pensamiento magico



TOC Trastorno Obsesivo Compulsivo Considerado hasta hace algunos años como una enfermedad psiquiátrica rara que no respondía al tratamiento, es hoy reconocido como un problema común que afecta al 2-3% de la población, es decir, a más de 100 millones de personas en todo el mundo.
viernes, mayo 30, 2008
Pensamiento mágico y obsesión
El pensamiento mágico nos transporta a cualquier lugar. Algunas creencias irracionales pasan sin dejarnos huella, pero otras las incorporamos a nuestra persona. La supervivencia requiere patrones reconocibles—la noche sigue al día, etc-- y debido a que echar de menos lo obvio a menudo hiere más que ver lo imaginario, nuestras habilidades en interferir en las conexiones están súper afinadas. Buscamos patrones porque odiamos las sorpresas y porque adoramos mantener el control de las cosas.
El estrés emocional y los eventos que representan un significado personal nos empujan fuertemente hacia la creación de significados mágicos. Eugene Subbotsky psicólogo de la Universidad de Lancaster relata un cuento ejemplar: “Estaba en Moscú paseando con mi pequeño hijo a lo largo de un bloque de casas vacío. De repente, un coche aparcado empezó a moverse sólo en dirección hacia ellos, finalmente se incrustó en una puerta de hierro solo unos centímetros de donde estaban. “Escapamos de la muerte por muy poco y sigo manteniendo mi pensamiento mágico sobre este episodio. A pesar de ser un hombre racional, soy científico, he estudiado este fenómeno; hay algunos acontecimientos en la vida de cada uno que no se pueden explicar de una forma racional. Bajo ciertas circunstancias siento como si alguien estuviese guiando mi vida y prestándome ayuda”.
"Existen diferentes capas de creencias”, dice Carol Nemeroff. "La respuesta de muchas personas, especialmente por lo que hace al pensamiento mágico es: “La mayor parte de mí no cree, pero otra parte sí lo hace”. Las personas saben que sus reacciones al respecto no tienen sentido, pero siguen teniéndolas.
No solemos reconocer nuestras creencias como absurdas, viendo casualidad en las coincidencias que nos pueden ocurrir antes incluso de que tengamos la oportunidad de pensar sobre ellas; los errores son algunas veces de percepción más que racionales. “Considere qué sucede cuando toca el claxon y justo en ese momento se apagan los semáforos”, observa Brian Scholl, director del Laboratorio de Cognición y Percepción deYale. "Ni por un momento creerá que su claxon ha originado que se apaguen las luces de tráfico, pero tendrá la percepción irresistible de relacionarlo. No es menos cierto que nuestro sistema visual rechaza creer en coincidencias. “Nuestros “entusiastas” ojos, en efecto, suministran las bases para caer en ideas más detalladas sobre superstición. No importa lo racional que nos consideremos, si la persona da un gran valor a las corazonadas se verá en un apuro si ha de lanzar dardos en un circulo en el hayan pegado una foto que nos produzca ternura, por ejemplo. De alguna forma estamos comparando imagen con realidad.
El valor de las cosas
Para algunos, el piano de John Lenon es sagrado. La mayoría de las personas considera su anillo de su boda como sagrado. Niños sin noción alguna de lo que esto significa echarán el pulmón por la boca lamentándose por la pérdida de su para ellos sagrada mantita. El valor personal que se le da a objetos inanimados podría denominarse como objetos sentimentales, pero ¿qué es sino pensamiento mágico? Existe un significado invisible en conexión con esas cosas: una esencia. Los objetos como un anillo de boda o una mantita de niño podrían ser reemplazados por otros idénticos o casi idénticos, pero ya no serían los mismos.
Lo que hace que una cosa sea sagrada para nosotros no es el material del que está construido sino su historia única, lo que hace que le demos valor. Los psicólogos Bruce Hood de la Universidad de Bristol y Paul Bloom de la de Yale convencieron a unos niños de edades comprendidas entre 3 y 6 años para que construyeran una “máquina de copiar”. Los niños se llevaron a casa muy satisfechos una copia de una pieza de metal precioso producido por la máquina, pero no fue así con una idéntica de una cuchara de la Reina Isabel II--¡querían la original!
