsiones
anteriores puede realizarse de manera ―ritualizada‖.
Una compulsión se convierte en ritual cuando cada
acción tiene varios pasos que han de cumplirse siguiendo
un orden o secuencia rígida. Por ejemplo, para
vestirse, un paciente, tenía que ponerse primero el
calcetín derecho, luego el izquierdo, comprobar que no
estaban arrugados o que estaban suficientemente estirados,
luego el pantalón, la camisa, etc. Si en algún
momento se equivocaba en el orden de la prenda o
consideraba que no estaba suficientemente estirada,
tenía que quitarse toda la ropa y volver a empezar
desde el principio. Roberto y Susana también tenían
compulsiones muy ritualizadas que requerían mucho
tiempo. Las comprobaciones de Roberto tenían que
seguir un orden muy definido. Al igual que los lavados
de Susana, que para lavarse las manos primero empezaba
con el pulgar, luego con el índice, etc.
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TOC parece, pero no es
En el lenguaje corriente es muy común utilizar la
palabra obsesión para referirse a distintas cosas. Es
frecuente oír frases como ―estás obsesionado con esto‖
o ―todo lo que tienes es obsesión‖.
Al principio de este capítulo hemos definido lo que es
una verdadera obsesión: pensamientos, imágenes o
impulsos desagradables y/o absurdos, que asaltan
nuestra mente a pesar de nuestros intentos por deshacernos
de ellos y que provocan malestar. A continuación
vamos a intentar aclarar lo que NO son obsesiones,
aunque a veces puedan confundirse con ellas.
Preocupaciones de la vida cotidiana
Algunas personas viven en un continuo estado de
preocupación. Se preocupan en exceso por el trabajo,
los estudios, el bienestar de la familia, los hijos, problemas
económicos, conflictos con los vecinos, etc. A
veces estas preocupaciones son tan excesivas que uno
puede tener la sensación de que no las controla, o
incluso puede desarrollar síntomas de ansiedad como
tensión, inquietud o problemas para dormir. Si esto se
mantiene en el tiempo puede provocar problemas de
estómago, dolores musculares o mucho cansancio.
La diferencia entre las obsesiones y las preocupaciones
excesivas es que en las preocupaciones uno no
se siente extraño por tenerlas. La persona que tiene
preocupaciones excesivas tampoco se asusta ni las
evita cuando aparecen, ya que cree que hace un bien al
preocuparse por determinados asuntos.
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Normalmente, las preocupaciones son un intento
de solucionar problemas reales de la vida cotidiana,
aunque a veces pueden dispararse y provocar ansiedad.
En cambio las obsesiones no pretenden solucionar
ningún problema, sino que ellas mismas son el problema.
Si tienes preocupaciones excesivas y problemas de
ansiedad generalizada, podría resultarte interesante la
lectura del libro ―Superar la Ansiedad y el Miedo‖ de
Pedro Moreno (publicado por la editorial Desclée De
Brouwer, colección Serendipity).
Volverse loco
En nuestra experiencia, la mayoría de los pacientes
con TOC tardan mucho tiempo en consultar con
un especialista por temor a que les diga que están
―locos‖. No sé si será tu caso, pero es posible que
hayas pensado que sólo un ―loco‖ podría tener pensamientos
como los tuyos. También es posible que te dé
miedo o te avergüence hablar de ellos.
Generalmente lo que se entiende por ―loco‖ es
una persona que tiene delirios y alucinaciones. En los
delirios, uno está totalmente convencido de que algo es
real sin tener pruebas de ello y en contra de la opinión
de todos los demás. Los más frecuentes son estar convencido
de que la gente te persigue o intenta perjudicarte,
que alguien controla tus pensamientos o tu cuerpo
a través de un microchip u otros medios, que tienes
poderes especiales (por ejemplo, tener la capacidad de
leer el pensamiento de personajes influyentes o sentirse
capaz de cambiar el destino de las personas) o eres otra
persona (por ejemplo, el Mesías o Napoleón). En las
alucinaciones uno puede ver personas u objetos que no
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existen, escuchar voces que le dan órdenes o voces que
discuten entre ellas. Todo esto lleva a comportamientos
extraños, porque la persona actúa como si los delirios y
las alucinaciones fueran reales. Por ejemplo, discutir
con un desconocido porque cree que es un espía o
porque cree que le da órdenes a través del microchip
que lleva implantado. Un paciente que atendí en la
unidad de agudos de un hospital psiquiátrico estaba
convencido de que el Gobierno seguía y controlaba su
vida y, cuando él hacía algo con lo que el Gobierno no
estaba conforme, éste le enviaba por radio un pinchazo
al estómago a modo de castigo.
Estos delirios y alucinaciones pueden ocurrir
como consecuencia del consumo de drogas, pero también
en los trastornos mentales de base orgánica como
ciertos tumores cerebrales. Son característicos de la
esquizofrenia, y pueden acompañar en ocasiones al
trastorno bipolar y a la depresión grave.
En tu caso, puede ser que estés preocupado o
asustado por tus pensamientos, pero sabes que son un
producto de tu mente. No crees que nadie te esté introduciendo
estas ideas en la cabeza ni crees llevar un
microchip. Además, cuando uno tiene un delirio o una
alucinación, jamás experimenta vergüenza o culpa
(como puede ser tu caso) porque está convencido de
que son reales.
