Trastorno obsesivo-compulsivo


Trastorno obsesivo-compulsivo

Adiel es un joven de 24 años con un peculiar patrón de comportamiento obsesivo-compulsivo. En situaciones en las que tiene que conducir sin acompañante, aparecen pensamientos obsesivos relativos a la posibilidad de haber causado algún accidente. Sus respuestas compulsivas consisten básicamente en comprobaciones constantes a través del retrovisor y en no pocas ocasiones a regresar al lugar donde la mente le dice que pudo haber ocurrido algo.
— Demo 1 —
Primera sesión

ADIEL: De verdad que estoy pensado en coger un taxi, ¿si no fueran tan caros? Voy a gastar el espejo, miro más que a la carretera.

TERAPEUTA: Entonces, y corrígeme si me equivoco, cada vez que conduces sin compañía conviertes el viaje en una tortura, mirando constantemente al retrovisor: una y otra vez, una y otra vez. Y claro, cada vez que miras al retrovisor dejas de mirar a la carretera, descuidas tu atención y te vuelves más peligroso.

ADIEL: Pues …en realidad… jeje, sí.

TERAPEUTA: Umm… Interesante. Para confirmar un posible accidente que supuestamente ya ha ocurrido has ideado una estrategia que te pone en disposición de cometerlos.

ADIEL: La verdad es que nunca había sentido que esta tontería mia fuese tan grave. Pero yo no dejo de atender a la carretera, si algo no me falta es atención.

TERAPEUTA: Estoy seguro, pero contéstame con sinceridad. ¿Prestas la misma atención a la carretera que si miraras al retrovisor solo lo normal?

ADIEL: Sé que miro demasiado por el espejo, pero es la angustia, no puedo evitarlo.

TERAPEUTA: Sé que no puedes evitarlo, no te voy a pedir eso pero, por lo poco que te conozco, por ahora, pienso que eres esa clase de persona que haría lo posible por evitar riesgos de causar un accidente.

ADIEL: Cualquier cosa, cualquier cosa que este en mi mano.

En esta primera sesión, como se observará hemos utilizado la propia lógica del paciente, el miedo, para iniciar el bloqueo de la conducta compulsiva, convirtiendo un miedo patológico en un recurso. El resultado fue bastante inmediato.
Segunda sesión

TERAPEUTA: ¿Cómo ha ido?

ADIEL: Mucho mejor, bueno en parte mejor, en otra parte sigo igual. Lo curioso es que en el tramo de autovía voy mucho más relajado, apenas miro al espejo, lo normal. No sé si fue el hecho de hablar contigo, pero me he sentido muy bien esta semana. Sin embargo…

TERAPEUTA: Sin embargo el tramo de carretera de doble sentido que hay de tu casa al trabajo sigue siendo un tortura.

ADIEL: Exacto, sí porque ahí ya no es tanto el espejo, es que necesito buscar un lugar para pararme y ver si atropellé a un ciclista o a un peatón. En la autovía es más a los coches, pero me da menos miedo. Pero un ciclista, un peatón… Sé que si ocurriese algo debería enterarme, pero tengo que…

TERAPEUTA: Confirmar y confirmar. Aunque cuando más confirmas más esclavo eres de tu temor y más fuerza cobra el ritual. ¿Cuántas veces puedes parar durante ese trayecto, para comprobar que no ha pasado nada?

ADIEL: Es para reirse, lo sé, pero ayer seguramente 15 ó 20 veces, incluso llegué tarde al trabajo, pero como me conozco suelo salir con tiempo, entro a las 3 de la tarde y salgo a la 1 del mediodía, para ese trayecto... Bueno, no siempre sucede que paro tantas veces, en ocasiones solo 3 ó 4 veces.

TERAPEUTA: Seguro que a ti no te hace gracia, sobre todo si eso implica que llegues tarde al trabajo. ¿Qué haces, sales del coche inmediatamente y vas al lugar crítico?

ADIEL: Sí, normalmente sí, aunque a veces, si aparco cerca del lugar, simplemente espero a que el ciclista se acerque.

TERAPEUTA: Pero entonces tendrías que pasarlo de nuevo, ¿no?

ADIEL: No, jeje, arranco antes de que me pase.

TERAPEUTA: Umm, entiendo. Te voy a hacer una sugerencia, no un sugerencia, un deber, te planteo una tarea. A partir de ahora cada vez que pares el coche para hacer las comprobaciones debes esperar 5 minutos dentro del coche, si después necesitas salir, adelante sal, y ve a comprobar, pero siempre has de esperar en el coche 5 minutos. Ni uno más ni uno menos.

ADIEL: ¿Pero si en esos 5 minutos pasa el ciclista? Tendré que volver a adelantarlo.

