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Placebos: la mente manda

Sarai Campo - 07/04/2009 | Redacción |
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Un miércoles Mikel decidió que no volvería a fumar; sin embargo, el sábado cayó en la tentación y volvió al vicio. El lunes se puso en contacto con un especialista y lo consiguió. ¿El secreto? Agua.



El placebo es una sustancia inerte a los fines de lo que estaría causando los síntomas del paciente en un primer lugar. Foto: EITB
Mikel, Alberto, Javi, María, Rakel… son muchos los que han creído que no eran capaces de lograr abandonar el hábito de tener siempre un cigarro a mano, pero la fuerza de voluntad y ese pequeño frasquito han hecho de su reto una realidad.
El placebo es una sustancia inerte a los fines de lo que estaría causando los síntomas del paciente en un primer lugar.
La explicación fisiológica propuesta para este fenómeno sería la estimulación (no por parte de la sustancia placebo, de lo contrario no entraría en la definición) del núcleo accumbens situado en el cerebro que daría como resultado la mejoría del cuadro sintomático del paciente que afirma estar aquejado por un mal.
En términos más coloquiales, el placebo no deja de ser una sustancia que “engaña” al paciente de modo que sus males, vicios e incluso dolores desaparecen.
La fuerza de la mente
La mente humana tiene mucha fuerza, pero a menudo los factores externos son verdaderamente decisivos.
Son pocos los especialistas que admiten utilizar placebos en el proceso de cura o ayuda a sus clientes, dado que muchos podrían llegar a pensar que se trata de meros ’timadores’.
Elisabete García es bióloga y trabaja en un laboratorio farmacéutico. Gracias a ello, en parte, ha logrado saber que la solución a su insomnio no ha sido más que un placebo. Placebo, por cierto, al que no hay que restar mérito; a fin de cuentas, Elisabete ahora duerme de tirón.
Había probado prácticamente todas la hierbas del herbolario de su barrio, sin embargo, aunque las primeras semanas funcionaba, al de un tiempo siempre volvía al desvelo.
Una vecina le habló del especialista que más tarde fue su gran aliado. Elisabete acudió sin mucha esperanza y por el mero hecho de probar suerte. Pero de aquella consulta salió su solución.
Tras contarle al especialista en homeopatía cuál era su problema y cuales habían sido los métodos probados, comenzó un tratamiento a base de unas sustancias que le recomendó su homeópata.
Un pequeño frasco con una etiqueta naranja y otro algo mayor con una verde fueron el principio de la solución.
Del frasco que tenía la etiqueta verde debía tomar dos gotas por la mañana y otras dos por la tarde. Del que tenía la etiqueta naranja; dos antes de acostarse.
El tratamiento dio su fruto y la bióloga logró dormir de tirón. Tres meses después de la primera consulta, charlando con un compañero del laboratorio en el que trabajaba, decidió analizar las sustancias de aquellos tarritos. Resultado: H20.
El Prozac es solo un placebo
La fluoxetina (conocida por el nombre comercial Prozac) es un fármaco Inhibidor Selectivo de la Recaptación de Serotonina (ISRS), con propiedades antidepresivas. Está indicado para tratar la depresión moderada a severa, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), la bulimia nerviosa, los trastornos de pánico y el trastorno disfórico premenstrual.
La fluoxetina también se usa ocasionalmente para tratar el alcoholismo, el trastorno por déficit de atención, ciertos trastornos del sueño (en particular, los síntomas de cataplejía asociados a la narcolepsia), migrañas, trastorno por estrés postraumático, síndrome de Tourette, obesidad, algunos problemas sexuales y fobias específicas.
Sin embargo, un estudio publicado por PloS Medicine ha revelado que Prozac, uno de los símbolos del siglo XXI, no es más que un placebo.
En el mundo, cerca de 40 millones de personas consumen Prozac para tratar depresiones. Según el estudio, el principio activo de la mítica “pastilla de la felicidad” tiene el mismo efecto que tomar pastillas de azúcar.
A menudo, el paciente determina su propia curación
Según varios estudios, 18 segundos es el tiempo que tarda un médico en interrumpir al paciente mientras éste le explica sus síntomas.
Asimismo, según el psiquiatra y doctor en Medicina Legal, José Cabrera Forneiro, la clave de la curación no depende tanto de los conocimientos que éste posea, sino de la cantidad de calor humano que desprenda”.
Cabrera explica que “la eficacia de cualquier medicamento es en un 50% psicológica”.
Un ejemplo que ha recorrido el mundo
La historia del californiano Wright, es conocida por muchos médicos. En 1957 le diagnosticaron un cáncer y le pronosticaron sólo unos días de vida.
Se enteró de que un suero de caballo, el 'krebiozen', podía ser eficaz contra el cáncer, y su médico, puesto que lo daba por desahuciado, accedió a ponérselo.
Tres días después, fuera ya de su 'lecho de muerte', bromeaba con las enfermeras, y los médicos constataban que los tumores "se habían fundido como bolas de nieve".
Cuando dos meses después Wright leyó unos informes que calificaban al suero como un remedio de curandero, sufrió una inmediata recaída. Su médico le dijo entonces: "No crea lo que lea en los periódicos", y le inyectó agua diciéndole que era una versión "doblemente eficaz del krebiozen". Una vez más, el tumor se fundió.
Wright fue "la viva imagen de la salud" durante dos meses más, hasta que leyó un informe definitivo en el que se decía que el 'krebiozen' era inútil: murió dos días después.
Nocebos: la ‘creencia’ no siempre produce beneficios
Según explican en elalmanaque.com los doctores Javier Martínez y Maria Jesús Clavera, si creemos que una acción o sustancia nos va a dañar, lo pasaremos bastante peor que si no tenemos esta creencia.
“Los médicos y familiares de pacientes temerosos e hipocondríacos sabemos que a estos no les conviene leer los prospectos de los medicamentos, pues, por sugestión, probablemente irán padeciendo algo de lo que lean”, explican los doctores.
Así pues, a estos efectos negativos, fruto de la imaginación y la creencia se les llama nocebos.


NOTA: Uno de los casos que hemos explicado es el de una mujer que acudió a la homeopatía y le trataron con un placebo. No es nuestra intención restar crédito a dicha especialidad, por lo que nos parece importante recalcar que los tratamientos de los homeópatas no siempre se basan en el placebo.