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Comienzo, desarrollo y frecuencia del
trastorno obsesivo-compulsivo
Generalmente el TOC comienza en la adolescencia
o al principio de la edad adulta, aunque también
hay casos en niños pequeños. Su aparición suele ser
gradual y puede estar relacionada con periodos de
estrés o con la toma de nuevas responsabilidades en
personas vulnerables a padecerlo. Como por ejemplo,
dificultades familiares, escolares o con los amigos
durante la adolescencia; problemas laborales, de convivencia
en pareja o la crianza de los hijos y en el caso de
las mujeres es bastante frecuente que el TOC aparezca
tras el nacimiento del primer hijo.
Precisamente, por su relación con el estrés, las
obsesiones y las compulsiones pueden desaparecer en
periodos de tranquilidad y volver a aparecer después,
coincidiendo normalmente con periodos de más estrés.
No obstante, este trastorno es difícil que se resuelva
por sí solo de forma definitiva sin un tratamiento adecuado.
Por este motivo, muchos pacientes con TOC
terminan deprimiéndose o teniendo otros problemas,
como consumo de alcohol y drogas (para mitigar la
ansiedad), problemas laborales y sociales, y, sobre
todo, un gran sufrimiento que sólo comprenden las
personas que padecen este trastorno.
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POR QUÉ SURGE Y CÓMO SE MANTIENE
EL TRASTORNO OBSESIVO-
COMPULSIVO
Muchos pacientes se preguntan por qué tienen
trastorno obsesivo-compulsivo (en adelante, TOC).
Aunque aún no hemos conseguido responder totalmente
a esta pregunta, sí que se han encontrado una serie
de factores que en mayor o menor medida contribuyen
a la aparición y desarrollo del TOC. Los revisamos a
continuación.
Genes “obsesivógenos”
Según nuestros genes, podemos enfermar de
una manera o de otra. Hay personas que tienen más
facilidad que otras para desarrollar un tipo particular de
enfermedad como, por ejemplo, la depresión, la esquizofrenia
o las úlceras de estómago.
33
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Diversos estudios indican que algunas personas
tienen más vulnerabilidad que otras para desarrollar un
TOC debido a sus genes. Por ejemplo, el TOC se da
más en dos hermanos gemelos (genéticamente iguales)
que en dos hermanos no gemelos (con genes parecidos
pero no iguales). Además, si alguno de tus padres,
hermanos o hijos tiene un TOC o tics nerviosos es más
probable que tú también los puedas tener. De hecho, se
estima que los familiares de primer grado tienen 5
veces más probabilidades de padecer este trastorno que
la población general.
También se sabe que hay tres zonas en el cerebro
que tienen mucho que ver con el TOC. La primera
de ellas se llama corteza orbitofrontal y está relacionada
con la capacidad de parar o frenar los pensamientos
y los comportamientos. La segunda zona se llama
ganglios basales y está relacionada con la puesta en
marcha de pensamientos y comportamientos que uno
tiene muy aprendidos (por ejemplo, decir las tablas de
multiplicar o montar en bicicleta). La tercera se llama
corteza cingulada y tiene que ver con prestar atención,
sobre todo cuando algo nos afecta emocionalmente.
Algunos datos curiosos sobre la relación entre estas
zonas del cerebro y el TOC son:
- Las personas con enfermedades en estas zonas
(por ejemplo, la enfermedad de Parkinson)
o que se han lesionado por un fuerte
golpe en la cabeza, tienen más TOC de lo
esperado.
- Cuando se hace una prueba de neuroimagen
funcional mientras uno está experimentando
las obsesiones o las compulsiones, se observa
más actividad en estas zonas del cerebro.
34
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- Cuando un tratamiento es eficaz para el
TOC, la actividad en estas zonas vuelve a la
normalidad. Cabe remarcar que esta vuelta a
la normalidad ocurre tanto si el tratamiento
eficaz ha sido de tipo psicológico como de
tipo farmacológico
No obstante, y como reza el dicho, no está claro
si fue antes el huevo o la gallina. Es decir, no se sabe si
problemas en estas zonas del cerebro provocan las
obsesiones y las compulsiones o, al contrario, la aparición
de las obsesiones y compulsiones pone en marcha
estas zonas del cerebro.
Experiencias psicológicas “obsesivógenas”
¿Te dicen con frecuencia que eres una persona muy
responsable? ¿Recuerdas si de pequeño te decían que
eras muy maduro para tu edad? Si por algo se caracterizan
muchas de las personas que padecen TOC es por
su elevado sentido de la responsabilidad y su elevada
sensibilidad a cometer errores. A veces son tan elevados,
que se sienten responsables de sucesos que realmente
no pueden controlar por sí mismos o que dependen
de otras personas. El miedo a ser responsable de
sucesos negativos, puede generar la necesidad de hacer
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algo para impedir que ocurran. O, en el caso de no
poder impedirlos, hacer algo para evitar ser responsable
de ellos.
Existen ciertas experiencias de la infancia que pueden
facilitar que un niño desarrolle este alto sentido de la
responsabilidad. Observa si te identificas con alguna de
las siguientes experiencias:
1. Toma prematura de la responsabilidad. Hay
niños que desde bien pequeños se ven ―forzados‖
a crecer antes de tiempo. Determinadas situaciones
familiares facilitan que uno asuma