TERAPEUTA: Sí, así es. Si lo necesitas repites el ejercicio cuantas veces sea necesario, y si tienes que salir tres horas antes de tu casa, sal tres horas antes, pero debes hacerlo así. Veremos que ocurre.
Tercera sesión

ADIEL: Hay dos cosas, los 5 minutos son un poco angustiosos para mi, aunque ahora menos. Ha pasado algo curioso con los ciclistas, cuando me pasan y estoy aparcado… al volverlos a adelantar ya no siento tanta ansiedad.

TERAPEUTA: ¿Has parado más veces esta semana o menos?

ADIEL: Al principio algo, incluso salí 3 horas antes, como me dijiste, pero solo una vez, no quiero perder el día en la carretera. Pero últimamente solo he parado 3 o 4 veces.

TERAPEUTA: Si tuvieras que evaluar tu progreso desde entonces, del 0 al 10, ¿qué puntuación te darías? Imaginando que cuando iniciaste estabas en el 0.

ADIEL: Pues, 6.

TERAPEUTA: 6 puntos en 3 semanas, no está mal. Aunque podríamos apuntar, y nunca mejor dicho para este caso, no conviene pisar demasiado el acelerador, porque podemos deshacer lo que hemos hecho, conviene tomárselo con calma, y puede ocurrir que haya alguna recaída. Esta semana solo haremos una variación, pasaremos de los 5 minutos a 10. Nos quedan aún 4 puntos que lograr.
Séptima sesión

ADIEL: Te tengo que confesar que no confiaba en que esto pudiera salir tan bien.

TERAPEUTA: ¿Has tenido algún ritual esta semana?

ADIEL: Cero, no he parado ninguna vez. Sí he mirado a veces por el espejo, pero supongo que lo normal.

TERAPEUTA: ¿Qué puntuación te darías?

ADIEL: 9.5, porque lo que si que me queda es la angustia a veces, me viene a la mente si ocurriría algo.

TERAPEUTA: Bueno, pero ha mejorado respecto a la última vez, eso es muy positivo. Con respecto a los pensamientos negativos y angustiosos… ¿recuerdas la historia del monstruo que tira de la cuerda?

ADIEL: Sí, tengo que soltar la cuerda, dejar de luchar estúpidamente contra ellos, aceptarlos.

En general para los problemas de ansiedad y particularmente para los obsesivo-compulsivos de conductas repetitivas, una estrategia que solemos emplear es la de eliminación por saturación. Y este es un ejemplo exitoso de una modalidad de este recurso terapéutico. También se aplicó la fijación con la metáfora de la diana. En muchas ocasiones el paciente tiende a desplazar un problema generando otro, ante el presentimiento que un aspecto ya esta controlado o curado. Le decimos al cliente que hemos de centrarnos en el punto medio de la diana (también llamado “diana”), es decir, en el problema más grave. Después iremos recorriendo otros espacios de esa diana.

La paroxetina



La paroxetina
La paroxetina está indicada para tratar la depresión.
Es un antidepresivo, análogo a la fluoxetina, cuyo mecanismo de acción se basa en la inhibición de la recaptación de la serotonina, lo que potencia la neurotransmisión serotoninérgica. Esa forma de actuar es característica de varios principios activos englobados, por ello, en el grupo de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Sus metabolitos no son activos farmacológicamente. Se metaboliza en el hígado y se excreta por el riñón.

Está indicada en el tratamiento de la depresión y la profilaxis en sus recaídas, tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo y su profilaxis, ansiedad, fobia social, crisis de angustia, etc. Ha comenzado a usarse para tratar adicciones, trastornos sexuales, anorexia, etc.

La vía de administración es oral, normalmente mediante tabletas de liberación controlada.

La posología la indicará siempre el especialista, pues depende de la patología a tratar y de la respuesta clínica del enfermo. Suele comenzarse con una dosis baja, aumentándola en función de las necesidades; se revisa al cabo de unas semanas y se mantiene varios meses, haciendo una retirada gradual para evitar efectos indeseables. Debe ser ajustada con precisión en enfermos hepáticos y renales (no superar 20 mg. diarios). Se recomienda tomarla por la mañana, sin masticar y con alimento. No se puede duplicar la dosis: si se olvida una toma se hará inmediatamente si ha pasado poco tiempo; en otro caso, se esperará a la siguiente. Su actividad se nota al cabo de 7 a 14 días desde el inicio, pudiendo incrementarse inicialmente los problemas de angustia.

