consulta ,obsesion o realidad?


imagen:bielkabrito
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hola, les queria comentar lo que me esta pasando... le comento que tengo 17 años, creo (porque me dio positivo en un test) que tengo fobia social desde hace varios años...

y ademas porque digamos que es evidente
yo siempre me senti atraida fisica y emocionalmente por los chicos, inclusive me enamore de uno... pero lamentablemente nunca tuve contacto fisico ni romance con

ninguno, debido a mi timidez y falta de autoestima y seguridad (aunque si tuve ganas); en realidad solo me di tres besos en mi vida, y fueron en boliches, con chicos que no

conocia... igualmente me gustaron los 3 y un par de ellos me provocaron cosas (me excitaron bah)
bueno, el tema es que hace tres meses me paso algo raro.. en los ultimos dos dias de clases la presencia de una compañera me causo un monton de cosas, pero ninguna

linda.. o sea, me sentia debil, me dolia el estomago, tenia palpitaciones, transpiracion.. todo esto debido a pensamientos que me venian a la cabeza el 80% del dia, que me

causaban angustia y malestar... estos pensamientos relacionados con mi sexualidad
a partir de ahi (reitero fueron dos dias y de repente) la presencia de cualquier mujer me causaba la misma sensacion que con mi compañera... pero no era por el hecho de

que sean lindas o no, me pasa con mujeres grandes, chicas, lindas, feas, gordas, flacas, familiares, amigas, etc
me venian imagenes y pensamientos asquerosos, no solo homosexuales (esto no seria taaaaan grave), sino que tambien pensamientos horribles de tipo pedofilo (que

obviamente me asquean y estoy mas que segura que es algo que no soy)... empeze a ver la homosexualidad en todos lados, entonces a raiz de esto pense que quizas tenia

algo que ver con mi orientacion sexual...
igualmente en estos tres meses de esta obsesion, me gustaron un par de chicos y me senti atraida, cuando voy por la calle me fijo en los chicos y obviamente me gustan...

pero el problema es que no paro de pensar ni un segundo, estoy "alerta" todo el dia en la calle... encima tuve un par de sueños homosexuales que me angustiaron mucho

mas. Aunque cuando voy por la calle las personas con las que "se me van los ojos" son chicos, siempre que puedo trato de acercarme a los chicos lindos o sea de estar

cerca de ellos. no me puedo imaginar teniendo sexo con una mujer y tampoco abrazandola ni besandola.
Igual es muy raro, porque cuando estoy con la mente tranquila por alguna razon, la presencia de las mujeres no me causa nada, puedo reconocer si es linda o no...pero

cuando tengo miedo cualquier mujer me pone nerviosa. Aunque si estoy tranquila y una mujer me parece linda me angustio, pero si me distraigo con otra cosa y no pienso

en eso, no me angustio mas...
otra cosa es que yo no tengo deseos de estar con una mujer, siempre pienso concientemente a raiz de esta obsesion "le daria un beso?" y realmente ni ganas de un beso

con alguna mujer... todo lo que quiero esta en un hombre, veo mi futuro y mi presente con uno... y ni siquiera siento curiosidad por saber como es una mujer.
el tema es que los pensamientos no me dejan en paz... ustedes creen que me volvi lesbiana de golpe (porque nunca senti atraccion hacia mi mismo sexo) o estoy

obsesionada con la homosexualidad (que es algo a lo que siempre le tuve miedo) ?
igualmente otra cosa, ayer empeze el colegio y vi a esa compañera con la que empezaron las obsesiones. Y como entre pensando en otra cosa que me preocupaba en ese

momento, no me senti nerviosa por su presencia.., es mas la salude y todo y no senti ansiedad ni nervios. Despues estuve todo el dia tranquila, despues de un momento

para otro me empezaron a venir pensamientos que me causaron ansiedad,. Hoy volvi al colegio y ni siquiera pense en nada