responsabilidades que no corresponden a su
edad o que corresponden a otras personas. Adela
tuvo que hacerse mayor antes de tiempo. Era
la mayor de 5 hermanos, uno de ellos con una
cardiopatía. Su padre siempre estaba trabajando
y su madre, que padecía una grave depresión,
pasaba mucho tiempo en cama. Con sólo 12
años Adela tuvo que asumir la responsabilidad
de cuidar de su madre, de sus hermanos y de las
tareas domésticas. Demasiada responsabilidad
para una niña.
2. Exceso de protección familiar. Muy al contrario
de lo anterior, María era la menor de tres hermanos.
Siempre se sintió muy querida y protegida
en su familia, aunque difícilmente la dejaban
hacer cosas por ella misma. Acostumbrada
a que los demás asumieran las responsabilidades,
se agobió mucho tras casarse y tener su
primer hijo. Se sentía insegura de su propia capacidad
para ejercer como esposa, madre y trabajadora.
Al no estar acostumbrada a equivocarse,
se hizo más sensible a los fallos.
3. Educación en la familia. Hay familias que valoran
en exceso comportamientos como el aseo, la
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limpieza, el orden o el no cometer errores. Roberto
y Susana son un claro ejemplo de esto.
Roberto tenía un padre muy estricto. Le exigía
un alto rendimiento en todas las tareas que realizaba.
Cuando se equivocaba o era desorganizado,
aunque sólo fuera un poco, solía castigarlo
o ridiculizarlo. A Susana le pasaba algo parecido,
pero con su madre. Amante de la limpieza
y el orden, la ignoraba o la criticaba si no
cumplía sus normas, en muchas ocasiones exageradas
para una niña. Ahora, de adultos, son
Roberto y Susana quienes se recriminan a sí
mismos cuando no realizan sus tareas de forma
perfecta. Acostumbrados a ser los culpables de
todos los problemas de casa, se culpan a sí
mismos por cualquier mínimo error.
4. Educación fuera de la familia. Algunos centros
escolares, deportivos o religiosos fomentan y
valoran normas rígidas de comportamiento. Enrique,
por ejemplo, estudió en un colegio con
normas rígidas sobre moral y conducta. De adolescente
se sentía fuertemente culpable por tener
pensamientos eróticos o por no ser lo suficientemente
bondadoso con los demás. Siempre
se ha sentido muy responsable de sus pensamientos
y sus comportamientos, no permitiéndose
a sí mismo nada que se aparte de una moral
intachable y un alto rendimiento profesional.
5. Pensamientos con consecuencias negativas por
casualidad. Es normal que los niños se enfaden
con sus seres queridos cuando éstos no les dan
lo que desean. También es frecuente que durante
ese enfado el niño maldiga o le desee la
muerte a ese familiar que no cumple sus deseos.
Más tarde, si ese familiar ha experimentado
37
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azarosamente algún suceso negativo (accidente,
despido laboral, enfermedad, muerte, etc.), el
niño puede convencerse erróneamente de que
sus pensamientos o deseos pueden influir negativamente
en la vida de los demás. Esto puede
facilitar que de adulto se vea muy responsable
de sus propios pensamientos y deseos, puesto
que cree que éstos pueden perjudicar a los demás
o a sí mismo. María conoce muy bien esta
situación. Cuando tenía 10 años, se enfadó mucho
con su hermano. Se enfadó tanto que pensó
―ojalá se muriera‖. Al día siguiente su hermano
se golpeó en un columpio jugando con sus amigos
y se dañó bastante. Desde entonces, María
tenía miedo de sus propios pensamientos. De
alguna manera, creía que sus pensamientos negativos
podían influir en los demás o hacerse
realidad.
6. Errores con consecuencias negativas. Es posible
que de niño (o de adulto) hayas cometido
algún error o descuido con consecuencias negativas.
Es posible que este error haya causado un
daño o haya sido un peligro para otras personas.
También es posible que hayas sido castigado o
culpado reiteradamente por este suceso. Esto
puede haber facilitado que te sientas muy responsable
si vuelves a cometer otro error. Adela,
por ejemplo, recuerda con culpa y vergüenza
cómo su hermana pequeña se dañó al caer por
las escaleras cuando se suponía que ella tendría
que haber estado vigilándola. Nunca se ha perdonado
este grave error y desde entonces se
considera muy responsable del bienestar de los
demás.
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Desencadenantes del trastorno obsesivo-
compulsivo
Es posible que conozcas a personas que han vivido
las experiencias anteriores y no han desarrollado
un TOC, y estás en lo cierto. El desarrollo de un TOC
requiere una base genética, como hemos comentado
anteriormente. También requiere la vivencia de experiencias
que eleven el sentido de la responsabilidad en
uno mismo. Pero además es necesario que se den otras
circunstancias, que sumadas a los genes y a las experiencias,
disparen o hagan que se desencadene el TOC.
Entre estas circunstancias están los acontecimientos
vitales estresantes y el estado de ánimo negativo.
Acontecimientos vitales estresantes
Las situaciones nuevas y los cambios en nuestra
vida pueden provocarnos malestar. Algunos cambios
pueden ser negativos y repentinos como la muerte o la
enfermedad de un familiar, un despido laboral o ser
abandonado por tu pareja. Otros pueden ser positivos,
aunque también repentinos, como ser ascendido en el
trabajo, el nacimiento de un hijo, mudarse o irse a vivir