Aunque generalmente la tolerancia es buena, algunos pacientes deben suspender el tratamiento por sus efectos secundarios. Las reacciones adversas más frecuentes son de tipo digestivo (náuseas, sequedad de boca, estreñimiento, etc.); también aparecen cefaleas, mareos, temblores, retención urinaria, taquicardia, falta de concentración y memoria, astenia, insomnio o somnolencia, agitación, sarpullido, excitación, visión borrosa, alteraciones en el apetito, sudoración, etc. Es rara la aparición de convulsiones, alucinaciones o impotencia. Si se producen vómitos, cefaleas fuertes, convulsiones y/o problemas en el sueño, debe suspenderse el tratamiento y acudir al médico.

Está contraindicada en personas que hayan desarrollado alergia previa al fármaco. Se recomienda precaución en pacientes con epilepsia, glaucoma, cardiopatías, trastorno bipolar, manía, insuficiencia hepática o renal, hiponatremia, etc.

Debe evitarse durante el embarazo y la lactancia -aunque no hay datos concretos- administrando alternativas más seguras. No se recomienda el uso en niños.

Es rara la aparición de sobredosis debido a su amplio margen de seguridad, pero de producirse cursa con vómitos, náuseas, midriasis, temblor, sequedad de las mucosas, irritabilidad y somnolencia. Se debe acudir al centro médico para tratarla.

Las interacciones con otros fármacos se centran en: otros antidepresivos (imipramina, IMAO, etc.), fenitoína, cimetidina, ritonavir, clozapina, warfarina, dextrometorfano, zolpidem, perfenazina, etc. Es incompatible con el consumo de drogas (éxtasis, LSD, etc.) y compuestos "naturales" como el Hipérico.

Se prescribe bajo diferentes nombres comerciales: Paroxetina Aphar EFG, Seroxat, Motivan, Frosinor, etc.

Cabe destacar que presenta menos efectos secundarios que otros antidepresivos del grupo, no produce alteración psicomotora ni potencia el efecto depresor del etanol, aunque no se debe tomar alcohol. Se ha descrito un síndrome serotoninérgico por reacción con triptófano en animales (mioclonias, taquicardia, temblor, agitación, alucinaciones, confusión, etc.), no demostrado en humanos.

No se debe conducir ni realizar actividades peligrosas durante los primeros días del tratamiento, pues altera la capacidad de concentración y los reflejos. Asimismo, debe tenerse en cuenta que puede alterar los resultados analíticos (hemoglobina, leucocitos, etc.).

Se produce una reacción de retirada por interrupción brusca del fármaco similar a un síndrome de abstinencia que cursa con: mareos, alteraciones sensoriales, cefalea, alteraciones del sueño, agitación, ansiedad, náuseas, sudoración, etc., que hace imprescindible controlar su deshabituación.

Carmen Reija López

Licenciada en Farmacia y diplomada en Óptica.



Colegio de Médicos de Barcelona

Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)

Cuestiones a tener en cuenta
¿Qué es un TOC?
Cómo saber si usted padece un TOC
Temas de preocupación más habituales
Trastornos asociados
Más información acerca del TOC
Tratamiento adecuado
Historia del concepto
Cuestiones a tener en cuenta

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Debe tener siempre presente que el Trastorno obsesivo – compulsivo, es una enfermedad que tiene tratamiento.
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Tener más información acerca del trastorno y seguir un programa de tratamiento adecuado, le ayudará a mejorar sus expectativas de una mejor calidad de vida.
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La recuperación no se produce de la noche a la mañana, se requiere un tiempo para observar la mejoría, por tanto no debe desanimarse.
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Este folleto informativo le ayudará a entender el Trastorno obsesivo – compulsivo como una enfermedad, así podrá reconocer sus síntomas y buscar la atención médica adecuada cuanto antes.

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¿Qué es un trastorno obsesivo – compulsivo?

Las personas que padecen un trastorno obsesivo – compulsivo (TOC), tienen pensamientos o ideas indeseadas e irracionales, de forma repetitiva y persistente (tales como temor de contaminarse con gérmenes) que les produce una gran ansiedad. Estas son las obsesiones.

Para neutralizar o reducir esta ansiedad, que producen las obsesiones, la persona con TOC siente la necesidad irrefrenable de realizar una serie de rituales (acciones o comportamientos compulsivos), tales como lavarse o realizar limpieza repetidamente. Si dicha persona no puede poner en práctica estos rituales de forma inmediata, su ansiedad aumenta desmesuradamente.

Normalmente, la persona reconoce en algún momento que estas obsesiones y compulsiones son excesivas o irracionales (esto no ocurre en niños), produciéndose así un malestar clínicamente significativo que influye en casi todos los aspectos de su vida.

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Cómo saber si usted padece un TOC

La característica esencial del TOC es la presencia de obsesiones y/o compulsiones, de forma recurrente, lo suficientemente importantes como para provocar pérdidas de tiempo significativas (más de 1 hora al día), o una interferencia marcada en la rutina cotidiana del individuo, en sus relaciones laborales, su vida social, etc. lo cual constituye un malestar clínicamente significativo para la persona y su entorno directo.