relacionado con lo sexual y esta compañera, o sea, pienso que es linda pero nada mas, no senti esa ansiedad o esos nervios. O sea, cuando estoy con la mente tranquila

esta todo bien y su presencia no me causa nada, pero despues si empiezo a darle vueltas a las cosas me pongo mal. Igualmente no siento nada por ella, ni un sentimiento ni

una atraccion sexual, se que aunque tuviera la oportunidad no estaria con ella.
lo que me pasa es que cuando estoy tranquila quizas pienso algo que puede estar relacionado con el tema como para ponerme mal, no se porque... me agarro de cosas

infimas, muy tontas, como para seguir dandole vueltas al tema...
encima puse este mismo mensaje en unos foros, y en uno de diversidad una chica lesbiana me dijo que ella se habia sentido igual y que pensaba que a mi me pasaba lo

mismo, que no me aceptaba como homosexual... o sea, esto me aterro mucho mas; porque estaba mas o menos tranquila y ese comentario me descoloco.
varios psicologos y sexologos me dijeron via e-mail que lo mio es mas una obsesion que una realidad, porque como ya dije lo que me angustia a mi son todas las ideas que

tengo y las vueltas que le doy a las cosas. Veo la homosexualidad en todos lados, cualquier cosa estupida como por ejemplo poner el fondo de mi celular celeste me

angustia (porque celeste es color de varon...loco no? jaj)... cai en una depresion por este tema, sentia que me iba a volver loca (tenia miedo de esto tambien)
y no se si tiene que ver, pero de chiquita (8 o 9 años) tuve un par de obsesiones... una con el diablo y otra con la muerte. Se me venian pensamientos "a favor del diablo"

que me angustiaban mucho, y yo rezaba siempre para que esos pensamientos se vayan. Despues otra cosa era que a veces se me venian pensamientos horribles de ojala

que le pase algo malo a mi papa o a mi hermano o a mi mama...que obviamente es algo que no quiero, pero se me venian esos pensamientos y tambien me ponian mal.
igual lo que me pone mal, lo que me causa angustia no es lo que siento, sino lo que pienso... el tema es que estoy tan preocupada por esto que me olvido de disfrutar de

cosas comunes y corrientes. Y llega un punto en el que dudo, en el sentido de que pienso que es esto? si es asi realmente que se siente la homosexualidad, ya no tengo

idea...
yo quiero que me den una opinion, de lo que puede ser...



muchas gracias







Estimada Tatiana,

Soy la Lda. Erika Marqués, psicóloga y directora del Centro de Psicología AARON BECK, de Granada, España.
Brevemente, por cuestiones de tiempo y volumen de trabajo, intentaré rsponder a tus dudas.

Por lo que comentas aqui, pareces tener un trastorno obsesivo, aparentemente sin compulsiones o rituales, es decir, las llamadas "obsesiones puras", que frecuentemente hacen referencia a temas de homosexualidad. Las obsesiones no reflejan los deseos y preferencias de las personas ni afectan a su voluntad ni a su conducta real. Es decir, si una persona no tiene realmente preferencia homosexual, la presencia de obsesiones NO INDICA QUE AHORA SÍ TENGA ESA PREFERENCIA ni que vaya a tener relaciones homosexuales, sólo por el hecho de tener esas obsesiones. lO MISMO OCURRE RESPECTO A LOS PENSAMIENTOS PEDÓFILOS EN FORMA DE OBSESIONES.