en pareja. Todos estos cambios requieren un periodo de
adaptación y la puesta en marcha de habilidades de
afrontamiento.
También hay situaciones negativas que, aunque
más o menos manejables, pueden mantenerse en el
tiempo, afectándonos negativamente. Algunos ejemplos
serían las discusiones o conflictos continuos con la
familia, la pareja o en el trabajo, problemas con amigos
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o vecinos, exceso de trabajo, enfermedades físicas,
expectativas y deseos que no se cumplen, situaciones
económicas complicadas o falta de tiempo para ocio y
relajarse.
Todas estas situaciones nuevas o mantenidas en
el tiempo pueden dar lugar a que nos estresemos de
más. Por ejemplo, Susana estuvo bastante estresada
antes de comenzar con su TOC. En poco tiempo fue
ascendida a jefa de laboratorio en una empresa química,
lo que implicó asumir nuevas responsabilidades y
cambiar horarios. Aunque este cambio era positivo,
empezó a dudar de su propia capacidad para hacerle
frente. Poco a poco aquel cambio tan deseado se convirtió
en una amenaza para su autoestima. Además,
creía que nadie le facilitaba las cosas. Sus antiguos
compañeros habían cambiado su actitud, ya que ahora
ella era la jefa. En casa, su marido, en vez de apoyarla,
se quejaba egoístamente de que no le prestaba atención.
Con el tiempo, fue generando una sensación de falta de
control e inseguridad, que afectaba a sus pensamientos
y estado de ánimo. Se volvió más temerosa y se encontraba
más ansiosa y alerta de lo normal. Cuando se
sentía así, necesitaba hacer algo que le diera seguridad.
La importancia del estado de ánimo
Como hemos comentado anteriormente, los
cambios afectan a nuestro estado de ánimo. Éste dependerá
de cómo interpretemos los cambios y a qué
parte del cambio prestemos más atención. Podemos
fijarnos en tres aspectos del cambio:
- La pérdida. Si prestamos atención a lo que
hemos perdido, nos sentiremos tristes o de40
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primidos. Uno puede haber perdido un ser
querido, un trabajo, un tipo de relación, un
estatus social, el respeto, un ideal, una esperanza…
- La amenaza. Si estamos preocupados por
las consecuencias o los peligros de la nueva
situación, estaremos más ansiosos y alerta.
- La injusticia. Si nos concentramos en lo injusto
de la situación que vivimos, estaremos
enfadados o irritados.
En cualquier caso, el estado de ánimo negativo
teñirá nuestros pensamientos. Los recuerdos del pasado,
los pensamientos del presente y lo que esperamos
para el futuro encajará con ese tinte negativo. Esto
ayuda a que aparezcan más pensamientos intrusos no
deseados e inesperados en nuestra cabeza (como las
obsesiones). Además, seremos más críticos con nosotros
mismos, nos preocuparemos más, o nos enfadaremos
más con nosotros mismos por tener esos pensamientos.
Esto es lo que le pasó a Susana. En la medida
que vivía los cambios como una amenaza, se encontraba
más ansiosa y alerta. Esto hacía que pensara más en
la posibilidad de contaminarse en el laboratorio y que
se preocupara más. A su vez, la preocupación aumentaba
su ansiedad, creando un círculo vicioso.
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Visita ansede.com – la web de la ansiedad
El trastorno obsesivo-compulsivo surge
y se mantiene
Imagina que estás en casa durmiendo plácidamente.
De repente oyes un golpe y te despiertas sobresaltado.
Te asomas por la ventana y te encuentras un
intruso en tu jardín. ¿Cómo reaccionarías? Posiblemente
intentaras hacer algo para defenderte del intruso,
pues podría ser un ladrón peligroso. Tu reacción de
alarma estaría justificada, había un intruso en tu jardín
y tenías que hacer algo para ponerte a salvo.
Imagina ahora que tras asomarte a la ventana, te
encuentras un gato merodeando por tu jardín. ¿Cómo
reaccionarías entonces? Si no eres amante de los gatos,
supongo que no te agradaría mucho la visita de este
intruso, pero en ningún caso harías nada para ponerte a
salvo. Habría sido una falsa alarma.
En los dos casos había un intruso, pero la reacción
es distinta. Si te alarmas ante un ladrón peligroso,
estaríamos hablando de una alarma justificada. En
cambio, si te alarmas ante el gato, sería una falsa alarma.
Igual que un gato puede asaltar nuestro jardín, a
lo largo del día son muchos los pensamientos intrusos
que pueden asaltar nuestra mente, activando falsas
alarmas. ¿Cómo reaccionas ante estos pensamientos
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intrusos? ¿Como si fuesen un gato o como si fuesen un
ladrón?
En adelante, para referirnos a los pensamientos,
imágenes e impulsos que asaltan nuestra mente de
forma inesperada y en contra de nuestros deseos, utilizaremos
el término “pensamientos intrusos”. Nos
gusta esta palabra porque resalta la idea de que algo
intruso (es decir, un pensamiento, una imagen mental o
un impulso no deseado) se entromete en nuestra mente
a pesar de nuestros intentos para expulsarlo.
Para ampliar la información aquí contenida
Recomendamos la lectura del libro ―Dominar las obsesiones:
Una guía para pacientes‖ publicado en la colección
Serendipity de la Editorial Desclée de Brouwer
(Bilbao) y escrito por los especialistas Pedro Moreno,
Julio C. Martín, Juan García y Rosa Viñas.http://www.infogerontologia.com/documents/patologias/ansiedad/guiatoc.pdf