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Temas de preocupación más habituales

El contenido de las obsesiones y compulsiones acostumbra a tratar sobre una serie de temas comunes en diferentes personas.



Las obsesiones más frecuentes son ideas recurrentes que versan sobre temas como:

· La contaminación (ej. contraer una enfermedad al estrechar la mano a los demás)

· Dudas repetitivas (ej. preguntarse si ha cerrado la puerta de la calle con llave o no)

· Disponer las cosas en un orden determinado

· Impulsos de carácter agresivo que horrorizan a la propia persona ( ej. hacer daño a una niña)

· Fantasías sexuales (ej. una imagen pornográfica recurrente)



Estos pensamientos, impulsos o imágenes no se producen por preocupaciones excesivas por problemas de la vida real (como dificultades económicas, laborales, escolares, etc) es más, rara vez se relacionan con hechos de la vida real.

Por otra parte, las compulsiones más frecuentes implican tareas como:

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Lavado o limpieza
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Comprobaciones reiteradas
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Demandas o exigencias de certeza
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Acciones repetitivas
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Puesta en un orden determinado ciertos objetos

Estas obsesiones y compulsiones pueden llegar a reemplazar comportamientos productivos y gratificantes y desestructurar enormemente la actividad global de la persona.

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Trastornos asociados

A menudo observamos que otros trastornos acompañan al TOC. Algunos de ellos son:

- Comportamientos de evitación en situaciones relacionadas con el contenido de las obsesiones.

- Preocupaciones hipocondríacas (temor a estar padeciendo diversas enfermedades)

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Sentimientos de culpa y excesiva responsabilidad.
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Trastornos del sueño.
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Problemas conyugales, laborales, sociales (a causa del TOC.)
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Trastorno depresivo.
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Otros trastornos de ansiedad (fobias, trastorno de angustia.)
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Trastornos alimentarios.
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Problemas dermatológicos (como consecuencia de los rituales, ej. dermatitis por exceso de lavados.)

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Más información acerca del TOC

Aunque el TOC se suele iniciar, en la mayor parte de los casos, durante la adolescencia o principio de la edad adulta, también puede hacerlo en la infancia. La mayor parte de las veces el inicio del trastorno es gradual.

Estudios recientes han estimado que un 2.5% de la población padece TOC. Aunque lo más importante es saber que existe un alto porcentaje de éxito siguiendo el tratamiento adecuado.

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Tratamiento adecuado

El diagnostico y tratamiento precoz pueden ayudar a abreviar la duración del trastorno, disminuir su severidad e incluso reducir el riesgo de que vuelva a producirse. Seguir el programa de tratamiento que le aconseja su médico mejora sus posibilidades de recuperación.

El enfoque más común para el tratamiento del TOC es el farmacológico (medicación) y la psicoterapia (tratamiento psicológico). Es decir una combinación de ambas cosas nos ofrece la mayor garantía de éxito como resultado.

Con el tratamiento farmacológico (medicación) se consigue contener y disminuir la intensidad de los síntomas que crean tanto malestar en la persona. Una vez tenemos los síntomas “controlados”, y sin dejar de tomar la medicación, puede iniciar una psicoterapia que le ayudará a entender la enfermedad y sus síntomas, y le proporcionará instrumentos (psicológicos) para manejarla de forma eficaz.

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Historia del concepto

La definición operativa de TOC empleada en el DSM-IV, posiblemente la más extendida en la actualidad, nos dice que tal trastorno comporta la presencia de obsesiones y compulsiones de carácter recurrente lo suficientemente graves como para provocar pérdidas de tiempo significativas.

La mención de "obsesiones" y "compulsiones" implica una diferencia semántica entre ambos conceptos. Así, las obsesiones se definen en el DSM-IV como ideas, pensamientos, impulsos o imágenes de carácter persistente, cuya aparición genera ansiedad. Las compulsiones se definen como comportamientos o actos mentales repetidos cuyo propósito es aliviar la ansiedad.

S. Montserrat publicó en 1971 un curioso análisis semántico de la terminología obsesiva en el que estudiaba la evolución de los vocablos, y la manera cómo las palabras pueden llegar a ser tanto o más importantes que los conceptos que pretenden significar.

Los estudios psicopatológicos iniciados en Alemania y en Francia durante el pasado siglo fueron el primer paso en cuanto a calificar los cuadros clínicos, los síntomas y los signos de los trastornos mentales.

En alemán, la palabra Zwang (violencia, fuerza, obligación, coacción, etcétera) fue empleada desde principios del siglo XIX, y, en 1867, Krafft-Ebing crea la palabra Zwangsvorstellung (representación forzada), primera de una larga serie de nuevas designaciones. En 1872, Westphall recalcó el concepto de "lo forzado", significando el punto de partida de toda la doctrina de las obsesiones.

