Las fobias del siglo XXI


Las fobias del siglo XXI
Cada vez se diagnostican más trastornos de conducta y fobias sociales

Para Daniel A. la historia comenzó a fines de los setenta, exactamente el día en que cumplió diez años. Aquella tarde escuchó un tiroteo cerca de su casa que lo dejó paralizado, aterrado. A partir entonces, recuerda ahora, el pánico no lo abandonaría nunca más. Daniel se convenció de que tenía que estar alerta: en su casa, en la escuela, donde sea. Y cuando el miedo aparecía otra vez, lo único que podía hacer era quedarse quieto y contar en silencio. Si estaba en la casa contaba las luces de una araña del techo, y si andaba por la calle se quedaba enmudecido y contando para sí las tejas de las casas vecinas. Una, dos, tres, todas las veces posibles. Contar alejaba los fantasmas. Su vida comenzó así a hacerse más retraída y solitaria. Terminó a duras penas el secundario pero no pudo con la universidad ni con el trabajo. Porque el miedo estaba ahí, rondando, cerca. Hoy, mucho tiempo después de aquellos primeros terrores, a Daniel le sigue costando todo pero, gracias a la proliferación de nuevos diagnósticos y tratamientos, puede decir lo que tiene casi de corrido: trastorno obsesivo compulsivo, estrés psicosomático y fobia social.

"No es una sola cosa -aclara-, son muchas en una misma cabeza". Su caso es todo un ejemplo dentro del universo de las nuevas fobias y trastornos de ansiedad que se diagnostican en el siglo XXI. Nombres como agorafobia, ataque de pánico, ansiedad generalizada o trastorno obsesivo compulsivo, que años atrás hubieran resultado títulos propios de una película o novela americana, son por estos tiempos motivo de consulta frecuente en los consultorios de psicólogos y psiquiatras.

Si bien en Argentina no hay cifras oficiales, se estima que el 1,6% de las personas sufrieron ataques de pánico al menos una vez en su vida. Y que entre los años 2000 y 2007, los trastornos de ansiedad generalizada crecieron aquí del 3 al 14%

"Hay situaciones traumáticas que pueden predisponer a una fobia", explica Estela Serafini, quien fuera fundadora y presidenta del grupo de Ayuda Mutua Confines, una ONG platense dedicada a tratar el trastorno obsesivo compulsivo. Según ella, además, habría que preguntarse "hasta qué punto las exigencias de la sociedad actual, que van desde un modelo estético sobrevalorado hasta una casi imprescindible formación académica o un tope etáreo, inciden de manera negativa sobre los individuos que presentan una mayor vulnerabilidad a la exposición".

La historia de Estela es distinta a la de Daniel pero encierra acaso el mismo dolor. "Fundé un grupo de autoayuda para entender la enfermedad de mi hijo -cuenta-. Ahora por suerte está mejor y logró avances que yo no imaginaba, pero fue difícil. Tremendo. Llegar a entender que mi hijo era un obsesivo compulsivo no fue sencillo. Se lavaba las manos decenas de veces en un mismo día y le costaba relacionarse con los demás, pero en aquellos años nadie sabía por qué hacía lo que hacía. Hoy los diagnósticos son más comunes y se analizan patologías que antes directamente ni se trataban".

MALDITA ANSIEDAD

Clic para ampliarSe calcula que en el mundo el 28% de la población sufre algún trastorno de ansiedad, un porcentaje similar al que se estima en nuestro país. "La mayoría de las personas que lo padecen -apunta el psiquiatra Pedro Gargoloff- dicen haberse sentido ansiosas durante toda la vida, apareciendo frecuentemente por primera vez en la niñez o en la adolescencia, aunque es también común el comienzo en los adultos jóvenes. Se da en hasta el 5% de la población y suele estar asociado a otras enfermedades mentales".

¿Pero qué es exactamente un trastorno de ansiedad? Según Gargoloff, "es estar ansioso y preocupado todo el tiempo sin ningún motivo puntual". El temor, se explica, puede ser por cualquier cosa: por la salud, por la familia, por el trabajo. Los síntomas físicos que lo acompañan son tensión muscular, inquietud, fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad y problemas para dormir. Quienes lo padecen, incluso, tienen períodos en los que presentan temblores, cefaleas, sudoración, palpitaciones, sequedad de boca, mareos, sensación de falta de aire y hasta molestias gastrointestinales.