Obsesivos-compulsivos, carentes de calidad de vida


GUADALUPE VICTORIA EL CARÁCTER DE LAS PERSONAS AFECTADAS POR ESTA ENFERMEDAD SE IDENTIFICA POR SER PERFECCIONISTA.
http://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/198838.obsesivos-compulsivos-carentes-de-calidad-de.html
El trastorno obsesivo-compulsivo afecta a 20 de cada 1000 menores de quince años, de acuerdo con estudios realizados. Así lo expresó el doctor Ángel González Romero, subdelegado Médico del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).

Si se analizan las características de este padecimiento se determina que quizá muchas personas lo padecen sin atenderse, afectando su calidad de vida.

González Romero definió a la persona obsesivo-compulsiva como un individuo pesimista, ansioso y con respuestas emocionales exageradas.
Afectación

La causa de estas reacciones es que los pacientes refieren ser “asaltados de manera intrusiva e involuntaria por ideas, imágenes o conductas que se fijan en la mente como obsesiones repentinas y seguidas, que desvían su concentración y afectan sus relaciones interpersonales con una alterada percepción de la realidad”.

El carácter de las personas afectadas por esta enfermedad se identifica por ser perfeccionista y sumamente responsable; sin embargo, ellos mismos se complican la realización de sus actividades cotidianas, utilizan demasiado tiempo en tareas simples y frecuentemente llegan tarde, lo que los mantiene en un estado de ansiedad y pesimismo.

Aunque los enfermos son conscientes de su alteración y reconocen los pensamientos como productos de su mente, refieren incapacidad para suprimir, ignorar o neutralizar sus impulsos.
Emocional

El tratamiento se basa en antidepresivos y terapia correctivo-conductual, que elimina la ansiedad y entrena a la mente para identificar y comprender las obsesiones y posteriormente a modificar su respuesta ante ellas.

El resultado es la recuperación de la confianza, la tranquilidad y la capacidad funcional del individuo en sus ámbitos afectivo, social, emocional y productivo. Respecto del diagnóstico y tratamiento en los niños, González Romero asegura que es más difícil, ya que como no es una alteración que produzca dolor, en ocasiones pasa desapercibida, aunque provoca bajo aprovechamiento escolar y puede complicarse en la edad adulta.

Por ello, se recomienda a los padres mayor sensibilidad y observación de la conducta de los hijos, con el fin de que enfermedades como ésta se corrijan a tiempo.

Descubren el secreto del optimismo


* Unos investigadores de la Universidad de Nueva York han descubierto el mecanismo neuronal que regula el optimismo.
* Se trata de las mismas regiones que anteriormente se han vinculado con la experiencia del dolor y del pesimismo.
* Los resultados podrían ayudar a explorar también los mecanismos esenciales que conducen a la depresión.

Se dice que el ser humano es optimista por naturaleza, porque tiende a creer que vivirá más que la media o que su equipo favorito ganará la Liga de este año: ahora un equipo de científicos ha descubierto el mecanismo neuronal que regula el optimismo.
Podría ayudar a descubrir los mecanismos que conducen a la depresión

Según un informe publicado el miércoles por la revista británica Nature, los investigadores recurrieron a una resonancia magnética funcional del cerebro para examinar cómo genera nuestra cabeza la predisposición a esperar que sucedan acontecimientos positivos aunque no tengamos evidencia alguna.

Dirigido por la profesora Elizabeth A. Phelps, del departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York, el equipo de científicos descubrió que cuando los individuos imaginan los éxitos que les depara su carrera profesional, por ejemplo, aumenta la actividad en la amígdala y la corteza cingulada anterior del cerebro.
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Se trata de las mismas regiones que anteriormente se han vinculado con la experiencia del dolor y del pesimismo.

Por ello, sus autores sostienen que los resultados podrían ayudar a explorar también los mecanismos esenciales que conducen a la depresión y a los pensamientos pesimistas.
fuente:20minutos

El 'TOC' llama a su puerta



http://www.lanacion.es/frivolidad/200904219036/el-toc-llama-la-puerta-de-los-famosos
El 'TOC' llama a su puerta

David Beckham, Cameron Díaz y Justin Timberlake

Transmiten una imagen desenfadada pero a veces, tras ella, se esconde una personalidad marcada por las manías y la obsesiones. Y es que muchos famosos pertenencen al 2% de estadounidenses que padecen un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) que se traduce en una extremada meticulosidad y desorbitados miedos.

Es el caso de la actriz Cameron Diaz, marcada por un desorden mental que se traduce una extremada meticulosidad y desorbitados miedos. En su caso, este trastorno se manifiesta en el miedo que sufre a los gérmenes. Así lo ha confesado la propia intérprete, novia en la actualidad del modelo Paul Sculfor. ‘No es que esté asustada de ellos, simplemente soy consciente de ellos. No me acerco a los fluidos de otras personas a menos que las conozca muy bien’, ha asegurado.

Este trastorno psiquiátrico le hace tener rituales compulsivos como lavarse las manos de 10 a 15 veces al día, así como abrir las puertas con los codos para evitar el contacto de sus dedos con un picaporte que ha sido manoseado por otras personas.