La psicopatología germana maneja otras palabras relacionadas con los fenómenos obsesivos: "Sucht" (enfermedad, morbo…) "Trieb" (instinto, impulso…) creando palabras tales como: Stehlsucht (cleptomanía), Giftsucht (tóxicomanía), Begattugstrieb (instinto sexual), Stheltrieb (cleptomanía). Sin olvidar las palabras formadas con "manie" o "Phylie": Nekromanie, Nekrophylie.

Mientras en Alemania las patologías obsesivas se nombraban como "representaciones forzadas" y "actos forzados", la psicopatología francesa los calificaba como "folies" (locuras): "folie du doute", "folie raisonante"… El dominio del significante sobre el significado ha provocado discusiones acerca de si las obsesiones son o no delirios (síntomas de la "folie") lo que, en la actualidad, puede parecernos irrelevante. Pero Morel, por ejemplo, definió los trastornos obsesivos como "delire émotif"[iv], aún advirtiendo que no debía tomarse el término como determinante de locura.

El vocablo obsesión se emplea por vez primera para denominar un trastorno psicopatológico en 1883, por Luys[v] refiriéndose a contingencias subjetivas y repetidas, sin substrato objetivo.

El término alemán Zwang fue traducido en Londres por "obsession" y en Nueva York por "compulsion" (S. Rado[vi]). Para contentar a todos y respetar el arraigo de "compulsion", Rado tituló su capítulo del libro American Handbook of Psychiatry: "Obsessive Behaviour. So called Obsessive-Compulsive Neurosis".

A partir de aquí la terminología doble se ha mantenido, aunque con distintos significados para los mismos significantes.

Recordemos las definiciones de "obsesión" y "compulsión" contenidas en las primeras líneas de este capítulo. Recordemos que ambas son traducciones de una misma palabra (Zwang).

En los DSM anteriores a la cuarta edición, "obsesión" se definía como pensamiento y "compulsión" como acto. En el DSM-IV ambas pueden ser pensamientos o actos, pero creando ansiedad la aparición de las "obsesiones" y disminuyéndola las "compulsiones". La definición de obsesiones incluye los "thoughts" (pensamientos), en tanto que la definición de compulsiones nos habla de "mental acts" (actos mentales). Nos recuerda el concepto de "evaluación cognitiva" diseñado por Arnold en 1960[vii] y del que derivó la "conducta cognitiva" que permitió a los rigurosos conductistas de la época pasarse al campo cognitivo (Lazarus, 1966)[viii] al considerar que la entelequia "pensamiento" podía ser una "conducta".

Obsesión deriva, etimológicamente, del latín obsessio -onis ("bloqueo"), derivado de obsidere (asediar, bloquear, o más propiamente, sentarse enfrente) y éste de sedere (estar sentado).

Compulsión procede del latín compulsio, supino de compettere (acción y efecto de compeler, o sea forzar a una persona a actuar en contra de su voluntad, de sus impulsos naturales).

Y aquí aparece "impulso", derivado de impulsus (en latín, derivado de impellere, "dar empuje, incitar, estimular"). En el DSM-IV impulso se define como "disposición a actuar con el fin de disminuir la tensión aumentada, causada por la urgencia de los impulsos instintivos o por la disminución de las defensas del yo contra estos". Con ser una definición tautológica (impulso … es causado por la urgencia de los impulsos…) tiene la virtud de delimitarlos marcando claras diferencias con "obsesiones" y "compulsiones".

La diferencia entre obsesión-compulsión y fobia, queda perfectamente explicada en la definición de esta última. En el DSM-IV, fobia es "temor acusado y persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específica".

La inclusión de "anticipación" podría complicar las cosas, si no queda bien definido. Un ejemplo: un temor obsesivo, ¿es una fobia? La respuesta correcta es no. El concepto de "anticipación" (tal y como aparece en la definición de fobia) debe incluir la aparición real del estímulo en mayor o menor tiempo. Por ejemplo: el temor obsesivo a suicidarse es descrito por los pacientes como "miedo a que me dieran ganas de suicidarme". No es una anticipación (no hay ganas ni expectativas de suicidio) sino miedo, en ausencia de objeto o situación específica, lo que excluye su inserción en el apartado de fobias.

S. Montserrat Esteve, hacia 1970, comentaba a sus colaboradores que la diferencia fundamental entre fobias y obsesiones era que las primeras tenían un claro fondo ansioso, y las segundas un fondo depresivo. Porta y Vallejo, en el trabajo dirigido por Montserrat en 1971, recogían una amplia experiencia acerca del efecto terapéutico de la clomipramina en los trastornos obsesivos. Mi propia reacción, en esa época, era concluir que "depresión debía de ser todo aquello que se trataba con antidepresivos".