Puede ocurrir en personas con baja autoestima, que se comparen con las personas de su mismo sexo y puede incluso sentir admiración por el físico u otro aspecto de alguien de su mismo sexo, sin que eso signifique que le atraiga sexualmente. Pero si además, la persona tiene cierta negatividad sobre la homosexualidad (bien ella misma o sabe que se tiene en su entorno cercano), ocurre que creen que si ella misma fuera homosexual (o lesbiana) sería poco menos que una tragedia en su vida, por todo lo que imagina que le implicaría. Este aspecto, unido a lo anterior, puede hacer que en un momento dado, al sentir algo alguien del mismo sexo,la persona se autocritique por ello, lo vea muy negativo, de modo que se siente muy mal, le da mucha importancia y de repente duda de si eso que ha sentido significa que es lesbiana, por lo que se siente mal y, dado que la experiencia es desconocida y altamente llamativa para la persona, empieza a darle vueltas a la cabeza, preocupada por lo que puede estar pasando. Eso puede ser el inicio de lo que se puede convertir en una obsesión y e un tratsorno obseivo, generado por la duda inicial y por la interpretación tan negativa que la persona hace dee sa posibilidad. Una vez instaurado el trastorno obsesivo es eso lo que sufre la persona. Las obsesiones tienen una naturalezaq muy concreta, son repetitivas, intrusivas, involuntarias, generalmente muy desagradables para la persona y causan gran malestar. Puesto que la persona está continuamente tratando de cortar en su mente esos pensamientos e imágenes, eso es lo que hace realmente que las obsesiones sigan aparciendo una y otra vez.
Los trastornos obsesivos tienen buenos tratamientos cognitivo-conductuales, te recomiendo busques a algún profesional con esa orientación, cognitivo-conductual.

En caso de que los pensamientos e imágenes fueran agradables para la persona, podría ser que le atrae el mismo sexo o incluso simplemente puede tratartse de una fantasía sexual quq nada tiene de malo. Es decir, no es malo tener fantasías y éstas normalmente no necesitan llevarse a la práctica y no son problemáticas. Pero incluso en el caso de que fueran deseos reales, en este caso, la persona lo sabe, lo siente así y entonces el problema sería que por cuestiones familiares y sociales no lo aceptara o le diera miedo, por lo que necesitaría quizá ayuda profesional para aceptarlo y vivir íntegramente de modo adaptativo. Éste no parece ser tu caso, repito, con los datos que das.

Si tienes alguna pregunta más, puedes escribirme en privado a mi correo: erika@cpaaronbeck.com

Ánimo y suerte.

Un cordial saludo.
Lda. Erika Marqués.
Centro de Psicología AARON BECK

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Perdonarse



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Perdonarse
Enviado por Clau Navarrete el 20/02/2009 a las 17:14
Clau Navarrete

Los seres humanos por definición son imperfectos; cometen errores, muchos de los cuales los afectan a ellos mismos. Lo importante es saber que existe un camino de sanación, reparación y redención, aunque éste sea largo y arduo.

Algunas personas quedan tan heridas por los errores cometidos, que no logran perdonarse nunca más. Pasan la vida culpándose de sus malas decisiones, no cesan de castigarse por las faltas del pasado y se recriminan por lo que no les salió bien. Incapaces de superar el dolor y el daño sufrido, no pueden aceptar sus yerros como una instancia de cambio y aprendizaje. Se quedan pegados en la rabia, la culpa y la vergüenza. Desperdician el tiempo rumiando sus caídas y, paradójicamente, lamentando el tiempo que perdieron debido a ellas. Implacables, no se permiten ni perdón ni olvido.

Si usted se reconoce así de severo consigo mismo, ha llegado el momento de dejar de castigarse. Debe meditar por qué es tan duro e inflexible con su persona. Quizás es de aquellos que con el tiempo va agrandando las consecuencias perjudiciales de su conducta a tal punto que éstas, ya generadoras de una angustia desmesurada, no son susceptibles de ser digeridas. O acaso no posea la distancia emocional suficiente para evaluar con ponderación su propio comportamiento. O puede que usted sea tan exigente que encuentra desaciertos en demasiados actos de su vida. O quizás tanta autocrítica forma una totalidad demasiado grande e inabarcable, imposibilitando el análisis y elaboración de su real responsabilidad en cada caso. O quizás sea de los que no discriminan bien lo que efectivamente depende de su persona de lo que está fuera de su control y carga sobre sus hombros un exceso de peso. O puede ser de aquellos que experimentan una culpa tan colosal frente a los propios errores, que no encuentran nunca más sosiego después de haber cometido un desliz. En cualquier caso, su incapacidad de perdonarse le está amargando la existencia.