La actriz no es la única celebridad que sufre TOC. El mismo temor que tiene Cameron lo sufre el simpar Michael Jackson, que se ha visto obligado a usar mascarilla para salir a la calle. Lo mismo le sucede al multimillonario Donald Trump, cuyo miedo a contagiarse le ha llevado a tomar la determinación de no dar la mano a nadie desconocido.

Y también sufría una modalidad de este trastorno Justin Timberlake, el ex novio de la actriz, aunque en su caso era el desorden lo que no soportaba y se podía pasar horas colocando obejtos y practicando rituales compulsivos.

Otro famoso que ha reconocido sus manías ha sido David Beckham, que no logra conciliar el sueño hasta que su casa está perfectamente ordenada y tiene su armario organizado en base a colores y tamaños.

pensamiento magico



TOC Trastorno Obsesivo Compulsivo Considerado hasta hace algunos años como una enfermedad psiquiátrica rara que no respondía al tratamiento, es hoy reconocido como un problema común que afecta al 2-3% de la población, es decir, a más de 100 millones de personas en todo el mundo.
viernes, mayo 30, 2008
Pensamiento mágico y obsesión
El pensamiento mágico nos transporta a cualquier lugar. Algunas creencias irracionales pasan sin dejarnos huella, pero otras las incorporamos a nuestra persona. La supervivencia requiere patrones reconocibles—la noche sigue al día, etc-- y debido a que echar de menos lo obvio a menudo hiere más que ver lo imaginario, nuestras habilidades en interferir en las conexiones están súper afinadas. Buscamos patrones porque odiamos las sorpresas y porque adoramos mantener el control de las cosas.
El estrés emocional y los eventos que representan un significado personal nos empujan fuertemente hacia la creación de significados mágicos. Eugene Subbotsky psicólogo de la Universidad de Lancaster relata un cuento ejemplar: “Estaba en Moscú paseando con mi pequeño hijo a lo largo de un bloque de casas vacío. De repente, un coche aparcado empezó a moverse sólo en dirección hacia ellos, finalmente se incrustó en una puerta de hierro solo unos centímetros de donde estaban. “Escapamos de la muerte por muy poco y sigo manteniendo mi pensamiento mágico sobre este episodio. A pesar de ser un hombre racional, soy científico, he estudiado este fenómeno; hay algunos acontecimientos en la vida de cada uno que no se pueden explicar de una forma racional. Bajo ciertas circunstancias siento como si alguien estuviese guiando mi vida y prestándome ayuda”.
"Existen diferentes capas de creencias”, dice Carol Nemeroff. "La respuesta de muchas personas, especialmente por lo que hace al pensamiento mágico es: “La mayor parte de mí no cree, pero otra parte sí lo hace”. Las personas saben que sus reacciones al respecto no tienen sentido, pero siguen teniéndolas.
No solemos reconocer nuestras creencias como absurdas, viendo casualidad en las coincidencias que nos pueden ocurrir antes incluso de que tengamos la oportunidad de pensar sobre ellas; los errores son algunas veces de percepción más que racionales. “Considere qué sucede cuando toca el claxon y justo en ese momento se apagan los semáforos”, observa Brian Scholl, director del Laboratorio de Cognición y Percepción deYale. "Ni por un momento creerá que su claxon ha originado que se apaguen las luces de tráfico, pero tendrá la percepción irresistible de relacionarlo. No es menos cierto que nuestro sistema visual rechaza creer en coincidencias. “Nuestros “entusiastas” ojos, en efecto, suministran las bases para caer en ideas más detalladas sobre superstición. No importa lo racional que nos consideremos, si la persona da un gran valor a las corazonadas se verá en un apuro si ha de lanzar dardos en un circulo en el hayan pegado una foto que nos produzca ternura, por ejemplo. De alguna forma estamos comparando imagen con realidad.
El valor de las cosas
Para algunos, el piano de John Lenon es sagrado. La mayoría de las personas considera su anillo de su boda como sagrado. Niños sin noción alguna de lo que esto significa echarán el pulmón por la boca lamentándose por la pérdida de su para ellos sagrada mantita. El valor personal que se le da a objetos inanimados podría denominarse como objetos sentimentales, pero ¿qué es sino pensamiento mágico? Existe un significado invisible en conexión con esas cosas: una esencia. Los objetos como un anillo de boda o una mantita de niño podrían ser reemplazados por otros idénticos o casi idénticos, pero ya no serían los mismos.
Lo que hace que una cosa sea sagrada para nosotros no es el material del que está construido sino su historia única, lo que hace que le demos valor. Los psicólogos Bruce Hood de la Universidad de Bristol y Paul Bloom de la de Yale convencieron a unos niños de edades comprendidas entre 3 y 6 años para que construyeran una “máquina de copiar”. Los niños se llevaron a casa muy satisfechos una copia de una pieza de metal precioso producido por la máquina, pero no fue así con una idéntica de una cuchara de la Reina Isabel II--¡querían la original!
En muchos casos el valor que se le da a un objeto viene de la persona a quien pertenece, la usó o la tocó, ejemplo de “contagio mágico”. Paul Rozin y Nemeroff de la Universidad de Pensilvania sostienen que el contagio mágico puede emerger de un evolucionado miedo a los gérmenes que, como la esencia, es invisible, fácilmente transmisible y tiene consecuencias de amplia repercusión. Antes de que los humanos tuvieran algún concepto acerca de la teoría de los gérmenes, poníamos en cuarentena a las enfermedades y evitábamos tocar los cuerpos de los muertos. La profunda intuición de que las cualidades morales o psicológicas se transmiten a través de las personas o un objeto hace que su historia se transporte con ésta, aunque no significa que seamos buenos evaluadores de fuentes de contagio. Nemeroff encontró que las personas perciben los gérmenes de las personas con quienes tienen amistad menos aterradores que los de sus enemigos, e indicaban que esos gérmenes les producirían menos daño.
Contagio mágico.
Las esencias no siempre son buenas. La Madre Teresa no podría neutralizar completamente la negatividad de una pieza de ropa llevada por Hitler, un hecho que encaja con la teoría de los gérmenes de contagio moral: Una gota de aguas residuales hace más a un cubo de agua clara que una gota de agua clara en un cubo de aguas residuales. La limpieza tradicional tampoco puede borrar las malas vibraciones. Estudios realizados por Rozin y sus colegas muestran que las personas tienen una fuerte aversión a llevar ropa procedente incluso de una lavandería que antes haya sido utilizada por un asesino o incluso por alguien que haya perdido una pierna en un accidente.
El contagio mágico puede también influir al revés. Muchas personas no querrían que un paciente de SIDA ocupase una cama de un hospital que acaba de dejar o incluso otros se sentirían a disgusto si una persona que no les resultase grata se quedase con su cepillo del pelo. “Ello cuadra con la percepción de que no hay separación entre espacio y tiempo”, dice Nemeroff. Unimos el cepillo del pelo y estar en contacto. En ese nivel mágico donde todo es uno, la acción sobre algo es la acción sobre nosotros mismos”.
Fin de la primera parte de Pensamiento mágico y obsesión