Las hipótesis serotonérgicas y los estudios controlados con el empleo de fármacos reguladores de la serotonina hacen que nos planteemos, en ocasiones, nuevas nosotaxias más basadas en lo biológico que en lo clínico. Según criterios biológicos, el concepto de Montserrat sería válido. Pero hoy en día los criterios imperantes para clasificar los trastornos mentales, tanto en el DSM-IV como en el CIE-X son de tipo clínico. Los trastornos con crisis de angustia y agorafobia, y el TOC quedan subclasificados en el apartado de trastornos de ansiedad.

Qué más da. Creo que lo más relevante de todo proceso médico-enfermo es la curación del paciente, y que la medicina no es una ciencia básica sino una ciencia aplicada cuya finalidad es dar un cuerpo praxeológico (normas para una praxis) que nos lleve a resolver los problemas de nuestros pacientes.

En este sentido creo que el lenguaje, las delimitaciones conceptuales, serán útiles en tanto nos permitan entendernos y comunicarnos. Los sistemas actuales de clasificación, aún cambiantes, cumplen esta finalidad. Fueron creados, en su inicio, para la investigación y para la epidemiología (no para el diagnóstico clínico). Pero cada vez son más los clínicos que los emplean como una especie de alternativa a la nosotaxia y a la psicopatología.

No lo veo mal, a condición de que no se olvide la finalidad fundamental (curar en la medida de lo posible). Un buen diagnóstico o una buena clasificación es digno de encomio, pero a partir de ahí debe empezar el proceso de tratamiento.

El TOC es un trastorno concreto. Las obsesiones y las compulsiones, como síntomas, pueden aparecer en los trastornos depresivos, en estados de ansiedad generalizada, en esquizofrenias, en enfermedades neurológicas, etcétera. El estudio de sus particularidades y de su tratamiento es el objetivo de esta obra cuyo contenido les animo a disfrutar.

nvestigadores del CSIC demuestran la relación entre un gen y el grado de ansiedad


Un gen que protege de la ansiedad y el estrés

* Investigadores del CSIC demuestran la relación entre un gen y el grado de ansiedad
* Si logran moléculas que modifiquen su función, podría servir para tratar varios trastornos


MADRID.- No se trata de una solución a la ansiedad, o tal vez sí, pero ya está inventada. El cuerpo humano genera una sustancia, denominada adrenomedulina, que protege al cerebro frente al estrés y la ansiedad. Esta relación la ha demostrado un grupo de investigadores del CSIC en un trabajo, realizado con ratones, en el que constatan que, ante la falta de esta hormona, el organismo se vuelve hiperactivo y desarrolla conductas similares a las del síndrome obsesivo-compulsivo. El hallazgo abre las puertas a nuevos estudios para valorar de qué manera se puede modificar la función de esta sustancia para tratar así diferentes trastornos.

La adrenomedulina (AM) es una hormona peptídica que fue aislada por primera vez en 1993. Aunque se sospechaba su relación con el estrés, no había ningún modelo animal que demostrara esa teoría. Un trabajo dirigido por Alfredo Martínez, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto Cajal, acaba de demostrar esta relación mediante la aplicación de técnicas de ingeniería genética.

"El problema era que cuando se eliminaba el gen, los roedores morían. Nosotros hemos logrado logrado suprimirlo sólo en el sistema nervioso y no en el resto del cuerpo, por lo que ahora contamos con un buen modelo de investigación", señala Alfredo Martínez a elmundo.es. De esta forma, han podido ver qué efecto tiene la falta de la hormona adrenomedulina en animales vivos.

Estrés, ansiedad, hiperactividad y conductas obsesivas-compulsivas. Éstos son los síntomas que observaron los científicos en los ratones a los que habían modificado genéticamente para eliminar el gen de la AM.
Freno al daño cerebral

El trabajo, publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), no se queda ahí. Tras mantener a los roedores en una cámara hipobárica, para someterlos al estrés que genera una altitud elevada, los investigadores observaron que los animales carentes del gen morían antes que los ratones sin modificar. "Esto nos indica que el gen de la AM tiene que ver con la protección del cerebro y que podría ser útil en trastornos como las isquemias cerebrales, las hemorragias o en el daño cerebral originado por un traumatismo", explica Martínez.

De hecho, este investigador y el resto de sus colegas están ya están probando algunas moléculas para potenciar su función. "La acción neuroprotectora de la AM puede deberse a una serie de mecanismos; estos incluyen la vasodilatación, la supresión de la apoptosis [muerte celular] y la inducción de la angiogénesis [formación de vasos sanguíneos]", señala el estudio.