Los seres humanos por definición son imperfectos; cometen errores, muchos de los cuales los afectan a ellos mismos. Lo importante es saber que existe un camino de sanación, reparación y redención, aunque éste sea largo y arduo. Éste se inicia cuando se asume la propia responsabilidad en los hechos dolorosos y sólo termina cuando habiendo ya hecho el duelo por el pasado irreversible, se es capaz de enfrentar el futuro con el compromiso interior de no volver a repetir más la conducta destructiva. No es fácil aceptar verdades penosas acerca de sí mismo, expresar arrepentimiento, reconocer conflictos íntimos, aceptar lo irrecuperable o llorar por el tiempo perdido. Tampoco lo es derrotar el orgullo, decidirse a hacer cambios reales, rectificar el comportamiento, o pedir disculpas a quienes se ha herido. Pero lo más difícil de todo es dejar de castigarse y perdonarse a sí mismo.

Usted, que ha sido implacable y duro consigo mismo, dése tregua. Probablemente ha cometido faltas y ha tenido equivocaciones que le han costado caro en su vida, pero no es un delincuente como para merecerse un castigo tan largo y perjudicial. Se ha condenado, inmerecidamente, a cadena perpetua, de esa efectiva, inconmutable por buena conducta. En la época que sucedieron los hechos u omisiones de las cuales se arrepiente, no tenía la perspectiva, la serenidad, la sabiduría o la madurez que hoy le permiten ver las cosas de un modo tan diferente y juzgar su conducta como inconveniente. Está siendo injusto y poco compasivo con su persona. Pida luego la ayuda espiritual o psicológica que necesita para encontrar nuevamente la paz. Y entienda, por fin, que el mayor crimen de las personas no son sus errores, sino su incapacidad para salir de ellos. Siempre es posible expiar, reparar, pedir perdón y… perdonarse.

Eugenia Weinstein.

Perdonarse a uno mismo




Perdonarse a uno mismo

Alfonso Aguiló www.interrogantes.net
Autores de su amargura

Todos sabemos que, muchas veces, perdonar es difícil. Pero quizá para algunos sea especialmente difícil perdonarse a uno mismo. Y están tristes porque no se perdonan sus propios fracasos, porque alimentan sus errores dándoles vueltas en su memoria, porque parece que se empeñan en mantener abiertas sus propias heridas. Son como cadenas que se ponen a sí mismos, cárceles en las que se encierran voluntariamente.

A lo mejor están tristes y sienten dentro del corazón como una especie de lanzada que les amarga la existencia, porque cargan con una responsabilidad que no les corresponde, por un fracaso que no es suyo, al menos en su totalidad.
Y no se rectifica casi siempre por orgullo

Sucede a veces, por ejemplo, con la educación de los hijos. Unas veces se falla porque se hace mal, otras porque hay circunstancias ajenas que lo estropean sin culpa de los padres, y otras simplemente porque los hijos son libres. En cualquier caso, la solución nunca es dejarse consumir por la tristeza, sino rectificar en lo posible el rumbo, procurar aprender, intentar recuperar el terreno que se haya perdido, mirar al futuro con esperanza.

La falta de perdón para uno mismo suele generar tristeza, y una y otra tienen su origen en el orgullo. Y así como el orgullo del que es simplemente vanidoso, o de quien está pagado de sí mismo, es el más corriente y menos peligroso; en cambio, pasarse la vida dando vueltas a los propios errores suele ser señal de un orgullo más refinado y destructivo.
Un punto medio

Es preciso aprender a aceptarse serenamente a uno mismo. Aceptarse, que nada tiene que ver con una claudicación en la inevitable lucha que siempre acompaña a toda vida bien planteada, sino que es encontrar un sensato equilibrio entre exigirse y comprenderse a uno mismo.