"Es un trastorno muy difícil de controlar", apunta el especialista. Y no exagera: quienes lo padecen rara vez se pueden relajar. Su cabeza no para de pensar ni siquiera en las horas de descanso, tienen pensamientos dramáticos que pueden convertirse en catastróficos y se sienten abrumadas por una sobrecarga de información. Dentro de quienes padecen el síndrome de ansiedad generalizada, según estudios, el trastorno afecta a un 70% de mujeres y a un 30% de hombres.

El PANICO ATACA

Mientras algunos profesionales lo confundían hace años con estrés o depresión y otros no se ponían de acuerdo con el tratamiento indicado, lo cierto es que actualmente quienes padecen ataques de pánico o agorafobia tienen a su disposición muchas más herramientas de recuperación que en el siglo pasado.

La combinación de pánico y agorafobia -definida como temor a espacios abiertos o ajenos- se presentan en forma conjunta en el 95 por ciento de los casos, de acuerdo a una detallada investigación del psicólogo estadounidense David Barlow. Además, la edad típica de manifestación del ataque de pánico es entre los 20 y 30 años y, como ocurre con los trastornos de ansiedad generalizada, tres de cada cuatro personas afectadas son mujeres.

"Se trata de un miedo a morir de manera inminente", apunta Gargoloff, y sus síntomas más frecuentes van desde ahogo y falta de aire hasta una taquicardia que suele volverse desesperante. Según se explica desde el Instituto de Ciencias Cognitivas Aplicadas, en tanto, quienes padecen este trastorno "experimentan intensas sensaciones de miedo que llegan repetidas veces y sin aviso. Las sensaciones pueden ser palpitaciones, temblores, ahogo, mareos, dolor en en pecho, sensación de irrealidad y miedo a morir, a perder el control o a enloquecer".

Pese a que los primeros trastornos relacionados al pánico se detectaron en la Alemania de 1856, recién en 1992 la Organización Mundial de la Salud comenzó a nombrarlos en su Clasificación Internacional de Enfermedades. Y fue en este siglo, ya en los primeros años del nuevo milenio, cuando el llamado ataque de pánico comenzó a ser un diagnóstico relativamente común en el consultorio de psicólogos y psiquiatras.

Acaso la pregunta del millón sea si es posible curarlo. En este punto, hay que decir, los especialistas no suelen ponerse de acuerdo y aclaran que lo más apropiado no es hablar de cura sino de un cambio puntual en la forma de afrontar una situación. Luego de un tratamiento, se indica, es posible que la persona responda de manera diferente otorgando un nuevo significado a las situaciones que antes lo aterraban. Pero eso no significa que se pueda hablar de una cura definitiva.

PURA FOBIA

Clic para ampliarLa descripción que hacen los especialistas de la fobia suele ser coincidente. Se trata de un miedo exagerado, involuntario e irracional ante situaciones u objetos en particular. Según lo que apunta Gargoloff, las formas de presentación más frecuentes son la fobia simple, la fobia social y la agorafobia.

"La fobia simple es provocada por un objeto, un animal o una situación específica -explica el especialista-. Es más común en mujeres que en hombres y casi siempre aparecen por primera vez en la niñez".

La fobia social, en cambio, es más puntual y se refiere precisamente a situaciones sociales. "Es un temor infundado a ser evaluado negativamente cuando se está en contacto con otros individuos -detalla Gargoloff-. La persona que lo padece lo vive como un miedo injustificado y extremo a encontrarse con nuevas personas, o siente miedo de ser avergonzado, humillado y juzgado negativamente por los demás".

Según un estudio del Centro IMA, de 128 pacientes con este mal, el 73 por ciento tuvo fracasos académicos y laborales graves o severos. Iniciada por lo general en la adolescencia y más común en las mujeres (como se dijo 70% de los casos), es una de las patologías ansiosas más inhabilitantes y difíciles de tratar.

Si tenemos en cuenta que tanto en nuestro país como en el resto del mundo el porcentaje de personas que sufren este tipo de trastorno oscila entre el 20 y el 30%, podríamos decir que en la Argentina hay varios millones de enfermos con diferentes tipos de fobias, las llamadas ansiedades patológicas.

Si bien se estima que por cada sujeto con pánico hay tres con fobia social, este último trastorno ocupa el segundo lugar en el ranking de consultas psiquiátricas: el 26% de los casos. "Te corta todas las posibilidades -resume Daniel-. En mi caso me dejó sin poder estudiar ni trabajar. Y no es que uno no quiera hacerlo. A veces resulta difícil de explicar pero es así: uno no puede. Aunque quiera no puede".

fuente:Por FACUNDO BAÑEZ