"Vamos con cuidado porque algunas moléculas regulan unas funciones de la AM y no otras. En algunos casos nos interesa potenciar su acción, como en la isquemia cerebral o en el estrés excesivo, pero en otras situaciones, como el caso de los tumores, estamos intentando frenarla con otras moléculas ya que esta hormona [por su función sobre la angiogénesis] propicia una serie de condiciones que favorecen el cáncer", aclara Alfredo Martínez.

Por último, también están valorando la función intracelular de la adrenomedulina. Su disminución endurece el esqueleto celular (citoesqueleto). Por este motivo, estos científicos piensan que podría tener un papel sobre aquellos trastornos relacionados con el citoesqueleto como el Alzheimer, el Parkinson o la enfermedad Creutzfeldt-Jakob. "En estudios previos hemos visto que ratones sin este gen presentaban diferencias sustanciales en el citoesqueleto de las neuronas, pero esto es sólo una puerta abierta. De momento no tenemos más datos, aunque sería interesante explorar si alguno de los trastornos mencionados se relaciona con los cambios en la expresión del AM", concluye.

Liberarse de los pensamientos obsesivos



Liberarse de los pensamientos obsesivos

“Ojalá no lo hubiera dicho”, “¿Qué hubiese pasado si…?”
“¿Y si les sucede algo?”…
Siempre tenemos motivos para preocuparnmos, pero la búsqueda incesante de seguridad puede convertirse en obsesión.
El círculo se romperá si actuamos; porque la vida no está hecha de certezas sino de experiencias.
Algunas veces estas preocupaciones ocupan tanto espacio en nuestra vida que impioden que nos concentremos en el trabajo o en cualquier otra actividad; nos quitan el sueño, las ganas de salir y acaban instalándose en nuestra vida cotidiana como algo que, de forma irremediable, nos acompaña todo el tiempo.
Una forma común de obsesionarse es repasar una y otra vez las conversaciones y las situaciones que hemos vivido, preguntándonos qué hubiera sucedido si hubiéramos actuado de otra manera, si hubiéramos pronunciado otras palabras.
Tambiéb solemos anticipar situaciones o conversaciones del futuro próximo que nos resultan problemáticas y que no podemos dejar de recrear en nuestra imaginación.

LAS TRAMPAS DE LA MENTE :
Todas estas situaciones nos llenan de desasosiego, esa sensación tan desagradable de no tener ningún control sobre lo que nos acontece. ¿Y qué hacemos ante esto? debemos buscar la manera de sentirnos seguros.

COMO RECUPERAR LA PAZ MENTAL:
ENFRENTARSE A LOS MIEDOS:
Cada vez que, por ejemplo, evitamos tomar una decisión por miedo a equivocarnos, estamos confirmando nuestra incapacidad para afrontar este tipo de situaciones, el miedo crece y cada vez resulta más difícil inclinarse por una opción. Evitar los miedos, ya que nos debilita, y superarlos en la próxima ocasión en que se presenten resultará mucho más difícil. Es mejor actuar.

MEDIA HORA DE LA PEOR FANTASÍA:
El miedo aparece de forma involuntaria, espontánea, sin que lo llamemos. Si aplicamos la lógica de forma inversa, es decir, intentando producir miedo voluntariamente, conseguiremos bloquearlo. Esta prescripción se utiliza sólo en algunos tipos de obsesiones y consigue resultados especialmente positivos.

DIARIO DE LAS PREOCUPACIONES:
Cada día a la misma hora, nunca después de cenar ni a primera hora de la mañana, podemos escribir durante 20 minutos o media hora todas nuestras preocupaciones, sobre uno mismo y el resto de circunstancias de la vida. Esto permite que las preocupaciones nunca nos desborden, ya que lo que hasta ese momento ha sido un elemento intruso, invalidante e involuntario se convierte en voluntario.

UN PEQUEÑO DESCONTROL:
Si sentimos la necesidad de que todo esté en un orden perfecto
y predifinido para sentirnos tranquilos, podemos introducir un pequeño desorden, una mínima variación. Esto nos permitira la flexibilidad necesaria para convivir con un entorno siempre cambiante. Los seres fumanos requerimos pequeños descontroles para apreciar mejor el control de nuestro entorno.

VENCER SIN COMBATIR:
Podemos aprender a llevar nuestras obsesiones como una sombra.
No obstante, esta estratagema requiere de la máxima atención para no volver la cabeza hacia los pensamientos obsesivos que suponen una tortura. La dificultad radica precisamente en mantener una actitud observadora ante las ideas que nos asaltan, sin intervenir ni combatir, de forma similar a la miditación.

MIGUEL HERRADOR - Terapéuta.

pensamientos obsesivos


Puede ser resistente para la gente con OCD tener que experimentar los pensamientos obsesivos que son intrusos, asustadizos, y difíciles de manejar. Consecuentemente, aquí está una lista corta de las técnicas que una persona puede utilizar para ayudar a manejar sus pensamientos obsesivos y temerosos.