Conociéndose un poco es fácil saber cómo hacer frente a esos desánimos que acompañan a los propios errores y fracasos. Son instantes de hundimiento y de desazón, bajones de ánimo que pretenden ganarnos la partida de la vida.
El valor de ser objetivos

Conviene pararse a pensar en las razones que los producen. A veces nos avergonzará ver cómo pueden desanimarnos contratiempos tan tontos; cómo cosas de tan poca importancia pueden hacernos pasar de la euforia al abatimiento, o viceversa, de forma tan rápida. Para superarlos, conviene hacer un esfuerzo de reflexión, un serio intento para ser objetivo, para ver cómo alejar esas sombras de pesimismo que asaltan inadvertidamente a todos y que tantas veces no dejan ver la cara soleada de la vida.

El cáncer me obsesiona


El cáncer me obsesiona
Actualizado jueves 02/04/2009 19:21 (CET)
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fuente:el mundo salud
PREGUNTA.- Quisiera que me diese su opinión sobre el pánico que nos provoca a todos el cáncer. A pesar de que las enfermedades cardiovasculares causan casi más muertes que el cáncer, me da mucho más pavor sufrir una enfermedad que puede desembocar en cáncer que tener el colesterol alto, que puede favorecer un infarto.

Después de más de un episodio de cáncer en mi familia, alguno por desgracia con trágico desenlace, esta enfermedad me tiene algo obsesionado. Temo ir al médico si sufro algún síntoma, por miedo a que sea un cáncer y al ir a consulta resulta no ser nada.

Últimamente sufro gran estrés y una horrible tensión, pero algo me impide ir al médico a escuchar el 'fatídico diagnóstico'; no puede imaginar qué alivio siento cuando descubro que estoy sano.

Llego a estar tan convencido de tener cáncer que siento auténtico júbilo al saber que estoy sano, una felicidad difícilmente comparable a otras alegrías que me da la vida.

Otra prueba de mi obsesión es que sigo diariamente esta sección. Por otro lado, en mi entorno más o menos cercano aparecen continuamente nuevos casos de cáncer.

Si el miedo a padecerlo ya es grande, el miedo a que lo padezcan algunos de mis seres queridos de edad más avanzada es todavía mayor.

¿Es normal que a mi edad (27 años) tenga tal obsesión por esta enfermedad? ¿Hace unos 50 años el cáncer tenía tanta incidencia como hoy en día y daba tanto miedo? ¿Cuándo empezó a ser el cáncer un problema de salud a nivel mundial? ¿No cree que el tratamiento que se hace en ciertos medios de comunicación de la enfermedad puede inducir a algunas personas al pánico y a pensar que es mucho más fácil padecerla de lo que realmente es?

RESPUESTA.- Es normal tenerle miedo al cáncer, porque es la segunda causa de muerte en un país como el nuestro.

Lo que no es normal es que ese miedo sea muy superior al de otras enfermedades que se llevan aun más personas por delante (como las del corazón y el sistema circulatorio en España), o que ese temor aparezca a una edad tan juvenil como la suya y tampoco es aceptable, ni mucho menos, que ese pavor condicione alteraciones casi cotidianas de la conducta, como es su caso.

Le faltan a usted dos o tres décadas para comenzar a entrar en la población de riesgo. Si fuera lógico, serían los accidentes de tráfico lo que debieran aterrorizarle, pues son la principal causa de muerte en países desarrollados y personas de su edad. Pero las fobias son de todo, menos lógicas.

La probabilidad de que una persona de determinada edad padezca cáncer es hoy la misma que hace cincuenta años. Es verdad que hay más casos de cáncer ahora que hace cinco décadas, pero es por dos razones muy simples: la primera es que somos muchas más personas hoy día que hace medio siglo, y tenemos más de todo; la segunda razón, y la más importante, es que vivimos mucho más tiempo. Hoy, los setentones y octogenarios son legión, y esas son las edades en las que los tumores malignos abundan más.

