EX-OBSESIVOS.



EX-OBSESIVOS.

MARIVÍ.

Yo sabía lo que era tristeza, desánimo, lo que era hacerle sentir al otro culpable de tu estado de ánimo porque no crees ser tú el responsable de tener tan pocas ganas de seguir adelante, pero la obsesión hasta este momento no la había conocido. A lo mejor para otras personas no resulta tan grave, pero yo que sé bien lo que es estar sumergida en la más absoluta de las miserias, puedo afirmar que es un estado, para mí, peor que la depresión; no eres nadie, tu voluntad le pertenece a una fuerza oculta, extraña, el dominio de tu persona siente que ya no forma parte de ti, no sabes cómo definirlo, te das cuenta que todo lo que se te pasa por la cabeza es malo, que los pensamientos son de hacerte o hacer daño y que al mismo tiempo supondría tu fin.

Tenía que apartar los cuchillos de mi lado porque me venía la idea de clavarlos en mis hijos, dejé de salir al balcón porque sentía una atracción enorme por saber qué ocurriría si tomaba la decisión de tirarme, no era dueña de mí, me veía con dos personalidades, se convertía en una continua lucha el tener que frenar mis pensamientos analizándolos, y eso me dejaba agotada al final del día, mis relaciones familiares resultaban decadentes para mí, interiormente me veía como el ser más desgraciado e infeliz del mundo. Había veces en las que pensaba que a lo mejor me moría durmiendo y todo se habría acabado.

Pienso que Dios todavía tiene proyectos conmigo, porque de lo contrario habría dejado que me quitara de en medio hace tiempo. Puso en mi camino a este médico en el momento más crítico de mi existencia, y nunca le estaré lo suficientemente agradecida por ello, ahora sé que soy la que lleva el control de mi vida, los pensamientos aparecen pero yo los enfoco en la manera que he aprendido a hacerlo, intento aguantar el tirón de la forma más optimista y sencilla que he aprendido a adoptar y ya no tengo miedo de que vengan. El psiquiatra me había dicho que el Trastorno Obsesivo nunca me desaparecería, que tendría temporadas mejores y peores, que no me preocupara, que no pasaría nada. ¡Qué fácil es decir eso cuando tú no lo sufres en tus carnes!, ellos de medicamentos sabrán mucho, pero de maneras de erradicarlos totalmente digo que no. Los psiquiatras no quieren reconocer que el Trastorno Obsesivo cura sin medicación alguna, yo soy un ejemplo claro, he estado intoxicada con medicamentos durante varios años y puedo testificar que nada suaves, he conseguido hacer desaparecer mis fantasmas con la Sofrología y sin tomar ningún fármaco, tardé el tiempo que el médico me dijo, seis meses aproximadamente, yo puse mucho de mi parte, pero anteriormente también ponía toda mi voluntad y lo único que conseguía era caer más. ¡ Ojalá todo el mundo supiera que del Trastorno Obsesivo se sale!, muchas depresiones mal diagnosticadas y obsesiones de las personas desaparecerían del ser humano, se podría alcanzar la felicidad de la que el ser humano tiene derecho a disfrutar.

-------------------------

ANA.

Como paciente del Dr.Martínez-Conde me he animado a expresar por escrito y a compartir con los participantes en este nuevo foro la trayectoria que he venido padeciendo desde hace 5 años. Los primeros síntomas comenzaron en algunos lugares públicos y sitios abiertos. Sufrí varios episodios de un terror irracional al intentar cruzar la calzada cuando el semáforo estaba en verde para los peatones, apenas era capaz de poder moverme, e incluso me quedaba literalmente clavada antes de llegar a la acera de enfrente, y las piernas me flaqueaban de tal forma que me impedían coordinar los movimientos y me sentía al borde del colapso con una sensación de muerte inminente.

A pesar de todo, intenté superarlo y a pesar del terror que me causaba el pisar la calle, pensaba que se trataban de episodios ocasionales y hacía un sobreesfuerzo para poder llevar una vida más o menos normal. Pero trancurriría más o menos un mes, cuando estos síntomas se agudizaron y empeoraron de tal forma que ya casi me vi imposibilitada para salir de casa, y solo con saber que tenía que salir al exterior me sentía presa de un pánico irracional. Es en esos episodios tan agudos cuando me di cuenta de que mi trastorno tenía todos los síntomas de una Agorafobia (pánico a los espacios abiertos o concurridos), extremo que sería confirmado por el Médico Psiquiatra al que acudí. Estuve en tratamiento farmacológico los dos primeros años y tuve serios problemas por el exceso de medicación que me prescribió. Al final, tuve que admitir que los fármacos no me ayudaban en exceso, y que solo con ellos no podía mejorar. Para entonces ya no era capaz de salir a la calle ni siquiera acompañada. Por ello tomé la decisión de buscar ayuda psicológica, como una ayuda adicional al tratamiento con fármacos. Probé el tratamiento psicoanalítico y estuve también asistiendo a una consulta de psicología. Pero, en mi caso, no conseguí mejoría ninguna y este estado tan limitante y de tan alto sufrimiento no mejoraba. Hasta incluso caí en una gran Depresión al no ver salida ninguna.