La primera cosa que lo hace una necesidad de la persona no es morar o centrarse en el pensamiento que provoca del miedo cuando viene. Cuanto más una persona intenta razonar hacia fuera el pensamiento o el foco en el miedo detrás del pensamiento, más fuerte el pensamiento llega a ser. La próxima vez que encuentras un pensamiento obsesivo, conseguir en la práctica de no morar en ella.

De mis entrevistas con los varios profesionales, he aprendido que es generalmente el miedo detrás de los pensamientos que nos consigue trabajó para arriba. No hacer caso del miedo detrás de estos pensamientos obsesivos, cueste lo que cueste cómo el fuerte el miedo puede ser. Si no haces caso del miedo detrás de estos pensamientos, después los pensamientos llegan a ser más fáciles de manejar.

Una persona debe visualizar una muestra roja de la parada en su mente cuando encuentran un pensamiento que provoca del miedo. Cuando viene el pensamiento negativo, una persona debe pensar en una muestra roja de la parada que sirva como recordatorio para parar el centrarse en ese pensamiento y para pensar en algo más. Una persona puede entonces intentar pensar en algo positivo para substituir el pensamiento negativo.

A veces, una persona puede encontrar muchos de pensamientos asustadizos que vienen en ellos de una vez. En vez de conseguir trastorno, recordar que estos pensamientos estén exagerados y no basados en realidad. Aunque tus pensamientos temerosos te dicen de otra manera, el hecho es que hay circunstancias y factores en cada situación que no pueda ser anticipada. Podemos ser noventa y nueve por ciento en predecir el futuro pero todos lo que toma están para que ese un por ciento diferencie más grande.

Aunque soy un laico y no un profesional, me he entrevistado con a muchos consejeros y aprendí que hay muchas maneras de ocuparse de estas clases de pensamientos. Hay maneras de ocuparse de tus pensamientos obsesivos y con el tratamiento apropiado, puedes vivir una vida productiva.

Article Source: http://www.articleset.com

"Olvidar Pensamientos Obsesivos"


"Olvidar Pensamientos Obsesivos" Terapia Estratégica
Un Caso Real de la Consulta Privada de Arthur Rowshan

Olvidar Pensamientos Objetivos"Ayúdame a olvidar mis pensamientos obsesivos". Ésta es la petición de un hombre mayor que acude a mi consulta después de haber leído un artículo en una revista sobre mi terapia estrategica. El problema que me plantea es algo que le incomoda y no sabe que hacer para resolverlo. Está casado felizmente y disfruta de las relaciones sexuales con su mujer.

El problema surge cuando establece una relación de amistad con un hombre más joven. Pero gradualmente la amistad se convierte en encuentros homosexuales. Aunque no llegan a realizar el sexo se abrazan y se tocan. Con la intención de ayudar y sacar al joven de apuros económicos, le da sumas cada vez más elevadas de dinero.

Un día se da cuenta de que la relación no es apropiada y que el joven se está aprovechando de él. Así que decide cortar la relación y olvidarle. Después de haber roto cualquier contacto con el joven, el hombre no puede parar de pensar en él. Intenta olvidarlo y cada vez se esfuerza más en no pensar en el joven. A pesar de que estaba convencido racionalmente de que debería olvidarle, el pensamiento obsesivo del joven no le dejaba en paz.

Le expliqué que se había construido una trampa paradójica. Cuando una persona intenta olvidar algo de forma forzosa no hace más que reforzar la memoria de lo que desea dejar en el olvido. Intentar no pensar en algo es pensar. Olvidar es un fenómeno espontáneo de la mente. Solo cuando uno pierde interés en algo lo puede olvidar. Pero si alguien intenta voluntariamente olvidar algo, genera un círculo vicioso: cuando más se esfuerza en olvidar, más se obsesiona.

¿Cómo me comportaría sí...?

Le hice ver cómo sería su vida si continuaría con sus intentos forzosos de olvidar al joven. Le hice ver cómo las cosas podrían empeorar porque se obsesionaría aún más. Enseguida se dio cuenta del fallo en su estrategia. Le sugerí que continuara su vida como si hubiera superado el recuerdo del joven. Cada vez que le asaltara el pensamiento obsesivo, debería evitar rechazar el pensamiento. Debería utilizar esta oportunidad para hacerse una pregunta: “¿Cómo me comportaría como si hubiera superado el pensamiento del joven?” Y cada día debería hacer algo como una indicación de que lo ha superado.

Tuve sólo una sesión con este hombre. Le llamé después de unos tres meses y me comunicó que estaba muy feliz con su mujer y que todo iba estupendamente. Se había librado del pensamiento obsesivo en el joven.

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