Al cáncer se le teme, creo yo, más que por su relación con la muerte, por la idea de sufrimiento prolongado que conlleva. No ayudan el tratamiento sensacionalista que los medios de comunicación le han dado a esa enfermedad, la falta de información respecto a los datos reales ni el secretismo con el que se rodean algunos casos. Hace cincuenta años sucedía algo muy semejante respecto a la tuberculosis.

Páginas y periódicos como el nuestro se esfuerzan en poner las cosas en su justo lugar, ofreciendo información veraz para combatir el medio irracional. Nuestra sección está dirigida sobre todo a los afectados, también a quien tenga una duda puntual o se asome por aquí, de cuando en cuando, llevado por la curiosidad. Pero, desde luego, no esperamos que alguien sano de treinta años entre cada día en nuestra página.

Ande, no nos mire tanto y, si sigue con tanta obsesión por el asunto, considere la posibilidad de que desarrollando una auténtica fobia y necesite la asistencia profesional de un psicólogo.

Ricardo Cubedo
Especialista en Oncología de la Clínica Universitaria Puerta de Hierro de Madrid

Cuando la obsesión se transforma en enfermedad


http://www.saludisima.com/cuando-la-obsesion-se-transforma-en-enfermedad/

Cuando la obsesión se transforma en enfermedad
Archivado en Salud mental y conducta

obsesiónSeguramente alguna vez supiste de una amiga que después de cerrar la puerta de su casa y alejarse algunos metros regresaba a ver si había cerrado la puerta en forma correcta.

Este tipo de comportamiento forma parte de lo que los psicólogos llaman trastorno obsesivo compulsivo y se puede observar en personas de ambos sexos. Surge alrededor de los 15 años, aunque entre los varones puede surgir en la primera infancia.

Generalmente las personas que sufren de este tipo de problema concurren a consulta médica alrededor de los 25 años y a partir de allí iniciar su proceso de superación. Si bien los adolescentes y adultos reconocen la exageración e irrazonabilidad de sus obsesiones o compulsiones, no pueden evitarlas. Es por eso que durante años mantienen sus síntomas en secreto con el consecuente retraso del tratamiento adecuado.

Cuales son las obsesiones mas frecuentes?

Por lo general se relacionan con temores a la contaminación, a la suciedad, a las infecciones, a las enfermedades, al orden y la simetría y al temor de dañar físicamente a otros. También hay obsesiones de contenido sexual, religioso o filosófico. Los síntomas de estos trastornos provocan malestar a quien los padece y dificultan la relación de la persona con los demás.

Obsesiones y compulsiones

Cuando un pensamiento o una acción determinada se considera una obsesión? Se trata de pensamientos, impulsos, imágenes recurrentes e inapropiadas que causan malestar. Las personas que padecen este tipo de obsesiones reconocen que las mismas se producen en su mente. A diferencia de las obsesiones, las compulsiones se caracterizan por ser comportamientos o actos repetitivos, por ejemplo, rezar, contar, repetir palabras silenciosamente, destinados a calmar la obsesión. estas acciones se realizan siempre siguiendo reglas rígidas. Como vemos, las compulsiones tienen como objetivo calmar el malestar o prevenir algún mal, pero para lograrlo se valen de acciones que no son realistas.

Que sucede con la impulsividad

Aquí hallamos comportamientos que aíslan a las personas socialmente o la obligan a vivir con su cuenta bancaria en rojo, mientras que en los casos mas extremos las conducen al delito. Con frecuencia suele pasar tiempo hasta que los jugadores empedernidos o aquellos que no pueden pasar frente a un negocio sin comprar, comprenden que requieren ayuda psicológica para llegar a un diagnóstico acertado. Las manifestaciones mas extremas de la impulsividad se dan por la atracción que produce la provocación repetitiva de incendios (piromanía), la cleptomanía o la tricotilomanía, es decir, arrancarse el propio pelo con la consecuente pérdida del mismo. También se suman los impulsos agresivos y la dificultad para controlarlos. También la agresividad desproporcionada con respecto a cualquier situación estresante que la desencadene.