Fue un día, de casualidad, que leí en una publicación de medicina alternativa, un anuncio del Dr.Adolfo Martínez-Conde y me animé a llamarlo, y con él llevo desde entonces, y gracias a su ayuda, puedo decir que ya estoy prácticamente curada de este trastorno de Agorafobia y que llevo una vida prácticamente normal. Salir a la calle ya no me causa pánico e incluso ya puedo viajar sola, sin necesidad que nadie me acompañe. También quisiera comentar que la terapia me ha ayudado para ir superando una Personalidad Obsesiva que que también me ha limitado en otros aspectos de mi vida.

Solo quisiera, y ojalá que sea así, que mi testimonio sirva de ánimo para otras personas que padezcan algún trastorno tan limitante como éste, pues mi experiencia me ha demostrado que con una terapia adecuada es posible salir adelante y como me gusta decir a menudo, que el miedo solo se vence cuando se traspasa, y como dice tambien Adolfo "no haciéndole caso". Por eso quiero animar a otras personas para que, por muy duro que sea dar el primer paso, que lo intenten y no se desanimen, pues de verdad vale la pena. Incluso verán como en muchas ocasiones se sale fortalecido ante una experiencia tan dura.

--------------------

MAIKA.

Como me dijiste que te contase como me sentía antes, superando lo que me cuesta ponerme melodramática, te lo resumiré así: para mí lo habitual, más en unas épocas que otras, es que entre un problema y otro, era preferible estar muerta que viva. Fantaseaba bastante con esa idea, aunque sólo como desahogo mental, se aguanta mejor sabiendo que siempre hay una salida, por otro lado tenía sus ventajas, cuando tenía esos momentos tenía la ventaja sobre los demás de que no me preocupaba nada pillar alguna enfermedad. En fin, que he estado casi siempre bastante depresiva. Ya sabes que las obsesiones las recuerdo desde los diez años (aunque por supuesto no con la misma intensidad), así que eso me había marcado para siempre. Me sentía diferente a los otros y me había acostumbrado a no hablar de ello, creo que en ese sentido, cuando fui consciente de lo que me pasaba, ya me había acostumbrado a vivir como en dos mundos, llevaba una doble vida.

Así que en esas condiciones, no es de extrañar que el día que fui a tu consulta, y no estoy exagerando nada, fue uno de los días más felices de mi vida, porque por primera vez, casi a los cuarenta años (ahora ya los tengo), me había desahogado, había contado todo lo que me pasaba y además a una persona que parecía comprenderlo perfectamente (por eso lo hice), porque había pasado por algo parecido. Hasta tal punto era feliz que me hubiera bastado ese día para darle un poco de sentido a mi vida. Me consolaba saber que había muchas personas como yo, con ideas tan horribles como las mías y sobre todo necesitaba oirle a alguien oir decir que con este problema se sufría mucho, porque hasta entonces nadie de las personas que conocía tenía la más remota idea. Así que por eso creo que me fue muy fácil dejarme guiar durante todos estos meses, aunque tuve que esforzarme mucho por superar mi bloqueo a la hora de hablar, por que en ese sentido soy la paciente menos indicada por mi exagerado sentido del ridículo o de la intimidad. En ese sentido, me ayudaba mucho cuando ponías otros ejemplos, porque eso me hacía sentir una más. Hay otra cosa que también me ocurría durante el tratamiento y es que tenía la impresión que todo iba muy deprisa, de que pensabas que mejoraba más rápidamente de lo que en realidad yo creía, y a veces tenía miedo de defraudar. Creo que eso me pasaba porque cuando estaba allí me volvía muy positiva y porque me resultaba difícil trasladar a aquel momento concreto lo que me pasaba cuando estaba sóla. Pero bueno, llegó un momento en que yo realmente me di cuenta de que controlaba mejor, sobre todo cuando tuve mi primer fin de semana en blanco. A partir de entonces fue todo tan rápido que estaba un poco desconcertada. Era un poco absurdo que algo que se podía mejorar en tan poco tiempo pudiese haber durado tantos años y afectar tanto, y por otro lado me producía problemas de identidad porque prácticamente toda "yo" era las obsesiones y mi vida estaba adaptada a esa idea.

Ha pasado aún poco tiempo desde que he terminado el tratamiento y me considero todavía "en prácticas", pero haciendo un repaso general de mis temas, cuando más noto sus resultados es precisamente en los momentos que a mí más me llenan, o sea, cuando oigo música, leo, veo cine... Antes, ya sabes, que era entonces cuando me atacaban mis ideas "destructivas". Se me ocurría justo lo que pudiese estropear el momento y como venía de mí era muy eficaz. Ahora, aunque a veces me viene el recuerdo de lo que me pasaba, ya no tengo aquel miedo, cuando me viene la idea, corto y no me angustio, así que he conseguido volver a disfrutarlos y para mí eso ha sido fundamental, porque esa es mi forma de ser feliz.

Copyright 2004 TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO: SALIR DEL LABERINTO