En muchos casos el valor que se le da a un objeto viene de la persona a quien pertenece, la usó o la tocó, ejemplo de “contagio mágico”. Paul Rozin y Nemeroff de la Universidad de Pensilvania sostienen que el contagio mágico puede emerger de un evolucionado miedo a los gérmenes que, como la esencia, es invisible, fácilmente transmisible y tiene consecuencias de amplia repercusión. Antes de que los humanos tuvieran algún concepto acerca de la teoría de los gérmenes, poníamos en cuarentena a las enfermedades y evitábamos tocar los cuerpos de los muertos. La profunda intuición de que las cualidades morales o psicológicas se transmiten a través de las personas o un objeto hace que su historia se transporte con ésta, aunque no significa que seamos buenos evaluadores de fuentes de contagio. Nemeroff encontró que las personas perciben los gérmenes de las personas con quienes tienen amistad menos aterradores que los de sus enemigos, e indicaban que esos gérmenes les producirían menos daño.
Contagio mágico.
Las esencias no siempre son buenas. La Madre Teresa no podría neutralizar completamente la negatividad de una pieza de ropa llevada por Hitler, un hecho que encaja con la teoría de los gérmenes de contagio moral: Una gota de aguas residuales hace más a un cubo de agua clara que una gota de agua clara en un cubo de aguas residuales. La limpieza tradicional tampoco puede borrar las malas vibraciones. Estudios realizados por Rozin y sus colegas muestran que las personas tienen una fuerte aversión a llevar ropa procedente incluso de una lavandería que antes haya sido utilizada por un asesino o incluso por alguien que haya perdido una pierna en un accidente.
El contagio mágico puede también influir al revés. Muchas personas no querrían que un paciente de SIDA ocupase una cama de un hospital que acaba de dejar o incluso otros se sentirían a disgusto si una persona que no les resultase grata se quedase con su cepillo del pelo. “Ello cuadra con la percepción de que no hay separación entre espacio y tiempo”, dice Nemeroff. Unimos el cepillo del pelo y estar en contacto. En ese nivel mágico donde todo es uno, la acción sobre algo es la acción sobre nosotros mismos”.
Fin de la primera parte de Pensamiento mágico y obsesión




2ª parte "Pensamiento mágico y obsesión"
Deseos
Nuestros deseos son probablemente lo más relacionado con el entorno mágico, así como las expectativas irrazonables. ¿Quién no se ha resistido a tener ciertos pensamientos de miedo o de mala suerte, formular un deseo mientras se soplan las velas de cumpleaños o intentar ayudar a un jugador de fútbol del equipo favorito a empujar el balón situado en el punto de penalti, utilizando sólo la esperanza y la concentración?

¿Traen buena suerte los rituales?
“Siempre que vuelo, coloco mis manos sobre el fuselaje mientras subo al avión. El hábito viene desde que era niño y tenía temor a subir a cualquier tipo de máquina que volase; a través de los años y al comprobar que nada malo me sucedía, mi cerebro decidió que debía continuar con el ritual para mantener mi mente en paz por si acaso”.
Los antropólogos insisten en el hecho constatado de que no hay mejor laboratorio de estas repeticiones rituales sin sentido que en los deportes. Sólo hace falta prestar atención a las “danzas” o rituales elaborados por los jugadores durante un partido o cuando tienen el acierto de apuntarse un tanto.
Las personas que suelen confiar en sus rituales presentan un fenómeno conocido como “ilusión de control”, la creencia de que se tiene más influencia sobre el mundo de la que realmente se tiene. No es una mala cosa –un sentido de control anima a trabajar más duro que en caso contrario. En efecto, el completo control sobre las propias fuerzas, conocido como “realismo depresivo”, suele obsesionar a las personas que padecen depresión clínica, quienes suelen mostrar menos pensamiento mágico.