En el mismo renglón de la impulsividad se inscriben las compulsiones sexuales, la preocupación obsesiva por el cuerpo y la apariencia. Las causas de los trastornos compulsivos son de diversa índole. Hay factores genéticos, que ocurren en determinadas familias. Otros son de origen psiconeurológicos y otros psicosociales. En este ultimo caso se evidencian obsesiones de limpieza, de duda, cavilación y sentimientos de amor y odio hacia un mismo objeto. También los factores ambientales como ciertas toxinas e infecciones pueden contribuir a la aparición de estos trastornos.

El tratamiento adecuado

El problema debe ser atacado desde 3 flancos. Por un lado el educativo, informando al paciente y a sus failiares sobre la enfermedad para bajar el nivel de ansiedad, reducir la culpa y evitar estigmas que puedan impedir tanto el acceso al tratamiento como su continuidad.

Además, como estos pacientes suelen sufrir recaídas y estar asociados a la depresión es necesario que estén prevenidos para evitar el desaliento. A través de la asistencia psicológica el paciente tiene la oportunidad de contar las obsesiones y rituales que durante tiempo mantuvo ocultos por verguenza.Esto ya le proporciona alivio. Además sus síntomas empiezan a tener sentido a la luz de su historia personal y de las experiencias que letocó vivir.

Esto gradualmente reduce el nivel de angustia y, por ende, de las obsesiones y las compulsiones.Cuando un paciente se recupera retoma sus actividades normales. Por último, el profesional es quien determinará si es necesaria alguna medicación.

Todos tenemos alguna obsesión o compulsión, a veces controlada, a veces no…Quieres compartir tu opinión?

Trastorno obsesivo compulsivo: una mirada psicoanalítica



Obsesiones que imposibilitan las acciones de todos los días
Piense ¿cómo sería su vida si no pudiese tocar un picaporte, un timbre, las teclas de una computadora o de un teléfono por temor a los microbios? o ¿cómo haría si no pudiese sentarse en la misma silla que lo hizo otra persona? Quienes padecen estos trastornos obsesivos compulsivos no pueden desarrollar su vida con normalidad. El psicoanálisis propone indagar las causas inconscientes que generan estos síntomas.


Un hombre entra a un baño de un restaurante. Se lava las manos frenéticamente durante unos cuantos minutos. Se las refriega con tanta fuerza que llega a lastimarse. Cuando termina, toma el jabón con un papel y lo tira a la basura porque piensa que como ya fue usado puede tener bacterias. Se dirige a la puerta, pero no puede abrirla, algo le impide tocar el picaporte. Su cara transmite impotencia y angustia. Espera que una persona entre al baño, aprovecha la puerta entreabierta y sale.

Esta escena es de la película "El aviador" y grafica qué es un trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Quienes lo padecen tienen pensamientos recurrentes y desagradables (obsesiones) y se sienten obligados a llevar a cabo ciertos actos una y otra vez (compulsiones). Generalmente, reconocen que estas obsesiones y compulsiones son irracionales, pero no pueden evitarlas y esto les produce angustia.

"Lavarse las manos reiteradas veces por temor al contagio llega a ser tan invalidante para una persona que le produce trabas para vivir. No puede abrir una puerta porque el picaporte podría haber sido tocado una persona que podría tener una enfermedad, entonces tiene que abrirla con el codo o con guantes. Otras personas no pueden sentarse en el mismo lugar que otra, como un taxi o un colectivo, por el mismo temor a contraer alguna enfermedad", detalla el psicoanalista Carlos Giusti.
Complejidad

El TOC puede ser clasificado dentro del grupo de los desórdenes de ansiedad. Quien lo padece es consciente de que tiene un problema y sus allegados también lo perciben. En algunos casos, las compulsiones llegan a ser inhabilitantes, impidiéndole realizar acciones con normalidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye al TOC entre las 20 primeras enfermedades discapacitantes, que afecta al 2 % de la población.