2ª parte "Pensamiento mágico y obsesión"
Deseos
Nuestros deseos son probablemente lo más relacionado con el entorno mágico, así como las expectativas irrazonables. ¿Quién no se ha resistido a tener ciertos pensamientos de miedo o de mala suerte, formular un deseo mientras se soplan las velas de cumpleaños o intentar ayudar a un jugador de fútbol del equipo favorito a empujar el balón situado en el punto de penalti, utilizando sólo la esperanza y la concentración?

¿Traen buena suerte los rituales?
“Siempre que vuelo, coloco mis manos sobre el fuselaje mientras subo al avión. El hábito viene desde que era niño y tenía temor a subir a cualquier tipo de máquina que volase; a través de los años y al comprobar que nada malo me sucedía, mi cerebro decidió que debía continuar con el ritual para mantener mi mente en paz por si acaso”.
Los antropólogos insisten en el hecho constatado de que no hay mejor laboratorio de estas repeticiones rituales sin sentido que en los deportes. Sólo hace falta prestar atención a las “danzas” o rituales elaborados por los jugadores durante un partido o cuando tienen el acierto de apuntarse un tanto.
Las personas que suelen confiar en sus rituales presentan un fenómeno conocido como “ilusión de control”, la creencia de que se tiene más influencia sobre el mundo de la que realmente se tiene. No es una mala cosa –un sentido de control anima a trabajar más duro que en caso contrario. En efecto, el completo control sobre las propias fuerzas, conocido como “realismo depresivo”, suele obsesionar a las personas que padecen depresión clínica, quienes suelen mostrar menos pensamiento mágico.
Dar nombre
A medida de que los pensamientos y objetos van adquiriendo poder también lo hacen sus nombres. La habilidad del lenguaje para asociarlos con nuestros actos actúa como un hechizo sobre nosotros. Piaget indicó que los niños a menudo confunden los objetos con sus nombres, un fenómeno que el etiquetó como realismo nominal. Rozin y sus colegas lo demostraron también en adultos. Después de ver poner azúcar en dos vasos de agua y luego fijar la etiqueta de “azucarado” en uno y “veneno” en otro, la gente prefirió beber del vaso que llevaba “azucarado”. (El subconsciente no procesa la negatividad). Rozin también encontró que las personas son reticentes a romper un pedazo de papel en el que figura el nombre de una persona amada. Los símbolos arbitrarios transportan la esencia de lo que representan. Siguiendo esta misma regla de tres, señala Rozin, “el nombre de Adolfo cayó en picado durante los años 40”.
La creencia de un mundo justo hace que nuestra mente esté en calma. Incluso si las cosas escapan a nuestro control, las cosas suceden por alguna razón. La simple idea de arbitrariedad en cuanto a dolor y sufrimiento es tan terrible de soportar para muchas personas que la necesidad de orden moral puede explicar la popularidad de la religión.
Jesse Bering, psicólogo de la Universidad de Queen en Belfast estudia la psicología evolutiva de la religión. Comenta que teniendo en cuenta que un ser omnisciente puede leer nuestros pensamientos y castigarnos por nuestra inmoralidad previene de malos comportamientos y de esa forma ser expulsados de nuestro grupo social. Preguntó si el ser el objetivo de un relampago podría explicar por qué sin embargo no siento la necesidad de tocar madera si pienso en cosascomo, “No he tenido un resfriado durante meses”. “Pensamos todavía que el universo a través de una dosis aguda de realidad. El ritual de tocar madera de alguna forma nos satisface o agrada al universo y previene del castigo intencionado.
La creencia de que el universo es bueno con nuestros deseos es creer que tiene mente y alma, aunque rudimentaria. A menudo vemos objetos inanimados como llenos de una fuerza de vida. Cuando era niño quería desesperadamente que mi osito tuviera vida. Cuando pregunté a mi madre si amando algo lo suficiente se haría real, ella me contestó que no. Aquello rompió mi corazón. No es que pensara que todo está lleno de vida—incluso los bebés se sorprenden cuando un objeto inanimado se mueve por sí solo—es que sentimos que todo tiene su potencial. Se intelectualmente que no puedo hacer que los objetos cobren vida, pero todavía siento una ira irracional hacia una tostada cuando cae de mi mano—y me han dicho que la pise como venganza.
Pensamiento mágico: ¿Positivo o negativo?
El pensamiento mágico puede estructurarse entre escépticos a un lado y esquizofrénicos en otro. Las personas que se ratifican en las ideas mágicas en un terreno que va desde inocuo (miedo ocasional de pisar sobre las grietas de la calzada) hasta extravagantes (los presentadores de TV saben que les está mirando) tienen más posibilidad de padecer una psicosis o desarrollarla más tarde durante sus vidas. Las personas que sufren de TOC (trastorno obsesivo compulsivo) presentan altos niveles de paranoia, disturbios de percepción y pensamiento mágico, en particular “fusión de pensamiento y acción”, la creencia que los pensamientos negativos pueden originar daños. Estas personas sienten el fuerte impulso de realizar tareas repetitivas para contrarrestar sus pensamientos intrusivos como si dejar las puertas abiertas puede perjudicar a las personas amadas.
No obstante, a más pensamiento mágico no implica más problemas emocionales—lo que en realidad cuenta es si estos pensamientos interfieren en el devenir cotidiano y en nuestro funcionamiento. “Ser totalmente “realista” no es del todo sano”, dice Meter Brugger, jefe de neuropsicología en la Universidad Hospital de Zurich. Dispone de datos suficientes que indican de una forma fehaciente que la falta total de ideas mágicas, reporta la inhabilidad de sentir placer.
Brugger afirma que la habilidad para ver patrones y hacer asociaciones mejora la creatividad y también sirve a una función práctica: “Aunque esté en una pradera, siempre será mejor que, prudentemente, asuma que también allí puedo encontrar un tigre”.
Psychology Today Magazine