Dar nombre
A medida de que los pensamientos y objetos van adquiriendo poder también lo hacen sus nombres. La habilidad del lenguaje para asociarlos con nuestros actos actúa como un hechizo sobre nosotros. Piaget indicó que los niños a menudo confunden los objetos con sus nombres, un fenómeno que el etiquetó como realismo nominal. Rozin y sus colegas lo demostraron también en adultos. Después de ver poner azúcar en dos vasos de agua y luego fijar la etiqueta de “azucarado” en uno y “veneno” en otro, la gente prefirió beber del vaso que llevaba “azucarado”. (El subconsciente no procesa la negatividad). Rozin también encontró que las personas son reticentes a romper un pedazo de papel en el que figura el nombre de una persona amada. Los símbolos arbitrarios transportan la esencia de lo que representan. Siguiendo esta misma regla de tres, señala Rozin, “el nombre de Adolfo cayó en picado durante los años 40”.
La creencia de un mundo justo hace que nuestra mente esté en calma. Incluso si las cosas escapan a nuestro control, las cosas suceden por alguna razón. La simple idea de arbitrariedad en cuanto a dolor y sufrimiento es tan terrible de soportar para muchas personas que la necesidad de orden moral puede explicar la popularidad de la religión.
Jesse Bering, psicólogo de la Universidad de Queen en Belfast estudia la psicología evolutiva de la religión. Comenta que teniendo en cuenta que un ser omnisciente puede leer nuestros pensamientos y castigarnos por nuestra inmoralidad previene de malos comportamientos y de esa forma ser expulsados de nuestro grupo social. Preguntó si el ser el objetivo de un relampago podría explicar por qué sin embargo no siento la necesidad de tocar madera si pienso en cosascomo, “No he tenido un resfriado durante meses”. “Pensamos todavía que el universo a través de una dosis aguda de realidad. El ritual de tocar madera de alguna forma nos satisface o agrada al universo y previene del castigo intencionado.
La creencia de que el universo es bueno con nuestros deseos es creer que tiene mente y alma, aunque rudimentaria. A menudo vemos objetos inanimados como llenos de una fuerza de vida. Cuando era niño quería desesperadamente que mi osito tuviera vida. Cuando pregunté a mi madre si amando algo lo suficiente se haría real, ella me contestó que no. Aquello rompió mi corazón. No es que pensara que todo está lleno de vida—incluso los bebés se sorprenden cuando un objeto inanimado se mueve por sí solo—es que sentimos que todo tiene su potencial. Se intelectualmente que no puedo hacer que los objetos cobren vida, pero todavía siento una ira irracional hacia una tostada cuando cae de mi mano—y me han dicho que la pise como venganza.
Pensamiento mágico: ¿Positivo o negativo?
El pensamiento mágico puede estructurarse entre escépticos a un lado y esquizofrénicos en otro. Las personas que se ratifican en las ideas mágicas en un terreno que va desde inocuo (miedo ocasional de pisar sobre las grietas de la calzada) hasta extravagantes (los presentadores de TV saben que les está mirando) tienen más posibilidad de padecer una psicosis o desarrollarla más tarde durante sus vidas. Las personas que sufren de TOC (trastorno obsesivo compulsivo) presentan altos niveles de paranoia, disturbios de percepción y pensamiento mágico, en particular “fusión de pensamiento y acción”, la creencia que los pensamientos negativos pueden originar daños. Estas personas sienten el fuerte impulso de realizar tareas repetitivas para contrarrestar sus pensamientos intrusivos como si dejar las puertas abiertas puede perjudicar a las personas amadas.
No obstante, a más pensamiento mágico no implica más problemas emocionales—lo que en realidad cuenta es si estos pensamientos interfieren en el devenir cotidiano y en nuestro funcionamiento. “Ser totalmente “realista” no es del todo sano”, dice Meter Brugger, jefe de neuropsicología en la Universidad Hospital de Zurich. Dispone de datos suficientes que indican de una forma fehaciente que la falta total de ideas mágicas, reporta la inhabilidad de sentir placer.
Brugger afirma que la habilidad para ver patrones y hacer asociaciones mejora la creatividad y también sirve a una función práctica: “Aunque esté en una pradera, siempre será mejor que, prudentemente, asuma que también allí puedo encontrar un tigre”.
Psychology Today Magazine

Publicado por infoansiedad en 1:30 PM