Según Giusti, la denominación trastorno obsesivo compulsivo (TOC) "es una manera de simplificar la complejidad del ser humano". "El TOC no deja de ser una manera de designar lo que para la psiquiatría del siglo XIX era la neurosis obsesiva. La psiquiatría tradicional y el psiconanálisis siguen hablando de la neurosis obsesiva, un tipo de estructura de un sujeto que puede tener diversos síntomas o trastornos, como las ideas obsesivas y los actos compulsivos". El psicoanálisis apunta a desentrañar la causa de esos síntomas.
Temores

Entre las ideas obsesivas más comunes, Giusti señala las relacionadas con las enfermedades y la muerte. "Son muy comunes las ideas de un cáncer o la muerte de sí mismo o de otros. Son ideas insistentes que expresan algo inconsciente".
http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2008/10/14/metropolitanas/AREA-04.html
Para evitar estos malos pensamientos, la persona realiza una serie de acciones, en forma de ritual. "Ante la idea de que uno o un familiar se puede morir, la persona lleva a cabo acciones irracionales para que no se produzca lo que pensó".

Contar los escalones cada vez que se sube o baja una escalera, no pisar las líneas de las baldosas, leer cada uno de los carteles que se encuentran en la calle pueden ser algunos de los rituales compulsivos, que las personas que sufren TOC tienen que realizar (en realidad, no pueden dejar de hacerlo) para evitar males como enfermedades o muertes.
¿Nuevas patologías?

Consultado acerca de si este trastorno es más frecuente en la actualidad, el psicoanalista reflexiona: "Los medios de comunicación favorecen la circulación de determinadas denominaciones como TOC, ataque de pánico, trastornos bipolares, etc., pero siempre han existido. Esta difusión hace que las personas se autorreconozcan como padeciendo determinado síntoma".

Si bien sostiene que no son patologías nuevas, considera que manifiestan "la exclusión de la significación". "En nuestra cultura, hay un rechazo de lo simbólico, la palabra y el lazo entre los sujetos, entonces pueden prevalecer ciertas manifestaciones en lo real, en los actos. Por ejemplo en la bulimia, la anorexia, las adicciones y los trastornos psicosomáticos la significación está apartada del sujeto".

En este sentido, asegura que las personas ven a estos síntomas "como un virus y no como una pregunta que el sujeto se tiene que hacer: ¿por qué me pasa esto?". Responderla es un "proceso de descubrimiento", que requiere de la ayuda del analista.
Tratamiento

El tratamiento para el TOC depende de la corriente psicológica a la que uno adscriba. Se pueden realizar terapias conductivas o psicoanalíticas. En algunos casos es necesario complementarlas con un tratamiento farmacológico, siempre bajo el seguimiento de un psiquiatra.

Por su parte, Giusti desconfía de las terapias conductistas. "Ciertas técnicas pueden contribuir, pero no creo que sea ni fácil ni general, porque se trata de problemas que se le han impuesto a una persona de manera insistente y virulenta. Si ese síntoma se tapa, inevitablemente producirá alguna otra manifestación; es como ponerle la tapa a una olla hirviendo. El taponamiento del síntoma no implica la resolución del problema que lo ha producido", explica.

En este sentido, advierte que si una persona ha construido inconscientemente algo tan limitante, también puede ser un riesgo tapar eso, sin desentrañar qué fue lo que lo motivó. "Son síntomas que están representando algo inconsciente, entonces lo que se juega es un deseo reprimido. Un síntoma es una transacción: algo se reprime y algo retorna indirectamente. El psicoanálisis trata de ir descifrando y ver esa verdad que subyace en el síntoma". En este sentido, la cura pasa por hacer consciente lo inconsciente, que es un proceso que realiza el sujeto, a través del análisis.