Publicado por infoansiedad en 1:30 PM

Obsesiones y pensamientos intrusivos



Obsesiones y pensamientos intrusivos
¿Quién no ha sufrido alguna vez una idea o pensamiento que se repite y nos angustia?

Las obsesiones son eso, ideas, pensamientos, impulso o imágenes que son experimentadas como intrusivas e inapropiadas y que causan ansiedad o angustia. Son pensamientos incontrolables e involuntarios que se producen en nuestra mente repetidamente. La persona que experimenta las obsesiones con frecuencia sabe que no tienen sentido, pero se siente incapaz de detenerlas.

Obsesiones comunes en las personas que sufren trastorno obsesivo-compulsivo son el temor de contaminación, el miedo a la suciedad o nada “sucio incontrolable sexual imágenes o pensamientos que puede ser desagradable e imposible de detener, supersticiones y la excesiva atención a las cosas considera afortunado y la mala suerte, y un deseo de orden y la simetría donde las cosas deben colocarse o alineados de una manera particular o patrón. Realmente no es necesario padecer un TOC para sufrir un pensamiento intrusivo u obsesionarse con cualquier tema o persona que tenga más o menos relevancia para nosotros.

Pensamiento intrusivo es lo que literalmente suena, un pensamiento que se “cuela” en la mente y se repite en contra de la voluntad de la persona, hasta provocar preocupación, malestar. Como una canción que repetimos a cada instante sin darnos ni cuenta.

En muchas ocasiones puede ser algo que no cause malestar a la persona y que desaparece al cabo de un tiempo más o menos largo. Otras veces se requiere aprender alguna técnica que ayude a superarlo. Es algo que le ocurre a muchas personas. De hecho, psicólogos ingleses investigaron los pensamientos obsesivos en una muestra de 302 personas de la población general y el 84 % informó que habían experimentado el asalto de pensamientos, imágenes o impulsos indeseados más de una vez en su vida.
Quizá lo que haya cambiado con el paso del tiempo son los temas. Antes solían ser temas religiosos o de culpa y en los últimos años se refieren más a miedo a tener un determinado virus, a padecer una enfermedad. No es alarmante el tener este tipo de ideas, lo peligroso es confundirlas con la realidad, ya estaríamos hablando de pensamiento mágico propio de un trastorno obsesivo compulsivo.
Se puede entender mejor con un ejemplo histórico:
Tolstoy le dijo un día a su hermano - “Quédate en el rincón hasta que dejes de pensar en un oso blanco.” A pesar de ser una instrucción fácil, el hermano no pudo llevarlo a cabo. Se quedó horas en el rincón pensando sin parar en osos blancos.
Eso es lo que nos pasa a todos cuando queremos dejar de pensar en algo. Cuánto más luchamos contra la idea, ésta se hace cada vez más frecuente e insistente. Siempre que deseamos dejar de pensar en algo logramos el efecto contrario. Así se mantienen las ideas obsesivas. Es un paradoja pero en realidad hay que aceptar la idea y no luchar contra ella para que no os obsesione.
Si cree que no es capaz sólo de superar sus pensamientos intrusivos o si cree que puede sufrir un trastorno obsesivo compulsivo pida ayuda en nuestro teléfono:
Psicología 24 horas 807 505 766